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Prismas

versión On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.21 no.1 Bernal jun. 2017

 

RESEÑAS

Noemí Goldman,
Mariano Moreno. De reformista a insurgente, Buenos Aires, Edhasa, 2016, 280 páginas

 

La disolución de los imperios provocó la emergencia en Hispanoamérica de la figura del intelectual. Esta afirmación de Tulio Halperin Donghi articuló el curso sobre intelectuales en Hispanoamérica que dictó en 1981 en la UNAM y cuyo objetivo consistió en "explorar de qué modo algunos intelectuales vivieron con contradicciones a través del largo, tortuoso, proceso en que la figura del intelectual alcanzó a dibujarse con rasgos propios, un proceso que también en la América hispana se abre con la crisis del Antiguo Régimen".1 Mariano Moreno responde a este perfil de intelectual hispanoamericano y el libro de Noemí Goldman al objetivo formulado por Halperin Donghi, según muestra en su delicada reconstrucción biográfica del ideólogo de la revolución de 1810.

La autora –y esta es una de sus hipótesis– estudia a Moreno como "letrado y político", y lo inscribe en el marco "de las relaciones entre las guerras interimperiales, la crisis de la Monarquía española y las nuevas oportunidades y aspiraciones que se abrían para los territorios americanos" (p. 14). Más que un letrado y político, Goldman analiza en Moreno a un letrado-político, figura inexorablemente distinta a la del letrado colonial, quien buscaba reformar la monarquía hispánica con mayores o menores muestras de fidelidad a la Corona.2 El letrado-político crea y es creado por la revolución: laberinto de incertidumbres, la revolución en Hispanoamérica expuso intempestivamente a un puñado de abogados, militares y eclesiásticos ilustrados que hasta hacía pocos años soñaban con la república de las letras ante el desafío de construir la república de la guerra.

Goldman revisa toda la historiografía sobre el secretario de la Primera Junta, desde su primera biografía, escrita en Londres por su hermano Manuel en 1812,3 hasta la reciente investigación del neurólogo Diego Bauso, quien finaliza un debate bicentenario sobre la autenticidad del Plan de Operaciones al certificar que se trató de un plagio (probablemente realizado en el Brasil como propaganda política contra la revolución del Río de la Plata) de la novela crítica de la Revolución francesa El Cementerio de la Magdalena (1800-1801), de Jean Joseph Regnault-Warin, traducida al español en 1810.4 La historiadora, que en 1992 había publicado un trabajo novedoso y original de análisis de los discursos políticos del secretario de la Junta,5 concibe su obra como un "viaje exploratorio por los avatares de la vida de Moreno" (p. 15). En este viaje ofrece una nueva lectura del letrado-político desde que Moreno era Mariano, un estudiante aplicado, que viajó a Chuquisaca para formarse en leyes y regresó a Buenos Aires como un perfecto abogado de la Audiencia, el cabildo y del virrey Cisneros, hasta que se convirtió en el perfecto revolucionario y republicano de 1810, apodado por Saavedra el "maldito Robespierre" y por su hermano Manuel, el "Burke de América del Sur". La exploración de Goldman permite pensar a Moreno y, con él, la revolución. El libro se inscribe así en el proyecto intelectual esbozado hace más de una década por Oscar Terán.6

Si las biografías de Moreno estaban en su mayoría centradas en la figura del revolucionario, quien murió a los 33 años, este libro permite adentrarse en gran parte de los 32 años anteriores. Son estos años, sobre todo desde que ingresó al Colegio de San Carlos a los 12, luego al mundo restringido de las bibliotecas de universidades y conventos de Buenos Aires y Chuquisaca (donde circulaban los libros prohibidos por la Inquisición) los que permiten comprender el perfil de un genial y frágil revolucionario. A través del estudio de aquel pasado la autora ilumina las formas en que el abogado moviliza referencias intelectuales en la revolución. Y permite entender cómo Mariano se transformó en Moreno. La dicotomía entre continuidad y ruptura se vuelve infructuosa aquí. La revolución, como la vida de Mariano, es inesperada e indeterminada. Ante la incertidumbre, son las experiencias que dan cierta inteligibilidad a las acciones.

Goldman realiza un trabajo arqueológico: rastrea cada una de las lecturas de Moreno, las que cita y las que no, identifica las ediciones, las traducciones, los cambios que el abogado introduce en sus escritos, y reconstruye su república de las letras en Buenos Aires y Chuquisaca. En este laboratorio intelectual de un Río de la Plata que a diferencia del Virreinato de Nueva España o del Perú no se destacaba por sus luces, circulan obras clásicas de la Roma republicana, de los jansenitas, de la Ilustración francesa, italiana, inglesa e hispánica, y de la revolución norteamericana y francesa. La historiadora descubre así facetas veladas de Moreno: la del lector políglota y voraz, la del traductor constante, la del letrado que construye potentes argumentos lógicos para exigir más reformas en la monarquía, ya sea contra el trabajo indígena o a favor de la apertura comercial. Como letrado-político, Moreno no solo es un individuo. Es una red de relaciones familiares y de amistad atravesadas por el eje Buenos Aires-Chuquisaca donde se encuentran Fray Cayetano Rodríguez, Belgrano, Castelli, Vieytes, Rodríguez Peña, Agrelo, es decir, los futuros hombres de 1810.

En las primeras dos partes del libro, que van desde el nacimiento de Mariano en 1778 hasta 1809, Goldman explora la experiencia de la infancia, juventud y primeros años de la vida adulta de un estudiante de modestas condiciones que dejó el sacerdocio para dedicarse a las leyes y que desde su regreso a Buenos Aires experimentó un ascenso político y social frenético. El trabajo arqueológico podría en este caso equipararse con uno psicoanalítico: la autora aporta información que funciona como material reminiscente de los años constitutivos de la personalidad de Mariano en un contexto histórico-social con el que se identificará o distanciará. Goldman afirma que "Moreno vivió y actuó dentro de las reglas y expectativas propias del mundo colonial" (p. 13). Sin embargo, la reorientación de sus estudios, el casamiento con María Guadalupe Cuenca sin que sus padres se enterasen y la carrera de Mariano revelan más bien a un hombre excepcional que sabe moverse durante la crisis del mundo colonial.

Mariano es un sobreviviente. Sus padres tuvieron catorce hijos. Seis murieron y ocho sobrevivieron, entre ellos el mayor, Mariano. A los 8 años "fue violentamente atacado por la viruela, que le dejó marcas en su rostro" (p. 27). A los 21 años, en Tucumán, camino al Alto Perú, sufrió "su primera crisis de fiebre reumática que lo dejó en cama sin poder moverse durante quince días" (p. 29). A los 24 años, un nuevo ataque de reumatismo lo dejó postrado dos meses en Chuquisaca. En ese contexto, informa la historiadora, tradujo del francés Los Sepulcros, una obra de 1742 del clérigo inglés James Harvey cuyo título original es Meditaciones entre las tumbas. "¿También padeceré yo esta horrorosa transformación? ¿Me será preciso ser un cadáver insensible?" (p. 38), pregunta Moreno en su traducción. Desamparo y enfermedad. Así caracteriza la autora esta etapa del joven Moreno.

El sobreviviente asume riesgos. Toma de la vida hasta la última gota porque sabe que en cualquier momento se le puede escapar. ¿Es menos importante esta condición de Mariano para la comprensión de su transformación horrorosa y a la vez majestuosa de perfecto abogado en implacable intelectual revolucionario? ¿De Mariano en Moreno? ¿No son acaso estos problemas y dilemas, constitutivos de su personalidad, relevantes para la comprensión de su metamorfosis, que es también la de un mundo situado entre un "antiguo orden que se resistía a morir y uno que no se decidía a nacer"?7 Mariano Moreno. De reformista a insurgentees es también una historia del Virreinato y de la revolución en el Río de la Plata.

En la segunda mitad del libro, la autora analiza al Moreno de 1810 y retrata al hombre que se decide a nacer; aquel que ensaya respuestas para esa revolución que no osó pronunciar su nombre cuando comenzó, y sobre todo para indicar cómo sobrevivir ante lo impredecible. Moreno, reformista devenido revolucionario, organiza la incertidumbre desde la secretaría de Gobierno y Guerra de la Primera Junta. Para Goldman un primer principio para esta organización sería el patriotismo criollo del abogado (pp. 52-57), que lo acompañaría desde su formación y que explicaría sus medidas para desplazar a los españoles europeos de los cargos. Se trata de una interpretación discutible. Como categoría historiográfica, difundida entre otros por David Brading –en quien se basa Goldman–, el patriotismo criollo remitiría a una identidad americana e independentista.8

Pero se trata de una identidad problemática porque hasta las revoluciones los actores asociados a ella se consideraban a sí mismos más españoles americanos que criollos. Su americanidad formaba parte de un discurso hispánico, ilustrado y católico que buscaba la reforma de la monarquía para el beneficio de sus patrias locales, y no la independencia de una abstracta patria americana.9 Un segundo principio de organización de la incertidumbre articulado por Moreno es el Terror contra todo opositor al nuevo gobierno: el fusilamiento de Liniers y de otros enemigos en Cabeza de Tigre en 1810, explica la autora, marca el inicio de la guerra contra los mandones. El escarmiento obligará a la revolución a decir su nombre y a mostrar su principal herramienta para construir legitimidad: la guerra. Un tercer principio es la instrucción a través de empresas de institución del pueblo: la creación de la Gaceta de Buenos Aires y de una opinión pública asimilada a la opinión oficial, la fundación de la Biblioteca pública, la edición de El Contrato Social de Rousseau. Aquí Goldman exhibe un estado de la cuestión erudito sobre los antecedentes de la traducción al español de El Contrato Social, sobre el prólogo de Moreno y sobre la circulación de la edición. El último principio es la legitimación y organización de la revolución, a partir de un lenguaje pactista de la soberanía del pueblo basado en el derecho natural (observables en los artículos de Moreno en la Gaceta sobre el congreso a convocar publicados a fines de 1810), y de un republicanismo basado en referencias a la Antigüedad clásica mediatizadas por los autores de la Ilustración y por autores de la propia monarquía católica en la que Mariano se formó.

Solo siete meses de gobierno le bastaron a Moreno para generalizar y hacer sensibles los principios de la revolución en el Río de la Plata. Luego, tras las disidencias con Saavedra y el resto de los miembros de la Junta respecto a la incorporación de los diputados provinciales, el abogado dimitiría y partiría en misión diplomática a Londres en enero de 1811. Goldman cuenta que en su viaje junto a Guido y a su hermano Manuel traducía El Viaje de Anarcasis el joven por la Grecia, del abate francés Barthélemy. ¿Cómo no pensar en una posible identificación idealizada de Moreno con el personaje de esta obra?, se pregunta. El libro sobre los viajes del filósofo bárbaro Anarcasis, admirado por los griegos y tratado indignamente en su patria de origen, Escita –que lo condenó a muerte acusado de pervertir las costumbres–, era popular en Europa desde el comienzo de la Revolución Francesa (la obra contribuía a la universalización de los principios revolucionarios).

Partir de la patria que uno había contribuido a forjar podía vivirse como un destierro: con precisión, Goldman caracteriza así esta última etapa de Moreno. En la Roma antigua el destierro o exilio era una acción voluntaria para evadir una sentencia de muerte, que implicaba la pérdida de ciudadanía: la exclusión de la comunidad. El exiliado se convertía en un proscripto; el proscripto en un hostis. Cuando en el epílogo la autora analiza las cartas de María Guadalupe Cuenca a su amado Moreno, se observa que tras su partida Moreno es ya un enemigo público del gobierno.

En la fragata británica Fama, los problemas de salud de Moreno se intensificaron. La autora afirma que no hay evidencias para saber si fue envenenado, pero sí que se le administró una dosis inadecuada de emético. En la Fama, Moreno reencontraba no solo a Anarcasis sino también a Mariano: aquel joven traductor que escribía sobre la horrorosa transformación en cadáver insensible, sin saber que unos años más tarde la frase podría servirle para describir su propia muerte y la de su cadáver envuelto en una bandera británica arrojado al Atlántico a la altura de Santa Catarina. "La revolución había quedado inconclusa, dando origen al mito", concluye Goldman. El gran mérito de la autora consiste en la reconstrucción de la historia del hombre dejando de lado el mito. El libro representa la más exhaustiva biografía de Moreno, que es también la del nacimiento de una nueva república cuyo principal arquitecto muestra una capacidad intelectual para sobrevivir e interpretar, solo por unos meses, aquel territorio desconocido llamado la revolución.

 

Gabriel Entin
CONICET / CHI-UNQ

1 Tulio Halperin Donghi, "Intelectuales, sociedad y vida pública en Hispanoamérica a través de la literatura autobiográfica", Revista Mexicana de Sociología, vol. 44, Nº 1 (enero-marzo de 1982), p. 324.

2 Jorge Myers, "Los intelectuales latinoamericanos desde la colonia hasta el inicio del siglo XX ", en Carlos Altamirano (dir.), Historia de los intelectuales en América Latina, Buenos Aires, Katz, 2008, vol. I, pp. 29-50.

3 Manuel Moreno, Vida y memorias del doctor don Mariano Moreno, Londres, Imprenta J. M. Creey, 1812.

4 Diego Javier Bauso, Un plagio bicentenario. El "Plan de operaciones" atribuido a Mariano Moreno. Mito y realidad, Buenos Aires, Sudamericana, 2015.

5 Noemí Goldman, Historia y lenguaje. Los discursos de la Revolución de Mayo, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1992.

6 Oscar Terán, "Mariano Moreno: Pensar la Revolución de Mayo", en Historia de las Ideas en la Argentina. Diez lecciones iniciales, 1810-1980, Buenos Aires, Siglo XXI, 2010, pp. 25-59.

7 Tulio Halperin Donghi, "El letrado colonial como inventor de mitos revolucionarios: Fray Servando Teresa de Mier a través de sus escritos autobiográficos", en aa.vv., De historia e historiadores (Homenaje a José Luis Romero), México, Siglo XXI, 1982, p. 132.

8 David A. Brading, Orbe indiano. De la monarquía católica a la república criolla, 1492-1867, México, FCE, 1991.

9 Gabriel Entin, "El patriotismo americano en el siglo XVIII: ambigüedades de un discurso político hispánico", en Véronique Hébrard y Geneviève Verdo (comps.), Les indépendances hispano-américaines, un objet d’histoire, Madrid, Casa de Velázquez, 2013, pp. 19-33.

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