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Insuficiencia cardíaca

versión On-line ISSN 1852-3862

Insuf. card. vol.10 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires abr. 2015

 

IN MEMORIAM

A la Dra. Liliana Rosa Grinfeld (1944-2015)

Despedida a una amiga



El 17 de mayo de 2015, a los 71 años, murió la reconocida cardióloga argentina, hemodinamista y Miembro del Comité Editor de nuestra Revista INSUFICIENCIA CARDIACA (desde su comienzo en Marzo de 2006), la doctora Liliana Rosa Grinfeld. No sólo tuvo los méritos de ser la primera mujer en presidir la Sociedad Argentina de Cardiología en 1992 y, más adelante, de estar al frente de la Fundación Cardiológica Argentina; sino también, de convertirse en la primera mujer en realizar una angioplastia coronaria y en colocar un stent en Argentina. A mediados de los años '90, también, dirigió el Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI).
"Realmente mi vida profesional ha sido muy buena, porque en la medida en que yo he ido avanzando no se me han negado las cosas", reflexionaba sobre su carrera en 2007.
Nacida en La Plata el 1° de Febrero de 1944, era la hija de un eminente cardiocirujano y docente, el Dr. David Grinfeld, que fue pionero en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades cardiovasculares. Los barrios de Meridiano V y plaza Máximo Paz de La Plata, junto al Club Atenas fueron escenarios de una infancia compartida con su hermano mayor Roberto. En la década del sesenta, Liliana comenzó a estudiar simultáneamente Letras y Medicina. Sin embargo, pronto abandonó la primera y se graduó de médica en 1968 en la Universidad Nacional de La Plata. Posteriormente, se doctoró en la Universidad de Buenos Aires.
Un año después viajó a los Estados Unidos para perfeccionarse en hemodinamia en la Cleveland Clinic, donde también estaba el doctor René Favaloro. Allí, René estaba haciendo sus primeras experiencias con la técnica que lo haría famoso, el bypass coronario. Fue el inicio de una extensa y fecunda vinculación con referentes de la cardiología internacional como los Dres. F. Mason Sones Jr. y Eugene Braunwald, entre otros. En 1971, regresó a la Argentina, con un equipo liderado por René Favaloro y junto a Armando Roncoroni (su esposo por entonces y padre de su hijo Pablo); instaló un consultorio en su ciudad natal, y posteriormente pasó a formar parte del Centro de Hemodinamia y Cardiología Invasiva del Sanatorio GÜemes liderada por el Dr. Luis de la Fuente, primera expresión de lo que se convertiría en la Fundación Favaloro.
En 1974, se sumó a un proyecto de avanzada en el Sanatorio Antártida, junto a Roberto Grinfeld, José Navia, Roncoroni, Félix Fabrikant y otros. Fue allí, en el ya desaparecido centro asistencial porteño, donde un día de 1980 realizó la primera angioplastia coronaria con balón.
Unida en segundas nupcias con el cardiólogo Norberto Pallavicini (padre de Mariano, Nicolás y Valeria), tuvo en 1978 a Carla. Su avidez por toda manifestación del conocimiento la llevó a interesarse por los viajes, la arquitectura, literatura y gastronomía; era una eximia cocinera.
Por su trayectoria y logros, en 2006 recibió el premio "Mujeres destacadas en Salud", que entrega el Ministerio de Salud de la Nación Argentina.
Su legado médico no se circunscribió a salvar vidas y liderar numerosos servicios de hemodinamia de primer nivel (entre ellos, el del Hospital Español platense y el del Hospital Italiano de Buenos Aires); impulsó numerosos congresos, en la convicción de que "es muy valioso compartir conocimientos", porque, sostenía, "la alta calidad médica lleva a ofrecer la mejor atención, y a su vez hace progresar la Medicina".
Hace un par de semanas tuve la oportunidad de tener una larga charla con ella en su hogar a instancias de una reunión convocada por el colega Alejandro Barbagelata, en una tarde que me será difícil de olvidar. En la misma proponía, con su habitual entusiasmo y esa proyección de trabajo y esfuerzo por mejorar día a día la medicina de nuestros días, abocarnos al enriquecimiento del manejo de la insuficiencia cardiaca, de la hipertensión pulmonar, de la asistencia cardíaca y del trasplante en los centros en los que ella poseía; portadora de una indudable y aun activa participación, incluso desde su hogar.
"La Flaca" nos ha dejado, no sin mostrarnos que con el esfuerzo y la dedicación se pueden alcanzar los objetivos de excelencia que ostenta nuestra medicina.

Dr. Sergio V. Perrone
Amigo