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Relaciones

Print version ISSN 0325-2221On-line version ISSN 1852-1479

Relaciones vol.43 no.2 Buenos Aires Dec. 2018

 

ARTICULOS

ANÁLISIS ESPACIAL DEL REGISTRO ARQUITECTÓNICO EN DOS POBLADOS DEL VALLE DE SANTA MARÍA (CATAMARCA-TUCUMÁN)

THE ARCHITECTONIC RECORD SPATIAL ANALYSIS OF TWO VILLAGES IN SANTA MARÍA VALLEY (CATAMARCA-TUCUMÁN)

 

Victoria Coll Moritan*

Universidad Autónoma de Entre Ríos. E-mail: vico_coll@yahoo.com.ar

Fecha de recepción: 8 de agosto de 2018 Fecha de aceptación: 13 de noviembre de 2018

RESUMEN

Este trabajo aborda el problema del uso y organización del espacio habitacional de los poblados de Morro del Fraile y El Carmen 1, localizados sobre la Sierra del Cajón, en el valle de Santa María, entre los siglos VII y XV d.C. Para ello se realizó un análisis formal del registro arquitectónico, comenzando por el trazado de los planos, el registro y análisis de las estructuras, y la identificación de los tipos de unidades habitacionales. Posteriormente, los resultados del análisis arquitectónico en conjunto con datos de cronología absoluta y relativa, e información obtenida de excavaciones anteriores, permitió estructurar una visión general sobre la historia ocupacional y las prácticas desarrolladas en cada uno de los poblados.

Palabras clave: arquitectura – análisis espacial – período Formativo-período Intermedio Tardío – Noroeste argentino

ABSTRACT

This work addresses the issue of the dwelling space use and arrangement at Morro del Fraile and El Carmen 1 villages, located on the Cajón Montagne Range in Santa María valley, between the 7th and 15th centuries AD. Therefore, an architectonic record formal analysis was performed, starting with the layout drawing, the structures record and analysis, and the dwelling units' types identification. Afterwards the architectonic analysis results altogether with absolute and relative chronology data, and information obtained from previous excavations, allowed to structure a general view on the occupational history and practices developed in each village.

Keywords: architecture – spatial analysis– Formative period-Late Intermediate period – northwest argentine

 

INTRODUCCIÓN

En las investigaciones arqueológicas de las últimas dos décadas en el Noroeste argentino el registro arquitectónico ha cobrado gran relevancia como fuente de interpretaciones en relación con la organización social prehispánica. Centrados en la idea de que la arquitectura es la materialización de prácticas sociales y que a través del análisis de ésta se pueden abordar diferentes aspectos de la organización social de los grupos prehispánicos, desde una variedad de perspectivas y escalas de análisis, los trabajos se enfocaron en diferentes aspectos del registro arquitectónico (Nielsen 1995; Taboada y Angiorama 2003b; Gordillo 2004; Wynveldt 2005; Baldini 2010; Spengler y Callegari 2010; Williams 2010; Williams et al. 2011; Bugliani 2012; Callegari et al. 2016).

Las antiguas ruinas de piedra que alguna vez fueron poblados habitados por centenares y hasta miles de personas han causado gran impacto en los investigadores desde el inicio de sus trabajos en el Noroeste argentino; sin embargo, no siempre han sido fuente de interpretaciones en relación con la organización social prehispánica. Este trabajo tiene como objetivo contribuir al conocimiento de la organización y uso del espacio de las sociedades que poblaron el valle de Santa María, desde la última fase del Formativo (sensu Scattolin et al. 2001) hasta fines del período Intermedio Tardío. Objetivo que se ha planteado con el propósito de ahondar en el conocimiento de la organización social, política y económica de estos grupos.

Dado que se pretende conocer y caracterizar los modos en que los antiguos habitantes concibieron, construyeron y habitaron el paisaje (Criado Boado 1999), y que la arquitectura tiene impacto directo sobre el uso del espacio, esta investigación, enmarcada dentro de la Arqueología del Paisaje, abordará el estudio del registro arquitectónico de los poblados de Morro del Fraile y El Carmen 1 con la metodología propuesta por la arqueología de la arquitectura o arqueotectura (Mañana Borrazas et al. 2002).

El registro arquitectónico fue abordado a diferentes escalas: macro, semimicro y micro, lo que permitió determinar la presencia o ausencia de planificación en el patrón de diseño, recurren-cias y diferencias constructivas, inferir el uso del espacio intramuros y sugerir funcionalidades. Con el objeto de maximizar el potencial del registro arquitectónico se realizó un Análisis Formal (Criado Boado 1999), que constó de tres etapas: 1. relevamiento planialtimétrico, 2. análisis formal, y 3. análisis espacial.

La primera etapa estuvo orientada al relevamiento planialtimétrico de los poblados, con el objetivo de obtener planos completos que dieran cuenta del lugar de emplazamiento, la organización del espacio y la configuración espacial concreta (trazado) de cada poblado. La segunda etapa, llamada Formal propiamente dicha, revistió una caracterización pormenorizada de los materiales y técnicas constructivas de la arquitectura en piedra, con el objetivo de aportar elementos para identificar y caracterizar el estilo arquitectónico presente en el valle de Santa María desde fines del Formativo hasta fines del período Intermedio Tardío. La tercera y última etapa, denominada Espacial, comprendió en primer lugar la interpretación de las posibles funcionalidades de las estructuras de cada poblado, sobre la base de los atributos de tamaño y morfología. En segundo lugar, implicó conocer los principios ordenadores del espacio arquitectónico sobre la base de una caracterización de la articulación interna del espacio intramuros, con el fin de identificar patrones constructivos. En trabajos anteriores se han abordado las dos primeras etapas de este análisis (Nastri et al. 2012; Coll Moritan et al. 2015; Coll Moritan 2018a), por lo que a continuación se hará foco en el análisis y los resultados de la última etapa, el Análisis Espacial del registro arquitectónico.

LOS POBLADOS DE LA SIERRA DEL CAJÓN

El poblado de Morro del Fraile, ubicado en el interior de la Sierra del Cajón (Santa María, Catamarca), está compuesto por los sitios 1 y 2 de la Localidad Arqueológica de Morro del Fraile (cf. Nastri 1997-98, 2001a) (figura 1). Se extiende sobre tres espolones consecutivos de la sierra dispuestos en sentido este-oeste (sitio 1: Sectores I, II y III), y al pie de la sierra del sitio 1, sobre el estrecho fondo de la quebrada de acceso (sitio 2), cubriendo un total de 3,5 ha (incluyendo espacios libres de construcciones) (figuras 2 y 3).


Figura 1. Localización de los sitios en la Sierra del Cajón: 1. Morro del Fraile 1, 2. Morro del Fraile 2, 3. El Carmen 1

A partir del relevamiento y análisis de las características y técnicas constructivas se pudo determinar que Morro del Fraile cuenta con 120 estructuras: 105 construcciones sobre los espolones (Sectores I, II y III), un pequeño alero con evidencia de ocupación humana (Sector III) en la quebrada de La Aguada (sitio 1), y 15 construcciones en la quebrada de acceso al poblado (sitio 2). Todas las estructuras fueron construidas en piedra (lajas de esquisto y bloques de granito y feldespato), entre las que se identificaron 106 recintos, siendo el resto vías de tránsito, morteros inmuebles y estructuras indeterminadas.

Basados en la información aportada por diez fechados radiocarbónicos se determinó un rango temporal de ocupación de Morro del Fraile entre 691 y 1496 años d.C. (Nastri 1999; Nastri et al. 2012) (tabla 1). Los tipos cerámicos que fueron identificados, provenientes de la recolección de superficie y de excavación, se corresponden con los datos de la cronología absoluta. Los tipos más frecuentes, identificados como pertenecientes al período Formativo (500 a.C.-950 d.C.), incluyen el Guachipas y Guachipas Policromo (Serrano 1966), Aguada Interior Negro Bruñido (Sempé y Albeck 1981) y Ciénaga Gris Inciso (González 1977). Asimismo, entre el material recolectado en superficie, se hallaron dos fragmentos cerámicos cuya morfología es similar a otras piezas presentes en poblados del valle de Santa María correspondientes a los momentos de transición entre el Formativo y el período Intermedio Tardío (Scattolin 2003:99, figura 3). Finalmente, el estilo Santa María (Nastri 1999) y los tipos Peinado y Peinado Pintado (Palamarzuck 2002) están entre los que se identificaron como pertenecientes al período Intermedio Tardío.


Figura 2. Plano de Morro del Fraile 1

 


Figura 3. Plano de Morro del Fraile 2

El poblado de El Carmen 1 se encuentra ubicado en la quebrada del Carmen, sobre la ladera oriental de la sierra del Cajón (Tafí, Tucumán) (Coll Moritan et al. 2015) (figura 1). Este sitio se emplaza sobre las cimas, laderas y al pie de dos grandes espolones dispuestos en sentido este-oeste, extendiéndose a lo largo de una superficie de 16 ha (incluyendo espacios sin construcciones formales). A los fines de su estudio, se delimitaron catorce sectores, de los cuales nueve serán abordados en este trabajo (Sectores I, II, III, V, VI, VII, VIII, IX y XI) (figura 4).

El poblado cuenta con 161 estructuras construidas en piedra (lajas de esquisto, bloques de granito), de las cuales 118 son recintos y el resto constituye vías de tránsito, muros de contención, muros defensivos, morteros inmuebles y estructuras indeterminadas.

Este poblado habría estado ocupado durante la segunda mitad del período Intermedio Tardío, entre el 1222 y 1406 d.C., a juzgar por los datos obtenidos de tres fechados radiocarbónicos (Coll Moritan et al. 2015) (tabla 1). Entre los fragmentos cerámicos provenientes de la recolección de superficie y de excavación que pudieron ser identificados, los más representados son los pertenecientes al período Intermedio Tardío: Santa María Tricolor e Indeterminado, Negro sobre Rojo Indeterminado, Peinado y Peinado con Baño, y Alisado Ante.

 


Figura 4. Plano de El Carmen 1

 

Tabla 1. Tabla de fechados radiocarbónicos

Procedencia

Código

Material

Edad C14 convencional

Edad calibrada

Edad calibrada

15

25

MF1-R10

LP-825

Carbón

1170 ± 75

784-1015 d.C.

691-1041 d.C.

MF1-Alero

LP-2039

Carbón

1150 ± 70

880-1021 d.C.

726-1132 d.C.

MF1-Alero

LP-2488

Carbón

930 ± 50

1048-1216 d.C.

1031-1261 d.C.

MF1-Alero

LP-2061

Carbón

900 ± 80

1050-1266 d.C.

1025-1285 d.C.

MF1-Alero

LP-2313

Carbón

790 ± 80

1210-1380 d.C.

1053-1397 d.C.

MF1-Alero

LP-2487

Carbón

500 ± 40

1421-1453 d.C.

1401-1496 d.C.

MF1-Alero

LP2834

Carbón

830 ± 60

1202-1284 d.C.

1052-1339 d.C.

MF1-Alero

LP2839

Carbón

580 ± 50

1328-1438 d.C.

1310-1452 d.C.

MF2-R1

AA88804

Carbón (AMS)

882 ± 36

1162-1261 d.C.

1053-1273 d.C.

EC1-SI-R1

LP 2846

Carbón

750 ± 50

1267 - 1383 d.C.

1222 - 1391 d.C.

EC1-SI-R1

LP 2865

Carbón

670 ± 50

1302 - 1392 d.C.

1285 - 1406 d.C.

EC1-SVI-R13

LP 2876

Carbón

680 ± 50

1298 - 1390 d.C.

1281 - 1404 d.C.

ANÁLISIS ESPACIAL DEL REGISTRO ARQUITECTÓNICO

Una de las maneras de caracterizar y comprender un sitio es sobre la base de las actividades que allí tuvieron lugar: "los conjuntos recurrentes de actividades han sido efectuados en conjuntos de habitaciones formados por asociaciones regulares de forma y tamaño" (Roldán y Funes 1995:104). Es decir que una actividad dada tiende a ser desarrollada y reproducida en lugares con características constructivas, si no idénticas, similares, las cuales se adecúan a las necesidades para que dicha actividad tenga lugar.

Para identificar las actividades que tuvieron lugar en los poblados de Morro del Fraile y El Carmen 1 se implementó la propuesta de Roldán y Funes (1995), en la que se utilizan dos criterios para caracterizar funcionalmente los recintos: su tamaño y la posibilidad de ser techados. Los planos de los poblados y la ficha de relevamiento arquitectónico dieron cuenta de una gran diversidad de tamaño de los recintos, por lo que se crearon categorías de tipos de recintos por tamaño. Para la elección del tamaño de referencia de cada categoría se relacionó la variable tamaño con la posibilidad de que los recintos hayan estado techados –total o parcialmente–, o no lo hayan estado.

Teniendo en cuenta los distintos elementos disponibles para techar en el valle de Santa María, entre los cuales la viga de madera con mayor longitud es la del cardón (Echinopsis atacamensis), Roldán y Funes argumentaron que para que un recinto sea potencialmente techable, uno de sus lados no debe superar los 5 m de largo, ya que no habría vigas de cardón que superen esa longitud. Como resultado de esta primera aproximación, se consideraron cinco categorías de tamaño de recintos: A) menores a 5 m², B) entre 5,01 y 10 m², C) entre 10,01 y 20 m², D) entre 20,01 y 40 m², y E) mayores a 40,01 m² (Coll Moritan 2018a).

Por sus dimensiones las categorías A, B y C no poseen en ningún caso muros con más de 5 m de largo, por lo que estos recintos pudieron estar techados en su totalidad. Inversamente, los recintos de la categoría E, cuyos muros superan todos los 5 m de largo, habrían sido muy dificultoso techarlos con los materiales disponibles en la zona. En cuanto a la categoría D, es en la única en la que pueden darse recintos techados totalmente, parcialmente, o no techados, dado que al menos uno de sus lados puede tener menos de 5 m de largo. Esta clasificación de recintos por tamaños y techumbre permitió realizar una primera caracterización funcional de las estructuras y de los sitios en su conjunto, que posteriormente se complementó con los datos obtenidos del análisis de la morfología de las plantas, y con información proveniente de la bibliografía en relación con otros poblados tardíos de los valles Calchaquíes. Sin embargo, con el desarrollo de nuevas excavaciones en recintos de las distintas categorías, esta clasificación podrá ponerse a prueba de contrastación a la luz de nuevos datos.

La sectorización de las actividades en el interior de los poblados

En Morro del Fraile están presentes todas las categorías de tamaño de recintos que, a excepción de los dos de tamaño E, son potencialmente techables. De un total de 99 recintos1 la mayoría presenta dimensiones entre los 5,01 y 10 m² (43%), colocándose dentro de la categoría B (tabla 2). El análisis de la variedad de tamaños por sector mostró que en el Sector I de Morro del Fraile los recintos de la categoría B son los predominantes (53%), seguidos por los de menor tamaño, categoría A (menos de 5 m²) (20%). En el Sector II los recintos de la categoría B también son los más frecuentes (53%), pero son seguidos por los recintos de tamaño C (10,01 a 20 m²) (36%). En el Sector III la categoría B y C aparecen en proporciones semejantes (44% y 41%). Por último, en el sitio 2 los recintos de tamaño C son los predominantes (50%). Se debe destacar que el Sector I es el único en el que se encuentran los recintos de mayor tamaño pertenecientes a la categoría E (más de 40,01 m²).

Tabla 2. Tamaños de los recintos de Morro del Fraile 1 y 2

Morr o 1

o del Fraile

Tamaño

Sit

Sitio 2

Total

SI

SII

SIII

Cant.

%

Cant.

%

Cant.

%

Cant.

%

Cant.

%

A

3

20

3

8,33

3

8,82

1

7,14

10

10,10

B

8

53,33

19

52,78

14

41,18

2

14,29

43

43,43

C

2

13,33

13

36,11

15

44,12

7

50

37

37,37

D

-

-

1

2,78

2

5,88

4

28,57

7

7,07

E

2

13,33

-

-

-

-

-

-

2

2,02

Total

15

100

36

100

34

100

14

100

99

100

Sobre la base de los resultados obtenidos, los Sectores II y III del sitio 1 y el sitio 2 parecen haber sido escogidos como las áreas residenciales propiamente dichas, dado que cuentan con mayor número de recintos potencialmente destinados a viviendas (categorías B y C). A deferencia de éstos, el Sector I alberga numerosos recintos de reducidas dimensiones (categoría A) y los únicos dos recintos de gran tamaño (categoría E). Los primeros, por sus dimensiones y posibilidades de ser techados en su totalidad, pueden haber sido utilizados como lugares de almacenaje de materias primas y alimentos. En tanto que los segundos, de gran tamaño y no techados, probablemente hayan sido corrales para el encierro de animales.

Otra característica constructiva que permite realizar inferencias acerca de las actividades que tuvieron lugar en un recinto es su morfología. Rafifino propuso que las diferentes formas de las plantas permiten considerar diferencias funcionales entre los recintos (Rafifino 1991). En este sentido, es muy frecuente en el período Intermedio Tardío la asociación de la planta circular con funciones de almacenaje o depósito (Ambrosetti 1897; Cigliano et al. 1960; Pelissero y Difrieri 1981; Rafifino 1991; Williams 2003), lugar de actividades específicas como puede ser la molienda de granos, cistas (Rafifino 1991), e incluso cocinas (Liberani y Hernández 1877). En el sur del valle de Santa María, la planta circular puede corresponderse también con una función defensiva, representada por los torreones y atalayas (Rafifino 1991). Por otro lado, las plantas rectangulares, cuadrangulares e irregulares, han sido asociadas con recintos destinados a funcionar como viviendas o patios (Tarragó 1987; Rafifino 1991).

En Morro del Fraile los recintos de la categoría A, que por sus dimensiones podrían representar almacenes o depósitos, se encuentran en mayor proporción con plantas cuadrangulares e irregulares, mientras que los de planta circular son menos frecuentes. En este sentido, pueden pensarse al menos dos opciones: a. que los recintos considerados por sus dimensiones como posibles lugares de almacenaje y/o depósito en este poblado se presentan con morfología cuadran-gular e irregular; b. que esos recintos no hayan estado destinados a la función citada, debiendo aguardar por nuevos análisis y datos que permitan identificar las actividades allí desarrolladas. Los recintos de la categoría D, que por su tamaño podrían corresponderse con lugares de viviendas y/o patios, se encuentran con plantas de morfología irregular, rectangular y cuadrangular. Los recintos de las categorías B y C, que por su tamaño y condición de potencial techado total pudieron albergar diversas actividades, se ven más representados por las plantas irregulares, rectangulares y cuadrangulares.

Excavaciones desarrolladas en tres recintos, uno irregular categoría C (R10-Sector I) y dos cuadrangulares, categorías B (R20-Sector II) y D (R1-sitio 2), proporcionaron evidencia material vinculada con áreas de actividad doméstica de producción y consumo de alimentos (Nastri et al. 2012).

En la excavación del recinto 10 (Sector I), se reconoció un piso de ocupación donde se halló una olla de cerámica interior peinado, numerosos fragmentos de camélidos, artiodáctilos y vertebrados grandes mayoritariamente quemados y un fogón que proporcionó un fechado que data de 1170±75 AP (LP-825), cuya fecha se sitúa entre 709 y 1035 cal d.C. (p = .95) (Nastri 1999:323) (tabla 1). También asociados al piso de esta vivienda se encontraron fragmentos de alfarería presantamariana, representada por fragmentos pulidos de pasta compacta, entre los que se encuentran: Pulido gris inciso, identificado como Ciénaga gris inciso, Pulido ante y Pulido negro sobre ante, identificado como Guachipas.

En el recinto 20 (Sector II), pudo identificarse un piso de ocupación en el que se hallaron asociadas dos ollas Alisadas ordinarias, una de ellas con marcas de hollín en la superficie externa; dos conjuntos óseos, identificados como especímenes vertebrados entre medianos y grandes (categorías 3 y 4, Izeta 2007), y un tercer conjunto correspondiente a otro espécimen no identificado, todos ellos con signos de termoalteración por exposición al fuego.

En el recinto 1 del sitio 2, se identificó un piso de ocupación donde se encontró una base de urna santamariana tricolor en posición de uso, restos óseos y dos áreas de combustión de gran tamaño y profundidad. Una de estas áreas (rasgo 3), asociada a la urna tricolor, fue fechada en 882 ± 36 AP (AA88804), con un rango temporal entre 1053-1273 cal d.C. (p=0.95), coincidente con la primera mitad del período Intermedio Tardío (Nastri et al. 2012:91). En cuanto al material arqueofaunístico, la mayor parte de los restos de Artiodactyla y Camelidae correspondientes al piso están carbonizado o calcinado. También se recuperaron fragmentos cerámicos Alisado con baño blanco y Alisado negro sobre blanco, identificados como Santamaria indeterminado, Peinado con baño, y dos fragmentos con impronta de cestería en el exterior, entre los estilos reconocidos como tardíos. Conjuntamente se recuperaron fragmentos Pulido gris inciso, identificados como Ciénaga gris inciso, Pulido negro sobre ante, posiblemente Guachipas, y Pulido rojo de pasta compacta, atribuibles a piezas presantamarianas (cf. Scattolin et al. 2001), además de fragmentos de alfarería utilitaria. Por debajo de este piso se halló un sedimento limo arenoso con pedregullo, con escaso material cultural, el cual fue interpretado como un sedimento de relleno que separa el piso mencionado de otra posible ocupación más antigua. En esta última se recuperaron muy pocos fragmentos, entre los cuales se encuentran los Pulido gris y Pulido ante, ambos de pasta compacta, Pulido negro sobre ante, definido como Guachipas, y alfarería utilitaria.

A partir del análisis morfo-estilístico y del diámetro de los bordes hallados pudo reconstruirse una escudilla Pulido rojo de pasta compacta, perteneciente al conjunto de alfarería presantamariana.

Por último, restan mencionar los recintos de la categoría E con más de 40 m² no techables. En Morro del Fraile solo se encuentran dos de ellos, uno de planta rectangular (R37) y otro irregular (R38), localizados en el Sector I a 2.460 m s.n.m. Recintos semejantes fueron definidos por Nastri como corrales para el encierro de llamas (Nastri et al. 2002). En el sur del valle de Santa María, a más de 2.500 m s.n.m., sobre la Sierra del Cajón, se han documentado al menos cinco sitios (Los Pozos 3, El Trébol 1 y 2, Pichanal 4 y Agua Cavada) con recintos rectangulares o circulares que se reconocieron como corrales, todos ellos en un radio de 4,5 km del poblado de Morro del Fraile (Nastri et al. 2002). Estas construcciones generalmente aparecen por encima de los 2.000 m s.n.m., dado que la capacidad adaptativa de los camélidos disminuye por debajo de esa altitud (Rafifino 1991). Recintos semejantes, pero emplazados en las zonas bajas de diversos asentamientos de los valles Calchaquíes, donde el fondo de valle supera los 2000 msnm, también han sido identificados como corrales vinculados a la actividad pastoril (de Aparicio 1948; Rafifino 1991).

Por el lugar de emplazamiento de Morro del Fraile, en un área serrana con disponibilidad de pasturas, y dadas las características constructivas y de emplazamiento de estos dos recintos (R37 y R38), se realizaron análisis de fosfatos a fin de obtener más información en relación con las tareas que pudieron desempeñarse en su interior. Los resultados obtenidos mostraron altos niveles de fosfato en el recinto 37, elemento indicador de presencia de restos orgánicos, lo que puede corresponderse, entre otras cosas, con lugares para el encierro de ganado (Nastri et al. 2012).

En el poblado de El Carmen 1, el análisis de 1112 recintos muestra una importante variabilidad de tamaños. Las categorías C y B constituyen la mayoría del conjunto, con el 35% y 34%, respectivamente (tabla 3). En este sitio, además de los recintos de la categoría E, hay ocho pertenecientes a la categoría D, cuyo lado menor supera los 5 m de longitud. Los recintos de la categoría E, en El Carmen 1, se localizan en los dos sectores más elevados del poblado, sobre las cimas planas (Sectores V y VI), integrando conjuntos mayores de estructuras, es decir que no son recintos aislados. Por tales motivos, posiblemente no hayan estado destinados al encierro de animales y no se descarta la idea de que algunos de estos hayan podido estar techados. Taboada y Angiorama (2003b) registraron una posible técnica de techado en recintos con lados mayores a 5 m en el poblado tardío de Los Amarillos (Jujuy). La excavación de un recinto con dimensiones de 11 x 6,5 m mostró un grillado representado por rasgos constructivos cuadrangulares interpretados como columnatas de piedra y tierra moldeada o adobe, que habría permitido el techado completo del recinto, el cual habría tenido que cubrir espacios no mayores a 2,20 m con vigas de no más de 2,60 m de longitud (Taboada y Angiorama 2003b:109, figura 4).

En un primer análisis arquitectónico de este poblado Nastri (1999) registró diferentes proporciones o presencia/ausencia de los distintos tamaños y morfologías de los recintos, indicadores de diferencias funcionales y sectorización del poblado. A estas variables se suman aquí, el lugar de emplazamiento de los recintos, los diversos elementos constructivos presentes o asociados a ellos, así como otros recursos que permiten inferir el tipo de actividad que tuvo lugar en un determinado espacio construido.

 

Tabla 3. Tamaños de los recintos de El Carmen 1

El Carmen 1

Tamaño

A

B

C

D

E

Total

Sector

Cant.

%

Cant.

%

Cant.

%

Cant.

%

Cant.

%

Cant.

%

I

-

-

1

0,9

-

-

2

1,8

-

-

3

2,7

II

4

3,6

8

7,21

2

1,8

3

2,7

-

-

17

15,32

III

-

-

2

1,8

6

5,41

1

0,9

-

-

9

8,11

V

-

-

13

11,71

6

5,41

-

-

2

1,8

21

18,92

VI

6

5,41

9

8,11

18

16,22

11

9,91

3

2,7

47

42,34

VII

1

0,9

4

3,6

5

4,5

1

0,9

-

-

11

9,91

IX

-

-

1

0,9

-

-

-

-

-

-

1

0,9

XI

-

-

-

-

2

1,8

-

-

-

-

2

1,8

Total

11

9,91

38

34,23

39

35,14

18

16,22

5

4,5

111

100

Entre los recintos de categoría B, los cuales podrían haberse desempeñado también como depósitos, cocinas o recintos de actividades específicas, y los de mayor tamaño como viviendas, prevalecen las plantas irregulares y circulares.

Entre los recintos interpretados como viviendas y/o patios según su tamaño y posibilidades de techado, los de la categoría D se asocian en mayor proporción con plantas rectangulares y cuadrangulares, en tanto que los de categoría C se hallaron representados en igual porcentaje por plantas cuadrangulares y circulares. A diferencia de lo que pudo observarse en el poblado de Morro del Fraile, donde las plantas de las viviendas, además de las irregulares, parecen responder a una morfología de tipo ortogonal, en El Carmen 1 están también ampliamente representadas las de planta circular. Excavaciones realizadas en cuatro recintos proporcionaron evidencia material vinculada con diversas actividades propias del ámbito doméstico (Coll Moritan et al. 2015).

En el Sector I se excavaron dos recintos asociados, uno cuadrangular, categoría D (R1) y el otro de morfología y tamaño indeterminado (R2). En el recinto 1 se identificó un piso de ocupación donde se recuperaron fragmentos de dos ollas Peinadas con baño blanco, algunos de los cuales presentan manchas de hollín. También se hallaron restos de sedimento limo arcilloso y pigmento rojo posiblemente utilizados como materia prima para la elaboración y decoración de vasijas. Asociados a este piso se hallaron restos de cuatro estructuras de combustión, de las cuales se obtuvieron dos dataciones absolutas: 670 ± 50 AP (LP 2865), con un rango de 1285-1406 cal d.C. (p= 0.95); y 750 ± 50 AP (LP 2846) con un rango de 1222-1391 cal d.C. (p= 0.95) (Coll Moritan et al. 2015:110,112) (tabla 1). Sobre la base de una huella de poste, de forma circular y 15 cm de diámetro, ubicada a 2 m del muro noroeste, se sugirió que este recinto pudo tener un techado en galería (semi-techado), tal como fuera definido por Ambrosetti en Quilmes (Ambrosetti 1897:38).

En el Sector VI, se excavaron dos recintos, uno aislado, circular categoría C (R13), y otro integrante de un conjunto de tres recintos, también circular y categoría C (R11)

En el recinto 13, asociado al piso de ocupación, se hallaron un fogón y 13 fragmentos cerámicos, entre los cuales pudo reconstruirse un puco alto Alisado y una urna Santamaríana Tricolor. Proveniente de un lente de cenizas del piso de ocupación, se obtuvo un fechado radiocarbónico de 680 ± 50 AP (LP 2876), que estableció un rango temporal de 1281-1404 cal. d.C. (p= 0.95). Al parecer este recinto pudo tener un techado cónico (Pelissero y Difrieri 1981:70), a juzgar por una huella de poste de 15 cm de diámetro que se encontró en el centro del recinto. A los costados de la huella se hallaron lajas derrumbadas que posiblemente hayan estado clavadas en posición vertical a modo de cuñas para sostener el poste de madera.

El recinto 11 aún no se ha excavado en su totalidad, sin embargo, a través del análisis morfológico de los fragmentos cerámicos hallados, pudieron reconstruirse dos formas cerradas, correspondientes a jarras del tipo Pulido ante, representantes del conjunto de vajilla de servicio.

Estos posibles recintos habitacionales se encuentran en mayor proporción en todos aquellos sectores localizados sobre una topografía plana (SI, SIII, SV y SVI), las que parecen haber sido escogidas como las áreas de residencia (Nastri 1999).

Por último, los recintos de la categoría E, no techables, se asocian principalmente con plantas irregulares. En el Sector V, que junto con el Sector VI es uno de los dos más densamente construidos, hay dos recintos no techables: R4 y R11. El primero, cuya morfología no fue posible determinar, por su localización parece ser un espacio de distribución y circulación hacia otros recintos. El segundo fue levantado con muros simples de doble lienzo con relleno y revestidos en su base con cimientos de lajas verticales. Posee planta rectangular con dos vanos de acceso que lo comunican hacia el este y oeste con otros recintos. A 50 cm del muro este, a un costado del vano de acceso, se localizaron tres lajas en posición vertical formando una estructura en "L" que podría ser parte de un fogón (Nielsen 2001), y en la esquina noroeste, a 30 cm de la pared norte, se presenta una gran laja de más de 1 m de altura. Este recinto, cuyas características constructivas lo hacen único en el poblado, podría haber funcionado como patio (v. gr. Rafifino 1991; Tarragó 1987), o como una pequeña plaza o lugar de congregación de personas (v. gr. Nielsen 2006).

Dado que el Sector V es el más alto del poblado, las actividades que tuvieron lugar en este recinto pudieron ser vistas solo desde el Sector VI, emplazado a 160 m de distancia en dirección al este (Coll Moritan 2018b).

En los Sectores II, III, VII y IX, se encuentran elementos constructivos que llevan a pensar en estos espacios en términos defensivos (Coll Moritan 2018a, Coll Moritan et al. 2015). El Sector II representa la quebrada de acceso al poblado donde se encuentran dos murallas defensivas (M1 y M15) que cortan perpendicularmente el acceso al poblado. Ambas fueron construidas con muros de lienzo doble para los cuales, dado su mal estado de conservación, no pudo determinarse el tipo constructivo. Estas pueden ser definidas como murallas semiperimetrales por su carácter discontinuo (Raffino 1991). La muralla inferior, que separa el Sector II del Sector I, se extiende por un total de 30 m de longitud, aunque originalmente debió ser más larga y, debido al terreno en pendiente en el que se encuentra, parte de ella ha desaparecido. Esta posee al menos dos recintos asociados. La muralla superior, localizada a 200 m de la primera, separa al Sector II del III. Se extiende por más de 100 m, limitando la circulación en el sector donde la quebrada se ensancha. Esta última posee al menos un recinto asociado. Estructuras semejantes en sus características constructivas y lugares de emplazamiento se documentaron en otros sitios de la banda occidental del valle de Santa María como Tolombón (de Aparicio 1948), Fuerte Quemado-El Calvario (Quiroga 1901) y Cerro Mendocino (Bruch 1911). Ambas murallas llegan hasta el flo del Sector IX, donde se registró un recinto circular de 4 m de diámetro (R1), que posiblemente funcionó como torreón defensivo y de vigilancia. Por las características constructivas y su localización, este recinto concuerda con la definición de torreón defensivo que realiza Rafifino (1991:74). Éste presenta muros simples de lienzo doble con relleno, de 1 m de ancho, y parece haber tenido un piso revestido de piedras lajas, pero que actualmente está muy deteriorado. No se observa vano de acceso. Esta estructura se encuentra emplazada sobre el flo del cerro entre las dos murallas, desde donde se tiene una amplia visibilidad del acceso al sitio y parte del valle en dirección al noreste (Coll Moritan 2018b). Recintos emplazados en lugares semejantes y con similares características constructivas, en varios casos asociadas a murallas defensivas, se encuentran en otros sitios tardíos del valle de Santa María como Tolombón (Vaquer 2004:49: figura 6.2), Fuerte Quemado-El Calvario (Quiroga 1901) y Cerro Mendocino (Bruch 1911:128-130: figura 117).

Sin embargo, la defensa no sería la única función que habría tenido lugar en el Sector II. Allí predominan los recintos pequeños de las categorías A y B, que sumados alcanzan el 70% de los recintos presentes. Entre los más pequeños, los de la categoría A, predominan las plantas circulares. Estos podrían haber funcionado como lugares de almacenaje y se ajustan a la morfología de estructuras similares descritas en la bibliografía.

Habiendo ascendido por el Sector II, atravesando las dos murallas allí levantadas, se accede a la cima amesetada del Sector III. Algunos de los recintos emplazados en el costado norte de la meseta, que mira hacia el Sector II, se encuentran parapetados. Si se sigue el recorrido por los tramos de camino aún en pie del Sector VIII, se accede al Sector VII. Allí, sobre el flo del cerro se localizan una serie de recintos cuyos muros en dirección norte y este se encuentran parapetados con grandes lajas. Una vez más, desde aquí se visibiliza el acceso al sitio y se tiene amplia visibilidad en dirección noreste hacia el valle (Coll Moritan 2018b). Vaquer (2004) describió un sector en Tolombón con características de emplazamiento y recintos semejantes, al que llamó "Fortaleza" y caracterizó como lugar defensivo y de vigilancia. El hecho de que en estos sectores se presenten elementos constructivos que podrían catalogarse como arquitectura defensiva (Rafifino 1991), no significa en absoluto que las tareas de control y defensa hayan sido las únicas que tuvieron lugar en estos lugares del poblado. Sin embargo, se debe remarcar que una vez alcanzados los sectores de mayor altitud del poblado (SV y SVI), estos elementos constructivos desaparecen por completo dando lugar a lo que en principio pueden caracterizarse como áreas residenciales.

El Sector XI, no ha podido ser caracterizado hasta el momento sobre la base de los datos arquitectónicos debido al mal estado de conservación en el que se encuentran sus estructuras. Solo puede mencionarse que se registraron allí tres recintos y tres muros que parecen haber formado parte de antiguas vías de circulación, que conectaron el Sector VIII con los tres sectores más altos del poblado (SV, VI y VII).

Por último, El Carmen 1 es un poblado que tiene acceso inmediato a terrenos potencialmente aptos para el cultivo sobre los conos de deyección y al bosque de algarrobo y chañar a orillas del río Santa María (Villegas y Coll Moritan 2011). Los morteros inmuebles hallados en los Sectores I y II pueden haber sido empleados para la molienda de granos, aunque no se descarta el uso para el procesamiento de pigmentos. En uno de los recintos excavados del Sector I (R1), se hallaron restos de pigmento rojo empleado para la manufactura de alfarería (Coll Moritan et al. 2015). Estos morteros están emplazados en lugares con muy buena visibilidad de la quebrada de acceso al poblado y de parte del fondo de valle, por lo que también pueden haber sido usados como lugares de vigilancia.

El patrón residencial: las unidades domésticas

Dado que toda clasificación funcional no puede dejar de considerar la forma de las unidades de vivienda, el siguiente paso fue definir el patrón arquitectónico presente en ambos poblados. Este patrón, o configuración recurrente de los conjuntos de construcciones, puede acercarnos al tipo de unidad doméstica que sus habitantes concibieron y materializaron a través de la arquitectura en piedra. Para caracterizar las unidades domésticas (cf. Nielsen 2001) se empleó la clasificación elaborada por Nastri (2001b) y la metodología de trabajo propuesta por Roldán y Funes (1995). Para ello, primero se observó y registró la presencia o ausencia de articulación entre recintos, lo que permitió discriminar entre unidades simples o aisladas y compuestas. En segundo lugar, se debió distinguir entre unidades compuestas asociadas y compuestas complejas. Las primeras hacen referencia a un conjunto de dos recintos asociados, en tanto que las segundas se referen a conjuntos de tres o más recintos independientemente del tipo de articulación que los vincule. En la bibliografía de referencia se menciona la articulación de recintos mediante el empleo de muros o vanos, descrita la primera en forma indistinta como asociada o adosada. Con el objetivo de especificar aún más el carácter de esta vinculación se dividieron aquí los recintos articulados por muros en: asociados (los recintos poseen un muro en común) y adosados (el muro de un recinto se adosa al muro de otro recinto). Seguidamente se identificaron aquellos vinculados mediante vanos internos, es decir dos recintos intercomunicados. Para esta clasificación solo se consideraron recintos de las categorías B, C, y D, que por su tamaño y posibilidades de techado podrían haber funcionado como viviendas. Como resultado de esta última clasificación pudieron distinguirse, en primer término, conjuntos de estructuras definidos por recintos articulados por muros, y sub-conjuntos de estructuras constituidos por recintos intercomunicados por vanos interiores. En los casos en que dos recintos intercomunicados se registraron aislados de otros recintos, estos fueron considerados como conjuntos en sí mismos.

Roldán y Funes consideran que los subconjuntos de estructuras representan los conjuntos estructurales mínimos, es decir, la "unidad de residencia mínima" o "unidad doméstica" (Roldán y Funes 1995). En este trabajo esta consideración se hizo extensiva a los conjuntos estructurales cuya disposición y elementos constructivos permiten diferenciarlos de otros conjuntos y que, al mismo tiempo, se registraron de manera repetitiva en el trazado del poblado, definiendo así un patrón.

En el poblado de Morro del Fraile se identificaron 27 unidades de viviendas simples o aisladas, entre las cuales las más recurrentes son las de planta cuadrangular e irregular (figura 5). Estas viviendas están representadas por recintos con superficies que cubren entre 10 y 20 m² (categorías B y C). El Sector III es donde se encuentra la mayor cantidad de unidades simples.


Figura 5. Unidades Simples de Morro del Fraile 1: a. circular, b. cuadrangular, c. rectangular, d. irregular

En cuanto a las unidades compuestas, se registraron 69 recintos que componen 21 conjuntos de estructuras, de los cuales al menos 15 fueron considerados como potenciales unidades domésticas de acuerdo con el tamaño de los recintos que integran el conjunto y con las descripciones arquitectónicas de unidades domésticas en la bibliografía local y regional (Madrazzo y Ottonello 1966; Tarragó 1987; Rafifino 1991; Baldini y Scattolin 1993; Roldan y Funes 1995; Nastri 2001a). Asimismo, como se mencionó anteriormente, los recintos excavados, integrantes de distintos conjuntos, muestran la presencia de actividades de carácter doméstico en su interior.

Ocho de los conjuntos de estructuras se reconocieron como unidades compuestas asociadas y 7 como unidades compuestas complejas (figura 6). Las primeras corresponden al tipo representado por dos recintos intercomunicados (Madrazo y Ottonello 1966). Las segundas pueden concentrar de 2 a 8 recintos asociados y/o adosados. Asimismo, en el interior de 6 de estas unidades compuestas complejas se registraron subconjuntos de estructuras identificados como recintos intercomunicados.

De los 60 recintos que integran los distintos tipos de unidades domésticas compuestas, los intercomunicados, ya sea que integren conjunto o subconjuntos, representan casi el 37% (22 recintos) de las estructuras que conforman unidades habitacionales, por lo que se puede decir que ellos constituyen los conjuntos estructurales mínimos del patrón residencial del poblado de Morro del Fraile y el referente material de la unidad doméstica local. Formalmente, estos se caracterizan por ser dos recintos intercomunicados por un vano interno, con características constructivas semejantes, de morfología ortogonal o irregular, con los ángulos externos borrados por suaves curvas, con la pared que se apoya en el cerro recta. En este poblado presentan un ordenamiento de tipo lineal sobre las laderas (Sector III), en terrenos previamente aterrazados para su emplazamiento, y un ordenamiento de tipo aglutinado, tanto en el cerro (Sector II) como en el bajo (sitio 2). De este modo, el patrón residencial marcado por los recintos intercomunicados no parecería ser el resultado de las condiciones topográficas, ya que estos se han relevado con emplazamiento en diferentes localizaciones en Morro del Fraile y en otros poblados del valle de Santa María (Tarragó 1987; Baldini y Scattolin 1993).


Figura 6. Unidades Compuestas Asociadas de Morro del Fraile 1 (Sector III): a. Conjunto 12, b. Conjunto 15. Unidades Compuestas Complejas de Morro del Fraile 1: a. Conjunto 9 (Sector II). Los recintos 97 y 25 integran un subconjunto de recintos intercomunicados, b. Conjunto 13 (Sector III). Los recintos 50 y 51, y 12 y 41 integran dos subconjuntos de recintos intercomunicados

Estos conjuntos estructurales mínimos, identificados como recintos intercomunicados, se encuentran en mayor número en el Sector III. Esto puede deberse a: 1. diferencias jerárquicas; 2. grupos sociales heterogéneos; 3. diferencias temporales entre los sectores; o 4. más de una de estas opciones en conjunto. En cuanto a las diferencias de jerarquía o presencia de grupos heterogéneos, a pesar de la existencia de diferentes tipos de unidades domésticas, estos están construidos bajo los mismos códigos constructivos, es decir que comparten los mismos materiales y técnicas (Coll Moritan 2018a). Asimismo, los tipos cerámicos identificados se encuentran en todos los sectores y se trata de tipos propios del valle de Santa María. En cuanto a la posibilidad de una diferencia cronológica, en el valle Calchaquí el sitio Molinos 1, contemporáneo a Morro del Fraile, se caracteriza por tener mayoría de recintos simples y unas pocas unidades compuestas formadas por dos recintos de tamaño desigual adosados. Para Baldini estos últimos representan cambios que se estaban produciendo en el patrón de las viviendas, que refejarían cambios a nivel social, hacia una época tardía de la ocupación (Baldini 1992). En el Sector III de Morro del Fraile 1 hay más recintos intercomunicados que en el resto del poblado, mayor cantidad de unidades simples y una proporción mayor de alfarería temprana en relación con la tardía (Nastri et al. 2012), al igual que ocurre en Molinos 1; esto podría indicar una historia de ocupación del poblado que habría comenzado en el Sector III.

Tarragó (1990) propuso que las unidades domésticas de Rincón Chico crecen a medida que lo hace la unidad familiar, por lo que se necesita anexar nuevos espacios para los nuevos integrantes.

Siguiendo esta propuesta, se podría pensar en el crecimiento de las unidades domésticas a partir de los conjuntos estructurales mínimos. En Morro del Fraile, se observó que estos conjuntos, se encuentran en todas las unidades compuestas complejas integradas por más de tres recintos, presentes en los demás sectores del poblado, lo que permite pensar positivamente en esta dirección. Sin embargo, no debe descartarse la posibilidad señalada por Taboada y Angiorama en cuanto al crecimiento de la unidad doméstica por cambios y/o ampliaciones en las tareas desarrolladas en su entorno (Taboada y Angiorama 2003a).

En el poblado de El Carmen 1 se registraron 28 casos de unidades simples de variado tamaño y morfología, entre las cuales, las irregulares y circulares son las más frecuentes (figura 7). La mayoría son recintos correspondientes a las categorías de tamaño B (5,01 a 10 m²). Estas unidades se encuentran emplazadas en todos los sectores del sitio (excepto en el Sector VIII donde solo hay tramos de caminos) y se presentan en mayor cantidad en los Sectores II y VI. Al igual que en otros poblados tardíos del valle de Santa María de similares características topográficas (Madrazo y Ottonello 1966), las unidades simples de El Carmen 1 se concentran en mayor número sobre los faldeos y cimas del asentamiento.


Figura 7. Unidades Simples de El Carmen 1: a. circular, b. cuadrangular, c. rectangular, d. irregular

De un total de 118 recintos, 78 componen 22 conjuntos de estructuras, de los cuales al menos 17 fueron considerados como potenciales unidades domésticas. Al igual que en Morro del Fraile las excavaciones practicadas en recintos de dos conjuntos evidencian actividades de carácter doméstico en su interior.

Los 17 conjuntos identificados como unidades compuestas complejas pueden concentrar de 2 a 7 recintos asociados o adosados. Por un lado, hay 10 conjuntos que coinciden con la descripción de Recintos Asociados Desiguales enunciada por Madrazo y Ottonello como la "asociación de varios recintos menores con uno mayor y, en ciertos casos, más de uno" (Madrazo y Ottonello 1966:12) (figuras 8a, b, c). Las restantes 6 unidades compuestas no pueden subsumirse bajo ninguna variante de la clasificación de Nastri. Tres de ellas representan una combinación de dos recintos de tamaño similar (figura 8d). Las otras tres se constituyen de manera heterogénea en cuanto al número y morfología de sus recintos.


Figura 8. Unidades Compuestas Complejas de El Carmen 1: a. Conjunto 3 (Sector II), b. Conjunto 11 (Sector V), c. Conjunto 22 (Sector VI). Véase el espacio interconstrucciones (E72) como componente de este conjunto, d. Unidad Compuesta no descritas en la clasificación de Nastri 2001. Conjunto 1 (Sector I)

De los 69 recintos que integran las unidades domesticas compuestas, 46 componen las unidades compuestas complejas conocidas como Recintos Asociados Desiguales. Estos representan el 65% de las estructuras existentes, constituyendo así los conjuntos estructurales mínimos del patrón residencial del poblado de El Carmen 1. Formalmente, esta asociación de recintos presenta características constructivas y morfológicas heterogéneas, sin que se haya registrado en ningún caso recintos de planta circular entre los de mayor tamaño. Espacialmente presentan un ordenamiento aglutinado, localizándose sobre las cimas planas y laderas, al igual que en los poblados de la banda oriental del valle de Santa María (Madrazo y Ottonello 1966; Roldán y Funes 1995; Rivolta 1999; Salazar 2006).

Las características constructivas de estas unidades dan un aspecto desorganizado del trazado del sitio, lo que Tarragó (1990), al igual que Salazar (2006), sugieren que puede deberse al crecimiento de las unidades domésticas por anexión de recintos, a lo que Rafifino define como crecimiento no planificado (Rafifino 1991).

El análisis del registro arquitectónico en conjunto con los datos de cronología absoluta y relativa, la información obtenida de las excavaciones y el análisis de los materiales permitieron estructurar una visión general sobre la historia ocupacional y las prácticas desarrolladas en cada poblado. Se propone aquí que tanto en Morro del Fraile como en El Carmen 1 existió una secto-rización de las actividades. En el poblado de El Carmen 1 está bien marcada por la sincronicidad de la ocupación de los sectores. En Morro del Fraile, si bien la irregularidad del terreno trasladada a la irregularidad de las plantas de las estructuras dificulta la visualización de una sectorización a partir del dato arquitectónico, se propone aquí una primera segregación funcional al interior del asentamiento, basada en la diversidad de tamaño de los recintos de cada sector y sus posibilidades de techado.

En Morro del Fraile, la cronología relativa ofrecida por el análisis del material cerámico de superficie y en estratigrafía (Nastri et al. 2012; Coll Moritan 2018a) puso de manifesto una larga ocupación de este poblado (de forma continua o interrumpida), que se inicia al menos en la última fase del período Formativo (Fase Colalao sensu Scattolin et al. 2001), prolongándose hasta el final del período Intermedio Tardío (Nastri et al. 2009; Nastri et al. 2012). Asimismo, un rango temporal entre el 691 y 1496 cal d.C. fue establecido a partir de diez fechados radiocarbónicos, obtenidos del material antracológico recuperado en las excavaciones (Nastri et al. 2012; Coll Moritan 2018a), fortaleciendo los resultados derivados del análisis cerámico.

El Sector I, emplazado en el morro norte, parece haber sido uno de los primeros lugares que se habitaron en este poblado. La excavación del recinto 10, que integra una unidad habitacional compuesta, proporcionó el fechado más temprano del poblado, que data de 1170±75 AP (LP-825), cuya fecha se sitúa entre 691 y 1041 cal d.C. (p=.95) (Nastri 1999:323), y un piso de ocupación con alfarería presantamariana. De acuerdo con los tamaños de los recintos y sus posibilidades de ser techados, esta unidad doméstica compuesta fue la única vivienda registrada en el Sector I. Aquí la ausencia de alfarería tardía no supone, sin embargo, que este sector haya dejado de ser ocupado durante los momentos más tardíos, sino que tal vez habrían tenido lugar otras actividades diferentes, entre las que se destacaron el almacenamiento de recursos (alimentos y materias primas) y el manejo y guarda de animales. En este sector se registró una mayoría de recintos de la categoría B, y los únicos dos de categoría E del poblado. La localización del Sector I en una de las áreas más bajas del poblado posiblemente haya favorecido su disposición como zona de almacenaje y lugar de actividades vinculadas al pastoreo. Su emplazamiento en la entrada del poblado habría demandado un menor esfuerzo de acarreo de materiales que el necesario para transportarlo hasta los sectores más elevados y empinados del asentamiento, manteniendo además los animales en la periferia del asentamiento.

Los recintos del Sector III del sitio 1, que se localizan sobre el morro sur, parecen ser contemporáneos al Sector I. Este sector cuenta con el mayor índice de material cerámico de superf-cie identificado como presantamariano (Nastri et al. 2012), y con el mayor número de unidades simples y recintos intercomunicados, considerados los conjuntos estructurales mínimos a partir de los cuales podrían haber surgido las unidades domesticas complejas compuestas. El Sector III es uno de los lugares del poblado que concentra mayor número de recintos destinados a potenciales unidades domésticas. De un total de 40 registrados, 19 integran unidades domésticas compuestas y otras 16 representan unidades habitacionales simples. Por lo que se considera que, desde los momentos iniciales de la ocupación del poblado, este sector habría sido un área destinada a viviendas (Coll Moritan 2018a).

Asimismo, de las excavaciones realizadas en el alero localizado al pie del Sector III, se obtuvo un fechado radiocarbónico (LP-2039) con un rango temporal entre 726 y 1132 cal d.C. (p=0.95) y material cerámico presantamariano, que hacen pensar que la ocupación más temprana del alero es contemporánea a la del recinto 10 del Sector I (Nastri et al. 2012:91).

La ocupación más tardía de Morro del Fraile se presenta en el Sector II, el alero del Sector III y el sitio 2. El Sector II y el sitio 2 poseen los porcentajes más elevados de cerámica de superficie correspondiente al período Intermedio Tardío. Además, como resultado de las excavaciones, en el recinto 1 del sitio 2 se halló un piso de ocupación donde se obtuvo un fechado de 882 ± 36 AP (AA88804), con un rango temporal entre 1053-1273 cal d.C. (p=0.95) (Nastri et al. 2012:92), que lo ubica cronológicamente en la primera mitad del período Intermedio Tardío. Este piso de ocupación es coincidente con la fecha más tardía del componente denominado Piso Antiguo en el alero (Sector III, sitio 1), que marca el inicio del período citado hacia el siglo XI d.C., con fechados de 900 ± 80 AP (LP-2061) 1025-1285 cal d.C. (p=0.95) y 830 ± 60 AP (LP 2834) 1052-1339 cal d.C. (p=0.95) (Nastri et al. 2012:91). Asimismo, por encima del Piso Antiguo se localiza en el alero el componente Depósito Medio, en el cual se hallaron fragmentos de alfarería de momentos tardíos, entre los que se encuentra el Santamariano indeterminado, Peinado, Peinado con baño y Peinado con baño y pintado. Aquí se obtuvieron dos fechados de 580 ± 50 A.P. (LP 2839), con un rango temporal entre 1310-1452 cal d.C. (p=0.95) y 500 ± 40 A.P. (LP 2487), con fechas de 1401-1496 cal d.C. (p=0.95), que dan cuenta de una ocupación del alero hasta fines del período Intermedio Tardío.

La excavación del recinto 20 (Sector II), integrante de una unidad habitacional compuesta compleja, a pesar de carecer de fechados absolutos, evidenció la presencia de los estilos alfareros presantamarianos y tardíos, hallados a lo largo de todos los niveles de la excavación, que permiten datar la ocupación del recinto desde momentos formativos que perduraron (ininterrumpidamente o no) hasta momentos tardíos.

Tanto el Sector II como el sitio 2 parecen ser las principales áreas residenciales del poblado durante el período Intermedio Tardío, concentrando mayormente recintos identificados como potenciales unidades domésticas compuestas complejas. En el Sector II, de 36 recintos 8 fueron interpretados como unidades de vivienda simple y 23 como recintos integrantes de 7 unidades compuestas. El sitio 2 cuenta con 14 recintos, de los cuales 12 fueron interpretados unidades habitacionales compuestas complejas.

En trabajos anteriores Nastri y colaboradores plantearon diversas hipótesis acerca de la ocupación de Morro del Fraile y de su relación con otros asentamientos de la sierra y el valle (Nastri et al. 2009). Una primera hipótesis plantea que el poblado de Morro del Fraile habría estado ocupado durante el Formativo y los primeros momentos del período Intermedio Tardío, luego de los cuales se lo abandona. A partir de entonces, en la sierra se habrían emplazado sitios de ocupación temporaria vinculados al pastoreo de camélidos. Una segunda hipótesis propone que este poblado estuvo habitado durante el Formativo y todo el período Intermedio Tardío, pero de manera temporaria, por parte de los grupos que habitaban el valle y se adentraban estacionalmente a la sierra del Cajón, en consonancia con las épocas de pastoreo. A partir de este centro luego se dirigían a los diferentes puestos ganaderos. Una tercera y última hipótesis propone la ocupación permanente de Morro del Fraile, a lo largo de todo el año, durante el Formativo y todo el período Intermedio Tardío, pero como centro poblado secundario en relación con Rincón Chico, Las Mojarras o La Ventanita y el Calvario de Fuerte Quemado.

La evidencia material de una época de transición entre el período Formativo y el Intermedio Tardío, se manifesta diferencialmente en distintos lugares del poblado, donde en algunos casos hay homogeneidad en los materiales de la ocupación (recintos 10 y 20 del sitio 1), en otros hay superposición de materiales de distintos períodos (alero del sitio 1), y en otros hay coexistencia (recinto 1 del sitio 2) (Nastri et al. 2012). Lo que lleva a pensar que en el transcurso de 800 años los habitantes de Morro del Fraile ocuparon diferencialmente el espacio en el interior del poblado. En este sentido, los fechados absolutos y el material cerámico ponen de manifesto una continuidad a lo largo del tiempo en la ocupación de ciertas estructuras y sectores, como el alero del sitio 1 y el recinto 1 del sitio 2, a diferencia de otras, como el recinto 10 del sitio 1, que aparenta haber quedado en desuso durante el período Intermedio Tardío (Nastri et al. 2012).

En cuanto a la primera hipótesis, en principio, la presencia de material cerámico correspondiente a estilos tardíos, así como los fechados tardíos obtenidos para el alero (Sector III) del sitio 1 y el recinto 1 del sitio 2, permiten pensar que hubo una continuidad en la ocupación del poblado de Morro del Fraile durante los momentos tardíos. Si bien el alero del Sector III no es un espacio delimitado por estructuras arquitectónicas, los datos provenientes de las excavaciones permitieron caracterizarlo como un espacio donde se desarrollaron actividades de carácter doméstico (Nastri et al. 2012). Asimismo, espacialmente se encuentra en estrecha relación con las estructuras del sitio 2, emplazado a 50 m de distancia, del otro lado del curso de agua permanente que corre por el fondo de la quebrada de acceso al poblado. Sin embargo, es prudente aguardar a que nuevas excavaciones, en recintos localizados en los distintos sectores y sitios del poblado, confrmen y respalden la idea de continuidad de la ocupación hasta los momentos finales del período Intermedio Tardío.

Aun considerando que Morro del Fraile hubiera estado ocupado solo hasta la primera mitad del período Intermedio Tardío, se puede debatir respecto a la diferencia expresada en las últimas dos hipótesis, en torno a la forma en que este poblado articuló con el resto de los sitios del valle de Santa María, determinando una ocupación estacional o bien la permanencia a lo largo de todo el año.

En cuanto a la segunda hipótesis, para Nastri la menor cantidad de recintos habitacionales registrados en Morro del Fraile con respecto a los hallados en los grandes poblados del valle, permite considerar este poblado serrano como la residencia alternativa de alguno de los grupos que habitaban en el valle, antes de que los poblados del fondo de valle alcanzaran su máxima extensión (Nastri et al. 2002). Sin embargo, este investigador se inclina hacia la tercera hipótesis, considerando la trashumancia de parte de la población y el panorama arqueológico actual, en el cual los sitios serranos más frecuentes son los pequeños puestos ganaderos.

En relación con esto se puede decir que los estudios de lugar de emplazamiento de este poblado, su localización distanciada de áreas potencialmente cultivables y el hecho de que las unidades de vivienda superan a la infraestructura productiva, hablan a favor de la necesidad de los habitantes de Morro del Fraile de vincularse con los habitantes del valle, sea porque son parte del mismo grupo o por que practican el intercambio como modo de complementariedad económica.

En el poblado de El Carmen 1 la cronología relativa ofrecida por el análisis del material cerámico proveniente de las excavaciones (Coll Moritan et al. 2015), los fechados radiocarbónicos y el registro arquitectónico evidencian una ocupación más acotada y sincrónica de los sectores que componen este poblado, durante la segunda mitad del período Intermedio Tardío entre los siglos XIII y XV d.C.

En un extremo del poblado, en el Sector I sobre el conoide, el análisis arquitectónico y los restos hallados en excavación permitieron identificar una unidad doméstica compuesta, integrada por dos recintos asociados. Uno de ellos, de planta rectangular, fue interpretado como un recinto techado en su totalidad (R2), y el otro, de forma indeterminada, como un patio parcialmente techado (R1), en el que pudieron llevarse a cabo la preparación y cocción de alimentos y la elaboración de materias primas para la manufactura de alfarería (Coll Moritan et al. 2015). En el recinto 1, asociados al piso de ocupación, se recuperaron fragmentos de dos ollas Peinadas con baño blanco propias del período Intermedio Tardío. Allí mismo se obtuvieron dos fechados radiocarbónicos de 670 ± 50 AP (LP 2865), con un rango de 1285-1406 cal. d.C. (p=0.95), y 750 ± 50 AP (LP 2846) con un rango de 1222-1391 cal d.C. (p=0.95), coincidente con la segunda mitad del período Intermedio Tardío (Coll Moritan et al. 2015). En tanto en el recinto 2, donde no pudo reconocerse el piso de ocupación, se recolectaron fragmentos cerámicos correspondientes al período en cuestión, representados por distintos tipos Peinados, Negro sobre Rojo Indeterminado (Marchegiani et al. 2009) y Santa María Indeterminado.

En el otro extremo del poblado, en el Sector VI, una de las cimas más altas del asentamiento, se excavó una unidad habitacional simple (R13), que pudo haber tenido un techado cónico. Allí se halló parte de un cuello de urna Santamariana Tricolor, con el motivo de un suri atomizado propio de las urnas de las fases I y II de la seriación cerámica (Weber 1978), así como fragmentos de alfarería Peinada con baño y Negro sobre Rojo Indeterminado. Asimismo, el fechado radiocarbónico (LP 2876), que estableció un rango temporal de 1281-1404 cal. d.C. (p=0.95), al igual que en el Sector I, es coincidente con la segunda mitad del período Intermedio Tardío (Coll Moritan et al. 2015).

El análisis formal del registro arquitectónico puso de manifesto la ocupación sincrónica de El Carmen 1, materializada en el empleo del mismo conjunto de técnicas constructivas en todos los sectores del poblado. Los distintos tipos de recinto, muro, paramento, relleno y mortero se encuentran en todo el poblado. En tanto que las diferencias en la morfología de las plantas, los tamaños de los recintos y sus posibilidades de techado, la presencia de elementos arquitectónicos en determinados sectores (como por ejemplo parapetos), los lugares de emplazamiento de las estructuras y la visibilidad desde los distintos sectores se atribuyeron a la sectorización de las actividades llevadas a cabo en su interior.

Los Sectores I, III, V y VI, emplazados sobre terreno plano (conoide y cimas), fueron las áreas residenciales principales, dado que concentran el mayor número de recintos interpretados como viviendas de acuerdo con el tamaño y posibilidades de techado. De un total de 28 unidades simples, 13 se localizan en estos sectores, así como 55 recintos, de un total de 78, que componen 13 conjuntos de unidades compuestas. Asimismo, las excavaciones practicadas en estos sectores refuerzan esta idea.

Los lugares de emplazamiento y elementos constructivos tales como murallas, un torreón y recintos con parapetos de los Sectores II, III, VII y IX llevan pensar en estos espacios en términos defensivos. Todos los sectores poseen amplia visibilidad del valle y la sierra del Cajón, como de otros sectores del poblado, pudiendo así tener control del tránsito de personas, el acceso al poblado y de las tierras productivas aledañas (cultivo y bosque de algarrobo y chañar). Estas características de emplazamiento y arquitectura defensiva son concordantes con la situación de conficto social descrita para el período Intermedio Tardío (Nielsen 2006).

Para finalizar, se considera que el Sector II también podría haber funcionado como lugar de almacenamiento de materias primas y alimentos. Su localización en terreno a baja altura y la presencia de un elevado número de recintos de tamaño A y B habrían favorecido esta tarea de forma semejante a lo que ocurre en el Sector I de Morro del Fraile.

AGRADECIMIENTOS

A Javier Nastri quien dirigió la Tesis de Doctorado en la cual se desarrollaron estos análisis. Este trabajo fue posible gracias a la beca doctoral de la Universidad de Buenos Aires, al espacio de trabajo brindado por la Fundación Azara en la Universidad Maimónides, y al financiamiento de diversos proyectos (UBACyT 2008, 2011 y 2013; PIP 2010; PICT 2011). A los evaluadores por sus aportes y sugerencias, que se constituyeron como importantes contribuciones a este trabajo.

NOTAS

1 Los recintos son 106 en total, pero de acuerdo con la conservación y presencia de los muros, solo pudieron tomarse medidas de superficie en 99 de ellos.

2 Los recintos son 118 en total, pero de acuerdo con la conservación y presencia de los muros, solo pudieron tomarse medidas de superficie en 111 de ellos.

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