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Prismas

versión On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.23 no.1 Bernal ene. 2019

 

Reseñas

François Dosse, Castoriadis. Una vida

Martín Plot* 

*CONICET / Universidad Nacional de San Martín

Dosse, François. Castoriadis. Una vida. ,, Buenos Aires: El cuenco de plata, 2018. 512p.

Castoriadis. Una vida, de François Dosse, es más que una biografía de Cornelius Castoriadis. Pero, ¿qué es? No es, en efecto, un relato lineal, cronológico, de la historia personal o intelectual del polifacético filósofo greco-francés. No es, tampoco, una obra que ofrezca una interrogación extensa de las innovaciones conceptuales o las articulaciones de teoría social, política o psicoanalítica de nuestro autor. El libro no persigue un solo propósito ni enfatiza un solo aspecto de la vida personal o la contribución intelectual de “Corneille”, como lo llamaban sus amigos. El extenso trabajo de Dosse no es ninguna de esas cosas pero contiene muchos de los elementos característicos de cada una de ellas. Quien lo lee, entonces, tiene siempre de donde aferrarse, encuentra en cada uno de sus capítulos elementos que permiten trazar una lectura à la carte de aquellos elementos de la vida de este pensador único que más convocantes resulten.

Una clave de lectura de las varias posibles se ilumina, o termina de iluminarse por completo, en la última de sus líneas. El libro se cierra con una breve sección de apéndices. Los apéndices son todos, menos uno, cartas de, o dirigidas a, Castoriadis. Las últimas líneas, de la última de las cartas, dicen lo siguiente: “El pueblo siempre está ahí (tú bien lo presentías). ¿Es o no el que esperábamos? En ese punto comenzamos a discrepar. [El pueblo ya] no cree en la violencia como solución, sino que está más abierto a los argumentos que es capaz de comprender y refutar. No es revolucionario, ¿y quién podría quejarse de eso después de tantas carnicerías perpetradas en nombre de la revolución?” (pp. 492-493). Las líneas no son de Castoriadis sino de Daniel Mothé, pero están dirigidas a aquel a la manera de una síntesis de aquello que los había separado años atrás, algo que también separó a Castoriadis de tantos de sus otros compañeros de ruta -sobre todo de Claude Lefort-en los distintos momentos de su hiperactiva y ecléctica vida intelectual y política.

¿Pero por qué elige Dosse concluir su biografía con una serie de apéndices en los que, el último de ellos, alude al abandono de la idea de revolución? La respuesta no es obvia, pero tampoco imposible de delinear. El libro no tiene una “tesis”, pero sí ofrece una caracterización de su personaje central. Castoriadis, para ser en parte comprendido en su especificidad, debe ser diferenciado de dos de los tipos de intelectual crítico característicos del siglo XX: tanto de aquel que hizo de su fidelidad a la idea marxista una fidelidad a la realidad soviética, como de aquel que hizo de la denuncia de esta última una condena de la revolución. Castoriadis, como deja entrever el breve título del libro, sin duda vivió una vida plena, compleja y llena de contradicciones. Más integrado al sistema de acumulación y circulación económica propio del capitalismo que ningún otro intelectual y filósofo de su talla durante el siglo XX, “Corneille” sin embargo nunca abandonó su crítica al capitalismo y su fe en la revolución. Lo primero -su integración- nunca le impidió lo segundo -su crítica- algo que no dejó de sorprender a muchos de quienes, en distintos momentos de su vida, compartieron con él pasiones y decisiones, emprendimientos y fracasos.

Castoriadis, el gran filósofo greco-francés del siglo XX, fue solo tardíamente reconocido institucionalmente e incorporado a la academia. Esto ocurrió plenamente recién en 1979, a sus 57 años, cuando pudo finalmente sumarse a la École des hautes études en sciences sociales. Hasta ese momento, dos fueron las profesiones que -al mismo tiempo que producía gran parte de su obra filosófica y no dejaba de participar en la vida política parisina- le habían permitido solventar una confortable existencia: las profesiones de economista y de psicoanalista. Como economista, gozó de una posición cada vez más importante en la OCDE (la Organización para la cooperación y el desarrollo económicos), en la que trabajó desde 1948 y que dejó en 1970 para dedicarse de modo más exclusivo a la práctica psicoanalítica. Ambas profesiones siempre le aportaron ingresos más que suficientes, pero estos ingresos se vieron en parte afectados por la fe excesiva en su capacidad de multiplicar sus recursos económicos por vía de la inversión financiera, algo que caracterizó a Castoriadis durante parte de su vida. Una vida compleja y contradictoria, polifacética y sumamente rica, la vivida por Castoriadis, pero una vida que no dejó de bregar por la transformación radical de las condiciones sociales de la época, tanto las condiciones de explotación como las de despolitización -esa “gran somnolencia” a la que el libro dedica uno de sus capítulos finales-.

Dos tensiones atraviesan el libro entonces. Por un lado, la de la crítica al devenir primero burocrático y luego totalitario de una revolución -la soviética- sin abandonar por ello la vocación revolucionaria, entendida esta como el continuo esfuerzo humano por el avance del proyecto de autonomía. Por otro lado, la de la crítica a un capitalismo y a una sociedad crecientemente distanciados de la creación histórico-social sin abandonar por ello la dedicación a una vida capaz de inscribirse ambiguamente en ese mundo a transformar. Estas dos tensiones se despliegan de modo diferenciado en la primera y la segunda parte del texto. El libro en su conjunto está organizado sobre varias temporalidades, que se estructuran alrededor de las principales dimensiones de la vida de Castoriadis: su vida como militante político y como intelectual comprometido, su vida como psicoanalista, y su vida como filósofo y teórico social. Estas temporalidades son las que hacen del libro un texto no lineal, o al menos un texto cuya secuencia narrativa no es la de la mera cronología determinada por el paso de los años. El libro avanza, sí, cronológicamente, cuando se aboca al análisis y a la narración del despliegue temporal autonomizado de cada una de esas dimensiones de su vida, pero vuelve luego sobre sus pasos para retomar la génesis de otra de ellas: primero, su militancia y su vida de intelectual crítico de los acontecimientos políticos de su tiempo (capítulos 2 a 7), su vida como psicoanalista y la transformación tanto profesional como filosófica que esto trajo aparejado (capítulos 8 a 10), su vida propiamente filosófica y su entrelazamiento con la militancia ya madura (capítulos 11 a 14).

Estas tres temporalidades estructuran la primera mitad del libro. La segunda, en cambio, está dominada por capítulos más puntualmente temáticos, ya sea abocados a cuestiones conceptuales o bien a aspectos más biográficos o políticos de la vida de Castoriadis. La secuencia ofrece, así, una tematización más pausada y analítica que las series de capítulos temporalmente organizadas de la primera mitad de la biografía. Los capítulos se suceden profundizando alternativamente en las cuestiones de su mirada acontecimental -que prioriza la contingencia de la creación de eidos en el despliegue histórico-social- y anti-teleológica (capítulos 15 y 19), su ingreso a la vida académica formal (capítulo 16), su interpretación de la inminencia de la tercera guerra mundial durante los años ochenta (capítulo 17), su concepción del origen griego de la democracia (capítulo 18), la centralidad de su teorización de lo imaginario y la institución histórico-social (capítulo 20), la recepción internacional de su obra (capítulo 22) y, por último, una serie de capítulos conclusivos (21, 23 y 24), en los que estas dimensiones conceptuales, políticas y biográficas se van cerrando sucesivamente a modo de conclusión. Uno de esos capítulos, “La obra puesta a trabajar”, retoma sin duda la clave de lectura que Lefort puso en práctica en su monumental Maquiavelo, libro en el que este último dedica gran parte de sus más de setecientas páginas al análisis detallado de la persistencia y, si se quiere, performatividad de la obra del pensador florentino a lo largo de los siglos.1 En su biografía, Dosse consagra uno de los capítulos finales a la apertura de la obra de Castoriadis a su “puesta a trabajar” en las lecturas y las obras de autores contemporáneos, a su presencia en la teorización de nuevos horizontes y a la formulación de nuevas conceptualizaciones, proceso inacabado e inacabable que invita al lector a sumarse al “trabajo de la obra Castoriadis”.

Por supuesto, desde el punto de vista de la historia conceptual, la contribución más importante de Castoriadis. Una vida es la inscripción del surgimiento de las nociones de “imaginario social”, “imaginación e imaginario radical”, e “institución” en tanto que relación ineludible de lo instituyente y lo instituido en un contexto intelectual, social e histórico como el de las décadas del ’60 al ’80. En ese período Castoriadis abandona a Marx por Freud, lee con sumo interés a Maurice Merleau-Ponty, y finalmente publica, en 1975, su principal trabajo, La institución imaginaria de la sociedad.2 Luego de haber ya concluido los sucesivos emprendimientos intelectuales que rodearon a las varias publicaciones filosófico-políticas de las que había formado parte, fundamentalmente la revista Socialismo o Barbarie, fundada con Lefort en 1949-abandonada por este último en 1956-, y concluida en 1967, un año antes de un Mayo Francés que no debería ser pensado con independencia del trabajo intelectual que los integrantes de Socialismo o Barbarie habían desarrollado durante las dos décadas anteriores. En 1971, Marcel Gauchet invita a Castoriadis y a Lefort a sumarse a una nueva revista, Textures, invitación que Gauchet asocia con el programa esbozado por los últimos escritos de Merleau-Ponty. Ambos aceptan la propuesta y emprenden así un nuevo camino intelectual inscripto, de alguna manera, en “el trabajo de la obra Merleau-Ponty”.

En ese mismo año, 1971, Castoriadis contribuye a un número especial de L’ARC en honor a Merleau-Ponty, con un texto titulado “Le Dicible et l’indicible”. Allí, el filósofo analiza la noción merleaupontyana de “parte total”. Para Merleau-Ponty, todo “ser carne” es ser parte total, porque la carne irradia, desde su propio ser, hacia la generalidad de la carne del mundo (pero ese “todo” que es la carne del mundo no es cierre sino apertura, es institución pero en tanto que institución/instituyente que es, a su vez, institución/instituida). En este texto, para Castoriadis el lenguaje es emblema de este ser “parte total” y por lo tanto “magmático” y abierto a la creación histórico-social. Esta idea será central a su obra y podría decirse que este doble movimiento analizado por Dosse -el pasaje de Marx a Freud y el reencuentro con Merleau-Ponty- es un aspecto central de la encrucijada que da origen al laberinto que es el pensamiento de Castoriadis.

Como Aristóteles, nos dice Dosse, Castoriadis se propone pensar todo lo pensable. Ofreciendo un mapa pormenorizado de este laberinto, Dosse nos ofrece a la vez una mirada histórica sumamente rica del mundo intelectual francés de la segunda mitad del siglo XX. En ese marco, es posible revisitar a través de esta biografía las derivas de las principales revistas de pensamiento político de la época, la influencia de Lacan y el psicoanálisis en la vida parisina de los años ’60, el impacto intelectual del Mayo Francés, la decepción política provocada por la llegada del socialismo al poder y las luchas políticas de la Europa de posguerra -tanto en Grecia como en Francia- en los’40 y ’50. Finalmente, Dosse ilumina los años de una posguerra fría en los ’90 que, en un mismo movimiento, parecen a Castoriadis oscurecer las perspectivas de autonomía y de creación social a la vez que inaugurar nuevas dimensiones-como la destrucción capitalista del medio ambiente- que invitan a pensar las tareas requeridas por una democracia todavía por venir ante la decepción general provocada por las “oligarquías” del Occidente global. Esa es la revolución a la que Castoriadis, como sugiere el texto, permaneció fiel. Una revolución que es creación y es autonomía, pero que ya descree de la violencia como su forma de advenimiento.

1 Claude Lefort, Le travail de l’œuvre Machiavel, París, Gallimard, 1972 [trad. esp.: Maquiavelo. Lecturas de lo político, trad. de Pedro Lomba, Madrid, Trotta, 2010.

2Cornelius Castoriadis, La institución imaginaria de la sociedad [1975], Buenos Aires, Tusquets, 2007.

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