SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.24 número2Liberalismo y derechas en la Argentina, 1912-1943. Apuestas interpretativas, posibilidades y límitesApuntes sobre la izquierda cristiana y la secularización en la Argentina índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Serviços Personalizados

Journal

Artigo

Indicadores

  • Não possue artigos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • Não possue artigos similaresSimilares em SciELO

Compartilhar


Prismas

versão On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.24 no.2 Bernal nov. 2020

 

Dossier

Las derechas nacionalistas frente al peronismo

Daniel Lvovich1 

1 Universidad Nacional de General Sarmiento / CONICET

Resumen

Las derechas nacionalistas frente al peronismo

En este artículo analizamos el desarrollo histórico de la tradición política y cultural del nacionalismo de derecha en la Argentina, desde sus orígenes en la década de 1920 hasta el encuentro con determinadas expresiones del peronismo en la segunda mitad del siglo XX. Postulamos que la fusión entre ambas tradiciones, en las décadas de 1960 y 1970, dio lugar a una nueva configuración política e ideológica, la del peronismo de derecha -una nominación empleada por analistas y miembros de otras formaciones políticas-, que devolverá a los grupos antiliberales, autoritarios, antisemitas, antiizquierdistas y corporativistas la potestad de tomar la palabra en nombre del pueblo, retomando los tópicos propios de la tradición populista del nacionalismo de derecha que contrastó con las expresiones más tradicionalistas y antimodernistas de esa corriente a lo largo del siglo XX.

Palabras clave: Derechas; Nacionalismo; Peronismo; Argentina

Abstract

Nationalist right-wing groups positions in relation to Peronism

In this article we analyze the historical development of the political and cultural tradition of nationalism of Rightin Argentina, from its origins in the 1920s, to de the meeting with certain expressions of Peronism in the second half of the 20th century. We postulate that the merger between the two traditions, in the 1960s and 1970s, gives rise to a new political and ideological configuration, right-wing Peronism - a nomination employed by analysts and members of other political formations- that will return to anti-liberals, authoritarians, anti-semites, anti-leftists and corporatists gropus the power to speak on behalf of the people, taking up the themes of the populist tradition of nationalism that contrasts with the most traditional and anti-modern expressions of this trend throughout the 20th century.

Keywords: Right; Nationalism; Peronism; Argentina

La tradición del nacionalismo de derecha reconoce una dilatada trayectoria en la Argentina. Aunque resulta muy dificultoso determinar una fecha de origen, y aun reconociendo antecedentes que se remontan al siglo XIX, es habitual señalar que el origen de esta tradición se ubica en la segunda mitad de la década de 1920, con la aparición del periódico La Nueva República, vocero de un núcleo de jóvenes que adscribían al maurrasianismo y otras corrientes tradicionalistas y conservadoras. La simultánea aparición de Criterio permite situar el inicio de la compleja relación entre nacionalistas y católicos, en la que las múltiples confluencias a lo largo del siglo XX no deben ocluir las tensiones institucionales derivadas de ella. Definimos el nacionalismo de derecha como un conjunto de organizaciones políticas, publicaciones e intelectuales a ellas vinculados que, aunque reconoce múltiples antecedentes, hace su aparición en la escena pública argentina a fines de la década de 1920 y continuó ejerciendo su influencia a lo largo de buena parte del siglo XX. Esa irrupción coincide, en distintos países occidentales, con un fenómeno de crisis de las instituciones y las ideologías liberal-democráticas y el auge de diversos movimientos autoritarios de extrema derecha.

A lo largo del siglo XX, los distintos grupos nacionalistas de derecha argentinos sufrieron profundas modificaciones respecto a sus ideologías, grado de influencia social y política, orientaciones tácticas y composición social de su militancia. Igualmente, en un mismo período existieron dentro del universo nacionalista organizaciones que difirieron profundamente en uno o más de esos aspectos. Debido a ello, nociones como nacionalismo oligárquico, tradicionalista o restaurador, filo-fascismo o nacionalismo de élite no pueden dar cuenta cabalmente del universo de organizaciones y personalidades que componían este sector. ¿Cuáles fueron los rasgos en común que permiten agrupar a estas organizaciones bajo el rótulo de nacionalismo de derecha?

En primer lugar, unas posturas ideológicas ampliamente compartidas: antiliberalismo, an---tiizquierdismo y corporativismo. La reivindicación de la pertenencia al catolicismo y el reclamo de que sus objetivos no se diferenciaban radicalmente de los de la Iglesia Católica resultaron rasgos muy extendidos entre estos nacionalistas, aunque existieron algunas excepciones al respecto. Lo mismo puede decirse de la presencia del antisemitismo que, con distintos grados de virulencia y radicalidad, estuvo presente en la mayor parte de estos grupos, aun cuando existieron algunos pocos casos que escaparon a esta generalidad. En segundo término, la consideración de la nación como un bloque culturalmente monolítico, cuya preservación requería una sociedad jerárquicamente ordenada. Como parte de esa visión los nacionalistas de derecha reservaron un rol subordinado a las mujeres y se opusieron al feminismo. En tercer lugar, una visión decadentista y conspirativa de la historia y la política, que tuvo como consecuencia que buena parte del discurso político se organizara bajo la forma de la denuncia de un complot y el llamado a una cruzada para la reconquista del país, contra los que consideraban los enemigos internos y externos.

Se puede afirmar que en la Argentina este nacionalismo -que se desarrolló en simultáneo con otras expresiones nacionalistas de matriz democrática- tuvo una doble sensibilidad, a la manera de un cuerpo con dos corazones que por momentos latieron al unísono y por momentos a distintos ritmos, marcando tensiones a veces insuperables. Uno de los corazones de ese nacionalismo de derecha latía al ritmo del tradicionalismo. La conservación del orden social, la nostalgia por un pasado idealizado, la consideración del pueblo como un peligro -o bien como un actor irrelevante- resultan los elementos definitorios de este corazón aristocratizante. En sus versiones más radicales, estas tendencias llegaban a delinear un pensamiento antimoderno y reaccionario. El segundo de los corazones, sin dejar de reclamar por una sociedad jerárquicamente ordenada ni renunciar a la pertenencia católica, desplegaba inflexiones populistas. Esta tendencia intentaba movilizar al pueblo en las calles, incorporaba a sus preocupaciones las condiciones de vida de los sectores populares y desplegaba una retórica que alcanzaba matices verdaderamente anticapitalistas. Se trataba del corazón plebeyo del nacionalismo de derecha, cuyo sueño último era la instauración de un régimen a la vez anticomunista y revolucionario, simultáneamente autoritario y justo. Tales eran las características de lo que denominaban la Revolución Nacional.

No existe una línea que vincule de un modo irrefutable a los nacionalistas de la década de 1920 con los de la década de 1970, ya que su desenvolvimiento, rasgos ideológicos y prácticas no se pueden comprender por fuera de los marcos políticos y culturales argentinos y mundiales. La mayor parte de los actores de lo que definimos como la tradición nacionalista de derecha no asumirían formar parte de la derecha política, calificación que ellos mismos reservaban para los contingentes del conservadurismo o del liberal-conservadurismo. Sí, en cambio, asumían en general la nominación de nacionalistas -nacionalistas a secas-, en una operación que normalmente los llevaba a ubicarse como representantes de la nación en una posición distinta y adversa tanto a las izquierdas cuanto al liberal-conservadurismo. Sin embargo, desde la perspectiva del estudioso de estos fenómenos, esta autonominación no resulta suficiente, ya que no da cuenta de la existencia de otras tendencias contemporáneas -de izquierda, antiimperialistas, populistas, democráticos- que reclaman para sí la condición de nacionalistas.

El desafío del peronismo

Hacia fines de la década de 1930 y comienzos de la de 1940, la Alianza de la Juventud Nacionalista se convirtió en una dinámica or-ganización de derecha radicalizada, capaz de enfrentar la tarea de popularizar al nacionalismo, hasta allí dominado por su variante aristocratizante y tradicionalista. La AJN otorgó al discurso nacionalista una radicalidad que le permitía presentarse como una fuerza revolucionaria y expresar las transformaciones ideológicas del nacionalismo argentino, logrando atraer entre 30.000 y 50.000 adherentes en todo el país. Su anticomunismo y antisemitismo se combinaba con una retórica anticapitalista y una preocupación por la justicia social que permiten caracterizarlo como un grupo con rasgos similares a los del fascismo.1

Sin embargo, los nacionalistas encontraron un límite a su previa expansión en la coyuntura de emergencia del peronismo. Con el intento de instauración de un régimen nacional-católico en 1943, los militares confiaron a los nacionalistas y católicos un amplio poder y diversas funciones en los tres niveles del Estado. Paralelamente, desde el comienzo del gobierno militar el coronel Perón construyó una formidable base de poder merced a las intervenciones sobre el mundo del trabajo que había desplegado desde la Secretaría de Trabajo y Previsión y las relaciones que había logrado establecer con importantes sectores de la dirigencia sindical y de la clase obrera. Entre algunos grupos nacionalistas ello despertó un inmediato rechazo, ya que consideraban a estas políticas demagógicas y con la potencialidad de alterar el orden social. Los hermanos Irazusta se mostraron críticos de un régimen que no tenía intenciones de cambiar las relaciones con Gran Bretaña, el que resultaba el principal punto de su agenda. Años más tarde, Rodolfo Irazusta señalaría que, en lugar de la revolución nacional, con Perón había sobrevenido la revolución social.2

En contraste, Ernesto Palacio apoyó a Perón en conjunto con los sectores yrigoyenistas que publicaban la revista Política, para de-sempeñarse más adelante como diputado nacional por el peronismo. Para otros, la obra de Perón parecía materializar los principios de la Revolución Nacional. El 13 de agosto de 1944, Manuel Gálvez publicó una nota en El Pueblo en la que comparaba a Perón con Yrigoyen, y sostenía que “La revolución del 4 de junio significa, para los proletarios, y en cuanto proletarios, el más grande acontecimiento imaginable”. Por su parte, la Alianza Libertadora Nacionalista (ALN, nombre que desde 1943 adoptó la AJN), apoyaba a Perón, aunque sus miembros temían que este les arrebatara las banderas que ellos habían levantado por un lustro y a las que, en efecto, el peronismo adoptó parcialmente, dentro del heterogéneo arco de influencias que conformaron su discursividad. Como sostiene Juan Luis Besoky, muchas de las ideas y representaciones a las que apeló el peronismo fueron tomadas del nacionalismo, como por ejemplo las de justicia social, antiimperialismo, anticomunismo y liberación nacional. Sin embargo, hubo otras prácticas y representaciones que el primer peronismo rechazó o marginó de sus cauces centrales, como el revisionismo histórico, el antisemitismo o la denuncia de la masonería.3

Luego de la caída del peronismo en 1955, esta cultura política del nacionalismo de derecha siguió vigente en varias organizaciones e intelectuales que tuvieron una participación activa durante la Resistencia Peronista. Por supuesto, en particular después de 1955, el revisionismo histórico fue interpretado de modos muy distintos a los de sus impulsores de las décadas anteriores, configurando parte de la argamasa de lecturas de la historia de los más variados grupos políticos, hasta convertirse, en palabras de Halperin Donghi, en parte del sentido común historiográfico hacia la década de 1970.4 Los nacionalistas que no apoyaron al peronismo vieron reducida enormemente su influencia política, aunque su peso en el interior de las Fuerzas Armadas continuó siendo considerable. En su afán de combatir al peronismo, figuras como Rodolfo Irazusta, Máximo Echecopar o Juan Carlos Goyeneche se aproximaron a las posiciones conservadoras que tan fervientemente habían criticado en las décadas anteriores.5 El escenario abierto con el derrocamiento del peronismo resultaba para esos nacionalistas marcadamente complejo. Ninguna apelación al Pueblo podía omitir a las masas peronistas, aunque el movimiento encabezado por Perón resultaba objeto de su repudio. Si para algunos nacionalistas de derecha esto no representaba un problema táctico en tanto no formaba parte de su horizonte ideológico la convocatoria a la participación de las masas, en otros casos se observan marcados reacomodamientos. Las masas peronistas aparecían ahora como un reservorio de virtudes nacionales y católicas, a las que se debía lograr orientar. En junio de 1956 apareció el periódico nacionalista Azul y Blanco, dirigido por Marcelo Sánchez Sorondo. Se trataba de una de las escasas voces críticas del gobierno, en particular de sus políticas revanchistas respecto al peronismo, lo que le permitió ganar lectores de esa orientación política. La experiencia de Azul y Blanco representó uno de los primeros intentos de aproximación al público peronista de una expresión nacionalista entre cuyos miembros predominaban los tradicionalistas, en un movimiento que se haría reiterativo en las diversas tradiciones: la búsqueda de liderar unas masas a las que se consideraba huérfanas.6 En 1957, los nacionalistas, divididos, presentaron dos opciones en las elecciones para la Asamblea Constituyente: la Unión Federal, liderada por Amadeo, y el Partido Azul y Blanco, encabezado por Sánchez Sorondo y Goyeneche. Ambas agrupaciones obtuvieron muy pobres resultados electorales. En ocasión de las elecciones presidenciales de 1958, una buena parte del nacionalismo apoyó la candidatura presidencial de Arturo Frondizi. La decisión de involucrarse en ambas elecciones, más allá de las consideraciones pragmáticas que la pudieran inspirar, se derivaba fuertemente del cambio de actitud de la Iglesia Católica en relación a la democracia en la posguerra y en el clima de guerra fría. Más allá de sectores fuertemente tradicionalistas, las perspectivas más fervientemente elitistas y cerradamente antidemocráticas habían perdido en el período condiciones para su desarrollo.

Tacuara y el sindicalismo peronista

La historia de Tacuara de la Juventud Nacionalista expresa, una vez más, las tensiones entre las distintas corrientes nacionalistas y las provocadas por sus posicionamientos frente al peronismo. Tacuara fue fundada poco después de la caída de Perón por un grupo de ex militantes de la Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios, rama estudiantil de la ALN. Poco más tarde, modificó su nombre por el de Movimiento Nacionalista Tacuara (MNT). En sus comienzos, sus integrantes eran adolescentes y jóvenes provenientes de familias patricias, algunas de ellas empobrecidas, en general educados en colegios católicos. Su primer líder fue el ex seminarista Alberto Ezcurra Uriburu, hijo del militante católico-nacionalista Alberto Ezcurra Medrano. El principal mentor ideológico y espiritual de la agrupación fue Julio Meinvielle, cuya influencia ayuda a comprender el extremo antiliberalismo y la fortaleza de las creencias antisemitas de los primeros tacuaristas, que identificaban a los judíos con todos los males que sufría la nación y propugnaban por la prohibición de la inmigración israelita a la Argentina. El modelo de referencia de Tacuara fue la Falange Española, de la que recogían la aspiración a instaurar un régimen católico y autoritario de tipo nacional-sindicalista y la admiración por José Antonio Primo de Rivera que motivaba un verdadero culto a su memoria. De allí se derivaba también su intención de vincularse al movimiento obrero y una retórica que no dejaba de hacer referencia a la noción de justicia social, lo que no tardaría en generar conflictos con las perspectivas conservadoras de Meinvielle y sus seguidores. También resultaron muy influyentes sobre los miembros del MNT los planteos de Jacques Marie de Mahieu, un ex integrante de Acción Francesa llegado a la Argentina en 1946 para desempeñarse como profesor de Filosofía en la Universidad de Cuyo. Tras la caída de Perón, De Mahieu se vinculó a diversos grupos políticos y sindicales, sobre los que influyó con sus tesis acerca del Estado y la economía comunitarias, presentadas como alternativas al capitalismo.7

La disputa por la universidad “laica o libre”, en los primeros años del gobierno de Frondizi, brindó a Tacuara la oportunidad de expandirse. A fines de la década de 1950 y comienzos de la de 1960, el grupo era más conocido públicamente por sus acciones violentas contra estudiantes reformistas, izquierdistas o judíos que por las peculiaridades de su doctrina. La ideología nacional-sindicalista del MNT llevó a que, casi desde sus inicios, algunos de sus miembros se vincularan con el gremialismo peronista. De tal modo, en enero de 1959 militantes tacuaristas participaron en la toma del Frigorífico Lisandro de la Torre, que intentaba frenar el proyecto privatizador del gobierno de Frondizi. Estos contactos con el mundo obrero y los debates en torno al anticapitalismo inspirado en el comunitarismo pregonado por De Mahieu motivaron que el sector más conservador y tradicionalista se escindiera y fundara la Guardia Restauradora Nacionalista.

Con tal ruptura, el MNT profundizó tanto sus contactos con algunas ramas del sindicalismo peronista como su militarismo, e incrementó el uso de la violencia callejera y durante los conflictos gremiales. La escisión favoreció también el ingreso a la organización de jóvenes de sectores medios y medios bajos. En 1961 el MNT sufrió una nueva división, cuando seis de sus militantes formaron el Movimiento Nueva Argentina, que se integró a la lucha política y sindical del peronismo. En 1963, el MNT se escindió nuevamente cuando un sector crítico de la conducción de Ezcurra, formado entre otros por Joe Baxter, Alfredo Ossorio y Amílcar Fidanza dio origen al Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara. Más decididamente antiimperialista y antioligárquico, partidario de una vía revolucionaria y vinculado con los grupos de izquierda de la Juventud Peronista, el MNRT fue uno de los primeros grupos en abrazar la bandera de lo que se llamaría el socialismo nacional. A su vez, rápidamente se dividió en dos fracciones. En el grupo conducido por Ossorio se buscaba un acercamiento al peronismo como vía de realizar la revolución nacional comunitaria, siguiendo las influencias ideológicas de De Mahieu. Por su parte, la fracción de Baxter y Nell aceptó el marxismo como método de análisis y resultó fuertemente autocrítica de su pasado filo-fascista. A su vez, el núcleo principal del MNT, dirigido por Ezcurra y Juan Mario Collins, retuvo para sí la denominación original y publicó Tacuara. La voz de la Revolución Nacional. Este sector continuó vinculado a la derecha sindical peronista, a la que contribuyeron como fuerza de choque y guardaespaldas, provocando ataques a sindicalistas de izquierda y el asesinato del militante judío de izquierda Raúl Alterman en Buenos Aires.8 Resulta significativo que en el fragor de esos violentos acontecimientos, mientras el Secretario General de la CGT, José Alonso, se negó a recibir a Ezcurra Medrano, Augusto Vandor se haya presentado en una manifestación en Avellaneda enarbolando los símbolos de Tacuara.9 Por su lado, el MNRT liderado por Baxter alcanzó notoriedad con el asalto al Policlínico Bancario de Buenos Aires, realizado en marzo de 1963. La mayor parte de sus miembros comenzaría otras derivas, ejemplificadas en las trayectorias de Baxter, que se integraría años después al Ejército Revolucionario del Pueblo, y de José Luis Nell, que llegaría a formar parte de Montoneros. Más allá de las derivas particulares de cada uno de sus miembros y fracciones, la historia de Tacuara muestra el profundo impacto que para las filas nacionalistas de derecha implicó el peronismo, así como la voluntad del grupo mayoritario tacuarista no solo de plegarse a las luchas sindicales sino de proponerse como líderes de un nuevo movimiento que incorporara a unas masas interpretadas, una vez más, como disponibles.

Por supuesto, no era esta la única orientación posible para los nacionalistas de derecha en el contexto de inestabilidad institucional, crisis de la democracia y exclusión política de las mayorías. No dejaron de desarrollarse en la época distintos grupos del nacionalismo tradicionalista de diversa orientación -desde el Ateneo de la República a La Ciudad Católica-. La trayectoria del Ateneo de la República, grupo formado por Mario Amadeo tras el triunfo de la facción azul sobre la colorada en la confrontación interna del ejército de 1962, ilustra este proceso. Tras el golpe de Estado de 1966, el Ateneo de la República fue uno de los principales grupos que proveyó planes de gobierno y hombres para ocupar funciones en el régimen encabezado por el general Onganía. En la década de 1960, cuando alcanzó su máximo nivel de influencia, el grupo combinaba ideas políticas autoritarias, que incluían en ocasiones el corporativismo, con un fuerte énfasis tecnocrático, unido a una común referencia a la Doctrina Social de la Iglesia. Ello no les impedía aliarse a los grupos liberales que tradicionalmente criticaban. En el decenio siguiente -y muy alejado de su poderío de antaño- el grupo viró hacia el conservadurismo político y el liberalismo económico. La extendida convicción entre muy amplios grupos liberales o conservadores de que las salidas autoritarias eran las únicas capaces de afrontar las sucesivas crisis argentinas creaba un piso común con un sector de los nacionalistas de derecha que, en un contexto en que la política de masas y la democracia quedaban excluidas como posibilidad práctica, volvían a encontrar en la coyuntura las condiciones para el despliegue de sus perspectivas elitistas.10

Como sostiene Besoky, desde fines de la década de 1950 es posible observar el acercamiento entre una cultura política de izquierda y el peronismo.11 Este acercamiento estuvo impulsado por una corriente de intelectuales de la llamada Izquierda Nacional, pero también por la vinculación cada vez más explícita de John William Cooke con la Revolución Cubana y el marxismo, el surgimiento de un sector de izquierda en el peronismo y el acercamiento nacionalista a la izquierda encabezado por la fracción de Tacuara de Baxter. Se conformó de ese modo una tradición de izquierda peronista, inserta a su vez en los marcos de las tendencias que se engloban bajo el concepto de nueva izquierda. Frente a estos sectores, que veían posible una síntesis entre marxismo y peronismo, se fue conformando otro sector del peronismo que rechazaba esta posibilidad y reivindicaba el carácter anticomunista, católico y nacionalista del peronismo. Este sector incluía al Comando de Organización, la Escuela Superior de Conducción Política y emprendimientos periodísticos como Huella, Retorno, Patria Libre y Patria Bárbara, y se fue vinculando a sectores del nacionalismo de derecha y adoptando varios elementos presentes en esa cultura política, como el antisemitismo y el revisionismo histórico.

Estos sectores postulaban encarnar a la vez a la nación y al pueblo, atribuyendo a la palabra o a la herencia de Perón la potestad de determinar la pertenencia a ambos colectivos. Esta fusión entre ambas tradiciones, que dio lugar a una nueva configuración política e ideológica, la del peronismo de derecha, resulta probablemente la novedad más relevante del período. El peronismo de derecha -una nominación empleada por analistas y miembros de otras formaciones políticas, pero no aceptada normalmente por los actores, que reclaman para sí el carácter de verdaderos peronistas (a secas) y de vectores de lo nacional- devolverá a los grupos antiliberales, autoritarios, antisemitas, antiizquierdistas y corporativistas la potestad de tomar la palabra en nombre del pueblo frente a otros sectores del peronismo o de otras extracciones políticas, a los que identificaban con una élite oligárquica o sencillamente excluían de la comunidad nacional. Esta corriente podrá hacerlo desde el interior del peronismo, y en muchas ocasiones con el apoyo del propio Perón, lo que les devolverá un volumen político que parecía definitivamente perdido para el nacionalismo de derecha.

Bibliografía

Besoky, Juan Luis, “La derecha peronista. Prácticas políticas y representaciones (1943-1976)”,tesis de doctorado,Universidad Nacional de La Plata. Disponible en http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.1280/te.1280.pdf. [ Links ]

Buchrucker, Cristian, Nacionalismo y peronismo. La Argentina en la crisis ideológica mundial (1927-1955), Buenos Aires, Sudamericana, 1987. [ Links ]

Galván, Valeria, El nacionalismo de derecha en la Argentina posperonista. El semanario Azul y Blanco (1956-1969), Rosario, Prohistoria, 2013. [ Links ]

Glück, Mario, “Una batalla de una guerra imaginaria: Tacuara, el Partido Comunista y el gremialismo en el plenario sindical de febrero de 1964 en Rosario”, Entrepasados, Revista de Historia, nº 38-39, 2013. [ Links ]

Halperin Donghi, Tulio, “El revisionismo histórico argentino como visión decadentista de la historia nacional”, en T. Halperin Donghi, Ensayos de historiografía, Buenos Aires, El Cielo por Asalto, 1996. [ Links ]

Klein, Marcus, “Argentine Nationalism before Perón: The case of the Alianza de la Juventud Nacionalista, 1937-c.1943”, Bulletin of Latin Américan Research, vol. 20, 2001. [ Links ]

Lvovich, Daniel, El nacionalismo de derecha en la Argentina. Desde sus orígenes hasta Tacuara, Buenos Aires, Claves para todos, 2006. [ Links ]

______, “Contextos, especificidades y temporalidades en el estudio del nacionalismo argentino en la segunda mitad del siglo XX”, en F. Malimacci y H. Cuchetti (comps.), Nacionalistas y nacionalismos. Debates y escenarios en América Latina y Europa, Buenos Aires, Centro Franco Argentino/Gorla, 2011. [ Links ]

Mutsuki, Noriko, Julio Irazusta. Treinta años de nacionalismo argentino, Buenos Aires, Biblos, 2004. [ Links ]

Padrón, Juan Manuel, ¡Ni yanquis, ni marxistas! Nacionalistas. Nacionalismo, militancia y violencia política. El caso del Movimiento Nacionalista Tacuara en la Argentina, 1955-1966, La Plata y Los Polvorines, Universidad Nacional de La Plata y Universidad Nacional de General Sarmiento, 2017. [ Links ]

Schenquer, Laura, “Tacuara, su paso por el conflicto sindical en los años sesenta”, XI Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia, San Miguel de Tucumán, Universidad Nacional de Tucumán, 2007. [ Links ]

1 Marcus Klein, “Argentine Nationalism before Perón: The case of the Alianza de la Juventud Nacionalista, 1937-c.1943”, Bulletin of Latin American Research, vol. 20, 2001.

2Noriko Mutsuki, Julio Irazusta. Treinta años de nacionalismo argentino, Buenos Aires, Biblos, 2004, p. 176.

3Juan Luis Besoky, “La derecha peronista. Prácticas políticas y representaciones (1943-1976)”, tesis de doctorado, Universidad Nacional de La Plata, pp. 108-109.

4Tulio Halperin Donghi, “El revisionismo histórico argentino como visión decadentista de la historia nacional”, en T. Halperin Donghi, Ensayos de historiografía, Buenos Aires, El cielo por Asalto, 1996.

5Cristian Buchrucker, Nacionalismo y peronismo. La Argentina en la crisis ideológica mundial (1927-1955), Buenos Aires, Sudamericana, 1987, p. 379.

6Sobre Azul y Blanco véase Valeria Galván, El nacionalismo de derecha en la Argentina posperonista. El semanario Azul y Blanco (1956-1969), Rosario, Prohistoria, 2013.

7Daniel Lvovich, El nacionalismo de derecha en la Argentina. Desde sus orígenes hasta Tacuara, Buenos Aires, Claves para todos, 2006.

8Juan Manuel Padrón, ¡Ni yanquis, ni marxistas! Nacionalistas. Nacionalismo, militancia y violencia política. El caso del Movimiento Nacionalista Tacuara en la Argentina, 1955-1966, La Plata y Los Polvorines, Universidad Nacional de La Plata y Universidad Nacional de General Sarmiento, 2017, y Mario Glück, “Una batalla de una guerra imaginaria: Tacuara, el Partido Comunista y el gremialismo en el plenario sindical de febrero de 1964 en Rosario”, Entrepasados, Revista de Historia, nº 38-39, 2013.

9Laura Schenquer, “Tacuara, su paso por el conflicto sindical en los años sesenta”, XI Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia, San Miguel de Tucumán, Universidad Nacional de Tucumán, 2007, p. 3.

10Daniel Lvovich, “Contextos, especificidades y temporalidades en el estudio del nacionalismo argentino en la segunda mitad del siglo XX”, en F. Malimacci y H. Cuchetti (comps.), Nacionalistas y nacionalismos. Debates y escenarios en América Latina y Europa, Buenos Aires, Centro Franco Argentino/Gorla, 2011.

11Besoky, La derecha, p. 268.

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons