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Estudios - Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba

versión On-line ISSN 1852-1568

Estud. - Cent. Estud. Av., Univ. Nac. Córdoba  no.32 Córdoba dic. 2014

 

ARTICULOS ORIGINALES

MEDIOS DE COMUNICACIÓN E INSEGURIDAD EN DEMOCRACIA

Silvina Tamous1


Resumen
El presente artículo intenta indagar sobre el papel de los medios de comunicación al hablar de seguridad e inseguridad durante la democracia. Es por eso que se analizan los "cambios de manos" - o de titularidad - de los medios de comunicación, los avances tecnológicos y el rol que ocupa el policial en las distintas etapas. Se trata de una noticia que cada vez gana más espacio, ya sea porque sirve para golpear fuertemente a los gobiernos y, en la vereda opuesta, para no indagar en los temas políticos y llenar la pantalla con sucesos policiales. También los medios de comunicación construyeron en la última década un estereotipo de delincuente, que es el joven pobre que vive en barrio humilde, como el origen de la mayoría de los males de la sociedad. Si bien existen estadísticas que no crean alarma en la tasa de homicidios, el discurso de los medios lo contrapone al exponer a las víctimas de la inseguridad. Es lo que el ministro de la Corte Eugenio Zaffaroni llama la criminología mediática, una construcción infalible a la que no se logra refutar y es la que determina incluso las leyes que se votan en la Legislatura.

Palabras Clave: medios, seguridad, criminología, policial

Abstract
This article attempts to analyse the role of media when communicating about issues related with security and crime in times of democracy. That's is why it refers to the owners of media through time as well as the technological advances and the role of the police or crime section in newsrooms, tv channels or radios. In this case, it shows how a single peace of news grows for three separates reasons. One, the news helps criticise the government. Two, it helps not deal with the profound social and political causes of the news. And three, it helps to fill the space in police or crime daily news. The media has built throughout the last ten years a criminal stereotype: young poor man who lives in humble neighbourhood. From this way of viewing life, they are the origin of all that's bad with society. Even though homicide statistics are far from being alarming, media tends to create panic overexposing victim of crime. Member of the Supreme Court of Justice of Argentina, Eugenio Zaffaroni refers to this as "media criminology", a infallible social construction that can't be refuted and that it dictates even changes in law.

Keywords: media, security, criminology, crime


 

La democracia lleva 31 años en la Argentina. Y con ella, los medios de comunicación emprendieron cambios y modificaciones que, de la mano de la tecnología, parecen mostrar una apertura nunca antes vista2. Cada vez hay más medios y el impacto de Internet y de las redes sociales parece no detenerse y es difícil predecir lo que vendrá. Ya no es tan fácil ocultar una información. Todo lo contrario, existe una sobresaturación que determina que resulte complejo buscar un dato, saber quién lo dice. Sin embargo, los monopolios y los medios de comunicación hegemónicos siguen marcando la agenda y definiendo estructuras desde donde mirar la realidad. El discurso de la inseguridad llegó hace poco más de una década y tiene como blanco al pibe pobre del barrio humilde, que es, tal como parecen entender los medios de comunicación, el origen de todos los males. Como si se tratara de una construcción lombrosiana del delincuente, ese tipo de joven es a quien apuntan desde los medios de comunicación. El "pibe choro" que habita las villas, que es drogadependiente y a su vez el blanco de la policía a la hora de los excesos y de reclutar mano de obra barata con el objeto de que cometan delitos para ellos. Sin embargo, son quienes más sufren la violencia ya que si se analizan las tasas de homicidios en las grandes ciudades, las zonas céntricas tienen tasas europeas y las periféricas, latinoamericanas. Esta construcción llegó de la mano de un espacio que hoy ocupa la noticia policial en los medios de comunicación y que en los últimos años ha servido como una forma de debilitar a los gobiernos y que lanzan una división entre "nosotros" y "ellos" y en nombre de ella se han cometido hechos terribles como linchamientos por parte de civiles hacia los llamados "pibes choros" que al menos en un caso, en Rosario, terminó en muerte.

Pero vale la pena repasar el largo proceso de los últimos años para evaluar cómo fue cambiando el mapa de los medios de comunicación y con él la construcción de la inseguridad.

La democracia llegó a la Argentina de la mano de Raúl Alfonsín que, a fuerza de recitar párrafos enteros del Preámbulo de la Constitución Nacional en sus discursos de campaña, determinaba que los argentinos soñaran con un orden democrático y libre, que había sido arrancado de los ciudadanos el 24 de marzo de 1976. Los medios de comunicación regresaban con un halo de desprestigio, luego de sostener durante la Guerra de Malvinas que "íbamos ganando". Pero en el imaginario de los ciudadanos se había vencido al enemigo, es decir, los militares y con la democracia todo se podía. Eran tiempos donde lo político y lo partidario irrumpían en el escenario social con fuerza. La militancia comenzaba a resurgir y los medios de comunicación reflejaban ese cambio. Los noticieros se ocupaban del tema político, había programas de análisis y la suerte de los argentinos parecía debatirse en esos espacios que volvían con fuerza tras años de silencio y censura.

En ese momento, una buena parte de los medios audiovisuales seguían en manos del Estado y recién comenzaban a irrumpir en escena, en algunos barrios de grandes ciudades, la televisión por cable que modificaría la manera de comunicarse de los argentinos. La primera de las modificaciones fue la proliferación de radios FM, que ampliaron el espectro de lo que se podía escuchar. Un fenómeno que explotó a mediados de los años 80. Sin embargo, hace 25 años, en 1989, se produce uno de los cambios más importantes de la historia de la televisión y tiene que ver con la privatización de los canales y también de las radios. Lo primero que hizo Carlos Menem al asumir la presidencia fue la privatización de Canal 13 a manos del grupo Clarín y Canal 11 al grupo Telefé. La misma suerte corrieron las radios y solo unos pocos medios de comunicación quedaron en manos del Estado. Los monopolios estaban en marcha y con el paso de los años y la aparición de las nuevas tecnologías, son los mismos grupos los que van a acaparar el mercado y van a multiplicar su inserción amigable en la familia incrementando su poder, comprando los cables que ya estaban en marcha en distintas ciudades y también creando canales propios dentro de los sistemas de cable. No son los únicos negocios de los propietarios de los medios de comunicación, que gracias a esto consiguen insertarse en otros tipos de rubro, muchos de ellos gracias al Estado en sus distintos niveles.

La llegada del cable no es un dato menor. Es necesario a la hora de tener en cuenta cómo se construye el discurso en los medios de comunicación, no sólo como una forma de manipulación, sino a la hora de crear distintos tipos sociales que se van a reproducir hasta el cansancio.

En los comienzos, es decir en el año 1983, el problema de la inseguridad estaba asociado a otras cuestiones. Comenzaba a aparecer tibiamente en los medios la historia de los desaparecidos y la reconstrucción de la muerte y del horror. El cine empieza a contar esas historias pero en la televisión los juicios a las Juntas no pudieron verse porque las presiones determinaron que esas imágenes no se vieran y que esas voces no fueran escuchadas. El asesino era el Estado. Los crímenes los cometía el Estado. La inseguridad la había creado el Estado. Se invertía el discurso de la dictadura que lo que vendía, precisamente, como seguridad. Y es por eso que esas imágenes, las del juicio, recién pudieron verse muchos años después, cuando la democracia no corría peligro.

El policial ocupaba entonces un espacio marginal. En general, en la última parte de los diarios, en periódicos o revistas especializadas y en los segmentos dedicados especialmente en los noticieros. Lo importante para los medios de comunicación era otra cosa: la política, la economía. Sin embargo, el policial siempre generó interés en los lectores y en los televidentes. Marta Ferro, editora del diario Crónica, explicaba el interés por el policial al sostener que es aquello que le puede pasar a cualquiera, el imprevisto que modifica de golpe la vida, algo que cualquiera puede entender. Para poder leer el policial no hay que saber de política, de economía. Es ese segmento que llega a todos.

Los delitos, en general, eran otros. Los homicidios tenían tramas de celos, venganzas, odios. Los robos estaban a cargo de ladrones profesionales. También aparecía el contrabando, la estafa. Y también las fuentes de información eran otras. El policial, en general, lo contaba la policía. Las víctimas casi no tenían voz, los delincuentes tampoco.

Sin embargo, esa realidad se fue modificando. Y la fusión de los medios de comunicación y los monopolios también está vinculada con ese cambio. Los operadores de cable pusieron entonces sus canales de noticias. Así nacieron a mediados de los años 90 Todo Noticias (TN), Telefe Noticias (que duró muy poco tiempo) y Crónica TV.
Crónica TV es propiedad de Héctor Ricardo García, dueño en ese momento del diario Crónica y ambos proyectos tuvieron al policial como eje. Caracterizado por el cartel rojo que anunciaba primicias, la base de su programación era el policial, lo que determinó que ganara una buena audiencia ya que era el único canal de ese tipo. El material se presentaba en vivo y sin editar. La opinión era ofrecida por el vecino o el testigo. La Policía era la estrella de los operativos, todo eso se veía en vivo durante horas. Como un entretenimiento que se instalaba en el hogar sin análisis y sin más opinión que el material crudo ofrecido como primicia.

Sin embargo, los canales de noticias como TN, que pretendían mantener un perfil político- económico rápidamente fueron cambiando hacia el policial. Había que llenar 24 horas de programación y el móvil en vivo comenzó a cubrir cualquier tipo de delito, ya no sólo los hechos relevantes. Esta modificación trajo aparejado un mayor rating y también una instalación del policial marginal, que fue tomando un papel relevante. La noticia policial fue ganando espacio y en los medios de comunicación escritos también. El espacio relegado al final de los diarios siguió allí, pero el policial comenzó a ganar la tapa de los diarios.

Otro fenómeno a tener en cuenta es que de a poco fueron cambiando las fuentes. La información exclusivamente policial fue de a poco dejada de lado para incorporar la voz de las víctimas, los abogados y también la de los delincuentes. Y este cambio también logró enriquecer la información y generar mayor interés entre los televidentes, oyentes y lectores. Se empezó a complejizar un fenómeno que hasta el momento tenía una sola mirada.

Las radios también dieron su paso hacia el policial. El espacio estaba reservado a los corresponsales en Tribunales que, con datos policiales brindaban un panorama de lo que ocurría, pero eso también se fue modificando. El móvil en el lugar del hecho, las voces de los vecinos, de los testigos y de las víctimas también formaron parte de la radio. Y el llamado de los oyentes lo completó. Este fenómeno, que antes era solo parte de algunos programas, de golpe se transformó en un segmento importante de la gran mayoría de los espacios. Un mensaje impune y anónimo que llenó horas de radio, sobre todo después de la crisis que comenzó a evidenciarse a mediados de los años 90. Una forma fácil y barata de hacer radio y que generaba una sensación de pluralidad detrás de los mensajes que con el tiempo mutaron en cada vez más agresivos. Luego, con la llegada de la web, apareció el opinador web. Más agresivo que el resto y sin ningún tipo de control se mete en la parte inferior de las notas y desata una verdadera guerra verbal y anónima. Algunas investigaciones dieron cuenta, sobre todo después de la sanción de la Ley de Medios, que muchos de estos opinadores surgían de una especie de call centers y tenían como objetivo defenestrar la nueva ley e instalar el mensaje de la censura. También surgieron después del conflicto con el campo en 2008 los llamados blogeros K que utilizaban sus propias páginas para defender al gobierno. Sin embargo, ese fenómeno quedó opacado poco después, con el desarrollo de las redes sociales, por donde la información y la opinión comenzaron a viralizarse.

1-
Hay una máxima no escrita en ninguna parte que tiene que ver con "aquello que no se cubre". Si bien no existe manual que hable sobre cómo los medios de comunicación deben cubrir los suicidios, hay estudios que dan cuenta que se trata de un hecho que genera imitaciones. Son pocos los que desafían esta regla. Crónica es uno de los ejemplos ya que además de cubrir en vivo varios intentos de suicidios, trasmitió el del célebre comisario tucumano Mario Malevo Ferreyra en 2008. Sin embargo, no es el único hecho que genera imitaciones.

Si se analizan los hechos policiales, son muchos los que traen aparejadas las réplicas o las imitaciones. En la llamada Masacre de Villa Ramallo, que ocurrió en setiembre de 1999, los medios de comunicación trasmitieron en vivo una toma de rehenes en el Banco Nación de esa localidad ubicada en provincia de Buenos Aires, que terminó con tres personas asesinadas. El hecho sembró pánico pero trajo como consecuencia también que cualquier robo se transformara en una toma de rehenes. Lo mismo ocurría con los secuestros y los llamados secuestros exprés, así como también con casos de violencia de género. Se difundían episodios donde mujeres eran prendidas fuego por su pareja, un hecho que comenzó a reproducirse.

Otra cuestión a tener en cuenta es el poco cuidado que se tiene con las víctimas de abuso sexual, que aunque no muestran sus rostros en vivo sí lo hacen sus familiares, lo que determina que se reconozca a la víctima.
Si bien ningún tipo de censura o de prohibición es saludable, sí sería indicado realizar un debate sobre la ética en el trabajo periodístico que con el paso de los años parece tener cada vez menos reglas a la hora de cubrir un hecho policial.

2-
Durante la crisis de 2001, la noticia policial quedó relegada. Las marchas, las protestas y después los saqueos y los muertos que generó la represión policial cubrían la mayor parte de las pantallas. Sin embargo, a los pocos años, y a medida de que el país iba saliendo de la crisis, el policial irrumpe con mayor fuerza estructurando el nuevo perfil del delincuente, el "pibe chorro", que procedía de barrios marginales y se transformaba de a poco en el enemigo de la clase media. Así, se lo mostraba drogado, delinquiendo. Protagonizando robo de autos, de carteras, de comercios. Una figura que fue creciendo a la par del mensaje de que el problema se solucionaba bajando la edad de imputabilidad de los mismos, algo que ocurrió. Sin embargo, esta construcción de la amenaza fue cada vez más virulenta y se agigantó en la medida en que los municipios y comercios comenzaron a contar con cámaras de seguridad, cuyas filmaciones se transformaron en parte de los medios y que agigantaron cada uno de los hechos a fuerza de repeticiones. El delincuente comenzó a actuar en vivo para las cámaras y ese tipo de imágenes se fueron masificando en todos los canales. Estos episodios también incluían la captura de algún ladrón que mostraba la eficiencia de determinado municipio, una publicidad gratis que comenzó a llenar horas de televisión y se esparce por las redes sociales logrando la indignación y la promesa de venganza.

En épocas electorales el discurso de la inseguridad resulta la forma más efectiva de golpear a gobiernos y candidatos. Es entonces cuando la promesa de mano dura aflora en los medios. Se utiliza a la víctima o al familiar para contrarrestar cualquier intento de política de seguridad bien construida. No hay espacio para ello. Ningún discurso político puede atenuar el dolor de la víctima, salvo que se exhiba la mano dura como venganza. De ahí, al Congreso, o al aumento de policías, gendarmes. También de empresas de seguridad, puerta blindadas, hasta armas que generan muchas veces verdaderos desastres en el interior de una familia.

Por otro lado, cuando desde un noticiero no se busca pegarle políticamente a un gobierno, el policial llena las horas de pantalla sin necesidad de que se profundice en otros temas más sensibles que atentan contra la pauta publicitaria, o con el objetivo político del medio.

3-
El ministro de la Corte Suprema de Justicia, Eugenio Zaffaroni, analizó la relación entre los medios de comunicación y el delito. Y bajo el concepto de criminología mediática, el jurista enmarca al discurso que elaboran los medios sobre el delito y cómo eligen a un grupo determinado como el enemigo, en este caso a los jóvenes pobres. Y resalta la falta de datos con los que cuenta el Estado para abordar el fenómeno y darse una política acorde a la realidad, un fenómeno que recién hace algunos años comenzó a abordar la criminología a través de algunos de sus representantes que desde la academia comenzaron a investigar el fenómeno del delito en algunas provincias argentinas.

A fines del año pasado se difundieron los números del relevamiento de estadísticas de homicidios dolosos del Instituto de Investigaciones de la Corte Suprema que se desarrolló por tercer año consecutivo. Se trata de una investigación del máximo tribunal sobre homicidios dolosos registrados durante 2012 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en los departamentos judiciales del conurbano bonaerense y de La Plata. Según los datos oficiales, el número total del víctimas de homicidios dolosos del 2012 asciende 995, de los cuales 789 corresponden al Conurbano, 158 a la ciudad de Buenos Aires y 48 a La Plata. Esos números arrojan una tasa de criminalidad de 6,93 por cada 100.000 habitantes del área metropolintana; 5,46 para la ciudad y 7,66 para el Conurbano. Depende con qué se compara es el resultado que se obtiene a la hora de evaluar la violencia. En relación con las tasas de Europa y Canadá es alta; en relación con la de los países latinoamericanos en general es baja, junto con las de Uruguay y Chile.

El trabajo también subraya que la tasa en la Ciudad subió de 5,81 por 100.000 en 2010 a 6,57 por 100.000 en 2011, pero descendió en 2013. En tanto, los partidos del Conurbano con mayor concentración de delito son José C. Paz (12,79 por 100.000), Quilmes (12 por 100.000), San Martín (10,8 por 100.000) y Lomas de Zamora (10,5 por 100.000). En este último partido es de destacar que el número es muy alto en el Cuartel IX, que abarca Ingeniero Budge, Villa Fiorito y Villa Centenario), no así en el resto del partido. En La Matanza la concentración se observa en la localidad de Ciudad Evita.

El informe destaca que son muy pocos los menores de 16 años protagonistas de los crímenes, a diferencia de lo que popularmente se cree. La incidencia de los menores inimputables es muy baja Solo el uno por ciento de los homicidios con intención fueron cometidos en 2012 en la Capital por menores de 16 años, los cuales son considerados inimputables por el Código Penal argentino. La cifra aumenta al 2 por ciento si se toma en cuenta el Conurbano y la ciudad de La Plata.

"Los tres años de investigación demuestran claramente que la insistencia mediática en que la solución a la violencia homicida dependa de la punición de los menores de dieciséis años, resulta claramente desmentida", explicó Zaffaroni.

De todos modos, este informe no hizo mella en los medios de comunicación. Ni tampoco se incorporó a la hora de contrastar los discursos sobre la inseguridad. Frecuentemente, al evaluar el crecimiento del delito se hace eje en Buenos Aires. Sobre las otras provincias o ciudades son pocos los datos que se brindan. Es que, en general, es menor. Por ejemplo, la tasa de homicidios en la provincia de Córdoba fue de 3,8 cada 100 mil habitantes en el 2012. Ahora bien, si se calcula la tasa de crímenes en la ciudad de Córdoba (la Capital), el número ya asciende a 5,71 casos cada 100 mil habitantes en el año pasado. Sin embargo, un caso paradigmático es el de Rosario que cuatriplica la media nacional con 20 homicidios cada 100 mil habitantes. Si bien todos los problemas de Rosario se atribuyen al narcotráfico, sólo un 16 por ciento se puede encasillar en esos guarismos.

4-
Si bien estos estudios desde hace tres años se realizan en Capital Federal y desde hace un año en el Conurbano, son pocos los datos que se tienen hasta el momento del fenómeno delictivo.

Zaffaroni advierte que una de las mayores causas de muerte en el siglo XX no fue abordada por la criminología. Es que no existe un estudio del genocidio, lo que determina - según Zaffaroni - que se legitime y que se niegue. "Durante el siglo XX el genocidio generó 100 millones de muertos por parte de los Estados, mientras que en las guerras murieron 35 millones. Los muertos del genocidio se producen fuera de las hipótesis bélicas y de los daños colaterales. De cada 50 personas que caminaban por el mundo, una era asesinada por el Estado".
Los genocidios fueron cometidos por policías (Gestapo, la policía stalinista) o por militares en función de policías. Y para crear consenso entre la población para cometer el genocidio, se presentó a las víctimas como subhumanas con el objeto de generar miedo.

Como si se tratara de un espejo en el cual mirarse, Zaffaroni trazó un paralelo con la violencia. Y resaltó el papel que ocupa la llamada criminología mediática, que es la que aborda el fenómeno de la inseguridad.

"Hay siempre un chivo expiatorio. Y en la Argentina es el adolescente habitante de viviendas precarias. No es el delincuente, ya que el sentimiento de venganza recae sobre el grupo".

Si bien recién comienzan a aparecer algunos datos sobre los homicidios, los mismos no abarcan el delito en general. Es decir, la violencia no está siendo estudiada y es necesario diagnosticarla. No hay estudios, ni hay estadísticas, ni encuestas de victimización, ni absolutamente nada. Lo que se hacen no son estudios, sino discusiones por TV. El tema pasa de allí a la mesa de café y de ahí directo al Congreso de la Nación. Nadie sabe si la inseguridad es una sensación o no, porque en la Argentina no se gasta un sólo peso para saber lo que pasa. Entonces, no se puede prevenir lo que no se conoce.

5-
Uno de los hechos más destacables de la llamada criminología mediática tuvo que ver con el llamado caso Blumberg. En marzo de 2004, una banda de secuestradores asesinaron a Axel Blumberg. Su padre, Juan Carlos, coloca en el centro de la agenda pública la crisis del sistema penal. Y con gran cantidad de marchas logra imponer reformas al Código Penal que terminan sancionando con más virulencia los delitos contra la propiedad que los que se cometen contra las personas. En este caso se muestra como nunca el efecto de los medios. No se podía, desde ningún lugar, cuestionar el discurso Blumberg. Cruzado por la desgracia de la pérdida de un hijo, no solo logró una reforma penal en tiempo récord sino que, junto a un equipo de colaboradores, se convirtió en asesor en seguridad y fue contratado en distintas provincias. Si bien el efecto Blumberg pasó, quedó un complejo Código emparchado que aún no se logró modificar.

La periodista y abogada Laura Zommer ponía tres ejemplos de incongruencias de las llamadas leyes Blumberg que aclaraban cómo los delitos contra la propiedad pesaban más que los delitos contra las personas:

"Un peón que, junto con un faenador, se hubiera quedado con cinco terneros de su patrón, podría ser condenado a una pena de 4 a 10 años de prisión. Y si ese peón hiciera tres veces lo mismo y tuviera la colaboración de tres mayores de edad y de un menor, podría pasar entre 5 años y cuatro meses y 40 años en la cárcel. Si mataran al dueño de los terneros, podrían recibir una pena de entre 8 y 25 años de encierro.

En cambio, el autor de una estafa millonaria que afectara con sus engaños a familias enteras tiene hoy día prevista una pena de 1 mes a 6 años de prisión y un funcionario corrupto que se enriqueciera ilícitamente recibiría una pena máxima de 6 años.

Un adolescente acusado de 20 hurtos reiterados por llevarse sin pagar un desodorante u otro artículo de un supermercado enfrentaría una pena de 1 mes hasta 40 años de prisión. Si el joven rompiera la barra de seguridad del producto, en lugar de hurto se le imputaría robo reiterado y la pena podría llegar a 48 años, casi el doble de la máxima prevista para el homicidio".

6-
Fueron tres casos que tuvieron como víctimas a niñas y adolescentes las que marcaron otro nuevo avance del policial en los medios de comunicación. El primero fue la desaparición y muerte de la niña Candela Sol Rodríguez, de 11 años, el 29 de agosto de 2011. Las fotos de la niña extraídas de su Facebook aparecían en los medios y de allí se deducían todo tipo de hipótesis, la sexual sobre todo. Los medios estaban instalados en la casa de la niña durante su desaparición y el rating determinaba que fuera el tema excluyente del que se hablaba. Solo los programas de ficción tenían otra agenda, el resto se ocupaba de Candela. El cuerpo apareció cerca de su casa, en una bolsa de basura. Y si bien una de las puntas de la investigación llegó hasta la Policía Bonaerense y el narcotráfico, nunca se profundizó. Sin embargo, fue una semana de reconstruir una historia sobre la que no había datos y de instigar todo tipo de opiniones y valoraciones para llenar el espacio televisivo.

Pero sin lugar a dudas, el caso que más rindió en materia de rating fue el de Ángeles Rawson, una adolescente de 16 años que en 2013 fue asesinada en Palermo y arrojada en una bolsa de basura en el predio del Ceamse. Los padres de la adolescente fueron puestos en la mira de los medios. Quizás porque el padrastro hablaba demasiado en los medios, la madre no pedía pena de muerte para los asesinos y el padre no se mostraba. Todos esos datos, ante la falta de otros, eran exhibidos como una pericia mediática que buscaba abundar sobre un crimen que llegó a brindar 5 puntos de rating a un canal de cable que habitualmente no llegaba ni a un punto. Con la aparición del portero como sospechoso, el caso dio para muchos más días de televisación en vivo, que de a poco fue perdiendo interés, como todo.

Hace poco menos de un mes, Melina Romero, de 17 años era intensamente buscada. Y los medios reproducían la búsqueda en cadena. El cuerpo de la adolescente apareció embolsado en plástico negro, sumergido en aguas podridas de un basural delConurbano bonaerense. La joven fue presentada, como muchos otros jóvenes pobres, por sus carencias: ni estudiaba, ni trabajaba, ni era una buena adolescente. Y otra vez el morboso condimento sexual que determinó que el tema se mantuviera varios días en los medios.

Además de estos casos, exhibidos en forma de telenovela, un fenómeno que antes aparecía en forma esporádica en los últimos meses empezó a irrumpir en los medios y tiene que ver con los famosos opinando sobre inseguridad. Víctimas de algún delito, los famosos son convocados por todos los programas, incluso los de chimentos y entretenimientos, para contar su experiencia frente al delito. Un delito parcial, que tiene que ver con ataques contra la propiedad privada, ya que los mismos famosos no son expuestos cuando evaden impuestos o protagonizan estafas.

En los livings, ante paneles y con móviles en vivo, los famosos cuentan sus experiencias y también opinan sobre qué hay que hacer para terminar con el flagelo de la inseguridad. "Nos están matando", "vivimos encerrados y ellos en libertad", "entran por una puerta y salen por la otra", son algunas de las frases que se escuchan todos los días y se reproducen en cadena.

Una forma efectiva de apuntar contra los gobiernos, el tema de la inseguridad se presenta como irrefutable frente a una sola victima que expone su caso. No hay posibilidad alguna de que los números, los estudios, los operativos, refuten a una sola víctima.

Claro que no todos los casos se miden con la misma vara. La desaparición por más de cinco años de Luciano Arruga, de 16 años, no mereció el mismo despliegue mediático. Ni siquiera por el hecho de que su cuerpo apareciera cinco años después. Ni siquiera por el trasfondo policial que hay detrás del caso. No todas las víctimas son iguales, ni se miden de igual manera.

Vanesa, la hermana de Luciano Arruga, relatando con crudeza los padecimientos de un joven pobre que, se sospecha, fue asesinado por la policía, no tiene el mismo peso que Juan Carlos Blumberg llorando por su hijo. Los familiares de las víctimas de clase media son exprimidos hasta que dejan de rendir. Se les interrumpe el duelo, se los lleva a los medios y, cuando ya no rinden, se los desecha.

El policial cuenta cada vez con más recursos para instalarse en los medios. Pero quizás la pluralidad de voces y la construcción de datos colaboren con poner un coto a los estereotipos que tanto daño generan.

En marzo de este año, David Moreira, un chico de 18 años intentó robar una cartera con un cómplice en Rosario. Los vecinos y ocasionales transeúntes lo golpearon hasta matarlo. El caso generó polémica ya que gran parte de los oyentes de radio y opinadores de páginas web dejaban en claro la necesidad de venganza. El odio se extendía a cualquier periodista que planteara el caso como un asesinato. Tras la difusión del caso, los intentos de linchamientos se multiplicaron. La cartera era más importante que la vida. Como lo planteó Blumberg, como dice la ley, como afirman los medios. El delito contra la propiedad es más importante que el delito contra las personas. Como repiten los medios, no todas las vidas valen lo mismo.

Notas

1. Licenciada en Comunicación Social. Universidad Nacional de Rosario. Editora del diario El Ciudadano de Rosario. Columnista de Revista Veintitrés, Infojus Noticias y Cosecha Roja (Buenos Aires). Conductora del programa radial "Feos, Sucios y Malos" (Radio Universidad de Rosario) y "El Cristal con que se Mira" (Radio Nacional Rosario). Contacto: silvinatamous@hotmail.com
2. Este trabajo se realizó teniendo en cuenta los análisis periodísticos sobre el tema de inseguridad, llevados adelante en los últimos años. Para el mismo, se entrevistó en varias oportunidades al ministro de la Corte Suprema de Justicia Raúl Eugenio Zaffaroni y a los criminólogos Enrique Font y Esteban Rodríguez Alzueta.
Eugeni Zaffaroni "La realidad que se construye" (Revista Veintitrés- junio 2011) y en el programa radial Feos, Sucios y Malos (2013) Enrique Font ( "Vivir y Morir en Ludueña" -octubre de 2013- y "Violencia Horizontal"-octubre de 2013 Revista Veintitrés) Esteban Rodríguez Alzueta (Radio Nacional, en el programa "El Cristal con que se mira"- octubre 2014)


Bibliografía Básica Utilizada

1. BLAUSTEIN, Eduardo y ZUBIETA, Martín, (1998), Decíamos ayer. Buenos Aires: Editorial Colihue         [ Links ]
2. ARDUINO, Ileana, "La Mala Víctima" y "El Exterminio Latente". Buenos Aires:
3. Revista Anfibia. 24/09/2014.
4. IGAL, Diego, "Luciano Arruga y un debate sobre el periodismo". Buenos Aires: Cosecha Roja. 20/10/14
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