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Estudios - Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba

versión On-line ISSN 1852-1568

Estud. - Cent. Estud. Av., Univ. Nac. Córdoba  no.34 Córdoba dic. 2015

 

DOSSIER

Sujetos, identidades y teorías

Adriana Boria1

Puntuaciones

El título retoma problemáticas que dan origen a este dossier, que además de intentar una suerte de homenaje Teresa De Lauretis nos posibilita pensar la noción de identidad con un margen de apertura necesaria para las diferentes perspectivas que aquí se proponen.

Como sabemos, la categoría «identidad» ha adquirido una valencia conceptual en el campo de las reflexiones de la teoría social y del feminismo, por lo cual no es posible dejar de lado su discusión y redefinición permanentes. A pesar de esta actualidad, hace tiempo que el término es punto de debate y revisión. Su redefinición aparece como un ejercicio constante debido (entre otras cosas) al carácter político que adquiere en cada situación particular, en cada caso, sea ya privado o público, distante o local.

Por otro lado el término permite un abordaje que puede provenir no solo del campo del feminismo sino de disciplinas fronterizas como la filosofía, la semiótica, el psicoananálisis, etc. Igualmente se puede pensar en una dominante reflexiva situada en el cuerpo, en el género o en la sexualidad. En este arco inclusivo se piensan los trabajos a desarrollar en el presente dossier.

Así, reflexionar sobre la noción de identidad supone abordarla desde lugares diferentes y tal vez pensar sus parentescos con la de subjetividad, puesto que en muchos casos se utilizan indistintamente. Para la teoría feminista la categoría posee una importancia central pues en ella se intersectan problemas filosóficos y políticos. El término funcionó como una encrucijada que permitió comprender, tanto desde el punto de vista teórico pero también desde el existencial, el dominio que se ejercía en nombre de los roles sexuales asignados como naturales. La crítica al sujeto patriarcal y su correlato, el sujeto de la modernidad tal como estaba consagrado por la Filosofía, posibilitó la construcción de identidades que conmovieron lo que –desde Gayle Rubin– se denominó el sistema sexo género. Lo cierto es que la cultura logocéntrica, al mismo tiempo que construye una noción de sujeto delimita cualidades y roles. Estos últimos abarcan un espacio tan amplio que van desde los espacios sociales a ocupar hasta las políticas del deseo y el modo de autopercepción del self. El heterosexismo se define así como el estado natural de los seres humanos definiendo un marco de intercomprensión social que se concreta en los discursos de las diversas disciplinas. De esta forma la experiencia emocional de las mujeres y de los grupos homo y trans se arroja a zonas de la abyección que no son sino posibilidades de la diferencia. Para citar una idea de Marc Angenot, el «texto tutor» o sea aquel discurso o conjunto de discursos a partir de los cuales se crean los parámetros de la abyección considera que tales sujetos no son «posibles diferencias» sino «posibles anormalidades» que no entran en su sistema de legalidades binarias. La cultura de la modernidad –y me refiero especialmente al siglo XIX– introduce formas de dominio que hace ya tiempo Foucault –siguiendo algunas enseñanzas de Francfurt– denominó «poder pastoral», cuya función mas importante es el control de la interioridad y la habilidad para guiar su «secretos mas íntimos».2 3

En esta línea, una de las operaciones centrales del feminismo teórico ha sido la reapropiación crítica de categorías filosóficas androcentradas trasformando/ trasladando su significación/alterando las jerarquías significantes para señalar lo «no dicho» y con ello exponer los juicios entimemáticos en el discurso teórico de occidente. Las feministas se ocupan de «pasar el cepillo a contrapelo»4 a discursos fundantes del occidente que conocemos. Se podría decir, parafraseando a Foucault, que las heridas narcisistas provocadas por tales discursos al sujeto de la modernidad (Darwin, Marx, Freud,) se radicalizan al punto de desgarrar una de las dimensiones ocultas (presupuestas, no dichas) en la argumentación del discurso filosófico. El «dispositivo de la sexualidad» no controla a sujetos asexuados sino que es un dispositivo que marca a los sujetos en la distribución y ordenamiento jerárquico de roles y deseos, tomando como base a la diferencia sexual que posibilita la creación dicotómica de la condición femenina versus la masculina. La maniobra discursiva ocasionada en esta formación puede sintetizarse como la legitimación de los dos polos, mas vs. femenino, con la correspondiente depreciación del segundo (lo femenino) y el borramiento de toda otra figura de sujetos que no entran en el sistema de normalización sexuada. El rasgo de «humano» es asociado a una serie de cualidades y aptitudes que se corresponden con lo masculino. Esta retorización del discurso filosófico que esconde supuestos de base y que es puesto al descubierto, es el giro disruptor del feminismo y que decimos puede ser considerado como una herida narcisista al sujeto androcéntrico moderno.

La importancia social y política de esta crítica se comprende a la luz de pensar la importancia que adquiere una idea de la subjetividad que ponga en discurso aspectos desechados o negados, pues ellos se trasmiten por diferentes sistemas de mediaciones a espacios jurídicos, políticos, estatales, médicos y muy especialmente, al espacio de la cotidianeidad. Todo ello contribuye a crear una experiencia particular que en este caso posibilita una percepción «otra» de la subjetividad de los seres humanos, cuya dinámica constitutiva se realiza en un ser con el otro.

Desde la teoría feminista y en particular desde el postfeminismo se trató de aprehender y explicar estas nuevas concepciones críticas del sujeto por lo cual se han propuesto diferentes categorías teóricas que intentan comprender y politizar a identidades marcadas con diferencia negativas en el sistema cultural. Encontramos un trabajo teórico que se podría ver como una «escultura» o un intento de remodelar ciertas cualidades y actitudes de la subjetividad en conceptos como nómade (Braidotti) cyborg (Haraway) excéntrico (De Lauretis) que dan cuenta al mismo tiempo de ese camino de reconsideración de la propia subjetividad. En general todos ellos reiteran la idea de identidad como un proceso abierto y multifacético, anclado en normas de la cultura, pero que al mismo tiempo diseñan una actuación para ese sujeto de permanente reacomodamiento performativo. Encontramos así un especial tratamiento del lenguaje como un juego conceptual en la utilización de tropos, que intentan atrapar, condensar dichas figuraciones que funcionan como categorías teóricas. Hay así varias maneras de nombrar el problema de la identidad en el campo del feminismo, que son indicativas de un estado de la cuestión pero que al mismo tiempo señalan un trabajo de desautomatización de nociones claves.

Rosi Braidotti, y su nominación del sujeto como Nomade, si bien señala por un lado la idea de movilidad incesante, por el otro destacamos uno de los aspectos más prolíficos en su concepción cual es la de sujeto nómade como «actuación crítico política». Esto último supone una actuación política en el sentido de desjerarquizar sentidos instituidos. «Lo que define al esta- do nómade es la subversión de las convenciones establecidas, no el acto literal de viajar».5 Donna Haraway en la idea de Cyborg retoma nuevamente la utilización de la figuración –la designación metafórica del sujeto como Cyborg– que señala tanto su constitución fragmentaria como la dependencia tecnológica del sujeto. «El cyborg se sitúa decididamente del lado de la parcialidad, de la ironía, de la intimidad y de la perversidad. Es opositivo, utópico y en ninguna manera inocente.»6

En el caso de De Lauretis su sujeto Excéntrico propone un deslizamiento topológico que incluimos en figuraciones metonímicas. Esta especialidad nos hace comprender las distancias críticas necesarias para orientar (una vez más) el desarrollo de políticas. «Pienso que tal punto excéntrico o tal posición discursiva es necesaria para la teoría feminista actual, para sostener la capacidad del sujeto para desarrollar al movimiento y el desplazamiento, para sostener al movimiento feminista mismo».7

No podemos ver aun hoy las consecuencias sociales de estas posturas críticas, puesto que, como sabemos, las transformaciones de la subjetividad son, si bien permanentes, perezosas y tranquilas. Por un lado notamos la permanente remisión a políticas de género en las propagandas institucionales en cierto sentido livianas y reductivistas, pues en ellas estos problemas aparecen como trasparentes y resueltos.

Pero podemos notar el impacto de estas posturas en la teoría social crítica. Muy esquemáticamente, podríamos describir este proceso como un itinerario que se mueve en dimensiones diversas. En un corte de la discursividad social contemporánea, la teoría sostiene posturas radicales que a la vez tienen su retorno a la praxis social para incidir sobre las políticas progresistas que se corporeizan en lxs activistas que de nuevo propugnan por cambios ideológicos y teóricos. Lo difícil para un sujeto crítico contemporáneo es marcar en esta trama social, el punto en el que se encuentra este proceso. En la historia del conocimiento hay quienes lo hicieron. A ellos les debemos aciertos y transformaciones.

En este marco –de permanente crítica y reflujo– se desenvuelven los trabajos del dossier sobre los cuales haremos una mínima anotación.

Anotaciones

El artículo de De Lauretis «Equívocos de la identidad: cuerpo, género y sexualidad» es un recorrido teórico de tres conceptos centrales en el campo de las teorías feministas. Su examen –como se sugiere en el trabajo– supone un aporte para el análisis de los procesos sociales. La autora reconoce la articulación de las tres categorías en las vivencias concretas de las personas pero señala la necesidad de su distinción analítica a la hora de comprender «las paradojas y contradicciones de la existencia humana». Ello supone, agregamos, el reconocimiento de la actividad teórica como un trabajo arduo pero igualmente como horizonte privilegiado en el desarrollo de políticas sociales.

El trabajo «Cómo ser lesbiana(s). El legado de Monique Wittig en disputa», de Eduardo Mattio instala –en continuidad con el texto de De Lauretis– la actividad teórico analítica, en este caso sobre el debate entre De Lauretis y Butler sobre Wittig relativas a la noción de identidad lesbiana. Ello le permite a Mattio ampliar y una vez más politizar los modos de hacer teoría.

Ariel Gomez Ponce se detiene en la «modelización del cuerpo femenino» en representaciones audiovisuales contemporáneas (Nikita, 2010-2012) con especial atención a la «femme fatale». La hipótesis que maneja el autor es que dicho modelo que sostiene una «corporalidad de lo femenino que se presenta como «cuerpo animal».

Patricia Rotger en su artículo «Monstruos: invención y política» toma la figura del monstruo en textos de literatura argentina como el poema de Susy Shock, «Reivindico mi derecho a ser un monstruo» y la novela de Gabriela Cabezón Cámara, Romance de la negra rubia. Rotger focaliza estas figuras monstruosas en tanto identidades con efectividad política puesto que ponen en jaque los sentidos de las «anomalías», como modelos reguladores de conducta, de hábitos y de lenguajes.

Gustavo Blázquez en su texto «Cine, tecnologías del erotismo y homosexualidades masculinas en Argentina», analiza los modos de amar entre varones en cuatro films argentinos entre los 60 y el 2014: Extraña ternura (Daniel Tinayre, 1964); Adiós Roberto (Enrique Dawi, 1985); Otra historia de amor (Américo Ortiz de Zárate, 1986); El tercero (Rodrigo Guerrero, 2014). El autor reconstruye imágenes que relaciona con los diferentes momentos históricos. Así, el estudio no solo releva los intradiegético sino que se interesa por los valores presentes en los textos que son reenvíos sintomáticos del contexto social.

Este abanico heterogéneo quizás nos permitirá comprender la complejidad del tema y proyectar nuevos interrogantes a nuestra ardua pero apasionada tarea existencial.

Notas

1 Directora del Doctorado en Estudios de Género del Centro de Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba.
2 Foucault, (1988): 232.
3 El autor reconoce : «Finalmente, esta forma de poder no puede ejercerse sin conocer el pensamiento interior de la gente, sin explorar su almas, sin hacerlos revelar sus secretos más íntimos. Ella maniobra discursiva lo implica el conocimiento de la conciencia y la habilidad de guiarla».
4 Benjamin, (1940): 182,(1989).
5 Braidotti, (2005): 31.
6 Haraway, (1995):253.
7 De Lauretis, (1993):73.

Bibliografía

1.BENJAMIN,Walter,(1989), «Tesis de filosofía de la historia» en Discursos Interrumpidos I. Buenos Aires: Taurus.         [ Links ]
2.BRAIDOTTI, Rosi, (2005), Metamorfosis. Madrid: Akal.         [ Links ]
3.FOUCAULT, Michel, (1988), «El sujeto y el poder», en Más allá del estructuralismo y la hermenéutica, México: UNAM.         [ Links ]
4.DE LAURETIS, Teresa, (1993), «La teoría feminista y la conciencia histórica », en: CANGIAMO, María C. y DUBOIS, Lindsay (comps.), De mujer a género, teoría, interpretación y práctica feministas en las ciencias sociales. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina: 73-113.         [ Links ]
5.HARAWAY, Donna, (1995), Ciencia Cyborg y Mujeres. Madrid: Cátedra.         [ Links ]

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