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Estudios - Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba

versión On-line ISSN 1852-1568

Estud. - Cent. Estud. Av., Univ. Nac. Córdoba  no.22 Córdoba dic. 2009

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

La Patagonia Norte como excepción, sin alternancia y lejos del peronismo. Río Negro y Neuquén, 1983- 2007

Francisco Camino Vela
Gabriel Rafart

Universidad Nacional del Comahue

Resumen

Respecto a la democracia electoral de las arenas provinciales, concretamente de Río Negro y Neuquén, desde 1983 se fueron consolidando sistemas de partidos donde una sola estructura partidaria ha dominado cada escena política. Por otra parte al observar la realidad federal, nuestra democracia electoral ha generado en diversas entregas un "país peronista" y otro marcado por la alternancia. Río Negro y Neuquén son los únicos territorios políticos electoralmente distantes de ambos "países". De allí la "excepcionalidad" norpatagónica.
El objetivo del presente artículo es profundizar en la dinámica de los sistemas de partidos de ambas provincias, y observar a su vez el desempeño de las oposiciones, a partir de las elecciones fundacionales de 1983 hasta el ciclo electoral de 2007. Para ello recurriremos preferentemente, pero no de forma excluyente, al enfoque histórico político y a la teoría de los sistemas de partidos (Sartori, 1992).

Palabras clave: Partidos políticos provinciales; Movimiento Popular Neuquino; UCR rionergrina; Democracia electoral; Sistemas de partidos

Abstract

With regard to electoral democracy in provincial arenas, especially Río Negro and Neuquén since 1983,party systems have developed where only one party structure has been dominant in the political scenerio. On the other hand , when we observe federal reality, our electoral democracy has delivered a "peronist country" in several stages and another different country characterized by "alternance". Río Negro and Neuquén are the only political territories which were electorally "distant" from the other countries. The result is the "exceptionality" of Northern Patagonia.
The aim of this article is to deepen into the dynamics of party systems in both provinces and observe the performance of the opposing parties in the period from the 1983 foundational elections to the 2007 electoral instance Therefore we will preferably but not exclusively resort to the historical-political approach and to the theory of party systems (Sartori, 1992).

Keywords: Provincial political parties; Popular Movement of Neuquén; Río Negro UCR; Electoral democracy; Party systems

Introducción

Nuestra historia de veinticinco años de democracia debe ser analizada de acuerdo a los elementos que aportó para la continuidad del propio régimen. Cobra especial interés la tensión entre la realidad que dio lugar a la sucesión y regularidad de los comicios -la democracia electoral 1 - y la inflación de expectativas por una construcción distinta, inclusiva para toda la arena social, en clave de democracia de ciudadanos o en otros términos, un tipo de institucionalización basada en una ciudadaníade mayor intensidad (O´Donnell, 2003). Ambas dimensiones nacieron con el final abierto dejado por el último capítulo dictatorial argentino y si bien generaron diversos y sucesivos momentos de ilusiones y frustraciones, solo un continuo electoral bajo un sistema de partidos que fue mudando su naturaleza resultó el tipo de democracia "realmente existente".

Con respecto a la democracia electoral de las arenas provinciales, concretamente de Río Negro y Neuquén, desde 1983 se fueron consolidando sistemas de partidos donde una sola estructura partidaria ha dominado cada escena política. Ciertamente, Neuquén contaba para la nueva etapa con la confianza lograda por el Movimiento Popular Neuquino al haber sido gobierno en 1963 y 19732y con un liderazgo respetado aun entre sus oponentes. El MPN, -maquinaria política provincial de naturaleza neoperonista, creada a inicios de la década del sesenta-, ha triunfado de manera consecutiva en siete ocasiones en elecciones ejecutivas. La situación ha sido diferente en las contiendas nacionales a diputados, senadores y municipales, aunque no por ello el MPN ha sido menos exitoso.

En cambio, el mundo partidario construido en la provincia de Río Negro debió sortear desde el inicio la polarización entre las filiales del radicalismo y del justicialismo, además de la presencia potencialmente disruptiva de un tercer partido provincial. A pesar de ello, la Unión Cívica Radical ganó las elecciones de 1983 y de ahí en más las seis renovaciones del ejecutivo, aunque en dos de esas seis contiendas ha estado próximo a la derrota. La UCR rionegrina fue una de las fuerzas que ha sabido adaptarse a la mayor transformación de la política argentina de estas décadas: su "desnacionalización"3 . De allí que puede reconocerse en términos de  "partido provincial".

Por otra parte al observar la realidad federal, nuestra democracia electoral ha generado en diversas entregas un "país peronista" y otro marcado por la alternancia. Río Negro y Neuquén son los únicos territorios políticos electoralmente distantes de ambos "países". De allí la "excepcionalidad" norpatagónica. Nuestra afirmación podría matizarse, en el caso neuquino, por el origen peronista de su partido, que instaló en el imaginario provincial una fusión entre los ideales "clásicos" del justicialismo y los intereses locales. En cambio, en la vida electoral rionegrina ha sido el peronismo quién animó un primer tiempo bipartidista para luego encabezar un esquema de alianzas en oposición al radicalismo gobernante. Paradójicamente esa falta de incorporación de las provincias norpatagónicas al "país peronista" posibilitaron que participaran tanto de esa "alternancia imperfecta" (Russo, 2003), que ha hecho posible el claro predominio peronista en la escena nacional, como de aportes en términos de liderazgos a la elite política federal.

El objetivo del presente artículo es profundizar en la dinámica de los sistemas de partidos de ambas provincias, y observar a su vez el desempeño de las oposiciones, a partir de las elecciones fundacionales de 1983 hasta el ciclo electoral de 20074 . Para ello recurriremos preferentemente, pero no de forma excluyente, al enfoque histórico político y a la teoría de los sistemas de partidos (Sartori, 1992).

El predominio del Movimiento Popular Neuquino

El partido provincial de Neuquén no ha conocido crisis terminales ni de alejamiento del gobierno cuando jugó su suerte en las sucesivas contiendas electorales. Con su triunfo electoral de 2003, consolidaba cuarenta años de predominio en el escenario provincial. El 2007, alternancia de liderazgos mediante, renovó el desempeño exitoso de una maquinaria electoral y de gobierno que lo hace miembro pleno de la exclusiva familia de partidos dominantes con vocación hegemónica.

El exitoso desempeño del MPN se debe a su carácter de coalición populista articulada alrededor de la herencia del peronismo. En Neuquén el MPN es "vivido" como el "centro político" de la provincia y en tanto tal, la llave maestra para la integración y movilización policlasistas. Desde su fundación se fue constituyendo en una coalición con relativa autonomía dentro del esquema partidario nacional. Para asegurar esa autonomía colaboró cuando no fue un firme opositor frente a los actores políticos nacionales. Hacia 2002 dio un vuelco a este comportamiento: el partido provincial procuro paradójicamente obtener carta de ciudadanía nacional proyectando a su gobernador Jorge Sobisch como candidato a la presidencia de la Nación, experiencia que fracasa rotundamente en las elecciones de octubre de 20075.

El Movimiento Popular Neuquino funciona como un sistema político en sí mismo, del mismo modo que un sistema de partidos con un alto nivel de competencia. La sucesión de liderazgos, dirimidos en una arena electoral propia -internas continuas desde 1987- y otra "externa" -generales-, marcan el ritmo competitivo y la manera de procesar sus corrimientos "doctrinarios". En efecto, el MPN ha logrado algo más que meras continuidades dada por la sucesión ininterrumpida al frente del ejecutivo provincial. Sin duda, la más importante ha sido sobrevivir al carisma de uno de sus líderes fundadores, los hermanos Sapag. Hubo claras rupturas que dieron lugar a diversos "tiempos". El primero refiere al "partido fundacional de las políticas del bienestar", propio de su pasado neoperonista. El segundo del "empate" y la transición hacia un liderazgo de nuevo tipo. Por último, el tercero, de carácter clientelar-neoconservador. En orden de liderazgos, el inicio corresponde a la primera generación política de la familia Sapag, le sigue el período de disputa entre Felipe Sapag y Jorge Sobisch, (desde esos 1991 hasta el 1997) y el tercero está asociado al triunfo de este último en las internas por la conducción partidaria de 1997 y su retorno al gobierno provincial en 1999, junto a su reelección en 2003 y su lanzamiento presidencial de 2007.

No obstante ese predominio, el justicialismo fue tercera fuerza en las elecciones a gobernador de 1987 y 1999, y segunda en preferencias en las de 1983, 1991, 1995 y 2003; y tuvo también un buen desempeño en las elecciones a diputados nacionales.

En las elecciones a gobernador desde 1983, a excepción de las realizadas en 1999 y 2007, en las otras cinco oportunidades el MPN obtuvo siempre más votos que la segunda y tercera fuerza juntas, es decir que el PJ y la UCR en 1983, 1987, 1991 y 1995, o el Partido Justicialista y el ARI en 2003. Radicales y peronistas concurren en la contienda de 2007 bajo una misma fórmula, coalición que resultó segunda en preferencias6 .

Es conveniente señalar que la oposición al partido provincial ha estado conformada por un grupo de partidos, en su mayoría de ámbito nacional, caracterizados por su ambición legislativa y carente de una estrategia seria de construcción de poder a largo plazo. No obstante, su dispersión y fragmentación promedio fue baja hasta 2003, teniendo segundas y terceras fuerzas concentradas básicamente en las opciones justicialistas y radicales, ya sea en su variante sola como UCR, como Alianza, o en sus desprendimientos como el ARI. El carácter históricamente antitético de justicialistas y radicales, se ha convertido, a nuestro entender, en una de las claves del predominio emepenista, situación que se propusieron modificar ambas fuerzas a partir del ciclo electoral de 2003 -elecciones municipales de Neuquén capital-, reafirmado en los comicios a convencionales constituyentes y de renovación parcial de diputados nacionales de 2005, así como bajo la estrategia de la Concertación Plural para 2007.

Las elecciones a diputados nacionales confirman el papel predominante del MPN. De los 35 cargos en juego para todo el período, el partido provincial obtuvo 16, frente a 8 del justicialismo, 7 del radicalismo - computándole el cargo aliancista del 99-, uno del Frepaso y dos bajo la nueva coalición Frente Cívico para la Victoria. Lo mismo ha ocurrido con los senadores nacionales una vez que se inicio el ciclo de su renovación por elecciones directas. Para esas elecciones de 2001 el MPN obtuvo dos de las tres bancas en disputa, mientras el PJ la restante. Esta suerte se modifico en 2007 invirtiéndose los resultados a favor de la coalición UCR-PJ.

En los últimos años, la dinámica opositora neuquina agregó a su mundo de maquinarias partidarias los políticos sin partido7 . Estos, si bien fueron expresión de la crisis nacional de 2001 y de la descomposición de las fuerzas que antes integraban la Alianza, ya formaban parte del panorama político provincial desde mediados de los años noventa. Fueron parte de la crisis de representación y de una suerte de "parroquianización" de la vida política por parte de sectores dirigentes de los partidos nacionales. Tempranamente se colocaron en una suerte de reserva estratégica, al querer a su vez ser reflejo de las demandas ciudadanas críticas a una política centrada en los partidos. Asimismo, fueron expresión de una tendencia a la informalización de la práctica política en un momento de debilitamiento de las estructuras partidarias nacionales8.

Este tipo de político también apareció dentro del MPN, fruto del predominio de Jorge Sobisch sobre el núcleo fundacional de dirigentes del partido. La particular posición de su vicegobernador del período 1999-2003, Jorge Sapag, colocó a éste temporalmente más cerca de ese pequeño pero selectivo contingente de hombres políticos sin partidos9 . Ello se explica mayormente por el carácter excluyente del liderazgo de Sobisch, que anuló la dinámica dual propia de toda coalición populista en tanto "partido del orden" y "partido del cambio". A pesar de ello, la situación de orfandad partidaria de Sapag se modificó en un lento y trabajoso proceso por volver a actualizar ese esquema coalicional de cara a las elecciones de 2007, pasando previamente por la competencia interna de fines de 2006 contra el candidato sostenido por Sobisch, el ex gobernador Pedro Salvatori.

En este lote de políticos sin partidos deberíamos sumar a aquéllos que aceptaron la seguridad de los gobiernos municipales. Al ejercer una administración sin sobresaltos, acumularon un atractivo capital político para ser jugado en el momento oportuno; ejemplo de ello es el intendente de la ciudad de Neuquén, de signo político diferente al del ejecutivo provincial. El éxito alcanzado por este tipo de políticos se debió a un comportamiento sin compromisos, libre de las ataduras de los entramados corporativos de sus partidos y con una alta dosis de pragmatismo y personalismo. Se presentaron como la necesidad de quebrar una historia de dominio público de esas subculturas políticas. También de un renaciente parroquialismo político que tanto alimenta a estos actores sin partidos como al propio partido provincial.

El caso del radical Horacio Quiroga es un buen ejemplo. Arribó al gobierno de la ciudad de Neuquén de la mano de la Alianza, en 1999, y puso fin al largo dominio de ese municipio por parte del MPN. En las elecciones del 2 de marzo de 2003 vuelve a ganar las elecciones bajo el sello de la UCR, pero acompañado por el peronismo y otras fuerzas. Fue capaz de desentenderse de la propuesta oficial del partido radical para las elecciones a presidente y aceptar la candidatura de Ricardo López Murphy. Después de evaluar la situación favorable a Jorge Sobisch para su reelección, quebró el acuerdo con el peronismo y se refugió en una candidatura en la UCR para la gobernación. Pasada esa experiencia, se suma a la coalición "transversal" de 2005 entre el PJ, la UCR, figuras del "felipismo" (por Felipe Sapag), encabezada por un candidato sin partido que era Oscar Massei y que también intentaron repetir ese esquema en las elecciones a convencionales. Su experiencia logró continuidad en la contienda de 2007, y sumó nuevos actores de una fragmentación creciente.

Conviene señalar que otro conjunto de hombres políticos, junto a otras formulas que no alcanzan el estatus pleno de partido político -"expresiones políticas"- han privilegiado la arena política municipal, organizada en torno a lideres locales. Desde mitad de la década del noventa varias localidades del interior neuquino cuentan con este tipo de coaliciones, donde tienen cabida sectores emepenistas y peronistas. Otro componente dentro de este conjunto es reciente y refiere a la conversión de un movimiento social-gremial en formación electoral, la Unión de los Neuquinos (UNE) que hizo su debut en las elecciones de convencionales constituyente en 200510.

"Provincialización" y supervivencia electoral de la UCR en Río Negro

En el centro del sistema de partido rionegrino debemos colocar claramente a la Unión Cívica Radical. Solo o con alianzas de partidos menores, ganó todas las elecciones ejecutivas para gobernar la provincia. Pero además, y salvo para las elecciones de 1989 y 1995 y 2005, el radicalismo venció en todas las contiendas a diputados nacionales. A esto hay que sumarle los resultados favorables en la legislatura provincial y el gobierno constante de la mitad de los municipios.

Gran parte de este éxito fue fruto de la paulatina "provincialización" del partido, o mejor dicho de la oportuna separación de los derroteros nacionales del mismo. Como afirma Juan Carlos Torre, este proceso se aceleró desde 2001 con la caída del gobierno de De la Rúa y la pérdida de competitividad de la UCR, que llevó a muchos de los cuadros partidarios a replegarse sobre sus baluartes locales en el nivel provincial o municipal pero también a una silenciosa diáspora en busca de mejores oportunidades para continuar sus carreras políticas (Torre, 2003). No obstante, el radicalismo rionegrino no sostenía un discurso y una práctica totalmente coincidente con la de un partido provincial. No tenía un discurso federalista anticentralista, ni pudo oponerse a la mayoría de las políticas nacionales justicialistas. Podríamos afirmar que en realidad, combinó su carácter de partido profesional-electoral con una práctica territorializada de sostenimiento del poder. En este sentido, resulta central la conquista de los gobiernos locales y de las figuras convocantes que iban emergiendo en ellos, sobre todo en una provincia que es más una federación de ciudades y subregiones que un Estado provincial unitario.

Un buen ejemplo del control estatal de la UCR y su dependencia e interrelación con los liderazgos territoriales lo ofrece la figura de Alberto Icare y las elecciones de 2003 y 2007 en Bariloche. En 2002 accedía al ejecutivo comunal desde Solidaridad y Unión por Río Negro (SUR) para completar el periodo del intendente que había renunciado en plena crisis municipal. Seguidamente se asoció con el sector radical afín al gobernador Verani, que automáticamente le inyectó fondos al municipio vía coparticipación, permitiéndole encaminar la economía municipal. A cambio de esto, sería el candidato a intendente por el radicalismo en 2003, aportándole desde su liderazgo territorial votos muy importantes para el triunfo de Miguel Saiz. De esta manera, la UCR incorporaba una figura territorial y resolvía una necesidad de votos que pudo compensar la pérdida sufrida en el tradicional feudo de General Roca a manos del peronista Carlos Soria. Sin embargo, la precariedad de aquella coalición quedó manifiesta cuando el intendente de la localidad andina pasó a las filas de la oposición a la UCR en las elecciones de 2007.

Otro recurso que utilizó el radicalismo para permanecer en el poder fue la política de alianzas implementada desde principios de los noventa. Esta política, a pesar de su primario carácter azaroso, tuvo algunas constantes intencionales durante este período. El radicalismo atrajo a numerosas fuerzas de tamaño considerablemente inferior y con una corta trayectoria política en el nivel municipal. Esto le garantizaba una rápida satisfacción política de las mismas con poca pérdida de poder general.

Por otra parte, nunca procuró con total firmeza alianzas con las terceras fuerzas de cada momento. Primero con el Movimiento Popular Patagónico (MPP), seguidamente con el Frente Grande en la segunda mitad de los noventa, consciente de que su desempeño electoral perjudicaba principalmente a la primera fuerza opositora, el justicialismo. Sí acostumbró a repetir a nivel partidario la misma política de seducción o absorción que implementaba a nivel local. Es decir, atrajo dirigentes de diferentes fuerzas pero con cierto prestigio. Esto terminó, por caso, con la incorporación por etapas de integrantes del Frepaso, pero sobre todo de dirigentes del Frente Grande.

De la misma manera, y tras el triunfo de 2003, el gobernador electo, Miguel Saiz, buscó neutralizar a los principales dirigentes del MPP, que durante años habían enfrentado al radicalismo. Precisamente Julio Salto, su líder, aceptaba el ofrecimiento bajo la confesión de su cansancio de ser oposición y las críticas de miembros de su propio partido11.

En su momento el Partido Provincial Rionegrino (PPR), luego el MPP, después el Frepaso y por último, Encuentro por los Rionegrinos, se disputaron y sucedieron en el rol de tercera fuerza dentro de un sistema de partido con dos fuerzas principales y una de ellas predominante pero de forma débil. Este último calificativo está directamente relacionado con la cantidad de votos, ya que la mayoría de las veces la suma de los votos de la segunda y tercera opción política superaban al radicalismo12.
De todas formas, no fue en los momentos de mejor desempeño electoral de esas terceras fuerzas cuando la UCR las atrajo firmemente, sino que las fue desagregando, sumando por partes, o aliándolas cuando la pérdida de su caudal electoral ya no las convertía en una fuente suficiente de desgaste del justicialismo, sino en un riesgo de deterioro también para ellos.

Convertido en un auténtico partido profesional-electoral, con la expuesta práctica territorializada de sostenimiento del poder, realizando alianzas y manteniendo su base clientelar, enfrentaba la UCR la difícil renovación del ejecutivo en el 2007. Competía con una oposición que lograba una fórmula de consenso entre el justicialismo y el frentismo, evitando la presencia amenazante de una tercera fuerza y rompiendo así con la historia política de algo más de una década. No obstante, el radicalismo, gracias a la "neutralidad" del gobierno nacional; al nuevo acierto en su política de alianzas, esta vez con un "resucitado" PPR; a su oportuna campaña electoral y al manejo de los recursos disponibles en su carácter de oficialismo, lograba doblegar a la coalición natural, en un concierto nacional inicialmente favorable y teniendo esta última el dominio territorial de circunscripciones claves de la provincia, caso de Cipolletti y General Roca.

Los sistemas de partidos

En líneas generales cabe señalar que la emergencia de terceras fuerzas y el avance del proceso de territorialización-desnacionalización en términos de la afirmación localista junto al papel declinante del vínculo histórico entre estructuras nacionales y provinciales (Escolar y Calvo, 2002); la presencia de líderes huérfanos de los partidos cuando no de políticos sin partidos y "candidatos itinerantes" o de meras "expresiones políticas" (Quiroga, 2007); y la creación de nuevas entidades provenientes de movimientos sociales, son parte de las novedades que muestran cuan diversificados y complejos han resultado estos escenarios de lo que la literatura corriente nos presenta.

Las fórmulas dominantes en cada provincia fueron configurándose desde el despliegue de estrategias modernizadoras y prácticas de tipo clientelar, a través del desarrollo de políticas sociales donde el Estado tiene un rol destacado. Si bien durante el inicio del nuevo capítulo democrático las formas de gestión política dieron lugar a variantes restringidas de políticas de bienestar, progresivamente -mayormente en los noventa- fueron perdiendo las pretensiones universalistas de sus orígenes. Por otra parte, el predominio del MPN y la UCR respectivamente se debe en gran parte a que se fueron consolidando como auténticas coaliciones regionales o de agregación de liderazgos, no siempre permanentes. Esas coaliciones dominantes han sabido entenderse con formulas personalizadas imbricadas en su materialidad y sentido de existencia por la estrecha dependencia y control de cada aparato estatal a nivel provincial. Resultado de ello es una variante de Partidos-Estados. Es válido observar que dicha predominancia se consolidó en un proceso donde el principal objetivo de cada elite partidaria fue cierta estabilidad organizativa en la conservación y afirmación indiscutibles de las líneas de autoridad. De allí se explican los extendidos liderazgos en el tiempo de Felipe Sapag (1983-1987 y 1995-1999) y Jorge Sobisch (1991-1995 y durante dos mandatos consecutivos entre 1999 y 2007) para el MPN y de Horacio Massachessi (1987-1995) y Pablo Verani (1995-2003) en la UCR. Lo mismo parece observarse en Miguel Saiz (2003 y 2007) y en un liderazgo de segunda línea (como parte de la coalición emepenista durante el tiempo dominante de Sobisch) convertido en el liderazgo de reemplazo con Jorge Sapag.

Esa situación fue reforzada con un estilo político para sus liderazgos de "economía de capacidades institucionales" en términos de la disposición a concentrar el diseño y concepción de las políticas, verticalizar la ejecución, reducir el número de actores involucrados y simplificar al máximo sus instrumentos y procedimientos utilizados (Novaro y Palermo, 1996). Esta particular constitución y desempeño del MPN y de la UCR los hizo acreedores de una vocación hegemónica que cerró la oportunidad a la alternancia en el poder. De allí que en el concierto nacional son los únicos casos provinciales no peronistas que han excluido mediante la competencia electoral a otros actores partidarios en el gobierno entre 1983 y 2007.

No menos importante ha sido el papel de la oposición que siempre se expuso de manera fragmentaria y muchas veces "construida" por la propia lógica dominante de las estructuras políticas referidas. Contribuyeron al predominio de éstas desde la falta de colaboración no sólo entre partidos de nominaciones distintas pero afines ideológicamente, sino entre las estructuras de partidos presentes en las dos provincias. Esto último puede comprobarse mayormente en la Unión Cívica Radical, el Partido Justicialista, y en menor medida el Frente Grande o el Frepaso, el ARI o RECREAR. También en estructuras partidarias ya existentes de raíz provincial, como el Partido Provincial Rionegrino y el Movimiento Popular Patagónico para Río Negro y más recientemente Unión de los Neuquinos, para la provincia homónima.

En cuanto a la identificación de los sistemas de partidos que le corresponden a cada provincia, podemos afirmar en primer lugar y respecto a la provincia del Neuquén, que por el dominio del Movimiento Popular Neuquino, las características de la oposición y los políticos sin partidos, parece haberse conformado un conjunto sistémico basado en un sistema de partido predominante. Ciertamente el Neuquén político, desde 1983 hasta el presente, fue desarrollándose en el doble juego de la coexistencia y competencia regulada de distintos conjuntos partidarios. Dos de esos conjuntos resultaron permanentes. El predominante es el MPN. El segundo, se ha construido con el peronismo. Este resultó una experiencia abierta por demás competitiva, y que aun transitando por el camino de la fragmentación logró su supervivencia electoral. De acuerdo a su naturaleza competitiva, los dos conjuntos operan simultáneamente en las dos bandas del mundo de la representación política: la provincial y la local. También han avanzado a un nivel subregional. En cambio, un tercer conjunto de reciente conformación, procura cierta estabilidad en la competencia de menor rango, aunque algunas de sus piezas parecen proyectarse más allá de esta dimensión. Tiene expresión mayormente en las recientes coaliciones locales y marcadas por los procesos de individuación, personalización, mediatización y paradójicamente de la antipolítica emergente con la crisis de representación de principios del nuevo milenio.

Por otro lado, la pluralidad del sistema de partidos rionegrino no está en discusión, como así tampoco la tendencia mayoritaria que se desprende del régimen presidencialista y del sistema electoral, que con un mínimo del 22% para acceder a la representación por circuitos, facilita la formación de mayorías, desincentivando la creación de fuerzas políticas o, en su defecto, obligando a una política de alianzas que engloben previamente a los partidos menores. Estas características, entre otros factores, han llevado a que en el desempeño político real, la mayoría de las elecciones se hayan resuelto entre dos opciones partidarias que se disputaban la mayor parte del espacio político.

Respecto a la sucesión de terceras fuerzas, éstas pudieron implementar políticas públicas a nivel municipal, construyendo así su capital político principal; también han tenido relativa ingerencia en la política legislativa provincial, rara vez en la nacional; y han colocado algunos funcionarios en posiciones de segunda línea. Pero no han logrado concretar la renovación prometida en la política rionegrina; no han podido construir alternativas de poder provincial con independencia de las dos fuerzas históricas; y no han podido superar la dependencia de liderazgos carismáticos en la senda hacia el avance organizacional de sus formaciones políticas.

En la identificación de sistemas de partidos, encontramos que desde 1983 hasta principios de los noventa, los cargos ejecutivos y legislativos se resolvieron básicamente entre la Unión Cívica Radical y el Partido Justicialista. Si bien el PPR ya ha aparecido como tercera fuerza, no ha puesto en peligro la definición del ejecutivo entre los dos partidos mayores, y no ha tenido posibilidades reales de acceder al poder ejecutivo. Este sistema bipolar se ajusta, con sus matices, al sistema bipartidista de Sartori.

Por el contrario, desde principios de los noventa en adelante, con los resultados primero del MPP y luego del Frepaso, la política rionegrina observa los mismos dos partidos del período anterior, pero esta vez convergiendo en permanentes alianzas. Podemos afirmar que en algunos momentos hay entre tres y cinco partidos relevantes. Además, la tendencia es hacia la formación de dos grandes alternativas, dos alianzas, entre las que se dirime el poder. Esto retorna el sistema a la bipolaridad, pero ya no de dos partidos exclusivamente. A este período podríamos aplicar, por tanto, el sistema de partido de pluralismo limitado o moderado que postula el politólogo italiano.

En perspectiva y tomando en cuenta todo el periodo, las relaciones entre partidos en la provincia parecen consolidarse en un sistema de partido predominante, tras siete elecciones ejecutivas ganadas de forma consecutiva por la UCR, con o sin alianzas. Su predominio, quizás por las razones que esbozamos, ha sido morigerado pero nunca superado en elecciones libres. El porcentaje de votos y la diferencia que mostramos entre los votos del ganador respecto a la suma de los del segundo y tercero, nos permitiría definir un sistema de partidos pluralista moderado con estructura predominante. No obstante, tomando todos los procesos electorales y lo señalado respecto a la oposición y en particular sobre las terceras fuerzas, pareciera que el sistema de partido rionegrino sigue conservando en su base un imperfecto pero vigente bipartidismo.

Notas

1. Natalio Botana (2006) utiliza el concepto de "democracia electoral" como una realidad palpable, aunque en movimiento, distinta de la "democracia institucional". Si bien es discutible esta afirmación ya que el corazón de la democracia en cualquiera de sus versiones es la dimensión electoral, consideramos útil por su carácter descriptivo.

2. También participó, a través de Felipe Sapag como gobernador del Neuquén, durante el régimen militar de Onganía a Lanusse.

3. Conviene señalar que en el marco del proceso de desnacionalización del sistema político argentino y de territorialización del sistema de partidos, los espacios provinciales o subnacionales han adquirido una nueva dimensión convirtiéndose en objetos privilegiados de estudio a la hora de explicar los procesos políticos de nuestra democracia. De ahí la expansión de trabajos sobre los sistemas políticos en las provincias; el análisis de la organización y competencia partidaria subnacional; y el estudio de los regímenes y reformas electorales provinciales. Sólo a modo de ejemplo cabe citar las obras de Calvo y Abal Medina (h) (2001), Calvo y Escolar (2005) y Abal Medina (h) (2007).

4. Este trabajo recoge investigaciones previas ya publicadas: (Rafart, 2005); (Camino Vela y Rafart, 2003); (Rafart, Camino Vela y Quintar, 2004). También se incluye material del trabajo de investigación de Francisco Camino Vela (2005), "Partidos y sistemas de partidos en la Norpatagonia argentina. 1983-2003", defendido para la obtención del Diploma de Estudios Avanzados, Programa de Doctorado, Universidad de Sevilla. Finalmente, forma parte del programa de investigación Medio siglo de oficialismo, oposición y violencia institucional en las provincias patagónicas, 1957-2007.Un estudio comparativo: Neuquén, Río Negro y Chubut, de la Secretaria de Investigación de la Universidad Nacional del Comahue.

5. La formula encabezada por Jorge Sobisch ocupo el sexto lugar en preferencias nacionales. En la provincia del Neuquén quedo tercera con un 21 % de los sufragios.

6. Cuadro N° 1: Elecciones a gobernador. Porcentaje de votos del partido ganador frente a la suma del segundo y tercero. Provincia del Neuquén.


* Listas peronistas suman sus votos al candidato a gobernador por el MPN llevando sus propias nóminas a la legislatura provincial.
** UCR y PJ concurren en el marco del esquema concertacionista ideado por la administraci ón Kirchner. Fuente: Datos oficiales. Elaboración propia.

7. Esta definición esta contenida en unos de los intentos por conceptualizar las transformaciones de los partidos latinoamericanos durante la década del noventa del siglo XX (Cavarozzi, Marcelo y Juan Abal Medina, 2002).Estos, si bien expresan la crisis de los partidos y el alto grado de informalización de la actividad política, parecieran extremar los rasgos propios del político profesional que refiere Max Weber. Aunque con matices, también se acomoda a la imagen que nos dejara Joseph Schumpeter.

8. Entre los "políticos sin partido" resultaron Oscar Massei, candidato a gobernador por el PJ en 1983, fundador del partido Justicia Democracia y Participación, partícipe del Frepaso, diputado nacional en dos periodos y candidato a gobernador por la Alianza en 1999. En 2005 retorna al peronismo de la mano del Frente para la Victoria. También el ex diputado nacional y ex candidato a gobernador por el PJ en 1991, Oscar Parrilli, Secretario General de la Presidencia a partir de 2003.

9. Jorge Sapag acompañó a su padre Elías en la mayor parte de sus dos mandatos como senador. Ocupó el Ministerio de Gobierno entre 1993 y 1995. En 1999 accedió a la vicegobernación acompañando la fórmula encabezada por Sobisch. Toma distancia de éste al finalizar su mandato en 2003 para competir en noviembre de 2006 en las internas partidarias. Luego de ganar esa contienda en junio de 2007 triunfa en las elecciones generales.

10. Fue expresión electoral de la reunión de movimientos sociales y sectores militantes de gremios estatales enfrentados al gobierno provincial. Algunos de sus componentes habían participado de otras experiencias electorales desde mediados de los noventa.

11. Julio Salto fue dirigente del Partido Intransigente. Llegó a la intendencia de Cipolletti en 1987, y fue reelegido por otro período. Ocupó una banca en la Legislatura provincial y compartió la fórmula para el ejecutivo provincial con Remo Constanzo de 1995, que cae derrotada por una diferencia de medio millar de votos.

12. Cuadro N° 2: Elecciones a gobernador. Porcentaje de votos del partido ganador frente a la suma del segundo y el tercero. Provincia de Río Negro.


Fuente: Datos oficiales. Elaboración propia

Bibliografía

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