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Prismas

versión On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.21 no.1 Bernal jun. 2017

 

RESEÑAS

Martín Cortés,
Un nuevo marxismo para América Latina. José Aricó: traductor, editor, intelectual, Buenos Aires, Siglo XXI, 2015, 264 páginas

 

Los marxismos en América Latina han tenido diversas expresiones desde su llegada a estas tierras a fines del siglo XIX. El estudio de sus ideas, sus acciones políticas y culturales y sus focos de irradiación conforma una trama tan rica como abordada de manera despareja, poco comprensiva y sistemática por parte de la historiografía académica. Aunque existen avances significativos en el análisis de esta tradición en países como Brasil, México, Argentina y en menor medida Chile y Uruguay, todavía su historia es parcialmente conocida, con disímiles aspectos por examinar relacionados, por ejemplo, con la reconstrucción de trayectorias de políticos, intelectuales y militantes, la recepción de sus ideas o la labor emprendida por editoriales, editores, libros y revistas en la difusión y apropiación de sus postulados.1 Más aun, si el objetivo es conformar una historia en parte efectivamente latinoamericana, y no solamente anclada en las fronteras nacionales, que invite a diseñar una mirada transnacional de un fenómeno político y cultural de igual naturaleza. El libro de Martín Cortés, como puede apreciarse desde su título, es una significativa contribución a esta literatura interesada en examinar la productividad desplegada por los marxismos en la región, al abordar el pensamiento de una figura sustancial de esa historia como fue José Aricó y su aporte a la "teoría política latinoamericana" en general y a los "dilemas" que esta tradición afrontó en particular (p.11). La atención que el libro concita respecto a Aricó, sin embargo, lejos está de conformar un hecho aislado o una mera curiosidad individual. Como en parte el mismo autor señala, los estudios sobre las izquierdas han demostrado una notable dedicación al análisis de un intelectual central en la configuración del marxismo y del socialismo argentino y latinoamericano desde mediados del siglo XX. Sin espacio para realizar aquí un racconto de los trabajos que se dedicaron a abordar sus ideas y a reconstruir momentos y emprendimientos políticos y culturales en los que estuvo involucrado, basta mencionar el dossier que hace un par de números atrás publicó la revista Prismas, en cuyas páginas pueden encontrarse de manera condensada las principales investigaciones sobre el tema. El estudio de Cortés forma parte de esa estela de trabajos preocupados por estudiar diversos aspectos de la obra y el accionar de Aricó, aunque con un signo distintivo: su aproximación busca distanciarse de aquellas que lo invisten apenas como "objeto de estudio" a ser repuesto desentrañando "un entramado áridamente filológico", para asumir en cambio un gesto reivindicativo de la capacidad demostrada por el intelectual cordobés a la hora de interpretar, traducir y dotar de sentido a los postulados marxistas, bajo la premisa de una urgencia asociada a "un presente con necesidades teóricas y políticas" (p. 11).

El libro está dividido en dos partes. En la primera, el autor indaga sobre el ejercicio de traducción que Aricó desplegó de las ideas de Karl Marx y el marxismo, en donde sobresale el pensamiento de Antonio Gramsci. Para ello, establece una serie de entradas analíticas que intentan evidenciar esta operación. La hipótesis que guía esta sección se vincula con la forma con que Aricó pensó la realidad de América Latina de su tiempo, a partir de una original manera de abordar el marxismo. Para comprender esa operación, Cortés retoma el problema de la traducción de los lenguajes que Gramsci tratara en sus Cuadernos de la cárcel, con el fin de interrogar el tipo de intervención político-intelectual que asumió el intelectual cordobés, asociada, finalmente, a establecer una afinidad entre la realidad particular de la región y un cuerpo teórico de alcance universal como es el marxismo. Circunscribir esta problemática es, nos sugiere el autor, una forma adecuada no solo para comprender algunas de las razones que llevaron al desencuentro que experimentó el marxismo y los movimientos populares latinoamericanos (fenómeno que Aricó intentó examinar en sus trabajos de la década de 1980), sino también para extraer de allí un modo de pensar en clave teórica-política nuestro presente.

Ahora bien, ¿cuál fue, según Cortés, ese objeto llamado marxismo para Aricó? ¿De qué manera encaró ese trabajo de "traducción" a lo largo de su vida? En primer lugar, lo que aquí se subraya es el conocimiento amplio –aunque con estaciones no siempre destacadas y que admite más de una forma de abordaje– que Aricó tuvo de la tradición, evidente en una revista como Pasado y Presente y en la labor editorial emprendida a través de los Cuadernos de Pasado y Presente, Siglo XXI y Folios. Lo sobresaliente allí radica en la forma en cómo este abordó el corpus marxista, la capacidad por bucear en textos y establecer marcos de lecturas menos deterministas, sin dejar de postular el diálogo permanente y necesario con el conocimiento que brindaba la cultura moderna, entendida como un ejercicio de constante enfrentamiento pero también de enriquecimiento. En esos proyectos, la traducción de los Grundrisse y una nueva edición de El Capital convivían con un conocimiento acabado de la obra de Gramsci y del pensamiento italiano –asociado a figuras como Cesare Luporini, Alessandro Pizzorno o Norberto Bobbio, entre otros–, junto a autores europeos y latinoamericanos que abarcaban desde Georg Lukács, Rosa Luxemburgo, Louis Althusser y Nico Poulantzas hasta Juan B. Justo y José Carlos Mariátegui. Para Cortés, lo destacado de esta intervención en el cuerpo teórico del marxismo fue la búsqueda permanente por brindar una relectura crítica de Marx y sus escuelas, sobre la base de una inquietud por aunar la práctica política con la elaboración teórica. Más precisamente: la obra de traducción realizada por Aricó estuvo en sintonía con el objetivo mayor de contribuir a actualizar el combate por el socialismo en América Latina. De esta manera, el cuadro que elabora Cortés de la faena de Aricó revela una concepción abierta del marxismo, donde lo político activaba una reflexión teórica con el fin de alentar una praxis.

En la segunda parte del libro, la cuestión central reside en el análisis del tipo de contribución teórico-política que efectuó Aricó a lo largo de más de tres décadas de febril labor intelectual, editorial y militante. Si en la primera sección lo central es indagar en los caminos elegidos para desarrollar un ejercicio de traducción, en la siguiente la mirada se dirige a evaluar su contribución específica a la tradición del marxismo y a la teoría política. Para dar cuenta de ello, el libro aborda el cuestionamiento que Aricó realizara de la idea, muy expandida entre los años cincuenta y setenta pero ya en crisis hacia los años ochenta, que presentaba al marxismo como una filosofía de la historia, fundadora de una razón histórica pasible de ser utilizada y aplicada en cualquier espacio y tiempo. Desde la mirada de Cortés, justamente este es un punto significativo de la crítica y la relectura que el autor de La cola del diablo alentó, al llamar la atención sobre textos de Marx poco conocidos como los estudios de la comuna rusa o del problema irlandés, y así presentarlo, hacia el final de su vida, en una búsqueda de traducción de sus propios postulados a espacios periféricos de la misma Europa. Para Aricó, siguiendo la interpretación del autor, esos trabajos son justamente los que demostrarían la presencia del problema de la asincronía latente en el marxismo entre aspectos económicos, sociales y políticos y la imposibilidad de reducir unos a otro, sobre todo en realidades con específicas complejidades como las que imperaban en América Latina. Siguiendo este recorrido, a través de la lectura y el trabajo con autores como Gramsci y Mariátegui, se revela una mayor atención dispensada hacia temas como la "cuestión nacional", los intelectuales y el Estado. Ejemplo cabal de este momento es la atención que dispensara a estos problemas en su obra Marx y América Latina. Según Cortés, hay en dicho libro una explícita intención por la construcción de una alternativa de lectura pero también de análisis dentro del marxismo –en crisis a principios de los años ochenta– a partir de reconocer, en primer lugar, la escasa presencia que tuvieron estos temas en la obra de Marx y el marxismo y aun en el socialismo europeo y latinoamericano.

La importancia del problema nacional en la obra de Aricó, desde la mirada de Cortés, sería central para comprender una forma posible de abordar y trabajar con el marxismo y su posible traducción en la arena de la praxis, incluso en la actualidad. Si, como fue comentado, la nación se convierte, a partir de los textos del último Marx, en un evidente y legítimo problema de la revolución socialista, a través de Gramsci se trasviste en la necesidad y la importancia que adquiere la formación de una "voluntad nacional popular" para que el socialismo especifique una forma de intervención en los escenarios nacionales periféricos a partir de los "elementos realmente existentes". En tanto, a partir del estudio de los aportes de Mariátegui, la perspectiva latinoamericana y la capacidad de pensar desde el "atraso" propio de la región revelarían otros dos aspectos centrales que Aricó retomó en su propio trabajo. En este plano, la originalidad de Mariátegui radicaría en el esfuerzo por reflexionar de manera situada sobre aquellos aspectos no modernos que condicionaron la realidad de la región –el problema del indio, las sociedades andinas, etc.– y que al mismo tiempo fueron fundamentales para cuestionar las incrustaciones positivistas que anidaban en el marxismo. Para Aricó, el aporte del intelectual peruano al marxismo en América Latina alcanzó un grado de originalidad de pensamiento y acción específicamente situada, y que sin embargo fue poco reivindicado en su momento por las distintas tendencias de la izquierda y en especial por parte del comunismo a lo largo del siglo XX. En conclusión, Mariátegui, antes que cualquier otro socialista latinoamericano, fue quien mejor asumió el problema de reorientar el marxismo hacia el tamiz nacional y así admitir y desarrollar una práctica teórica y política específica para la región.

El resultado de todas estas lecturas, estudios e ideas elaboradas por Aricó en diversos emprendimientos político-culturales y escritos, implicó haber instalado una nueva manera de trabajar con el corpus del marxismo. Es más: según Cortés, el aporte del intelectual cordobés, y en buena medida su vigencia hasta nuestros días, está asociado a una perspectiva analítica que admite ser aplicada para la elaboración de una teoría política, antes que con el tipo de respuesta que intentó brindar a los problemas políticos, sociales, culturales y económicos propios de su tiempo. De esta manera, la validez actual del marxismo como herramienta teórica y política, como demuestra el caso de Aricó, radicaría en la capacidad por explicar la realidad latinoamericana a través de los aportes señalados, sin dejar de advertir sus asincronías y la existencia de distintos desplazamientos entre formulaciones formales y aplicaciones particulares. Ese ejercicio de traducción tiene como finalidad ponderar el proyecto de cimentar para el presente un "lazo orgánico entre el marxismo y la realidad de la región, pensando al socialismo como la forma que allí pueden y deben asumir las luchas populares" (p. 247). Desde la mirada de Cortés, solo si el marxismo es encarado no como un sistema cerrado y coherente, sino como una usina posible de ser utilizada en pos de la consumación de un movimiento emancipador, es que podrá asumir de manera práctica y concreta un lugar en la explicación de una realidad política latinoamericana que reclama, como se advierte desde el inicio del trabajo, una urgente interpretación. Actualidad política que, aunque aparece de manera algo dispersa –diluyendo así la potencia de intervención del libro–, es el terreno en el que busca fincarse el aporte significativo que conforma la propuesta de Cortés por desplegar un nuevo pensamiento político para América Latina desde coordenadas marxistas.

 

Martín Ribadero
UNSAM / UBA / CONICET

 

1 Al respecto, véase el completo estudio de Horacio Tarcus, "Para un programa de estudios sobre los marxismos latinoamericanos", en Memoria. Revista de crítica militante, México, Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Socialista, N° 257, 2016, pp. 62-73.

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