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Prismas

versión On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.21 no.1 Bernal jun. 2017

 

RESEÑAS

Gisèle Sapiro,
La sociología de la literatura, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2016 (traducción de Laura Fólica),168 páginas

 

Comencemos el análisis de la obra por uno de los elementos de supratexto. Se trata de la dedicatoria, que dice: "A mis estudiantes" ¿Qué nos dice? Sabemos que una dedicatoria tiene la función de exponer una relación entre el autor y un grupo, al mismo tiempo que se lo implica como inspirador ideal.1 Se nos presenta entonces la autora en su rol de formadora de estudiantes, dirigiendo su escrito a quienes serán investigadores en sociología de la literatura.

Este objetivo implícito se relaciona con los que se indican explícitamente en la introducción: alentar el diálogo entre literatos y sociólogos; describir los avances más recientes haciendo hincapié en el ángulo sociológico y en la metodología; describir las intersecciones con problemáticas propias de otras sociologías. Podemos afinar el destinatario ahora un poco más y saber que el libro se dirigirá a quienes, conociendo la sociología en un nivel general, necesiten comprender mejor cómo se aplica a lo específicamente literario.

Luego de esta introducción, la autora desarrolla los puntos de partida necesarios para cualquier investigador que quiera aplicar una mirada sociológica a la literatura, la cual puede resumirse en la frase "El hecho literario es un hecho social". ¿Pero de qué modo pensar la relación entre literatura y sociedad? Los desencuentros entre la sociología y los estudios literarios pueden y han podido superarse a partir de múltiples aproximaciones sociológicas al hecho literario: teoría marxista del reflejo, cultural studies, sociología del libro y de la lectura, teoría del campo, institución literaria, teoría del polisistema, interaccionismo simbólico, análisis de redes. Entre tantas opciones, lo que parece inabarcable se presenta de modo ordenado, más amable, en el texto de Sapiro, y es así como la autora no agota todas las preguntas que pueden hacérsele a la teoría, por supuesto, pero nos guía respecto a qué se le puede preguntar a cada teoría y de qué modos pueden unirse y compatibilizarse entre sí perspectivas en principio diferentes, pero que en su conjunto constituyen las marcas más importantes de la historia de la especialidad. Aquellas que buscaron superar la división entre análisis interno y externo de las obras. Es este recorrido el que ocupa el primer capítulo del libro, bajo el título "Teorías y enfoques sociológicos de la literatura".

Si a partir de ese camino podemos comprender mejor que la sociología literaria es el estudio de las mediaciones entre las obras y las condiciones sociales de su producción, esta abarca tres niveles o ejes que la autora desarrollará a continuación: las condiciones materiales de producción de las obras, que incluyen tanto el funcionamiento del mundo de las letras como instancias de control estatal, el funcionamiento del mercado literario y el rol social del editor (capítulo 2); la sociología de las obras, que aborda las representaciones sociales y los modos de conocimiento práctico que vehiculiza la literatura, así como las relaciones entre literatura y la construcción de identidades (capítulo 3); y por último, las condiciones de recepción y apropiación, y los usos de la literatura, donde se analizan las instancias de mediación, la circulación transnacional y las diferentes etapas de la recepción (capítulo 4).

Cada capítulo dedicado a cada uno de esos tres ejes engloba a su vez los métodos útiles para tratar las problemáticas que suponen. Para ilustrar esto con un ejemplo, cuando Sapiro nos presenta el problema de la obra singular, o de la singularidad aparente de una obra, analiza por qué requiere ser abordado desde la noción de trayectoria del autor –tanto para evitar la ilusión biográfica, como la idea de que existe un proyecto que antecede a la obra–, como también, en vez de decidir si hubo o no originalidad, indica que se trata de observar la revolución simbólica que una obra genera y que sí se puede medir.

El modo en que la exploración está ordenada y compartimentalizada en capítulos a lo largo del libro es una cuestión de acentos, de privilegiar algunos problemas sobre otros, que no se excluyen mutuamente, pero permiten ver cosas diferentes. Esta organización del texto indicaría que se divide en tres partes: un primer acento en los creadores, luego en las obras y por último en los lectores. Sin embargo, a lo largo del desarrollo estas partes se referencian entre sí y podemos ver que la construcción de objetos de estudio tiene necesariamente que buscar los vínculos entre lo que parece separado a primera vista. Siguiendo el ejemplo del problema de la "originalidad" de una obra, este está atravesado tanto por la pregunta por cómo fue que quien la escribió llegó a escribirla, como también por qué fue leída como una ruptura respecto a todas las obras anteriores por quienes la recibieron.

La reflexión que une "sociología" y "literatura" enriquece y renueva las disciplinas que la constituyen, y esto se sostiene a lo largo del texto. Pero a su vez parecería que la sociología de la literatura resulta la punta de lanza de otras sociologías que serían subsidiarias, lo cual constituye un problema para el desarrollo del texto y su pertinencia como manual para futuros investigadores. No podemos saber a partir de esta mirada cómo pensar problemas más generales, como aquellos comunes entre la sociología de la literatura y la sociología del libro, o entre la sociología de la literatura y la historia de la literatura. Faltaría profundizar quizás en el conjunto de problemas compartidos que exceden al campo de lo estrictamente literario. No todo lo que se escribe es literatura, y se publican y han publicado otros tipos de textos como ensayos, manuales, o textos científicos en general, los cuales no están dentro de las preocupaciones de Sapiro ni deberían estarlo, pero queda pendiente como interrogante qué sucedería si sacamos lo específicamente literario de la ecuación, y qué permitiría pensar este ejercicio sobre los problemas de la sociología de la literatura.

La extensa lista de bibliografía y el índice onomástico al final confirman la orientación y la utilidad de este libro como guía para los estudiantes. Vale destacar el esfuerzo extra de traducción que ha agregado las referencias bibliográficas de las obras que ya han sido traducidas del francés al español.

Para finalizar, en su conclusión Sapiro remarca que se han recorrido pistas que requieren una profundización mayor y que quedan muchos ámbitos por explorar. Es justamente por esto, por ofrecer pistas, que el libro habilita un recorrido valioso para sus lectores, ya que ayuda a pensar qué queda por hacer, detenernos en las intersecciones que permiten la correspondencia entre subdisciplinas y preservar la mirada crítica sobre cada una de ellas, ejercicio necesario para construir objetos de investigación.

 

María Julia Blanco
UNR/ ISHIR-CONICET

1 Gerard Genette, Umbrales, Buenos Aires, Siglo XXI, 2001, pp. 116-117.

 

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