INTRODUCCIÓN
Las aldeas ubicadas en el faldeo oriental de la sierra de Velasco, en la denominada Costa Riojana (en adelante CR), compartieron durante el primer milenio de la Era patrones culturales en torno a las vertientes de agua permanentes de los ambientes pedemontanos y quebradas (1000 a 1900 m s.n.m.), y en menor medida, de los arroyos intermitentes del valle de La Punta (800 a 1000 m s.n.m.).
Entre el 300 y el 600 d.C. las comunidades se establecieron en sitios residenciales pequeños y dispersos entre terrazas agrícolas e instalaciones de molienda. Luego, entre el 600 y 800 d.C., las estructuras arquitectónicas aumentaron en superficie y complejidad con la construcción de patios, plazas y plataformas y se expandieron también los campos aterrazados (Raviña y Callegari 1992; Cahiza 2015). La información arqueológica para estos momentos no muestra marcadores socioeconómicos de acceso diferencial a bienes y recursos, a excepción del sitio El Chañarcito en la cuenca Los Molinos (Cahiza et al. 2018), lo que se relaciona con una vida doméstica familiar y comunitaria (Sabatini y Garate 2017; Sabatini et al. 2021).
Hacia el 800/900 d.C., la señal arqueológica se diluye en el piedemonte como consecuencia del posible traslado de las comunidades hacia zonas más altas o húmedas de las quebradas, en busca de mejores condiciones para el hábitat (Cahiza et al. 2021). Un ejemplo ligado a este último contexto lo constituye el sitio arqueológico El Diablito, ubicado en la quebrada Grande, en Chuquis (figura 1). En este trabajo se presentan los resultados de los análisis del registro arqueológico y las cronologías de dos espacios del sitio: un alero con pinturas rupestres y un conjunto residencial.
Para la cuenca de Chuquis, los antecedentes arqueológicos se vinculan con el sitio residencial El Puesto (Dlugosz et al. 2009), con otros dos sitios con funcionalidad aún no definida (Agua del Pobre y Casa de Piedra) adscriptos al primer milenio de la Era, y con el sitio defensivo Loma Pircada (Carrizo et al. 2001; Ortiz Malmierca 2001) (figura 1), con una cronología de entre 1400 y 1700 d.C. (Cahiza et al. 2021), que amplía la secuencia de ocupaciones prehispánicas del área hasta la época colonial. Más hacia el este, en la Sierra de La Punta, se encuentran las representaciones rupestres de Piedra Pintada (Ortiz Malmierca 2001), cuyo repertorio iconográfico sugiere una cronología posterior al 1000 d.C. (Iniesta et al. 2023). Para este último momento, prácticamente desconocido en la región, hay evidencias de ocupaciones efímeras entre el 1230 y 1700 d.C. en el alero Agua Blanca, ubicado al sur de Chuquis (Cahiza et al. 2021).
Los estilos cerámicos identificados en la CR corresponderían al primer milenio de la Era y serían coherentes con los de amplia dispersión en el área central del Noroeste argentino como Ciénaga, Saujil, Aguada y Allpatauca (v.g. González 1977; Sempé 1977, 1993; Kusch 1990; Balesta et al. 2015; Callegari et al. 2013; Feely et al. 2016; Ratto et al. 2021), aunque con características tecnológicas, morfológicas y decorativas propias (Mercado 1993; Dlugosz et al. 2009; Cahiza et al. 2018; Carosio et al. 2019). Sin embargo, hasta el momento hay poca claridad respecto a su relación con los distintos momentos de ocupación de los sitios, su sincronía y diacronía.
Los objetivos de este trabajo son: primero, determinar si las cronologías del sitio El Diablito se ajustan a las definidas para la microrregión y región, correspondientes al primer milenio de la Era y comienzos del segundo. Para ello, se presentan nuevos fechados radiocarbónicos y se evalúan los indicadores de cronología relativa a partir de la identificación y caracterización de los estilos cerámicos. Y segundo, definir con mayor precisión las ocupaciones y uso del alero con pinturas y la arquitectura residencial del mismo sitio. Asumimos que ambos espacios constituyen distintas esferas sociales de interacción: una “pública y ritualizada” y otra “privada y doméstica”. En este sentido, por un lado, se infieren las funciones propias de cada espacio a partir de la caracterización del arte rupestre y el diseño arquitectónico, y también de indicadores composicionales, tecnológicos, morfológicos-decorativos y de performance de los conjuntos cerámicos y de las pautas de consumo de los restos faunísticos; y por otro, se evalúa la configuración espacial y las relaciones entre ambos sectores a través de un análisis de sintaxis.
Figura 1: Ubicación del sitio El Diablito en la quebrada Grande, cuenca de Chuquis, y otros sitios relevados por nosotros en las inmediaciones. También se sitúan algunos sitios mencionados por Ortiz Malmierca (2001) y Duglosz et al. (2009) en el piedemonte
ÁREA DE ESTUDIO Y METODOLOGÍA
El sitio arqueológico El Diablito se encuentra a 1900 m s.n.m. sobre una loma de la quebrada Grande, en la cuenca de Chuquis, en las proximidades del río de régimen permanente La Aguadita, en un ambiente serrano (Cabrera 1976) (figura 1). Fue localizado hace pocos años en los primeros trabajos de prospección sistemática que desarrollamos en el área.
El relevamiento del alero con pinturas rupestres incluyó la medición del abrigo y la identificación de los paneles y motivos. Para la caracterización de las imágenes se tuvieron en cuenta los tipos, relaciones, yuxtaposiciones y superposiciones de motivos, las técnicas de ejecución, las variaciones en los diseños y los posibles indicadores contextuales de su cronología (Aschero y Martel 2003-05). El dibujo digital de los motivos fue realizado a partir de las fotografías con el software Sketchpad 5.1.
La arquitectura fue descripta a partir de las técnicas constructivas, la morfología y las materias primas empleadas. Se definieron los recintos de acuerdo con las categorías preestablecidas para la región (Cahiza 2015). Para realizar el plano en dos dimensiones de las estructuras se utilizó la herramienta Autocad Civil 3D 2017. Se realizó un vuelo de dron (modelo DJI Mavic Mini 2) con el que se obtuvieron 150 imágenes que fueron procesadas en el software Agisoft Metashape 3.8. Con esa información se generó un DEM (Modelo Digital de Elevaciones) que fue mejorado en QGIS 3.8 y pasado a Autocad Civil 3D.
Se realizaron excavaciones en la parte este del alero, al pie del panel con pinturas rupestres, y en tres recintos (en adelante R) del conjunto residencial. Se efectuaron cuadrículas de 1 m2 y en algunos casos se ampliaron, como en el alero, R1 y R3.
Para el análisis del registro cerámico se consideró la vasija como unidad de análisis (UA) y el tiesto como unidad de observación. Cada UA se caracterizó según su morfología y tamaño y también a partir de su tratamiento de superficie (Rice 1987; Balfet et al. 1992). Se describieron las técnicas decorativas, la tonalidad de engobes y pinturas, y los elementos formales de diseño (Cremonte y Bugliani 2006-09). Se efectuó un análisis submacroscópico de pastas mediante lupa binocular (KYOWA OPTICAL SDZ-PL) sobre 91 fragmentos de un total de 502 (18,12%) de la muestra. Se describió la coloración de la matriz a ojo desnudo y según Cartilla Munsell (1994), así como la textura y fractura de pasta (Rye 1981). Se identificó el tipo de inclusión, color, tamaño, distribución, densidad y desgaste o grado de esfericidad (Orton et al. 1997).
Se reconocieron estándares de pastas cerámicas, los cuales fueron relacionados con las clasificaciones morfológicas y decorativas de las UA (Cremonte y Bugliani 2006-09), así como su potencial vínculo con la geología regional. Se realizó una discriminación de lo que denominamos arbitrariamente como grupos tecnotipológicos (GT), en los que se integran diversos estilos tecnológicos (sensu Lechtman 1977; Stark 1999) con amplia dispersión en el área y la región. Para el análisis de la performance cerámica (sensu Nielsen 1995; Skibo y Schiffer 2008) se tuvo en cuenta el diseño de las vasijas en sus diversos atributos. No se adjudicó la pieza a una función específica, sino que se consideró su posible intervención en más de una actividad y la existencia de funciones tentativas (Rice 1987).
En el análisis arqueofaunístico se identificaron taxonómica y anatómicamente los especímenes relevados. Se utilizaron categorías basadas en la biomasa de los individuos vivos (Izeta 2007) en los casos en que no fue posible alcanzar una mayor precisión en la determinación de taxones. Se empleó la denominación de Mammalia pequeño (MP) para aquellos mamíferos con pesos inferiores a los 5 kg y Mammalia (M) para los casos en que no fue posible estimar un peso relativo. La categoría de Pequeño (P) define restos de aves u otros animales que no pudieron ser discriminados. Para la cuantificación del conjunto, recurrimos principalmente al Número de Especímenes Identificados por Taxón (NISP), el cual también fue empleado como índice de abundancia. Por otra parte, se procedió a la determinación de marcas de procesamiento, rasgos de alteración y la identificación de procesos tafonómicos como la meteorización, raíces, la acción de roedores y carnívoros, entre otros (Behrensmeyer 1978; Lyman 1994; Mengoni Goñalons 2010).
Por último, se aplicó una metodología de sintaxis espacial (en adelante SE) que permitió visualizar modos en los usos de los espacios y en los rasgos arquitectónicos (Hudson 2012). Esta no es una herramienta determinista, sino probabilística y, por lo tanto, los resultados requieren ser contrastados con el resto de las evidencias disponibles (Mañana Borrazas 2003; Vaquer y Nielsen 2011). Este análisis, propuesto por Hillier y Hanson (1984), se estudia a través de grafos y permite visualizar y conectar recintos, espacios vacíos y accesos de un sitio. Nuestro interés en concreto fue determinar el grado de integración e interacción espacial, la circulación de personas y la jerarquía establecida entre el alero y el conjunto arquitectónico, así como entre los mismos recintos y el espacio exterior, para lo que se aplicó un análisis gamma (Blanton 1994; Shapiro 2005; Bermejo Tirado 2009).
El plano arquitectónico se reduce a un gráfico (mapa axial) que consiste en nodos (o vértices) y ejes. Los nodos representan recintos o habitaciones y los ejes representan las conexiones entre las habitaciones. El espacio exterior también es representado mediante un nodo. A cada uno de ellos se le asigna un nivel jerárquico según su ubicación respecto al espacio exterior (Blanton 1994). El gráfico obtenido fue procesado a través del software Agraph (Manum et al. 2005), el cual posibilitó calcular índices de asimetría relativa y distribución de la circulación. El primero indica la independencia interespacial y el control de un espacio sobre otro, respectivamente; mientras que el segundo se refiere al potencial de movimiento, incluyendo si un espacio controla el acceso a otro espacio (Shapiro 2005).
RESULTADOS
Generalidades y sectores del sitio
El Diablito se compone de dos sectores claramente diferenciados: un alero con pinturas rupestres y un conjunto de estructuras residenciales. Asimismo, forma parte de este complejo el espacio productivo circundante, formado por una roca con tres morteros y tres conanas -ubicada a una equidistancia de 50 m del alero y de los recintos- y tres terrazas agrícolas (figura 2). Estas últimas se distribuyen pendiente abajo a una distancia promedio de 450 m del sitio. Miden aproximadamente 300 m2 cada una y presentan entre 6 y 8 líneas de piedra o “escalones” que separan cada parcela entre los 2 m y 4 m. Entre las áreas agrícolas se identificaron cuatro pequeñas concentraciones cerámicas. No se registraron otros restos culturales en superficie (figura 1).
El alero con arte rupestre mide 10 m de ancho por 6 m de alto -desde el suelo a la altura máxima de la cavidad- por 2,72 m de profundidad -hasta la línea de goteo-. Se registraron dos paneles con pintura en el lado este del abrigo: el EDC-a con motivos completamente desleídos en color blanco y el EDC-b que presenta yuxtaposiciones y una superposición que permiten reconstruir una secuencia mínima de tres momentos de ejecución.
Se identifica un primer momento, integrado por un alto número de motivos no figurativos en tonalidad blanca y otras figuras en bicromía que incorpora el color rojo. Se observan formas geométricas, lineales, circulares, poligonales y constelaciones de puntos, entre las que sobresale una variante de cruz enmarcada. En el centro se emplaza un motivo circular bicromo con dos apéndices subcirculares. Posteriormente, se agregaron otras figuras en color rojo de una tonalidad distinta, que se superponen sutilmente sobre algunos motivos en color blanco. Y luego se incluye una figura de gran tamaño, pintada en color rojo, diferente a las otras. Se trata de una representación antropomorfa con indicación de manos (con dedos en delgadas líneas) y pies, que se dispone erguida, de frente, con los brazos en ángulo recto, orientados hacia abajo y que se superpone a los motivos centrales bicromos y a la cruz enmarcada (figura 3) (Iniesta et al. 2023).
Figura 2: Plano de ubicación de Alero con pinturas, instalación de molienda y recintos
Figura 3: Calco de los motivos rupestres y excavación al pie de las pinturas con la exposición del “caminito o altar” en estratigrafía
Se excavaron 2,5 m2 al pie del panel EDC-b con una profundidad de 40 cm hasta la roca de base. Se obtuvieron escasos tiestos, restos faunísticos y basura moderna que muestra la reutilización del abrigo como reparo (figura 4). En estratigrafía no se obtuvieron materiales arqueológicos que pudieran vincularse con la ejecución de las pinturas. No obstante, sobresale el hallazgo a los -25 cm de un alineamiento de pequeños clastos, angulosos, en hilera doble de 2 m de largo y 20 cm de ancho semejante a un “caminito o altar” (figura 3). Se obtuvo un fechado radiocarbónico que se ubicó en el 1035 ± 15 años AP (LR59930, tibia de Camelidae).
Figura 4: Plano del alero con pinturas y los perfiles estratigráficos de la cuadrícula A1 y A2 con algunos materiales arqueológicos
Las estructuras del sector residencial se emplazan en una loma condicionada por la topografía del lugar a 150 m hacia el este del alero con arte rupestre. Se compone de siete recintos en piedra que miden en promedio 22 m2 cada uno y se distribuyen en un perímetro de 200 m. Dos de ellos son subcirculares (R1 y R2) y cinco subcuadrangulares (R3 a R7). Sus muros son simples y dobles con espesores de entre 50 y 60 cm.
En la parte central del conjunto arquitectónico aflora un área abierta que conecta con todas las estructuras. Todos los umbrales de los recintos tienen acceso a esta área, cuyo límite este está marcado por un muro de 5 m de largo por 90 cm de espesor. Este posible muro de contención tiene una técnica constructiva distintiva respecto a los recintos. Presenta dos rocas formatizadas dispuestas en forma vertical que conformarían la cara interna de los cimientos y un relleno de tierra y roca entre los lienzos de muro (figura 5 y 6). Desde este conjunto constructivo se tiene una amplia visibilidad del alero y de los distintos accesos de la quebrada y valle de La Punta (figura 7).
Se realizaron excavaciones en tres de los siete recintos (figura 5) con una profundidad de 50 cm hasta alcanzar el suelo estéril y los cimientos de los muros. En R1 se excavaron 2 m2 y en R2 se excavó 1 m2, estas estructuras se encuentran adosadas una a la otra. R1 tiene como pared oeste grandes bloques de piedra, una de ellas con dos bocas de mortero en su cara superior. En R3, ubicado en la ladera noreste de R1 y R2, se excavaron 4 m2. Se recuperaron materiales cerámicos y fragmentos óseos diversos en todos los recintos, mientras que las lascas de tamaños pequeños (n=6) se hallaron en R1 y R3. En R2 se identificó un piso de ocupación con una cronología de 1205 ± 20 años AP (LR4 9929, húmero de Camelidae).
En los recintos R1 y R3 se observa como técnica constructiva la utilización de rocas dispuestas en vertical en unos 60 cm de profundidad como cimientos, con sus caras más lisas apuntando hacia el interior de las estructuras, con rasgos de canteo o formatización. Las rocas que conforman los muros son de menor tamaño y con forma semiesférica. Siguiendo la clasificación de técnicas constructivas establecida por Spengler (2017), los muros de R3 consisten en lienzos dobles con cámara formada por rocas semiesféricas, lo que muestra una selección previa y consciente de la materia prima.
Análisis de los materiales cerámicos
El análisis macroscópico del conjunto alfarero advirtió una muestra compuesta por 502 fragmentos, agrupados en 91 UA. El sector residencial es la que posee más vasijas (73 UA). La mayor parte de las UA (n=64, 70,32%) no muestra ningún rastro de decoración, con tratamientos superficiales finales alisados (en menor y mayor grado de regularidad), pulidos y bruñidos. Estas piezas son de superficies y pastas de tonalidad marrón y gris, y escasamente naranja. Las vasijas decoradas (n=27 UA, 29,68%) se concentran en el área residencial, principalmente en R2 y R3, mientras que el alero posee tres UA decoradas.
Figura 5: Croquis del sector residencial. Se observan los recintos, el muro discontinuo y las cuadrículas de los R1, R2 y R3 con las excavaciones. Se destaca en color los bloques pétreos con morteros que forman parte de la pared oeste del R1
Figura 6: Excavación en R1 (arriba mortero como parte de la roca del muro oeste), R3 y línea de muro en el área abierta del sector
Figura 7: A) Vista desde el espacio residencial al alero con arte rupestre; B) vista desde el alero a la cima de la loma donde se emplaza el sector residencial. Nótese la amplia visibilidad al acceso de la quebrada y valle de La Punta
Las piezas con decoración presentan tratamientos ejecutados fundamentalmente en las caras externas, representados por el inciso (11 UA), el pintado (10 UA), el engobado (5 UA), el inciso ancho (4 UA), el pastillaje (1 UA) y el bruñido en líneas (1 UA). En algunos casos las técnicas se encuentran combinadas, esencialmente el engobe y el pintado (2 UA). Asimismo, éstas fueron posteriormente pulidas, mientras que entre las pintadas dos UA fueron pulidas y una bruñida.
Los recipientes incisos se presentan con superficies naranjas, marrones y grises, y muestran diseños con líneas rectas y onduladas, reticulados, chevrones y líneas entre figuras. Las incisas anchas/bruñidas son de tonalidad gris y muestran motivos en zigzag entrecruzados o reticulados. Las piezas pintadas, de superficies naranjas y marrones grisáceas, presentan diseños como bandas paralelas rectas y oblicuas, líneas rectas o curvas, círculos concéntricos, chevrones y figuras abstractas. La pigmentación de la pintura es negra y roja. Las vasijas engobadas poseen una capa blanquecina, muy delgada y desleída, aplicada sobre superficies naranjas. El recipiente con pastillaje, de diseño indeterminado, posee tonalidad naranja. La cerámica bruñida se aprecia de coloración naranja y los motivos son líneas paralelas o entrecruzadas.
El análisis morfológico reconoció un 54,94% (50 UA) de piezas de perfil abierto, 41,75% (38 UA) perfil cerrado y 3,31% (3 UA) indeterminadas. En el alero predominan las piezas cerradas (n=12 UA, 66,66%), mientras que en el sector residencial, los recipientes abiertos (n=45 UA, 61,64%). Se destacan los cuencos (40 UA), seguido por platos (5 UA) y vasos (5 UA). Los primeros poseen forma esférica y elipsoide, tamaño pequeño y mediano, y grande en algunos casos, considerando el ancho y largo de los fragmentos. Sus perfiles, con espesores entre 0,6 cm y 1,1 cm, son continuos con bordes invertidos y rectos, y labios convexos. El promedio de diámetro de boca de estas piezas es de 15 cm, con un rango entre 9 y 28 cm. Entre ellas, diecinueve UA se hallan decoradas. Los vasos tienen formas hipérboles/ovales, tamaño pequeño y mediano, perfil continuo, paredes delgadas (promedio de 0,6 cm), bordes rectos, labios convexos y rectos, y un diámetro de boca con una media de 10 cm. Solo un vaso presenta decoración. Los platos tienen formas ovales/elipsoides, tamaño pequeño, perfil continuo y paredes delgadas (promedio de 0,5 cm). No se han encontrado bordes, solo una base, con un diámetro de 7 cm. Solo un plato muestra decoración.
Las vasijas cerradas refieren a ollas esféricas (UA 36) de tamaño pequeño y mediano, de perfil continuo, sin punto de inflexión. Los bordes son evertidos e invertidos, con un diámetro de boca promedio de 8 cm y labios convexos. Algunas poseen paredes gruesas (1 cm promedio). Solo siete UA presentan decoración. Las tinajas (n=2 UA) se presumen de tamaño grande, con un espesor de pared de 1,2 cm, bordes evertidos, diámetro de boca promedio de 26 cm y labios convexos.
La observación de cortes frescos cerámicos permitió la distinción de doce estándares (E) de pastas (tabla 1). Las pastas presentan tonalidad marrón, naranja y gris con distintos gradientes de coloración. Si bien algunos estándares se distinguen por poseer alguna inclusión exclusiva (ej.: partículas negras en E2) y la ausencia de biotita o muscovita, la mayor variabilidad entre ellos, además del color, se da en la estructura de la matriz arcillosa (compacidad o porosidad) y la textura (tamaño, distribución y densidad de inclusiones). Las pastas poseen a nivel global cuarzo, feldespatos y litoclastos grises y/o azules (probablemente rocas ígneas intrusivas y metamórficas), de forma subangulosa y subredondeada. En cuanto a las cavidades, en casi todos los estándares se presentan redondas y alargadas, y varían relativamente en su densidad, distribución y tamaño.
Tabla 1: Tabla estándares de pastas
El conjunto de información macroscópica y submacroscópica permitió el reconocimiento de trece grupos tecnotipológicos (GT) a nivel global (tabla 2 y figura 8), entre los cuales los decorados se asocian fundamentalmente a los estilos Ciénaga y/o Saujil, y en menor medida a Allpatauca y Aguada (en sus distintas variedades). A nivel espacial, la diferencia entre ambos sectores (residencial y alero) se manifiesta en que dentro del Alero el único GT decorado es el Negro sobre blanquecino (estilo Aguada o Ciénaga).
Buena parte del registro está dada por el GT Marrón alisado, cuyas particularidades de pastas se han hallado en los GT decorados como el Gris marrón pintado, el Naranja pintado y el Marrón pastillaje. En el sector residencial, se encuentran GT asignables fundamentalmente al estilo Ciénaga y/o Saujil, además de las escasas piezas que remiten a los estilos Allpatauca y Aguada, entre otros GT no decorados que representan la mayoría del registro.
Figura 8: Fragmentos cerámicos representativos de cada Grupo Tecnotipológico del sitio. El código de la figura coincide con el código de la tabla 2
Tabla 2: Grupos Tecnotipológicos del universo cerámico del sitio
En cuanto a la performance de las piezas, la información morfológica advierte la variabilidad de tamaños de piezas abiertas, que en su totalidad poseen alta accesibilidad física y óptica al contenido. Esto, además de un tratamiento de superficie alisado (con relativa rugosidad) permitiría que sean fácilmente trasportables, más allá de que no hemos registrado asas que puedan aportar más datos. En el caso de las piezas con tratamiento de superficie pulido y bruñido en paredes finas (hasta 0,7 cm de espesor) sugeriría su destino al servicio de alimentos sólidos y líquidos (Rye 1981). Desde el punto de vista técnico, algunos estándares se hallan en este tipo de piezas (E4, E11 y E12), correspondientes a GT decorados de escasa representación en el registro (D, L y M). Estos estándares se muestran con alta porosidad y buena densidad de inclusiones (de tamaños finos), aspecto que favorecería menos fracturas (Rye 1981). La mayor parte de las piezas abiertas, sean de los GT decorados o no decorados, se manifiestan en estándares con moderada/ baja densidad de inclusiones y poros, y que incluso son compartidos por piezas cerradas como ollas (E2, E3, E5 y E8).
Por sus características morfológicas, las vasijas cerradas podrían estar destinadas a distintas tareas, aunque dado el estrecho diámetro de boca, el tipo de borde y el grosor de las paredes, servirían mayormente para el procesamiento, cocción de alimentos (algunas de ellas presentan restos de hollín en su cara externa) y almacenamiento, además de ser fáciles para trasladar por sus tamaños pequeños y medianos. Los estándares E1, E7, E9 y E10 se hallan exclusivamente en este tipo de piezas, las cuales pertenecen a GT numerosos (ej.: A-I). Estas pastas poseen alta densidad de inclusiones gruesas y densidad moderada-alta de poros, lo cual contribuiría a mantener la humedad fuera de las vasijas, una mayor firmeza y una mejor resistencia a acciones que tiendan al procesamiento de los contenidos y al shock térmico (Rice 1987).
Análisis de los restos faunísticos
El análisis arqueofaunístico arrojó un bajo número de restos tanto en el sector residencial como en el alero. En el primero, se identificaron 39 fragmentos óseos (R1=7, R2=6, R3=26), mientras que en el segundo un total de 30. En la tabla 3 se observan las semejanzas respecto a la representación y abundancia de los distintos taxones relevados en cada espacio. Entre las categorías taxonómicas identificadas, los roedores y artiodáctilos constituyen las más representadas, seguidos por los camélidos y dasipódidos.
Tabla 3: Número de especímenes (NSP) relevados en el sitio
En relación con los rasgos asociables a actividades de procesamiento y consumo, en el conjunto residencial se determinó que un 33,3% (n=13) de los restos mostraron señales de alteración térmica en todas las categorías taxonómicas excepto en los dasipódidos. En el alero no se detectaron marcas ni signos de termoalteración. Asimismo, en ningún caso se identificaron huellas de procesamiento.
En cuanto a los elementos correspondientes a Camelidae, se determinó la presencia de una tibia en buen estado de conservación, sin rasgos de alteración térmica ni huellas de procesamiento en el alero. Entre los especímenes identificados como Artiodactyla, se registró la presencia de un fragmento de cráneo, dos huesos largos y cuatro especímenes que no lograron ser identificados a nivel anatómico.
En el sector residencial se definió la presencia de un húmero fresco y en estadio 2 de meteo-rización, y tres fragmentos de costillas (dos calcinados y uno quemado) de camélidos. Sobre los huesos de artiodáctilos, se relevaron siete especímenes de huesos largos (dos de ellos quemados y uno calcinado) y ocho de dudosa caracterización anatómica (uno de los cuales se encuentra calcinado). Todos estos elementos se asocian con recursos de buen rendimiento general, tanto en carne como en médula (Mengoni Goñalons 2013).
Se detectaron solo dos huesos en estadio 2 de meteorización (en los recintos), mientras que los demás se hallaron en estadios 0 y 1 (Behrensmeyer 1978). Del mismo modo, tampoco se identificó la incidencia de otros agentes (carnívoros, roedores, raíces) sobre las muestras. De esta manera, se determinó un buen estado general de conservación en ambos conjuntos analizados.
Análisis espacial
El análisis de SE se realizó para el sitio y, a su vez, para el interior del sector residencial. En este último caso, se identificaron los siete recintos con un número de nodo. Se parte del nodo 0, que indica la única entrada posible al sitio. La pendiente pronunciada y abrupta, así como la tupida vegetación imposibilitan llegar a este por otro acceso. El alero con pinturas constituye el nodo 1. Tras pasarlo, se reconoce una senda lineal de unos 150 m sobre la cresta de la loma que finaliza en la entrada al conjunto arquitectónico. Dicha senda que conecta el alero con las estructuras, y viceversa, pasa por una discreta instalación de molienda. Este último punto fue señalado como Nodo 2. El trayecto culmina con dos bloques pétreos de gran tamaño que forman parte de la pared oeste del R1, y que presentan oquedades de mortero, signados como Nodo 3 (figura 9). Estos recintos conforman el acceso al sitio desde todas las direcciones posibles. Luego, el nodo 4 lo forma el área abierta del sector. Los restantes nodos (N) son: N5= R1, N6= R2, N7= R3, N8= R7, N9= R6, N10= R5, N11= R4 (figura 10).
A nivel de sitio, se observa una relación asimétrica no distribuida. Para acceder al conjunto residencial hay que realizar primero el circuito de oeste a este. El trayecto pasa inicialmente por el alero con pinturas (N1), luego la senda continúa hacia la instalación de molienda (N2) y, por último, finaliza en la pared oeste del R1 (N3). Al tener que pasar por los R1 y R2 para acceder al área abierta (N4), estos adquieren un rol preponderante en la circulación.
Sobre las variables fundamentales de configuración de SE dentro de las unidades arquitectónicas, se reconoce una relación simétrica y distribuida entre los R1 y R2, ya que a ellos se puede acceder a través del exterior o del área en común (N4). Por otro lado, existe una relación asimétrica y no distribuida entre este último nodo (N4) y el resto de los recintos, ya que la única forma de acceder a ellos es a través de esta área abierta de tránsito.
Figura 9: Gráfico de ejes y nodos asignado al sitio: alero con pinturas, instalación de molienda, conjunto residencial
Figura 10: Gráfico de ejes y nodos para el interior del conjunto residencial
DISCUSIÓN
La cuestión cronológica en “ElDiablito”
En los últimos años se ha incrementado el número de fechados radiocarbónicos de la CR, en general, y para Chuquis, en particular, lo que permite discutir las cronologías de ocupaciones de la región y sus diversos pulsos para el primer y segundo milenio de la Era (Cahiza et al. 2021). También se ha avanzado en los estudios cerámicos de las cuencas Los Molinos, Anillaco y Río La Punta, ubicadas al norte de la CR (Cahiza et al. 2018; Carosio et al. 2019; Sabatini et al. 2021).
En nuestra área de estudio, los resultados de los análisis alfareros aquí presentados constituyen los primeros de carácter composicional y tecnológico.
Desde el punto de vista cronológico, las ocupaciones en Chuquis se extienden al segundo milenio de la Era, lo que se refleja en la presencia de un sitio de carácter defensivo (Loma Pircada) (Ortiz Malmierca 2001) y en el repertorio de diseños del arte rupestre (Iniesta et al. 2023). El Diablito, hasta el momento, es el único sitio de carácter residencial y simbólico detectado en una cota de 1900 m s.n.m., y que se ubica cronológicamente entre 841 y 1048 cal d.C. (calibrado a 2 sigmas con el programa Calib Rev 7.0). Esto reforzaría la hipótesis de un desplazamiento de las poblaciones del piedemonte hacia los tramos superiores de las quebradas a fines del primer milenio de la Era (Cahiza et al. 2021).
Por otra parte, el arte rupestre indica la existencia de, posiblemente, tres momentos sucesivos de intervención. El último de ellos se correspondería con el evento de ocupación datado en este espacio y ubicado en el 1016-1048 cal d.C. Si bien en muchos casos los motivos pudieron ser coetáneos o corresponder a fines del primer milenio, el paisaje es el resultado de un proceso acumulativo cuyos componentes son (re)utilizados a través del tiempo (Ingold 1993; Troncoso et al. 2015).
En el primer momento, se destaca la cruz enmarcada de color blanco, de amplia distribución espacial en el NOA y Cuyo (Lorandi 1966). En un segundo momento, el motivo circular bicromo con dos apéndices subcirculares, que es compatible con figuras grabadas de la localidad arqueológica La Cuestecilla, departamento de Famatina (Callegari et al. 2017) y Rincón del Toro en Villa Castelli (Callegari et al. 2009). En un tercer momento, la representación antropomorfa de gran tamaño, pintada en color rojo y plasmada sobre motivos anteriores, podría corresponderse con la etapa final del primer milenio y comienzos del segundo, y aludir a “chamanes” o personajes Aguada como muestra la literatura arqueológica macrorregional (Lynch 2015; Nazar et al. 2014), pero con particularidades locales (Iniesta et al. 2023).
La configuración arquitectónica del espacio residencial encuadra dentro de la categoría de simple definida por Cahiza para el norte de la CR (2015:105) y caracterizada por recintos de dimensiones techables con funcionalidad de habitación. Los siete recintos se agrupan en una superficie de 1.200 m2. En el centro del conjunto se emplaza un área abierta de circulación que conecta con todas las estructuras e integra a los habitantes de la aldea. Esta forma simple de construir se opone a lo esperado ante la mayor complejidad arquitectónica registrada en sitios localizados en el piedemonte de las cuencas de Anillaco, Anjullón y Los Molinos para el 600 y 800 d.C. (Raviña y Callegari 1992; Mercado 1993; Cahiza 2015). Quizás esta forma simple de edificar en El Diablito se corresponda con una menor duración de las ocupaciones en un lugar estratégico y/o con un menor número de habitantes según las funcionalidades del sitio.
En el caso de la tipología cerámica, si bien en El Diablito aparecen conjuntos asignables a mediados y fines del primer milenio de la Era y comienzo del segundo, como el estilo Aguada, la mayor parte de los grupos tecnotipológicos, como el Gris marrón inciso ancho bruñido, remiten regionalmente a los estilos Ciénaga y/o Saujil, que corresponderían a momentos previos (inicios del primer milenio) (Dlugosz et al. 2009; Callegari et al. 2013; Cahiza 2015, Feely et al. 2016; Cahiza et al. 2018). Esta aparente incongruencia cronológica podría deberse a dos situaciones. Una es que la ocupación del sitio tenga una mayor profundidad temporal aún no reflejada en los fechados por problemas tafonómicos y/o de muestreo. Y otra, que en las comunidades locales de la CR, los procesos de continuidad y cambio en las tradiciones de manufactura varíen con respecto a la macrorregión. Concretamente, los conjuntos cerámicos adscriptos de manera generalizada a inicios del primer milenio podrían relacionarse con “formas de hacer” locales que se prolongan en el tiempo. Si bien la información disponible no permite aún determinar cuál sería el caso en El Diablito, la frecuente convivencia estratigráfica de estilos en otros sitios de la CR (Cahiza 2015; Sabatini y Garate 2017; Sabatini et al. 2021) y la posible extensión temporal de las tradiciones cerámicas durante el primer milenio e inicios del segundo en otros contextos regionales (Ratto et al. 2015) podrían reforzar la segunda de las alternativas.
Organización espacial y uso de los distintos sectores del sitio
La organización espacial de El Diablito incluye el alero con arte rupestre y el conjunto residencial. También forman parte del mismo complejo arqueológico las instalaciones de morteros y conanas, que reflejan la existencia de prácticas de molienda, posiblemente vinculadas con eventos de orden simbólico in situ y/o con actividades de procesamiento de alimentos asociadas a las estructuras domésticas. A su vez, las terrazas agrícolas cercanas que se emplazan entre los 1.785 m s.n.m. .y 1.805 m s.n.m., aprovechando el relieve del terreno (pendiente oeste-este) y la ubicación del curso hídrico La Aguadita (a unos 100 m aproximados de distancia de las parcelas) para la captación de agua para riego, se articularían con los sectores habitados del sitio. Este patrón de asentamiento -construcciones residenciales dispersas entre áreas agrícolas-, se ha constatado en las cuencas del norte de Chuquis para el primer milenio de la Era (Cahiza 2015, Cahiza et al. 2017, 2018; Sabatini y Cahiza 2021). Esta tendencia regional será corroborada con posteriores estudios que profundicen sobre los espacios productivos de la zona.
El Alero con pinturas
La información arqueológica asociada al alero sugiere una fuerte carga simbólica del lugar y de las actividades allí realizadas. Por un lado, la alta frecuencia y superposiciones de motivos, la elección de una roca “monumentalizadora” y el posible acondicionamiento del espacio al pie del panel con dibujos para la realización de prácticas de culto sugieren una intencionalidad de hacerlo visible en el espacio y permanente en el tiempo (Gordillo 2004). Posiblemente cumplió un rol activo en la conservación de la memoria y significados de los grupos humanos (Criado Boado 1999).
Por el otro, el registro arqueofaunístico da cuenta de una mayor presencia de animales que habrían sido introducidos de forma natural. Esto se refleja en la ausencia de especímenes con marcas de consumo y en el predominio de taxones de bajo rendimiento (como los pequeños roedores). Dada las características generales del sitio es posible que su funcionalidad no haya estado vinculada al procesamiento y consumo de animales, sino a otro tipo de actividades correspondientes al plano simbólico.
En cuanto a la muestra cerámica, las distintas líneas de evidencia mostraron la presencia de un conjunto relativamente similar al del sector residencial, principalmente desde las formas reconocidas, y los atributos composicionales y tecnológicos de pastas. Sí se advierte la ausencia de algunos pocos GT decorados que aparecen en los recintos. El alero presenta mayormente piezas cerradas, aunque relativamente pequeñas, algunas con manchas de exposición al fuego, que indicarían actividades de procesamiento y consumo de alimentos. Posiblemente las piezas consumidas en este espacio hayan sido elaboradas en el conjunto residencial o en otros sitios de la cuenca y utilizadas en un contexto ceremonial de acuerdo con el entorno.
Dada la alta posibilidad de que se trate de más de un evento ocupacional en el alero, es factible que algunos recipientes hayan sido reutilizados de forma temporal, incorporándose nuevas vasijas en cada visita al sitio. Además, los recipientes podrían haber sido resignificados en cada circunstancia, operando como una especie de soporte memorístico de la historia social local (Puente et al. 2022). Teniendo en cuenta la relación homogénea del registro con otros sitios de la cuenca (Dlugosz et al. 2009) y la CR (Cahiza et al. 2018; Carosio et al. 2019; Sabatini et al. 2021) las comunidades no solo habrían llevado consigo piezas fáciles de transportar y con adecuada performance para el desarrollo de las actividades, sino también que promovieran las estrategias de interacción social e integración regional (Vidal 2013; Calvo Trías y García Rosselló 2014).
El conjunto residencial
En el conjunto arquitectónico de este sector, los cimientos de las construcciones, particularmente visible en R3 (lienzos dobles con cámara formada por rocas semiesféricas), responden a una técnica observada en sitios excavados recientemente en los ingresos a las quebradas de Chuquis y en Sanagasta (al sur de la CR), y es similar a la registrada en las estructuras del valle de La Punta (Sabatini et al. 2021). Sin embargo, esta modalidad constructiva no se identifica en los numerosos sitios localizados en los sectores pedemontanos de las cuencas del norte de la región (Cahiza 2015).
El escaso registro arqueofaunístico de los recintos excavados incluye restos de artiodáctilos y camélidos, algunos termoalterados, taxones altamente valorados para el consumo por parte de los antiguos grupos locales. El bajo número de especímenes óseos podría ser producto de la limpieza y el descarte en áreas adyacentes (en basureros y montículos) a las unidades arquitectónicas, una práctica recurrente en estas sociedades (Garate 2021).
La cerámica de este sector se muestra dominada por formas abiertas de tamaño pequeño y mediano, y escasas cerradas. La variabilidad en los diseños se asociaría a actividades domésticas vinculadas al almacenaje, trasporte, preparación y servicio de comidas. El registro no muestra criterios de diseño que marquen una performance específica, disponiendo las piezas a formar parte de diversas actividades de las esferas pública y privada. La baja presencia de algunos GT decorados que remiten a algunos de los tipos Aguada y al estilo Allpatauca marca la única diferencia entre los espacios, a la vez que relacionan al sitio con otros de la CR (Cahiza et al. 2018; Carosio et al. 2019; Sabatini et al. 2021).
En el aspecto tecnológico de pastas se destaca, primero, una relativa homogeneidad com-posicional, aspecto que parecería corresponderse con la geología local, dada por la presencia de rocas intrusivas y metamórficas, micas y minerales félsicos (Toselli et al. 2018). Segundo, hay diversidad en la preparación y cocción de pastas. Esto se advierte en la abundancia de un grupo mayoritario integrado por GT no decorados (A e I) y algunos decorados (C y E) que poseen entre ellos pastas cerámicas con escasa variabilidad granulométrica -media/gruesa-, de distribución -pobre- y de densidad inclusiones -10/20%-, y de atributos de matriz -tonalidad naranja/ marrón- que denotan cocciones oxidantes completas. Esto contrasta con las cerámicas del GT Gris marrón inciso ancho bruñido, de cocción reductora completa y atributos texturales de pastas diferentes. El resto de los GT decorados son minoritarios, pero también reflejan variaciones en las características mencionadas.
Si entendemos al contexto arqueológico reconocido como parte de un mismo componente temporal, este podría responder a diferentes prácticas de manufactura desarrolladas por alfareros/ as de escala doméstica y familiar del sitio o la cuenca de Chuquis, y/o a la circulación de bienes procedentes de otras zonas de la CR. Otra posibilidad es que las variaciones texturales de pastas se vinculen con el diseño formal de las piezas. En ese sentido, si bien se reconocieron algunos estándares que forman parte exclusiva de algunas formas cerradas (E1, E7, E9 y E10) o de abiertas (E4, E11 y E12), en general se trata de piezas de grupos escasos a nivel global. Incluso muchos estándares son compartidos por ambos tipos de formas (E2, E3, E5 y E8). No hay información concluyente sobre un criterio de selección y preparación de materias primas para la conformación de determinado tipo de recipiente. Las diferencias de diseño y tecnológicas observadas en algunas piezas, expuestas en un contexto espacio-temporal común, no parecen señalar marcadores de diferenciación social y culturales significativos.
La sintaxis espacial a nivel de sitio y a nivel interno del conjunto arquitectónico sugiere diversos tipos de circulación. En primer término, la forma de llegar al sitio El Diablito es una sola y se accede, desde el oeste, al alero con arte rupestre lo que permite inferir el lugar preponderante que ocupó en el recorrido. Posiblemente, dotado por una buena accesibilidad y una alta visibilidad, las formas de interactuar en el alero fueron muchas, con una circulación abierta y congregativa de gente. De los nodos 1 al 3 (figura 9) existe una única vía de circulación que refleja la tendencia a separar el sector residencial del alero, con una cierta intencionalidad de dificultar y restringir el acceso. Posiblemente este circuito aumenta la privacidad de este espacio.
R1 y R2 controlan dos de los recorridos circulatorios para llegar hasta el nodo 4, el área en común que conecta a todas las estructuras. Esos recintos habrían cumplido un rol significativo en la división con el exterior ya que se ubican en puntos propicios para controlar el ingreso al sector residencial (figura 10). Podría decirse que este conjunto doméstico se protege y se separa del exterior a través del alero, y una vez ingresado a él hay una tendencia a la integración, sin evidencia de diferencias jerárquicas entre los recintos, tal como lo refleja, a su vez, la alfarería.
El alero, por sus características de emplazamiento, habría sido un lugar clave en el sitio y, probablemente, se habría constituido como esfera pública de interacción social, vinculada con prácticas ritualizadas y colectivas y, tal vez, inserta en una red más amplia de relaciones (Gor-dillo 2004; Scaro 2019). El sector residencial, asociado al orden doméstico y privado, se aparta del exterior según lo refleja su disposición arquitectónica, aunque en su interior se promueve la integración y conexión de sus habitantes.
Desde el punto de vista de los materiales cerámicos, el alero y el conjunto residencial parecen haber participado en los mismos circuitos de distribución e interacción social. El consumo de bienes no parece restringirse a un determinado espacio o ser exclusivo de un ámbito en particular. Incluso los recipientes del sector residencial son comunes en todos los recintos, y además de asociarse con actividades privadas (cocción, almacenamiento) podrían corresponderse también con otras de orden simbólico (piezas de servicio). Esto podría implicar la existencia de múltiples actividades y acciones (como la molienda) en el mismo espacio, vinculadas a festividades o ceremonias familiares, de calendario agrícola o a otras situaciones supradomésticas temporales (Gordillo 2007; Cahiza et al. 2018).
CONCLUSIONES
Se han expuesto los resultados de diversos análisis arqueológicos y de las cronologías del sitio El Diablito situado en la quebrada Grande, en la cuenca de Chuquis. En primer lugar, se reconocieron conjuntos cerámicos que se corresponden con estilos asignables a principios y mediados del primer milenio de la Era, como Ciénaga y/o Saujil, y en menor frecuencia con los estilos Allpatauca y Aguada para la segunda mitad del milenio e inicios del segundo. Teniendo en cuenta que las edades radiocarbónicas ubican al alero con arte rupestre y a la arquitectura residencial entre el ca. 841 y 1048 d.C. se detectan incongruencias en las cronologías de los grupos tecnotipológicos según los esquemas temporales tradicionales del Noroeste argentino. Sin embargo, esto no difiere de otros contextos arqueológicos de la Costa Riojana y de algunos casos de la macrorregión. El aumento de fechados radiocarbónicos y el avance en las investigaciones permitirá determinar con mayor exactitud los procesos de cambio y continuidad en las producciones cerámicas del área.
En segundo lugar, pudimos definir usos de los sectores del sitio a partir de indicadores del arte rupestre, el diseño arquitectónico, la performance cerámica y la variabilidad de los restos faunísticos. Las evidencias muestran que el alero se halla asociado a actividades ritualizadas, mien-
tras que el conjunto residencial principalmente a tareas domésticas. No obstante, los sectores del sitio no habrían sido determinantes en sus funcionalidades para permitir que los bienes cerámicos participaran en un circuito en particular o en otro, como así tampoco lo refleja su configuración espacial. Además, las discretas instalaciones de molienda y la arquitectura agrícola próxima formarían parte de este paisaje aldeano, tal como se replica en las cuencas aledañas. En estudios futuros de otros materiales arqueológicos como los artefactos líticos se podrá definir aún mejor las diversas labores que se desarrollaron en cada uno de los espacios.
Los grupos que habitaron el sitio hacia el 800 d.C. habrían usado de manera sincrónica los espacios público y privado, donde se entrelazaron la vida cotidiana y las prácticas simbólicas, dentro de una misma racionalidad espacial, asociadas a la reproducción y construcción de identidades locales. El alero con su potente iconografía y su preponderancia en el entorno habría sido reutilizado y resignificado, al menos, hasta comienzos del segundo milenio.
AGRADECIMIENTOS
Estos trabajos fueron financiados por AGENCIA (PICT 2020-00687), INCIPIT- CSIC (contrato posdoctoral de la Xunta de Galicia) y CONICET. Agradecemos a los organismos estatales de La Rioja por los permisos y autorizaciones de trabajo en el área. A Pablo Cahiza, Gabriela Sabatini y Christian Tivani por la colaboración en las tareas de campo. Y a Pablo Andrada, vecino de la localidad de Aminga, por su participación en los relevamientos arqueológicos del área.
Fecha de recepción: 11 de octubre de 2022
Fecha de aceptación: 24 de febrero de 2023