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Prismas

versión On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.23 no.1 Bernal ene. 2019

 

Reseñas

Samuel Amaral, El movimiento nacional popular. Gino Germani y el peronismo

José María Casco* 

*Universidad de Buenos Aires / Universidad Nacional de San Martín

Amaral, Samuel. El movimiento nacional popular. Gino Germani y el peronismo. ,, Buenos Aires: Eduntref, 2018. 315p.

La obra de Gino Germani ha tenido ya desde hace un tiempo la atención de estudiosos que tratan de deslindarse de las miradas que esgrimieron sus contemporáneos y discípulos para, lejos de una toma de posición, intentar un examen más atento a la letra del italiano. La obra de Amaral está inscripta en ese esfuerzo y comporta a la vez una novedad, la de escudriñar los estudios de Germani en torno al problema del peronismo.

El libro comienza con un análisis de las primeras interpretaciones del peronismo, tanto las que se hicieron en el ámbito académico como en el político. Destaca allí las fuentes teóricas en las que esas lecturas abrevaban y la poca atención que se le prestó a Perón a la hora de explicar la adhesión de la clase obrera y su triunfo en las elecciones de 1946. Para Amaral, el partido comunista y Germani, aunque desde lugares distintos, compartían una matriz marxista en sus interpretaciones. Aunque no sea más que una inferencia y no pueda dar cuenta de modo fehaciente de esa influencia en las investigaciones de Germani, Amaral vuelve a poner en el centro de la escena, como ya lo había hecho Alejandro Blanco, la idea de que Germani no era un funcionalista avant la lettre. En este caso, porque afirma que sus trabajos estaban inspirados en una mirada de clase propia del marxismo.

Esa reconstrucción también le sirve al autor para considerar la escasa atención que se le prestó a otros factores en el triunfo electoral de Perón, como el gran apoyo que obtuvo en el interior del país, más allá de los centros urbanos industriales. Del mismo modo, Amaral destaca que los estudios sobre el peronismo no se han ocupado de explicar la persistencia del movimiento, de lo cual por supuesto excluye al primer Germani. En ese sentido es notable la ausencia del trabajo de Daniel James sobre la resistencia peronista. Como sea, Amaral afirma que, para Germani, era parte de un problema más amplio, el de la modernización de los países occidentales. Su rastreo del análisis de Germani revela las ambigüedades de este en su escrutinio sobre el peronismo, pero también el modo en que desmenuzó de manera minuciosa cuestiones a las que otros estudios no prestaron atención. Amaral revela un Germani que afirma que el peronismo hizo posibles algunas ideas de libertad para los obreros. Así, esa pesquisa atenta desmonta una imagen de Germani muy frecuentada, la de que para él peronismo era sinónimo de un totalitarismo sin más. Para Amaral, esa contradicción entre totalitarismo y libertad es una clave. Ella le permite entender que Germani estaba apresado entre, por un lado, su exploración rigurosa y, por otro lado, sus pasiones. En cualquier caso, Amaral señala que Germani explicó mejor que nadie el significado del peronismo.

Luego, el libro reconstruye el intercambio entre Germani y Lipset, un joven profesor norteamericano que hizo posible que el italiano trocara sus ideas de 1956 acerca del peronismo. En efecto, si en su primera mirada iba a colocar al movimiento dentro de los moldes del fascismo, a principios de los ’60 el peronismo iba a ser caracterizado como un movimiento nacional popular. Amaral estudia los corrimientos conceptuales de Germani en el intercambio con la obra de Lipset. A través de una lectura atenta muestra la complejidad de las ideas de Germani, su refinamiento y seriedad a la hora de caracterizar a las clases y los grupos respecto de la política con el telón de fondo de la estructura social.

En efecto, porque por momentos Germani se encuentra con fenómenos difíciles de explicar y no duda en decirlo. Amaral señala las limitaciones de los análisis, sobre todo en Lipset, haciendo referencia a la disponibilidad del arsenal analítico de la época; de este modo, objetiva y contextualiza a la sociología que movilizó a ambos. Sugiere que la categoría “nacional popular” con la que Germani va a escrutar al peronismo a principios de los años ’60 está anclada en la escasa satisfacción que le daba el mote de fascismo, en que se trataba de una categoría que se desmarcaba de los análisis anteriores de propios y ajenos para mostrar de algún modo una singularidad regional.

El autor explora, entonces, los posibles vínculos entre Germani y Gramsci en torno a la categoría “nacional popular”. Rastrea la difusión de la obra del comunista italiano y las posibles formas en que Germani pudo haber dado con el concepto en su obra. Revela que estaba disponible en el vocabulario político de la época, y la forma en que Germani llegó al término para luego convertirlo en una herramienta de análisis precisa, a través de una torsión, del fenómeno peronista.

A continuación, el autor analiza los diferentes modos en que Germani trató al fascismo a lo largo del tiempo. Recorre sus cambios de perspectiva y resalta las diferencias que tenía con el peronismo. Amaral señala con detalle el enfoque elegido en cada caso y resalta cómo el trasfondo del análisis está permeado, por un lado, por la defensa del ideario liberal democrático y, por otro lado, por un enfoque tributario en líneas generales del funcionalismo estructuralista. Todo en el contexto de las teorías del desarrollo y bajo la premisa de revisar cuál era el impacto de la modernización en las diferentes sociedades. Es el binomio sociedad tradicional/ sociedad moderna y la teoría del desvío lo que está en la fuente del análisis de Germani. El señalamiento que hace Amaral de algunas ausencias muestra que el ensayo político era el género que había elegido para el problema del fascismo. El autor señala además las inflexiones en los recorridos de Germani, los cambios de foco y la relación también cambiante entre peronismo y fascismo.

Amaral rastrea luego los debates que están en el origen de los análisis de Germani respecto del peronismo. Recupera las discusiones que estuvieron detrás de la noción de autoritarismo como un tipo de régimen político. Destaca allí que la caracterización de régimen nacional popular con la cual finalmente Germani clasificó al peronismo fue el modo que encontró para catalogarlo como un régimen híbrido con características particulares, al que no consideraba parte de un continuo entre la democracia y el totalitarismo, caracterización que demuestra que el par sociedad tradicional / sociedad moderna no guiaba su indagación, que el estructural funcionalismo norteamericano no era su única fuente de inspiración y. además, que entre sus referencias estaban los estudios europeos de la década del ’60. El eclecticismo era el modo usual con el que el italiano trabajaba en sus análisis.

Paso seguido, examina cómo se estudió el autoritarismo en los años ’70 y se concentra en los análisis de clásicos como Juan Linz y Guillermo O’Donnell, entre otros, para arribar finalmente a los estudios de Germani, tanto de 1975 como su último trabajo referido al futuro de la democracia. En esa dirección, señala que el foco de atención estaba puesto en los orígenes del autoritarismo tanto individual como colectivo y menos en los regímenes políticos, en clave de cultura política. Allí residía para Germani el peligro de las democracias por sus contradicciones intrínsecas y porque solo la inventiva de los individuos, en una frase que recuerda a Weber, podía salvarla. Amaral muestra que era en las vicisitudes de su vida política donde podía encontrarse el movimiento de sus reflexiones intelectuales en busca de las explicaciones que hicieran inteligible la política de su tiempo. Fascismo, totalitarismo, nacional popular y autoritarismo, señala Amaral, son inflexiones conceptuales de esa búsqueda. Ilustra así la interconexión entre trayectoria vital e intelectual.

A continuación, se detiene en el análisis de los textos germanianos, y no ya en sus fuentes, influencias y contexto. Y, además, se concentra en el modo en que moviliza las herramientas conceptuales que dan sentido a la observación de los cambios acaecidos en la Argentina, donde, con una mirada de largo alcance, considera que el peronismo era parte de una de sus etapas. Participación y movilización eran los ejes alrededor de los cuales Germani analizaba esos cambios. En su pesquisa Amaral describe los fundamentos y también las ausencias de Germani en el proceso que denomina como de participación, desde la participación limitada y/o total, cuando el peronismo incorpora a la masa de los migrantes internos a la vida política. Es en el modo como enfocaba el problema, dice Amaral, donde deberíamos buscar la razón de esa representación. Para Germani, como para muchos de su época, el radicalismo dejaba a esa masa en disponibilidad al no representar al proletariado.

En su pesquisa atenta, Amaral recorre los argumentos y señala las inflexiones del trabajo de Germani. De su análisis se desprende que estaba más preocupado por dar cuenta de los orígenes del peronismo y su etapa de permanencia que de su proscripción y su vuelta en 1973. Explora precisamente las variaciones de Germani en torno a los orígenes del peronismo. Repasa las críticas que esa mirada suscitó y las respuestas que el italiano formuló a lo largo del tiempo. El examen revela que la hipótesis de Murmis y Portantiero sobre los orígenes del movimiento ya había sido formulada, aunque tímidamente, en 1966 por Germani. Sostiene que Germani se hizo eco de las críticas pero que en el fondo su hipótesis primera fue la que sostuvo con mayor énfasis, aquella que hizo fortuna: que los adherentes al movimiento eran una masa en disponibilidad.

Antes de concluir, el libro reconstruye la clasificación que Germani hizo del peronismo. Coloca los movimientos de esa clasificación en clave histórica y repasa los intercambios académicos y las influencias que intervinieron en su reflexión, y también la influencia de Germani en escritos posteriores a su estudio seminal de 1956. Y, finalmente, analiza el significado del peronismo según Germani. En otra revelación del libro, Amaral señala que el informe que Aramburu le pidió a Germani en 1956 y con el que pretendía que el italiano ayudara a desperonizar al país, contenía una lectura del movimiento donde afirmaba que para los obreros el peronismo representaba signos de libertad concreta. Cuando en los ’60 volvió sobre el significado este varió -en ese entonces representaba una vía democrática al autoritarismo-, y en los ’70 resignificaba esa variación como la expresión política de la segunda movilización de la sociedad de masas.

Así, como piezas de un puzle, Amaral rearma el pensamiento de Germani con diferentes prismas. Si en general las imágenes que podemos encontrar son por un lado celebratorias y por otro condenatorias, con lectura atenta Amaral repone a un Germani en todo su despliegue argumental en torno del peronismo.

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