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Sociohistórica

versão On-line ISSN 1852-1606

Sociohistórica  no.46 La Plata set. 2020

http://dx.doi.org/https://doi.org/10.24215/18521606e117 

Reseñas

El disenso y la polémica en el espacio público. Reseña de: Montero, Ana Soledad (Comp). El análisis del discurso polémico. Disputas, querellas y controversias. CABA. 1ª ed. Prometeo Libros, 2016. 166 p.

Olga Natividad Bracco1  olga.n.bracco@gmail.com

1Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales - CONICET- Universidad Nacional de La Plata

Los estudios sobre análisis del discurso y la forma de abordarlos han ido ganando protagonismo en los últimos años en Argentina. Al respecto, una de las especialistas que se está encargando de poner en circulación diferentes investigaciones teóricas y empíricas preocupadas por los discursos políticos y sociales y por los modos de manifestación y configuración de las representaciones, las identidades y las ideologías mediante la toma de la palabra es Ana Soledad Montero, quien dirige la colección “Discurso y Sociedad” de la Editorial Prometeo, dentro de la cual se enmarca el libro que nos ocupa.

En ese sentido, el propósito específico de la obra es facilitar textos traducidos al español que se encuentran en el centro de los debates teóricos dentro del campo del análisis del discurso, campo en el cual, de manera interdisciplinar, se cruzan la sociología, la ciencia política y la historia. De ahí que los lectores a los que apunta el libro no sean solo investigadores nóveles si no también especialistas interesados en la dimensión discursiva de los fenómenos sociales en el marco de distintas tipologías discursivas y campos de aplicación: discurso político, mediático, histórico, literario, entre otros.

A su vez, el libro se posiciona en una perspectiva teórica que rescata el interés creciente por lo polémico en el campo de las ciencias del lenguaje, de la retórica y del análisis del discurso ante la tradición que desdeña y rechaza la inclusión de la polémica en el campo de los estudios argumentativos: muchas de las teorías contemporáneas de la argumentación “expulsan lo polémico de su ámbito de interés, en la medida en que se conciben como teorías normativas y reguladoras de las interacciones verbales, con el objeto de llegar al acuerdo, a la negociación y a la resolución de conflictos” (Montero, 2016, p. 10). Frente a ello, el libro evoca reflexiones sobre lo polémico que desde los años 80 se han incorporado a las ciencias del lenguaje.

En el estudio preliminar, la compiladora plantea tres hipótesis que se desprenden de esta nueva ola de reflexiones y que podríamos señalar como ineludibles claves de lectura del libro. La hipótesis rectora es que lo polémico es constitutivo de la argumentación y del lenguaje mismo. Una segunda hipótesis remite a que en la medida en que el desacuerdo es lingüísticamente más rico que el acuerdo, la polémica constituye un campo de interés para los estudios lingüísticos y discursivos: mecanismos polifónicos como la negación o la ironía, procedimientos lingüísticos de oposición, refutación, resemantización, descalificación y reformulación, técnicas retóricas, estrategias pragmáticas de cortesía negativa, entre otras, son herramientas de primer orden para el abordaje de la polémica. Por último, una tercera hipótesis indica que la polémica (aunque menospreciada, sospechada, despreciada y combatida) atraviesa la totalidad de las escenas políticas, sociales y mediáticas (incluyendo a las nuevas tecnologías y las redes sociales).

La postura política-ideológica que subyace a toda la obra y que funciona al mismo tiempo como hilo conductor, se basa en que todo discurso es polémico y todo discurso polémico es político. En ese sentido, la politicidad está marcada por una frontera antagónica que divide el espacio político en dos y mediante la cual comienzan a moldearse identidades contrapuestas.

Resulta interesante que, profundizando la primera hipótesis, la autora articula disciplinas como el análisis del discurso y la teoría política al realizar una analogía entre, por un lado, las diferencias que Garand plantea entre la polémica y lo polémico y, por otro, lo que autores de teorías post-estructuralistas como Marchart, Rosanvallon, Schmitt, Lefort y Mouffe destacan en relación a la política y lo político.1

Teniendo en cuenta esa hipótesis rectora, la compilación de artículos responde a dos grandes interrogantes que, a su vez, funcionan como criterio de división del libro. La primera parte está abocada a la pregunta teórica de cómo se desarrolla la polémica en el espacio público y también cómo, a partir de ello, se puede reflexionar sobre el disenso en democracia. Cuatro capítulos componen esta sección:

En el texto “Por una retórica del dissensus: las funciones de la polémica”, Ruth Amossy entreteje múltiples puentes con Chantal Mouffe. La autora se propone mostrar el rol constitutivo de la polémica en el régimen democrático al interrogar las funciones de la polémica sin evaluarlas a la luz del diálogo racional en busca del consenso. El objetivo de la polémica pública no es, para ella, el acuerdo sino la gestión de los conflictos. En ese sentido, la polémica pertenece al campo de la argumentación retórica, en la cual la confrontación de puntos de vista se traduce en un intercambio agonal entre adversarios. Hay tres procedimientos constitutivos que le dan especificidad: la dicotomización (en la que dos opciones se excluyen mutuamente), la polarización (que implica una división social entre un “nosotros” frente a un “ellos”) y el descrédito hacia el otro (que construye identificaciones presentando peyorativamente a esos “otros” en diferentes grados de denigración). Los agrupamientos identitarios que se forman mediante esos procedimientos son necesarios para toda acción social y toda lucha práctica. Ahora bien, esa polémica involucra a tres actantes: el proponente, el oponente y un tercero, al que se destina el despliegue de la confrontación. El objetivo de la persuasión permanece en el horizonte de la polémica en tanto y en cuanto se trata de convencer a los representantes del tercero.

Siguiendo una línea de argumentación similar, Marc Angenot en la conferencia inédita “Diálogos de sordos: tratado de retórica antilógica” retoma el tratado de su autoría que lleva el mismo nombre (2008) y esboza la tesis de que es necesario realizar algunas objeciones a lo que se designa usualmente como “retórica” (entendida como “el arte de persuadir mediante el discurso”). Si bien los humanos argumentan constantemente, antes que mecanismos de persuasión existen cortes argumentativos o discordancias de lógicas en ese “diálogo de sordos”. Lo racional, lo evidente, lo demostrable, lo cognoscible y lo aceptable no conforma un terreno común para unos y otros. Considerar ese modo de razonar radicalmente otro como una aberración total (lo que implica también un corte afectivo) responde no tanto a la lógica subyacente como al clima de opiniones en el que está sumergida. En el texto, el autor aborda dos procedimientos retórico-argumentativos para ejemplificar esas ideas de fondo: el razonamiento contrafáctico y la lógica del resentimiento.

Con el artículo “Las dos restricciones de la polémica”, Maingueneau introduce la noción de interincomprensión para ilustrar cómo funciona el discurso polémico: hay un ejercicio de traducción entre los adversarios en conflicto que no pueden más que traducir el discurso de su Otro en sus propias categorías, anulando de esa manera su alteridad. Al entrar en la querella, se constituyen recíprocamente y están condenados a no comprenderse. El autor plantea un ejemplo retomando el discurso religioso del jansenismo y del humanismo devoto para mostrar que la polémica no se da del mismo modo: mientras uno evoca un discurso más confrontativo, el otro no se destaca por marcar la alteridad explícitamente. Por eso, Maingueneau habla de que lo que se da en ese ejemplo particular es un polemismo constitutivo que va mucho más allá de la controversia entendida como intercambio de argumentos. Por otra parte, la polémica considerada como controversia implica, para el autor, una visión “estrategista” del discurso. Al contrario de lo que podría pensarse, los dos abordajes –el estudio de los universos semánticos y el de las dinámicas de la controversia–, lejos de ser independientes, pueden combinarse: el encadenamiento de los actos discursivos de la polémica no solo obedece a restricciones estratégicas sino también a las restricciones semánticas propias del posicionamiento.

Christian Plantin en el texto “De polemistas a polemizadores” comienza argumentando que las teorías contemporáneas sobre la argumentación (el paradigma retórico-enunciativo, el paradigma dialéctico y el abordaje estructural de Ducrot, en particular) solo se interesaron de forma marginal en la polémica, orientándose hacia la búsqueda de un consenso capaz de clausurar el debate. Esta posición no solo es normativa si no que se opone al dissensus propio de toda relación polémica. La comunicación es plenamente argumentativa cuando la diferencia de discursos es problematizada en una Cuestión [Question]. Sin embargo, el autor argumenta que puede haber diferentes grados de argumentatividad de una situación lingüística, un continuum, entre situaciones débilmente argumentativas y situaciones fuertemente argumentativas. El proponer que la “nueva polémica” se encuentra dentro de ese contínuum, le permite afirmar que no existen polemistas (en el sentido de personas que practican y aman la polémica) sino polemizadores.

La segunda parte del libro responde al interrogante de cómo se da la polémica en interacción y es una puesta en práctica de diferentes herramientas de análisis del discurso polémico por parte de especialistas franceses en el área. Esta sección también se compone de cuatro artículos:

Para Simone Bonnafous con el texto “El arma de la burla en J.-M. Le Pen” (2001) es posible extraer de las intervenciones lepenistas diversos procedimientos que apuntan a descalificar al Otro mediante la puesta en ridículo, detectando tres modos preponderantes: la ridiculización de los periodistas en interacción; los juegos de palabras y las bromas injuriosas con respecto a los adversarios ausentes; e ironías sobre las tesis y los términos adversos. Los tres modos tienen en común el hecho de poner en juego lo implícito, de dispensar de la carga de la prueba y crear, voluntaria o forzosamente, complicidad con el “tercero” a costa del blanco del discurso polémico.

El siguiente texto es de Catherine Kerbrat Orecchioni: “Sarkozy polemista: la ‘descalificación cortés’ del adversario”. Allí postula que el objetivo pragmático dominante de la polémica es descalificar al objeto que toma como blanco. Para la autora, no todos los intercambios orales son “polémicos”. El adjetivo se aplica solamente a ciertos tipos de “discursos en interacción”. Hace ya algunos años analiza los debates mediáticos sobre temas políticos, y más específicamente, los debates electorales, en los que la polémica es llevada a su grado extremo en la medida en que el propósito último del intercambio es el de lograr vencer al interlocutor en la interacción, con el objetivo de hacerlo también en las urnas. Tomando como caso el debate previo al ballotage de las elecciones presidenciales del 3 de mayo de 2007 que enfrentó a Nicolás Sarkozy y Segolène Royal, aborda procedimientos que corresponden a lo que denomina descalificación cortés del adversario y que, a la vez, disimula la polémica: la mitigación de los ataques, el ataque cortés, el caso de la ironía, el caso del “tropo comunicacional”.

El texto de Dominique Garand “La función del ethos en la formación del discurso conflictivo” (2007) llama a tomar en consideración los contextos pragmáticos de interlocución, privilegiando no solo temáticas o lugares comunes, sino más bien operaciones que ponen en tensión polos discursivos. Además de los actantes ya mencionados (el Enunciador, el Enunciatario y el Tercero), Garand alude a otros (el Sujeto, el Anti-Sujeto, el Ethos y el anti-Ethos, el Ethos pre- y para- discursivo) a fin de concentrarse en aquellos que atañen a una reflexión sobre el ethos polémico y sobre las modalidades del recurso a la injuria. Al hacerlo, el autor destaca que el estatus de adversario y las posiciones entre el Amigo y el Enemigo son variables.

En el texto “Las formas de la protesta. Sociología de las movilizaciones y teorías de la argumentación” (2011), Juliette Rennes propone combinar ambos enfoques mencionados en el título. Plantea las lógicas que han tenido ambas perspectivas y señala algunas dificultades que es posible superar mediante esa articulación: la primera es la heterogeneidad estructural entre formas verbales y no verbales de la protesta (toda acción conflictiva es concebida y recibida en un marco interpretativo y argumentativo). La autora también habla de la heterogeneidad temporal de las prácticas contestatarias: una movilización nunca es totalmente “nueva” o “clásica”, dado que retóricas antiguas pueden imbricarse con formatos de acción más recientes y expresar reivindicaciones inéditas.

Para culminar, el libro que compila Montero es imprescindible para comprender cómo es posible analizar el discurso polémico desde diferentes perspectivas. Aunque, como vimos, la mayoría de los autores realizan citas cruzadas, dando cuenta de un desarrollo conjunto de obras que se enfrentan a las viejas teorías de la argumentación al sostener como idea subyacente que lo polémico es político y que las incomprensiones mutuas entre adversarios hacen a la política pública de un régimen democrático y son la regla más que una excepción. Al mismo tiempo, la importancia de dar a conocer estos artículos reside no solo en que refuerzan la idea de que la alteridad constitutiva del lenguaje es un sello distintivo en los inicios del análisis del discurso como disciplina, sino que también reside en brindar herramientas que permiten desarrollar temas de gran actualidad dado que las distintas variantes del discurso polémico están a la orden del día en las sociedades contemporáneas.

Notas

1“Si lo polémico designa, en un nivel ontológico, el fenómeno general del conflicto en el lenguaje, ‘el lugar del malentendido’ (Garand, 1989) en tanto dimensión inerradicable de la práctica del lenguaje humano (...), la polémica sería, en un nivel óntico, una de sus manifestaciones discursivas en el plano de las prácticas e intercambios discursivos corrientes. (...) En la medida en que el criterio asociativo/disociativo de lo político es un criterio fundante, lo polémico le es co-sustancial” (2016, p. 14).

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