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Estudios - Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba

versión On-line ISSN 1852-1568

Estud. - Cent. Estud. Av., Univ. Nac. Córdoba  no.34 Córdoba dic. 2015

 

ARTICULOS ORIGINALES

«Ya éramos en origen algo distinto». La Columna Sabino Navarro y su desarrollo en la Córdoba de los ‘701

Leandro Inchauspe2
Ana Noguera3

Resumen
A mediados de 1972, un grupo de militantes de la organización Montoneros, presos en la cárcel de Resistencia, elaboraron un documento autocrítico que contenía los lineamientos político-ideológicos de lo que se conocerá como la «alternativa independiente». El objetivo de este trabajo será analizar la organización peronista denominada inicialmente Montoneros José Sabino Navarro, que luego quitaría de su nombre el aditamento «Montoneros » y se denominaría Columna Sabino Navarro, e indagar respecto de su desarrollo en Córdoba durante la década del setenta.
Nos proponemos un recorrido genealógico de sus debates político-ideológicos, sus concepciones respecto de la lucha armada y las posteriores divergencias con Montoneros, así como también destacar, en algunos testimonios, rasgos identitarios «propios» de los sabinos cordobeses.
Palabras clave: Peronismo – Militancia – Lucha Armada – Historia Oral

Abstract
In mid-1972, a group of militants of Montoneros organization, prisoners in Resistencia’s jail, produced a (self) critical document that contains the political and ideological lines of what is known as the «independent alternative « . The aim of this work is to analyze the organization initially called Peronist Montoneros José Sabino Navarro, which will then remove the attachment of its name «Montoneros» to be termed Column Sabino Navarro, and inquire about their development in Cordoba during the seventies.
We propose us a genealogic tour of their political -ideological discussions, their conceptions of the armed struggle and subsequent differences with Montoneros, as well as highlight, in some testimonies, «own» identity traits of Cordoba Sabines.
Keywords: Peronist-Militancy-Armed Fight- Oral History

A mediados de 1972, un grupo de militantes Montoneros, presos en la cárcel de Resistencia, elaboraron un documento (auto)crítico que contenía los lineamientos político-ideológicos de lo que se conocerá como la «alternativa independiente». El objetivo de este trabajo será analizar la organización que construyeron a partir de ese posicionamiento, denominada inicialmente Montoneros José Sabino Navarro, que luego quitaría el aditamento «Montoneros» y se denominaría Columna Sabino Navarro, e indagar respecto de su desarrollo en Córdoba durante la década del setenta. Nos proponemos un recorrido genealógico de sus debates político-ideológicos, sus concepciones respecto a la lucha armada y las posteriores divergencias con Montoneros, así como también destacar, en algunos testimonios, rasgos identitarios «propios» de los sabinos cordobeses.

Desde el punto de vista metodológico, el trabajo se basa en entrevistas en profundidad realizadas a dos militantes de la organización, que ocuparon importantes espacios en la conducción y en el aparato militar, respectivamente, desde los momentos previos a la constitución de la organización político-militar peronista Montoneros en Córdoba, pasando por las primeras disidencias con la conducción nacional, la profundización de las diferencias políticas y la conformación de los sabinos. La generosidad de nuestros entrevistados para contactar a más compañeros y compañeras a los fines de nuestra investigación, motivó un intercambio de memorias a través de correo electrónico al cual también recurrimos en el presente trabajo.4 Finalmente utilizamos para el análisis los documentos elaborados por la organización, algunos de los cuales fueron publicados en revistas de la época.

Respecto al marco político en el que la experiencia a la que nos acercamos se desarrolló, se ha subrayado el carácter transformador de las relaciones imperantes hasta entonces, desde el que la dictadura militar autodenominada Revolución Argentina (1966-1973) pretendió posicionarse.5

En efecto, desde esta mirada el nuevo gobierno pretendió «institucionalizar un poder autoritario de largo plazo (…) con sustento en una racionalidad tecnocrática (…) una ‘política sin política’, más cercana a una administración técnica» fuertemente anticomunista y defensor de valores «occidentales y cristianos».6

Por su parte, específicamente en Córdoba, cabe destacar que desde el mismo momento del inicio del gobierno revolucionario, el movimiento estudiantil universitario se constituyó como el sector que lo resistió. Ante la persistencia del activismo antidictatorial estudiantil, que se expresaba en asambleas, huelgas de hambre y actos relámpagos que eran duramente reprimidos por la policía, cronicaba La Voz del Interior que «se produjeron los habituales choques, con profusión de gases y gomazos y de pedrea de parte de los estudiantes, con las corridas de práctica»,7 poniendo en evidencia la pronta rutinización de estas acciones de lucha callejera. Al calor de este activismo y su creciente gimnasia de enfrentamiento callejero con las fuerzas policiales, se desarrollaron las primeras acciones de los futuros integrantes de nuestra organización.

Montoneros en Córdoba: Los grupos que confluyen

Una de las agrupaciones estudiantiles que aportará numerosos militantes a la futura Columna fue Integralismo. Compuesto mayoritariamente por estudiantes de la Universidad Nacional, tomó relevancia principalmente a partir de 1966. Muchos de sus integrantes provenían del interior del país - principalmente Cuyo- y tenían filiaciones peronistas y demócratas-cristianas.

El grupo reivindicaba la cuestión nacional y el antiimperialismo como bandera. Influenciados por los procesos desarrollados en Vietnam, Cuba y Argelia fueron distanciándose de los sectores más conservadores -dirigentes del movimiento- quienes tenían un fuerte sentimiento antiperonista y de rechazo a la izquierda. Este sector más ortodoxo del movimiento había participado del conflicto entre laicos y libres -desarrollado a fines de los cincuenta-, estaban ligados a los sectores más conservadores de la Iglesia y sostenían un nacionalismo acérrimo. Por el contrario, esta generación de jóvenes militantes fue redefiniendo sus concepciones políticas volcándose progresivamente hacia el peronismo y el nacionalismo de izquierda. En palabras de nuestro entrevistado:

«se produce lo que es el 66’, donde Integralismo da un salto vertiginoso en cuanto a definiciones (…) pero ya el componente de Integralismo cambia, vienen las generaciones un poquito más nuevas, no tan ligadas al pensamiento nacional, ya estaba todo el proceso lanzado, ya estaba Vietnam, Cuba, Argelia, había más definiciones… y esto va a hacer crisis, en unos años más»8

Entre julio y agosto de 1966 se realizaron importantes asambleas en el Pabellón Argentina y el Comedor Universitario. Además los militantes estudiantiles realizaron actos relámpagos, acciones callejeras, concentración y desconcentración, pega de afiches y propaganda. Comenzaba a desarrollarse un conocimiento «técnico» para la violencia callejera, que constituirán las primeras experiencias «militares» de estos militantes.9 En palabras de uno de nuestros entrevistados:

«Volviendo al último período de militancia universitaria, yo tenía 20 años y era un experto organizador de actos relámpagos sincronizados de alta incidencia en atascamientos céntricos de la trama urbana. Cortábamos diez lugares simultáneos con 150 cuadros usando como cordones de fuego «chorizos» de aserrín y aceite quemado en bolsitas»10

Tras la muerte de Santiago Pampillón, en septiembre de 1966,11 la derrota de la huelga universitaria y la apatía del estudiantado en general tras haber perdido un año de estudio, ya en 1967, generaron que Integralismo se acerque al movimiento obrero, principalmente al SMATA, ATE, Madera, Vidrio y Gráficos. En este sentido, plantearon una línea política que será sostenida por la futura Columna Sabino Navarro que consistía en la no intervención en las luchas sindicales, salvo a través de los frentes, con el objetivo de excluir a la burocracia sindical, no a través de «pegarles» -según la terminología de la época- sino facilitar, apoyar y capacitar el desarrollo de la lucha de clases desde las bases. El trabajo en el frente fabril les otorgó, según el testimonio de Juan, el reconocimiento de los sindicatos y una participación destacada en la conformación de la CGT de los Argentinos y en el Cordobazo.

«En lo sindical (…) teníamos dos puntos de trabajo, uno directamente en fábricas y otro con la burocracia (…) nosotros sabíamos que las comisiones internas eran nuestro objetivo (…) cuando sale el Cordobazo nosotros éramos los coordinadores, desde le movimiento estudiantil, a los únicos que aceptaron era a nosotros, al FEN [Frente Estudiantil Nacional], a la AES [Agrupación de Estudios Sociales] y a nosotros, no a la izquierda»12

En este marco, si bien siguieron funcionando como Integralismo, algunos de sus miembros crearon la Unión Nacional de Estudiantes.13 Esta agrupación estableció contactos con otros grupos en Tucumán, Santa Fe, Rosario y el Litoral. Los vínculos se mantuvieron con el correr de los años y muchos de sus integrantes fueron cuadros montoneros, como posteriormente de la Columna Sabino Navarro.

En el frente barrial trabajaron principalmente en barrios populares y obreros de la ciudad de Córdoba: 1º de Mayo, Ferreira, Corral de Palos, Barranco Yaco y fundamentalmente lo que era la zona sur, la zona fabril, logrando, según los testimonios, un importante desarrollo político y una cantera de cuadros políticos y militares.

Durante este período Integralismo, como muchas otras organizaciones, comenzaron el debate en torno a la posibilidad de llevar adelante un proceso de lucha armada urbana:

«Y ahí ya nos plantamos la lucha armada ¿no? Como único camino, pero con una caracterización que va de bruces con la propuesta del foco. Decíamos que la lucha armada, si bien había que prepararse para el día del equilibrio de fuerzas, lo fundamental era la lucha de clases (…) Porque priorizábamos el trabajo en los frentes, ¿no? Habíamos formado frente barrial, fabril y universitario»14

De esta manera, si bien se priorizó el trabajo en los frentes, Integralismo conformó grupos de acción directa y armó su «aparato» militar, que contaba con equipos de documentación e inteligencia. Para ello estableció redes con los «viejos» de la Resistencia Peronista y con grupos del norte del país, con quienes realizaron preparación militar en campos de instrucción, prácticas de tiro y colocación de explosivos. Las acciones de propaganda armada consistían en recuperación de dinero en pequeñas empresas. El aparato clandestino de Integralismo no firmaba sus acciones para desorientar a las fuerzas de seguridad y pasar como delincuentes comunes. Estas acciones de escasa magnitud -explosivos de bajo poder con fines propagandísticos- sería recurrentemente señaladas en los diarios, desde fines de 1968.15

Por otra parte, desde el punto de vista ideológico, este período será el de la génesis de algunas características identitarias del grupo, al calor de las disputas con la izquierda marxista:

«El haber absorbido, en la practica universitaria, las visiones que me imprimió la lucha ideológica con la denominada «nueva izquierda socialista», los llamados LAP [Línea de Acción Popular] - GRS [Grupos Revolucionarios Socialistas] muy fuertes en la universidad y en la apoyatura de los trabajos que disputábamos en Sitrac -Sitram y SMATA […] Mi origen litoraleño por un lado y la lucha ideológica contra estos nuevos grupos de izquierda por otro, en mí fueron dos combinaciones (que a su vez se dieron en muchos compañeros) dando uno de los dos, a lo sumo tres, sentidos que predominaron en las experiencias de la mayoría»16

Las diferencias giraban fundamentalmente en torno al peronismo; desde el marxismo, según el relato de Turco, «Nos reprochaban «bonapartismo». Según ellos, el peronismo era como relataba Marx […] ‘una forma burguesa de aislar y condicionar a la clase obrera para domesticarla’». Pero los jóvenes nacionalistas también eran receptivos al marxismo; continúa Turco:

«No nos fue sencillo (…) salir indemnes de esa influencia (…) nos dio muchos rudimentos de la teoría marxista. Tanto que la terminamos adquiriendo en silencio […] sin reconocerla públicamente»17

Las influencias marxistas, versionadas por el peronismo de izquierda, provenían también de la pluralidad de líneas, publicaciones y grupos armados que aparecían desde esta corriente:

«Leíamos a todos los ‘nacionales’ (Hernández Arregui, Puiggros, Jauretche) y estábamos pendientes del CyR [Cristianismo y Revolución], pero también las Cuatro Tesis de Mao, el ¿Qué hacer? de Lenin, a Althusser y Marta Harnecker. Y la síntesis era paradojalmente, (o no) el ‘Informe a las Bases’ de Cooke. Yo sentí el cimbronazo intelectual de ‘Los de Garín’ el documento ‘inaugural’ de la FAR (en mi psicología juvenil, pesaban estos tipos que se describían a si mismos como los que iban en apoyo del Che cuando lo mataron), explicando que el marxismo era una herramienta y el peronismo la experiencia histórica mas alta de la Clase Obrera»18

Paralelamente al desarrollo político y de radicalización ideológica de Integralismo van perfilándose otros grupos que conformaron posteriormente Montoneros y, tras la ruptura, algunos de sus cuadros pasarán a formar parte de la Columna Sabino Navarro. A raíz de la huelga en la iglesia de Cristo Obrero, derivada de las estudiantiles de 1966, y tras el cierre de la misma, se conformó el Movimiento Universitario Cristo Obrero (MUCO). De la experiencia de la huelga se van perfilando dos tendencias, una que apostaba al trabajo en los distintos frentes, barriales, fabriles y universitarios y la otra de carácter más militarista. Esta última se vinculó a Cristianismo y Revolución (CyR) y posteriormente a los Comandos Populares de Liberación (CPL). El grupo, entre quienes estaban Emilio Maza y Fernando Abal Medina, viajará a Cuba y tras su retorno romperían políticamente con el grupo de García Elorrio (CyR). Tanto los cordobeses dirigidos por Maza como los porteños, liderados por Abal Medina, constituirán uno de los núcleos centrales de Montoneros.

Por otro lado, hacía 1969, la Agrupación Peronista Lealtad y Lucha trabajó en diferentes frentes: por un lado, una militancia religiosa y social en parroquias, villas y centros de salud, centralmente en la parroquia de barrio Los Plátanos y a través del frente barrial en Bella Vista, Comercial y Villa Libertador. En la universidad, a través de la Agrupación de Estudios Sociales (AES) de la Universidad Católica. Mantenían un pequeño aparato clandestino y participaban en la lucha sindical, principalmente en mineros, empleadas domésticas y trabajadores de la educación.19 Un tiempo antes de la toma de La Calera -julio de 1970- participaron junto a otros tres grupos, autónomos entre sí, pero que coordinaron acciones y que juntos conformaron lo que en Córdoba se conoció como Peronismo de Base,20 denominación adoptada ante la necesidad de firmar algunas acciones diferenciándose de la derecha del movimiento peronista. Posteriormente, el PB experimentó un importante grado de desarrollo político en Córdoba, pero ya ligado a «la P», Fuerzas Armadas Peronistas-FAP y no a los Sabinos.

El 26 de diciembre de 1969, un comando del CPL intentó asaltar la sucursal del Banco de Córdoba que funcionaba en La Calera. Una falla en el operativo produjo la herida de Fernando Abal Medina y la necesidad de resguardarlo por un tiempo en Córdoba. Para ello acudieron, a través de un colaborador, al grupo de Lealtad y Lucha. Ahí comenzaron una serie de discusiones entre los grupos respecto del peronismo y la lucha armada, ya que los CPL y Lealtad y Lucha tenían diferentes posiciones. Pronto fue tomada la decisión de comenzar la integración de ambos, que en la práctica se complementaban: a la amplia experiencia militar del primero se le sumaba el trabajo político del segundo.

Algunas acciones fueron asaltos a comisarías -entre ellas la de Villa Carlos Paz-, la sustracción de armamento del Tiro Federal de Córdoba, un ataque al puesto de vigilancia del Hospital Militar, bombas en los lugares que simbólicamente representaban al imperialismo y «gorilismo» y desarme a policías.

Las primeras divergencias: ‘Columna Norte’ y ‘Columna Sur’

El proceso de unidad es acelerado y el grupo de Córdoba, que para el secuestro de Aramburu -en mayo de 1970- no pertenecía formalmente y ejercía una función de apoyatura, para julio de 1970, cuando se realiza el copamiento de La Calera, aporta la mayoría de los militantes. En el relato de nuestros entrevistados, el proceso de unidad es el momento de la aparición de las primeras diferencias políticas -que se señalarán como centrales cuando llegue el momento de la ruptura con el sector oficial- entre una concepción más foquista de los militantes porteños y la línea de masas que sostenían los cordobeses:

«Nosotros antes de unirnos al grupo Monto de Buenos Aires, teníamos un desarrollo muy interesante en barrios (…) y cuando se produce la unidad con el grupo porteño, que venía de la estructura formativa cubana, lo primero que se plantea es que para organizar el grupo armado había que dejar toda actividad política (…) la gran discusión con Sabino Navarro (…) nos hace la misma propuesta (…) clandestinidad absoluta de los cuadros (…) cuando a nosotros la garantía de la militancia era el trabajo en los frentes» 21

La discusión en cuanto a metodologías políticas, a pesar de las coincidencias y de la decisión de los grupos cordobeses de ligarse a una organización -que por sus acciones más resonantes y al acierto de su denominación, enraizaba fácilmente en la identidad peronista popular- no se zanjó totalmente, sino al precio de aceptar una suerte de división, con alguna autonomía operativa, entre una Columna Norte y una Columna Sur, que operaba en Córdoba bajo el mismo nombre de Montoneros.

«Llegamos a un acuerdo primario, ellos intentarían ir construyendo lo que se llamará la «Columna Norte», del río Suquía hacia el norte y nosotros continuaríamos en lo que se llamará «Columna Sur». Tres son los puntos que nos distanciaban: 1) La subordinación del aparato militar al desarrollo del trabajo de los frentes de masas. 2) El desconocimiento de «Perón como conducción estratégica». 3) La construcción de la alternativa independiente de la clase obrera»22

Como señala el testimonio de Juan, uno de los temas centrales de las discusiones entre los grupos originarios de la organización armada peronista, que también aparecerá como medular luego de la ruptura, se encontraba justamente en la posición frente a este movimiento político y el rol del propio Perón al frente del mismo. Según nuestros entrevistados, para los cordobeses, no podía colocarse la línea de la organización bajo la conducción sin cuestionamientos del Viejo General, sino que se lo debía considera «un fenómeno político a tener en cuenta, desde donde partir, desde donde trabajar». Estas divergencias se expresaban en el denominado Documento Verde:

«Definir, pues, el papel de Perón reconociendo sus posibilidades y limitaciones es importante para diferenciar claramente y correctamente nuestra tarea de su rol. (…) Y la engordamos [a la burocracia] en la medida que no gestamos una alternativa independiente de la clase trabajadora que permita el desarrollo de la estrategia revolucionaria y el retorno definitivo del Pueblo y el Líder al poder»23

Sin embargo, la discusión política era ocluida desde una concepción pragmática: «la respuesta era ‘para qué discutir, si hay tanto para hacer’». Estas diferencias son explicadas en una de las entrevistas de una particular manera, reveladora del peso de la experiencia local de altos niveles de movilización y consecuente construcción política inserta en los movimientos de masas. En efecto, en diferentes momentos de la conversación, aludiendo al grupo porteño, el ex militante de Montoneros y los Sabinos, sostiene «a mí entender, la trayectoria de muchos era que no tenían experiencia, así, en los frentes de trabajo».24

En este choque de concepciones, los militantes cordobeses señalan lo que denominan errores iniciales: inexistencia de ámbitos de discusión por el convencimiento de que toda disidencia debilitaba la organización; entender al peronismo directamente como un movimiento unitariamente revolucionario, no como una expresión popular policlasista, incluso contradictoria; consideración de la política como una expresión técnica a la que se podía recurrir cuando resultara necesario y de lo militar como superior, renuencia a articular sus acciones con la izquierda no peronista.

La confluencia del grupo que planteó la discusión interna en la organización desde las cárceles -entre los que se encontraba uno de nuestros entrevistados- con los militantes de la Columna Sur que había continuado operando en Montoneros con ciertas disidencias e, incluso, grados de autonomía daría lugar a la conformación de la Columna Sabino Navarro, a fines de 1972. En el testimonio de Juan, la ruptura se produjo al momento del primer regreso de Perón a la Argentina, cuando la consigna montonera oficial fue de convergencia hacia Buenos Aires. Según su concepción basista, la Columna Sur, al igual que otras regionales, sostuvieron «si Buenos Aires no podía dar una presencia, digamos, significante, no se iba a modificar con la presencia del Interior».25

Y la crisis se precipitó también respecto a la consideración del rol de Perón. En palabras de Juan: «Nos negábamos a firmar ‘Perón Vence’, ya jodiendo con la carta de Ignacio (…) esa que decía ‘Perón o heridas leves’».26

Todo ello, en contacto con los documentos críticos que el grupo de detenidos realizaban desde las cárceles, que eran la referencia intelectual, para los cuadros de la Columna Sur. La confluencia se produjo luego de la salida de los presos políticos en mayo de 1973, ya con la denominación Montoneros-Columna José Sabino Navarro.

Las particularidades de la identidad política cordobesa también parecen haber tenido su peso en la ruptura entre la Conducción Nacional - «Columna Norte» - y los futuros «sabinos» -» Columna Sur»- resaltando la mayor inserción «obrera» y en la tradición del peronismo de estos últimos:

«A mediados de 1972 la ‘Palometa’ Pirles era junto a Firmenich conducción de la columna Norte. La Petisa y otro cumpa nuestro, por el Sur. Las reuniones que preparaban la división, eran a las puteadas. La composición por origen de los negociadores era así: dos santafesinos (la Palometa y la Petisa, viejos conocidos pero enfrentados), Firmenich por el Norte (pero como «papi», interventor y prepotente) y un cordobés típico, que venía desde 1964 militando en ese proceso que expresaba al Sur. Ese solo cordobés, concentraba toda la historia y práctica de la contradicción que tan bien resume Juan cuando dice que no fuimos una escisión, ya éramos en origen algo distinto. Ese solo cordobés, poco explícito y rudimentario ideológicamente, un año antes había sido uno de los coordinadores de la reunión nacional que se plasmó en la convocatoria de Córdoba, donde estuvo todo el PB nacional. Desde la CGTA venía militando en el frente gremial Y en esas polémicas reuniones de división, expresaba esas diferencias de historia y vivencias»27

Desde el punto de vista numérico, los entrevistados señalan que la organización alcanzó a contener a ciento veinte compañeros, solamente en el aparato militar,28 así como logró una importante presencia en el movimiento obrero, a nivel de delegados de base y comisiones internas, en particular en el complejo automotriz y metalmecánico (Renault, Fiat, Perkins, Thompson Ranco, Transax) y en Sanidad. Militarmente, las acciones iban dirigidas a intimidar a la patronal, como forma de acompañar los conflictos.

Si bien resulta necesario continuar con las indagaciones para obtener conclusiones más definitivas, cabe hacer notar que existió una notable continuidad entre la experiencia de los jóvenes militantes estudiantiles radicalizados al calor de la lucha obrera y estudiantil contra la dictadura en el marco de Integralismo, el sector disidente de la Columna Sur de Montoneros y los escindidos sabinos.

La ruptura definitiva y el surgimiento de la Columna Sabino Navarro

Las diferencias políticas entre las dos organizaciones se expresaron públicamente al momento de la segunda elección de 1973. Los sabinos rechazaron la formula Perón-Perón, que expresaba el avance de los sectores de derecha, y sostenían la fórmula Perón-Cámpora como forma de reivindicar una línea derrotada por la burocracia. Algo previamente, la forma de operar de la Columna Sabino Navarro, en apoyo a la candidatura de Cámpora, continúa la tendencia a priorizar el desarrollo político por sobre el militar:

«Se retrae toda la cuestión operativa a buscar financiamiento, nada más, o sea, todo el aparato militar: entrenamiento con armas cortas para todo el mundo, explosivos y recuperación de dinero (…) y se intensifica más la preparación de algunos frentes, ya como Columna, Tucumán, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes y algo en Buenos Aires»29

El desarrollo militar, de carácter defensivo, debía dar el marco de acompañamiento a una posible insurrección de masas, a un auge de la lucha de clases, pero no pensarse, como la Conducción Montonera, como el brazo armado del movimiento peronista. Esta línea, expresada en el Documento Verde, continuará a lo largo de toda la existencia de la Columna:

«Los hechos focos que se propusieran como punto de partida de su tarea como pretendida vanguardia, ante la amplia recepción popular que motivó un triunfalismo sin análisis, pasaron a convertirse en concepción totalizadora de guerra, dando rienda suelta a nuestro «foquismo» (…) recreando una estructura en que lo político quedaba supeditado, continuando la tarea de propaganda armada sin percatarse que estos hechos estaban superados como necesidad prioritaria del proceso revolucionario y que la tarea era-precisamente- generar la herramienta de clase de los trabajadores peronistas (…)»30

En otro de nuestros testimonios se resaltan tanto las diferencias en las trayectorias previas, como las nuevas posibilidades que abrió el período de legalidad y la expansión que experimentaran las corrientes revolucionarias. Nos dice Turco:

«Cuando se produce la división empiezan los conflictos en la superficie. Aunque nuestros desarrollos, que desde mucho antes estaban libres de la ‘influencia interventora’ y sujetos a una dinámica propia de las luchas obreras, se potencian por la libertad de acción que nos da la nueva situación, nosotros teníamos un importante dominio territorial, y para entonces ya toda la maquinaria de las organizaciones revolucionarias crecían en progresión geométrica»31

Cuando se explica el motivo de la reivindicación del nombre del militante abatido para la columna escindida, se señala la extracción obrera del Negro y cómo, de esa forma, eso molestaba particularmente a la conducción montonera. De hecho, las relaciones entre los dos espacios distaron de ser fraternos; sin llegar a enfrentamientos de magnitud, en los actos camporistas sabinos y montos se relacionaban con recelo.32 Pese a ello, militantes ligados a la Columna ocuparon espacios en el Gobierno de Córdoba, en particular en la cartera de Economía, durante la primavera camporista y hasta el Navarrazo, en febrero de 1974. No se plantearon, sin embargo, la lucha electoral en los cargos electivos -señalan los entrevistados- porque «estaban ellos» - en referencia a los Montoneros. La relación era particularmente intensa con el vicegobernador Atilio López, quien tenía sus diferencias tanto con Obregón Cano como con Montoneros, lugar desde el cual las posibilidades de diálogo eran particularmente fértiles. En palabras de Turco:

«Así vivimos el período democrático donde tenemos influencia en el aparato estatal a través del viejo Fierro en Economía y de la ‘neutralidad’ de Atilio López o de tipos como el Negro Varas (asesinado con Atilio) que eran militantes viejos, cuidadosos de los intereses convencionales del peronismo (virtud que los sustraía de la «capacidad de compra» arrolladora del aparato JP) y que, con nosotros, mantenían alianzas»33

Para nuestro entrevistado, desde el punto de vista de la acumulación política lograda por cada uno de los dos sectores, se habría desarrollado en un cierto nivel de paridad: «Nuestra convocatoria a Ezeiza muestra esa realidad, nosotros, con la gente del barrio estábamos al lado del palco con las banderas que dicen ‘26 de julio Córdoba’ pero separados de la JP. Movilizábamos lo mismo, o más» - como por la inserción en el movimiento obrero:

«En los trabajos fabriles en Córdoba, el PB es la mitad de la expresión política obrera y organizada, contra toda la otra mitad configurada por la suma de toda la izquierda maoísta y leninista. Y a su vez dentro del PB los Sabinos somos la mitad de la conducción»34

Las diferencias políticas entre Montoneros y Sabinos motivarán debates cruzados y acusaciones encontradas. En un documento para la militancia, estos hacían referencia a posiciones difundidas por aquellos:

«Acusándonos de «oportunismo» en el uso del nombre MONTONEROS, de «ultraizquierdistas», «apresurados» y de «atentar contra la unidad del Movimiento» por ser enemigos del Frente Justicialista de Liberación como aparece -por ejemplo- expresamente en un documento asumido por FAR y MONTONEROS»35

En el mismo documento aparecían las respuestas a los distintos argumentos. Respecto al uso de la denominación Montoneros, se reivindicaba la participación de muchos de sus militantes en los esfuerzos por construir la organización:

«Queremos expresar que nuestra identificación como Montoneros José Sabino Navarro no responde a una determinación arbitraria y sin historia (…) No usamos un nombre sin derecho, porque en Montoneros José Sabino Navarro militan compañeros que desde los momentos primeros colaboraron con sus esfuerzos y su riesgo a construir una organización que dio en llamarse Montoneros y (…) recogió este nombre y esa historia que había colaborado a hacer realidad»

Párrafos más adelante se desarrollaba la causa fundamental por la cual se había producido la ruptura: «un proyecto diferenciado que pone el acento en el aporte a la construcción del poder de los obreros y el pueblo peronista como alternativa real al proyecto de burócratas y burgueses». Respecto a la acusación de «atentar contra la unidad del movimiento», el documento respondía con su caracterización de los dos sectores que conformaban el Movimiento:

«Montoneros José Sabino Navarro no «apoya» a un sector contra otro, sino que forma parte de un sector (…) que dentro del peronismo se identifica con los objetivos históricos de la clase obrera y el pueblo (…) no asume (en el sentido de posición consciente) al Peronismo desde la superestructura, desde una supuesta «unidad» idealizada, donde burócratas y traidores del brazo con trabajadores y militantes recorren el mismo camino (…) Lo asume desde las bases, desde la historia de la clase obrera y el pueblo (…) Entendemos (…) la unidad de la clase obrera y el pueblo peronista en torno de nuestro Líder y en torno de un proyecto revolucionario que incluso trasciende a nuestro Líder, el proyecto de la Argentina Socialista (…) si atentar contra la unidad (…) es denunciar los planes pro-imperialistas de la burocracia peronista, es luchar sin cuartel contra los López Rega, los Osinde, los Miguel, los Calabró, es esclarecer sobre la traición que es el Pacto Social de Gelbard y Cía, entonces sí, debemos confesar que atentamos contra la ‘unidad’».

Resulta particularmente interesante, a la vez que coincidente con los relatos de nuestros entrevistados sobre las diferencias iniciales entre Norte y Sur aún antes de la ruptura, la lectura de un segundo documento. En él se ahonda en los motivos históricos e ideológicos que distancian a las dos experiencias del Peronismo Revolucionario, antes unidas. Por una parte, se encontraría la posición en que se ubicaba a la conducción montonera:

«Hay una interpretación (…) del Peronismo que entiende a éste como la síntesis política de un conjunto de fuerzas sociales antimonopólicas y antiimperialistas armonizadas tras un proyecto de Liberación Nacional (…) como paso necesario para llegar a plantearse la liberación social y por ende, el Socialismo. Interpretación o asunción que tiene en cuenta el origen del Peronismo y en esos caracteres, encuentra su fundamentación dándola [sic] validez actual y por tanto, permanencia a la forma que se manifestaban las contradicciones de la lucha de clases en 1945. Asunción del Peronismo, que (…) llamaremos «desde arriba» (…) no tiene en cuenta el desarrollo histórico y los cambios reales de las fuerzas sociales que compusieron el Movimiento».36

Por el contrario, la interpretación del Peronismo en la cual se ubicaban los sabinos, era opuesta. Párrafos más abajo sostenían:

«Una interpretación del Peronismo con la que nos identificamos y que lo entiende como parte fundamental de la historia de la Clase Obrera y el pueblo en busca de su propia política. La historia de la Clase Obrera hacia su autoconciencia se funde con la del movimiento nacional y popular, porque es allí donde los explotados reconocen su único término de unidad y lealtad política. Por esto, el Peronismo representa una experiencia interna e ineludible de la clase obrera argentina. Interpretación o asunción del Peronismo que llamaremos «desde abajo», por ser la asunción desde la clase obrera y el pueblo».

Pasando al plano de las diferencias ideológicas, la calificación crítica a la experiencia montonera era calificada foquista. En la continuidad de estas cartillas, cuando se analizaban las características de la dictadura de Onganía, se hacía mención al foquismo inicial por el cual habían pasado las organizaciones. Sin bien se aclaraba que «no renegamos de la experiencia, pues, reflejaba el nivel de conciencia política de los cuadros», así como tampoco «negamos la importancia de la etapa foquista en el proceso argentino (…) que junto a la movilización de las masas echaron por tierra el proyecto Onganía- Krieger», el documento realizaba una dura crítica. En primer lugar, por el carácter de clase: «El foquismo es, en general, una respuesta espontaneísta de la pequeña-burguesía radicalizada». Desde una posición que reivindicaba la acción de base, se señalaban el «aparatismo» implicado en la propuesta foquista:

«Es una propuesta desde arriba de las bases, que pretende englobar en sí todas las movilizaciones populares (sin tener real incidencia en ellas) (…) El foco, además (…) implica también asumir desde arriba (interpretando los ‘deseos’) a la Clase Obrera. Se erige en ‘representante’ de lo que se reconoce como elemento dinámico del proceso, aunque la categoría Clase Obrera aparezca inmersa en la categoría más englobante y genérica de ‘Pueblo’»37

La adopción de esta posición significaba, no solo problemas de práctica política, sino también la adopción de una ideología de negativas consecuencias:

«El foquismo, a su vez, trascendiendo su carácter metodológico y adquiriendo categoría ideológica, se esparce y determina todas las actitudes (aún las personales). Esto pasó por la adquisición de una mística heroica, una supra valoración del combatiente, una militarización de todos los aspectos de la vida (…) es, sin duda, expresión de un voluntarismo armado, que pasa por un desprecio de lo teórico (como tendencial), una desjerarquización de lo político (absorción de cuadros políticos para la estructura militar) y el convencimiento de que la práctica armada es el único criterio de verdad»

Asimismo, se consideraba que las posibilidades del foquismo se habían terminado con el cambio de etapa que implicaba la salida de la dictadura: «La etapa foquista -en su faz militar- tiene vigencia hasta el lanzamiento y maduración del G.A.N., en la etapa Lanussista, donde comienza a darse otro proceso». Al no haber asumido correctamente las posibilidades de la nueva etapa, así como al haberse realizado una lectura inadecuada del peronismo, en las conclusiones se señalaba el error de continuar con esa práctica:

«Tiene vigencia (e incidencia) por la realidad coyuntural del Onganiato donde la congelación de lo político y la violencia institucional le crea un clima propicio (...) Pero como aporte a la organización de la clase obrera y el pueblo peronista es donde muestra sus falencias, al suponer la posibilidad de un proceso de Liberación Nacional prácticamente separado de la Liberación Social, al asumir al Movimiento Peronista desde arriba, desde una realidad unitaria que no tiene relación con la existencia de los proyectos antagónicos en su seno. A lo cual colabora, también, la coyuntura al oscurecer el papel de la burocracia»

Sin duda, tal como lo había señalado el «Documento Verde», las diferencias que separaban a los sabinos de la conducción oficial montonera, aparecían en ese momento como insalvables.

Posteriormente, el derrotero interno del peronismo a nivel nacional, con los hechos de Ezeiza, la renuncia forzada de Cámpora y el avance general de la derecha del Movimiento, en la lectura de los sabinos, confirmaba su presunción respecto al rol de Perón a favor de estos sectores. El momento máximo de la ruptura pública con el Viejo Líder, se vería frustrado por su muerte:

«El primer número de Puro Pueblo, que nunca salió, pero estaba hecho (…) tenía que salir (…) el día que muere Perón (…) en las páginas central hay una foto de Perón en mangas de camisa, hablando a la gente, y en la otra sale un Perón vestido de traje y abajo dos inscripciones en las cuales Perón se contraponía, es decir, prácticamente una ruptura con Perón…¡pero se muere, no podíamos salir con eso el día de su muerte, nos tragamos 25.000 revistas!38

Por último, los momentos de disolución de la Columna están signados, para nuestros entrevistados, por un recrudecimiento de la represión y un cambio cualitativo en la línea política de Montoneros, cuando se conforma el Partido Auténtico. Para muchos de los sabinos esto implicó un abandono del foquismo y una apertura política que ameritaba el regreso a la organización. Otro sector rechazó esta lectura, manteniendo la posición de no encontrar ningún cambio. Estos grupos quedaron desenganchados políticamente y comenzaron a exiliarse, tal el caso de uno de nuestros entrevistados. El aparato militar de Córdoba, prácticamente completo se reintegra a Montoneros. En otras regionales, por su parte, algunos grupos se incorporan al PRT, es el caso de otro de nuestros entrevistados. Se realizó, sin embargo, un congreso de disolución, con la participación de alrededor de un centenar de militantes, en donde esas dos posiciones debatieron, a principios de 1975, qué elementos signaron formalmente la disolución de la Columna Sabino Navarro.

En relación a la represión, los entrevistados destacan la estrategia militar de golpear en los frentes, de avanzar desde la periferia al centro, golpeando a los cuadros periféricos. De esta forma, se afectaban las bases de las organizaciones, dificultando su capacidad de respuesta política y militar. Asimismo, señalan que las organizaciones tenían por entonces un importante nivel de infiltración por parte de la Inteligencia Militar, los filtros -infiltrados - de los servicios -de inteligencia- que incluso llegaban hasta niveles de conducciones regionales.

A modo de cierre

Hemos esbozado hasta aquí algunos aspectos del recorrido en Córdoba de la denominada Columna Sabino Navarro, sus debates político-ideológicos y sus concepciones sobre la lucha armada, adentrándonos en los lineamientos de lo que se conoció como la «alternativa independiente» y destacamos, a través de diversos testimonios, algunos rasgos identitarios «propios» de los sabinos cordobeses.

En las primeras experiencias militantes de nuestros entrevistados, aparece como central el conflicto estudiantil universitario desarrollado desde los inicios de la dictadura de la Revolución Argentina hasta finales de 1966. En efecto, la radicalización de un numeroso sector de militantes de Integralismo, se desarrolló al calor del activismo estudiantil contra la dictadura, en particular en torno a la huelga de hambre de la parroquia Cristo Obrero, así como en las luchas callejeras contra las fuerzas policiales en el Barrio Clínicas. Recién cuando se produzca el reflujo de este movimiento, hacia inicios de 1967, los militantes se volcaran hacia el movimiento obrero y el activismo barrial.

Justamente en esas primeras experiencias de militancia antidictatorial, nuestros entrevistados refieren a un aprendizaje que podríamos denominar técnico del manejo de la violencia. Esto es, una formación que permite especializarse en el combate callejero contra las fuerzas policiales, en el acto relámpago, la bomba molotov, que resultará clave para la posterior etapa de incremento de la formación militar.

Por su parte, este inicial itinerario militante -una vez trasvasado a las fábricas y los barrios de Córdoba- permitiría trayectorias en común, que se articularían en la conformación de la regional cordobesa de Montoneros. Los militantes de la Unión Nacional de Estudiantes que cobijara a los sectores más radicalizados de Integralismo, junto a los de la AES de la Universidad Católica, el MUCO -conformado tras el levantamiento de la huelga de hambre de la parroquia Cristo Obrero- y otros sectores provenientes del cristianismo tercermundista podrían reconocerse como pares para confluir en la agrupación Lealtad y Lucha, para sentirse compañeros de un Peronismo de Base; en fin, para articular sus experiencias paralelas en una organización común.

Por último, en consonancia con uno de los objetivos del trabajo, nos interesa destacar lo que para nuestros entrevistados era la clave de sus posteriores divergencias con Montoneros: nos referimos al choque entre concepciones que, a tono con el lenguaje militante, podemos denominar como foquista, por una parte, y sostener una línea de masas, por otra. Aunque planteadas como irreconcialiables en un primer momento, la creciente represión y el cambio que algunos sabinos vieron en la política de Montoneros al constituir el Partido Auténtico provocó una diáspora entre quienes creían que ameritaba regresar a la organización y quienes se mantuvieron alejados de la misma, exiliándose o integrándose a otras organizaciones como el PRT.

La furia represiva, por entonces, daría finalmente por tierra con los intentos revolucionarios que los sabinos, como otros grupos y tendencias, habían intentado construir, en su caso, sobre el ancho y contradictorio territorio político del peronismo.

Notas

1 Trabajo recibido el 29/09/2015. Aceptado el 11/11/2015.
2 Profesor de Historia por la Universidad Nacional de Córdoba. Maestrando en Partidos Políticos por el Centro de Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba. Profesor de la Universidad Nacional de Córdoba. Contacto: leandroinchauspe@yahoo.com.ar
3 Licenciada en Historia por la Universidad Nacional de Córdoba. Doctoranda en Historia por
la Universidad Nacional de Córdoba.Contacto: analauranoguera@gmail.com
4 Participaron de este intercambio Juan, Luis, Turco, Cacho y Negra.
5 Fontanals (2009): 20-33.
6 Fontanals, (2009): 33-41
7 La Voz del Interior, en adelante, LVI, Córdoba, 01/09/66:11.
8 Testimonio de Juan, Córdoba, 11/08/2011.
9 En otro trabajo, hemos encontrado un proceso similar en el caso de militantes estudiantiles de la Facultad de Medicina de la UNC, particularmente concentrados en el barrio Clínicas, que formarían uno de los grupos iniciales del Partido Revolucionario de los Trabajadores - Ejército Revolucionario del Pueblo, en un itinerario que en su momento sintetizamos como «Del Clínicas a Cuba». Si bien en este caso, probablemente por tratarse de grupos ideológicamente alejados del marxismo, no ha aparecido como central la formación política - militar en «la isla», son notables las similitudes de ambos procesos. Inchauspe, (2009).
10 Testimonio de Turco, 02/04/12, por correo electrónico.
11 El obrero-estudiante Pampillón, la primera víctima mortal de la dictadura militar en Córdoba, fue baleado por la policía el 7 de septiembre de 1966, y murió finalmente tras seis días de agonía. La respuesta estudiantil se concentró en la ‘toma’ del ‘Barrio Clínicas’, reducto universitario característico de la ciudad. En los años siguientes, cada mes de septiembre sería momento de gran agitación estudiantil y enfrentamientos callejeros con las fuerzas represivas. Véase Inchauspe, (2010a).
12 Testimonio de Juan, Córdoba, 11/08/2011.
13 Como hacía notar César Tcach, tal denominación remitía a una organización juvenil previa, fuertemente identificada con la derecha nacionalista, que funcionaba como fuerza de choque contra los activistas y organizaciones de izquierda. Tal situación es reconocida por nuestro entrevistado: «(…) Y nos joden con el nombre, después nos damos cuenta, formamos la Unión Nacional de Estudiantes, que era el nombre originario del grupo de juventud de Alianza Libertadora Nacionalista…nosotros no sabíamos, fue la propuesta de los viejos Integra(…)». Testimonio de Juan, Córdoba, 11/08/2011.
14 Testimonio de Juan, Córdoba, 11/08/2011.
15 En octubre, la prensa daba cuenta de atentados explosivos en objetivos identificados con los EE.UU., así como otros, de mayor poder, colocados en el marco del Día de la Lealtad Justicialista, Inchauspe, (2010a): 378.
16 Testimonio de Turco, 02/04/12, por correo electrónico.
17 Testimonio de Turco, 02/04/12, por correo electrónico.
18 Testimonio de Turco, 02/04/12, por correo electrónico.
19 Lanusse, (2007).
20 Los cuatro grupos eran, según el testimonio de Luis, «Lealtad y Lucha», el grupo del Gordo Salcedo, el grupo del Rudi Vittar -el FEN- y el grupo del Conde Ramos, entonces interventor del Partido Justicialista de Córdoba. Testimonio de Luis, Córdoba, 11/08/2011.
21 Testimonio de Juan y Luis, Córdoba, 11/08/2011.
22 Testimonio de Juan, 25/04/12, por correo electrónico.
23 «Documento Verde». Publicado en Lucha Armada en la Argentina Nº 6, (2006): 31. Elaborado en la cárcel de Córdoba y concluido en Resistencia, por un grupo de militantes que hasta ese momento pertenecían a Montoneros. La crítica y autocrítica hacia las concepciones de la lucha armada, el rol de Perón, entre otras cuestiones, generó la separación de ese grupo y otros militantes y la conformación de la Columna Sabino Navarro en julio de 1972.
24 Testimonio de Juan, Córdoba, 11/08/2011.
25 Testimonio de Juan, Córdoba, 18/08/2011.
26 Respecto a la posición política de Perón, en las entrevistas se nos relataba una jugosa anécdota: «M. fue a entregarle a Perón la Browning con que ejecutaron a Aramburu […] y le entrega a Perón el arma, como un presente […] cuando se da cuenta Perón que era importante, lo llama a López Rega, lo sienta así al lado, le dice ‘vení, contale’ […] y entre los dos le preguntan por qué no se lo había torturado […] y este abría los ojos cada vez más […] porque cómo el General iba a estar diciendo semejante cosa, y empieza a explicarle lo que era Montoneros como organización revolucionaria, los principios, se anima y empieza a levantar la idea del socialismo […] es cacheteado por Perón […] vuelve, fines del ´72, y da el informe a la dirección y dice: «Perón no es socialista, viene a apoyar a la derecha […] va a inclinar la balanza para el lado de la derecha». Testimonio de Juan, Córdoba, 18/08/2011.
27 Testimonio de Turco, 02/04/12, por correo electrónico. Cabe destacar el importante intercambio que existía entre los grupos militantes del Litoral (Santa fe, Rosario) y Córdoba, ya sea a raíz de decisiones personales o forzados por la situación de clandestinidad en la que muchos vivían. Aunque la mayoría comenzará su militancia en Montoneros, destacarán en sus testimonios la «distinción» identitaria que su adscripción regional les otorga al «justificar» sus futuras rupturas políticas con la Conducción Nacional de Montoneros, asociados a Buenos Aires.
28 Lo numérico en organizaciones clandestinas es conflictivo. La lógica compartimentada hace difícil a los sobrevivientes estimaciones certeras. Para dar una idea de la magnitud de la organización, podemos señalar que el PRT en Córdoba contó con unos 25 militantes hacia 1969, 250 hacia 1973 - solo 40 en el ejército - y 450 en su mayor momento, 1975, con 70 u 80 en el ERP, Inchauspe (2010b). Puede colegirse entonces, que la guerrilla peronista era una estructura de mayor magnitud, al menos desde el punto de vista de su aparato militar. En igual sentido, cabe señalar que en las entrevistas iniciales, tanto Juan como Luis se refieren en muchas ocasiones indistintamente a la etapa montonera y a la de los sabinos. Además, es probable que en el momento de la ruptura, la mayor parte de la estructura militar que venía ligada a la experiencia previa de Integralismo, se haya sumado al grupo escindido.
29 Testimonio de Juan, Córdoba, 18/08/2011.
30 «Documento Verde». Publicado en Lucha Armada en la Argentina Nº 6, (2006): 38-39. Para un análisis de la experiencia de la Sabino Navarro en Rosario y sus diferencias con el grupo Córdoba ver Seminara, (2011).
31 Testimonio de Turco, 02/04/12, por correo electrónico.
32 Un ejemplo de esta tensión puede notarse en Militancia Peronista para la Liberación, Nº 16, Buenos Aires, Septiembre de 1973. En la misma se hace referencia a un acto organizado por el peronismo revolucionario de Córdoba.
33 Testimonio de Turco, 02/04/12, por correo electrónico.
34 Testimonio de Juan, 25/04/12, por correo electrónico.
35 «Montoneros Columna José Sabino Navarro, Cartilla para Militantes Nº 1» en Militancia Peronista para la Liberación, Nº 20, Buenos Aires, Octubre de 1973. Hasta indicación en contrario, las siguientes citas pertenecen a este documento.
36 «Montoneros Columna José Sabino Navarro, Cartilla para Militantes N° 2» en Militancia Peronista para la Liberación Nº 23, Buenos Aires, noviembre de 1973. Hasta indicación en contrario, las siguientes citas pertenecen a este documento.
37 «Montoneros Columna José Sabino Navarro, Cartilla para Militantes N° 4» en Militancia Peronista para la Liberación Nº 30, Buenos Aires, enero de 1974. Hasta indicación en contrario, las siguientes citas pertenecen a este documento.
38 Testimonio de Luis, Córdoba, 18/08/2011.

Bibliografía

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