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Estudios - Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba

versão On-line ISSN 1852-1568

Estud. - Cent. Estud. Av., Univ. Nac. Córdoba  no.34 Córdoba dez. 2015

 

ARTICULOS ORIGINALES

Protagonistas olvidados: las luchas obreras en Tucumán en los años ’60 y principios de los ‘701

Silvia Nassif2

Resumen
El caso tucumano generalmente es conocido como uno de los centros del accionar de las organizaciones armadas, especialmente a partir de 1974. En este artículo, en cambio, indagamos en el protagonismo de la clase obrera tucumana y las causas de su lucha desde el cierre de los ingenios en 1966 y sus consecuencias sociales. A partir de esta política se explica por qué el conflicto social en la provincia se desató incluso antes del Cordobazo de 1969. Asimismo estudiamos la continuidad de las luchas obreras hasta el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Estos hechos contradicen los balances que niegan o secundarizan el proceso de auge de lucha de los años ’60 y ’70 y el importante protagonismo en estas protestas del movimiento obrero y demás sectores populares.
Palabras clave: Movimiento obrero – Agroindustria azucarera – FOTIA – década del ’70 – Represión en Tucumán

Abstract
The Tucuman case is generally known as one of the centers of armed organizations’ activity, especially from 1974. However, this article intends to investigate the role of the working class in Tucuman and the causes of their struggle highlighting the closure of sugar mills in 1966 and its social consequences. This policy is the main reason for the eruption of social conflict in the province even before the Cordobazo in 1969 and the workers struggles continued until the beginning of March 24, 1976 dictatorship. These facts contradict the statements that deny or minimize the process upsurge in social struggle during the ‘60s and ‘70s and the important role the labor movement and other popular sectors played in these protests.
Key words: Labor movement – Sugar agroindustry – FOTIA – 70s – Repression in Tucumán

Introducción

Los años ’70 continúan siendo en la Argentina un nudo en el debate historiográfico, teórico y político. En estos momentos, nos encontramos ante múltiples conmemoraciones que tienen a la provincia de Tucumán como uno de los escenarios más destacados. Además de las próximas celebraciones por los 200 años de la declaración de la Independencia, adentrándonos en la historia más reciente en el 2015 se cumplieron 40 años del establecimiento del «Operativo Independencia» y en el 2016 se conmemorarán los 50 años del proceso iniciado por la dictadura de Juan Carlos Onganía de cierre de ingenios azucareros tucumanos.

Estas conmemoraciones remiten a procesos sociales que marcaron fuertemente la historia de la Argentina, en particular la historia de Tucumán, y que continúan generando múltiples polémicas tanto en el campo académico como en el conjunto de la sociedad. Ello queda de manifiesto, por ejemplo, en la significativa cantidad de juicios por delitos de lesa humanidad que se están llevando a cabo en la provincia desde 2008 y en las numerosas controversias sociales que aún suscita este proceso (hasta febrero de 2015 se realizaron en Tucumán 10 juicios en los que fueron condenados 65 represores por delitos cometidos contra 289 personas).3

En este contexto, el análisis de las luchas de la clase obrera tucumana cobra indudable relevancia no sólo para registrar lo específico frente a una narrativa histórica nacional centrada principalmente en el área pampeana, sino también frente a visiones que subordinan o reducen los conflictos de los años ‘70 al accionar de las organizaciones armadas y a la represión ejercida desde el Estado, desconociendo o negando la centralidad del movimiento obrero y sindical.4

La insuficiencia de estudios sobre las luchas de los obreros azucareros tucumanos en los ’70 –en especial a los años correspondientes al tercer gobierno peronista- contrasta con el rol protagónico de la clase obrera en ese período, señalado por ejemplo a mediados de los ’80 en el informe elaborado por la Comisión Bicameral provincial investigadora de las violaciones de los derechos humanos durante la última dictadura:

«El movimiento obrero organizado resultó el blanco principal de esta ofensiva represiva, ya que constituyó históricamente un indoblegable bastión para la aplicación de políticas sociales y económicas regresivas, como lo demuestra el hecho de que un altísimo porcentaje -casi el 40%- de los desaparecidos, encarcelados, torturados y asesinados, fueron de extracción obrera.»5

Sin restar importancia al papel de las organizaciones armadas y a su inserción en el movimiento obrero (por cierto también poco estudiado), en este trabajo sostenemos que la lucha política y social que se desarrolló en Tucumán, inclusive antes del Cordobazo de 1969, de ninguna manera puede reducirse o subordinarse al accionar de las mismas.6 Por el contrario, en este artículo sostenemos que, si la intención es poder entender integralmente a qué vino la dictadura de 1976, resulta necesario enfocar el rol desempeñado por la clase obrera azucarera en las luchas previas al golpe de Estado como así también en contextualizar el momento de auge de lucha en el que se llevaron a cabo estos conflictos populares.

Por esta razón, en este artículo nos proponemos analizar el papel de la clase obrera azucarera tucumana durante el auge de luchas populares de mediados de los años ’60 y principios de los años ’70 como así también repensar distintos aspectos de las luchas sociales y políticas de aquel período previo a la última dictadura militar.

Tucumán y el auge de lucha de los años ‘70

Con el propósito de comprender algunas particularidades del auge de lucha de los años ’70 necesariamente tenemos que remontarnos a los años ’60, ya que a partir de 1969 en especial con el Cordobazo se abrió una nueva etapa en la Argentina caracterizada por el cuestionamiento de distintos sectores populares a la dictadura autodenominada «Revolución Argentina», con estallidos generalizados. Tanto la justificación dada por la última dictadura como por la «teoría de los dos demonios» coinciden en negar este auge de lucha protagonizado por grandes sectores obreros y populares, reduciéndolo a un período signado por la «violencia».7

Precisamente, la última dictadura vino a cerrar el auge de lucha que se había desplegado a nivel nacional luego de mayo de 1969, que en el caso de Tucumán estuvo precedido por importantes manifestaciones obreras y populares, incluso anteriores a la instauración de la «Revolución Argentina». Hacia fines de 1965, durante la presidencia de Arturo Illia, Tucumán se encontraba en el medio de una verdadera crisis económica, social y política. Ello agudizó la lucha de la clase obrera azucarera previo al golpe de Estado.8

A mediados de 1966, ya con Onganía y previa militarización de distintas localidades azucareras tucumanas, la dictadura intervino distintos ingenios y terminó cerrando 11 de los 27 ingenios de la provincia.9 Esta política se llevó a cabo en una de las provincias en la que la agro-industria azucarera era la principal actividad económica, por lo que las repercusiones sociales fueron catastróficas.

De este modo, en el caso tucumano las políticas de cierre de ingenios agudizaron los conflictos sociales y generaron un desarrollo de las movilizaciones obreras que fueron creando condiciones sociales y políticas y anticiparon rasgos del mencionado auge de lucha que se abrió a escala nacional con el Cordobazo, que también tuvo su correlato en Tucumán. La modalidad de estos levantamientos populares se manifestó en Tucumán de manera embrionaria en enero de 1967 con el asesinato de Hilda Guerrero de Molina, que derivó en una «pueblada» en la localidad donde está emplazado el ingenio Bella Vista. Luego, en abril de 1969 con la «pueblada» en Villa Quinteros, localidad en el que funcionaba el ex ingenio San Ramón. Y posteriormente, se profundizó en los Tucumanazos de noviembre de 1970 y junio de 1972, en un movimiento general de carácter simultáneo y en interacción recíproca con el proceso nacional.

En estas luchas los obreros azucareros se organizaron a través de sus sindicatos de base, nucleados en la Federación Obrera Tucumana de la Industria Azucarera (FOTIA), y distintas organizaciones que surgieron en ese período como la Coordinadora de Ingenios Cerrados (que nucleaba a los sindicatos de ingenios cerrados) o los Comités Pro-Defensa (en los que participaban distintos sectores sociales de las localidades afectadas por la clausura de su principal fuente de trabajo, como las de Bella Vista, Amalia, Villa Quinteros, entre otras).

Al finalizar la dictadura en 1973, los resultados de este proceso fueron: el cierre de 11 de los 27 ingenios azucareros existentes en Tucumán, la eliminación de más de 50.000 puestos de trabajo, la emigración de la provincia de más de 200.000 personas y la profundización del proceso de concentración monopolista de la industria azucarera, desfavoreciendo también a un sector de los industriales tucumanos. Esta salida regresiva tuvo como principales víctimas a la clase obrera, los pequeños y medianos productores cañeros – nucleados mayoritariamente en la Unión de Cañeros Independientes de Tucumán, UCIT- y el conjunto de los sectores populares. Fue una política de «racionalización» económica enfrentada por la FOTIA y demás sectores populares afectados. Además ese proceso de «racionalización» económica también había operado sobre el sector ferroviario provincial, que había visto disminuir el número de trabajadores.

Solamente si tenemos en cuenta el alto grado de combatividad del movimiento obrero azucarero durante los años ’60 podemos comprender mejor cuál fue el propósito de la «Revolución Argentina» en Tucumán, ya que para llevar a cabo aquella drástica reorganización del campo laboral se necesitaba recurrir a la represión abierta. Así, esta dictadura vino a dominar el proceso previo de resistencia obrera y popular que amenazaba con tornarse incontrolable y a resolver la crisis provincial en un curso de concentración monopolista de la industria azucarera. Estas políticas serán continuadas y profundizadas durante la siguiente dictadura.

Sin embargo, el proceso de auge de lucha en Tucumán no se detuvo con la llegada del tercer gobierno peronista sino que se prolongó, con nuevos rasgos y factores determinantes, incluyendo nuevas formas a través de las cuales el movimiento obrero buscó recuperar el terreno perdido en materia de conquistas sociales, entrando en conflicto incluso con la política económica del gobierno peronista, el cual contó con un gran respaldo popular inicial. Es que este auge de lucha coexistió y se vio condicionado por la amplia influencia y el apoyo histórico de sectores mayoritarios de la clase obrera al peronismo, incluyendo la mayoría de los obreros afiliados a la FOTIA. También por la existencia de una fuerte jerarquía sindical de ese signo a nivel nacional y provincial.

Entre dos dictaduras

Durante el tercer gobierno peronista, no obstante el proceso de concentración monopolista que había ocurrido con el cierre de ingenios, la industria azucarera continuó ocupando un lugar central en la economía de la provincia. Además se produjo en el plano sindical una reactivación del papel dirigente de la FOTIA. Más allá de la drástica disminución de los afiliados a la Federación, el movimiento obrero azucarero continuaba siendo uno de los actores gremiales-políticos más importante en la provincia. A mediados de 1973, el dirigente peronista Atilio Santillán –que había dirigido la Federación entre 1965 y 1968- regresaba a la conducción de la FOTIA como secretario general, cargo que ocuparía hasta su asesinato, dos días antes del golpe de Estado de marzo de 1976.10

En septiembre de 1974 la FOTIA protagonizó una de las huelgas más importantes del período, volviendo a desplegar su combatividad y demostrando que a pesar de los embates sufridos durante la dictadura de 1966- 1973, el movimiento obrero tucumano no había sido derrotado.

Ante la situación de crisis que atravesaban los trabajadores azucareros y luego de una amplia y directa consulta a las bases a través de su Congreso de delegados seccionales, el 9 de septiembre de 1974 la FOTIA resolvió realizar una serie de paros progresivos que culminaron en una huelga que duró más de dos semanas en pleno período de zafra, ocasionando grandes pérdidas económicas a las patronales azucareras. En ese sentido la Cámara Gremial de Productores de Azúcar informó que luego de 10 días de huelga se habían perdido 24.360.000.000 pesos viejos.11

El Congreso contó con la presencia de 238 delegados. Resulta importante destacar que los Congresos de delegados seccionales habían sido instancias de organización de relevancia en el pasado de la FOTIA, espacios en los que se intentaba promover y jerarquizar la discusión de las bases obreras. De ese modo la Federación se encontraba en un proceso de democratización. Ello se puso de manifiesto también en el intento de cambio del Estatuto en el que, retomando la iniciativa previa a la dictadura de 1966, el Congreso de delegados seccionales adquiriría el carácter de organismo máximo de la Federación.12

En 1974 el Congreso resaltaba:

«…la necesidad de que el gobierno popular -con el que se sienten totalmente identificados los trabajadores azucareros a través de sus programáticas de reconstrucción y liberación-, proceda a la materialización de una política azucarera que sea expresión de un nuevo pensamiento en la materia…».13

Los obreros azucareros exigían, además de aumentos salariales, la anulación de las leyes azucareras de la «Revolución Argentina», la expropiación sin indemnización de los ingenios, la creación de nuevas fábricas azucareras que absorbieran la capacidad de producción de materia prima que tenía en esos momentos Tucumán y la reapertura del ingenio Esperanza, entre otros reclamos.

Uno de los problemas más acuciantes de los obreros azucareros, debatido largamente por FOTIA desde hacía un tiempo, estaba vinculado al proceso de desplazamiento de mano de obra por la tecnificación y las medidas de «racionalización económica» en el campo y en la fábrica. Los trabajadores denunciaban que cada máquina cosechadora reemplazaba aproximadamente a 260 obreros del surco.14 Ello en un contexto provincial en el que los niveles de desocupación –altos en comparación con la media a nivel nacional debido a las políticas impulsadas por la dictadura anterior- amenazaban con incrementarse más aún. Los obreros resolvieron que hasta que no se crearan nuevos puestos de trabajo se opondrían a la introducción de la máquina cosechadora integral.

Asimismo, otro de los puntos del programa de la FOTIA fue la defensa de la Compañía Nacional Azucarera S. A. (CONASA). Ésta era una empresa estatal que había sido creada a fines del turno dictatorial de Onganía, conformada en ese momento por cinco ingenios tucumanos: Santa Rosa, La Trinidad, La Florida, Bella Vista y San Juan. En el directorio los trabajadores estaban representados por dos directores obreros, entre ellos Benito Romano, dirigente combativo del peronismo y ex obrero del ingenio Esperanza.

Los obreros que pertenecían a CONASA habían adquirido algunas conquistas que habían sido largamente reclamadas por la FOTIA, como la igualdad entre los que trabajaban en las la fábrica y los que realizaban labores en el campo –mediante la aplicación a éstos últimos de la Ley Nº11.729– y la exigencia a los productores de la ocupación de un hombre y medio cada mil surcos de caña. La obtención de aquellas conquistas por los trabajadores de CONASA actuaba como referencia para las protestas azucareras con el objetivo de la extensión de las mismas al conjunto de los obreros.15

Apenas la FOTIA declaró la huelga azucarera por tiempo indeterminado en 1974, a nivel nacional distintos sindicatos, cuerpos de delegados y comisiones internas –que también protagonizaban procesos de lucha- deci-
dieron encontrarse en Tucumán para realizar allí un «Plenario Sindical Combativo». El mismo debía realizarse entre el 14 y el 15 de septiembre en la sede de la FOTIA. Para que los obreros y demás sectores populares participaran del evento se habían establecido distintos puntos de encuentro: en los sindicatos azucareros (incluyendo a los de los ex ingenios), en los Talleres Ferroviarios de Tafí Viejo y en la Quinta Agronómica de la Universidad Nacional de Tucumán. Se anunció además la participación de Atilio Santillán (FOTIA), Agustín Tosco (Luz y Fuerza-Córdoba), Raimundo Ongaro (Gráficos- Buenos Aires), René Salamanca (SMATA-Córdoba), Ricardo Piccinini (Acindar-Villa Constitución), Mario Aguirre (ATE-Rosario), Jorge Di Pasquale (Farmacia-Buenos Aires) y Enrique Tortosa (Periodistas-Buenos Aires).16

De este modo se comprende la limitación que significa reducir el auge de lucha de los años ’70 a las organizaciones armadas o incluso a una corriente del movimiento obrero como el clasismo de izquierda o a determinadas experiencias del proletariado de los grandes cordones industriales, ya que ello no da cuenta de otros procesos combativos que fueron insoslayablemente parte del auge de lucha de aquel período en los que se destacaron los sectores de izquierda junto a una masa de obreros peronistas radicalizados.

En medio de una intensa persecución a los obreros que se aprestaban a participar del evento, con la detención de la delegación del SMATA antes de ingresar a la provincia y con la sede de la FOTIA bloqueada por carros de asaltos, el plenario no pudo llevarse a cabo de la manera programada. La FOTIA fue intervenida por el Ministerio de Trabajo, del mismo modo que había ocurrido previamente con el SMATA cordobés y la Federación Gráfica Bonaerense. Sobre la intervención a la FOTIA, Atilio Santillán afirmó: «…‘Es una vergüenza (…) que a pesar de ser un gremio que siempre fue peronista, tengamos que verlo en este momento rodeado de soldados’.»17

De todas maneras quienes pudieron llegar a reunirse elaboraron un documento. Allí daban por constituida una «Coordinadora Nacional de Gremios Combativos y Trabajadores en Lucha», cuyos objetivos principales eran la defensa de salarios justos y la plena vigencia de la democracia sindical. Al final del documento se señalaba:

«…en la ciudad de Tucumán, tierra de la histórica declaración de la Independencia nacional, inspirados en el ejemplo de los héroes y mártires de la liberación nacional y social, convencidos de que defender la verdad y la justicia nos ha de significar mayores sacrificios pero también la victoria final de los explotados y los oprimidos, reafirmamos nuestra decisión de recorrer junto a los trabajadores y el pueblo nuestro el camino y las luchas que sean necesarias hasta recuperar todo lo que nos pertenece.»18

En síntesis, la FOTIA durante la huelga del año 1974 volvió a demostrar el poder de lucha y convocatoria, cuestionando incluso el «pacto social», pilar de la política económica vigente. Aunque los obreros llegaron a paralizar la zafra durante un tiempo, la medida de fuerza terminó abruptamente al ser intervenida la Federación y desalojados sus dirigentes de su sede por la policía.19

El «Operativo Independencia»

En febrero de 1975 Tucumán sufrió una nueva intervención militar con el «Operativo Independencia» a través del decreto Nº261/75 firmado por María Estela Martínez de Perón, que permitió el despliegue del Ejército en la provincia luego de la instalación de la «Compañía Ramón Rosa Jiménez» del ERP. Primero se realizó bajo la conducción de Adel E. Vilas hasta el 17 de diciembre y luego por Bussi. Con el «Operativo» se instalaron Centros Clandestinos de Detención (CCD) como la conocida «Escuelita» de Famaillá. De ese modo, como indicó la CONADEP, a «…Tucumán le cupo el siniestro privilegio de haber inaugurado la ‘institución’ Centro Clandestino de Detención como una de las herramientas fundamentales del sistema de represión montado en la Argentina».20

El peso que tenía en ese momento el movimiento obrero en la provincia fue reconocido por el propio Vilas. Así, en un inédito manuscrito de su autoría escrito en 1977, señalaba que no podía reducirse el campo de operaciones al monte tucumano sino que había que otorgarles a los sindicatos un lugar central.

A pesar de la ofensiva represiva, el movimiento obrero obtuvo algunas conquistas. Los azucareros consiguieron en agosto de 1975, luego de más de 9 años de lucha, la promulgación del decreto Nº2.172 del Poder Ejecutivo Nacional que autorizaba a CONASA a reabrir el ex ingenio Esperanza, fábrica que había sido clausurada por Onganía pero que durante todos esos años había sido resguardada por los obreros (con la dirección de Benito Romano como secretario general), quienes cuidaron y limpiaron la maquinaria. Por otra parte, los obreros ferroviarios lograron la incorporación de aproximadamente 1.000 trabajadores en los Talleres de Tafí Viejo.21

Uno de los lugares en los que con mayor fuerza se desplegó el «Operativo Independencia» ocurrió en la zona de Famaillá. Allí había al menos tres ejes de organización de los trabajadores: el sindicato de obreros del ingenio La Fronterita, el de Municipales y el de Grafanor. A partir de estos tres puntos se generaron distintas tramas de militancia, atravesadas también por redes comunales o de vecindad y vínculos familiares. Ese entramado, que seguía teniendo como eje principal la organización sindical, estaba influenciado por distintos grupos políticos provenientes del peronismo y también del PRTERP.22

Según una publicación de aquella época, el lugar donde se emplazaron las Fuerzas Armadas no era caprichoso. Por el contrario, «…las fuerzas militares se han instalado en todos aquellos lugares donde pueden preverse conflictos laborales. Para ellos, la huelga azucarera no debe repetirse.» A su vez señalaba que en este punto era en el que ingresaban «…los patrones de forma decisiva. Los empresarios y su infraestructura fabril se convierten en el apoyo logístico de los milicos. Ellos acampan en los ingenios (…) y los zafreros trabajan en los cañaverales ante la visión de soldados que se pasean con los fusiles al hombro.»23 En el caso del ingenio La Fronterita, propiedad del grupo Minetti, se llegó al extremo de aportar espacios físicos a las fuerzas represivas para el emplazamiento de un CCD.24

Durante el «Operativo Independencia» el movimiento obrero tucumano sufrió la detención, el secuestro y la desaparición de trabajadores además del control extremo en sus lugares de trabajo. En ese sentido en la causa judicial denominada «Operativo Independencia» se destacó explícitamente la elevada cantidad de víctimas obreras en ese período. Así, de:

«…los 269 casos investigados, alrededor de un 42% de víctimas fueron obreros y jornaleros del interior de la provincia y sus familiares directos (alrededor de 113 casos), un 15% de víctimas eran dirigentes sindicales y gremiales vinculados al partido peronista (alrededor de 40 casos), un 8% de víctimas eran comerciantes y personas de oficio del interior de la provincia (alrededor de 20 casos), un 8% de víctimas eran empleados públicos (alrededor de 20 casos), un 5% de víctimas eran profesionales independientes (alrededor de 12 casos); un 4% eran estudiantes universitarios (alrededor de 10 casos), un 2% militantes de partidos políticos de izquierda (alrededor de 5 casos), y sólo un 7% de víctimas acreditaban alguna vinculación con el ERP/PRT (12 casos) o con Montoneros (4 casos).»25

De este modo, el despliegue del «Operativo Independencia» en Tucumán, fue un anticipo de lo que luego se prolongaría a escala nacional.26 Ello implicó la ocupación de las Fuerzas Armadas del espacio público y limitó drásticamente el accionar del movimiento obrero por sus reivindicaciones sociales y en el plano político. La utilización de las Fuerzas Armadas para la represión interna allanó el camino del golpe de Estado, tanto en el terreno represivo como en el plano político más general, debilitando al movimiento obrero, actor social fundamental de la vida política provincial. Aun así, para que el terrorismo de Estado tomara escala nacional bajo un control centralizado de las Fuerzas Armadas fue necesario derrocar al gobierno peronista a través de un nuevo golpe de Estado.

El golpe de Estado de 1976 y la desarticulación del movimiento obrero

El debilitamiento del accionar del movimiento obrero fue un factor central de la nueva correlación de fuerzas sociales y políticas que hizo posible el golpe de Estado. Ese debilitamiento operó a partir de la división y desorganización de los diversos sectores populares, incluida la propia clase obrera, que resultó en un escenario definitorio para la instauración de la dictadura.

El 24 de marzo de 1976 la FOTIA se encontraba realizando un paro de 36 horas en repudio al asesinato del secretario general de la Federación, Atilio Santillán, ocurrido dos días antes. El mismo día del golpe de Estado Bussi, a través del uso de las fuerzas represivas, suspendió y prohibió el paro e intervino la Federación de los azucareros y también la CGT Regional.

La represión dictatorial se concentró en el movimiento obrero y en los sectores populares combativos. No fue casual entonces que la geografía represiva siguiera los pasos de lo que anteriormente había sido el reguero de luchas. Los puntos represivos bordearon los dos núcleos principales en donde se establecía la agro-industria azucarera: un punto concentrado en la zona del noreste, cercano a la capital de la provincia, y el otro en la zona extendida a la vera de la ruta nacional 38, desde la capital hacia el suroeste de la provincia. De esta manera, el circuito represivo coincidió exactamente con los núcleos obreros más importante en Tucumán.27

La FOTIA sufrió el secuestro y desaparición de una de las camadas más combativas de la historia de la Federación: dirigentes como Benito Romano28, del ex ingenio Esperanza; Leandro Fote (vinculado al PRT- El Combatiente) del ex ingenio San José, Simón Campos del ingenio Santa Rosa, Martín Décima del ingenio La Florida, Jacobo Ortiz de La Fronterita y Zoilo Reyes del ingenio Concepción, para mencionar sólo a algunos de los secretarios de los sindicatos de base de la Federación y en ellos a los cientos de obreros azucareros desaparecidos. También ese mismo día fue asesinado el líder histórico de los maestros de ATEP, Isauro Arancibia junto a su hermano. Todos ellos, precisamente, protagonistas de las luchas obreras y populares de los años ’60 y ’70 mencionadas en este trabajo.

Por último cabe destacar los beneficios económicos extraordinarios que obtuvo un sector de las empresas azucareras.29 Un caso particular lo constituye el ingenio Concepción, que de los 16 ingenios existentes en Tucumán era el mayor productor de azúcar y el que empleaba más cantidad de mano de obra. Justamente, durante la primera mitad de los años ’70 el sindicato de obreros de fábrica y de surco de este ingenio se había destacado por su alto grado de combatividad, con un organizado y numeroso cuerpo de delegados. Asimismo, este sindicato tuvo un rol notable en la huelga del ’74.

Durante el período de la dictadura «Revolución Argentina» el ingenio Concepción fue el que más había aumentado su producción de azúcar, tanto en valores absolutos como relativos, incrementando su producción en 1973 en un 115,8% respecto a 1965, año de la crisis de sobreproducción azucarera. 30 Esta tendencia de crecimiento de la producción continuó.

En la zafra de 1976 el Concepción había empleado 5.077 trabajadores -de planta permanente: 177 administrativos y técnicos y 959 operarios y obreros; transitorios: 96 administrativos y técnicos y 3.845 operarios y obreros-. Significativamente durante la zafra siguiente en 1977, el número de obreros disminuyó abruptamente a 2.279 personas -de planta permanente: 198 administrativos y técnicos y 436 operarios y obreros; transitorios: 235 administrativos y técnicos y 1.410 operarios y obreros-. Es decir que en el transcurso de un año la cantidad de trabajadores disminuyó más de la mitad, aproximadamente en un 56%. Esto cobra especial relevancia si se tiene en consideración que este ingenio fue el que más crecerá a nivel nacional durante el último período dictatorial, llegando a producir al final de la dictadura un 42% más de lo que había producido en 1976 pero con menos de la mitad de sus trabajadores.31

Conclusión

En este trabajo se puso de manifiesto que reducir los conflictos ocurridos en Tucumán durante la primera mitad de los años ’70 al accionar de las organizaciones armadas y a la represión implica el ocultamiento de las principales luchas obreras y populares del período. Así el análisis de las formas de lucha y organización de la clase obrera azucarera tucumana desde mediados de los años ’60 hasta el inicio de la última dictadura permitió demostrar que ese movimiento obrero, más allá de los golpes que había recibido, no había sido derrotado por la «Revolución Argentina», protagonizando una de las huelgas más importantes del período como fue la de septiembre de 1974, convirtiéndose la provincia en uno de los puntos de encuentro a nivel nacional de distintos sindicatos, cuerpos de delegados y comisiones internas combativas. Incluso los obreros tucumanos obtuvieron importantes conquistas en pleno proceso represivo del «Operativo Independencia», como la reapertura del ex ingenio Esperanza y el aumento de personal en los Talleres Ferroviarios.

Precisamente para desarticular a la clase obrera fue necesaria una nueva dictadura, en la que las Fuerzas Armadas, en complicidad con distintos grupos económicos asociados al capital extranjero, hicieron desaparecer a una de las camadas más combativas del movimiento obrero argentino.

La dictadura autodenominada «Proceso de Reorganización Nacional» fue prologada por el «Operativo Independencia», llevado a cabo por las mismas Fuerzas Armadas que luego concretarían el golpe de Estado un año después. Tucumán sirvió como laboratorio para ensayar su política de «aniquilamiento de la subversión», que no sólo fue hacia la guerrilla sino hacia el conjunto del movimiento obrero y popular.

Por otra parte, más allá de la intensa pugna entre los distintos sectores de las clases dominantes que se expresaba también en el seno de las Fuerzas Armadas, existieron diversos vasos comunicantes entre la dictadura autodenominada «Revolución Argentina» y la última dictadura. Uno lo constituyó la política represiva utilizada por el Estado para desarticular al movimiento obrero azucarero, descabezar la FOTIA y a los sindicatos combativos. Ésta fue una de las tareas pendientes que vino a completar la dictadura encabezada por Bussi en Tucumán, terreno inexplorado aún por los investigadores. Otro de estos vasos fue la política de concentración y «racionalización» económica en beneficio de los monopolios azucareros, con la eliminación de la mano obra, la notable reducción de puestos de trabajo y las significativas pérdidas de conquistas económicas y políticas. Éste fue el objetivo que siguió el disciplinamiento de la mano de obra logrado por la dictadura de 1976. Fue de este modo que, por ejemplo, la cosechadora integral finalmente pudo ser impuesta en beneficio de las ganancias de los monopolios azucareros y dejando en la miseria a miles de obreros del surco.

Por otra parte, la última dictadura garantizó el desguace de la empresa estatal CONASA, a través de la privatización de los ingenios, permitiendo el beneficio de determinados grupos económicos –como por ejemplo el ya mencionado grupo Minetti que se vio favorecido por el traspaso del ingenio Bella Vista- y la eliminación de las conquistas obreras que habían conseguido sus trabajadores.

Todavía se requieren más estudios que profundicen en las transformaciones recién señaladas. Sin embargo, si estos procesos son analizados en forma aislada y descontextualizada del auge previo de lucha a nivel nacional y de las protestas obreras y populares en Tucumán tampoco se termina de comprender por qué la clase obrera azucarera fue uno de los principales blancos de la represión dictatorial.

Notas

1 Trabajo recibido el 23/09/2015. Aceptado el 24/12/2015.
* Se agradece las sugerencias de las/los evaluadores de la revista Estudios.
2 Profesora y Licenciada en Historia por la Universidad Nacional de Tucumán. Doctora en Historia por la Universidad de Buenos Aires. Contacto: nassifsilvia@gmail.com
3 Ya en democracia en 1995, Antonio Domingo Bussi -quien había comandado el tramo final del «Operativo Independencia» y luego sería nombrado primer interventor de facto de la provincia de Tucumán- se postuló para gobernador a través del partido Fuerza Republicana, resultando electo a pesar de la oposición de los organismos de derechos humanos y algunos partidos políticos. En 2008 Bussi fue condenado por crímenes de lesa humanidad. No obstante, lejos de que su figura fuera desterrada de Tucumán, en 2015 en las elecciones para gobernador el hijo menor de Bussi, Ricardo, se presentó como candidato por Fuerza Republicana y como parte de su campaña electoral enalteció a su progenitor: «Mi padre es un gran motivo de orgullo. Es un héroe nacional. Un soldado con un gran compromiso. Fue el último caudillo de la República Argentina.» La Gaceta, 05/08/2015.
4 Precisamente, sobre las causas del «Operativo Independencia» y el despliegue del Ejército en Tucumán uno de los argumentos esgrimidos fue el de «combatir a la guerrilla», en especial al PRT-ERP que desde mediados de 1974 había instalado la compañía de monte «Ramón Rosa Jiménez», llevando ese nombre en conmemoración a un obrero del surco que había sido asesinado en Santa Lucía en 1972 por fuerzas represivas. Desde los sectores que intentaron justificar el accionar represivo de las Fuerzas Armadas se alude a que fue parte de una «guerra» interna que vivió el país antes del golpe de Estado de 1976 González Breard (2001). Desde otra posición que cuestiona el peligro real de la guerrilla, Andersen (2000): 155, afirma que esta organización no significó una amenaza importante –el Ejército enfrentó con 5.000 hombres a no más de 120 o 140 combatientes- y que, en cambio, la lucha en la provincia sirvió como banco de prueba, particularmente en el Ejército, para la institucionalización de algunas de las técnicas de la «Triple A».
5 Comisión Bicameral, (1991): 14. Casi 40 años después del golpe de Estado de 1976 todavía no contamos con datos precisos sobre el total de secuestrados-desaparecidos en Tucumán. Por ello la cifra señalada por dicha Comisión sería significativamente mayor. Sobre esta problemática consultar Izaguirre (2010). Respecto al movimiento obrero azucarero durante el tercer gobierno peronista partimos de la bibliografía existente, tanto más valiosa cuanto que el tema ha sido poco estudiado: el trabajo de Taire (2008) acerca de la huelga de FOTIA de 1974 y el artículo de Siviero (1991) respecto a la conformación de una lista para las elecciones de 1973 en la que predominaban los cuadros sindicales que habían enfrentado la política de cierre de ingenios en los ’60. Entrevistas a dirigentes obreros en Mercado (2005).
6 Uno de los pocos estudios sobre la integración de cuadros del PRT en el movimiento obrero azucarero corresponde al trabajo coordinado por González (1999).
7 Durante el alfonsinismo se consolidó la denominada «teoría de los dos demonios», que sostenía, a grandes rasgos, que la Argentina durante los años ‘70 había sido convulsionada «…por un terror que provenía tanto de la extrema derecha como de la extrema izquierda…», «…y a los delitos de los terroristas, las Fuerzas Armadas respondieron con un terrorismo infinitamente peor que el combatido…». Extractos del «Prólogo» del Nunca Más, modificado en 2006. Más allá de este prólogo, cabe señalar el valor político y social que contiene dicho informe y el mérito de haber sido uno de los primeros trabajos sistemáticos sobre la desaparición de personas en la Argentina.
8 Para el abordaje del proceso de lucha de la clase obrera en Tucumán durante los años ’60 hasta el advenimiento del gobierno peronista nos basamos en las contribuciones de Sigal (1973); Crenzel (1997); Pucci (2007); Ramírez (2010); y Nassif (2012) y (2015).
9 Días previos a la intervención de los ingenios, el teniente coronel Antonio Domingo Bussi, al mando de las tropas del Regimiento 19 de Infantería, fue uno de los que recibió a Juan Carlos Onganía en su primer viaje a Tucumán como presidente de facto por el sesquicentenario de la declaración de la Independencia. Nassif (2015): 235.
10 Con respecto a las circunstancias del asesinato de Atilio Santillán, publicaciones del PRT-ERP adjudican a esta organización el hecho, acusando al dirigente azucarero de traición, ver Estrella Roja, 19/04/1976. Por el contrario su hermano Hugo, detenido el 24 de marzo de 1976, día en que se velaban los restos de Atilio, afirma que fue asesinado por las fuerzas represivas. Entrevista a Hugo Santillán, ex obrero de fábrica del ingenio Bella Vista.
11 La Gaceta, 24/09/1974.
12 En enero de 1966 se había realizado el 1º Congreso de delegados seccionales de la FOTIA, del que participaron alrededor de 400 delegados, «…poniendo en debate desde cómo debían funcionar las estructuras gremiales hasta la política económica y social implementada a nivel nacional y provincial.» Nassif, (2015): 219.
13 Documentación de Información Laboral, Serie Informes, septiembre de 1974. Refiriéndose al Congreso de delegados, Evita Montonera, Revista Oficial de Montoneros, enero-febrero 1975, señalaba que «Es altamente representativo de la base azucarera, y en sus manos estuvo la conducción del conflicto de septiembre de 1974, con el que ‘estrenó’ su funcionamiento.»
14 Evita Montonera, enero-febrero 1975.
15 «La historia de CONASA concluyó cuando Martínez de Hoz, en 1977, dictó el decreto-ley 21.606 de liquidación del experimento (…) para terminar con la firma estatal y vender los ingenios. Entre 1978 y 1979 fueron rematados los ingenios La Trinidad, Santa Rosa, Florida y Bella Vista, todos por debajo de la base de remate fijada, a un precio vil. Luego seguirán el San Juan y el Arno, de Santa Fe.» Pucci (2007): 287.

16 La Gaceta, 14/09/1974. «El plenario, propuesto originariamente por los cuerpos orgánicos del SMATA-Córdoba, apuntaba a coordinar el accionar de los organismos recuperados.» Nueva Hora, órgano oficial de Partido Comunista Revolucionario, 2º quincena de septiembre de 1974. Cabe recordar que René Salamanca ya había participado en reuniones con los azucareros, como por ejemplo en el Congreso de delegados seccionales de FOTIA de mediados de 1973. Nueva Hora, 1º quincena de septiembre de 1973.
17 La Gaceta, 14/09/1974.
18 «Comunicado de la Coordinadora Nacional de Gremios Combativos y Trabajadores en Lucha», Tucumán, 15/09/1974. Documento citado en Taire (2008): 185.
19 Mientras el conjunto del movimiento obrero azucarero protagonizaba esta huelga ocurrieron dos hechos cuyas valoraciones generaron distintas polémicas en el seno del movimiento obrero. El primero fue la muerte de un dueño de ingenio a fines de agosto de 1974, después de haberse intentado su secuestro. A este hecho se lo adjudicó Montoneros en su revista Evita Montonera, enero-febrero 1975. Por otra parte, a mediados de septiembre en Santa Lucía el ERP realizó un operativo. Según su prensa «La compañía de monte ‘Ramón Rosa Jiménez’ de nuestro ejército guerrillero tomó (…) el pueblo de Santa Lucía y ajustició a responsables directos del asesinato por torturas de nuestro inolvidable compañero ‘Zurdo’ Jiménez, hachador y pelador de caña de la zona, dirigente del PRT…». Estrella Roja, Órgano del Ejército Revolucionario del Pueblo, 23/09/1974.
20 CONADEP (2013): 216.
21 Entrevista a Miguel Herrera, ex obrero ferroviario.
22 Jemio, (s/f).
23 Evita Montonera, agosto 1975.
24 El funcionamiento del CCD en La Fronterita quedó explicitado en los informes de la CONADEP y de la Comisión Bicameral de Tucumán. Ésta última señaló además la existencia de 33 centros clandestinos durante la última dictadura en Tucumán, al tiempo que advertía que esa cifra era incompleta. Comisión Bicameral (1991): 98.
25 Poder Judicial de la Nación, (2012): 281.
26 Artese y Roffinelli (2012): 311, indican que en Tucumán «…la estrategia armada de disciplinamiento social produjo la mayor proporción de muertos y desaparecidos, previos al inicio de la dictadura militar (37% del total).»
27 Sobre el «circuito represivo» en Tucumán ver las declaraciones de Laura Figueroa, una de las abogadas querellantes en la «Megacausa» Jefatura II y Arsenales. Agencia de Prensa Alternativa, 11/11/ 2014.
28 Conocer el recorrido político-sindical de Benito Romano nos ilustra algunos aspectos de la vida política y social de Tucumán de aquella época. Hijo de un obrero azucarero, Romano fue delegado del ingenio desde los 17 años, luego de la autodenominada «Revolución Libertadora» se fue exiliado a Bolivia. En 1959 fue elegido secretario general de FOTIA y, mientras se desempeñaba como diputado nacional se produjo el cierre del ingenio en el que trabajaba. Así pasó a ser parte del nuevo contingente de obreros sin trabajo. A pesar de este golpe Romano, como muchos obreros, continuó luchando por la reapertura de los ingenios, integrando la Comisión de Ingenios Cerrados. Tiempo después fue elegido director obrero de CONASA. El mismo 24 de marzo de 1976 las fuerzas represivas fueron a buscarlo a su domicilio y al no
encontrarlo se llevaron secuestrado a su hermano. En busca de respuestas Benito viajó a Buenos Aires, lugar en el que fue secuestrado, continuando desaparecido hasta la actualidad. Nassif, (2015).
29 Consultar el informe realizado en 2015 por el Programa Verdad y Justicia y la Secretaría de Derechos Humanos, ambos pertenecientes al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y el Área de Economía y Tecnología de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en el que se analiza la responsabilidad de las patronales azucareras de los ingenios Concepción y La Fronterita en crímenes de lesa humanidad cometidos contra los obreros durante el terrorismo de Estado.
30 Nassif, (2015): 158.
31 Los datos de la zafra de 1976 fueron obtenidos de la Cámara Gremial de Producción de Azúcar, citado en Gobierno de la Provincia de Tucumán, (1980): 314.

Referencias bibliográfica

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Fuentes

Agencia de Prensa Alternativa, 11 de noviembre de 2014. http://www.youtube.com/watch?v=EgR4DqzSu8A, [Consultado el 20/11/2014].
Documentación de Información Laboral, Serie Informes
Estrella Roja, Órgano del Ejército Revolucionario del Pueblo
Evita Montonera, Revista Oficial de Montoneros
La Gaceta de Tucumán
Nueva Hora, órgano oficial de Partido Comunista Revolucionario
Entrevista a Miguel Herrera, ex obrero ferroviario de los Talleres de Tafí Viejo, realizada por Silvia Nassif, Buenos Aires, 31 de julio de 2015.
Entrevista a Hugo Santillán, ex obrero de fábrica del ingenio Bella Vista, dirigente del sindicato, militante peronista, hermano de Atilio Santillán, realizada por Silvia Nassif, San Miguel de Tucumán, 18 de marzo de 2013.
PODER JUDICIAL DE LA NACIÓN, (2012), Causa: 401015/2004, Operativo Independencia (1975/marzo de 1976) Expte. 401015/04 y 401016/04 y conexas, Tucumán. http://www.cels.org.armentos/procesamientoOperativoIndependencia.pdf

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