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Estudios - Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba

versión On-line ISSN 1852-1568

Estud. - Cent. Estud. Av., Univ. Nac. Córdoba  no.32 Córdoba dic. 2014

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

LOS TIRATIROS. USOS Y FORMAS DE LA VIOLENCIA ALTAMENTE LESIVA ENTRE JÓVENES EN LA CIUDAD DE SANTA FE1

Eugenia Cozzi2


Resumen
En este artículo describo y analizo diversos usos y formas de la violencia altamente lesiva entre jóvenes de dos barrios de sectores populares en la ciudad de Santa Fe. En dichos barrios se concentran altas tasas de homicidios y un importante porcentaje de víctimas y victimarios son jóvenes varones, con algún vínculo entre sí, residentes en los mismos.
Estos usos aparecen relacionados con formas colectivas y atractivas de construir identidad y prestigio, asociados con muestras de valentía y masculinidad. Evidencian, además, formas de construir vínculos, a través de muestras de solidaridad. Asimismo, se muestran como formas de diversión, de esparcimiento, de búsqueda de emociones. Sin embargo, por momentos, aparecen situaciones de saturación, en las cuales el despliegue de la violencia o la posibilidad de la misma se torna insoportable, tanto para los jóvenes protagonistas de estas situaciones, como para su entorno más cercano.
Finalmente, estos usos de violencia letal se contrastan con otro uso, que también surge en el relato de los jóvenes, relacionado con la utilización de violencia en el momento de robar. No se trata, como en los casos anteriores, de un despliegue de violencia entre pares, sino que se da en la interacción con las víctimas en situaciones de robo.

Palabras Clave : Violencia letal - jóvenes - sectores populares - Identidad

Abstract
This paper describes and analyses the different uses and forms of lethal violence between young people from popular sectors in two suburbs of Santa Fe city. In these suburbs there is a high rate of murders and most of the victims and murderers are young boys, all of them familiar to each other and residents in these suburbs.
These uses are linked to some collective and attractive ways to build identity and have prestige, associated with showing off courage and masculinity. Such uses also reveal diverse ways to build bonds through signs of solidarity. Likewise, these uses represent different ways of entertainment and recreation and a search for emotions. However, sometimes saturation points emerge and the deployment of violence or its mere possibility becomes unbearable both for the young and for their closest environment.
Finally, these uses of lethal violence are contrasted with another use, also present in the account of the young, related to the deployment of violence in theft situations. However, in this case, violence is not present among peers but in the interaction with the victims in the theft situations.

Keywords:Lethal violence - young people - popular sectors - identity


 

Introducción

En este artículo describo y analizo diversos usos y formas de la violencia altamente lesiva3 entre jóvenes de dos barrios de sectores populares en la ciudad de Santa Fe. En dichos barrios se concentran altas tasas de homicidios y un importante porcentaje de víctimas y victimarios son jóvenes varones, con algún vínculo entre sí, residentes en los mismos.4 Es decir, se trata más bien de una violencia horizontal, entre pares.

Estos usos aparecen vinculados a formas colectivas y atractivas de construir identidad y prestigio, asociados con muestras de valentía y masculinidad, en contextos en los que se resuelven tensiones propias de las fuerzas de inclusión y exclusión social. Revelan, además, formas de construir vínculos con el grupo al que pertenecen. Se relacionan, asimismo, con formas de diversión, de esparcimiento y de búsqueda de emociones. Existen, no obstante, situaciones de saturación, en las cuales el despliegue de la violencia o la posibilidad del mismo, se torna insoportable, tanto para los jóvenes protagonistas de estas situaciones, como para su entorno más cercano.

Aparece, contrastando los anteriores, un uso de la violencia relacionado a su utilización para amedrentar a víctimas en situaciones de robo. En estos casos, la violencia no es entre pares sino que se da en la interacción con víctimas en el momento del robo y aparece como mucho más medida.

Al mencionar a los grupos de jóvenes prefiero nombrarlos como juntas y clanes. Por un lado, elijo la categoría de juntas porque es de esta forma, principalmente, cómo los jóvenes - con quienes trabajamos - definen sus agrupamientos. Con juntas refieren a su grupo de amigos, con quienes comparten diversas actividades, entre ellas - en forma fluctuante - algunas ilegales5 . Dichos grupos varían intensamente su integración.

Por otro lado, incorporo la categoría de clanes ya que de esta forma denominan a los grupos de jóvenes las personas que no viven pero que trabajan en estos barrios y los medios locales de comunicación; relacionándolos con formas de organización ligadas a vínculos de parentesco. Además, este uso me permite poner en juego la categoría de clan de la antropología política clásica, la cual me resulta especialmente productiva y eficiente para mostrar el funcionamiento de estos grupos, en relación con lealtades, obligaciones y responsabilidades compartidas. Aunque es claro que hago un uso libre y en cierto sentido metafórico, ya que la realidad estudiada no se corresponde fácticamente con las sociedades "primitivas" estudiadas por aquellos antropólogos que definieron con precisión esa terminología.6

Lo que surge como más distintivo de estas juntas y clanes es la presencia de las broncas. Tener broncas significa, para los jóvenes, la posibilidad efectiva de enfrentamientos armados entre grupos, entre los que ya ha habido intercambio de disparos de armas de fuego o amenazas de intercambio, entre algunos de sus integrantes, por diversos motivos y en diversas situaciones. Significa, además, que alguno de sus integrantes estuvo involucrado en la muerte de alguno de los integrantes del otro grupo -junta o clan-, sintetizado en la frase "hay muertos de por medio". Finalmente, los jóvenes refieren como la bronca a los grupos de jóvenes con los que están enfrentados.

I. Del trabajo de campo

Comencé a trabajar esta temática como consultora en el marco de un proyecto de cooperación internacional, denominado "Intervención multiagencial para el abordaje del delito en el ámbito local".7 El mismo fue desarrollado por la entonces Secretaría de Seguridad Interior de la Nación (SSI),8 en el marco del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), desde agosto de 2008 a diciembre de 2010.

En la ciudad de Santa Fe, desde el equipo de trabajo del Proyecto PNUD-SSI, seleccionamos como problema prioritario de seguridad a abordar a la violencia altamente lesiva en tres barrios de la ciudad. Realizamos primero una Etapa de Diagnóstico, que culminó con la presentación de un Informe Preliminar, para el cual relevamos y analizamos estadísticas y registros policiales y realizamos alrededor de veinticinco entrevistas semiestructuradas en profundidad en cada uno de los tres barrios.

A partir del mes de Julio de 2009 comencé a trabajar en la SSC como Directora provincial de Planificación y Evaluación, función que ocupé hasta abril de 2011. Desde esa área política con el equipo de trabajo de PNUD-SSI y de la SSC lideramos las estrategias de inclusión sociocultural con jóvenes para la prevención del delito y reducción de la violencia, realizadas en los mismos barrios en donde se venía implementando el Proyecto PNUD-SSI. Con el tiempo, dichas estrategias conformaron el "Programa de Inclusión Sociocultural con jóvenes para la prevención del delito y reducción de la violencia",9 encabezado por la SSC, en el marco del Gabinete Social10 provincial, entre diciembre de 2009 y diciembre de 2011.

Una determinada perspectiva teórica y política guió estas intervenciones. Al decir de Font - coordinador del proyecto PNUD-SSI y secretario de la SSC durante la implementación de las intervenciones -, "partimos de algunas certezas teóricas o intuiciones teóricamente situadas y políticamente orientadas, que nos permitieron apreciar11 y entender el fenómeno de una determinada manera y al mismo tiempo diagramar y ejecutar acciones concretas para intentar incidir en el mismo".12 Dicha perspectiva estuvo nutrida principalmente por los desarrollos actuales de la criminología cultural, enfoque que entiende al delito y su control como creaciones culturales, destacando lo significativo y creativo de éstas y que intenta además vincularlos con el contexto histórico y estructural.13

En este sentido, entendimos que los usos de la violencia altamente lesiva entre jóvenes daban cuenta de un hacer cultural creativo y cargado de significación que ponía de manifiesto tensiones resultantes de la posición de estos en la estructura social y en referencia a dinámicas de inclusión y exclusión social. De este modo, aparecían como formas colectivas y "atractivas" de construir identidad, prestigio y reconocimiento en dichos contextos.

Las teorías de las subculturas nos permitieron iluminar algunas de estas cuestiones, ya que ofrecen una explicación "desde abajo" del comportamiento delictivo y lo plantean como "soluciones" elaboradas conjuntamente para problemas experimentados colectivamente, por su posición en la estructura social.14 Consideramos, entonces, estas prácticas culturales como "un intento significativo de resolver los problemas con los que se enfrenta un grupo marginado o alineado";15 entendiendo por cultura a "las innovaciones que las personas han desarrollado en forma conjunta para enfrentar los problemas de la vida cotidiana".16

Insisto, en el mismo sentido entendimos la participación de estos jóvenes en situaciones de violencia altamente lesiva, es decir, como "innovaciones" realizadas conjuntamente para abordar los problemas sufridos en las lógicas de inclusión y exclusión social;17 y buscamos, entonces, a través de una política pública específica, generar materiales alternativos a la participación en situaciones de violencia altamente lesiva para construir identidades, generar poder y prestigio.

Finalmente, a partir de abril de 2011 comencé un Proyecto de Investigación en el marco de una Beca doctoral de CONICET. Continué, entonces, realizando actividades de investigación en dos de los barrios en los que trabajábamos - que son los que analizo en este artículo -, manteniendo el vínculo con varios grupos de jóvenes.

II. Formas de construcción de identidad, prestigio y reconocimiento

". quieren hacerse nombrar, quieren hacerse ver, pero no se dan cuenta a lo que están yendo, una porque es feo estar preso, también es feo que te arruinen de por vida, te quedás en silla de rueda, pero al que no le toca no la ve." (Entrevista a un joven, noviembre de 2012).

Los usos de la violencia altamente lesiva entre jóvenes aparecen, por un lado, vinculados a formas colectivas y "atractivas" de construir identidad que, además, generan prestigio y reconocimiento, en dichos contextos. Utilizo el concepto identidad en el sentido que le da Matza, es decir, dar una señal de sí mismo:

"un tema básico de identidad es el de la relación entre las múltiples cosas que hacemos y aquello que somos. la cuestión de la identidad es una cuestión de señales o de indicadores. De todas las cosas que yo he hecho, o que quizás haga, ¿cuál es el mejor indicador de lo que yo soy?, ¿Qué es lo que con mayor precisión refleja o representa lo que verdaderamente soy? Mirar ciertas actividades suyas como especialmente importantes e indicativas"18

Los jóvenes realizan diversas actividades. Algunos a veces trabajan, otros a veces concurren a la escuela o juegan al fútbol, todos combinan estas actividades con largos momentos de ocio, de estar en la esquina, la cortada o la vía.19 También a veces andan a los tiros o salen a robar, alternando mayor o menor grado de compromiso con estas actividades. Sin embargo, todos ellos son fuertemente identificados por la policía, los medios de comunicación locales y por muchos habitantes de estos barrios como los tiratiros o los que tienen broncas. Los mismos jóvenes se autodefinen y se presentan así, aún cuando no realizan estas actividades.

De este modo, esas actividades colectivas y "atractivas" que realizan en forma muchas veces intermitente y junto a otras - como trabajar, jugar al fútbol, pasar el tiempo en la "esquina" con amigos - pasan a ser las señales más importantes de sus identidades. Estas señales que, por un lado, les otorgan prestigio, reconocimiento y respeto, al mismo tiempo les generan dificultades para construir señales alternativas.

Por otra parte, los materiales tradicionales para construir identidades - como el trabajo, la escuela, la familia - son cuestionados y no están disponibles para todos. En la Argentina, a través de diversos procesos históricos que se profundizaron con la última dictadura militar, se consolidaron con posterioridad durante la democracia y se agudizaron, sobre todo en la década del '90, se generaron contextos en los cuales alternativas a las no delictivas resultan inviables o menos atractivas para construir identidades, confrontar tensiones estructurales y satisfacer aspiraciones culturales obstaculizadas materialmente.20

Insisto, en momentos en donde se celebraba la diversidad de opciones para "armarse" las identidades, estos jóvenes encuentran dificultades para acceder a alternativas tradicionales de construcción de identidad o las mismas resultan poco atractivas, constituyendo, más bien, experiencias de humillación y privación de status. En el presente artículo rastrearé estos procesos y tensiones a través de los relatos de los jóvenes con quienes trabajamos.

En este sentido, eran coincidentes sus relatos en sus manifestaciones sobre experiencias expulsivas, frustrantes, aburridas o poco útiles al transitar la escuela.21 Así Martín,22 uno de los jóvenes, recordaba su experiencia escolar:

M: ". había un aula que era un pabellón de castigo, casi no tenía ventanas, tenía una sola puerta, y era un horno, y ahí te llevaban, era el aula diferencial, era horrible y si vos ya eras un emberretinado [revoltoso, indisciplinado, que tiene broncas] en el primer año, te mandaban ahí, con gente que tenía 16 años, la escuela era tolerante en un montón de cosas, y vos entrabas y ya te querían pegar, robar las cosas, a la hora del comedor también el más fuerte era el que comía más"23

Por otra parte, las pocas opciones laborales disponibles para estos jóvenes aparecían también como poco seductoras, mal remuneradas y opresivas. Así, el trabajo - que implica autorrealización y creatividad - no estaba fácilmente disponible para estos jóvenes. Para ellos, las opciones laborales disponibles constituyen "bloques de construcción de identidad más negativos que positivos".24

Según el relato de los jóvenes realizan en forma intermitente trabajos en los barrios aledaños. Los varones de albañilería, jardinería y herrería; las mujeres, en general, tareas de limpieza en casas. Solían, además, ir al centro a trabajar como cadetes, cuida coches o vendedores ambulantes, entre otras cosas. Santi, uno de los jóvenes, contaba que el trabajo era muy pesado, sobre todo el de albañil, pero que igualmente hacía las changas que salían, aunque no le pagaban muy bien. Reflexionaba:

". es más fácil salir a robar, para qué vas a trabajar 8 o 10 hs para que te den 200 o 300 pesos, si sabés que en un ratito lo conseguís y el doble también. Nosotros trabajábamos nomás para que mi mamá se quede tranquila, para que diga «mi hijo no anda igual que los otros»"25

Este relato evidencia que el trabajo "legal" no resulta redituable, pero legitima la imagen de Santi en su entorno familiar, tranquilizaba a su madre. No obstante, ese trabajo "legítimo" se articulaba con actividades ilegales - como salir a robar - que resultaban más redituables en términos económicos (más dinero, en menos tiempo, con menor esfuerzo) pero también en términos de prestigio entre sus pares.

Por otra parte, las experiencias de humillación y privación de status emergían de manera muy marcada en las interacciones de estos jóvenes con la policía, las cuales - además - estaban sumamente presentes en sus rutinas. Estas experiencias aparecían en términos de interacción, es decir, acciones y reacciones más o menos asimétricas y no como mero sometimiento. Y, en contextos de encierro - ya fuera en comisaría o en alguna otra dependencia policial - la asimetría se acrecentaba, siendo a veces puro sometimiento.26 Entre otras, las prácticas policiales habilitadas por la facultad legal de detener personas por averiguación de identidad moldean las rutinas de estos jóvenes.27

Recapitulando, aparecen de forma muy marcada las dificultades para muchos jóvenes de construir identidades a partir de las instituciones tradicionales. Los materiales tradicionales para construir identidades se encuentran poco accesibles o resultan poco atractivos, siendo la más de las veces experiencias de humillación y opresión. Las interacciones con la policía refuerzan estas experiencias. Aparecen, entonces, otras actividades que funcionan como mecanismos grupales, creativos y significativos, para generar alternativas accesibles para la construcción de reconocimiento, respeto y status de quienes se encuentran excluidos.

De este modo, frente a estos relatos sobre sus experiencias escolares y laborales, aparecían, contrarrestando, los relatos de los primeros robos o de los primeros tiroteos. Estos últimos estaban cargados de emoción, de prestigio y de poder. De esta forma, la participación en actividades delictivas aparecía como un modelo más atractivo, frente a otras opciones disponibles, que si bien podían generar efectos productivos en determinados contextos, no aparecían como las más interesantes y deseables. Afirma Young "si hay de hecho "seducciones de la delincuencia" como Katz (1988) lo sugiere, entonces estas seducciones son más dulces debido a la miseria de las alternativas".28

Por otra parte, la aparición de estos jóvenes en las secciones de policiales de los medios locales colaboraba con la construcción de estas identidades y en el otorgamiento de prestigio. Salir en el diario les daba "una fama bárbara", según relataban los jóvenes. Pero paradójicamente, al mismo tiempo, los estigmatizaba, apareciendo la de idea de quemarse, generándoles complicaciones para construir señales de identidad alternativas a la participación en actividades delictivas.

De esta forma, la mala fama construida "desde afuera" - a través de medios de comunicación locales, del relato de los efectores estatales y de los "vecinos" - de manera simplificada e incompleta, muchas veces confirmaba, estigmatizaba y amplificaba la identidad o señales de identidad construidas por los jóvenes, ya que no solo tenían poder y prestigio dentro del barrio sino que además salían en el diario, se hablaba de ellos.

Reitero, en nuestro caso el status de tiratiros aparecía como una de las principales señales de identidad construida por los propios jóvenes, que se afianzaba en sus interacciones con la policía29 y en su aparición en los medios de comunicación locales. Al mismo tiempo, ellos mismos reconocían que la aparición pública los quema, reduciendo otras posibilidades y agudizando aún más las interacciones con la policía.

Sin embargo, no estoy afirmando una relación meramente mecánica en estos procesos. Estas señales de identidad, construidas por los jóvenes y muchas veces estigmatizadas y amplificadas por prácticas policiales y por sus apariciones en la prensa, si bien dificultaban identidades alternativas no determinaban en forma absoluta sus prácticas.

III. De juntas, clanes y broncas: construcción de vínculos

Además de funcionar como una forma de construir identidad, prestigio y reconocimiento, los usos de la violencia letal están fuertemente relacionados con formas de construir y/o afianzar vínculos. Es decir, la participación en estas actividades les permite a los jóvenes construir o reforzar vínculos, con los integrantes de su propia junta o clan. Así, estos usos colectivos y grupales de la violencia aparecen fuertemente vinculados a la noción del honor del grupo o de la familia.

Afloran en este sentido, usos de la violencia relacionados a formas de solidaridad con el clan o la junta, al enfrentarse con las broncas, reforzando de este modo la pertenencia grupal. Las explicaciones de los jóvenes sobre el origen de las broncas estaban relacionadas con estas formas de solidaridad, con la junta o el clan. Además, muchas veces, formar parte de la junta o el clan trae aparejado adquirir el prestigio del grupo, pero también sus broncas.

Las muestras de solidaridad con el clan, aparecían claramente en los discursos de dos jóvenes Santi y Rafa. Santi contaba que él nunca se había tiroteado con otros jóvenes, pero eso había cambiado en sus últimas salidas de la cárcel:

S: ". todas las veces que yo anduve en la calle nosotros nunca anduvimos a los tiros, nunca, ahora de última cuando salí mi familia estaba tirando tiros, o sea te tiran porque tiran, eso es lo que tiene mi familia, no molestan pero si los molestan es obvio que te van a buscar y te van a pegar, ya cuando salí los problemas que tenía mi familia ya los agarré yo, y sí! porque es mi familia"30

Rafa reconocía que, a pesar de estar rescatado, participaba de los tiroteos, pero solo si lo buscaban y en defensa de su familia, y que en estos contextos esas demandas de auxilio - de familiares o amigos - aludían a obligaciones de las que no se podía sustraer fácilmente. Reitero, entonces, la trama de obligaciones originadas en las relaciones (de amistad, de parentesco) también vuelve relativa la situación de ser un rescatado, ya que no resulta fácil librarse de las mismas.

En el caso de los jóvenes de otro grupo, al que denomino La Banda de la Cortada, estas cuestiones también aparecieron claramente. El nombre de la banda precedía a la participación de los jóvenes en ella y muchas de las broncas también. Así, los actuales integrantes tenían broncas con otros grupos de jóvenes que no habían sido generadas por ellos mismos y muchas veces ni siquiera conocían el origen de las mismas. Por su parte, Mostro, uno de sus integrantes, sostuvo que empezó a andar a los tiros en defensa de su familia. Así recordaba con precisión:

M: "molestaron a mi familia, fue así, tiraron unos tiros y estaba mi familia ahí, y eso no me gustó, porque si vos tenés los huevitos suficientes como todos así los tienen vos tenés un problema con una persona vos vas a ir y lo vas agarrar de frente y le vas a pegar de frente, ¿o no?, pero mi familia estaba ahí y estos giles ¿qué se pensaron?, ¿qué era la Banda de la Cortada? Pero no era la Banda de la Cortada, era mi familia que estaba en la punta de mi pasillo viste, y no es así, estaban todos compartiendo una gaseosa, mi tía, mi tío, mi primo, todos, todos, y se pensaron allá está la banda, no, no es así, me agarraron a tiro a mi familia, decí que no le pegaron a nadie, pero bueno, eso me re molestó [me molestó mucho], y bueno."31

Es central en este relato la importancia de defender el honor de la familia y, además, las distinciones de los jóvenes acerca de los usos "legítimos" e "ilegítimos" de la violencia. Es decir, no se puede usar de cualquier manera, en cualquier lugar y contra cualquiera. Por el contrario, es relativo y situacional y existe un complejo conjunto de regulaciones más inmediatas de la violencia. Lo mismo pasa con el rescate, aunque "estás rescatado" es muy difícil no volver a participar de una bronca si los lazos (de parentesco o de amistad) "te obligan".

IV. "La adrenalina": Formas de diversión y entretenimiento

Otro de los usos de la violencia letal que identificamos está fuertemente relacionado con "formas de diversión y entretenimiento", a través de la "búsqueda de emociones". Un espíritu aventurero inspiraba frecuentemente a los jóvenes con quienes trabajamos. A menudo, sobre todo los más chicos, comentaban que a veces salían a los tiros como una forma de divertirse, o relataban estas situaciones como hazañas entre risas y bromas, marcando diferencias acerca de cuándo querían efectivamente herir a alguien. Cuestiones que con los más grandes sólo aparecía luego de preguntar e indagar.

Estas situaciones de ir a disparar y salir corriendo, sin intención de herir a nadie en particular, aparecía frecuentemente en el discurso de los jóvenes. Santi relataba:

"Por ahí le tirás y tirás al pedo porque tenés ganas de molestar nomás, por ahí no anda nadie en la calle y tengo un fierro [arma de fuego] y tengo balas y te ponés a tirar, tirás para arriba o para donde están los problemas de uno, ya el hecho de tener el arma en la cintura es tentador, porque tenés un arma, ¿qué puedo hacer con esto? tengo problemas, tengo el arma y bueno, no te vas a quedar en tu casa, ¡ah yo tengo problema con fulano y bueno lo voy a ir a buscar!, si así es, son contados los que andan a los tiros, tienen armas y se quedan en su casa"32

Aquí resultan pertinentes los ya clásicos trabajos de Matza y Sykes33 sobre la delincuencia juvenil. Estos autores afirman que la delincuencia juvenil genera comportamientos en permanente búsqueda de excitación, emociones y disfrutes. Por su parte, Young refiere que trabajos recientes de la criminología cultural acentúan la naturaleza sensual del delito, el flujo de adrenalina que implica estar en el límite, la toma voluntaria de riesgos ilícitos y la dialéctica del miedo y el placer.34

Esta búsqueda de emociones, de puesta en peligro, es un elemento que algunos autores del contexto local han destacado. Cuando Tonkonoff escribe acerca de "los jóvenes que salen a robar de caño" destaca, "esta fascinación por el riesgo da cuenta de un sentido central en la práctica del caño: el sentido de aventura. El desafío aventurero radica en jugar de posibilidades que terminarán jugando con uno, y aun así salir airoso".35

Sin embargo, estos autores plantean que la búsqueda permanente de aventura, disfrute y emociones es propia de la cultura juvenil en general y no específicamente de los jóvenes infractores. Matza y Sykes36 sostienen también que la aventura no es completamente repudiada por la sociedad en general y - más aún - que aparece en la estructura motivacional de las personas que, inclusive, cumplen la ley. No obstante, señalan que está presente como un valor subterráneo que solo se permite o es aceptable o deseable en determinados momentos y situaciones. Y en tiempos de modernidad tardía esos valores subterráneos se infiltran cada vez más.37

IV. Un buen ladrón: los robos y un uso más instrumental de la violencia

Frente a esta violencia espectacular, horizontal y letal, aparecía en el discurso de los jóvenes otro uso más instrumental y medido, relacionado con situaciones de arrebatos o robos. Eran más frecuentes los relatos de escruches38 y arrebatos - ambos sin la utilización de armas de fuego - que de robos con armas. Y en los casos de robos con armas de fuego, relataban en forma minuciosa que buscaban siempre no utilizar violencia, solo hacerlo en determinados casos y en una forma muy medida. Santi comentaba al respecto:

E: ¿Qué sentías cuando ibas a robar?
S: Nada, nada. El miedo sí lo sentís, la vez que más lo sentí fue la vez que me tuve que agarrar a tiros a una cuadra de la comisaría, para poder salir del lugar.
E: ¿Cómo fue eso?
S: Yo entro de cara, entro a apretar en una rotisería sin saber cuánto había, nada, y yo me meto para adentro, para la cocina y me traigo uno para que venga y me abra la caja porque tampoco sabía dónde estaba la caja, y ese que estaba en la caja me dejó salir, todo, y a los cinco, seis metros empezó a tirar tiros y yo le tiré también y entonces dejó de tirar y se fue para adentro y la comisaría estaba a una cuadra, y se ve que ese ya sabía lo que era tirar. después me enteré lo que era el chabón [joven] ese y al otro día que robé estaba en la esquina de mi casa y el que me tiró los tiros pasaba al lado mío, y dejé que pase nomás, si de última fue en un robo."39

Santi distinguía claramente los diversos usos de violencia, al mencionar que "dejó pasar" al "chabón ese" que le había tirado tiros, porque había sido en un contexto de robo. Mencionó, además, que recién utilizó el arma de fuego para responder los disparos y no en el momento del robo, reafirmando así la caracterización de una violencia instrumental mucho más medida.

Otra de las cuestiones que aparecía de manera destacada en el discurso era que no robaban en el barrio, afirmaban que robar en el barrio era una falta de respeto y que además traía problemas con los vecinos. En una charla con los integrantes más jóvenes de La Banda de la Cortada, los jóvenes explicaban:

E: "¿Pero ponele, roban en el barrio ustedes?
Joven 3: No, mirá de la avenida para allá, ahí sí, para aquel lado, ¿sabés a quién le robamos?, le robamos a toda la gente que cruza para allá arriba, no le robamos a las señoras, a las chicas, no, a los chabones o parejitas así.
Joven 2: Pero sin lastimar.
Joven 1: Sin lastimar.
Joven 2: Si se amotinan bueno, ya es otra cosa.
Joven 2: Pero si es un hombre, si es una mujer no.
E: ¿Y qué pasa si alguien roba en el barrio?
Joven 1: No, nunca.
Joven 2: Nunca robamos en el barrio.
Joven 3: Y capaz que, mirá, te soy sincero, capaz que empastillado le he robado a uno acá que es conocido, en el momento, viste, en el momento no lo conocés, viste que le robás, y al ratito viene alguno, «ey le robaste a tal, tal», «uy disculpá, tomá», y le devolves las cosas, le devolvés el teléfono, le devolvés todo, a mí me ha pasado.
Joven: Y si le robás de cara acá en el barrio es porque es de la bronca."40

Podemos observar en todos estos relatos criterios precisos de victimización, a veces por cuestiones morales, otras veces por cuestiones más instrumentales - las mujeres se asustan y gritan más -, de lugares en donde estaba permitido robar - fuera del barrio - y finalmente criterios de regulación en el uso de la fuerza. Pero en reiteradas ocasiones estos criterios no eran respetados por los jóvenes. Cachorro, por ejemplo, reconocía que empastillado podía llegar a robar en el barrio a sus vecinos.

Por último, aparece en todos los relatos la idea de que se debe usar la menor fuerza posible y que esta debe solo ser utilizada como respuesta a una agresión o resistencia. Con respecto a esto último considero importante resaltar una cuestión que hemos destacado en el Informe Preliminar PNUD-SSI: de acuerdo a los registros policiales la mayoría de los homicidios ocurridos en la ciudad de Santa Fe sucedieron en circunstancias de violencia interpersonal, siendo casi inexistentes casos de homicidio en ocasión de robo.41

V. "Buscando la bala que me mate": Saturación

Estos usos y formas de la violencia letal que permiten construir colectivamente identidades, prestigio y reconocimiento negado en otros ámbitos, que permiten construir y afianzar vínculos entre familiares o amigos, que además a veces constituyen fuentes de diversión y esparcimiento, en determinados momentos se tornan insoportables, para sus protagonistas y sus entornos. Estos momentos de saturación aparecen vinculados con diversas circunstancias. Puede deberse a un evento en particular, muerte de alguien cercano, un familiar o un amigo; o, a veces, por el simple paso del tiempo, es decir, estos jóvenes crecen, tienen hijos y lo que de chicos resultaba atractivo, redituable y divertido dejaba de serlo, al igual que para cualquier otro joven.

Una tarde de invierno del 2011 Martín, uno de los jóvenes, me comentaba con tristeza que cuando era más chico y andaba a los tiros pensaba que no iba a llegar a ver a sus hijos, que no iba a llegar a cumplir 18 años, que no le importaba si lo mataban o mataba. Afirmaba con firmeza: "buscaba la bala que me mate". Contaba lo insoportable que resultaba por momentos vivir al límite, en alerta permanente. Manifestaba: "era terrible volver a la casa de mi mamá, en la entrada tenía un pasillo largo, que de noche estaba oscuro y era terrible entrar por ahí, te podías encontrar con la bronca o con la policía era insoportable". Martín ya estando rescatado seguía viviendo en su barrio. Sin embargo, a mediados del 2012, luego de meditarlo bastante decidió mudarse de barrio junto a su familia. Una tarde fui a visitarlo y charlamos bastante de su nuevo barrio:

E: "¿Y el barrio que vivís ahora te gusta?
M: No sé si decirte que me gusta, por gustarte, lo que sí no tengo nada, no tenemos nada, si vos me decís qué es lo malo, qué te puedo, uh! tengo una callecita de tierra ahí que me entra la tierra cuando pasan los autos fuertes, [risas], lo único que te puedo decir, que sería una queja que no me permitiría decir. Pero después no puedo decir absolutamente nada, hace mucho tiempo que yo no vivo así. Siento que mi vida progresó por un montón de cosas y algo que me tenía atado era que yo decía «yo soy de acá no me puedo ir» [refiriéndose a su barrio], pero hubo también personas sabias que me dijeron «mirá, nadie te dice que vos te vayas, vos podés irte físicamente pero vos podés estar acá, vos podés seguir participando, aportando, no te retires totalmente y vos no estás solo, tenés mujer, hijos y vos comprendés que el medio te influencia de una forma que te condiciona a cosas que vos podés hacer». Yo de este barrio no puedo decir nada, estoy re [muy] conforme, no hay tiros, no sé qué te puedo decir. Mirá, cuando vinimos yo estaba medio perdido el primer tiempo, una de las cosas que extrañábamos que allá a la noche se escuchan los ladridos de los perros, y el ladrido de los perros es algo característico, un gallito que canta a la madrugada y los tiros, los tiros, la policía, la ambulancia, pero acá no"42

La cuestión de irse del barrio para poder estar tranquilos o para rescatarse, aparecía frecuentemente en el discurso de los jóvenes de ambos barrios, sobre todo en los más grandes. Además, irse del barrio para rescatarse puede estar relacionado con las mayores posibilidades de eludir más fácilmente las obligaciones procedentes de los lazos de amistad y parentesco que señalaba antes.

La saturación, también la experimentan las personas que integran sus entornos más cercanos. Vale, quien perdió dos embarazos, uno de ellos en el medio de unas discusiones con la bronca, relataba:

E: "¿Cómo te imaginas dentro de diez años?
V: En un futuro más adelante, que sé yo, con un buen trabajo, los hijos grandes, y que se cambie todo ya, todos afuera, todos en calle, basta de presos, que no haya que ver a ninguno en cana tampoco, ninguno muerto también, ya estoy cansada de presos y de muertos.
E: ¿Crees es posible eso?
V: Yo creo que sí, cada vez que vas creciendo cada vez vas razonando más. Cada uno tiene su realidad, yo tengo la mía, con lo que me pasó, cada uno tiene su realidad, y sabe cómo enfrentar, y si no pensás ahora la vida te lo hace pensar, con los golpes de la vida pensás todo, cada golpe te hace pensar y si vas a seguir así o qué, es así, los golpes de la vida te cambian, y reaccionás con otra cabeza, yo antes reaccionaba con una y ahora reacciono con otra, formas de pensar, cambiás la forma de pensar. Todo lo que te pasa te cambia el bocho [la cabeza]"43

Las personas que vivían en estos barrios también manifestaban lo insoportable que resultaba vivir entre tiros. Surgía claramente en el diagnóstico PNUD-SSI que los tiroteos generan una sensación de temor e incertidumbre difícil de manejar, que muchas veces resultaba insoportable. En varias entrevistas con jóvenes que no andaban a los tiros y adultos de estos barrios, aparecían estas cuestiones.

Estas "soluciones" ensayadas para resolver "los problemas" experimentados por estos jóvenes, muchas veces resultaban sumamente destructivas para ellos mismos, su entorno y el barrio en el que viven. Young habla de tensiones entre la creatividad cultural y la deshumanización y afirma que ello "implica irónicamente, la capacidad de los individuos y grupos para crear prácticas culturales que niegan su propia creatividad y la acción humana, que actúa como si la acción humana se limitara a desplegar el destino".44 De modo similar se puede pensar a las soluciones ensayadas por estos jóvenes. Esa violencia letal y horizontal que tanto les otorga prestigio y reconocimiento, paradójicamente resulta también fuente de sufrimiento y opresión para sí, para su entorno más íntimo y para las personas de sus barrios.

Notas

1. Este artículo está elaborado en base a mi Tesis de Maestría titulada: "De clanes, juntas y broncas". Primeras aproximaciones a una explicación "plenamente social" de la violencia altamente lesiva y su control, entre grupos de jóvenes de sectores populares, en dos barrios de la ciudad de Santa Fe, de la Maestría en Criminología. Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales. Universidad Nacional del Litoral. 2013. Mimeo.
2. Abogada, Becaria doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas con domicilio de trabajo en el Centro de Estudios e Investigaciones en Derechos Humanos, Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario. Contacto: eugecozzi@hotmail.com
3. Por violencia altamente lesiva entiendo a las agresiones físicas letales o potencialmente letales, evitando referirme exclusivamente a la categoría jurídica y policial de homicidios, incluyendo situaciones catalogadas como tentativas de homicidios y lesiones, que conlleven agresiones físicas letales o potencialmente letales. Excluyendo, por otra parte, a otros tipos de violencia que también pueden ser catalogados de altamente lesivos.
4. Tasa de homicidios dolosos del Departamento La Capital: 17,98 cada 100.000 habitantes para el año 2007, 14 para el año 2008 y 17,09 para el año 2009. Fuente: División Estadísticas y Análisis Delictivo de la Unidad Regional I. Policía de Santa Fe-Proyección INDEC - IPEC (Informe Preliminar PNUD-SSI 2009). Tasas de homicidios dolosos en los barrios donde el proyecto se ejecutó: en uno de ellos, 82, 01 para el año 2007, 191,36 para el año 2008 y 109,35 para el año 2009. En el otro barrio, 44,82 para el año 2007, 44,82 para el año 2008 y 67,24 para el año 2009. Fuente: Elaboración propia con datos de la División Estadísticas y Análisis Delictivo de la Unidad Regional I. Policía de Santa Fe (Informe Preliminar PNUD-SSI 2009).
5. Por actividades delictivas refiero a robos, hurtos de poca monta y a la participación en los eslabones más débiles de economías locales de comercialización de sustancias psicoactivas prohibidas.
6. La noción de clan, expresada en el lenguaje del parentesco - específicamente en las sociedades denominadas "sin Estado" - alude a un grupo corporado en el seno del cual rige cierta noción de responsabilidad colectiva. Es decir, se trata - siguiendo a Gellner - de individuos colectivos, o mejor, de personas morales. Es característico de este tipo de agrupamiento que el mismo se active como tal ante determinadas situaciones, es decir: no toda la vida social está regida por grupos de personas, más bien los grupos se activan ante determinados conflictos, ante ciertas obligaciones de cooperación y responsabilidad - y en ese sentido también lealtades. Gellner, (1997).
7. Para más detalles ver Font-Ales-Schillagi, (2008): 193-216.
8. La Secretaria de Seguridad Interior de la Nación se disolvió al crearse el Ministerio de Seguridad de la Nación, en el mes de Diciembre de 2010.
9. Para más detalles ver Cozzi, (2011), Cozz-Bereciartua-Mistura, (2010) y Font-Broglia-Cozzi, (2011).
10. Este Gabinete estaba integrado por representantes de los Ministros de Desarrollo Social, Salud, Educación, Innovación y Cultura, Justicia y Derechos Humanos y Trabajo y Seguridad Social y era coordinado por el Ministro de Gobierno y Reforma del Estado.
11. En el sentido que le da Matza, la cual requiere empatía con el fenómeno, teniendo en cuenta el punto de vista del sujeto, pero sin necesidad de aceptarlo. Matza, (1981): 30.
12. En comunicación personal con Font, junio de 2013.
13. Ferrell-Hayward-Young, (2008): 25-56.
14. Ferrell-Hayward-Young, (2008): 34.
15. Ferrell-Hayward-Young, (2008): 34.
16. Siguen esta perspectiva teórica, entre otros, Willis, (1978) en el contexto inglés y Bourgois, (2003) y Nightingale, (2003) en el contexto norteamericano.
17. En el contexto nacional, Tonkonoff, denomina a las adaptaciones colectivas a las tensiones estructurales como "estrategias juveniles de reproducción", en el sentido de procedimientos adoptados por los jóvenes, para la satisfacción de sus necesidades (tanto materiales como simbólicas) Tonkonoff, (1998): 148.
18. Matza, (1981): 205.
19. Al igual que los jóvenes involucrados en el delito amateur que analiza Kessler, (2004), quienes combinan en una lógica de proveedor actividades legales e ilegales, como también los "pibes chorros" de Tonkonoff, quienes intercalan ilegalismos realizados en forma intermitente, largas temporadas de ocio y breves ocupaciones laborales precarias. Tonkonoff, (2003): 113.
20. (Proyecto PNUD-SSI) En el contexto argentino, el estudio de Kessler, (2004) sobre la relación entre actividades legales e ilegales de jóvenes de sectores populares, aporta elementos conceptuales para analizar las dificultades que encuentran estos jóvenes para construir identidades a través de vías tradicionales, como el trabajo.
21. La mayoría de ellos transitaron por diversos niveles del sistema escolar, algunos de ellos no saben leer ni escribir.
22. Todos los nombres y apodos han sido modificados para garantizar su confidencialidad.
23. Entrevista Noviembre de 2012.
24. Young, (2012): 116.
25. Entrevista Noviembre de 2012.
26. Tiscornia, (2008) y Montero, (2010).
27. Analicé con mayor detalle las prácticas de detención por averiguación de identidad en otro trabajo Cozzi, (2012). Además resultan relevantes los análisis que hacen sobre estas prácticas en la policía federal Tiscornia-Eilbaum-Lekerman, (2004) y la investigación sobre el caso Bulacio que realizó Tiscornia, (2008).
28. Young, (2012): 115.
29. Montero, (2010): 33-55.
30. Entrevista Noviembre de 2012.
31. Entrevista noviembre de 2012.
32. Entrevista noviembre de 2012.
33. Matza-Sykes, (1961): 712-719.
34. Young, (2008): 65.
35. Tonkonoff, (2003): 114.
36. Matza-Sykes (1961): 712-719.
37. Ferre-Hayward-Young, (2008): 51.
38. Para los jóvenes escruchar significaba ir a robar en casas, preferentemente cuando sus habitantes no están. Este término proviene del mundo delictual antiguo y se refiere al robo, ver Gobello, (1999).
39. Entrevista noviembre de 2012.
40. Entrevista grupal noviembre de 2012.
41. Informe Preliminar PNUD-SSI (2009) Inédito.
42. Entrevista diciembre de 2012.
43. Entrevista 2012.
44. Young, (2008): 36. Cita entre otros, los trabajos de Willis (1977) en el contexto inglés y el de Bourgois (1995) en el contexto norteamericano.

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Fuentes Documentales: Informes
Informe Preliminar - Resultados Parciales Trabajo de Campo. Proyecto PNUD-SSI ARG08/012 "Intervención multiagencial para el abordaje del delito en el ámbito local".

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