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Prismas

versión On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.23 no.1 Bernal ene. 2019

 

Reseñas

Ana Lucía Magrini, Los nombres de lo indecible. Populismo y Violencia(s) como objetos en disputa. (Un estudio comparado del peronismo en Argentina y el gaitanismo en Colombia)

Adriana Rodríguez Franco* 

*Universidad de los Andes

Magrini, Ana Lucía. Los nombres de lo indecible. Populismo y Violencia(s) como objetos en disputa. (Un estudio comparado del peronismo en Argentina y el gaitanismo en Colombia). Buenos Aires: Prometeo, 2018. 346p.

En la historiografía de América Latina es común observar trabajos que dicen desarrollar una perspectiva “comparada”. No obstante, la mayoría de esas publicaciones articulan su contenido alrededor de un tema o período histórico, pero su análisis se mantiene en la órbita de las historias nacionales. Los fenómenos que se consideran comunes a la experiencia histórica del subcontinente son estudiados a partir de casos: el populismo en la Argentina, en el Brasil o en México; la violencia en Colombia, Chile o Bolivia. Algunos de estos casos se erigen al estatus de tipos ideales a partir de los que se comparan las demás experiencias -como ocurre con el peronismo-, mientras que otros adquieren la condición de “casos excepcionales” -como la perenne violencia colombiana-.

El estudio de Magrini no sigue esta línea tradicional para abordar la tan necesaria pero tan elusiva comparación; de hecho, su propósito no es plantear un contraste entre los eventos asociados al desarrollo del populismo en Colombia y la Argentina, o establecer, en términos de verdad histórica, cuáles serían las razones que explican el “triunfo” o el “fracaso” de la experiencia populista en los dos países. La obra no se constituye entonces en un estudio que trate de explicar por qué el populismo sí tuvo arraigo en la Argentina del auge industrial de los años cuarenta, a diferencia de Colombia, país que vio fracasados sus precarios ensayos populistas y que se embarcó en un conflicto político que aún no ha encontrado solución.

En síntesis, el planteamiento del problema de investigación de Los nombres de lo indecible surge de comparar sistemáticamente cómo fueron construidos dos de los significantes más importantes de la historiografía argentina y colombiana durante casi toda la mitad del siglo XX -el peronismo y el gaitanismo, respectivamente- y cuáles fueron los conceptos que se utilizaron para llenarlos de contenido: el populismo, para el caso argentino, y la(s) Violencia(s) para el colombiano. La construcción de esas categorías es observada en sus dimensiones sincrónicas y diacrónicas, para lo que se propone una periodización de ese proceso, que está determinado por la relación entre los autores responsables de la formulación de esos significantes -tan reiterativos y a la vez disputados en el escenario intelectual y político de los dos países- y las condiciones sociopolíticas e intelectuales en el que ellos se desenvolvían. El replantear la conexión texto/contexto le permitió a la autora detectar cómo se gestó la resignificación de los objetos en las narrativas sobre el peronismo y el gaitanismo durante cada período y su transformación con el paso de los años. Es en el presente, en el momento en que se conciben las narrativas, en el que “se configura, el pasado, el presente y el futuro” (p. 16).

Magrini aclara que fueron varios los conceptos que en algún momento se esgrimieron para configurar como objetos históricos tanto al peronismo como al gaitanismo; para el primero se pueden citar “fascismo”, “autoritarismo”, “dictadura”, “bonapartismo”, entre otros, y para el segundo “terrorismo”, “revolución”, “bandolerismo”, “conflicto interno”, también entre otros más con los que se intentó no solo caracterizarlo sino también investirlo de significado. No obstante, fueron “populismo” y “la(s) Violencia(s)” los que demostraron tener más arraigo en las narrativas del peronismo y del gaitanismo, y a los que se les pudo realizar tanto un seguimiento como una comparación sistemáticos, toda vez que su implantación como significantes fue resultado de múltiples debates y confrontaciones, debido especialmente a su estrecha conexión con las problemáticas del contexto en que eran formulados. Los dos conceptos no solo fueron consolidándose, transformándose y asimilándose; la cuestión que detecta la autora es que ambos fueron excedidos en cuanto a su significado, adquiriendo sentidos diversos y múltiples representaciones, en tanto servían como instrumentos para “decir lo indecible” en el presente.

El Día de la Lealtad (17 de octubre de 1945) en la Argentina y el Bogotazo (9 de abril de 1948) en Colombia fueron fechas revestidas con un carácter simbólico en la historia política de los dos países, no solo por la magnitud de las movilizaciones sociales que se produjeron -con un acento dramáticamente violento en el caso colombiano- alrededor de las figuras de Juan Domingo Perón y Jorge Eliécer Gaitán, respectivamente, sino porque fueron acontecimientos continuamente revisitados, releídos y resignificados, incluso antes de que los significantes peronismo y gaitanismo fueran esgrimidos en el proceso de construcción de sus narrativas. En relación con estos eventos, Magrini devela cómo las formas en que fue interpretada la irrupción de lo popular en la movilización política y social del peronismo y del gaitanismo -especialmente visible en esas dos fechas- cumplieron un papel fundamental en el desarrollo de los debates políticos contemporáneos. En este punto es que la autora puede sentar otro punto de comparación: entretanto, en la Argentina las controversias se desarrollaban con el peronismo como una “presencia ausente”, un legado que mantenía con vigencia su impronta pese a la ausencia física de Perón, en Colombia el gaitanismo tenía la condición de “ausencia presente”, en el que la violenta desaparición de su líder representó también la eliminación de su proyecto político, aunque sin perder totalmente su actualidad al ser añorado por algunos o evocado con preocupación por otros. Por esta razón se habla en la obra de ambos como “objetos parciales”, nunca concluidos, ya que su contenido en las narrativas ha estado sujeto (y podemos inferir que lo seguirá estando) a los “límites de decibilidad en determinados contextos” (p. 25) o a las condiciones de posibilidad de representación de otros objetos con los que guardan cierta continuidad o relación.

La estructura de la obra responde al planteamiento de un marco teórico diverso y nutrido de diferentes fuentes -que se halla detalladamente expuesto en la introducción-, cuya formulación se orienta a demostrar que el pasado debe ser considerado fundamentalmente como una “reconstrucción discursiva” (p. 39). Así, la autora reconoce que sus principales referentes se encuentran en el marco de la teoría política del discurso, la historia política e intelectual y la historia y la política como significación, convocando a autores como Elías Palti, Ernesto Laclau, Slavoj Žižek, entre otros, y a partir de los cuales espera poder estudiar las disputas por la producción de significados sobre lo político y sus contextos de debate, así como explicar por qué unas narrativas lograron posicionarse como hegemónicas mientras que otras pasaron a ser marginales. También se destacan las categorías de “condensación” -vinculada esta al análisis sincrónico en la construcción del objeto histórico-, de “desplazamiento” -que en una perspectiva diacrónica revela la “flotación” de los significados y las interpretaciones- y la de “la paralaje” -que, tomada desde la astronomía y enriquecida por Žižek, remite a cómo la posición de un objeto cambia de acuerdo a la posición del observador, sin que necesariamente se esté ante la tradicional relación sujeto/objeto, en la que el segundo es exterior al primero, quien simplemente lo observa -.

Desde esta propuesta teórica, Magrini comprueba la existencia de tres tipos de narrativas sobre el peronismo y el gaitanismo, y partiendo de ellas organiza los tres capítulos sincrónicos del libro; en tanto, los dos restantes tienen una perspectiva diacrónica. El primer capítulo analiza dos narrativas subjetivistas, producidas por dos cercanos partícipes de la movilización peronista (Cipriano Reyes) y gaitanista (José Antonio Osorio Lizarazo); ambos comparten lugares de enunciación al haber acompañado de cerca a los dos líderes en los primeros momentos de su actividad política, para distanciarse posteriormente al denunciar la existencia de contradicciones en el movimiento o la usurpación de liderazgos legítimos por actores oportunistas. El capítulo analiza la contribución de los autores a la construcción del peronismo y el gaitanismo como objetos históricos, el primero falseado y el segundo no reconocido, pero en ambos casos con base en una concepción heroica del pueblo. En el segundo capítulo emergen las narrativas polifónicas: durante la década del sesenta, Carlos Fayt contribuyó a consolidar la ruptura entre peronismo y antiperonismo, en la que lo popular aparece vinculado con la violencia y el pueblo (masa) maleable ante la influencia de líderes negativos como Perón; en cambio, en la narrativa de múltiples perspectivas propuesta por Arturo Alape sobre el gaitanismo, el pueblo (multitud), tras la ausencia de Gaitán, quedará desprovisto de orientación populista y será susceptible de caer en la violencia en forma de vendetta. En este punto ya se hace evidente cómo se vincula la estructura de las narraciones subjetivas y polifónicas con la configuración de las relaciones conceptuales del populismo y la(s) Violencia(s). El tercer capítulo muestra cómo “hacia los años ochenta el subjetivismo y la polifonía se fundieron con las narrativas objetivistas más relativizadas” (p. 142), de lo cual son muestras las investigaciones doctorales de Juan Carlos Torre y Herbert Braun. Los argumentos de ambos autores, aunque matizados, no superaron las visiones ya construidas desde las ópticas subjetivistas y polifónicas: el peronismo como obstáculo para el desarrollo de una democracia real en la Argentina y el gaitanismo como proyecto trunco de inclusión política de las mayorías.

Los capítulos cuatro y cinco presentan el análisis diacrónico del peronismo y del gaitanismo como objetos históricos vinculados al desarrollo del populismo y la(s) Violencia(s) como conceptos polisémicos en las ciencias sociales, y también a los cambios en el escenario político de los dos países. En el apartado se amplía considerablemente la cantidad de autores estudiados -no es claro porqué el límite temporal para la muestra bibliográfica es la mitad de la década del ochenta- y se explicita la articulación y la superposición entre los momentos en que se produjeron las tipologías narrativas desarrolladas en los tres capítulos iniciales. Aquí se hacen más evidentes las referencias cruzadas entre las interpretaciones argentinas y colombianas del populismo y la violencia, y que en círculos académicos y en la opinión pública giró alrededor de planteamientos contrafactuales sobre “qué hubiera pasado si”, por ejemplo, el peronismo no hubiera sido como fue o si Gaitán hubiera efectivamente gobernado.

Para concluir, es pertinente subrayar que Magrini no buscó modelar otra definición sociológica del populismo en la Argentina ni replantear los alcances de la violencia como categoría en la historiografía colombiana. Su obra se concentró en identificar cómo se llegó a la formulación de esos conceptos, qué significado se les otorgó y cómo la interacción entre los autores y su contexto político e intelectual las hizo vacuas, flotantes y polisémicas; pero, lo más importante, cómo contribuyeron a la significación y resignificación de los dos fenómenos sociopolíticos más importantes de la historia del siglo XX en los dos países. El peronismo y el gaitanismo han convocado la atención de una inmensa cantidad de autores, con diferentes trayectorias e intereses, pero son prácticamente inexistentes para el caso latinoamericano las reflexiones que conduzcan a abrir nuevas perspectivas sobre la importante relación entre la forma en que son revestidos de historicidad los eventos del pasado y las circunstancias en que ese proceso tiene lugar.

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