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Estudios - Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba

versión On-line ISSN 1852-1568

Estud. - Cent. Estud. Av., Univ. Nac. Córdoba  no.32 Córdoba dic. 2014

 

ARTICULOS ORIGINALES

LA IZQUIERDA PARLAMENTARIA EN ESPAÑA. ELECCIONES, PARTIDOS Y GRUPOS PARLAMENTARIOS SOCIALISTA Y COMUNISTA DURANTE LA TRANSICIÓN

Abdón Mateos López


Resumen
Los partidos socialista y comunista históricos españoles, PSOE y PCE, fueron las únicas formaciones políticas estatales que lograron preservar su continuidad con los años de la experiencia democrática republicana. Ambos partidos, además, lograron hegemonizar la representación parlamentaria de la izquierda, a pesar de la previsión de algunos intelectuales y de nuevas formaciones que creían que un proceso de cambio político guiado por la corona no permitiría la restauración de los partidos históricos de la época de la segunda república. El PSOE y el PCE presentaban un proyecto político que pretendía no sólo la ruptura con el franquismo sino una tercera vía entre el comunismo soviético y la socialdemocracia de Europa occidental. Sin embargo, en un breve lapso de tiempo ambos partidos tuvieron que abandonar no sólo la idea de una ruptura revolucionaria sino su proyecto político de construcción del socialismo en libertad. El proceso de la transición política permitió al PSOE convertirse en una formación preponderante durante quince años, consolidando la democracia y construyendo un modesto estado del bienestar, que no se diferenciaba de la experiencia del resto de Europa occidental.
Palabras clave: Partido Socialista - Partido Comunista - Experiencia democrática - Tercera vía

Abstract
The Spanish historical Socialist and Communist parties, PSOE and PCE, were the only State political formations that managed to preserve its continuity with the years of the Republican democratic experience. Both parties managed to hegemonize the parliamentary representation of the left, despite the forecast of some intellectuals and new formations which believed that a process of political change guided by the Crown would not allow the restoration of historical parties of the time of the Second Republic.The PSOE and PCE presented a project that sought to not only break with Francoism but a third way between Soviet Communism and social democracy in Western Europe. However, in a short period of time, both parties had to leave not only the idea of a revolutionary break but its political project of construction of socialism in freedom. The political transition process allowed the PSOE become a dominant formation during fifteen years, consolidating democracy and building a modest welfare State, which not differed from the experience of the rest of Western Europe.
Keywords: Socialist Party - Communist Party - Democratic experience - Third way


 

Los partidos socialista y comunista históricos, PSOE y PCE, fueron las únicas formaciones políticas estatales que lograron preservar su continuidad con los años de la experiencia democrática republicana. Ambos partidos, además, lograron hegemonizar la representación parlamentaria de la izquierda, a pesar de la previsión de algunos intelectuales como Enrique Tierno Galván que creía que una transición guiada por la corona no permitiría la restauración de los partidos históricos de la época de la segunda república. El PSOE y el PCE presentaban un proyecto político que pretendía no sólo la ruptura con el franquismo, aunque fuera como resultado final de un proceso, sino una tercera vía entre el comunismo soviético y la socialdemocracia de Europa occidental. Mientras que el PCE definió su proyecto como eurocomunismo, el PSOE habló de socialismo mediterráneo o de transición al socialismo mediante el establecimiento de la autogestión a todos los niveles, la extensión de la democracia y de las libertades y, en suma, el objetivo de "cambiar la vida" mediante la eliminación de las desigualdades gracias a la educación, la cultura y el reparto del trabajo. A pesar de compartir un proyecto de construcción del socialismo en libertad, la lógica de la trayectoria de los partidos socialista y comunista fue más la de competencia por un mismo espacio político y lucha por la hegemonía a todos los niveles, que una dinámica de unidad de acción y alianza. Esto se debió, en buena medida, a la realidad de una transición con muchas incertidumbres y dificultades para consolidar la democracia. En ese contexto de transición y consolidación de la democracia, la unidad de la izquierda podría haber impedido que la nueva experiencia democrática llegara a consolidarse. Además, los líderes de la izquierda parlamentaria se vieron obligados a realizar concesiones para moderar la imagen de sus partidos ante la opinión pública. No solo tuvieron que abandonar la opción republicana, aceptando los nuevos símbolos e instituciones patrias del régimen de monarquía parlamentaria, sino que tiraron por la borda definiciones importantes para la identidad de sus partidos como fueron la marxista en el caso del PSOE y la leninista para el PCE. El PSOE reafirmó su vocación de construir por primera vez en su historia una alternativa de poder autónoma respecto a otras formaciones políticas del centro y de la izquierda, mientras que el PCE no lograría sumar a otras formaciones políticas a un movimiento plural que construyera el socialismo. Solamente, a partir de 1986 ese deseo formulado por Carrillo una década antes, comenzó a concretarse con la creación de la minoritaria Izquierda Unida.

A partir de las elecciones de junio de 1977 comenzó la legislatura constituyente, como había pedido la oposición democrática, liquidándose, con la aprobación de la Constitución en diciembre de 1978, algunos enclaves autoritarios procedentes de la legalidad franquista, como el Consejo del Reino, la presidencia de las Cortes o los senadores de designación real. Las fuerzas de la oposición democrática rupturista obtuvieron una victoria en votos mientras que la coalición centrista Unión de Centro Democrátrico (UCD) - en la que se encontraban algunos sectores de la oposición moderada antifranquista) - no consiguió mayoría absoluta, lo que condujo a que el final del proceso de transición fuera una ruptura negociada. Nuevos pasos rupturistas fueron el restablecimiento de la Generalitat y la legalización de todos los partidos, incluidos los republicanos y los de la izquierda radical.

Las formaciones políticas del antifranquismo e, incluso las organizaciones sindicales, tenían que acostumbrarse a otro tipo de acción política en la que no solo contaran las movilizaciones y la presencia en los centros de trabajo y los movimientos sociales, sino que lo decisivo dependía de la representación obtenida en las instituciones mediante elecciones.

En cualquier caso, la izquierda parlamentaria obtuvo 148 escaños en junio de 1977, si sumásemos los grupos parlamentarios socialista (103), comunista (20) y socialistas catalanes (15), así como los diversos miembros del grupo mixto (6 Partido Socialista Popular-Unidad Socialista, 3 Partido Socialista de Cataluña-Reagrupament (PSCr), 1 Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), 1 Euskadiko Ezquerra(EE)). A lo largo de la legislatura constituyente, tras procesos de unidad y absorción de otros grupos, el PSOE llegó a integrar un Grupo Parlamentario de 107 diputados y 18 el Grupo de los socialistas catalanes (PSC-PSOE). La expectativa de que la coalición de UCD no sobreviviera a la discusión del borrador del texto constitucional, llevaba a la dirección del PSOE a tener una verdadera esperanza de constituir una alternativa inmediata de poder, si los aproximadamente 18 diputados socialdemócratas se escindían de UCD. Para ello, deberían contar con un apoyo parlamentario del PCE y, quizá de algún grupo nacionalista. Por ello, la dirección vio con preocupación que los socialistas vascos eligieran al presidente del PSOE, Ramón Rubial, presidente del Consejo General Vasco, lo que podía enajenar un hipotético apoyo parlamentario del Partido Nacionalista Vasco (PNV). Del mismo modo, el paso de los 3 diputados del PSCr al Grupo mixto y luego al Grupo de Socialistas catalanes, abandonando la coalición catalanista liderada por Jordi Pujol, podría dificultar la búsqueda de apoyos externos en ese camino hacia el gobierno. En cualquier caso, se trataría de la formación de un gobierno socialista con los diputados socialdemócratas y con el apoyo externo de comunistas y, en su caso, de nacionalistas.

Por el contrario, el proyecto político del PCE seguía buscando la constitución de un gobierno de concentración, que permitiera consolidar la democracia y otorgar un mayor papel político a los comunistas. Era una forma de culminar la transición como proceso de ruptura al menos hasta la aprobación de la Constitución ya que no había sido posible la formación de un gobierno provisional antes de las elecciones.

Los excelentes resultados que había obtenido en su conjunto la oposición rupturista, en su mayor parte de ideología socialista y comunista, partía de una reducida implantación formal, dado que el número de militantes, recién legalizados los partidos políticos, era muy bajo. En junio de 1977, quizá el PSOE tenía una relación de un afiliado por cada 200 votantes, mientras que probablemente en el PCE la relación se reducía a menos de 20 votantes por cada militante. Esta relación votante-militantes se reduciría a 1 a 100 en el caso del PSOE en las siguientes elecciones generales de 1979 y 1982, por lo que uno de cada tres militantes obtuvo un cargo público. En el caso del PCE, los fracasos electorales dinamitaron las expectativas de una mucho más nutrida militancia, dada su hegemonía en el antifranquismo clandestino, lo que tuvo su significación en la crisis del eurocomunismo, que comenzó con una crítica generalizada al modelo de partido y la democracia interna.

El PSOE logró financiar la primera campaña electoral sobre todo con la ayuda de la socialdemocracia alemana y otros partidos de la Internacional Socialista y sindicatos europeos de la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL) aunque, enseguida, la fuente principal de financiación fue la ayuda estatal y los créditos bancarios. A partir de 1977, la ayuda principal procedía de América Latina, sobre todo del partido venezolano Acción Democrática de Carlos Andrés Pérez. Sin embargo, el endeudamiento del partido socialista solamente empezaría a ser compensado tras las elecciones generales de 1982 aunque el referéndum de la OTAN en 1986 produjo un nuevo crecimiento de la deuda que no se pudo compensar con ayudas y financiación estatal. Según algunas fuentes, el coste de la campaña electoral del PSOE en 1982 fue de 1.200 millones de pesetas (lo que doblaba lo gastado en las elecciones de 1979), por lo que a pesar de los diez millones de votantes solamente recibiría 643 millones de financiación estatal.

La composición de los grupos parlamentarios de izquierda en julio de 1977 reflejaba una mayor presencia del exilio en el PCE que en el PSOE y los socialistas catalanes. Cerca de la mitad de los diputados comunistas habían tenido vivencia de exilio, siendo en su mayoría refugiados de 1939. En el caso de los socialistas, la presencia de los exiliados de primera o segunda generación se reducía a 18 de 125 diputados, lo que suponía un 15 por 100 del total de los parlamentarios electos. No obstante, un retornado de México, como Rafael Fernández, fue designado para la presidencia del Grupo Socialista del Senado.

En el grupo de socialistas catalanes la presencia de los retornados del exterior era más minoritaria, debido a la escisión del Moviment Socialista de Catalunya en 1966, la refundación del socialismo catalanista en 1974 y la muerte del líder histórico del Reagrupament, Josep Pallach, a comienzos de 1977.

En el caso del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC), aunque constituían casi la mitad del Grupo Parlamentario Comunista, con 9 diputados de 20 y un porcentaje de votos de casi el 20% (más del doble que el obtenido por el PCE) no se optó por formar grupo propio debido al deseo de Santiago Carrillo.

El PSUC, fundado en 1936, era formalmente un partido diferente pero todos lo consideraban un gajo de una misma naranja comunista, después de haber expulsado en 1949 a los seguidores del antiguo socialista estalinizado Joan Comorera. Era un partido con una enorme implantación y, aunque dos tercios de sus 20 mil afiliados se habían incorporado al partido en los años setenta, 20 de los 76 miembros de su comité central en vísperas de la legalidad eran veteranos con vivencias del exilio.

Por el contrario, en el Partido Socialista de Cataluña-Congrés la presencia de los exiliados en la dirección del partido era marginal, contándose solamente con el antiguo poumista, Enric Adroher Gironella, y el dirigente de la Esquerra, Josep Andreu Abelló. Los diputados del Grupo de Socialistas catalanes que tenían vivencia de la expatriación provenían de la Federación Catalana del PSOE: Felip Lorda y Francesc Ramos. Además, como ocurría en el grupo parlamentario del PSOE, la mayor parte de los diputados que tenían vivencias de la expatriación habían salido de España no en 1939 sino a lo largo de la dictadura. Únicamente el exiliado en México y antiguo gestor de las obras públicas del período republicano, Manuel Díaz-Marta, y Francesc Ramos, proveniente del PSUC y retornado en los años cincuenta desde la URSS, habían salido electos diputados, aunque algún otro había sido elegido para el Senado (Rafael Fernández). El paso de los años y la ruptura con el antiguo secretario general, Rodolfo Llopis, y sus seguidores en 1972 había reducido al mínimo la presencia en el grupo parlamentario y en la dirección del partido de los veteranos de la guerra civil. Esto se compensaría algo en la primera legislatura con la entrada en el Parlamento de veteranos exiliados, como Francisco López Real (también a la dirección ejecutiva) o José Prat.

El hecho decisivo de la unidad socialista fue la refundación del socialismo catalán en julio de 1978 que absorbió a la Federación Catalana del PSOE para luego confederarse con el PSOE. Este proceso, junto a la absorción de otros grupos socialistas de las regiones y nacionalidades en Valencia, Madrid, Galicia y Aragón, que habían pertenecido a la Federación de Partidos Socialistas (1976-77), habían de introducir fuertemente una cultura política federalista en el seno del socialismo español aunque no se tradujera en un incremento notable de la militancia ni de la representación parlamentaria, incluso con la absorción del Partido Socialista Popular de Tierno Galván (6 diputados) y el PSCr (3 diputados).

En efecto, aunque formalmente el PSOE había adoptado una estructura federal en el modelo de partido y en el proyecto de organización territorial del Estado en el primer congreso celebrado en España en diciembre de 1976, la realidad es que el partido socialista tenía una tradición de partido bloque, de partido altamente centralizado en los órganos ejecutivos centrales. Por lo que se refiere al proyecto ante el naciente Estado de las Autonomías, el PSOE no tenía claramente definida su posición oscilando entre el reconocimiento solamente de las llamadas nacionalidades históricas y la generalización de las comunidades autónomas. La renovación del partido a partir de 1970 había permitido el reingreso de algunos grupos negrinistas y de personalidades federalistas como Anselmo Carretero, que llegó a ser presidente de la Agrupación Socialista Española en México. Fue la refundación del socialismo catalán, unido al creciente poder territorial socialista en las comunidades autónomas, lo que empezó a convertir al PSOE no solo en los gajos de una naranja sino en un incipiente racimo de uvas. Los partidos de comunidades autónomas no llegaron a consolidarse hasta bien avanzados los años ochenta. Quizá fue el Partido Socialista de Extremadura el que más tardíamente fue constituido, junto al de Castilla-La Mancha, debido quizá a la renuencia de sus direcciones a consolidar una estructura regional cuando preferían tener una estrecha relación con la dirección central en Madrid.

Tras las elecciones generales y municipales de 1979, los acuerdos de la izquierda permitieron que socialistas y comunistas administraran las principales ciudades españolas. El amargo sabor de boca de la derrota y el hecho de que Suárez agitara el espantajo antimarxista en el cierre de la campaña electoral, reafirmaron el deseo de Felipe González de eliminar la definición marxista del partido. La crisis del PSOE en su 28 Congreso con la retirada de González fue resuelta a los pocos meses con la reestructuración del equipo dirigente, la modificación de las normas de representación y un incipiente ajuste ideológico.
Las elecciones de marzo de 1979 constituyeron un jarro de agua fría sobre las expectativas electorales del PSOE. La unidad socialista en torno al PSOE no supuso una inmediata suma del millón de votos que habían obtenido otras formaciones socialistas en 1977 debido, en buena medida, al aumento de la abstención y al crecimiento de los andalucistas del PSA, que con poco más de 300 mil votos obtuvieron 5 diputados. Aunque el PCE-PSUC mejoró sus resultados, alcanzando el 10% de los sufragios y 23 diputados, la izquierda parlamentaria en su conjunto estaba muy lejos de obtener unos resultados que le permitiera tener una expectativa real de gobierno.

Por lo que se refiere al Senado el PSOE mejoró bastante sus resultados de 1977, donde había participado en coaliciones democráticas, pasando de 50 senadores en la legislatura constituyente a 73 al final de la primera legislatura. Alfonso Guerra dio instrucciones para que, por ejemplo, el PSC-PSOE presentara candidaturas propias en vez del marco de la Entesa, dado que se podía dar el caso de que hubiera mayorías parlamentarias diferentes en el Congreso y en el Senado. No obstante, los socialistas catalanes terminaron formando parte de la Nova Entesa en el Senado.

Los pactos municipales de 1979 lograron compensar algo el fracaso electoral y en mayo de 1980 los andalucistas y los comunistas sumaron su voto a la moción de censura presentada por los grupos parlamentarios socialistas.
Otro lugar de encuentro inmediato de la izquierda parlamentaria sería su rechazo a la entrada de España en la OTAN anunciada en las Cortes por el ministro de Asuntos Exteriores en el verano de 1980.

Hay que recordar que la invasión soviética de Afganistán 1979 y el golpe de estado en Polonia en 1981 supusieron un recrudecimiento de la guerra fría. En enero de 1981 se celebró el V Congreso del PSUC, que trajo consigo la renuncia a la definición del partido como eurocomunista y la consiguiente división entre leninistas, eurocomunistas y prosoviéticos, contestada por el PCE y acogida con recelo por dirección del PSOE y PSC, dado que los pactos municipales de 1979 podrían ser vistos como una alianza de marxistas o partidarios del bloque del Este.

No obstante, los socialistas, después de la moción de censura de mayo de 1980, que había contado con el apoyo del PCE y de los andalucistas, promovieron la campaña anti-OTAN desde el verano de ese año, lo que permitió la unidad de acción en movilizaciones de la izquierda parlamentaria y extraparlamentaria y, más adelante, el voto útil de medio millón de votantes de extrema izquierda hacia el PSOE en las elecciones del cambio.

Suárez sumó votos parlamentarios en la moción de confianza de septiembre de 1980, formando un gobierno que parecía de coalición entre las familias socialdemócrata y democristiana de UCD. Sin embargo, a los pocos meses se vio forzado a dimitir. En vísperas de la investidura de Leopoldo Calvo-Sotelo y el golpe militar del 23 de Febrero, Felipe González ofreció la colaboración de los socialistas para un gobierno de concentración democrática. Una oferta que no fue recogida por Calvo Sotelo y que quedaría fuera de lugar tras la tentativa de golpe de Estado.

La implosión del PSUC a lo largo de 1981, con la escisión y refundación del Partido Comunista de Cataluña, trajo consecuencias negativas sobre la trayectoria del PCE, desarrollándose nuevas crisis entre los comunistas madrileños y vascos. El detonante de la crisis en Madrid se desató por la solidaridad de los eurocomunistas "renovadores" hacia la convergencia del Partido Comunista de Euskadi con Euskadiko Ezquerra y la expulsión de una parte del grupo municipal comunista.

Los eurocomunistas "renovadores", al igual que la nueva corriente del PSOE Izquierda Socialista, constituida formalmente en noviembre de 1980, reclamaban mayor democracia interna y el reconocimiento de las corrientes de opinión, además de combatir la "gerontocracia" de los órganos dirigentes. Las corrientes de opinión eran otra de las aportaciones de la refundación del socialismo catalán en 1978, pues fue el primer partido que las reconocía expresamente, obligando al PSOE a abrir un debate sobre las mismas en 1981 y aprobarlas en la conferencia de organización de 1983.

En julio de 1981 la Conferencia provincial del PCE en Madrid aprobaba las corrientes de opinión, tras la convergencia de renovadores y prosoviéticos contra los seguidores de Santiago Carrillo. La Conferencia eligió un 30% de delegados "renovadores" y 15% de prosoviéticos o "tradicionales", por lo que Carrillo preservó una frágil mayoría. Sin embargo, las tesis eurocomunistas no fueron cuestionadas en el X Congreso del PCE, dado que los renovadores dieron la batalla en la cuestión del modelo de partido: corrientes y federalización. Nicolás Sartorius fue elegido vicesecretario general por los delegados que representaban a unos 85.000 afiliados. Los renovadores fueron descalificados por Carrillo y por algunos cuadros que los calificaron de "señoritos socialdemócratas".

Otro paso decisivo en la crisis del PCE fue la constitución de Euskadiko Ezkerra/Izquierda para el Socialismo en marzo de 1982 con la fusión entre el Partido Comunista de Euskadi (EPK), Partido para la Revolución Vasca (EIA), Fuerza para la Unidad de los Socialistas Vascos en Euskera (ESEI) y otros colectivos menores. El nuevo partido se autodefinía como socialista "abertzale" con un proyecto político federalista. La dirección del PCE trató de evitar la fusión, disolviendo la dirección del partido vasco (y constituyendo una nueva apoyándose en el veterano Ramón Ormazábal) y expulsando a los eurocomunistas renovadores que se solidarizaron con Roberto Lertxundi. Aunque la nueva formación de la izquierda vasca no consiguió buenos resultados en las elecciones de 1982 (apenas un 7,5% y un diputado), jugaría a lo largo de los años ochenta un relevante papel político consiguiendo la disolución de Patria Vasca y Libertad (ETA) p-m y la participación en gobiernos de coalición con los nacionalistas vascos, hasta su parcial integración en el Partido Socialista de Euskadi (PSE-PSOE) en 1993. Euskadiko Ezkerra fue evolucionando desde el eurocomunismo hacia la socialdemocracia vasquista, aunque con fuertes tensiones internas.

La expulsión de los eurocomunistas renovadores a lo largo de 1982 aceleró la crisis del PCE. Después de la tentativa de golpe de Estado, el comité central propuso un gobierno de coalición entre centristas y socialistas, aceptando las corrientes de opinión siempre que no se convirtieran en tendencias organizadas y la federalización del partido preservando la unidad de los gajos de una naranja. Sin embargo, las tendencias centrífugas en Cataluña y el País Vasco siguieron creciendo hasta la reivindicación de una política independiente en el marco autonómico.

La crisis del PCE afectó poco a los pactos municipales con los socialistas y, aunque los máximos dirigentes socialistas rechazaron la posibilidad de un gobierno de "Frente Popular", terminaron haciendo de la necesidad virtud en algunos gobiernos preautonómicos como el asturiano, el madrileño o el valenciano. En mayo de 1982, el deseo del PCE de entrar en el gobierno autonómico de Andalucía chocó con la obtención de un resultado aplastante de los socialistas. Por otro lado, el PCE se sintió excluido de los pactos autonómicos entre UCD y el PSOE aunque compartiera con los socialistas la campaña contra la OTAN. La experiencia de colaboración municipal se mantuvo después de las elecciones municipales de 1983 incluso en casos como el de Madrid con el alcalde Tierno Galván, donde el PSOE había obtenido mayoría absoluta. Fueron la crisis del PCE y las escisiones del PTE, PCPE, Fundación Europa desde 1985, lo que rompió el grupo municipal comunista en dos fracciones iguales. Dos de los cuatro concejales ex comunistas siguieron colaborando con el nuevo alcalde Juan Barranco hasta las nuevas elecciones municipales. En el bienio 1987-89, hasta la moción de censura del PP con el apoyo del CDS que derribó a Barranco, el Partido Socialista de Mallorca (PSM)-PSOE continuó gobernando en minoría la capital de España con apoyos puntuales de los 3 concejales de Izquierda Unida.

Las elecciones de octubre de 1982 permitieron que Felipe González formara un gobierno del PSOE en solitario por primera vez en su centenaria historia. Un porcentaje importante de los ministros procedían de formaciones del antifranquismo ajenas al PSOE del exilio, destacando los procedentes del neosocialismo de la Federación de Partidos Socialistas de 1976 y del Frente Popular de Liberación de los años sesenta. Algunos cuadros históricos del PSOE, militantes de la semiclandestinidad del tardofranquismo que habían sido responsables de área del Grupo Parlamentario Socialista durante las legislaturas de la transición, fueron relegados del primer gobierno de Felipe González. Algunos ejemplos de esto fueron los casos de los responsables parlamentarios de las áreas de Sanidad (Ciriaco de Vicente), Defensa (Enrique Múgica) e Interior (Carlos Sanjuán).

En cualquier caso, antes de las elecciones del "cambio" ya se había producido el abandono del proyecto de transición al socialismo de construir una alternativa a la gestión socialdemócrata del capitalismo, para optar por un reformismo que modernizara a España integrándola en Europa, al mismo tiempo que se construía un modesto Estado del bienestar, que también suponía una cierta homologación con lo construido en Occidente tras la Segunda Guerra Mundial. La ilusión de una tercera vía y del neutralismo entre los bloques fue aparcada por la dirección del PSOE poco antes de llegar al gobierno. No obstante, muchos socialistas y eurocomunistas de base siguieron creyendo todavía en una tercera vía que construyera el socialismo en libertad y cambiara la vida.

Notas

1.Realizado en el marco del Proyecto de I+D HUM 2012-34.132. Una primera versión fue discutida por los investigadores del CIHDE y presentada en el coloquio "La Transición en Extremadura. Historia y Memoria", Cáceres, noviembre 2013.
2.Catedrático de Historia Contemporánea y director del Centro de Investigaciones Históricas de la Democracia Española de la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia), de Madrid, España. Presidente de la Asociación de Historiadores del Presente. Contacto: historiadelpresente@yahoo.es
3.Un buen análisis sobre la evolución ideológica en Andrade, (2011).
4.Un relato general en Santos Juliá, (1997).
5.El coste de la campaña electoral de 1979 en Colección documental PSOE democracia, Archivos del Movimiento Obrero/Fundación Pablo Iglesias, Alcalá. Para la ayuda alemana en 1977, véase Muñoz, (2012). Para la ayuda de AD, testimonio personal de Alonso Puerta, 2011. El coste de la campaña de 1982 en ABC, 30/10/1982.
6.Testimonios personales de Josep M. Sala y Josep María Triginer, 2013.
7.Véase Molinero-Ysás, (2010).
8.Diario 16, 03/06/1981.
9.El País, 21/07/1981.
10.Algunos relatos sobre la crisis del eurocomunismo en Morán, (1986); Azcárate, (1982). Un monográfico colectivo en Treglia, (2011).
11.Véase Fernández Soldevilla, (2013).
12.Testimonios personales de Francisco Ramos Fernández-Torrecilla, Enrique Múgica y Carlos Sanjuán, (2013).

Bibliografía

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