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Sociohistórica

versión On-line ISSN 1852-1606

Sociohistórica  no.40 La Plata dic. 2017

 

RESEÑA

Fascismo 'eclesiástico'. De Tacuara y la Triple A hasta la última dictadura

Reseña de Federico Finchelstein, Orígenes ideológicos de la ‘guerra sucia’. Fascismo, populismo y dictadura en la Argentina del siglo XX, Buenos Aires: Sudamericana, 2016, 344 páginas.

Christian Casco

Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.Universidad Nacional de La Plata, Argentina
alcidescasco@gmail.com

El trabajo de Finchelstein se inscribe dentro del campo de estudios sobre la violencia política en América Latina y de las publicaciones previas del propio autor, en torno a las conexiones intelectuales y culturales del llamado Fascismo trasatlántico. Esta obra es la continuidad de la labor plasmada en sus dos libros anteriores,1 fundamentalmente en lo que concierne a indagar y cavilar la siniestra vía del fascismo, desde el nacionalismo de entreguerras hasta la era de la Guerra Fría y la dictadura del llamado "Proceso de Reorganización Nacional". Finchelstein nos advierte que la corriente principal de la Iglesia argentina desempeñó un prolongado papel histórico como guía teórica de las fuerzas armadas, que comienza en 1930 con el primer golpe militar de la historia argentina y continúa hasta la junta militar durante la Guerra Sucia. El autor sugiere que esta idea fascista de lo sagrado constituye una dimensión central de la larga historia argentina de violencia en el Siglo XX.

En los capítulos 1 y 2 el autor investiga los orígenes de la ideología fascista argentina y la originalidad de la forma argentina de fascismo, que el propio autor denomina fascismo "eclesiástico". Finchelstein concibe a los nacionalistas de las décadas de 1920 y 1930 como la variante local argentina del fascismo transnacional; y señala que el miedo al comunismo, el desprecio por los contrastes políticos y sociales, y el acento en la legitimidad nacional abusiva, hallaron su justificación en este prematuro nacionalismo de derecha. Asimismo, el autor resalta el mito de Uriburu, que cumplió un rol sustancial del ideal nacionalista al delimitar sus objetivos políticos. La figura mítica de Uriburu y su golpe de Estado se convirtieron en el escenario para el fundamento nacionalista de los futuros golpes militares. Finchelstein asevera que el fascismo en la Argentina fue a la vez una ideología que llegaba del otro lado del océano y una práctica religiosa nacional. Fue trasnacional en su cosificación de la guerra, del imperio y de la violencia; en su radical mezcla de nacionalismo xenófobo con una noción extremista del enemigo; y además, en su notoria aspiración de socavar la democracia desde adentro para implantar una dictadura militarista totalitaria. Su particularidad local era en referencia a la creencia de que el fascismo tenía sus raíces en el catolicismo. Algunos sacerdotes que eran miembros clave de la Iglesia, eran asu vez nacionalistas de primera línea. Resulta fácil indicar este apego eclesiástico al fascismo, conociendo la cruzada promovida por la Iglesia contra la Argentina liberal, una disputa que produjo la hegemonía cultural de la Iglesia en unión con el Ejército y los nacionalistas. Los pensadores encontraron en la violencia una fuente de legitimidad ética sagrada, una fuerza "moralizadora". La violencia sagrada era la principal manera argentina de sintetizar fascismo y religión.

En el capítulo 3, el autor se concentra en la combinación específica de antisemitismo, violencia "sagrada" y sexualidad. El antisemitismo encarnaba una enérgica analogía ideológica entre un nutrido grupo de sacerdotes y nacionalistas. Estos legitimaban la propaganda antisemita a través de un original enfoque al "problema judío" que tomaba prestadas definiciones antisemitas tradicionales de la Iglesia para fundirlas con definiciones, muchas veces no reconocidas, racistas y pseudobiologicistas, de los judíos. De acuerdo con el autor, el enemigo también se construía en términos de los tradicionales roles de género y las ideas fascistas de la llamada "sexualidad anormal". Finchelstein admite que el enemigo interno, dado que era pensado como enemigo de Dios, era enemigo de la patria. Para los fascistas argentinos, la presencia de un enemigo racial, que era también un enemigo religioso, justificaba la relevancia sagrada del nacionalismo. Los judíos representaban para el nacionalismo el arquetípico enemigo interno e irreconciliable.

En el capítulo 4 el autor se dedica a analizar las conexiones ideológicas entre el autoritarismo peronista y el fascismo. Sostiene que la relación entre el peronismo y el fascismo es fundamental para la comprensión de la historia política de la Argentina, aunque rechaza la idea de que Perón fuera fascista. No obstante Finchelstein entiende que el fascismo tuvo un papel importante en la génesis ideológica del populismo peronista. Para el autor, el nacionalismo y el "fascismo cristiano" concebido en la Argentina establecen un espacio esencial en la genealogía del peronismo. La originalidad del primer mandato peronista estuvo marcada por sus tendencias autoritarias e incluso su vocación totalitaria. De esa manera, según Finchelstein, el populismo peronista brilló en la historia de las ideas políticas por sus aplicaciones sociales y, a su vez, las tendencias distributivas que sus bases exigían moderaron las simpatías fascistas de Perón. De esta manera, la Argentina, contra la corriente de posguerra de Europa occidental, se sometió a un proceso de truncada modernización populista que, paradójicamente, amplió la participación política y social de la ciudadanía así como también el autoritarismo.

En el capítulo 5 el autor realiza un estudio de las organizaciones neonazis y paramilitares que aparecieron entre 1955 y 1976. Finchelstein asevera que Tacuara representaba la juventud del nacionalismo con posterioridad al primer gobierno peronista. El autor manifiesta que la base teórica poseía sus raíces en la idea nacionalista de la Cruz y la Espada inspirada en Meinvielle y tomaba como modelo histórico el fascismo argentino del período de entreguerras. Originalmente la ideología de Tacuara era cercana a la del nacionalismo de entreguerras, no obstante fue variando en su devenir, optando tanto por la derecha como por la izquierda. Según el autor, en contraste con Tacuara, la Triple A contó con el apoyo expreso de Perón y de María Estela Martínez de Perón y era regulada por el secretario personal de Perón, José López Rega, transformándose en una organización paraestatal. El antisemitismo era un elemento primordial del adiestramiento ideológico de la Triple A, junto a su anticomunismo y la idea de los enemigos eternos del nacionalismo. Asimismo abogaban por la concentración y el extermino físico de los gays y las lesbianas. Si la diferencia entre Tacuara y los contextos nacionalistas anteriores fue la dinámica radicalización ideológica del primero, la Triple A se diferenciaba por su sorprendente capacidad de cometer asesinatos políticos.

En el capítulo 6 el autor investiga la forma en que la ideología fascista se plasmó a través de una serie de prácticas y teorías radicales, conteniendo las combinación de congregaciones ideológicas posfacistas, extremismo religioso, economía neoconservadora y la instauración de técnicas para "hacer desaparecer personas" con una red nacional de campos de concentración. Finchelstein recalca que las teorías nacionalistas de la dictadura redundaban en argumentos de vieja data. No obstante, la práctica del exterminio alcanzó desconocidos significados, ensanchando su ideología y convirtiéndose en un postulado ideológico. Los medios se convirtieron en un fin. Es así que para el autor, la práctica se transformó en un elemento central de la teoría de la dictadura. La tortura sistematizada, la violencia y la muerte eran principios de regeneración ideológica nacional. Finchelstein expresa que el antisemitismo, el anticomunismo y la idea del enemigo interno como un "otro" no argentino fueron la síntesis clave en la ideología de la Junta. Los sospechados enemigos eran pensados como la personificación de la "antipatria" y de esa forma, se encontraban en las antípodas a la específica fusión argentina de Dios y la patria que el Estado militar encarnaba. La combinación de una política nacionalista de tradición fascista con una economía de libre mercado llevó a una represión social sin precedentes. El aparato de exterminio estaba a menudo al servicio de las corporaciones.

En el epílogo el autor examina brevemente los legados intelectuales fascistas en la política reciente de la historia y la memoria de la argentina. El autor entiende que la idea de redimir a las víctimas de su pasado sirve al propósito de legitimar muy diferentes corrientes del populismo peronista. Este argumento, a nuestro entender un tanto endeble, nos lleva a pensar qué lugar le correspondería al hecho de que en los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández se inició una significativa tarea de reconstrucción y reparación de la memoria, la verdad y los derechos humanos en torno a los crímenes cometidos por la dictadura. Néstor Kirchner fue el primer presidente en pedir perdón en nombre del Estado por los crímenes cometidos durante la última dictadura. Anteriormente, había obtenido que el Congreso anulara las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, de manera que los genocidas que aún no habían sido expuestos a sumario lograran ser juzgados.

El libro se inscribe dentro de una corriente reciente más extensa de los historiadores latinoamericanos que investigan la práctica y la teoría de la violencia política. En un aspecto general, podemos sostener que se trata de un significativo trabajo por su aporte teórico, de gran caudal intelectual, un libro de cita permanente para entender el devenir de las prácticas y la ideología de extrema derecha en nuestro país durante el siglo XX.

Notas

1 Finchelstein, Federico, La Argentina Fascista, Los orígenes ideológicos de la dictadura, Buenos Aires: Sudamericana, 2008; Finchelstein, Federico, Fascismo Trasatlántico, Ideología, violencia y sacralidad en Argentina y en Italia, 1919-1945, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2010.

Recibida: 19 de junio de 2017
Aceptada: 26 de octubre de 2017
Publicado: 1 de diciembre de 2017

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