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Sociohistórica

versión On-line ISSN 1852-1606

Sociohistórica  no.37 La Plata jun. 2016

 

RESEÑA

El proyecto urbano platense y sus sectores populares

Reseña de: Vallejo, Gustavo (2015), Proyecto urbano y sectores populares en la génesis de La Plata, Rosario, Prohistoria Ediciones, 2015.

Ayelén Fiebelkorn

Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de La Plata, Argentina
ayelenfiebelk@gmail.com

Si Bertolt Bretch, en su famoso poema del año 1934, se preguntaba quiénes fueron los constructores de Tebas o dónde vivieron los obreros que construyeron Lima, Gustavo Vallejo retoma las inquietudes del poeta alemán en su nueva obra histórica sobre la ciudad de La Plata.

Proyecto urbano y sectores populares en la génesis de La Plata, compone la tercera pieza de una obra que recorre la historia cultural urbana de la ciudad junto a Escenarios de la cultura científica (2007) y Utopías cisplatinas (2009). La tríada se vislumbra ineludible a la hora de un abordaje histórico sólidamente documentado de la Capital de la Provincia de Buenos Aires: los discursos de poder hegemónicos, la trama de saberes, prácticas y actores que atravesaron a la ciudad en sus primeras décadas de existencia. Puntualmente, Proyecto urbano (...) comienza a arrojar luz sobre sujetos poco transitados por la historiografía platense: sus sectores populares.

¿Quiénes construyeron la nueva ciudad, sus edificios, sus vías férreas y toda aquella infraestructura que asombró a sus contemporáneos en 1882? ¿De dónde salió el ejército de obreros con el que pudo llevarse a cabo el plan fundacional? ¿Dónde y cómo vivieron esos obreros? Con estas novedosas preguntas iniciales, la obra explora, a lo largo de sus cuatro capítulos, la dinámica del desarrollo del proyecto urbano platense y su interacción con los sectores populares que lo llevaron a cabo. Dichos sectores son abordados a través de un discurso de poder que, desde el primer momento, prescribió sus funciones y localizaciones en la nueva ciudad. Motorizado por las élites de gobierno, expresado a través de normas, documentos oficiales y crónicas periodísticas, la función de dicho discurso consistió en disciplinar cuerpos y definir una pedagogía de los comportamientos deseables para una ciudad que debía simbolizar el orden y el progreso del Estado liberal decimonónico.

A lo largo del primer capítulo, "La ciudad de los inmigrantes", Vallejo reconstruye el arribo a suelo platense de masivos contingentes de italianos: albañiles, herreros, carpinteros y jornaleros, que llegaban a trabajar en las grandes obras de la nueva capital provincial. El autor describe la constitución de sus primeros núcleos poblacionales de precarias viviendas, dando cuenta de cómo mediante la especulación inmobiliaria y ciertas estrategias de higiene pública, los trabajadores fueron expulsados del centro de la ciudad a su periferia: los barrios de Tolosa, Los Hornos, las inmediaciones al puerto de Ensenada y las tierras inundables de la cuadrícula urbana, se constituyeron en sus primeras localizaciones. Posteriormente, el autor aborda sus formas de integración y asociacionismo, demostrando la multiplicación y vitalidad de las distintas asociaciones étnicas al despuntar el siglo XX. Uno de los mayores méritos del capítulo es exhibir los rasgos de otredad y el cúmulo de estereotipos que las elites fundadoras hicieron recaer sobre estos inmigrantes trabajadores, exaltando el rol tutelar que el Estado debía ejercer para garantizar la armonía.

"La <Ciudad Higiénica> y el agua", se titula el segundo capítulo de la obra, consagrado al análisis de los modos en que el hegemónico discurso higienista interactuó con la forma urbana y ejerció el control de la vida privada de los sectores populares. La cuadricula platense, con sus aireadas calles anchas y sus construcciones alineadas, sus bulevares y espacios verdes, se constituyó urbanamente en ícono del higienismo. Pero al mismo tiempo, conforme se expandía la ciudad, las voces higienistas comenzaron a asegurar que las patologías residían en los cuerpos humanos. El autor analiza pormenorizadamente aquel proceso de "patologización de la pobreza", por el cual la limpieza de los pobres se tornó un imperativo social para prevenir contagios y epidemias, repetidas y fulminantes por aquellos años.

Asimismo, este segundo capítulo desarrolla algunos contrapuntos existentes entre la ciudad "ideal" del proyecto fundacional, inspirada en la utopía científica de Julio Verne, y la ciudad "real" inmediatamente conformada, donde la presencia del Arroyo del Gato y sus múltiples brazos, utilizados como vaciaderos y desagües ante la lejanía del río, generó fuertes controversias y debates entre funcionarios, médicos, arquitectos e ingenieros. Vallejo expone los fundamentos higienistas bajo los cuales el Estado acabó por ocultar los cursos de agua, procediendo a la domesticación y entubamiento del arroyo, desestimando otras salidas posibles. El autor logra evidenciar que esta solución definitiva por el "ocultamiento del agua", que llegó hacia 1910, no sólo persiguió el fin higienista de evitar "focos contaminantes", sino también eliminar todo obstáculo que condicionara la expansión de la cuadrícula, habilitando un sinfín de especulaciones inmobiliarias.

En el tercer capítulo, titulado "La ciudad yankee", Vallejo se detiene en un aspecto poco transitado de la historia urbana de la ciudad: la instalación de cientos de casillas de madera, importadas de Estados Unidos, las cuales fueron utilizadas, mientras se construía la ciudad, como oficinas técnicas y alojamiento para funcionarios y jornaleros. De este modo, la primera imagen que ofreció la "Nueva Capital", tuvo una fuerte impronta aldeana y rústica, más asimilable a la del far west norteamericano, que a la europea "Ciudad de palacios y bulevares" que se intentó consolidar posteriormente, para lo cual las autoridades públicas expulsaron estas "viviendas efímeras" hacia los barrios de Tolosa, Ensenada y Berisso. Conforme avanza el capítulo, Vallejo logra evidenciar los modos en que se consolidaron las primeras formas socioespaciales de inclusión y exclusión: un centro urbano homogéneo, bajo los imperativos de belleza, limpieza y orden, a expensas del crecimiento de un "afuera" indeterminado y librado a su suerte.

Por último, en el cuarto capítulo, "Enclaves obreros", el autor reconstruye esa "periferia" compuesta por los barrios de Tolosa, Berisso y Los Hornos, que después de la fundación de la ciudad, ofrecieron a los sectores populares nuevas posibilidades laborales ligadas al puerto, los talleres ferroviarios y los frigoríficos. Entre 1880 y 1920, estos enclaves fueron objeto de distintas estrategias de disciplinamiento social, puntualmente Vallejo se detiene en tres proyectos de barrios obreros -Las Mil Casas en Tolosa, La Mansión para Obreros en Berisso y Villa Unión Nacional en Los Hornos- motorizados por funcionarios, empresarios y sectores del catolicismo, los cuales recogieron el legado de las iniciativas patronales europeas: moralizar el trabajo, disciplinar cuerpos y promover la armonía social.

Los cuatro capítulos descriptos formulan renovadoras preguntas e hipótesis a partir de un riguroso relevamiento documental. De igual modo, los conocimientos del autor en materia de arquitectura y urbanismo resultan un aditamento sobre su amplia capacidad teórica y descriptiva. Dignas de mención son también las imágenes documentales que acompañan cada capítulo: fotografías de distintos edificios y barrios, planos de obras públicas y de la ciudad en sus primeros lustros de existencia.

Para finalizar, al reponer empíricamente ciertos contrapuntos existentes entre la "cuadrícula de la armonía" y la "ciudad real", tal vez uno de los mayores logros estructurales de la investigación consista en evidenciar la construcción histórica de un imaginario social de larga duración en la urbe platense. Como advierte Vallejo, tal imaginario se reeditó fuertemente en ciertos discursos de la ciudadanía platense ante la catástrofe del 2 de Abril de 2013: la cuadrícula del casco urbano como espacio urbano "civilizado" y "vulnerable", con una fuerte identidad de "clase media", acechada por un afuera inasible, desordenado y siempre amenazante.

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