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Prismas

versión On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.21 no.1 Bernal jun. 2017

 

RESEÑAS

Pablo Stefanoni, Los inconformistas del Centenario. Intelectuales, socialismo y nación en una Bolivia en crisis (1925-1939), La Paz, Plural, 2015, 383 páginas

 

Periodista e investigador, Pablo Stefanoni es jefe de redacción de la revista latinoamericana de ciencias sociales Nueva Sociedad, y ha dedicado buena parte de su nutrida producción escrita a la historia y el presente bolivianos. El libro, editado en La Paz por la editorial boliviana Plural, es el resultado de una monumental investigación que sirvió de base para una tesis doctoral en Historia defendida en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.

El 6 de agosto de 1925, entre paseos de antorchas, carros alegóricos y homenajes por las guerras del Pacífico y del Acre, Bolivia se sumía en los festejos por los 100 años de la independencia. En Los Inconformistas del Centenario, Pablo Stefanoni demuestra cómo los preparativos y los festejos por el centenario activaron una serie de contradiscursos críticos que venían a impugnar la visión de la nación oficial por parte de una generación irradiada por los ecos de la Revolución Mexicana y la Revolución Rusa.

En un campo historiográfico en el que no abundan las miradas panorámicas Stefanoni se propone mapear el complejo entramado de discursos, debates, redes de sociabilidad y transformaciones políticas en el que se disputó el sentido de la nación boliviana desde el centenario (1925) hasta el final del llamado Socialismo Militar (1939).

Diseñado, según el autor, sobre la base de un doble criterio a la vez cronológico y analítico, el texto da cuenta de un conjunto de experiencias partidarias, publicaciones periódicas e itinerarios biográficos en su búsqueda por reponer la trama de discursos que vinieron a cuestionar y repensar el sentido de la nación boliviana en ese momento de efervescente experimentación política y social que fue Bolivia entre las décadas del ‘20 y el ‘30.

Uno de los nudos problemáticos del texto refiere al despliegue analítico de las diversas vertientes político-ideológicas de las que se nutrió el socialismo boliviano desde el centenario para luego estudiar cómo operó el concepto "socialismo" para dar forma a nuevos proyectos estatales de reforma social antiliberal. Stefanoni propone pensar en qué consistía el significante "socialismo" y en qué redes de sociabilidad y de organizaciones se fueron gestando las ideas que luego fueron capaces de generar proyectos disruptivos sobre el futuro de Bolivia.

A nivel metodológico, Stefanoni se muestra atento a los procesos de recepción, usos y circulación de las ideas y destaca, siguiendo a Jorge Dotti, la autoctonía en las respuestas ante la lectura y la apropiación de textos escritos en otros contextos. Propone no pensar en clave de "grandes" intelectuales e intelectuales "menores" sino que busca dar cuenta de todo el espectro que hace a la circulación, recepción y generación de ideas. De maestros a periodistas, de obreros a estudiantes, incluyendo y particularizando los reclamos de género por parte de las organizaciones femeninas durante los años ‘20.

Si la idea de generación o núcleo generacional le resulta analíticamente útil, Stefanoni corre el eje de la Guerra del Chaco para trabajar sobre la idea que estructura el texto, la de la Generación del Centenario. Esto le sirve para dar cuenta del diverso grupo de bolivianos que asumieron críticamente la realidad del país desde 1925 y que atravesaron toda la década, incluyendo la guerra y la posguerra. Reponer ese espíritu de los años ‘20 y todo el conjunto de lecturas y proyectos de renovación nacional en clave antiliberal supuso el análisis de un amplio corpus documental que incluyó obras publicadas, periódicos, revistas, documentos oficiales, fondos personales y correspondencia.

La primera parte del libro explora las diferentes expresiones ideológicas con las que obreros, indígenas y estudiantes van a enfrentar al Estado liberal oligárquico y su idea de nación a partir del centenario. En el contexto de consolidación de esa atmósfera antiliberal que impregnó los años ‘20 y ‘30, el término "socialismo" funcionó, nos dice el autor, como un significante para la transformación y la gestación de nuevos imaginarios de cambio social. En este sentido, el análisis de la recepción y puesta en circulación de la idea socialista le resulta central para dar cuenta de este proceso en un momento en el que el movimiento obrero aún no había logrado una unificación nacional y en cuyas organizaciones convivían, superpuestas, diversas vertientes ideológicas. Stefanoni destaca algunas de esas vías de circulación y apropiación a través de revistas y periódicos tales como el paceño Bandera Roja, primer vocero que expuso ideas de la Tercera Internacional pero que a su vez daba cuenta de una diversidad de expresiones; El Socialista, creado en 1926, editado en Sucre, y tribuna del Partido Socialista de Tristán Marof; o la revista cochabambina Arte y trabajo, un experimento comercial animado por el multifacético Cesáreo Capriles López y que combinó notas de corte comercial con la difusión de ideas de renovación social y un marcado tono anticlerical y antiprovinciano.

La rebelión de las comunidades indígenas de Chayanta que se produjo en julio de 1927 vino a poner en el centro de la opinión pública los reclamos por la tierra, las campañas por la educación y las demandas de autogobierno en pos de las cuales los caciques apoderados establecieron vínculos con intelectuales y obreros del Partido Socialista. Si para la élite política la rebelión fue el producto de una combinación entre la agitación cominternista y la tan temida "guerra de razas", para Stefanoni "la Rebelión de Chayanta pone de relieve el tradicional clivaje poscolonial entre blancos, mestizos e indios. Las reacciones de parte de los intelectuales urbano-progresistas dejaban en evidencia la pérdida de legitimidad de la república oligárquica-liberal y la emergencia de corrientes renovadoras" (p. 99).

Otro orden de generación de discursos y proyectos disruptivos provino del sector estudiantil. En efecto, en 1928 se organizó la Primera Convención Nacional de Estudiantes Universitarios que motorizó la creación de la Federación Universitaria Boliviana y dio impulso a la Reforma Universitaria. Del sector estudiantil emergieron personajes permeables a las nuevas ideas tales como Roberto Hinojosa, un antisaavedrista cochabambino que luego de una ruptura violenta con el presidente Siles comenzó un periplo que lo llevó desde el diseño de un fracasado intento revolucionario en la ciudad fronteriza de Villazón hasta el México de Lázaro Cárdenas. Para Stefanoni, Hinojosa expresa la articulación del marxismo sui generis con posiciones indigenistas inspiradas en la Revolución Mexicana (p. 101).

La segunda parte del libro explora las propuestas superadoras del liberalismo que se desplegaron en Bolivia durante el conflicto bélico. En primer lugar, el autor aborda las consecuencias de la propagación de la idea comunista "desde arriba" cuando el renovado interés de la Comintern por la situación de América durante el tercer período produjo un giro campesino-indígena que promovió el programa de la revolución agraria antiimperialista bajo la fórmula de la autodeterminación nacional. Pero ese interés por América en el marco de una consolidación institucional y partidaria centralizada ubicó a los intelectuales en un papel sospechoso y la creación del Partido Comunista en Bolivia en un proyecto cada vez más elusivo.

En efecto, del amplio elenco de figuras de la izquierda boliviana que no encuadraban en los parámetros de la III Internacional, Stefanoni trabaja la de José Antonio Arze, un intelectual erudito que, para disgusto de la Comintern, propuso poner en pie un partido comunista trinacional como una solución para superar la debilidad del comunismo en Bolivia. Otra relación traumática fue la que establecieron con Tristán Marof, intelectual chuquisaqueño que hizo de la prédica antiguerrera una bandera desde el exilio, y que ofreció una interpretación de la realidad boliviana que nunca terminó de alinearse con las directrices del Secretariado Sudamericano.

Stefanoni da cuenta también de aquellas sensibilidades que florecieron en la izquierda en tiempos de la guerra tales como el pacifismo, el antiimperialismo y el antifascismo. El autor revisa desde la política de "guerra a la guerra" promovida por la Comintern y las propuestas de penetración en el ejército para insubordinar a la tropa, al Congreso Antiguerrero de Montevideo de 1933. Todas opciones que luego, con el nuevo escenario derivado de la derrota bélica, el nacionalismo militar utilizó para descalificar a las izquierdas pacifistas por negarse a entrar en combate. El libro adquiere densidad interpretativa cuando trabaja los itinerarios biográficos e ideológicos de un grupo de maestros, arqueólogos, escritores y pintores que a inicios de los años ‘30 encontraron en el indio al sujeto del renacimiento nacional. En efecto, Stefanoni explora las tensiones y las potencialidades disruptivas del indianismo de los ’30 revisando cómo las ideas vitalistas, teluristas y comunitaristas operaron en el marco de la disputa por la nación, poniendo en cuestión el ideal liberal y reformulando la idea de lo nativo. Por un lado el indianismo romántico de Arturo Posnansky, arqueólogo aficionado que buscaba recuperar un pasado mítico apoyado en las ideas de Spengler; por otro lado un emergente indianismo de corte socioeconómico que ponía el acento en la recuperación de la tierra y en las posibles formas de autogobierno de las comunidades. Luego el autor despliega el perfil de una serie de figuras medulares del indianismo boliviano como las de Alberto de Villegas, organizador de la semana indianista; María Frontaura Argandoña, maestra comunista y partícipe del Congreso Indigenal; y, desde ya, la de Elizardo Perez, motor de la célebre experiencia de la Escuela Ayllu. A pesar del tono paternalista, dice Stefanoni, estas vertientes lograron generar y hacer circular ideas alternativas de nación, una nación más inclusiva y más "antigua" que venía a poner en cuestión al relato oficial del centenario.

Otro eje de disputa por la nación fueron para Stefanoni las mujeres inconformistas, un grupo de mujeres que comenzaron a actuar como intelectuales públicas cuestionando el rol de la mujer en la sociedad. El texto da cuenta de una serie de organizaciones y publicaciones feministas que bregaban por la ampliación de derechos y por sacar a la mujer de los limitados circuitos de sociabilidad que le eran asignados en la sociedad tradicional y aristocrática. Estas organizaciones, no exentas de tensiones internas entre sectores de izquierda y sectores conservadores, lograron sin embargo ubicar los debates por los derechos civiles y políticos de la mujer en la agenda pública.

En su tercera parte, el libro aborda la llegada al poder del socialismo nacionalista luego de finalizada la Guerra del Chaco. Aquí Stefanoni destaca el rol de los imaginarios juvenilistas en la renovación política boliviana. Es que, para el autor, la identificación del drama boliviano con los partidos políticos tradicionales tuvo sus derivas en rupturas generacionales en las que, como en la Convención Nacionalista, el sector juvenil se deslindó para reconvertirse en un sector revolucionario de izquierda. Una ruptura que también se produjo en la corporación militar. Es que la desmovilización de las tropas ocurrió en medio de un tenso clima social y político en el que confluyeron el descontento de los militares jóvenes, el descrédito del régimen político y una oleada de agitación obrera.

En esta atmósfera antiliberal se generó el terreno para la otrora tan improbable coalición entre la oficialidad joven, los intelectuales inconformistas y los dirigentes sindicales. Los jóvenes militares del Chaco, apunta Stefanoni, tenían una idea vitalista y regeneradora del socialismo. Y ellos encarnarían este novedoso proyecto antiliberal que, promoviendo una visión organicista de la nación bajo el formato de una democracia funcional de tipo corporativo, vendría a debilitar las identidades de clase en favor de categorías socio-profesionales. Con una nítida política de persecución al comunismo van a sostener, a su vez, posiciones ciertamente ambivalentes frente al nacionalsocialismo alemán y el fascismo italiano.

En conclusión, Los Inconformistas del Centenario logra con éxito la difícil tarea de dar cuenta de diversas vertientes político-ideológicas que colorearon los años ’20 y ’30 en Bolivia. El estudio de los procesos de circulación, apropiación y uso de las ideas y los lenguajes socialistas que tiñeron el período y delinearon los contornos de la Bolivia de posguerra tiene un doble mérito. Por un lado logra mapear el complejo entramado de ideas que articularon discursos disruptivos en torno a lo que consistía y a quiénes debía incluir la nación boliviana. Pero el estudio de esas ideas y trayectorias intelectuales también brinda claves de lectura para entender el perfil y los matices de algunos proyectos que, en oposición al liberalismo, comenzaban a pensar cómo debía organizarse ese Estado en crisis permanente. En efecto, estas disputas marcarán el pulso de las polémicas venideras y de las organizaciones políticas que ocuparán los primeros planos de la renovada estructura de partidos de la Bolivia que emergió de la posguerra. Por estos motivos, Los inconformistas del Centenario es, sin dudas, un aporte historiográfico muy valioso que merece ser continuado y ampliado en futuras investigaciones.

 

Hernán Topasso
UBA

 

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