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Estudios - Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba

versión On-line ISSN 1852-1568

Estud. - Cent. Estud. Av., Univ. Nac. Córdoba  no.40 Córdoba jun. 2018

 

ARTICULOS ORIGINALES

Los estudiantes frente a la Ley de Educación Superior en 1995. El caso de la Universidad de Buenos Aires (1)

Yann Cristal (2)

Resumen
Este artículo reconstruye un proceso significativo y poco investigado de la historia del movimiento estudiantil argentino como es el conflicto estudiantil ocurrido en 1995, año en que se sucedieron tomas de universidades y masivas concentraciones contra la promulgación de la Ley de Educación Superior por parte del gobierno de Carlos Menem. Focalizando en el caso de la Universidad de Buenos Aires, el trabajo establece una periodización en la que se analizan los repertorios de movilización de los estudiantes, el alcance de las manifestaciones y el papel de las diferentes agrupaciones estudiantiles. Asimismo, se indaga la incidencia de la protesta estudiantil en el sostenimiento de la gratuidad y la autonomía de la Universidad pública argentina,así como su influencia sobre el conflicto social durante los años ’90 frente a las llamadas políticas neoliberales y su posible impacto en el crecimiento de la oposición al menemismo.

Palabras clave: movimiento estudiantil - Universidad de Buenos Aires - Ley de Educación Superior - menemismo - neoliberalismo

Abstract
This article rebuilds a significant and little-researched process in the history of Argentine student movement, such as the student conflict in 1995, in which takeovers of universities and massive concentrations took place against the approval of the Law of Higher Education by Carlos Menem's government. Focusing on the case of the University of Buenos Aires, the work establishes a periodization and analyses the students' mobilization repertoires, the scope of the demonstrations and the role of the different student groups. Likewise, the text examines the incidence of student protest in the maintenance of the gratuity and autonomy of Argentine public University, as well as its influence on the social conflict during the 90s against the so-called neoliberal policies and its possible impact on the growth of the opposition to menemism.

Key words: student movement - University of Buenos Aires - Law of Higher Education- menemism - neoliberalism

Introducción

Entre abril y junio de 1995, estudiantes de todo el paísprotagonizaron tomas de universidades y masivas movilizaciones contra la aprobación de la Ley de Educación Superior (LES)promovida por el gobierno de Carlos Menem. Se trató posiblemente del conflicto estudiantil universitario más importante desde el regreso de la democracia en 1983. Como intentaremos mostrar en este artículo, el proceso de movilización dejó su marca sobre la fisonomía de la universidad pública, incidió sobre el ciclo de protesta social frente a las llamadas políticas neoliberales en la Argentina e influyó también sobre la situación política nacional.

A pesar de estas proyecciones y de su amplia repercusión mediática en los meses estudiados, las menciones a este conflicto estudiantil son prácticamente nulas en la historiografía sobre la Argentina reciente, tanto en los diversos balances generales sobre el período (Novaro,2009;Pucciarelli,2011; Suriano, 2003) como en aquellos trabajos sobre la protesta social en la década del‘90 (Pereyra,2008;Svampa,2005; Lobato y Suriano, 2003). Resulta llamativa también la escasez de referencias en el marco de las propias investigaciones sobre la cuestión universitaria y educativa de esos años (Buchbinder y Marquina, 2008; Chiroleu, 2005; Mollis, 2008). Por último, existen muy pocos escritos específicos. Los artículos de Talamonti Calzetta (2008) y Bonifacio (2012) aportan elementos interesantes y también encontramos algunas consideraciones al respecto en los libros de Beltrán (2013) y Romero (1998). No obstante, no se cuenta hasta el momento con ninguna reconstrucción general y sistemática.

A partir de un análisis de los nudos principales del conflicto estudiantil de 1995 este artículo busca aportar a tres áreas de estudio. En primer lugar, a la historia del movimiento estudiantil argentino, abordando un período poco investigado en comparación con otros como la Reforma Universitaria de 1918 o las manifestaciones de los años ‘60 y ‘70.En este sentido, intentamos reponer los repertorios de movilización, el alcance de las concentraciones estudiantiles y el papel de las distintas agrupaciones universitarias. En segundo lugar, buscamos contribuir a la historia de la Universidad argentina en democracia, en particular de la Universidad de Buenos Aires (UBA), analizando el impacto de la protesta estudiantil en el sostenimiento de su gratuidad y autonomía. En tercer lugar, pretendemos aportar elementos a la historia social y política argentina de la décadadel‘90.Indagamos la influencia de las movilizaciones universitarias de 1995 sobre el desarrollo del conflicto social frente al menemismo y la relación entre las agrupaciones estudiantiles de la UBA y los partidos políticos opositores.

En cuanto a los aspectos metodológicos, establecemos una periodización que nos permite reconstruir las principales etapas del conflicto estudiantil y los nudos que se desprenden en función de los ejes antes referidos. Por otra parte, nos basamos centralmente en dos tipos de fuentes escritas, artículos periodísticos y publicaciones estudiantiles, que intentamos poner en diálogo con la escasa bibliografía existente. Un futuro desarrollo de esta investigación debería incluir también entrevistas con dirigentes estudiantiles de la época. Finalmente, cabe aclarar que el proceso analizado tuvo un alcance nacional que excede las posibilidades de este trabajo. Nos concentramos en su desarrollo en la Universidad de Buenos Aires (UBA)y desde ese ángulo observamos la dinámica general.

Antecedentes y contexto

Desde inicios de los años‘90, el menemismo elaboró diversas propuestas para la educación superior en línea con las políticas de reforma del Estado que caracterizaron a su gobierno. Según Buchbinder y Marquina (2008), se cuestionaba el sostenimiento por parte del Estado a las universidades a través de subsidios en bloque, con amplia autonomía de las casas de estudio. Los autores distinguen dos etapas en relación a las políticas menemistas en educación superior, la primera de “instalación de temas de agenda” hasta 1993 y la segunda, a partir de 1994, de “efectiva aplicación de medidas de reforma” (Buchbinder y Marquina, 2008, p. 35). Una de estas medidas fue la creación de la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU) dependiente del Ministerio de Educación de la Nación en 1993, que redactó a fines de ese año el anteproyecto de la LES. Esta nueva norma se inscribía dentro de una “agenda internacional de modernización de los sistemas educativos superiores” (Mollis, 2008, p. 509) impulsada por organismos como el Banco Mundial en el marco de las llamadas políticas neoliberales para los países de América Latina.

Cabe destacar que, si bien desde inicios de los ‘90 temas como el posible arancelamiento de las universidades eran recurrentes en el debate público y mediático, las políticas específicas más relevantes que implementó el gobierno de Menem ocurrieron más tarde que las de otras áreas. En este sentido, los actores involucrados ya contaban en 1995 con la experiencia de las consecuencias de las políticas del menemismo sobre muchos otros sectores. Uno de los antecedentes más próximos fue el de la Ley Federal de Educación aprobada en 1992 que implicó la descentralización administrativa y presupuestaria, mayor inserción del sector privado y cambios en los planes de estudio (Mollis, 2008).

En todos esos años, la mayoría de los centros de estudiantes de la UBA y la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA) estuvieron bajo la conducción de Franja Morada, brazo universitario de la Unión Cívica Radical. Franja Morada dirigía la FUBA desde 1983 y aunque pasó por un momento de debilitamiento relativo a fines de los ‘80 (Cristal, 2017a) paulatinamente recuperó terreno en la década del ‘90. Los centros de la UBA fueron adoptando en su mayoría una posición opositora a las políticas universitarias del menemismo, pero al mismo tiempo los años que van de 1989 a 1994 registran bajos niveles de movilización estudiantil.

En el terreno político nacional, las elecciones legislativas de 1993 consolidaron a Menem y lo decidieron a lanzarse hacia la reforma constitucional que habilitara su reelección (Novaro, 2009, pp. 447-457). El ex presidente Raúl Alfonsín suscribió entonces el llamado Pacto de Olivos que facilitó su aprobación. El Pacto generó una crisis en el radicalismo en la medida en que “situó a la UCR frente a sus electores más como un partido asociado al oficialismo que de oposición” (Obradovich, 2011, p. 135). Franja Morada optó entonces por “actuar públicamente en forma independiente del partido” y “priorizar la posición de la conducción del movimiento estudiantil” (Romero, 1998, p. 222)

En paralelo, en esos años se abrió un nuevo ciclo del conflicto social frente al menemismo. El llamado Santiagueñazo3 de diciembre de 1993 marcó “una inflexión importante en las formas de acción colectiva en la Argentina contemporánea” (Svampa, 2008, p. 216).En 1994 se produjo la Primera Marcha Federal en la que la Federación Universitaria Argentina (FUA) confluyó con diversos sectores sindicales opositores como la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), el Movimiento de los Trabajadores Argentinos (MTA) y la Corriente Clasista y Combativa (CCC). A la vez, a fines de 1994, se inició en México la “crisis del tequila” que generó nuevos temores en relación a la situación económica argentina. De este modo, como señala Canelo (2008, p. 102) el período 1994-95 “estuvo signado, paradójicamente, tanto por el debilitamiento del poder y la aparición de nuevas amenazas (como la vulnerabilidad externa, el desempleo y la recesión) como por el éxito electoral” que lograría Menem en el ‘95.

En ese marco, a fines de 1994 se produjo un antecedente inmediato del conflicto estudiantil que estallaría en 1995. La SPU, en acuerdo con el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), definió la realización de un censo en las universidades con el argumento de obtener indicadores para mejorar la calidad de la enseñanza. Los centros de estudiantes de la UBA denunciaron que los datos serían utilizados para justificar la aprobación de la LES y lanzaron una campaña por el boicot al censo. Aunque terminó concretándose, apoyado en su carácter obligatorio, la resistencia que generó mostraba un crecimiento de la oposición a las políticas universitarias del menemismo entre los estudiantes.

Todos estos elementos tuvieron su influencia sobre la situación del movimiento estudiantil que en 1995 iniciaría un proceso de movilización masivo y sorpresivo.

1995: Los estudiantes contra la Ley de Educación Superior

En abril de 1995, dos hechos actuaron como detonantes de un conflicto que tendría luego un alcance imprevisto. El primero fue la toma de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y el segundo la toma de la mayoría de las Facultades de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).

La toma de Ciencias Exactas de la UBA tuvo como punto de partida el recorte del 2% del presupuesto de todos los organismos estatales implementado por el gobierno a partir del decreto 290/95 (Buchbinder y Marquina, 2008). El Consejo Superior de la UBA, pese a declararse en contra, aprobó que cada Facultad instrumentara cómo llevarlo adelante y en Ciencias Exactas se planteó la posibilidad de recortar cargos docentes de la Secretaría de Deportes y Extensión Universitaria. Frente a ello, una asamblea de unos 400 estudiantes resolvió la toma de la Facultad, que se prolongó durante dos días.

Resulta interesante comparar las distintas explicaciones que encontraron los actores involucrados en relación a esta toma. De un lado, una publicación oficial de la Facultad llevaba por título “Y tan sólo fue por un 2%”4 destacando la aparente desmesura de la medida en relación a la exigüidad del recorte previsto. Del otro lado, un volante de una de las agrupaciones que dirigió la toma se preguntaba “¿Por qué tomamos Exactas?” y contestaba: “Porque el gobierno quiere terminar con la Universidad pública y gratuita, como con tantos otros derechos del pueblo argentino”.5 De este modo, el recorte aparentemente menor en la Secretaría de Deportes fue percibido por un sector de los estudiantes como parte de una política de ajuste más general y como expresión de que algo mucho mayor se estaba poniendo en juego: el futuro de la universidad pública argentina. En el mismo sentido, los estudiantes incluyeron dentro del pliego de reclamos de la toma el repudio a la LES, cuyo tratamiento estaba previsto para las semanas siguientes. La proximidad de la elección presidencial del 14 de mayo en la que Menem podía resultar reelecto amplificaba la sensación de inminencia en relación a las definiciones que se venían.

Asimismo, cabe destacar que la medida constituía una novedad para el movimiento estudiantil en democracia. Si bien habían ocurrido tomas simbólicas de Facultades en distintos momentos desde 1983(Cristal, 2017a), ahora se llevaba adelante una toma efectiva en la que “la Facultad estaba ocupada por varios cientos de estudiantes que, disciplinadamente, se habían hecho cargo de la entrada y la seguridad del pabellón II”.6La toma efectiva generó preocupación en algunos docentes que la consideraron “una medida setentista”.7 De este modo, emergía desde el principio uno de los debates que atravesaría todo el conflicto, en relación a los métodos de lucha y al uso de la violencia. Este debate estaba teñido por la memoria de las décadas del ‘60 y ‘70, un pasado no tan reciente como en los ‘80, en el que la crítica a la violencia había actuado como una idea decisiva dentro del movimiento estudiantil porteño (Cristal, 2017b), pero aún bastante cercano. En cualquier caso, las tomas efectivas pronto se generalizarían. Una semana más tarde, y dos días antes de la primera sesión del Congreso que trataría la LES, se tomaron todas las facultades de la UNLP (Talamonti Calzetta, 2008). En otras universidades también comenzaron a darse manifestaciones.

Por otra parte, en esta primera etapa observamos cierto desborde a la conducción de Franja Morada sobre el movimiento estudiantil. Los radicales tenían un peso menor en Ciencias Exactas de la UBA, cuyo centro estaba conducido porel Movimiento Nacional Reformista (MNR) vinculado al socialismo. La segunda fuerza, que ganaría el centro a fines de ese año, era la Corriente Estudiantil Popular Antiimperialista (CEPA),ligada al maoísta Partido Comunista Revolucionario (PCR) y a la Corriente Clasista y Combativa (CCC). En ese marco, frente a la toma de esa Facultad, el presidente de la FUBA Fernando Moroni declaró que “tomar una facultad es una medida extrema, aunque estuvimos de acuerdo con los estudiantes de Exactas porque la cuestión allí excedía los reclamos de toda la Universidad. Sabemos que su decano en el año no hizo una administración eficaz”.8

Es decir que pese a la proyección que ya planteaban los estudiantes de Ciencias Exactas, la conducción de la FUBA consideraba esa toma aún como un caso excepcional. En La Plata, por su parte, “aunque la conducción de la FULP [Federación Universitaria de La Plata] (Franja Morada) propuso realizar una “toma simbólica” los delegados presionaron para que fuesen tomas efectivas” (TalamontiCalzetta,2008, p. 6). En suma, Franja Morada parece haber tenido que acomodarse a una situación que inicialmente no había impulsado pero que en pocas semanas crecería fuertemente.

A fines de abril, el conflicto alcanzó una amplitud nacional. La conducción de la FUA se sumó al proceso, potenciándolo al mismo tiempo, con la convocatoria a una Jornada Nacional de Protesta contra la LES con movilizaciones en 20 Universidades.9 En la UBA, el involucramiento de la FUBA llevó el conflicto a la mayoría de las Facultades. En ese momento, los estudiantes porteños llevaron a cabo otra medida novedosa: cortes de calles simultáneos en varias avenidas, con clases públicas y sentadas, aprovechando la dispersión geográfica de las unidades académicas y provocando un caos de tránsito en la Capital.10La Jornada concluyó con una movilización de miles de estudiantes. Cabe destacar que estas manifestaciones ocurrían a solo dos semanas de la elección presidencial del 14 de mayo, lo que a su vez amplificó su difusión.

En esta etapa fue cristalizando el programa estudiantil, a partir de una serie de puntos que condensaban los motivos del rechazo a la LES. En primer lugar, se cuestionaba que la Ley abría la posibilidad al arancelamiento de la Universidad (art. 59 inc.C).11 En segundo lugar, se rechazaba el avasallamiento de la autonomía universitaria a partir de la definición de contenidos mínimos por parte del Ministerio de Educación en las carreras de “interés general” (art. 43) y la creación de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU) con una composición que dejaba en minoría a los representantes de las universidades públicas (art. 44-47). En el mismo sentido, se objetaba la injerencia de entidades ajenas a las universidades (art. 56 y 60)y la ampliación de las posibilidades de intervención por parte del Ejecutivo (art. 30). En tercer lugar, se criticaban las nuevas normas de regularidad y la posibilidad de establecer restricciones al ingreso (art. 50). Todos estos artículos se percibían como violatorios de los principios de la Reforma Universitaria ligados a la gratuidad, la autonomía, el cogobierno y el ingreso irrestricto.

Al mismo tiempo, la LES era cuestionada como la aplicación concreta del neoliberalismo en la Universidad, cuyo motor estaba en los organismos internacionales de crédito. Como señalan Buchbinder y Marquina (2008, p. 65), la SPU efectivamente “contó con el apoyo ideológico, financiero y operativo del Banco Mundial, que financió mediante un crédito millonario la reforma”. Los préstamos de este organismo eran vistos como un chantaje que condicionaba el presupuesto universitario a la aprobación de reformas regresivas. De este modo, el movimiento estudiantil incorporó un componente antineoliberal a un programa apoyado centralmente en los principios reformistas.

A comienzos de mayo, en un momento complejo a partir de la intransigencia del menemismo en relación a modificar la Ley y a la proximidad de la elección presidencial, se desató la toma de la Universidad Nacional del Comahue (UNCo), donde los estudiantes tomaron las Facultades por dos semanas(Bonifacio, 2012). Con esta toma y los comicios del 14 de mayo se cerraba el segundo período del conflicto.

La reelección de Menem llevó el choque de los estudiantes con el gobierno a su punto más álgido. El 14 de mayo, el oficialismo ganó en primera vuelta con el 49% de los votos, frente al 28% del Frepaso y el 16%de la UCR, que realizaba la peor elección de su historia (Novaro, 2009). Aprovechando la fortaleza relativa que le otorgaba el triunfo, el menemismo decidió entonces acelerar la aprobación de la LES. Pero esta decisión, lejos de atenuar la resistencia estudiantil, la reforzó.

Frente al tratamiento de la Ley previsto para el 31 de mayo en la Cámara de Diputados, la FUA impulsó la toma de Universidades en todo el país la noche anterior. La medida fue contundente y de alcance nacional, con 23 de las 33 Universidades Nacionales tomadas por los estudiantes. En Capital se tomaron las trece facultades de la UBA.12 La medida también constituyó una novedad para el movimiento estudiantil de la posdictadura y dio cuenta de la capacidad de la FUA para movilizar nacionalmente a los estudiantes.

Al día siguiente, la FUA convocó a un “abrazo” al Congreso que fue cobrando una forma imprevista. Desde temprano distintos grupos de estudiantes, particularmente de la UNLP, bloquearon los accesos al Congreso impidiendo el ingreso de los diputados. El hecho sorprendió a varios cronistas:

Como si hubieran sido entrenados en el más sofisticado centro de seguridad del mundo, desde temprano los universitarios (…) fueron bloqueando los ocho accesos posibles al Congreso, incluidos puertas, entradas de automóviles, casas particulares y hasta un túnel, circunvalando el vallado policial.13

El bloqueo y la masiva movilización de miles de estudiantes presionaron a su vez sobre el bloque de diputados del radicalismo que decidió dejar sin quórum la sesión. En suma, el tratamiento de la LES debió postergarse, hecho que los estudiantes vivieron como un triunfo. A sólo dos semanas de la reelección de Menem, habían logrado frenar el tratamiento de su Ley Universitaria.14

No obstante, un amplio debate recorrió los medios de prensa los días posteriores en relación a los métodos de los estudiantes. El presidente Menem llegó a declarar que “fue una actitud antidemocrática, porque se impidió el funcionamiento de uno de los poderes del Estado. Yo la calificaría de sediciosa y de neto corte fascista (…) pretenden la violencia para crear algún tipo de mártir”.15

Por su parte, dirigentes de la oposición como Raúl Alfonsín o Carlos “Chacho” Álvarez también cuestionaron los medios empleados.16 De este modo, el debate sobre la violencia y las formas de lucha de los estudiantes cobraba una dimensión nacional. El movimiento estudiantil fue atravesado por estas discusiones de cara a la nueva sesión de la Cámara de Diputados convocada una semana más tarde. Mientras algunas asambleas en la UBA y la UNLP votaron a favor de un nuevo bloqueo, el presidente de la FUA declaraba que “concentraremos con clases públicas, actividades artísticas y una sentada que no perturbará el ingreso de los legisladores al recinto”.17

En cualquier caso, el gobierno mostró su voluntad de hacer valer el triunfo obtenido en las urnas y de aprobar la Ley a toda costa. Para ello, dispuso un impresionante dispositivo de seguridad con más de 500 policías que “blindó” el Congreso. La sesión esta vez logró el quórum necesario, incluso ante el retiro de las bancadas de la UCR y el Frepaso. En el marco de “la concentración estudiantil más concurrida de este tipo de los últimos años”,18 con 30.000 estudiantes rodeando el Parlamento y decenas de miles movilizados en todo el país, el menemismo logró finalmente dar media sanción a la LES con los votos del PJ, el MODIN, la UCeDé y algunos partidos provinciales.19La sensación agridulce de los estudiantes movilizados fue resumida por el titular de tapa de Página 12: “Fuego, pasión y lágrimas”.20

Efectivamente, con la aprobación en Diputados se cerraba un momento de definiciones en la medida en que el oficialismo contaba con una mayoría aún más holgada en el Senado para promulgarla LES. Pero el menemismo pagó un costo político alto para lograr su objetivo, conseguido en el marco de una movilización estudiantil masiva y sin llegar a acuerdos con prácticamente ningún sector de peso dentro de las universidades. Ocurrida menos de un mes después de la elección presidencial, la movilización estudiantil fue quizá la primera manifestación social importante tras la reelección de Menem y una expresión temprana del paulatino desgaste que sufriría el menemismo durante su segunda presidencia.21

Dos semanas después de la media sanción, se realizó otra multitudinaria marcha educativa que sostuvo los reclamos estudiantiles. No obstante, el movimiento estudiantil comenzó a adaptar su estrategia a la nueva etapa que se abría por delante, particularmente luego de la aprobación definitiva de la LES en el Senado el 20 de julio. En este sentido, la reunión del Congreso Nacional de Centros (CNC) de la FUA definió la orientación para el nuevo momento:“El CNC de la FUA resuelve como estrategia principal garantizar la no aplicabilidad de la ley en los hechos”22. Este enfoque implicaba trabajar desde múltiples ángulos para impedir o limitar los alcances de las reformas que propiciaba la LES dentro de las universidades.

En ese camino, las autoridades de la UBA pasaron a confluir de forma más clara con el movimiento estudiantil. En los meses previos, el rector Oscar Shuberoff había pendulado entre la oposición a la Ley y los intentos por negociar los términos finales de su aprobación. Frente al tratamiento en el Senado muchos rectores radicales buscaron acuerdos con el oficialismo que fueron criticados incluso por dirigentes de Franja Morada.23 Sin embargo, la intransigencia del Ejecutivo y la fuerte movilización estudiantil empujaron al Rectorado hacia una postura de mayor confrontación. De este modo, la UBA presentó un recurso de amparo que concluyó meses más tarde en el fallo del juez Ernesto Marinelli, que hizo lugar al pedido de inconstitucionalidad de varios artículos de la LES.24 Por este motivo, la UBA fue eximida de adecuar sus Estatutos a la nueva Ley, como pretendían los estudiantes.

Por otra parte, la aprobación de la LES abrió otro conflicto dentro de la UBA. Inmediatamente después de su promulgación, y amparado en su artículo 50, el decano de la Facultad de Medicina Luis Ferreira, menemista y opositor a Shuberoff, estableció el Curso Preuniversitario de Ingreso (CPI) en reemplazo del Ciclo Básico Común. Este hecho abrió un proceso de movilización específica dentro de la Facultad contra dicho curso de ingreso restrictivo y un conflicto legal entre el Rectorado de la UBA y la Facultad de Medicina que duraría varios años en relación a la validez del CPI.

En definitiva, con la aprobación de la LES, la protesta estudiantil no desapareció, sino que adoptó nuevas formas. El conflicto de 1995 abrió un ciclo de movilización universitaria que se prolongaría durante los años siguientes con el objetivo de limitar los alcances de la LES dentro de las Universidades.

Las elecciones de centros de estudiantes de 1995

Para finalizar, analizaremos las elecciones que se realizaron en los centros de estudiantes de la UBA a fines de 1995.Éstas dieron cuenta de la correlación de fuerzas entre las distintas agrupaciones dentro del movimiento estudiantil porteño y pusieron de manifiesto las percepciones políticas del conjunto de los estudiantes en un año signado por una fuerte conflictividad. Como muestran los resultados resumidos en las Tablas 1 y 2, los trece centros de la UBA quedaron en manos de fuerzas opositoras al menemismo, cuyas agrupaciones no lograron ganar ningún centro y alcanzaron poco más del 10% de los votos totales.

Franja Morada logró sostener una amplia mayoría, ganando 8 de los 13 centros y obteniendo casi la mitad de los votos totales. De este modo, hegemonizó la oposición al menemismo dentro de la UBA. En particular, se destacó el triunfo en Medicina donde desplazó a FUNAP, agrupación menemista alineada con el decano Ferreira. Franja Morada tenía una valoración critica de la situación interna de la UCR a la que veía en una aguda crisis y proponía “una renovación de la identidad partidaria” a partir de “recuperar el perfil opositor del radicalismo” y “llevar nuevamente al radicalismo a la calle junto al pueblo”.25 Por ello destacaban que el resultado en las elecciones de la UBA tuvo “mayor importancia que el de años anteriores ya que el 14 de mayo el radicalismo hizo la peor elección de toda su historia”.26 En este sentido, su triunfo dentro de la UBA favoreció el crecimiento de las corrientes dentro del radicalismo que planteaban una mayor confrontación con Menem. En función de estas cuestiones, y pese a haber sufrido cuestionamientos en ciertos momentos del conflicto, Beltrán (2013) afirma que “el año ‘95 fue un año de oro para la Franja porteña” (p. 338).

No obstante, otras agrupaciones también lograron avances y desplazaron a Franja Morada de la conducción de dos centros de estudiantes. Por un lado, el Frente Grande se consolidó como segunda fuerza revalidando su dirección en Filosofía y Letras y ganando a los radicales en Ciencias Sociales. Su posicionamiento como principal fuerza de oposición al menemismo a nivel nacional le permitió unir en torno a sí a diversas agrupaciones. Por ejemplo, en Ciencias Sociales el Frente Unidad incluyó a los sectores del socialismo expresados en la Unidad Socialista y a las agrupaciones independientes FICSO y El Mate. En segundo lugar, otra fuerza que logró un importante avance en 1995 fue la CEPA que ganó Ingeniería frente a Franja Morada y Ciencias Exactas ante el MNR. Era la primera vez desde los años ‘70 que una fuerza ligada a la izquierda revolucionaria ganaba centros de estudiantes en la UBA. La CEPA reivindicaba abiertamente las tomas, con las que consideraba que “grandes sectores del movimiento estudiantil, que venían acumulando mucha bronca, empezaron a ver la posibilidad de formas de lucha contundentes frente a la política contundente del gobierno”.27De este modo, expresaba la emergencia de un sector del estudiantado universitario con posiciones más combativas frente al menemismo. En forma más limitada, también otras fuerzas de izquierda crecieron en estos comicios.

En definitiva, en el marco de un amplio predominio de la oposición al menemismo entre los estudiantes, Franja Morada se consolidó en 1995 como principal fuerza estudiantil en la UBA. Pero a la vez, al calor del conflicto contra la LES, avanzaron también otras agrupaciones que pasarían a disputarle los centros de estudiantes al radicalismo.

 


 

Conclusiones

A modo de cierre, quisiéramos esbozar los aportes que la investigación sobre este conflicto estudiantil puede generar sobre los campos de estudio que señalamos en la introducción.

En primer lugar, en relación a la historia del movimiento estudiantil argentino se trata de un conflicto de suma relevancia que abrió un ciclo de protesta estudiantil frente a las políticas neoliberales hacia la universidad. El programa estudiantil se apoyó en los principios de la Reforma Universitaria y los vinculó aun diagnóstico sobre la situación de la Argentina, como señalaba el texto aprobado por unanimidad en la FUA que denunciaba que la LES tenía el “objetivo de adecuar la Universidad a un proyecto de país dependiente y excluyente” y que era parte de un “plan signado por los compromisos asumidos con la banca mundial”.28Otra de las particularidades del conflicto tuvo que ver con una serie de repertorios novedosos para el movimiento estudiantil en democracia. Las tomas efectivas de facultades, los cortes de calles simultáneos o el bloqueo al Congreso implicaron niveles de confrontación mayores en relación a los años precedentes y trajeron ecos de las movilizaciones estudiantiles de los años‘60 y ‘70. Por ello suscitaron un debate sobre los métodos y el uso de la violencia en distintos momentos del proceso. La masividad y el alcance nacional de la protesta estudiantil de 1995 permite ubicar a este conflicto dentro de los episodios destacados de la historia del movimiento estudiantil argentino del siglo XX.

En relación al segundo foco de interés, la historia de la universidad argentina en democracia, consideramos difícil entender sus características sin ponderar el peso de la movilización estudiantil en los ‘90, por ejemplo en el sostenimiento de la gratuidad de la educación superior pública. Cabe destacar que a comienzos de 1995 varios cronistas daban por sentado el pronto arancelamiento de las universidades, como manifestaba un suplemento de Clarín que afirmaba que “a pesar de los históricos reclamos de los estudiantes, el arancelamiento es casi una realidad”.29 Es indudable que la movilización estudiantil contribuyó a que esa realidad no se concretara e influyó sobre la fisonomía de la universidad argentina actual, que la distingue de otras universidades latinoamericanas. Argentina es hoy uno de los países con mayor peso relativo de los universitarios en la población de edad y a su vez donde la universidad pública sigue siendo más demandada, a diferencia de casos como el de Brasil (Mollis, 2008, p. 528).

Finalmente, en relación a la historia social y política argentina reciente, la movilización estudiantil se nutrió y a la vez potenció el ciclo de protesta social frente al menemismo que se había iniciado en 1993-94. La reelección de Menem implicó una suerte de impasse para el conflicto social en general y el hecho de que las movilizaciones estudiantiles se desarrollaran inmediatamente antes y después de los comicios presidenciales contribuyó a la continuidad de aquel ciclo, anticipando el paulatino desgaste del menemismo durante su segundo mandato. En paralelo, el conflicto estudiantil fortaleció a las fuerzas políticas opositoras. Dentro de un radicalismo en crisis, robusteció a los sectores internos que planteaban recuperar el perfil opositor del partido. También reforzó las posiciones del Frente Grande en la UBA. En este sentido, podría pensarse que el ‘95 actuó como mojón en el camino que llevaría a la constitución de la Alianza en 1997.Al mismo tiempo, el conflicto dio aire a agrupaciones de izquierda como la CEPA, que aportó un punto de apoyo dentro de la UBA a fuerzas como la CCC, con influencia creciente sobre la protesta social.

En definitiva, el conflicto estudiantil de 1995 tuvo múltiples proyecciones dentro y fuera de la universidad. En este artículo esbozamos algunas líneas de interpretación buscando contribuir a la producción de conocimiento en las diferentes áreas de estudio señaladas. Una profundización de las investigaciones sobre este proceso seguramente podrá aportar más elementos en el mismo sentido.

Notas

1. Trabajo recibido el 05/05/2018. Aceptado el 16/06/2018.
2. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires. Contacto: ycristal@yahoo.com
3. El “Santiagueñazo” fue un estallido social ocurrido en Santiago del Estero a fines de 1993 frente a la falta de pago de los salarios de los trabajadores estatales. Los manifestantes incendiaron las sedes de los tres poderes de la Provincia y las casas de funcionarios y políticos locales (Lobato y Suriano, 2005, pp. 142-143).
4. Cable Semanal. (10/04/1995).
5. ¿Por qué tomamos Exactas? (06/04/1995Volante de la Lista Unidad – CEPA..
6. Cable Semanal. (10/04/1995)
7. Cable Semanal. (10/04/1995).
8. Alto acatamiento en el primer día de paro docente universitario (07/04/1995). Clarín. p. 47.
9. Las quejas se escucharon en todo el país (28/04/1995). Clarín. p. 35.
10. Universitarios: protestas en la calle por la ley de Educación. (28/04/ 1995). Clarín, pp. 34-35.
11. Citamos aquí el articulado definitivo de la Ley de Educación Superior n°24.521. Boletín Oficial de la República Argentina, N°28.204, 10/08/1995, pp. 1-3.
12. Satisfacción estudiantil por la toma universitaria. (31/05/1995). La Nación; Facultades ocupadas para presionar al Parlamento. (31/05/1995). Página 12.
13. Franco, M. (01/06/1995). Diputados sucumbió ante una calibrada trama universitaria. La Nación.
14. Algunos medios reflejaron el clima de euforia estudiantil como el titular de tapa del DiarioCrónica: Ganaron los estudiantes. (01/06/1995).
15. El presidente se enojó con los estudiantes (02/06/1995). Clarín.
16. Chacho Álvarez: “Se equivocaron” (02/06/1995). Clarín.
17. Nueva movilización estudiantil (07/06/1995). La Nación.
18. Bruschtein, L. y Rodríguez, S. (08/06/1995) Al compás del arancel. Página 12.
19. En el marco de la marcha estudiantil también se manifestaron disidencias entre las agrupaciones estudiantiles. Muchas de ellas criticaron a Franja Morada por desplazarse al Ministerio de Educación mientras se trataba la Ley. Ante la polémica, la masiva columna estudiantil finalmente retornó a Congreso pero fue bloqueada por un grupo minoritario de estudiantes que expresaron cánticos contra la FUA. En el cierre de la jornada, grupos de estudiantes se enfrentaron a pedradas con la policía que desató una represión con detenidos y heridos. Graves incidentes frente al Congreso. (08/06/1995). Diario Popular.
20. Fuego, pasión y lágrimas. (08/06/1995). Página 12.
21. Visiblemente molesto por la dimensión de la protesta estudiantil, Menem continúo con sus declaraciones provocativas hacia los estudiantes afirmando que “son grupos de violencia (…) estamos volviendo a otras épocas y por eso yo vuelvo a pedir de los padres mayor control sobre sus hijos (…) si seguimos así va a haber muchas más Madres de Plaza de Mayo”. Son grupos de violencia. (17/06/1995). Página 12.
22. Conclusiones del Congreso Nacional de Centros de la FUA. 21-22/06/1995. También se lanzó allí una campaña de 800.000 firmas para pedir que se revocara la Ley.
23. Los estudiantes sienten que los rectores los dejaron solos. (07/07/1995). La Nación.
24. Fallo del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Contencioso Administrativo Federal Nro. 1. UBA contra Estado Nacional. 19/02/1996.
25. “Franja Morada y crisis partidaria”, 1er plenario general de 1995 de Franja Morada Capital Federal, 27/05/1995.
26. “Balance de las elecciones estudiantiles en la Universidad de Buenos Aires”, Franja Morada Capital Federal, 11/1995.
27. Entrevista con Santiago Slonimsqui. (Agosto-octubre 1995). Política y Teoría, (32), 73.
28. Conclusiones del Congreso Nacional de Centros de la FUA. 21-22/07/1995.
29. Tenewicki, I. (12/03/1995). Polémica en el claustro. ¿Seguirá siendo gratuita la universidad pública?.Clarín.

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