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Estudios - Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba

On-line version ISSN 1852-1568

Estud. - Cent. Estud. Av., Univ. Nac. Córdoba  no.30 Córdoba Dec. 2013

 

ARTICULOS ORIGINALES

Migraciones, Remesas Internacionales y desarrollo en el cono sur de America Latina: PERSPECTIVAS analíticas

 

Pablo Sebastián Gómez1

 


Resumen:
La discusión sobre migración y desarrollo está fuertemente vinculada al papel de las remesas internacionales. Uno de los factores que contribuye a este interés está en el sostenido aumento que experimentaron en los últimos años, convirtiendo a este flujo monetario en una importante fuente de activos en la balanza de pagos. En este contexto, el objetivo de este artículo es mapear las discusiones sobre remesas y desarrollo en relación a los efectos en los países receptores y situar el debate desde el cono sur de América Latina. Los análisis teóricos frecuentemente han oscilado entre enfoques macro y micro-estructurales. En el primero, propio de enfoques críticos, la perspectiva latinoamericana tuvo un aporte sustantivo. En el segundo, centrado en la economía neoclásica, se tuvo una visión generalmente celebratoria de los efectos que provoca la migración. Se sugieren especificidades en el subsistema migratorio del cono sur de América Latina y elementos comunes a otros procesos.

Palabras clave: Migraciones, Remesas Internacionales, Desarrollo, América Latina

Abstract:
International remittances are a key factor in the issue of migration and development. Especially the sustained increase experienced in recent years, translates this flow of money in an important source of the balance of payments of the recipient countries. The aim of this article is to present the discussions on remittances and development in the recipient countries in the southern cone of Latin America. Theoretical perspectives have often fluctuated between macro and micro approaches. The macro perspective, mainly from Latin American discussions, evaluates negatively the effects caused by remittances and migration on sending areas. The micro approaches, mainly from the point of view of the neoclassical economics, have a positive view on the effects caused by migration and remittances.

Keywords: Migrations, International Remittances, Development, Latin America


 

1. Introducción

Actualmente en algunos países del Cono Sur de América Latina las remesas internacionales representan uno de los principales flujos monetarios de ingresos en la balanza de pagos. Según estimaciones del Banco Mundial, para el año 2007 los países «en vías de desarrollo» recibieron alrededor de US$ 240 billones de dólares (WORLD BANK, 2008), las cifras que incluyen los montos no registrados, a través de canales informales, se cree que son aún mayores. El dato relevante es que para ese año, las remesas registradas superaron en más del doble a la ayuda oficial para el desarrollo y representaron casi dos tercios de la inversión extranjera directa (WORLD BANK, 2008).

Esta magnitud del fenómeno ha despertado la atención de académicos y responsables gubernamentales sobre los efectos que podrían provocar en diversas dimensiones de la organización social en los países receptores. A escala global, organismos internacionales como el Banco Mundial (WORLD BANK, 2006) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID/FOMIN, 2006) han centrado la atención en los mecanismos a través de los cuales las remesas podrían reducir la pobreza y ser un instrumento de desarrollo. También a escala global, ciertos académicos críticos (BINFORD, 2003; CANALES; ARMAS, 2004; CANALES, 2008; DELGADO WISE; COVARRUBIAS; RAMÍREZ, 2007; MÁRQUEZ, 2010; WISE; MÁRQUEZ, 2007) señalan que las transferencias monetarias tienen un carácter privado y pertenecen exclusivamente al ámbito familiar, por más que sean contabilizadas en las balanzas de pagos. Se señala que las remesas no pueden sustituir al Estado como motor del desarrollo y el bienestar de la sociedad.

Estos análisis han estado centrados preferentemente en la migración Sur-Norte, con gran cantidad de investigaciones sobre el caso mexicano y procesos migratorios de otros países latinoamericanos vinculados a Estados Unidos y España.

El objetivo de este artículo es inscribir el análisis de las remesas internacionales en ciertos elementos conceptuales que tengan como trasfondo el debate migración y desarrollo. En el número especial de la Revista Estudios, se pretende mapear la discusión y situar la problemática desde el cono sur de América Latina.

Este aporte se realiza en un contexto donde gran parte del trabajo teórico y empírico ha gravitado en torno al estudio de las consecuencias de la migración para las naciones de destino, dejando espacios de reflexión menores para el análisis de los efectos en naciones de origen (HUGO, 2012; PORTES, 2009) y en el caso de los desplazamientos Sur-Sur, de menor magnitud aún. Los argumentos de este artículo están dados por una serie de investigaciones sobre los casos específicos de Bolivia y Paraguay (BOLOGNA, 2007; GÓMEZ; BOLOGNA, 2013; GÓMEZ, 2013a, b, 2014).

La organización es la siguiente: en la primera sección, se presenta la discusión y se analiza la magnitud de los flujos con datos del Banco Mundial. En la segunda sección, se discute el rol asignado a las remesas como motor de desarrollo en países de origen. En la tercera sección se presentan las conclusiones.

2. Remesas internacionales y subdesarrollo. Del enfoque histórico estructural al análisis micro y el retorno

Uno de los tópicos que más genera controversias en la discusión sobre migración y desarrollo es el papel que tienen las remesas internacionales. En su definición habitual las remesas están compuestas por dinero y bienes que son transferidos a hogares o individuos por migrantes fuera de sus comunidades de origen, tanto en otras áreas del país como en el extranjero.

Varios autores (ADAMS, 2011; CANALES; ARMAS, 2004; CANALES, 2008; DE HAAS, 2010, 2012) coinciden en que existió un renacimiento de enfoques optimistas por parte de académicos y responsables de políticas públicas sobre los efectos positivos de las remesas para el desarrollo. Postura compartida por organismos internacionales como el Banco Mundial (WORLD BANK, 2006) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID/FOMIN, 2006).

Gran parte de esos debates se dieron en el contexto de la migración Sur-Norte, donde la reflexión y análisis para el Cono Sur de América Latina y los procesos migratorios Sur-Sur han sido sustancialmente menores.

A escala global, América Latina y el Caribe son las regiones que más reciben remesas con un fuerte crecimiento en términos de volumen en las últimas dos décadas (BABY-COLLIN; CORTES; FARET, 2007). El gráfico 1 presenta datos sobre el volumen de las remesas recibidas y el porcentaje que representan en el Producto Interno Bruto (PIB) en América Latina para el año 2011.

Como puede observarse, la mayor cantidad absoluta va a México, sin embargo, la situación cambia cuando consideramos la importancia que tienen las remesas en relación al Producto Interno Bruto (PIB). Haití es el país donde las remesas tienen mayor peso en relación al PIB, cambiando la situación en relación a México, donde las remesas representan tan solo el 3% del
PIB.

Lo destacable de este cuadro de la situación es que dos países en el Cono Sur de América Latina son los que tienen mayor relevancia en cuanto al porcentaje que representan las remesas del PIB: Bolivia y Paraguay. Ambos países comparten los destinos migratorios: Argentina y Brasil en el Sur Global y Estados Unidos y España en el Norte Global. El flujo hacia Brasil en términos de volumen es sumamente importante, sin embargo, por el tamaño de la economía su relevancia en términos del PIB decae.

GRÁFICO 1
Volumen de remesas y remesas como porcentaje del
Producto Interno Bruto (PIB). América Latina y el Caribe, 2011.


Fuente: elaboración propia en base a World Development Indicators (WDI), World Bank, 2013.

Las interpretaciones sobre estos procesos han transitado a través del debate migración y desarrollo entre dos grandes paradigmas (BINFORD, 2003; CANALES; ARMAS, 2004; TAYLOR, 1999). El primero que podemos llamar desarrollista según Taylor (1999), o funcionalista según otros autores (Binford, 2003; Canales y Armas, 2004; De Haas, 2010) y el segundo denominado «estructuralista» (Binford, 2003; Canales y Armas, 2004; De Haas, 2010) o «perspectiva del síndrome migratorio» por Taylor (1999, p. 64).

En categorías que siguen una cronología, para De Haas (2010, 2012) el debate académico sobre migración y desarrollo ha atravesado lo que considera etapas pendulares. Del «optimismo» desarrollista de los años 1950 y 1960 se pasó a un «pesimismo» estructuralista y neo-marxista en los años 1970 y 1980. Posteriormente, lo característico fueron puntos de vista más matizados según el autor, influenciados por la nueva economía de la migración laboral (NEML), el enfoque de las estrategias de vida («livelihood» proveniente de los estudios del desarrollo) y el giro «transnacional» en los estudios migratorios de la década del noventa.

A pesar de las diferentes categorizaciones podemos agrupar los enfoques en dos grandes tradiciones según se considere la teoría social: funcionalismo o histórico-estructural o la teoría del desarrollo: desarrollo balanceado o desarrollo asimétrico.

2.1 La perspectiva histórico-estructural

Este modelo analítico se sitúa en explicaciones macro teóricas, donde los individuos se encuentran inscriptos en ciertas totalidades sociales. Las motivaciones para migrar y los efectos en términos de desarrollo deben ser comprendidas en ese marco; a partir de la inserción del fenómeno migratorio y las remesas en particulares estructuras sociohistóricas. Gran parte de estos trabajos no hacen referencia específica a las remesas internas o internacionales sino más bien a la dimensión migratoria en términos generales. Los textos de Aníbal Quijano (1968) y Omar Arguello (1973) son las principales referencias2 y están vinculados al grupo de trabajo de CLACSO sobre Migración y Desarrollo en los años setenta del siglo pasado.

Para Arguello, las migraciones son una parte integrada e inseparable del proceso de cambio social de una sociedad. Rechaza la idea de una teoría para el estudio de las migraciones diferente de una teoría del cambio social o del desarrollo histórico. Se consideran tres dimensiones centrales para estudiar los procesos migratorios: primero, la relevancia de la estructura productiva como sustrato básico sobre el que se asienta la problemática poblacional. Segundo, señala la relevancia de los niveles políticos e ideológicos que parecen esenciales junto con la estructura productiva para aprehender tanto la estructura global como el proceso de cambio en el desarrollo histórico de una sociedad. De los puntos precedentes el corolario es la tercera dimensión: la relación entre los fenómenos poblacionales con los cambios económicos y políticos pone en evidencia los momentos significativos del desarrollo de una sociedad global.

Estos pioneros enfoques no trabajaron específicamente los efectos de las remesas en las comunidades, no obstante, podemos rastrear continuidades con posturas más recientes.

Considerando las áreas de origen este enfoque postula que la migración produce un drenaje de personas y como consecuencia deja estas zonas sin su trabajo, desplazando la producción local de bienes. Como la migración es un proceso de autoperpetuación en el tiempo (MASSEY; ALARCON; DURAND, 1990), comunidades, regiones y en algunos casos inclusive países se «especializan» en la migración (exportando fuerza de trabajo), sirviendo como guarderías y residencias de ancianos para su fuerza de trabajo migrante.

De acuerdo con Binford (2003), los primeros trabajos en esta línea fueron realizados en zonas que tradicionalmente han conformado la franja migratoria en el occidente mexicano por autores como Reichert (1981, 1982) y Mines (1981). Claramente influenciados por un giro en la teoría social y del desarrollo hacia los enfoques históricos estructurales y de la dependencia, los autores comparten una visión negativa de los efectos de la migración y las remesas en la estructura social y la economía. Según el paradigma histórico estructural, la migración es el resultado de la expansión capitalista, y ésta no puede resolver las causas estructurales que le dan origen. Para estos autores, el dinero proveniente de las remesas «distorsionaba más que desarrollaba las economías rurales, pues exacerbaba el conflicto social, las diferencias económicas y la inflación de precios, y fomentaba un círculo vicioso por el que la emigración generaba mayor emigración» (BINFORD, 2003, p. 305) Reichert (1981) postuló lo que llamó el «síndrome de la migración» donde la migración tiende a perpetuarse con consecuencias negativas. Para Reichert (1981), en vez de ser una fuente de capital, a través del cual los residentes en origen pueden fortalecer la economía local, los altos ingresos ganados en Estados Unidos estimulan a que más gente migre, provocando que la comunidad y sus habitantes se vuelvan altamente dependientes del trabajo en el exterior. Esta dependencia no es solo económica sino que se vuelve parte del sistema local de valores, donde décadas de migración han estimulado la idea de que la migración es un factor clave en la prosperidad y el éxito. La migración sirve para mantener las condiciones de subdesarrollo, subempleo y distribución desigual de capital (lo cual consecuentemente provoca que más migración sea necesaria). En un trabajo posterior, Reichert (1982) amplía las conclusiones al señalar los efectos negativos en la estratificación social de Guadalupe. En efecto, las remesas producen que un grupo de personas eleve su nivel de vida a través de la construcción de casas y la adquisición de bienes para el hogar y servicios. Sin embargo, no toda la gente de la comunidad de origen es capaz de mejorar sus niveles de vida. Así, la posición económica de los no-migrantes cambia muy poco a lo largo del tiempo, además de las diferencias que existen entre los migrantes legales e ilegales (los migrantes legales, como tienen acceso irrestricto a Estados Unidos, pueden mejorar su posición económica más rápido que los ilegales). Es decir, la recepción de remesas provoca que los beneficios económicos de las mismas sean de un pequeño grupo en vez de estar distribuidos en el conjunto de la población. Mines (1981) refuerza los argumentos precedentes el concluir en su estudio que la migración provoca pérdida de fuerza de trabajo y que las comunidades de origen estén pobladas básicamente de ancianos y niños; debido a la migración de la población en edad económicamente activa. Las remesas enviadas se canalizan en bienes de consumo, no de inversión, contribuyendo a la diferenciación social y económica, la inflación de los precios de la tierra y la concentración de esta en unos pocos.

2.2 La perspectiva neoclásica o desarrollista

Posterior a los estudios mencionados a partir de los años noventa del siglo pasado, diversos autores reconocen que en el campo de los estudios migratorios se produce un giro conceptual e ideológico donde se empezó a valorar el papel positivo de las remesas (BINFORD, 2003; CANALES; ARMAS, 2004; DE HAAS, 2010, 2012). Postura compartida por organismos internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID/FOMIN, 2006) y el Banco Mundial (WORLD BANK, 2006).

Dos escuelas económicas están asociadas a esta postura y generalmente han enfatizado el rol positivo de los flujos migratorios (PORTES, 2009).

En primer lugar, la que podemos denominar la posición económica ortodoxa. En esta perspectiva los movimientos poblacionales son mecanismos de equilibrio entre regiones y una forma de localización óptima de los factores de producción con beneficio para la región de origen y la región de destino (TODARO, 1969). Para Todaro (1969) el crecimiento balanceado es la relocalización del trabajo de áreas rurales y agrícolas hacia áreas urbanas y el sector industrial (al interior de las naciones o entre las naciones) y esto es considerado un prerrequisito para el crecimiento económico y por lo tanto constitutivo del proceso de desarrollo.

En segundo lugar, el enfoque de la nueva economía de las migraciones laborales. Según esta perspectiva (TAYLOR, 1999) se postula que: a) las decisiones migratorias son parte de estrategias para obtener ingresos, obtener fondos para invertir en nuevas actividades y asegurarse contra los riesgo del ingreso y la producción; b) las remesas ponen en movimiento una dinámica desarrollista alentando la producción y la inversión de hogares en un contexto de bajo desarrollo en las comunidades de origen. En estas posiciones denominadas como «nueva economía de las migraciones laborales» frecuentemente se tiende a enfatizar el rol positivo que cumplen (TAYLOR; DYER, 2009; TAYLOR, 1999).

En estas visiones más optimistas sobre los efectos de las remesas, Binford (2003) señala que los autores en esta línea de análisis apuntan que la emigración hacia los Estados Unidos promueve el desarrollo de tres maneras: a) a través de estudios de caso se ha mostrado que la inversión productiva de las remesas se ha subestimado, gran parte de las empresas rurales derivan de dineros ganados en Estados Unidos b) el gasto considerado improductivo (alimentos, vestimenta, bienes de consumo) genera efectos multiplicadores. La compra de alimento y vestimenta con dólares ganados en los Estados Unidos se traduce en un incremento en la demanda, lo cual implica el consumo de materias primas, maquinaria y fuerza laboral adicional y c) en razón de que los migrantes provienen no sólo de zonas rurales pobres sino de los sectores sociales y económicos más marginados, las remesas reducen las desigualdades de clase y de ingresos entre regiones y entre el campo y la ciudad. En este argumento, toda consideración de la relación entre migración y desigualdad de ingresos debe tener en cuenta la etapa de migración y la escala geográfica. El punto central es que según la etapa de la migración comunidades con niveles de migración muy bajos o muy altos (medidos al nivel de la comunidad como el porcentaje de hogares con emigrantes activos o el total de años de experiencia migratoria por hogar) exhiben una creciente desigualdad local de ingresos, en tanto que las comunidades en las «etapas intermedias« de migración muestran una desigualdad decreciente.

3. Entre la inversión productiva y la reproducción de la unidad doméstica: las remesas internacionales como variable endógena

Diversos autores, fundamentalmente en el contexto de la migración mexicana hacia los Estados Unidos, han cuestionado el rol y las potencialidades que tendrían las remesas como motor de desarrollo (BINFORD, 2003; CANALES; ARMAS, 2004; CANALES, 2008; DELGADO WISE; COVARRUBIAS; RAMÍREZ, 2007; MÁRQUEZ, 2010; WISE; MÁRQUEZ, 2007). Estos autores proponen una visión alternativa para analizar el vínculo entre remesas y desarrollo.

El supuesto es el siguiente: la migración no es una variable independiente que se reproduce a si misma o un dato exógeno dado, que afecta el desarrollo (de manera equivalente a una política pública); por el contrario, es una variable dependiente y endógena de una dinámica de desarrollo desigual (Márquez, 2010; Wise y Márquez, 2007). La idea sobre una teoría específica de las migraciones y el desarrollo no puede estar separada de una teoría más amplia sobre el cambio social y el devenir histórico de las sociedades. Las remesas y las migraciones no deben entenderse fuera de las estructuras sociales que las posibilitan.

Canales (2008) señala que el debate se ha centrado preferentemente en torno a cómo las remesas podrían promover un proceso de desarrollo económico en las regiones de origen dejando de lado el por qué las remesas deberían tener este impacto.

En este contexto acordamos con la visión crítica de Márquez (2010) de considerar a las remesas como una relación social que implica dos componentes: a) es una relación social de producción (o sea, los migrantes que generan las remesas están sometidos a las mismas condiciones de explotación que el resto de los trabajadores); y b) es una relación de reproducción (una fracción del salario generada por los migrantes es destinada a la manutención de una parte de su familia en comunidades de origen). Es decir, para el autor (MÁRQUEZ, 2010), las remesas no son solo dinero enviado por los migrantes a sus familias (remesas familiares) o por las organizaciones de oriundos a sus lugares de origen (remesas colectivas). Desde esta perspectiva, las remesas no son un recurso que pueda favorecer el desarrollo («instrumento del desarrollo»), son recursos salariales destinados a cubrir la subsistencia salarial de los dependientes. La función principal de las remesas es la de reemplazar el salario, por lo que es un error teórico atribuirle funciones de política pública. Las remesas cumplen la función de salario en condiciones de superexplotación (MÁRQUEZ, 2010, p. 77). Esto se produce en un subsistema migratorio en la región del Cono Sur de América Latina donde Argentina ocupa el lugar de polo de recepción de migrantes limítrofes (BOLOGNA, 2010; MARSHALL; ORLANSKY, 1983). En este subsistema migratorio donde Argentina ocupa el rol de semi-periferia dos características son relevantes:3

a) Es selectivo en cuanto a la dinámica migratoria, es decir, existen particularidades a nivel macrosocial que distinguen los circuitos Sur-Sur y Sur-Norte. Si bien estos macro sistemas migratorios Sur-Norte y Sur-Sur están profundamente entrelazados, presentan especificidades: menor distancia física, generalmente la ausencia de barreras lingüísticas y el costo menor del desplazamiento. Esto incide en que las dinámicas de autoselección sean diferenciales en relación a los desplazamientos hacia el norte. En el caso específico de las remesas hay direccionalidad, las remesas que provienen del norte si dirigen de manera preferencial a los estratos socioeconómicos más altos en tanto que las remesas del sur se dirigen hacia los estratos socioeconómicos más bajos (GÓMEZ, 2013a).
b) Está inscripto en asimétricos procesos de integración a escala sub-regional y un sistema-mundo a escala global. Sistema-mundo donde las migraciones laborales son, en parte, el resultado de la penetración de estructuras capitalistas (económicas, culturales y políticas) en los países periféricos. El concepto de «desbalanceo estructural» (PORTES; WALTON, 1981) fue introducido para destacar que este proceso tiene múltiples facetas, desde el reclutamiento directo de trabajadores hasta la difusión de expectativas culturales de consumo. Como concepto histórico Portes (2007), señala que no busca explicitar la dinámica de la migración de una particular región o localidad sino proveer el marco analítico para comprender las fuerzas estructurales que inician y mantienen el flujo a lo largo del tiempo. Es en este contexto de penetración en la sociedades periféricas de las instituciones del capitalismo avanzado que los individuos realizan cálculos de costo-beneficio. Según Delgado-Wise y Marques (2007) esto es lo que ocurre con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que reduce la autonomía del estado mexicano para implementar iniciativas económicas nacionales o proteger la industria local, convirtiendo al país en una reserva para la industria y agricultura de Estados Unidos. En el cono sur las migraciones se producen en el marco de integraciones y alianzas Sur-Sur como la Unasur, Mercosur y en un eje político-ideológico el Alba, entre países con asimetría estructural.

Uno de los puntos la discusión sobre los efectos de las remesas internacionales en países receptores ha gravitado en torno al uso que se hace de las mismas. En efecto, mucho se ha debatido sobre cómo las remesas son gastadas e invertidas y es un campo donde aún no existe consenso (ADAMS, 2011). Algunas investigaciones encuentran que las remesas internacionales son utilizadas básicamente para bienes de consumo (comida) y que estos patrones de gasto tienen un efecto marginal en las economías (CHAMI; FULLENKAMP; JAHJAH, 2003). Sin embargo, otros estudios han mostrado que los hogares receptores tienen a utilizar las remesas en bienes considerados como de inversión (educación o vivienda) y que tales patrones de gasto pueden ayudar a la formación de capital físico y humano (ADAMS JR.; CUECUECHA, 2010). Según estos autores los hogares receptores de remesas internacionales tienden a invertir este ingreso porque es percibido como algo transitorio (y no permanente).

El problema sobre el uso que se hace de las remesas en términos de inversión nos lleva a preguntarnos si éstas deberían utilizarse de manera diferente a la de cualquier ingreso. Mc Kenzie y Sasin (2007) nos sugieren dos caminos: a) la hipótesis del ingreso permanente sugiere que si hay un ingreso que sea temporario las posibilidades de que sea invertido o ahorrado son altas, b) las remesas pueden estar destinadas de antemano para un especifico propósito.

La discusión es en definitiva sobre la potencialidad de las remesas a través de un uso «productivo» o simplemente como un mecanismo que reproduce la unidad doméstica. Al respecto, el trabajo empírico en Bolivia y Paraguay sugiere que tanto las remesas internacionales que provienen del Norte Global como las que provienen del Sur Global son utilizadas mayoritariamente en bienes de consumo, y que este patrón es más acentuado en hogares que se ubican en condiciones socioeconómicas precarias (GÓMEZ, 2013a).

Creemos que no existe una macro teoría que pueda dar cuenta de todas las implicancias de los usos de las remesas y sus conexiones con procesos de desarrollo, sino más bien en teorías de alcance medio, acotadas al fenómeno bajo estudio. Solo el trabajo empírico en específicos casos puede elucidar estos puntos. En efecto, la relación entre remesas internacionales y desarrollo involucra múltiples factores en origen y destino, como las características del flujo migratorio, las acciones estatales en origen y destino y las condiciones de inserción laboral.

Las interpretaciones sobre tales hallazgos empíricos han estado, como es de suponer, articuladas con las perspectivas analíticas usadas. Desde perspectivas estructuralistas se pone énfasis en que las remesas no son invertidas productivamente, por el contrario, son destinadas a gastos superfluos y considerados no productivos (DE HAAS, 2010). Además, las remesas son canalizadas a través de débiles economías locales y regionales incrementando la dependencia. Para De Haas (2010) esto provoca: a) un incremento en el consumo y la compra de tierras por los migrantes con un efecto inflacionario; b) muchos bienes que se compran (como televisores, insumos para el hogar, ropa, etc.) no son producidos localmente, lo que implica que tengan que ser importados o bien del exterior o de áreas urbanas. Esto provoca el desplazamiento de la producción local y la intensificación de las disparidades regionales entre las zonas centrales y las periféricas; c) las escasas inversiones productivas que se dan de las remesas son hechas en áreas urbanas, lo cual aumentan las disparidades regionales.

En regiones receptoras la discusión sobre remesas y desarrollo está indisolublemente ligada a las diferentes nociones sobre lo que es la inversión (BINFORD, 2003). Para Binford (2003), desde una visión estrictamente económica, la inversión es definida como la compra de medios de producción, materias primas y fuerza laboral, sin importar que éstos factores se pongan a trabajar para producir valores utilitarios. El dinero utilizado para adquirir tierras, vehículos de transporte, herramientas, semilla, se califican como inversión pero dichas inversiones rara vez representan más del diez por ciento de total de las remesas. Otros investigadores agrupan los gastos de educación, vivienda y servicios de salud con los de consumo. En todo caso, para Binford (2003) lo que queda claro es la amplitud terminológica y la necesidad de diferenciar entre inversión con potencial de producir algún beneficio y una noción más acotada de «inversión productiva».

Considerar a las remesas como el resultado de una relación social implica tener en cuenta las particulares condiciones en las cuales son generadas e incorporar al debate las modalidades de asimilación/integración/incorporación de los migrantes al mercado laboral y de manera más amplia a la dinámica sociocultural y socioeconómica de los países de destino. Existen al menos dos clivajes de estas inserciones en destino a considerar: a) clivaje de género, según el análisis empírico de cada flujo migratorio en particular, b) clivaje de clase, donde se conforma un proceso de proletarización y sub-proletarización de los migrantes (sometidos a presiones laborales más intensas que los nativos).

4. Conclusiones

Tanto a escala planetaria en general, como en América Latina en particular, las remesas internacionales han experimentado un crecimiento sostenido en los últimos años, constituyendo un activo importante de la balanza de pagos de varios países. Como componente de la economía doméstica ocupan un lugar central en la composición del ingreso de los hogares receptores. Esto ha llevado a despertar el interés por parte de académicos y responsables gubernamentales. Sin embargo, gran parte de estos estudios han sido conducidos la mayoría de las veces sin un marco analítico de referencia que permita articular las remesas internacionales con procesos de desarrollo. En ese contexto, el objetivo de este artículo fue inscribir el debate sobre las remesas internacionales en ciertos elementos conceptuales propios de la tradición crítica. Se buscó trascender lo que acertadamente Canales (2008) denomina el sesgo empirista en la mayoría de trabajos que se ocupan de la temática.

Como resultado de las diferentes escalas de análisis, metodologías y perspectivas analíticas no siempre ha existido consenso en torno a los efectos que provocarían las remesas internacionales en las áreas receptoras. No obstante, hay ciertos puntos en los cuales hay cierto grado de acuerdo (PORTES, 2007): a) la migración es económicamente beneficiosa para la mayoría de los migrantes y sus familias, de otra forma no existiría el desplazamiento, b) muchos sectores económicos en países de destino se benefician del flujo migratorio, que dependen y necesitan de cierto tipo de migraciones laborales, c) a escala nacional, las remesas son una importante fuente de activos en la balanza de pagos, d) las remesas contribuyen a la economía doméstica de los hogares receptores, e) las remesas, como variable independiente no son ni pueden ser de un factor de desarrollo, e) si bien hay efectos multiplicadores de las remesas, el carácter acumulativo de los movimientos migratorios conduce a un drenaje de población en ciertas regiones.

Señalamos finalmente dos rasgos esenciales. En primer lugar, por más que las remesas sean contabilizadas en la balanza de pagos son micro transferencias individuales que pertenecen al ámbito de los hogares. Al ser el resultado de una relación social, constituyen una transferencia salarial que es utilizada básicamente para la reproducción de la unidad doméstica. No se encuentra evidencia empírica que sugiera otro proceso en el cono sur de América Latina. En segundo lugar, los clivajes de clase permiten comprender la selectividad involucrada en los circuitos Sur-Sur y Sur-Norte y son fundamentales para comprender las condiciones en las cuales las remesas son generadas. En efecto, son los hogares e individuos en condiciones socioeconómicas más precarias, los que se desplazan de manera preferencial hacia otros países del sur y se insertan laboralmente en condiciones de sub-proletarización, la mayoría de las veces. No obstante, las remesas generadas en estas condiciones permiten aliviar las duras condiciones de vida en los países de origen. Por el contrario, de manera divergente, los hogares e individuos en mejores condiciones socioeconómicas pueden desplazarse hacia destinos en el Nortel Global y si bien en algunos casos las inserciones laborales son también precarias, los montos de remesas enviados son mayores. Las remesas son variables endógenas de procesos más amplios donde solo el estudio de las causas profundas de la dinámica poblacional puede dar cuenta de las implicancias en términos de (sub) desarrollo.

Notas

1 Doctor en Demografía, Facultad de Ciencias Económicas, Universidad Nacional de Córdoba. Programa «Migraciones y movilidad territorial de la población» CEA-UNC. Programa Migraciones y movilidad territorial de la población. CEA-UNC

2 El texto de Arguello es el que mejor ejemplifica esta tradición latinoamericana y lo tomamos como referencia. Para Carassou (2006) el origen del modelo histórico-estructural no está del todo claro. Sin embargo, puede rastrearse hasta el trabajo de Cardoso y Faletto «Dependencia y desarrollo en América Latina» (1990) donde los autores señalan «buscar una perspectiva que permita vincular concretamente los componentes económicos y sociales del desarrollo... Ello supone que el análisis sobrepase el aporte de lo que suele llamarse enfoque estructural, reintegrándolo en una interpretación hecha en términos de «proceso histórico». (CARDOSO; FALETTO, 1990, p. 18)

3 Considerar una escala de análisis macrosocial no implica negar las complejidades que están involucradas en niveles mesoanalíticos y microsociológicos. Las múltiples estrategias de los hogares e individuos a través de migraciones por etapas o circulares son un ejemplo de este punto.

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