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Estudios - Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba

versão On-line ISSN 1852-1568

Estud. - Cent. Estud. Av., Univ. Nac. Córdoba  no.49 Córdoba jan. 2023

 

ARTICULOS ORIGINALES

Novedades y radicalidad de las «derechas alternativas» en el Uruguay reciente. El caso de Cabildo Abierto1
Novelties and radicalism of the uruguayan «alternative rights» in recent times. The case of Cabildo Abierto.

Gerardo Caetano2

Resumen
Existe todo un contexto global y regional que tiende a sustentar la noción de que el auge de las llamadas «nuevas derechas» o «derechas alternativas» constituye uno de los fenómenos más emblemáticos de nuestro tiempo. La interrogación acerca de cuán nuevos y cuán radicales son estos actores en crecimiento inesperado reaparece siempre para comparar similitudes y diferencias. Desde ese foco analítico, en el presente artículo se busca presentar e interpelar el caso de Cabildo Abierto, el partido/movimiento más novel y también el más desafiante que presenta la política uruguaya actual. Se analizan sus orígenes y antecedentes, los perfiles de su líder y de sus principales dirigentes, sus definiciones más salientes y algunos de sus desempeños relevantes a lo largo de su corta historia, desde su participación en el proceso electoral de 2019 hasta su inmediata integración en la coalición de gobierno liderada por el presidente Lacalle Pou desde marzo de 2020.
Palabras clave: Uruguay, Cabildo Abierto, nuevas derechas

Abstract
There is a whole global and regional context that tends to support the notion that the rise of the so-called «new right» or «alternative rights» constitutes one of the most emblematic phenomena of our time. The question regarding how new and how radical these unexpectedly growing players are always comes back in order to compare similarities and differences. From this analytical focus, this article seeks to present and challenge the case of Cabildo Abierto, the newest and also the most challenging party/ movement presented by current Uruguayan politics. Its origins and background are analyzed, the profiles of its leader and its main leaders, its most outstanding definitions and some of its relevant performances throughout its short history, from its participation in the 2019 electoral process to its immediate integration into the government coalition led by President Lacalle Pou since March 2020.
Key words: Uruguay, Cabildo Abierto, new right.


Introducción. Entre novedades y ultrismos

Existe todo un contexto global y regional que tiende a sustentar la noción de que el auge de estas llamadas «nuevas derechas» o «derechas alternativas» constituye el fenómeno más emblemático de estas dos primeras décadas largas del siglo XXI. Derrumbada la profecía de que la caída de la URSS y del «socialismo real» significaban la extinción paralela del continuo «derecha-izquierda» como clave útil de identificación política e ideológica (Huntington, 1996; Fukuyama, 1992; Bobbio, 1995),3 el escenario que emerge parece confirmar la resistencia de esa tensión de significaciones, pero al mismo tiempo la necesidad de agregar ejes relacionales nuevos que complementen su proyección contemporánea. Como han señalado numerosos autores (Beck, 2002; Cox, 1987; Inglehart-Norris, 2016; Rodrik, 2011; Sanahuja, 2017), a muchos de los procesos que ya marcaban este comienzo revuelto del siglo XXI (las transformaciones tal vez estructurales de la globalización, la crisis irresuelta del multilateralismo, la deslocalización de las economías, la sucesión de revoluciones científico técnicas con espacial impacto en los campos de la información y la comunicación, la erosión de la hegemonía occidental, el cuestionamiento incesante de las elites y del establishment, los cuestionamientos a la democracia liberal, la expansión de diferentes formas de autoritarismo, etc.) se le han sumado acontecimientos específicos (el atentado de las Torres Gemelas, la crisis internacional de 2008, los impactos de todo tipo de la pandemia o la invasión rusa a Ucrania, entre otros), que no han hecho sino confirmar la hondura de esta inflexión de época. Es ese telón de fondo tan variado e incierto el que enmarca la emergencia de estas derechas diferentes a las conocidas (Velazco, 2016),4 sobre las que llueven cada vez más los adjetivos nuevamente indispensables para narrar al menos parte de lo que ocurre: «neopatriotas», «alternativas», «autoritarias», «populistas», «posfascistas», etc. (Traverso, 2018; Mudde, 2007; Forti, 2021; Teitelbaum, 2020; Applebaum, 2021; Collotti, 1989; Finchelstein, 2019; Sanahuja y López Burian, 2020b; Stefanoni, 2021).

Parece cada vez más plausible que para una identificación analítica fértil, el estudio de estos actores requiere de su inscripción en claves relacionales e historizadas, aterrizadas en las coyunturas de época, sin definiciones esencialistas. Pero algunas referencias clásicas que ayudaban a «separar los tantos» en otros momentos, hoy se presentan muy desbordadas. La remisión a tópicos tradicionales como los viejos principios libertad-igualdad-fraternidad, la tensión Estado-mercado, la disputa por «significantes vacíos» como «pueblo» o «nación», los debates ideológicos más conocidos (referidos a socialismos, capitalismos, fascismos, conservadorismos, aún con «el atajo de los plurales») no bastan. Incluso con el agregado de los «asuntos» más contemporáneos y de sus disputas (los nuevos marcos de la confrontación social y política, la «guerra cultural» y sus emergentes «metapolíticos» (Teitelbaum, 2020; Dugin – Olavo de Carvalho, 2012),5 la «agenda postmaterialista» y sus referencias, el retorno de las claves geopolíticas como fundantes insoslayables de identidades, el medio ambiente, la diversidad, los feminismos, la xenofobia, la confrontación por los relatos de la historia y la memoria, la omnipresencia de la desconfianza, la «securitización», las actitudes ante lo religioso, el racismo, etc.), los observatorios del análisis y los puntos cardinales tienden a desfigurarse. (Finchelstein, 2015; 2021; Traverso, 2018; Forti, 2021; Gentile, 2019; Griffin, 2019; Stanley, 2019; Paxton, 2019; Devoto, 2022)6

La diversidad de casos que emerge de la comparación genera asimismo recelos significativos sobre la pertinencia de crear una macro categoría que pueda englobar con relativa comodidad todas las situaciones. Se trata además de actores que tradicionalmente han resistido su identificación a través de caracterizaciones establecidas, muy especialmente desde su rechazo casi que intrínseco a reconocerse y ubicarse en la tensión entre izquierdas y derechas. A ello se suma que los campos de investigación se han consolidado y extendido, lo que hace que el conocimiento de los procesos interpele de manera particular a la teoría, aun cuando se necesite como nunca de ella para delimitar límites y alcances, incluso para las simples descripciones. (Bertonha y Bohoslavsky, 2016; Bohoslavsky, Patto Sá y Boisard, 2019; Broquetas y Caetano, 2022)7

En América Latina en general y en el Cono Sur sudamericano en especial, los desafíos se multiplican. Al tiempo que en algunos casos los actores partidarios tradicionales se desploman como en Chile, dejando el campo abierto para la reaparición de discursos y propuestas que se creían superadas para siempre (nada menos que cierto retorno de nostalgias «pinochetistas»), en otros como en Argentina se resignifican los bloques ya establecidos aunque también con emergentes inesperados (como Javier Milei y Agustín Lage, aunque por cierto no son los únicos que podrían situarse en esta categoría de los nuevos ultrismos de derecha). Mientras tanto, en Brasil se abre una auténtica «Caja de Pandora» como la de Bolsonaro, en confrontación directa con el retorno de Lula, pero todo en el marco de esas fórmulas a menudo inverosímiles de un Brasil que sigue necesitando, para ser entendido, del discernimiento entre «coaliciones para ganar» y «para gobernar». (Cícero, 2022) Sin embargo, también estos fenómenos emergentes en el campo de las derechas de la región tienen ese sabor común de época que puede emparentar desde sus diferencias a figuras tan disímiles como José Antonio Kast, Javier Milei o Jair Bolsonaro, con Marine Le Pen, Viktor Orban o Santiago Abascal, con su red extendida de partidos, movimientos y hasta «Internacionales reaccionarias». (Sanahuja y López Burian, 2020a). En cualquier hipótesis, las preguntas acerca de cuán nuevas y cuán radicales son estas derechas en crecimiento inesperado reaparecen siempre como filtros conceptuales inevitables, para comparar similitudes y diferencias. (Forti, 2021)8

Precisamente es desde la indagatoria de esos perfiles tradicionales acerca de la evaluación de novedades y ultrismos que en el presente artículo se busca presentar e interpelar el caso de Cabildo Abierto, el partido/movimiento más novel y también el más desafiante que presenta la política uruguaya actual. Como investigación de un actor muy reciente, con su primer despliegue aun en curso, se buscará priorizar un abordaje que procure una descripción interpelante, sin conclusiones tajantes y con heurísticas abiertas. En cualquier caso, como se advertirá, el fenómeno de Cabildo Abierto y de su líder Guido Manini Ríos –más allá de las apariencias- no parece escapar a esa tensión tan uruguaya de los «vinos nuevos en odres viejos», de las «tradiciones innovadas», de los discursos elusivos pero finalmente radicados.9

Uruguay: el giro político de 2019 y sus sorpresas emergentes

Junto con otros colegas, el autor ha venido sosteniendo desde hace tiempo que «la democracia uruguaya está mutando, en sus tiempos y con sus pautas singulares,» en una correspondencia lenta pero firme con otros procesos similares que se dan de modo más acelerado y radical en América Latina. (Caetano y Selios, 2016; Caetano, Selios y Nieto, 2019) Dentro de esa mutación más gradual y todavía acotada, de todos modos resulta relevante el registro de un malestar hacia la política cuando este se da en un sistema tan institucionalista como el uruguayo. Y por cierto que si se hace una comparación con lo que ocurre en los países vecinos de la región, las intensidades y los formatos de ese proceso resultan diferentes, más amortiguados, pero efectivos. (Chasquetti, 2017) Como ha podido verse en el apartado anterior, la evaluación de los grados de novedad y de los niveles de ultrismo, precisamente, constituye uno de los tópicos insoslayables a la hora del análisis de la emergencia de estas «derechas alternativas».

En ese marco, durante el último proceso electoral 2019-2020 de Uruguay10 se han verificado varios fenómenos novedosos, los que podrían interpretarse como auténticos «cisnes negros» (Taleb, 2010), asociados además con actores ubicados en perfiles de derecha: protagonistas y procesos raros, de fuertes efectos disruptivos, difíciles de predecir. Este tipo de fenómenos han sido muy excepcionales en la historia política uruguaya. Citemos tres de entre los más destacados en este ciclo más reciente: la enigmática participación de un precandidato presidencial completamente outsider, el empresario Juan Sartori, en la interna de uno de los partidos históricos del país como es el P. Nacional;11 la postulación presidencial del empresario Edgardo Novick, candidato a la Intendencia de Montevideo en 2015 bajo el lema «Partido de la Concertación», fundador luego de un nuevo «Partido de la Gente», con fuertes perfiles de derecha «populista» y antipolítica;12 y de manera muy especial, el ingreso meteórico a la política electoral de quien ocupara hasta marzo del 2019 la comandancia en jefe del ejército, Guido Manini Ríos, cesado luego por el gobierno de Tabaré Vázquez e investido casi inmediatamente como precandidato presidencial por un partido derechista y de perfil militar denominado Cabildo Abierto.13

Si se hace un balance macro de los resultados electorales hasta el 27 de octubre, cuando se celebraron las elecciones legislativas y la primera vuelta presidencial con participación de todos los partidos, tres fueron las señales fundamentales que emergieron: el descenso en la adhesión al oficialista Frente Amplio y la obtención de predominio parlamentario por parte de los partidos de oposición; la derrota por muy escaso margen de la reforma constitucional «Vivir sin miedo»; y especialmente, la emergencia exitosa de un nuevo actor partidario de derecha y referencia militar, rápidamente naturalizado como socio cogobernante por blancos y colorados, focalizados en forma casi excluyente en sacar del gobierno al oficialismo progresista de los últimos tres lustros.

El Frente Amplio, «partido de coalición» que gobernó los últimos tres períodos de gobierno (2005-2020) con mayorías legislativas propias, votó en la primera vuelta bastante por debajo de sus expectativas: perdió en esta instancia casi nueve puntos porcentuales respecto al registro obtenido en primera vuelta en 2014, lo que se tradujo en dos senadores y ocho diputados menos. En particular, se efectivizó una importante fuga de su electorado en el interior urbano del país, cuyo respaldo fue decisivo en el triunfo del FA en aquella instancia. (Caetano y Selios, 2015) Este último bajón clave tuvo que ver con muchos factores: una fórmula presidencial muy montevideana,14 la falta de respuestas a un estancamiento de la economía que impactó con mucha fuerza en sectores de pequeños y medianos productores agropecuarios, el peso evidente del factor inseguridad (la reforma tuvo una muy alta adhesión en todo el interior, en especial en los departamentos de la frontera con Brasil), entre otros.

Contra lo que algunos analistas observaban, este último tema de la seguridad «movió efectivamente la aguja» de la competencia electoral y lo hizo incluso más allá de los liderazgos. Como se señaló, la reforma «Vivir sin miedo»,15 a pesar de que no fue aprobada, fue apoyada por casi el 47 por ciento de los uruguayos sin que hubiera respaldos directos de los principales líderes: ningún candidato presidencial respaldó la iniciativa, ni siquiera el líder de Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos, que había centrado su campaña en las temáticas de la seguridad con el lema «Se acabó el recreo». Sin embargo, los estudios realizados coinciden en que hubo una fuerte correlación entre el voto de blancos, colorados y cabildantes con un apoyo abrumador a la reforma dentro de su electorado. Mientras tanto, el apoyo a la misma por parte de los frentistas fue escaso, en el entorno del 10%. Eso significa que el factor seguridad resultó un catalizador de voto decisivo a favor de la oposición, en particular en el interior del país.16 Por su parte, el que los tiempos económicos no hayan calzado con los tiempos políticos, más allá de la estabilidad uruguaya que resaltaba en comparación con otros países de la región, también impactó en el voto del interior del país. Aunque parecía evidente que el FA se jugaba buena parte de la elección en el interior, su estrategia electoral no pareció advertirlo de manera suficiente.

El Partido Nacional, principal retador del FA con la candidatura presidencial de Luis Lacalle Pou, no hizo una gran elección: bajó más de un punto porcentual respecto a 2014, aunque consolidó exitosamente la estrategia electoral de su candidato. Desde el comienzo él sostuvo que el PN aspiraba a ser quien encabezara una «coalición multicolor», que en la campaña incluso incorporó a Cabildo Abierto y al Partido de la Gente, junto con sus interlocutores clásicos, el P. Colorado y el P. Independiente. En términos electorales y, hasta ahora al menos, en términos de coalición de gobierno, esa ha sido sin duda una estrategia exitosa. Sin embargo, en clave de formación efectiva de un gobierno cohesionado y no fuertemente orientado a la derecha, desde una estrategia que priorizó la pelea por ganar la segunda vuelta del 24 de noviembre así como la obtención de mayorías parlamentarias sin pactar con el FA, resultó una apuesta riesgosa. Se ha naturalizado la aceptación en la futura coalición de gobierno de un partido con posiciones extremistas de derecha como CA. Sobre este punto, desde los sectores mayoritarios del P.N. no hubo en ningún momento siquiera un amago de reticencias al respecto. Por su parte, las advertencias señaladas en campaña por el candidato presidencial colorado Ernesto Talvi («de CA me separa un océano de distancia») o del líder del PI, Pablo Mieres (que incluso llegó a afirmar que no integraría una alianza de la que formara parte CA) quedaron rápidamente en segundo lugar, frente a la «realidad» de los resultados. Como es sabido, durante décadas en Europa, la derecha, la centro-derecha y el centro han mantenido en varios países un pacto tácito (un «cordón sanitario») con la centro izquierda y la izquierda, respecto a que con los sectores más ultristas de la derecha no se pactaba nada en términos de cogobierno, postura que ha venido erosionándose en el último tiempo en varios países europeos. En el democrático Uruguay, la naturalización de ese paso tan riesgoso ha sido sorprendentemente rápida e incondicionada.

Pero en términos de las novedades que arroja este ciclo, como ya se ha señalado, la más relevante fue que por primera vez un partido completamente nuevo, nacido de manera formal entre enero y marzo del año electoral, que absorbió a la derecha más radical de los partidos tradicionales, a la «familia militar» y a diversos núcleos de reacción antifrentista, obtuvo un resultado muy exitoso. Los estudios realizados hasta el momento indican que también entre los votantes «cabildantes» (que alcanzaron casi el 11% de los votos válidos, poco más de 260.000 votos, apenas 0,5% atrás del tradicional P. C.) se incorporaron sectores populares que antes habían votado al expresidente frenteamplista José Mujica, en respuesta a una lógica de convocatoria de perfil popular. En este caso, además, como ha ocurrido en otras experiencias en América Latina y en Europa, la promoción del «liderazgo carismático» de Manini Ríos se correspondió con la propuesta de una «arcadia regresiva»: el retorno de la autoridad y del orden frente a la inseguridad; de la «normalidad natural» en la relación entre los géneros, desvirtuada por lo que las autoridades del novel partido han llamado «ideología de género»; el fin del «relajo» económico y social y del «recreo para el malandraje»; la afirmación de la honestidad frente a la corrupción; la reivindicación de las Fuerzas Armadas como un actor atacado y fundamental; la reivindicación de un fuerte nacionalismo frente a los «piones de los imperios» de turno; etc.

Desde una pauta discursiva deliberadamente buscada y enfatizada, en su primera experiencia electoral, Cabildo Abierto fue en cierto modo el partido más exitoso de la campaña: si se toma el escrutinio de las elecciones en primera vuelta, se observa que su crecimiento ha coincidido con la caída de los votantes del FA pero también con la de los dos partidos tradicionales, que bajaron sus sufragios respecto al mismo registro de la primera vuelta de 2014: el PN perdió más de 30.000 votos (dos diputados menos), mientras que el PC votó prácticamente igual que hace cinco años (3.600 sufragios menos pero con igual representación parlamentaria). En perspectiva histórica, ambos partidos no recuperan la fuerza de sus convocatorias de antaño, con una situación especialmente difícil en el PC.

Por muchas razones, los dos partidos tradicionales deberían mirar con inquietud el fenómeno exitoso de Cabildo Abierto y de Manini Ríos. Sin embargo, su obsesión y su máximo objetivo han estado centrados en sacar al FA del gobierno. Para ello, como pudo confirmarse en la muy pareja elección en segunda vuelta del 24 de noviembre, necesitaban de todos, muy especialmente de los votos de la ultraderecha.17 Como se ha visto desde entonces, también requerían del apoyo de los legisladores de Cabildo Abierto para asegurar mayorías parlamentarias estables para la «Coalición Multicolor». Debe decirse que, al menos durante la primera mitad del mandato de Lacalle Pou, las disidencias dentro de la coalición se han mantenido relativamente bajo control.18

Orígenes y perfiles dentro de las filas «cabildantes»

CA no nació por generación espontánea. En primer lugar, como ha señalado Magdalena Broquetas (Broquetas, 2022), su emergencia tuvo que ver en forma directa con las reacciones generadas entre militares retirados y civiles vinculados a la dictadura, ante la apertura de procesos judiciales a partir de 2005 contra responsables del terrorismo de Estado y el despliegue de políticas de memoria en relación al pasado traumático del pasado dictatorial. Acontecimientos como el surgimiento del Foro Libertad y Concordia entre fines de 2010 y comienzos del 2011,19 el despliegue de iniciativas para recaudar fondos para la defensa de los militares y civiles sometidos a la justicia, la organización de diversos sitios web, medios digitales y grupos vinculados con la promoción de sus ideas ante la opinión pública y en las redes sociales (del tipo de Uruguay Militaria),20 el vínculo creciente con organizaciones y redes internacionales de ultraderecha como la Unión de ORGANIZACIONES Democráticas de América (UnoAmérica),21 constituyen antecedentes estrechamente vinculados con el surgimiento de CA. Todas estas iniciativas se asociaron con la acción pública de connotadas figuras vinculadas con la dictadura que desde el principio revistaron en posturas de liderazgo en filas cabildantes.22 La sucesión por más de una década de estos episodios preparó el camino primero para la fundación del Partido Movimiento Social Artiguista en diciembre del 2018,23 antecedente directo de la creación formal de Cabildo Abierto, que data de febrero de 2019. A pesar de que su fundador oficial fue quien hasta poco antes había sido escribano de gobierno por casi tres décadas,24 en la mayoría de esas iniciativas ya bastante antes de su destitución sonó fuerte el nombre del general Guido Manini Ríos, que sería el candidato presidencial y líder del novel partido.

Como ya se ha señalado, Manini Ríos fue quien entre febrero de 2015 y hasta marzo de 2019 ocupó el cargo de comandante en jefe del Ejército durante dos gobiernos del FA, elegido por un ministro de Defensa que había sido nada menos que uno de los principales dirigentes tupamaros, Eleuterio Fernández Huidobro (1942-2016). Entre las preguntas que no han tenido respuestas convincentes hasta ahora está la de por qué Fernández Huidobro continuó siendo ministro de Defensa en el cambio de las presidencias de Mujica y de Vázquez en 2015 cuando su situación política no parecía en modo alguno ameritarlo: su sector político (la CAP-L) se había quebrado, lo que había quedado del grupo había votado muy mal en las elecciones de 2014, él mismo tenía duros enfrentamientos personales con las organizaciones de derechos humanos, a la par que generaba fuertes rechazos en la mayoría de los otros sectores del FA. Existen pistas razonables para suponer al menos quiénes lo pedían entonces y quienes lo siguieron respaldando hasta el final.25

El principal legado de la política militar impulsada por Fernández Huidobro durante su pasaje por el Ministerio de Defensa (entre julio de 2011 y agosto de 2016, cuando murió) fue precisamente la proyección militar y política de Guido Manini Ríos, que en sus casi cinco años como comandante violó normas constitucionales e institucionales, con permanentes pronunciamientos de corte político por los que fue sancionado recién al final.26 También fue ese protagonismo inédito en un oficial de su rango lo que lo convirtió en el primer caudillo militar luego del final de la dictadura. Esos desbordes fueron consentidos reiteradamente hasta que el presidente Vázquez lo cesó finalmente en marzo de 2019, como se señalara, luego de una crítica virulenta al Poder Judicial y de haber entorpecido el pasaje a la Justicia de la confesión de connotados represores de los tiempos de la dictadura ante un «tribunal de honor» al que habían sido sometidos.27

En marzo del 2019 Manini Ríos se iba del ejército en el momento justo, victimizado además y como caudillo corporativo de una institución que durante las últimas décadas, con un interregno breve durante el primer gobierno de Tabaré Vázquez,28 no solo no se democratizó sino que cada vez más confirmó como cuerpo la convicción de haber sido perjudicada, en particular pero no únicamente durante los gobiernos progresistas.29 Manini Ríos respondió a su destitución con una dura comunicación contra el gobierno utilizando los canales oficiales de la comandancia, en una actitud también inédita por la que tampoco fue sancionado. Muy pocos días después aceptaba en conferencia pública la candidatura presidencial por el recién formado Cabildo Abierto.30

La emergencia política de un caudillo militar: la agenda de Cabildo y su naturalización en el sistema político

Del relato del pasaje inicial a la política partidaria de Guido Manini Ríos al frente de Cabildo Abierto parece emerger una jugada perfecta, en la que por cierto no resulta descabellado especular sobre que tuvo socios –directos e indirectos, tal vez hasta dentro del gobierno bajo el que había cumplido su labor como comandante- y que nada respondió a una casualidad inesperada. Ya como candidato oficial del novel partido, Manini Ríos, como por lo general hacen las ultraderechas contemporáneas, si bien no fue tan estentóreo como Bolsonaro o como los dirigentes de Vox en España, no se limitó mucho a moderar sus flancos más controversiales. En su discurso de campaña en 2019 no matizó sus ideas más extremistas, aunque reiteró el estilo clásico de negarse a aceptar su ubicación ideológica entre derechas e izquierdas, advirtiendo sin embargo que lo que sí podía asegurar era que en ningún campo su postura era «centrista».

No ocultó en sus listas la presencia de figuras denunciadas por su asociación con prácticas de terrorismo de Estado; no escondió tampoco sus visiones por lo menos complacientes sobre la dictadura civil militar, como tampoco a muchos integrantes de la Juventud Uruguaya de Pie (JUP), organización juvenil de extrema derecha acusada de vínculos con grupos paramilitares en los años 60 y 70, muchos de cuyos ex miembros integran también las listas de CA. (Bucheli, 2019)31 Su figura y su partido han sido un imán para la incorporación de jóvenes extremistas filonazis, denunciados por la prensa.32 Cuando en diversos testimonios ha respondido sobre su pasado, Manini Ríos ha relatado orgulloso que definió su vocación militar nada menos que en 1972,33 saltando luego sobre el período de la dictadura hasta el momento de la transición. Cuando se le ha preguntado sobre qué pasó con él y con muchos de sus amigos y adherentes entre 1973 y 1985, ha eludido por lo general las respuestas claras o ha respondido en forma sorprendente.34 Asimismo, tanto antes como después de las elecciones, varios de los integrantes de CA –algunos ya como legisladores electoshan desplegado innumerables pronunciamientos públicos de neto perfil ultraderechista, que han generado varios escándalos y debates pero que finalmente han podido ser «gestionados» por la prensa y la conducción de CA.35

Como se señalara, la designación de Manini Ríos primero como general en 2011 y luego como comandante del ejército en 2015,36 parece solo poder explicarse desde la lógica de la clásica concepción del «encuentro de los combatientes», ese extraño vínculo que acercó -tal vez todavía acerca- al MLN y a los militares más nacionalistas y duros de la dictadura, muchos de ellos integrantes de la logia «Tenientes de Artigas» antes referida. El caudillo militar Guido Manini Ríos, portador como se ha visto de un apellido significativo en la historia de las derechas uruguayas,37 luego devenido en forma acelerada en exitoso dirigente político, nació en suma como expresión de una política militar al menos «peligrosa», identificada con la acción de Fernández Huidobro e implementada durante buena parte de la presidencia de Mujica y del segundo mandato de Vázquez. Fue allí que realmente empezó su acumulación política que finalmente se confirmó en el terreno electoral en octubre de 2019.38

El líder de CA capturó en la campaña electoral adhesión desde muchos perfiles atractivos para posturas de ultraderecha: ha atacado de manera permanente a la justicia, en especial en sus acciones contra los represores de la dictadura, a quienes ha defendido en forma monolítica; a pesar de que respalda en términos muy generales a la economía de mercado, dista de ser un liberal clásico en lo económico y ha marcado perfilamientos frecuentes respecto a la línea dominante en el equipo económico del gobierno de Lacalle Pou, de neto cariz liberal;39 es un católico bastante militante en sus posiciones, que manifiesta sensibilidad social y llegada popular, desde una referencia militar inexcusable; está duramente enfrentado con lo que él llama «ideología de género», así como con otros temas de la nueva agenda de derechos; es un claro «neopatriota» de estos tiempos, está contra la «globalización liberal», invoca vagas expresiones antiimperialistas y hasta habla de oligarquía.40

Todo eso es muy típico de algunas de las propuestas de ultraderecha nacidas en las cúpulas castrenses de América Latina en tiempos recientes. Y algunas de las preguntas que parecen emerger –entre otras- pueden ser las siguientes: todo este fenómeno novedoso y que marca la gran diferencia de la coyuntura, este nuevo partido que tiene la llave de las mayorías parlamentarias y de parte del rumbo del gobierno de la «Coalición Multicolor», ¿resulta tan previsible hacia el futuro? ¿Genera garantías en términos de acuerdo de régimen? ¿Resulta prudente «naturalizar» su incorporación dentro de todo gobierno alternativo frente al progresismo frenteamplista, tanto para hoy como para el futuro cercano?

Como se recordaba, el candidato colorado Ernesto Talvi planteó en su momento que lo separaba «un océano» de Cabildo Abierto y de su candidato, pero terminó diciendo que había que aceptar las «realidades». ¿Y las «realidades» cuáles fueron y hasta hoy siguen siendo? Que una coalición de gobierno de blancos y colorados que también integra a CA, constituye una alternativa que en forma evidente giró a la derecha y que ha tenido que negociar posturas muy controversiales en temas sensibles.

El ahora presidente Luis Lacalle Pou hizo un movimiento centrista en el programa de su sector denominado «Todos» dentro del P. Nacional,41 pero luego, en la campaña electoral y en especial durante su gobierno, ha girado en una dirección más cercana al «liberal conservadorismo», ideología tradicional del herrerismo. (Caetano, 2021) Se lo vea desde donde se lo vea, la incorporación de Cabildo Abierto a la nueva coalición gobernante que asumió a partir del 1º de marzo de 2020 no ha resultado inocua.

Se ha dicho y es bien cierto que todos los partidos y las posturas tienen derecho a someterse a la voluntad del soberano. El poder que ha obtenido Cabildo Abierto y su líder Manini Ríos proviene en definitiva de la voluntad popular. Pero sus posiciones en varios temas, su negativa a repudiar la dictadura civil militar, su actitud probada de resistencia a aceptar verdad y justicia frente a las consecuencias del terrorismo de Estado, las señales provenientes de varias de las figuras que integraron sus listas, muchas de sus acciones por lo menos al filo del respeto al marco legal vigente, configuran un posicionamiento general orientado en una perspectiva de ultraderecha, en especial para los cánones uruguayos que se han reseñado. Por cierto que los formatos de la «democracia de partidos» uruguaya, las restricciones de la interacción con los otros partidos de la coalición de gobierno, su inscripción dentro de los poderes públicos de una democracia sólida, han amortiguado en la práctica varias de las aristas más controversiales de la acción de Cabildo, en particular desde 2020 en adelante. Sin embargo, a menudo resurgen prácticas e ideas que reinstalan las dudas acerca de la plenitud de sus convicciones democráticas. Todavía se recuerda el video que Manini Ríos dirigió a los efectivos militares en actividad solicitándoles su voto y atacando al FA, que coincidió con graves declaraciones del Centro Militar de fuerte tono agraviante y otros episodios similares, pocos días antes de la segunda vuelta del 24 de noviembre.42 A ello se han sumado múltiples situaciones provenientes de la acción de algunos de los militantes cabildantes que han ocupado y ocupan posiciones de poder en el actual gobierno.43 Esos perfiles ultristas de sus ideas y de la acción de varios militantes del novel partido todavía generan especulaciones diversas, más allá de la «naturalización» que provoca su presencia cotidiana en los medios y en la acción política pública.

En cuanto a los votantes de Cabildo Abierto, cabe todavía profundizar y matizar las consideraciones, ya que el tema recién comienza a estudiarse a fondo. (Moraes y Pérez Bentancur, 2021; Monestier, Noccetto y Rosemblatt, 2021; Cardarello y Freigedo, 2021) A primera vista no hay que equivocarse: como suele ocurrir con estos fenómenos de derechas alternativas, entre los votos cabildantes de 2019 resulta plausible identificar a franjas considerables pertenecientes a sectores populares, incluso exvotantes del expresidente José Mujica, que en primer lugar están viendo en Manini un liderazgo carismático que les da respuestas a reclamos inmediatos, sobre todo en temas acuciantes de seguridad. Pero también ese electorado está expresando que Uruguay, tal vez de una manera más gradual que en otros países de América Latina y de Europa, está procesando en su sociedad un giro hacia visiones más críticas sobre el funcionamiento de la democracia y sobre los partidos políticos. Esto ocurre en forma simultánea al crecimiento del prestigio de las Fuerzas Armadas y a un corrimiento general de la opinión pública hacia posiciones más a la derecha, así como una erosión en el recelo tradicional hacia posturas militaristas y de «ultraderecha». Todo ello emerge en medio de un incipiente pero efectivo clima de «guerra cultural», con el foco enemigo del progresismo y la reiterada invocación a la «dictadura de lo políticamente correcto». Quien ha venido a expresar, en parte, esa nueva sensibilidad como un auténtico «cisne negro», con posiciones a menudo ultristas de sus militantes y dirigentes, ha sido precisamente Cabildo Abierto.

Algunas pistas hacia un futuro con incertidumbres.

Pese a su vieja «vocación isleña», alimentada desde adentro y desde afuera, el Uruguay no es una isla dentro del contexto político e ideológico del continente. En muchos aspectos puede seguir refiriendo claves de singularidad en América Latina, como suelen destacar a menudo muchos medios internacionales, sobre todo en tiempos electorales.44 Sin embargo, esa matriz tradicional del «liberalismo conservador» que, aun con ambigüedades, acepta desde el campo de las derechas el acuerdo de régimen sobre la democracia, puede resultar desafiada más de lo que se supone en los próximos años. Parece por lo menos imprudente descartar de plano esa tentación contemporánea y sus disponibilidades autoritarias como un rumbo posible para el Uruguay que viene.

Con el poder fáctico que todavía le otorgan sus vínculos y canales de comunicación directos con el ejército como institución,45 con complicidades y atractivos reforzados en relación a varias franjas del electorado uruguayo, desde una visión bastante laxa en relación a su integración en la coalición alternativa de gobierno y con un líder de nuevo tipo, inteligente, astuto y con claro sentido estratégico,46 Cabildo Abierto puede constituirse en una inflexión diferente en la historia larga de las derechas uruguayas. La apuesta a su progresiva «disolución», dentro de la coalición de gobierno y en el juego sistémico de una «democracia de partidos» resistente, no parece tan evidente. Aunque el liderazgo partidario de un caudillo militar no es novedoso en la política uruguaya, aunque muchas de sus acciones e ideas reconocen antecedentes relativos en experiencias históricas como el ruralismo de Benito Nardone, el herrerismo más de derecha o el pachequismo,47 tal vez sea el contexto internacional e histórico en el que se produce lo que otorga más novedad y potencialidad disruptiva al fenómeno de Cabildo Abierto.

De todos modos, si blancos y colorados (que sin duda han perdido parte de sus derechas tradicionales con la emergencia de este nuevo actor) no advierten que su arraigo en la sociedad uruguaya sigue en entredicho, ciertas hipótesis de conflicto no resultan desechables sin más. Si tras el triunfo obtenido y largamente anhelado, los partidos tradicionales toman el atajo de que «con el Frente Amplio nada» pero con CA «todo bien», situaciones como la profundización de una «grieta» «a la argentina» o escenarios de cierta inestabilidad institucional son al menos hipótesis que no pueden descartarse a priori. Tal vez ese tipo de estrategia «naturalizadora» y sistémica sirva para ganar elecciones en el corto plazo pero a la larga puede complicar a cualquier gobierno.

Como se ha demostrado en la llamada «era progresista», existen transformaciones de signo básicamente democrático que el Uruguay necesita y que el Frente Amplio solo no pudo hacer. Pero es igualmente cierto que los partidos tradicionales uruguayos deben entender que contra el FA o sin el FA, con todo lo que ello significa, hay objetivos que tampoco son posibles. Y la consolidación democrática en tiempos de tormenta es uno de ellos. Mucho más si la «confusión democrática» tiende a predominar en la perspectiva de los dos grandes bloques de la política uruguaya –algunos dirigentes progresistas han incluso planteado que algo similar puede ocurrir en caso de un próximo gobierno liderado por el FA pero que no tenga mayorías legislativas propias- y al mismo tiempo, termina de «naturalizarse» el abrazo de blancos y colorados con esta nueva derecha uruguaya que, como vimos, resulta tan inédita como tradicional y tiene perfiles ultristas en su ideopraxis.

Notas

1 Trabajo recibido: 5-9-2022. Aceptado: 2-11-2022.
2 Profesor titular y coordinador del Observatorio Político del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de la República, Uruguay. Contacto: gcaetano50@gmail.com
3 En aquel contexto de fines del siglo XX, la noción de que lo que Fernando Savater definió entonces como la emergencia de «un pragmatismo político universal» que venía a superar definitivamente la vieja díada izquierdas/derechas, se expandió en especial por todo Occidente.
4 Resulta relevante el discernimiento entre estas nuevas derechas alternativas y los grupos más radicales de las derechas ultraliberales anteriores. A propósito de cómo el trumpismo no debe ser visto como la continuación o el simple corolario del llamado movimiento «neocon» de las últimas décadas en los EEUU, resulta esclarecedora la lectura de Velazco, Jesús, La derecha radical en el Partido Republicano. De Reagan a Trump.
5 Es este un punto especialmente interesante en la emergencia de estos movimientos de derecha contemporánea. Desde una lectura a menudo pedestre de Gramsci, este foco de reflexión y acción constituye un aspecto muy frecuente en sus manifestaciones, con referentes filosóficos como Alexander Dugin, Olavo de Carvalho o Steve Bannon cumpliendo un papel central.
6 Una de las situaciones que ponen en evidencia esto es el debate a propósito de la pertinencia o no del concepto de fascismo o afines para remitir a estas derechas. En EEUU este debate ha sido especialmente fuerte, a propósito de la caracterización del trumpismo. Sobre distintas posturas en torno a esta controversia se pueden consultar trabajos como los referidos en el texto.
7 En lo que refiere a la conformación de este campo de estudio en América Latina, debe resaltarse la importancia de los talleres de discusión sobre las derechas en el Cono Sur, organizados desde el año 2010 en la Universidad Nacional General Sarmiento y la Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires, así como los coloquios «Pensar las derechas en América Latina», realizados periódicamente cada dos años desde 2014. Las actas completas de los talleres y los coloquios pueden consultarse en el blog Derechal@gos: https:// derechalogos.hypotheses.org/coloquios-pensar-las-derechas.
8 Un punto en debate emerge a propósito de cuánto aplican estas categorías en relación a actores y procesos que se despliegan fuera de occidente. Por ejemplo, en su texto ya citado, Extrema derecha 2.0. Qué es y cómo combatirla, Forti señala que a su juicio «los gobiernos y los movimientos políticos liderados por Duterte en Filipinas, Modi en India o Erdogan en Turquía» son diferentes, pues constituyen «experiencias fruto de culturas y contextos políticos muy distintos de los occidentales (…) y responden más bien a la ola autoritaria global». Disponible en Steven Forti, ¿Qué es la extrema derecha 2.0? http://lalibertaddepluma.org/steven-forti-que- es-la-extrema-derecha-2-0/ Asimismo, los análisis en torno a la interpelación sobre cuán nuevas y radicales son estas derechas emergentes ha dado lugar también a un profusa bibliografía, que se cita en forma muy parcial por motivos de espacio.
9 Las dos metáforas entrecomilladas pertenecen a José Pedro Barrán y Benjamín Nahum, en diversos textos de su prolífica obra, aludiendo en clave metafórica a tendencias de «larga duración» de la historia uruguaya.
10 En el mismo se sucedieron: las elecciones internas (30 de junio), las parlamentarias y primera vuelta presidencial (27 de octubre) y la segunda vuelta presidencial (24 de noviembre), así como las elecciones departamentales y municipales que finalmente tuvieron lugar el domingo 27 de setiembre de 2020, luego de ser postergadas por los efectos de la pandemia. Por los resultados finales cfr. https://bancodedatos-fcs.shinyapps.io/appPolitica
11 Desconocido hasta el año 2019 por la enorme mayoría de los uruguayos, sin haber votado nunca ni haber demostrado inclinación política, Juan Sartori (1981) desplegó en forma muy temprana (incumpliendo incluso la ley electoral que determina los tiempos de campaña) una profusa y costosa propaganda en los medios de comunicación. En las elecciones internas del 30 de junio obtuvo el segundo lugar dentro del P. Nacional, por encima de un dirigente tradicional como Jorge Larrañaga. Las razones de su candidatura y su éxito relativo siguen siendo un misterio. Su actuación como senador a partir del 15 de febrero de 2022 no ha despejado estas dudas: ha estado más ausente que presente en su banca e incluso ha tenido problemas con la declaración de los bienes de su familia, en especial de su esposa, hija de un acaudalado millonario ruso.
12 Edgardo Novick (1956), uno de los más importantes empresarios del medio uruguayo, fue candidato a Intendente de Montevideo por el lema «Partido de la Concertación», creado en 2014 para esa instancia electoral por los partidos Blanco y Colorado junto a ciudadanos independientes, con el fin de derrotar al gobernante Frente Amplio. En las
elecciones del 10 de mayo de 2015 fue el segundo candidato más votado luego del electo Intendente frenteamplista Daniel Martínez. Tras esa buena votación continuó actuando en política, constituyendo formalmente el 7 de noviembre de 2016 el llamado «Partido de la Gente». Desde entonces realizó una costosa propaganda política, recibió la adhesión de legisladores electos bajo los partidos Blanco y Colorado y de ciertas figuras reconocidas en el ambiente político. Reconocido admirador de Jair Bolsonaro, cuyo triunfo electoral celebró, se desinfló políticamente en 2019. En las elecciones parlamentarias del 27 de octubre obtuvo solo un diputado, el que incluso rápidamente se autonomizó, lo que impulsó a Novick a anunciar su retiro definitivo de la política en 2021.
13 El general Guido Manini Ríos (1958) fue comandante en Jefe del Ejército desde el 1º de febrero de 2015 (designado a instancias del entonces Ministro de Defensa Eleuterio Fernández Huidobro, en los días finales del gobierno de José Mujica) hasta el 12 de marzo de 2019, día en el que en fue destituido por el presidente Vázquez por incurrir en graves declaraciones públicas contra el Poder Judicial, a propósito de la no comunicación en tiempo y forma de los dichos en tribunales de honor de exmilitares condenados por flagrantes violaciones a los derechos humanos. Integrante de una familia política con nítidos antecedentes políticos en el campo de la derecha colorada en la primera mitad del siglo XX (su abuelo Pedro Manini, fue fundador y principal líder del riverismo antibatllista a partir de 1913), durante su actuación como comandante incurrió en numerosas declaraciones controversiales sobre temas políticos y militares (actuación del ejército durante la dictadura, rechazo a la ley modificatoria del servicio de pensiones y jubilaciones militares, rechazo a las organizaciones de derechos humanos y de familiares de detenidos desaparecidos, etc.), siendo en todo momento protegido por el ministro y ex dirigente tupamaro Fernández Huidobro, con quien trabó amistad. En setiembre de 2018 fue sancionado con un arresto a rigor por 30 días por duras declaraciones políticas contra el proyecto oficial de revisión de las jubilaciones militares. Casi inmediatamente después de haber sido cesado como comandante en marzo de 2019, fue proclamado como precandidato a la Presidencia de la República por el partido recién creado «Cabildo Abierto».
14 La fórmula frenteamplista estuvo conformada por Daniel Martínez, ex Intendente de Montevideo, como candidato a la presidencia, y por Graciela Villar, ex presidenta de la Junta Departamental de Montevideo, como candidata a la vicepresidencia.
15 Esta reforma constitucional, promovida por el senador nacionalista Jorge Larrañaga (que salió tercero en la interna de su partido) incluía los siguientes puntos: la creación de una Guardia Nacional conformada por hasta 2000 efectivos militares, dedicada a complementar el combate por la seguridad interior; la prohibición de libertad anticipada para determinados delitos graves; la cadena perpetua revisable para crímenes gravísimos; y los allanamientos nocturnos con autorización judicial fundada (actualmente, la Constitución uruguaya sólo permite los diurnos con orden judicial).
16 Cfr. «La Diaria», 29 de octubre de 2019, p. 4. La reforma Vivir sin miedo tuvo su aprobación más alta entre votantes del P. Nacional y de Cabildo Abierto.
17 La diferencia fue de apenas 37.402 votos, un 1,5% del total de votos emitidos, con un 48,8 % para la fórmula Lacalle-Argimón y un 47,3 % para la fórmula Martínez-Villar.
18 Hasta el momento, pese a que Lacalle Pou ha gobernado desde una lógica personalista que no se corresponde son las fuerzas parlamentarias de su partido, CA ha sido su socio más díscolo (mucho más que un seguidista PC) pero sin poner en juego en ningún momento la continuidad de la coalición de gobierno.
19 Sobre los orígenes, objetivos y demás informaciones de este Foro, cfr. Rodríguez, Roger, Guerra Psicopolítica. Declaran militares uruguayos implicados en crímenes. 4 de febrero de 2011. https://www.ciperchile.cl/2011/02/04/guerrapsicopolitica-declaran-militares-uruguayos-implicados-en-crimenes/ En este informe, publicado en la web del Centro de Investigación Periodística de Chile, Rodríguez señala que la organización se creó por militares retirados que participaron en la represión de la dictadura y que temían ser encausados judicialmente. Fueron apoyados por colectivos similares de la región, como la red argentina de la Asociación de promociones para defensa de los militares, entre otras. Uno de sus integrantes, el coronel retirado José Araújo, aprobó de manera enfática los dichos de Manini Ríos luego de ser destituido, señalando «ya no se trata de un problema con los desaparecidos, se trata de la continuacioìn de la guerra por otros medios, el Foro Libertad y Concordia lo ha venido denunciando en el tenor de lo que dice el comandante (…). ¿Queì es el terrorismo de Estado? En todas las guerras hay terrorismo de Estado, es una herramienta para disuadir al enemigo y quebrarle la voluntad». Cfr. Revista Martes. 19 de marzo de 2019.
primer presidente. Elegido por Manini Ríos como su compañero de fórmula, en la campaña de 2019 resaltaron sus dichos contra «la ideología de género» («dentro de poco nos van a imponer una ley de homosexualidad obligatoria») y su apelación a que Dios ha llevado a la política partidaria a Manini Ríos como un «Artigas reencarnado».
20 Entre los medios resalta el mensuario Nación, vinculado con la logia «Tenientes de Artigas» y autoproclamado «órgano de prensa nacional y popular».
21 Fundación ultraderechista creada en diciembre de 2008 en Colombia con el objetivo de confrontar con «el internacionalismo marxista» y el «castrochavismo» a través de la instalación de «agendas reaccionarias», desde donde «dar vuelta el sentido del discurso hegemónico». Cfr. RED NACIONAL DE MEDIOS ALTERNATIVOS www.mma.org.ar
22 Entre otros, pueden destacarse los casos de Enrique Mangini (exintegrante de la Juventud Uruguaya de Pie (JUP), sindicado como eventual responsable del asesinato del estudiante Santiago Rodríguez Muela en 1972, guardaespaldas del general de la dictadura Iván Paulós, integrante de organizaciones de ultraderecha como la ya mencionada UnoAmérica, dueño del chalet de Pinares de Punta del Este en el que se realizaron reuniones políticas con Manini Ríos y con numerosos militares jubilados), de Eduardo Radaelli (exoficial extraditado y procesado en Chile por el secuestro y asesinato del químico Eugenio Berríos, represor bajo la dictadura de Pinochet, cuyos restos aparecieron enterrados en una playa uruguaya en 1995, hombre de extrema confianza de Manini, fundamental en los trabajos de conducción y financiamiento de CA) o Antonio Romanelli (quien cumplió funciones como custodio en el Penal de Libertad durante la dictadura y hoy es uno de los principales referentes en seguridad de CA, denunciado por torturas, malos tratos y antisemitismo por varias decenas de expresos políticos), entre otros muchos casos similares. Cfr. Brecha, 10 de mayo de 2019. Viejos Conocidos.
23 Cfr. el Acta Fundacional del Partido Movimiento Social Artiguista, presentada por Guillermo Domenech y Marcos Methol (como presidente y secretario de la organización respectivamente) ante la Corte Electoral el 10 de enero de 2019, adjuntando acta de fundación (del 8 de diciembre de 2018), estatutos, listado de autoridades provisorias, carta de principios y 2654 firmas de adhesión.
24 Guillermo Domenech (1950) es abogado y escribano. Tuvo actuación pública durante la dictadura, oficiando entre otras funciones como abogado sumariante y promotor de destituciones de varios docentes. Ocupó la titularidad de la Escribanía de Gobierno entre 1990 y 2019. Revistó en las filas del herrerismo, hasta la fundación de Cabildo Abierto, siendo su primer presidente. Elegido por Manini Ríos como su compañero de fórmula, en la campaña de 2019 resaltaron sus dichos contra «la ideología de género» («dentro de poco nos van a imponer una ley de homosexualidad obligatoria») y su apelación a que Dios ha llevado a la política partidaria a Manini Ríos como un «Artigas reencarnado».
25 Eleuterio Fernández Huidobro (1942-2016) fue uno de los principales dirigentes del MLN durante los 60 y 70. Estuvo preso como uno de los rehenes tupamaros durante la dictadura, sometido a terribles torturas y condiciones de reclusión. Fue luego senador por el Movimiento de Participación Popular (MPP) por dos períodos (2000-2010) y otro más por la Corriente de Acción y Pensamiento Libertad (CAP-L). Luego de renunciar a su banca de senador en mayo de 2011, en discrepancia con un proyecto de anulación de tres artículos de la Ley de Caducidad, asumió como ministro de Defensa en julio de ese mismo año. Su gestión en el ministerio fue muy conflictiva dentro del FA durante la administración presidida por Mujica, pero siguió desempeñando esa función en el nuevo gobierno iniciado por Tabaré Vázquez en 2015. En muchas ocasiones trascendió que tenía el respaldo de buena parte de la oficialidad castrense, que lo consideraba como «el mejor ministro de Defensa» desde el fin de la dictadura en 1985. Murió en el desempeño del cargo el 5 de agosto de 2016. Fue velado en el propio ministerio de Defensa, con su ataúd cobijado por el cruce de la bandera nacional y la del MLN-T. El principal orador en su sepelio fue precisamente Guido Manini Ríos, comandante del ejército que él había elegido en febrero de 2015.
26 Durante los casi cinco años de su comandancia, Manini Ríos protagonizó numerosos incidentes con fuerte impacto político: en forma permanente utilizó las redes sociales para emitir mensajes contestatarios a la política de derechos humanos del gobierno y a los juicios contra militares acusados de terrorismo de Estado durante la dictadura; emitió discursos arengando a sus tropas con neto tono político; transgredió en forma reiterada las estrictas normas de laicidad en el desempeño de su cargo; se enfrentó con dureza con las organizaciones de familiares de desaparecidos, quienes lo acusaron en forma reiterada de obstaculizar la búsqueda de los restos; se enfrentó públicamente con ministros y legisladores del gobierno en la defensa de demandas del ejército, en particular respecto a los cambios introducidos en el servicio de pensiones y jubilaciones militares; entre otras.
27 El motivo final de su cese fue un escrito que elevó al presidente con graves acusaciones contra el Poder Judicial en los juicios contra exmilitares acusados por terrorismo de Estado, a lo que se agregaba la demora en elevar a la justicia los antecedentes de una confesión de José Gavazzo (connotado represor en prisión domiciliaria por sus crímenes durante la dictadura) ante un tribunal de honor conformado por generales. Con posterioridad la Fiscalía inició un juicio penal por este hecho contra Manini Ríos, el que fue elevado a la justicia civil. El ya electo senador finalmente se amparó en sus fueros parlamentarios, a pesar de haber indicado que no lo haría y que respondería a la justicia. También ha acusado a los fiscales de actuar en su contra «mandatados por el poder político». En esa dirección, CA ha impulsado varios proyectos de ley con modificaciones profundas sobre el Poder Judicial y la acción de las fiscalías, en particular en lo referente a los juicios contra ex represores.
28 Los entonces ministros Azucena Berrutti, Gonzalo Fernández y José Bayardi llevaron adelante entre 2005 y 2010 una política que ha sido calificada como «democratizante» por varios analistas y actores. Esta orientación fue discontinuada durante el gobierno de Mujica, cuyos ministros de Defensa fueron Luis Rosadilla y Eleuterio Fernández Huidobro.
29 Aunque los vínculos fueron menos conflictivos que durante los gobiernos frenteamplistas, también hubo momentos especialmente tensos durante la primera y segunda administración de Julio M. Sanguinetti (1985-1990) y (1995-2000), durante el gobierno de Luis
A. Lacalle Herrera (1990-1995) y durante el período de Jorge Batlle (2000-2005). Aunque resulte curioso, las dos presidencias de Tabaré Vázquez (2005-2010) y (2015-2020) resultaron más conflictivas que la de José Mujica (2010-2015), lo que en buena medida se explica por lo señalado en el texto, a propósito de los vínculos especiales entre dirigentes tupamaros e integrantes de la logia militar nacionalista «Tenientes de Artigas».
30 En el mensaje dirigido al ejército desde los canales oficiales de la comandancia, luego de haber sido destituido por el presidente Vázquez, con ropa de combate y fuerte tono agresivo, Manini Ríos arremetió contra «las falsedades de burócratas incapaces de ver la realidad, enceguecidos en su soberbia o atrapados en sus prejuicios ideológicos, y la acción de los que lucran con la confrontación, convertidos en piones bien pagos de los centros de poder mundial, siempre dispuestos a ejecutar un perverso libreto que lleve a la destrucción de nuestras instituciones y deje a los uruguayos en el más absoluto estado de indefensión». Cfr. «El mensaje final de Manini Ríos contra los incapaces de ver la realidad».https://www.montevideo.com.uy › Noticias › El-mensaje... 13 de marzo de 2019.
31 Uno de los hermanos mayores de Guido Manini Ríos, Hugo, fue uno de los principales fundadores de la JUP en 1970.
32 Para registrar el tono radical de las ideas y acciones de muchos de los militantes jóvenes de Cabildo Abierto, cfr. Búsqueda, 8 de abril de 2021. «Juventudes cabildantes ORGANIZAN actividades de «impacto» social entre los «más necesitados» coordinadas por un coronel retirado [Hugo Arce]»; Brecha, 11 de junio de 2021. «Casos orgánicos. El discurso de derecha radical de las juventudes de Cabildo Abierto.»
33 1972, además de ser el año previo a la dictadura, fue el momento de mayor confrontación militar entre el MLN y las FFAA. En noviembre de ese año, estas últimas anunciaron la derrota militar de los tupamaros.
34 En setiembre, cuando ya estaba imputado por la causa judicial ya referida, interrogado por un periodista acerca de cómo definiría a un militar que mata a una persona y la entierra en un predio militar, Manini Ríos se limitó a responder: «se equivoca». Posteriormente, al solicitársele que ampliara su respuesta, el general retirado y candidato dijo que se trataba de hechos que ocurrieron «hace ya medio siglo y donde muchos se han equivocado. No podemos seguir poniendo el dedo en la llaga un día sí y otro también».
35 En previsión de que estas situaciones se reiteren en el futuro, Manini Ríos ha entregado a los legisladores por CA una «guía manual» de buen comportamiento para su actuación pública.
36 En su carrera militar se desempeñó en misiones oficiales en Irán e Irak entre 1988 y 1989, formando parte del Grupo de Observadores Militares de las Naciones Unidas (UNII- MOG). Entre 1993 y 1994 integró nuevamente un grupo de observación, esta vez en Mozambique. En 1996 integró una delegación del Instituto Militar de Estudios Superiores (IMES) recibiendo instrucción en los Estados Unidos. En el 2010 se desempeñó como Agregado Militar adjunto a la embajada uruguaya en ese país y como Asesor del Colegio Interamericano de Defensa. Ha mostrado una especial afición por temas históricos, cursando la licenciatura respectiva en la Universidad Católica del Uruguay (UCUDAL). En torno a este último punto, junto a su hermano Hugo ha sido un firme impulsor de la Asociación Rodoniana.
37 Como antes se ha anotado, Pedro Manini Ríos, abuelo de Guido, fue un muy destacado político colorado que rompió con el entonces presidente Batlle y Ordóñez en 1913, bajo la consigna de «somos colorados, no socialistas». Fue legislador y ministro así como el líder de la derecha colorada durante décadas, conocida como «riverismo», con fuertes vínculos con oficiales antibatllistas. También tuvieron destacada actuación política el padre y el tío de Guido, Alberto y Carlos Manini Ríos respectivamente. Fundado en 1917 y vuelto a salir en tiempos recientes, el periódico La Mañana ha sido y es el medio tradicional de la familia Manini Ríos.
38 Interrogado sobre este punto, el expresidente Mujica ha señalado que tenía que optar entre «masones» y «nacionalistas» y que finalmente optó por estos últimos.
39 Cfr. La Mañana, 12 de mayo de 2022. Las DIEZ claves para entender la propuesta económica de cabildo Abierto.
40 En varias oportunidades Manini Ríos se ha definido como admirador de la obra de Alberto Methol Ferré. En relación con su perspectiva geopolítica, el primer viaje que realizó al exterior durante la campaña fue a Brasilia, en donde entre otras actividades se reunió con el general retirado Hamilton Mourâo, compañero de fórmula de Bolsonaro en 2018 y luego vicepresidente de Brasil. Manini expresó en forma pública su adhesión a Bolsonaro (siendo todavía comandante en jefe, el 12 de enero de 2019 lo pudo saludar personalmente, al concurrir a la ceremonia de asunción del nuevo comandante del ejército brasileño, general Edson Pujol), así como su pleno respaldo al golpe de Estado en Bolivia contra el expresidente Evo Morales en noviembre de 2019 («las FUERZAS Armadas y policiales se pusieron del lado del pueblo»). Sus permanentes invocaciones al artiguismo también han adquirido un perfilamiento geopolítico. En los muros del Estadio del club Fénix, que puede verse desde la costanera de los accesos a Montevideo, pudo verse hace meses la siguiente pintada:
«Contra el globalismo, artiguismo. Cabildo Abierto.»
41 Consultar http://lacallepou.uy/descargas/programa-de-gobierno.pdf. Lo que nos une.
42 A escasos minutos de que comenzara la veda electoral, Manini Ríos emitió un mensaje a los integrantes del ejército requiriéndoles que no votaran al FA: «Los mismos –dijo- que han puesto en duda la propia necesidad de que existan FUERZAS armadas, que hace tan solo un año aprobaron una ley de retiros que afectó principalmente a las jerarquías más bajas, y este año una ley orgánica que desconoce las características de la función militar, que no se han cansado de insultar a quienes visten uniforme y que despectivamente llegaron a llamarlos ‘carne con ojos’, hoy les piden su voto. En definitiva, se burlan una VEZ más de quienes visten el uniforme de nuestra patria. A ellos, esta VEZ los soldados les contestamos que ya los conocemos». Este mensaje coincidió
con la divulgación de un editorial de Nación, la revista oficial de la Cooperativa de Ahorro y Crédito de las Fuerzas Armadas (Caofa), que se difundió a través del Centro Militar. El coronel retirado Carlos Silva Valiente es quien preside ambas instituciones siendo además integrante activo de Cabildo Abierto. El editorial, fuertemente agraviante hacia el gobierno y al FA, concluía: «El próximo domingo hay que sellar el camino de un nuevo amanecer. El Marxismo debe EMPEZAR a ser definitivamente extirpado del HORIZONTE de nuestro destino nacional.
¡Viva la patria!»
43 Las denuncias periodísticas sobre este particular han sido frecuentes, involucrando a jerarcas y hasta a legisladores de CA. Manini y varios de los dirigentes partidarios han cuestionado la caracterización de CA como «partido militar», pero varios de los señalamientos en este sentido han provenido de las filas del propio partido. El Diputado cabildante, Eduardo Lustz, confesó en una entrevista publicada en el semanario Búsqueda que «la cúpula militar en Cabildo es real y mandan ellos.» Por su parte, el mismo diputado defendió a un ex colaborador suyo sancionado por denuncias de acoso por el partido argumentando que en el mismo «hay torturadores».
44 Cfr. especialmente el editorial del New York Times, en la sección Periscopio Electoral, titulado No perdamos este Uruguay, del 11 de diciembre de 2019.
45 Durante el gobierno de Lacalle Pou ha comenzado a percibirse una competencia por el espacio militar de parte del P. Nacional, liderada por el actual ministro de Defensa Javier García.
46 El investigador uruguayo de temas militares, Dr. Julián González Guyer, ha planteado la hipótesis de que Manini Ríos debe ser considerado como un típico oficial formado durante la dictadura y que como tal, es muy proclive en su actitud política al pensamiento estratégico y a la necesidad de construir un enemigo.
47 Benito Nardone (1906-1964) fue el fundador en 1951 de la Liga Federal de Acción Ruralista, movimiento ruralista que luego se sumó al P. Nacional en 1958 y que cogobernó en el llamado «herrero-ruralismo» durante el primer colegiado blanco entre 1959 y 1963. Los sectores más derechistas del herrerismo (cuyo candidato presidencial en 1971 fue el general Oscar M. Aguerrondo, de ideas fascistas y uno de los mentores de la dictadura), así como del pachequismo (en alusión a sectores que rodearon al presidente Jorge Pacheco Areco entre 1967 y 1972), fueron puntales de la dictadura civil militar entre 1973 y 1985.

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