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Relaciones

versión impresa ISSN 0325-2221versión On-line ISSN 1852-1479

Relaciones vol.48  supl.2 Buenos Aires oct. 2023

 

Artículos

La constitución del paisaje en las quebradas de Peñas Blancas y La Paya (La Poma, Salta) desde el Formativo hasta momentos históricos

THE CONSTITUTION OF THE LANDSCAPE IN PEÑAS BLANCAS AND LA PAYA RAVINES SINCE FORMATIVE UP TO HISTORICAL TIMES

María Clara Rivolta1 

Jorge Esteban Cabral Ortiz1 

1 Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (ICSOH), Universidad Nacional de Salta-CONICET/Instituto Interdisciplinario Tilcara, Universidad de Buenos Aires. Correo electrónico: rivoltaclara@gmail.com. ** Museo de Los Caudillos, Área de investigación y gestión patrimonial. Correo electrónico: jorgestebancabral@gmail.com

RESUMEN

La investigación arqueológica en el valle Calchaquíresulta dispar respecto al conocimiento que se tiene de las sociedades que lo habitaron en el pasado. Mientras que en el sector de Cachi existe una larga trayectoria de investigaciones, en la localidad de La Poma fueron escasas las intervenciones arqueológicas. En este trabajo damos a conocer el relevamiento parcial de sitios localizados en las quebradas Peñas Blancas y La Paya, ubicadas en el segmento septentrional del valle Calchaquí en la provincia de Salta. Brindaremos una breve descripción, así como también un panorama general de las condiciones de conservación de los sitios relevados. Dado que el enfoque conceptual se sustenta en la arqueología del paisaje, nos interesa enfatizar los cambios a lo largo de intervalos temporales. Utilizamos el soporte QGIS con la finalidad de sistematizar la información y generar diferentes hipótesis que permitan dar cuenta de las modificaciones y configuraciones que tuvieron lugar.

Palabras clave: paisaje; La Poma; SIG; procesos; cronología

ABSTRACT

Archaeological research in the Calchaquí Valley is uneven with respect to the knowledge of the societies that inhabited it in the past. While in the Cachi sector there is a long history of research, in the locality of La Poma archaeological interventions have been scarce. In this paper we present the partial survey of sites located in Peñas Blancas and La Paya ravines, located in the northern segment of the Calchaquí valley in the province of Salta. We will provide a brief description, as well as an overview of the conservation conditions of the sites surveyed. Since the conceptual approach is basedon landscape archaeology, we are interested in emphasizing changes over time intervals. We used QGIS software to systematize the information and generate different hypotheses that allow us to account for the modifications and configurations that took place.

Keywords: landscape; La Poma; GIS; processes; chronology

El valle Calchaquí constituye un ámbito que refleja la riqueza e intensidad de la ocupación en tiempos prehispánicos, evidenciada tanto en la cantidad de sitios como en las manifestaciones arqueológicas (Díaz 1974, 1976, 1977, 1983, 1992). Si bien gran parte de su geografía cuenta con información y registros materiales, algunos sectores permanecen prácticamente desconocidos. Este es el caso del segmento comprendido por el tramo norte del valle, un paisaje de transición hacia ámbitos puneños en el que se sitúa la localidad de La Poma. La información publicada acerca de este espacio resulta acotada (Rodríguez Orrego 1974; Tarragó 1980, 1996; Tarragó y González 2003; Mignone 2014; Lema 2022) pudiéndose encontrar también referencias en libretas de campo e informes inéditos (Díaz 1977; Gifford 1999).

A partir de este estado de situación, el objetivo principal de la presente contribución es analizar la conformación del paisaje en las quebradas de Peñas Blancas y La Paya en el departamento de La Poma, provincia de Salta. Para ello nos enfocaremos en los contextos materiales que abarcan desde momentos prehispánicos hasta históricos y utilizaremos en el análisis las herramientas provistas por los sistemas de información geográfica. En estas quebradas, el paisaje se transformó constantemente a partir de las primeras instalaciones de sociedades agricultoras hacia el inicio de la era y muestra una intensa ocupación que posteriormente se vio modificada al momento de la llegada de los incas, cuando los espacios agrícolas fueron aprovechados en toda su magnitud. Asimismo, durante finales del siglo XIX, el extremo norte del valle participó activamente en la exportación de ganado mular y vacuno hacia Chile y Bolivia, fenómeno que devino en sendas transformaciones de los espacios agrícolas para ser destinados específicamente a la producción ganadera. En la actualidad, la zona registra una intensa actividad agraria para la que se ocupan diferentes locaciones, principalmente el fondo de valle, aunque en momentos reciente el sector de laderas proveyó también espacios adecuados para la producción.

El enfoque nace de los conceptos y propuestas de la arqueología del paisaje, una corriente que propone integrar en el análisis material diversos elementos del espacio y el tiempo para abordar de manera dinámica las relaciones humanas (Orejas 1991). Bajo esta mirada, el paisaje es considerado como una porción del espacio natural que ha sido modelado por las sociedades que lo transitan (Nogué 2010). El paisaje es social y cultural ya que conjuga un substrato material, físico y natural que se modifica a partir de mecanismos de representación y reproducción de cada grupo humano. Su transformación en el tiempo gira en torno a tres dimensiones: la matriz medioambiental, el espacio social y el espacio imaginado o simbólico (Criado Boado 1999). Estas dimensiones pueden ser abordadas desde el estudio material, entendido como el resultado de la práctica social, que nace de la interacción y modificación del medio físico. Bajo esta perspectiva, los sitios arqueológicos representan un vehículo para la comprensión de los procesos sociales en su dinámica renovadora del espacio físico, la cual constituye paisajes que se modifican durante diferentes lapsos temporales.

Entonces, los diversos elementos materiales, resultantes de cada proceso de ocupación humana, dan cuenta de las maneras en que se organizaron y mutaron los espacios naturales. Las características particulares de esos contextos materiales pueden ser tipificadas a través de las herramientas provistas por los sistemas de información geográfica. De esta manera, la posibilidad de avanzar en el análisis de planimetrías, comparar los atributos de cada sitio arqueológico como lo son sus características arquitectónicas o el tipo de material asociado, nos permiten comprender las diversas maneras en que se constituyen los paisajes y sus transformaciones en el tiempo.

LAS QUEBRADAS DE PEÑAS BLANCAS Y LA PAYA

Estas quebradas se disponen en dirección noroeste del actual pueblo de La Poma y se encuentran surcadas por sendos cursos fluviales de carácter permanente que depositan sus aguas en la margen derecha del río Calchaquí (figura 1). La quebrada de Peñas Blancas reviste importancia por su conexión con el sector puneño al cual se accede luego de 28 km de recorrido desde la boca de ingreso. La Paya, por su parte, constituye una quebrada subsidiaria de la anterior, con una longitud total de 23 km siguiendo una dirección similar a la de Peñas Blancas. Ambas quebradas presentan una variación altitudinal que oscila entre 3050 m s.n.m. en los sectores de fondo de valle hasta superar los 5000 m s.n.m en los tramos finales de sus recorridos.

Figura 1: Localización de sitios en las quebradas de Peñas Blancas y La Paya: imagen satelital mostrando el área de prospección (recuadro) y su ubicación en la provincia de Salta; el listado de sitios y las siglas utilizadas se indican en la tabla 1; los puntos azules corresponden a sitios Formativos; violetas, a sitios Inca; celestes, a Inca-histórico; rojos, a históricos; y amarillos, a recientes

Desde el punto de vista fitogeográfico la región forma parte de dos provincias, denominadas del “Monte” y “Prepuna” (Cabrera 1951). La vegetación predominante es una mezcla de elementos andinos y chaqueños, donde estos últimos disminuyen en número en relación con la altitud (Zelarayán y Fernández 2015). El sector septentrional del valle Calchaquí puede definirse como un paisaje de transición, con escases de montes altos ubicados por lo general en los sectores de mayor humedad, cercanos a las vertientes. Dada las diferencias altitudinales y las amplitudes térmicas de la zona es posible observar un cambio de la vegetación entre los sectores altos y los fondos de quebradas.

Antecedentes de investigación

Tal como comentamos en párrafos anteriores, las investigaciones que tuvieron lugar en la localidad de La Poma resultan sumamente escasas en la actualidad. Si bien el valle Calchaquí cuenta con numerosas publicaciones, el segmento septentrional referido a esta localidad quedó en alguna medida disociado de lo que aconteció en los sectores restantes. Entre los primeros trabajos de prospección realizados, Díaz (1977) efectuó un recorrido extenso concentrándose sobre ambas márgenes del río Calchaquí, así como también en el tramo superior de la quebrada de Peñas Blancas en su intersección con la de Vaca Colgada. Durante esta actividad registró alrededor de 40 sitios en sus libretas de campo. Si bien se refiere de manera sucinta a las características principales de los emplazamientos realiza una descripción mucho más extensa para el tramo final de la quebrada de Peñas Blancas. En su recorrido consigna los sectores monticulares del fondo de valle y describe el sitio Peñas Blancas (SSalLap33) así como también diferentes manifestaciones rupestres asociadas. Este sitio fue posteriormente excavado por Gifford (1999) quien menciona, al igual que Díaz, que se trata de un sitio del momento incaico reutilizado en tiempos históricos. Precisamente, Díaz advierte en sus libretas la fuerte impronta incaica que tuvo la quebrada de Peñas Blancas. Así como también hace referencia a segmentos del camino incaico indicando nuevos ramales transversales que se unirían al recorrido principal. Uno de estos segmentos bajaría desde la puna por el abra de Peñas Blancas cruzando por la boca de la quebrada de Vaca Colgada, en cuyo recorrido se distinguen grabados de llamas y otras representaciones (De Lorenzi y Díaz 1973). Es posible que este ramal encuentre conexión con aquel otro que desciende en sentido norte-sur por las márgenes del río Calchaquí desde el abra del Acay hacia el sur. En este sector Rodríguez Orrego (1974) identifica un espacio destinado a las fundiciones de mineral de cobre en el sitio La Encrucijada, ubicado en las nacientes del río Calchaquí. Aquí se destacan 4 hornos de plantas circulares del tipo huayra con toberas en las secciones superiores e inferior. Estos se asocian a tres conjuntos arquitectónicos que se encuentran enlazados por un camino incaico que conecta con la localidad arqueológica de Esquina Azul, situada aproximadamente a 7 km al norte del pueblo de la Poma (De Lorenzi y Díaz 1973; Rodríguez Orrego 1974; Mignone 2014).

Hasta hace unas décadas, el único sitio excavado sistemáticamente fue Campo Colorado, sobre la margen derecha del rio Calchaquí, para el cual se obtuvo un fechado radiocarbónico que lo sitúa en el Formativo. Esta investigación, dirigida por Tarragó (1980, 1996) incluyó prospecciones que permitieron identificar diversos sitios localizados en las márgenes del extremo norte del Calchaquí. Más recientemente, se publicaron los resultados de las actividades realizadas en los Graneros de La Poma (Tarragó y González 2003). Por otro lado, la escasa evidencia relacionada a los primeros grupos de cazadores y recolectores vinculados al holoceno medio fueron trabajadas a partir de los hallazgos en el sitio Puente del Diablo en el año 1973 a cargo de María Delia Arena (Lema 2022).

Las investigaciones fueron incrementándose durante los últimos años a partir de los trabajos centrados en las actividades mineras en tiempos incaicos e históricos con la publicación de los resultados en las minas del Nevado de Acay, en particular la Mina Milagro (Mignone 2014). Además de las evidencias de explotación minera durante tiempo colonial-histórico, la zona representada por el Acay podría resultar un santuario inca, teniendo en cuenta un conjunto de construcciones que definen una posible plataforma, así como también la presencia de un tambo en su ladera norte (Ceruti y Vitry 2000; Ceruti 2007).

METODOLOGÍA

La actividad llevada a cabo en las quebradas de Peñas Blancas y La Paya se planteó a partir de estrategias que contemplaron el trabajo de campo y el procesamiento de datos. En cuanto al trabajo de campo, se realizó una prospección de cobertura total, para la franja altitudinal comprendida entre 3000 y 3400 m s.n.m.1 Se registraron las evidencias materiales en fichas de prospección de carácter individual para cada uno de los sitios. Esto nos permitió avanzar en la construcción de categorías analíticas, con el objeto de arrojar una primera clasificación de los sitios arqueológicos. Este ordenamiento se realizó a partir de la distinción del tipo de material asociado en superficie (cerámica, lítico, metal, vidrio entre otros), los tipos arquitectónicos representados en cada sitio (técnica constructiva, numero de recintos), la ubicación geográfica, la vinculación visual con otros sitios, etc. Asimismo, se obtuvieron muestras de material en superficie en vista de estimar de manera aproximada su temporalidad. A fin de ampliar al máximo la información obtenida durante la prospección, se efectuaron entrevistas a los pobladores, en particular aquellos que cuentan con viviendas en las quebradas.2

Una vez obtenida la información, el procesamiento de las evidencias se realizó mediante el uso del software QGIS (versión 3.16.16-Hannover) y Google Earth Pro, elaborando además la planimetría para el análisis espacial e interpretación de los sitios. En el caso del registro de las coordenadas espaciales para los sitios se utilizó un GPS marca Garmin Etrex 22x.

Categorías analíticas

Para lograr un diagnóstico de la evidencia material en función de los sitios registrados se construyeron las siguientes categorías analíticas: Formativo, Inca, Inca-histórico, Histórico y Reciente. Estas categorías no buscan precisar fechas, sino que corresponden a una conjunción de elementos materiales que permiten arrojar un primer ordenamiento de los sitios arqueológicos analizados en función de los elementos materiales observados en superficie. Para su elaboración se manejaron variables combinadas referidas a la identificación de características arquitectónicas, emplazamiento en el espacio, tipo de material y organización de las estructuras. Estos primeros indicadores se vincularon con aproximaciones cronológicas, utilizando para ello el marco de la cronología clásica (Núñez Regueiro 1974). Debemos recordar, que para el área de estudio existen pocos fechados radiocarbónicos, lo que imposibilita precisar los rangos temporales definidos en la década de 1970.3 De manera complementaria, se analizaron los restos materiales superficiales (cerámica, vidrio, hierro) partiendo de un marco comparativo basado en colecciones arqueológicas obtenidas de los sitios en la región. Si bien en algunos casos resultó de utilidad, el uso de cerámica arqueológica para identificar una posible temporalidad se tornó complejo dada la falta de información arqueológica. De este modo, las evidencias superficiales se ocuparon de manera secundaria, siendo utilizadas mayormente para referirnos a sitios incas e históricos.

La asignación de categorías analíticas para el caso del Formativo se vincula con la presencia en ambas quebradas de estructuras monticulares definidas a partir de los trabajos que nuestro equipo lleva a cabo en La Poma y en Cachi (Rivolta et al. 2020). Estas se disponen, por lo general, en proximidad de los cursos fluviales que, para el caso de estas quebradas, están representados por los ríos Peñas Blancas y La Paya. La ausencia de conglomerados habitacionales en el registro sumada a las escasas de investigaciones que permitan establecer comparaciones dificultó la posibilidad de identificar ocupaciones vinculadas a los Desarrollos Regionales. Con respecto a la categoría Inca, se trataría principalmente de sitios diseminados en amplios sectores agrícolas, así como también infraestructuras de caminos, acequias y otras construcciones que se abordarán en el apartado de la descripción de sitios. En estos se distinguen los muros de rocas seleccionada unidos por mortero de arcilla que forman ángulos rectos, en los que se encuentra también cerámica borravino. La categoría Inca-histórico refiere a sitios con arquitectura en la que se presentan aquellos rasgos incaicos reutilizados y combinados con técnicas históricas y asociados a elementos materiales en superficie como vidrio o hierro. En la asignación de muros a momentos históricos cobra relevancia la técnica constructiva conocida localmente como “piedra cosida”, la cual refiere a la unión de piedras de sección rectangular-planas dispuestas a lo largo, que forman en los laterales una línea en zigzag. Por otro lado, se observó el uso de la técnica de “tapia”, la cual consiste en el armado de los muros a partir de tierra apisonada, que suele tener asiento en cimientos de rocas. En la categoría Históricos se incluyen principalmente “puestos” pertenecientes a familias que ocuparon el área y aún son recordadas por los pobladores de La Poma. Considerando que la quebrada fue un ámbito de circulación de arrieros que transportaban ganado a Chile y Bolivia durante el siglo XIX, estos “puestos” se disponen por lo general junto a los caminos que aún hoy se conservan. Por último, la categoría Reciente, se vincula con la ocupación moderna de las quebradas centrada en las actividades agroganaderas representadas por la presencia de rebaños de cabras y vacas sumados a la siembra de diferentes productos, particularmente alfalfa.

EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS

Durante las tareas de prospección fueron relevados un total de veinticinco sitios arqueológicos y dos áreas monticulares a lo largo de las quebradas de Peñas Blancas y La Paya (tabla 1). Las áreas monticulares asociadas se circunscriben a los sectores de fondo de valle y corresponden a estructuras antrópicas en las que se observan muros de roca, a veces unidos por argamasa, asociados a fragmentos cerámicos y a instrumentos líticos. Los demás sitios arqueológicos que se encuentran cercanos a la cota de los 3.000 m s.n.m. corresponden a estructuras habitacionales construidas con muros de adobes y rocas asociadas a diversos elementos materiales como cerámica, lítico, hierro y vidrio, entre otro. Para la denominación de cada uno de los sitios se utilizaron los nombres provistos por los pobladores tal como son conocidos en la actualidad, seguidos de una numeración correlativa, lo que facilitó su ubicación por sectores, evitando el exceso de denomi-naciones.4 Considerando que los sitios fueron posteriormente agrupados en torno a las categorías analíticas mencionadas anteriormente, las descripciones que se brindan a continuación mantienen dicho agrupamiento tratando de destacar la información relevante.

Tabla 1: Listado de sitios localizados durante las tareas de prospección en las quebradas de Peñas Blancas y La Paya

Tabla 1: Continuación

Tabla 1: Continuación

Sitios Formativos

La particularidad que caracteriza este segmento temporal en el sector norte del valle Calchaquí es la presencia de montículos, circunstancia que hemos podido constatar en la localidad de Cachi y Cachi Adentro, distante a unos 50 km de La Poma (Rivolta et al. 2020). Si bien se encuentran en proceso de investigación, recientemente efectuamos excavaciones en montículos sobre la margen izquierda del río Calchaquí en proximidad al actual pueblo de La Poma, en el sitio Potrero El Largo (SSalLap29). Los resultados parciales dan cuenta de aspectos comunes entre estos y los montículos relevados en Cachi. Asimismo, excavaciones sistemáticas realizadas en La Poma en el sitio Campo Colorado (SSalLap2), junto a la margen derecha del río Calchaquí permitieron asociar este tipo arquitectónico monticular a momentos formativos (Tarragó 1980, 1996).

Durante las tareas de prospección, se relevaron un total de 59 ha de fondo de valle ocupadas por montículos concentrados en dos sectores (figura 2), uno junto a las márgenes del río Peñas Blancas y otro en el acceso a la quebrada de La Paya, en cercanías al curso del río homónimo. A diferencia de los procesos postocupacionales que tuvieron lugar en Cachi y Cachi Adentro en los que las estructuras monticulares se modificaron por el uso de maquinaria agrícola, en este sector de La Poma se mantuvieron sin alteración.

Figura 2: Arriba: sectores monticulares en proximidad al cauce del río Peñas Blancas y junto al cauce del río La Paya, los puntos rojos corresponden a montículos; abajo a la izquierda: montículo entre parcelas de cultivo; abajo a la derecha: restos materiales en superficie

Incluimos en este grupo al sitio Huasa Ciénaga (SSalLapl) (Tarrago 1996) considerado como un sitio Formativo, cuya colección se obtuvo a partir de un hallazgo fortuito realizado por pobladores en un sector anegado próximo al curso del río Peñas Blancas, y que actualmente se utiliza para la ganadería. Sin embargo, en el paraje conocido como Huasa Ciénaga, junto al acceso de la quebrada de La Paya, solo se registraron algunas piezas cerámicas y no corresponde a un sector con presencia de montículos.

Las estructuras monticulares varían en cuanto al tamaño, pudiendo registrar dimensiones que fluctúan entre 20 y 30 m de longitud con una altura promedio de 2 a 3 m. Es posible hallar materiales en la parte superior, entre los cuales se destacan escasos fragmentos cerámicos de tipo monocromo de color pardo sin decoración pintada como también restos óseos meteorizados, sumado a algunos elementos de molienda como morteros y conanas.

Estas estructuras suelen presentar muros simples, de rocas unidas por argamasa que se disponen tanto en los laterales como en el interior del montículo. De acuerdo con las investigaciones, estos tipos arquitectónicos se vinculan con el manejo agrícola, aunque también pudieron funcionar como recintos habitacionales. En algunos casos alcanzan más de 100 m de largo, posiblemente producto del ensamble de distintos tipos de estructuras durante diferentes momentos.

La posibilidad de investigar los montículos se debe a que se localizan entre las parcelas de cultivo modernas, conservándose en el paisaje, condición que varía sustancialmente en la localidad de Cachi Adentro dado que la gran mayoría fueron desmantelados a fin de ampliar el espacio productivo.

Sitios Inca

Las quebradas de Peñas Blancas y La Paya cuentan con evidencias de ocupación incaica, registradas a partir de los trabajos de prospección en los que se localizaron los sitios Santa Rosa 6, Santa Rosa 7 y Cerro Huasa Ciénaga (figura 3). Cabe destacar que en estos sitios no registramos evidencias de reocupación y/o remodelaciones realizadas en tiempos posteriores, condición que difiere de aquellos que forman parte de la categoría Inca-histórico.

Los sitios Santa Rosa 6 y Santa Rosa 7 se disponen en la cota de 3.200 m s.n.m. en lo que corresponde al tramo superior de la primera cadena de cerros que se ubica hacia el oeste respecto al curso del río Peñas Blancas. Tanto Santa Rosa 6 como Santa Rosa 7 corresponden a un conjunto de recintos de patrón rectangular o cuadrangular asociados con accesos, que muestran una técnica de elaboración compuesta por bloques y argamasa. En el interior de uno de los recintos de Santa Rosa 7 se registraron petroglifos con motivos de camélidos realizados sobre un soporte mediano asociados a cerámica de color borravino, característicos de momentos incaicos (figura 4).

El sitio Cerro Huasa Ciénaga, localizado a 3.182 m s.n.m. fue dado a conocer por Gordon Pollard (1983). Se encuentra emplazado en un sector estratégico, sobre el filo de la serranía que separa la quebrada de Peñas Blancas del río Calchaquí hacia el este. Su acceso resulta dificultoso por las condiciones del entorno, la pendiente y el grado de erosión que registra la ladera. Aquí se destaca la preparación de un sector nivelado en la cima donde se localiza un recinto circular de muro doble asociado a diversos instrumentos de molienda y cerámica fragmentada ordinaria, del tipo pardo grisáceo y paredes alisadas. Se observan también restos de bloques que probablemente formaron parte de estructuras que en la actualidad se encuentran sumamente deterioradas producto de actividades de huaqueo y de los efectos erosivos. Cabe mencionar el alcance visual que se logra desde el sitio al cordón montañoso de El Acay a la vez que permite establecer un control sobre todo el fondo de valle del río Calchaquí y las quebradas de Peñas Blancas y La Paya.

Figura 3: Arriba: localización de sitios pertenecientes a la categoría Inca; abajo a la izquierda: sitio Santa Rosa 7; abajo a la derecha: sitio Cerro Huasa Ciénaga con instrumentos de molienda en superficie

Figura 4: Izquierda: planimetría del sitio Santa Rosa 7; arriba a la derecha: materiales recolectados en superficie; abajo a la derecha: petroglifo representando un camélido

La categoría Inca-histórico se encuentra estrechamente relacionada con la anterior, dado que los sitios que la representan originalmente se constituyeron como sitios con ocupación incaica que luego fueron intervenidos en tiempos históricos. Se encuentra representada por los siguientes conjuntos de sitios: Trancas 1, 2 y 5; Santa Rosa 2, 3, 6 y 8; Tapia y La Paya 1 y 2 (figura 5).

Figura 5: Arriba: localización de sitios pertenecientes a la categoría Inca-histórico; centro a la izquierda: estructura principal en el sitio La Paya 2; centro a la derecha: estructuras localizadas en pendiente; abajo: segmento de muro en la que se observan dos técnicas constructivas diferentes

Con excepción de La Paya 2, los sitios se caracterizan por contar con escasos recintos que combinan elementos constructivos prehispánicos en la base y tramo inferior de los muros, mientras que los tramos superiores presentan técnicas tales como la de “piedra cosida” o tapia propias de momentos históricos. En cuanto a los restos materiales asociados, se encuentran vidrios, loza, objetos de hierro (herraduras, clavos), enseres de cocina, y los fragmentos cerámicos se encuentran cocidos en atmosfera oxidante, sin decoración.

Uno de los sitios más representativos de este conjunto es el denominado La Paya 2 (figura 6) de gran extensión y diversos sectores constructivos, emplazados en el ingreso de la quebrada de La Paya. En la cota de 3.160 m s.n.m., en proximidad al sector de mayor altitud, se dispone una estructura cuadrangular de aproximadamente 40 por 30 m cuyos muros perimetrales en algunos tramos se encuentran deteriorados ya que parte de los bloques constructivos fueron reutilizados para la elaboración de linderos y corrales modernos. Si bien no se conservan estructuras en el interior, su localización resulta estratégica dado que se encuentra en el punto de intersección con la quebrada de Peñas Blancas, brindando la posibilidad de ejercer una visual directa hacia el cerro San Miguel, que forma parte de la cadena montañosa situada hacia el este donde también se ubica el nevado de El Acay, con alturas promedio que rondan los 5.800 m s.n.m. Por otra parte, junto a esta estructura cuadrangular, pero en una de las laderas de fuerte pendiente que baja hacia el camino, se encuentran diseminadas construcciones subrectangulares elaboradas en roca.

Figura 6: Planimetría del sitio La Paya 2

Resulta significativa la presencia de una línea de muro que recorre la margen derecha de la quebrada, bordeando una senda con una extensión aproximada de 2 km, manteniendo el nivel de cota sobre los faldeos. Esto sugiere la presencia de un posible tramo de camino o acequia posiblemente utilizada en momentos prehispánicos. Asimismo, en el sector cercano al ingreso de la quebrada La Paya pueden observarse pequeños desagües asociados a tramos de muros reconstruidos en momentos históricos con la técnica de “piedra cosida” asentadas sobre la base de cimientos en rocas con cara plana.

Otros recintos se disponen en el escalón inferior que se sitúa por debajo de la estructura cua-drangular. Se trata de un conjunto en el que se distinguen hasta tres unidades enmascaradas por el desplome de los muros. Asociados a estos se destacan algunos sectores monticulares situados por encima de la cota de 3.100 m s.n.m. que corresponden a despedres de áreas de cultivo en la ladera.

El sitio cuenta con estructuras agrícolas ubicadas en la ladera y el fondo de valle. Estos sectores destinados a la producción se mantuvieron en uso hasta hace aproximadamente medio siglo atrás, circunstancia que señalan los pobladores actuales.

Otros de los sitios que se destaca en este grupo es el que denominamos Trancas 1 (figura 7), que se ubica junto al río Peñas Blancas, permitiendo un control directo del paso en dirección a las quebradas que desembocan hacia el sector puneño y a Chile. Se dispone en un estrechamiento de la quebrada, sobre la margen izquierda del río Peñas Blancas. Cuenta con dos recintos rectangulares, con un techo a dos aguas unidos por una línea de muro simple. Estos fueron construidos con rocas pequeñas unidas con argamasa, posiblemente remodelados en sucesivos eventos iniciados sobre la base de cimientos prehispánicos.

Figura 7: Izquierda: planimetría del sitio Trancas 1; arriba y abajo a la derecha: detalles constructivos de las estructuras arquitectónicas

Una de las características constructivas que remite a su reutilización en tiempos históricos es la presencia de un contrafuerte realizado con bloques medianos en uno de los muros externos. Este rasgo resulta similar a los identificados en diferentes construcciones de los siglos XIX y XX ubicadas en el pueblo histórico de La Poma. Entre los recintos descritos, se observa también un grabado en soporte rocoso fijo del tipo zoomorfo, posiblemente un camélido. En proximidad se localizan otros dos recintos unidos por un muro doble asociados a fragmentos cerámicos cocidos en atmosfera oxidante sin decorar.

Frente a La Paya 2 y sobre una elevación en la margen derecha del río Peñas Blancas se emplaza el sitio Tapia. Aquí se contabilizan seis recintos cuadrangulares de muros dobles, asentados sobre cimientos de piedras con caras planas unidas por argamasa (figura 8). Entre ellos se observan dos montículos que varían en altura, similares a aquellos registrados en la cuenca del río Cachi, en sitios como Epifanio Burgos (Yazlle et al. 2010), La Hoyada (Cabral y Yazlle 2014), Borgatta (De Marrais 2001), Mariscal (Acuto 2007), entre otros, con ocupaciones que se extienden entre los Desarrollos Regionales, Inca e Hispano-Indígena. En superficie se destacan fragmentos cerámicos ordinarios (cocidos en atmosfera oxidante, de paredes peinadas) y del tipo decorado con engobe borravino. Este sitio contiene diversos tipos de alteraciones producto de la actividad agrícola-ganadera. Se observa también la edificación de muros históricos a partir del uso de bloques que formaron parte de las estructuras prehispánicas, por lo que es posible estimar que la cantidad de recintos pudo haber sido mayor.

Figura 8: Izquierda: planimetría del sitio Tapia; derecha: restos materiales recuperados en superficie

Sitios Históricos

Dentro de esta categoría ubicamos los sitios Trancas 4, 6 y 7 que corresponden a puestos históricos vinculados con las haciendas y el conjunto formado por Santa Rosa 1, Santa Rosa 4, Avalos, La Paya 3 y La Paya 4 que son parte de sitios que estuvieron ocupados hasta la década de 1990 y en algunos casos inclusive hasta los últimos veinte años (figura 9).

Los sitios históricos suelen ser recintos cuadrangulares, algunos con divisiones internas adosadas que pueden contar con un acceso que lo vincula al patio. En algunos casos, en los muros se observan pequeñas aberturas de no más de 50 cm de alto, ya sean rectangulares o triangulares que corresponden a ventanas que llevan un dintel de roca o madera, tal el caso de estos recintos que cuentan con dinteles de madera de álamo o cardón. Algunos conservan rastros de techos de cañizo y barro que pueden resultar en una cubierta de una sola caída o del tipo a dos aguas. En estos sitios suele ser característica la presencia de bases para hornos de barro realizadas con roca unida con argamasa que promedia una altura de 70 cm.

Es común encontrar la delimitación de un patio como espacio cerrado, como en el sitio La Paya 4, donde los recintos habitacionales rodean los cuatro laterales. Aunque existe también el patio abierto, con recintos habitacionales rodeando solo uno o dos laterales. Estos suelen ser habitaciones en línea en las que se observan, en la base de los muros, pequeñas divisiones rectangulares internas realizadas con adobe de 1 m por 0,60 m de diámetro, que según el relato de los pobladores sirvieron como estructuras de almacenamiento.

Para la confección de las viviendas se utilizó, entre otras, la técnica constructiva conocida como tapia. En el sitio Trancas 7, que corresponde a un conjunto de recintos rectangulares asociados construidos con una modalidad tipo casa pozo, no se registra el patio. La piedra cosida, sobre cimientos de cara planas, mayormente está presente en sitios como Trancas 6 (figura 10). En algunos sitios se observa la técnica de adobe y revoque de barro y/o cal, como son los casos de La Paya 4, La Paya 3 y Santa Rosa 4.

Asociados a estos sitios históricos se observan antiguos corrales cuadrangulares. Por lo general, se ubican en sectores de pendiente moderada, donde uno de los muros, el que se encuentra en la cota más baja, posee dos o tres desagües construidos con rocas de cara plana. Según el relato de los pobladores, estos recintos no solo sirvieron como corrales, sino también como almacenamiento de pastura para los animales, por lo cual los desagües favorecían el escurrimiento del agua de lluvia durante la época estival evitando su acumulación que provocaría que los pastos se pudran.

Figura 9: Arriba: localización de sitios pertenecientes a la categoría historíeos; abajo a la izquierda: sitio Santa Rosa 4; abajo a la derecha: sitio Trancas 7

Figura 10: Izquierda: planimetría del sitio Trancas 6; derecha: restos materiales recogidos en superficie

Los linderos o trancas que se construyeron resultaron adecuados para el manejo y cría de animales. Están conformados por muros dobles que recorren de forma transversal la quebrada, y se crearon para evitar que los animales (vacunos y mulares) accedan a los campos cultivados.

Sitios Recientes

La categoría de sitios recientes incluye los puestos que utilizan en la actualidad Teresa Mamani y la familia Sulca. Estos presentan una combinación de técnicas constructivas similares a los sitios históricos junto con la incorporación de elementos como revoque en cemento, muros en ladrillos y techos de chapas. Algunos recintos presentan también muros en adobes y techos a dos aguas de cañizo y barro sostenidos por tirantes de madera como el caso de la familia Mamani. La actividad que subsiste es la agrícola-ganadera, concentrada en el fondo de valle destinado para la siembra de alfalfa, papa y en menor medida quinoa y arveja. El ganado vacuno es controlado mediante la elaboración de muros denominados trancas a fin de evitar el ingreso de los animales al sector de crecimiento de la alfalfa. Para el caso de esta última, es importante considerar que anualmente se producen entre tres y cuatro cortes de este producto, de modo tal que generan un rinde importante, atendiendo además a que la zona presenta un volumen importante de actividad ganadera.

TRANSFORMACIONES EN EL PAISAJE

Uno de los aspectos relevantes en torno a las quebradas de Peñas Blancas y La Paya son los cambios observados en la conformación del paisaje. Estos se extendieron a lo largo del tiempo, reflejando usos y prácticas que dejaron una impronta característica sobre el medio físico. La tarea de decodificar el paisaje resulta compleja dado el grado de ocupación sistemática que se dio en el área, sumado a los cambios que cada grupo generó sobre las evidencias materiales correspondientes a ocupaciones previas. Sin embargo, los datos obtenidos nos permiten desarrollar un conjunto de hipótesis que, a futuro, permitirán conocer y precisar las diversas maneras en que los actores percibieron el entorno, reconfigurado el medio físico en función de diferentes prácticas sociales.

La instalación de grupos humanos en las quebradas se registra en la totalidad de las categorías analíticas, las cuales refieren también a distintos grados de impacto y/o intervención. Si tomamos el caso de las primeras ocupaciones de grupos sedentarios que incluimos en la categoría de Formativo, el análisis de densidad de montículos como forma primaria de emplazamiento nos permitió identificar más de 50 estructuras concentradas en dos agrupamientos, una al ingreso de la quebrada de La Paya y otra en el tramo medio de la de Peñas Blancas (figura 2). Al igual que otras ocupaciones de la época (Rivolta et al. 2020), el uso del fondo de valle constituyó un rasgo diagnóstico dentro de la categoría de Formativo, al menos para la región norte del valle Calchaquí. La proximidad de recursos hídricos que generaron un abastecimiento permanente, así como también la disponibilidad de espacios productivos, lo convirtió en un ámbito ideal para la instalación de grupos aldeanos. Hasta el momento, no es posible establecer la extensión temporal de las ocupaciones formativas ya que, como se mencionó al inicio del trabajo, se registran escasas investigaciones y es poco lo que se conoce respecto de las características generales para las sociedades en la región.

Con posterioridad a las ocupaciones formativas, los elementos materiales visibles en el entorno pertenecen al momento incaico. Resulta llamativa la dificultad de poder identificar los eventos de ocupación correspondientes al período de Desarrollos Regionales, particularmente porque en las quebradas La Paya y Peñas Blanca no se registran poblados arqueológicos de carácter residencial.

Estos tipos de sitios se ubican principalmente sobre las márgenes de la cuenca del río Calchaquí, a unos 5 km al este de nuestra área de estudio (Díaz 1983). La cercanía de estos conglomerados y las posibilidades productivas que ofrecen las quebradas estudiadas permiten a futuro poder avanzar en hipótesis que problematicen los usos de los espacios en momentos tardíos.

Si bien, y a fin de ordenar las evidencias, nos centramos en dos categorías (Inca, Inca-histórico), es porque la ocupación incaica fue la más intensa, especialmente en términos de uso del espacio para la producción agrícola. Las localizaciones discretas de grupos de recintos probablemente hayan estado relacionadas con la disponibilidad de espacio para el cultivo, así como también con la dinámica de control de las quebradas en cuanto a la circulación y desplazamiento hacia la puna y Chile a través del sistema vial incaico. Una de las transformaciones más significativas de la época estaría centrada en el incremento de infraestructuras destinadas al cultivo (figura 11).

Un cálculo aproximado basado en las evidencias disponibles señala un uso intensivo tanto de las laderas como del fondo de valle, determinando que en la quebrada de La Paya el espacio de cultivo en ladera ascendería a 40 ha, mientras que en la de Peñas Blancas sería de 26 ha. En el fondo valle, se calcularon aproximadamente 210 ha, lo que elevaría a un total de 276 ha, incluyendo todos los sectores disponibles. Dadas las condiciones de clima semiárido, la posibilidad de contar con un ámbito de estas características resulta absolutamente relevante, considerando además que una de las estructuras de almacenamiento más importante, como es el caso de Los Graneros de La Poma (Tarrago y González 2003), se sitúa a tan solo 5 km al sur de la entrada a la quebrada de Peñas Blancas. Asimismo, la presencia de tramos del camino incaico cruzando sectores productivos ya fue señala por De Lorenzi y Díaz (1973), quienes refieren a una circulación transversal en sentido este-oeste que indica dos accesos para el valle Calchaquí Norte. Uno de ellos a través de la quebrada de Vaca Colgada que desembocaría en la de Peñas Blancas para luego anexarse al camino troncal identificado en el sector del Abra del Acay. Cabe mencionar, que este tramo de camino se distingue claramente hasta las inmediaciones del sitio La Encrucijada, donde el rastro se debilita, retomando en la margen occidental del río Calchaquí hacia el sur en dirección a Palermo y Cachi (Hyslop 2014). En las quebradas de Peñas Blancas y La Paya habría evidencias de segmentos que podrían haber formado parte del camino, tal como mencionan en su publicación De Lorenzi y Díaz (1973). Sin embargo, el uso intensivo dificulta su identificación ya que muchos de estos segmentos de camino se superponen con acequias de uso históricos o recientes (figura 5).

Figura 11: Arriba: áreas de cultivo en las quebradas de Penas blancas y La Paya; abajo a la izquierda: sectores cultivados en fondo de valle en la actualidad; abajo a la derecha: vista del muro-acequia que se localiza en La Paya 2

La instalación de los asentamientos alineados en coincidencia con los picos y pasos de montaña de importancia ritual (Hyslop 1990) podría ser diagnóstica para el caso del sitio La Paya 2, el cual se emplaza en un sector elevado. La estructura cuadrangular (figura 6) que se localiza en la cúspide del sitio está situada en el punto de intersección de las quebradas de Peñas Blancas y La Paya y permite un control exhaustivo de la mayor parte de la zona productiva, tanto de ladera como la de fondo de valle. Asimismo, constituye un punto desde el cual se visualizan los picos montañosos que componen el Cerro de Lampasillos hacia el este, junto a la margen izquierda del río Calchaquí, en la que destaca el Cerro San Miguel de 5.589 m s.n.m., situado en el mismo cordón en el que 13 km al norte se localiza el Nevado de El Acay. Tanto esta estructura cuadrangular como las localizadas en la ladera, constituyen elementos en el paisaje de difícil determinación dada la intervención que sufrieron en tiempos posteriores. En las imágenes de la figura 5 es posible apreciar la estructura en la parte superior asociada a la de un segmento del muro en el que se observan dos técnicas constructivas diferentes, la superior claramente vinculada a momentos históricos. Asimismo, es posible observar en la imagen una de las construcciones a modo de torreones dispuestos en la ladera con una pendiente marcada. En ambos casos, consideramos que resulta necesario profundizar las investigaciones a fin de ampliar el marco explicativo vinculado a este momento.

El número de sitios englobados en las categorías Inca e Inca-histórico estaría señalando la incidencia en la reutilización de sectores constructivos en momentos históricos, circunstancia que impactó fuertemente en las unidades arquitectónicas y que generan dificultades marcadas para la interpretación. Si bien enfatizamos en el paisaje agrario, claramente el mayor grado de modificación se dio en las estructuras y recintos que formaron parte de la vida de las comunidades al momento de la ocupación incaica, sobre las que incidieron fuertemente las ocupaciones posteriores.

Una vez que se produjo la conquista hispana, una de las formas económicas que provocó profundas trasformaciones en el Noroeste argentino fue la hacienda, desarrollada hasta los siglos XIX y XX. Durante este momento se generó un aprovechamiento en ambas quebradas combinando tanto la actividad agrícola como ganadera. En este sentido, los sitios que ubicamos en la categoría Histórico, en particular los que consideramos puestos, formaron parte de esta dinámica en la que se instaló un circuito de comercio, entre otros, basado en la actividad de arrieros, para lo cual se utilizaron los caminos que ya eran parte del paisaje como impronta de épocas previas. En el sector medio del valle Calchaquí, los estudios realizados por el equipo de Williams registran una situación similar. Estos estudios observan que las cuencas de Molinos y Angastaco habrían sido corredores naturales para las comunicaciones transversales entre los valles mesotermales y el ambiente puneño. Estos sectores estuvieron habitados por unidades de reproducción social entre los momentos tardíos e incas y fueron reutilizados hacia fines del siglo XVIII como un corredor de tránsito del ganado mular (Williams y Villegas 2017). Al igual que lo sucedido en las quebradas de Peñas Blancas y La Paya, el devenir del uso constante de estos espacios provocó transformaciones sustanciales del paisaje circundante representadas en una sucesión de sitios arqueológicos que constituyen la síntesis de los diferentes momentos de ocupación.

Actualmente, la dinámica de trasformación del paisaje se encuentra sujeta a la vida de las familias que viven en las quebradas. Dado que el número de grupos familiares es bajo, podríamos considerar que el momento actual es el de menor densidad poblacional. No obstante, la capacidad productiva se mantiene, específicamente con el uso del fondo de valle. Según el relato de los pobladores, hasta hace 50 años las laderas permanecían activas para la agricultura, pero la acequia a partir de la cual se generaba el riego quedó sepultada por efectos del “volcán”5, siendo compleja su reactivación.

CONCLUSIÓN

El análisis presentado nace de la tarea de prospección efectuada en las quebradas de Peñas Blancas y La Paya en la localidad de La Poma, a partir de la cual fue posible identificar un total de veinticinco sitios y dos sectores monticulares. Ambas quebradas estuvieron ocupadas a lo largo de diferentes intervalos, creando un mosaico en el cual debemos destacar la importancia que adquirió el paisaje agrario. Dicho de otro modo, uno de los elementos que priorizaron las comunidades en el pasado y en el presente es la alta productividad en las quebradas, donde por lo general las condiciones del clima y la presencia de cursos fluviales combinados en un único espacio resultaron esenciales para la vida.

Las primeras comunidades sedentarias se instalaron en estas quebradas, aunque también lo hicieron sobre el curso principal del río Calchaquí, dando cuenta de la importancia que tuvo para la época la posibilidad de disponer de espacios productivos mediante la concentración de viviendas junto a los ríos La Paya y Peñas Blancas. Es probable que el aprovechamiento del espacio ocupado por las quebradas se diera en toda su magnitud durante el momento incaico. La configuración del paisaje se hilvanó a una escala macro en vinculación con las políticas del imperio, que focalizaron en la producción agrícola intensiva para lo cual se sumaron diferentes estrategias para el almacenamiento y transporte. Durante los momentos históricos, la ubicación estratégica de estas quebradas brindó la posibilidad del traslado de ganado a Chile. La importancia del sector en el contexto económico de la época estuvo enmarcada en las formas de la hacienda, lo que devino en la creación de nuevos puestos destinados a la producción agrícola-ganadera. Para ello se crearon corrales y linderos con rocas provenientes de los sitios ocupados en momentos prehispánicos. En la actualidad, estos antiguos espacios continúan en uso por parte de los pobladores locales, quienes cultivan alfalfa, papa, quinoa y arvejas destinadas al mercado provincial en búsqueda de complementar la agricultura de subsistencia.

De este modo, intentamos aproximarnos a la configuración del paisaje de las quebradas de Peñas Blancas y La Paya a lo largo del tiempo con la convicción de que es necesario incrementar los trabajos de investigación y que las explicaciones que hemos vertido a lo largo del manuscrito probablemente reflejen una mirada acotada de lo que indudablemente fue una historia mucho más rica y compleja de la que hemos podido abordar.

AGRADECIMIENTOS

A los pobladores de La Poma y a la Comunidad Diaguita San Miguel por acompañarnos en el desarrollo de este trabajo y en particular a Teresa y Germán Mamani que nos permitieron acceder a los espacios y nos brindaron información valiosa.

Esta investigación se llevó a cabo con el financiamiento del Consejo de Investigación de la Universidad Nacional de Salta (Proyecto N° 2460-Tipo A- Programación 2017-2021), y de la SECyT- UBA (UBACyT N° 20020190100168BA- Programación 2020-2022).

NOTAS

1 La selección de esta franja responde a las variaciones altitudinales registradas para el sector en el que confluyen las quebradas de Peñas Blancas y La Paya.

2 Si bien se registraron únicamente dos familias que viven en forma permanente, existe un grado de movilidad alto de vecinos en el actual pueblo de La Poma quienes se trasladan diariamente para desarrollar diversas actividades agrícolas y ganaderas.

3 En la perspectiva clásica, el periodo Formativo -clasificado en inferior, medio y superior- se estima entre 0 al 1000 d.C., mientras que el de Desarrollos Regionales se ubica entre los años 1000 y 1430 d.C.; por su parte, el momento de ocupación incaica, se extiende entre los años 1430 y 1536 d.C. A partir de aquí se distingue un bloque temporal denominado Hispano-indígena y Colonial, correspondientes a la ocupación histórica.

4 Los sitios registrados previamente por P. P. Díaz conservaron su denominación original.

5 Expresión local para denominar el alud de barro y rocas provocados durante época estival.

Fecha de recepción: 11 de octubre de 2022

Fecha de aceptación: 19 de abril de 2023

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