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Sociohistórica

versión On-line ISSN 1852-1606

Sociohistórica  no.28 La Plata dic. 2011

 

ARTÍCULOS

Discursos identitarios y articulación política en el campo popular argentino

José Eduardo Moreno

CISH-FAHCE-UNLP


Resumen: El presente artículo explora los diferentes elementos político-ideológicos sobre los que se construyen los discursos identitarios de una serie de organizaciones del llamado movimiento piquetero analizando el modo en que dichos elementos operan en las modalidades que adquiere la articulación política en el campo popular argentino. Me interesa observar, en este sentido, los tipos de suturas o cierres, presentes en los discursos identitarios, que se hacen a la hora de explicar y aprehender el universo de lo social en general y el de lo político en particular. Distinguiré una serie de dimensiones en torno de las cuales, las organizaciones van tomando posición y estructurando sus discursos. Desde esta perspectiva, orientada por los aportes teóricos de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, se busca comparar las diferentes fijaciones de sentido que se observan en cada dimensión de los discursos y sus derivaciones respecto a las posibilidades de desarrollar procesos de articulación política.
Palabras clave: Discursos identitarios; Elementos político-ideológicos; Fijaciones de sentido; Articulación política; Campo popular.

Abstract: This paper explores the different elements of political ideology upon which the identity discourse of several organizations of unemployed workers (the so-called movimiento piquetero) are built. The analysis addresses how these elements operate in the political articulation of different organizations in Argentina's popular field. We are interested in the types of sutures or clo-sures present in the identity discourses through which these organizations attempt to apprehend the social and political domain. We will distinguish a series of dimensions around which the organizations take a position and structure their discourse. From this perspective, and following the contributions of Ernesto Laclau and Chantal Mouffe, we seek to compare the different fixations of meaning of each discourse, their implications to the understanding of politics, and their potential consequences on the development of potential political articulation processes.
Key words: Identity discourse; Meaning; Political articulation; Popular field.


 

El espacio de la hegemonía [...] es el del estallido de una concepción de la inteligibilidad de lo social que reduce sus distintos momentos a la interioridad de un paradigma cerrado.Laclau, E. y Mouffe, C. (2006) Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia.

 

Palabras iniciales

El presente artículo es una apretada síntesis de mi tesis de maestría1 y gira en torno a la observación de las dificultades que presentan las formaciones políticas del campo popular2 en nuestro país para desarrollar procesos de articulación política profundos, estables y duraderos yendo más allá de meros acuerdos programáticos y circunstanciales. Es sabido que existen diversos elementos y variables que inciden en las modalidades que adquiere la articulación –o no articulación– política entre las formaciones que conforman el llamado campo popular. Desde las rivalidades personales, hasta las disputas por beneficios concretos y cuotas de poder, una gran cantidad de elementos inciden en los diversos procesos de articulación o en las dificultades para que estos se desarrollen con eficacia.
Las explicaciones que hemos encontrado respecto a este tema son variadas y se centran en elementos diversos. Por un lado están aquellas aproximaciones que hacen especial hincapié en vincular la fragmentación política con la debilidad –representativa– de las organizaciones que componen el campo popular. Algunos de ellos explicarán la debilidad a partir del peso del peronismo en el escenario político (Borón, 2000 y Di Tella 2003, 2004), otros por la crisis y marginalidad –económica e institucional– que se da en el contexto de la ola neoliberal de los años recientes (Pucciarelli, 2002), pero en todos está presente la correlación entre debilidad y fragmentación. Por otro lado identificamos un conjunto de trabajos (Casas, 2004; Svampa, 2006a y 2006b; Petras y Veltmeyer, 2005) que van a resaltar las diferencias ideológicas que presentan las organizaciones como el principal elemento explicativo. Si bien este último enfoque fue el que me resultó más apropiado, no aparece en los trabajos mencionados una profundización y un análisis específico de aquello que se define como las diferencias ideológicas.
Es tratando de profundizar esta perspectiva de análisis que decidí analizar en este trabajo los discursos identitarios de una serie de organizaciones vinculadas al llamado movimiento piqueter3, para desde allí identificar los elementos político ideológico4 que atraviesan tales discursos y sus implicancias en lo que refiere a la articulación política. Entiendo que desde esta perspectiva se pueden identificar una serie de dimensiones en torno de las cuales se estructuran los discursos identitarios de las diferentes organizaciones del campo popular y que tienen implicancias en las posibilidades de avanzar en procesos de articulación política de alta intensidad.5 Las dimensiones identificadas para su comparación fueron: 1) el fin último o "punto de llegada"; 2) el modo en que se debe ejecutar la transformación (concepción del Estado, revolución versus reforma, etcétera); 3) el sujeto político (relación clase-partido); 4) la "cuestión nacional" ("soberanía política e independencia económica"); 5) la pretensión de representatividad de la organización; 6) las formas de la disputa política (insurreccionalismo, parlamentarismo, etcétera); 7) el peso de la coyuntura política; 8) y los principios organizativos (autonomía, democracia de base, etcétera).
Nuestro análisis se orienta en algunas definiciones y perspectivas que proponen Ernesto Laclau y Chantal Mouffe en el conocido trabajo Hegemonía y estrategia socialista ([1985] 2006). Una de las hipótesis centrales de dicho trabajo es que las formaciones políticas que comulgan con la matriz ideológica marxista parten de un tipo de sutura o cierre6 en su concepción de lo social que incluye una serie de definiciones que reducen el espacio de lo contingente y dificultan el desarrollo de procesos de articulación política.7 En este artículo haremos algunas observaciones sobre el tipo de cierre de lo social que está presente en los diferentes discursos a partir de las fijaciones de sentido que se observan en las distintas dimensiones del discurso. El objetivo de esto es rastrear aquellos elementos político-ideológicos que condicionan las posibilidades de articulación política entre las distintas organizaciones.

El PO y la incansable búsqueda de la independencia de clase

De las organizaciones observadas para esta investigación, el PO, autodefinida como marxista-leninista-trotskista, constituye una de las que establecen un tipo de cierre de lo social más rígido y determinado. Hay en su discurso una concepción –y explicación– de lo social según la cual se reduce notablemente el espacio de lo contingente y de lo indeterminado, subordinándolo a grandes coordenadas con un poder explicativo total.

En primer término, el orden social es entendido a partir de la radical oposición entre sus clases fundamentales: la burguesía y el proletariado. En la lógica de la organización, la clase obrera es el sujeto político por excelencia, y la apelación a otros actores sociales solo se piensa de modo accesorio, apoyando la gesta genuinamente proletaria y, por supuesto, subordinado a ella. El sujeto político está plenamente definido y hay un fuerte celo en respetar el carácter obrero del partido: la independencia de clase aparece como el valor central desde el que el PO construye sus sucesivas lógicas diferenciales.8
Se parte de una perspectiva que incluye un alto grado de determinación socioeconómica sobre la dimensión de lo político, en tanto los actores políticos vienen preconstituidos desde su lugar en la estructura económica. El papel de lo político se reduce así a conectar su posición objetiva con su misión política, despertar su conciencia de clase, pasar de la clase en sí a la clase para sí. Es a este tipo de posicionamiento al que refieren Laclau y Mouffe (2006) cuando describen los elementos esencialistas presentes en el marxismo: la ubicación socioeconómica del sujeto deviene en esencia política. Por ser un obrero tiene determinada misión histórica que cumplir, realizar determinados intereses de clase.9
Entiendo que este tipo de cierre genera inconvenientes a la hora de desarrollar procesos de articulación política de alta intensidad, en tanto se limita la posibilidad de poder ampliar el espacio político mediante el desarrollo de lógicas equivalenciales que permitan construir un sujeto político que exceda el estricto corte de clase, por otro lado, originado en otra dimensión social. La articulación política se ve así restringida de antemano en tanto hay una fijación de significado plena del sujeto político (dimensión política) respecto de la clase obrera (dimensión económica).
Esto se ve con claridad cuando se analizan las menciones de la propia organización respecto a sus pares. En líneas generales se aprecian críticas a todas o casi todas las organizaciones del campo popular, todas ellas vinculadas con el hecho de alejarse del modelo obrero céntrico y, por tal motivo, de distanciarse de la verdadera senda revolucionaria. Es decir, las otras organizaciones no son criticadas por "ver las cosas de modo diferente", sino por no ser revolucionarios, lo cual aparece como mucho más grave. Aparece un elemento ético-moral que no es desdeñable.
El tipo de cierre, el tipo de aprehensión que se hace del universo social, deriva en una serie de determinaciones lógicas que establecen rígidamente las características que ha de adoptar el modelo social que debe ser construido en alternativa al estado actual de cosas. La sociedad capitalista es una sociedad atravesada por una contradicción fundamental entre burguesía y proletariado la que debe ser resuelta mediante la socialización de los medios de producción, en su lenguaje, la implantación de un Estado obrero y socialista. Toda construcción política que no esté orientada hacia esa dirección es desestimada y forma parte del gran universo de los desaciertos, traiciones y alternativas del propio sistema a la genuina lucha de la clase trabajadora. Desde esta perspectiva las actuales experiencias políticas de Venezuela y Bolivia implican "nacionalizaciones clásicas burguesas" (Shinzato y Zanzioth, 2007: 57) en el marco de tibios procesos de transformación, que terminan obstaculizando y debilitando el –verdadero– impulso revolucionario de los sectores populares de cada uno de estos países.
Esto se acompaña con una alta pretensión de verdad que se apoya en la apelación a determinado saber científico como basamento de su verdad y sus argumentaciones. Señalan los dirigentes del PO que su organización –"a diferencia de otras"– hace "política como ciencia" y critican airadamente la "novedad permanente, el cambio de camiseta todos los días", ya que eso "no es ciencia, no es sistemático, no es riguroso, y [...] ellos hacen política sistemática, científica y rigurosa" (Shinzato y Zanzioth, 2007: 59-60). De esta manera los rígidos cierres de lo social y las fijaciones de sentido resultantes, se resguardan en una apelación a la verdad científica que a la vez designa el cambio de perspectiva como "no sistemático, no riguroso, no científico".

CCC-PCR, enumeración comunista y reducción imperialista

Son varios los elementos identificados en el discurso identitario de la organización en los que se establecen límites importantes con las otras. Hay una fijación primaria que se origina en el planteamiento de la organización de autodefinirse como "el partido político revolucionario del proletariado" (PCR, 2004). Esta definición primaria deriva en varias cuestiones de relevancia, la primera y más importante es que reduce la articulación a que el resto de las organizaciones reconozca su rol de ser "el partido revolucionario del proletariado". Si bien en su práctica, la CCC-PCR mantiene una postura abierta de alianzas políticas, por las definiciones que encontramos en su discurso, pareciera que estas se establecen en un plano táctico, son concebidas como medios de acumulación política, pero no en el sentido de articulaciones políticas de alta intensidad. Es decir, las alianzas políticas se circunscriben a un plano instrumental, en acuerdos programáticos, pero que nunca desafían los principios identitarios.
A diferencia del PO, la CCC-PCR flexibiliza la centralidad de la clase obrera, dándole protagonismo a otros sectores sociales, definidos según criterios diversos, lo que trae algunas complicaciones. Así aparecen definidos como potenciales aliados políticos, el proletariado industrial y el campesinado pobre junto con los estudiantes, las mujeres, sectores de la pequeña burguesía, etcétera, donde se superponen distintos criterios de distinción de los sujetos a los que se apela (género, nivel educativo, etcétera). Más allá de estas observaciones, la CCC-PCR desarrolla lo que Laclau y Mouffe (2006) llaman la enumeración comunista, una búsqueda de articular diferentes sectores sociales, pero que no subvierte el rol central del proletariado y en última instancia ocupa la dirección del proceso político.10 A partir de este tipo de ejemplos Laclau y Mouffe distinguen entre alianzas de clase y articulaciones hegemónicas, siendo las primeras "de carácter factual o episódico" (Laclau y Mouffe 2006: 96) en tanto no logran construir un equivalente general que desborde el contenedor de la clase. De este modo, la reconocida vocación articulatoria de la organización –que incluye la posibilidad de alianzas con sectores de la burguesía nacional– se inscribe en un rígido sistema teórico que, a partir de definiciones determinantes, obstaculiza la profundización de los procesos de articulación política que deriven en modalidades de alta intensidad.
Respecto al tipo de construcción política y las características de lo que "está por venir", las definiciones adquieren una rigidez mayor. No solo se concibe al socialismo como algo claro y definido a partir de una serie de rasgos preestablecidos, sino que además se proclama la inevitabilidad tanto de la vía insurreccional como de la dictadura del proletariado.11 Así se definen a priori diversos tópicos que, considero, traen consecuencias para las posibilidades de profundizar articulaciones políticas. La intensidad con que se plantean las críticas hacia los "cretinos parlamentaristas" que optan por participar en contiendas electorales o hacia organizaciones como la CTA por apartarse del clasismo y "estar con el kirchnerismo", nos parecen ejemplos de la fuerza que adquiere la lógica diferencial a partir de determinadas fijaciones de sentido.
Al igual que en el caso del PO, todas estas definiciones se apoyan en una alta pretensión de verdad mediante la apelación a un saber científico que da a determinadas interpretaciones de la historia y de la realidad social, el status de verdades inequívocas "científicamente comprobadas". Considero que esta cuestión dificulta más aún el entendimiento con otras organizaciones, particularmente cuando se hace especial hincapié en "luchar contra el revisionismo" y en la defensa de las "verdades universales del marxismo" (PCR, 2004).12
Por último, el análisis del escenario político y la caracterización de sus actores aparecen determinados por la variable del imperialismo, la que termina explicando todas o casi todas las vicisitudes de la política, reduciendo casi a cero la posibilidad de otorgarle rasgos autónomos a aquella dimensión. Algunos de los ejemplos que ilustran esto se observan cuando "la crisis de las papeleras" es explicada porque a Tabaré Vásquez lo respalda un imperialismo ruso distinto al imperialismo ruso que apoya a Kirchner; cuando el golpe de Estado a Chávez y su fracaso se explica por los distintos imperialismos en pugna; o cuando se explican las reformas en las FFAA en nuestro país por la presión del imperialismo chino para neutralizar la hegemonía de los sectores pro rusos enquistados allí (Ardura, 2007). Mediante operaciones de este tipo, lo político se reduce a los designios de los poderes imperialistas y se desatiende cualquier tipo de mediación y autonomía de la dinámica política. A esto me refiero con el concepto de reducción imperialista.
Entiendo que esta perspectiva deriva en una visión de lo político que lo concibe como una suerte de prolongación –automática y coherente– de la dinámica económica –en este caso imperialista–. De este modo quedan definidos dos grandes campos políticos, el campo popular (que como veíamos, en última instancia remite al proletariado industrial) y el anti-popular. Sin embargo, hecho que se repite en muchas de las organizaciones, esto no se traduce en la conformación de dos bloques políticos constituidos y enfrentados. Proliferan al interior del campo popular múltiples lógicas diferenciales que impiden la consolidación política del bloque, mientras que en cada operación de diferenciación se avanza en el fortalecimiento del bloque contrario. Se avanza de este modo en un proceso de diferenciación al interior del propio campo de alianzas y de homologación al interior del campo enemigo.13
Por lo analizado hasta aquí, considero que la CCC-PCR presenta un discurso que en algunos aspectos se muestra con una fuerte propensión hacia la articulación política, pero que simultáneamente incluye fijaciones de sentido que establecen importantes límites para la profundización de dichos procesos articulatorios. La centralidad explicativa que adquiere y el modo en que es utilizada la "cuestión del imperialismo" sin dudas constituye un rasgo distintivo que, junto con otros elementos identitarios –como la traslación del esquema dicotómico marxista al escenario político–, pueden contribuir a una comprensión más precisa de la performance política de la organización.

MTR, revolución y reforma

La tercera organización que se autodefine al interior del campo marxistaleninista es la que encabeza Roberto Martino, quienes se definen como guevaristas, por lo que entienden el marxismo leninismo de estos tiempos y latitudes. Al igual que los casos anteriores se observan una serie de supuestos teóricos con una plena fijación de sentido que preconstituyen el escenario político. En términos más claros, aparecen preestablecidos: el camino, los diferentes pasos, los sujetos y el objetivo último del proceso de transformación social, los que no admiten demasiadas alternativas. Entre estos elementos aparece con fuerza, como punto nodal del que se desprende una fuerte lógica diferencial, la inevitabilidad de la revolución entendida como la "destrucción del Estado burgués"; esto es, la inviabilidad de procesos de transformación basados en sucesivas reformas en el marco de las instituciones vigentes.14
Respecto a las organizaciones pares del campo popular aparecen algunos signos de amplitud y flexibilidad, en especial respecto a la Paritaria Social impulsada por la CTA, la que es vista con expectativas como un camino de construcción interesante. Pero del mismo modo no se abandonan las definiciones más rígidas señaladas más arriba y se habla de las organizaciones que "están enfermas con el virus del reformismo" (Martino, 2007).
Al igual que en los casos anteriores, el espacio político aparece escasamente diferenciado, atravesado por la contradicción de clase fundamental entre burguesía y proletariado. En este sentido, carece de relevancia la distinción entre el kirchnerismo y sectores de la oposición como Mauricio Macri, López Murphy, etcétera: todos constituyen el amplio espacio de "gerentes de la clase capitalista". Sucede lo mismo en el ámbito de los medios: no aparecen diferencias relevantes entre Horacio Verbistky, Mariano Grondona y Rosendo Fraga, sin diferencias de grado, todos resguardan los intereses de la burguesía (Martino, 2007).15
Como decía anteriormente, las definiciones más inflexibles se centran en una concepción del proceso de transformación social predeterminado en términos de revolución, con la necesaria destrucción del Estado, la inviabilidad de las reformas y la concepción del socialismo definida en los términos más clásicos.
Estas cuestiones aparecen con claridad cuando se critican los distintos procesos políticos latinoamericanos por su distancia y alejamiento de la senda socialista. Así las dirigencias políticas de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Uruguay, si bien son reconocidas como gobiernos "de carácter popular" son criticadas por alejarse de los lineamientos que marca el modelo revolucionario leninista, en definitiva, por su "carácter reformista... el carácter no proletario" (Martino, 2007).
Por último, y siguiendo la línea de las otras organizaciones marxistas-leninistas, aparece una alta pretensión de verdad que se apoya en la apelación del carácter científico de los supuestos en los que se basan sus posicionamientos. Se mencionan por ejemplo el aporte de Lenin y su "explicación científica del significado histórico y político del imperialismo", como así también la contundencia de las demostraciones que "El Che, la Revolución Cubana y la Historia" hicieron sobre el peligro de las estrategias políticas nacional-populares (Todo o Nada, 2006: 11). Esta concepción del conocimiento y de la verdad deriva en definiciones que se plantean en términos absolutos como que "el único camino es la revolución socialista" o sobre "la necesaria abolición del Estado burgués".
La dicotomización del espacio político a partir de la traslación de la contradicción fundamental, sumada a una serie de definiciones políticas que predeterminan los principales rasgos del proceso de transformación que se quiere llevar adelante, parecieran incidir negativamente en las posibilidades de desarrollar procesos de articulación política. Como señalaba más arriba, entiendo que la traducción política de la contradicción burguesía-proletariado, se lleva a cabo desestimando graduaciones, que en el escenario político parecieran relevantes. Esta decodificación binaria del mapa político coincide, a su vez, con una visión del proceso de transformación social que aparece predeterminado en varios de sus aspectos fundamentales. Considero que la conjunción de ambos elementos conduce a que las diferencias que se presentan con otros posicionamientos adquieran una rigidez que termina restringiendo el espacio para las operaciones articulatorias.

MPR-Quebracho, la difícil síntesis entre el nacionalismo popular y el marxismo leninismo

Reticentes a las etiquetas y a definiciones de corte ideológico, los dirigentes de esta organización hacen hincapié en la práctica política como criterio de definición. Desde este punto de partida se le da a la práctica, al quehacer, a las protestas y manifestaciones –las acciones públicas en las que la organización se hace ver– una centralidad que no aparece en otras organizaciones (quizás se vea en el FPDS, aunque de otra manera). Ahora bien, más allá de estas reticencias, son claras algunas definiciones ideológicas que hacen referencia al patriotismo revolucionario, la búsqueda de la liberación nacional y social de la Patria, la revolución nacional antiimperialista. Es decir, en sus definiciones ideológicas, la cuestión nacional-popular adquiere una centralidad evidente y todo el discurso se construye en derredor de dicho tópico, pero además se señala la presencia –e importancia– del marxismo-leninismo "en cuanto a cosmovisión del mundo, categorías de análisis y filosofía política" (Shinzato y Zanzioth, 2007: 180). Ambos ascendentes ideológicos, conjugados con la centralidad de la práctica política antes mencionada, le otorgan a la lógica insurreccionalista una gravitación sobresaliente. En el intento de síntesis de estos elementos se pueden deducir ciertas lógicas que operan en las diferentes definiciones de la organización y sus consecuencias respecto a la articulación política.
En efecto, resulta interesante el modo en que se articulan en el discurso los diferentes elementos antes mencionados, en donde la matriz ideológica nacional-popular se ve interpelada por la lógica marxista-leninista, que, a partir del peso que termina adquiriendo la práctica política, le otorga a la lógica insurreccional una centralidad que recorre todo su discurso. Tal protagonismo se enmarca en otro rasgo común, entre las organizaciones marxistas-leninistas exploradas, que es la primacía del criterio schmittiano amigo-enemigo para pensar los antagonismos políticos y sus posibilidades de resolución.16 Por estas cuestiones se observan en el derrotero de la organización similitudes con referentes opositores "nacional-populares" (se menciona a Mario Cafiero, Claudio Lozano y a Pino Solanas), pero acercamientos con organizaciones con fuerte gravitación de lógica insurreccional enmarcada en una matriz marxista-leninista, puntualmente se menciona el caso del PCR.
En el mismo sentido, la postura que adopta respecto al kirchnerismo es radicalmente opositora, alejándose de las organizaciones "nacional-populares" observadas que lo apoyan en diferente grado y medida. El escenario político es atravesado por la contradicción fundamental patria versus entrega, y es al interior de esos campos que operan las lógicas equivalenciales que configuran el diagnóstico sobre el conjunto de los actores políticos. Del mismo modo que en los discursos anteriores, no tiene demasiada relevancia diferenciar, establecer graduaciones al interior de estos campos: las clases dominantes económicas cuentan con sus gerenciadores entre los que se incluye a la clase política, las fuerzas de seguridad de justicia y los grandes medios.17 Respecto al escenario político, la "clase política" opera como un todo en el que no aparecen demasiadas distinciones.
Finalmente se puede identificar en el discurso de la organización una alta pretensión de verdad que no se traduce en la apelación a un saber científico-objetivo, pero sí en la autoproclamación recurrente de encabezar diferentes ranking como el de la combatividad, seguridad/convencimiento, nivel de conocimiento y referencia a nivel nacional, reivindicación de la lucha de los setenta, presencia de estudiantes en determinadas jornadas, desarrollo de cortes coordinados en Capital (Rubio y Del Grosso, 2005: 23-25).18 Del mismo modo, se desestiman ciertos debates, específicamente el del uso de la violencia en la práctica política, porque se argumenta que se trata de un debate instalado por las clases dominantes, que se trata de una derrota ideológica. Resulta semejante a la "lucha contra el revisionismo" y al rechazo del "cambio de camiseta", en tanto en todos los casos se asocia la puesta en discusión de determinados elementos con la claudicación o la traición del accionar verdaderamente revolucionario. Tal operación funciona como un buen mecanismo para clausurar de antemano la posibilidad de avanzar en determinados debates.
La apelación a elementos de la matriz nacional-popular le da a la organización la posibilidad de flexibilizar ciertos elementos que en la matriz marxista-leninista aparecen expuestos con gran rigidez. A diferencia del PO, la CCC-PCR y el MTR no tienen una definición cerrada sobre las características del Estado y su rol en el proceso de transformación (no se plantea su necesaria destrucción), no hay una apelación a un sujeto político específico preconstituido en la esfera de lo económico, como tampoco se habla de la dictadura del proletariado como etapa inevitable del proceso de transformación social. Sin embargo, la posibilidad de desarrollar articulaciones mediante el juego equivalencial de significantes vacíos y flotantes, se ve limitada a partir de la centralidad que adquiere la lógica insurreccional, que se termina constituyendo en un camino necesario, inevitable, de tal transformación. La poca flexibilidad en torno a este punto, sumada a la alta pretensión de verdad que identificamos en el discurso, parecen reducir el espacio del juego político –y de la articulación– que posibilitaban aquellos elementos que aparecían indeterminados y sujetos a la contingencia.

MUP y la sobredeterminación de la coyuntura política

Se produce en esta organización una peculiar transición desde una matriz ideológica de orientación anarquista hacia una nacional-popular. En los hechos, los vestigios libertarios se ven fuertemente absorbidos por el discurso de matriz nacional-popular, lo que no es ocultado, sino resaltado como un cambio de visión, de postura, de maduración, etcétera. A diferencia de otros discursos, el cambio –de perspectiva, de postura– no es entendido como una traición o claudicación, sino más bien como una evolución lógica y necesaria.
Es enmarcada en las coordenadas nacional-populares que la organización concibe el cambio social como un proceso que puede ser gradual, a partir de reformas desde las instituciones vigentes. Hay una concepción sobre el Estado claramente diferente a la que se desprende del marxismo-leninismo según la cual el Estado constituye el gerente político de los intereses de la burguesía. Para el enfoque nacional-popular, el Estado es una herramienta del cuerpo social que está en disputa y que vale la pena disputar para hacerlo jugar a favor de los sectores populares. La perspectiva de cambio no se reduce entonces a una necesaria revolución en el sentido leninista que implica la destrucción de las instituciones estatales actuales, en tanto prevé la posibilidad de avances graduales y de un Estado disciplinando a los sectores dominantes. La contradicción política central que se señala es la de proyecto nacional versus proyecto liberal. La experiencia del peronismo constituye la principal referencia histórica de nuestro país, mientras que los actuales procesos de Venezuela, Bolivia y Ecuador, aparecen como los ejemplos actuales más claros del continente. En el mismo sentido hay una valoración general de los procesos políticos latinoamericanos en la que se hace especial hincapié en la necesidad de fortalecer la integración regional, más allá de las diferencias que pudieran observarse.
La gradualidad en la concepción del proceso de transformación se corresponde con una diferenciación del espacio político y una complejización mayor de los actores que en otros planteos. Es decir, no hay una identificación plena entre actores económicos y clase política como un todo, entre la ingerencia de determinada potencia imperialista y la política respecto a las FFAA, etcétera. Desde la perspectiva de la organización los actores son variados y complejos, plagados de contradicciones y cada uno posee sus intereses particulares y sus dinámicas propias. Esto no los lleva a desconocer el peso de los intereses económicos que están en juego en el escenario político, pero le otorga un nivel mayor de autonomía a la dimensión de la política. Desde esta perspectiva aparece con gran centralidad la referencia a otros actores de la llamada clase política, según la cual se fundamenta el apoyo al kirchnerismo desde la idea de que "en política no hay lugares vacíos" y que las otras opciones con posibilidades reales de transformarse en alternativas de poder resultan más perjudiciales para el avance hacia una sociedad menos desigual. Del mismo modo se justifica la convivencia al interior del heterogéneo espectro kirchnerista –así se lo concibe– con ciertos sectores identificados con la vieja política desde la lógica que "es preferible tenerlos de amigos que de enemigos".
En líneas generales se puede señalar que la perspectiva de análisis que propone la organización pretende distanciarse de los lineamientos de la matriz marxistaleninista, buscando así evitar determinadas fijaciones de sentido que impliquen una mayor rigidez en sus definiciones políticas. El escenario resultante no implica ni un sujeto político privilegiado, ni un método de construcción política determinado, ni etapas o medidas necesarias e ineludibles ("dictadura del proletariado", "destrucción del Estado burgués", etcétera). En vez de ello se concibe un escenario fuertemente atravesado por la contingencia, con actores políticos contradictorios y portadores de dinámicas e intereses propios, en el que se debe avanzar en la acumulación de poder político por parte de quienes buscan representar los intereses de los sectores populares.
El tipo de sutura desde la que se concibe el universo social y sus derivaciones respecto de la esfera de lo político, presenta un escenario que en varios puntos relevantes resulta indeterminado, lo que pareciera otorgar un mayor espacio para la articulación política en tanto no se establecen demasiados lineamientos a priori que imposibiliten la operación de vaciar significantes. Sin embargo, del mismo modo se corre el riesgo de que la relativización se convierta en absoluto, esto es, que el reconocimiento de las contradicciones y dinámicas propias de la esfera de lo político debiliten, hasta que resulten políticamente ineficaces, los límites de la propia identidad política. En otras palabras, el proceso de deconstrucción de determinados supuestos esencialistas puede conducir a la sobredeterminación de la coyuntura política sobre el resto de los elementos del discurso identitario; es decir, el posicionamiento político en determinada coyuntura puede fijarse hasta perdiendo su carácter contingente y sobredeterminar otras dimensiones del discurso. De este modo, el tipo de adhesión que la organización establece con el kirchnerismo, la fijación de sentido que se construye al respecto, puede reducir el espacio del entendimiento y por tanto el de la articulación.19

Barrios de Pie y kirchnerismo crítico

Barrios de Pie-Libres del Sur (MBP-LS) al igual que el MUP es una de las formaciones que, aunque en la actualidad haya tomado distancia, decidieron acompañar el proyecto político encabezado por la figura del ex presidente Néstor Kirchner. Mucho de lo que observamos sobre el MUP se repite en el discurso identitario que presenta esta organización. La matriz nacional-popular se observa en la concepción de un Estado que puede y debe ser utilizado como herramienta política para orientar la economía hacia una distribución equitativa de la riqueza, promoviendo la industria nacional y el mercado interno, además de velar por los intereses de los más desprotegidos, los sectores sociales de menores ingresos. De igual modo se resalta la importancia de profundizar el proceso de integración regional que se viene desarrollando en los últimos años, uno de los logros que más se le destaca a la gestión kirchnerista.
En la misma lógica se señalan las contradicciones del mundo de la política, la complejidad de los actores, la infinidad de intereses en juego y la necesidad de establecer alianzas con sectores políticos que de otro modo jugarían fuertemente en contra de las medidas mejor direccionadas del gobierno. Entre las distinciones sobre las que se insiste y que son desatendidas por otros discursos, está la diferenciación del Frente Para la Victoria respecto del Partido Justicialista.20 En efecto, mientras que para muchas organizaciones esta diferenciación carece de sentido o relevancia, tanto para MBP-LS como para el MUP, se trata de una distinciónfundamental que refiere a un intento de ir construyendo una nueva alternativa política en oposición a los sectores identificados con la derecha ideológica y política que moran al interior del peronismo. Por último se hace especial mención de las dificultades de la gestión pública, dando cuenta –a partir de su propia experiencia– de las múltiples contradicciones y niveles al interior de una estructura administrativa tan vasta y compleja, además de los variados y poderosos actores que operan en contra de la intervención del Estado y las políticas redistributivas.
En cuanto a los puntos distintivos del discurso de la organización, observamos un nivel de crítica mayor respecto al kirchnerismo –sus principales aliados políticos– que el que presenta el MUP. Esto permite pensar en un tipo de cierre o sutura en lo político que no deja de ser contingente y precario, contemplando en todo momento la posibilidad real y concreta de dejar de sostener su articulación política con el kirchnerismo. En este sentido aparecen diversas menciones que muestran que la adhesión al kirchnerismo está sujeta al eventual rumbo que adopte dicho proceso político, al peso que adquiera el "andarivel izquierdo" dentro de ese conglomerado de fuerzas, como así también las alianzas "por derecha". De la misma manera se señala que se marcha hacia la conformación de un espacio nacional popular menos heterogéneo que el que constituye el kirchnerismo, espacio que tendrá mayor o menor relación con el kirchnerismo dependiendo del rumbo que tomen los acontecimientos. De este modo el tipo de sutura que propone la organización se mantiene en un nivel precario que pareciera permitirle, al mismo tiempo, proteger su cuerpo identitario y mantener mayores posibilidades de articulación subvirtiendo el esquema binario kirchnerismo versus anti-kirchnerismo.

FPDS, principios organizativos y autonomía

EL FPDS es una organización que presenta bastantes puntos de desencuentro con las que venimos observando hasta aquí. Se trata de un tipo de organización que recoge algunas críticas que se vienen sucediendo y acumulando en el derrotero de la izquierda que tienen que ver con tratar de superar ciertos esquemas teóricos señalados como ineficaces. En este sentido aparecen fuertes críticas a los posicionamientos de lo que llaman la izquierda tradicional y de la izquierda nacional-popular, en una búsqueda que intenta superar viejos planteos y formas de organización. Es en esta dirección que se critica, justamente, la rigidez de determinados modelos teórico-ideológicos y sus respectivos lineamientos políticos.
Siguiendo nuestro esquema de análisis, el FPDS se presenta como una organización que busca romper con ciertas fijaciones de sentido y esquemas de análisis rígidos, como por ejemplo superando la concepción obrero-céntrica de sujeto político y el propio modelo dicotómico marxista.21 Se presentan como una organización que lucha por un objetivo último que es el socialismo, pero el cual no tiene demasiadas definiciones previas, sino que está sujeto al tipo de construcción y de significado que los propios actores que lo construyen le den. Se observa un claro distanciamiento respecto a otros discursos y un vaciamiento de significado de un significante tan relevante como lo es el de socialismo.22
Los puntos que configuran su identidad política se orientan más en un nivel organizativo, en métodos de construcción. Así definen una serie de principios organizativos que establecen los límites de su identidad política y que se resumen en: democracia de base, formación, lucha y autogestión. Así se busca mantener flexible y abierto el esquema de construcción política respecto a los pasos, medidas, posibles aliados y orientaciones políticas que asumirá la organización. Es decir, no se plantean como cuestiones necesarias la adopción de un camino insurreccional, el establecimiento de una dictadura del proletariado, la socialización de los medios de producción, o la destrucción del Estado, etcétera. En vez de eso, se establecen determinados principios organizativos dentro de los cuales se deberá ir avanzando en la construcción de poder popular, "que no es ni más ni menos que el hecho de ir generando niveles organizativos cada vez más altos a nivel de los sectores populares" (Obregón, 2006).
Al escapar de ciertos esquemas rígidos y determinantes, el FPDS se posiciona en el escenario político desde una concepción que destaca ciertas contradicciones que están ausentes en otros discursos. Desde una clara oposición al kirchnerismo, el FPDS no deja de reconocer ciertas complejidades de la política (como la ya mencionada idea de que "en la política no hay lugares vacíos"), rescatando algunos puntos y diferencias del actual gobierno y sus aliados respecto a gobiernos anteriores. Es decir no opera una lógica dicotómica que homologa a toda la clase política y no establece diferencia alguna entre una fuerza y otra. El FPDS logra desarrollar algunos diagnósticos según los cuales el posicionamiento respecto a un actor –en este caso su oposición al kirchnerismo– no lo conduce a negar determinadas diferenciaciones o puntos favorables –por ejemplo se habla de la disminución de la variable represiva y de que no es lo mismo para el escenario latinoamericano que esté Kirchner a que esté alguien "de derecha" (Obregón, 2006)–.
Pese a renegar de la etiqueta de autonomistas que otros discursos le imprimen, la cuestión de la autonomía posee una centralidad significativa en la identidad política de la organización. Si bien se aclara en diversas intervenciones que la organización no defiende una postura de autonomía extrema, claramente inviable y contraproducente desde el punto de vista político, sí se destaca la importancia de mantener distancia de determinadas estructuras políticas e institucionales con el objetivo de respetar sus principios organizativos y resguardar así sus lineamientos identitarios fundamentales. Si bien es claro que se alejan de la caricaturización autonomista que suelen endilgarle, sí insisten en definirse "como autónomos del Estado, los partidos, las Iglesias y las centrales sindicales" (FPDS, 2007). Cabe decir que esta definición puede conducir, en coyunturas políticas específicas, a determinadas concepciones que obstaculicen procesos positivos de articulación política de alta intensidad. Entiendo que los diferentes y múltiples espacios que se abren en el discurso de la organización al juego político y que facilitan procesos de articulación mediante la operación de significantes vacíos y flotantes, pueden encontrar un tipo de cierre en la idea de autonomía si esta termina sobredeterminando a los diferentes elementos que componen el discurso.

MTD-Aníbal Verón, crítica a la razón dogmática

Todo el relato de Juan Cruz Daffunchio está atravesado por una fuerte crítica hacia lo que califica como el dogmatismo de la izquierda. Desde esta perspectiva se ataca a lo que se considera la ortodoxia de la izquierda, la que es interpelada en función de su efectividad política. Se critican las rígidas fijaciones de sentido que pueblan el discurso identitario de la mayoría de las formaciones políticas del campo popular, que se identifican como obstáculos a procesos de articulación.
Una gráfica apreciación de esto lo constituye la mención de Daffunchio de lo común que resulta entre las formaciones de izquierda "dividirse hoy por lo que vas a hacer dentro de 20 años" (Daffunchio, 2007). De este modo, se ponen en discusión los debates sobre la necesariedad de la "dictadura del proletariado", "la destrucción del Estado", etcétera, los que son vistos como abstractos y que terminan postergando las discusiones sobre las dificultades que el campo popular tiene para la construcción de procesos políticos con poder real. Desde esta perspectiva es que se menciona al PCR como la formación política de la que se sienten más cercanos, que se corresponde con la manifiesta propensión hacia la articulación que presenta dicho partido. Como he señalado, considero que tal propensión se limita a niveles más bien tácticos e instrumentales, en tanto en su discurso identitario se observan múltiples fijaciones plenas de sentido que interpreto como obstáculos para la profundización de procesos de articulación de alta intensidad.
Una cuestión interesante de este discurso es que se trata de un protagonista que fue viviendo en su propia experiencia el abandono de determinados dogmas a lo largo de su carrera política. Así se destacan cambios en sus concepciones sobre diversos tópicos (la concepción de Estado, la insurrección, el peronismo, etcétera) los cuales comparten el hecho de ir rompiendo con determinadas verdades muy afianzadas en los discursos marxistas-leninistas. Una cuestión muy ilustrativa la constituye su concepción sobre el Estado, que pasó de verlo como una extensión del poder de la burguesía –lo que hacía necesaria e inevitable su destrucción– a verlo como un espacio de poder disputable y utilizable a favor de los sectores dominados, en tanto considera que "El proceso que se está dando con Chávez, con Evo Morales, te dice otra cosa. Te habla del Estado burgués como un elemento de acumulación, en ese sentido hacia el socialismo" (Daffunchio, 2007).
Desde esta perspectiva se llega a lecturas sobre la realidad política nacional y latinoamericana que incluyen un mayor nivel de diferenciación y complejización que en otros discursos. Así se resaltan contradicciones y bemoles que parecen enriquecer el análisis político respecto a visiones más esquemáticas. Por ejemplo, el kirchnerismo es atacado por diversos flancos, pero no se dejan de reconocer ciertas virtudes, más a la luz de lo que se vislumbra como alternativa real al actual gobierno. También se reconocen las contradicciones al interior del Estado, las limitaciones del gobierno en su control, etcétera.23
En definitiva se trata de un discurso que centra su preocupación en las limitaciones políticas del campo popular y en la necesidad de privilegiar articulaciones políticas profundas que posibiliten la construcción de un poder político real. Para esto se reclama que tanto las organizaciones de orientación marxista-leninista, como las nacional-populares –más las primeras que las segundas– abandonen las posiciones dogmáticas y subordinen sus preconcepciones a la construcción de poder político. En líneas generales, el planteo de Daffunchio coincide con la orientación de este trabajo acerca de las dificultades que se derivan de las fijaciones plenas de sentido para las posibilidades de profundizar procesos de articulación política.

Palabras finales

Como señalaba al principio, este trabajo no busca dar respuestas acabadas sobre el problema de la articulación política en el campo popular. Sabemos que son múltiples y variados los elementos que inciden en este fenómeno y que a su vez derivan de órdenes o dimensiones muy disímiles: desde rivalidades personales de los dirigentes, hasta "operaciones" malintencionadas de rivales o enemigos políticos, se podrá encontrar un numeroso abanico de variables que resultan relevantes para la comprensión de las modalidades que adquiere la articulación política en el campo popular. Las pretensiones de este trabajo son concretamente las de avanzar en una caracterización de los elementos políticos e ideológicos que estructuran los discursos identitarios de las distintas organizaciones, analizando desde allí sus posibles implicancias en relación a la articulación política.
Lo que pude recoger a lo largo de la investigación es la existencia de múltiples dimensiones en torno de las cuales se estructuran los elementos político-ideológicos que configuran los discursos identitarios de las distintas organizaciones. Las diferencias y la rigidez con las que se establecen tales elementos, considero que constituye un tema relevante para comprender las modalidades que adquiere la articulación política. De este modo se pueden observar en torno de qué tópicos se establecen las fijaciones de sentido que reducen los espacios para el entendimiento cuando se plantean diferencias. Intentaré sintetizar lo visto hasta aquí en el siguiente cuadro:

Tabla 1. Elementos político-ideológicos y fijación de sentido. Elaboración propia.

Parece interesante poder cotejar las distintas fijaciones de sentido con las que las organizaciones estructuran sus discursos identitarios, más allá de las diferencias de la orientación del contenido de cada posicionamiento. Los casilleros más oscuros indican las dimensiones en las que las distintas organizaciones establecen sus fijaciones de sentido más altas. De este modo podemos identificar qué papel juegan los distintos elementos político-ideológicos en la posibilidad de ampliar las condiciones para el diálogo y el entendimiento entre posiciones que se perciben como divergentes.
El Punto de llegada se refiere al tipo de sociedad que se proyecta como objetivo final, donde se evalúa cuan definido/preestablecido aparece el objetivo político último de la labor de transformación. El Modo de la transformación remite especialmente a la disyuntiva entre revolución y reforma que incluye un posicionamiento sobre la naturaleza y el rol que debe asignársele al Estado en tal proceso. La dimensión del Sujeto político hace referencia a la relación entre el partido y la clase, a la rigidez con la que se presenta tal relación y la especificidad con la que se define el sujeto político que debe ser interpelado. La Cuestión nacional se vincula con el debate, de gran presencia a lo largo de todo el trabajo, de enmarcar o no a la cuestión de clase dentro de los lineamientos de independencia económica y soberanía política. La Pretensión de representatividad es el rol que se adjudica cada organización como centro o referencia privilegiada del conjunto de las luchas del campo popular. Las Formas de lucha hace alusión a la centralidad (que puede plantearse en términos de necesariedad) que adquiere determinada forma de enfrentamiento en la disputa política. La dimensión sobre la Coyuntura política se refiere al peso que adquiere un posicionamiento político coyuntural en la capacidad de sobredeterminar otras dimensiones. Los Principios organizativos hacen referencia a los lineamientos que rigen en los mecanismos de construcción organizacional (en este caso puntual, la cuestión de la autonomía resulta el punto sobresaliente). Finalmente, incluimos el eje de la Pretensión de verdad observado en cada discurso, el eje que sobrevuela cada uno de las dimensiones comparadas aquí, y que analiza –en última instancia– el espacio que cada discurso abre para poner en discusión el conjunto de sus posicionamientos y definiciones.
Como se desprende del cuadro, cada discurso establece sus posicionamientos más o menos rígidos en diferentes dimensiones. Mientras que para algunas organizaciones determinada forma de lucha resulta innegociable, para otras lo será la forma que deberá adquirir el proceso de transformación, el mantenimiento estricto de la independencia de clase o la cuestión nacional. En todos los casos se trata de fijaciones de sentido que amplían o reducen el espacio para avanzar en el entendimiento entre las distintas organizaciones y, por tanto, en promover mejores condiciones para la articulación política de alta intensidad. Las distintas fijaciones de sentido, a su vez, pueden estar apoyadas en pretensiones de verdad que refuerzan su rigidez.
Por lo visto hasta aquí, considero que los discursos identitarios que se construyen alrededor de la matriz marxista-leninista incluyen una serie de elementos que dificultan el desarrollo de procesos de articulación política. Se trata de fijaciones de sentido plenas presentes en varios de sus posicionamientos político-ideológicos que reducen la posibilidad de desarrollar lógicas equivalenciales –a partir del uso de significantes vacíos– que faciliten la articulación. Creo que esto es así en tanto operan lógicas esencialistas que derivan en concepciones de lo político en las que dicha dimensión aparece fuertemente subordinada a elementos económicos que suprimen la especificidad y complejidad de la dimensión política. La dicotomización del espacio político –a partir de la traslación de la contradicción estructural burguesía-proletariado–, combinada con la rigidez y predeterminación con la que se establecen los principales rasgos del proceso de transformación que se pretende desarrollar, parecen potenciar las dificultades de avanzar en procesos de articulación. Esto a su vez se corresponde con una alta pretensión de verdad, que opera principalmente mediante la apelación a cierta verdad científica que desestima tanto la multiplicidad de aspectos presentes en todo análisis del universo social, como las posibles y variadas lecturas e interpretaciones que surgen de él.
Por fuera de la matriz marxista-leninista aparecen discursos identitarios que ofrecen un mayor espacio al desarrollo de lógicas equivalenciales a partir de suturas y fijaciones de sentido parciales, en las que la contingencia adquiere una centralidad mayor, y por tanto, un mayor campo para las operaciones políticas. El tipo de cierre de lo social contempla contradicciones y diferenciaciones ausentes en otros discursos, lo que facilita pensar el escenario de lo político en términos más graduales, identificando con mayor nivel de detalle acercamientos y distancias, lo que puede derivar en mejores posibilidades para la articulación política. Esto no quita que se pueda caer en posicionamientos políticos plenamente fijados que, a partir de la aceptación del carácter contradictorio del universo social y político, impida registrar las similitudes ideológico-políticas más allá de circunstancias específicas por causa de la sobredeterminación de la dimensión correspondiente a la coyuntura política. Del mismo modo, el tipo de fijación de sentido en torno a los principios organizativos –especialmente del significante de autonomía– también aparece como una variable relevante para pensar las posibilidades de articulación política en algunas de estas organizaciones.
En definitiva, y más allá de la multiplicidad de variables que inciden en las modalidades que adquiere la articulación política, se pueden distinguir entre las organizaciones del campo popular una serie de debates ausentes en organizaciones pertenecientes a otros espacios político-ideológicos. Más aún, identificamos en los discursos identitarios explorados, la presencia de tópicos en torno de los cuales se establecen posturas que devienen en diferencias insalvables, en donde ya no se trata de debates, sino más bien del choque entre posicionamientos preestablecidos que invalidan de antemano la posibilidad de avanzar en consensos. El tipo de sutura que se hace para aprehender y explicar lo social pareciera ocupar un lugar relevante en la raíz de tales posicionamientos. El modo en que se define lo económico, lo político y la relación entre ambas dimensiones de lo social, delimitan los espacios de lo necesario y de lo contingente. Las fijaciones de sentido resultantes posibilitan mayores o menores oportunidades para el desarrollo de lógicas equivalenciales lo que, según entiendo, se vincula con las posibilidades de avanzar en procesos de articulación política. En este sentido, considero que los aportes teóricos que proponen Laclau y Mouffe para pensar la articulación política entre subjetividades pueden servir para pensar la articulación entre colectivos mediante el análisis de los discursos que los definen.
A lo largo de este artículo hemos podido comparar los principales rasgos de los discursos identitarios de una serie de organizaciones que considero representativas del llamado campo popular. En las sucesivas comparaciones se pudieron observar los distintos posicionamientos, sus semejanzas y diferencias. Del mismo modo –y quizás como saldo más relevante– pudimos identificar los debates posibles, lo que está en discusión y lo que no, lo que es posible consensuar y lo que aparece clausurado de antemano. Entiendo que lo visto hasta aquí resulta útil para avanzar en la discusión sobre la articulación política del campo popular. Se verá en la profundización de estas líneas de investigación sus alcances. En cualquier caso, se podrá avanzar en una mejor caracterización y conocimiento de las organizaciones políticas que se inscriben en el llamado campo popular.

Notas

1 Articulación política en el campo popular argentino. Una aproximación desde los discursos de sus organizaciones (2009), dirigida por el Dr. Aníbal O. Viguera.

2 Cabe señalar, especialmente teniendo en cuenta la perspectiva teórica que se propone, que el concepto de lo popular ha sido revestido desde Laclau (2005) con diversos rasgos vinculados a la cuestión de la articulación política. Concretamente, el pueblo representa en Laclau el significante vacío por excelencia en lo que a articulación política se refiere, condensando el demos y la plebs, el todo y la parte. En este sentido, el concepto de campo popular que aquí se trabaja podría ser asociado con tales ideas, incluyendo potencialidades articulatorias intrínsecas. Por todo esto, cabe aclarar que en este artículo la referencia al campo popular se refiere al colectivo de organizaciones políticas que se inscriben y autorreferencian como parte de él, a partir de una serie de semejanzas políticas e ideológicas que las distinguen de otros campos. Es decir, lo utilizamos buscando delimitar nuestro campo de estudio en un sentido político y de carácter analítico no descriptivo, para lo cual resultó más apropiado que la categoría de izquierda, en tanto algunas organizaciones reniegan de tal etiqueta.

3 Fueron seleccionadas ocho organizaciones buscando representar de la mejor manera el abanico político ideológico entre organizaciones con determinado nivel de visibilidad y gravitación, y asimismo teniendo en cuenta la accesibilidad a sus referentes para desarrollar entrevistas en profundidad. De esta manera se eligieron y concertaron entrevistas en profundidad con altos referentes del Polo Obrero-Partido Obrero (PO), la Corriente Clasista y Combativa-Partido Comunista Revolucionario (CCC-PCR), el Movimiento "Teresa Rodríguez" (MTR), el Frente Popular Darío Santillán (FPDS), el Movimiento de Trabajadores Desocupados "Aníbal Verón" (MTD-AV), el Movimiento de Unidad Popular (MUP), Movimiento Barrios de Pie-Libres del Sur (BP-LS) y Movimiento Patriótico Revolucionario-Quebracho (MPR-QB). Como rasgo común, el conjunto de estas organizaciones participó de una u otra manera en el ciclo de protesta que se desarrolló entre la segunda mitad de la década de 1990 y la asunción de Néstor Kirchner a la presidencia en mayo de 2003.

4 Cuando se habla de "elementos político-ideológicos" incluimos tanto a aquellas grandes concepciones y visiones sobre lo social como a los elementos que, derivados de aquellas grandes coordenadas cognitivas y valorativas, remiten a definiciones concretas sobre la táctica y la estrategia de la práctica política: relación clase-partido, revolución o reforma, etcétera.

5 La articulación política es entendida por Laclau y Mouffe como un tipo específico de relación que parte de la imposibilidad de las identidades plenas y la fijación total de significados. En tal contexto, adquiere una centralidad decisiva la presencia de significantes vacíos o flotantes, en los que los significados son reelaborados y reordenados –siempre de un modo parcial– de acuerdo a objetivos políticos específicos, reconfigurando el espacio político mediante lógicas de equivalencia y diferencia. Según esta concepción en la articulación política hegemónica "la identidad de los elementos se ve modificada como resultado de esa práctica" ([1985] 2006: 142). Para referirnos a este tipo específico de relación y diferenciarla de otros tipos de articulación, hablaremos de articulación de alta intensidad, para de ese modo conservar el concepto de articulación –a secas– en un sentido más amplio, como las diferentes maneras en que las formaciones políticas se asocian y actúan de manera conjunta, más allá de la profundidad/intensidad que adquieren dichas articulaciones. Las articulaciones de alta intensidad serían entonces aquellos procesos mediante los cuales las organizaciones implicadas logren sintetizarse en proyectos políticos que superen los acuerdos programáticos y tácticos y que a la vez modifiquen, siempre de modo parcial, sus identidades políticas específicas a raíz de tales procesos.

6 Cuando se habla de cierres o suturas, se refiere a los diferentes intentos –desde los discursos identitarios– de explicar lo social, de establecer un determinado orden que permita aprehenderlo y explicarlo. En este sentido se pueden pensar en grandes teorías de lo social que buscan aprehender lo social desde modelos fuertemente determinados hasta perspectivas en las que prevalece la indeterminación.

7 Si bien los autores se refieren a la articulación entre subjetividades o –más recientemente– demandas, entiendo que pueden utilizarse estas mismas categorías para pensar la articulación entre organizaciones, dando cuenta de los espacios que los discursos identitarios abren para el desarrollo de lógicas equivalenciales y, por tanto, procesos de articulación política.

8 Sostiene el dirigente Pablo Rieznik: "El PO lucha por una alternativa obrera y socialista. Obrera porque designa de ese modo a la clase que es capaz de realizar los cambios revolucionarios que esa transformación requiere; y socialista porque designa el cometido de la abolición de la explotación del hombre por el hombre y la instauración de una asociación fraternal entre ellos. (Shinzato y Zanzioth, 2007: 46). Por su parte, el dirigente Néstor Pitrola nos decía: "Esta es la significación concreta que tienehoy el trotskismo, defender, frente a esa idea de que la clase obrera tiene que ir de furgón de cola de un movimiento nacional como etapa previa a la lucha por el socialismo o por un estado de la clase obrera, cómo es un mismo proceso ininterrumpido que tiene que poner a los trabajadores al frente" (Pitrola, 2007).

9 Señalan Laclau y Mouffe que "El problema con estos autores que parten de una definición restringida de la clase obrera es, sin embargo, que se fundan en una noción de 'interés objetivo' carente de todo basamento teórico y que es escasamente más que la atribución arbitraria de intereses, por parte del analista, a ciertos agentes sociales" (Laclau y Mouffe, [1985] 2006: 122).

10 Reza el programa del partido: "En nuestro país, el proletariado no solo es la fuerza dirigente sino también el principal contingente de las fuerzas motrices de la revolución" (PCR, 2004).

11 "La insurrección armada combinada con las modalidades propias de la lucha armada en el campo (guerrilla rural y otras formas de combate campesino) que pueden producirse antes, durante o después del momento insurreccional, es el único camino que permitirá acabar con el poder del imperialismo, los terratenientes y la burguesía intermediaria" (PCR, 2004) (las negritas son nuestras). "Todos hablan de socialismo. Mov. Socialista de los Trabajadores... Vos lo agarrás a De Gennaro y le preguntas ¿vos por que estás? Yo por el socialismo. Pero como para llegar a ese socialismo, que no dicen dictadura del proletariado, porque cualquier buen hijo de vecino revolucionario, cuando habla de socialismo habla de dictadura del proletariado", en Ardura, 2007.

12 Señala Otta Vargas, Sec. General del PCR: "El revisionismo es la traición al marxismo-leninismo, es la ideología burguesa dentro del movimiento comunista" (Shinzato y Zanzioth, 2007: 176).

13 En el caso de la CCC-PCR, esta situación se ve acompañada por la reducción imperialista. La fuerza y la independencia con la que es concebida la variable del imperialismo, al interior de las coordenadas antes descriptas, pareciera estar en la base de las alianzas programáticas con sectores como las corporaciones patronales del agro, consideradas por la casi totalidad de las organizaciones pares como "históricos" y claros enemigos del campo popular. En este caso, el gobierno nacional es identificado como representante directo de una serie de poderes imperiales (europeos, rusos, chinos, yanquis, etcétera) y las alianzas necesarias para enfrentarlo (articulaciones de baja intensidad) aceptan el acercamiento con sectores tradicionalmente definidos con la derecha política e ideológica del país.
El peso de la lógica insurreccional también parece tener su peso explicativo en relación a este caso, en tanto se acopla con el clima de desestabilización política impulsado por los referentes de las corporaciones rurales.

14 "no hay solución a los problemas del pueblo sin una revolución social. Y esa revolución social no significa disputar Estado. Significa abolir el Estado actual y construir un Estado nuevo. Esta es una de las grandes diferencias, de los grandes problemas que tenemos todavía en el campo popular. [...] el Estado es una maquinaria que diseña una clase para dominar a la otra. Por lo tanto esa maquinaria como tal no puede servir a la clase dominada para perseguir sus objetivos. Tiene que destruir esa maquinaria y construir otra" (Martino, 2007).

15 Estas mismas categorizaciones conducen a ciertas complicaciones cuando luego se señala que "las clases dominantes sí están planteando una agenda de cambio, de giro conservador" y se mencionan a Macri, a la Sociedad Rural, a Grondona, la Fundación Tel Aviv y las cámaras empresariales que presionan al kirchnerismo para la reinserción de Argentina en el mundo, el pago al Club de París, el monitoreo del FMI, eliminación de las retenciones y la liberación de tarifas.

16 "En el caso nuestro lo que define la identidad de Quebracho es la política. [...] Después la vocación de enfrentamiento, la vocación de protagonizar ese proceso político. ¿Enfrentamiento por qué? Porque somos concientes de que hay un enemigo. No es que estamos peleando contra molinos de viento. [...] entonces hay que tener en claro que hay un enemigo, entonces los términos son de guerra. [...] Identidad de nuestra organización es eso, es la vocación de enfrentamiento a partir del reconocimiento de que tenemos un enemigo, o que tenemos enemigos" (Esteche, 2007).

17 "En nuestro país los principales instrumentos del imperialismo para dominar a los argentinos son la clase política y sus partidos, las Fuerzas Armadas y de Seguridad, el Poder Judicial, y la Gran Prensa" (Rubio y Del Grosso, 2005: 22).

18 Son ilustrativas las menciones sobre "dar batallas que muchos creen que hay que dar, pero nadie da", "dando la cara en soledad" por "otras expresiones populares que abrigadas por su inseguridad política tiran la piedra pero esconden la mano" (Rubio/Del Grosso, 2005: 17).

19 Un síntoma de esto podemos encontrarlo en la visión de las otras organizaciones, en la que encontramos que en tres de los cinco indicadores que utilizamos se denotan ciertas dificultades para la articulación. En el análisis de la valoración y caracterización de "las otras organizaciones del campo popular" se observa en el discurso del MUP la "exclusión de subgrupos", inferioridad en el "status del otro" y juicios ético morales de desacreditación. Para más detalle ver Moreno (2009).

20 "Ese espacio, el peronismo anti K, que ve amenazado, por la inevitable y necesaria renovación política, sus lugares de privilegio, tienen fuertes resortes de poder, fuertes billeteras de convicción. Es un espacio de la política de respetar, de temer y de seguir y ver como se sigue moviendo en los próximos tiempos" (Baigorria, 2007).

21 "Este sujeto ya no puede limitarse a la clase obrera ocupada formalmente, sino que abarca a un conjunto de sectores sociales que son víctimas directas o indirectas del capitalismo y que solo pueden realizarse como tales en tanto protagonicen cambios revolucionarios, por lo que decimos que el sujeto es plural o multisectorial, y lo denominamos como pueblo trabajador, o como pueblo" (FPDS, 2007).

22 "Con respecto al objetivo en el tiempo, le ponemos el nombre de socialismo asimilándolo a la idea de crear una sociedad sin explotadores, pero acordando que serán los propios pueblos que protagonicen esos cambios quienes darán contenidos a esas ideas" (FPDS, 2007).

23 "La izquierda ni que hablar, todo es culpa de Kirchner. Una cosa increíble. Se cae un árbol en la autopista y mata un tipo: 'porque Kirchner y las privatizadas...' No boludo. Había una tormenta y se cayó un árbol. Ni siquiera tiene la culpa la privatizada. Se cayó un árbol, nada más" (Daffunchio, 2007).

Bibliografía

Entrevistas realizadas por el autor para la investigación:

Néstor Pitrola, 2007 (Polo Obrero-Partido Obrero).

Amancay Ardura, 2007 (Corriente Clasista y Combativa-PCR).

Roberto Martino, 2007 (Movimiento Teresa Rodríguez).

Fernando Esteche, 2007 (Movimiento Patriótico Revolucionario-Quebracho).

Federico Martelli, 2007 (Movimiento de Unidad Popular).

Roberto Baigorria, 2007 (Barrios de Pie-Libres del Sur).

Martín Obregón, 2006 (Frente Popular Darío Santillán).

Juan Cruz Daffunchio, 2007 (MTD "Aníbal Verón).

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