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Estudios - Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba

versión On-line ISSN 1852-1568

Estud. - Cent. Estud. Av., Univ. Nac. Córdoba  no.27 Córdoba jun. 2012

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

La cirugía cosmética: Productora de mundos posibles. Una mirada a la realidad mexicana
Elsa Muñiz1

Resumen
En la perfección se encuentra la «verdad corporal » de mujeres y hombres; y en las mujeres, la belleza es la verdad y la «norma». La búsqueda de la perfección pasa por diversos dispositivos corporales entre los que cumple un papel singular la cirugía cosmética, donde lo más significativo es su pretensión de normalizar el cuerpo de hombres y mujeres apelando a ideales de belleza definidos desde los medios masivos de comunicación o desde los quirófanos de los cirujanos. El auge de la cirugía cosmética en nuestros días obedece también a una concepción del cuerpo humano
como el espacio de construcción de la subjetividad y de la agencia de los individuos como parte de su hechura identitaria. La búsqueda de la belleza y la perfección corporal, en particular para las mujeres, está asociada a la obtención del éxito, a la posibilidad de ascenso social, al logro de mejores condiciones de vida y tal vez a conseguir un buen empleo o un buen matrimonio.
Palabras clave: dispositivos corporales, cirugía cosmética, cuerpo, belleza, perfección.

Abstract
Perfection is the «truth of body» both in women and men; but in women's bodies, beauty is rule and truth.The pursuit of perfection passes through diverse bodily devices, including cosmetic surgery where the most significant is its claim to normalize the body of women and men by appealing to ideals of beauty defined from the mass media or from operating rooms of surgeons. The boom of cosmetic surger y today is also caused by a conception of the human body as the space where subjectivity is constructed, where individual agency manufactures identity. The pursuit of beauty and bodily perfection, particularity for women, is associated to success, social upward mobility, and to better living conditions, perhaps also to achieving a good job or a good marriage, to the «raise of self-esteem» and to perennial youth.
Keywords: bodily devices, cosmetic surgery, body, beauty, perfection.

Presentación
Los sujetos, en particular las mujeres, en su presunción de ser bellas y perfectas han logrado cosificar cada vez más al cuerpo. La aspiración de no fragmentar a los individuos y concebirlos como sujetos en su totalidad, de no separar su cuerpo de la mente, se ha malogrado en virtud de su constante objetivación, de tal manera que ahora podemos diseñar y construir el cuerpo a nuestro gusto.

La suposición de que se es dueño del propio cuerpo encuentra asiento en el excepcional desarrollo científico de la modernidad tardía, y permite que la aspiración de obtener la belleza y alcanzar la perfección corporal, se convierta en una posibilidad «real», al mismo tiempo que refuerza la idea del cuerpo como una máquina que puede ser refaccionada, modificada y mejorada.

En el presente texto, se piensa a la cirugía cosmética en su carácter de dispositivo de poder, es decir, como ese conjunto de relaciones que se establecen entre elementos heterogéneos: prácticas, discursos, instituciones, arquitectura, reglamentos, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones morales, filosóficas, lo dicho y lo no-dicho.2 Al mismo tiempo y dado su talante normalizador y transformador, la cirugía cosmética se concibe como productora de mundos posibles, de mundos alternativos para quienes ven en ella la oportunidad de modificar su realidad. Estos mundos ficcionales están relacionados con el mundo real, es su punto de partida, la diferencia entre ambos es de grados o de intensidades. Tal vínculo es histórico y cultural, podemos decir que la distinción entre uno y otro es producto de un complejo proceso de socialización,3 en el que las transformaciones corporales constituyen un antes y un después y, en muchos casos, significa un cambio radical de la realidad.

Las ficciones que produce la cirugía cosmética son del tipo que atenta contra la naturaleza, que le «enmienda la plana», que la desafía y, al igual que la literatura de este género fantástico, puede trocar la fábula o el cuento de hadas en un relato de misterio y horror.4

Me interesa explorar la complejidad del nexo que se establece entre la cirugía cosmética y los dogmas, ficciones y creencias que la rodean y la constituyen, como elementos heterogéneos que definen un tipo de racionalidad justificatoria y se convierten en una función estratégica que controla a los sujetos a través de la transformación de sus cuerpos «defectuosos» en cuerpos perfectos. Su análisis, permite reconocer «el proceso de sobredeterminación funcional»5 del que participa, es decir, cada efecto, positivo o negativo, querido o no querido, entra en resonancia y en contradicción con los otros.

Así, la cirugía cosmética convierte el objetivo estratégico de producir sujetos bellos y perfectos, mediante las prácticas corporales de la medicina y la cosmética, en sujetos ficticios cuyas cualidades «irreales» son inalcanzables para la mayoría de hombres y mujeres, de este modo, sirven de filtro, concentración y profesionalización al ámbito del culto a la apariencia, con los resultados involuntarios y negativos que se constituyen en procesos excluyentes y discriminatorios para un amplio sector de la sociedad que no se asimila al modelo estético impuesto.

Por lo tanto, para explicar el proceso de socialización entre el mundo real y los mundos posibles creados por la cirugía cosmética, me parece imprescindible acercarme a lo más inmediato, concreto y palpable, a las prácticas corporales6 y a los significados atribuidos a partir de lo que se espera obtener de ellas. Las prácticas corporales quirúrgicas, a las que nos referimos aquí, constituyen sistemas dinámicos de acciones específicas encaminadas a la transformación de la corporalidad de los sujetos para alcanzar las representaciones de la belleza y la perfección requeridas por las sociedades contemporáneas, de ahí que haya una diversidad de prácticas quirúrgicas y cosméticas a las que mujeres y hombres recurren en diferente medida dependiendo de estas exigencias. Actúan como disciplinadoras del cuerpo individual y en gran medida como mecanismos reguladores del cuerpo colectivo en tanto se han convertido en prácticas masivas.

En cuanto a las ficciones que juegan en la comprensión de los mundos posibles generados por las prácticas de la cirugía cosmética encontramos, en primer término, el halo de infalibilidad que se le atribuye, el que nos dice que si es científico es irrefutable. La medicina es la expresión más reconocida socialmente en su carácter de ciencia y por tanto quien la ejerce, es decir, el médico que en nuestra sociedad goza de prestigio y legitimidad. La relación entre la infalibilidad de la ciencia y el médico como el poseedor de la verdad científica constituye un vínculo fundamental, de ahí lo irrefutable de su autoridad.

A las prácticas quirúrgicas cosméticas se les ha rodeado también de un conjunto de ideas que llevan a pensar en la efectividad y la inmediatez de las transformaciones corporales, pues es más rápido y efectivo someterse a una liposucción que pasar meses ejercitando el cuerpo y sometiéndose a dietas, la cirugía cosmética y sus prácticas «milagrosas» es otra de las ficciones de la cirugía cosmética.

En tercer lugar, las imágenes idealizadas demuestran la perfección en un rostro joven, en una piel firme, un cuerpo delgado, una cabellera sedosa y sin canas. Sin duda el argumento que sostiene la contundencia de la cirugía plástica en nuestros días es la fantasía de una permanente juventud. La cirugía cosmética en su calidad de dispositivo corporal explota las inseguridades de mujeres y hombres y se ofrece como la solución para elevar la autoestima, la cuarta fantasía. Los promotores de la cirugía cosmética aseguran que somos capaces de transformar todo aquello que no nos agrade de nosotros mismos, con lo cual la autoestima, lejos de elevarse se profundiza, pues colocan de manera permanente la atención de las mujeres en sus «fallas» corporales a la luz de los estereotipados modelos de belleza. El resultado es que se promueve una insatisfacción permanente y se produce una adicción a las cirugías desde la cual se emprende un camino sin retorno que conduce, muchas veces, al surgimiento de nuevas monstruosidades, todo lo contario a la perfección anhelada.

Siguiendo esta línea argumentativa podemos reflexionar acerca de las sociedades actuales como el tiempo y el espacio idóneos en el que la cirugía cosmética se posiciona como el medio más efectivo para lograr, no solo la perfección, la belleza, la juventud y por ende mantener en alto nuestra autoestima, más bien se convierte en la expresión más acabada del sueño dorado de la humanidad que es el dominio de la cultura sobre la naturaleza y el triunfo de lo humano sobre lo divino.

Los argumentos que sustentan mis reflexiones se desarrollan en los cuatro apartados siguientes, en ellos expongo más puntualmente cada una de estas «ficciones». Por la brevedad del espacio he dejado de lado algunos testimonios producto del intensivo trabajo de campo, así como algunas reflexiones producto de una investigación más amplia.7

Los hechos

La cirugía plástica en México, comenzó a generalizarse hacia los años cincuenta del siglo pasado y, a principios del siglo XXI, es uno de los países en los que más cirugías cosméticas se practican. Se cuenta ahora con la primera estadística mundial elaborada por la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética 8(ISAPS), la cual a través del instrumento llamado «Encuesta Global Bianual de la ISAPS», ha concentrado el 75% de procedimientos realizados en 2009 en los 25 países y regiones principales.9 En tal encuesta México aparece en el 5º lugar de los países con más intervenciones por razones cosméticas. Las mexicanas reiteradamente se someten a estos procedimientos, entre los más recurrentes para ellas son la liposucción, la abdominoplastia y la cirugía ventral del tronco.

Durante los últimos diez años se había sostenido que el procedimiento más común era el aumento de senos, no obstante la Encuesta Global revela una nueva tendencia, la que marca como la práctica más recurrente a la liposucción en un 18.8% de todos los procedimientos quirúrgicos; seguida del aumento senos 17%; la blefaroplastia (operación de los párpados) el 3.5%; la rinoplastia (operación de la nariz) el 9.4 %; y abdominoplastia el 7.3%. La encuesta demuestra además, que ha habido un desplazamiento de los procedimientos quirúrgicos hacia los no quirúrgicos, en gran medida, gracias a las innovaciones tecnológicas y médicas, tanto como la búsqueda de tratamientos menos costosos. Asimismo, se señala que el porcentaje de mujeres y hombres que se han practicado alguna cirugía cosmética es casi desconocido, no obstante han aparecido algunos datos poco confiables que refieren que más del 90% de quienes recurren a este tipo de prácticas son mujeres.10

Resulta difícil conocer con certeza la cantidad de procedimientos que se realizan anualmente en cada país pues gran parte de ellos se llevan a cabo de manera sigilosa o secreta. La clandestinidad adopta diferentes vías, me refiero al ocultamiento premeditado de las operaciones practicadas a muchas mujeres y hombres, quienes «disimulan» su cirugía cosmética con una intervención por tabique nasal desviado o argumentan una operación por hernia en lugar de una liposucción. Se vuelve secreto de familia.

Otro aspecto que dificulta el conocimiento sobre los resultados de las operaciones, son las cerradas opiniones de muchos médicos cuando se les cuestiona sobre el porcentaje de complicaciones. Sus respuestas son ambiguas y evasivas. «Si siguen las indicaciones no tiene porqué haberlas»; «Yo no opero si advierto algún tipo de problema psicológico» «Si supongo que el paciente no es candidato a la operación, no la hago»; «Trato de convencerlas de que tal o cual tipo de nariz no le es favorable, pero acaban por irse con otro médico que si les da gusto». Los interrogantes surgen cuando es cotidiano observar mujeres cuyos labios permanecen abiertos por la cantidad de botox que les han inyectado, o chicas con senos descomunales que sufren permanentes dolores de espalda, o aquellas que habiendo recurrido a un implante de glúteos, ha sufrido por el estallamiento del mismo.

La infalibilidad de la ciencia y el milagro de la transformación inmediata

Los avances científicos han sido tan ostentosos a partir del siglo XIX, que dan a la humanidad la impresión de patentizar un dominio total de la cultura sobre la naturaleza. En particular la medicina, en su carácter paradigmático de ciencia dedicada al estudio de la vida, la salud, la enfermedad y la muerte, muestra enormes adelantos tanto en el conocimiento de la fisiología humana como en el desarrollo de procedimientos y tecnología destinados a tratar enfermedades de toda índole, propiciando que la sociedad la perciba como la propietaria de la vida, de la corporalidad de los sujetos. El médico, entonces, es el poseedor de esos saberes y técnicas y por tanto, de la verdad científica. Así, la medicina como ciencia, el desarrollo tecnológico y el médico como practicante legítimo, constituyen los componentes de la apología que se hace de la cirugía cosmética en nuestros días.

Las clásicas fotografías del antes y el después crean la ilusión de una transformación inmediata. Tales representaciones de las bondades de las cirugías cosméticas obvian el post-operatorio y todas las molestias y el dolor que causan los métodos invasivos. No obstante, el milagro de la transformación con el mínimo esfuerzo, vale la pena, de un día para otro se recobra la figura y se transforma un rostro ordinario en el émulo de cualquier joven modelo o actriz de moda. «Angie» de 48 años, empleada de un salón en el que colocan uñas de gel, ubicada en una plaza del sur de la ciudad de México, me comentaba un día con cierta emoción infantil, sobre una chica que la miraba desde fuera y entró solo para decirle lo bien que se veía y lo mucho que se parecía a la actriz principal de la telenovela que en esa temporada se transmitía por tv. Angie tenía una rinoplastia, una operación que le hizo la barba partida, tenía delineado permanente en los ojos y estaba ahorrando para colocarse implantes en los senos. Su salario no era muy sustancioso, pero como sus hijos ya habían crecido, podía dedicar lo que ganaba e invertir en su persona.

La noción del cuerpo como la matriz biológica de la persona y como la parte de naturaleza que los individuos tenemos, así como la idea religiosa de que somos producto de la voluntad divina, hacen pensar en que los cambios físicos a través de la intermediación de prácticas como la cirugía cosmética obran milagrosamente. De este modo, la naturaleza del vínculo que se establece entre la infalibilidad de la ciencia y sus efectos milagrosos, es de carácter esencialmente místico, de profunda fe depositada en la persona del médico cuya sabiduría le permite funcionar como mediación entre los individuos y la divinidad de la forma en la que ésta se presente.

Belleza y perfección como norma

Susan Bordo en su notable texto Unbearable Weigth señala que las imágenes se convierten en una manera de interpretar el propio cuerpo, en una pedagogía perceptual. Nos enseñan cómo ver, son creaciones visuales, cyborgs visuales, que nos educan en lo que debemos esperar de la sangre y de la carne. Y se pregunta ¿somos lo suficientemente sofisticados para darnos cuenta de que esas imágenes no son reales? Pero, ¿acaso importa? No hay advertencias de que las imágenes son producidas por computadoras, que no esperes lucir de la forma en la que miras a las modelos, pero ¿quién se preocupa por la realidad cuando la belleza, el amor, la aceptación, llaman?.11. Esta perfección virtual es el milagro que se espera conseguir a través de diversas estrategias y prácticas corporales de belleza, desde el ejercicio, las dietas, las prendas para resaltar alguna parte de la figura, para estilizar la silueta, el maquillaje, el teñido del cabello y fundamentalmente, la cirugía cosmética como el remedio definitivo para solucionar los «defectos» de nacimiento.

La belleza en primera instancia pasa por el rostro de las personas. Como ha propuesto David Le Breton.

El rostro traduce en forma viva y enigmática lo absoluto de una diferencia individual, aunque ínfima. Es una cifra, en el sentido hermético del término, un llamado a resolver el enigma. Es el lugar originario donde la existencia del hombre adquiere sentido. En él, cada hombre se identifica, se encuentra nombrado e inscripto en un sexo. La mínima diferencia que lo distingue de otro es un suplemento de significación que da a cada actor la sensación de soberanía de su propia identidad. El rostro único del hombre responde a la unicidad de su aventura personal.12

En su argumento sobresalen dos afirmaciones que me gustaría retomar. La sensación de soberanía de la propia identidad de los sujetos y la unicidad de la aventura personal que brinda la unidad y lo absoluto de la diferencia.

Ahora no se busca ser normal sino perfecto de una manera homogénea, de tal manera que esa perfección virtual se ha vuelto la normalidad, entendida ésta como lo cotidiano, lo uniforme y por supuesto lo normativo. Por ejemplo, las prótesis de mama vienen por medidas estandarizadas, las medidas de glúteos también. En el mercado encontramos prótesis de nariz, de mentón y de pómulos con formas homogéneas. Los contornos faciales atienden a un patrón de cara ovalada del que se retiran las mejillas regordetas. Los labios voluminosos por los implantes, los injertos y las inyecciones de colágeno o ácido hialurónico y agrandados por efecto del lifting, persiguen una apariencia voluptuosa y sexy. Los ojos de color usando lentillas de contacto, agrandados y sin ojeras ni arrugas mediante una operación llamada blefaroplastia que también se realiza a mujeres y hombres de rasgos asiáticos.

En esta búsqueda de la perfección estandarizada, la diferencia se está perdiendo. La noción de autonomía de la identidad está en riesgo. David Le Breton ha subrayado que la cultura y lo social modelan la forma y los movimientos del rostro, y la forma en la que se ofrece al mundo, es un compromiso entre las orientaciones colectivas y la manera personal en que cada actor se acomoda en ellas.13 No obstante en la era del boom de la cirugía cosmética el sujeto o actor, como él lo llama, pierde su unicidad, las transformaciones que se llevan a cabo en los rostros en un frenesí por alcanzar la belleza aceptada, hace las funciones de una máscara. En esta búsqueda la máscara o las transformaciones,

Suelen tomar las riendas, apoderarse del hombre, quien creía dominar, orientar su acción. Querer escurrirse a hurtadillas de los propios rasgos no es una intención libre de riesgos. Cambiar de rostro implica cambiar de existencia, librarse o tomar una distancia provisoria, no sin peligros, del sentimiento de identidad que hasta ese momento regía la propia relación con el mundo.14

La belleza para Georges Vigarello, es histórica, plantea diferencias en sus códigos tanto como en las maneras de enunciarla y de mirarla. La belleza es social y sus criterios estéticos directamente experimentados en la atracción y el gusto, se enuncia en los gestos y en las palabras cotidianas.15 Implica también la belleza que expresan los actores sociales, observada por ellos; sus normas, sus perfiles y también al de los medios de embellecimiento o conservación de la belleza, los que dan sentido al cuidado, a los ungüentos, a los afeites, a los secretos. Tiene que ver con lo que gusta o disgusta del cuerpo en cada cultura y en determinado tiempo, a las apariencias que se valorizan, a los contornos que se enfatizan o se desprecian. A su alrededor se constituyen imaginarios que emergen a la superficie de los cuerpos; comprende el aspecto y los modales, involucra el «sobrecogimiento de los sentidos», la inopinada sensación de no poder describir la «perfección».16

En un análisis de la belleza no puede dejar de considerarse, los modelos de género y las identidades pues si bien es cierto que tanto hombres como mujeres acuden a los quirófanos para realizarse cualquier transformación, sabemos que son las mujeres las más proclives a este tipo de procedimientos. Los esquemas de dominación ejercida sobre las mujeres, señala Vigarello, tienen su correspondencia con el universo estético.

Como sabemos, la cirugía cosmética corrige las facciones del rostro, la más común es la rinoplastia, operación de nariz; la de pómulos, labios, ojos, papada, barbilla. Las transformaciones faciales son las que con mayor claridad muestran la adopción de los patrones estéticos hegemónicos traduciéndose en lo que se ha dado en llamar «etnocirugía». Podemos decir que en México la mayoría de los procedimientos estéticos son etnocirugía, ya que el blanqueamiento de la piel, la modificación de la nariz mestiza, incluso el teñido del cabello son cambios físicos que apuntan a «mejorar la raza», tal como afirman muchos médicos que han denominado «paciente étnico» a quien recurre a ellos con la intención de cambiar algún rasgo característico de tipo racial.17


La fuente de la eterna juventud ¿un pacto con el diablo?

Me hice una operación en el contorno de los ojos para quitarme las arrugas. También me estiré la cara y el cuello para no verme tan vieja...estoy contenta, no sabes el sufrimiento que era levantarme y mirarme al espejo, no me reconocía...ahora estoy rejuvenecida.

Este es el testimonio de una mujer de 55 años que se ha practicado cuatro operaciones en el rostro y una liposucción, su más grande pesadilla es envejecer. La propaganda que despliegan los consultorios y las clínicas donde se practican cirugías cosméticas prometen el rejuvenecimiento o les ofrecen a las mujeres que se mantendrán jóvenes por siempre.

La cirugía cosmética se concibe en nuestros días como «la fuente de la eterna juventud», una quimera que prácticamente ha acompañado a la humanidad a través del tiempo y del espacio. Y, en segundo lugar, sabemos que realizarse una intervención quirúrgica con fines cosméticos es iniciar un viaje sin retorno. El envejecimiento es un proceso que sigue un curso y no hay vuelta atrás, no es posible detenerlo, es producto del paso el tiempo, el cual no está en nuestras manos controlar. En los años recientes, la cirugía cosmética se plantea como una solución a los problema de «las «imperfecciones » con las que nacemos, así, cada vez son más las mujeres jóvenes las que deciden practicarse una cirugía cosmética. No obstante, es bien sabido que quienes inundan los consultorios y clínicas, son las mujeres de mediana edad y las que se ubican en la llamada tercera edad. Recordemos que junto con la raza y el género, la edad es una de las marcas más significativas de la subjetividad de las mujeres, así como de la diferencia entre las mismas.

La información sobre el número y las edades en las cuales las mujeres se practican las cirugías estéticas, es escasa y la que se puede encontrar en medios como el internet es muy estandarizada, sin embargo, la que existe puede darnos una idea acerca de la recurrencia de este tipo de intervenciones quirúrgicas. Haciendo un promedio de los porcentajes que pueden encontrarse en diversos sitios de internet, vemos que entre las mujeres de 30 a 50 años de edad, se llevan a cabo el mayor número de cirugías cosméticas, entre el 43 y el 47.5 %; seguidas por las de 50 a 65 que se operan entre el 25 y el 35%; las mujeres de 19 a 30 años en un 22%; las mujeres mayores de 65 años en un 6% aproximadamente. Entre los tipos de operaciones que se realizan, el primer lugar lo ocupa, con 54%, las faciales entre mujeres de 30 a 65 años de edad, y como dato significativo, México es el país en el que se mayoritariamente se aplican las inyecciones de botox.

Estos datos nos permiten inferir que las mujeres mexicanas de entre 30 y 65 años, tienen una preocupación principalísima por combatir el envejecimiento facial. De hecho los médicos, en una interesante percepción en la que cruzan género, raza y edad, han reflexionado en torno al «envejecimiento facial en la mujer mexicana»: 18

Con el envejecimiento facial, la mujer mexicana presenta cambios óseos graduales, principalmente en el grosor del borde supraorbitario, así como cambios en los tejidos blandos, caracterizados por ptosis de los párpados, adelgazamiento de la piel que los cubre y descenso de los cantos y de las cejas. Estos cambios permiten al cirujano plástico planear en forma estratégica los procedimientos quirúrgicos que debe realizar para la corrección del envejecimiento facial, de acuerdo con la edad de las pacientes.19

Lo primero que llama la atención en esta definición médica, es el tratamiento de la vejez como un «defecto» que se debe «corregir». Esta mirada de aquellos que tienen el poder de la verdad científica vuelve defectuosas a todas aquellas personas que han rebasado cierta edad, de tal manera que cada vez es más temprana la necesidad de detener los efectos del paso del tiempo sobre la piel y las mujeres aun antes de los 30 comienzan, no solo a utilizar cremas y afeites antiarrugas sino a practicarse piling o estiramientos faciales.

La corrección de los efectos del envejecimiento han llevado a los médicos a establecer discusiones en torno a ellos y hasta catalogarlos, es el caso, por ejemplo, de la llamada «nariz senil». Los doctores Cuenca-Guerra y Cota,20 señalan en un interesante artículo especializado que con el avance de la edad debido al «descenso y rotación posterior del ápex nasal y en supuesto acortamiento de la columela, la nariz ópticamente se alarga y aparenta un crecimiento de la punta...» ,21 el/la paciente pueden mostrar una pseudogiba provocada por la falta de proyección del ápex.22

Según estos especialistas, en los últimos quince años 360 pacientes se sometieron quirúrgicamente a ritidoplastia, de los cuales 85 eran hombres y 275, mujeres, con edades de 48 a 68 años de edad y los hombres y de 43 a 72 años las mujeres, de estos, al 88.05% se le practicó rinoplastia restauradora. La ritidoplastia o rejuvenecimiento facial, es un proceso mediante el cual se remueve el exceso de piel en la cara y se corrigen los ángulos faciales que se pueden encontrar alterados por efectos de la gravedad. Este procedimiento se realiza muchas veces al mismo tiempo que otros procedimientos como es la blefaroplastia (operación de párpados) y elevación de la cola de la ceja.

Es importante mencionar que las intervenciones para el rejuvenecimiento se han extendido a otras partes del cuerpo, esto incluye obviamente, las liposucciones y mastoplexias, pero significativo es el hecho de las operaciones que se conocen con el nombre genérico de «Cirugía estética vaginal».

Según los promotores de este tipo de operaciones, el rejuvenecimiento vaginal laser se refiere específicamente a la vagina, se diseñó para mejorar la satisfacción sexual en aquellas mujeres que presentan «defectos» en sus paredes por laxitud producida «exclusivamente por los partos» porque daña sus estructuras y músculos, por lo tanto, las paredes vaginales se ensanchan disminuyendo la fricción y el placer durante las relaciones sexuales. Además del envejecimiento se atiende a pacientes con vagina amplia por defectos en el colágeno.

No podemos concluir con este apartado sin mencionar que muchas mujeres que acuden a los servicios de cirugía cosmética aluden a razones complejas que rebasan el mero hecho de envejecer físicamente. En una sociedad como la nuestra, la vejez no consiste simplemente en arrugarse la piel o la disminución de ciertas capacidades motoras o visuales, entre otras, el hecho es que ser viejo tiene un significado cultural que coloca a estos sujetos al margen de la sociedad.

Considerar a la cirugía cosmética como la fuente de la eterna juventud o como el mecanismo idóneo para aumentar la autoestima obedece a una mirada positiva y optimista de un proceso que resulta ser un pacto con el diablo, una fantasía que en muchos casos culmina en una pesadilla.

Al mismo tiempo la cirugía cosmética ha desatado una de las discusiones centrales, como la que se refiere a la agencia de los sujetos para decidir sobre sus cuerpos y realizar las transformaciones que deseen, frente al imperio de las imágenes, como las denomina Susan Bordo.23 En esta discusión, el argumento más poderoso es, precisamente el de la autoestima.

Las personas buscan convertirse en lo que quisieran ser, no obstante, los discursos en los medios, la publicidad en torno a los beneficios de la cirugía cosmética, así como la propaganda de los médicos especialistas y las clínicas de belleza, utilizan como mecanismo de persuasión, el énfasis en los «defectos corporales», desde una nariz alejada del modelo, una silueta estigmatizada por el exceso de grasa, hasta el grave defecto de envejecer.

Es paradójico pensar en que el recurso para elevar la autoestima sea profundizar en los «errores» que la naturaleza tuvo con nosotros, para corregirlos. La primera cirugía cosmética es solo el inicio de una carrera que no tiene fin, en cada intervención surge la necesidad de realizar otra y otra más. Las prácticas consecutivas de cirugía cosmética profundizan la insatisfacción con el propio cuerpo, al mismo tiempo de que las mujeres están siempre pendientes de la próxima operación, se va profundizando en la fragmentación del sujeto.

Existe la adicción patológica a las cirugías cosméticas y también los desórdenes dismórficos, entendidos estos, como un desorden mental caracterizado por la obsesión de una persona por un defecto leve o imaginado en su aspecto, hasta el grado de sentir un malestar o disfunción, clínicamente significativa.24 Se han identificado tales expresiones entre las y los pacientes que recurren a las cirugías de manera casi ordinaria.

A manera de colofón: La cirugía cosmética creadora de mundos posibles para las mujeres.

Me gustaría concluir con una reflexión sobre la importancia que la cirugía cosmética tiene en nuestros días en términos de la definición de la identidad de género al tomar parte en los procesos de materialización de los sujetos, en particular, desde su capacidad para crear mundos posibles creados a partir de la perfección y la belleza que prometen.

Desde diversos análisis se ha reflexionado acerca de la preeminencia de lo individual sobre lo colectivo en las sociedades contemporáneas, en particular, en lo referente a la importancia del cuerpo como parte del proyecto personal. No obstante, la tensión entre la persecución de un ideal identitario muy personal y las ficciones corporales imperantes en estas sociedades, se convierte en una de las paradojas más reveladoras del extremo contemporáneo. En este sentido, retomando a Judith Butler, considero necesario poner de manifiesto la relevancia de la performatividad de las prácticas y los discursos que hacen realidad lo que nombran mediante «la apelación a la cita»,25 en este caso, de las quimeras producidas por imágenes de mujeres sometidas a cirugías cosméticas. Supongo, con la autora, que los procesos de identificación no se dan como una actividad imitativa, mediante la cual un ser consciente se moldea a imagen y semejanza de otro, por el contario, «la identificación es la pasión por la semejanza, mediante la cual emerge primariamente el yo».26 El yo, enfatiza Butler citando a Freud, «es un yo corporal», ese yo es, además, «una proyección de una superficie» que ella caracteriza como una «morfología imaginaria», y señala:

..esta morfología imaginaria no es una operación presocial o presimbólica, sino que se trata de una operación orquestada mediante esquemas reguladores que producen posibilidades inteligibles y morfológicas. Estos esquemas reguladores no son estructuras eternas, sino que constituyen criterios históricamente revisables de inteligibilidad que producen y conquistan los cuerpos que importan.27

La belleza considerada como un atributo de la feminidad participa de los esquemas reguladores que hacen inteligibles los cuerpos femeninos únicamente si se ajustan a los requerimientos de ciertos modelos de belleza aceptados y promovidos desde los medios y el quirófano. Entonces, las prácticas y los discursos de la belleza y la perfección, forman parte del proceso de materialización de los cuerpos femeninos, la cual será «una especie de apelación a las citas, la adquisición del ser mediante la cita del poder, una cita que establece una complicidad originaria con el poder en la adquisición del 'yo'»28.

En este sentido, la cirugía cosmética se constituye en un dispositivo por demás performativo, que participa de la materialización de los cuerpos a través de normas reguladoras que determinan su viabilidad, al contribuir a la creación y a la recreación de ficciones corporales que se procuran imitar. La exacerbación de las características corporales atribuidas a la feminidad con el uso de implantes y procedimientos que delinean tanto las figuras femeninas como las masculinas, obedece a las prácticas forzadas y reiteradas de los regímenes sexuales reguladores. En estos regímenes de discurso-práctica- poder resulta insostenible pactar con las propias aspiraciones ni con la existencia de un sujeto con agencia. La cirugía cosmética produce los cuerpos que un juego de ficciones nombran, cuerpos apreciados como perfectos, del mismo modo aquellos cuerpos que no llegan a materializar dicha norma.29

Notas

1 Doctora en Antropología, Maestra en Historia y Especialista en Estudios de la Mujer por El Colegio de México; Profesora investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, Posgrado en Estudios de la Mujer, México. D.F. Contacto: emunizfem@yahoo.com
2 Foucault, (1977): 93.
3 González, «Los textos ficcionales como mundos posibles», http://servicio.bc.uc.edu.ve/educacion/revista/a2n20/2-20-12.pdf
4 Véase el libro de reciente aparición: La cirugía cosmética: ¿Un desafío a la naturaleza?, donde se trata de manera más amplia y profunda la temática aquí abordada, Muñiz (2011).
5 Castro, (2004): 99.
6 Las prácticas corporales como sistemas dinámicos y complejos de agentes, de acciones, de representaciones del mundo y de creencias que tienen esos agentes, quienes actúan coordinadamente e interactúan con los objetos y con otros agentes que constituyen el mundo; si consideramos que forman parte del medio en que se producen, es decir, que son históricas, estaremos de acuerdo en que los procesos cambiantes que las caracterizan y diferencian, no son independientes de las transformación del medio y/o del contexto en el que se desarrollan, Muñiz, (2010): 41-42. Hemos propuesto como eje de la investigación a las prácticas corporales consideradas, en primer término, desde las dos series que constituyen el biopoder y la biopolítica: la serie cuerpo-organismo-disciplina- instituciones; y la serie población-procesos biológicos-mecanismos reguladores-Estado, Foucault, (1999): 202.
7 Este trabajo forma parte de la investigación titulada «Disciplinas y prácticas corporales en la modernidad mexicana. Una mirada transdisciplinaria de la construcción cultural del cuerpo y las identidades (género, raza, etnia, edad, sexualidad)», apoyada por el Consejo Nacional de Ciencia y tecnología (CONACyT) de 2006 a 2010, y por la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco y vigente ahora en la Unidad Xochimilco.
8 http://www.isaps.org/
9 Los 25 países encuestados son: Estados Unidos; China; Brasil; India; México; Japón; Corea
del Sur; Alemania; Turquía; España; Argentina; Rusia; Italia; Francia; Canadá; Taiwán; Reino Unido; Grecia; Tailandia; Australia; Venezuela; Arabia Saudita; Países Bajos; Portugal.
10 ENCUENSTA GLOBAL BIANUAL DE ISAPS.
11 Bordo, (2003): 8.
12 Le Breton, (2010): 16
13 Le Breton, (2010): 16.
14 Le Breton, (2010): 17.
15 Vigarello, (2005): 10
16 Vigarello, (2005): 11.
17 En 2010 publiqué un libro titutalo Transformaciones corporales. La etnocirugía, Muñiz, (2010).
18 Luna, Vallejo, (2000): 8-15.
19 Luna, Vallejo, (2000): 14.
20 Jefe de Servicios y Profesor Titular y Cirujano Residente III (respectivamente), de Ciruhía Plástica y Reconstructiva CMN 20 de Noviembre, ISSSTE.
21 Cuenca-Guerra, (2006): 84-85.
22 El ápex es la punta de la nariz y la columela se refiere al cartílago que une la punta de la nariz con el labio superior.
23 Bordo, (2003): 11.
24 Pitts-Taylor, (2007): 2.
25 Retomo esta idea de «apelación a la cita» planteada por Judith Butler, quien la explica de la siguiente manera: «Lo que Lacan llama la 'asunción' o el 'acceso' a la ley simbólica puede interpretarse como una especie de 'cita' de la ley y así ofrece la oportunidad de vincular la cuestión de la materialización del 'sexo' con la concepción de la performatividad como una apelación a la cita...Si el 'sexo' se asume del mismo modo en que se asume una ley, ...luego, 'la ley del sexo' se fortalece e idealiza repetidamente como la ley solo en la medida en que se la reitere como una ley, que se produzca como tal, como el ideal anterior e inaproximable, mediante las citas mismas que esa ley ordena. Si se reinterpreta la significación que da Lacan a la 'asunción' como cita, ya no se le da a la ley una forma fija, previa a su cita, sino que se la produce mediante la cita, como aquello que procede y excede las aproximaciones mortales que realiza el sujeto», Butler, (2002): 36-37.
26 Butler, (2002): 35.
27 Butler, (2002): 36.
28 Butler, (2002): 38.
29 Butler, (2002): 38-39.

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