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Estudios - Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba

versão On-line ISSN 1852-1568

Estud. - Cent. Estud. Av., Univ. Nac. Córdoba  no.26 Córdoba dez. 2011

 

 

Espacio público, arte y protesta en Córdoba1

Gabriela Closa2


Resumen
En el año 2001, en el marco de la importante crisis que afectó a la Argentina y que provocaría el fin del gobierno del presidente Fernando de la Rúa, se puso de manifiesto una singular forma de protesta que se caracterizó por la apelación al arte. En efecto, en reiteradas ocasiones los reclamos estuvieron enmarcados en formatos que contaban con la participación de artistas en la creación de obras que se vinculaban con el objeto de la protesta y que, en muchas ocasiones, implicaban la participación de los ciudadanos como sujetos activos en la realización de dicha obra. En ese sentido, recuperamos la obra del grupo Urbomaquia, titulada La Mesa, la cual consistió en la colocación de una mesa de cincuenta metros de largo, en la calle peatonal en la que está situada la Legislatura de la Provincia de Córdoba y en la que los vecinos que circulaban por allí escribieron mensajes para los políticos. Esta inter vención en el espacio público requirió de la participación de la ciudadanía. El impacto de esta propuesta puso de manifiesto la crisis en los canales de representación tradicionales como también la atomización de las demandas sociales en un conjunto variado de expresiones.

Palabras clave: protesta - espacio público - arte - política - crisis

Abstract
In 2001, as part the major crisis that affected Argentina and bring about the end of President Fernando de la Rúa, revealed a unique form of protest that was marked by an appeal to art. In fact, repeatedly claims were framed in formats that had the participation of artists in creating works that were linked to the subject of the protest and, in many cases, involving the participation of citizens as active participants in carrying out such work. In that sense, we recover the group's work Urbomaquia entitled La Mesa, which consisted of placing a table fifty feet long, in the pedestrian street which is located in the Legislature of the Province of Cordoba, in which neighbors who wrote messages circulated her to the political class. This intervention in public space required the participation of the citizenry. The impact of this proposal revealed the crisis in the traditional channels of representation as well as the fragmentation of social demands in a diverse set of expressions.

Keywords: protest - public space - art - politics- crisis


 


Introducción

En 2001 se puso de manifiesto en Argentina una crisis de representación de singular magnitud. Si bien los acontecimientos del 19 y 20 de diciembre marcaron un punto de inflexión, el proceso que desembocó en esas jornadas se fue gestando a lo largo de la década precedente y adquirió particular dinamismo en la segunda mitad de ese año.3 Al cúmulo de actos de protesta, encabezados por trabajadores, desocupados y distintos colectivos, se sumó la aparición de una modalidad novedosa, si consideramos el período comprendido desde la recuperación de la democracia, cual fue el denominado «voto bronca». En efecto, se llamó de esta forma al conjunto de votos en blanco, nulos e impugnados que se emitieron en las elecciones legislativas nacionales que se realizaron en octubre de 2001. Por cierto, el fenómeno fue importante en la mayoría de los distritos electorales, alcanzando en algunos porcentajes sorprendentes. A modo de ejemplo, en la provincia de Santa Fe el «voto bronca» llegó al 40%, en la ciudad de Mar del Plata el 35%, en Capital Federal el 28%, en la mayoría de los distritos rondó el 20%.4

Los analistas, coincidieron en señalar que, la opción por este tipo de voto, no implicaba una impugnación al sistema democrático, sino más bien era expresión de un estado de malestar y de rechazo hacia el desempeño de los políticos. En este sentido, Juan Carlos Torre afirma que,

«el problema político de la crisis de representación partidaria no es el correlato previsible de un bajo rendimiento objetivo de los partidos; más bien, es el fruto de la existencia de una masa de ciudadanos movilizada en torno de la fiscalización del desempeño de los dirigentes políticos y el cumplimiento de sus promesas electorales».5

Paralelamente, la aparición de éstas expresiones daba cuenta de cambios operados en la cultura política, los cuales se sustentaron en una redefinición de los límites de lo tolerable, en la manifestación de las demandas en términos de derechos y en el aumento del umbral de exigencia respecto del desempeño de los políticos y del compromiso ciudadano.6 En ese marco, consideramos que el malestar se canalizó de varias maneras y una de ellas fue la recurrencia al arte. Este formato supuso la puesta en marcha de un dispositivo de intervención en el espacio público, en el cual resultó fundamental la participación de la ciudadanía. El impacto de estas propuestas y la aceptación que tuvieron, puso de manifiesto la crisis de los canales de representación tradicionales como también la atomización de las demandas sociales en un conjunto variado de expresiones.

El agotamiento de un modelo

La década del 90 fue escenario de cambios muy importantes en todas las dimensiones de la vida social. En efecto, la matriz económica, las funciones del Estado, el mundo del trabajo, los hábitos de consumo, las organizaciones sindicales, la ciudadanía, las formas de hacer política, por mencionar sólo algunas, fueron objeto de transformaciones significativas. Además, surgieron, al calor de los cambios aludidos, nuevos actores, que sumaron al conjunto su propia dinámica: los desocupados, los piqueteros, los nuevos pobres. En 2001, hicieron eclosión los elementos que, derivados de las reformas estructurales impulsadas por el gobierno de Carlos Menem, se fueron yuxtaponiendo de manera dramática desde la segunda mitad de la década precedente. En esa dimensión, podemos mencionar los efectos económicos y sociales de las privatizaciones, las consecuencias de la Convertibilidad, el aumento de la desocupación, el crecimiento de la pobreza. Paralelamente al descalabro económico y social, se desarrolló un proceso similar en el campo de la política: el conocimiento de los casos de corrupción, el vaciamiento del Estado, la venalidad de los funcionarios públicos, el cúmulo de promesas incumplidas, el mal funcionamiento de las instituciones, provocaron un marcado sentimiento de desafección hacia la política, de pérdida de confianza en la democracia y de apatía, lo cual generó una profunda crisis de representación. De este modo, los procedimientos vinculados a la puesta en marcha de la democracia fueron cuestionados como también lo fue la clase política, a punto tal de ponerse en tela de juicio el vínculo que unía a los argentinos en un colectivo o de llegar a formularse una consigna como «que se vayan todos», escuchada con tanta frecuencia a partir de la crisis de diciembre de
2001 y durante buena parte de 2002.

Hemos dicho que 2001 se caracterizó por una aguda conflictividad social. En efecto, desde el principio fueron frecuentes los reclamos, las protestas, las medidas de fuerza protagonizadas, fundamentalmente, por los trabajadores dependientes del Estado, las que se intensificaron desde mediados de año. Todo ello se produjo en el marco de un acentuado deterioro económico. En marzo, a las protestas desarrolladas por los trabajadores de las empresas privatizadas como Aerolíneas Argentinas y Austral, se sumaron las de los empleados estatales, particularmente del sector de educación por el recorte presupuestario anunciado por el ministro de Economía de la Nación, Ricardo López Murphy.7 En paralelo, se realizaban cortes de ruta en distintas provincias como Formosa, Jujuy, Chaco, Entre Ríos, Córdoba, Río Negro, Salta. Éste se había convertido en un habitual repertorio de confrontación desde los primeros cortes realizados en 1996 y era usado, fundamentalmente, por aquellos que habían perdido sus fuentes de trabajo, debido a la ola privatista y de apertura de la economía, de los noventa.8 Otro colectivo, particularmente movilizado, era el de los empleados públicos que reclamaban por los atrasos en la recepción de salarios y por el pago de los mismos con bonos.9 Las protestas fueron acompañadas y organizadas, en muchos casos, por las centrales sindicales la CGT (Confederación General del Trabajo) disidente y por la CTA (Central de Trabajadores Argentinos), como también por las distintas agrupaciones de trabajadores y desocupados que se formaron en esos años; tales como la Corriente Clasista y Combativa (CCC), la Federación Tierra y Vivienda (FTV), Barrios de Pie, Polo Obrero, por citar sólo algunas, las que desarrollaron una importante tarea en la movilización y en la organización del trabajo comunitario.10

En el marco de un panorama general marcado por la recesión, la caída estrepitosa de las reservas del Banco Central de la República Argentina, el incremento de la desocupación, de la pobreza y, en algunas provincias y sectores sociales, del hambre, el gobierno atinó a profundizar las medidas de ajuste. Ese fue el contexto de la implementación de la política de «déficit cero», en virtud de la cual el Estado iba a atender sus compromisos en función de la recaudación de impuestos. Así, se dispuso la reducción del 13% en los salarios de los empleados públicos, en las jubilaciones y pensiones y en los pagos a proveedores del Estado.11 Por este motivo, desde la llegada de Domingo Cavallo al ministerio de Economía, en abril de 2001, se incorporó otra demanda a las protestas de los trabajadores: la restitución del nivel salarial.

En relación al sector externo, el gobierno puso en marcha una serie de programas para renegociar la deuda externa, entre los cuales se pueden mencionar el «blindaje» y el «mega cange» los que, a pesar de haber sido anunciados como la solución definitiva, en breve demostraron su ineficacia para reducir las exigencias de los acreedores y remediar la vulnerabilidad de la economía argentina. Así, a la par del deterioro de la situación estrictamente económica, el fracaso de estos planes, erosionó la confianza de la población hacia quienes conducían la economía del país y más aún hacia quienes eran los responsables políticos de la misma.

El clima de desaliento se agudizó por el deterioro de la situación política. La coalición gobernante se llamaba la Alianza12 , reconocía la confluencia de dos partidos la Unión Cívica Radical (UCR) y el FREPASO (Frente para un País Solidario), y se había formado en 1997. En 1999, esta fuerza política ganó las elecciones nacionales que consagraron a Fernando de la Rúa (UCR) presidente de la Nación. En su momento fundacional, sostuvo una posición de ruptura con respecto a la forma de hacer política del menemismo, como también de recuperación ética para el manejo de los asuntos públicos. Al poco tiempo, esta formación política demostró su ineficiencia para plantear una dinámica diferente que diera satisfacción a las expectativas de los ciudadanos. Un momento clave, en este proceso de decepción, fue la renuncia del vicepresidente de la Nación, Carlos «Chacho» Alvarez, quien tomó esta determinación, en octubre de 2000, por una denuncia de sobornos en el Senado para forzar la sanción de una ley sobre el empleo, que impulsaba el ejecutivo.

Con este apretado panorama queremos resaltar el estado de conflictividad, malestar y desilusión que había en la población. Es difícil determinar los alcances de los estados de ánimo colectivos, pero en esos días a los problemas económicos, que se habían ido desarrollando desde las transformaciones estructurales del gobierno de Menem, se sumó la decepción generalizada a causa de las expectativas de regeneración que había promovido, en sus orígenes, el gobierno de la Alianza. Para colmo, los desaciertos del gobierno contribuyeron a que se conformara una idea colectiva de ineficiencia hacia los hombres de gobierno, los políticos y particularmente sobre el presidente de la Nación.

Las elecciones de Córdoba en 2001

En Córdoba, la protesta y movilización tuvo como principales actores a los gremios estatales: docentes, empleados de la Empresa Provincial de Energía (EPEC), del Banco de la Provincia de Córdoba y empleados públicos. Los motivos eran fundamentalmente, el reclamo por las reducciones salariales, por el proceso de privatización del Banco provincial, el rechazo al intento de traspaso de la Caja de Jubilaciones de la provincia a la nación y la restitución del 82% móvil en las jubilaciones. Otros temas que estaban presentes en los reclamos, se vinculaban con la defensa de la educación pública y del patrimonio provincial para lo cual se llevaron adelante, además de paros de actividades, concentraciones, marchas y otras actividades de alto contenido simbólico. En ese sentido, es importante destacar el abrazo que se hizo al Rectorado de la Universidad Nacional de Córdoba en el que participaron docentes, estudiantes y los gremios estatales.13

El gobierno de Córdoba, estaba en manos de José Manuel de la Sota (PJ), gobernador desde 1999 y líder de la coalición que lo había llevado al poder, denominada Unión por Córdoba. A lo largo del 2001 Córdoba fue escenario de tres procesos electorales. El primero, fue en julio y consistió en una Consulta Popular, impulsada por el gobierno de la Provincia, para evaluar la conformidad o no de la ciudadanía sobre la reforma de la Constitución Provincial. Dicha reforma tenía como objetivo primordial la transformación del Poder Legislativo de bicameral en unicameral. Los fundamentos de la misma giraban en torno a la necesidad de reducir los costos de la política. En efecto, con la conformación de una sola Cámara, la cantidad de legisladores descendería casi a la mitad. De este modo, la unicameral, estaría compuesta por setenta legisladores, sesenta y tres menos que la antigua Legislatura, conformada por las Cámaras de Senadores y de Diputados. También, se aludía a que la reforma promovería la reducción de la especulación electoral por cuanto la Legislatura se renovaría en su totalidad cada cuatro años, en coincidencia con la elección de gobernador. Como resultado de la Consulta, se impuso mayoritariamente el SÍ, razón por la cual en septiembre se realizaron las elecciones para Convencionales Constituyentes.

La segunda prueba electoral se llevó adelante el 2 de septiembre de 2001 cuando se realizó la elección para Convencionales Constituyentes. En esa oportunidad, Unión por Córdoba se impuso con comodidad, obteniendo el 45% de los votos. Por el contrario, la Unión Cívica Radical, partido que había sido predominante entre 1983 y 1995, estando al frente del gobierno provincial y municipal durante tres períodos consecutivos y, además, había contado con mayoría propia en ambas Cámaras de la Legislatura, hizo una de las peores elecciones de su historia. En efecto, obtuvo el 22,9% del total de votos. La gran novedad de esa elección, fue el elevado porcentaje de los votos en blanco, nulos e impugnados, los que en conjunto alcanzaron el 18%, convirtiéndose, de este modo, en la tercera fuerza. El cuarto lugar, también fue algo novedoso; se ubicó allí el Partido Izquierda Unida.

Resultados de las Elecciones de Convencionales Constituyentes14

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Los analistas coincidieron en señalar que una forma de expresar el rechazo a la clase política y al funcionamiento del sistema fue la emisión de un voto no positivo, considerando dentro de esta categoría la no concurrencia al acto electoral y a la emisión de votos en blanco o en condiciones de ser impugnados o anulados. Un porcentaje de no concurrencia, a los comicios, del 15%, es denominado «abstención técnica»15 y, en líneas generales, correspondía a la media de participación que tuvo el electorado de Córdoba en las distintas elecciones que se realizaron en el territorio provincial desde la recuperación de la democracia en 1983.16 Por ese motivo, se puede concluir que el porcentaje medio de participación oscilaba, por lo general, en el 85%. En paralelo, no se advirtió un descenso importante en la cantidad de votos que obtuvo De la Sota en la elección que lo llevó a la gobernación de Córdoba, en 1998. En esa oportunidad, Unión por Córdoba recogió el 49,64% mientras que en la de Convencionales Constituyentes, los guarismos llegaron a un 45%. Distinto fue el caso de la Unión Cívica Radical, partido político en franco retroceso, si se compara el porcentaje de votos de 1999, en las elecciones que llevaron a Fernando de la Rúa a la presidencia: 39,1%, con el disminuido 22,09% de septiembre de 2001.17

Diversos sondeos de opinión, señalaban, como las falencias atribuidas por los ciudadanos a funcionarios y legisladores, la falta de interés por la cosa pública, el egoísmo y la corrupción, entre otras.18 Asimismo, se reconocía que era mayor el rechazo y el malestar existente hacia el gobierno nacional de Fernando de la Rúa, que hacia el provincial de José Manuel de la Sota. En esa sintonía, «testimonios de fiscales y presidentes de mesa, que participaron en varias ocasiones, revelan que se encontraron con manifestaciones de repudio que no aparecieron otras veces, como votos cortados en pedacitos muy chiquititos, un gesto de bronca muy marcado.»19

En octubre de 2001, nuevamente hubo elecciones: se realizaron las correspondientes para la renovación de la mitad de la Cámara de Diputados nacionales (127 de los 257 que la integraban) y la totalidad de la Cámara de Senadores de la Nación (72 bancas). Además, en Córdoba se debían elegir los 70 miembros de la Legislatura Unicameral.

El cuadro que sigue expresa los resultados en toda la provincia:


Resultados en toda la provincia20

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El resultado de las elecciones indicó que se mantenían, con ligeras variantes, los guarismos de las de Convencionales Constituyentes: Unión por Córdoba y la UCR obtuvieron cantidades de votos similares; otro tanto ocurrió con los votos no positivos. Al igual que en la elección anterior, en la que se advirtió el estado de «bronca» de la sociedad, por lo que se expresó en el momento de votar, ahora también, fue muy importante la cantidad de votos anulados por la introducción, en los sobres, de boletas que tenían la imagen o los nombres de próceres, personajes de historietas o frases críticas o agraviantes hacia los políticos. Las demás fuerzas políticas, como el ARI, Movimiento de Acción Vecinal, Izquierda Unida y Polo Social Intransigente, se incorporaron a la Legislatura, con lo cual ésta se hizo más plural y reconoció la representación de otros partidos.

Protesta, ciudadanía y espacio público

Éste era el contexto en el que se hicieron presentes formas de participación vinculadas al arte, que denotaron cambios operados en el ejercicio de la ciudadanía y en la conformación del espacio público. Chereski reconoce que:

«la ciudadanía ha evolucionado en dos direcciones al desagregarse el sistema de pertenecías y creencias que la contenía. Por una parte, es propicia a reconocer liderazgos de nuevo tipo, de carácter más efímero que los del pasado; y por otra parte tiene, con frecuencia, propensión a representarse a sí misma o a crear formas de representación más directas y atentas a la vigencia de sus demandas».21

El espacio público es un lugar para la expresión de la ciudadanía y éste ámbito experimentó, en el marco de la crisis económica y de representación a las que hemos aludido, un proceso de resignificación. Aparecieron nuevas modalidades de participación en las que los ciudadanos fueron «invitados» a inscribir sus demandas en virtud de sus necesidades más urgentes y también de sus opiniones y posiciones. En ese sentido, la presencia de los ciudadanos en la arena pública asumió la voz de la denuncia, de la expresión de las posiciones frente a la cosa pública, sobre la política y los políticos. Como afirma Chereski, en el pasado el espacio público reconocía como presencias predominantes a los sindicatos y a los colectivos organizados. En este momento, si bien, mantenían su presencia, los actores mencionados, también lo estaban otros, que de manera más atomizada, menos organizada, más efímera o circunstancial, expresaban su posición y demandas.

En otros términos, podríamos esbozar la idea de que en un contexto de crisis aguda, la participación ciudadana se liberó del corset de las corporaciones y se diseminó en la multitud, asumiendo cada ciudadano una posición más comprometida con lo público. Esto se acompaña por la toma de conciencia de ser sujetos portadores de derechos. En ese sentido, revistió especial importancia el hecho de que, muchas de las demandas inscriptas en el espacio público se expresaron en términos de derechos y no exclusivamente de reivindicaciones o reclamos. Asimismo, es necesario recalcar que ambas formas de participación: la corporativa y la individual, no fueron excluyentes, una no negó a la otra, más bien, en conjunto, fueron expresión de las modalidades que adquirió la protesta en el escenario abierto con posterioridad a las reformas de los 90:

«en el espacio público se intercambian argumentos y a través de la opinión pública configurada por las encuestas se fortalecen o erosionan legitimidades de gobierno o de oposición, pero la «presencia» es de otra naturaleza: conforma un actor colectivo, que aunque puede ser fugaz, logra la dramatización de un reclamo o de un veto.»22

El arte como forma de protesta

En este contexto, de crisis generalizada, hubo expresiones artísticas que se instalaron en el espacio público y que cumplieron la función de canal de expresión de demandas de la ciudadanía. En efecto, en reiteradas ocasiones los artistas crearon obras que se vinculaban con el objeto de la protesta y que, por lo general, implicaban la participación de los ciudadanos como sujetos activos.

Este tipo de obra, abierta, que no está meramente expuesta en un lugar tradicional como un museo o una sala, sino que por el contrario, está instalada en un espacio común y requiere de la participación del público para adquirir sentido, son concebidas por los artistas como intervenciones:

«En el campo artístico se llama inter venciones urbanas al accionar sorpresivo de grupos de artistas, colectivos, en la vía pública. Estas acciones disruptivas interpelan a transeúntes en la rutina de sus recorridos urbanos. Con este accionar, fuera del espacio 'natural' del arte (salas, galerías o museos), los artistas demuestran su rechazo a una concepción hegemónica del arte dominada por las leyes del mercado. De ahí su elección de priorizar los procesos relacionales o lo efímero antes que realizar una obra tradicional».23

Es importante subrayar la interacción que se establece entre el público y los artistas, lo cual produce que la obra se constituya como un espacio o lugar de encuentro y de debate. En este sentido, la participación del público completa la obra. Además, los artistas «eligen puntos neurálgicos para resignificarlos, efímera pero intensamente, lo que demanda aspectos comunicativos muy afinados devenidos estratégicos, ya que las intervenciones se dirigen e interpelan a los eventuales transeúntes de la ciudad y no a un público específico y/o dispuesto hacia el arte.»24 Esa experiencia artística, «tiene un efecto a mediano y largo plazo, de digestión de la misma, de reflexión posterior, tanto en los partícipes como entre los que toman conocimiento de ella de manera indirecta.»25 Este tipo de obras, procura romper con la concepción del espectador pasivo y solitario para contribuir a la conformación de uno «activo y comunitario».26 De ahí se desprende que la producción de la obra de arte, la participación del público y de los artistas posibilita la apertura de un espacio para el ejercicio de la ciudadanía.

La vinculación del arte con la protesta política reconocía un antecedente importante en la lucha que llevaron adelante los Organismos defensores de los Derechos Humanos para instalar el reclamo en el espacio público.27 Ante las dificultades que imperaban en la dictadura para demandar por quienes no estaban, la acción de los Organismos «se condensó en un acto político que se enriqueció con la incorporación de elementos estéticos, plásticos, rituales, simbólicos, etc. La movilización y el acto son también producción significante, cuyas marcas en la ciudad terminan por impactar a la opinión pública. Rondas, pañuelos, fotos, nombres y fechas, presentan la ausencia.»28 En ese sentido, sin pretender ser exhaustivos en la ejemplificación, es importante mencionar las pintadas en las calles de la ciudad de Buenos Aires de siluetas que representaban la presencia (de la ausencia) de quienes habían sido desaparecidos durante la dictadura militar de 1976 y que recibió el nombre de El Siluetazo (1983).29

En Córdoba, en 1995 el grupo denominado: Artistas del Chancho y del Corpiño30 fue el creador de una obra que se instaló frente a la Casa Radical, en el centro de la ciudad. Para comprender el sentido de esta obra de intervención es necesario hacer referencia a la situación que imperaba en la provincia desde principios de ese año. El gobierno de Eduardo César Angeloz (UCR), a la sazón al frente del Ejecutivo provincial, desde 1983, se encontraba en un estado de cesación de pagos. En efecto, las consecuencias de la crisis mexicana bautizada en nuestro país como «tequila» se hacían sentir en la economía de la provincia desde fines del año anterior; a ello se sumaban los efectos de la política desarrollada por el gobierno provincial la cual se había caracterizado por el mantenimiento de un gasto público abultado, financiado por los bancos provinciales. Asimismo, se habían registrado numerosos casos de corrupción en perjuicio del Estado Provincial.31 Finalmente, el gobierno nacional se negaba a brindar auxilio financiero a Córdoba porque ésta no aceptaba aplicar, a rajatabla, la política económica, de corte neoliberal, impulsada por Ministerio de Economía de la Nación, conducido en ese momento por Domingo Cavallo. De acuerdo a esos lineamientos políticos, en Córdoba, se debía reducir el gasto público, privatizar los bancos provinciales y traspasar la Caja de Jubilaciones de la Provincia a la Nación.

A principios de 1995, el gobierno de Córdoba no pudo atender sus obligaciones con los empleados públicos, jubilados y proveedores. Esta situación derivó en un estado de conflictividad social importante en el que se reiteraron las huelgas y movilización de los sectores afectados. En junio, se sancionó la Ley de Emergencia Económica, por la que se autorizó la emisión de bonos para el pago de las obligaciones provinciales. En julio, el gobernador Angeloz renunció al fracasar las gestiones para obtener financiamiento externo y ante la tenaz oposición del gobierno nacional de auxiliar a la provincia. En ese contexto, asumió anticipadamente, el gobernador electo Ramón Bautista Mestre (UCR) y, enseguida puso en marcha un plan de gobierno orientado a la reducción de gastos y a la recuperación de la economía de la provincia. A consecuencia de la política adoptada por el mandatario provincial, su gestión estuvo jalonada por el conflicto permanente con los gremios estatales.32

Fue, precisamente, en las conflictivas jornadas de julio de 1995, a poco de asumir Mestre la gobernación de Córdoba, cuando los trabajadores estatales reclamaban por el pago de los salarios atrasados, que se instaló una escultura en la Casa Radical.33

La obra en cuestión era una alcancía con forma de chancho que, en la ranura, a medio introducir, tenía un papel, en el que se podía leer la frase: bonocobrai. La obra tenía muchas alegorías: la forma de la alcancía hacía referencia a la persona del gobernador porque a él se lo apodaba «el chancho». El papel, a medio introducir, representaba a los bonos que circulaban por la provincia y la leyenda escrita en él hacía un juego de palabras, con la similitud fonética de las voces bonos y vos no, que se construía apelando al regionalismo del habla. Por cierto, se aludía a los bonos, al tiempo que se decía vos no cobrás, en clara referencia al atraso en los pagos, a la incertidumbre que tenían los dependientes del Estado y al perjuicio que causaba recibir bonos.

En las también conflictivas jornadas de octubre de 2001, después de las elecciones del día 14, en las que fue tan importante la cantidad de votos negativos, el grupo Urbomaquia34 , presentó una obra titulada La Mesa, la cual consistió en la colocación de una mesa de cincuenta metros de largo, en la calle peatonal del edificio de la Legislatura de la Provincia de Córdoba. Sobre la mesa, cubierta con un mantel blanco, también se colocaron ciento diez platos, ciento diez fibrones para poder escribir e impresos sobre el mantel, los versos de León Felipe, que decían: «yo me pregunto, loqueros/ Si no es ahora./ ¿Cuándo se pierde el juicio?».35 Los transeúntes, que pasaban por allí, fueron «invitados» a dejar mensajes sobre el mantel, se les repartió un volante con un fragmento más extenso del mismo poema; «La gente pasa y se congrega con naturalidad en torno a esa mesa interminable; casi todos empuñan el fibrón y dejan constancia de su bronca, de su cansancio y su desencanto. Otros discuten o hacen comentarios.»36 Los mensajes se vincularon a la situación política de ese momento y, en su mayoría, fueron críticos hacia la clase política.

En esta obra, pudimos advertir la presentación de un objeto: mesa, que devenía texto porque sobre ella, los ciudadanos estaban invitados a expresar opiniones y/o demandas de distinto tipo. Necesariamente la obra vinculaba a la clase política, por el lugar donde se la ubicó, la Legislatura, con la satisfacción de una necesidad básica, como la alimentación, seriamente afectada a consecuencia de la crisis.

Así, el objeto mesa aludía a distintas cuestiones, por un lado hacía referencia a la alimentación, pero «asociada a la falta del alimento, pretendía convertir la imagen en una denuncia y una interrogación acerca de éstas y otras carencias en el ámbito individual y social.»37 Por otro, a un hecho social, colectivo, porque no era una mesa pequeña para pocos, sino por el contrario lo era de grandes dimensiones, para muchos; finalmente, se apelaba a la mesa no únicamente como objeto sobre el que come sino también como objeto alrededor del cual las personas se reúnen y discuten, una mesa/ ágora. En síntesis, la mesa se erigió en símbolo de debate y canal de expresión de los sentimientos de la sociedad. También dio lugar a la manifestación de distintas posiciones. En efecto, no todos quienes tuvieron contacto con la obra, reaccionaron de la misma forma, unos dejaron su mensaje, otros discutieron sobre el hecho, otros simplemente pasaron sin intervenir. Las artistas registraron mil setecientos textos en total que «provenían de adultos, jóvenes y niños» y develaban «lo que en cualquier trama social hay de enmascarado o subterráneo.»38

Una de las integrantes de Urbomaquia, Sandra Mutal, hacía referencia a lo que generó la obra en el público y al sentido que ésta adquirió en el marco de la situación crítica que se vivía, lo cual abre una serie de interrogantes sobre las condiciones de recepción de las obras de intervención y cómo éstas se constituyen en canales de expresión política:

«La obra se completa en la calle. La obra dispara algo. La gente inmediatamente empezó a escribir. Nosotros recogimos 1700 textos en el mantel desde teléfonos que les dejaban a los políticos, desde preguntas, pedidos, reclamos, insultos, sueños, lo que se desplegó en ese mantel fue una especie de catarsis social de la gente donde nosotros pusimos el mantel y el mantel se llenó de palabras entonces existió esa posibilidad en donde el otro se vio representado en esa obra, se la apropió y la completó.»39

Palabras finales

En este trabajo hemos descripto brevemente algunas, no las únicas, obras de intervención urbana que se instalaron en la ciudad de Córdoba en los últimos años, en el marco de situaciones críticas. Queremos destacar la importancia que las mismas adquirieron en la conformación de la ciudadanía ya que, al estar insertas en el espacio público posibilitaron la formación de ciudadanos comprometidos con los asuntos comunes y abrieron un ámbito de debate y reflexión. Las obras de intervención reconocen procesos que se despliegan en distintas dimensiones: por un lado son expresión de la voluntad del artista que, merced a una sensibilidad especial, interpreta lo que el conjunto de ciudadanos desea, necesita, reprime, pero también favorecen la toma de conciencia sobre esas necesidades, hace que la demanda pueda ponerse en palabras y actos, pueda salir de la esfera individual y transformarse en un hecho social, en una creación colectiva. Siguiendo a Habermas, decimos: «el espacio público se presenta como el lugar de surgimiento de la opinión pública, que puede ser manipulada y deformada, pero que constituye el eje de la cohesión social, de la construcción y legitimación (o deslegitimación) política.»40

En un momento de crisis como el que se vivió en 2001, el desánimo, la decepción, la protesta se expresó de diferentes formas. El estado de conflictividad fue intenso y hubo manifestaciones organizadas por gremios y por distintos actores sociales. También en el ámbito de la política electoral el malestar reinante se canalizó a través de lo que se conoció como el voto bronca. Se ha dicho, en varias oportunidades, que éste no se dirigió contra el sistema, sino que por el contrario la ciudadanía atendió el llamado de las urnas y, aunque en menor medida, participó, aprovecho la oportunidad del acto de votar, para expresar su crítica y su malestar.

El cúmulo de problemas emergentes en 2001 puso sobre la mesa la existencia de la crisis de representación, los ciudadanos renegaron de sus representantes habituales y de los canales consagrados por las normas. Aparecieron, entonces, nuevas experiencias de organización, como las asambleas barriales, las comisiones vecinales, las ferias del trueque, las empresas recuperadas, que daban cuenta del compromiso emergente entre los ciudadanos para hacerse cargo de las funciones que debían corresponder al Estado y que éste había desempeñado, siempre con dificultades, hasta la implantación de la política neoliberal. Estos nuevos planteos, formas de organización, la apelación a derechos vulnerados como la justicia, la educación, el trabajo, significaron un cambio en la cultura política y en ese cambio las expresiones artísticas fueron uno de los medios adoptados para conformarlo.

Notas

1 Trabajo recibido el 30/09/2011. Aceptado el 5/11/2011.
2 Coordinadora de la Maestría en Partidos Políticos, CEA-UNC. Docente en la cátedra de Historia Argentina II, Escuela de Historia, FFyH-UNC. Contacto: gabrielaclosa@hotmail.com
3 Los trágicos y violentos acontecimientos de los días 19 y 20 de diciembre desencadenaron el fin del gobierno de Fernando de la Rúa. En un contexto de marcado deterioro económico en el que se multiplicaban las expresiones de protesta a través de marchas, manifestaciones, cortes de calles, se empezaron a generalizar las peticiones de alimentos en ciudades del conurbano bonaerense, Rosario y Córdoba, entre otras. A esto se sumaron las limitaciones impuestas, a principios de diciembre, por la conducción económica, para el retiro de dinero de los bancos, lo que recibió el nombre de «corralito», lo cual incrementó el malestar y la desconfianza hacia el gobierno. El 19 de diciembre se produjeron saqueos en la ciudad de Buenos Aires. Por la noche, ante el clima de convulsión y descontrol que se percibía en todo el país, el presidente De la Rúa anunció, mediante un discurso que se difundió por Cadena Nacional, el establecimiento del Estado de Sitio. Esta medida precipitó una reacción impresionante por parte de los vecinos de la Ciudad de Buenos Aires. Una verdadera multitud, salió a la calle haciendo sonar cacerolas. La gente se congregó en la Plaza de Mayo y en las inmediaciones del Congreso Nacional, exigiendo cambios en el rumbo de la política y la economía. Cerca de medianoche el ministro de Economía, Domingo Cavallo, presentó su renuncia. Al día siguiente, 20 de diciembre, nuevamente se congregó una multitud en la Plaza de Mayo y en esta oportunidad, la Policía Federal, reprimió ferozmente a los manifestantes. En total se calcula que hubo cerca de veinte muertos y noventa heridos.
4 GORDILLO, Mónica (2010), Piquetes y cacerolas. El «argentinazo» del 2001, Buenos Aires: Sudamericana: 137 y 143.
5 TORRE, Juan Carlos, «Los huérfanos de la política de partidos. Sobre los alcances y la naturaleza de la crisis de repr esentación partidaria.», en Desarrollo Económico, Nº 168, Vol.42, enero - marzo de 2003, p. 656.
6 Torre ubica el desencadenante de este cambio cultural en las acciones desarrolladas por el movimiento de derechos humanos contra el terrorismo de Estado de la dictadura de 1976:«su crítica a una versión extrema de la arbitrariedad estatal proveyó los materiales para la construcción simbólica de una crítica más general a toda forma de ejercicio discrecional de los poderes públicos». Ibídem.
7 GORDILLO, Mónica, 2010: 114.
8 La petrolera estatal YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales) comenzó el proceso de privatización en 1992, durante el primer gobierno del presidente Carlos Menem. Esto provocó una verdadera debacle en las ciudades que se habían desarrollado en torno a las plantas de dicha empresa porque la mayoría de sus habitantes estaban empleados allí. La privatización implicó el despido de personal, la pérdida de fuentes de trabajo y con ello toda la población sufrió perjuicios considerables. Las primeras protestas se iniciaron en 1996 con la realización de puebladas en Cutral - Co y Plaza Huincul en Neuquén y Tar tagal y General Mosconi en Salta.
En esa oportunidad, apareció el corte de ruta, como un nuevo repertorio de confrontación, utilizado para darle visibilidad al reclamo y llamar la atención de las autoridades.
9 Las provincias afrontaron sus dificultades financieras con la emisión de bonos, también reconocidos como cuasi monedas. Esta práctica se generalizó desde la segunda mitad de los noventa y se retomó con variantes, durante 2001. Los estados provinciales pagaban sus obligaciones con los bonos y, en muchos casos, ésto implicaba un perjuicio para quien los recibía porque su cotización era inferior a la de la moneda de curso legal.
10 Sobre la organización de los trabajador es y desocupados, ver: SVAMPA, Maristella, PEREYRA, Sebastián (2003), Entre la ruta y el barrio. La experiencia de las organizaciones piqueteras, Buenos Aires: Biblos.
11 GORDILLO, Mónica, 2010: 112.
12 El nombre completo era Alianza por el Trabajo, la Justicia y la Educación.
13 GORDILLO, Mónica, 2010: 118.
14 La Voz del Interior, 04/09/01, 2A. El resaltado corresponde a la autora.
15 La Voz del Interior, 11/09/01, 11A.
16 Considerando las elecciones para gobernador y vice, los porcentajes de participación fueron: 1983: 86%, 1987:85%, 1991: 83%, 1995: 81%, 1998: 78,5%. Los porcentajes de votos en blanco en el mismo período fueron: 1983: 2,25%, 1987: 2,13%, 1991: 3,34%, 1995: 5,2,
1998: 1,9%. De los datos presentados se puede advertir, para las elecciones de Convencionales Constituyentes, el descenso en el porcentaje de participación, como el aumento de los votos en blanco que fue del 70% y del 8,6 % respectivamente. Igualmente, para considerar el voto no positivo hay que tener en cuenta los votos impugnados y anulados, que como se ha dicho aumentaron significativamente en septiembre de 2001. Esta información fue publicada por La Voz del Interior, 22/10/01, 3A.
17 La Voz del Interior, 11/09/01, 11A.
18 La Voz del Interior, 04/09/01, 2A.
19 Ibídem.
20 La Voz del Interior, 15/10/01, 16A. El resaltado corresponde a la autora.
21 CHERESKI, Isidoro. «La ciudadanía en el centro de la escena», CHERESKI, Isidoro (compilador), (2006) Ciudadanía, sociedad civil y par ticipación política, Buenos Aires: Miño y Dávila: 36.
22 CHERESKI, Isidoro, 2006: 39.
23 ROCA, Cristina, Artistas en la calle. Un arte que interpela al ciudadano. Bicentenario Goethe - Institut. Córdoba, 2011. www.goethe.de/ins/ar/cor/prj/bic/esindex/htm. Consultado el 04/07/11
24 Ibídem.
25 Íbidem.
26 Íbidem.
27 «La mayor eficacia del Movimiento de Derechos Humanos, para evocar el motivo de su accionar, fue la de crear una escena donde estampas reminiscentes sobreimprimen el espacio y el tiempo actual del acto político. Una nueva modalidad de acto para una cultura en la que la «publicidad» activa y la participación de los actores en las calles y plazas, fueron componentes importantes del lazo social con la política.» GONZÁLEZ BOMBAL, M. Inés, «Derechos Humanos: la fuerza del acontecimiento», AAVV. (1987), El Discurso Político. Lenguajes y acontecimientos. Buenos Aires, Hachette: 151.
28Íbidem, 152.
29 En el artículo citado de González Bombal, se presenta un listado de recursos desplegados por artistas plásticos en acompañamiento a la labor de las Madres de Plaza de Mayo. La autora indica que fueron tomados de La Bizca, revista político - cultural, editada en Buenos Aires, en 1985. Allí entre otros, se menciona: el uso de máscaras, la confección de manos que luego son enlazadas y colgadas entre el Congreso y Plaza de Mayo, bajo la consigna «En el año de la juventud, dé una mano a los desaparecidos, un cartel en el pecho por cada uno de los desaparecidos, al iniciarse el juicio a las Juntas Miliares, Títeres y quema de monstruos. Todas estas acciones se realizaron en 1985. Íbidem.
30 Este grupo estaba formado por docentes de la Escuela Provincial de Bellas Artes Dr. Figueroa Alcorta. ROCA, Cristina, op. cit.
31 El presidente del Banco Social de Córdoba fue procesado por mal ejercicio de la función pública.
32 Sobre el desarrollo de la crisis provincial. Ver: GORDILLO, Mónica, «El modelo cordobés y su crisis: la caída de Angeloz en 1995», Anuario de la Escuela de Historia , Escuela de Historia, Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba, Año III, Nº 3, 2003; CLOSA, Gabriela, «La recuperación de la democracia y los gobiernos radicales. Angeloz y Mestre (1983 - 1999)», TCACH, César (Coord.), Córdoba Bicentenaria. Claves de su historia contemporánea, Córdoba, Centro de Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba, 2010; Arriaga, Elisa, Franco, María José, Medina, Leticia, «Córdoba ante las reformas neoliberales. Apuntes para un estado de la cuestión», Ponencia presentada en las Segundas Jornadas de Historia de Córdoba, Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba, 18 al 20 de mayo de 2011.
33 La Casa Radical es la sede de la Unión Cívica Radical y está ubicada en el centro de la ciudad de Córdoba, en un lugar de confluencia de amplias avenidas, lo que hace que ése sea un punto de concentración habitual para reclamos y manifestaciones.
34 Una de las integrantes del grupo explicó: «El grupo de llama así por lo urbano y porque `maquia´ significa choque, enfrentamiento. Hacemos hincapié en la diversidad, en lo que significa estar en la calle y como el arte sale de los lugares convencionales y se instala en espacios públicos, no preparados para el arte.»La Voz del Interior, 25/10/01, 1C. Este grupo comenzó sus actividades en marzo de 2001.
35 http://urbomaquia.blogspot.com/ Consultado el 26/05/11.
36 La Voz del Interior, 25/10/01, 1C.
37 http://urbomaquia.blogspot.com/ Consultado el 26/05/11.
38 íbidem.
39 Entrevista realizada por Gabriela Closa a Sandra Mutal, integrante del grupo Urbomaquía, Córdoba, agosto de 2011.
40 BOLADERAS CURELLA, Margarita, La opinión pública en Habermas, en Anàlisi 26,
Barcelona, 2001, consultado en www.bioeticanet.info/boladeras.oppuHab.pdf

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