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Sociohistórica

versión On-line ISSN 1852-1606

Sociohistórica  no.25 La Plata jun. 2009

 

RESEÑAS

Defender la vida, ¿matar la revolución? Un debate sobre la responsabilidad de la izquierda revolucionaria en los ´70

Reseña de: AA.VV, (2007) No matar. Sobre la responsabilidad. Córdoba, Ediciones La Intemperie - Ediciones del Cíclope - Editorial Universidad Nacional de Córdoba, 461 páginas.

Fernanda Tocho

UNLP

 Durante muchos años, en nuestro país el debate dentro de la izquierda acerca de su implicancia en la profunda derrota que sufrieron las organizaciones armadas y su proyecto revolucionario estuvo postergado. Salvo contadas excepciones, primaba un discurso que explicaba lo sucedido haciendo mención a ciertos “errores” de percepción en cuanto a la disposición de fuerzas y a la desviación militarista de las organizaciones armadas, propia del exacerbado voluntarismo e inexperiencia de la mayoría de los jóvenes militantes de aquellos años. En pocas palabras , el dogma de la izquierda revolucionaria parecía intacto. No había pasado el tiempo suficiente que permitiera procesar el terrible saldo de muertes dejado por la experiencia dictatorial y concentracionaria de nuestro país y abrir paso a un análisis crítico sobre las concepciones político-ideológicas que desde la propia tradición de izquierda influyeron en aquel doloroso resultado. En este sentido , No Matar. Sobre la Responsabilidad constituye un importante paso en la difícil y a su vez necesaria revisión de las “causas endógenas” de la derrota 1.
   El libro es una recopilación de las diversas posiciones de intelectuales y ex militantes de izquierda de los años 60 - 70 publicadas en diferentes revistas, en respuesta a una polémica carta que enviara el filósofo Oscar del Barco 2 a la revista cordobesa La Intemperie en diciembre del 2004, luego del impacto que provocara en él el testimonio de Héctor Jouvé, un ex integrante del Ejército Guerrillero del Pueblo, que relata la ejecución de dos participantes del grupo efectuada por sus mismos compañeros. En su carta, del Barco asume la responsabilidad por los asesinatos de los dos jóvenes, y hace extensiva esa condición a todos los que apoyaron ése y otros grupos guerrilleros. A partir de esta controversial exposición, se suceden numerosas intervenciones que invitan –y se podría decir que obligan- a reflexionar sobre importantes temas como la relación entre ética y política; medios y fines; violencia y poder. En el libro se publican 37 documentos más la entrevista a Jouvé, aunque la discusión continúa a través de nuevos artículos publicados en revistas y sitios de internet. Asimismo, el número y la relevancia de los participantes demuestran la trascendencia de este debate, que podríamos calificar como el episodio intelectual crítico más atractivo de los últimos años dentro del campo de izquierda.
   El oportuno título del libro, extraído de la carta de del Barco, refiere al primero de los dos temas centrales que recorren toda la polémica: asumir o no la responsabilidad por haber legitimado la violencia política -con las muertes que acarreó- como medio para lograr un fin justo. De esta problemática, instalada por el testimonio de Jouvé y de la que se hace eco del Barco, se desprende el segundo tema, que trasciende el plano de la responsabilidad individual ligada a la utilización de ciertos métodos para situarse en una dimensión teórico-ideológica que apunta a poner en cuestión los fines en sí mismos: el ideario mítico-heroico de la revolución como acto supremo que inaugura una sociedad justa e igualitaria. En este sentido, lo que se puede apreciar en cartas como las de Oscar del Barco, Héctor Schmucler, Ricardo Forster, Luis Rodeiro, Nicolás Casullo y Alejandro Kaufman entre otros, es una crítica a la concepción leninista-guevarista de la política y, más en general, a toda la tradición de la izquierda revolucionaria del siglo XX.
   La clave para entender la dura crítica que emana de estas intervenciones es, quizás, la aceptación de la derrota del proyecto revolucionario y la sensación de “intemperie” que de manera explícita o implícita sobrevuela muchas de las cartas. Para Luis Rodeiro, el hecho de estar por fuera de la estructura y cosmovisión de las organizaciones políticas de aquellos años permitiría cuestionar las “verdades” sostenidas y pensar si esos dogmas tuvieron o no que ver con el fracaso.
   Al respecto, la carta de del Barco representa un claro ejemplo de distanciamiento crítico de los postulados revolucionarios del pasado. Para este filósofo no existen causas ni ideales capaces de justificar la muerte de un hombre, dado el carácter sagrado de toda vida humana. El mandato del que parte para fundamentar su afirmación es el de “no matarás”, un principio que, más allá de lo imposible de su consecución empírica, es el único posible de sostener moralmente, puesto que sin éste no existiría la vida en sociedad. De ahí también el rechazo del autor a distinguir entre distintos tipos de violencia, una que se considera justa y legítima, y otra opresiva, ya que ambas se inscriben dentro de la lógica criminal que viola y suprime el “no matarás”. En un duro juicio a la izquierda revolucionaria y a sus líderes, a los que califica de “asesinos seriales”, del Barco señala que ninguna sociedad o proyecto emancipatorio puede triunfar sobre la base del crimen y la aniquilación del otro.
   El fuerte tono impugnatorio de la carta de del Barco y el reduccionismo que muchos ven en sus planteos explica la virulencia de las reacciones que provocó. El argumento general, presente en la mayor parte de los textos críticos a su posición, remite a su excesivo ahistoricismo; a la adopción de un fundamentalismo mítico-religioso que le permite esgrimir un juicio condenatorio sobre todas las prácticas violentas sin tener en cuenta el contexto histórico y las condiciones objetivas de dominación en las que se fundó la violencia revolucionaria. Para Carlos Keshishián, del Barco antepone “los valores abstractos a las leyes históricas” 3. En la misma línea se encuentran los planteamientos de Alberto Parisí, Eugenio Castillo, Hernán Tejerina y León Rozitchner. Para este último, del Barco representa a los que desde posiciones abstractas prefieren situarse por fuera de la historia real-fáctica “sin correr riesgos” 4.
   Quién sí considera valiosas y hasta reveladoras las palabras de del Barco es H. Schmucler. En su exposición el ex integrante de Pasado y Presente cuestiona a aquellos que deciden escabullirse en las determinaciones históricas o el clima de época para justificar la opción por la violencia política. Para este autor, tanto él como todos los que apoyaron la lucha armada fueron libres en su elección, y por lo tanto deben asumir la responsabilidad por las oscuras consecuencias éticas de las decisiones tomadas. La misma intención de pensar crudamente la experiencia guerrillera dejando de lado su imagen romántica se observa en las participaciones de R. Forster, A. Kaufman y L. Rodeiro. En líneas generales los tres señalan la necesidad de terminar con el relato mítico-heroico de la lucha armada puesto que éste deja de lado “lo trágico, lo oscuro, lo terrible a la hora de interrogar el pasado que nos atravesó” 5. Para Forster, el fuerte dogmatismo de la izquierda de los años 60-70 obturó la posibilidad de interrogar sin complacencias la trágica herencia de violencia y muerte que alcanzó a los regímenes socialistas tomados como modelo; no obstante, a diferencia de del Barco y Schmucler, Forster menciona lo injusto que sería reducir la lucha y entrega de una generación que buscaba mejorar las condiciones de existencia al puro ejercicio de una violencia serial o indiscriminada. En un tono similar, Rodeiro considera que tratar a los compañeros de militancia de aquellos años como abanderados del odio y de la muerte “es de un fundamentalismo cruel” 6. Para este autor, declaraciones como éstas no ayudarían al diálogo y a una revisión profunda de lo sucedido en vistas al presente y al futuro de la izquierda.
   Llegados a este punto, nos referiremos al interesante aporte de Diego Tatián. Para él, lo que debe preguntarse acerca de la carta de del Barco es si ayuda o no a pensar lo sucedido; si bloquea o enriquece la comprensión de aquella experiencia agregándole una dimensión que se nos vuelve imprescindible. Al respecto, señala que “lo que se halla en juego es el problema del legado y su posibilidad” 7. De esta manera, Tatián logra hacer explícito uno de los problemas que atraviesa todo el debate: la transmisión de aquella experiencia, que aún consterna por sus consecuencias, y su función en el presente.
   Retomando lo dicho en la introducción y a modo de conclusión, la polémica del “no matarás” nos convoca a una difícil discusión sobre la compleja relación entre violencia y política en los años 60 y 70. Por esta razón, creemos que el libro tiene un valor inestimable para todos los que buscamos comprender lo sucedido desde una mirada crítica y reflexiva. En este sentido valoramos el testimonio de Jouvé y escritos como el de del Barco y otros que participan en la polémica al atreverse a romper el manto de silencio que pesaba sobre estos temas. Creemos que el aporte último y fundamental de estas intervenciones -más allá del mensaje culpabilizador y hasta condenatorio que impera en muchas de ellas- es el de ayudar a instalar nuevas preguntas que nos permitan reflexionar sobre la implicancia política y ética de ciertas categorías y prácticas defendidas en el pasado y la pertinencia de su continuidad en vista a las desigualdades y luchas del presente.

Notas

1 Existen trabajos precedentes que abordan la temática de la responsabilidad de la izquierda y las organizaciones armadas en la derrota de los ´70. Cabe mencionar, entre otros, los artículos de la revista Controversia (publicada en México durante los años de exilio y reeditada en formato facsimilar en el 2009). Otros textos que también se aproximan al tema pero desde diferentes registros, no exclusivamente dentro del campo intelectual como el “No Matarás”, son los de Ana Longoni (2007) y Calveiro Pilar (2005). Entre los escritos de corte testimonial véase Juan Gasparini (1988).

2 del Barco fue miembro fundador de la revista Pasado y Present e junto a José Aricó y Héctor Schmucler entre otros, luego de su expulsión del PC en 1963. Dicho grupo apoyó personalmente las acciones del E.G.P, la guerrilla guevarista conducida por Masetti en Salta ese mismo año.

3 Carlos Keshishián, “No existen valores fuera de la Historia” en AA.VV. No matar. Sobre la responsabilidad. Córdoba, Ediciones del Cíclope-Editorial Universidad Nacional de Córdoba-Ediciones La Intemperie, 2007, p 38

4 León Rozitchner, “Primero hay que saber vivir” en AA.VV. No matar(…), p 369

5 Ricardo Forster, “Carta publicada en Confines Nº 17” (Diciembre de 2005) en AA.VV. No matar(…), p 283

6 Luis Rodeiro, “Carta enviada a La Intemperie” (Junio de 2005) en AA.VV. No matar(…),p 93

7 Diego Tatián, “Carta enviada a La Intemperie” (Abril de 2005) en AA.VV. No matar(…),p76

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