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Estudios - Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba

versión On-line ISSN 1852-1568

Estud. - Cent. Estud. Av., Univ. Nac. Córdoba  no.34 Córdoba dic. 2015

 

ARTICULOS ORIGINALES

Más allá del mito la construcción del liderazgo de Mario Roberto Santucho en la organización PRT-ERP1

Marco Iazzetta2

Resumen
El presente trabajo tiene por objeto analizar el proceso de construcción del liderazgo de Mario Roberto Santucho en el PRT-ERP. Para ello abordaremos, en un primer momento, su enfrentamiento con los sectores internos de la organización denominados «morenistas» y «neomorenistas», el cual trajo aparejado la promoción de un estilo de militante más práctico que teórico. Posteriormente, nos referiremos al culto a la personalidad que se gestó en la organización bajo la creencia de que el Secretario General era el arquetipo del «hombre nuevo» de Ernesto Guevara. Finalmente, haremos hincapié en los procedimientos que utilizó para fortalecer su posición, desviar la discusión y las críticas.
Palabras Clave: PRT - ERP - liderazgo - Santucho - «Hombre nuevo»

Abstract
This paper aims to analyze the way that Mario Roberto Santucho built his leadership in the PRT-ERP organization. To achieve this goal, firstly, we'll considerer his confrontation with the internal groups called «morenistas» and «neomorenistas», advertising a more practical than theoretical type of militant. Secondly, we'll refer to the cult of personality that was developed in the organization and resulted from the belief that he was the archetype of the «new man» of Ernesto Guevara. Last but not least, we'll analyze the mechanisms that he used to strengthen his position, and redirect the discussion and the critics.
Keywords: PRT - ERP - leadership - Santucho - «new men»

Introducción
Mario Roberto Santucho fue el líder indiscutido del PRT-ERP (Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo). En vida, fue considerado como un héroe por los militantes de su organización y actualmente su figura ha alcanzado la estatura de un mito, en especial entre muchos jóvenes que se identifican con los ideales de los años '70. No obstante, consideramos que esta visión romántica puede constituir un obstáculo para comprender los mecanismos y las prácticas que empleó para ganar progresivamente poder al interior de la organización, hasta convertirse en su dirigente máximo.

En esta línea interpretativa, este trabajo tiene por objeto analizar el proceso de construcción del liderazgo del Secretario General del PRT-ERP desde una perspectiva que toma distancia de las visiones más mistificadoras. Para ello abordaremos, en un primer momento, su enfrentamiento con los sectores internos de la organización denominados «morenistas» y «neomorenistas », disputa de la que surgirá un estilo de militante más práctico que teórico. Posteriormente, nos referiremos al culto a la personalidad que se gestó en la organización bajo la creencia de que Santucho era el arquetipo del «hombre nuevo» exaltado por Ernesto Guevara. Finalmente, haremos hincapié en los procedimientos que utilizó para fortalecer su posición, desviar la discusión y las críticas que pudieran entorpecer su ascenso a la conducción de la organización.

Por último, cabe señalar que a los efectos del trabajo realizamos un análisis documental de los órganos de prensa de la organización (El Combatiente y Estrella Roja), las Resoluciones de Congresos, Comités Centrales y Ejecutivos, entre otros documentos,3 que aportarán evidencias sobre las discusiones internas y del modo en que éstas sirvieron para despejar el camino en la construcción gradual de su liderazgo.

La conquista de la organización en la práctica: el militante del PRTERP como «hacedor»

El Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) se constituyó el 25 de mayo de 1965 a partir de la fusión de dos organizaciones: el Frente Revolucionario Indoamericanista Popular (FRIP), cuyo líder era Mario Roberto Santucho y Palabra Obrera (PO), agrupación trotskista liderada por Nahuel Moreno. Este último fue su primer Secretario General. Santucho se encontraba en una situación de inferioridad con posterioridad a la unificación: su organización estaba en desventaja a partir de que era más pequeña, su estructura menos orgánica, sus militantes eran una minoría en el nuevo Comité Central. Su estrategia, entonces, fue conquistar a la organización en la práctica ya que la experiencia de Nahuel Moreno en el debate intelectual, su conocimiento de la organización y su habilidad política hacían muy difícil vencerlo en el terreno de la discusión política y teórica. Es en este sentido que su propuesta política hacia la base de Palabra Obrera se basó en la acción revolucionaria, en poner fin a las discusiones y a los largos documentos teóricos. El resultado de esto fue el legado del FRIP al PRT-ERP: un estilo de militante más práctico que teórico, volcado hacia el movimiento de masas, pero también con escasa capacidad de análisis político propio y debate con otras corrientes marxistas.4 El criterio básico era que un cuadro del PRT-ERP iba a lo práctico y sabía resolver problemas, eran «hacedores», había una correspondencia entre la palabra y los actos. Se hacía un culto de lo concreto, lo tangible, lo que se podía tocar, pesar o medir. Todo intento de ir al análisis, a la abstracción, era calificado de «subjetivismo», al extremo de que el vocablo «subjetivo» pasó a tener una significación de insulto.5 No obstante, esta cuestión tuvo una buena recepción entre los trabajadores politizados que coincidían en la importancia de las formas («mejor que decir es hacer») y en la combatividad relegando las cuestiones teóricas (el socialismo) al plano de los «intelectuales».

La centralidad que ocupaba la acción en la estrategia santuchista -el «hacer»- se oponía a un prejuicio generalizado en la organización contra la izquierda peronista y el reformismo marxista, al ser caracterizados como «revolucionarios de café», «intelectuales pequeño burgueses» que «hablaban mucho pero no hacían nada» y que colaboraban, por lo tanto, con la dominación de la burguesía.6 Estas acusaciones encontraban oídos receptivos entre una camada de cuadros que se habían acercado a la organización «por la guerra y el socialismo»; desencantados con la política nacional, estaban convencidos de la esterilidad de la participación electoral tradicional. Este sector se convertirá posteriormente en la base social de la denominada «desviación militarista» de los años 1971-1972, período que desde la perspectiva de la organización se caracterizó por la primacía de la lucha armada por sobre la lucha política.

Asimismo, otro ejemplo de la estrategia adoptada por Santucho lo encontramos en el marco de su lucha contra el denominado «neomorenismo», cuando redacta un escrito que traerá aparejado una serie de consecuencias a largo plazo en la vida posterior de la organización. En este trabajo titulado La lucha de clases en el seno del Partido7 señala que:

«(.) la lucha de clases en el Partido se corresponde con la lucha de clases en el seno de la sociedad [por lo que] la pequeña burguesía se introduce en nuestro Partido para actuar negativamente en su seno como agente de las clases hostiles a la Revolución Socialista (.)»8

Con la expresión de pequeña burguesía en la organización se hacía referencia a:

«(.) aquellos intelectuales que al no ejercer la autocrítica para corregirse y superarse persisten en sus limitaciones de clase, se convierten en virus pequeñoburgueses y burgueses, pasan a constituir tendencias (.) convirtiéndose en agentes de las clases enemigas (.) Lo mismo ocurre con aquellos obreros que adoptan las características, métodos y puntos de vista pequeñoburgueses y burgueses o se burocratizan (.)»9

Santucho establece que la orientación de la base obrera en la lucha de clases dentro del Partido es el criterio de verdad que debe emplear todo marxista para «orientarse objetivamente en esa lucha», para determinar la corrección y contenido proletario de una línea en el seno del partido revolucionario.10 De este modo, como establece Pozzi, cada diferencia, cada virtud, cada flaqueza, se convertían en expresiones de clase. Pero esto era aún más complicado, pues en una visión tautológica el PRT-ERP establecía una prueba básica para saber si cada militante expresaba o no los puntos de vista de la clase obrera: su alineamiento con la Tendencia Leninista y con la lucha armada. 11 Puesto que esta Tendencia y Mario Roberto Santucho se postulaban como la expresión proletaria por antonomasia, todos aquellos que esbozaran críticas o diferencias eran presentados como «virus» de otras clases. Del mismo modo, el concepto de lucha de clases en el seno del partido terminó equiparando a Santucho con el proletariado tornándolo en incuestionable y, de hecho, impidiendo el debate interno.

Asimismo, en este documento hay un intento de igualar los términos «pequeño-burgués» con intelectual, que si bien no es privativa del PRT-ERP con respecto al resto de la izquierda, tiene particular fuerza en esta organización. El resultado de esto fue una marcada tendencia antiintelectual, que trajo aparejada que todo militante con capacidad teórica fuera visto como «discutidor» o simplemente como «intelectual» y por ende como un «pequeñoburgués ».12 Es más, Mattini señala que pasó a ser una regla no escrita que «cuanto más analfabeto, más proletario sería el militante y que sólo en el partido se adquiría la verdadera 'cultura'».13

La base del PRT-ERP siempre optaría por los «hacedores» antes que por los intelectuales/pequeño burgueses. El apoyo que consiguió de este sector le permitió a Santucho imponerse sobre los denominados «neomorenistas », lo que trae aparejado, además, que las voces con capacidad de crítica y con formación marxista se fueran alejando de la organización.

El capital político de Santucho radicaba, entonces, en su capacidad de «hacedor», lo cual le valió un fuerte apoyo del grueso de la militancia, permeable a este tipo de cualidades, en el marco de su lucha interna por hacerse con el poder de la organización. Sin embargo, creemos que esta situación colocó al Secretario General en una encrucijada, pues lo llevó a tener que demostrar constantemente estas cualidades y a inclinarse muchas veces por una estrategia militarista, por más que desde un punto de vista discursivo, constantemente se remarcara la primacía de lo político sobre lo militar. Esta cuestión trajo consecuencias perjudiciales dentro de la organización, pues potenció la presión militarista en la organización.

Asimismo, el liderazgo de Santucho residía en su capacidad de arbitrar entre las diferentes posiciones dentro de la organización. Si bien se apoyó en la base partidaria que como señalamos anteriormente había ingresado al PRT «por la guerra y el socialismo», esta no era la única posición que se podía encontrar en la organización, aunque probablemente fuera la mayoritaria. Otro sector incluía militantes que tenían una experiencia política electoral ya fuera en la UCR, en el peronismo, en el PC o en Palabra Obrera, entre los cuales podemos destacar a Benito Urteaga y Daniel Hopen. Su propuesta era definir el tipo de participación electoral, desarrollar una política de alianzas que lo permitiese, y conformar organismos de base que aprovecharan la apertura democrática. Un segundo grupo planteaba un acercamiento con la Tendencia Revolucionaria del peronismo, mientras que otros hacían lo propio pero con el Encuentro Nacional de los Argentinos (ENA) hegemonizado por el Partido Comunista. En un tercer sector, en cambio, se puede ubicar a la mayoría de los cuadros de regionales como Córdoba o Tucumán, cuya postura apuntaba a intentar la combinación de distintas formas de lucha desde una postura socialista intransigente, considerando que si había que participar electoralmente eso debía ser más dentro de la tradición FRIP-PO: postular candidatos obreros y un programa antiimperialista. Sin embargo, podemos señalar que a diferencia de los cuadros, entre la gran parte de la base partidaria (los militantes y aspirantes) no se planteó ninguno de estos dilemas.14

Culto a la personalidad: Mario Roberto Santucho como «hombre nuevo»

Otra cuestión que reforzó el liderazgo de Santucho fue el culto a la personalidad que se gestó en la organización bajo la creencia de que el Secretario General era el arquetipo del «hombre nuevo» de Ernesto Guevara. Esto lo hizo alcanzar la estatura de un mito viviente. A continuación, detallaremos una serie de mecanismos que facilitaron esta asociación.

En primer lugar, la organización vinculaba la figura del «hombre nuevo » a una serie de valores difusos. Si bien se retomaban algunas de las cualidades básicas que identificaban a esta figura de Guevara, como la integración plena del individuo en la sociedad, la modestia, el espíritu creador, la dignidad, la solidaridad, el sacrificio, etc., a la vez se las relacionaba con las características que supuestamente poseía el proletariado argentino. En este sentido, el PRT-ERP manifestaba una representación idealizada de los obreros argentinos y se consideraba que por el solo hecho de pertenecer a esta clase social, éstos poseían automáticamente15 las siguientes «virtudes proletarias »: «humildad, sencillez, paciencia, espíritu de sacrificio, amplitud de criterios, decisión, tenacidad, deseos de aprender, generosidad, amor al prójimo».16

Es a partir de esta asociación («hombre nuevo»=proletariado argentino) que podemos considerar a Santucho como un «hombre nuevo», pues como mencionamos anteriormente, a raíz de la adopción del principio de la «lucha de clases en el seno del Partido» en el V Congreso celebrado en el año 1970, la clase obrera y la ideología proletaria se corporizaron en la figura del Secretario General. De este modo, hubo una articulación dialéctica entre la cultura partidaria y la imagen de su líder que contribuyó fuertemente a la cohesión de la organización y a la confianza de los militantes, cuestión que también nos permite afirmar que Santucho forjó al PRT-ERP a su imagen y semejanza.17

En segundo lugar, debemos destacar otra serie de valores considerados también como ejemplares, los cuales eran continuamente mencionados en los homenajes a los caídos en batalla publicados en los órganos de prensa de la organización. En este sentido, en ellos se recalcaba a la humildad como una característica fundamental de todo militante, el saber «darlo todo sin pedir nada»: «entregarse por entero a una causa, al mismo tiempo que trata de hacerse notar lo menos posible».18 Asimismo, otros rasgos apreciados eran el ser «callados», «tímidos», «parcos» o «de pocas pero justas palabras», como se puede observar por ejemplo en el siguiente homenaje: «era callado, un poco tímido, buen compañero, serio y aplicado al trabajo».19 En otros casos también se señalaba que: «su militancia se caracteriza por su disciplina, su responsabilidad. Todos lo recuerdan como un compañero de pocas pero justas palabras»;20 «era un compañero generoso, callado a veces irritable pero en general sonriente».21 Esta cuestión si bien parece algo menor, pone en realidad de manifiesto una concepción particular de cómo funcionaba la organización, pues -como se desprende de algunos testimonios de militantes del PRT-ERP-el hablar poco estaba asociado con la disciplina: se valoraba a la persona que trabajaba incansablemente sin discutir la línea partidaria.22


Al mismo tiempo, otros valores destacados en los homenajes son la «ternura», los «buenos sentimientos», a la vez que se aclara que esto no impedía que al momento del combate mostraran también coraje y bravura, o hasta odio de clase.23 Por lo demás, la alegría era otro rasgo constantemente recalcado en estas biografías, a partir de que se los describe como siempre sonrientes, de buen humor, como bromistas, etc. Incluso, en algunos casos, se incluían fotos de los homenajeados en las que se mostraban felices y sonriendo. Por lo general, esta actitud hacia la vida, además de tener una fuerte
influencia guevarista, puede ser atribuida también a un escrito de Julius Fucik, Reportaje al Pie de la Horca. En el mismo, afirma que:

«(.) amaba la vida y por su belleza marché al campo de batalla (.) Que la tristeza jamás se una a mi nombre (.) He vivido para la alegría y por la alegría muero. Agravio e injusticia sería colocar sobre mi tumba un ángel de luto (.)»24

Una derivación de esta idea es la frase que por lo general aparece en los homenajes: «a los revolucionarios no se los llora, se los reemplaza».

En suma, estas cualidades destacadas como ideales pueden también observarse cuando los ex militantes de la organización describen a Mario Roberto Santucho como «sencillo», «humilde», «tierno», «muy disciplinado », «con buen humor», etc.;25 asociándose entonces sus características per-

sonales con las del «hombre nuevo». Por lo demás, esta vinculación también se pone de manifiesto en una carta que le escribe su hermano Julio Santucho a raíz del romance que el Secretario General estaba manteniendo con Clarisa La Place:

«(.) Es preciso que veas que sos un ser humano como todos, que el hombre nuevo es frágil porque es siempre tensión y nunca posición definitiva: cuando te quieras apoyar en tu condición de hombre nuevo, dejas de serlo. Por eso mismo, porque sos un ser humano -cosa que a veces perdemos de vista los que te admiramos y quizá vos también- tienes que analizar objetivamente tu caso, es decir a partir de lo que la experiencia enseña que le ocurre al común de los hombres (.)»26

Por último, no queríamos dejar de hacer referencia a una anécdota mencionada en una entrevista propia que le realizamos a un ex militante del PRT-ERP, en la cual se pone de manifiesto el culto a la personalidad de Santucho.27 Ante la pregunta de cómo era, el entrevistado respondió que

«(.) Era un buen atleta, pero además [en los partidos de futbol que se jugaban en la cárcel de Rawson] se la daban servida para que hiciera el gol, entonces era el héroe de la jornada. Todos jugaban para que él hiciera el gol [risas] (.)»

En este mismo sentido, Jorge Semprún una vez relató que en una estadía en La Habana presenció un partido informal de básquet entre Fidel Castro y sus comandantes y capitanes. Lo que más le llamó la atención fue que nadie impidiera que Fidel encestara. El autor caracterizó a este comportamiento como una manifestación más del culto a la personalidad del revolucionario cubano.28

Prácticas utilizadas para fortalecer su posición

Por otro lado, podemos mencionar una serie de procedimientos o prácticas utilizados por Santucho para fortalecer su posición, desviar la discusión y las críticas. En primer lugar, muchos de los desacuerdos no se bajaban a las bases y los documentos críticos no circulaban entre los militantes, pues se argumentaba que cualquier crítica pondría en peligro la unidad de la organización y sembraría dudas sobre la «infalibilidad» de los análisis de la Dirección. Esta es una cuestión denunciada por la Fracción Roja en el año 1973, con posterioridad a su separación de la organización, a partir de la comprobación de que la carta crítica enviada en octubre por la dirección internacional de la IV Internacional29 no había sido dada a conocer internamente por el partido. A esto hay que agregar, como reconoció la dirección del PRT en aquel momento, la ausencia de instancias de discusión presenciales, que podrían haber subsanado al menos parcialmente estas carencias.

La preocupación por mantener la unidad de la organización emerge permanente en los escritos de la organización, asociando cualquier ruptura con una actitud anti proletaria o pequeño burguesa. En este sentido, en El único camino hasta el poder obrero y el socialismo, se afirmaba que:

«(.) los partidos proletarios y revolucionarios no se dividen aun cuando en su seno se discutan los más importantes problemas teóricos y políticos que plantea la revolución. Ello es así porque los obreros conscientes quieren a su Partido, conocen las dificultades que entraña su construcción y defienden su unidad por sobre todas las cosas. Algunos elementos de la vieja dirección revelaron su carácter antiproletario, pequeñoburgués, al romper con la mayoría. Estos elementos defendieron la unidad del Partido mientras tuvieron la hegemonía de su dirección. Cuando la gran mayoría de los cuadros y militantes emprendieron la tarea de formular una política auténticamente marxista-leninista y erradicar las posiciones oportunistas del pasado, los elementos pequeñoburgueses de la dirección antepusieron sus intereses de círculo a los del Partido y rompieron su disciplina (.)»30

La salvaguarda de la «infalibilidad de la dirección» era otra cuestión prioritaria dentro de la organización y para mantener esta imagen se realizaban diferentes maniobras. Es por ello que, como señala Weisz, las diferencias solo se daban a conocer para estigmatizar a los adversarios como traidores, renegados, revisionistas o enemigos de clase, cuyo alejamiento solo puede obviamente engrandecer la organización y, por lo tanto, fortalecer la mística.31 Al respecto, este autor destaca a las Resoluciones del Comité Central (CC) de diciembre de 1972 como una manifestación de esta cuestión, pues se mencionaban los cambios de posición y la revisión de lo actuado en el período inmediatamente anterior, caracterizado como de «desviación militarista». A estos cambios, temiendo que el reconocimiento de los errores pudiera minar la confianza en la dirección, se los acompañaba con el comentario: «la resolución es la confirmación absoluta de la corrección de los análisis y la línea del partido».32 Es más, Mattini sostiene que prácticamente la primera vez que se admitió un error de análisis político en la historia del PRTERP fue cuando Santucho, a tres meses de haberse producido el Golpe de Estado de 1976, reconoció no haber previsto que la represión, en vez de traer aparejada un mayor grado de resistencia por parte de las masas, terminaría produciendo un reflujo en el movimiento de protesta.33 En efecto, el Secretario General de la organización en un artículo de El Combatiente afirmaba que:

«(.) Cuando poco antes y después del 24 de marzo analizamos las perspectivas del golpe militar cometimos un error de cálculo al no señalar que el peso de la represión afectaría en un primer momento a la lucha popular, dificultando la movilización de masas y el accionar guerrillero. Al no prever un reflujo transitorio de la movilización obrero-popular y dar la idea de que la potente reacción antidictatorial de masas sería inmediata, lo mismo que el aislamiento internacional de la Dictadura y la aproximación al campo revolucionario de sectores populares democráticos, nos adecuamos plenamente en lo ideológico y orgánico a la nueva realidad nacional.

Globalmente nuestra posición fue y sigue siendo correcta, tanto en la caracterización de la Dictadura, como en la comprensión de la generalización de la guerra y el justo pronóstico de que nuestro pueblo no será aplastado y edificará gradualmente una resistencia potente y victoriosa. Pero nos faltó prever taxativamente un período determinado de reflujo, error que desde ahora corregimos (.)»34

Otra cuestión a tener en cuenta es la apelación a los Estatutos según las necesidades coyunturales de la dirección, algo que es habitual en las organizaciones de la Izquierda Tradicional. Por ejemplo, esto se expresa en el hecho que la elección de las direcciones de la organización por más que por Estatuto debía ser realizada por la base, muchas veces se efectuaba a través de otros procedimientos.35 Otra manifestación en este sentido, la encontramos en el hecho que los sectores que cuestionaban el militarismo de la organización no fueron convocados a participar del V Congreso, instancia en la que finalmente se decidió la creación del ERP. Daniel Pereyra, dirigente de la Tendencia Comunista que tenía la política de quedarse en el PRT para corregir su militarismo, decía al respecto en una entrevista con Eudald Cortina:

«(.) Nosotros, de alguna manera, controlábamos Buenos Aires, La Plata y teníamos la mayoría del Comité Ejecutivo que había surgido del IV Congreso del PRT. Eso no se podía alterar, si no era en un nuevo Congreso. Un buen día nos enteramos que se había realizado un nuevo Congreso del partido, en el que nosotros no estuvimos presentes. Ni siquiera se nos había invitado. De alguna manera, a Santucho le incomodaba terriblemente y consideraba una pérdida de tiempo el debatir con nosotros (.)»36

Este mismo procedimiento se observa en el caso de Oscar Ventricci quien encabezaba el fraccionamiento que daría lugar al ERP 22 y era desde el V Congreso miembro del CC-, pues la Dirección no le informó en ningún momento que la reunión del organismo iba a tener lugar, tarea que estaba a cargo de Benito Urteaga. Este último, en cambio, en la reunión de la CC comunicó que Ventricci no había aparecido en las citas convenidas.37

Lo mismo señala Helios Prieto cuando comenta que en diciembre de 1968 fue a Cuba con el objeto de recibir entrenamiento militar y que Santucho le aseguró que había acordado con los cubanos que en solo tres meses le darían a su grupo toda la preparación necesaria. No obstante, no pudo regresar hasta enero de 1970. Afirma que los cubanos los «entretuvieron» un año enseñándoles «todas las maneras imaginables de matar seres humanos» y haciéndoles «subir y bajar innumerables montañas» sin dejarlos volver a la Argentina, pues eso es lo que habían pactado con Santucho: «él les había dicho que necesitaba ese tiempo para preparar al partido para la lucha armada »38 y la ausencia de Prieto, un opositor a esa línea de acción, le permitiría avanzar en su proyecto.

Por otro lado, según Mattini, dados los errores cometidos durante la denominada «desviación militarista», Santucho se habría ocupado de sortear la discusión para evitar que se le atribuyeran culpas, alegando defender la unidad del Partido.39 Sin embargo, posteriormente fue separando sistemáticamente de las responsabilidades y hasta de la propia actividad a la mayor parte de quienes habían sido los impulsores más notables del militarismo, sustituyendo, así, la función de la Dirección.

El Secretario General de la organización también afianzó su liderazgo a partir de la designación de familiares y amigos en diferentes puestos de relevancia de la estructura partidaria. En efecto, en el Comité Central Ampliado «Vietnam Liberado» de julio de 1975 se nombró a Liliana Delfino (su esposa) y a Oscar Asdrúbal Santucho (su hermano) como integrantes del Comité Ejecutivo, siendo este último, además, Jefe de Comunicaciones del Estado Mayor del ERP y Capitán de la Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez. Se designó también a Susana Gaggero (esposa de Juan Pujals, miembro fundador del PRT, desaparecido en 1971) como miembro suplente del Comité Central, desempeñándose también como Responsable Nacional de Solidaridad. Del mismo modo, el Comité Central de marzo de 1976 designó a Julio Santucho (hermano de Mario Roberto) como integrante de ese organismo.

Por último, otra de las estrategias que utilizó Santucho para imponer la línea prescripta por la dirección fue el traslado de militantes afines a zonas o regionales que no lo eran. Esta metodología es descripta por Nelida «Pola» Augier40 cuando afirma que el Comandante desde la cárcel resolvió «agilizar » el frente de Buenos Aires, al cual caracterizaba como «muy teórico», para empujarlos a la acción. De este modo, señala que su presencia y la de otros militantes provenientes del interior fue conocida dentro de la organización
como la «invasión de los campesinos».

A modo de conclusión

El presente trabajo tuvo por objeto analizar el proceso de construcción del liderazgo de Mario Roberto Santucho en el PRT-ERP. Consideramos que los mecanismos y las prácticas que empleó para conquistar progresivamente el poder de la organización, a largo plazo la condujeron a inclinarse por la violencia armada en detrimento de otras estrategias políticas.

En su lucha contra los «morenistas» y los «neomorenistas» el Secretario General fue imponiendo un estilo de militante práctico con escasa capacidad de análisis político propio y de debate con otras corrientes marxistas. Si bien esto le valió el apoyo de un amplio sector de la militancia que había ingresado a la organización «por la guerra y el socialismo», al mismo tiempo trajo aparejado un aumento de las presiones militaristas. Del mismo modo, esto llevó a Santucho a tener que demostrar constantemente sus cualidades de «hacedor» y a optar por una estrategia de corte militar, si quería seguir contando con el apoyo de las bases.

Por otra parte, el culto a la personalidad que se gestó bajo la creencia de que era el arquetipo del «hombre nuevo» exaltado por Ernesto Guevara, le permitió cohesionar a la organización bajo su liderazgo y alcanzar la estatura de un mito viviente.

Finalmente, nos referimos a una serie de procedimientos que le permitieron afianzar su posición, los cuales se asemejan a los adoptados por otros partidos políticos y fundamentalmente por la izquierda tradicional. En efecto, fue una práctica común dentro del PRT-ERP la desviación de las discusiones, la escasa circulación de documentos críticos entre los militantes, la apelación a los Estatutos partidarios según las necesidades coyunturales, la no convocatoria de los sectores opositores a los Congresos partidarios, la designación de amigos y familiares en sectores sensibles de la estructura organizativa, etc.

Santucho se esforzó por construir al PRT-ERP a su imagen y semejanza. Tras su muerte en julio de 1976 se manifestaron las divergencias internas que su liderazgo había logrado aplacar, en una organización que ya se encontraba jaqueada por la represión ejercida por el «Proceso de Reorganización Nacional».

Notas

1 Trabajo recibido el 20/09/2015. Aprobado el 11/11/2015.
2 Doctor en Ciencia Política por la Universidad Nacional de Rosario. Becario posdoctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Contacto: marcoiaz@hotmail.com
3 La totalidad de los números de El Combatiente, Estrella Roja que utilizamos pertenecen al DVD que acompaña al libro de De Santis (2011). Estos documentos fueron recopilados por el equipo del Archivo Biográfico Familiar de las Abuelas de Plaza de Mayo y el Grupo Construir Proyectar Identidad.
4 Pozzi, (2001).
5 Mattini, (2007).
6 Pozzi, (2001).
7 El documento forma parte de las Resoluciones del V Congreso y se encuentra en la compilación de De Santis, (2010):285.
8 «La lucha de clases en el seno del Partido» en Resoluciones del V Congreso compilado en De Santis, (2010):286.
9 «La lucha de clases en el seno del Partido» en Resoluciones del V Congreso compilado en De Santis, (2010):287.
10 «La lucha de clases en el seno del Partido» en Resoluciones del V Congreso compilado en De Santis, (2010):310.
11 Pozzi, (2001).
12 Al respecto, Pozzi (2001) señala que el antiintelectualismo de la organización tuvo una consecuencia práctica concreta: el PRT-ERP tuvo escasa inserción entre la intelectualidad argentina, además de una seria incapacidad para desarrollar intelectuales propios.
13 Mattini, (2007):45.
14 Pozzi, (2001).
15 En efecto, en los homenajes a los caídos en batalla también se expresa esta idealización cuando se afirma que por su origen obrero el militante asesinado poseía todas las virtudes proletarias Estrella Roja, N°68, 19 de enero de 1976:7.
16 Las «virtudes proletarias» están detalladas en el documento «Moral y Proletarización» en De Santis, (2006):99. Es interesante el señalamiento de Alejandra Oberti (2004) relativo a esta caracterización de las virtudes proletarias, pues en todos los casos corresponderían a valores burgueses y cristianos, aquellos mismos que Max Weber analizara en su estudio acerca de la relación entre la ética protestante y el espíritu del capitalismo.
17 Pozzi, (2001).
18 «22 de Agosto, día del combatiente revolucionario» en Estrella Roja, N°23, 15 de agosto de 1973:27.
19 «22 de Agosto, día del combatiente revolucionario» en Estrella Roja, N°23, 15 de agosto de 1973:27.
20 Estrella Roja, N°64, 17 de noviembre de 1975:9.
21 Estrella Roja, N°67, 29 de diciembre de 1975:20.
22 Al respecto, en una entrevista realizada por Carnovale se señala: «[.] Era muy valorada la persona que hacía mucho y hablaba poco. O sea, no.la persona que planteaba cuestiones ideológicas o de debate. A ese...se lo podía acusar de desviación pequeño burguesa, viste [.]». Ver Carnovale, (2011): 227. Esta cuestión también puede observarse en otro testimonio de un ex militante de la organización: «[.] El 'Benja' [Guillermo Rubén Pérez] era como mi padrino -cuenta una ex militante, cuyo sobrenombre es 'Carozo'-. Yo le decía que tal cosa merecía alguna explicación porque a mí no me terminaba de convencer, y él, que me trataba de usted (¡me daba mucha risa!), me decía: Pero usted, Carozo, realmente siempre está discutiendo todo y acá no es cuestión de discutir, ¡es cuestión de hacer! [.]». Ver Plis-Sterenberg, (2009):13.
23 Estrella Roja, N°67, 29 de diciembre de 1975: 22.
24 Fucik, (1982):29.
25 Sin embargo, en otros testimonios se puede observar una caracterización diferente de Santucho. En este sentido, Cázes Camarero en una entrevista realizada por Seoane señala que«[.] al mismo tiempo, Robi tenía con los compañeros una relación de benévola autoridad, una mezcla de patriarca, sacerdote y jefe político, y aunque aceptaba la discusión, se reservaba la última palabra. Las formas eran corteses en la discusión política, pero debajo de esa cortesía había un autoritarismo extremo en la conclusión. No toleraba, en el fondo, ninguna crítica profunda a sus planteos. Estaba totalmente convencido de que tenía razón, y que un criticón seguramente estaba equivocado [.]». Ver Seoane, (2011):169. Asimismo, el famoso escritor polaco Witold Gombrowicz, quien lo conoció a Santucho cuando vivió en Santiago del Estero, en su Diario Argentino fue poco indulgente a la hora de caracterizarlo como «un tontaina incapaz de asimilar nada», «un soldado nato», «hecho para el fusil, la trinchera, el caballo», «una mano dispuesta a matar en nombre de una niñería, la prolongación de la patochada que se estaba incubando en su cabeza era un bayoneta ensangrentada, una criatura extraña: de cabeza confusa y trivial, de mano peligrosa», «pacotilla, respecto a la cual no se puede ni soñar en convencerlo, en cuyo penar está sumida toda la inferioridad del mundo» y que en definitiva «traslada al hitlerismo». Esta obra es citada en Prieto, (2012):198.
26 La cita corresponde a Seoane, (2011):115.
27 Entrevista propia realizada a «Luis».
28 Agradecemos a Hugo Quiroga por comentarnos esta última anécdota. Igualmente, este acontecimiento puede ser consultado en la siguiente página de internet: http://www1.rionegro.com.ar/diario/2007/08/05/20078v05s30a.php [último acceso: 20/05/2015].
29 Esta carta fue firmada por los dirigentes más importantes de la organización: Ernest Mandel, Livio Maitán, Alain Krivine, Tariq Ali y Pierre Frank.
30 Este documento se encuentra disponible en la compilación de De Santis, (2010):145.
31 Weisz, (2006).
32 Desde la perspectiva de Weisz, (2006), esto tiene origen, al menos parcialmente, en el tipo de organización que plantea el morenismo. Cita un Boletín Interno de la organización del año 1965 en el que se reconocía explícitamente que no debían plantearse a la base las diferencias entre miembros de la dirección, con el objetivo de evitar que los organismos de dirección del partido y sus dirigentes aparezcan ante la base del partido o la clase obrera con diferencias que perturben el trabajo unificado y centralizado. El autor afirma que reconocer que puede haber diferentes puntos de vista en una dirección atentaría para el PRT contra la imagen de infalibilidad: en lugar de dar a la militancia los elementos para que reflexione y aporte a buscar la mejor política, prima en esta concepción mostrar una dirección homogénea y con una política que sólo puede ser la correcta.
33 Mattini, (2007).
34 «Con fuerza hacia las masas» en El Combatiente, N°220, 9 de junio de 1976: 2.
35 De Santis, (2005). Citado en Weisz, (2006).
36 Citado en Weisz, (2006).
37 Ver al respecto Mattini, (2007) y Weisz, (2006).
38 Prieto, (2012):210.
39 Mattini, (2007).
40 Ver entrevista contenida en Diana, (1996):96.

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Documentos consultados
Órganos de prensa del PRT-ERP: El Combatiente y Estrella Roja.
Resoluciones de Congresos, Comités Centrales y Ejecutivos.
«Moral y proletarización».

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