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Estudios - Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba

versión On-line ISSN 1852-1568

Estud. - Cent. Estud. Av., Univ. Nac. Córdoba  no.32 Córdoba dic. 2014

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

DE LOS PIQUETES A LAS PUEBLADAS. REPRESENTACIONES Y ACCIONES COMUNITARIAS EN EL NORTE DE SALTA1

José Benclowicz2


Resumen
Durante la segunda mitad de los años '90 se registraron en la Argentina una serie de puebladas que marcaron el comienzo de la crisis de la hegemonía neoliberal vigente en el país desde comienzos de esa década. Entre ellas, las que se produjeron en Tartagal y Mosconi, provincia de Salta, llamaron la atención por su radicalidad y por su repetición. En este artículo reflexiono en torno a sus condiciones de posibilidad atendiendo a las representaciones que circulan en esas comunidades sobre tales acontecimientos. Para eso, tras repasar las tradiciones de lucha locales, analizo los discursos de distintos actores sociales y políticos, examinando las diferentes significaciones que se atribuyen a los hechos. El estudio revela la presencia de una representación comunitaria marcada por una fuerte identificación local que favoreció la solidaridad interclasista y contribuyó al desarrollo de las rebeliones populares.
Palabras clave: Puebladas-Representaciones-Argentina-Identificación comunitaria

Abstract
During the second half of the '90s a series of popular revolts marked the beginning of the crisis of neoliberal hegemony, in force in Argentina since the beginning of the decade. Between them, those that occurred in Tartagal and Mosconi, Salta province, attracted attention for its radicalism and its repetition. In this paper I meditate about their conditions of possibility taking notice to the different representations in these communities about those events. For that, after reviewing the local traditions of struggle, I analyze the discourses of different social and political actors, examining the different meanings attributed to the facts. The study reveals the presence of a community representation marked by a strong local identification which favored interclass solidarity and contributed to the development of popular rebellions.

Key words: Popular revolts; Representations; Argentina; Community identification


 

"El piquetero lo que venía en ese momento es a ocupar un espacio de representatividad. Discutía, consciente o inconscientemente, poder". 3

Introducción

Durante la segunda mitad de los años '90 se registraron en la Argentina una serie de puebladas que marcaron el comienzo de la crisis de la hegemonía neoliberal vigente en el país desde comienzos de esa década. Entre ellas, las que se produjeron en Tartagal y Mosconi, provincia de Salta, llamaron la atención por su radicalidad y repetición. Entre 1997 y 2001 se produjeron en esas localidades petroleras cuatro puebladas: en mayo de 1997, mayo y noviembre de 2000 y junio de 2001, en cuyo marco el poder político local fue desconocido y desplazado por Asambleas Populares que se celebraron sobre la ruta bloqueada por los manifestantes.

Vinculado a ese proceso de luchas fue ganando un creciente protagonismo el movimiento de trabajadores desocupados de la zona, que pronto fue designado, como sus homónimos del resto del país, movimiento piquetero. Mientras que la primera pueblada nació con el formato de un corte de ruta comunitario y masivo, con características pluriclasistas, las siguientes se produjeron como consecuencia de la represión sufrida por los trabajadores desocupados, que impulsaron numerosas protestas con el método del piquete en la ruta y en los accesos a las empresas hidrocarburíferas después de 1997. La ruta nacional N° 34, que atraviesa ambas localidades, tiene un carácter económico estratégico: conecta a la Argentina con Bolivia y permite el transporte de mercaderías y personas desde el centro del país. Ese carácter estratégico y el hecho de que los piquetes de 2000 y 2001 fueran protagonizados básicamente por trabajadores desocupados, probablemente convenció al gobierno de la Alianza4, de recurrir a la represión como vía sumaria para lograr el desalojo de la ruta. Ante la resistencia de los manifestantes, las fuerzas represivas no escatimaron esfuerzos en cumplir las órdenes recibidas, con un saldo bastante predecible de muertos y heridos y una consecuencia menos previsible: el estallido de rebeliones populares masivas que forzaron el retiro de las fuerzas de seguridad y la concesión de distintos reclamos antes negados a los manifestantes.

Los primeros trabajos sobre el tema asumieron que tales acontecimientos marcaban la aparición de nuevos formatos de protesta y organización en la zona - el corte de ruta, la pueblada, la Asamblea Popular - asociados a su vez al desmantelamiento del Estado benefactor que se suponía caracterizaba las relaciones sociales previas a la implementación de las políticas neoliberales en los ´90s5. Más adelante se reveló que tales formatos no eran nuevos en la zona sino que existía una dilatada tradición de luchas que aportó elementos clave para el desarrollo de estas protestas; se planteó además que la idea de la existencia anterior de un Estado de bienestar no resultaba pertinente para describir las relaciones sociales de la zona, debido a la presencia, fuera del complejo estatal e hidrocarburífero, de un amplio sector de trabajadores superexplotados de larga data y la insatisfacción de las necesidades básicas de buena parte la población antes de la década de 1990. En esta relectura, se propuso el concepto de colonialismo interno regional para describir un conjunto de relaciones sociales y políticas que derivaron en la apropiación de la renta petrolera por parte de las empresas del sector, el Estado nacional y el Estado provincial y en el escaso desarrollo económico a nivel local. Esa situación motivó, a su vez, las primeras protestas registradas en la zona.6

Tener en cuenta estas cuestiones estructurales e históricas resulta imprescindible para explicar el desarrollo de los acontecimientos, aunque ciertamente no agotan las variables que deben considerarse. En este artículo me interesa profundizar en torno a las condiciones de posibilidad de las rebeliones populares en cuestión atendiendo a las representaciones que circulan en Tartagal y Mosconi sobre las propias puebladas y el movimiento piquetero. En tanto creencias socialmente compartidas, las representaciones sociales inciden en el curso de acción de los sujetos y en la producción, reproducción o transformación de las relaciones de dominación.7 Así, los hechos registrados sugieren una interpretación de la realidad que difiere de la planteada por los sectores dirigentes y (re)producida por los medios masivos de comunicación y cuyo análisis resulta clave para explicar las demandas, las prácticas políticas y las relaciones que establecieron con el Estado las comunidades de Tartagal y Mosconi como actor colectivo. En esta línea, la pregunta que guía el presente trabajo apunta a dilucidar qué tipo de representaciones, presentes en la sociedad local, contribuyeron a la repetición una respuesta popular a todas luces vigorosa, masiva y radicalizada.

El hecho de que los acontecimientos sean percibidos de una u otra forma depende de las creencias y consideraciones previas y de la interacción del pensamiento de distintos sujetos. De aquí la necesidad de atender primero a la historia de las comunidades, en particular, a sus tradiciones de lucha, inscribiendo los discursos en su especificidad geográfica e histórica.8 En segundo lugar, para el estudio de las representaciones comunitarias resulta clave el análisis de los discursos de distintos actores que actuaron en el ámbito local, examinando las diferentes significaciones que se atribuyen a los hechos. Así, esta indagación incluye por un lado el examen de los discursos de los sectores dirigentes a nivel local y, por el otro, de dirigentes de las organizaciones de desocupados y de pobladores vinculados a estas. Para reducir las marcas vinculadas a la coyuntura política y social específica en la que se producen los discursos, la indagación incluye entrevistas semi estructuradas con final abierto realizadas con una diferencia de ocho años (2005-2013), lo que favorece considerar la estabilidad de las representaciones.

En función de lo planteado hasta aquí, organicé el artículo de la siguiente manera: en el primer apartado, comparo los primeros reclamos registrados en la región con los más recientes, haciendo una breve referencia a las características socioeconómicas de la zona y su vinculación con las protestas; en el segundo, indago, relacionado con lo anterior, en torno a las representaciones de los sectores dirigentes a nivel local: referentes de los partidos políticos con presencia en los cuerpos deliberativos y de empresarios de la zona; en el tercero, incorporo las representaciones que aparecen entre los miembros de las organizaciones de desocupados, diferenciando las de los dirigentes y las de los demás participantes de esos movimientos. En el último apartado expongo las reflexiones finales, que destacan la presencia de una representación comunitaria marcada por una fuerte identificación local que favoreció la solidaridad interclasista y la resistencia a las políticas neoliberales.

Reclamos y protestas en perspectiva histórica

Tartagal y Mosconi se desarrollaron a partir de las décadas de 1920 y 1930 al calor de la explotación petrolífera y maderera. Por ese entonces estas localidades pertenecían al vasto departamento salteño de Orán y de la mano de la industria petrolera, operada primero por la Standard Oil y poco después también por YPF, se convirtieron en el motor de expansión económica más importante de la provincia. Para 1935 concentraban 62,9 por ciento de los trabajadores, 74,4 por ciento de los sueldos y 69,1 por ciento de la producción de Orán. Medido a nivel provincial, resulta sorprendente la concentración de recursos en la zona: más de la mitad de los salarios y de la producción industrial de Salta se pagaba y se generaba allí.9 A pesar de eso, la provincia no invertía ni siquiera en la infraestructura más elemental. Con estas características, la región, que a partir de mediados de la década siguiente quedaría organizada en torno a un departamento propio, el de General San Martín, se configuró como una economía de enclave, donde la extrema pobreza de buena parte de la población contrastaba con la importante riqueza que se generaba.

La dinámica descripta en el párrafo anterior se vio favorecida por el carácter oligárquico del Estado salteño, en función del cual el poder político y económico permaneció - y en buena medida permanece - restringido y concentrado en torno a un grupo de familias conectadas entre sí por vínculos comerciales y de parentesco. Como otros pueblos del interior de la provincia, Tartagal y Mosconi fueron sometidos a que la mayor parte de la riqueza que producían fluyera fuera de su territorio. Más allá del obvio papel de la Standard Oil en este sentido, a lo largo del siglo XX las regalías generadas por la actividad hidrocarburífera fueron apropiadas por la provincia y por el Estado nacional, a través de YPF. En este sentido, es posible describir la relación impuesta principalmente por la provincia y también por el Estado central como un colonialismo interno regional10. Esta situación motivó reclamos y protestas desde épocas tempranas. Así, ya en 1933, el periódico local La Frontera publicaba:

"Tartagal es una fuente de recursos; el Gobierno percibe ingentes sumas por producción petrolífera; otras sumas ingentes percibe sobre patentes al comercio, sobre impuesto al consumo, pero el pueblo de Tartagal sólo tiene obligación de contribuir a la riqueza fiscal; trabajar, pagar, callarse la boca ¿Hasta cuándo?"11

El texto, publicado en 1933, cuando la región se terminaba de configurar como un enclave petrolero, se confunde entre los discursos locales que se hicieron oír tras la desestructuración socio-económica operada por las contrarreformas neoliberales. Ya en 1936, en el contexto de una creciente movilización, una Asamblea Popular celebrada en Tartagal votaba un petitorio dirigido a las autoridades provinciales en el que se demandaba la construcción de obras de infraestructura, el acceso a la propiedad de la tierra urbana y rural, un plan de desarrollo económico regional y la participación en las regalías petrolíferas.12

Sesenta años después, tras la privatización de YPF y la implementación de las contrarreformas neoliberales, cuando el quiebre de la estructura económica montada en las primeras etapas del enclave petrolero se terminaba de evidenciar, otra Asamblea Popular retomaba sin saberlo, casi con exactitud, los reclamos formulados en la década del '30. En efecto, los puntos del petitorio votado por la Asamblea Popular de mayo de 1997, cuya insatisfacción dio lugar a la conocida pueblada que se produjo ese año, coinciden llamativamente. Allí se demanda solución para los problemas de infraestructura, refinanciación de deudas por compra de viviendas, implementación de un plan de desarrollo regional, mejora en la distribución de las regalías hidrocarburíferas y la implementación de acciones concretas para paliar la desocupación.13

Ese último punto, el único realmente novedoso, anunciaba la relevancia que había cobrado el problema del desempleo en la zona e ilustraba una conciencia certera del conjunto de la comunidad en torno a él. Sumado a las reivindicaciones históricas de la población de la zona, el reclamo de los desocupados ocuparía un lugar clave en el tinglado de exigencias dirigidas a los poderes provincial y nacional. Su centralidad se vincula no solo al crecimiento exponencial de la desocupación sino a la confluencia de dos sectores de la clase obrera de la zona diferenciados históricamente: el que se formó en torno a las empresas estatales - YPF en particular - y a la administración pública, que tuvo acceso a los derechos sociales extendidos a partir del primer peronismo y recortados en los 90s, y el amplio conjunto de trabajadores informales de larga data, especialmente sometidos a lógicas paternalistas y a las prácticas del clientelismo político, que no contaba con experiencias de organización sindical previas.14

La pueblada de 1997 sostuvo un bloqueo comunitario de la ruta nacional N° 34 durante siete días, a lo largo de los cuales se desarrollaron Asambleas Populares masivas en cuyo seno, precisamente, se conformó el movimiento de trabajadores desocupados de la zona. La protesta fue desactivada después de fuertes amenazas de desalojar la ruta por la fuerza y del otorgamiento por parte de los gobiernos nacional y provincial de un número importante de planes sociales, entre otras concesiones, que fueron cumplidas solo parcialmente e hicieron lugar, entre otras razones, a los piquetes y las rebeliones populares que siguieron, protagonizados por los trabajadores desocupados. De ellos, destaco aquí tres: los cortes de ruta de mayo y noviembre de 2000 y el de junio de 2001, que derivaron en sendas puebladas tras la represión de los manifestantes.

A finales de 1999, en un contexto de resquebrajamiento de la hegemonía neoliberal que predominó durante los años ´90, se produjo un recambio político a nivel nacional con el ascenso del gobierno de la Alianza UCR - FrePaSo. El gobierno aliancista sostuvo sin alteraciones las políticas de ajuste previas y redujo significativamente la cantidad de planes sociales. A nivel provincial, el poder continuaba en manos de Juan Carlos Romero, del PJ, gobernador desde 1995 y hasta 2007. Romero, muy cercano al presidente Carlos Menem, impulsó la implementación del programa neoliberal desde el cargo de senador que ejerció hasta 1995 y luego como gobernador de Salta15. En ese contexto, agravado en Tartagal y Mosconi por la falta de pago de los planes para desocupados, amenazas de desalojo por falta de pago de alquileres y el reemplazo de parte del sueldo de los empleados municipales por vales de alimentos, se inició el corte de ruta de mayo de 2000. Después de 10 días de bloqueo, se produjo la represión, que incluyó un violento ingreso de la Policía de la provincia al pueblo en busca de los manifestantes.

Con distintas características, el estallido popular que siguió a la represión se repitió tras las represiones de los cortes de noviembre de 2000 y junio de 2001. A lo largo de estas luchas la población se volcó a las calles, fueron tomadas e incendiadas comisarías y atacados edificios públicos y bancos, entre otros. Con miles de personas movilizadas, en las protestas del año 2000 la ruta quedó bajo el control de los manifestantes; en 2001, Mosconi fue sitiada militarmente por tropas de Gendarmería y la plaza del pueblo se configuró como un nutrido foco de resistencia. En los tres casos se desarrollaron Asambleas Populares que elaboraron extensos pliegos de reclamos que recuperaban lo acordado e incumplido desde la pueblada de 1997, dirigidos especialmente a la exigencia de una reparación histórica para el departamento San Martín, que contemplara obras de infraestructura, la implementación de un plan de desarrollo regional y el aumento de la percepción de regalías petroleras. Enfatizaban, asimismo, la exigencia al poder provincial, nacional y a las empresas hidrocarburíferas de generación puestos de trabajo genuino.16

La de junio de 2001 fue la última pueblada registrada hasta el momento en la zona. Así como Tartagal y Mosconi principiaron el progresivo ascenso de las luchas sociales y políticas que se produjo a nivel nacional, se anticiparon también a su reflujo, permaneciendo prácticamente pasivas durante la caída del gobierno de Fernando de la Rúa y la conformación de las Asambleas Populares en las principales ciudades del país. Para explicar esa tendencia, contraria a la que se venía desarrollando desde 1997, es necesario tener en cuenta el accionar sostenido de los representantes del poder económico y político, que a pesar de verse completamente superados en varias oportunidades, nunca dejaron de trabajar en función de contrarrestar el inédito desafío que se les presentaba. Los medios de comunicación provinciales - en particular el diario El Tribuno - y luego los nacionales, intervinieron de manera sistemática para intentar minar la legitimidad que había obtenido el movimiento piquetero. En 2001 en particular, se planteó que había piqueteros armados y francotiradores, a partir de lo cual se justificó la utilización de armas de fuego por parte de las fuerzas represivas. En esa línea, se difundió una versión que hacía aparecer a los piqueteros como "subversivos"; se denunció la intervención de activistas "perfectamente entrenados" y fuentes de inteligencia llegaron a sugerir conexiones con las FARC colombianas y con la organización Sendero Luminoso de Perú.

Al mismo tiempo, ante la imposibilidad de frenar los piquetes, los poderes políticos locales y provincial optaron en varias ocasiones por alentarlos, colocando a sus propios agitadores o "comprando" dirigentes populares. A partir del año 2002, en el marco de un contexto económico caracterizado por la virtual paralización de gran parte de las actividades económicas, comenzaron a producirse numerosos cortes de ruta, algunos de los cuales eran impulsados por pocas personas con escasa o ninguna representatividad, alentadas, en ocasiones, por el poder político. Además, algunos de ellos comenzaron a exigir un "peaje" a quienes querían circular por la ruta.17 La falta de coordinación entre las organizaciones dificultó aún más la situación, atomizando la representación piquetera.

Los hechos mencionados, entre otros, favorecieron la disminución de la popularidad del corte de ruta y del propio movimiento piquetero. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido en la mayor parte del país, no alcanzaron para erosionar por completo su legitimidad. En el apartado que sigue examino esta cuestión.

Representaciones de los sectores dirigentes a nivel local

Cuatro años después de la última pueblada registrada en el departamento General San Martín, y en un contexto en el que se producían frecuentes cortes de ruta con escaso o ningún apoyo de las comunidades locales, un miembro del gabinete municipal de Tartagal señalaba lo siguiente, con relación a este método de protesta:

"Para nosotros, para muchos, genera incomodidades, eso es un hecho, porque el efecto de cortar una ruta quien más la sufre es el propio habitante de la zona, desde ese punto de vista nos genera muchas dificultades, es negativo, pero también no hay otro modo, aparentemente, de protestar, manifestar, por supuestas situaciones que la gente demanda y no se les da respuestas, ni el Estado nacional ni el provincial. La ruta nacional es dominio de Gendarmería, que es resorte del Estado nacional, nosotros como Intendencia acá no podemos actuar, entonces todo eso genera dificultades, pero bueno, actualmente la gente no encuentra otra forma de manifestarse. Esto ha sido así". 18

Apenas disimulada por una extensa litotes a modo de preámbulo, llama la atención la justificación del corte de ruta por parte de este funcionario del entonces gobernante Partido Renovador de Salta (PRS), conformado en 1983 principalmente por funcionarios de la última dictadura militar y aliado desde 2005 con el Frente de la Victoria (FV, kirchnerista). A pesar de ciertas vacilaciones discursivas, en las que la ausencia de una alternativa de protesta es aparente y los motivos de los reclamos son supuestos y no certeros, es la falta de respuestas tanto a nivel provincial como nocional la que configura al corte de ruta como un método no solo legítimo, sino incluso como única alternativa para llamar la atención de las autoridades. No se trata de una posición aislada. Otro funcionario municipal, ante la pregunta "¿Qué piensa del movimiento piquetero de la zona?", respondió en la misma época:

"Bueno, esto nace de la desocupación que hay acá en el departamento de San Martín, por razones de ello nace aquí el movimiento piquetero, en General Mosconi, ahora no sé si llamarlo organismo, pero es una manera de conseguir una fuente de trabajo, o son grupos de lucha hechos que tratan de ver la forma de conseguir trabajo, para hacerse sentir, escuchar en las luchas, y ver las formas de conseguir un trabajo, porque ningún político de ningún nivel, tanto nacional y provincial, pueden dar respuesta a una reparación histórica que haría falta en el departamento de San Martín". 19

En línea con el otro señalamiento, se plantea aquí la necesidad de los desocupados de recurrir al corte de ruta para que sus reclamos sean atendidos. Con un aditivo significativo, que aparece una y otra vez en la mayor parte de las entrevistas: la idea de que el departamento San Martín merece una "reparación histórica", por parte de la provincia. La representación de la región como perjudicada por las políticas del Estado provincial atraviesa todos los sectores a nivel local, sin distinción de clase ni partido, como se verá en seguida. Así, en 2005, el presidente del Centro Empresario de Tartagal, comentaba sobre los cortes de ruta y puebladas que se produjeron entre 1997 y 2001:

"Sí, esto se ha originado en el año ´97 [.] después se fueron sumando las falencias, las necesidades y las urgencias, hasta pedir una reparación histórica para este Departamento de San Martín, que siempre se ha pedido. [.] Ahora, gracias a dios, se ve que por fuerza mayor se van a iniciar algunas inversiones acá que pueden llegar a reactivar la zona, que realmente está bastante abandonada, te digo [.] así que espero que de una vez por todas seamos escuchados, que se revierta esta situación y que realmente podamos mejorar nuestra situación económica, y por ende, al superarse la situación económica yo creo que se va a superar el problema social, porque el problema social se genera por la falta de trabajo, la falta de alimentos para la gente. Una persona que tiene trabajo y tiene un sueldo digno yo creo que no tiene necesidad de salir a cortar rutas ni hacer manifestaciones". 20

Como se vio en el apartado anterior, el planteo de la reparación histórica al departamento San Martín se hizo presente en los reclamos de las puebladas y se vincula a una serie de demandas históricas insatisfechas, que generaron tempranas protestas. Relacionado con esto, el "olvido" y el "abandono" de la zona es un tema recurrente, que explica la situación social y justifica las acciones de lucha, al punto de volver inaceptable la represión. En torno a este tema existe un amplio consenso que se sostiene en el tiempo. Así lo indica, entre otros, el siguiente fragmento de una entrevista realizada en 2013 a un concejal de Tartagal de la UCR.

Pregunta: "Cuando se concretan las represiones estas ¿no?, la gente que no participaba del corte, ¿qué reacción tiene?"
Respuesta: "Bueno, la gente por temor dejó de participar, y obviamente la adhesión estaba con la gente. hasta ese momento la adhesión de la comunidad y el respaldo a la gente que se había instalado en la ruta, que ahí nace el famoso piqueteros, o sea es la gente que resiste, digamos. El piquetero, el concepto, bueno, de piquete era la gente que estaba instalado en estos puestos, digamos, que eran los que ofrecían la resistencia, ya no contando con la presencia de toda la sociedad pero en su momento sí tuvieron el gran respaldo ¿no? Y el repudio a los intentos de desalojo por parte de los gobiernos de turno". 21

Lejos de los intentos de construcción mediática de los piqueteros como sujetos violentos, como delincuentes, e incluso como "subversivos", la imagen que aparece aquí es la de un luchador social. Pero no solo eso: es la de un luchador que ofrece resistencia en nombre de la comunidad. En su condición de desocupado, el piquetero de la zona condensa simbólicamente todas las postergaciones del departamento, que se hacen carne en él. De ahí que la represión sea vivida como un ataque al conjunto de la población por parte de los poderes que abandonan/explotan a las comunidades sin compensación. En este sentido, y con relación al proceso de luchas que se inició con la pueblada de 1997, el presidente del Centro Empresario de Tartagal en 2013, candidato a intendente por el PRS en 2011, recuerda:

"Porque en el '97 cuando se levanta el corte, la gente del pueblo, los que nos representaban en esa asamblea (porque los representantes naturales no estaban), firmó un petitorio con 27. 30 puntos (no me acuerdo cuántos eran) de eso, nada se cumplió, lo único que bajaron fueron los planes Trabajar.22 Y en ese petitorio estaba. se hablaba del agua, de la infraestructura de agua, de la electricidad, de los caminos, de la petroquímica, era un pedido absolutamente honesto, cierto y creemos, justo. Fijate que ahora, el año pasado, o el ante año pasado han largado lo que se llama "plan de reparación histórica", que ha terminado siendo un mamarracho pero fundamentado en ese tipo de pedido. Cincuenta años de entregar riquezas, cincuenta años de alimentar todo el norte de la Argentina: Salta, Tucumán hasta Santa Fe con gas ¿a cambio de qué? hoy no tenemos gas y somos pobres, no hay actividad, nuestros chicos no tienen futuro".23

Más que la continuidad del colonialismo interno regional, característica de numerosas regiones del interior de la Argentina, resulta sumamente sugerente el consenso local generado en torno a este tema. Eso hace que, por ejemplo, el limitado plan de obras públicas presentado por el gobierno provincial del PRS como la "Reparación histórica" tantas veces demandada, sea rechazado abiertamente como tal hasta por los propios integrantes de ese partido en el departamento San Martín, como se ve en el fragmento citado. En este sentido, es de destacar la coincidencia de los más variados sectores políticos e ideológicos sobre estos puntos. Con sus matices, todos los sectores dirigentes locales confluyen en torno la idea de la indebida apropiación de los recursos de la zona por parte de la provincia y en el reclamo de reparación histórica. Sin resolver esa contradicción, los referentes locales de estos partidos coinciden discursivamente en esa idea, al punto tal que un concejal del Partido Justicialista (PJ, vinculado en Salta al ex gobernador Romero) de Tartagal se mostró favorable a una plataforma común para las elecciones legislativas de 2013:

"[.] deberíamos reunirnos todos los políticos, tirar a la mesa la realidad, la verdad, y decir: "-bueno, a ver, ¿quién nos hacemos un abc proselitista? Nos comprometamos todos a hacer esto; el que llegue tiene que hacer esto. empecemos a mirarlo distinto". 24

Esta fuerte identificación regional resulta un elemento clave para pensar las representaciones comunitarias de los cortes de ruta y las puebladas, que frecuentemente se desarrollaron como alternativas e incluso opuestas a las (re) producidas por los medios masivos de comunicación y por los sectores dirigentes a nivel nacional y provincial. De este modo, a pesar de que el ex gobernador Romero, entre otros, insistió durante todo el período 1997-2001 en asociar a los piqueteros con figuras violentas y delincuenciales,25 su referente en Tartagal, ante la pregunta "¿Qué es un piquetero?" responde: "¿Un piquetero? Es una persona que está desempleada y que se manifiesta". 26

Ahora bien: ¿cómo aparece esta identificación regional entre aquellos que protagonizaron los cortes de ruta en 2000 y 2001 y entre los miembros de las organizaciones de desocupados en general?

Representaciones del movimiento de trabajadores desocupados

Entre 1997 y 2001 actuaron distintas organizaciones de desocupados en la zona. La Unión de Trabajadores Desocupados (UTD) de Mosconi fue la que alcanzó mayor influencia. En Tartagal se destacó también la Coordinadora de Trabajadores Desocupados-Polo Obrero (CTD-PO), vinculada al Partido Obrero (PO, trotskista, con importante presencia en Salta). En las líneas que siguen se incluyen entrevistas a miembros de ambas agrupaciones, distinguiendo entre los dirigentes y aquellas personas que, estando vinculadas a las organizaciones, no tienen un papel de liderazgo.

Entre estas últimas, una primera idea que aparece con fuerza es la del olvido por parte del poder provincial del departamento General San Martín, presente como se vio en los discursos de los sectores dirigentes a nivel local. Así, por ejemplo, consultado por los motivos de los cortes de ruta, A. explica que se produjeron "Por el tema de. de lo que. tantos años que peleamos por el tema de los trabajos, porque realmente el gobierno de la provincia se olvida de la gente.".27 Ante la pregunta "Por qué creés que hay tantas necesidades insatisfechas, tanta pobreza?" M. C. señala:

"Y bueno, porque desgraciadamente acá no hay una fuente de trabajo. Los gobiernos se han olvidado de Mosconi. Acá nosotros no tenemos.pienso yo que tendría que haber proyectos que los gobiernos tienen que inventar, aunque sea, hacer algo, algún trabajo con beneficios sociales.no hay"28

La percepción de estos entrevistados, que participaron activamente de los cortes, es similar en este punto a la de otros pobladores vinculados a las organizaciones de desocupados que no participaron en forma directa de los cortes de ruta de 2000 y 2001. Tal es el caso de L., de Tartagal:

"En Salta, se veía lo que daban los presidentes para el norte pero nunca llegaba, todo quedaba ahí en Salta capital ponele, ¿viste? [.] Mirá, nosotros vivimos muchas cosas malas acá en Tartagal últimamente, en estos últimos años y... Cambió, pero muy poco. Es como que se olvidan de que tienen más gente acá, y cada vez hay más niños, y cada vez más pobladores y no, no tenemos abastecimiento suficiente para nosotros"29

El recurrente tema del olvido aparece frecuentemente acompañado de una mirada de características paternalistas, en función de la cual se espera que el poder político se acuerde e "invente" una solución, como señala M.C. en el fragmento citado más arriba. Este rasgo es frecuentemente transmitido a los propios dirigentes de las organizaciones de desocupados, que son pensados como dadores de trabajo. Por ejemplo, al llegar al final abierto de la entrevista, una integrante de la UTD, acotó:

"Lo único que podría agregar, bueno, sería de que. espero que Dios y la Virgen siempre le dé vida y salud a Pepino, que es la persona que siempre nos sostiene acá en la UTD, que soluciona todos los problemas. Digamos es el máximo dirigente, tenemos otros dirigentes pero el que más se mueve y siempre trae soluciones a todos los problemas y da fuente de trabajo es él".30

Eso no implica que se trate de una creencia ineficaz para impulsar la acción colectiva. El "olvido" del poder político bien puede generar las fuerzas que le impongan recordar lo que se espera de él: en este caso, la satisfacción de ciertas necesidades básicas; las mismas fuerzas pueden emanar de la sabiduría atribuida al dirigente piquetero, que está presente. Justamente, la idea de un caudillo que protege y da trabajo se opone al olvido del poder político, en este caso se trata de una representación que deja en manos de un otro la resolución de problemas vitales. También G., integrante de la UTD, al redondear la entrevista, siente la necesidad de "[.] agradecer al señor Fernández por darnos esta oportunidad, a las mamás solteras más que nada para poder tener digamos, para poder dar de comer a nuestros hijos.".31 Este tipo de manifestaciones, frecuente entre miembros de la UTD, aparecen también entre miembros de otras organizaciones y es posible pensar que guardan relación con el hecho de que las bases de las organizaciones se componen mayoritariamente de trabajadores informales de larga data, especialmente sometidos a lógicas paternalistas y a las prácticas del clientelismo político en la medida en que no accedieron a una relación laboral estable.

Ciertamente, también es posible encontrar dentro de este mismo grupo representaciones muy diferentes, incluso por fuera de la lógica paternalista. C. por ejemplo, señala que

"Lamentablemente, o sea las regalías y todo eso yo no sé si es un mal manejo del municipio, o bien no llegan como tienen que llegar. Pero. de acá sale todo; de acá sale el petróleo, el gas, todo. Yo no tengo gas natural en mi casa. Y yo tengo que comprar una garrafa que es de diez kilos. me sale 45 pesos, me dura 20, 25 días. Y cuando.todo el suelo prácticamente está. de petróleo. Lo hacen acá y lo mandan para el sur y de allá ya nos viene y nos cobran el doble". 32

Más allá de la indefinición sobre los responsables del problema, emerge la identificación regional que vimos en el caso de los sectores dirigentes a nivel local y que permite pensar los severos padecimientos económicos y las acciones de lucha asociados a ellos como consecuencia de la expoliación a la que se ve sometida una región rica en recursos naturales, en otras palabras, como consecuencia de lo que denominé colonialismo interno regional. Al analizar las construcciones más estructuradas de los referentes de las organizaciones de desocupados, estas figuras recobran la fuerza que tienen en los discursos de los sectores política y económicamente dirigentes del departamento San Martín. Así, por ejemplo, P. de la UTD, reflexiona:

"[.] si vos te ponés a analizar, a ver, todos los recursos naturales salen del interior, las grandes capitales no lo producen. ¿y quiénes sufren las consecuencias de la explotación irracional que hacen las empresas petroleras, las empresas de agricultores? A ellos, lo único que le interesa es la producción nomás, no le interesa el ser humano o el habitante que vive acá. Bueno, en eso yo tampoco no estoy de acuerdo con el sistema ése ¿ha visto?" 33

En este caso, aparecen unos poderes centrales que avalan el accionar predatorio de empresas extractivas en beneficio de ambos y en perjuicio de las poblaciones locales. El gran capital no ha dejado de considerarse como actor por parte de los dirigentes piqueteros, suele ser identificado junto al poder político como responsable de la situación; en algunos casos esta representación se hace presente entre los integrantes que no ocupan posiciones de liderazgo en las organizaciones. Así, ante la pregunta "¿Por qué hay tanta pobreza?", M. responde en seguida: "Por el mal manejo del gobierno. Es así, es por eso. Y por las empresas petroleras, que vienen, se llenan ellos de riqueza y nosotros seguimos pobres".34

Con todo, el nosotros que se opone al capital no siempre es el mismo, en particular, en el caso de los dirigentes de la CTD-PO, como es de esperar, el juego de oposiciones asume un carácter fundamentalmente clasista, que desplaza las formulaciones comunitarias. En este caso, las puebladas son pensadas en clave revolucionaria:

"Lo que pasó en esta zona, creo que es, llevado a un terreno más grande, es comparable con el levantamiento del pueblo soviético que se levantó contra el régimen, y teniendo el segundo ejército más poderoso del mundo en ese país no pudieron parar a esas personas que se levantaron contra el régimen. Y acá creo que se demostró que es posible vencer a las fuerzas de represión." 35

Pensada en clave clasista o comunitaria, la experiencia de la represión a la que se refiere el entrevistado marcó fuertemente a los que pasaron por ella. Antes que nada, no puede dejar de considerarse el impacto del accionar brutal de unos Estados nacional y provincial que, tras destruir en pocos años unas relaciones sociales que operaron durante más de medio siglo y generalizar la miseria, recurren a una violencia más concentrada bajo la forma de operativos represivos en los que pierden la vida cinco pobladores y son heridos cientos de ellos, todo esto en un contexto político supuestamente democrático. Pero la represión involucra a su vez un importante aspecto simbólico. Desarticuladas sin alternativas las dinámicas económicas locales y condenados a un destino de pueblos fantasma de frontera, las comunidades de Tartagal y Mosconi encontraron en el muy noticiable corte de ruta el modo de hacer notar su existencia al resto del país, a través de los medios masivos de comunicación. El desalojo violento de la ruta, en caso de ser exitoso, implica además la imposición del silencio, la bajada del telón y la vuelta a la invisibilidad. En este sentido, la experiencia de la represión reforzó una identificación que contribuyó a una actitud de sacrificio, de exposición, de enfrentamiento y resistencia. Recordando los sucesos de 2000-2001, Ch. recuerda:

"Y en el 2000, 2001 ya lo viví con más dramatismo, porque uno estuvo en una represión, la vivió, nunca habíamos estado durante una represión una pelea frente a frente con las fuerzas. del Estado y con el temor de que les pasara algo a los compañeros [.] lo sentí muy dramático el tema, me afligí mucho, era una de las partes que a mí me ocupaba, y otra parte, bueno, ver, ir comprendiendo que, gracias a eso, nos prestaban atención, el Estado, más que nada el Estado nacional porque el Estado provincial siempre fue. una burguesía. una clase oligarca muy soberbia que nunca prestó atención al interior de la provincia". 36

Las actitudes y sentimientos que se manifiestan ante la represión se encuentran vinculados al carácter extendido de esa percepción del Estado provincial como un otro que ignora o explota a la región. Y aquí, donde las identificaciones comunitarias parecían desplazar mayormente a las de clase, estas últimas se fagocitan en la construcción del Estado salteño como burguesía u oligarquía. En este sentido, puede pensarse con Gramsci (2001) al sentido común local como un conjunto de elementos heterogéneos pero que alcanzan una coherencia capaz de generar sentimientos y acciones claramente direccionadas al organizarse en torno a percepciones variadas aunque delimitadas del colonialismo interno al que se encuentra sometida la zona. Así, al preguntarle a un miembro de base de la UTD qué se acordaba de los grandes cortes del 2000 y 2001, responde:

"Y bueno, los cortes salimos como a pedir cosas ¿no? Y como decíamos que esta es una zona muy rica y entiendo que desde que se fue YPF, quedó todo muerto. Y de ahí nacimos nosotros a la lucha, a la ruta a pedir cosas al gobierno, y no nos escuchaba el gobierno provincial y nacional en ese tiempo. Y bueno, de ahí nos mandaron la represión. Y. Fue muy feo porque salir a pedir algo y que te peguen palos, balas, es muy feo" 37

En este fragmento se expresan diversos elementos que he venido señalando para el caso de la mayor parte de los miembros de la organizaciones de desocupados que no ocupan posiciones de liderazgo: la percepción de la riqueza de la zona, la lucha como un pedido de escucha paternalista al poder político, la decepción - y rebeldía - ante la falta de escucha y la actitud de un padre ausente que revela sorpresivamente una faceta criminal. Esta percepción, que exacerba el carácter de por sí dramático de la represión, se articula con otras, más frecuentes tanto entre referentes de las primeras organizaciones de desocupados como entre los sectores dirigentes a nivel local, que ven al Estado, especialmente al provincial, como responsable del saqueo regional.

Lo anterior guarda relación con el hecho de que el dramatismo con el que fue vivida la represión excediera ampliamente a los piqueteros, involucrando al conjunto de la comunidad y provocando reacciones de solidaridad con los reprimidos y de furia contra los represores. Así, por ejemplo, en junio de 2001, la resistencia de la población ante el operativo militar "antisubversivo", desplegado por la Gendarmería Nacional dejó un saldo de gendarmes heridos que debieron ser atendidos fuera del departamento San Martín, ya que los médicos y enfermeros del hospital de Tartagal se negaron a hacerlo38. A su vez, el accionar criminal de las fuerzas represivas, en especial de la Policía provincial, generó una propagación de la ira popular. Así, en mayo de 2000 las tropas de esa fuerza fueron expulsadas de Mosconi por la población y debieron refugiarse en un regimiento del Ejército, mientras la comisaría del pueblo era incendiada junto con otros edificios estatales y bancarios representativos del poder político y económico; en noviembre de 2000 ocurrió otro tanto en Tartagal tras el asesinato de un manifestante a manos de la misma Policía.

Hasta ese momento, la asunción de la desocupación como problema comunitario y no como una cuestión sectorial contribuyó a legitimar a los piqueteros. La sensación de descontrol generada en torno a los acontecimientos de noviembre de 2000, que incluyeron saqueos a comercios de Tartagal - impulsados de acuerdo a distintas fuentes por sectores vinculados al poder político - operó en sentido contrario, al igual que la multiplicación, especialmente después de 2001, de cortes impulsados por grupos minoritarios orientados a la obtención de planes sociales o puestos temporarios para los seguidores de un referente determinado. Aun así, como se vio en los discursos de distintos referentes del poder local, su accionar es pensado como única alternativa para interpelar al Estado. Esto indica la persistencia de la crisis de representación política que se abrió con las puebladas acompañando unas demandas sociales de fondo que continúan desatendidas.

Palabras finales

A lo largo de este trabajo exploré en torno a las representaciones que circulan en las ciudades de Tartagal y Mosconi con relación al movimiento piquetero y a las puebladas que se registraron en la zona, a fin de aportar a la comprensión de las demandas, las prácticas políticas y las relaciones que establecieron con el Estado las comunidades de Tartagal y Mosconi como actor colectivo. La indagación reveló la presencia de una identificación regional muy extendida, construida en oposición a la histórica apropiación de recursos por parte de los Estados nacional y provincial y a la precariedad del desarrollo socio-económico local, evidenciado particularmente tras la privatización de YPF. Esta identificación favoreció el despliegue de lazos de solidaridad interclasistas, en función de los cuales los padecimientos de los trabajadores desocupados en el contexto del neoliberalismo pudieron pensarse no solo como un problema sectorial, sino como una expresión extrema de las postergaciones a las que es sometido el departamento San Martín por parte del Estado salteño en particular.

Planteé que existen percepciones variadas de esas postergaciones, que incluyen tanto en el caso los sectores dirigentes a nivel local como en el de referentes y miembros de las organizaciones de desocupados las ideas de olvido y abandono por parte de la provincia. Entre los integrantes de las agrupaciones que no ocupan posiciones de liderazgo, donde predominan condiciones de precariedad laboral y prácticas clientelísticas de larga data, el olvido y el abandono pueden asumir características paternalistas, aunque también aparece la identificación de relaciones de explotación, más común en el caso de los sectores dirigentes de las comunidades y del movimiento piquetero. Estas relaciones pueden asumir entre estos últimos rasgos clasistas, y más generalmente comunitarios, en donde se rechaza la exacción sin compensación a la que se encuentra sometida la zona. Más allá de las variaciones, las representaciones de los distintos actores pueden enmarcarse dentro de cierta percepción del colonialismo interno regional, que constituye un sentido común capaz de generar sentimientos de auto-identificación y acciones reivindicativas.

En ese sentido, los piqueteros, mientras formularon demandas de conjunto que se asociaban al reclamo de una reparación histórica del departamento, fueron pensados como representantes comunitarios en el terreno de la lucha, disputando, como reconoce lúcidamente un empresario periodístico de Tartagal, representatividad y poder a unos dirigentes políticos locales que en función de sus vínculos con el poder provincial eran condenados por su defección. En efecto, en función de su perfil combativo, el movimiento de trabajadores desocupados fue reconocido como un actor capaz de conducir luchas que excedían el reclamo específico por la falta de trabajo. En esa línea, señalé que en tanto desocupado, el piquetero condensó simbólicamente todas las postergaciones del departamento, por lo que la represión de los piquetes pudo ser leída como un ataque inaceptable al conjunto de las comunidades y habilitar los levantamientos populares.

Es de destacar que aún en la actualidad, tras un extendido proceso de demonización del movimiento piquetero fomentado desde los medios masivos de comunicación en el país en general y a nivel local en particular, y en un contexto en el que los reclamos de los desocupados de Tartagal y Mosconi se encuentran completamente atomizados y desvinculados de las reivindicaciones del conjunto de la población, su accionar no es considerado del todo ilegítimo; el corte de ruta sigue apareciendo como herramienta necesaria para que los reclamos sean atendidos.

Es difícil imaginar tal consideración, así como la masiva y radicalizada respuesta popular con la que se encontraron los gobiernos de De la Rúa y de Romero entre 2000 y 2001, sin tener en cuenta el reconocimiento y oposición histórica al colonialismo interno al que se encuentra sometida la región. En este sentido, el estudio de las representaciones en tanto convicciones compartidas que inciden en el curso o aún en la posibilidad de las acciones colectivas, constituye un elemento central para comprender el desarrollo de las luchas sociales en general; el caso de las puebladas en el norte de Salta invita a encarar nuevos análisis comparativos sobre este agitado período de la historia argentina reciente.

Notas

1.Trabajo recibido el 30/09/2014. Aceptado el 30/12/2014
2.Doctor en Historia por la Universidad Nacional de Buenos Aires, Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas y Profesor regular de la Universidad Nacional de Río Negro. Contacto: jd.benclowicz@gmail.com
3.Entrevista del autor a M., empresario periodístico de Tartagal, junio de 2013.
4.La Alianza estaba conformada por la Unión Cívica Radical (UCR) y el Frente País Solidario (FREPASo) y había llevado a la presidencia al radical Fernando de la Rúa, quien en 1999 sucedió a Carlos Menem, del Partido Justicialista.
5.Barbeta-Lapegna, (2001); Svampa-Pereyra, (2003); Dinerstein et al, (2008).
6.Benclowicz, (2013).
7.Fairclough, (1993); Van Dijk, (2008), entre otros.
8.(Chartier), 1992.
9.Censo Industrial Nacional, 1935
10.Benclowicz, (2011a).
11.La Frontera, periódico de Tartagal, "Para en breve", 11/11/1933.
12.Benclowicz, (2012).
13.Benclowicz, (2013).
14.Benclowicz, (2011b).
15.En 2003 llegó a ser candidato a vicepresidente en la fórmula Menem-Romero.
16.Oviedo, (2001); Svampa-Pereira, (2003).
17.En distintas entrevistas, dirigentes de las principales agrupaciones han identificado este tipo de accionar como uno de los principales elementos de desgaste de la imagen piquetera del 2002 en adelante.
18.Entrevista del autor a R., miembro del gabinete municipal del PRS de Tartagal, junio de 2005.
19.Entrevista del autor a J., integrante del gobierno municipal del PRS de Tartagal, junio de 2005.
20.Entrevista del autor a G., presidente del Centro Empresario de Tartagal, junio de 2005.
21.Entrevista del autor a C., concejal por la UCR de Tartagal, junio de 2013.
22.Planes sociales que contemplaban un estipendio a cambio de una "compensación laboral", otorgados a partir del gobierno de Carlos Menem como respuesta focalizada a situaciones de desborde social, en línea con las sugerencias de los organismos de crédito internacional.
23.Entrevista del autor a P., presidente del Centro Empresario de Tartagal, junio de 2013.
24.Entrevista del autor a J., concejal del PJ de Tartagal, junio de 2013.
25.Benclowicz-Werenkraut, (2013).
26.Entrevista del autor a J., concejal del PJ de Tartagal, julio de 2013.
27.Entrevista del autor a A., integrante de la UTD de Mosconi, junio de 2013.
28.Entrevista del autor a M.C., integrante de la UTD de Mosconi, junio de 2013.
29.Entrevista del autor a L., integrante de la CTD-PO de Tartagal, junio de 2013.
30.Entrevista del autor a S., integrante de la UTD de Mosconi, junio de 2013.
31.Entrevista del autor a G., integrante de la UTD de Mosconi, junio de 2013
32.Entrevista del autor a C. integrante de la UTD de Mosconi, julio de 2013.
33.Entrevista del autor a P. dirigente de la UTD de Mosconi, junio de 2013.
34.Entrevista del autor a M. integrante de la CTD-PO de Tartagal, junio de 2005.
35.Entrevista del autor a P. dirigente de la CTD-PO de Tartagal, junio de 2005.
36.Entrevista del autor a Ch. dirigente de la UTD de Mosconi, junio de 2013.
37.Entrevista del autor a A. miembro de la UTD de Mosconi, junio de 2013.
38.Benclowicz, (2013).

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