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Prismas

versión On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.21 no.1 Bernal jun. 2017

 

ARTÍCULO

Los sabios, entre la Ciencia y la Nación: Lugones en su Revue Sud-Américaine (1914)*

The Scholars, between Science and Nation: Lugones in his Revue Sud-Américaine (1914)

 

Margarita Merbilhaá
IDIHCS UNLP-CONICET / CONICET

* Los siete números de la revista pueden consultarse en el CEDINCI. Por otra parte, cabe señalar la excepción del artículo que Emilio Carilla dedicó a esta publicación en 1974 ("La revista de Lugones (la revue Sud-Américaine)", Thesaurus, vol. XXXIX, Nº 3, 1974). La traducción del contenido de la revista es nuestra.

Fecha de recepción del original: 24/9/2015
Fecha de aceptación del original: 2/6/2016


Resumen / Abstract

En este trabajo analizo las intervenciones de Leopoldo Lugones en la Revue Sud-Américaine, que dirigió en París durante el primer semestre de 1914, muy poco estudiada hasta el presente. Propongo relacionar su estrategia general, destinada a erigir a la revista en mediadora intercontinental entre las élites dirigentes europeas y las latinoamericanas, al punto de cumplir una función de diplomacia paraoficial, con los artículos que el escritor fue publicando en los siete números. Tanto estos como sus elecciones editoriales revelan la función informativa de la revista en materia política y económica, pero también de divulgación para lectores latinoamericanos de los saberes científico-tecnológicos recientes (en materia de topografía, pedagogía, militar-industrial, matemáticas, o de poesía). A la vez, interpela a los lectores franceses en su propia lengua, y a figuras públicas como el entomólogo Fabre o el político Clemenceau en tanto que pares. Lugones desarrolla temas tan diversos como la didáctica de las ciencias, los conocimientos sobre botánica o la música criolla (que integrará luego en El Payador), en los que se advierte una continuidad de sus inquietudes teosóficas. Finalmente, los artículos son el espacio donde podía instruir a las élites, diseminando autoimágenes de intelectual sabio/promotor de políticas de Estado desde la distancia del nuevo domicilio parisino.

Palabras clave: Leopoldo Lugones - Revue Sud-Américaine - Revistas latinoamericanas en Europa a comienzos del siglo XX - Cientificismo y espiritualismo

In this paper I analyze Leopoldo Lugones’s intellectual intervention in the Revue Sud-Américaine directed by him in Paris in the first half of 1914, which has been little studied. I intend to establish connections with regard to his general strategy, which was to raise the review in an intercontinental mediating role between European and latin-american ruling elites (as such having a non-official diplomatic function), and the papers that Lugones published in the seven issues of the review. Both these papers and the publishing decisions reveal an informative function on politics and economy, as well as a divulgating one, on scientific and technologic new knowledges, to latin-american readers (on topography, pedagogy, military industry, mathematics, poetry). Simultaneously, Lugones addressed to french readers, in its own language, and to public figures, peer-to-peer, like the entomologist Fabre and the politician Clemenceau. He also developed topics as diverse as the didactics of sciences, the knowledge on botany or folklore music (that will integrate then El Payador), in a continuity of his interests on Theosophy. Finally, the article shows that these papers are the space where Lugones could instruct to the elites, as spreading self-portraits of wise intellectual and promoter of State politics, from the distance of his recent Parisian domicile.

Keywords: Leopoldo Lugones - Revue Sud-américaine - Latin american reviews in Europe in early XXth century - Cientificism and spiritualism


 

Entre tantos estudios dedicados a la obra y a la figura de Leopoldo Lugones, resulta llamativo el escaso interés de la crítica por la Revue Sud-Américaine, fundada y dirigida por él en París durante el primer semestre de 1914. Por cierto, no se trató de una revista literaria –aunque dedicara unas páginas a la publicación de poesía– sino de actualidad geopolítica, económica, científico-tecnológica y cultural (con artículos sobre lo que por entonces se entendía como psicología colectiva). Su breve vida, el hecho de haber sido íntegramente redactada en francés y su casi nula existencia en bibliotecas y archivos tanto del país como del extranjero sin duda también pudieron desalentar a los investigadores. Si bien en este trabajo me detendré en las intervenciones de Lugones a lo largo de la publicación que dirigió, antes quisiera referirme a algunos aspectos generales de este proyecto intelectual. La revista encierra, en efecto, algunos aspectos curiosos que merecen ser analizados, vinculados en primer lugar a su carácter de emprendimiento editorial, tales como el punto de enunciación intelectual que construyó en sus páginas para dirigirse, en tiempos muy inciertos, a la vieja Europa (¿cuándo no los hubo?). En segundo lugar, también la posición que la Revue construía para el Nuevo Mundo en materia de relaciones diplomáticas.

La Revue Sud-Américaine1 estaba dirigida a dos tipos de lectores: los parisinos, ya fueran residentes latinoamericanos o franceses, y el público letrado de nuestro continente. Esto último se advierte en el hecho de que parte de su financiación provenía de la publicidad de productos franceses suntuosos (para consumir en la capital francesa), y también de servicios para sudamericanos en las dos direcciones, esto es, que implicaban el envío a distintas ciudades del subcontinente desde París –para quienes se encontraban en el viejo mundo–, o la posibilidad de realizar transacciones desde el extranjero hacia Europa.2 Por otra parte, la publicación editaba artículos sobre América Latina, que consideraba de interés tanto para latinoamericanos como para lectores franceses preocupados por los asuntos mundiales. Pero también incluía colaboraciones que trascendían la mera difusión de la actualidad continental y que estaban destinadas a estos dos tipos de lectores: encontramos otros artículos sobre Europa, tales como los que referían los desarrollos recientes de la industria aeronáutica militar y los cambios en materia de estrategia bélica, en Alemania y Francia, o una crónica mensual sobre modas –la única a cargo de una mujer–, o sobre las relaciones políticas entre los países europeos. Por último, a continuación de esas colaboraciones, se publicaban las crónicas mensuales sobre novedades científicas e industriales3 y reseñas bibliográficas de medicina, derecho o sociología. De este modo, contra lo que podría suponerse, estos artículos no se dirigían exclusivamente a lectores del extranjero, sino que al carecer de modalidades de apelación directa puede decirse que presuponían a un lector residente parisino, o quizás universal.4 Así lo anunciaba ya el folleto de presentación, que prometía: "la Revue alcanzará a toda la élite de ambos continentes".5 De este modo, a la vez que desde el título asumía una identidad subcontinental, la revista aspiraba a constituirse en una oferta posible para un público ilustrado de cualquier país occidental, con intereses no exclusivamente nacionales.

En este sentido, como he analizado en otro trabajo,6 buscaba instalarse en la órbita de la más tradicional Revue des Deux Mondes, que lideraba esa porción del mercado, tanto en Francia como en América Latina. La revista de Lugones podía abarcar este universo doble de lectores gracias al idioma elegido, por supuesto, y a cierto equilibrio que ofrecía entre los artículos dedicados a asuntos internacionales y aquellos que abordaban distintos aspectos de la vida política y cultural francesa y, en menor proporción, europea. Si esto era posible, es también por un locus común que asumía la revista, que, anclándose en una identidad occidental pero no europea, se situaba en un orden de pensamiento universal, para el que no existían fronteras. Esta estructura de sentimiento, en el sentido williamsiano, era compartida por muchos latinoamericanos cosmopolitas que, desde comienzos de siglo, imaginando una suerte de hermandad global del pensamiento, también venían desarrollando o habían desarrollado proyectos de revistas. Estas publicaciones tomaban la palabra, desde los propios centros europeos y especialmente París, para hablar de sus culturas locales pero también para evaluar las tendencias más recientes de las actividades culturales de Europa, su lugar de residencia.7 Se trató de una suerte de reorientación del cosmopolitismo, que estaba siendo devaluado por las presiones del nacionalismo. Así lo leemos, por ejemplo, en el prospecto adjunto en el que Lugones presentaba su revista:

Los maestros universales de la ciencia, la literatura, las artes, de todas las ramas del saber humano, han suscitado con igual intensidad, en América como en Europa, las mismas curiosidades, las mismas necesidades intelectuales.
Los métodos científicos, industriales, comerciales, financieros, militares, etc. se asemejan aquí y allá, rivalizan y crean una emulación que importa examinar y apreciar. Grandes problemas políticos, económicos y sociales, de orden nacional o universal, provocan graves preocupaciones, inquietan a todos aquellos que participan de la actividad mundial: la Revue Sud-Américaine estudiará y expondrá estos problemas.

Como su título lo indica, la Revue Sud-Américaine se ocupará con una particular solicitud de Sudamérica, de lo que allí se dice, se piensa, se hace y de este modo asociará a la gran actualidad europea, la magnífica actividad de la República Argentina, del Brasil y de los demás países de la América Latina (pp. 1-2).8

En estos términos, lo local se vivía como universal, y viceversa. En el espacio de la publicación, resultaban indisociables la pertenencia nacional y la internacional de los intelectuales productores y de los consumidores letrados de la revista. Si olvidaban por un momento los mundos rurales de sus países y, sobre todo, a la mayoría de sus habitantes, el mundo –civilizado, urbano– se volvía uno. Por eso, incluso, leían con una misma lente la ausencia de progreso en las zonas rurales de Francia, España, Italia, Colombia, Argentina o Brasil. Así también, en la nota introductoria de un artículo sobre las posiciones enfrentadas de los republicanos que gobernaban el Estado francés, la redacción de la Revue, además de subrayar su intención de seguir publicando en cada número las opiniones divergentes de dos sectores políticos de un mismo país (Irlanda en el Nº 1, Francia en el siguiente), justificaba la relevancia del debate francés por el hecho de que sus consecuencias interesaban "a todos los republicanos del mundo" (Nº 2, p. 169). Esto ya anticipa algunas de las cuestiones que aparecerán en los artículos de Lugones de los que nos ocuparemos.

Las intervenciones de Leopoldo Lugones en la Revue Sud-Américaine

Si en los dos primeros artículos, de los números 1 y 2, Lugones pareció ceñirse al objetivo de brindar información reciente sobre "[...] la vida política y social, industrial y comercial, económica y financiera", expuestos en el folleto de presentación de la revista que ya he mencionado, las colaboraciones de los números siguientes respondían inequívocamente a intereses previos de su director. A la vez, nos permiten conocer las orientaciones intelectuales que iba tomando en la nueva etapa de su vida, iniciada tras su decisión de instalarse en la capital francesa por un tiempo indeterminado.9 La iniciativa de crear una revista no resulta sorprendente, no solo por las condiciones de edición y de mercado en la "colonia latinoamericana" de París y en las ciudades de nuestro subcontinente para una publicación como esta, a las que ya me referí. También coincide con la actividad que llevaba adelante Lugones por esos años: desde 1907 vivía del periodismo, luego de haber renunciado al cargo de Inspector General de Enseñanza, siendo subdirector de El Diario, y cronista de La Nación.10

En el artículo inaugural de la revista, titulado "El Panamericanismo",11 Lugones presentaba una inusitada propuesta cuya repercusión no se hizo esperar, y que la propia revista se encargó de exhibir en los números siguientes: a través de una resignificación del panamericanismo, el escritor descartaba las ambiciones imperialistas estadounidenses y proponía entonces una acción común con ese país: las naciones "latinas" debían tomar parte en la aplicación del principio de no injerencia ideado por Monroe, haciendo suya tal doctrina, lo que evitaría entonces su uso abusivo por parte de los Estados Unidos. En América Latina solo había, continuaba Lugones, "cuatro países que por no necesitar más esa doctrina para subsistir, podían adoptarla: Argentina, Brasil, México y Chile".12 Pero el escritor aclaraba que no se trataba de formar una "liga antieuropea", puesto que de ese continente venían "nuestra cultura y nuestros capitales, y, en gran medida, lo mejor de nuestra población".13 Y, como fiel adherente y joven miembro del orden conservador, no dejaba de plantear que, para que este panamericanismo refundado pudiera ser más eficaz, era necesario completarlo con la doctrina del antiguo ministro de Roca, Luis María Drago (quien, además, colaboraría en números siguientes). Más allá de la audacia y la grandilocuencia de la propuesta, no puede dejar de destacarse el gesto creativo, la capacidad de inventiva que revelaba la iniciativa de diplomacia no oficial, o paraoficial, asumida aquí por Lugones, y nada menos que para presentar al mundo su pensamiento. Este es un rasgo que reaparece en las demás colaboraciones del escritor en la revista, y me interesa observar el efecto en cierto modo desjerarquizador, respecto de los centros europeos, que puede leerse en su perspectiva universalista sobre los fenómenos contemporáneos que se proponía analizar y exponer a los lectores.

De las relaciones exteriores, el escritor pasó, en el segundo número, a la economía y las finanzas, al escribir sobre "La Crisis Argentina".14 Sin ser portavoz del régimen, Lugones se esmeraba en informar con datos y cifras precisos sobre el estado de prosperidad de la economía de su país, pese a una sacudida pasajera originada por la crisis de los Balcanes cuya repercusión era, según él, inevitable en "todos los países que tratan con los mercados europeos". Su intento era mostrar que la reacción en las bolsas europeas había sido desproporcionada y que se debía al desconocimiento del estado económico de países como la Argentina o el Brasil. Podríamos decir que el tono del artículo es el de una doble reconvención, pues va en dos direcciones: por un lado, buscaba corregir errores de interpretación cometidos por el periodismo francés y por los "mercados financieros" franceses. Lugones sugería que al ignorar las particularidades del mercado argentino, los periodistas se habían apresurado en vaticinar una crisis generalizada del país, confundiendo la quiebra de "unos tres o cuatro grandes especuladores"15 con la prosperidad general, y alimentando la "leyenda de las hipotecas excesivas, difundida especialmente en Europa".16 Contra eso, el escritor aclaraba que la base económica argentina se fundaba en la producción, antes que en la especulación sobre las tierras, mostrando el crecimiento de las exportaciones, de los ferrocarriles, la ausencia de crisis de los salarios que se verificaba en la inexistencia de huelgas en los últimos años, pese al activismo de los sindicatos socialistas, entre otros datos... Y no dudaba en comparar la riqueza argentina con la francesa o la alemana.17 Casi podría analizarse como una reprimenda de su parte, que impugnaba al periodismo francés y a sus círculos de poder por haberse dejado llevar por las noticias engañosas que les llegaban de los pocos argentinos, "herederos incapaces", que frecuentaban en Francia los altos círculos de la sociedad y las finanzas, y que habían sido víctimas de su propia fiebre especuladora.18

Pero por otro lado, Lugones se dirigía también a los sudamericanos, y con un tono aleccionador proponía una verdadera rectificación del rumbo de la actividad económica de su país, en este caso, advirtiendo sobre los peligros de la especulación financiera sobre las tierras ("Ya no será de la especulación sobre las tierras sino de la producción mucho más segura, en verdad, que llegará el dinero para gastar en viajes [a Europa] de instrucción o de placer").19

El artículo interpelaba así a las élites dirigentes y proponía soluciones puntuales, tales como un mayor conocimiento de los movimientos de las bolsas europeas (al que de hecho, la Revue buscaba contribuir incluyendo crónicas bursátiles en cada número), el desarrollo de cooperativas agrícolas, o un fondo estatal de rescate destinado a que el Estado recuperara las tierras hipotecadas. Lugones se presentaba como el estudioso que aplicaba con pericia (y ostentaba) los saberes de la economía financiera, para describir el proceso económico y social del país, y contribuir a la prosperidad futura de su nación. Los artículos son así el espacio donde puede desplegar, aun desde la distancia del nuevo domicilio parisino, su rol de intelectual de Estado, pero paradójicamente desde una posición independiente. Pero aquí no terminan los aportes que tenía para ofrecer a sus contemporáneos de los dos continentes. En las demás colaboraciones, Lugones aborda temas sobre la ciencia, en cuya perspectiva resuenan sus viejas inquietudes teosóficas, y también otros temas que ya antes había indagado en sus distintas funciones al frente de las políticas educativas estatales, que cruzaban las ciencias naturales y las matemáticas –disciplinas que estudió durante toda su vida– con la pedagogía. También publica, en el número 5, ya veremos con qué intenciones, la traducción de una de sus conferencias del teatro Odeón: "La música popular en Argentina".20

Las incursiones del poeta/sabio en los mundos de la ciencia

Es conocida la infinita, tenaz curiosidad de Lugones, que lo movía a leer y hablar de todos los temas, abarcar todos los territorios del saber o, cuando era funcionario en el ocaso del Estado conservador, asesorar en múltiples aspectos pedagógicos. Semejante a aquella "ambición de medirse con todas las palabras", que observaba Borges respecto de su poesía,21 otra ambición, esta vez gnoseológica, parecía impulsarlo a medirse con todos los saberes, buscando al mismo tiempo un fin práctico, de acción concreta en el presente.22

No sorprenderá entonces que, al abordar el artículo del número 3 dedicado a "Nuestra clasificación botánica",23 Lugones no resistiera a la tentación de mostrar sus conocimientos de botánica americana –aun cuando aclarara su falta de saber especializado–, para legitimarse en una función de intelectual promotor no oficial, tantôt diplomático, tantôt pedagógico, o incluso cultural. De hecho, varios de sus artículos se construyen, tal como veremos, alrededor de esa tensión entre el carácter no especializado de los conocimientos científicos de su autor (sobre botánica, geometría, etnografía, musicología y entomología) y la necesidad de mostrar y explayarse sobre sus conocimientos (aunque fueran los de un autodidacta). Por encima de todo, Lugones esperaba instruir a los lectores, y en particular a las élites dirigentes, sobre la necesidad de los métodos de observación y análisis que él había aprendido, precisamente, de las ciencias naturales. En efecto, consideraba a estas últimas como bases epistemológicas fundamentales, que eran capaces de aniquilar definitivamente los resabios del dogmatismo religioso en la aventura del conocimiento. Este énfasis en los métodos de la observación de los fenómenos naturales (en definitiva, en los actos del sujeto cognoscente) no era menor para él, porque allí podía situarse un plus espiritual, un componente individual en la relación positivista con el saber. En cierto modo, operaba una suerte de presión sobre los límites del conocimiento positivista, que aparece en distintos momentos de sus colaboraciones en la revista.

Ahora bien, a diferencia del científico, Lugones subordinaba (censurándolo) el interés puramente gnoseológico a sus obligaciones como intelectual-sabio, conocedor de las necesidades económicas y, por ende, políticas de su nación y también de las repúblicas vecinas. Así es como en "Nuestra clasificación botánica" y en "Algunas consideraciones sobre Geometría básica" (números 3 y 4 de la revista),24 presentaba los fundamentos y los programas destinados a acompañar el proceso de modernización del país, aunque se tratara de dos materias bien distintas. Allí explicitaba esa función promotora de su parte, a la que me vengo refiriendo: en el primer artículo, destacaba la utilidad industrial y comercial de las plantas americanas (como el caso del caucho, el quebracho, las plantas medicinales) señalando la falta de una clasificación unificada de las especies, y lamentando incluso ciertos errores en las designaciones, atribuidos al hecho de que "los científicos europeos se arrogan a veces una excesiva autoridad para crear y suprimir géneros".25 Una vez presentada esta suerte de fundamentación, el director de la Revue proponía constituir "una clasificación uniforme y con ella, lo que podría llamarse el rol de la flora americana"; un "inventario racional de esta riqueza que interesa a todos los países del Nuevo Mundo, y corresponde a la ciencia de sus hijos ejecutarlo con la precisión deseada".26 Y aquí aparece su (insoslayable) papel de promotor intelectual, con funciones técnicas y diplomáticas no oficiales:

Hace poco he tenido el honor de interesar sobre esta iniciativa al Presidente de la República Argentina, a quien pareció buena mi idea de constituir para tales fines una gran comisión americana, que sesionará por primera vez en Buenos Aires en 1916, durante los festejos del centenario de la Independencia. Ningún acto de solidaridad americana podría ser más noble y práctico a la vez. Cada nación concurriría con su haber científico, para elaborar el plan cuyas grandes líneas acabo de establecer, sin ninguna pretensión magistral; pues no quisiera someter un proyecto a quienes serán los encargados de realizarlo. Seré apenas el más aplicado de sus alumnos pues esta idea es, en suma, producto de mi ávida ignorancia.27

Como si fuera poco, el plan preveía la participación de los maestros y los alumnos de cada país, a quienes Lugones tenía en cuenta para que colaborasen en el relevamiento de las especies vegetales, a través de una "subcomisión de herbarios escolares" pues de este modo "la ciencia adquiere una importancia social dada por la difusión directa en el "pueblo".28 Por sus aplicaciones y métodos, agregaba, las ciencias naturales se presentaban como "importantes agentes de democratización".29 Vale la pena observar que esta es una de las pocas veces en que Lugones invoca al "pueblo" en la revista. Nótese que media en esa referencia una situación escolar, como si la entidad del pueblo solo fuera pensable, concebible, nombrable en el marco de una relación pedagógica. Aquí está la figura del intelectual sabio al servicio de la nación, para marcar el rumbo y trazar los fundamentos prácticos y espirituales necesarios para el progreso del país.

Eso es también lo que hace Lugones al presentar la primera parte de un manual de geometría, en la cuarta entrega de la revista. Esta vez, la relación entre ciencia y pedagogía ocupa el centro del artículo: el autor aprovecha para dar a conocer el programa estatal de reforma de los planes de estudio, y se presenta como su artífice:

En 1905, tuve el honor de presidir un congreso de profesores, oficialmente organizado en Buenos Aires para discutir las bases de los planes de estudios secundarios y normales. Se decidió que las ciencias naturales debían constituir la base de los planes de estudio, tanto por el lugar que ocuparían como por la preponderancia de sus métodos. El gobierno sancionó tales conclusiones.30

Como en el caso de los herbarios populares, planeados por supuesto para ser regidos por la institución escolar, aquí también Lugones asocia la democracia a la República, y las contrapone al absolutismo (eclesiástico), para sostener la importancia de renovar los métodos de enseñanza, entendiendo que esos valores estaban abiertamente reñidos con los métodos dogmáticos de las instituciones educativas religiosas.

Pueden leerse aquí los ecos de la contraposición –cara a la teoría teosófica– entre, por un lado, la superstición y la credulidad, que según Helena Blavatsky, la cofundadora de la Sociedad Teosófica en Estados Unidos, eran los fundamentos de la "fe basada en la autoridad", y, por otro lado, la "intuición espiritual", movida por la "creencia y la intuición".31 Si, en la evaluación de Lugones, el "clericalismo" defendía la centralidad de las matemáticas contra la de las ciencias naturales ("al no poder imponer las humanidades, como era su deseo") era porque "creían encontrar en éstas una fuente de dogmatismo",32 algo impracticable en el caso de las ciencias naturales, por su esencia misma, podría decirse. Pero el escritor explicaba que esa enseñanza de las matemáticas basada en la imposición de dogmas a los alumnos, que descartaba toda posibilidad de una especulación analítica, era responsable de la animadversión generalizada respecto de esa materia, que debía ser modificada. Lo que a su juicio urgía revisar era el tipo de "pedagogía", que separaba artificialmente las distintas ramas (aritmética, álgebra, geometría después, etc.) y establecía definiciones autoritarias, contrarias según él a la esencia de las matemáticas, "expresión más elevada de la razón humana".33 A esto se oponía "la escuela de la democracia que no hacía sino proponer una verdad demostrada. Todo lo que llegara a imponerse por la fuerza material o mental sería un abuso despótico".34 Resultaba indispensable entonces revisar los "resabios de absolutismo" en la enseñanza, adoptando métodos capaces de transmitir la "sistematización de los conocimientos, en el ámbito científico, y la aceptación racional de ciertas orientaciones en lo moral".35

Citando su Didáctica, de 1910, Lugones se mostraba experto en la materia y sintetizaba el objetivo de reanudar el vínculo "profundo" entre las matemáticas y las ciencias naturales, aplicando a las primeras los métodos de la observación directa y la práctica experimental. De este modo, la propuesta planeada cuatro años atrás llegaba ahora a concretarse: Lugones anunciaba "en el presente número" la primera parte de un manual de geometría destinado a los maestros, que comenzaba con experimentos "en contacto directo con el mundo exterior, en el patio o en el jardín",36 y materiales didácticos no convencionales (varillas, sogas y cintas, etc.). El lector de la Revue podía así ser testigo de esa propuesta innovadora, de punta, comparable a las informaciones sobre las últimas tecnologías que abundaban en la publicación37 o, si lo deseaba, podía incluso actualizar sus conocimientos de geometría. Por último, a lo largo de los siete capítulos del manual, se hacía posible una mediación ideal, para Lugones, con los lectores, en tanto sabio que desplegaba su ciencia autónomamente38 y podía patentar sus conocimientos científicos de matemáticas. De este modo, se proponía mostrar gradualmente el método naturalista experimental para transmitirlo a otros lectores y, en sintonía con los principios teosóficos aplicados a la educación,39 iluminarlos gracias a su magisterio, sin otro fin que el de hacer el bien buscando y mostrando la verdad.

Como sugerí unas páginas atrás, Lugones se debatía entre la tentación de desplegar su erudición y ocupar el lugar del científico, por un lado, y su voluntad de ser un publicista experto, dedicado a brindar orientaciones en los asuntos políticos, diplomáticos del presente. Lo primero se vuelve evidente en las numerosas páginas dedicadas, como hemos visto, a explicar las nociones de geometría o en los extensos párrafos en los que brindaba información en materia de botánica, enumerando distintas especies y sus propiedades para la industria, corrigiendo nomenclaturas, citando los nombres en latín. O incluso, en los consejos que exponía el escritor en materia tecnológica, al presentar especies autóctonas que, dada su abundancia, podían sustituir las que se usaban en la industria papelera, y así evitar la "devastación" forestal... Por el espacio de unas páginas, Lugones se convertía, por ejemplo, en un naturalista que había explorado la flora americana y emitía una opinión a propósito de los tres nombres científicos que había recibido la jarilla argentina: "Si fuera botánico, eliminaría esta última [designación] pues se trata, a mi entender, de la divaricata pero algo más lustrosa por la ausencia de polvillo en el suelo montañoso donde crece".40 Seguían en el artículo otras enumeraciones y antes de concluir, acaso advirtiendo la desmesura del gesto, Lugones se retractaba expresando una autocensura y emitiendo un juicio general sobre su propia conducta:

Este pedantismo pueril [de multiplicar los nombres de una misma especie según los distintos países], en razón de su facilidad, incita a la semi-ciencia; yo mismo acabo de dejarme llevar por él. Como sea, decidirán los botánicos, pues mi único propósito ha sido reforzar con la enunciación de estas dudas, mis afirmaciones críticas.

A esto se suman, para aumentar la confusión, los brotes frecuentes de vanidad personal y las consideraciones patrióticas, tan respetables como inapropiadas.41

Pese a este juego de proyecciones, sin embargo, el impulso ha quedado bien asentado en la página. Más aun: unas líneas después, Lugones reincide en el afán de encarnar al sabio, con nuevos ex cursus, tales como la referencia a recientes propuestas acerca de la utilidad de la ornitología para la agricultura, de la botánica para el control del clima y, finalmente, con unos puntillosos lineamientos del proyecto de la comisión latinoamericana destinada a la clasificación botánica de las especies regionales. Incluso después de presentar ese plan, el autor dedica un espacio a instruir a los lectores sobre descubrimientos de hidrología que habían revelado el misterio de los bosques del gran Chaco, en una región tan seca. Ahora bien, ¿por qué aparecen tantas líneas dedicadas a transmitir esa información sobre diversos fenómenos naturales? En cada caso, es posible advertir el modo en que no se consignaban simplemente los datos científicos, como en un tratado de botánica, sino que se registraba la presencia del sujeto que los había observado o estudiado. Una vez más, el método se antepone a los resultados:

Nuestros bosques del Gran Chaco contradecían el principio meteorológico que establece una relación entre las lluvias y la densidad del monte. [...] Pero un día, se descubrieron las aguas artesianas, entre sesenta y ochenta metros. Ese hecho, sin explicar la anomalía, permite formular hipótesis pertinentes.42

Le sigue una extensa explicación, que llega a su punto culminante cuando la prosa de Lugones se eleva hacia dimensiones poéticas. Por inspiración de los fenómenos naturales, su pluma ingresa en transes líricos, con metáforas, epítetos y nominaciones en singular, de los elementos esenciales de la vida:

Así seguiría manifestándose la simpatía conjugal del árbol y el agua. Habríamos descubierto que allí donde el cielo se muestra inclemente, las profundidades subterráneas tienen sus lluvias oscuras y silenciosas. Si no soy demasiado audaz, hay en esto poesía virgiliana. El dulce georgiano conocía, en efecto, la circulación de la vida terrestre por los poros y las venas del suelo, que el calor, decía, dilata y contrae a la vez [...].43

Los versos de las Geórgicas de Virgilio asisten al escritor en el final del artículo, y de este modo refuerzan el sentido de excepcionalidad de la experiencia espiritual que alcanzaba a producir, en algunos seres, la contemplación de la naturaleza. En la metamorfosis que produce la escritura, las palabras del cronista, ahora poeta, podían encarnar las de Virgilio para arrojar una última enseñanza: que la voz del poeta era la más dotada para encontrar el fundamento espiritual último del conocimiento humano o, en palabras de Lugones, para "resum[ir] las aspiraciones de la ciencia" que Virgilio había sabido cifrar en "el epifonema triunfal felix qui potuit...".44

Resumiendo, podríamos entender en dos sentidos las incursiones por la ciencia de las cosas, estos ex cursus que Lugones no podía evitar, como núcleos vitales, intensos, a los que se entregaba, más allá de sus funciones racionalmente convenidas del intelectual sabio/promotor político: por un lado, confirman la propia posición de Lugones ante el conocimiento, por el valor que adquiere el saber informal, riguroso pero no académico que puede surgir aplicando metódicamente la observación y el análisis de cualquier fenómeno. La prueba de ese valor está, como vimos, en las digresiones respecto del objeto de cada artículo, donde el escritor se explaya sobre los más diversos temas científicos. Por otro lado, convalidan esa aventura del conocimiento científico que hizo posibles tales conocimientos como una aventura en última instancia espiritual, y de allí, entonces, confirman la autoridad del poeta como sujeto supremo de conocimiento.45

La presencia considerable de artículos, crónicas y notas sobre temas científicos en la revista confirma la persistencia del interés de Lugones por las más variadas ramas del saber. A su vez, en el modo de tratamiento de los temas científicos es posible reconocer una cercanía con algunos presupuestos de la Teosofía, no solo en cuanto al culto que hacía el autor en torno del conocimiento en la vida de los hombres sobre la Tierra. También aparece en algunos de sus escritos una creencia respecto de los poderes ocultos de la Naturaleza y el convencimiento –propio de la doctrina teosófica– de que estos no se agotaban en sus fuerzas materiales.46 El eco de las creencias teosóficas que Lugones atesoraba, como es sabido, desde su juventud, se advierte asimismo en otra de las contribuciones del escritor para su Revue sobre "La música popular en Argentina" (Nº 5), que es la primera versión del capítulo quinto de El Payador.47 Soledad Quereilhac48 ha mostrado de manera exhaustiva y muy convincente que la teosofía constituye en el caso de Lugones, y muy especialmente en esa obra, una matriz de pensamiento que organiza sus reflexiones sobre temas culturales o científicos. Así sucedía en los análisis sobre la música popular de los gauchos, donde Lugones puso en práctica algunos principios de la teosofía que le permitían comprender el canto popular de los gauchos y demostrar su belleza. En este sentido, la doctrina de las analogías ocultas entre las cosas le permitía explicar las conexiones entre naturaleza y cultura, y relacionar así los latidos binarios del corazón con las formas rítmicas de la danza, y de allí sus correspondencias con el canto y la música.49 Véase por ejemplo la siguiente comparación:

El artículo en francés tiene una sola variación, en el párrafo final, respecto del capítulo posterior incluido dos años después en El Payador. Si bien ella no implica un cambio muy relevante pues toca solo al último párrafo, cabe destacar que en el libro Lugones se extendió unas líneas más en su apreciación sobre el tango, que contraponía a la complejidad y pureza de la "música criolla", más tradicional. Así, en el libro llegará a calificar el tango como "ese reptil de lupanar, tan injustamente llamado argentino, en los momentos de su boga desvergonzada", entre otras valoraciones. Véase Lugones, El payador y antología de poesía y prosa, Caracas, Ayacucho, 1979, p. 93.

En las sonatas de Beethoven, que representan la perfección musical alcanzada por el más grande de los músicos, las dos ideas fundamentales de la composición (pues esta no es ternaria sino en cuanto a su estructura) parecen seres vivos, como se ha dicho acertadamente. El tema rítmico representaría, pues, al sexo masculino, y la idea melódica al femenino. Así, del primitivo ritmo orgánico producido por el trabajo del corazón, el arte se ha elevado a la perfección espiritual.

Los trozos de música popular argentina que van a continuación, ofrecen ejemplos de todos los elementos antes mencionados. Son, por lo tanto, como toda música popular, cosa respetable para el pueblo cuya alma revelan.50

A su vez, por la explicación teosófica de las sucesivas encarnaciones que regían los ciclos de vida en la Tierra, Lugones interpretaba la música popular como un organismo perfecto, que revelaba las migraciones de los elementos y las estructuras rítmicas desde la antigua Grecia hasta los tiempos modernos, en Europa y en las tierras americanas. Así, explicaba mediante el método de las analogías establecido por Blavatsky la identidad profunda entre la música popular de los gauchos y una sonata de Bach o de Beethoven, que hacía de la primera la expresión pura de la segunda, que por la fuerza evolutiva se había desarrollado, incorporando ornamentos que la volvían más sofisticada pero análoga en su esencia. Lugones sugería que, lejos de ser imitaciones de la música clásica occidental, los procedimientos estéticos presentes en una chacarera, por ejemplo, eran "coincidencias expresivas en el lenguaje del alma. El anónimo popular y el genio tienen en definitiva, el mismo corazón, fuente de toda melodía". 51

El sistema de creencias teosóficas ofrecía a Lugones un marco para interpretar "científicamente", y, de paso, legitimar, un fenómeno cultural como la música popular argentina. Pero también le daba la oportunidad de desplegar sus saberes etnográficos y musicológicos. Pero además, es posible que la elección de esta conferencia, entre las demás que había pronunciado un año antes en Buenos Aires, se deba a que con ella podía intervenir en un fenómeno de actualidad que seguramente lo desvelaba, a saber, el éxito que desde 1913 venía teniendo el tango en París.52 Así creía contraponer esa música urbana asociada a los sectores urbanos inmigrantes, por la que sentía una gran aversión, a la pureza primitiva del folclore argentino, y por supuesto, despertar el interés de los lectores de la revista.

Si el sistema de creencias teosóficas no es explícito en la revista, no es solo por razones de conveniencia, que requerían sin duda que el director prescindiera de posicionamientos que resultaban cuanto menos marginales, secretos o heterodoxos. Debe entenderse, en el sentido en que lo analizó Quereilhac,53 como un sistema de ideas que en las iniciativas intelectuales de Lugones funcionaba como marco conceptual general más que como cuerpo doctrinario a propagandizar. Era más bien, en este sentido, un fundamento de culto, exclusivista, que organizaba los variados intereses del poeta y, sobre todo, justificaba la necesidad de los sabios y los poetas en tanto motores o estímulos para el desarrollo del espíritu superior, de indagar en el "lado oculto de la Naturaleza",54 si se entendía que la meta final de esta era la "transformación gradual de la materia en su elemento primordial, el espíritu".55

Nuevas alusiones al carácter formativo para el intelecto que encerraban las ciencias naturales también aparecen en "Tres hechos de historia natural", 56 publicado en el número 6. Me interesa destacar la centralidad que tiene el relato autobiográfico de Lugones sobre su iniciación científica, que elige a un ilustre destinatario, nada menos que al entomólogo Jean-Henri Fabre,57 a quien cita en el epígrafe, e invoca como su gran maestro:

Es por esto que me he permitido situar bajo la invocación de este sabio mi humilde contribución, que quizá llegue a interesarle, al venir de tierras tan lejanas. Nada más revelador de la virtud comunicativa del espíritu francés que Fabre encarna tan bien. Y creo que mi destino puede presentar cierto interés pues me da la oportunidad de presentar al ilustre anciano –a mí también me salpica la espuma de las olas– la gratitud del niño a quien sin saberlo, supo revelar la verdad y el bien, en aquel pueblo alejado allende los mares. Aquel libro me enseñó a observar la naturaleza, hábito que nunca abandoné.58

Lugones confiesa entonces su despertar a la vida intelectual de la mano de Fabre, y pasa a recordar tres hechos que fueron decisivos, y vividos como "revelacio[nes] de las armonías naturales".59 En el párrafo que introduce los recuerdos sobre los hechos naturales, el autor acerca, en la contigüidad de la sintaxis, a Fabre respecto de Sarmiento y de sí mismo. Su figura queda así en el medio, entre el sabio y el "gran argentino", a quien agradece la fundación de las bibliotecas populares.

Pero luego de esta introducción, ya no se hace ninguna mención al sabio francés, y el único protagonista pasa a ser el niño explorador que en el relato de los tres "hechos" da prueba de un vasto saber en ornitología y entomología; describe los fenómenos sorprendentes que él mismo ha sabido seleccionar por su relevancia, y es a la vez experimentador de laboratorio (al haber llegado a medir la acidez del parásito que ha crecido en una nuez). Todo está destinado a mostrar la compleja armonía secreta que rige la vida de los organismos y a través de esto, a refutar dos nociones centrales del naturalismo positivista, tales como el instinto y la selección natural ("La naturaleza contiene direcciones superiores a nuestra inteligencia", concluye).60 Y a demostrar sobre todo dos ideas: que un observador como el niño Lugones, que ya ha leído los libros necesarios, puede descubrir por sí mismo (no corroborando sino redescubriéndolas) las verdades de la ciencia. Pero además, ha descubierto las leyes complejas que rigen la vida de las especies, accediendo solo a su apariencia, mientras "alguien o algo", una "entidad" dotada de un "poder sobrehumano", ha establecido esas relaciones de armonía profunda entre las cosas y por eso puede recibir el nombre de divinidad.61

En ese relato, solo el poeta era capaz de adivinar, por el don de observación que le dan sus facultades intelectuales, lo mismo que esa divinidad:

La prueba de que tenemos con esas entidades una relación intelectual genérica, es que comprendemos parcialmente su plan y podemos apreciar racionalmente nuestra impotencia frente a lo que nos resulta desconocido. Así es como descubrimos las constantes, que denominamos leyes, deduciendo de las perturbaciones que sufren la existencia de elementos cuyo valor relativo percibimos antes mismo de haberlos visto.62

En la conclusión, que reiteraba algunas ideas expuestas en otros artículos de la Revue, afirmaba: "La observación de la naturaleza se revela así como el verdadero camino de la filosofía y la moral racionalista, el más adecuado a los hombres civilizados".63 Una verdadera paráfrasis de las tesis teosóficas...64 En el cierre del artículo, Lugones plantea una nueva autorreferencia, al mencionar las circunstancias de su formación científica, su lucha por "organizar bajo esos principios la instrucción pública de mi país" y su derrota frente al clericalismo, fuente de despotismo, que impone límites a la libertad de la inteligencia y la razón, límites que parecen no formar parte de la naturaleza misma. Como se ve, es un Lugones aun teósofo que busca imprimir un cierto espiritualismo en el credo cientificista, pero que encuentra en la razón científica una vía de combate político:

Adversario de todos los dogmas, y aun de aquel que comprende a todos los demás, el dogma de obediencia o principio de autoridad, consideré que eliminar el antropocentrismo [en la enseñanza] era hacer algo por la libertad humana. En dicho sistema está, en efecto, el fundamento del despotismo y el más funesto instrumento de la ignorancia, es decir, de aquella que impone límites por la fuerza, a la inteligencia y a la razón.65

Finalmente, el último reconocimiento de Lugones a los trabajos del sabio francés son el pretexto para exponer sus creencias filosóficas, o mejor, teosóficas, que los entendidos sabrían reconocer:

Con esto quiero explicar la importancia en las direcciones iniciales que imprimen los libros útiles sobre el espíritu. El feliz azar que puso entre mis manos la obra del sabio resultó determinante para mi filosofía, mi moral y mi estética, es decir para mi autodidaxia, laboriosa igual que aquella abeja solitaria que descubrí una vez. Hallé esos tres principios de lo verdadero, el bien y lo bello –como el aventurero encuentra diamantes– en la caligrafía del arroyo y en el abecedario del hormiguero.66

La teosofía, entonces, en tanto doctrina que se fundaba en la creencia en la posibilidad de una armonía universal, equiparada con el Bien y fundada en el espíritu como principio permanente y único, le proveía a Lugones un fundamento espiritual para el ejercicio del pensamiento. Además, le permitía reafirmar el rol de los poetas, los pensadores o los sabios en tanto cultores de la "intuición espiritual", que consideraba indispensable para el progreso humano integral (por encima y guiando secretamente los avances materiales).

Pero es en un escrito más marginal dentro de la Revue, donde aparecen vínculos más evidentes con las creencias teosóficas, especialmente en el rechazo del dogmatismo católico y en la referencia a una divinidad asociada con la razón. En efecto, Lugones firma con sus iniciales una extensa nota bibliográfica del Nº 6 de la revista (pp. 456-460), dedicada a comentar el libro de un colaborador, el matemático Émile Borel (Le hasard).67 Rescatando el "noble encanto filosófico" (p. 460) del libro, argumenta que:

Pero el estudio de las leyes del azar propiamente dicho autoriza a sacar otra consecuencia que implica la abolición del milagro: nuestra impotencia ante el fenómeno denominado azar revela necesariamente o bien un estado de la materia, inapreciable, para nuestros sentidos, o bien una nueva dimensión del espacio, o bien una función desconocida del movimiento, que podríamos acaso determinar bajo la forma de una nueva curva. La inutilidad de la hipótesis "dios" declarada por uno de los más geniales inventores del cálculo de probabilidades resulta así evidente; y el pensamiento matemático se transforma así en una especie de superinteligencia ante la cual el concepto mismo de la divinidad se realza, convirtiéndose en una entidad de razón.68

En estos términos, se trataba según Lugones de emancipar a la especie humana por medio de una dimensión filosófica de la ciencia, que permitiera desterrar la idea de dios y sustituirla por la verdad, emanada de la razón, que podría erigirse como nueva divinidad. Los recientes desarrollos de las matemáticas eran, en este marco, el instrumento práctico del razonamiento que abría el acceso a la verdad. La noción decisiva de libertad o emancipación encontraba así su potencial en la capacidad de plantear una refutación al dogmatismo eclesiástico. Al detenerse en el azar como "conjunto de las leyes naturales ignoradas por nosotros", Lugones deducía la imposibilidad de aceptar racionalmente el "milagro", sin por eso dejar de contemplar la existencia de poderes ocultos, y organizadores del mundo, en la Naturaleza.

Como se ve, la publicación de las últimas novedades en materia científico-tecnológica, además de responder a un fin informativo, venía a corroborar las hipótesis teosóficas acerca de las leyes inexplicables de la naturaleza. Esto funcionaba como un fundamento casi epistemológico, que obligaba a avanzar y ampliar las fronteras del conocimiento yendo en dirección a todas las ramas de la ciencia. En este sentido, entonces, la publicación planeada por Lugones podía ser el instrumento capaz de apuntalar tales orientaciones mediante la difusión de los últimos descubrimientos y producciones científicas.

Conclusiones

Durante su breve temporada parisina y, en particular, a través del proyecto de la Revue Sud-Américaine, Lugones continuó expandiendo su producción intelectual más allá de la literatura, hacia muy variadas disciplinas, y reanudó su atracción por la ciencia. He intentado analizar el modo en que, en las intervenciones desplegadas en la revista, el escritor cordobés se instituyó como una figura de promotor no oficial en órdenes tan diversos como la diplomacia, la asesoría económica, cultural, política, pedagógica. Se trataba de un promotor distanciado del día a día de la política local que podía, en virtud de su posición de saber, orientar a las élites dirigentes de su nación, pero más allá también, apuntando a las demás repúblicas sudamericanas, especialmente a las más ricas.

El trabajo de Lugones al frente de esta publicación de muy corta vida que, tal como he procurado mostrar en este trabajo, se planteaba objetivos en direcciones muy diversas, le permitió hacer sus propias incursiones en los más diversos temas. De este modo, los artículos que publicó en cada uno de los siete números de la publicación, al igual que las decisiones editoriales en relación con los sumarios de cada número, estaban guiados principalmente por este deseo de erudición amplia, orientado hacia múltiples disciplinas y por una concepción del saber en tanto una vía para el autoconocimiento. Estas indagaciones, asimismo, llevaron al escritor a echar mano de sus antiguos intereses teosóficos. De allí que en los artículos sobre temas científicos pueda leerse una dialogicidad interna con algunos de los presupuestos teosóficos, que se advierte especialmente en la presencia recurrente de la pregunta en torno a las "leyes inexplicadas de la Naturaleza y los poderes latentes en el hombre".69

Al mismo tiempo, quedaba legitimado el proyecto de la revista de avanzar y ampliar las fronteras del conocimiento yendo hacia todas las ramas de la ciencia. En este sentido, la difusión de los últimos descubrimientos tecnológicos y las producciones científicas que caracterizó al proyecto de la Revue Sud-Américaine, junto con el análisis del panorama político tanto europeo como latinoamericano, podían apuntalar la actualización y la novedad anheladas por Lugones, y a su vez implicaban otro modo de rendir servicios a las élites dirigentes.

 

Notas

1 En las páginas de la revista Revue Sud-Américaine figuran como gerentes "Sahores y Ojeda". Según el secretario de la revista, Henry Davray, la financiaban estos "dos comerciantes argentinos que tenían un negocio de exportación en París y se contaban entre los admiradores de este joven prodigio" (en Davray, Henry D., "Leopoldo Lugones et la France", en Les Nouvelles littéraires, artistiques et scientifiques, París, 20 de agosto de 1938, p. 4), y el periodista Jules Huret se encargaba de "los detalles materiales", mostrándose muy exigente, al igual que Lugones, con los "comerciantes, impresores, proveedores de todo tipo a quienes había convocado [para editar la revista]" (Davray, op. cit.). En el número de homenaje a Lugones de la revista Nosotros, Baldomero Sanín Cano recuerda que Lugones había conseguido en la Argentina suscripciones del Ministerio de Relaciones Exteriores (Nosotros, 2ª época, "A Leopoldo Lugones", año III, vol. VII, Nº 26-27, mayo-julio de 1938, p. 341).

2 He analizado las distintas estrategias editoriales y de intervención desplegadas por la revista en "El momento continentalista de Lugones: la Revue Sud-Américaine (1914)", en V. Delgado, A. Mailhe y G. Rogers (eds.), Tramas impresas. Publicaciones periódicas argentinas (XIX-XX), La Plata, Fahce, 2014. Otra prueba de la circulación a la que aspiraba Lugones para su revista es la lista de tres datos que le pide por carta a Alfonso Reyes (del 20/12/1913), a quien frecuentaba en París: "1º Las dos o tres librerías más honradas de México (si tantas hay de esa condición) a las cuales pueda enviar mi revista para la venta y abono./ 2º Los dos o tres diarios con los cuales pueda establecer canje, para que den la noticia pertinente./ 3º Una lista de los residentes mejicanos (sic.) en París, a quienes dicha publicación interesaría" (Academia Argentina de Letras, Homenaje a Leopoldo Lugones, 1874-1974, Buenos Aires, 1975,         [ Links ] p. 106).

3 La revista procuraba ofrecer conocimientos con fines prácticos, a través de estas crónicas o de artículos que funcionaban casi como instructivos. Por ejemplo, "Comment établiton la carte d’un pays?" a cargo de un colaborador constante de la revista, el meteorólogo Henri Perrotin, que presenta un verdadero compendio de topografía destinado a "recordar los procedimientos que permiten establecer el mapa de un país nuevo" ("rappeler les procédés qui permettent d’établir la carte d’un pays nouveau", Revue Sud-Américaine, Nº 6, p. 346, cursiva mía).

4 Esto es así en el caso de las colaboraciones regulares de la revista, a diferencia de los artículos de personalidades a quienes se encargaba una contribución especial, como en las colaboraciones de Clemenceau, son una excepción en este sentido: en la primera, que abre el número 1, la interlocución resulta indirecta, al inferirse solo del tema ("La democracia en América"). Allí compara el estado actual de las sociedades de Norte y Sudamérica, frente a la "vieja Europa", cansada o desgastada por el "estéril tumulto de las guerras" ("fatiguée du stérile tumulte des guerres", p. 10). En cambio, en su segundo artículo sobre "La politique française" (pp. 1-12) para la Revue, Nº 4, en abril de 1914, los destinatarios son más explícitos: el periodista y político republicano (del ala Radical) presupone a un interlocutor extranjero, al confesar su escepticismo respecto de qué podrían comprender los extranjeros en la "muy complicada" política francesa, por no compartir una misma historia, lengua, costumbres y educación. Más aun: inmediatamente después, alude directamente a los lectores sudamericanos de la revista, cuando afirma que vale la pena la "conversación [...] con el intelectual brasileño, el hombre de la civilización argentina, sin duda el mejor público ante quien yo pueda proponerme exponer opiniones puramente francesas. No habré de sorprender a ninguno de los lectores de la Revue Sud-Américaine al sostener –algo que muchos ya saben muy bien– que, por su disposición natural, al francés le gustan las generalidades, las teorías, las doctrinas, y que alcanza la mayor felicidad cuando construye un buen sistema que le provea una filosofía del mundo y de sí mismo" (Nº 4, p. 1).

5 "La Revue atteindra toute l’élite des deux continents" (Revue Sud-Américaine, Folleto de presentación, p. 3).

6 Cf. Merbilhaá, Margarita, "El momento continentalista de Lugones: la Revue Sud-Américaine (1914)", en V. Delgado, A. Mailhe y G. Rogers (eds.), Tramas impresas. Publicaciones periódicas argentinas (XIX-XX), La Plata, Fahce, 2014.

7  Se trata de El Nuevo Mercurio (1907), dirigida por Enrique Gómez Carrillo; Hispania (1912-1915), fundada por Santiago Pérez Triana; Gustos y Gestos (París, 1910-1911) de Leo Merelo, publicación destinada a las mujeres, y de corte más comercial, y antecesora del suplemento "Elegancias", que salía con Mundial Magazine (1911), de Rubén Darío; La revista de América (1912), que dirigió Francisco García Calderón, y Ariel. Revista de arte libre (1912), de Alejandro Sux, que salió solo durante unos meses.

8 "Les maîtres universels de la science, de la littérature, des arts, de toutes les branches du savoir humain, ont suscité avec une intensité égale, en Amérique comme en Europe, les mêmes curiosités, les mêmes besoins intellectuels. /Les méthodes scientifiques, industrielles, comerciales, financières, militaires, etc. se ressemblent ici et là, rivalisent et créent une émulation qu’il importe d’examiner et d’apprécier.
De grands problèmes politiques, écnomiques, sociaux, d’ordre national ou universal provoquent de graves inquietudes, préoccupent tous ceux qui participent à l’activité mondiale: la Revue Sud-Américaine étudiera et exposera ces problèmes./Comme son titre l’indique, la Revue Sud-Américaine s’occupera avec une particulière sollicitude de l’Amérique du Sud, de ce qu’il s’y dit, de ce qu’on y pensé, de ce qu’il s’y fait, et elle rattacjera ainsi, à la grande actualité européenne, la magnifique activité de la République Argentine, du Brésil, et des autres contrées de l’Amérique Latine."

9 En Mi padre (Buenos Aires, Centurión, 1949), la biografía que dedicó al escritor, Leopoldo Lugones (hijo) ofrece datos precisos sobre las circunstancias de la instalación de Lugones en París, en 1911, viaje que se costeó con el dinero cobrado por su Historia de Sarmiento, que le había encargado el entonces director del Consejo Nacional de Educación, José María Ramos Mejía. Sin llegar a exponer los motivos de la decisión del viaje, el hijo revela, sí, el disfrute de sus padres en Europa ("Pocas veces vi tan felices a mis padres como durante sus estadías en Europa", ibid., p. 214), el interés por la oferta cultural de París y su asidua contemplación de pinturas y, especialmente, de estatuas griegas en el Louvre ("con tesón ejemplar visitaba los museos y sitios de arte", ibid.). Refiere también los vínculos con los argentinos instalados allí, con Rubén Darío, Jaimes Freyre, Amado Nervo y con el general Roca, de quien se mostraba, como se sabe, fiel admirador y seguidor. En 1912, siguió enviando a La Nación sus correspondencias desde Europa, y encargó el envío de sus libros al haber "seriamente planeado el propósito de vivir en Europa" (p. 221). Es entonces cuando comenzó a organizar la publicación de la Revue Sud-Américaine, tratativas que concluyó antes de regresar a la Argentina, entre los primeros meses de 1913 y agosto de ese año, estadía destinada a "resolver definitivamente algunos asuntos, dado que pensábamos instalarnos por muchos años en París. Tuvo también objeto el viaje la despedida de los padres del mío pues, reitero, quedaríamos luego en Francia diez, veinte años, en fin, qué sé yo", p. 227). Por último, hay en la biografía dos datos que conviene destacar. Según el hijo, las conferencias del teatro Odeón se hicieron por encargo del mismo empresario que venía organizando, como espectáculos, las giras de conferencias de europeos al país: "Llegado Lugones de Europa, el empresario don Faustino da Rosa propúsole un ciclo de conferencias en el teatro del Odeón. Aceptó mi padre la propuesta. No versaron las disertaciones sobre lo que él había visto en el Viejo Mundo, no; como que habló de cosas bien argentinas [...]. Cuando seguramente esperaban los más que Lugones diera conferencias sobre un tema a la moda en Francia, héte aquí que el escritor sale con una serie de conferencias sobre ‘Martín Fierro’, el poema de Hernández. [...] [Lo] criticaron por sus conferencias", pp. 230-231). El segundo dato es que la "parte francesa" de la Revue Sud-Américaine "estaba a cargo de Jules Huret. Su director General era mi padre" (p. 236). Ahora bien, curiosamente, el nombre de Huret no figura en ninguno de los siete números de la revista.

10 Vale la pena referir las palabras de su hijo, que evidencia la centralidad que tenía el periodismo en su identidad social: "En el curso de su vida, nunca dio Lugones otra profesión que la de periodista. Cuando le preguntaban por qué no se daba un grado más y se ascendía a hombre de letras o literato, con reír, concomíase y contestaba: ‘¿Para qué? Si eso soy no más: periodista’" (Leopoldo Lugones (h.), Mi padre, op. cit., pp. 90-91). Debe tenerse en cuenta que, fuera de los círculos intelectuales (y sabemos que Lugones se medía más con la élite dirigente de su país), esa era una actividad socialmente más valorada que la de escritor, y de las pocas que no requerían aún de estudios formales ni título habilitante, lo que para un autodidacta significaba una buena opción.

11 Lugones, "Le Panaméricanisme", Revue Sud-Américaine, Nº 1, París, 1914.

12 "[...] quatre pays qui, n’ayant plus besoin de la doctrine de Monroë pour subsister, puissent l’adopter: l’Argentine, le Brésil, le Chili et le Mexique", ibid., p. 37.

13 "Car c’est d’Europe que nous viennent notre culture et nos capitaux et, en majeure partie, le meilleur de notre populaion", ibid., p. 38

14 Lugones, "La Crise Argentine", Revue Sud-Américaine, Nº 2, París, 1914, p. 193.

15 "Trois ou quatre grands spéculateurs", "La Crise Argentine", op. cit., p. 198.

16 Ibid.

17 "[Vaya si no se puede] confiar en un país como Argentina, cuya balanza comercial de 1912 supera por sesenta y ocho millones de francos a la francesa, y cuyas reservas en oro son de las mayores del mundo" ("Qu’on déduise plutôt de là si l’on peut faire confiance a un pays comme l’Argentine, dont la balance commerciale de 1912 dépasse de soixante huit millions de francs celle de la France, et dont l’encaiise en or est l’une des plus fortes du monde", ibid., p. 199).

18 "Las constantes relaciones con personas que representan las "flor y nata" de Buenos Aires, mundana por antonomasia, hacen creer aquí que todo el país se encuentra en las mismas condiciones. Porque estos personajes han hipotecado sus propiedades, se deduce que todos los argentinos se encuentran en esa situación. Nada más falso que eso, sin embargo" ["De constantes relations avec des personnes qui représentent le ‘Tout Buenos Aires’, par antonomase mondaine, amènent à croire ici que le pays tout entier se trouve dans les mêmes conditions. Parce que ces personnages ont hypothéqué leurs propriétés, on en conclut que tous les argentins sont dans le même cas. Rien n’est plus faux cependant", ibid.].

19 "Ce n’est plus de la spéculation sur les terrains mais sur la production, beaucoup plus sûre, en vérité, que viendra l’argent à dépenser dans ces voyages d’instruction ou de plaisir", ibid., p. 204.

20 Lugones, "La musique populaire en Argentine (avec un supplément musical hors-texte)", Revue Sud-Américaine, Nº 5, París, 1914, p. 183.

21 Borges, "Prólogo", en L. Lugones, El payador y antología de poesía y prosa, Caracas, Ayacucho, 1979, p. x.

22 "¿Qué cosas leía con predilección Lugones? Aplicábase a los tratados de ciencias, poco a los de literatura, no mucho a los de filosofía. Por las novelas no pasaba sus ojos [...]. Gustaba mi padre de las matemáticas cuya lectura, con adoctrinarle, dábale disciplina intelectual y resultábale pasatiempo. Íbase después por las ciencias naturales. Deleitábase su espíritu investigador por los senderos endiablados de la etimología", Lugones (h.), Mi padre, op. cit., pp. 180-181.

23 En cuyo título el posesivo plural –aunque ambiguo a primera vista– enfatizaba el vínculo de pertenencia nacional/ continental de quien firmaba el artículo, y acaso también de una porción de los lectores de la revista.

24 L. Lugones, "Notre Classification Botanique", Revue Sud-Américaine, Nº 3, París, 1914, y "Quelques propos de Géométrie élémentaire", Revue Sud-Américaine, Nº 4, París, 1914.

25 "[...] les savants européens s’arrogent parfois une autorité excessive pour créer ou supprimer des genres". Lugones, "Notre Classification Botanique", op. cit., p. 367.

26 "[...] constituer une classification uniforme, et avec elle ce que nous pourrions appeler le rôle de la flore américaine, [...]. L’inventaire rationnel de cette richesse intéresse tous les pays du Nouveau Monde, et il appartient à la science de ses fils de l’exécuter avec la précision voulue", ibid.

27 "Il y a peu de temps j’ai eu l’honneur d’intéresser à cette initiative le Président de la République Argentine, qui a trouvé bonne mon idée de constituir pour cet objet une grande commission américaine dont la première sesión aurait lieu à Buenos Aires en 1916, lors de la célébration du centenarire de l’Indépendance. Il n’y aurait guère d’acte de solidarité américaine. Chaque nation soeur concourrait avec son avoir scientifique, à l’élaboration du plan dont je vais établir les grandes lignes, sans aucune prétention magistrale; car je ne veux que soumettre un projet à ceux qui sauront le réaliser. Je ne serai que le plus appliqué des élèves, cette idée étant en Somme le produit de mon ignorance avide", ibid., p. 368. La cursiva, nuestra, resalta la autoimagen de intelectual sabio, al servicio (universal) de la nación, incluso de las naciones, que vengo analizando.

28 "La science occupant ainsi toute l’importance sociale que lui donnerait la diffusion directe parmi le peuple", ibid., p. 370.

29 "[...] des agents importants de démocratisation", ibid.

30 "En 1905, j’ai eu l’honneur de présider un congrès de professeurs, officiellement organisé à Buenos Aires pour discuter les bases des plans d’études secondaires et des écoles normales. On a décidé que les sciences naturelles devaient constituer la base des plans d’études, aussi bien par la place qu’ils occupent que par la prépondérance de leurs méthodes. Le gouvernement a sanctionné de telles conclusions", Lugones, L., "Quelques propos de geométrie élémentaire", op. cit., p. 31.

31 Blavatsky, H., La clave de la Teosofía. Exposición clara en forma de preguntas y respuestas de la ética, ciencia y filosofía para cuyo estudio ha sido fundada la Sociedad Teosófica [1889], Madrid, Sociedad Teosófica Española, 2015, p. 127.

32 "Ne pouvant les humanités, tels qu’ils l’auraient souhaité"; "Ils croyaient trouver dans celles-ci une source de dogmatisme", Lugones, L., "Quelques propos de Géométrie élémentaire", op. cit., p. 31 (para ambas citas).

33 "Expression la plus élevée de la raison humaine", ibid.

34 "L’école de la démocratie qui ne faisait que proposer une vérité démontrée. Tout ce qui arrivait à s’imposer par la force matérielle o mentale serait un abus despotique", "Quelques propos de Géométrie...", op. cit., p. 32.

35 "une systématisation des connaissances, dans le domaine scientifique, et l’acceptation rationnelle de certaines orientations dans le domaine moral", ibid.

36 "[...] en contact direct avec le monde extérieur, dans la cour ou dans le jardin", ibid., p. 34.

37 En cada número se podía leer la crónica de la sección a cargo de Henri Perrotin titulada "Le mois scientifique et industriel" (el cronista era el hijo de un astrónomo reconocido, homónimo, que dirigió una expedición a Río Negro en 1882).

38 Léase al respecto la solemnidad de la declaración que ocupa un párrafo aparte en la introducción del manual de geometría: "Está claro que en ningún caso me someteré servilmente a tratado alguno. Éste sólo me brindará orientaciones, sin limitar jamás mi iniciativa" ["Il est sûr qu’en aucun cas je me soumettrai servilement a quelque traité. Celui-ci me fournira des orientations, sans jamais limiter mon iniciative"], "Quelques propos de Géomé-trie...", op. cit., p. 36.

39 Así definía Helena Blavatsky el ideal pedagógico de su Sociedad teosófica: "Si tuviésemos recursos fundaríamos escuelas [en las que] debiera ante todo enseñarse a los niños la propia confianza, el amor a todos los hombres, el altruismo, la caridad mutua, y más que nada a pensar y razonar por sí mismos. Reduciríamos el trabajo puramente de la memoria a un mínimum absoluto y emplearíamos le tiempo en el desarrollo y ejercicio de los sentidos, facultades y capacidades latentes. Nos esforzaríamos en tratar a cada niño como una unidad, y en educarlo de modo que produjese la manifestación más armoniosa e igual de sus poderes, para que sus aptitudes especiales hallasen su completo y natural desarrollo. Aspiraríamos a crear hombres y mujeres libres, libres intelectualmente, y despreocupados bajo todos conceptos y sobre todo, antiegoístas..." (La clave de la Teosofía..., op. cit., p. 156).

40 "Si j’étais botaniste, je supprimerais cette dernière, qui est, à mon avis, la divaricata un peu lustrée seulement, par suite de l’absence de poussière dans le sol montagneux où elle croît". Lugones, "Notre Classification Botanique", op. cit., p. 366.

41 "Ce pédantisme pueril, en raison de sa facilité, incite à la demi-science; et moi-même, je viens peut-être de m’y laisser aller. En tout cas, les botanistes décideront, car mon seul propos a été de renforcer par l’énonciation de ces doutes mes affirmations critiques/ A cela viennet s’ajouter, pour augmentarer encore la confusión, les poussées trop fréquentes de vanité personnelle et les considérations patriotiques, aussi respectables que déplacées", ibid.

42 "Nos forêts du Gran Chaco venaient contredire le príncipe météorologique qui établit une relation entre les pluies et la densité des futaies. [...] Mais un certain jour, on découvrit l’eau artésienne entre soixante et quatre-vingt mètres. Ce fait, sans expliquer l’anomalie, permet de formuler des hypothèses pertinentes", ibid., p. 373.

43 "Ainsi continuerait à se manifester la sympathie conjugale de l’arbre et de l’eau. Nous aurions découvert que là où le ciel est inclément, les profondeurs souterraines ont leurs pluies obscures et silencieuses. Si je ne suis pas trop hardi, c’est là de la poésie virgilienne. Le doux georgique connaissait la circulation de la vie terrestre par les pores et les veines du sol, que la chaleur, dit-il, dilate et contracte à la fois", "Notre Classification Botanique", op. cit., pp. 373-374.

44 "Résum[er] les aspirations de la science". Lugones no cita el verso 490 completo, del Libro 2 de las Geórgicas: "Felix qui posuit rerum cognoscere causas" ["feliz aquel que pudo conocer las causas de las cosas"].

45 Aquí puede entreverse la centralidad que el poeta otorgaba al conocimiento sobre la naturaleza y sus "trabajos y secretos", en una clave que se acerca a la cosmovisión teosófica (Blavatsky, La clave de la Teosofía..., op. cit., p. 18).

46 Véase por ejemplo: "Creemos en un Principio eterno, incognoscible, porque sólo la aberración ciega es capaz de sostener que el Universo, el hombre racional y todas las maravillas que hasta el mundo mismo de la materia encierra podrían haberse desarrollado sin el auxilio de poderes inteligentes que dirigiesen las funciones extraordinariamente sabias de todas sus partes" (ibid., p. 128).

47 Lugones, "La musique populaire en Argentine avec un supplément musical hors-texte)", Revue Sud-Américaine, Nº 5, París, 1914. El artículo no había formado parte de sus seis conferencias de junio de 1913 en el teatro Odeón (sobre ellas véase Arturo Capdevila, Lugones, Buenos Aires, Aguilar, 1973, p. 249). Puede conjeturarse que junto a su preocupación por relevar los aspectos esenciales de un carácter nacional que le urgía definir, la decisión de escribir sobre la música popular argentina fue suscitada por el éxito del tango en París, que era contemporáneo de su artículo, pues Lugones despreciaba esa canción urbana, inmigrante y de arrabal.

48 Soledad Quereilhac ("El intelectual teósofo. La actuación de Leopoldo Lugones en la revista Philadelphia (1898-1902) y las matrices ocultistas de sus ensayos del Centenario", Prismas, Nº 12, 2008), sostiene que "La formación teosófica de Lugones representa un elemento estructural de su pensamiento y de sus intervenciones, un verdadero arsenal ideológico y de recursos discursivos que el autor utilizó para pensar la nación o el desarrollo de su cultura" (p. 69). Otro hecho señalado por la autora se verifica plenamente en el desarrollo del proyecto editorial de la Revue Sud-Américaine: que la adhesión a la teosofía explica en Lugones "su interés y su erudición en temas tan variados como el interés por los avances técnico-científicos de su tiempo, el helenismo, las religiones orientales e incluso algunos aspectos de la tradición cristiana" (ibid., p. 69). Finalmente, quisiera destacar que la última contribución de Lugones, en el número 7 (el último de la publicación), dedicada a la figura de Ameghino, fue una primera versión de la biografía del científico, que Lugones publicó dos años después en Buenos Aires. La lectura en clave teosófica de las teorías de Ameghino ya fue analizada por Soledad Quereilhac en su tesis La imaginación científica. Ciencias ocultas y literatura fantástica en el Buenos Aires de entresiglos (1875–1910), Buenos Aires, UBA, Serie Las tesis del Ravignani, 2010), de modo que no me detendré en ella aquí. El retrato de Ameghino, el artículo sobre la música de los gauchos y la evocación de Sarmiento deslizada en el artículo del número 6 pueden comprenderse como una búsqueda de "arquetipos nacionales" –al decir de Chiáppori (en Nosotros, op. cit., p. 56)– que Lugones desarrolló durante su residencia europea.

49 La riqueza de la música criolla quedaba demostrada por su cercanía natural con la música griega (el interés por la antigüedad griega es otro aspecto que conecta los intereses de Lugones con los de los teósofos): "A propósito de estos recitados, existe, sin embargo, un hecho importante que revela una perpetuación, esta vez instintiva, de la música griega. Instintiva, es decir, más interesante, puesto que revela entre el alma argentina y el alma helénica analogías naturales que he estudiado con detención en mi libro Prometeo. Nuestros recitados (Tristes, Estilos, Gauchitas) están casi siempre en los modos lidio y dorio que forman, con el frigio, las tres principales gamas, entre las ocho derivadas de la escala griega, o descendente menor" ["A propos de ces récitatifs, il est cependant un fait important qui révèle une perpétuation, cette fois instinctive, de la musique grecque. Instinctive, par conséquent plus intéressante attendu qu’elle révèle entre l’âme argentine et l’âme hellenique des analogies naturelles que j’ai étudiées de près dans mon livre Prometeo. Nos récitatifs (Tristes, Estilos, Gauchitas) sont presque toujours en mode lydien et dorien lesquels forment, avec le phrygien, les trois gammes principales parmi les huit dérivées de l’échelle grecque, ou descendante mineure"], Lugones, "La musique populaire en Argentine...", op. cit., p. 205. Nótese el uso reiterado del término "analogía", propio del vocabulario teosófico.

50 "Dans les sonates de Beethoven, qui représentent la perfection musicale atteinte par le plus grand des musiciens, les deux idées fondamentales de la composition (car celle-ci n’est ternaire que pour ce qui est de sa structure) parais-sent être des entités vivantes, comme on l’a dit avec raison. Le thême rythmique représenterait alors le sexe masculin, et l’idée mélodique, le sexe féminin. Ainsi, du rythme organique primitif produit par le travail du coeur, l’art s’est élevé jusqu’à la perfection spirituelle/Les morceaux de musique populaire argentine qui vont suivre offrent des exemples de tous les éléments susmentionnés. Ils sont donc, comme tout musique populaire, une chose respectable pour le peuple dont ils révèlent l’âme [...]", "La musique populaire en Argentine...", op. cit., p. 189.

51 "...des coïncidences d’expression dans le langage de l’âme. L’anonyme et le génie ont, en fin de compte, le même coeur, source de toute mélodie", ibid., p. 199.

52 Como se advierte en una de sus crónicas para La Nación, de abril de 1911 ("A la Moda"), su disgusto ante el éxito del tango lo acompañaba desde su primera instalación en París: "Cualquiera entiende el prejuicio moral que comporta el adjetivo argentino pegado a esa innoble y bastarda danza, con la cual canta sus folías de licencia la canalla mestiza de nuestro suburbio descaracterizado" (citado por Conil Paz, Leopoldo Lugones, Buenos Aires, Huemul, 1985, p. 135). Asimismo, el discurso del poeta, novelista y miembro de la Academia Francesa Jean Richepin dedicado al tango, fue una nueva ocasión para que Lugones disparara contra la perniciosa asociación de esa danza con la cultura argentina en su reseña sobre el discurso del académico francés para La Nación, a comienzos de 1914. La nota fue recogida en la sección "La France jugée à l’étranger" por la escritora Lucile Dubois, en la "Revue de la quin-zaine" del Mercure de France. La autora transcribe extensamente la nota de La Nación, y concluye su crónica justificando la posición de Lugones: "Resulta interesante volcar estas severas apreciaciones del brillante director de la Revue Sud-Américaine, y se comprenderá la ruda franqueza de sus opiniones si se piensa en el fastidio que puede causar para un argentino culto y patriota, escuchar y leer las innumerables sonseras que se difunden sobre esta ‘danza de mujeres públicas’ que se quiere presentar como una danza nacional" (Lucile Dubois, "Le tango", Mercure de France, vol. 107, Nº 400, 16 de febrero de 1914, p. 875). La nota permite advertir la inserción de Lugones en el círculo del Mercure de France.

53 Quereilhac, La imaginación científica..., op. cit., pp. 190-191.

54 Blavatsky, "Prefacio a la Primera edición", La doctrina secreta, vol. I, Madrid, Sociedad Teosófica Española, 2015, p. 6.

55 Blavatsky, La clave de la Teosofía..., op. cit., p. 127.

56 Lugones, "Trois faits d’histoire naturelle", Revue Sud-Américaine, Nº 6, pp. 360-370.

57 Jean Henri Fabre (1823-1915) fue un naturalista, entomólogo, escritor y poeta francés. Probablemente Lugones se refiera a su libro Vie des insectes, o a los primeros tomos de su serie de Souvenirs entomologiques, publicados entre 1879 y 1909. Escribió también numerosos manuales de aritmética y ciencias naturales para las escuelas.

58 "Voilà pourquoi je me suis permis de placer sous l’invocation de ce savant ma modeste contribution qui l’intéressera peut-être, venant de terres aussi lointaines. Rien ne rçévèle mieux la vertu communicative de l’esprit français qu’il incarne si bien; et je crois qu emon destin peut offrir quelque intérêt puisqu’il me donne l’occasion d’exprimer à l’illustre vieillard –moi-même éclaboussé déjà par l’écume de mes houles– la gratitude de l’enfant auquel il révéla sans le savoir, la vérité et le bien, dans ce village écarté de par-delà les mers. Ce libre m’appris à observer la nature, habitude que je n’ai jamais perdue", "Trois faits d’histoire naturelle", op. cit., p. 361. El destacado es mío.

59 "[...] première révélation pour moi des armonies naturelles", ibid.

60 "La nature contient des directions supérieures à notre intelligence", "Trois faits d’histoire naturelle", op. cit., p. 369.

61 Es posible advertir también en este tramo una formulación acorde al primer principio de la "Doctrina Secreta" expuesta por H. Blavatsky: "I. Un principio Omnipotente, Eterno, Sin Límites e Inmutable, sobre el cual toda especulación es imposible, porque trasciende el poder de la concepción humana, y solo podría ser empequeñecido por cualquiera expresión o comparación de la humana inteligencia. Está fuera del alcance del pensamiento, y según las palabras del Mândûkya es ‘inconcebible e inefable’" (Blavatsky, La doctrina secreta, op. cit., vol.1, p. 76).

62 "La preuve que nous avons avec ces entités une relation intellectuelle générique c’est que nous comprenons par-tiellement leur plan et que nous pouvons apprécier rationnellement notre impuissance en présnce de ce qui nous en reste inconnu. C’est ainsi que nous découvrons les constantes appelées par nous des lois, déduisant des perturbations qu’elles subissent, l’existence d’éléments dont nous percevons la valeur relative avant de les avoir vus", "Trois faits d’histoire naturelle", op. cit., p. 370.

63 "L’observation de la nature se révèle être ainsi le vrai sentier de la philosophie et de la morale rationaliste, qui conviennent aux hommes civilisés", ibid.

64 Recordemos, al respecto, el "3er Objeto de la Teosofía" definido por Blavatsky en su doctrina: "3º) Investigar los misterios ocultos de la Naturaleza bajo todos los aspectos posibles, y los poderes psíquicos y espirituales latentes, especialmente en el hombre" (Blavatsky, La clave de la Teosofía..., op. cit., p. 25 (cursiva en el original).

65 "Adversaire de tous les dogmes, et spécialement de celui qui les comprend tous, le dogme de l’obédience ou principe d’autorité, j’ai cru que supprimer l’anthropocentrisme c’était faire quelque chose pour la liberté humaine. Ce système est en effet le fondement du despotisme et l’instrument de l’ignorance la plus funeste, c’est-à-dire de celle qui impose des limites par la force à l’intelligence et à la raison", "Trois faits d’histoire naturelle", op. cit., p. 370.

66 "Je veux par là expliquer l’importance des directions premières qu’impriment à l’esprit les livres útiles. Ce hasard heureux qui me mit entre les mains l’oeuvre du savant a été determinante pour ma philosophie, ma morale et mon esthétique, ce qui revient à dire mon autodidaxie, laborieuse comme cette abeille solitaire que je vis un jour. J’ai trouvé ces trois príncipes du vrai, du bien et du beau –comme un aventurier trouve des diamants– dans la calligraphie du ruisseau et dans l’alphabet de la fourmilière", ibid.

67 Émile Botrel fue diputado por el socialismo en 1924 y más tarde participó en la resistencia francesa al nazismo.

68 "Mais l’étude des lois du hasard proprement dit, autorise encore à déduire une autre conséquence qui comporte l’abolition philosophique du miracle: notre impuissance devant le phénomène appelé hasard révèle nécessairement soit un état de la matière, inappréciable au moyen de nos sens; soit une nouvelle dimension dans l’espace; soit une fonction inconnue du mouvement, que nous pourrions peut-être déterminer sous la forme d’une nouvelle courbe. L’inutilité de l’hypothèse "dieu" déclarée précisément par l’un des plus géniaux inventeurs du calcul des probabilités est ainsi évidente; et la pensé mathématique se transforme en une espèce de superintelligence, devant laquelle le concept même de la divinité se rehausse, en devenant une entité de raison", Revue Sud-Américaine, Nº 6, p. 460.

69 "[...] les lois inexpliquées de la Nature et les pouvoirs latents dans l’homme" (ibid., p. 460), según las palabras del propio Lugones en su reseña (mencionada más arriba) del libro del matemático Botrel sobre el Azar, y publicada en las páginas de la revista.

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