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Sociohistórica

versión On-line ISSN 1852-1606

Sociohistórica  no.37 La Plata jun. 2016

 

RESEÑA

Batallas por la memoria

Reseña de: Eugenia Allier y Emilio Crenzel, Las luchas por la memoria en América Latina. Historia reciente y violencia política; México-Madrid, UNAM-Bonilla Artigas Eds.-Iberoamericana Vervuert, 2015, 428 pp.

Pablo Yankelevich

El Colegio de México, México
pabloy@servidor.unam.mx

Sin memoria no hay noción del tiempo, no hay presente, advierte la escritora y periodista brasileña Nélida Piñón, y agrega "la mejor prueba de que la memoria existe es cuando construye una narración, cuando crea, cuando engendra una secuencia de hechos."1 Es cierto, sin embargo, la narración que crea la memoria no es la historia de esos hechos. La memoria trabaja con recuerdos individuales y colectivos; mientras que la historia reconstruye críticamente esos hechos y en esta tarea, la memoria es uno de los tantos insumos con los que trabaja el historiador. Hacer memoria es recordar el pasado, hacer historia es interpretar el pasado, y hacer historia de la memoria es interrogar los recuerdos de testigos y protagonistas para explicar un pasado reciente.

Las batallas por la memoria en América Latina aluden al más conflictivo de los asuntos en los procesos de transición a la democracia. Conocer esas batallas obliga a indagar sucesos, circunstancias y trayectorias de una variedad de actores desde los pasados autoritarios hasta los presentes más o menos democráticos. La calidad de la democracia ha dependido de la potencia de esas batallas por convertir a la memoria, a la verdad y a la justicia en los pilares sobre los que edificar una cultura política del "Nunca Más" en sociedades laceradas por dictaduras militares y autoritarismos responsables de cometer crímenes atroces.

Indagar las batallas por la memoria en América Latina es ponderar la centralidad de discursos y prácticas en favor del respeto a los Derechos Humanos, y entre ellos ninguno más fundante que el derecho a la vida conculcado en centros clandestinos de detención, en salas de tortura, en cárceles, en secuestros, desapariciones, en "vuelos de la muerte" y en matanzas colectivas.

La lucha por la memoria en América Latina ha producido Comisiones de la Verdad, en algunos países ha permitido el enjuiciamiento de los criminales, esa lucha ha gestado políticas públicas de memoria y también ha delimitado un campo de estudios que no ha dejado de expandirse desde los inicios de este siglo, aunque en los distintos países latinoamericanos ese campo muestra dimensiones diferentes. Se trata de un área de especialización en la historia reciente y como parte de ella, en la historia de la memoria de pasados traumáticos.

Este libro es muestra contundente de la vitalidad de este campo que ha tenido su principal foco de irradiación en investigaciones pioneras realizadas en el Cono Sur del continente. En 1999 un equipo de investigación bajo la dirección de la socióloga argentina Elizabeth Jelín y el antropólogo peruano Carlos Iván Degregori emprendió la tarea de delimitar temas y problemas de este campo de especialidad. El resultado fue una docena de volúmenes que conforma la colección Memorias de la Represión publicada entre 2002 y 2006. Estos primeros estudios han servido de base a una nutrida producción académica en torno a las batallas por la memoria. Al amparo de ese ambicioso proyecto se becaron a jóvenes investigadores en Argentina, Chile, Perú, Uruguay, Brasil, Paraguay y Estados Unidos de América. Muchos de quienes fueron becarios de este proyecto son hoy autores de referencia en temas como, entre otros, justicia transicional, políticas públicas de memoria, conmemoraciones de pasados dictatoriales, memoriales y espacios de memoria.

En esta misma dirección, bajo la coordinación de la historiadora francesa Anne Pérotin-Dumon, se publicó en 2007 Historiar el pasado vivo de América Latina. Con manifiesta inspiración en la historiografía francesa y sobre todo en los trabajos realizados en el Institut d’histoire du temps présent, se puso en marcha otro proyecto de gran aliento que reúne a una mayoría historiadores acompañados por sociólogos, politólogos, antropólogos y psicólogos sociales, con el objetivo de reconstruir el "pasado vivo" de la violencia política en Argentina, Chile y Perú. Son treinta y cuatro estudios que dialogan en dimensión comparativa con los casos de Brasil, Guatemala, Alemania, España, Francia, Irlanda del Norte, Polonia, Estados Unidos de América y Japón. Las distintas colaboraciones fueron instaladas en una plataforma digital que permite navegar entre textos, entre índices y contenidos de conceptos históricos, y entre bibliografías complementarias.2

En 2014, bajo la coordinación del historiador norteamericano Peter Winn, los también historiadores Steve Stern, Federico Llorenz y Aldo Marchesi, publicaron No hay mañana sin ayer. Batallas por la memoria histórica en el Cono Sur que reúne tres largos ensayos sobre la memoria y la violencia política en Argentina, Chile y Uruguay, y un capítulo final dedicado a contrastar conocimientos y evidencias de los casos estudiados.3 Se trata de un esfuerzo que sintetiza el recorrido de acciones y realizaciones de movimientos en favor de la memoria, la justicia y la verdad desde finales de los años 70 hasta los bicentenarios del 2010.

Las luchas por la memoria en América Latina coordinado por Eugenia Allier y Emilio Crenzel se ubica en la estela de estas obras colectivas, y es el primero que trasciende los límites del Cono Sur para internarse en pasados recientes de otras naciones del continente. Además de Argentina, Chile y Uruguay, reúne trabajos sobre Brasil, Colombia, El Salvador, Guatemala, México, Paraguay y Perú. En la ya nutrida historiografía sobre el pasado reciente latinoamericano, se trata del primer esfuerzo por seguir los derroteros de las luchas la memoria en una escala continental.

Los trabajos reunidos transitan un mismo territorio historiográfico articulando dos dimensiones, por un lado, la historia de un tiempo presente marcado por dictaduras militares, guerras civiles y procesos de violencia política, es decir la historia de actores y acciones políticas que han definido el curso de últimas décadas en América Latina; y por otro lado, la historia de la memoria publica, es decir la historia de las representaciones, de las estrategias, las formas y las imágenes con que los protagonistas narran las luchas por conocer el destino de las víctimas, por castigar judicialmente a los responsables, y por gestionar políticas de memoria que afiancen órdenes políticos respetuosos a los Derechos Humanos.

Los diez casos nacionales revisados enlazan ambas dimensiones, y tejen relatos mostrando comunes denominadores y también marcadas diferencias. Vistos en su conjunto, trazan un mapa de los ritmos de una memoria que exige verdad, de una verdad que reclama justicia, de una justicia que solo excepcionalmente juzga y condena, y de Estados y sociedades que manera desigual instalan políticas de memoria y de reparación.

Los casos se mueven entre auténticos extremos. Desde el golpe en Chile clausurando la inédita experiencia socialista liderada por Salvador Allende, hasta procesos de guerra civil en que ejércitos guerrilleros disputaron poder y territorios a los ejércitos de El Salvador y Guatemala; pasando por los crímenes de la guerra sucia que emprendió en Perú Alberto Fujimori contra la insurgencia de Sendero Luminoso; la matanza de Tlatelolco en México; hasta el caso colombiano, buen ejemplo de un pasado que no termina de pasar, entre otros asuntos porque las negociaciones de la paz no han concluido y porque todavía se discuten mecanismos de promoción de memoria y reparación a las víctimas.

Este libro muestra que la intensidad y la suerte de las batallas por la memoria en América Latina han dependido de las formas más o menos pactadas que asumieron los tránsitos a regímenes constitucionales en las décadas de los ochenta y los noventa del siglo pasado. No ha sido igual en Argentina con unas fuerzas armadas debilitadas y desacreditadas tras la derrota en Malvinas que en el Paraguay de 1989, cuando el general Andrés Rodriguez envió al exilio a su consuegro, el general Alfredo Stroessner, clausurando una dictadura inaugurada 35 años antes. Tampoco ha sido igual en Chile con una Constitución que garantizó al dictador un puesto vitalicio en Senado, y mucho menos en México donde un partido de Estado derrotado en histórica contienda electoral, terminó regresando al poder doce años más tarde.

El libro muestra las maneras en que el paradigma de los Derechos Humanos moduló los procesos de transición a la democracia, y el papel que los distintos actores jugaron en este proceso: Fuerzas Armadas, Iglesia católica, movimientos guerrilleros, partidos políticos, instituciones de la sociedad civil y organizaciones internacionales. Los textos informan y explican los ciclos de la memoria pública, se detienen en las coyunturas de ascenso y en los años de regresión y latencia. Hurgan en las luchas que condujeron a la conformación de Comisiones de la Verdad, e informa de la suerte que corrieron los reportes que presentaron estas Comisiones. Desde la pionera CONADEP en Argentina que en 1984 dio a conocer su Nunca Más, documento que habilitó el juicio a los comandantes militares, hasta la última de estas experiencias, el informe final de la Comisión de Verdad y Justicia de Paraguay presentado en 2008 con resultados muy desiguales en materia de verdad, justicia y reparación.

Todos los países han conocido Comisiones de la Verdad, y en la mayoría de los casos se trató de mecanismos que esclarecieron violaciones masivas de Derechos Humanos y recomendaron acciones reparatorias de orden material y simbólico. Se trató de acciones más interesadas en reconciliar por la vía de la verdad que en reparar por la acción de la justica. En este panorama, el libro muestra la excepcionalidad argentina producto de un sostenido reclamo por reinstalar procesos judiciales después de la amnistía que siguió al juicio a las Juntas Militares; y porque ese reclamo fue convertido en política oficial por presidente Néstor Kirchner en 2003, clausurando casi quince años de políticas de olvido.

Argentina señala la cota máxima de la justicia transicional en América Latina, y a partir de ella se despliegan el resto de las trayectorias. Entre otros casos, se examina la lenta acción de una justicia chilena reaccionando a una iniciativa de corte internacional cuando la detención de Pinochet en Londres; se explica la tímida actuación de la justicia uruguaya abriendo algunas causas en los entresijos de leyes de amnistía promovidas por los militares y paradójicamente ratificadas en dos plebiscitos ciudadanos; se revisa la responsabilidad de ex guerrilleros salvadoreños convertidos en militantes partidarios en invisibilizar la memoria de las víctimas al anteponer intereses electorales a investigaciones orientadas a la verdad y la justicia; se explora el caso guatemalteco, con una guerra de dimensiones genocidas atravesada por fuertes componentes étnicos que distancia esta experiencia de cualquier otra en el continente; al igual que Colombia donde la violencia, componente esencial del sistema político desde mediados del siglo pasado, ha permitido el despliegue más prolongado y diverso de estrategias de pacificación y reconciliación. Si en estas luchas por la memoria la altura máxima la ocupa Argentina, la más baja corresponde a México. Único caso que no ha conocido Comisiones de la Verdad, porque en su lugar funcionó una fiscalía especial para la investigación de crímenes políticos que tuvo una actuación llena de sombras, sin haber conseguido condena alguna.

La indagación histórica requiere evidencias, fuentes documentales, testimonios escritos, orales, también imágenes, todo lo que pueda ayudar a reconstruir hechos y procesos. Entre otros asuntos, el trabajo del historiador radica en ponderar la valía de esas piezas para el armado de auténticos rompecabezas. La posibilidad de reconstruir el pasado y la calidad de esas reconstrucciones en buena medida depende de esas piezas resguardadas en archivos públicos y privados.

La investigación del pasado reciente se ha ensanchado a medida que esos archivos fueron descubiertos o abiertos a la consulta pública. En algunos casos se trata de archivos del terror, en otros de archivos de quienes combatieron el terror. Cuando dependencias gubernamentales deciden preservar evidencias de crímenes cometidos por sus agentes y subordinados, por lo general toman suficientes precauciones para poner a buen resguardo esos repositorios.

Este libro informa de estos asuntos. Los organismos creados por la justicia transicional recabaron millares de testimonios, las organizaciones de derechos humanos hicieron lo mismo desde mucho antes del final de las guerras y las dictaduras. Pero además, se descubrieron archivos de las agencias encargadas de la represión que atesoran valiosa información. Indagar en estos archivos ha permitido contrastar, contextualizar, corroborar, ampliar y validar la información que proviene de otras fuentes. Gracias a testimonios, por ejemplo, se sabía que las guerras sucias trascendieron las fronteras nacionales con agentes de una dictadura operando en territorios de otras dictaduras. Las pocas evidencias se confirmaron cuando se descubrió en 1992 el hoy llamado Archivo del Terror en Asunción de Paraguay, que contiene una extensa documentación oficial mostrando los detalles de un plan que coordinó la actuación de las fuerzas represivas en el Cono Sur. El potencial de informativo de archivos de la policía y el ejército descubiertos en Argentina, Brasil y Uruguay, la apertura de los documentos que sirvieron para elaborar los informes finales de las distintas Comisiones de la Verdad, son cuestiones en la que se insiste en cada uno de los capítulos de este libro. Además, uno de estos capítulos está especialmente dedicado a detallar las fuentes de información de origen estadounidense que ha sido desclasificada. Se trata de millares de expedientes sobre Argentina, Chile, El Salvador, Honduras, Cuba y México informando de los acontecimientos desde la mirada de diplomáticos, periodistas, empresarios, militares y agentes encubiertos de Estados Unidos de América. Se trata también de documentos que exhiben la complicidad del gobierno norteamericano en aquellos años de plomo en América Latina.

Este libro es un mosaico del derrotero que ha tenido la lucha por la memoria en un continente atravesado por dictaduras militares, guerras civiles, y terrorismo de Estado. Los ensayos reunidos por Eugenia Allier y Emilio Crenzel recorren el último medio siglo de la historia latinoamericana y toman el pulso al reclamo por conocer la verdad y por tratar de llevar ante la justicia a los responsables de torturar, asesinar y desaparecer a centenares de miles de personas. El establecimiento de Comisiones de la Verdad, las vicisitudes de los procesos judiciales y la implementación de políticas públicas de memoria son las cuestiones centrales trabajadas por la veintena de autores de este libro. En suma, se trata de esfuerzo académico y editorial llamado a convertirse en una obra de consulta obligada para todos los interesados en la historia de las batallas por la memoria, por la verdad y por la justicia en América Latina.

Notas

1 Nélida Piñón, La seducción de la memoria, México, FCE, 2006, p. 35        [ Links ]

2 http://www.historizarelpasadovivo.cl/         [ Links ]

3 Peter Winn, et. al. No hay mañana sin ayer. Batallas por la memoria histórica en el Cono Sur, Santiago de Chile, Ed. LOM, 2014.         [ Links ]

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