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Sociohistórica

versión On-line ISSN 1852-1606

Sociohistórica  no.49 La Plata mar. 2022

http://dx.doi.org/https://doi.org/10.24215/18521606e155 

Artículos

La Huelga de Inquilinos de 1907 en Rosario: Una aproximación

The 1907 Tenants' Strike in Rosario: An approach

1Universidad Nacional de Rosario (UNR)

Resumen

La Huelga de Inquilinos fue la culminación de un movimiento social de lucha por la rebaja del precio de los alquileres, así como por mejores condiciones de vida. En 1907 dicho movimiento desembocó en un proceso huelguístico por parte de los conventillos en Buenos Aires, pero que irradió su influencia hacia ciudades como Rosario. En esta, el movimiento fue organizado y liderado por la Federación Obrera Local Rosarina (FOLR), característica que lo diferenciará de lo ocurrido en Bs. As., ya que el movimiento obrero organiza la huelga y no los conventillos. Otra particularidad que presentó la coyuntura es que el movimiento recibió la aprobación de la prensa local hasta que éste presentó un viraje en su devenir al declarar su adhesión a la huelga general, momento en el que la prensa adoptó el silencio informativo como política editorial opositora.

Palabras clave Huelga; Inquilinos; Rosario; FOLR; Anarquismo

Abstract

The Tenants' Strike was the culmination of a social movement of struggle for lower rents and better living conditions. In 1907, this movement led to a strike process by the tenement owners in Buenos Aires, but it radiated its influence to cities like Rosario. In this one, the movement was organized and led by the Federación Obrera Local Rosarina (FOLR), characteristic that will differentiate it with what happened in Bs. Another particularity that the situation will present is that the movement will receive the approval of the local press until it presents a turn in its future by declaring its support for the general strike, at which time the press will adopt silence as an opposition editorial policy.

Keywords Strike; Tenants; Rosario; FOLR; Anarchism

Introducción

"Todo trabajador que no concurra a este llamado en defensa de su propio bienestar, será traidor a su misma entidad"1

Comunicado del Gremio de Estibadores

La Huelga de Inquilinos en Rosario de 1907 se inscribió en un proceso de conflictividad en permanente crecimiento desde inicios del siglo XX. Resulta imposible disociar dicha huelga del complejo entramado de conflictos laborales que se engloban en la “cuestión social”, así como del fenómeno desproporcionado de crecimiento demográfico y urbano que el país sufrió por aquellos años. Los altos alquileres, las pésimas condiciones de vida y habitacionales, el hacinamiento, la falta de higiene y servicios públicos, etc., conformaron un corpus de preocupaciones y malestares sociales que encontraron en el año 1907 un terreno fértil en luchas sociales en las cuales entroncarse y vehiculizarse.

De esta forma, el permanente aumento de los alquileres era percibido como otro atropello hacia la clase trabajadora. Si bien el conflicto discurrió por canales diferentes de los que tienen lugar entre capital y trabajo, o al menos esto discutían desde la izquierda en Buenos Aires, cuando el obrero se “quita el mameluco” sufre como consumidor el peso del costo de la vida material y de la vivienda. Por ello, por momentos resulta difusa la línea que separa a los huelguistas en tanto inquilinos de su condición de obreros, fundamentalmente en Rosario, donde pareciera que se fusionan ambos campos bajo la dirección gremial.

El proceso que conocemos como Huelga de Inquilinos de 1907 ha sido analizado para Capital Federal, pero escasamente estudiado en otras localidades. Se destacan los estudios de Suriano (1983), obra fundacional en este campo, que rescatan la singularidad de dicho hito huelguista. Por otro lado, los trabajos de Summo (2013) y Summo y Quintana (2004) profundizan intentando desnaturalizar la tríada “ciudad, clase obrera y protesta social” para indagar en la vinculación entre condiciones de vida obreras y el sistema de poder urbano.

El temprano trabajo de James Baer (1993) es interesante en la medida en que indaga en la vinculación entre movimiento obrero y los inquilinos, así como en el desarrollo de una conciencia de lucha y solidaridad. Guevara, Vega y Atlas (1997), desde un plano urbanístico y focalizado barrialmente, tratan de identificar patrones regulares que den cuenta del comportamiento de los huelguistas adherentes en función del contexto singular de cada conventillo.

Desde una perspectiva de género, y analizando el rol de las mujeres en aquella huelga, se destacan los trabajos de Yujnovsky (2004), con su análisis sobre la participación femenina y la “marcha de las escobas”, y Belucci y Camusso (1987), con su estudio sobre la participación y desempeño de las mujeres anarquistas en el movimiento huelguista. Para Rosario, el trabajo de Agustina Prieto (1995) es de los pocos específicos, y aborda el rol de la prensa local durante la huelga y su política editorial una vez que se llamó a la huelga general para diciembre. Otro trabajo pionero es el de Armus y Hardoy (1984), que estudia el crecimiento urbano de la ciudad y los problemas que esto tuvo en la estructura habitacional. Analizando el mercado de viviendas en Rosario, se destaca la investigación de Cutruneo (2012), que cuenta con un detallado trabajo estadístico del desarrollo urbano desde fines del siglo XIX e inicios del XX.

Este tipo de huelgas, sean leídas como de consumidores u obreras, no fueron una singularidad de Buenos Aires y Rosario, puesto que se trató de un fenómeno de época que se inscribió en la lógica del crecimiento acelerado de muchas ciudades latinoamericanas, las cuales atravesaron procesos similares de crecimiento demográfico que no estuvieron acompañados de uno igual en los planos habitacional e higiénico. De esta forma, como afirma Yujnovsky (2004, p. 122), se replicaron huelgas de inquilinos en Montevideo, Santiago de Chile, Río de Janeiro, México y Nueva York.

De la huelga en sí, lo que sabemos mayormente proviene de las páginas del diario anarquista La Protesta, que durante todo el año fue muy abierto a comunicar cuanta información le llegara desde Rosario. Por otro lado, el diario socialista La Vanguardia, opositor a las medidas de fuerza que suponía la huelga de inquilinos, se limitó someramente a dar cuenta de aquellos comunicados oficiales que los comités facilitaron, y la cobertura para Rosario fue por demás escueta. En cuanto a la prensa local, hemos utilizado los dos principales diarios de la ciudad en ese entonces: La Capital y El Municipio. Ambos dieron cuenta de los sucesos en la urbe, pero su cobertura llegó hasta determinado límite, puesto que, según la hipótesis de Agustina Prieto (1995), a partir de un punto, adoptaron el bloqueo informativo de los hechos relacionados con la huelga de inquilinos y con el movimiento obrero en general, como política editorial, durante los meses siguientes.

Mientras la lucha no trascendía los límites de una huelga de inquilinos, que era apoyada por la opinión pública y por vastos sectores sociales, la cobertura de ambos diarios rosarinos fue relativamente amplia, pero una vez que la FOLR declaró que comenzaba los preparativos para la huelga general, a la que llamarían conjuntamente la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) y la Unión General de los Trabajadores (UGT) en protesta por las deportaciones, la prensa local adoptó el vacío informativo como política editorial opositora: el conflicto desapareció de sus páginas y ello obligó a seguirlo desde la prensa partidaria.

En Rosario, la huelga replicó casi de forma inmediata la que tenía lugar en Buenos Aires, iniciada el 13 de septiembre. Como primera medida, se conformó, el Comité Pro Rebajas de Alquileres. No obstante, tuvo características singulares, ya que no fue promovida y liderada por las agrupaciones vecinales de base territorial con apoyo en el movimiento obrero, como en Buenos Aires, sino que sucedió lo contrario: la Federación Obrera Local Rosarina (FOLR) organizó y lideró el movimiento en Rosario. Para que dicha huelga se haga inteligible debemos comprender cómo una pequeña villa portuaria devino en una gran ciudad-puerto, primero; y cómo se desarrolló en su interior un potente movimiento obrero urbano, después.

Este artículo pretende aportar a la complejización de dicho proceso, aún poco estudiado, recuperando la visión de los participantes, así como dar cuenta de aquellos conventillos que fueron parte de la huelga, muchos de los cuales, a pesar del proceso de gentrificación 2 que sufrió la ciudad en las últimas décadas, aún sobreviven. Para hacerlo, partiremos de una serie de hipótesis que nos permitirán comprender la singularidad del caso rosarino.

En primer lugar, que la huelga en Rosario no fue un fenómeno popular territorial, como en Buenos Aires, sino que fue promovido y organizado por la Federación Obrera Local Rosarina (FOLR). En segundo lugar, creemos que su interés en dirigir aquella huelga responde a su necesidad de recuperar preponderancia y retener a un movimiento obrero que había comenzado un proceso de dispersión con posterioridad al fallido Congreso de Unificación obrero de marzo. En tercer lugar, que la FOLR y el movimiento huelguista en general tuvieron muchas dificultades para sostener la huelga, producto de la presión e intervención policial permanente. Finalmente, creemos que la huelga sólo logró mejoras temporales y no logró cambios estructurales para los inquilinos; conforme pasaba el tiempo, se volvió a las condiciones previas.

El trabajo se compone de tres partes. En la primera se busca dar cuenta del crecimiento de la ciudad, clave explicativa para comprender la dimensión que dicho proceso tuvo en todos los niveles. En segundo lugar, se analiza el contexto inmediato en el que se inserta dicha huelga, que fue el año más intenso de movilización obrera del período, lo que explica por qué la huelga de inquilinos tuvo lugar en una fecha tan tardía como 1907, cuando la problemática habitacional no lo era. Finalmente, en el tercer apartado se analiza la huelga concretamente, desde su primera asamblea a escasos días de diferencia con respecto a la de Buenos Aires.

De Capilla del Rosario a la “Barcelona argentina”

Rosario no tuvo fecha de fundación, por lo que se conmemora como fecha simbólica su reconocimiento como ciudad, el 5 de agosto de 1852. Desde entonces, cuando ya era el puerto principal de la joven Confederación Argentina, tuvo un crecimiento logarítmico. El Censo Provincial de 1858 establecía una población total de 9.785 habitantes, de los cuales el 77,62 % eran nativos; en 1869, el Primer Censo Nacional indicaba 23.169 habitantes, con similar proporción entre nativos e inmigrantes. Si tamaño salto es sorprendente en tan sólo 11 años,3 aún es relativamente bajo y absorbible habitacionalmente. En 1900, el Primer Censo Municipal de Rosario estimaba la población de la ciudad en 112.461 habitantes, y catorce años después, el Censo Municipal de 1914 arrojaba para la ciudad una población total de 245.199 habitantes, siendo ahora los nativos el 57,4 % del total.4

Entre 1869 y 1914 Córdoba multiplicó su población por cuatro, Buenos Aires por siete, y Rosario por diez, lo cual permite dimensionar el proceso de crecimiento tanto urbano como de la campaña que tuvo la ahora devenida ciudad-puerto. Conforme el país se iba incorporando al concierto mundial como productor de materias primas, la pequeña villa fue conformando su fisonomía en torno a su puerto. Hacia fines del siglo XIX Rosario ya era la segunda ciudad más grande del país, tanto poblacionalmente como productivamente,5 y llegó a tener la industria más grande y moderna de la Argentina: la Refinería Argentina de Azúcar (Bialet Massé, 1985).

Tamaño proceso demográfico comenzó a mostrar sus problemas hacia fines del siglo XIX, fundamentalmente con motivo de los brotes de cólera en los años 1886-1887 y 1894-1895, “haciendo trepar la tasa de mortalidad general de la población, que en 1885 había sido del 37 por mil, al 65.3 por mil en 1886 y al 45.5 por mil en 1887” (Prieto, 2001, p. 128). Estas epidemias fueron foco de discusión y preocupación por parte de las autoridades y los higienistas de época, y se instaló la necesidad de garantizar medidas higiénicas y de saneamiento urbano, que fueron profundizadas en aquellos años bajo la gestión del Intendente Municipal Octavio Grandoli.6

Figura 1 

Fuente: Anuarios estadísticos de la Municipalidad de Rosario 1935 a 1949, en Cutruneo (2012)

Se entendía que los conventillos eran espacios donde solían convivir humanos con animales, lo cual era interpretado como un factor proclive al desarrollo de enfermedades. Como informa Yujnovsky (2004, p. 124), “en 1907, la Municipalidad de Rosario pidió una reforma de la ordenanza sobre conventillos e inquilinatos para prohibir su existencia en terrenos que contuvieran tambos o caballerizas”.

Esta preocupación fue temprana, lo que llevó a que se realizara un Censo de Conventillos en 1884. Arrojó que existían en la ciudad 246 conventillos, con 2.179 piezas, habitadas por un total de 6.288 personas.7 Once años después, con el tercer rebrote de la epidemia de cólera, nuevos informes informan que había 1.026 conventillos, con 8.940 piezas que albergaban a 25.082 personas, lo cual se traduce en un promedio de 8.71 piezas por conventillo y 24.44 personas por vivienda, con 2.8 personas por pieza en promedio (Prieto, 2001, p. 130). Según afirman Armus y Hardoy (1984, p. 42),

el conventillo o inquilinato consistía en una serie de cuartos de alquiler con una única puerta como medio de comunicación con el exterior y servicios comunes muy precarios o casi inexistentes: con seguridad los primeros exponentes de este tipo de vivienda popular se improvisaron en casonas del antiguo casco de la ciudad. A partir de 1880 comenzaron a construirse algunos inmuebles con esa especifica finalidad. Así, cuando terminaba la primera década del siglo XX los conventillos cubrían, en distintas densidades, casi todas las zonas pobladas de la ciudad.

No obstante, no todos los trabajadores vivían en conventillos: ocupaban “casas de pensión o subalquilaban habitaciones de viviendas unifamiliares, compartían reducidos departamentos o casas de dos plantas para varias familias, en condiciones de hacinamiento que no diferían demasiado de aquellos” (García, 2006, p. 70). “El hacinamiento fue un rasgo distintivo y definitorio del conventillo; habitaciones sin aire y sin luz, con notorias deficiencias sanitarias y un mobiliario más que reducido dibujaban un cuadro de precarias condiciones de habitalidad” (Armus y Hardoy, 1984, p. 47).

Es de esta forma que Rosario ingresó al siglo XX como una pujante ciudad, urbanizada y populosa, y con un movimiento obrero que progresivamente se fue constituyendo, al tiempo que comenzaba a dar sus batallas por mejoras laborales. Albergaba un potente movimiento anarquista, por lo que la ciudad fue conocida como la “Barcelona argentina” (Dickmann, 1949). La instalación de grandes industrias, así como el rol de nexo del puerto rosarino con el mercado agroexportador, conllevaron la conformación de un mercado de mano de obra cada vez más grande y complejo, que al calor del debate teórico y la experiencia conjunta se fue constituyendo en movimiento obrero, cada vez más organizado y combativo.

1907, un año intenso

Rosario comenzó el año con una Huelga del gremio del rodado que en cuestión de días se transformó en Huelga General en toda la ciudad, y en pocos días más llegó a constituirse como Huelga General Nacional. Este hito fue crucial para el movimiento obrero local, que se aglutinó bajó la dirección de la FOLR, liderada por el delegado Manuel Daniel Rodríguez. En un proceso de retroalimentación mutuo, el peso de la FOLR empujaba al resto del país a plegarse a su lucha reivindicativa, al tiempo que dicha intervención de escala nacional ayudaba a consolidar a la FOLR como representante legítima de los obreros rosarinos.

Dicha huelga de enero, que duró doce días, tuvo un rol destacado a nivel local, lo que hizo que la FOLR capitalizara apoyos de nuevos gremios y pusiera a las autoridades en una posición defensiva.8 El fervor de lucha en Rosario se sostuvo durante todo el primer trimestre (Álvarez, 2021c), agitado por la posibilidad de una nueva huelga general de escala nacional si las autoridades municipales no cumplían con lo pactado en enero,9 así como por el Congreso de Fusión10 obrero que tendría lugar a fines de marzo en Buenos Aires.

El fracaso de dicho congreso, con la consiguiente fractura del movimiento obrero nacional, sumado a la represión policial siempre hostil al anarquismo, la aplicación de la Ley de Residencia o la tentativa de ser utilizada, fueron factores que explican el ensayo de diversos repertorios de contestación (Tarrow, 2004; Tilly, 2010) por parte del movimiento obrero local, que desde 1908 hasta al menos 1912 tuvo formas de funcionamiento alejadas de las grandes huelgas generales.11

La capacidad de lucha fue menguando, al punto de no lograr los niveles de convocatoria esperados en la segunda Huelga Nacional en agosto, convocada en solidaridad con los trabajadores de Ingeniero White, aledaños a Bahía Blanca. Por ello, el estallido de la Huelga de Inquilinos supuso un espacio tentador para recuperar energías y el terreno perdido, así como una legítima defensa de la condición de inquilinos de los huelguistas.

A diferencia de Buenos Aires, el debate sobre la pertinencia de la participación de las centrales obreras en un problema extralaboral se encontraba salvado para Rosario, donde gran parte del movimiento obrero era anarquista, para quienes no había contradicción entre ambos espacios de lucha. Así, dos semanas después del inicio de la Huelga en Buenos Aires, en Rosario se constituye una Asamblea general, liderada por los gremios de la FOLR, para determinar los pasos a seguir. De esta forma, la FOLR no tenía que negociar las medidas de fuerza como su par nacional, la FORA. Esta, aunque era anarquista, se abstuvo de participar, a diferencia de lo que sucedió en Rosario. Así se cerraba un año complejo, que a su vez suponía el fin de un ciclo para la FOLR y el movimiento obrero local (Álvarez, 2021b).

La Huelga de Inquilinos en Rosario

A diferencia de lo que sucedía en Buenos Aires, donde las asambleas y Comités de la huelga fueron de carácter territorial y tuvieron lugar en los conventillos en lucha (Suriano, 1983, p. 15), en Rosario la Huelga, el Comité Pro Rebaja de Alquileres y las respectivas asambleas estuvieron anidadas en las sedes de diferentes gremios adheridos a la FOLR y fueron movilizadas por éstos en la vía pública.

Desde el fallido Congreso de Unificación obrero de marzo en Capital Federal la situación al interior de las centrales obreras fue compleja, con muchas fracturas y una progresiva desmovilización en las bases. En un contexto delicado como aquel, creemos que la FOLR encontró posible encarar una lucha largamente postergada que fuera capaz no sólo de retener a las bases sino también de recobrar el vigor que la Federación había sabido presentar. Esto pareciera suceder a raíz de la ausencia de un movimiento vecinal capaz o interesado en generar una movilización similar a la que estaba teniendo lugar en Capital Federal, lo cual dejó el camino libre para que la FOLR tomara la iniciativa.

El malestar por el costo de los alquileres no era nuevo y concitaba un consenso generalizado. El periódico local El Municipio 12 aseguraba que "la progresión aumentativa de los alquileres es asombrosa de diez años a esta parte. Casas que valían 40 pesos mensuales, hoy no se alquilan por 80, lo mismo que las habitaciones en casas de inquilinato que costaban 10 y 12 pesos hoy han subido a 20 y 23!".13 En una línea editorial similar, La Capital afirmaba que la realidad rosarina no era diferente de la porteña, así que era completamente comprensible y esperable que en Rosario tuviera lugar una huelga de similares características.14

Autores como Guevara, Vega y Atlas (1997) plantean que la característica principal de dicha Huelga es que se trata de una huelga de consumo y no de producción.15 Esta argumentación debe ser repensada en la medida en que la vivienda no es una elección libre del consumidor, sino una necesidad vital, y por ende, forma parte de la producción y reproducción de la fuerza de trabajo. Entendida en estos términos, la lucha por la vivienda digna o el acceso a ella es inescindible de las luchas de “producción”, como dichos autores plantean.

En parte esto se explica porque los propietarios trasladaban al inquilino los aumentos de impuestos que les correspondían a ellos. Por ejemplo, “una propiedad, de 120 pesos de alquiler mensual, fue gravada en 30 pesos de contribución anual. La ocasión para su propietario era magnífica. (sic) para desquitarse, aumenta el alquiler en 20 pesos mensuales, así es que, por desquitarse de 30 subió 360 pesos en el año".16 Siguiendo de cerca los sucesos en Buenos Aires, la Liga de Inquilinos llamó a Asamblea para el domingo 29 de septiembre, que tuvo lugar en la sede del gremio de Pintores, en calle Corrientes 1247, el cual funcionaría todos los días de 20 a 23.

Por otra parte, se creó una comisión de propaganda que funcionaría en calle Corrientes 1875, manejada por el Subcomité Femenino.17 Este es un aspecto destacable, porque con la Huelga de Inquilinos, tanto en Buenos Aires como en Rosario, se pondría en evidencia el protagonismo femenino (Guevara, Vega y Atlas, 1997, p. 3), aunque las fuentes no nos permitan ahondar sobre su desempeño particular.

Conforme iban pasando los días se fueron creando nuevos subcomités, que tenían la finalidad de reclutar nuevas adhesiones en los diferentes conventillos.18 Los más destacados fueron el subcomité de Refinería, el de Sunchales y el de Talleres, que funcionaron en las sedes gremiales. Como puede observarse, todos ellos estaban vinculados a los barrios obreros que circundan tanto los talleres del ferrocarril como la empresa Refinería.

Según informaba La Protesta, el movimiento fue “muy compacto en dichos barrios, reproduciéndose las subcomisiones para captar mayor cantidad de adherentes, logrando ya más de 130 casas de inquilinato y conventillos”.19 Finalmente, el domingo 29 de septiembre tuvo lugar la primera Asamblea, en la cual se conformó el Pliego de Condiciones:

  • "1. Rebaja del 30 por ciento sobre los alquileres actuales.

    2. Higienización de las piezas.

    3. Abolición de los pagos adelantados.

    4. Abolición de las garantías.

    5. No desalojar a ningún inquilino por haber tomado parte en este movimiento".20

La siguiente Asamblea fue programada para el día 10 de octubre y en ella se informó que los inquilinos que recibieran orden de desalojo la presentasen al comité, que contaría con el oficio del abogado Alfredo Velazco. En los siguientes días se dio una intensa propaganda, que fue logrando la progresiva adhesión de conventillos, los cuales eran informados por cada subcomité al Comité central. Diez días después tuvo lugar una nueva asamblea, que fue multitudinaria, y en ella se decidió reconstituir el Comité Pro Presos, producto de las persecuciones y arrestos que habían ido sufriendo a manos de la policía.

Esto requiere una mención especial, puesto que las denuncias de obreros contra la represión y persecución policial aumentaron de forma destacada en la prensa en el último trimestre del año. Al calor de una División de Investigaciones moderna y profesionalizada bajo la dirección del Jefe Político Néstor Fernández (López, 2020; 2021), la persecución y arresto de anarquistas creció de forma destacada, fundamentalmente en aquellos meses, lo cual encuentra un correlato con la cantidad de prontuarios policiales que fueron confeccionados en aquellas fechas.21

Figura 2 

Mapa: Conventillos existentes en el área central de Rosario. Fuente: Tercer Censo Municipal de Rosario (1910)

Creemos, a su vez, que fue la Huelga de Inquilinos el último hito huelguístico destacable de Rosario hasta al menos 1909, y que una explicación posible es justamente el aumento represivo por parte de la División de Investigaciones (Álvarez, 2021a). Según la Memoria del Jefe Político Eduardo Broquen, de 1912,22 la cantidad de detenidos por delitos, contravenciones y otras causas en 1906 fue de 10.930 personas; un año después ascendió a 13.957, lo que supone un aumento del 27,7 %. Esto nos permite, al calor de las denuncias en la prensa, comprobar el aumento de la represión policial en Rosario en el contexto de la huelga de inquilinos.

Una nota reproducida por La Protesta, y firmada con el nombre de Fernando, sostiene que la sociedad rosarina había estado adormecida, pero que la nueva situación de lucha y las deportaciones la habían despertado de su letargo.23 A esto se sumó la noticia sobre el asesinato de Miguel Pepe, joven orador anarquista y huelguista, que fue muerto de un disparo por la represión policial al mando de Ramón Falcón, el 24 de octubre en Buenos Aires.

Imagen 1 

Folleto de los huelguistas encontrado en el interior del Prontuario N° 21 de la Sección Orden Social de la División de Investigaciones de la Policía de Rosario, Prontuarios Históricos, Archivo General de la Provincia de Santa Fe

El asesinato de Miguel Pepe generó una ebullición en el movimiento huelguista en Buenos Aires, y en Rosario encendió alertas, por lo cual se llamó a una asamblea para el 25 a las 20 en la sede de Obreros Carpinteros, donde funcionaba el Comité de Huelga diariamente. El Comité Central determinó que tendrían lugar asambleas todos los domingos, con la finalidad de ocupar el espacio público y así animar a más vecinos a sumarse al movimiento. Por otra parte, se informaba, a través del corresponsal de La Protesta, que la FOLR estaba haciendo trabajos de cara a plegarse a la huelga general recientemente anunciada por la FORA para el 25 de diciembre próximo.24 Entre dichos trabajos, la FOLR convocó a los gremios a una asamblea para el día 9 de noviembre a los fines de crear el Comité Pro Huelga General.

Dicha huelga general proyectada para diciembre tenía como objetivo repudiar la violencia policial y las deportaciones, y no era su eje la huelga de inquilinos en curso. No obstante, la FOLR amalgamó luchas a los fines de sostener su liderazgo local; después de todo, eran los mismos actores sociales en calidad de obreros y de inquilinos los que repudiaban aquellos agravios. Las causas estaban unificadas y eran los mismos delegados obreros los que recorrían los conventillos y casas de inquilinato como parte de las subcomisiones, dialogando con los vecinos. El delegado Fernando, a través de La Protesta, comentaba que “en la calle Mendoza un patrón fue amenazando a los inquilinos que habían firmado, con hacerlos desalojar y los inquilinos por toda respuesta, le mandaron por la cabeza con tachos y braseros, rompiéndole la cabeza al ciudadano”.25

Se convocó, finalmente, la primera Asamblea pública en el cruce de las calles Güemes y Callao, para el domingo tres de noviembre a las 14. Por razones climáticas fue suspendida, aunque se informó que mucha gente había estado allí esperando. Fue postergada al siguiente domingo, 10 de noviembre. En ella habría muchos oradores, que disertarían en castellano, italiano y ruso. A partir de este momento, El Municipio dejó de compartir las listas de nuevas adhesiones: “(…) en vistas de algunos inconvenientes surgidos se ha resuelto retirar por completo las listas de subscripción que circulaban con el fin de allegar fondos, pues se tuvo conocimiento que circulaban listas falsas”.26 El mismo domingo 10 de noviembre, El Municipio reprodujo el llamado del Comité Central para que la gente asistiera a la asamblea de esa tarde, afirmando que

esperamos que ninguno falte, pues dados los triunfos obtenidos en Buenos Aires, sería doloroso para nosotros que aquí se malograra el movimiento por la dejadez de sus habitantes. Todos estáis conformes en que el alquiler es carísimo, que es casi imposible la vida. ¿Pues entonces, qué esperáis? En Buenos Aires están palpando el triunfo; procedamos en idéntica forma y serán dos triunfos; el de la capital y el del Rosario. Así es que hoy, todos a la calle Güemes y Callao.27

De la asamblea no hay trascendidos, lo cual parece indicar que tuvo lugar sin mayores inconvenientes. Los problemas parecen haber llegado luego, ya que dos días después La Protesta comunicaba que la Policía de Investigaciones había asaltado la sociedad de Ladrilleros, y capturado a Natalio Pellegrotti y a Manuel Daniel Rodríguez entre otros, quienes fueron detenidos en el Departamento de policía. Pellegrotti y Rodríguez fueron subidos a un tren diurno con destino a Buenos Aires, para ser deportados. Cabe destacar que Rodríguez fue el líder de la FOLR durante la Huelga General Nacional de enero, delegado del gremio del rodado y figura polémica durante el fallido Congreso de Fusión obrero. Finalmente, el día 23 fue deportado a Italia en el vapor Citta di Torino.28

Los días que mediaron entre la captura de Rodríguez y su deportación estuvieron cargados en La Protesta de notas en las que se daba cuenta de la brutalidad policial, remarcando que era tan conocida su fama como la del movimiento obrero rosarino. Dichos atropellos tenían lugar a plena luz del día, con la policía apareciendo en medio de la asamblea y amedrentando con “cagar a trompadas” a quien se resistiera a la requisa o disparar a quien pretendiera huir.29 La captura de dichos delegados y su deportación fue un golpe duro al movimiento huelguista y obrero en general, que naufragó hasta perder su potencia progresivamente entrado diciembre.

Una carta firmada por E. Monteverde a la redacción del diario ácrata relata el sometimiento al que fueron víctimas muchos compañeros detenidos en la Oficina de Investigaciones.30 Fundamentalmente, hace foco en que fueron sometidos a interrogatorios, fotografías y estudios antropométricos. Esto resulta interesante puesto que son los avances tecnológicos y modernizadores que introduce fuertemente el ex Jefe Político, Néstor Fernández, quien debió presentar su renuncia en enero, producto de la Huelga General desatada por el gremio del rodado ante su intento de incorporar dichas tecnologías para prontuariar a los trabajadores del transporte. Finalmente, ya sin Néstor Fernández, pareciera que dichas medidas se instalaron en la policía rosarina.31

Producto de la represión y las deportaciones, que perseguían el fracaso de la Huelga de Inquilinos al tiempo que buscaban evitar la conformación de una Huelga General en diciembre, se fue venciendo la resistencia de los inquilinos. Afirmó La Protesta que “los patrones de conventillos, que obligados por la huelga, accedieron al pedido de sus inquilinos, ahora, pasado el momento de agitación, han vuelto nuevamente a subir los alquileres como antes del movimiento”.32

Palabras finales

La Huelga de Inquilinos en Rosario revistió un proceso de reocupación de la arena política por parte de la FOLR después de meses de quietud, pues la organizó y la lideró. A diferencia de lo que sucedía en Buenos Aires, en Rosario el movimiento no fue espontáneo ni liderado desde la vecindad del conventillo, sino que fue dirigido y capitalizado por los gremios miembros de la FOLR, que utilizaron sus sedes como base permanente de las asambleas y como espacio de recepción de los vecinos. Conforme nos permiten las diversas fuentes comprobar, todas las asambleas y acciones llevadas adelante estuvieron bajo la organización de la FOLR, sin que, aparentemente, haya habido actividades espontáneas o por fuera de su control.

Esta reocupación política por parte de la FOLR respondía a la necesidad de recobrar su actividad militante y mantener despiertas a las bases, que habían ingresado en un período de desmovilización con posterioridad al Congreso de Fusión de marzo. Al analizar el año 1907, resulta destacable la intensidad de la actividad obrera en Rosario en el primer trimestre, que desde entonces comienza a descender. La Huelga de Inquilinos, comenzada en Buenos Aires, despertó la atención obrera en Rosario, y la FOLR pretendió utilizarla como vehículo para recuperar el espacio político y retener al cada vez más disperso movimiento obrero local.

Sin embargo, queda por resolver la vinculación entre anarquismo y movimiento obrero. En Capital Federal, la FORA no participó de la huelga como central anarquista, como sí lo hizo la FOLR, también anarquista. Creemos que esto se debe al fraccionamiento del movimiento obrero, el cual era mayor en Capital Federal que en Rosario. La extrema vinculación del movimiento obrero local con el anarquismo y la práctica ausencia de otras fuerzas capaces de disputarle dicho liderazgo dentro del movimiento son quizá las claves para comprender por qué las acciones de la FOLR suponen en buena medida las del movimiento obrero en su gran mayoría.

En cuanto a la prensa local, las adhesiones que concitaba la huelga de inquilinos se vieron afectadas. Como afirma Agustina Prieto (2001, p. 151), “cuando las organizaciones obreras propusieron hacer una huelga general en repudio a la represión del conflicto porteño, la rosarina `desapareció´ de las páginas de La Capital y de El Municipio”. Con posterioridad al asesinato de Miguel Pepe comenzó dicha política editorial de vacío informativo, y sólo quedó como testigo de los sucesos rosarinos la lejana pero siempre presente prensa ácrata: La Protesta.

De esta forma, progresivamente la Huelga de Inquilinos de Rosario se fue difuminando hasta perderse en el ámbito informativo, sin que pueda especificarse un desenlace concreto, pero se observa el debilitamiento del movimiento huelguista, así como el más general de la FOLR. A mediados de diciembre, el VII Congreso de la FORA en la ciudad de La Plata, de escasa concurrencia,33 dejó en evidencia la fragilidad en que se encontraba dicha federación, de la cual la FOLR, como parte componente, no logró escapar.

Represión y persecución por parte de una policía cada vez más moderna y decidida constituyen puntos cruciales para comprender el debilitamiento y la progresiva decadencia de la movilización obrera local. De esta forma, un movimiento huelguístico sostenido por el movimiento obrero supuso que la represión y deportación de varios trabajadores fuera golpeando al movimiento y su capacidad de resistencia. Como ya se afirmó, la huelga logró sólo éxitos parciales para algunos inquilinos, pero una vez apagado el fuego de la huelga las condiciones de vida volvieron a ser las de antes.

La FOLR y el ferviente movimiento obrero rosarino, que fuera tan reconocido nacionalmente, cerrarían con esta huelga un ciclo de luchas sostenidas, y en buena medida exitosas, que nacieron con el nuevo siglo y tuvieron su mayor hito en enero de 1907, para comenzar una nueva etapa de reconfiguración que duró al menos un lustro.

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Notas

1El Municipio, “La Huelga de Inquilinos”, 06/10/1907.

2El concepto de gentrificación es complejo y no concita mayores consensos, además de haber mutado de sentidos con el paso del tiempo. En este caso, retomamos la noción de Ruth Glass (1964) por ser la que mejor se ajusta a la situación de Rosario de aquel entonces, y por estar dicha interpretación pensada para contextos epocales afines. La autora lo entiende como el proceso por el cual progresivamente los obreros eran desplazados de los barrios históricos en favor de una clase media en ascenso, revalorizando aquellos espacios que antaño eran considerados antiguos o suburbios. Para ampliar sobre las nociones actuales del concepto, sugerimos abordar lecturas de David Harvey (2008).

3Es menester destacar que la fiabilidad de cada Censo debe ser relativizada, así como los intereses que detrás de éstos se manifiestan.

4Censos extraídos de Pons, A. y Videla, O. (2005).

5En su famoso Informe, Bialet Massé afirmaba que Rosario “en cuarenta años ha pasado de importadora de la poca harina que consumían sus habitantes, a exportadora de 1.770.000 toneladas de cereales y harinas” (Bialet Massé, 1985, p. 243).

6Fue Intendente entre 1884 y 1885, y posteriormente ocupó la Jefatura Política bajo la Intendencia de Luis Lamas.

7Memorias del Intendente Municipal, 1883-1885, en Prieto (2001, p. 129).

8A raíz de la Huelga de enero, debió renunciar el Jefe Político, Néstor Fernández, quien fue una pieza clave en la profesionalización y modernización de la policía en Rosario.

9El Pliego de Condiciones preveía la reforma de la Ordenanza Municipal de Tráfico a través del Concejo Deliberante, el cual volvería a sesiones ordinarias en marzo, lo que dejaba al movimiento obrero en espera durante casi dos meses.

10Para ampliar sobre dicho Congreso y sus consecuencias, ver Belkin (2018).

11 Para ampliar sobre el período, ver Álvarez (2021a).

12 A comienzos de año este diario ya aseguraba que “la tiranía del fisco es un cáncer que todo lo corroe”. El Municipio, “Temas Diversos”, 27/01/1907.

13El Municipio, “La Huelga de Inquilinos”, 28/09/1907.

14La Capital, “Movimiento Obrero”, 02/10/1907.

15En esta misma línea se expresaba el Partido Socialista (PS) y su prensa oficial, La Vanguardia, asegurando que no correspondía al movimiento obrero participar de ella.

16El Municipio, “La Huelga de Inquilinos”, 28/09/1907.

17La Protesta, “Rosario”, 08/10/1907. Lamentablemente es toda la información de que disponemos sobre el rol de las mujeres en los sucesos locales, aunque es dable pensar que haya sido destacado, como lo fue en Buenos Aires.

18A través de El Municipio, podemos dar cuenta de los conventillos y casas de inquilinato adheridas, que estaban ubicados en las siguientes direcciones: General Mitre 1375, Moreno 131, España 1510, Pichincha y Urquiza, Pasaje Gálvez 39, 9 de Julio 1390, Balcarce 1380, Dorrego 1414, 3 de Febrero 1885, Entre Ríos 1449, 9 de Julio 1556, General López 1643, General López 1633, Italia 1517, Pasaje Gálvez 74, General López 1673, Pasaje Gálvez 26, Independencia 1435, Paraguay 1861, Corrientes 1733, 9 de Julio 1610, 3 de Febrero 1544, Boulevard Argentino 1632, Montevideo 1117, Montevideo 1137, Montevideo 1135, Entre Ríos 1140, Pasco 1133, Independencia 1955, Paraguay 2043, Dorrego 2007, Dorrego 2045, Paraguay 2646, Pasco 1480, Independencia 1906, Pasco 1463, Independencia 1952, Gral. Mitre 1767, Corrientes 1616, Sarmiento 1668, Sarmiento 1669, Mendoza 1621, Mendoza 1623, Independencia 1229, España 1231, Corrientes 1857, Corrientes 1510, General López 1457, Buenos Aires 839, Cerrito 1366, Independencia 1928, Paraguay y Riobamba 1500, Paraguay 2120, Paraguay 2210, Pasco 1326, Sarmiento 1333, General López 1336, Independencia 743, General Mitre 1363, General Mitre 1374, España 1819, Pasaje Dam 87, Independencia 743, General Mitre 1365, General Mitre 1379, Pasaje Dam 87, Mendoza 1516, Corrientes 1370, San Luis 2671, Riobamba 670, San Juan y Pichincha, Salta 2916, Salta 2948, Salta 2984, Santiago 13, Callao 117, Santiago 11, , Callao 401, Jujuy 2930, Suipacha 481, Lavalle 434, avenida Wheelwright 2133, Corrientes 1583, General Mitre 1386, Montevideo 943, Rodríguez 150, Rodríguez 123, Güemes 2740, Urquiza 2190, cortada Wheelwright [Grafías distintas] y Vera Mujica, Junín 402, Viñales 228, Iriondo sin número, Brown 2838, Brown 2493, Güemes 2248, Jujuy 2446, Iriondo 206, Alvear 13, Las Heras 2269, Dorrego 444, Rivadavia 2289, Rivadavia 2269, Santiago 164, Salta 1838, Pueyrredón 39, Pueyrredón 61, Brown 2338, Jujuy 2414, Brown 2325, Jujuy 2494, Cafferatta sin número, Urquiza 1824, Iriondo 200, Viñalez sin número. Direcciones relevadas por el Comité Central: General Mitre 1586, Montevideo 943, Córdoba 1482, Italia 1078, Rioja 623, Independencia 294 y Paraguay 1448.

19La Protesta, “En Rosario”, 09/10/1907.

20El Municipio, “La Huelga de Inquilinos”, 04/10/1907.

21Es parte de un trabajo en curso poder determinar la cantidad precisa de detenidos en aquel período.

22“Memoria de la Jefatura Política del Rosario del Coronel Eduardo Broquen”, 1912, p. 30.

23La Protesta, “Del Rosario”, 23/10/1907.

24Las tratativas entre la Unión General de Trabajadores (UGT), la FORA y otros sindicatos autónomos fueron tensas, producto de las desavenencias arrastradas del fallido Congreso de Fusión de marzo, así como por los diagnósticos que cada central hacía de la situación. Finalmente, la Huelga se postergó para enero de 1908 y no contó con la presencia de la UGT.

25La Protesta, “Del Rosario”, 29/10/1907.

26El Municipio, “Movimiento Obrero”, 05/11/1907.

27El Municipio, “Movimiento Obrero”, 10/11/1907.

28La Protesta, “M. D. Rodríguez”, 23/11/1907.

29 La Protesta, “Rosario”, 23/11/1907.

30La Protesta, “Correspondencias”, 07/12/1907.

31Para un estudio sobre la modernización de la policía en Rosario, ver López (2020; 2021).

32La Protesta, “La Federación de Inquilinos”, 06/12/1907.

33En su VI Congreso de septiembre de 1906 en Rosario, reunió un total de 61 gremios de todo el país; poco más de un año después, el VII Congreso en La Plata reunió 31 gremios en total. Para ampliar sobre dichos congresos, ver Abad de Santillán (1933) y Marotta (1975).

Recibido: 22 de Julio de 2020; Aprobado: 11 de Diciembre de 2020; : 01 de Marzo de 2022

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