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Relaciones

versión impresa ISSN 0325-2221versión On-line ISSN 1852-1479

Relaciones vol.43 no.2 Buenos Aires dic. 2018

 

ARTICULOS

EL ENFOQUE AMBIENTAL EN LA ARQUEOLOGÍA ARGENTINA: ANÁLISIS SOBRE SU DESARROLLO EN LA DISCIPLINA A TRAVÉS DE LOS TRABAJOS PUBLICADOS EN LA REVISTA RELACIONES

THE ENVIRONMENTAL APPROACH IN ARGENTINE ARCHAEOLOGY: ANALYSIS OF ITS DEVELOPMENT IN THE DISCIPLINE THROUGH THE PUBLISHED ARTICLES IN RELACIONES JOURNAL

 

Lorena Grana* y Marilén Fernández**

Universidad Nacional de Jujuy. Facultad de Ciencias Agrarias. E-mail: lorenaggrana@yahoo.com.ar Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC, CONICET). E-mail: shanamain@gmail.com

Fecha de recepción: 19 de diciembre de 2017 Fecha de aceptación: 17 de octubre de 2018

RESUMEN

El abordaje sobre la temática ambiental y sus temas derivados han sido centrales en las investigaciones científicas globales y la Arqueología no ha estado exenta de esta tendencia. Estudiar cómo fue el desarrollo de esta temática dentro de la disciplina resulta interesante para ver la evolución de los enfoques ambientales dentro de la Arqueología argentina. Para ello, se aplicó un análisis bibliométrico sobre 507 artículos arqueológicos publicados entre 1937 y 2014 en la revista Relaciones. El análisis demuestra que el enfoque ambiental siempre ha sido considerado en las investigaciones arqueológicas de nuestro país, aunque su mayor crecimiento y dominancia se registra recién después de la década de 1970. Sin embargo, ha sido un concepto que ha tenido una amplia aceptación por los distintos marcos teóricos, siendo principalmente la visión cartesiana del ambiente la dominante en la disciplina.

Palabras clave: ambiente - arqueología - estudios bibliométricos - Argentina - revista Relaciones

ABSTRACT

The environmental approach and its related topics have been of main importance in the global scientific research and the Archaeology has not been absent from this trend. To study the development of this topic within the discipline seems to be interesting to see its own evolution inside the history of the Archaeology in our country. In this sense, the bibliometric analysis was applied on 507 archaeological articles published in Relaciones journal between 1937 and 2014. The analysis shows that the environmental approach always has been considered in the archaeological research of our country, although it's greatest growth and dominance it's recorded just after the decade of 1970. However, it has been a concept widely accepted by the dififerent theoretical frameworks, being mainly the Cartesian vision of the environment the dominant in the discipline. Keywords: environment - Archaeology - bibliometric analysis - Argentina - Relaciones journal

INTRODUCCIÓN

En las últimas décadas, la temática ambiental y sus temas derivados, como el cambio ambiental, el cambio climático y el paleoambiente, entre otros, se vienen desarrollando cada vez más en varias disciplinas científicas. La Arqueología no ha estado exenta de esta tendencia, ya que el interés por entender las relaciones entre las sociedades y sus ambientes tiene una larga tradición en el pensamiento arqueológico.

El concepto "ambiente" en las explicaciones arqueológicas ha sido utilizado de diversas maneras, pero siempre su concepción ha sido construida en relación al concepto "cultura". Siguiendo a Davies (2013) el ambiente en la Arqueología occidental puede ser resumido a dos grandes enfoques. El primero se construye desde la visión cartesiana, donde el ambiente está asociado a lo tangible y en dualidad opuesta al concepto "cultura", el cual representaría lo intangible. Por tanto, la concepción del ambiente se basa en la observación empírica y mensurable, por medio de construcciones de listados cuantitativos y cualitativos de especies, registros climáticos y geológicos, permitiendo la creación y sistematización de grandes cantidades de datos para el análisis ambiental. Las corrientes teóricas antropológicas positivistas que infuen-ciaron esta perspectiva fueron el neo-evolucionismo, la ecología cultural y la teoría general de sistemas (Trigger 1971). Dentro de esta visión hay una gran variabilidad de abordajes sobre la relación entre ambiente y sociedad. Esta puede ir desde una mirada determinista y lineal, donde el ambiente es considerado como uno de los factores del cambio cultural, hasta una mirada multilineal y coevolutiva, donde se considera la interrelación entre la sociedad y el ambiente de manera más compleja y dinámica.

El segundo enfoque implica una visión perceptual, en la que tanto el ambiente como la sociedad son construcciones culturales. Se parte de la premisa de que las maneras de actuar en el ambiente son las maneras de percibirlo, por ello el ambiente es un paisaje social y percibido (Ingold 2000). Por lo tanto, la cultura y el ambiente conforman una totalidad indivisible (culture plus environment), donde el ambiente es el mundo que existe y toma significado en relación con la cultura, bajo un constante proceso de construcción social (Ingold 2000:19). De este modo, la relación entre estos conceptos es mutua, anulando la dicotomía propuesta por la visión cartesiana. Este enfoque propone diversos acercamientos, como el proveniente de la teoría de agencia/práctica y de la perspectiva fenomenológica, donde el énfasis está aplicado en la percepción, experiencia y simbología del paisaje (Hodder 2001). Cabe remarcar que dentro de estos dos extremos existe una gran diversidad de posturas que pueden ubicarse en posiciones intermedias como, por ejemplo, la corriente propuesta por Butzer (1982) que considera que el ambiente está formado tanto por propiedades físicas y objetivas como por significados culturales.

Por consiguiente, la concepción del ambiente y la de su rol en las explicaciones arqueológicas han sido extremadamente variadas. De este modo, para entender el enfoque ambiental dentro de la Arqueología es necesario partir de la concepción de esta complejidad para abarcar todas las visiones, principalmente, si queremos analizar la evolución de estos enfoques dentro de la Arqueología argentina. En este sentido, en el presente trabajo nos proponemos evaluar cómo se han usado los datos ambientales y el concepto "ambiente" en las investigaciones arqueológicas para entender el rol que han tenido los dos grandes enfoques ambientales (cartesiano y percep-tual). Para ello, se aplicará un abordaje bibliométrico con el objetivo de analizar el tratamiento de este tema en los números publicados entre los años 1937 y 2014 de la revista Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología, debido a su amplia cobertura temporal y espacial en la divulgación científica de la disciplina.

ESTUDIOS BIBLIOMÉTRICOS

Los estudios bibliométricos contemplan la cuantificación sistemática de ciertos aspectos en la producción escrita, lo que permite medir y comparar la actividad científica y reconstruir tendencias dentro de una disciplina (King 1987). Puede abarcar desde la aplicación de índices matemáticos (por ej. factor impacto de revistas científicas) hasta la simple cuantificación de algún parámetro de interés que permita generar datos de gran valor informativo (por ej. colaboración interdisciplinaria, evolución de la producción científica de una disciplina, desempeño regional o institucional, etc.) (Palomar et al. 2009).

En Arqueología estos estudios han sido empleados ampliamente para analizar diversos parámetros. Recientemente, en Argentina se ha utilizado esta herramienta para ver las tendencias sobre los temas de investigación en tesis de licenciatura (Kligmann y Ramundo 2014); evaluar la importancia de una subdisciplina como la arqueometría (Vidal 2009); estudiar la evolución de las investigaciones enfocadas en un registro arqueológico particular (Flegenheimer y Bellelli 2007); analizar la incidencia de trabajos escritos a través de citas bibliográficas (Bonnin y Langues 1984-85); o el desarrollo de las publicaciones en una revista científica específica (Kligmann y Spengler 2016). Así, estos ejemplos demuestran que los enfoques bibliométricos tienen una aplicación versátil y un gran potencial para ser emprendidos.

Los primeros pasos de la Arqueología argentina se encuentran intrínsecamente relacionados con las ideas dominantes de la "generación del '80" del siglo XIX, dentro de un contexto sociopo-lítico de legitimación del estado nacional (Politis y Curtoni 2011). Esto promovió el desarrollo de grandes viajes en el territorio e impulsó el relevamiento de numerosas evidencias culturales (Madrazo 1985; Ramundo 2010). Para fines de ese siglo, se generan grandes colecciones privadas y se inicia un proceso de institucionalización con la creación de diversos museos (por ej. Museo Etnográfico Juan B. Ambrosetti, Museo Bernardino Rivadavia y Museo de La Plata) y sociedades, como la Sociedad Científica Argentina (Ramundo 2010). La mayoría de los investigadores de este momento carecen de alguna formación antropológica y se encuentran fuertemente infuenciados por teorías y metodologías de las Ciencias Naturales (por ej. naturalismo evolucionista) o por corrientes humanistas. Tal fue el caso de Francisco P. Moreno, fundador del Museo de La Plata, quien desde su visión coleccionista consideraba que el contenido del museo debía representar la historia física y moral de la República Argentina (Moreno 1879). Por ello, propone que el Museo de La Plata represente la máxima expresión de la civilización del país, y por tanto que debía abarcar toda la información plausible de registro, incluyendo desde datos sobre los tipos de suelos del territorio, la fauna y la fora fósiles/actuales, la anatomía humana, hasta los restos materiales culturales tanto de origen europeo como americano (Podgorny 1995). El papel que tuvo Francisco P. Moreno en el proyecto de creación del Museo de La Plata, su círculo social y familiar y la manera en que estos funcionaron como un apoyo a su trayectoria, es lo que permite comprender desde el punto de vista histórico la formación de las colecciones y el funcionamiento de la Institución (Farro 2008; Pegoraro 2009).

Durante las dos primeras décadas del siglo XX, frente a un nuevo contexto socio-político y nuevas migraciones europeas, las investigaciones arqueológicas se centraron en la búsqueda de tradiciones indígenas y criollas nacionales con una orientación mayor hacia el uso de fuentes históricas (Politis 1992). Además, se inicia una inserción de la práctica arqueológica en las universidades, la cual termina de consolidarse en la década de 1930 (Fernández 1982). A partir de esta década, dentro de un contexto sociopolítico caracterizado por golpes de estados cívico-militares e ideas conservadoras, la Arqueología sufre un cambio teórico significativo infuenciado por la llegada de antropólogos europeos, como J. Imbelloni y A. Metraux, quienes impulsan las ideas provenientes de la escuela histórico-cultural de Viena (Politis 1992; Ramundo 2010). Imbelloni introdujo a la disciplina del país posturas de corte difusionista y del transformismo larmackiano, generando importantes contribuciones en los estudios sobre osteología cultural, antropometría, serología y de fsonomía (Carrizo 2015). Por otro lado, Metraux, desde la Universidad Nacional de Tucumán e infuenciado principalmente por los aportes de la sociología francesa de fines del siglo XIX, la etnografía historicista de E. Nordenskiöld y la Antropología norteamericana de la época, incorporó una fuerte visión etnológica e inclinación por los estudios de "americanística" estimulando el desarrollo de trabajos etnográficos de campo (Arenas 1998).

Esta nueva corriente teórica ocupó el espacio vacante generado por la crisis del evolucionismo en la disciplina, cuyos seguidores como M. Vignati, A. Serrano y F. Márquez Miranda aceptaron rápidamente este cambio (Politis 2006). La infuencia de la escuela histórico-cultural de Viena, con centros hegemónicos en Buenos Aires y La Plata, permaneció en forma marcada hasta bien avanzada la década de 1970 (Tarragó 2003).

Dentro de este contexto socio-académico, en 1936 se funda la Sociedad Argentina de Antropología (SAA) dirigida por F. Outes, quien luego fue sucedido por F. de Aparicio.1 En el año 1937 se publica el primer tomo de la revista Relaciones2 lo que da inicio a las publicaciones de la década fundacional (sensu Podestá 2007). Esta revista es una de las primeras publicaciones científicas especializadas de la disciplina en el país y que actualmente continúa en funcionamiento (figura 1A). El objetivo de la revista fue y es difundir a nivel académico los resultados de las investigaciones de Argentina y el Cono Sur en las Ciencias Antropológicas en todas sus ramas (Arqueología, Antropología social, Antropología biológica, Antropología lingüística, Etnografía y Etnohistoria) (figura 1B).

A fines de la década de 1940, frente a un contexto mundial de postguerra, se generaron nuevas migraciones de investigadores, como M. Bórmida y O. Menghin. Si bien sus arribos no implicaron un cambio teórico, sí reactivaron con mayor fuerza las investigaciones con énfasis en excavaciones estratigráficas, principalmente en sitios de cazadores-recolectores de la Pampa y la Patagonia. Es importante remarcar que, hasta ese momento, el principal fin de la disciplina era el mero acopio de piezas arqueológicas sin importar el modo de obtención, especialmente en las investigaciones desarrolladas en el Noroeste argentino (NOA) (Politis 1992; Ramundo 2010). Recién a finales de la década de 1940 y de 1950, comienza a registrarse una infuencia de la corriente histórico-cultural de Norteamérica, que se dio en principio con la introducción de algunos conceptos como los de tradiciones, fases y series (Ramundo 2010). También, se inicia un proceso de independencia universitaria a través de las aperturas de varias carreras relacionadas propiamente con la disciplina (Politis 1992). Ya a finales de la década de 1950 y durante 1960, una serie de innovaciones metodológicas y aportes teóricos sientan las bases para el inicio de la Arqueología científica profesional (Fernández 1982). Uno de los principales cambios, el cual ha sido considerado como un hito en la disciplina, fue la incorporación de las dataciones radiocar-bónicas; esto conllevó un mayor énfasis en la cronología, tema que había sido relegado desde F. Ameghino (Ramundo 2008). Asimismo, la corriente norteamericana neoevolucionista (postulada por E. Steward, B. Meggers, C. Evans, entre otros) comienza a tener cierta ascendiente en los investigadores argentinos. Principalmente, esta infuencia se percibía en las lecturas y prácticas de campo propuestas en algunas materias de las carreras de Antropología de las Universidades de La Plata, Litoral y Córdoba, donde daban clases los investigadores A. R. González y A. Austral (Bonnin y Soprano 2011). Sin embargo, la corriente histórico-cultural seguía en su apogeo en las investigaciones arqueológicas (Politis 1992).

Estos cambios teóricos y metodológicos no llegaron a verse registrados en las publicaciones de la revista Relaciones, ya que en 1945 los directivos de la SAA -representados por F. De Aparicio- declaran el cese de actividades. Las causas fueron adjudicadas a las condiciones políticas reinantes en el país debido al advenimiento del peronismo y a los enfrentamientos políticos desatados dentro de la SAA, generados por la discordia entre los socios. Esto causó que los investigadores continuaran con sus actividades académicas de manera disímil, dentro de un marco político que favoreció a algunos y perjudicó a otros (Podestá 2007; Politis y Curtoni 2011). Cabe señalar que recién en 1970 la revista reinicia su publicación periódica (alternando entre uno a dos años, dependiendo de la situación financiera de la SAA en el momento de la publicación), por lo que vuelven a quedar plasmados en los artículos las tendencias teóricas y metodológicas de la disciplina. Esta situación se mantiene así hasta la actualidad, y Relaciones se convierte en una de las revistas con mayor difusión en el país.

Durante la década de 1960, con el retorno al gobierno democrático radical de A. Illia se inicia un fuerte apoyo al desarrollo de la disciplina con un breve impulso de aperturas teóricas, principalmente en la rama social de la Antropología con corrientes marxistas y estructuralistas, aunque siguen predominando las posiciones anacrónicas y racistas en la Arqueología argentina (Politis y Curtoni 2011). Algunos autores remarcan que, para este momento, hay dos grandes grupos permeables entre sí dentro de la disciplina. Por un lado, el grupo tradicional historicista con su sede en la Universidad de Buenos Aires, encabezado por O. Menghin y, por otro lado, el grupo afín al culturalismo americano con su sede en la Universidad de La Plata, encabezado por A. R. González (Farro et al. 1999; Bonnin y Soprano 2011).

Los golpes de Estado de 1966 y 1976 debilitaron esta tendencia y varios investigadores con posturas histórico-culturales de corte evolucionista-materialista fueron coartados, sobre todo en la última dictadura (Politis y Curtoni 2011). Incluso muchas universidades cerraron su inscripción a las carreras de la disciplina, generando cambios curriculares significativos y, al mismo tiempo, algunos investigadores fueron perseguidos (Ramundo 2010).

Recién en la década de 1970, se registra un enriquecimiento solo en el campo metodológico con la incorporación de investigaciones de carácter regional, se desarrollan teorías de rango medio a través de estudios actualísticos y se incentivan los aportes interdisciplinarios desarrollando especialidades como zooarqueología, geoarqueología y arqueobotánica, entre otras. Desde la teoría comienza a darse un mayor camino a las nuevas corrientes neo-positivistas ecológico-sistémicas, consideradas dentro de la Nueva Arqueología, cuyo afanzamiento se da con el desarrollo de la democracia (Ramundo 2010). Sin embargo, estas nuevas corrientes entran en la disciplina por medio de una formación autodidacta de diversos investigadores, por lo que fue dispar y mezclaba distintas dosis de las corrientes principales del momento (histórico-cultural; neo-evolucionista y de la Arqueología francesa de Bordes) (Politis 1992; Politis y Curtoni 2011).

En la década de 1980, con la vuelta a la democracia, se inicia un periodo de "repatriación" de científicos exiliados, un incremento en las autonomías universitarias y un apoyo político-económico para el desarrollo de las actividades de investigación. Entre 1984 y 1989, la investigación arqueológica fue subsidiada significativamente por el gobierno, permitiendo que las investigaciones y los eruditos lleven a cabo trabajos de campo y tengan la posibilidad de comprar el equipo necesario para las expediciones (Politis y Curtoni 2011). A nivel teórico se consolidan los enfoques procesuales, especialmente aquellos relacionados con la ecología-sistémica enfatizando el concepto de adaptación. En la década de 1990 algunos de estos aportes teórico/metodológicos siguen en plenitud, acentuándose ciertos criterios como la medición, la cuantificación y el análisis objetivo y científico (Ramundo 2010). Al mismo tiempo, esto también suscitó diversas reacciones3 generando varios movimientos/posturas teóricas de formas muy heterogéneas y dispares (Politis y Curtoni 2011). Así, la Arqueología argentina se convierte en una multiplicidad de teorías. Este gran grupo de reacciones teóricas inicialmente surgen como una crítica a la corriente procesual de los años 1980-1990 pero con diversos grados de crítica. Por ejemplo, algunos, a pesar de sus cuestionamientos, se mantienen cercanos a los seguidores del procesualismo, como los neodarwi-nistas quienes tan solo critican la visión sistémica/funcionalista de los procesuales, o la corriente cognitiva que critica la falta de énfasis en los procesos de pensamiento y conducta simbólica, pero avala otros postulados procesuales. En cambio, otras posturas denominadas bajo la categoría postprocesuales o interpretativas4 se postulan como contrapuestas y alejadas por completo del pensamiento procesual. Estas conforman un grupo altamente variable en marcos teóricos pero que comparten las críticas a la postura universalista y la visión positivista sobre la objetividad, entre otros puntos (por ej. arqueología fenomenológica, arqueología de la agencia, arqueología de la práctica) (Johnson 2000).

Dentro de este gran contexto de cambio y diversidad teórica, en 1994 la Comisión Directiva de la SAA establece que Relaciones quede a cargo de un Comité editorial y un Comité asesor, con el fin de garantizar la periodicidad y la excelencia científica de los artículos (Podestá 2007). Actualmente, tiene una periodicidad anual, teniendo en su haber un total de 42 tomos publicados (hasta 2017 inclusive). Esto convierte a Relaciones en una revista adecuada para aplicar el enfoque de los estudios bibliométricos ya que no solo es una revista con alto reconocimiento y participación de los investigadores, sino que también, presenta uno de los más amplios rangos cronológicos de publicaciones de la disciplina, permitiendo generar tendencias adecuadas y fdedignas sobre su desarrollo.

MATERIALES Y MÉTODOS

Para el análisis del presente trabajo se tomaron todos los tomos de la revista Relaciones publicados5 entre 1937 y 2014 (tabla 1). En total abarca 39 tomos, donde se han publicado 671 artículos y notas científicas en todas las temáticas de las ciencias antropológicas, incluyendo las temáticas arqueológicas (figura 1A).

El análisis incluye desde el tomo I al tomo XXXIX, con excepción del tomo XXXII (2007) debido a que éste es una edición especial por el aniversario de la revista, motivo por el cual los artículos no referen a investigaciones particulares sino resúmenes o tópicos conmemorativos de ciertos temas (tabla 1). Sobre la base de los tomos revisados se registró un total de 507 artículos y notas con un enfoque arqueológico (figura 1A). Si bien los tomos XXX (2005) y XXXI (2006) son ediciones especiales centradas en la publicación de una región particular, Patagonia y Pampa/ Litoral respectivamente, por lo general, la revista presenta una adecuada distribución de trabajos en todas las regiones del país e incluso abarca trabajos internacionales, principalmente. provenientes de países limítrofes (figura 1B).

En los tomos considerados se analizó la importancia de la temática ambiental brindada por los investigadores en sus problemáticas de estudio y así se evaluó el tipo de enfoque ambiental utilizado por los arqueólogos argentinos, teniendo en cuenta las visiones que pudieron predominar en la Arqueología.

 


Figura 1. A-Distribución temporal de las publicaciones en la revista Relaciones agrupadas en trabajos Arqueológicos y trabajos Antropológicos- Otros (que incluye trabajos con orientación en Folclore, Lingüística, Etnohistóricos, etc.). B- Distribución porcentual de los trabajos arqueológicos en relación al área de estudio (N=507). La categoría Nacional hace referencia a los trabajos que no están asociados a una región en particular sino a problemáticas a nivel general

Para ello se realizó una ficha de observación para cada artículo y nota arqueológica publicada donde se registró: año de publicación, región, objetivo/temática tratada, marco teórico en que se encuadró la investigación y en qué sección del artículo es abordado el tema ambiental (por ej. introducción, objetivo, área de estudio, metodología, resultados, discusión, etc.), tipo de caracterización/tratamiento de los datos ambientales (variables utilizadas para describir el ambiente, uso de figuras, tablas, gráficos, etc.). Esto permitió brindar primero una caracterización particular de cada trabajo y luego generar relaciones entre los trabajos para modelar tendencias.

También se evaluó la importancia de la temática ambiental dentro del estudio brindado por el investigador. Para ello, consideramos si el ambiente era tratado solo como una mera mención descriptiva o formaba parte de los objetivos, de los resultados y/o de la discusión. Sobre la base del registro sistemático se establecieron tres categorías de importancia: alta/media (el tema ambiental aparece en los objetivos, resultados y/o discusión), baja (el tema ambiental es solo una mera descripción dentro del trabajo sin tener otro tipo de mención) y nula (el tema ambiental nunca es mencionado por los investigadores en sus estudios). Además, en los trabajos con una importancia alta/media y baja se analizó el rol dado por los arqueólogos a la temática ambiental dentro de sus explicaciones, tomando las naturalezas propuestas por Davies (2013). El autor remarca que existen cuatro roles usados por los arqueólogos en sus investigaciones: a- el ambiente como un proceso de creación, b- el ambiente como una práctica social, c- el ambiente como un contexto/ descriptivo, d- el ambiente como una explicación de los procesos.

AÑO

TOMO

ARTÍCULOS/

NOTAS PUBLICADAS

OBSERVACIONES

1937

1

18

1940

2

14

Edición especial- trabajos relacionados con el

Congreso Semana de Antropología. Tema: "Los

Aborígenes de Santiago del Estero"

1942

3

16

1944

4

24

Última publicación de la etapa Fundacional (sensu

Podestá 2007). Por crisis económica de SAA

suspenden publicaciones.

1970

5 (1)

9

Inicio de las publicaciones de la Nueva Serie, con

publicación subsidiada por CONICET. Evaluación de

los artículos por Comisión científica compuesta solo

por miembros de SAA.

1971

5 (2)

12

1972

6

14

1973

7

18

1974

8

18

1975

9

18

1976

10

20

1977

11

16

1978

12

18

1979

13

13

1980

14 (1)

14

1981-1982

14 (2)

14

1983

15

14

1984-1985

16

20

Por falta de fondos suficientes para las publicaciones, la revista pasa a ser bianual. A partir del tomo 18 finalizan las publicaciones de la Nueva Serie. Los

artículos comienzan a ser evaluados por pares (internos y externos a SAA) y la edición queda a cargo de un comité editorial y un comité asesor.

1986-1987

17 (1)

11

1988-1989

17 (2)

11

1990-1992

18

9

1993-1994

19

19

1995

20

17

1996

21

13

1997-1998

22-23

16

1999

24

17

La revista comienza a publicarse anualmente

2000

25

18

268

Grana y M. Fernández - eL enFoque aMbientaL en La arqueoLoGía arGentina: anáLisis sobre

(Tabla 1. Continuación)

AÑO

TOMO

ARTÍCULOS/

NOTAS PUBLICADAS

OBSERVACIONES

2001

26

20

2002

27

22

Adhiere a la Iniciativa de Budapest para el Acceso Abierto

2003

28

19

2004

29

20

2005

30

18

Edición especial- Región Patagonia

2006

31

17

Edición especial- Región Pampa-Litoral

2007

32

-

Número conmemorativo de la Revista. Tomo no incluido en el análisis.

2008

33

11

Inicia indización en Latindex.

2009

34

16

2010

35

16

2011

36

21

2012

37 (1)

9

37 (2)

11

2013

38

25

2014

39 (1)

14

39 (2)

11

 

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Por lo general, los trabajos con enfoque arqueológico son los más abundantes a lo largo del tiempo,6 salvo en los tomos publicados del año 1990-92 y de 1995, donde predominan los trabajos de Antropología social (figura 1A). La revista tiene un gran número de publicaciones asociadas a diversas temáticas de arqueología provenientes de distintas regiones del país (figura 1B). Cabe señalar que es notorio el predominio de los trabajos provenientes de la Patagonia y el Noroeste argentino, lo cual se debe a una cuestión histórica propia del desarrollo de la disciplina en nuestro país (Ramundo 2012).

Importancia del ambiente en los trabajos arqueológicos y a través del tiempo

Del total de los 507 artículos y notas publicadas relacionadas con temáticas arqueológicas, el 36% de los trabajos no consideran al ambiente como un tema central de sus investigaciones,

269

Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XLIII (2), julio-diciembre 2018: 261-286

y el 64% restante dan algún tipo de relevancia al ambiente dentro de sus problemáticas (figura 2). Dentro de este segundo grupo (N=327), solo un 23% de las investigaciones brinda una breve caracterización del ambiente sin tener ningún otro fin que el descriptivo para contextualizar al lector; esto representa los trabajos con importancia baja. En cambio, el 41% de las publicaciones brindan una importancia alta a media del ambiente en sus investigaciones ya que la temática ambiental forma parte de sus objetivos, resultados y/o discusión (figura 2).

Figura 2. Importancia de la temática ambiental en las investigaciones arqueológicas (N=507)

En relación con la escala cronológica y espacial, se ve en general que a lo largo de los tomos publicados hay un incremento en la importancia del tema ambiental dentro de las problemáticas arqueológicas trabajadas (figura 3A-B). La primera tendencia la marca solo el tomo I publicado en 1937, el cual tiene un total de catorce trabajos arqueológicos donde la gran mayoría (82%) tratan la temática ambiental, pero con distintos grados de importancia (alta/media o baja). Por ejemplo, algunos trabajos tratan al ambiente dentro de la discusión y/o forma parte de las hipótesis bajo un rol explicativo del proceso cultural. Es el caso del trabajo de Vignati (1937:54) donde desde un enfoque determinista considera al ambiente como un factor para explicar su problemática arqueológica: "Basta vivir en una y otra región para convencerse que el medio geográfico -que entraña la igualdad de los elementos forísticos y faunísticos- ha obrado, en forma determinante, en las migraciones anuales de los aborígenes".

En los tomos posteriores (publicados entre 1940 y 1971) se registra una disminución en la importancia de los enfoques ambientales con un aumento de los trabajos que dan importancia nula a estos enfoques. Esta segunda tendencia se enmarca dentro de una etapa descriptiva de la Arqueología desarrollada durante las décadas de 1930 y 1940, principalmente infuenciada por la corriente histórico-cultural europea, con una fuerte ontología esencialista (Ramundo 2010), donde el enfoque ambiental es nulo o son meras descripciones para presentar el área de estudio (importancia baja). Principalmente, en estas décadas la Arqueología presentó un claro interés por el desarrollo de trabajos de campo donde se presentan sitios (De Aparicio 1942), estudios de naturaleza descriptiva (Márquez Miranda 1942) o focalizados en un objeto material particular, por ej. hachas de piedras (Salas 1942) o en representaciones en cerámica y arte rupestre (Badano 1944). Estas investigaciones no presentan interés en la temática ambiental ya que solo se centran en describir el registro arqueológico. También se presentan varios trabajos de análisis bioarqueo-lógicos centrados principalmente en cuestiones morfológicas, con el fin de identificar lesiones o inferir tipos "raciales" (Constanzó 1944). Sin embargo, es necesario remarcar que más allá de esta tendencia de brindar un enfoque ambiental nulo o bajo en las problemáticas arqueológicas, se registran en una minoría algunos trabajos con importancia alta/media en sus problemáticas. Principalmente, se reconoce el trabajo de Frenguelli (1944:151) donde insiste en la importancia de estudiar el ambiente junto a otros elementos de las culturas ya que "este medio [ambiente] puede acelerar, retardar o de cualquier otra manera modificar el progreso de las asociaciones humanas antiguas de América a través del tiempo". Incluso, este autor usa fotografías para ejemplificar la diversidad de rasgos geográficos y geomorfológicos del área de estudio y cómo estos habrían afectado las ocupaciones humanas. Frenguelli también fue el responsable de realizar un capítulo sobre el ambiente físico de Santiago del Estero, publicado en el segundo tomo de la revista, orientado a presentar los resultados de la reunión científica "Los Aborígenes de Santiago del Estero" (Frenguelli 1940). También, se halla el trabajo de Ardissone (1944) quien estudia los andenes en el valle de Ambato (Catamarca) considerando la geomorfología y las condiciones climáticas (precipitaciones y torrentes hídricos) para el desarrollo de la agricultura en esta región, partiendo del supuesto de que estas condiciones del clima debieron ser las mismas en el pasado.

 


Figura 3. A. Tendencia sobre la importancia que se le brindó al ambiente en los artículos publicados en la Revista Relaciones a lo largo del tiempo (año de las publicaciones). B. Porcentaje de la importancia alta/ media, baja y nula en cada una de las regiones de Argentina, se incluyen además trabajos con una óptica nacional e internacional. Noroeste Argentino/NOA (N= 185); Cuyo (N=19); Noreste Argentino/NEA (N=10); Pampa/Litoral (N=81); Patagonia (N=144); Sierras/Centrales (N=13); Internacional (N=39); Nacional (N=16)

 

Por consiguiente, a pesar de que domina una visión humanista centrada en la primacía del objeto (Nastri 2004), existen resabios del naturalismo en estas décadas.7 Principalmente, en investigadores con una formación en las ciencias naturales como es el caso de J. Frenguelli. En este sentido, los enfoques ambientales con un tipo de importancia alta/media para este momento quedaron bajo el ala de estos profesionales, que eran una minoría dentro de la comunidad arqueológica.

Diversas historiografías de la disciplina han remarcado las decádas de 1950 y 1960 como un periodo de crisis en la Arqueología argentina tanto de índole institucional como teórico/ideológico, principalmente durante la primera década (González 1993). La cesantía de varios investigadores naturalistas (F. de Aparicio, J. Frenguelli) y las migraciones de nuevos investigadores (O. Menghin; M. Bórmida) fortalecieron las ideas dominantes del historicismo-cultural. Por otro lado, el retorno al país de otros investigadores (como A. R. González), quienes acarrean nuevas ideas de la escuela norteamericana y la incorporación de nuevas tecnologías (dataciones radiocarbónicas), comienza a generar cambios en la disciplina. Las ideas novedosas de carácter metodológico relacionado con la modalidad de obtención del material (excavaciones estratigráficas y dataciones, escala de análisis) fueron rápidamente aceptadas por todos los investigadores (González 1993; Nastri 2004; Ramundo 2008). Sin embargo, las infuencias claramente neoevolucionistas incorporadas por A. R. González quedan latentes y se imponen para fines de la decáda de 1970 (González 1993).8 Como mencionamos anteriormente, estas dos décadas no son registradas en Relaciones, pero sí su resultado final ya que en 1970 nuevamente se retoma la producción con las publicaciones de la Nueva Serie de la revista (Podestá 2007). El primer tomo de esta nueva serie es el tomo V (1), donde se registra uno de los puntos más bajos de trabajos con alguna importancia ambiental, con dominio de las investigaciones con una visión nula sobre las temáticas ambientales y con ideas difusionistas. Sin embargo, dentro de este tomo se publica el trabajo de Ana M. Lorandi de Gieco (1970),9 doctora de la Universidad Nacional del Litoral, quien plantea teorizar sobre la difusión de las culturas prehispánicas americanas incorporando las visiones de B. Meggers, por lo que considera a los factores ecológicos y los cambios ambientales como variables importantes para explicar las capacidades adaptativas e inventivas de las poblaciones prehispánicas. Es necesario remarcar el origen de la formación académica de la autora ya que sugiere cómo algunas ideas tomadas de antropólogos ingleses y norteamericanos generaron una mayor infuencia en la formación de algunos investigadores en ámbitos por afuera de los grandes centros hegemónicos y, al mismo tiempo, comienzan a ser visibles en sus publicaciones (Tarragó 2003).

El tomo V (2) (1971) marca el inicio de la tercera tendencia en relación con el tema ambiental que se mantiene hasta el tomo X (1976), donde predominan investigaciones con algún tipo de importancia ambiental en sus problemáticas (figura 3A). Por otro lado, las investigaciones con relevancia nula presentan un significativo descenso recién después del tomo VII (1973) (figura 3A).

Las particularidades de los trabajos nos permiten remarcar algunos puntos que indican cambios en relación con la temática ambiental dentro de la disciplina. El primer cambio se debe a la fuerte adhesión y preocupación por los controles estratigráficos durante las excavaciones, lo que lleva a la mayoría de los investigadores a considerar el factor ambiental. En consecuencia, muchos trabajos de este periodo continúan con las problemáticas planteadas desde la visión histórico-cul-tural de la Escuela de Viena, pero dando cabida a los factores ambientales en sus explicaciones con simples caracterizaciones o menciones de variables climáticas/ambientales (temperatura, precipitación, fora, etc.) (por ej. Lafón 1971, Sanguinetti de Bórmida 1974). Por otro lado, y de forma paulatina, se observan cada vez menos trabajos concentrados meramente en la descripción del material, ya que se presta más atención al análisis de otras problemáticas relacionadas con el ambiente, como la coexistencia de la megafauna con la ocupación humana (Austral 1972) y las secuencias cronológicas de los sitios (Cardich et al. 1973). Incluso, se distinguen investigaciones con una fuerte orientación geoarqueológica, como el trabajo de Etchichury (1975), quien a través de estudios sedimentológicos pretende interpretar los ambientes sedimentarios del sitio Alero de las Manos Pintadas (oeste de la sierra de San Bernardo, Chubut) para identificar los agentes de transporte y las condiciones climáticas.

Por otro lado, se observa cada vez con más fuerza la infuencia de la ecología cultural, principalmente en los trabajos de Cigliano y Rafifino (1973) y Rafifino y Cigliano (1973), donde plantean generar modelos ecológicos culturales para entender la adaptación y el funcionamiento de dos sitios arqueológicos (La Alumbrera, ubicado en la Puna catamarqueña y Tastil, en la quebrada del Toro, Salta) fuertemente infuenciados por el modelo de pisos ecológicos propuestos por J. Murra.

Por lo tanto, durante este momento si bien la temática ambiental cobra una vigorosa relevancia en las descripciones, la mayoría de las investigaciones toman el ambiente con un rol contextual, a excepción de los trabajos de Cigliano y Rafifino (1973) y los de Lorandi de Gieco (1970) quienes analizan el ambiente en relación con causa-consecuencia en sus explicaciones. Incluso Rafifino (1975) presenta en un cuadro una síntesis de diversas variables ambientales desde el análisis de sus potencialidades para las culturas prehispánicas. Los restantes autores principalmente tratan el tema ambiental haciendo meras descripciones para contextualizar sus hallazgos/ sitios, por lo que a veces incluyen secciones especiales dentro de los trabajos (por ej. Área de estudio, Aspectos biogeográficos, etc.). Las descripciones de variables actuales del ambiente (fauna, fora, temperatura, precipitaciones, etc.) son dominantes en los trabajos, aunque se registran menciones sobre condiciones ambientales del pasado en algunas investigaciones. Muchas de estas son simples inferencias sobre un tipo de ambiente del pasado sin brindar más datos que el especulado. Pocos investigadores comienzan a citar trabajos provenientes de otras disciplinas, por ejemplo, en Patagonia se comienza a hacer mención del modelo ambiental propuesto por V. Aüer. No obstante, se reconocen algunos intentos de generar modelos locales en cooperación con especialistas de la temática, como fue el caso de Lorandi de Gieco y Lovera (1972) para dar lugar a datos paleobotánicos.

Es necesario destacar que, dentro de este periodo, se registra en la revista el primer trabajo con un enfoque perceptual del ambiente que le da un rol de proceso de creación (Davies 2013). Vivante y Palma (1973) sostienen que el ambiente depende de la cultura ya que el medio no existe por sí mismo en el campo antrópico, sino que es función de la cultura, siendo ésta la que define las características físicas de un área. Discuten la posibilidad de concebir la cultura como fenómeno típico y singular que llegue a constituirse en su propia ecología y a funcionar con sus propios principios causales, imposibles de encontrar en los niveles físicos y biológicos.

El tomo X (1976) cuenta con la mayor cantidad de trabajos que dan algún tipo de importancia al tema ambiental en la Arqueología; solo logra ser igualado, y hasta superado, 37 años después con los tomos XXXVII y XXXVIII (figura 3A). El tomo X inicia con la investigación de B. Meggers (1976), quien propone ver los cambios ambientales de la Amazonia desde el modelo biológico de teoría de refugio de Hafifer para interpretar las evidencias culturales. También se presentan las evidencias arqueológicas y arqueofaunísticas de sitios de gran importancia para Patagonia, como las cuevas de Las Manos y Las Buitreras. Aquí se pone el énfasis en generar inferencias económicas y paleoecológicas por medio de los análisis de los restos faunísticos, principalmente los relacionados con la megafauna. Incluso, los trabajos focalizados en la caracterización del material mencionan variables ambientales para tener en cuenta la conservación del registro analizado. Las pocas investigaciones que no brindan importancia a la temática ambiental tienen como objetivo presentar dataciones radiocarbónicas, generar estudios de síntesis o análisis de materiales de colección.

Posteriormente, y contrario a la tendencia que se venía observando, se registra un descenso en la importancia del tema ambiental en los dos tomos siguientes (XI-XII), con una marcada caída en este último. En estos tomos predominan trabajos con perspectivas cientificistas que se focalizan únicamente en temas metodológicos (por ej. aplicación de rayos X y dataciones radiocarbónicas, estratigrafía, indicadores materiales) dejando de lado el tema ambiental. Es necesario remarcar que en el tomo XII (1978) se publica el primer estudio en arqueología ambiental, con el objetivo de reconstruir el paleoambiente asociado al sitio Alero de las Manos Pintadas (Las Pulgas, Chubut; D'Antoni 1978). Este hecho sugiere que si bien no son predominantes los artículos que consideran al ambiente dentro de las discusiones, los enfoques ecológicos y paleoambientales comienzan a tomar relevancia en la Arqueología argentina.

En estos tomos se registran las raíces de la corriente de la nueva arqueología en Argentina, la cual termina de madurar en la década de 1980. Los ejes de investigación propuestos pusieron el énfasis en la subsistencia y la economía, como así también en los ambientes con los cuales las sociedades interactuaron. Cione et al. (1979) exponen las evidencias vinculadas al grado de adaptación ecológica de los ocupantes de la aldea El Veinte, analizando las variaciones de las actividades sociales según los ciclos climáticos y las alternancias anuales. Incluso se trata el tema ambiental/paleoambiental en apartados especiales, como es el caso del trabajo de Gradín et al. (1979) que incluye una interesante sección paleoclimática donde se citan varios de los trabajos ya mencionados anteriormente como el de Etchichury (1976) y el de D'Antoni (1978), ambos orientados a entender los procesos y la dinámica del cambio ambiental. Además, de manera incipiente, comienzan a registrarse trabajos con ejes interdisciplinarios. Sin embargo, algunos de los autores que consideran los aspectos ambientales como importantes continúan usando conceptos de la corriente histórico-cultural, aunque la gran mayoría se encuentra bajo la infuencia de la Nueva Arqueología.

Desde 1979 a 1983, la cantidad de trabajos que presentan algún tipo de importancia ambiental siguen siendo los dominantes en las problemáticas arqueológicas. En el tomo XV (1983) se observa un significativo descenso en la importancia nula del ambiente en los trabajos. Los artículos con algún tipo de consideración sobre el tema ambiental se alinean teórica y metodológicamente con los trabajos hasta ahora publicados, como es el caso de la investigación de Salemme y Tonni (1983) quienes determinan las condiciones ambientales a partir de los estudios de los restos de fauna del sitio Río Luján (Campana, Buenos Aires).

En el tomo XVI (1984-85) se publica la investigación de Fernández (1984-85) titulada "Reemplazo del caballo americano (Perissodactyla) por camélidos (Artiodactyla) en estratos del límite Pleistocénico-Holocénico de Barro Negro, Puna de Jujuy, Argentina. Implicancias paleoam-bientales, faunísticas y arqueológicas". Aquí, ya se observa por primera vez en el título un enfoque paleoambiental en el trabajo, incluso cita el modelo palinológico de V. Markgraf quien postula cambios ambientales. También se registra el estudio realizado por Oller et al. (1984-85) que se ubica dentro de la arqueología ambiental con un enfoque procesual, cuyo objetivo es explicar cómo se insertaron las prácticas funerarias dentro del contexto ambiental. Para ello proponen estudiar el ambiente natural desde un análisis palinológico con métodos multiparamétricos. Por primera vez se propone un rol participativo del arqueólogo para generar modelos ambientales asociados a sus problemáticas. Por otro lado, el trabajo de Dillehay y Kaulicke (1984-85) hace una aproximación metodológica sobre el comportamiento del jaguar y la organización socio-espacial humana, donde refejan que el hombre aplicó culturalmente lo que había aprendido acerca del comportamiento innato del jaguar, brindando de este modo una visión humana de lo natural. Las actividades de los grupos humanos interactuantes se manifestaron en las prácticas culturales propias del medio ambiente donde estaban insertos, dando por primera vez una propuesta intermedia entre la visión cartesiana y perceptual de ambiente.

Durante fines de la década de 1980 y principios de 1990 la revista se vio afectada en su publicación anual y los tomos fueron editados de forma más espaciada (bianuales). Esto pudo deberse a que, a nivel nacional, la ciencia estuvo afectada por la situación político-económica (Ramundo 2010) (figura 1A y tabla 1). Desde mediados de los años 1980 hasta 1992, la cantidad de trabajos que valoran la problemática ambiental en sus investigaciones decrece significativamente, lo que está íntimamente relacionado con la disminución de trabajos con enfoques arqueológicos en general. Por ejemplo, en el tomo XVIII (1990-92) solo se publicaron dos trabajos referentes a arqueología, el resto son trabajos de carácter antropológico o etnohistóricos en conmemoración al quinto centenario del "Descubrimiento de América" desde un análisis crítico a este aniversario. Los trabajos arqueológicos de este tomo se centran en presentar propuestas metodológicas sobre el análisis tecnológico de artefactos óseos (Scheinsohn 1990-92) o están focalizados en analizar la imagen del indígena del pasado y presente en escuelas desde el estudio del material didáctico (Podgorny 1990-92).

En los tomos siguientes se registra un incremento en el número de trabajos arqueológicos publicados en Relaciones. Por ejemplo, el tomo XIX (1993-94) posee un total de diecinueve trabajos de los cuales once pertenecen a temas arqueológicos, y la mayoría toman en consideración como relevantes los aspectos paleoambientales y ambientales dentro de sus problemáticas, si bien se registran algunas fuctuaciones puntuales (figura 1A y 3A). Los trabajos con importancia nula se mantendrán bajos hasta el tomo XXVI (2001). Se refeja un mayor énfasis en los procesos de formación de sitio y los tafonómicos, por ende, los temas ambientales son considerados como variables importantes para entender el registro. Por ejemplo, en este tomo el trabajo de Laguens (1993-94) propone evaluar cuantitativamente los procesos naturales involucrados en el registro arqueológico, en donde se considera que estos procesos introducen distorsiones en los materiales.

A partir de los tomos XXII y XXIII (1997-98) y hasta el número XVI (2001) los trabajos que otorgan una valoración al ambiente siguen en aumento. No solo se inicia un periodo cada vez más especializado y enfocado en nuevas técnicas -como los análisis isotópicos, la petrografía y la arqueobotánica-, sino que también surgen trabajos con nuevos énfasis en temáticas simbólicas/ religiosas. Se inician discusiones sobre algunos procesos como la domesticación; por ejemplo, Dransart (1999) rechaza las explicaciones que brindan una racionalidad ecologista y económica, y propone ver la domesticación desde la interrelación entre la sociedad, los animales y sus ambientes.

En el tomo XXVI (2001) se registra el inicio de investigaciones con una nueva aproximación al análisis del registro arqueológico, como la arqueología del paisaje y la arqueología distribucional (Castro et al. 2001; Scheinsohn 2001), donde el espacio y las formas del paisaje (pasado y actual) juegan un rol central en las explicaciones como práctica social. También es necesario resaltar el trabajo de Hayden (2001), titulado "El arte rupestre y la apreciación estética de paisajes naturales", quien desde una visión perceptual propone analizar la apreciación estética de la naturaleza, por lo que el ambiente tiene rol de proceso de creación en su discusión.

Ya en los últimos tomos analizados, se registra una continua convivencia entre visiones cartesianas y perceptuales dentro de la Arqueología argentina, donde la primera es aún dominante. Por ejemplo, en el tomo XXIX (2004), algunos trabajos hacen hincapié en el análisis del paisaje social y arquitectónico construido para indagar en cuestiones centrales al orden social, político e ideológico, citando bibliografía con fuerte infuencia de la arqueología interpretativa/postprocesual (Gordillo 2004). Y, por otro lado, otros trabajos tratan de lleno la cuestión paleoambiental desde el enfoque de la arqueología ambiental, con un fuerte énfasis de la visión cartesiana, como es la propuesta por Olivera et al. (2004) quienes analizan diversos proxies provenientes de archivos ambientales para generar un modelo paleoambiental con el fin de relacionarlo con el proceso cultural en la zona de estudio.

Los tomos XXX (2005) y XXXI (2006) nos permiten analizar en detalle la situación en diferentes regiones. Para Patagonia en este momento se da un aumento de trabajos que consideran importante el ambiente en sus investigaciones, ya que de dieciséis trabajos arqueológicos (tomo XXX) solo uno presenta importancia nula, el cual se centra en la temática de la legislación del Patrimonio Arqueológico (Crespo 2005). Los sitios de Patagonia están inmersos en un paisaje con topografía diversa que ofrece una alta visibilidad arqueológica, con alturas variables, mesetas elevadas, cañadones, numerosos bajos y una gran cantidad de cuevas, aleros y reparos. Estos son concebidos como un elemento del paisaje dentro de la variedad de ambientes; en este sentido, para los problemas arqueológicos se trata de encontrar soluciones teniendo en cuenta la variabilidad y considerando la presencia, cantidad y distancia a los recursos necesarios como minerales, recursos faunísticos, vegetales para leña e instrumental y diversas fuentes de agua (Paunero et al. 2005) (figura 3B). En el trabajo de Trivi de Mandri et al. (2005) se desarrolla un enfoque principalmente paleoecológico a partir del estudio de turberas, cuyo objetivo es presentar nuevos fechados radio-carbónicos y señalar la importancia que tienen estos sistemas como registros paleoambientales en su relación con los estudios arqueológicos.

El tomo XXXI (2006), focalizado en la región Pampa/Litoral, presenta doce trabajos arqueológicos, de los cuales solo uno pertenece a la región de Rocha en Uruguay. Es interesante remarcar que conceptos como oferta ambiental, variedad de microambientes, entorno, paleopaisaje son mencionados ampliamente. Sin embargo, hay que destacar la presencia de trabajos donde se analizan las diferentes manifestaciones simbólicas relacionadas con el paisaje arqueológico como punto de partida para implicar una geografía cultural mayor, e identificando las pautas simbólicas de emplazamiento de los sitios, generando de este modo una visión perceptual del ambiente (Curtoni 2006; Mazzanti 2006). Principalmente, el enfoque perceptual del ambiente entra en la disciplina desde lecturas de autores europeos como el antropólogo británico T. Ingold y el arqueólogo español F. Criado-Boado, fuertemente relacionado con la arqueología del paisaje, donde el ambiente cumple el rol de ser visto desde la práctica social.

Cabe remarcar que los trabajos publicados de estas dos regiones (Patagonia y Pampa/Litoral) son los que presentan una apreciable cantidad de investigaciones que brindan algún tipo de importancia al enfoque ambiental en sus problemáticas, en relación con el resto de las regiones (figura 3B). Posiblemente, al trabajar principalmente en temáticas de sociedades cazadoras-reco-lectoras, la preponderancia que se le da al ambiente es más destacada, considerando además que dicha temática tiene tradicionalmente un mayor desarrollo dentro de la Arqueología argentina (Ramundo 2012).

Los tomos posteriores son de temas abiertos e incluyen las investigaciones desarrolladas en todo el país (figura 1B). En los números publicados entre 2008 y 2011 hay un incremento de trabajos con importancia nula en el tema ambiental con su mayor pico en el 2011 (figura 3A). A diferencia de los primeros tomos, donde los trabajos con importancia nula eran debido a la primacía del objeto, en estos tomos posteriores los trabajos que no consideran al enfoque ambiental se centran en temas particulares como análisis historiográficos (por ej. infuencias de investigadores en la disciplina o el desarrollo histórico sobre el estilo Belén), debates/refexiones teóricas (por ej. el uso de la generalización, el debate del "hombre Ameghino" o el surgimiento del pensamiento americanista en la disciplina), y relatos sobre experiencias en sitios o regiones. Cuando el tema se centra en el material arqueológico, el énfasis está puesto principalmente en el enfoque metodológico (por ej. reciclaje de material lítico, cadenas operativas tecnológicas, aplicación de cromatografía en cerámica, estudios de hornos para cerámica) y no en la descripción del objeto per se. Es necesario destacar que dentro de este bloque temporal aparecen trabajos que muestran un enfoque ambiental más orientado a la visión perceptual, donde se propone que los análisis arqueológicos del paisaje consideren la interrelación entre el espacio físico, el espacio imaginado y el espacio percibido para interpretar el pasado (Ballesta et al. 2011). Por último, la tendencia final que se registra en los tomos analizados que van desde el XXXVII al XXXIX (2012 a 2014) indica un incremento cada vez mayor de trabajos con algún tipo de importancia en los temas ambientales.

En la última década no solo se registra una mayor cantidad de trabajos que presentan modelos paleoambientales en sus discusiones, sino también se observa un aumento de investigaciones con fines de reconstruir los ambientes locales/regionales relacionados a los sitios arqueológicos desde diversos proxies como paleobotánicos, microfósiles, geoarqueológicos (Colobig 2012; Messineo et al. 2014; Miotti et al. 2014; Scheifer 2014). Incluso, en los trabajos centrados en la presentación de hallazgos, el ambiente es igualmente descripto por los arqueólogos en la sección de introducción o presentación del área con el objeto de contextualizar al lector sobre la localidad estudiada. Por consiguiente, en estos años el tema ambiental cobra un fuerte rol en las explicaciones arqueológicas; es decir, no solo se usa para contextualizar la investigación, sino también para explicar los procesos sociales ya que el ambiente cobra en estos momentos un rol explicativo. Muchas investigaciones toman el ambiente como una variable de unidad de análisis para explicar su registro arqueológico. En general, aparecen con mayor frecuencia ciertos conceptos utilizados por los investigadores cada vez más como geoambiente, paleoclima, ambiente depositacional, procesos tafonómicos, inestabilidad ambiental, nicho ecológico, escenario socioambiental. Además, se incluyen hasta apartados especialmente dedicados a temas paleoambientales de la región o área en estudio citando a diferentes especialistas de otras disciplinas (Geología, Biología, Palinología).

Si bien empiezan a crecer las visiones perceptuales en los trabajos arqueológicos, principalmente en los estudios del paisaje como referentes de significados culturales (Váquer 2013), esta visión nunca logra ser dominante o tener un peso fuerte dentro de la revista Relaciones, siendo la visión cartesiana la dominante. Por otro lado, también se registran miradas intermedias en donde se remarca la necesidad de analizar la interrelación ambiente y sociedad humana para las interpretaciones arqueológicas.

¿Qué datos o elementos fueron considerados para abordar el aspecto ambiental en los trabajos?

Del total de los artículos y notas arqueológicos analizados (N=507), 327 artículos, es decir el 64%, tienen algún tipo de importancia en la temática ambiental (alto, medio o bajo). Los trabajos restantes presentan una importancia nula, de manera que el tema ambiental ha tenido un elevado tratamiento en las investigaciones arqueológicas del país (figura 2). De los trabajos que dan alguna importancia (baja, media/alta) en sus estudios, el 9% presenta el enfoque ambiental con conceptos generales o abstractos sin brindar alguna caracterización (por ej. cambio climático, condiciones ecológicas, paleoambiente, pisos ecológicos). Por su parte, el resto de los trabajos (91%) siempre describe alguna variable para caracterizar su enfoque ambiental (figura 4A).

Por lo general, dentro de las variables más utilizadas sobresalen las características físicas del relieve y variables actuales como fora/fauna, precipitaciones, temperatura, hidrología. En menor medida, hay caracterizaciones con variables reconstruidas como paleotemperatura, paleohidrolo-gía y modelos paleoambientales en general (figura 4B). En este sentido, en los trabajos dominan las caracterizaciones con variables actuales para describir el ambiente. Consideramos que este predominio se debe a que muchas veces el enfoque ambiental es mencionado para cumplir con un rol descriptivo/contextual del trabajo arqueológico, donde la meta es precisamente contextualizar geográficamente al lector sin tener otra función. Por otro lado, se han registrado varios trabajos, principalmente los que analizan los últimos 2000 años, que justifican el uso de datos actuales del ambiente para ser incorporados en sus explicaciones/modelos, haciendo referencia a la no existencia de cambios ambientales en el rango cronológico estudiado. Sin embargo, es necesario mencionar que la concepción del cambio ambiental/climático está presente desde los primeros volúmenes, principalmente en los trabajos de naturalistas como Frenguelli. Incluso en el trabajo de Cardich (1980) quien a partir de observaciones personales durante su trabajo en el terreno remarca la existencia de cambios climáticos en la región debido a que señala en sus anotaciones de campo la existencia de cambios en la expansión de un glaciar, por lo que insiste en el uso de fuentes históricas para reconstruir las paleotemperaturas. Sin embargo, la mayor concientización de los cambios ambientales/climáticos aparece a fines de la década 1970, reconociendo la importancia de reconstruir el ambiente inmediato asociado a la problemática arqueológica, tal como fue el primer trabajo de arqueología ambiental publicado en el tomo XII de 1978 (D'Antoni 1978). Muchos de estos trabajos no solo reconocen las fuctuaciones ambientales/climáticas, sino que además advierten sobre los peligros de las extrapolaciones, remarcando la necesidad de generar modelos regionales/locales de las zonas estudiadas (Orquera et al. 1980). Sin embargo, recién en los tomos publicados a partir del año 2000 en adelante empieza a tomar más fuerza el rol de las reconstrucciones paleoambientales en las investigaciones, donde el arqueólogo tiene una participación activa dentro de éstas.

 


Figura 4. A. Porcentaje de los trabajos que brindan alguna descripción de datos ambientales (N=304). B. Datos ambientales descriptos en los trabajos analizados (N=304)

REFLEXIONES FINALES

El análisis de los artículos publicados en la revista Relaciones nos permite afrmar que el enfoque ambiental siempre ha sido considerado en las investigaciones arqueológicas de nuestro país, aunque su mayor crecimiento y dominancia se registra recién después de la década de 1970.

Inicialmente, frente a una arqueología dominada por la corriente histórico-cultural, el énfasis de las investigaciones estuvo centrado en el objeto. En particular, se describían culturas sin importar otras variables, por lo que los enfoques ambientales tuvieron un rol mínimo en los estudios. La única participación de los enfoques ambientales estaba en manos de algunos naturalistas que, a pesar de adoptar posturas de la corriente antes mencionada, sostuvieron un enfoque ambiental bajo miradas deterministas.

Posteriormente, los cambios institucionales y nuevas infuencias metodológicas/teóricas e ideológicas nacidas durante las decádas de 1950 y 1960, generan cambios en el desarrollo de la disciplina y en los enfoques ambientales dentro de las investigaciones. Como señalamos anteriormente, solo el final de este proceso de cambio queda registrado en la revista con las publicaciones de los tomos del año 1970 y los posteriores. Es claro que desde el tomo publicado en 1971 en adelante, el tema ambiental cobra un mayor protagonismo en los trabajos arqueológicos. A nivel teórico, para la década de 1970, siguen dominando trabajos bajo la corriente histórico-cultural, pero el tema ambiental comienza a tener mayor relevancia y tratamiento en sus investigaciones. Algunos ya considerando el ambiente como un "factor a ser tenido en cuenta", aunque la mayoría trata al enfoque ambiental con el objeto de ubicar geográficamente la región bajo estudio, por eso tan solo lo describe con variables actuales ya que su función dentro del artículo es contextuali-zar al lector. Politis (2006) remarca que el fuerte énfasis de esta corriente en el desarrollo de la cronología y los patrones espaciales de variación cultural (fases culturales) lleva a que acepten algunos cambios como la incorporación de datos ambientales, generando un mayor interés ecológico en sus investigaciones. Esto deriva al autor a denominar este momento como un período "histórico-cultural ambiental".

Los estudios que se enmarcan propiamente dentro de la nueva arqueología/procesual comienzan a ser dominantes en la decada posterior (1980), cuando las investigaciones que brindan relevancia a los enfoques ambientales pasan a ser preponderantes. Los trabajos publicados ya no usan el ambiente como una simple descripción o contextualización de su area, sino que enfatizan más los datos ambientales/paleoambientales con un fin explicativo dentro de sus postulados, que abarca variadas perspectivas que pueden ir desde visiones funcionalista-adaptacionista a evolutivas. Primordialmente, estas perspectivas se desarrollan dentro de una visión cartesiana del ambiente, la cual fue y es mayoritaria a lo largo de todos los tomos de la revista. Esto no implica que otras visiones como la perceptual estuviesen ausentes, ya que se registra en el trabajo de Vivante y Palma (1973), y reaparece nuevamente en los últimos trece años, con los trabajos enmarcados dentro de la arqueologia del paisaje, donde el ambiente tiene un rol desde la práctica social.

Si bien algunas temáticas/ejes en discusiones -agrupadas bajo la esfera de la arqueología postprocesual/interpretativa- aparecen con mayor frecuencia en los últimos tomos, no se registra la misma tendencia en la visión perceptual del ambiente dentro de las investigaciones. Por ejemplo, en total se registraron veintitrés trabajos que pueden ser enmarcados dentro de este grupo teórico, donde el 56% de los artículos brindan alguna importancia (baja, media/alta) al tema ambiental en sus problemáticas. Sin embargo, tan solo el 17% da una visión perceptual del ambiente, ya que el resto de los trabajos trata al tema ambiental como una simple descripción geográfica, cuya función es ubicar al lector, reproduciendo una visión cartesiana. Posiblemente, esto se deba a que los ejes de las discusiones enmarcados dentro del gran grupo postprocesuales se centraron en discutir temáticas que no consideran al ambiente, con intención de despegarse fuertemente de las miradas que cuestionaban (mirada economista-ecologista).

Por último, esto nos hace refexionar sobre la "permeabilidad" de algunos temas/conceptos entre las distintas corrientes de pensamiento de la disciplina. El tema ambiental ha tenido una fuidez mucho más rápida en los trabajos histórico-culturales que quizás otros conceptos provenientes de la corriente procesual; por otro lado, la visión cartesiana del ambiente ha sido mucho más frme y estable dentro de la disciplina, incluso en trabajos considerados postproce-suales/interpretativos. Esto nos lleva a entender que existe fexibilidad e intercambio en algunos conceptos/temas dentro de las investigaciones, o mejor dicho, entre los investigadores. Por consiguiente, podemos a veces registrar investigadores que se adscriben a un marco teórico y adoptan rápidamente otros conceptos no acordes a su adscripción teórica sensu stricto, sin generar incongruencias en sus epistemologías y metodologías. De este modo, se puede señalar que los marcos teóricos no son estructuras rígidas e impermeables, generando así una mayor complejidad que la considerada dentro de categorías.

Para finalizar, queremos refexionar sobre la gran utilidad que brinda el estudio particular del tratamiento de algunos conceptos dentro de la Arqueología para entender la dinámica compleja que suele generarse en el desarrollo disciplinar.

AGRADECIMIENTOS

Queremos agradecer a la doctora M. Salemme (CADIC-CONICET) y a la doctora P. Escola (CITCA; UNCA-CONCIET) por sus lecturas en las versiones previas. A la doctora L. Gasparotti y la licenciada N. Sentinelli (CITCA; CONICET-UNCA) por colaborar y brindar sus comentarios mientras se realizaba este trabajo. Y al doctor F. Zangrando (CADIC-CONICET) por brindar bibliografía necesaria para la confección de este manuscrito. Por otro lado, agradecemos también a los evaluadores y editores por las sugerencias y correcciones que ayudaron a mejorar este trabajo.

NOTAS

1   Para tener una reseña detallada sobre la evolución de la SAA y la revista Relaciones, recomendamos leer Podestá (2007).

2   Es necesario remarcar que en los tomos publicados entre 1937 y 1975 aparecen solo trabajos de los socios de SAA ya que no era abierta su publicación a investigadores no adheridos a la sociedad, situación que cambia en años posteriores (Podestá 2007).

3   Muchas de estas reacciones habían surgido una década antes en Europa y Norteamérica (Trigger 1971).

4   Muchos arqueólogos han criticado el uso de la categoría Post-procesual, debido a que consideran que ésta homogeneiza y encubre una gran diversidad de puntos de vistas y tradiciones teóricas de un grupo altamente heterogéneo. Del mismo modo, coincidimos con Johnson (2000) quien sostiene que esta generalización también es válida para el término procesual. Sin embargo, estas categorías han sido generadas desde la conjunción de algunos puntos en común dentro de estos grupos heterogéneos, brindando de este modo la posibilidad de reconstruir de manera refexiva y útil para este trabajo.

5   Este recorte cronológico en la selección de los tomos se debe a que el trabajo inicial fue presentado en el XIX Congreso Nacional de Arqueología (2016), por consiguiente los últimos tomos no fueron considerados para el análisis.

6   Posiblemente esta tendencia de mayores investigaciones con enfoques arqueológicos por sobre otras especialidades se deba a la formación de la mayoría de los miembros de la SAA. Podestá (2007) afrma que hasta el 2005 los socios mayoritarios refejaban formaciones académicas en Arqueología (268 socios arqueólogos y 74 socios dedicados a la antropología social, etnohistoria, antropología biológica, historia, geología, biología).

7   El naturalismo en arqueología ha tenido un rol muy fuerte en sus comienzos, principalmente a fines del siglo XIX y principio del XX, siendo uno de los mayores exponentes F. Ameghino quien tuvo una fuerte infuencia en el desarrollo de la disciplina. Sin embargo, su prestigio cae en las décadas posteriores fuertemente infuenciado por el debate del poblamiento americano de Ameghino-Hrdlicka.

8   Incluso su primer trabajo publicado en la revista Relaciones fue en el tomo VII (1973) junto a H. Lagiglia, donde presenta un trabajo meramente de carácter metodológico exponiendo todas las dataciones radio-carbónicas realizadas hasta ese momento en el país, y remarcando la necesidad de generar un registro nacional de fechados (González y Lagiglia 1973).

9   Es interesante remarcar que esta autora ya en 1969 incluía trabajos de Binford en los programas de sus cursos en La Plata (Farro et al. 1999). Farro et al. (1999) remarcan que las referencias a la Nueva Arqueología no ingresaron por quienes luego asumirían a dicha corriente como marca de identidad y como programa de investigación.

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