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versión impresa ISSN 0325-2221versión On-line ISSN 1852-1479

Relaciones vol.48  supl.1 Buenos Aires mayo 2023

http://dx.doi.org/10.24215/18521479e048 

Articulos

ESPACIALIDAD Y TEMPORALIDAD DE PAISAJES ALDEANOS TEMPRANOS EN EL SUR DE LAS CUMBRES CALCHAQUÍES. LA CIÉNEGA Y ANFAMA, TUCUMÁN

SPATIALITY AND TEMPORALITY OF EARLY VILLAGE LANDSCAPESIN THE SOUTHERN CUMBRES CALCHAQUIES. LA CIÉNEGA AND ANFAMA, TUCUMÁN

Gonzalo Moyano1 

Francisco Franco1 

Jordi A. López Lillo1 

Agustina Vázquez Fiorani1 

Juan M. Montegú1 

Stefania Chiavassa Arias1 

Lucía Justiniano1 

Agustina Etchegoin Tonello1 

Valeria Franco Salvi1 

Julián Salazar1 

1 Instituto Regional de Estudios Socio-culturales, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Universidad Nacional de Córdoba. E-mail: gonzalomoyano@mi.unc.edu.ar Centro de Estudios Históricos, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Universidad Nacional de Córdoba. E-mail: iranfranco@unc.edu.ar Instituto de Ciencias del Patrimonio, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, España. E-mail: jordi.lopez-lillo@incipit.csic.es Anthropology Department, University of Notre Dame. E-mail: mvazque3@nd.edu Departamento de Geología, Facultad de Ciencias Físico, Matemáticas y Naturales, Universidad Nacional de San Luis. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. E-mail: juanmontegu@unc.edu.arLaboratorio de Estudios Materiales de la Historia, Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba. E-mail: stefaniachiavassaarias@mi.unc.edu.ar Laboratorio de Estudios Materiales de la Historia, Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba. E-mail: lucia.justiniano@mi.unc.edu.ar Laboratorio de Estudios Materiales de la Historia, Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba. E-mail: agustinaetchegoin@mi.unc.edu.ar Instituto de Humanidades. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. E-mail: valefrancosalvi@unc.edu.ar Centro de Estudios Históricos, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Universidad Nacional de Córdoba. E-mail: juliansalazar@ffyh.unc.edu.ar

Resumen

La vertiente oriental de las Cumbres Calchaquíes, en la provincia de Tucumán, es un área donde se expandieron amplias y complejas ocupaciones humanas que dieron forma a paisajes aldeanos tempranos. Su estudio arqueológico se ha caracterizado por un heterogéneo conoci miento de distintas localidades. En este trabajo se presentan los resultados de investigaciones realizadas por nuestro equipo desde el año 2014, abordando en clave comparativa las configu raciones materiales de la cuenca de Anfama y el valle de La Ciénega, datadas entre los siglos I y VII d.C. El objetivo principal es realizar una síntesis de las investigaciones llevadas a cabo hasta el momento y definir similitudes y particularidades en las maneras de habitar que desarrollaron las poblaciones de los sectores estudiados. Principalmente se analizan tres ejes articuladores: características generales de los paisajes, estructuración de los espacios domésticos y temporalidad.

Palabras clave: vertiente oriental andina; primer milenio; paisaje; arqueología doméstica; temporalidad

ABSTRACT

The eastern slopes of the Cumbres Calchaquíes, in the province of Tucumán, is an area where large and complex human occupations have expanded rising early villager landscapes. Their archaeological research has been characterized by a heterogeneous knowledge of diffe- rent localities. This paper presents the results of research carried out by our team since 2014, addressing in comparative key the material configurations of the Anfama basin and the valley of La Ciénega, dating between the 1st and 7th century A.D. The main objective is to synthesize the researches carried out so far, in order to determine similarities and particularities of the ways of living developed by the populations of the studied sectors. We mainly address three articulating axes: general characteristics of the landscapes, structuring of domestic spaces, and temporality.

Keywords: eastern Andean slope; first millennium; landscape; domestic archaeology; temporality

INTRODUCCIÓN

La ocupación de sectores de la vertiente oriental de las Cumbres Calchaquíes (provincia de Tucumán) por parte de sociedades aldeanas tempranas durante el primer milenio d.C. se encuentra evidenciada por un profuso registro arqueológico. Este se compone de importantes vestigios en superficie y soterrados, destacando estructuras arquitectónicas, esculturas de piedra, conjuntos cerámicos y líticos, instrumentos de molienda, entre otros. Sin embargo, a pesar de la relevancia de dichos materiales, los abordajes desde la Arqueología han sido desiguales y se han centrado específicamente en algunos puntos considerados nucleares, especialmente el valle de Tafí (Gonzá lez y Núñez Regueiro 1962; Berberián y Nielsen 1988a; Sampietro Vattuone 2002; Salazar 2010; Franco Salvi 2012, entre otros), lo que ha implicado una escasa atención a otras zonas, como el valle de La Ciénega, la cuenca de Anfama o las Cumbres de Mala Mala.

Si bien la marginalidad que han tenido los sectores orientales dentro de la disciplina puede ser resultado de condiciones físico-ambientales (profusa vegetación, alta pluviosidad, ausencia de caminos para vehículos), otros factores epistemológicos y metodológicos han contribuido a tal fisonomía disciplinar. En efecto, existe una escasez relativa de estudios orientados a entender los procesos sociales pretéritos de la vertiente oriental andina en el Noroeste argentino (Salazar 2017). La falta de sistematicidad en las investigaciones llevó a que algunos de estos espacios sean integrados en las narrativas arqueológicas en un megapaisaje “selvático” (Ortiz et al. 2015:697), separándolos de áreas próximas conceptualizadas como “andinas” y entendiéndolos como receptores de desarrollos culturales foráneos, generando un conocimiento desigual respecto a ellos (Miguez y Caria 2015). No obstante, esta situación comenzó a cambiar en las últimas décadas debido a la proliferación de proyectos arqueológicos que plantean investigaciones regulares, atendiendo a la complejidad de los procesos sociales que se dieron en dichas áreas (Quesada et al. 2012; Miguez y Caria 2015; Ortiz et al. 2015; Gordillo et al. 2017; Gómez Augier 2019; Nielsen et al. 2022, entre otros).

Figura 1: Mapa de localización de los casos de estudio y localidades cercanas (arriba) y perfil topográfico (abajo)

Figura 2: Vista de La Ciénega donde se destaca la visibilidad de las estructuras arquitectónicas

y la cobertura de pastizales bajos

En este trabajo presentamos una síntesis integradora de los resultados obtenidos a partir de investigaciones arqueológicas sistemáticas llevadas a cabo en La Ciénega y Anfama desde el año 2014. Principalmente, se abordan las evidencias materiales de ocupaciones humanas fechadas entre los siglos I y VII d.C., las cuales se relacionan con las configuraciones sociales de las primeras aldeas. A partir de un enfoque comparativo entre ambos sectores, nos centramos particularmente en las modalidades de construcción del paisaje, la estructuración de los espacios domésticos y la temporalidad de las prácticas observadas en distintas escalas, a fin de establecer similitudes y diferencias entre dichos casos de estudios.

CASOS DE ESTUDIO Y ANTECEDENTES

El área de estudio corresponde a sectores emplazados en la vertiente oriental del sur de las Cumbres Calchaquíes, al noroeste de la provincia de Tucumán (figura 1). Ubicados en los departamentos Tafí del Valle y Tafí Viejo respectivamente, La Ciénega y Anfama son dos parajes adyacentes, aunque diferenciados, localizados inmediatamente al noreste del valle de Tafí.

La Ciénega (S26°46’54”; 065°39’10”) es un valle de altura, cuyo “fondo” oscila entre los 2500 y 2800 m s.n.m. Encajonado entre las Cumbres Calchaquíes (3700 m s.n.m.) al oeste y las de Mala Mala (3400 m s.n.m.) al este, se extiende por aproximadamente 39 km2, presentando su eje de mayor longitud con una disposición aproximada norte-sur. Forma parte del territorio de la Comunidad Indígena del Pueblo Diaguita del Valle de Tafí. Al norte limita con la cuenca de Anfama, mientras que al sur se une con el valle de Tafí a partir del río La Puerta. Su cobertura vegetal se caracteriza por pastizales de neblina, interrumpidos solamente en los espacios de cárcavas cercanos a los arroyos y en las laderas más protegidas del viento, donde se encuentran algunos ejemplares de queñoas, saucos o alisos (figura 2).

Anfama (S26°44’32”; O65°33’48”) es una cuenca hídrica, de aproximadamente 50 km2 que cuenta con una topografía muy accidentada en la cual se combinan profundas y estrechas quebradas con sectores de cumbre (Franco et al. 2019). Debido a su altitud, que oscila entre los 1800 y los 2400 m s.n.m., y su vegetación, se encuadra en el sector más elevado de la Provincia Fitogeográfica de Las Yungas, el Bosque Montano (Cabrera 1971), la cual se caracteriza por bosques de alisos, saucos y queñoas que conviven con especies de gramíneas. En los sectores más altos de la cuenca el bosque montano deja lugar a los pastizales de neblina (figura 3). Esta cuenca, actual territorio de la Comunidad Indígena Diaguita de Anfama, limita al norte con San José de Chasquivil; al este, con las localidades de Raco y El Siambón; y al sur y al oeste, con las Cumbres de Mala Mala y las Calchaquíes, incluyendo el dicho valle de La Ciénega. Con este último comparte de hecho el río principal, que tiene allí su nacimiento.

Tanto Anfama como La Ciénega fueron recorridos a fines del siglo XIX por el folclorista Adán Quiroga (1899), quien describió los restos materiales de estos parajes de altura. Este autor identificó en Anfama conjuntos de estructuras arquitectónicas cuadrangulares y ovaladas, men- hires y otras rocas intervenidas, diseminados por los diferentes sectores de la cuenca, al tiempo que destacó el impacto que tuvieron los procesos de sedimentación y erosión en su conservación. Para La Ciénega, Quiroga destacó las “grandes construcciones de roca y de piedra” (1899:99), las numerosas grutas, dólmenes, menhires, cuantiosos morteros en superficie y sepulcros. El autor propuso una lógica de ocupación del espacio consistente en el establecimiento de las estructuras arquitectónicas en los sectores de faldeo y de altura, a fin de “salvarse del efecto destructor de las aguas” (1899:102). Asimismo, confeccionó un detallado croquis incluyendo la totalidad de los sitios registrados en la porción norte, que le sirvió para señalar diferentes grupos de estructuras y realizar una descripción pormenorizada de las múltiples evidencias encontradas.

Figura 3: Vista de Anfama desde El Alto, donde se distinguen los diferentes pisos altitudinales y las diferencias en cobertura vegetal.

De este trabajo inicial se desprenden algunas interpretaciones que tienen vigencia en los debates y narrativas actuales. La primera de ellas es la idea de que estos sectores fueron ocupados por grupos sociales que tuvieron un fuerte vínculo con los desarrollos culturales de los Andes centrales. En este sentido, la idea de que correspondían a “una rama de la familia de Tiahuanaco” (1899:95) da cuenta de ideas difusionistas de larga pervivencia en las narrativas arqueológicas. En ellas, la filiación andina se asociaba a desarrollos socioculturales avanzados, en oposición a “lo amazónico” de carácter simple y/o marginal (Beresford-Jones y Machicado Murillo 2020).

En segundo lugar, una interpretación realizada por Quiroga que consideramos fundamental para abordar el área de estudio es la centralidad de los espacios domésticos. El registro de estruc turas, denominadas en el original “tamberías” (1899:96), en la cuesta de Anfama y la minuciosa descripción que realiza sobre las estructuras encontradas en La Ciénega no dejan lugar a dudas de que las interpreta como viviendas. Descartando que dichos vestigios arquitectónicos puedan haberse usado como corrales, Quiroga detalla el diámetro y las dimensiones de las pircas y arriesga que su uso se llevaba a cabo mediante la construcción de tolderías de material perecedero en su interior. Asimismo, señala la asociación de las viviendas con una gran cantidad de menhires y morteros de piedra, los que eventualmente se ubican también en su interior.

Quiroga desarrolla otra interpretación, esta vez sobre las estrategias de subsistencia. Ba sado en que La Ciénega resulta a su juicio “estrecha y de escasos y altos terrenos de muy difícil riego” (1899:110) y que durante su recorrido no encontrara estructuras de irrigación, desestima la posibilidad de que los grupos sociales pretéritos hayan sido labradores, adjudicándoles la caza como la principal fuente de recursos alimenticios. Sin embargo, para explicar la existencia de la gran cantidad de instrumentos de molienda, Quiroga propone que estos fueron utilizados para procesar frutos o granos importados de sectores aledaños como Anfama o Tafí.

Otro antecedente de importancia para estos sectores, enfocado especialmente en La Ciénega, es el trabajo desarrollado por Bernasconi de García y Baraza de Fonts (1982), quienes proyectaron una exploración metódica que abordó dicho valle de altura y se extendería a otros sectores de la alta montaña tucumana, como Anfama, Mala Mala y San José de Chasquivil, objetivo que quedó inconcluso. La metodología empleada incluyó un relevamiento aerofotográfico que permitió la realización de prospecciones a escala regional y local mediante teledetección y prospecciones directas en La Ciénega, así como excavaciones. A partir de las intervenciones realizadas en una vivienda del sector conocido como El Puentecito, las autoras identificaron diferentes momentos ocupacionales evidenciados por materiales cerámicos que asociaron a “las culturas Candelaria y Tafí”, entre ellos cerámica, instrumentos líticos y restos de fogones.

Retomando las ideas de González (1960) y Heredia (1970) en torno a la existencia de evi dencias de fases culturales con mayor o menor cantidad de elementos “locales” o “selváticos” en el valle de Tafí, las autoras plantearon la presencia de ocupaciones Candelaria (considerando la cerámica) y Tafí (considerando la similitud en el patrón de asentamiento) en La Ciénega. Otra idea que presentaron, en la misma línea que Quiroga, fue que la caza representó la principal actividad de subsistencia para estos grupos. También propusieron una agricultura familiar subsidiaria con base en los numerosos instrumentos de molienda y la identificación de estructuras de almacenaje.

Un tercer trabajo importante para el área fueron las investigaciones de Cremonte en la década de 1980. A partir de actividades sistemáticas de teledetección, prospección pedestre, excavación y un detallado análisis material, la autora abordó con exhaustividad los sitios El Pedregal y El Arenalcito, en los sectores centro-meridionales del valle de La Ciénega, y sondeó los sitios El Potrerillo y La Cañadita en El Bajo de Anfama. Particularmente, el estudio en Anfama fue rea lizado para comprobar la continuidad de los asentamientos de La Ciénega en sectores orientales adyacentes a las tierras bajas tucumanas.

Las intervenciones de Cremonte le permitieron arrojar una serie de propuestas fundamen tadas acerca de las maneras en que los grupos del primer milenio d.C. ocuparon estos sectores de altura. En primer lugar, interpretó a los asentamientos de La Ciénega como parte de la “tradición Tafí”, cuya ocupación se dio entre los siglos I y VIII d.C. (1996:251). Reflexionando acerca de la relación entre asentamientos y características fitogeográficas, y a partir de la identificación de construcciones con posibles funciones agrícolas, propuso que en el valle se desarrollaron activi dades vinculadas a la agricultura (de maíz o quinoa) (1996:29), que serían complementarias con actividades ganaderas y de caza-recolección.

Mediante las intervenciones realizadas en Anfama, la autora reconoció similitudes materiales con lo encontrado en La Ciénega, especialmente en la cerámica, aunque notó diferencias en el patrón de asentamiento, planteando una dilución del patrón observado en este último valle. De esta manera, entiende la cuenca de Anfama como “una vía de interacción social, ceremonial y de complementariedad económica” (1996:57) entre La Ciénega y las Selvas Occidentales.

ARQUEOLOGÍA EN EL SUR DE LAS CUMBRES CALCHAQUÍES

Con el objetivo de profundizar el conocimiento acerca de los procesos sociales experimen tados por los grupos humanos que habitaron estos sectores de la vertiente oriental de las Cumbres Calchaquíes e integrar escalas y casos de estudio en perspectivas más abarcativas, desde el año 2014 nuestro equipo desarrolla intervenciones arqueológicas sistemáticas con el acuerdo de las Comunidades Indígenas de Tafí del Valle y Anfama.

Los trabajos realizados han combinado actividades de campo, de laboratorio y de gabinete a fin de obtener la mayor información posible acerca de dichos procesos. En el campo se han rea lizado prospecciones pedestres, relevamientos fotogramétricos a pie y mediante vehículos aéreos no tripulados (VANT), registro de estructuras y materiales en superficie, recolección de datos a partir de entrevistas a comuneros, sondeos expeditivos y excavaciones en área (Vázquez Fiorani et al. 2021; Franco Salvi et al. 2022; Salazar et al. 2022). Por su parte, los trabajos en laboratorio y gabinete incluyeron el uso de teledetección a partir de imágenes satelitales y ortofotografías, reconstrucción fotogramétrica, análisis de materiales recuperados (cerámicos, líticos, arqueobo- tánicos), construcción de sistemas de información geográfica (SIG) y análisis de información espacial (Franco 2019; Montegú 2018; Vázquez Fiorani 2019; Moyano 2020; Molar 2021).

Dichas actividades han permitido alcanzar un denso corpus de información sobre cuya base se infieren características de los procesos socioculturales abordados. Si bien en ambas áreas de estudio hemos identificado restos materiales de diferentes momentos ocupacionales, que corres ponden aproximadamente a los últimos 2500 años, aquí presentamos una síntesis del conocimiento alcanzado acerca de las ocupaciones correspondientes al período comprendido entre los siglos V a.C. y el VI d.C. Nuestra intención es establecer similitudes y particularidades en las maneras en que se ocuparon la cuenca de Anfama y el valle de La Ciénega, a la vez que dialogar con inter pretaciones presentes en los antecedentes bibliográficos.

PAISAJE

Un primer acercamiento a las áreas comprendidas en nuestro análisis fue a partir de las herramientas brindadas por la Arqueología del Paisaje. Entendiendo el paisaje como “un espacio socialmente producido, habitado y significado, y no un simple contenedor de la acción humana” (Acuto 2013:33), consideramos que dicho enfoque permite despojarse de un concepto de espacio estático y preconfigurado, propio de la Modernidad (Gordillo 2014), y aproximarse a uno donde las relaciones entre dimensión espacial, dimensión temporal y prácticas humanas cristalizan en una nueva realidad dinámica y activa. Por la importancia que tienen la temporalidad y las prácti cas sociales en los procesos de configuración del paisaje, pensamos que, a partir de su abordaje, podemos aprehender las modalidades y lógicas de construcción del espacio en múltiples escalas y situarlas en su temporalidad, sintetizando las múltiples relaciones que se materializan en un único constructo que observamos en la actualidad. En palabras de Haber:

La noción del paisaje abarca, al mismo tiempo, lo conceptual y lo físico, de allí su valor sintético. El paisaje se vincula con el espacio desde una posición situada: el punto de vista.

Por lo tanto, la perspectiva del paisaje se vincula con las prácticas desde las cuales se lo percibe. Pero también se vincula directamente con la historia, pues el paisaje manifiesta, en una suerte de superposición horizontal la sucesión histórica de transformaciones. Al mismo tiempo, el paisaje incluye los puntos que, resistiendo al paso del tiempo, naturalizan la historia (Haber 2011:25-26).

Entonces, el abordaje del paisaje del período bajo estudio nos permitió conocer los elementos que lo constituyeron y le dieron forma, al mismo tiempo que aproximarnos a las maneras en que los grupos humanos lo habitaron.

Paisaje arqueológico en La Ciénega

El abordaje del valle de La Ciénega fue posible a partir de líneas que se iniciaron con fotoin- terpretación y avanzaron a través de la aplicación de tecnologías geoespaciales, prospecciones y relevamientos arqueológicos. Las características de la cobertura vegetal, en la cual predominan los pastizales de neblina, permiten que las estructuras arquitectónicas en superficie sean visibles, a la vez que hacen posible identificar elementos ambientales y topográficos de dicho sector (arroyos, cárcavas, afloramientos de rocas, entre otros). A partir de la información obtenida por teledetección, se definieron los sectores ocupacionales más visibles.

Las definiciones iniciales se contrastaron con prospecciones pedestres a partir de transectas y tareas de relevamiento de estructuras en superficie, que incluyeron su mapeo y georreferenciación. Dichas actividades permitieron corroborar los datos ya obtenidos, pero también incorporaron información a partir del hallazgo de nuevos rasgos, como viviendas aisladas, espacios productivos y rocas intervenidas (Salazar y Franco Salvi 2020), grupos de morteros fijos, entre otros. De esta manera, a partir de la combinación de tareas, se registraron 1.212 estructuras arquitectónicas de diferente morfología (circulares, subcirculares, cuadrangulares, lineales, entre otras) (tabla 1) y posible funcionalidad (habitacionales, productivas, públicas, entre otras), que pueden ser asignadas a diferentes momentos ocupacionales, pero de las cuales un 85% pertenece al primer milenio d.C. (Franco Salvi et al 2022).1 En este sentido, a partir del registro de la disposición y asociación de las estructuras arquitectónicas en superficie, pudo identificarse la presencia de aproximadamente 120 unidades residenciales asignables a dicho período, que presentan carac terísticas morfológicas similares a unidades “Tipo 3” (Berberián y Nielsen 1988a) o “Patrón Tafí” (Cremonte 1996).

Los rasgos identificados se distribuyen, en principio, de forma diferencial en la superficie del valle. Como señala Cremonte (1996), los sectores más densamente ocupados son el central y el meridional que presentan tanto rasgos agrupados como aislados. La mayoría de ellos se encuentran en el sector de piedemonte, sobre importantes sedimentos coluviales, pero también en las laderas cercanas. Si bien pueden observarse estructuras aisladas en diferentes sectores altitudinales, incluyendo tanto unidades residenciales como posibles corrales y otras estructuras productivas, una particularidad de las evidencias de La Ciénega es la presencia de conjuntos de estructuras que conforman aglomerados (figura 4). Estos conjuntos de múltiples unidades resi denciales y rasgos vinculados a actividades domésticas,2 que fueron definidos como “caseríos o aldeas” por Cremonte (1996:54), se presentan como conglomerados fuertemente apiñados, donde, en ocasiones, la distancia entre dichos elementos arquitectónicos es inexistente o mínima, con muros compartidos que se apoyan unos en otros.

Para definir la distribución espacial de las unidades residenciales identificadas se aplicó análisis de vecino más cercano (Rood 1982; Hodder y Orton 1990), en el entorno de un Sistema de Información Geográfica gestionado por el programa QGIS. En primer lugar, dicho análisis se aplicó a las 120 unidades residenciales, resultando una distancia observada de 65,28 m, una distancia esperada de 119,32 m y un índice de vecino más cercano de 0,54, valores que indican una tendencia al agrupamiento (tabla 1). Un segundo análisis fue aplicado a los 8 sitios definidos para el valle (Franco Salvi et al. 2022), resultando una distancia observada de 589,21 m, una distancia esperada de 377,93 m y un índice de 1,55, expresando una tendencia a la dispersión.

Un ejemplo de los conglomerados es el sitio La Cañada, en el que se identificaron 246 estructuras arquitectónicas de piedra de diferentes momentos ocupacionales, donde prevalecen aquellas correspondientes al primer milenio d.C. (Franco Salvi et al. 2022:19). Entre el conjunto de estructuras se identificaron 13 unidades residenciales, muros de contención perpendiculares a la pendiente y estructuras productivas, además de montículos de despedre. Como puede observarse en la figura 4, la estructura general del sitio se caracteriza por sectores de aglomeración, especialmente en el centro, con pocas estructuras cuyos muros no tienen contacto directo con otras, a pesar de que la distancia promedio entre los respectivos centros de las unidades sea de 47,88 m.

Tabla 1. Datos de las áreas abordadas y resultados del análisis de vecino más próximo aplicado a unidades residenciales y a sitios

La Ciénega

Anfama

Superficie (km2)

39

50

Estructuras individuales

1212

150

N° de unidades

120

46

Distancia observada (m)

65,28

88,03

Distancia esperada (m)

119,32

289,10

Índice por unidades (tendencia)

0,54 (Agrupamiento)

0,30 (Agrupamiento)

N° de sitios

Distancia observada (m)

589,21

1305,07

Distancia esperada (m)

377,93

814,86

Índice por sitios (tendencia)

1,55

(Dispersión)

1,60

(Dispersión)

Figura 4: Ortofotografía (izquierda) y plano de planta (derecha) del sitio La Cañada (Franco Salvi et al. 2022:20)

Las características fitogeográficas de la cuenca de Anfama, cubierta por una profusa vegetación arbustiva y arbórea, dificultaron las tareas de teledetección a partir de imágenes satelitales. Mediante ellas solo lograron reconocerse los elementos ambientales, mas no observar rasgos arquitectónicos en superficie. Debido a esto, cobraron aún mayor importancia las actividades en el campo, que constituyeron prácticamente la única fuente de información acerca de la arqueología del área. Las tareas de prospección realizadas fueron “asistemáticas”, ya que se dieron de forma secundaria y sin planificación mientras se reconocía el área, e “intensivas de cobertura total” (Cerrato Casado 2011:8). Para el diseño de estas últimas fueron determinantes el conocimiento previo de la zona, los datos brindados por los comuneros y los límites que presenta la topografía de la cuenca. Las prospecciones fueron acompañadas por relevamientos de estructuras en superficie, llevados a cabo mediante brújula y cinta métrica con una georreferenciación apoyada en GPS de bolsillo.

A partir de dichas actividades se registró la totalidad de estructuras arquitectónicas en su perficie, cuya disposición abarca diferentes sectores. La mayoría de las estructuras se encuentran en sectores de altura, representados por leves planicies en la cumbre de los diferentes filos de la cuenca, aunque también se encuentran en sectores de fondo de cuenca, asentados principalmente sobre depósitos aluviales. Las tareas de registro permitieron definir un total de 150 estructuras arquitectónicas en superficie y 46 unidades residenciales para el período abordado (tabla 1). Las unidades correspondientes al primer milenio se constituyen con características del “Patrón Tafí” (Cremonte 1996), aunque siempre involucrando un solo patio y una serie de dos a cinco recintos adosados.

En un trabajo anterior (Moyano 2020), la aplicación del análisis de vecino más cercano permitió inferir las tendencias de distribución espacial presentes en el área a partir de una escala donde se contemplaban las unidades residenciales y otra en la que se tomaban los sitios en conjunto. La primera de ellas, que considera los 46 conjuntos habitacionales correspondientes al período abordado, arrojó una distancia observada de 88,03 m, una distancia esperada de 289,10 m y un índice de vecino más cercano de 0,30, expresando una tendencia al agrupamiento (tabla 1). Por otro lado, los resultados del análisis realizado a los centroides de los sitios, indicó una distancia observada de 1305,07 m, una distancia esperada de 814,86 m y un índice de 1,60, señalando una tendencia a la dispersión. Estos datos, nos permitieron pensar en una distribución dispersa, basada en núcleos ocupacionales, que definimos como “paisaje centrífugo” (López Lillo y Salazar 2015; López Lillo 2017; Moyano 2020).

Un ejemplo de estos núcleos ocupacionales es el sitio La Larga (figura 5). Este asentamiento, cuyo nombre es homónimo al del filo en el cual se emplaza, se compone de 14 unidades y muros de contención, los cuales se disponen de manera longitudinal en el sector de cumbre de dicho filo. En este sitio, aunque se encontraron numerosos instrumentos de molienda en superficie, no se reconocieron estructuras asociables a actividades productivas. Como puede verse en la figura 5, las unidades se encuentran separadas entre ellas por varios metros, con una distancia promedio de 81,34 m, lo cual marca una clara diferencia con lo visto en el sitio La Cañada, en el valle de La Ciénega. Esta distribución espacial, como la morfología de las estructuras, es semejante en el resto de sitios asociados al período abordado (Salazar et al. 2022).

ESTRUCTURACIÓN DE LOS ESPACIOS DOMÉSTICOS

Debido a que la correlación entre estructuras arqueológicas y grupos sociales no es necesariamente directa, utilizamos una definición amplia de la vivienda, entendida como la unidad espacial mínima donde las actividades residenciales tienen lugar (Nielsen 2001). Las tareas de campo

Figura 5: Planialtimetría general en la cual los óvalos negros demarcan unidades residenciales (arriba) y detalle de estructuras (abajo) del sitio La Larga, Anfama

permitieron caracterizar un diseño arquitectónico que contiene recurrentemente las evidencias de prácticas vinculadas a la reproducción biológica y social de los grupos que las habitaron (i.e. procesamiento y consumo de alimentos, producción de tecno facturas, ritualidad).

Espacios domésticos en La Ciénega

En La Ciénega, si bien la arquitectura residencial es perfectamente observable en superficie, solo se habían realizado excavaciones parciales de unidades habitacionales (Bernasconi de García y Baraza de Fonts 1982; Cremonte 1996). En el marco de nuestro proyecto, se excavó en área un núcleo residencial que forma parte de una unidad habitacional compuesta3 por dos patios y múltiples estructuras adosadas, en el sitio Lomita del Medio (LdM), emplazado sobre glacis erosivo y coluvial a 2750 m s.n.m. En dicho sitio se observan tres unidades residenciales y cuatro conjuntos de estructuras de grandes dimensiones interpretadas como corrales y canchones de cultivo (Franco Salvi et al. 2022).

La unidad habitacional 18 (U18) se conforma de 18 recintos de diversos tamaños construidos con rocas metamórficas locales que abarcan un área de 1778 m2. Se reconocen tres estructuras de mayor tamaño (R89, R92 y R100) posicionadas de forma central consecutivas de norte a sur. Los “patios” R89 y R100 tienen características similares a los que comúnmente se ven en la zona, esto es, diámetros entre 12-13 m y posición central con recintos asociados (entre cuatro y cinco) de tamaños que oscilan entre los 2,5 y 6 m. Fueron excavados en su totalidad el patio (R89) y los cinco recintos adosados del conjunto (R89a, R90, R91, R93 y R94) (figura 6), así como un área extramuros, registrándose una gran cantidad de restos arqueológicos, rasgos y procesos de depositación que se condicen con un uso doméstico intensivo durante varios siglos.

La excavación en área cubrió 226 m2, en la cual se pudo identificar una depositación estratigráfica análoga caracterizada por tres estratos que tapaban el piso ocupacional, así como amplios derrumbes. En dos de los recintos (R89 y R94) se identificaron una serie de pozos de distintas morfologías cavados desde el piso ocupacional.

Figura 6: Vista cenital del núcleo excavado de la Unidad LdM-U18 del sitio Lomita del Medio, La Ciénega, año 2021

R89 es el patio central y tiene 6 puertas. La que comunica al exterior, en dirección sureste, es de doble paramento. Presidiendo el paramento interior en el sector sur se incluye un gran bloque vertical de 1,70 m cuya base y bordes parecen haber sido regularizados de un modo harto com patible con los menhires-huanca (García Azcárate 1996) lisos del valle de Tafí, los cuales pueden interpretarse como referencias materiales a los ancestros o incluso la versión lítica del ancestro. En su excavación se diferenciaron 41 unidades estratigráficas (23 depósitos y 18 interfacies). La mayor concentración de materiales arqueológicos fue detectada en la UE 429 (capa arcillosa com pacta, de textura limosa arcillosa, color HUE 10 YR 8/4 light yellow orange), interpretada como piso ocupacional. Los pisos ocupacionales se constituyen de una superficie muy compacta sobre la cual se extiende un estrato de unos 10 a 15 cm de espesor promedio en el cual se concentran la gran mayoría de hallazgos. Las características depositacionales observadas en esta excavación y en numerosos casos análogos (Salazar 2010; Salazar et al. 2022) permite pensar en que estos contextos se han formado a través de constantes prácticas de limpieza de los pisos ocupacionales sin que se produzcan acumulaciones de pisos sucesivos.

Se registraron principalmente fragmentos de cerámica, y algunas vasijas semicompletas, de pastas gruesas cocidas en atmósferas oxidantes y sin decoraciones, restos líticos como lascas en diferentes etapas y tamaños, de cuarzo, cuarcita, andesita y obsidiana, puntas de proyectil, cuentas de mineral de cobre, fragmentos óseos de fauna local y restos de carbón vegetal. La muestra de madera carbonizada registrada como hallazgo UP499 fue datada en 1831 ± 21 AP (D-AMS 044971).4

Por encima de dicha unidad estratigráfica, se registró un relleno y evidencias de numerosos procesos postdepositacionales y, en los estratos superiores, un derrumbe que cubría casi todo el diámetro del recinto, aunque extendido sobre todo en el sector norte. En el piso ocupacional se identificaron cinco rasgos internos. El rasgo C consistía en un pozo cuya boca estaba bien delimi tada por piedras sin muchos materiales culturales en su interior. Sin embargo, en su base, ubicada 0,95 m por debajo de la superficie ocupacional, se recuperó una muestra de carbón vegetal que fue fechada en 2704 ± 25 AP (D-AMS 044970). El rasgo D, muy similar al anterior, tampoco contenía demasiados materiales culturales en los sedimentos de su interior. Sin embargo, a sus lados se ubicaron dos pequeños pozos que contenían cada uno y en la misma forma de deposita- ción una vasija semicompleta sobre la cual se colocó la zona de la base de otra vasija dada vuelta (figura 7). Los rasgos C y D son idénticos a las cistas inhumatorias registradas repetidamente en el valle de Tafí (Berberián y Nielsen 1988b; Sampietro 2002; Salazar 2010). En estos dos casos, la inexistencia de restos humanos en su interior puede deberse a otra funcionalidad o a la práctica de retirar los cuerpos, o sus vestigios, y trasladarlos en momentos de abandono. Sin embargo, el elemento formal remite a una cavidad que almacena, en numerosas ocasiones cuerpos humanos, y que se mantiene presente a la percepción de los habitantes de la Vivienda

Figura 7: Vistas en detalle del rasgo D y los pozos que se cavaron a sus lados en el piso ocupacional del R89, LdM-U18

El recinto R94 se adosa por el este al patio central (R89) de la vivienda. Los rasgos identifi cados en este sector indican la realización de numerosas actividades como: cocción y preparación de alimentos y bebidas, calefacción, mantenimiento de líquidos, almacenaje, etc. (Franco Salvi y Justiniano 2021; Montegú et al. 2021; Vázquez Fiorani 2021). Una muestra de carbón vegetal extraída del fogón central fue datada en 1486 ± 20 AP (Franco Salvi y Justiniano 2021:139) y otra procedente de uno de los pozos cavados en el piso ocupacional (P9), en 1543 ± 23 AP (Franco Salvi y Justiniano 2021:141). Este recinto presenta el muro más elaborado de las unidades ado sadas y se comunica con la central a través de una amplia abertura definida por rocas dispuestas a manera de jambas perfectamente integradas al muro del patio. Esto sugiere que esta conjunción de patio y recinto destinado a la cocción y procesamiento de alimentos pudo haber sido parte de la construcción inicial de la vivienda.

El resto de los recintos podrían corresponder a otros eventos constructivos posteriores ya que sus muros se apoyan, sin integrarse, sobre el paramento principal del patio. En ninguno de ellos se recuperaron rasgos internos como fogones ni densos conjuntos materiales, salvo el recinto R91, donde se recuperaron fragmentos de un gran cántaro de paredes muy gruesas que podría asociarse a prácticas de almacenaje, una serie de colgantes de piedra, puntas de proyectil de cuarzo, cuarcita y obsidiana, y cuchillos retocados de pizarra. El crecimiento de las unidades residenciales puede responder a variaciones en los ciclos vitales de las unidades domésticas que los habitaban, o la cristalización a través del tiempo de grupos familiares extensos, lo cual se ha registrado en otros casos (Salazar 2010).

Espacios domésticos en Anfama

En Anfama, las excavaciones más amplias de este tipo de conjuntos fueron realizadas en el sitio Mortero Quebrado (120 m2 distribuidos en tres unidades: MQ-U2, MQ-U4 y MQ-U5), un agrupamiento disperso de siete unidades residenciales emplazadas sobre un filo a 2400 m s.n.m. y con una distancia promedio de 155,35 m entre sí. En este asentamiento, las viviendas son de grandes dimensiones y se emplazan sobre terrenos sobreelevados, generando una prominencia visual sobre sus entornos inmediatos.

La unidad residencial MQ-U2 está conformado por un recinto central o patio de morfología elíptica de 16 m x 19 m (R33), al cual se adosan cuatro recintos circulares de entre 6 y 9 m de diámetro (R34, R35, R36 y R37). La puerta de acceso principal se encuentra en el lado oeste del recinto central, formada por dos lajas colocadas verticalmente a manera de jambas y apuntando a una vista panorámica de la cuenca de Anfama. Las excavaciones se centraron en un recinto lateral (R34) y en el sector norte del patio (R33).

El patio o R33 fue excavado parcialmente, cubriendo 72 m2 en casi la totalidad de la mitad norte. El piso ocupacional se ubicó en los 0,50-0,60 m de profundidad. Se recuperó una variada materialidad que incluyó conjuntos cerámicos ordinarios de pastas oxidantes gruesas y algunos escasos tiestos grises finos, desechos de talla e instrumentos de cuarzo, cuarcita, obsidiana, pizarra y sílice, núcleos de cuarzo, puntas de proyectil de cuarzo y obsidiana, una cuenta de mineral de cobre y artefactos de molienda pasivos y activos. Carbón vegetal recuperado en el piso de R33 frente a la puerta que conecta al recinto R34 fue datado en 1580 ± 60 AP (Salazar et al. 2022).

Durante las tareas de excavación del patio se identificaron once rasgos subsuperficiales excavados en la roca madre. Cuatro de estas oquedades (pozos 1, 2, 3 y 5) se ubican en cerca nías del muro perimetral, presentando dimensiones pequeñas y medianas (entre 0,25 m y 0,60 m de diámetro, y 0,13 m y 0,45 m de profundidad), escasos materiales arqueológicos, rellenos areno-arcilloso y en algunos casos rocas pequeñas planas o guijarros. Otras cinco oquedades (pozos 7, 8, 9, 10 y 11), de mayores dimensiones (entre 0,80 m y 1,10 m de diámetro, y 0,50 m y 1,05 m de profundidad), mostraban una construcción más elaborada, con bocas circulares y secciones acampanadas o trapezoidales, presencia de rocas lajas o bloques de gran tamaño a modo de tapas, delimitación de las bocas, paredes y/o bases, y revestimientos de arcilla cubriendo paredes y bases. Estos pozos contenían distintos estratos internos, de los cuales algunos estaban constituidos por sedimentos limo-arcillosos con abundante presencia de carbones y coloración negro-parduzca (Hue 5YR 3/1) que daba cuenta de termo alteración, grandes fragmentos de cerámica roja gruesa, desechos de talla e instrumentos de cuarzo. El pozo 6 (0,70 m de diámetro y 0,65 m de profundidad), de boca circular y sección trapezoidal, presentaba una capa de arcilla plástica en la base y en la boca una roca intervenida con un motivo antropomorfo grabado en un bloque metamórfico (figura 9). En este último caso se vuelven a reunir referencias materiales a los difuntos, tanto en la cavidad contenedora, análoga a una cista como en la roca intervenida con representaciones antropomorfas.

Figura 8: Vistas cenitales de intervenciones realizadas en la unidad MQ-U2. A la izquierda se observa la excavación dedicada a la mitad norte del R34 y algunas cuadrículas del R33. A la derecha las destinadas a ampliar el área abierta en R33

El recinto R34, de 6 m de diámetro y morfología circular, se excavó en su totalidad, identifi cándose el piso de ocupación a una profundidad de 0,50 m en los muros y 0,80 m en el centro. Se recuperó abundante cantidad de materiales arqueológicos, que conformaban un equipo doméstico adecuado para el procesamiento final y consumo de alimentos. Entre los muros y los derrumbes, se identificaron ocho rocas intervenidas (Franco Salvi et al. 2020).

Asociados también al piso de R34 se identificaron dos rasgos subsuperficiales excavados en la roca madre. Uno se ubicaba en el centro-sur del recinto y presentaba forma elíptica con dimensiones de 0,60 m x 0,50 m y 0,25 m de profundidad correspondiente con un fogón en cubeta (Hue 5YR 3/1) , de donde se realizó un fechado que arrojó 1725 ± 20 AP (Salazar et al. 2022:162). El otro rasgo subsuperficial de R34, localizado en el centro-norte del recinto, presentaba una boca circular de 0,90 m de diámetro y una forma acampanada en su interior con una profundidad de 1,30 m. Esta oquedad presentaba rocas mediano-pequeñas colocadas en la boca y paredes, así como otras lajas medianas que separaban distintos estratos internos y un fino revoque de arcilla en las paredes y base. El contexto se interpreta como una posible estructura de almacenaje. Materiales carbonizados procedentes de su base y del relleno fueron datados en 1663 ± 22 AP (D-AMS 041077, madera carboniza) y 1744 ± 26 AP (D-AMS 041076, madera carbonizada) respectivamente. Los materiales recuperados en R34 así como los rasgos y estratos internos, permiten proponer que allí se concentraban las tareas de procesamiento final, cocción y almacenaje de alimentos de la vivienda que conforma la unidad MQ-U2.

Figura 9: Excavación Pozo 6 (MQ-U2, R33), en cuya boca se depositó una roca intervenida con un motivo antropomorfo grabado

La excavación de la puerta que conecta los recintos R33 (patio) y R34 (cocina) evidenció la perfecta integración de los dos lienzos, permitiendo pensar también en este caso en un solo evento constructivo original. Por otro lado, se identificaron numerosos bloques seleccionados y dispuestos de canto tanto vertical como horizontalmente, los cuales generaban un relleno com pacto y uniforme. En su remoción se detectaron dos rocas intervenidas. Una de ellas corresponde a un bloque tabular con grabados superficiales con motivos figurativos ambiguos, zoomorfos o antropomorfos (Franco Salvi et al. 2020).

CRONOLOGÍA Y TEMPORALIDAD

Las excavaciones realizadas en los últimos años han permitido identificar el periodo de mayor intensidad de la señal arqueológica en los paisajes analizados y especialmente establecer la cronología de los asentamientos aldeanos en las dos cuencas, caracterizar la temporalidad de las viviendas y reconocer algunos indicios de eventos ocupacionales que las preceden y las suceden.

La cronología en la cual se desarrolla, consolida y abandona el paisaje aldeano temprano en las dos cuencas parece ser simultánea. La señal arqueológica de mayor intensidad se concentra entre los siglos I y VII d.C., lo cual en Anfama hemos definido como Bloque II (Salazar et al. 2022). En ese momento se expanden las viviendas, aisladas o concentradas, que involucran recintos de planta circular a patios de la misma morfología o elípticos.

En La Ciénega hemos realizado hasta la actualidad cuatro fechados radiocarbónicos en la excavación de la unidad U18 en LdM. Estos fechados datan un evento muy temprano en la base del Rasgo C, el piso ocupacional del patio R89 entre el siglo II y el III d.C. y los últimos eventos ocupacionales del R94, que se habrían dado en el siglo VII d.C. (Franco Salvi y Justiniano 2022). Estas dataciones se pueden relacionar con las realizadas en distintos sitios de la cuenca, que se habían concentrado entre el siglo I a.C. y el VIII d.C. (Cremonte 1996). En Anfama, por su parte, de los 17 fechados realizados hasta ahora se han efectuado 10 correspondientes a contextos aldeanos que se nuclean entre los siglos I a VII d.C. (Salazar et al. 2022).

La temporalidad de las viviendas remite a historias de larga duración. En los casos aquí descritos se observan evidencias de eventos que se distancian varios siglos. Sin embargo, las ocupaciones no muestran hiatos ni superficies habitacionales superpuestas, sino siempre un solo piso donde se concentran materiales de distintas épocas. En los lugares puntuales no afectados a prácticas de limpieza y conservación de pisos donde pueden preservarse contextos más antiguos, se han obtenido algunos fechados muy tempranos que, aun requiriendo estudios más intensivos, permiten pensar en eventos que precedieron por varios siglos a los paisajes salpicados por este tipo de casas pero que, de alguna manera, incidieron en su configuración.

En ambas cuencas se han obtenido dataciones que preceden a estas ocupaciones residenciales. Una de ellas fue obtenida en la base de una estructura circular identificada en el sitio Casa Pastor, en Anfama, que presenta un muro simple de baja inversión de trabajo sobre el cual se habría rea lizado una terminación de materiales perecederos y ha sido interpretada como parte de formas de construcción del paisaje de cierta movilidad (Salazar et al. 2022). Las dos restantes corresponden a muestras obtenidas de pozos y se distancian varios siglos de los fechados que se obtienen en pisos ocupacionales. Estos son el caso del Rasgo C, del R89, LdM-U18 en La Ciénega, fechado en 2704 ± 25 AP, y el pozo 5, R45, MQ-U4, en Anfama, 2390 ± 80 AP (Salazar et al. 2022:161). Estas dos fechas que aisladamente podrían considerarse como outliers, en conjunto muestran evidencias, aún fragmentarias, de prácticas anteriores por siglos al primer milenio d.C. Cabe la posibilidad de que los restos datados procedieran de otros espacios y rasgos específicos y fueran posteriormente depositados en estas oquedades, o que las maderas carbonizadas estén afectadas al fenómeno old wood o que los rasgos hallados formaran parte de otro tipo de estructuras más “livianas” y perecederas (como la descripta para el sitio Casa Pastor) que hubieran sido alteradas por la construcción de las viviendas posteriores.

Las ocupaciones de las unidades residenciales finalizan en principio de manera planificada. Los pisos ocupacionales no presentan en general desechos de facto, artefactos enteros o valiosos que pudieran ser transportados. Por otra parte, algunos rasgos importantes como puertas aparecen en algunas ocasiones intencionalmente bloqueadas, como en la Unidad MQ-U2. Posteriormente al abandono de estas estructuras, la señal arqueológica se reduce y solo reaparece puntualmente en algunos sitios, en numerosas ocasiones reocupando estructuras previas, superponiéndoseles, modificándolas o rediseñándolas (Franco 2019; Vázquez Fiorani 2019; Franco Salvi et al. 2022).

HACIA UNA SÍNTESIS

El estudio arqueológico sistemático de las cuencas de La Ciénega y Anfama permitió una aproximación a las maneras en que los grupos humanos del primer milenio d.C. dieron forma y habitaron estos paisajes. Los análisis de distribución espacial arrojaron similitudes para ambos sectores: los resultados para una escala de unidades determina que la tendencia es al agrupamiento, presentando índices con valores cercanos al 0,5, mientras que el mismo análisis para la escala de sitio indicó una tendencia a la dispersión, superando el valor de 1,5. En este sentido, en ambos casos se da una distribución de unidades agrupadas en asentamientos que se encuentran dispersos entre sí, aunque con claras diferencias en la organización de cada uno. La principal divergencia entre estos sectores es la presencia de conglomerados en La Ciénega, donde la distancia entre las unidades, más allá de lo perceptible empíricamente, se reduce considerablemente en las estadís ticas frente a la que presentan los sitios de Anfama, donde no se han registrado ninguna de estas formaciones. Si se observan los datos vertidos en la tabla 1 puede comprobarse la diferencia en las distancias entre unidades y sitios en ambas áreas, destacando que en Anfama la distancia pre sente entre estos últimos es más del doble que la que presentan en La Ciénega. Lo diseminado del patrón es lo que llevó a Cremonte a interpretar los sitios de Anfama como “los últimos enclaves de instalaciones correspondientes al Patrón Tafí” (Cremonte 1996:316).

Esto contrasta con la recurrencia de una manera de construir las viviendas. Durante los seis primeros siglos del primer milenio d.C. los grupos que habitaban Anfama y La Ciénega construye ron recintos semi subterráneos, techados, de planta circular, que variaban en tamaño, con prolijos muros confeccionados con los bloques líticos disponibles localmente. Allí se habrían realizado las actividades cotidianas, como molienda, procesamiento final y cocción de alimentos, descanso, talla lítica, entre otras. Algunos recintos podrían haber sido usados, incluso, para el almacenaje de alimentos. Estas habitaciones se adosaban en todos los casos a un patio abierto o solo parcialmente techado, también de planta circular, definido por sólidos muros de rocas dispuestas rítmicamente alternando bloques grandes y pesados clavados bajo los pisos, y conjuntos apilados de bloques más pequeños. Una sola entrada conectaba este ámbito doméstico con el exterior.

Los conjuntos se constituyeron a partir de un número variable de estructuras adosadas al espacio central, manteniendo la misma organización espacial. Sin embargo, en Anfama la gran mayoría de las unidades reúnen un solo patio al cual se adosan entre dos y siete recintos meno res, mientras que en La Ciénega se registran conjuntos con múltiples patios y varias decenas de recintos adosados, lo cual representa una diferencia sustancial que requiere de mayores análisis en el futuro. Sin embargo, si la ocupación de las unidades habitacionales compuestas fuera mayor mente coetánea implicaría la existencia de colectivos amplios que están vinculando a numerosas unidades domésticas en escenarios compartidos.

Las prospecciones y excavaciones efectuadas en ambas cuencas permiten observar la presencia de estos núcleos residenciales en casi todos los sitios identificados. Sin embargo, esta configuración material no se restringe a estos espacios. Es una manera muy difundida de construir y habitar una casa registrada en los abanicos aluviales de La Bolsa, Carapunco, El Tolar, Santa Cruz, Casas Viejas y el Río La Puerta, en el valle de Tafí (Berberián y Nielsen 1988b; Sampietro Vattuone y Vattuone 2005; Salazar y Kuijt 2016), el cercano Puesto Viejo (PV) en la Quebrada de Los Corrales (Oliszewski 2017), El Remate y Caspinchango, en el valle de Yocavil (Núñez Regueiro y Tarragó 1972; Aschero y Ribotta 2007), y quizás algunos puntos de las yungas como Altos de Medina (Krapovickas 1968) y Molleyaco (Heredia 1970).

La recurrencia de estos escenarios espaciales permite inferir ciertos colectivos que han sido denominados unidades domésticas (Wilk y Rathje 1982). Pero la pregunta lógica que surge en este punto es cómo podemos ir más allá de arquitectura, rasgos y objetos para reconocer este tipo de ensamblajes híbridos (Nielsen 2001). Los componentes materiales de las viviendas no estaban restringidos a arquitectura o restos materiales del procesamiento de alimentos. Distintos dispositi vos materiales eran cavados, construidos o depositados en patios, lugares centrales de los ámbitos residenciales y también pueden pensarse como ensamblajes de distintos tiempos, materiales y prácticas. La continua presencia de ancestros materializados (en entierros, en esculturas líticas y en las estructuras que los contenían) junto a algunos otros rasgos relevantes como elementos de almacenaje y áreas de molienda de maíz debieron establecer fuertes relaciones de identidad entre los corresidentes (Franco Salvi 2018; Lazzari et al. 2015). Si bien no se ha hallado la presencia de restos humanos en los rasgos cavados en patios de La Ciénega o Anfama, sus características los vinculan estrechamente con las cistas domésticas perfectamente documentadas en el valle de Tafí en momentos coetáneos (González y Núñez 1962; Berberián y Nielsen 1988b; Sampietro y Vattuone 2005; Salazar 2012).

Estos entornos materiales habrían constituido una fuerza de consolidación de las relacio nes que unirían a los miembros de las unidades domésticas a través de compartir comidas, silos, ollas, jarros o molinos, pero también historias. Las relaciones intergeneracionales ayudaron a mantener familias amplias y extendidas, y limitaron la formación de nuevas viviendas, es decir, la reproducción de residencias neolocales (Nielsen 2001). Esta tendencia parece haber tenido su máxima expresión en La Ciénega, donde se observan numerosas viviendas en las cuales se incorporan múltiples patios y decenas de recintos adosados. Aunque aún se requiere aumentar las intervenciones mediante excavación y un mayor número de dataciones, esta condición, en prin cipio material, también hace a la existencia de relaciones diferentes y a percepciones diferentes de los vínculos entre los colectivos que habitan los espacios cotidianos y comparten memorias de hacer (Hendon 2010).

Gastaldi ha caracterizado las relaciones materiales construidas en espacios residenciales en términos de una “geografía espacio-temporal que se halla indisolublemente relacionada” (2012:99). Esta geografía no solamente fue realizada por personas que re-produjeron ciertas modalidades de lo que era hacer una casa bajo parámetros muy pautados, sino que también fue habitada por múltiples generaciones que aceptaron esa geografía como dada. En ese entorno, los cuerpos se movían en direcciones guiadas, respetando espacios de circulación, observando siempre los mis mos elementos enfatizados u ocultados. La vida doméstica fue fuertemente limitada por muros y referencias a los ancestros domésticos que modelaron las interacciones humanas para aquellos que vivieron dentro de estos conjuntos. Las estructuras arquitectónicas fueron las bases materiales en las cuales descansaba la sociedad. Ellas reprodujeron la lógica y los principios organizativos de las sociedades aldeanas tempranas que se centraron en la presencia continua de los ancestros en las vidas y relaciones de la gente viva.

Finalmente, la temporalidad de las prácticas presenta viviendas ocupadas por largos periodos y sitios cuya temporalidad se prolonga por varios milenios y ha sido observada en otros sectores del Noroeste argentino (Haber 2006; Orgaz et al. 2014). Los vestigios previos al inicio de la era son escasos, pero parecen estar de alguna manera en contextos relictuales que fueron ocupados posteriormente bajo distintas lógicas, como ya fuera demostrado en el sitio Taller Puesto Viejo de la Quebrada de los Corrales (Martínez et al. 2013; Oliszewski et al. 2018). El proceso de expansión de unidades residenciales de morfología circular y de asentamientos aldeanos más o menos concentrados se nuclea en ambos espacios entre el siglo I y el VII d.C. Hacia el año 600 d.C. habría un abandono de las unidades consideradas, pero también una caída de la señal arqueológica en el paisaje. La reestructuración de las lógicas ocupacionales de estos valles aún debe ser analizada, pero hasta el siglo XIV las evidencias son muy difíciles de observar o indican paisajes muy inestables configurados a través de lógicas de mayor movilidad. Sin embargo, los asentamientos registrados en Anfama datados en los últimos siglos del Período de Desarrollos Regionales muestran continuidades, tanto materiales como en algunas formas de hacer que proceden de prácticas y materialidades articuladas en el primer milenio d.C. (Vázquez Fiorani 2019).

AGRADECIMIENTOS

Agradecemos a la Comunidades Indígenas Diaguitas de Tafí y Anfama con las cuales se acordaron todos los trabajos de campo. A quienes colaboraron en todos los trabajos de campo y gabinete. A la Comisión Organizadora de las JAN I. Las evaluaciones anónimas han mejorado sustancialmente la versión original del trabajo. El proyecto fue financiado por CSIC (PIAR_2021- 07), SECyT-UNC (Res SECyT 411/18), SPU, CONICET (PIP_11220170100434CO), FONCyT (PICT-2016. 1738), Koeki Zaidan, Hojin Toyota Zaidan, The Toyota Foundation (TYTID: D16-R-0718) y National Geographic Society (W464-16). La dirección de Patrimonio Cultural del ente cultural de la Provincia de Tucumán otorgó los permisos de trabajo correspondientes.

NOTAS

Los criterios utilizados para identificar que un 85% de las estructuras de La Ciénega son adscribibles al primer milenio d.C. pueden consultarse en Franco Salvi y colaboradores (2022).

Las interpretaciones de la funcionalidad de ciertos espacios como espacios domésticos proceden tanto de los antecedentes bibliográficos para el área (Quiroga 1899; González y Núñez 1962; Bernasconi de García y Baraza de Fonts 1982; Berberian y Nielsen 1988; Cremonte 1996), como de excavaciones realizadas por nuestro equipo.

En el área de estudio los espacios domésticos son edificaciones constituidas por múltiples recintos. Nos referimos como unidades, núcleos o conjuntos residenciales a la configuración arquitectónica que incluye un patio circular y los múltiples recintos con distintas morfologías, tamaños y funcionalidad, que se adosan y comunican directamente a este. Cuando los conglomerados integran a más de uno de estos conjuntos (es decir, a dos o más patios con sus recintos adosados) los denominamos unidades habitacionales com puestas.

Las muestras fechadas son en su totalidad de madera carbonizada ya que se constituye como la única materialidad orgánica que se ha conservado de manera adecuada y que se presenta asociada a los contextos que hemos considerado más relevantes para la historización de eventos y estructuras. La gran mayoría de las dataciones se han realizado con el método 14C AMS, de modo que solo un fragmento fue considerado. Toda vez que fue posible se fecharon leños de crecimiento anual, granos o frutos que reducen la afectación del fenómeno old wood. No se fecharon restos óseos debido a su escasez y mal estado de conservación.

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