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Sociohistórica

versión On-line ISSN 1852-1606

Sociohistórica  no.27 La Plata dic. 2010

 

ARTÍCULOS

Ideas fascistas en Mendoza: el caso del periódico Crónica durante la Revolución de Junio

Mariana Garzón Rogé

INCIHUSA/CONICET/UNCPBA

 


Resumen:Con la intención de colaborar en la comprensión de los discursos y las prácticas políticas de los grupos que simpatizaron con el fascismo en la Argentina, este trabajo presenta un estudio de caso provinciano durante la Revolución de Junio: el del periódico mendocino Crónica. Un acercamiento de este tipo invita a reflexionar sobre dos asuntos principales. Por un lado, sobre la particular adaptación de las ideas europeas en los contextos provinciales ante una coyuntura especialmente conflictiva como fue el fin de la década conservadora y el ascenso de Perón al poder. Por otro lado, el interés reside en mejorar la comprensión del clima de ideas en el cual emergió el peronismo. Se analizan principalmente tres temas que el periódico abordó: el fin de la Segunda Guerra Mundial, la Revolución de Junio y la cuestión social.

Palabras clave: Fascismo; Prensa; Revolución de Junio; Mendoza.

Summary:In order to contribute to the understanding of discourses and political practices of groups that sympathized with fascism in Argentina, this article presents a local case study during the June Revolution: that of the newspaper Crónica of Mendoza. An approach of this type invites to reflect on two main issues. On the one hand, about the particular adaptation of European ideas in the context of Argentinean provinces face to an especially conflictive conjuncture as was the one of the end of the conservative era and Perón's rise to power. on the other hand, the interest resides in improving the comprehension of the ideological climate in which peronism emerged. Three main issues addressed in the newspaper are analyzed: the end of the Second World War, the June Revolution and the social question.

Key words: Fascism; Press; June Revolution; Mendoza.


Los estudios sobre el fascismo giraron durante mucho tiempo en torno a su supuesta naturaleza patológica. Emilio Gentile encontró en ellos una constante: que hallaban en ese fenómeno una "aberración en el camino de la Historia hacia la modernidad, concebida como progreso de la racionalidad y de la libertad"1. Su aparente anomalía, presupuesto que suele afectar a los fenómenos que no pueden ser explicados desde perspectivas progresivas y racionalistas del devenir histórico, y su aducido carácter enfermizo colaboraron en la falta de interés por producir análisis de casos específicos que permitieran devolverle cuerpo a los discursos, a las prácticas y a los lenguajes políticos que emergieron no sólo en el contexto europeo sino también en latitudes distantes mezclándose con lógicas y dinámicas locales. Así, los justos intentos de condenar moralmente las experiencias del nazismo, del fascismo y de sus semejantes de diversas geografías, se interpusieron en el acercamiento a la comprensión de las cosmovisiones y convicciones de aquellos hombres y mujeres que creían en las experiencias antidemocráticas de corte autoritario como posible camino a tomar en el siglo XX. El antídoto que constituyó el efectivo tratamiento historiográfico, en ese marco, comenzó a iluminar estos problemas intentando, sin banalizarlos, sortear los sesgos que imprimían las visiones demonológicas y las explicaciones monocausales apriorísticas.
El reconocimiento de que las experiencias históricas de Italia, Alemania y España -entre otras- fueron únicas no supone que su recepción y los intentos de apropiación en ámbitos distantes haya sido una invención de grupúsculos quijotescos o de vanguardias snobistas. En Argentina, aunque más especialmente en sus urbes centrales marcadas por los intensos procesos migratorios, ya ha sido demostrado que los ejemplos europeos obtuvieron una no desdeñable acogida en términos de adherentes y, sobre todo, de iniciativas editoriales. La renovación de perspectivas disciplinares iniciada con la vuelta a la democracia en nuestro país alentó la necesidad de explicar los rasgos de una cultura política nacional heredera de un pasado marcado por experiencias autoritarias, periódicos golpes de Estado, masacres y tibias convicciones en la vía pluralista. Si bien hubo intentos esperanzados en encontrar nidos para la democracia que hubieran sobrevivido en ciertos sectores sociales, también hubo intentos menos optimistas hacia nuestras supuestas devociones íntimas. La versión historiográfica pesimista dio al medio académico interesantes investigaciones que se propusieron encarar la tarea de comprender a esas personas y a esos grupos que, hacia el mediodía del siglo, anhelaron una Argentina fascista, reaccionaria, católica, autoritaria2. Este artículo se propone colaborar en la exploración de esos problemas a partir de dos clivajes de interés, uno espacial y otro temporal. En la primera dirección, interesa poner la mirada en un caso provinciano, el del periódico Crónica de Mendoza. La relativa carencia de fuentes y el estado de la producción historiográfica en el Interior no han permitido, en general, indagar en estos problemas. Este hecho ha redundado en una comprensión parcial del impacto del fascismo y de sus ideas en la Argentina. Por otra parte, el recorte temporal del objeto responde a la periodización clásica de 1943-1946, etapa en la que Juan Domingo Perón ascendió al poder: la Revolución de Junio. En 1943 comenzó el claro declive de las potencias del Eje en la Segunda Guerra Mundial que acabaría en 1945 con la muerte de Mussolini y de Hitler y la caída de Japón en agosto. En parte, la posición en la guerra era uno de los motivos que habían promovido que un grupo de militares argentinos derrocara al presidente Ramón Castillo, aunque las opiniones de los uniformados se hallaban divididas y ese hecho determinó distintas facetas y perfiles en el devenir del régimen. Una vez iniciada la competencia política en el país para definir quién encabezaría la novel legalidad, se profundizó la identificación del candidato Perón con el "nazifascismo" que haría la oposición que se aglutinó en la llamada Unión Democrática. Ahora bien, ¿cuánto había de sincero en el intento de colocar al peronismo, o más cuidadosamente dicho a la cultura política que se labraba tras la salida de la llamada Década Infame, en continuidad con los recientes sucesos europeos? ¿era una invención utilitaria de los contrarios? Después del golpe de Estado de 1955 el mismo campo historiográfico se negó a discutir sobre estos temas. La disputa entre quienes identificaban al peronismo con el fascismo y quienes, en un ánimo más leal al líder depuesto, destacaban el componente bonapartista del fenómeno paralizó las discusiones que sólo pudieron ser vitalizadas, como se sabe, por la sociología. En el clima en el que se produjeron los nuevos trabajos de investigación reinó un tabú: vincular al peronismo con el fascismo. Entiéndase bien, no se trataría de proponer la identificación de uno con otro, sino de comprender en qué medida el clima de ideas y de prácticas políticas de la época orientó el proceso histórico que efectivamente tuvo lugar. Tampoco se trataría de ver "continuidades" ideológicas directas o de enfatizar "rupturas" de los años peronistas con el período anterior -ya que sin duda existen argumentos para fortalecer ambas hipótesis-, sino de explorar el complejo entramado de los tejidos ideológicos y representacionales que colaboraron en la formación de identidades colectivas que han resultado mucho más duraderas que la primera década peronista. El desarrollo de este trabajo se inicia con una breve introducción del momento de la vida pública en el que se hallaba Mendoza cuando que se produjo el golpe de Estado de 1943. Luego, después de una presentación del periódico Crónica, se pasa al análisis de su contenido en función de tres principales intereses. En primer lugar, el enfoque que se expuso de la guerra y los desplazamientos de sentido que sobre ese asunto se operaron. En segundo lugar, la forma en la que se recibió la Revolución de Junio y la forma de pensar lo político de la publicación analizada. Finalmente, se aborda la manera en la que Crónica trató la cuestión social y el uso político que hizo de ella, signado por un componente de ambigüedad.

Mendoza en la tormenta del mundo

De 277.535 habitantes en 1914, Mendoza había pasado en 1946 a tener 588.231. A mediados de los cuarenta, vivían allí 68.904 extranjeros, de los cuales la gran mayoría era mayor de 35 años. 8.301 personas provenían de otros países latinoamericanos, 57.629, de Europa y el resto, de otros destinos. El 95,5% de la población provinciana decía proferir la religión católica y sólo 2.439 personas se declaraban judías. Entre estas últimas, 1.777 vivían en Capital3. Gobernaba en la provincia al momento del levantamiento militar de 1943 Adolfo Vicchi, dirigente azul del Partido Demócrata Nacional. Los "gansos" blancos eran aquellos más liberales y laicos en contraposición al grupo de los "gansos" azules que integraban el sector partidario más conservador y clerical4. El radicalismo mendocino, por su parte, también se hallaba dividido, aunque no sólo en tendencias internas, sino también en partidos distintos. La provincia había sido escenario de una experiencia populista pionera: el movimiento iniciado por José Néstor Lencinas, llegado al sillón de San Martín en 1918. El lencinismo había aportado una cuota específica de diversificación de las agrupaciones radicales que disputaban el poder en la provincia, reteniendo, a pesar de las vicisitudes de los años veinte y treinta, la posibilidad de presentarse como el verdadero partido popular de Mendoza. Sin embargo, no se trataba, hacia los años cuarenta, de un grupo político compacto debido a varios factores debilitantes: la difícil relación del lencinismo con el gobierno de Irigoyen5, la muerte de Carlos Washington Lencinas en un episodio nunca esclarecido de características políticas y policiales y el fraude electoral del que fue principal blanco durante la conservadora década del treinta. Muchos altos dirigentes del viejo lencinismo, como Alejandro Mathus Hoyos o Jorge Albarracín Godoy, participaban de otras facciones radicales hacia 19446. La experiencia lencinista marcó vigorosamente los lenguajes y las prácticas políticas de todo el espectro político en Mendoza. Podríamos decir que el lencinismo logró desplazar duraderamente la pararrealidad discursiva de la época -o, en otras palabras, lo que era posible y lo que no lo era-hacia un terreno no sólo más populista, sino también más popular7. Hacía su aporte en la misma dirección la diversificación de las élites provocada por la estructura económica de la vitivinicultura que permitía que las élites políticas no necesariamente coincidieran con las económicas. Sin embargo, el espíritu de avanzada que operaba en la provincia en materia de legislación social, participación de figuras de clase media en política y conciencia de parte de las élites de la necesidad de tener el apoyo popular, se trenzaba con ideas propias de un marco en el que las relaciones sociales ya han sido trastocadas. El pasaje de Lencinas por el poder dejó en muchos grupos, incluso en el mismo Benito Marianetti, la sensación de que las masas, si habrían de expresar su voto, sería bueno que primero se alfabetizaran8. La evaluación negativa del período irigoyenista sobre los defectos de la democracia ampliada y la experiencia del fraude "patriótico" de los años treinta, sin duda, complicaban el espectro de legitimidades vigentes. Durante la Revolución de Junio condujeron la intervención federal en la provincia tres figuras: Humberto Sosa Molina los primeros días, Luis E. Villa-nueva entre julio y diciembre de 1943 y, desde allí hasta la entrega del mando a personalidades civiles, Aristóbulo Vargas Belmonte. Algunos funcionarios del partido depuesto continuaron un tiempo más en sus posiciones. Sin embargo, poco después el PDN local se vio fuertemente desprestigiado porque trascendió que realizaba descuentos forzosos a los empleados públicos de la provincia con el objeto de incrementar los ingresos de la tesorería partidaria. Durante 1944 la intervención federal no produjo marcados cambios en el elenco de funcionarios del Estado, aunque muchos demócratas comenzaron a alejarse gradualmente. La declaración de guerra al Eje en marzo de 1945 y la asunción del radical sanrafaelino Faustino Picallo como comisionado municipal de la Capital mendocina en febrero fueron los factores que aceleraron la penetración de un cuantioso número de militantes disidentes del partido de Irigoyen al gobierno. El grupo más importante se nucleó en torno a Lorenzo Soler y emitió una declaración el primero de mayo abonando la idea de que para que la vuelta a la "normalidad" se hiciera efectiva y de manera no fraudulenta hacía falta colaborar con el gobierno de facto que, además, despertaba simpatía en amplios grupos sociales. En un brevísimo tiempo, todos los municipios de la provincia recibieron un nuevo comisionado radical de la novel Unión Cívica Radical Junta Renovadora. La sociedad civil no permaneció aletargada durante el período aunque muchos dirigentes políticos y gremiales, en especial del Partido Comunista liderado por Ángel Bustelo y del Partido Socialista obrero conducido por Benito Marianetti, fueron encarcelados. Los "gansos" que se retiraron de la intervención, que como se ha dicho no fueron todos, se recluyeron en clubes sociales, asociaciones, colegios profesionales, la Universidad Nacional de Cuyo y comisiones de homenaje a figuras célebres del panteón argentino, desde donde ejercieron sus influencias políticas. Los radicales que respondían al Comité Nacional intentaron desacreditar a los "colaboracionistas" deshaciéndose en críticas a sus ex correligionarios bajo el sólido principio de "que se quiebre pero que no se doble" en una guerra de solicitadas y actos públicos contestados9. En Mendoza existían hacia mediados de 1944 cuatro federaciones obreras que coordinaron varias huelgas en el curso de 1945 y 1946: La Federación obrera Provincial Mendocina de tendencia anarco sindicalista, la Federación de Sindi cato Unidos obreros emparentada con el sindicalismo católico, la Agrupación Gremial Argentina que congregaba a los nuevos agrupamientos emergidos de la política de la Secretaría de Trabajo y Previsión ya conducida por Perón y la Central de Trabajadores Mendocinos de conducción comunista. En un contexto como el que escuetamente se describe, ¿era posible que algunos grupos guardaran la esperanza de que emergiera un Duce criollo? Si los simpatizantes del fascismo parecían tener más en claro que las condiciones de emergencia de un liderazgo similar no era posible en la Argentina y ello tal vez habilitó su creciente transfiguración hacia el nacionalismo a secas10, quienes se enfilaban detrás la democracia tal vez se preocuparon más ante la consideración de que existía una posibilidad de revivir el contexto europeo a la criolla. Estas actitudes de parte de los "democráticos" y de muchos nacionalistas señaló los caminos a seguir por parte de los dos grupos: los primeros se aglutinaron en una verdaderamente surtida Unión Democrática contra el "nazifascismo" de Perón y los segundos moderaron el tono de sus banderas y apoyaron al candidato oficial en un intento de rearmarse allí aún si el componente plebeyo con el que el peronismo escalaba difícilmente les resultara aceptable.

Crónica, un proyecto editorial fascista de larga duración

La primera aparición de una "segunda etapa" del periódico Crónica se efectuó el 20 de marzo de 193111. Esa pequeña publicación "independiente de la tarde" emergió bajo la dirección de Luis A. Llausás y tendría una constante llegada al público mendocino. Eugenio Barreiro se hizo cargo del vespertino a partir de la muerte de Llausás en 1941 y hasta 1968, fecha en la cual el periódico podría haber dejado de salir12. Poco puede conocerse acerca de quiénes eran estas figuras del periodismo local ya que el emprendimiento nunca superó su condición de ser una publicación pequeña más concentrada en promover opiniones en años de tormentas que en difundir informaciones13. Los testigos de la época la recuerdan imprecisamente como un "pasquín" de los tantos que existieron en la provincia. Lo prolongado de su existencia en el ámbito periodístico provincial, sin embargo, permite otorgarle un crédito mayor: si los lectores de Crónica no se caracterizaban por su gran número, al menos lo hacían por su constancia14. El periódico aparecía por la tarde lunes, miércoles y viernes en formato tabloide. La primera carilla exhibía todo el contenido. Por un lado, unos recuadros en los que se destacaban informaciones y editoriales de un tenor más formal y, por otro lado, las "Grageas", pequeños textos escritos en un registro informal, en donde los periodistas lanzaban a modo de píldoras o confites sus juicios sobre las personalidades y los acontecimientos de "Cotulandia" -como llamaban despectivamente a Mendoza, por ser "la tierra del sol, el buen vino y los cotudos15". De las dos hojas que dispuso en todo el período estudiado, las tres carillas restantes de Crónica estaban dedicadas a avisos publicitarios. Se desplegaban anuncios de algunos reconocidos comercios y marcas -como El Gipur, Pirelli, Cafiaspirina, Cerveza Andes-y algunos avisos "profesionales". El Gobierno de Mendoza, tanto el conservador anterior a la Revolución de Junio como el militar que lo reemplazó, publicaba también su propaganda oficial y sus comunicados en el pasquín.
En marzo de 1943, vísperas del golpe de Estado, Crónica cumplía once años de vida declarando que eran "perseguidos y acosados por los judíos, comunistas, españoles rojos y un gran grupo de malos criollos, al servicio de Inglaterra"16. Este tipo de manifestaciones no recibía censura directa por parte del Estado ni en 1943, ni lo hizo cuando la suerte de la Revolución de Junio estuvo echada. Las ideas asumidas por Crónica no lo transformaban en un elemento ilegal, y ni siquiera muy alejado de líneas políticas de tradición democrática, como el radicalismo y la versión populista vernácula de la década del veinte, el lencinismo. Si Crónica estuvo clausurado durante cortos períodos en los años que aquí se han estudiado no fue como consecuencia de reprimendas en función de dichos racistas o antidemocráticos, sino más bien de intolerancia política del municipio de la Capital de Mendoza ante las críticas a la administración municipal que el periódico de Barreiro alentaba con asiduidad17.

Los grandes han perdido la guerra, pero no la cruzada

Argentina mantuvo una posición neutral durante la Segunda Guerra Mundial que expresaba la tensión de simpatías divergentes que existía en su sociedad. Incluso los protagonistas del golpe militar se hallaban divididos en torno a la posición internacional que el país debía asumir18. El rumbo de Revolución de junio fue incierto en los primeros meses y hasta que en octubre de 1943 los partidarios de un neutralismo tenaz lograron imponerse. En enero de 1944, ante las presiones aliadas y la dirección más definida que tomaba la guerra, el presidente Ramírez decidió romper relaciones con el Eje, lo cual le costó el cargo. Farrell asumió la presidencia y, con él, escaló posiciones Perón. La declaración de guerra se realizaría recién en marzo de 1945, a la manera de un gesto simbólico y con el ánimo de no quedar fuera de las conversaciones de la posguerra19. El claro declive de las potencias del Eje que se observó en estos años, sazonado con la posición insostenible que Argentina conservaba en el marco internacional, hizo que los defensores locales de Pacto Tripartito tuvieran que defender su postura desde variados flancos y desplazando los sentidos sociales estratégicamente. ¿Confiaban los redactores de Crónica en un giro decisivo del curso bélico? ¿Se trataba de una ingenua operación de propaganda destinada a combatir hasta último momento del lado del fascismo? ¿Se trataba de difundir un clima de ideas en vistas al contexto de la posguerra? Si estas preguntas no pueden ser respondidas, sí se pueden observar a lo largo de los años finales de la guerra las principales herramientas discursivas a las que el vespertino echó mano para defender al Eje y cómo fue modificándolas. Una de las operaciones que Crónica explotó cuando aún no se habían roto relaciones diplomáticas fue la de presentar voces contrapuestas a las difundidas por la prensa que irónicamente adjetivaban de democrática. Apelaron al desmentido en muchas ocasiones, pero a medida que los acontecimientos se sucedían, el desmentido se transformó en descrédito y luego en simple burla. Si en 1943 Crónica insistía en que las cartas no estaban echadas aunque Benito Mussolini hubiera sido traicionado por el rey Víctor Manuel y hubiera tenido que fundar la República Fascista de Saló, en 1944 el periódico sólo podía resaltar las enormes pérdidas que los aliados estaban sufriendo y el horror que significaba la destrucción de Europa y, en especial, de Roma, la "cuna del Cristianismo". En 1945, ante la declaración argentina de guerra y la caída de Berlín bajo la égida soviética, el conflicto internacional dejó de acaparar la atención de la que había sido especial objeto durante los seis años anteriores. Si se habló de la guerra fue para vincularla con el contexto local. Las pocas referencias se abocaron a denostar a quienes antes habían respondido al fascismo y, vistas las circunstancias, ahora lo negaban y a reclamar por un trato amistoso con los alemanes y los italianos que habitaban en la provincia.
¿Por qué el conflicto bélico superaba, para los simpatizantes locales del fascismo, los límites de las naciones en guerra hasta competer a todo el mundo? Si la acción de Eje tenía un mérito especial, éste era, sobretodo, combatir al comunismo y su ateísmo y evitar su expansión internacional. Crónica sostenía que "al bolcheviquismo -y conste que es una desgracia- no se lo elimina de un simple plumazo. Únicamente se lo puede aniquilar con el filo de la espada, por aquello de muerto el perro muerta la rabia. Es al Eje a quien corresponde esa tarea higenizadora"20. Hacia el fin de la guerra, el comunismo, el capitalismo anglo-norteamericano y el judaísmo internacional, según el periódico, se habían fusionado en contra de las civilizaciones tradicionales, soberanas y cristianas. En mayo de 1945 ponderaban que:

"Los sistemas que se han presentado son dos […] el comunismo y el nacional socialismo. Hemos visto al comunismo, sistema implantado con violencia y sangre, evolucionar hacia las derechas, vale decir, hacia el capitalismo judío internacional, con harta facilidad y convertirse en una política común renunciando a sus orígenes que era la famosa Tercera Internacional y a muchos de sus principios que en su fundación, se creyeron básicos e inconmovibles […].
Al capitalismo le fue mucho más fácil hacer evolucionar al comunismo en su favor y controlarlo que al nacional socialismo, pues ante sus acometidas resultó una verdadera muralla china, que no pudo vencer y éste era controlado sistemáticamente con rara habilidad y estricta justicia"21.

Crónica se identificaba más profundamente con los regímenes fascista y franquista que con el contexto cultural más distante de Alemania. La inmigración de los dos países del sur europeo en la provincia había sido intensa y disponía de numerosas entidades representantes como centros culturales y deportivos, sociedades de beneficencia, escuelas y hospitales. En los momentos en los que era inminente la caída de Italia, el vespertino encontraba en la nación italiana una posición de "superioridad moral inquebrantable", en la que se apreciaba el espectro de la Antigua Roma:

"Luego de la caída de Túnez en poder de las fuerzas aliadas, los más encontrados rumores circularon con respecto a la posición que adoptaría Italia frente a los futuros acontecimientos […]. Por ahora nada ha ocurrido. Formidables bombardeos al territorio italiano, devastadores ataques a la población civil, temibles amenazas de daños mayores son el saldo que pueden ostentar los pobladores y soldados de Italia. Sin embargo, ningún indicio de resquebrajamiento moral se observa. Por el contrario, a medida que transcurre el tiempo y se intensifican los ataques a mansalva de la aviación enemiga, crece el anhelo del pueblo en el sentido de proseguir la lucha y vencer a sus adversarios. Así se encuentran mancomunados por ese ideal, que es sublime propósito de sacrificios cuantiosos e inquebrantable determinación, los cuarenta y dos millones de habitantes de la Península. Los herederos de Roma Eterna, se prestan para librar la batalla final. […] Bajo el mando del Duce, su conductor, el pueblo trabajador y artista, el formidable representante de la labor honrada y dura se levanta para defenderse"22.

Crónica no cambió de posición ni siquiera cuando la guerra estuvo perdida. Explicitaron entonces que "la misma línea de conducta del año 1939 es la del año 1945"23 y se lamentaron por el destino de los dos líderes europeos. Ante el fusilamiento de Mussolini en abril, el vespertino expresó que el hecho tenía "visos de asesinato":

"la profanación de su cadáver, el fusilamiento de una mujer joven asegurando que era su amante, con el propósito de mancillar su condición de excelente jefe de familia y la profanación del cadáver de esa joven mujer por el populacho desenfrenado, en una plaza pública, es un acto que humilla la moral humana, hace dudar de esa condición de honorabilidad de que alardeamos las personas de raza latina y hasta obliga a meditar si esa moral cristiana que llevamos en la sangre desde muchos siglos, no significa ningún freno para el instinto animal"24.

El tabloide reprochó a los mendocinos que no organizaran un funeral cívico por la muerte de Mussolini, atribuyéndoles una actitud temerosa a quienes antes habían defendido al fascismo, como el cónsul italiano. Sí se realizó, sin embargo, una misa cantada en Loreto en honor del Duce de la que habrían participado las autoridades eclesiásticas locales. La prensa grande no mencionó el hecho, pero tanto Crónica como el antifascista Diario de Mendoza lo verificaron25.
El vespertino sentó su evaluación también frente a la muerte de Hitler. "Menguado es el espíritu que niegue su gran obra", señalaba el periódico y agregaba que

"su obra es genial y su recuerdo será conservado en Alemania como algo que invite a las generaciones próximas a tomar sus ideales como guía de acciones constructivas. Nadie, que sepamos dentro de Reich ha discrepado con él, y la semilla queda indemne, pronta a fructificar, y es que se han palpado beneficios morales y materiales imposibles de negar. Murió acompañado del dolor de su pueblo, porque en Alemania, afortunadamente, no se ha dado el caso de Italia, donde quien desparramó beneficios y fue cerebro excepcional, fue ultrajado"26.

Construir una frontera imaginaria es uno de los elementos configuradores de las identidades políticas. En el marco internacional, este enemigo no era exactamente el mismo para los fascistas italianos que para los seguidores del Führer. Si ambos movimientos construyeron enemigos internos además de los externos, lo hicieron de diferente manera como consecuencia de la existencia de configuraciones de subculturas y corrientes ideológicas distintas, composición poblacional diferente y trayectorias históricas diversas27. El jefe alemán propuso la dicotomía ario/no ario, estando el segundo polo especialmente identificado con la colectividad judía. Esta dicotomía no se producía fundamentalmente en torno a la religión, sino a supuestos caracteres raciales. Incluso si Hitler se pretendía cristiano, conocido es que en los altos mandos lo que reinaba era el ateísmo. En Italia, el antisemitismo no fue radical como en el país del centro europeo, y la identidad cristiana del gobierno fascista estuvo siempre subrayada (cristiano/no cristiano). Tal vez por la existencia del componente cristiano, en el ámbito argentino los simpatizantes de estos regímenes sentían fuerte atracción por Italia. otros ingredientes se sumaban a esta tendencia: la latinidad y el origen de la población inmigrada. En el contexto del fin de la Segunda Guerra, muchos adeptos al régimen fascista italiano eligieron la Argentina para refugiarse. La tradición de la inmigración peninsular facilitaba la inserción a través de redes familiares, instituciones de la colectividad, vínculos personales, económicos y contactos políticos28. Sin embargo, el antisemitismo impactó sólidamente en los grupos extremos locales. Así, al menos en el caso tratado en esta investigación, el enemigo es judío y se opone a los intereses de la nación cristiana. Los comunistas, por supuesto, recibían idéntica denigración, más que por el peligro de una revolución criolla, por la amenaza atea que constituían. La frontera, al menos en el caso estudiado, se hallaba entre cristianos militantes /no cristianos. A fines de julio, Crónica inventó la paternidad semita del bombardeo a Roma bajo el título de la "Venganza de Israel": "Un detalle del bombardeo de Roma: se ha sabido que la dirección técnica de la incursión norteamericana estuvo a cargo del general Lewis, judío de raza pura. Tenía que ser semita quien enfrentara ante la historia la responsabilidad de semejante hazaña. Israel ha desahogado tras milenios de despecho el ponzoñoso odio que abriga hacia la cuna del Cristianismo"29.

La esperanza puesta en el fin de la política: la llegada de la Revolución de Junio

Curiosamente, el 4 de junio de 1943, antes de que se propalara la noticia de que se había producido un alzamiento militar y con motivo del discurso anual del Poder Ejecutivo en la Provincia ante a la legislatura, Crónica le dedicó un grandilocuente elogio a la palabra de Adolfo Vicchi, el gobernador de la provincia, identificándolo con San Martín30. Días más tarde, señaló la injusticia que cometía "una multitud compuesta de comunistas, radicales, socialistas y gansos blancos" al ofrecerle una silbatina al ex gobernador cuando se retiraba de la casa de gobierno tras haber renunciado indeclinablemente y a pesar de que Perón le había pedido que permaneciera a cargo de la provincia31. La publicación señalaba que creía que "el D. Vicchi no merecía tal manifestación, ya que fue un gobernador honesto y correcto, no así su ministro [Francisco] Romero Day que merecía que algunas de las piedras que cayeron lo alcanzaran en la cabeza"32. Los días que siguieron al golpe, Crónica guardó silencio, síntoma del desconcierto que no le era exclusivo. Sin embargo, ante el clima de expectativa que reinaba entre radicales, socialistas y demócratas nacionales blancos, el tabloide se mantuvo más cerca de la desconfianza que de la cautela. Sólo en las grageas se presentaban algunas opiniones irónicas, pero ninguna posición clara al respecto. Expresaban, por ejemplo, que "los que han estado felices son los judíos. Corrían a las pizarras [de los grandes diarios], volvían a sus casas a contarles a las mujeres y regresaban a las pizarras. El asunto lo han festejado como si les hubiera llegado el prometido y esperado Mesías. Algunos hasta se descarrilaron y comieron carne de chancho. […] No se les vaya a atravesar un hueso"33.
El paisaje comenzó a despejarse a mediados de junio y le permitió al equipo redactor emitir un juicio más firme con respecto a la hora que atravesaba el país. Empezaron a ver en los orígenes del golpe el rechazo a la "media palabra" que Castillo le había dado al aliadófilo Robustiano Patrón Costas para que lo sucediera y a presentir que no estaba en los planes del nuevo gobierno terminar con la neutralidad internacional. A pocas semanas de la asonada, Crónica decía que:

"Los que veían con angustia el porvenir inmediato y mediato de la patria saben en la hora actual que sus aprensiones fueron vanas, que 'Dios es criollo' y lo ha demostrado otra vez más, dando a la nación, en una de las horas más indecisas de la historia, en la cual la vida de los pueblos todos se desarrolla sobre un tembladeral, guías honestos y expertos, capaces de conducirla sin quebrantos ni zozobras hacia un futuro de dicha, limpieza y prosperidad 34".

Evidentemente los redactores confiaron en que lo que seguiría sería una depuración de los ámbitos políticos. La misión del periódico era comentar entonces los aciertos y los errores de quienes se encargaban de gestionar la cosa pública. Mientras el gobierno nacional y la intervención federal, a cargo de Luis Villanueva primero y de Aristóbulo Vargas Belmonte después, fueron objeto de elogios durante el tiempo que duró el régimen, la mayor parte de los dirigentes políticos de la provincia y el país fueron fustigados como "vivillos" de la "cacareada democracia". El decreto de disolución de los partidos políticos fue saludado como una "excelente medida".
Encendía especialmente las críticas de Crónica la permanencia de ciertas figuras de la "vieja política" en posiciones de poder. Condenaron a los demócratas nacionales que continuaron disponiendo de cargos públicos (como Romero Day, Benito San Martín, Antonio Mosquera Suárez o el juez Vitale Nocera) y a los radicales disidentes del Comité Provincial que a partir de febrero de 1945 comenzaron a ocupar lugares masivamente en los municipios. Crónica se enervaba además porque la intervención federal, a su juicio, era bastante permisiva con las actividades políticas: la represión al comunismo era insuficiente, una relativa libertad de asociación permitía que los partidos políticos clausurados se reconstituyeran bajo otras entidades y seguían operando los malos políticos en las "pastelerías de la aristocracia". Cuando el clima opositor llegaba a su cima en septiembre de 1945, Crónica se preguntaba:

"¿Por qué se queja el coronel Perón? Buena culpa de lo que sucede la tiene él, sus consejeros y sus colaboradores. El conservadorismo fraudulento aun no ha sido desalojado integralmente de sus posiciones públicas y es desde ellas desde donde se hace y organiza tan canallesca oposición. Aún están los viejos elementos vacunos manejando las finanzas del país, ya que los bancos permanecen en sus manos, aún es de ellos la instrucción pública, de donde no han sido desalojados, todavía controlan las grandes empresas nacionales, aún tienen en sus manos la mayoría de las organizaciones políticas del estado y, lo que es mucho más grave, aún son los dueños de la justicia, la que manejan a su gusto y antojo. Es cierto que fueron acusados de fraude y que todo el país está ampliamente convencido de ello, que la mayoría de la nación estaba cansada de tal fraude y deseaba terminar con él, castigando a los fraudulentos, pero no se ha castigado a ninguno de ellos y hasta la mayoría de los que han delinquido, en forma bien notable gozan de completa tranquilidad, ya que el gobierno revolucionario no se ocupó de marcarlos ante la opinión pública, como correspondía. Aquí, en Mendoza, se formó una Comisión de Investigadores cuyo intenso trabajo, todo el expedienteo e investigaciones quedaron en la nada, a pesar de que la opinión pública en general suponía que había algunos políticos merecedores de la cárcel y de una aleccionadora sanción pública. Entonces, si los elementos fraudulentos tan combatidos, si los conservadores de viejo cuño y malas mañas, no fueron desalojados totalmente de las posiciones públicas, ni marcados claramente a la sanción popular y, sin moral ni razón alguna, se les permite ponerse de frente al gobierno que los desalojó, cuyas pretensiones son adecentar las instituciones y las normas electorales del país dejándolos libremente para que pusieran en juego todo su rosario de viejas triquiñuelas. ¿Porqué se queja el coronel Perón?35".

Y ante los reclamos de la oposición por el regreso a la "normalidad", Crónica presentaba puntillosamente y en un estilo singular el sustrato de los contraargumentos que circulaban en los entornos simpatizantes de Perón. El poema que se transcribe in extenso es una muestra clara de las indignaciones en que muchos se basaron para apoyar al candidato de la Revolución, indignaciones vinculadas a la política estadounidense, a la justicia conservadora, al periodismo masivo, a los políticos de profesión, a los caudillos fraudulentos y a los universitarios:

Una epidemia nueva en el ambiente
con violencia ha brotado sin igual
del norte es importada y nuestra gente
la llama vuelta a la "normalidad". Los jueces que al dictar cada sentencia
sólo buscaban quién pagaba más,
reclaman los repongan con urgencia
siendo ésa la vuelta a la "normalidad". Los tinterillos y los abogados
que ya no pueden sentencias comprar,
gritan y piden, al verse ahogados,
que se retorne a la "normalidad". Los ex ediles de los "los colectivos"
que las coimitas no reciben más,
como hombres democráticos y activos,
piden la vuelta a la "normalidad". Los diputados y senadores
que vendían leyes al mejor postor,
como no ganan nada de "doctores"
urgen la vuelta a la "normalidad". Los radicales que hasta doce meses
a los maestros solían deber,
dicen estar cansados de reveses
y quieren la vuelta a la "normalidad". Las "minorías selectas" que enseñaron
a los votantes a saber cantar,
y del voto secreto se burlaron
piden, audaces, la "normalidad". Rectores, profesores y estudiantes,
con nada en sus escuelas que sea normal,
políticos se han vuelto militantes,
y ¡claro! Extrañan la "normalidad". Los hombres que olvidáronse del pueblo,
de sus necesidades y miserias,
que hartábanse a costillas de ese "pueblo"
claman que vuelva tal "normalidad". La coima, el latrocinio, el peculado,
el fraude electoral, el caudillaje
soberbio, prepotente y descarado
¿es lo que llaman la "normalidad"? Más el obrero que trabaja duro
y de politiqueros harto está,
ese que fue olvidado, a buen seguro,
quiere otra clase de "normalidad".

No quiere el pueblo cantos de sirenas,
quiere trabajo y pan para su hogar,
quiere olvidarse de pasadas penas,
quiere esa clase de "normalidad"36.

Frente a los a los calurosos sucesos de 1945 y en vistas de que la aspiración de erradicar a la política de la vida pública eran vanas desde abril, el vespertino de Barreiro parece haberse dado la estrategia de tomar partido por alguno de los grupos que acompañaban a Perón a la presidencia a nivel provincial. Eligió lo que a sus ojos era lo mejor de lo peor: el lencinismo. Hay que resaltar que Crónica previamente no se hallaba vinculado a la tendencia del gaucho Lencinas, ya que se han constatado fuertes cruces contra su movimiento incluso a comienzos de 194437. ¿Qué necesidad tenía de darse ese camino? Al parecer Crónica interpretó que la salida a esa coyuntura era política y electoral y que, en vistas de sus propios enemigos y de los de Perón, lo mejor era filiarse, de entre los agrupamientos que sostenían la candidatura del ex Secretario de Trabajo, al lencinismo. El pasquín, finalmente, hizo una apuesta inútil ya que a pocos días de los comicios, Perón desautorizó al lencinismo a que llevara su fórmula presidencial. El periódico culpó de este rechazo del líder a la influencia que tenían, según él, los radicales de la Junta Renovadora38. La llegada de Perón al sillón de Rivadavia se recibió sin mayores halagos y sin más críticas que la incapacidad que ellos atribuían a los dirigentes obreros elegidos de ocupar sitios de poder a causa de su falta de educación39.
Las agresiones que durante esos meses se adjudicó a grupos nacionalistas fueron justificadas por Crónica como nobles reivindicaciones de patriotismo frente a lo que consideraban una injerencia estadounidense en los asuntos argentinos liderada por Braden, visto a los ojos de la redacción como un "politiquero" que coordinaba manifestaciones que eran "peor que las indiadas"40. A comienzos de diciembre acusaban a las manifestaciones opositoras de judías y, de alguna manera negaban su propia simpatía con el fascismo para transformarla en puro amor a la nación argentina, en un desplazamiento sutil:

"Quieren los judíos en su reacción hacer cargos de racismo a los argentinos que los atacan y eso convengamos, que no es la realidad verdadera ya que son ellos los que no desean mezclarse con otras razas, que se conservan puros, que se creen superiores y que se dicen el pueblo elegido, los que plantearon con esos hechos la cuestión racial desde tiempos prehistóricos. Ya Faraón tuvo que arrojarlos de Egipto y convengamos que Faraón, seis mil años anterior a Hitler, no puede ser sospechado de nazifascista. No deseamos que se les atropelle y menos que se les convierta en mártires, pero las cosas en su lugar41".

El uso político de la cuestión social: "los obreros argentinos no tienen de qué quejarse42"

La Argentina Nueva, tal como concebían su anhelo inspirado en la obra de Mussolini, debía cobijar a los trabajadores y a los menos favorecidos de la sociedad. Ahora bien, como señala Ezequiel Adamovsky (2007) para el caso del peronismo, el pluralismo era inaceptable para estos nacionalistas ya que la existencia de intereses contrapuestos debía erradicarse en función de que todos se subordinaran al interés superior de la nación.
Lo que se observa recorriendo los ejemplares de Crónica es un ambiguo uso político de la cuestión social. Si por una parte el periódico solía destacar las desigualdades sociales, es cierto que lo hacía más para criticar a quienes ellos juzgaban responsables de esas diferencias que para reclamar la anulación de las mismas43. Sin embargo, ese intento de mostrar una especie de espíritu humanitario no siempre se cuidó y muchas veces el vespertino mostró su posición más cruda en referencia a los marginados. En 1945 se reclamó por la limpieza, por ejemplo, de perros y mendigos que por igual afeaban la ciudad:

"El descuido en la vigilancia y en la represión no es imputable solamente a las autoridades municipales, sino a la policía también. Las dos reparticiones están obligadas a hacer desaparecer de la ciudad el detrictus social que representan mendigos, vagos y perros. Las calles de Mendoza Capital son transitadas por una legión de mendigos de todas las edades y de los dos sexos, que se aproximan al transeúnte para ablandarlo con palabras plañideras y obtener de él la limosna que ansían. Una letanía cansina se pone en práctica a tal fin. Los vagos aparecen durmiendo en los bancos de las plazas o en los umbrales de las casas, cuando no recostados en las puertas o husmeando en los recipientes de basura. Y si nos referimos a los perros, esto es peor que la antigua Estambul. El espectáculo no puede ser más lesivo para la urbe44".

Una situación similar se presentaba cuando Crónica exhibía sus opiniones sobre los sectores obreros organizados. Si por una parte sostenía que "no es posible que a esta altura de la época, todavía haya quien lucre desaforadamente con los obreros, agraviando así la dignidad del país"45, por otra, se encargaba de fustigar la manifestaciones y huelgas en nombre de la tranquilidad de los ciudadanos y señalando que "en poco tiempo más, los peones se acostarán en la cama del gerente"46.
En referencia a una huelga realizada en marzo de 1943, Crónica opinó que "el Poder Ejecutivo de la Provincia empieza a tener por qué arrepentirse de haber tratado con guante blanco a unos cuantos dirigentes obreros que son extraños a la provincia, en su gran mayoría, y no haberles aplicado en forma enérgica el decreto de represión del comunismo y hacer efectivo el estado de sitio". Hasta el momento, continuaba el vespertino, se les había "atendido con exagerada diligencia en los Ministerios y en el Departamento del Trabajo y como el exagerado uso trae el abuso, hoy no van a la huelga general por salarios, mejoras, abaratamiento de la vida o por mejorar el confort de sus viviendas. Hoy van a la huelga general solicitando una serie de insolencias, sin miramientos, con toda audacia". Estas "insolencias" eran las demandas por el levantamiento del estado de sitio, el llamado a elecciones, el cumplimiento de los pactos de Río de Janeiro y la ruptura de relaciones con el Eje. Según Crónica, en esos asuntos "nada tienen que ver los trabajadores, ya que no son ellos los encargados de regular las relaciones exteriores del país". Entonces reclamaba que

"es el justo momento en que el Poder Ejecutivo debe dar un golpe de timón en la dirección contraria al rumbo marcado hasta la fecha. Debe tomarse el toro por los cuernos, vale decir, ir derecho a la cabeza y meter en vereda a los dirigentes, proceder a cortar el mal de raíz con toda energía y terminar de una vez con la insolencia solapada de unos sujetos que se valen de movimientos obreros y de huelgas generales para servir los intereses de países extranjeros que los tienen bien pagos47".

A pesar de esto, en ocasión de la liberación de Perón por la presión que significó para el régimen la movilización obrera del 17 y 18 de octubre de 1945, el periódico nacionalista auguró que entonces la Argentina estaba "salvada"48. Pero ante la candidatura de dirigentes obreros a la legislatura mendocina dejó caer comentarios que señalaban lo inapropiado que le parecía que un trabajador ocupara una banca. Albino Sánchez, presidente del Partido Laborista local y dirigente de Micros y Ómnibus, por ejemplo, "acelera el coche cada vez que pasa por la puerta de un colegio, a los que no ha entrado nunca" y "será muy buena persona, ni lo discutimos, pero en el senado no servirá más que para atropellar con el ómnibus a todo el que le discuta algo si es que se atreve a discutir"49.

Palabras finales

Un paseo por el pensamiento de hombres desconocidos plasmado en las páginas de un pasquín mendocino de los años cuarenta por momentos hace perder de vista que todavía en la Argentina no sucedía el peronismo. Algunas de sus palabras, de sus formas de argumentar, la sensación de pasión y euforia en sus formas de hilvanar narrativas parecen conocidas. El contenido es distinto, en muchos aspectos, pero se asemeja en su costumbre de tomar lo que le sirve y desechar lo que no, eclécticamente. Hemos aprendido, evidentemente, que formas tales del decir y del pensar son formas peronistas. Es posible que haya que preguntarse si no fueron más bien esas formas las que hicieron, entre otras cosas, al peronismo. El antipluralismo político, e incluso la negación de la política, que se esboza entre las ideas de los simpatizantes mendocinos del fascismo una vez iniciada la Revolución de Junio, el anticomunismo acérrimo, el antiimperialismo como sustrato de la identidad nacional, ¿no son elementos que permiten ver en Perón a un hombre que supo reunir -de una manera especialmente efectiva- hilos rojos que ya existían en el momento en el que se vio colocado frente a una escalera hacia el poder político? La respuesta es afirmativa, sólo desde una óptica. Si es verdad el que Perón tomó, entre otros ingredientes, reivindicaciones de los simpatizantes del fascismo también es cierto que, en el marco del declive del Eje en la contienda mundial, esos grupos modificaron sus discursos y sus expectativas con el advenimiento peroniano. ¿Domesticó el peronismo de alguna manera los anhelos de grupos de extrema derecha en la Argentina de los años cuarenta? Tal vez al menos lo hizo momentáneamente. Más allá de los usos políticos del antifascismo que los grupos opositores a Perón hicieron en las definiciones de 1945-1946, también es de interés comprender la cuota de consistencia que existía en sus argumentos: que, de hecho, militantes del nacionalismo simpatizantes con el fascismo estuvieron a favor de Perón durante los candentes sucesos de aquel verano50. En oportunidades, más políticas que académicas, este dato aparece como simple fruto de la imaginación antiperonista. El caso de Mendoza comprueba, de todas maneras, que Perón no necesariamente les prestó su apoyo y, aún más, que si los nacionalistas le dieron su aprobación no fue con plena convicción de que se trataba de un duce vernáculo sino a partir de una lectura del "mapa de situación", de una idea de que la salida debería ser política y competitiva -es decir, democrática-, más allá de que sus anhelos fueran otros. La precaución metodológica que ha reinado en la historiografía dedicada al estudio del fascismo en la Argentina de "no derivar conclusiones simplificadoras haciendo una lectura sin más anticipatoria del peronismo" ha sido posiblemente excesiva, como destacó Leticia Prislei. Esa consigna supuso la casi obligación de interpretar al primer peronismo a partir de una inicial diferenciación con el fascismo, sin poder ocultar el crédito que eso supone a un virtual parecido de familia entre ambas experiencias. Es posible que esa "lectura políticamente correcta" pueda ser, a partir de nuevas herramientas disponibles al oficio historiográfico, puesta finalmente en discusión y "para ello resulta imprescindible volver a mirar las décadas del 30 y del 40 pero sobre todo abordándolas en su entera peculiaridad para releer cómo replican luego los ecos del fascismo tanto en las auto representaciones del peronismo cuanto en las producidas por sus adversarios"51.
Esto no significa de ninguna manera que los investigadores deberían ir a buscar en el fascismo virtuales insumos que el peronismo habría tomado como propios para arribar a una explicación sobre una "naturaleza política" autoritaria de éste. Se trata más bien de intentar comprender qué elementos existían, de qué modo lo hacían y cómo se articulaban en la cultura política de la época. Pero, por sobre todo, se trata de acceder a los momentos de transformación de esos elementos en donde se parieron identidades colectivas duraderas que claramente no han desaparecido hasta el presente. Incluso es posible que esas largas duraciones guarden alguna relación con esa manera familiar, reconocible, anterior al peronismo aunque nos cueste creerlo, que tienen los argentinos para pensar su lugar en el mundo.

Notas

1 Gentile (2004: 55)

2 Como referencias, pueden señalarse los trabajos de Buchrucker (1987 y 2008) y Devoto (2002), o los más recientes de Bertoni (2001), Bertagna (2007), Finchelstein (2001 y 2008), Klein (2001), Lvovich (2003) y Prislei (2008). Entre las investigaciones sobre la difusión de las ideas fascistas a través de la prensa pueden mencionarse los trabajos de Prislei (2004), Tato (2007) y Tcach (2008). Sobre el antifascismo, Bisso (2005 y 2007) y sobre su prensa en el país, puede consultarse, entre otros, Grillo (2001 y 2003).

3 Censo General de la Población, 1946.

4 Los demócratas locales recibían el apodo de "gansos" por su manera de vestir, en contraposición con el aspecto de los radicales lencinistas, que recibían el irónico mote de "pericotes".

5 Sobre esas dificultades puede consultarse el trabajo de Rodríguez (1979).

6 Mathus Hoyos había sido secretario de Carlos Washington Lencinas y candidato por su partido en 1931 cuando sus listas fueron rechazadas. Fue uno de los más importantes propulsores del surgimiento del peronismo político en Mendoza desde la confección de la Unión Cívica Radical Junta Renovadora. Luego fue senador nacional por el partido de Perón. Jorge Albarracín Godoy, entre otras cosas, también había sido candidato por la UCRL en 1931. En las postrimerías de la Revolución de Junio era el presidente del Comité Provincia de la UCR que respondía al Comité Nacional.

7 Alejandro Raiter (1999: 98) define el concepto de pararrealidad discursiva como "la referencia que está presente-descripta en un discurso: el destinatario no puede comprobarla mientras procesa el mensaje. Una serie de discursos tiende a constituir su propia realidad creando la ilusión de referencialidad con la "realidad" extradiscursiva".

8 Benito Marianetti expresó en 1930, por ejemplo, que "lo que corresponde hacer no es cercenar el derecho del pueblo de elegir directamente y sin restricciones sus representantes, sino de dar el mínimo de instrucción indispensable, a esas masas. […] como argentino preferiría que el gobierno provisional se quedase en el poder todo el tiempo indispensable para llevar a cabo la "desanalfabetización" de esta gente antes de prestigiar, por intermedio de alguno de sus miembros, una "capito diminutio" como la que pretendería llevarse a cabo". (Caroglio, 2007: 3).

9 Véase Álvarez (2003) y Garzón Rogé (2008).

10 Triunfo, otra publicación nacionalista pro Eje de Mendoza, señalaba en 1941 que "el fascismo así como el nazismo, surgieron en Italia y en Alemania, no como el criterio simplista de nuestros incautos acusadores los creen [sic]; por generación espontánea, como los hongos después de la lluvia primaveral; ellos son fenómenos reveladores de hondas razones históricas que arrancan de varios siglos atrás y que responden a complicados problemas raciales, geográficos, históricos, económicos y políticos […] inexistentes en este continente". Triunfo, 12/07/41.

11 No se cuenta con ejemplares disponibles de "la primera época". En ocasión del aniversario de 1945 se refirió que Crónica "cumple trece años de vida, de nuestra segunda época, lo que equivale a 13 años de la intensa lucha periodística. […] En nuestras columnas no ha tenido cabida durante tan larga vida de lucha nada que vaya contra los sagrados intereses de la Patria, contra las buenas costumbres, contra la moral, ni contra la religión cristiana". Crónica, 19/03/45. De aquí en adelante nos referiremos al periódico en las notas al pie como CR.

12 En general, no se indicaba en ningún momento quiénes eran los responsables de la publicación. Gracias a un decreto del gobierno militar en 1944 que disponía que debían figurar en la prensa las autorías de los periodistas se conoce el nombre de su director, Eugenio Barreiro. Décadas después el nombre del director comenzó a aparecer en la tapa.

13 Sería interesante indagar si existió en los años sesenta una conexión entre este pasquín y el diario porteño Crónica creado por Héctor Ricardo García en 1969, proyecto que también luego se extendería a la televisión. Es muy llamativo que la tipografía que utilizaba el pequeño vespertino mendocino ya en los años treinta sea exactamente igual a la utilizada por el diario y la televisora de Buenos Aires del mismo nombre en el presente.

14 Existieron en la provincia entre 1940 y 1945 al menos tres pasquines nacionalistas más admiradores del Eje (Aymará, Poncho Patrio y Triunfo). Sin embargo, ninguno de ellos, hasta donde hemos podido indagar, permaneció en el espectro periodístico por más de un muy breve período.

15 Se llamaba peyorativamente "cotudos" a quienes sufrían de bocio, es decir, de hipertrofia de las glándulas tiroides. En Mendoza, debido a la falta de yodo, gran cantidad de personas sufrían esa enfermedad cuyo síntoma más visible era el engrosamiento del cuello. Se suponía además que se acompañaba de cretinismo.

16 CR, 22/03/43.

17 Después de uno de esos cierres Crónica manifestó: "estamos de nuevo en la brecha", "después de unos días de clausura y cuando ya los judíos y los comunistas apostaban las barbas de media docena de rabinos contra las patillas del doctor Marianetti a que nos envejeceríamos clausurados, estamos de nuevo en la brecha y dispuestos a meterle hacha y tiza a judíos, comunistas y masones. […] No hay mal que cien años dure", CR, 08/10/43.

18 Véase, entre otros, Torre (2002: 15).

19 Véase, entre otros, Potash (2002: 124).

20 CR, 18/06/43.

21 CR, 16/05/45.

22 CR, 07/06/43.

23 CR, 04/05/45.

24 CR, 02/05/45.

25 CR, 28/05/45.

26 CR, 04/05/45.

27 Véase, entre otros, Buchrucker (2008).

28 Véase Bertagna (2007).

29 CR, 28/07/43.

30 CR, 04/06/43.

31 Por razones militares Perón estuvo en Mendoza entre 1941 y 1942. En ese período entabló relaciones amistosas en ciertos ámbitos como el Club de Gimnasia y Esgrima y la Junta de Estudios Históricos y, especialmente, con ciertas personalidades como los conservadores Rodolfo Corominas Segura, Adolfo Vicchi, Antonio Mosquera Suárez y el radical Rafael César Tabanera. Cuando Vicchi se enteró del golpe envió un telegrama al gobierno central presentando su renuncia indeclinable y su rechazo a la medida tomada por las fuerzas armadas. Perón intentó que Vicchi se quedara en el cargo, pero no tuvo éxito. Véanse los relatos en la Entrevista a Pedro Lucero, Archivo oral de Mendoza, UNCuyo, 1990; y Entrevista a Adolfo Vicchi, Archivo oral Torcuato Di Tella, 1971.

32 CR, 11/06/43.

33 CR, 09/06/43.

34 CR, 21/06/43.

35 CR, 17/09/45.

36 CR, 12/09/45.

37 En enero de 1944, Crónica se burlaba del cierre del diario oficial del lencinismo, La Palabra, al que llamaban "La Mala Palabra" y decían que "es bueno que el petiso Hipólito [Lencinas] se convenza que nadie lo acompaña, ni al frente de un organillo", CR, 07/01/44. En muchas oportunidades, no obstante, la publicación había demostrado simpatía hacia el caudillo populista sanjuanino Aldo Cantoni, de quien se dijo en algún momento que reemplazaría al interventor Vargas Belmonte, cosa que nunca sucedió.

38 CR, 22/02/46.

39 Sí se elogió el proceso electoral y preelectoral, destacando el fin de la impunidad que parecía inspirar: "Nunca se ha visto un trabajo electoral más decente, hecho por los honorables demócratas nacionales, que el de la presente elección. Ahora no trabaja más que el candidato, una comisión de gente bien y algunos de los que antes se portaban como la mona, pero que ahora están como la mismísima seda. Ya no se pasean en los autos de lujo con la insolencia de que hacían gala cuando estaban en el poder, ya no llevan las armas largas en los coches en forma poco disimulada, mostrando los extremos del caño, ya no van casa por casa en tren de amenaza y ya no salen las bandas nocturnas de forajidos a sacarle el engrudo a los contrarios. Ahora el propio candidato, señor [Ricardo] Videla, en persona, le da la mano a cada elector y le promete un heladito de crema chantilly, si lo favorece con su voto", CR, 01/02/45.

40 CR, 20.08.45. También habían señalado que "el Embajador norteamericano debe comprender que éste es un pueblo organizado, culto, cuya independencia la obtuvo a costa de todo linaje de sacrificios, y que su idiosincrasia es tal que no puede entrar voluntariamente a servir de palanquín en la litera yanqui. Aquí se toleran las más dispares ideologías, los cultos más variados en el orden religioso y en cuanto a la libertad individual ella sólo experimenta restricciones impuestas por necesidades que no es el caso mencionar. Reunir políticos argentinos para instarlos a un pronunciamiento que convenga a la gran república del Norte, no creemos que sea sensato ni prudente. ¿Qué [de] raro tiene que los verdaderos argentinos se muestren altivos y rebeldes y execren ese proceder tan inconsulto de un Embajador que, por serlo, está obligado a guardar el más profundo respeto a nuestra soberanía? No son 'fascistas' los que en aras de una justa indignación han hecho lo que han hecho. […] Ya lo dice el refrán: 'quien hace lo que no debe, oye lo que no quiere'". CR, 08/08/45.

41 CR, 03/12/45.

42 CR, 07/05/45.

43 "La gente pobre no puede ni siquiera visitar el zoológico. Las exigencias de boletos de micros, el pago de la entrada y otros inconvenientes siempre insalvables para los que carecen de los medios, están perfilando una situación de diferencias que mucho se parece al remedo vergonzoso del escarnio social que divide a los hombres entre señores y lacayos", CR, 04/01/43.

44 CR, 05/03/45.

45 CR, 22/11/43

46 CR, 12/11/45.

47 CR, 05/03/43.

48 CR, 19/10/45.

49 CR, 16/01/45.

50 Para comprender los usos políticos del antifascismo véase Bisso (1999).

51 Prislei (2004: 79).

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