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Prismas

versión On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.23 no.1 Bernal ene. 2019

 

Reseñas

Paula Bruno, Martín García Mérou: Vida intelectual y diplomática en las Américas

Teresa Davis* 

*Emory University, Atlanta

Bruno, Paula. Martín García Mérou: Vida intelectual y diplomática en las Américas. Bernal: Universidad Nacional de Quilmes, 211p.

Martín García Mérou vivió al margen de varias “generaciones.” No cabe nítidamente dentro de la “generación del ‘80”, aunque convivió con sus principales figuras y es conocido como uno de sus mejores cronistas.(1) Conoció de paso, y en su vejez, a las luminarias de la generación del ‘37, pero la convivencia fue corta. Tampoco perteneció a lo que Oscar Terán llamaría “el primer anti-imperialismo latinoamericano” aunque vivió todos los momentos clave -la Primera Conferencia Panamericana, la Guerra de Cuba, la crisis de Venezuela y la elaboración de la Doctrina Drago- de una época de reconfiguración frente a la nueva supremacía de los Estados Unidos en el continente americano.(2) En términos cronológicos, su vida transcurrió durante la época de consolidación del Estado-nación argentino, aquella época que va desde la presidencia de Mitre hasta 1912, año de la inauguración de una nueva -democrática-, simbolizada por la Ley Saénz Peña. Murió en 1905, demasiado pronto para tornarse observador y crítico de las crisis democráticas que siguieron a la llegada al poder del radicalismo en 1916.

Aun así, en el nuevo libro de Paula Bruno García Mérou no aparece como un prototipo del intelectual de la república oligárquica. Manifestó de vez en cuando sus preocupaciones frente al materialismo y la falta de educación del “populacho”. Pero se mostró menos pesimista que otros pensadores contemporáneos, y más interesado en las posibilidades que se abrían en esa época de rápidos cambios económicos y sociales. Visto en su perfil variado de crítico literario, poeta, diplomático y americanista, la vida y los escritos de García Mérou nos invitan a interrogar la utilidad de encerrar a la historia dentro de rígidas clasificaciones generacionales, políticas e ideológicas. García Mérou fue, ante todo, un incisivo observador de un mundo marcado por la crisis y la transformación. Si desde la actualidad podemos denominar a su momento como período de primera globalización, de consolidación de los estados nacionales y de traspaso hegemónico entre Inglaterra y los Estados Unidos, su vida y sus escritos nos proveen una visión más inmediata de esos hechos. Lo que ofrece este libro es una invitación a repensar las múltiples posibilidades y las aspiraciones que acompañaron la construcción de una cultura nacional argentina y a la súbita creación de un nuevo campo internacional.

El libro de Bruno está organizado en dos partes. La primera es una biografía crítica de García Mérou que provee, a su vez, un marco para entender la recopilación de textos que forma la segunda parte del libro. García Mérou nació en Buenos Aires en 1862, en un entorno sacudido por los años de guerra civil que siguieron a la caída de Rosas. Es conocido ante todo como crítico literario, y Bruno destaca que sus libros han servido ante todo como referencia para aquellos historiadores que estudian el ambiente literario del final del siglo XIX. Al igual que David Viñas y el mismo Terán, quienes fueron algunos de los primeros en hablar sobre una “generación” del ’80, Bruno nota la urgencia con que las generaciones jóvenes de este período se abocaron a la búsqueda de una literatura propiamente nacional, capaz de proveer un contenido cultural a la construcción simultánea del Estado-nación. Mérou participó activamente en las tertulias y las organizaciones literarias de la capital, donde se reunían las figuras más importantes de su época. Su libro más conocido, Recuerdos Literarios, sirvió como guía para quienes trataron más tarde de reconstruir las pautas clave de ese momento histórico. Según nota Bruno, aunque no perteneció a ninguna generación se lo recuerda como “inventor de generaciones,” cuyos escritos formaron la base para una gran cantidad de interpretaciones posteriores.(3)

Uno de los propósitos del libro es rescatar a García Mérou de la tendencia a interpretarlo como “mero cronista de la “generación del ’80,” o como una “réplica deteriorada y empobrecida” de su mentor Miguel Cané.(4) Bruno nota que sus apreciaciones tanto de los “padres fundadores” (Alberdi, Sarmiento, Mitre, Echeverría, Avellaneda) y de los “contemporáneos mayores de edad” (Groussac, Lucio V. López, Cané, Wilde, Goyena, Estrada, Zeballos) fueron más incisivas y heterogéneas de lo que se podría esperar de una simple crónica de la vida intelectual de la época. El libro reúne una excelente serie de textos sobre ambos grupos, los cuales dan una impresión de la gran variedad de intereses y de la inmensa erudición de su autor.

Los escritos sobre Alberdi y Sarmiento son de los más interesantes de la recopilación, y contienen no solo una provocadora polémica a favor de Alberdi, sino también un análisis tanto intelectual como personal de los dos personajes clave de la historia argentina. Su defensa de Alberdi, como representante de la razón frente a la pasión y la “barbarie” de Sarmiento (quien describe con el mismo término que este último usó para condenar al caudillo Facundo), prefigura una de las temáticas centrales de su pensamiento. Estas ideas reaparecen sobre todo en sus comentarios favorables sobre la política y el sistema educativo en los Estados Unidos y lo distinguen, según Bruno, de otras figuras clave de un momento nacional o, en muchos casos, nacionalista, donde predominaba la sospecha tanto de la democracia como al “materialismo yankee”. Los textos reunidos, por fin, tienen un toque más personal que contrasta con otros escritos más sobrios sobre el legado de Alberdi y Sarmiento. En un momento humorístico, por ejemplo, García Mérou relata que el odio de Sarmiento al General Justo José de Urquiza (una de las razones de su ruptura con Alberdi) fue causado en parte por un perro de Urquiza que tenía la mala actitud de morder las pantorrillas de los visitantes a su tienda.(5)

Por otra parte, Bruno subraya las peripecias (físicas e intelectuales) de Mérou por fuera de la vida puramente literaria y es aquí, en la recuperación de su vida diplomática y de sus escritos sobre la actualidad internacional, donde se encuentra la verdadera originalidad del libro. En 1882, con solo 19 años, García Mérou empezó una carrera diplomática que solo terminaría con su muerte inesperada en 1905. Sus primeros viajes los hizo como secretario ad honorem de Miguel Cané en misiones a Venezuela y Colombia. En los años siguientes, ejercería como secretario de legación en la embajada argentina de Madrid, como ministro en Paraguay, Perú, Brasil y Estados Unidos y participaría como representante en la Segunda Conferencia Panamericana (México) y en el Octavo Congreso de Americanistas (Nueva York). Murió en Viena, a los pocos meses de haber sido nombrado ministro plenipotenciario en la legación argentina de Alemania, Austria, Hungría y Rusia.(6) Fue a lo largo de estos múltiples viajes que García Mérou escribió muchos de los textos que Bruno reúne en este libro.

García Mérou fue un ávido observador de las sociedades, y se interesó de manera particular por la vida intelectual de los países americanos. En su introducción, Bruno destaca varios aspectos importantes de estos escritos. Lo más notable al leer los textos es la sutileza y la mirada casi empírica sobre los muchos países donde ejerció como diplomático. En un momento, cuando la diplomacia tendía a ser una carrera de lujo para los hijos de la oligarquía porteña, García Mérou insistió no solo en aprender idiomas sino también en incorporarse en la vida intelectual, social e histórica de los países donde vivió. Los casos del Brasil y los Estados Unidos son de particular interés. En el primer caso, García Mérou jugó un rol central en las tentativas de anudar lazos de comprensión y cooperación con un país que se había leído hasta entonces a través de los esquemas tropicalistas de Sarmiento. En sus reflexiones sobre el Brasil, se encuentran las impresiones típicas de la época, sobre las diferencias sociales (sobre todo raciales y étnicas) y políticas (véase su crítica a las tendencias monárquicas de Nabuco), pero también se entrevé, como señala Bruno, otra corriente que aspira a iluminar las similitudes y los potenciales puntos de cooperación intelectual y económica entre el Brasil y los países hispanoamericanos. En algunos momentos hasta se vislumbra una franca admiración por un país que, según García Mérou, había superado a sus vecinos en varios aspectos importantes. Elogia, por ejemplo, la vida intelectual y sobre todo periodística de un Brasil donde subrayaba la existencia de debates enérgicos y más sofisticados que en cualquier otro país del continente. También encontraba mucho que valorar en la política internacional brasileña, con su temprano reconocimiento de la nueva potencia de los Estados Unidos y su precoz política de buscar lazos diplomáticos, económicos y culturales con ese país.

Por fin, sus escritos sobre los Estados Unidos son de gran interés y es de esperar que lleguen a formar parte del canon junto a los clásicos de Martí y Rodó. Es aquí donde se ve toda la complejidad del pensamiento de García Mérou. En su descripción de Chicago, quizás el más interesante de los textos sobre los Estados Unidos, García Mérou escribe con ojo de sociólogo y de poeta, destacando las contradicciones de la sociedad estadounidense (riqueza extraordinaria y pobreza profunda), indagando en las técnicas agrícolas que permitieron la expansión hacia el oeste y describiendo con lirismo los vuelos del tren metropolitano por encima de una ciudad monumental, hecha como para “una raza de cíclopes”.(7) De forma retrospectiva se lo ha clasificado como “pusilánime” ante el auge de los Estados Unidos por su tendencia a ver a ese país como modelo y por su relativa simpatía para con las primeras tentativas imperiales en el Caribe.(8) Para Bruno, aunque sería posible verlo como inocente o ciego frente a la nueva hegemonía continental, es más interesante evaluarlo como representante de una corriente de pensamiento argentino, menos pesimista y más creyente en las bondades de la “modernización”, corriente que incluye a otras figuras como Eduardo Wilde o Carlos Pellegrini.(9)

Lo único que quizás era de desear en la introducción es una reflexión más detenida sobre este último punto, que aparece en una nota final y sin elaborar. ¿Qué nos enseña García Mérou sobre la historia argentina y sobre los procesos de globalización intelectual, económico y político que comenzaron a fines del siglo XX? Por razones que son de entender, la introducción dedica mucho espacio a desmentir las interpretaciones anteriores que lo veían como una figura menor en la historia de las ideas argentinas. Pero lo que sugiere Bruno en su nota final es que, además de una historia más compleja de la intelectualidad argentina, los escritos y la vida de García Mérou nos proveen materia para reexaminar cómo una cierta visión de “lo moderno,” de la racionalidad política, de la educación popular y de la técnica social logró triunfar entre un grupo importante de las clases dominantes, no solo en Estados Unidos, sino en todo el continente americano. Aunque menos romántica que los relatos antiimperialistas, esta historia -y por tanto la historia de García Mérou- es esencial para abordar la historia moderna del continente americano.

1Martín García Mérou, Recuerdos literarios, Buenos Aires, F. Lajouane, 1891.

2Oscar Terán, En busca de la ideología argentina, Buenos Aires, Catálogos Editora, 1986, pp. 85-97.

3Paula Bruno, Martín García Mérou. Vida intelectual y diplomática en las Américas, Buenos Aires. Bernal, 2018, p. 51.

4David Viñas, De Sarmiento a Dios: viajeros argentinos a USA, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1998, p. 176. Citado en Paula Bruno, p. 16.

5Ibid., p. 106.

6Ibid., pp. 13-14.

7Ibid., p. 181.

8Viñas, De Sarmiento a Dios, p. 78. Citado en Paula Bruno, p. 16.

9Ibid., p. 52.

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