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Prismas

versión On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.21 no.2 Bernal dic. 2017

 

OBITUARIO

Antonio Candido (1918-2017)

 

El 12 de mayo de 2017 falleció, en San Pablo, Antonio Candido. Tenía casi 100 años y una obra inmensa en el campo de la crítica literaria y cultural. Estudió en la Universidad de San Pablo en los años treinta, cuando recién había sido creada, y en 1941 fundó, con otros jóvenes intelectuales, la revista académica Clima. También participó en la prensa, en lo que en el Brasil se conoce como crítica de rodapé, y fue con sus "Notas de Crítica Literária", recopiladas en su libro Brigada Ligeira, de 1945, que adquirió renombre en el campo literario. Ese mismo año publicó su tesis O método crítico de Silvio Romero, donde analiza la figura del historiador. Sin duda, su libro más importante es Formação da literatura brasileira (momentos decisivos), que publicó en dos tomos a fines de los años cincuenta. Allí traza renovadoramente una historia de la literatura brasileña a partir de los conceptos de "sistema literario" y "formación", en términos que resultan muy críticos con la historiografía literaria anterior; a medida que avanza en el audaz objetivo de estudiar "el deseo de los brasileños por tener una literatura", Candido entrega instigadores close readings articulados con una mirada sociocrítica de la literatura. Posteriormente, Candido publicó muchísimos otros libros, entre los que se destacan Parceiros do Rio Bonito (1964), A educação pela noite e outros ensaios (1987) y Literatura e sociedade (1985). Algunos de ellos, como O discurso e a cidade (1993) o Teresina etc. (1980), muestran la diversidad de sus intereses, que van desde el memorialismo hasta lecturas que incluyen clásicos del ensayo brasileño de su tiempo (como Raíces de Brasil, de Sergio Buarque), escritores europeos (Cavafis, Zola, Buzzati) y, como era inevitable, también de su país (entre los que se destacan aquellos dedicados a Mário de Andrade). O discurso e a cidade, además, incluye uno de sus escritos clave: "Dialética da malandra-gem" (1970), sobre Memórias de um Sargento de Milícias de Manuel Antonio de Almeida. Este ensayo es un ejemplo de lucidez ética y crítica: en él Candido revisa los supuestos de Formação da literatura brasileira y propone una lectura que permita salir de la configuración del poder dominante.

Lo primero que sorprendía en Antonio Candido era su modo de moverse y de hablar: era elegante pero no en el sentido que dan la vestimenta o el glamour, sino en su corporalidad comedida, en el tono de su voz, en la claridad de sus argumentos, en su gestualidad sobria. Carecía de aquello que en la Argentina, por ejemplo, suele definir a los críticos comprometidos de izquierda: la vehemencia sobreactuada, la indignación moralizada y vociferante, la posición exterior a los acontecimientos que autoriza la negatividad radical. Más aun: en la Argentina podría haber pasado por un crítico conservador, algo que hasta encontraría pruebas en su origen social o en el hecho de haber llevado una vida profesional relativamente estable (perteneció a la Universidad de San Pablo hasta su retiro de la vida académica). Sin embargo, Candido fue un militante antifascista en tiempos de la guerra, un crítico implacable de las dictaduras y fue miembro fundador del pt en 1980, aunque nunca quiso aceptar cargos gubernamentales. Jorge Schwartz me contó que con casi 94 años participó en las movilizaciones callejeras de 2013. Sin grandilocuencias ególatras, participó asiduamente de reuniones del Partido de los Trabajadores hasta el final de su vida.

Esa bonhomía que transmitía su presencia se irradiaba también en sus escritos. De una argumentación clara, con un ritmo equilibrado y sin estridencias teóricas, Antonio Candido parecía haberse formado en un ambiente iluminista que informa tanto su estilo como sus opiniones políticas y estéticas. Pero con una peculiaridad: pese a estar lejos del experimentalismo, podía calibrar con precisión la aparición de lo nuevo o el valor de la vanguardia. ¿Cómo entender, si no, que cuando apareció Cerca del corazón salvaje, la primera novela de Clarice Lispector, Candido haya escrito en una reseña elogiosa que la autora de poco más de 20 años entraba "en terrenos poco explorados" y se negaba a asumir "posiciones ya adquiridas"? ¿O cómo explicar su valoración lúcida de la figura y la obra de Oswald de Andrade -quien lo había bautizado como "chato boy" [chico aburrido] por su escritura académica- y su insistencia para que escribiera sus memorias? Aun más sorprendente: ¿cómo fue que aceptó dirigir las tesis de doctorado de los poetas concretos Haroldo de Campos y Décio Pignatari, temperamentos y poéticas que estaban en las antípodas de las suyas? La primera explicación está en el ego. En un ambiente inclinado a la vanidad y la jactancia, conozco pocas escrituras críticas menos egocéntricas que las de Antonio Candido. La crítica suponía para él un lento trabajo de despersonalización pero no en el sentido de abdicar de su estilo (siempre presente) sino de detectar fenómenos y observar funcionamientos. En Candido, el método (no la aplicación sino su construcción deliberada para objetos determinados) es el antídoto contra el gusto. Es cierto que en las reseñas a veces el gusto toma la delantera o que en la Formagao, como bien vio Haroldo de Campos, el método avala (fundadamente) sus diferencias con el barroco, pero sus lecturas de Clarice, Oswald o Guimarães Rosa no hubieran sido posibles sin esa preeminencia del método sobre el ego, de la apertura estética sobre el sectarismo. En esa constelación hay que entender que haya elegido la figura de Sílvio Romero para hacer su tesis de doctorado y que no se haya inclinado por un historiador de la literatura francesa que le hubiese valido el beneplácito de sus profesores de la usp (los franceses o los brasileños) y un prestige más seguro.

La otra razón que explica la amplitud de la visión crítica de Candido es su razonamiento dialéctico, que no toma su fuerza del marxismo sino –una vez más– del iluminismo. aunque a menudo sea un método (como en el clásico "Dialética da malandragem"), lo interpreto como una actitud, un modo de ver las cosas y de pensar: la perspectiva sociológica no debía ahogar el texto literario, la dialéctica debía tener como objetivo mostrar su lógica intrínseca. En palabras de Roberto Schwarz, "a perspectiva é socialista, mas antistalinista, amiga da experimentação formal audaciosa, além de convencida, no caso das artes, da precedência da obra sobre a opinião política expressa, o que permitia ao crítico engajadamente antifascista a consideração isenta dos autores com simpatia pela direita".

Si bien cuenta con discípulos de gran calibre, el legado de Candido no se reduce a un grupo de acólitos o seguidores. Sus textos aparecen citados una y otra vez por críticos de diferente formación y procedencia. Resulta difícil, por no decir imposible, realizar una investigación sobre literatura brasileña sin encontrarse, en algún momento de la research, con uno de sus ensayos. Incluso quienes entraron con él en fuertes polémicas (como Haroldo de Campos o Alfredo Bosi) no dejaron de manifestar la admiración que les causaba.

Para la crítica latinoamericana, es particularmente importante su influencia en la colección de literatura brasileña que hizo Fondo de Cultura Económica en los años cincuenta, en la que Candido ejerció la función de asesor. Pero fue en los años sesenta, después de conocer a Ángel Rama (quien reconoció su deuda con el crítico brasileño en su concepto de sistema literario), que Candido escribió algunos textos insoslayables sobre la cultura en América latina, como "Literatura y subdesarrollo" de 1969. El diálogo intelectual con Rama tuvo otros hitos importantes: fue su interlocutor privilegiado sobre el Brasil en la colección de la editorial Ayacucho dirigida por el crítico uruguayo, y participó con él en varias reuniones importantes, como aquella cuyas intervenciones Rama recopiló en el volumen Más allá del boom: literatura y mercado, de 1984. También estuvo, otra vez junto con Rama, en el encuentro de Campinas de 1983, en el que se discutieron las posibilidades de escribir una historia de la literatura latinoamericana que no reprodujera los patrones dominantes (tema, además, de su "Dialética da malandragem").

Equilibrado y desestabilizador a un mismo tiempo, Antonio Candido nos deja una obra que no solo se basa en la palabra sino también en los actos: una ética de la crítica que es la ética de un pensamiento libre.

Gonzalo Aguilar
UBA / CONICET

 

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