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Estudios - Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba

versión On-line ISSN 1852-1568

Estud. - Cent. Estud. Av., Univ. Nac. Córdoba  no.32 Córdoba dic. 2014

 

BIBLIOGRÁFICAS

MOUFFE Chantal, (2014), Agonística: Pensar el mundo políticamente Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

Iván Tcach1

El nuevo libro de Mouffe está compuesto por cinco capítulos y también incluye como anexo, la entrevista que le realizaron para la antología -publicada en Berlín- de Heinrich Geiselberger, Und jetzt: Politik, Protest und Propaganda (Y ahora?: política, protesta y propaganda). Agonística presenta entonces una serie de ensayos que examinan la relevancia del enfoque agonista elaborado en trabajos previos, según la autora, "relevantes para el proyecto de la izquierda"; pero también reflexiones más recientes vinculadas a los movimientos de protesta originados en los últimos años en EEUU, Europa y en los países árabes.

Tanto en las páginas introductorias como en el primer capítulo, se pone de relieve un entramado teórico que remite a las bases conceptuales de sus anteriores trabajos: Hegemonía y estrategia socialista2 ; El retorno de lo político3 ; La paradoja democrática4 . En primer lugar, Mouffe hace referencia a su modelo de democracia denominado "pluralismo agonista" y realiza una distinción entre "lo político" - el modo en el cual se instituye la sociedad - y "la política" - conjunto de prácticas e instituciones cuyo objetivo es organizar la coexistencia humana - . De esta manera, pone el foco en la negatividad radical existente en el campo de lo político, que se presenta en base a antagonismos atravesados por conflictos de interés.

Partiendo de la idea de que lo político es atravesado por antagonismos - algunos inerradicables - , la tesis central del pluralismo agonista expresa que la función de la política es proporcionar instituciones que permitan que los conflictos adopten una forma agonista: aquí los oponentes no son enemigos sino adversarios entre los cuales existe un consenso conflictual. La autora aclara que las teorías políticas que sostienen la tesis de la inerradicabilidad de los conflictos terminan defendiendo la idea de un orden autoritario para evitar la guerra civil. En consecuencia, muchos teóricos comprometidos con los valores de la democracia creen que deben plantear la posibilidad de una solución racional a los conflictos políticos. Mouffe se diferencia de ambos enfoques al sostener que el paso del antagonismo hacia el agonismo, permite concebir una forma de democracia que no suprime la negatividad radical.

Posteriormente hace referencia a otro concepto considerado clave: hegemonía. Mouffe explica que junto a Ernesto Laclau en Hegemonía y estrategia socialista, habían reconocido "la naturaleza hegemónica de todo orden social". Es decir, a la sociedad como producto de una serie de prácticas cuyo objetivo es establecer orden en un contexto de contingencia. De esta manera, las prácticas hegemónicas serían aquellas que se articulan para crear un determinado orden y fijar el significado de las instituciones de la sociedad.

Todavía en el primer capítulo denominado ¿Qué es la política agonista?, realiza una crítica concienzuda respecto a la incapacidad del liberalismo "para concebir de manera adecuada, la naturaleza pluralista del mundo social, con los conflictos que el pluralismo acarrea". Para ella existen conflictos antagónicos que no pueden ser solucionados por vías racionales. Entiende que las cuestiones políticas siempre involucran decisiones que requieren hacer una elección entre alternativas opuestas. Al reconocer que uno de los principios centrales del liberalismo es la creencia en la posibilidad de un consenso universal basado en la razón, para Mouffe no resulta sorprendente que lo político constituya un punto ciego del liberalismo: "no es posible hacer que desaparezca la dimensión antagónica simplemente negándola o deseando que desaparezca".

Otra de las críticas hacia el liberalismo presentes en este capítulo está sustentada en su carácter individualista: el individualismo liberal no es capaz de "comprender la formación de las identidades colectivas". Como lo político estaría relacionado íntimamente con las formas colectivas de identificación, tiende siempre hacía la formación de un nosotros en oposición a un ellos. Además de esto, la incapacidad del liberalismo radicaría en la imposibilidad de comprender que solo puede existir identidad cuando es construida como diferencia. Aquí la autora hace referencia a Herny Staten,5 quien propuso el término exterior constitutivo al poner de manifiesto el carácter relacional de las identidades: la constitución de un nosotros requiere inevitablemente la demarcación de un ellos. Para Mouffe, de ninguna manera aquello significa que esta relación sea siempre antagónica. Lo que significa es que siempre existe la posibilidad de que nosotros-ellos se convierta en una relación amigo-enemigo.

La autora cierra su primer capítulo estableciendo diferencias entre su enfoque y los postulados teóricos de de Hannah Arendt y Jurgen Habermas. Desde su óptica, Arendt niega la existencia de antagonismos irresolubles al pensar la política como el desarrollo de la capacidad de ver las cosas desde muchas perspectivas y al igual que Habermas, termina concibiendo al espacio público como un ámbito en donde se puede alcanzar el consenso. Si bien Mouffe reconoce diferencias entre los enfoques de ambos - para Habermas el consenso se alcanzaría por medio de intercambio de argumentos regidos por la lógica, mientras que para Arendt, a través de la persuasión y no con pruebas irrefutables -; se distingue de ellos y señala sus incapacidades para reconocer la naturaleza hegemónica de toda forma de consenso y la inerradicabilidad del antagonismo. Así manifiesta que tal como lo advierten Arendt y Habermas, en una democracia moderna, el pueblo no puede ser visto como "uno", pero agrega: este pueblo múltiple, también debería ser visto como "dividido".

En el segundo capítulo titulado: ¿Qué democracia para un mundo agonista multipolar?, la autora pone en cuestión los enfoques cosmopolitas al interpretar que - en sus diferentes variantes - perciben el mundo "como un universo" y postulan la posibilidad de su existencia "más allá de la hegemonía y de la soberanía" al negar la dimensión antagónica de lo político.

Aquí hace referencia a otro de sus trabajos; En torno a lo político,6 donde cuestiona las orientaciones teóricas de David Held, Daniele Archibugui y Urlich Beck: ellos sostienen que luego del colapso del comunismo, el proyecto cosmopolita kantiano ligado a la ilustración, a la racionalidad y a la universalidad, "puede volverse realidad". Respecto a las otras variantes del cosmopolitismo, Mouffe rescata a las visiones de Martha Nussbaum, James Clifford y Walter Mignolo - entre otros - , porque manifiestan las consecuencias negativas que han acarreado los modelos, económicos, políticos y culturales del neoliberalismo. No obstante, sostiene que este nuevo cosmopolitismo también ignora la dimensión antagónica que puede atravesar el campo de lo político al poner el énfasis sobre "una pertenencia común más allá de todas las diferencias" y al promover una dilución de "los apegos a comunidades específicas". Para Mouffe, estos planteos no dejan de sostener "la hegemonía de la universalidad occidental" y omiten que el mundo es un pluriverso.

Luego, intenta desplegar su teoría en un plano práctico e introduce su sugerencia: abandonada la "esperanza ilusoria" de una "unificación política del mundo" deberíamos abogar por el establecimiento de un mundo multipolar agonista que reconozca la pluralidad de polos regionales organizados en torno a diferentes modelos económicos y políticos sin una autoridad central. Mouffe no sugiere que esta propuesta implique el fin de los conflictos, pero si destaca la posibilidad de que adopten una forma menos antagónica que la actual "en un mundo en el cual un modelo económico y político es presentado como el único legítimo y moralmente superior".

La propia autora reconoce las limitaciones de su propuesta: la esfera global difiere mucho de la local porque el desarrollo de un consenso conflictual "presupone la existencia de una comunidad política - constituida en base a principios ético-políticos - que no se verifica a nivel global". Quizás el principal problema que encuentra el planteo se vincula con la incertidumbre en torno a la propuesta de la renuncia a una ética global; esto se contrapone con su concepto de la política. La autora expresa la discutible idea de que "en nombre del universalismo, el modelo de democracia occidental ha sido impuesto en todo el mundo" y luego propone una serie de debates concernientes a un plano más etimológico: "mientras que libertad es la palabra fundamental en la cultura europea, en el Extremo Oriente, desde la India hasta China, es armonía"; "Un enfoque pluralista agonista debería concebir el pluriverso en términos de hospitalidad"; (.) porque este proviene de dos palabras con la misma raíz; hospis (anfitrión) y hostis (enemigo)".

Queda claro su planteo respecto a que el camino elegido por occidente no es el único legítimo o posible y que además este no debe ser impuesto. Pero dada la preocupación de Mouffe en relación a mantener controlado el antagonismo mediante instituciones que permitan que el conflicto adopte una forma agonista, resulta dificultoso pensar - en relación al desarrollo de la geopolítica mundial -, el campo de la política propuesto por ella misma: ¿Podrían existir prácticas e instituciones en torno a principios ético-políticos compartidos a nivel global para el establecimiento de un consenso conflictual? Por otra parte cabría preguntarse: Si en nombre del universalismo, el modelo de democracia occidental ha sido impuesto en todo el mundo; ¿Por qué no existen en la actualidad principios ético-políticos que propicien enfrentamientos agonistas?

Ya en el tercer capítulo de Agonistíca, Mouffe desarrolla una serie de ideas respecto del estado de la Unión Europea y en principio considera que actualmente está compuesta por consumidores y no por ciudadanos. También manifiesta, haciendo referencia a Robert Menasse,7 que la actual crisis es de carácter político y está causada por la resistencia de los gobiernos nacionales a llevar adelante las políticas - necesarias para generar gobernanza - requeridas por el proyecto europeo: bajo el falso pretexto de defender el interés nacional lo que en realidad defienden son los intereses de un pequeño grupo de elites nacionales depositarias del poder económico y financiero. Luego hace un repaso del los procesos de construcción de identidades colectivas y afirma la necesidad de abandonar el intento de construir un nosotros pos-nacional homogéneo, mediante el cual la diversidad del nosotros nacional sería superada. Manifiesta entonces una reflexión interesante: "el temor a que esto ocurra ha generado resistencias contra la integración europea conduciendo al surgimiento de antagonismos entre las diferentes naciones".

Con el objeto de ofrecer una opción al panorama actual de la UE, Mouffe hace referencia a Olivier Beaud8 quien propone redescubrir la noción de unión federal concebida como una unión de Estados. El objetivo de la federación es que los Estados constituyan de manera conjunta una nueva entidad política que les permita mantener su existencia política. Esto implicaría reconocer la necesidad de alguna forma de identidad europea pero sin que esto sea percibido como la idea del fin de los Estados-nación. En consonancia con Beaud, Mouffe introduce el concepto Federalismo desde abajo9 que reconocería la identidad específica de diferentes regiones y ciudades pero no con el fin de aislarlas, sino de establecer condiciones de autonomía sobre la base de relaciones de intercambio. Se desprende de estos conceptos que, en primer lugar, Mouffe cuestiona fundamentalmente la impronta neoliberal exhibida por las elites que deciden las políticas económicas de la UE y al mismo tiempo, destaca la importancia de la supervivencia de los Estados-nación y de las identidades regionales que deberían encontrar canales de construcción colectiva.

Los últimos dos capítulos de Agonística contienen, en principio, la presentación de una dicotomía frente al avance y transformación del capitalismo contemporáneo: ¿"deserción de las instituciones" o el "involucramiento crítico con las instituciones"? Al poner de relieve la primera alternativa, Mouffe hace referencia a Michael Hardt-Antonio Negri10 y a Paolo Virno11 . Los dos primeros introducen el concepto de multitud como un nuevo término para hacer referencia al trabajador colectivo. Paolo Virno retoma este concepto y propone otros dos para aprehender el tipo de acción política característico de la multitud; éxodo y desobediencia civil. El éxodo consiste en una defección masiva del Estado con el fin de desarrollar una esfera pública del intelecto fuera del trabajo y en oposición a él. Exige un nuevo tipo de democracia guiado por formas no representativas y extraparlamentarias de democracia organizada en torno a ligas, consejos y soviets. La desobediencia civil es de carácter radical y pone en cuestión la propia facultad de mando del Estado.

Mouffe acuerda con los autores al reconocer las transformaciones que han tenido lugar en el modo de regulación del capitalismo. No obstante, ofrece otro modo de acción política sustentado en una concepción diferente: el involucramiento crítico con las instituciones. Se apoya en el concepto de Guerra de posiciones de Gramsci, que debe ser lanzada en una multiplicidad de lugares y exige la organización conjunta de múltiples de actores: movimientos sociales, partidos y sindicatos. Para Mouffe lo que está en juego es la "extinción del Estado", entonces propone provocar una profunda transformación de estas instituciones a través de las luchas parlamentarias y extraparlamentarias. La autora pone como ejemplo el accionar de los gobiernos de izquierda de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina y Brasil, que han logrado desafiar las fuerzas neoliberales e implementar desde el Estado una serie de reformas que han mejorado de manera significativa la situación de los sectores populares.

Mouffe introduce un quinto capítulo titulado "Política agonista y prácticas artísticas" en el que expresa que las prácticas artísticas y culturales pueden ofrecer espacios de resistencia que socaven el imaginario social necesario para la reproducción capitalista: "deberíamos concebir las formas de resistencia artística como intervenciones agonistas dentro del contexto de las luchas contra-hegemónicas". Mouffe explica que para mantener su hegemonía, el sistema capitalista necesita movilizar constantemente los deseos de la gente y moldear sus identidades: lo que está en juego en las publicidades es la identidad del propio comprador. Por lo tanto, sugiere que una política contra-hegemónica que debería involucrarse en este terreno con el fin de fomentar otras formas de identificación. La autora aclara que no comparte las premisas esencialistas que promueven un tipo de arte crítico para revelar la verdadera realidad en detrimento de una falsa conciencia: sus bases teóricas fundadas en las construcciones hegemónicas rechazan la idea de una verdadera conciencia. Rescata entonces las prácticas artísticas de Alfredo Jaar, que concuerdan con su enfoque hegemónico de desarticulación del sentido común. Mouffe hace referencia a algunas de las intervenciones de este artista, como por ejemplo, aquella en la que colocó carteles en autobuses públicos y tranvías - en la Italia de Berlusconi - con preguntas como: ¿El intelectual es inútil? ¿La política necesita cultura? De esta manera, sostiene que Jaar no pretende dar lecciones sobre el estado del mundo sino que interpela a las personas por medio de un proceso reflexivo.

Llegando al final del libro la autora propone una serie de reflexiones interesantes respecto a los movimientos de protesta originados en Europa, EEUU y en los países árabes: Mouffe reconoce diferencias entre ellos y despliega gran parte de su entramado teórico como una especie de arco de posibilidades que tienen dichos movimientos para transformar diversos órdenes sociales impuestos: construcciones de identidades colectivas; deserción de las instituciones o involucramiento crítico; establecimiento de antagonismos.

Quizás lo más rico de Agonística puede apreciarse en el primer capítulo, cuando Mouffe despliega con una gran precisión y claridad conceptual una serie de ideas concebidas a lo largo de su trayectoria. Luego, con la pretensión de trasladar su enfoque a un plano mucho más complejo como la geopolítica internacional, sus construcciones se vuelven un poco más difusas. Como novedad podríamos incluir su visión sobre las prácticas artísticas. Sobre el final, podemos encontrar reflexiones y planteos interesantes respecto de los nuevos movimientos de protesta originados en los últimos años en diversos países.

Notas

1. Becario del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas y doctorando en Ciencia Política del Centro de Estudios Avanzados de la UNC.
2. LACLAU, Ernesto- MOUFFE, Chantal, (2004), Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
3. MOUFFE, Chantal, (1999), El retorno de lo político. Comunidad, ciudadanía, democracia radical. Barcelona: Piadós.
4. MOUFFE, Chantal, (2003), La paradoja democática. El peligro del consenso en la política contemporánea. Barcelona: Gedisa.
5. STATEN-WITTGENSTEIN-DERRIDA, (1985). Oxford: Basil Blackwell.
6. MOUFFE, Chantal, (2007), En torno a lo político. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
7. Robert Menasse, Der Europaiche Landbote. Die Wut der Bruger and der Friede Europas oder Warum die geschenkte Democratie einer erkampten weichen muss, Viena, Paul Zsolnay, 2012, p. 59.
8. BEAUD Oliver, (2009),Teoría de la Federación, Madrid: Escolar y Mayo.
9. Es un concepto de CACCICARI, Massimo (2001).
10. HARDT, Michel -NEGRI, Antonio (2004), Imperio, Mulltitud: Guerra y democracia en la era del imperio. Buenos Aires: Debate.
11. VIRNO, Paolo, (2003), Gramática de la multitud: para un análisis de las formas de vida contemporánea. Madrid: Traficantes de sueños.

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