SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.8 número2Faria de Vasconcelos: um pioneiro no movimento da Escola Nova na Europa e na América LatinaLa revista Index de Neurología y Psiquiatría. 1938-1946. Los inicios neuropsiquiátricos de Pichon-Rivière índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

Compartir


Revista Argentina de Ciencias del Comportamiento

versión On-line ISSN 1852-4206

Rev Arg Cs Comp. vol.8 no.2 Córdoba mayo 2016

 

ARTÍCULO ORIGINAL

Institucionalización y profesionalización de la Historia de la Psicología como especialidad en Estados Unidos: influencias de la Historia, la Sociología y la Filosofía de la Ciencia.

Fierro, Catriela,b,c,d

a Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina.
b Grupo de Investigación "Historia, Enseñanza y Profesionalización de la Psicología en el Cono Sur de América", Facultad de Psicología, Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina.
c Cátedra "Historia Social de la Psicología", Facultad de Psicología, Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina.
d Cátedra de "Epistemología de la Psicología", Facultad de Psicología, Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina.

Enviar correspondencia a: Fierro, C. E-mail: catriel.fierro@gmail.com


Resumen

Se analiza, desde un modelo histórico-sociológico, la consolidación y profesionalización de la Historia de la Psicología en el marco de la emergencia disciplinar de la Historia de las Ciencias del Comportamiento en Estados Unidos. Desde una perspectiva metodológica histórica, se describe primero el modelo historiográfico de Edwin Boring, enraizado en el experimentalismo. Se describen luego las recensiones del campo que, hacia 1960, realizaron Robert Watson y Robert Young. Se sintetizan los avances profesionales e institucionales más importantes del campo, enfatizando los Cursos de Verano de Historia de la Psicología. La ponderación de estos avances formativos revela su centralidad tanto para la profesionalización del campo como para la incorporación de influencias extra-disciplinarias, provenientes de la historiografía, la sociología y la filosofía de la ciencia, especialmente en la historia social o sociológica de la psicología. Se concluye que la profesionalización fue motorizada en gran medida por estas instancias y sus protagonistas.

Palabras claves:
Profesionalización de la Historia de la Psicología, Historiografía de la Psicología, Historia Social de la Psicología, Historia de la Ciencia.

Abstract

The Professionalization and Institutionalization of History of Psychology as a Specialty in the United States of America: influences from the History, the Sociology and the Philosophy of Science. From a historical-sociological model, the consolidation and professionalization of the History of Psychology is analyzed in the context of the disciplinary emergence of the History of the Behavioral Sciences in the United States. From a historical methodological perspective, the historiographical model of Edwin Boring, rooted in experimentalism, is described first. The recensions of the field made around 1960 by Robert Watson and Robert Young are then described. The major professional and institutional developments of the field are summarized, emphasizing the Summer Institutes in the History of Psychology. The weighting of these training developments reveals their centrality to both the professionalization of the field and to the incorporation of extra-disciplinary influences from historiography, sociology and philosophy of science, especially into social or sociological history of psychology. It is concluded that the professionalization was powered largely by these instances and their protagonists.

Key Words:
Professionalization of the History of Psychology, Historiography of Psychology, Social History of Psychology, History of Science.

Recibido el 27 de diciembre de 2014; Recibida la revisión el 10 de junio de 2015; Aceptado el 3 de junio de 2015.
Editaron este artículo: Ricardo Pautassi, María Micaela Marín y Yanina Michelini


 

1. Introducción

La Historia de la Psicología como campo de contenidos e investigaciones históricas registró, especialmente en Estados Unidos, una profunda reorganización (disciplinar, institucional y profesional) hacia 1960. La reorganización, canónicamente definida como la transición de una historia positivista a una historia crítica (Furumoto, 1989; Hilgard, Leary, & McGuire, 1991) tuvo causación múltiple y ocupa un lugar clave en la historia de la historiografía de la psicología, en tanto que las líneas de trabajo establecidas a partir de esta transformación alcanzan a la generalidad de los trabajos y debates actuales (Brock, 2014; Klappenbach, 2000).
Aunque se han descrito previamente estos cambios teóricos y metodológicos al interior del campo de la historia de la psicología (Lovett, 2006; Vaughn-Blount, Rutherford, Baker, & Johnson, 2009), no son frecuentes los análisis focalizados en la estructura, infraestructura y profesionalización del propio campo. En efecto, las discusiones sobre la nueva historia de la psicología anglosajona han sido predominantemente teóricas y metodológicas-historiográficas, y sólo secundariamente profesionales o disciplinares. Sin embargo, según algunos autores (Brozek, 1990; Capshew, 2014; Watson, 1975), los avances profesionales y disciplinares de la historia de la psicología fueron, en gran medida, los que posibilitaron las reformulaciones a nivel teórico y metodológico en primera instancia, sirviendo de plataforma de discusión, planeamiento y perfeccionamiento de los psicólogos norteamericanos orientados históricamente. Se ha remarcado cómo ciertas preocupaciones genuinamente formativas de los propios psicólogos historiadores, en los orígenes de la profesionalización de la historia como campo de estudio dieron sentido y lugar al planteamiento de la necesidad del refinamiento teórico y metodológico (Brozek, 1990; Klappenbach, 2014). En este punto, se ha enfatizado el rol preponderante de las revistas, instituciones y organizaciones referidas a la historia de la psicología a partir de 1960 y su impacto en la formación, entrenamiento y refinamiento de los historiadores de la psicología (Klappenbach, 2006; Watson, 1968). Por lo tanto, la progresiva profesionalización e inserción universitaria y curricular de la Historia de la Psicología es un eje central de análisis para facilitar la comprensión de la emergencia de la ’nueva historia’ de la psicología. En este caso particular, hablar de su profesionalización e institucionalización implica, por la naturaleza interdisciplinaria del campo, hablar del conjunto de la historia de las ciencias del comportamiento (Watson, 1978; Woodward, 1982).
Caracterizar los avances institucionales y profesionales de la Historia de la Psicología requeriría un examen de los puntos de quiebre más importantes respecto de la tradición histórica anterior, a la vez que un análisis de estructura y contenido de las instancias novedosas específicas (publicaciones, programas de formación, asociaciones, entre otras.) que vehiculizaron aquellos avances. Este trabajo, orientado a contribuir con dicha caracterización, describe y analiza algunas de las instancias más importantes de la formación profesional de los historiadores en Psicología en Estados Unidos alrededor de las décadas de 1960 y 1970, ubicando dichas instancias como representativas del proceso más general de profesionalización de la historia que permitió su constitución como especialidad. Se adscribe en el análisis subsiguiente a modelos críticos y sociológicos sobre los procesos de profesionalización (Kuklick, 1980), en contraposición a las reconstrucciones whiggistas propias de sociólogos e historiadores de cuño positivista. Contra las definiciones ahistóricas, individualistas, unidireccionales y progresivas de estos procesos, se adscribe aquí a que los procesos de profesionalización no son inmanentes, sino que responden en gran medida a demandas del medio académico y social. Puesto que la profesionalización es altamente sensible a tales demandas y mantiene con ellas en todo momento una relación de determinación variable, se asume que los grupos profesionales no logran en ningún momento de su desarrollo una autonomía completa (respecto de la sociedad o de otras disciplinas) ni logran establecer, de una vez y para siempre, un estado (y estatus) libre de potenciales regresiones ni fluctuaciones (Jarausch, 1985; Ringer, 1990). Esto no implica desconocer la relevancia de indicadores de progreso profesional e institucional en un campo científico determinado, tales como lo son las carreras de grado, las instancias formativas, las organizaciones y revistas científicas y la definición de un campo de conocimiento como objeto predilecto y espacio de arbitrio de los profesionales; por el contrario, implica concebir la emergencia y dinámica de la profesionalización como un proceso relativamente contingente y extra-científico que debe mucho a las condiciones económicas, políticas, culturales y sociales que constituyen su trasfondo (Danziger, 1979; Gallegos, 2014b; Kuklick, 1980).
Este trabajo recurre, en este sentido, a factores internos y externos para fundamentar el establecimiento disciplinar de la historia de la psicología, describiéndose las vías específicas a través de las cuales, en el contexto del proceso de su profesionalización, los historiadores incorporaron cuestiones propias de campos solidarios -pero ajenos- a la historia de la psicología. Se ha reconocido retrospectivamente el profundo efecto catalizador que tuvo en los primeros estudios históricos la premisa de contextualizar socialmente a la ciencia psicológica (Louw, 2004; Stam, 2004). Por esto, el trabajo pondera especialmente el impacto de ciertas figuras y corrientes propias de la historia, la filosofía y la sociología del conocimiento y de la ciencia que influyeron directa e indirectamente en los comienzos de la profesionalización de la historia de la psicología, como también pondera la influencia de algunas obras específicas que, provenientes de dichas áreas, tuvieron una repercusión explícita entre los primeros psicólogos historiadores.

2. El modelo historiográfico clásico pre-profesional

El término ’historia clásica’ refiere, por oposición a la historiografía crítica, al cúmulo de investigaciones y sistematizaciones históricas sobre psicología propias de la primer mitad del siglo XX. Las obras representativas de este tipo de historia son, en su mayoría, manuales u obras de conjunto en línea con la idea de la big picture en historia de la ciencia (Brett, 1921/1963; Heidbreder, 1933/1960; Murphy, 1929/1964; Woodworth, 1938/1961), y por la difusión y pregnancia que tuvo su manual histórico en la formación de los psicólogos durante varias décadas, suele considerarse a Edwin Boring como el representante más difundido, acabado e históricamente sofisticado de esta tradición. Si consideramos el lugar vital de los manuales introductorios en la formación de los psicólogos anglosajones (Morawski, 1992), junto con el hecho de que las historias manualizadas a menudo han perseguido el objetivo de socializar a los iniciados en una disciplina (Ash, 1983), la caracterización del modelo historiográfico que fundamenta al manual más utilizado durante décadas (Dale, 1962; Riedel, 1974) es necesaria para dimensionar el vínculo entre la historia, la historiografía y la enseñanza de la psicología como contexto de la profesionalización de la historiografía.
La obra clásica de Boring, editada en 1929 y reeditada en 1950 (Boring, 1950/1978), condensa según varios autores las fortalezas y debilidades de las filosofías de la historia y de la ciencia naturalistas y positivistas aceptadas por la generalidad de los historiadores del período. Existe cierto consenso acerca de que el personalismo, el positivismo y el naturalismo historiográfico de la propuesta de Boring condujeron a una reconstrucción parcial del pasado disciplinar (Danziger, 1990; Lafuente, 2011; Tortosa, Mayor, & Carpintero, 1990) y, como veremos, son estos implícitos filosóficos e historiográficos los que serán criticados por los nuevos historiadores de la psicología. Algunas interpretaciones sobre el positivismo internalista y el sesgo experimentalista de Boring, fundamentadas ellas mismas en trabajo de archivo, han apuntado a argumentar acerca de la existencia de funciones -predominantemente implícitas- en su obra magna (Boring, 1950/1978). O’Donnell (1979), ha concluido que la maniobra de Boring de ubicar los antecedentes de la psicología contemporánea en el experimentalismo psicofisiológico alemán del siglo dieciocho fue una respuesta al ocaso de tal tendencia en Norteamérica de los años ’20 con la intención de reavivar el interés por la investigación académica y de imprimirle (a la Psicología) el rigor del empiricismo. De tal agenda se seguiría la adopción de perspectivas historiográficas presentistas y justificacionistas (Lafuente, 2011). Adicionalmente, la linealidad con sentido de progreso que exige una historia legitimadora del experimentalismo sólo se logra a través de una marcada selectividad inductivista aplicada al campo de las teorías y escuelas psicológicas; selectividad inductivista que, previo a O’Donnell, ya Wettersten (1975) había considerado como rasgo historiográfico característico tanto de Boring como de sus contemporáneos. En un artículo revisado por Joseph Agassi (filósofo de la ciencia sobre quien volveremos), Wettersten identificaba cinco técnicas a las que recurrían los historiadores justificacionistas –especialmente Boring-:
Primera, elogio vago y acrítico hacia teorías psicológicas; segunda, reconocimiento a la recolección de datos sin importar la importancia de los datos; tercera, elogio acrítico de teoría metodológica; cuarta, reconocimiento de técnicas sin importar los resultados que producen; quinta, discusión de carreras. (Wettersten, 1975, p. 158)
Samelson (1980a) morigeró la interpretación de O’Donnell pero no alteró la esencia de su planteo. Kelly (1981) sintetizó las revisiones críticas de la obra de dicho historiador al sostener que el contenido y la finalidad de sus reconstrucciones históricas podían ser explicadas por la influencia de factores históricos, sociales y metodológicos (académicos y profesionales) más generales. La cuestión de la identificación intelectual y profesional de Boring con Titchener, y la herencia académica del segundo sobre el primero, es según Friedman (1967) el principal factor explicativo acerca del modelo historiográfico de aquel. En el mismo sentido, Ash (1983) ha argumentado que las primeras historias de la psicología pretendieron establecer ascendencias respetables para la psicología científica, especialmente respecto de la filosofía escocesa del sentido común, de gran difusión y aceptación entre los filósofos norteamericanos de fines del siglo XIX; argumento que ha sido corroborado independientemente por otros autores (Sokal, 2006). Acerca de Boring, y en línea con los planteos recién citados, Ash (1983) sostiene que su historia fue un intento tanto de "reafirmar la hegemonía experimentalista en la generalidad de la disciplina, como de mostrar a sus colegas filósofos de que aunque la filosofía había sido una vez importante para el desarrollo de la psicología, hacía mucho que había cumplido su función" (Ash, 1983, p. 149).
Este intento requería, por lo tanto, cortar los lazos que unían a la psicología con la filosofía, la biología y la esfera general de factores culturales: una estrategia que, según Jaynes, era "un hábito Titcheneriano" (1969, p. 103). Fue la propia pertenencia profesional de Boring la que le permitió sistematizar y confeccionar su particular marco de interpretación histórica de la ciencia: el empirismo y naturalismo propios de la psicología experimental norteamericana de primeras décadas del siglo, en combinación con una filosofía de la historia que apelaba a nociones como la de zeitgeist –como demuestra Ross (1969) con una fuerte raigambre idealista- fueron a coincidir en su modelo historiográfico. Si bien la segunda edición de su manual introducía declarativamente en su prefacio y último capítulo cuestiones historiográficas que equilibraban el personalismo de la primera edición de la obra, es evidente que el contenido de la segunda edición era casi idéntico a la de la primera, lo cual es comprensible dado el carácter transversal del personalismo, el determinismo y el naturalismo en la obra de Boring (Friedman, 1967). En la segunda edición de su obra, tal naturalismo se hacía explícito:
El pensamiento de Copérnico y el de Wundt son ambos fenómenos naturales, y el curso de la historia no es ni más ni menos inexorable cuando en su interpretación se incluyen los acontecimientos neurales más diminutos que llamamos inspiración de los genios, cuyos nombres son puntales en el desarrollo de la ciencia. (Boring, 1950/1978, p. 24. Énfasis agregado).
De forma semejante, al ponderar el carácter de agente del Gran Hombre (que deja ya de ser o síntoma o causa del progreso para ser ambas a la vez), Boring acudía a la psicología científica (monista, naturalista y experimentalista) como respaldo de su teoría histórica, en tanto que:
Concebir como originador al hombre cuyo pensamiento brillante y nuevo dirige un desarrollo importante, es abandonar la psicología científica y suponer que entre todas las leyes de los fenómenos mentales el discernimiento del genio es una excepción y que ocurre sin causas. (Boring, 1950/1978, p. 766).
El determinismo y el naturalismo que constituyeron la filosofía de la historia que Boring aplicó a la Psicología se derivaban directamente del experimentalismo monista y fisicalista que en tanto lineamientos psicológicos el autor había adoptado posterior a la crisis y extinción del programa estructuralista (Gruba-McCallister, 1978). Así, para el decano de la historiografía de la psicología hacia 1950, la historia constituía una serie de eventos interconectados que en su conjunto conformaban una cadena causal estrictamente determinada por eventos antecedentes, al igual que sucedía con ciertos fenómenos estrictamente psicológicos tales como la conducta y la percepción. De aquí que el progreso de la ciencia esté determinado por leyes sociales y psicológicas y que, en tanto producto de la convergencia de tendencias pasadas, tal progreso constituye un proceso natural igualmente determinado por leyes. Respecto de la temática de la profesionalización de la historia que nos ocupa, Boring constituye un ejemplar acerca de cómo la pertenencia a un grupo profesional específico (no de historiadores, sino en este caso de psicólogos experimentales) puede prefigurar e incidir sobre la tarea propuesta para el historiador y para la historia de la psicología en su conjunto, sea en su faz descriptiva como en su faz normativa, especialmente en los casos en que el autor no se ha formado sistemáticamente en historia o historiografía (Jaynes, 1969). Ciertos análisis sobre los supuestos de la perspectiva de Boring en cuanto a la filosofía, la historia y la ciencia de la ciencia (Friedman, 1967; Gruba-McCallister, 1978; Klappenbach, 2000; 2006; Madden, 1965) apuntarían a corroborar dicha hipótesis.

La obra de Boring sirvió de variadas formas a la renovación historiográfica anglosajona. En primera instancia, fue docente de Robert Watson, sobre quien volveremos en seguida. A su vez, Boring promovió la profesionalización de los historiadores, alentando los desarrollos institucionales y formativos que se dieron mientras él vivió. Su manual fue la fuente y el objeto de múltiples revisiones históricas, por lo que puede ser considerada la base sobre la que múltiples historiadores comenzaron a investigar. Fundamentalmente, uno de los factores que movió a los psicólogos historiadores a realizar esfuerzos colectivos para establecer lazos con la historia y la filosofía de la ciencia en pos de la profesionalización fue el constatar la inadecuación de reemplazar principios historiográficos por principios teóricos y metodológicos orientadores provenientes de áreas o sub-disciplinas internas a la Psicología. Para el caso, el propio Boring fue ejemplo de tal reemplazo.

3. La historia de la psicología hacia 1960: "Un área descuidada"

La década que signa los comienzos de los movimientos de profesionalización de la historia de la psicología está marcada por dos evaluaciones críticas con un impacto muy significativo en los esfuerzos colectivos para desarrollar bases rigurosas y científicas del estudio de la historia: la crítica implícita de Robert Watson sobre la historia de la psicología hacia 1960 (Watson, 1960) y la crítica explícita de Robert Young hacia mediados de los sesenta sobre la producción académica en historia de las ciencias del comportamiento (Young, 1966).
Marcar un hito fundante para un movimiento historiográfico que se contrapone precisamente a los nacimientos ornamentales sería un despropósito. Sin embargo, existe un relativo acuerdo en reconocer a la figura de Robert Watson como pionera, entre otras cosas, en colaborar en gran medida con reubicar la importancia de la historia de la psicología en el plano mayor de la disciplina psicológica. Brozek (1990) considera como "seminal" para las raíces de la nueva historia de la psicología el célebre artículo ’History of psychology: A neglected area’, publicado por Watson en el American Psychologist (Watson, 1960). El texto, aún evaluado desde una perspectiva crítica y no celebratoria, es relevante por su contenido y por el contexto de su aparición. Respecto de lo primero, el artículo especificaba clara y llanamente el extremadamente bajo porcentaje de psicólogos interesados en la investigación de temáticas históricas, a partir de un relevamiento cuantitativo de profesionales interesados en la historia. Hacia 1958, de cada 270 psicólogos miembros de la APA, 1 listaba como interés la historia de la psicología (Watson, 1975), sin esto implicar siquiera que dicho psicólogo estuviera investigando efectivamente temáticas históricas, o que lo hubiera hecho en el pasado. Respecto al contexto, debe notarse que Watson publicaba su investigación en la revista oficial de la APA. En ambas (revista y asociación), el perfil profesionalista era un rasgo característico (la primera ya a partir de su propio nombre, la segunda desde su fundación). En este sentido, la audiencia de Watson en el American Psychologist era el colectivo de psicólogos interesados por las aplicaciones prácticas y por el ejercicio profesional de la psicología. Watson criticaba la desidia de los psicólogos norteamericanos hacia la historia de su propia disciplina; desidia que era producto, entre otras cosas, de una formación que en teoría equilibraba entre ciencia y profesión pero que en la realidad era marcadamente profesionalista y orientada a la prestación de servicios clínicos (Ash, 1983; Baker, & Benjamin, 2000). Aunque el contenido del artículo de Watson es contundente y relevante por sí mismo, es evidente que la publicación en una revista científica periódica de gran difusión fue clave para visibilizar el estado marginal de la historia. La indagación en las cartas y archivos personales de Watson realizada por Ross (1982) permite corroborar esta hipótesis.
Hacia 1960, Watson había escrito a la junta de publicaciones de la APA, expresando que el grupo de interés sobre historia de la psicología del que él formaba parte no encontraba canales adecuados de publicación para sus artículos históricos. Los editores del Psychological Bulletin y del Psychological Review habían respondido, a través de Clifford Morgan -el representante de la junta de publicaciones- que no existían limitaciones a priori sobre trabajos históricos, "siempre que estos fueran, como los otros artículos publicados en sus revistas, ’contribuciones al conocimiento’" (Morgan, 1960, citado en Ross, 1982, p. 312). Ante esto, Watson decía a sus colegas de su grupo de interés que "Parecería que el camino está listo [y que] algunos manuscritos dirigidos a esas revistas podría ayudar" (Watson, 1960, citado en Ross, 1982, p. 312). Tales contribuciones, se creía, abrirían el camino a otras publicaciones históricas, de la misma forma que mostrarían la carencia de las mismas hasta 1960, y permitirían fundamentar la importancia más general de la historia como campo de investigación (Hilgard, 1982). Sin embargo, y contra lo que Morgan había asegurado a Watson, no todos los esfuerzos suscitaron interés: uno de los manuscritos históricos de Watson sobre psicología educacional fue rechazado por el editor del Psychological Bulletin, Harry Helson, por considerarse inadecuado para la revista. El propio Helson, doce años después, defendería los aportes del estudio de la historia de la psicología (Helson, 1972).
Otros esfuerzos de Watson, no tan célebres como su artículo de 1960, se dirigieron en el sentido de afianzar la presencia e importancia de la historia de la psicología en otros campos específicos. En un artículo expuesto en 1962 en el marco de un simposio sobre enseñanza de la historia de la psicología en la APA y publicado en 1966, Watson ya no se dirigía directa y exclusivamente a los profesionales norteamericanos, sino que exhortaba a los docentes de cursos de historia a desempeñar una labor reflexiva y motivadora para los alumnos. Para esto, Watson (1966) exponía el sentido, la utilidad y los múltiples usos de contenidos históricos en el marco del currículo y la formación universitaria del psicólogo, entre los que se contaban una mayor comprensión del estado contemporáneo de la psicología, un fundamento más sólido para la conducta profesional y una perspectiva contextual para analizar la ciencia.
Como autor, vemos que Watson se dirigió a dos audiencias distintas para argumentar y convencer sobre la necesidad de reubicar de forma sistemática a la historia de la psicología en el centro de las investigaciones psicológicas. Por un lado, se dirigió al público profesionalista del American Psychologist, quienes eran precisamente los que habían descuidado a la historia, para instar a desarrollar el área so pena de incurrir en graves parcializaciones y tergiversaciones. Por otro lado, remarcó el sentido curricular de la historia de la psicología, dirigiéndose a los docentes universitarios responsables de motivar y formar a los futuros profesionales, en última instancia los potenciales futuros historiadores.

4. Instancias organizacionales de la profesionalización de la historia de la Psicología

En cierta medida, la crítica implícita de Watson hacia el descuido de los psicólogos halló en el campo de los psicólogos historiadores una animada recepción (Hilgard, 1982). Sin embargo, más importante que su discusión en los círculos académicos fue el hecho de que las exposiciones contenidas en las críticas fueron complementadas con medidas específicas para profundizar el refinamiento y la consolidación de la historia de la psicología como campo específico de estudios. Si consideramos la replicación del análisis de Watson que se realizó cuarenta años después de su artículo original (Sáiz, & Sáiz, 2001), es posible señalar que la diferencia más grande que separa los dos momentos históricos entre sí no son las cifras (puesto que la historia continúa siendo un área relativamente marginal) sino la formidable estructura organizacional, profesional e institucional del campo. Watson fue, como veremos, nodal en los avances institucionales por la profesionalización de la historia de la psicología -Capshew (2014) se refiere a él como un hombre de organizaciones-.
Hacia 1960, el mismo año en que Watson publicó su célebre escrito, él y otros colegas (el historiador del psicoanálisis John Burnham, y los psicólogos David Bakan y Dale Dick) formalizaron un encuentro en el marco de una convención anual de la APA luego de un año de comunicaciones en su mayor parte por correspondencia (Capshew, 2014). Este ’grupo de interés por la historia de la psicología’, como se lo conoció, realizaba desde 1958 sondeos entre los miembros de la APA para relevar información sobre psicólogos interesados en la historia de la psicología, y a partir de su primer encuentro formal, sistematizaron sus comunicaciones a través de listas de correo. En 1962, los miembros organizaron un simposio sobre la enseñanza de la historia de la psicología en una convención de la APA y, con el ’sensible’ aumento de adherentes al grupo de interés, Watson y el grupo presionaron para conseguir estatus de División ante la APA, lo cual lograron eventualmente (Brozek, 1990).
La división pretendía impulsar y facilitar la producción académica en historia de la psicología, y buscaba extender la toma de conciencia y apreciación acerca de la historia de la psicología "como un medio para comprender (1) la psicología contemporánea y sus metas como ciencia, profesión y medios para promover el bien social, (2) su relación con otros campos científicos y académicos y (3) su rol en la sociedad" (Mayer, 1997, p. 136, citado en Capshew, 2014, p. 151). A la vez que las funciones de la división se derivaban directamente de las áreas de vacancia detectadas por Watson (quien fue el primer presidente electo de la División 26), su propia existencia implicaba reconocimiento y legitimación de la asociación profesional más grande del mundo y a su vez permitía a los psicólogos profesionales abordar la producción de trabajos históricos específicos (Watson, 1967).
El medio utilizado para la comunicación entre los miembros del grupo de interés era el Newsletter for the History of the Behavioral Sciences, editado por Eric Carlson hasta 1961, año en que Watson se sumó como editor consulto. Como afirma Brozek (1990), este Newsletter fue el antecesor directo del Journal for the History of the Behavioral Sciences: la revista científica fundada por Watson a comienzos de 1965 y editada por él durante una década. En el primer editorial de la revista, Watson y Carlson enfatizaban la naturaleza interdisciplinaria del campo de las ciencias del comportamiento y apuntaban a establecer la plataforma como un lugar de encuentro para los historiadores de estas ciencias, toda vez que "esta especialidad histórica se ha caracterizado por investigadores que están dispersos tanto geográficamente como en distintas disciplinas -trabajando simultáneamente pero a menudo desconociéndose entre sí-" (Watson, & Carlson, 1965, p. 3). Tal función se evidenció no sólo en la temática y alcance del Journal, sino también en su propia estructura: el Consejo Editorial incluía historiadores en Antropología, Neurología, Psicoanálisis, Lingüística, Neurofisiología, Psiquiatría, Psicología y Sociología (Tur, Samper, Mestre, & Pérez Delgado, 1997).
En poco tiempo la revista se estableció como una reconocida fuente de producción académica en historia de la psicología: en sus primeros tres años de existencia, publicó más artículos históricos específicos que aquellos publicados entre los años 1938 y 1957 en las únicas tres revistas norteamericanas que aceptaban trabajos históricos (Watson, 1975). Hacia 1990, una revisión de los primeros veintidós volúmenes de la revista arrojaba una predominancia de artículos acerca de análisis de las ciencias modernas por sobre análisis de momentos pre-científicos, una clara superioridad de artículos sobre psicología, un equilibrio marcado entre análisis norteamericanos y europeos, y una procedencia profesional heterogénea en los contribuyentes –provenientes de la psicología, filosofía, sociología, psiquiatría y pedagogía-. Esto llevaba al revisor a remarcar que los contenidos de la revista "fácilmente alcanzan los estándares de competencia metodológica y analítica que historiadores y otros académicos esperan de artículos históricos y que las trazas de historia ’whig’ a veces evidente en los primeros números de la JHBS han desaparecido" (Cravens, 1990, p. 307).
Trasladado en 1967 a la Universidad de New Hampshire, el ’hombre de las organizaciones’ fue clave en la creación y coordinación de un programa de formación de posgrado específicamente sobre historia e historiografía de la psicología. Desde mediados de la década de 1960, el jefe del departamento de Psicología de la universidad, Eugene Mills, concebía la creación de un doctorado "para formar a docentes universitarios en un amplio abanico de temáticas más que en especialidades investigativas" (Scarborough, 2004, p. 207). Mills, a partir de su agrado y formación previa (aunque independiente) sobre historia de la psicología, pretendía incluir como instancia específica dentro del programa un posgrado de nivel doctoral sobre historia de la psicología, aprovechando el viraje de la universidad de un modelo específicamente clínico hacia uno de corte más experimental (Evans, 1982). Mills solicitó a Watson que sugiriera docentes e instructores especializados y Watson lo hizo, incluyéndose a sí mismo como referencia. La Universidad aceptó sus recomendaciones y, en términos de Evans (quien se uniría al doctorado en 1972 como codirector), "el programa de historia de la psicología durante sus primeros cinco años de existencia fue casi completamente responsabilidad de Bob Watson" (Evans, 1982, p. 320).
El programa de New Hampshire equivalía a una instancia de formación doctoral (Brozek, 1990). Watson (1975) ofrece una descripción de su contenido: un año de cursos sobre psicología histórica y sistemática, un segundo y tercer años de cursos, seminarios, tutoriales y trabajo de campo fuera del programa, y, en paralelo durante el tercer año, prácticas en actividades docentes. La disertación final, que ocupaba parte del tercer año y parte del cuarto, implicaba un considerable trabajo de archivo, en línea con las preocupaciones de los historiadores en torno a la cuestión de la importancia fundamental de las fuentes primarias. Entre el segundo y el tercer año, los alumnos recibían formación sobre psicología general, estadística y metodología de la investigación (Scarborough, 2004), contra las definiciones exclusivamente cualitativas de la historia y en línea con las propuestas sobre una historia multifásica (Brozek, 1969) que incluyera análisis cuantitativos. La mayoría de los graduados de este programa constituyeron parte de la primera generación de historiadores profesionales de la psicología, continuando activos en el área durante décadas. Algunos de ellos fueron seminales en la continuación y profundización de la profesionalización de la historia de la psicología. Los doctorados fueron Barbara Ross, Elizabeth Goodman-Scarborough, Kenneth Gibson, Richard Bagg, Ronald Mueller, Anthony Walsh y James Blight (Watson, 1975). Historiadores entonces en formación que luego contribuirían con dicha profundización eran Michael Sokal, William Woodward y Mitchell Ash, entre otros (Brozek, 1999; Capshew, 2014; Watson, 1975).
Si bien fue el único programa equivalente a un Ph.D por varios años, el doctorado en New Hampshire vio proliferar a su alrededor otras múltiples instancias formativas para historiadores de la psicología al interior de departamentos y facultades de psicología. Como remarcaba el propio Watson (1967), la Universidad de Cambridge registraba antecedentes de doctorados en Historia de la Psicología (específicamente, Robert Young, sobre quien volveremos en breve); la Universidad de Loyola en Chicago había aceptado tesis de grado de índole históricas; Robert MacLeod dirigía con Henry Guerlac un posgrado en historia y sistemas de la psicología en la Universidad de Cornell y, desde una perspectiva interdisciplinar, la Northwestern University ofrecía un programa de posgrado sobre historia de la ciencia que incluía como ámbito específico a la historia de la psicología. Watson admitía que aún por fuera de programas formales podía avanzarse en la formación profesional mediante el entrenamiento post-doctoral a través del trabajo con autoridades del campo de la historia de la psicología y de la historia de la ciencia. Y, junto a estas instancias de formación, el autor remarcaba que la proliferación de becas y fomentos económicos a la formación en historia, aunque incipientes, indicaban el progreso de la delimitación de la historia como especialización. Las variadas instancias de formación, y la disponibilidad y otorgamiento de apoyo material a la investigación fueron centrales en la profesionalización de la historia de la psicología, en tanto que estimularon el entrenamiento, la innovación y la enseñanza en temáticas históricas e historiográficas para los científicos del comportamiento.

5. La erudición en la historia de las ciencias del comportamiento: la crítica de Robert Young

Robert Young es considerado como el primer doctorado formal en historia de la psicología (Watson, 1967). Obtuvo su Ph.D. en 1964 (Capshew, 2014), seguido en tal sentido por Antos Rancurello, quien en 1966 se doctoraría con un trabajo histórico sobre Brentano (Rancurello, 1968; Watson, 1967). Con una intensa formación en Historia y Filosofía de la Ciencia en Cambridge, Young publicó en un volumen de 1966 de History of Science unas cincuenta páginas en las que exponía los resultados de una extensa y profunda revisión de la literatura sobre la historiografía de la psicología (Young, 1966). Si bien el texto declarativamente apuntaba al campo general de las ciencias del comportamiento, se enfocaba predominantemente en la historia de la psicología (1960). El extenso trabajo de Young tenía un tenor diferente a las pocas hojas del clásico artículo de Watson, en varios sentidos. A diferencia de Watson, Young no pertenecía específicamente al campo disciplinar (era filósofo con entrenamiento en historia, no psicólogo). A su vez, Young criticaba explícitamente (en ocasiones de forma filosa, aunque fundamentada) la producción del campo, en tanto que denunciaba claramente el estado –según él rudimentario- de la historia y la historiografía de la psicología (también del psicoanálisis). Adicionalmente, Young dirigía su crítica a historiadores específicos: sus interlocutores eran precisamente Boring y Watson. Finalmente, el momento en que Young publicaba su análisis coincidía directamente con la fundación del journal editado por Watson. El surgimiento de la revista era recibido por Young con agrado; no así el primer artículo de la misma en el que, según él, Boring persistía con su sesgo celebratorio y whiggista.
Pueden distinguirse críticas teóricas y metodológicas en las observaciones de Young. Dentro de las primeras, Young condenaba la aplicación del modelo de ’Grandes Hombres’ a la historia de la psicología, apuntando esencialmente a la temprana obra de Watson en clave personalista (Watson, 1963) y, en igual medida, al propio Boring (de quien Watson heredara aquella tendencia). Young argumentaba que el retrato de los ’Grandes Psicólogos’ derivaba en una hagiografía acrítica impropia de un campo científico como aspiraba a serlo la historia de la ciencia y citaba aprobatoriamente a Agassi (1963/2008) para remarcar que la historia de la ciencia no debería preguntarse acerca de quién venerar, sino exponer críticamente a los científicos y sus ideas en el marco más general del desarrollo de la ciencia. Utilizando la obra de Watson (1963) como ejemplar, Young criticaba los efectos que producía concebir a la historia de la disciplina como un conjunto de grandes personalidades y descubridores: "Se dificulta el sentido de actividad comunitaria de la ciencia que involucra tradiciones, problemas persistentes e implícitos, e influencias múltiples. Se halla sumamente ausente todo sentido de continuidad en la historia. Las influencias se mencionan retrospectivamente, pero no prospectivamente" (Young, 1966, p. 3). Reducir la historia al personalismo impide analizar los problemas y teorías en sus propios términos y épocas históricos: es decir, atenta contra el historicismo. La alternativa de Boring a tal enfoque personalista –que ciertos historiadores argumentan no es una auténtica alternativa (Friedman, 1967; Gruba-McCallister, 1978)- lo constituyó el enfoque del Zeitgeist, que sin embargo Young criticaba como teoría explicativa histórica por su uso descriptivo, generalizado y repetitivo; repetición que, junto con la persistencia de justificacionismos y usos laudatorios, constituirían algunas de las insignias de la obra del autor (Young, 1966). Young interpretaba que el sesgo experimentalista, fisicalista y reduccionista proveniente de la formación de Boring incidía en su reconstrucción histórica, enfatizando las influencias alemanas (específicamente las de la psicofisiología wundtiana) en desmedro de las influencias británicas sobre la psicología norteamericana.
Dentro de las críticas metodológicas e historiográficas, Young imputaba tanto a Watson como a Boring una excesiva dependencia respecto de fuentes secundarias, lo que les dejaba "a la merced de autoridades, cuyas opiniones suele[n] reproducir sin comentarios ni reservas" (Young, 1966, p. 2). Era difícil resolver tal cuestión, puesto que la forma de evitar dicha dependencia –el recurso a fuentes primarias y, cuando estas se omitieran, a investigaciones de calidad en torno a ellas- era precisamente según Young la carencia más importante en el campo de la historia de la psicología hacia 1966. Hacia aquel año no existían trabajos con tal detalle y profundidad que permitieran operar de forma profesional a los historiadores de la psicología, y por esto, Young no dejaba de alentar al Journal of the History of the Behavioral Sciences de Watson, que debía constituirse en plataforma fértil de trabajos que subsanaran dicho déficit. Young afirmaba que "Pasará cierto tiempo antes que se hayan realizado investigaciones que vuelvan factibles los intentos de sondear la historia de la psicología, a menos que uno esté preparado para continuar aceptando indefinidamente trabajos basados en un corpus investigativo totalmente inadecuado" (Young, 1966,  p. 4. Énfasis agregado). 
Young también criticaba ciertas deficiencias de formato y citación en la obra de Watson; no así en la de Boring. Respecto de esta, reconocía tanto su importancia como su provisoriedad y su carácter propedéutico para las futuras generaciones de historiadores. En este sentido, Young era crítico de los historiadores que se limitaban a reproducir las propuestas boringnianas sin promover nuevos trabajos, enfoques y plataformas científicas y profesionales. En este sentido, si bien la crítica de Young comenzaba (algo intensamente) con Watson, el desarrollo de la misma apuntaba a Boring como epítome de las carencias y persistencias características del emergente campo disciplinar. Según Young, Boring era imputable, metodológicamente, de una tendencia a la superficialidad investigativa impropia de un representante de un campo científico con afán de desarrollo y maduración científicos: una tendencia que otros historiadores como Watson, Hearnshaw y Miller, entre otros, habrían continuado. En este sentido, Young reconocía que "[Boring] nos ha hecho un inmenso favor en mostrarnos cuáles libros son importantes: ahora debemos estudiarlos" (Young, 1966, p. 10. Énfasis agregado). Sin embargo, los demás historiadores, en su dependencia de fuentes secundarias, identificaban la historia de aquel con un producto incuestionable, en lugar de problematizarla y discutirla. Esto derivaba, necesariamente, en una historia predominantemente descriptiva y expositiva, que no reparaba en controversias, discusiones ni debates, y que desertaba de las "preguntas provocativas que estimulan la investigación" (Young, 1966, p. 16) a favor de relatos lineales pedagógicos. El trasfondo teórico-metodológico de esta historiografía –común a varios autores pero insigne de Boring- es "un extraordinariamente ingenuo positivismo que permea gran parte de las obras de psicólogos experimentales cuando estos se permiten indagaciones históricas" (Young, 1966, p. 17).
En línea con esto último, ciertas críticas de Young, más que teóricas o metodológicas, podrían ser denominadas específicamente profesionales y referían a la identificación y pertenencia disciplinar de los propios historiadores. Además de reconocer el carácter problemático de un área tan abarcativa como lo era la historia de las ciencias del comportamiento, Young sostenía que, hacia 1966, sus cultores aún no se habían vuelto reflexiva y autoconscientemente críticos. Por su heterogeneidad, el campo carecía de una definición profesional característica: en otras palabras, el ámbito estaba signado por una "inhabilidad de decidir qué clase de indagación es la historia de las ciencias del comportamiento. ¿Es un agregado al trabajo de laboratorio? ¿Es un pasatiempo cautivador? ¿O es una disciplina investigativa cuyos estándares deben ser tan altos como los del trabajo de laboratorio?" (Young, 1966, p. 16). Este cuestionamiento brota, según Young, de la pertenencia profesional de los historiadores de la psicología contemporáneos a él, quienes no tenían entrenamiento sistemático alguno en historia. La ausencia de tal entrenamiento, sumada a la pertenencia primaria a la psicología experimental de la mayoría de los historiadores y adicionada al potencial conflicto de intereses intelectuales surgido de la simultánea pertenencia a ambos campos, llevaba a Young a dudar de la calidad de las producciones históricas.
En este sentido, el historiador que nos ocupa subía el listón respecto de los estudios históricos en psicología al proponer como requisito para los mismos que fueran realizados por historiadores de tiempo completo. Young no alude aquí solo a una cuestión de dedicación horaria, sino específicamente a cuestiones de formación sistemática y profesional en historia. ¿Cuál era, para Young, la consecuencia necesaria de que psicólogos reconstruyeran historias expositivas desde sus perspectivas disciplinares pre-existentes? En un sentido amplio, historias sobre-simplificadas y de baja calidad científica. En un sentido restringido, historias escritas desde el presente y proyectadas hacia el pasado: es decir, historias presentistas y whiggistas. Citando desaprobatoriamente a Herrstein, quien en un párrafo encarnaba varios sesgos y falacias historiográficas propias de amateurs, Young enunciaba pioneramente y de forma acabada y explícita una cuestión que luego sería retomada incontables veces por historiadores ’críticos’:
Dado que la mayoría de los libros y artículos en la historia de las ciencias del comportamiento han sido escritos por científicos activos y para sus colegas y estudiantes, sus puntos de vista e intereses les han llevado naturalmente a destacar la historia de los problemas de interés actual. La historia es por tanto escrita hacia atrás desde el punto de vista del manual moderno […] Primero, el resultado es historia sorprendentemente mala. Los escritos de otros períodos son considerados completamente fuera de su contexto, y cualquier mención que se acerca […] a una idea actual es elogiada como un descubrimiento, y la historia, a la vez que es traicionada, degenera en la búsqueda de anticipaciones. […] Esta aproximación […] niega al estudiante de una de las más valiosas contribuciones que pueden obtenerse de las lecturas históricas: perspectiva. (Young, 1966, p. 19).
A pesar del tono general de la crítica de Young (quien años después consideró que había sido escrita con ánimos reformistas radicales), en general tuvo un efecto positivo en el campo. Primero, el propio Watson reescribió su obra de 1963 para equilibrarla con perspectivas más históricas y contextuales. De hecho, no cesó de citar y referenciar la crítica de Young en sus trabajos subsiguientes (Watson, 1967; 1968; 1975; 1979), y aunque en su guía bibliográfica sobre historia de la psicología y ciencias del comportamiento la calificaba como una visión crítica y pesimista, reconocía que su eje era acertadamente la ingenuidad en que incurrían los psicólogos que hacían historia ignorando "el trabajo histórico que se estaba llevando a cabo fuera del propio círculo" (Watson, 1978, p. 177). Boring, por su parte, dio ciertas señales de revertir sus perseveraciones, incluyendo algunas consideraciones filosóficas y sociológicas a su perspectiva, pero algunos autores han dudado del grado de éxito alcanzado en esta reversión (Friedman, 1967) y murió sólo dos años después de la crítica de Young. Quizá el punto más relevante en la cuestión es que varios puntos vertebradores de la crítica programática del historiador británico fueron precisamente los ejes que estructuraron las empresas que encararon los psicólogos-historiadores en años subsiguientes: el redescubrimiento y uso de fuentes primarias, el recurso a teorías y metodologías históricas y hasta filosóficas y sociológicas, un mayor énfasis en la contextualización social de las teorías y sistemas históricos y, en general, una perspectiva historicista que reemplazó paulatinamente al presentismo whiggista característico de los primeros historiadores. En general, los psicólogos interesados en la historia de su disciplina comenzaron lentamente a definir una pertenencia profesional y colectiva más exacta y acabada, en línea con los estándares de la disciplina histórica (Sokal, 1984b; Capshew, 2014).

Las formas concretas que posibilitaron este cambio fueron variadas y las instancias descritas más arriba (la División 26, el JHBS) y otras referidas más adelante (como la fundación de Cheiron) constituyen algunas de ellas. Sin embargo, un evento específico se destaca del resto en tanto instancia de formación en cuestiones históricas, historiográficas y filosóficas de índole más general. En el contexto recién esbozado (temporal, luego de la crítica de Young, y espacial, al interior de la historia de las ciencias del comportamiento en su lento movimiento hacia la profesionalización) se insertan los cursos de verano en historia de la psicología, que, a juicio de múltiples autores (Brozek, 1990; 1999; Capshew, 2014; Goodman, 1982; Klappenbach, 2014; Sokal, 1984b; Weyant, 1968) fueron clave en posibilitar el desarrollo teórico y metodológico que signó a la historiografía anglosajona de años subsiguientes.

6. Cursos de verano de historia de la psicología: formación y profesionalización

Junto al establecimiento del Ph.D, instancias especialmente relevantes para la profesionalización de la historia anglosajona fueron los seminarios (o cursos de verano) para docentes universitarios de Historia de la Psicología organizados en el marco del doctorado en New Hampshire. Los dos cursos, junto con el programa de doctorado, fueron vías específicas de recepción de obras y autores de áreas conexas a la historia de la psicología. Concretamente, tales obras y autores mostraron a los historiadores en vías de profesionalización la existencia e importancia de las perspectivas novedosas desarrolladas hacia 1970 en historia, filosofía y sociología de la ciencia (Klappenbach, 2000). En un sentido curricular, la amplia convocatoria de docentes universitarios impactó en las consideraciones en torno a la historia de la psicología como curso de grado, revitalizando la discusión sobre su enseñanza (Ash, 1983; Woodward, 1980).
El Summer Institute for College Teachers of the History of Psychology and the Other Behavioral Sciences (traducido como ’Curso –o Instituto- de verano para profesores universitarios en historia de la psicología y otras ciencias del comportamiento’), que se realizó en la propia Universidad de New Hampshire entre el 17 de Junio y el 26 de Julio de 1968, tuvo patrocinio de la National Science Foundation norteamericana y fue difundido a través de varias revistas, entre ellas Isis, la JHBS y el Newsletter de la División 26. El programa fue dirigido por Josef Brozek, con Watson como director asociado y con Barbara Ross como participante y secretaria. Destinado a individuos que se hallasen interesados en la enseñanza de la historia de la psicología y a docentes en ejercicio, puede considerarse como la vertiente de mejoramiento pedagógico del programa de doctorado (predominantemente académico e investigativo). Aunque destinado a docentes (Brozek, 1990), el instituto también convocó a historiadores y graduados internacionales. Aunque el objetivo principal del curso fue el "mejoramiento de las habilidades de enseñanza de docentes de colegios universitarios y universidades en historia de la psicología" (Weyant, 1968, p. 505), la definición de ’enseñanza’ fue amplia al punto de incluir instrucción sobre teoría y metodología de historia de la ciencia.
La modalidad del curso de verano consistió, a grandes rasgos, en exposiciones de una semana de duración por parte de los miembros del staff convocados por Brozek y Watson, y en exposiciones de un día o dos de duración por parte de investigadores que no eran parte del staff y que habían asistido espontáneamente al seminario. Las actividades diarias a lo largo de las seis semanas involucraron exposiciones por parte de los inscriptos en el curso acerca de sus intereses históricos, sus técnicas de enseñanza y sus proyectos de investigación, seguidas estas exposiciones por debates críticos. A continuación de estas exposiciones, seguían clases magistrales de dos horas de duración dictadas por un miembro específico del staff acerca de su área de experticia. Durante la tarde, se debatían clásicos de la historia de la psicología a través de la lectura de fuentes primarias y por la noche, tenían lugar debates informales que prolongaban aquellos comenzados durante la mañana (Weyant, 1968).
La pertenencia de los investigadores y profesionales invitados a otros campos disciplinares -como la historia de la ciencia, la sociología y la filosofía de la ciencia- muestra, indirectamente, la ausencia de psicólogos que hacia 1970 tuvieran formación profesional en historia y se desempeñaran como investigadores del pasado de la psicología (sólo Watson y Brozek podrían ser considerados específicamente como historiadores de la psicología con cierta experiencia, pero estos a su vez carecían de formación profesional en historiografía). A su vez, la pertenencia profesional de dichos invitados muestra el interés de los directores del curso por acercar el emergente campo de la historia de la psicología a disciplinas desarrolladas. El caso más evidente de este intento de acercamiento fue respecto a la historia de la ciencia, que por denominación y por objeto era un campo muy cercano al que nos ocupa. Brozek (1969) notaba con disgusto la separación de ambas subdisciplinas, notando la necesidad y las formas posibles de revertirla:
El desinterés de los historiadores profesionales de la ciencia por la historia de la psicología puede ser verificado por una inspección de las revistas dedicadas a su especialidad. Pero quizá el zapato está, y debería estar, en el otro pie. Le corresponde a los historiadores de la psicología el familiarizarse comprehensivamente con el trabajo de especialistas en la historia de la ciencia general. (Brozek, 1969, p. 118. Énfasis propio)
En total, alrededor de treinta personas asistieron como alumnos al curso de verano, entre ellos seis doctorandos: Elizabeth Scarborough, Michael Sokal, William Woodward, Barbara Ross, Anthony Walsh y Levy Rahmani (Brozek, Watson, & Ross, 1969). La importancia de este grupo de pioneros fue remarcada por el propio Watson:
Estos individuos son de los primeros entrenados directa y abiertamente como historiadores de la psicología o de campos afines. El resto de nosotros era amateurs que eventualmente cambiaron de estatus; ellos han sido profesionales desde el comienzo de sus carreras. (Watson, 1975, p. 12)
El staff docente estaba compuesto por los psicólogos e historiadores no profesionales Robert Watson y Josef Brozek, por el historiador de la ciencia Henry Guerlac, por los psicólogos Julian Jaynes, David Krantz y Robert MacLeod y por el psiquiatra e historiador de la psiquiatría George Mora. Como se mencionó, tuvieron lugar presentaciones de académicos invitados que no eran parte del staff y que impartieron clases únicas "en gran medida informales y que involucraron una interacción sustancial con la audiencia" (Brozek, Watson, & Ross, 1970, p. 33). Así, se contó con la presencia del filósofo de la ciencia popperiano Joseph Agassi, el personólogo Gardner Murphy, el psicólogo infantil Robert Sears, el psicólogo comparativo Richard Solomon y el analista del comportamiento Thom Verhave (Weyant, 1968). Generalistas como Mary Henle, Eugene Mills y Roy Erickson también ofrecieron clases (Scarborough, 2004).
Una enumeración detallada de los temas de investigación y exposición de todos estos docentes en el instituto excedería este trabajo. Sin embargo, para explicitar el acercamiento de la historia de la psicología a las disciplinas lindantes destacaremos algunas figuras cuyas ideas fueron relevantes para las posteriores líneas de desarrollo de la ’nueva historia’ de la psicología, especialmente aquellas que promovían una historia contextual o sociológica. El curso de verano fue en este respecto una instancia formativa crucial en tanto que "la importancia de la relevancia del contexto fue un énfasis común entre todos los miembros del staff del instituto sin importar su interés específico" (Brozek, Watson, & Ross, 1970, p. 27).
Henry Guerlac, el historiador de la ciencia de la Universidad de Cornell, expuso en el curso de verano su visión (predominantemente conceptual) de los fines y vías de la indagación del pasado disciplinar. Guerlac reconoció el énfasis contextual de la historia de la ciencia contemporánea a él –énfasis que marcaba la necesidad de analizar el contexto tanto teórico como conceptual de los descubrimientos y teorías científicas-. En este sentido, destacó la necesidad de complementar estudios bibliográficos, intelectuales y conceptuales con "estudios de naturaleza audaz e interpretativa acerca de las influencias externas en el desarrollo de la ciencia" (Brozek, Watson, & Ross, 1970, p. 27). En línea con la intención del curso de fortalecer a los psicólogos en temáticas historiográficas, Guerlac detalló la propia historia del método científico y la necesidad de fundamentar los estudios históricos de la ciencia en fuentes primarias.
Por su parte, Julian Jaynes de la Universidad de Princeton expuso acerca de la historia de la psicología comparativa (su área de experticia) y, aunque se remontó a momentos históricos pre-profesionales, caracterizó a la historia de la psicología como fundamentalmente diferente a la historia de la ciencia en tanto que el amateurismo de los historiadores de la psicología contemporáneos a él excluía cuestiones historiográficas importantes, tales como la interpretación y la explicación contextual, a favor de análisis cuantitativos. Es interesante destacar que Jaynes sostuvo que en el estudio de la historia, en tanto experiencia individual y personal, "uno no debería preocuparse demasiado por el entrenamiento formal en metodología" (Brozek, Watson, & Ross, 1970, p. 27), idea contrastante con la "preocupación respecto de las competencias profesionales en términos de métodos historiográficos" (Weyant, 1968, p. 508) transversal al conjunto del curso de verano. Sin embargo, Jaynes también destacó –probablemente por su propia formación experimental- que la dependencia respecto de fuentes secundarias era "el mayor error en la historia de las ciencias del comportamiento" (Brozek, Watson, & Ross, 1970, p. 27), ante lo que propuso la necesidad de búsqueda y rastreos de archivo y de fuentes primarias. El germen de la fundación de una organización para dar continuidad a los proyectos iniciados en el seminario (germen que desembocaría en Cheiron) provino, según los testimonios publicados, de una idea del propio Jaynes (Goodman, 1982). Respecto a la enseñanza de la historia, en línea con Watson (1960; 1966) y Brozek (1966), Jaynes defendió en sus publicaciones la inclusión curricular de la historia de la psicología en la formación de los profesionales (Jaynes, 1973).
Central para las temáticas del curso fue el énfasis que David Krantz expresó respecto de la necesidad de estudios en torno a la naturaleza social de la ciencia. Krantz, proveniente del Lake Forest College, era un psicólogo social que había estudiado en Princeton y Yale bajo la dirección de Kuhn y de Solla Price, ambos filósofos de la ciencia, en cierto sentido, complementarios: Kuhn, desde el análisis histórico-sociológico cualitativo (aunque internalista) de la dinámica científica y Price, desde el análisis cuantitativo cienciométrico (pilar de la sociología de la ciencia internalista). En el instituto de verano, Krantz enfatizó la importancia "de la aproximación sociológica para la interpretación del desarrollo de la ciencia y del estudio del auge y caída de teorías como función de la validación consensual de miembros dentro del sistema social de una ciencia dada" (Brozek, Watson, & Ross, 1970, p. 29). En concordancia con las lecturas sociológicas de la historia de la ciencia, Krantz defendió el análisis de las comunicaciones y relaciones entre los científicos, la indagación de las interacciones entre académicos en el marco de sus ciencias respectivas concebidas como sistemas sociales concretos, y el análisis de los acuerdos científicos en términos de consensos sociales. A su vez, propuso la incorporación de factores psicológicos específicos a las indagaciones y explicaciones históricas, como por ejemplo las creencias, las actitudes, las normas y los valores.
Krantz ejemplificó su perspectiva con un análisis psicosociológico de la controversia Baldwin-Titchener (Krantz, 1969), explicando dicha controversia en términos de adherencias a paradigmas disímiles debido a creencias e intereses opuestos y en términos de interpretaciones distintas e irreconciliables acerca de los fenómenos psicológicos. Krantz argumentaba que los psicólogos, como los demás científicos, eran influenciados por aquellos con los que interactuaban de forma más cercana, y por lo tanto, una indagación histórica de la psicología necesariamente debía cernirse sobre la ciencia comprendida como un sistema social. Esto implicaba trascender tanto el individualismo de la historia de los grandes hombres, como la clásica imagen del científico (y en este caso, del psicólogo) como una persona carente de sesgos y totalmente objetiva. Junto con el análisis cualitativo de la controversia Baldwin-Titchener, Krantz también expuso un análisis realizado en torno al aislamiento de las psicologías operante y no operante a partir de análisis de citas y de productividad, en sintonía con la cienciometría y con la sociología de la ciencia mertoniana (Krantz, 1971). Coherente con su propuesta teórica, Krantz destacaba como roles de la enseñanza de la historia de la psicología el comprender qué condiciones "llevaron a los científicos a prestar atención a sus temas de investigación en la forma particular en que lo hicieron, llegar a las bases de las suposiciones, y mostrar cómo las ideas se han desarrollado, han evolucionado y cambiado" (Brozek, Watson, & Ross, 1970, p. 29).
La necesidad de una historia que examinara los implícitos que influían desde el contexto social y filosófico sobre la producción psicológica era luego retomada por uno de los estudiantes graduados canadienses que había asistido al seminario. Weyant sostenía que dado que múltiples dimensiones de la sociedad –como la legislación social, las políticas económicas, las prácticas educativas, entre otras- se fundamentaban en modelos implícitos sobre la naturaleza humana, la historia de la psicología era una herramienta adecuada para explicitar tales modelos, comprenderlos y corregirlos (Weyant, 1968). En esta línea, el propio Brozek, al defender una historia multifásica y plural de la disciplina, argumentaba que las historias enfocadas en fenómenos superficiales o contenidos teóricos explícitos debían ser contrastadas "con historias concernidas con el trasfondo- institucional, socioeconómico, intelectual […] involucrando el análisis de los implícitos, tanto de los que son técnicos, específicos de la disciplina, como de los que son generales y de índole filosófica" (Brozek, 1969, p. 117).  En el curso de verano, Brozek había enfatizado que el historiador ’ideal’ de la psicología debía recordar que la historia de la ciencia era un aspecto de la ’ciencia de la ciencia’: es decir, del estudio meta-científico de la actividad de los académicos considerando "sus aspectos y aproximaciones filosóficas, sociológicas, económicas y psicológicas" (Brozek, Watson, & Ross, 1969, p. 312).
Considerado el hecho de que la preocupación del propio Watson por la calidad de la producción histórica fue uno de los motores que impulsó la realización de los cursos de verano, no es extraño que fuese él quien incorporase directamente cuestiones historiográficas y metodológicas en sus clases impartidas en el contexto del instituto (Brozek, 1990; Klappenbach, 2014; Watson, 1960). En el primer curso, Watson se explayó sobre las perspectivas teóricas en historia de la ciencia, la metodología de los estudios históricos y las fuentes bibliográficas para dichos estudios. Watson expuso, como aproximación a la historiografía, su modelo de grandes hombres equilibrado por su -por entonces reciente- enfoque prescriptivo, de clara inspiración kuhniana (Brozek, Watson, & Ross, 1969). Según Watson, era objeto de la indagación histórica el detectar los modelos y prescripciones interiorizados por los psicólogos a lo largo de la historia de la ciencia; modelos que "los científicos traen al contexto de la investigación […] para percibir los datos de una forma consistente con su entrenamiento y con su experiencia pasada" (Brozek, Watson & Ross, 1969, p. 315). La exposición de Watson fue debatida y en cierto sentido cuestionada en el curso, ante lo que el autor profundizó en los aspectos tanto descriptivos como explicativos de las prescripciones por él elaboradas y en el carácter histórico de las mismas.
Watson también expuso trabajos de referencia e índices bibliográficos como material para las investigaciones historiográficas y revisó en conjunto con los participantes el contenido de varias revistas de historia de la ciencia, como el Journal of the History of the Behavioral Sciences, la History of Science e Isis. Su interés por fomentar lazos interdisciplinares se revela nuevamente al constatar que distribuyó listas de lecturas recomendadas sobre historia intelectual, filosofía de la historia, psicología y filosofía griega, historia moderna de la filosofía, filosofía analítica de la mente, filosofía de la ciencia e historiografía, y metodología histórica (Brozek, Watson, & Ross, 1969, p. 317). De acuerdo con la eclosión de la historiografía de la ciencia kuhniana, Watson enfatizó en el seminario que la consideración exclusiva de los individuos sin atender al contexto de las teorías psicológicas representaba una sobre-simplificación y como propuesta integradora tanto de los "grandes hombres" como del estudio del zeitgeist, Watson propuso una consideración socio-psicológica del pasado disciplinar. Esta consideración tomaba elementos tanto de la historia de la ciencia como de la psicología social y de la sociología de la ciencia internalista, recurriendo a conceptos explicativos de análisis psicosociales para su aplicación en las indagaciones históricas. Además de la historiografía post-kuhniana, probablemente las ideas de Donald Campbell en torno a la sociología de los científicos (Campbell, 1979/1988) hayan incidido en la propuesta historiográfica de Watson (ambos autores habían compilado y editado en 1963 algunos artículos y ponencias de Boring). El interés de Watson por una historiografía contextual y socio-psicológica se vislumbró tempranamente en su célebre y ya citada apología por la revalorización académica e investigativa de la historia (Watson; 1960), pero tomó cuerpo hacia el final de la vida del autor (Watson, 1979; 1980) cuando sostuvo que el marco metodológico de la historia de la psicología debía incluir "las personalidades de los colaboradores [en el prceso de la ciencia], los roles que ocuparon, el curso de sus desarrollos sociales e intelectuales, los valores a que adhirieron, sus motivaciones y sus interacciones con otros" (Watson, 1980, p. 315).
Si consideramos con Brozek (1982) que el principal aporte directo de Watson a la historiografía de la psicología fue su enfoque prescriptivo y socio-psicológico (el aporte indirecto sería el impulso a la institucionalización), entonces es evidente que su propuesta original tuvo cierta difusión y pregnancia en la formación de los primeros historiadores profesionales del ámbito.
La necesidad de acercar la historiografía de la psicología a la filosofía de la ciencia se manifestó en los cursos de verano tanto en el ámbito de la enseñanza de la historia (donde la filosofía fue concebida en parte como medio para comprender y profundizar en los cambios teóricos propios de la historia disciplinar), como en el ámbito de la investigación propiamente dicha (donde la filosofía permitiría ampliar las indagaciones y el alcance de aquellas). En línea con los análisis sociológicos promovidos, los participantes consideraban necesaria una filosofía de la ciencia que permitiera "la presentación de su desarrollo [el de la ciencia] dentro de la matriz social y cultural amplia y cambiante de la época" (Brozek, Watson, & Ross, 1969, p. 309). Aunque los contenidos expuestos sobre estos tópicos por parte de los docentes surgían de diversas fuentes y perspectivas filosóficas, las preocupaciones explícitas de los participantes y los debates posteriores resaltaron la necesidad de profundizar en una historia contextual, social y cultural de la psicología, además de confeccionar historias de conceptos e ideas (predominantemente internalistas).
En este sentido, Brozek, Watson y Ross (1970) destacaron como el principal aporte de la filosofía de la ciencia en el curso de verano los escritos y enseñanzas de Joseph Agassi, quien en concordancia con lo propuesto por Krantz, criticó la tendencia de los historiadores de la ciencia de glorificar el pasado de forma indiscriminada y a presentar a los antecesores del estado actual de la ciencia de forma sesgada, glorificando los ’aciertos’ y omitiendo equivocaciones o controversias. En contra del presentismo y del anacronismo como sesgos de la historiografía, Agassi sostuvo que "el historiador no puede hacer juicios acerca de lo ’correcto’ o ’equivocado’ de alguna teoría en retrospectiva" (Brozek, Watson, & Ross, 1970, p. 31). Refiriéndose a su propio trabajo sobre historiografía de la ciencia publicado en 1963 (Agassi, 1963/2008), remarcó la necesidad de que los historiadores consideraran las preconcepciones asumidas por los científicos de sus estudios y de que incluyeran en sus narrativas la consideración de temáticas controversiales –la cuestión de las controversias ya había sido destacada por Krantz-.
Watson, Brozek y Ross (1970) notan que en la defensa de una historiografía no presentista, las obras de Kuhn (1962/1970) y de Polanyi (1957; 1958/1962; 1958/1966) tuvieron una presencia muy frecuente en el curso de verano, siendo referenciadas como argumentos en múltiples ocasiones. Esto se explica puesto que, en primera instancia, el propio enfoque historiográfico de Watson provenía de su lectura temprana de Kuhn (su primera mención al ’enfoque prescriptivo’ databa de 1963, un año después de la publicación de la clásica obra del historiador de la ciencia). Pero, además, Kuhn había estado presente en la formación y en los intereses intelectuales de varios de los docentes en el curso de verano, especialmente en los de Krantz y en los del ya referido Agassi. La propuesta kuhniana comenzaba a ser objeto de importantes debates hacia los años que siguieron inmediatamente a la publicación de su clásica monografía en 1962 y de esta forma comenzaba su recepción y discusión por parte de otros historiadores y filósofos de la ciencia (Buchdahl, 1965). Considerada la pertenencia teórica y profesional de algunos de los docentes del curso y puesto en relieve el conocimiento que de Kuhn tenían tanto Brozek como Watson, la incorporación de la obra kuhniana a los cursos de verano se torna comprensible.
Aunque Polanyi no parece haber registrado el éxito y recepción de Kuhn en la historiografía de la psicología, es claro que su defensa de la idea de ciencia en tanto empresa humana fundamentada en creencias, valores subjetivos y normas de carácter predominantemente social tuvo impacto en la representación de la historia de la ciencia que elaboraron los participantes del curso de verano. Tal idea de Polanyi, aplicada a la historiografía, permite una lectura historicista (no presentista) del pasado de la ciencia, reconociendo que "la construcción del universo [por parte de los científicos] fue tal que sus conclusiones [las de los científicos] fueron derivados naturales de la evidencia disponible" (Brozek, Watson, & Ross, 1970, p. 31), criticándose así cualquier reconstrucción histórica en términos whiggistas de científicos ’equivocados’ y científicos ’iluminados’ -crítica que en el curso de verano parece haber provenido especialmente de Agassi y de Krantz-. Debe notarse a su vez que para Brozek, Watson y Ross, y presumiblemente para los participantes y los docentes formados en estas temáticas, la postura subjetivista de Polanyi no conducía necesariamente a un relativismo historiográfico, puesto que la verdad científica –tanto la histórica como la contemporánea- sería producto de una validación consensual (no arbitraria) que involucra necesariamente el diálogo y la verificación colectiva.
Debe destacarse, a su vez, que estas consideraciones sobre la filosofía de la ciencia en vínculo con la historiografía se filtraron en el curso de verano no sólo hasta premisas procedimentales, sino también hasta la definición de la naturaleza de la investigación histórica: de aquí que se criticara la idea rankeana de historia, definiéndola como "una posición extremadamente inocente al negar la selección de hechos por parte del historiador, cuya interpretación de los hechos es esencial para una historia significativa" (Brozek, Watson, & Ross, 1970, p. 32). Según explicitan Brozek, Watson y Ross (1969, p. 310), fueron debatidos, entre otros libros y obras históricas, la obra magna de Kuhn The Structure of Scientific Revolutions, The Historian’s Craft de Bloch, Personal Knowledge y The Study of Man del ya nombrado Polanyi, la monografía ya referenciada de Agassi, el clásico Origins of Modern Science de Butterfield y Madness and Civilization de Foucault, entre otros.
Además de tales cuestiones epistemológicas generales, en el primer curso de verano fueron tratadas dos temáticas filosóficas específicas vinculadas con la historiografía. En primer lugar, las funciones de la historia de la psicología, tanto en el contexto de la investigación psicológica como en la formación universitaria. En segundo lugar, la necesidad de mejores manuales de carácter histórico con los que introducir un panorama general del pasado de la psicología "como un sistema social" (Brozek, Watson, & Ross, 1969, p. 313). En las discusiones en torno a ambas temáticas se volvieron a evidenciar las necesidades percibidas de equilibrar la tendencia personalista e individualista de la historiografía con estudios socio-culturales de mayor alcance y de naturaleza interpretativa. Algo semejante se sostuvo respecto de la enseñanza de la historia, ámbito en el cual los participantes (especialmente Brozek) coincidieron en que los estudiantes de grado necesitaban acceder tanto a fuentes primarias como a información sobre los métodos de investigación de los historiadores y sobre los sesgos propios del oficio. Probablemente por sus publicaciones anteriores al respecto, fueron Brozek y Watson quienes expusieron las razones por las que debía investigarse y enseñarse la historia de la psicología (Brozek, Watson, & Ross, 1969). En su línea de argumentación reclamaban que una enseñanza integral de estas temáticas requería formación específica sobre historiografía, historia y filosofía de la ciencia.

A partir de lo desarrollado, es claro que aunque la directriz general del curso de verano fue el fortalecimiento y refinamiento de la enseñanza de la historia, este objetivo se concebía en el marco más amplio de la historia como campo de estudio y en el marco técnico de la historiografía como herramienta vital para el logro de la sofisticación usualmente exigida a las indagaciones históricas. Con este curso se inician los esfuerzos sistemáticos por dar a luz a una historia de la psicología metodológicamente fundamentada (Klappenbach, 2014). El mismo enfatizó el contacto directo con obras de psicólogos históricos y la importancia de la interacción entre la psicología y otras áreas del conocimiento para la comprensión y explicación del origen y desarrollo de la ciencia. Por lo anterior y si consideramos que la publicación de los textos referidos de Kuhn y Agassi fueron concebidos como una "revolución historiográfica" (Buchdahl, 1965), es lícito afirmar que los efectos de tal revolución alcanzaron a las temáticas del primer curso de verano y en el caso de ciertos autores (como Brozek, Krantz, & Watson) incidieron directamente en sus propios enfoques y producciones.

7. El resultado del primer curso de verano: líneas de trabajo para la Historia como área de especialidad

Posterior a la finalización del curso de verano, su ponderación permitió concluir que este había reforzado el interés de los participantes por la historia de la psicología, que había promovido el mejoramiento de la formación en enseñanza de la historia y, en líneas generales, que había permitido consolidar por primera vez a un grupo cuyos intereses primarios involucraban a las investigaciones históricas (Watson, Brozek, & Ross, 1970; Weyant, 1968). Como resultado inmediato, en el marco del curso surgió la idea de fundar la International Society for the History of the Behavioral and Social Sciences, es decir, Cheiron (Watson, 1975). Desde una perspectiva sociológica, Cheiron permitió consolidar la identidad profesional de sus miembros –en muchos casos simultáneamente psicólogos e historiadores- y facilitar una comunicación efectiva e interdisciplinar que redundó en el desarrollo del campo (Goodman, 1982). Esto se evidencia en los trabajos para los que sirvió de plataforma (Henle, Jaynes, & Sullivan, 1973), en los reportes de los congresos internacionales organizados por la sociedad (Scarborough, 2004), y en la pertenencia disciplinar múltiple de muchos de sus miembros, quienes a su vez asistían a congresos de índole más general sobre historia de la ciencia (Sokal, 1978). El curso de verano representó un verdadero aporte a la historiografía de la psicología estadounidense, permitiendo la especialización de un área que hacia 1960 era considerada un pasatiempo (Brozek, 1999).
El curso registró una segunda edición, en 1971, bajo la dirección de Brozek (Brozek, & Schneider, 1973). Los núcleos temáticos del segundo curso de verano evidencian continuidad y profundización respecto de las temáticas trabajadas en el primero. En lo que respecta a los enfoques sociológicos y filosóficos de la historia de la ciencia, se enfatizó nuevamente la necesidad de que los historiadores de la psicología tuvieran un amplio conocimiento de los climas socioeconómicos y filosóficos que hicieron de fondo de las teorías psicológicas. Se reiteró la raigambre sociológica de la historia de la ciencia, ubicándola dentro de la denominada "ciencia de la ciencia" (Brozek, 1969). Finalmente, el curso dio lugar a la consideración de enfoques alternativos en historia de la ciencia, tomando como ejes de las discusiones sobre filosofía e historia de la ciencia las propuestas de Kuhn y de Lakatos. Aunque más homogéneo que el primero en su composición, este nuevo curso de verano profundizó no solo en temáticas de enseñanza de la historia de la psicología, sino también en cuestiones estrictamente historiográficas que hacían a la profesionalización. Tales deliberaciones contribuyeron a consolidar y desarrollar líneas de investigación nucleares para la historiografía post-1960.

7.1. La revalorización de la historiografía y la cuestión del criticismo

Trabajos posteriores a los cursos de verano continuaron remarcando la necesidad de una historia de la psicología fundamentada sistemáticamente en teoría y metodología de la historia. El segundo curso exponía la cuestión metodológica como un núcleo problemático específico, aludiendo a la necesidad del contacto con fuentes primarias y de la lectura crítica de las reconstrucciones históricas heredadas. En dicho curso, el canadiense Robert Weyant (asistente como graduado al primer curso) remarcaba la necesidad de estudios monográficos ’horizontales’ que evaluaran la transversalidad de la psicología en las diversas esferas del pensamiento en una época determinada, vinculando las teorizaciones con el ambiente social y político más amplio. Weyant destacaba contra el psicologismo historiográfico la cautela necesaria para limitar al máximo la incidencia distorsiva en las explicaciones históricas de teorías preconcebidas acerca de la motivación humana (Brozek, & Schneider, 1973).
Una prolongación de la crítica de Agassi en el primer curso de verano sería realizada años después por su alumno John Wettersten (1975), ahora específicamente contra la tendencia de la historia clásica a sobre simplificar el pasado de la psicología a través de la reducción de la historia a personajes célebres, evaluando dichos personajes en términos de halagos y apreciaciones y obviando controversias y debates teóricos y metodológicos –punto que a su vez Krantz había destacado en el primer curso (Brozek, Watson, & Ross, 1970)-. Tanto Agassi como Wettersten, popperianos críticos del inductivismo y del convencionalismo como fundamentos historiográficos, remarcaban que el escolasticismo de la psicología requería enfoques dialógicos y críticos que no omitieran las controversias en pos del celebracionismo.
En el sentido de impulsar enfoques críticos y no celebratorios, Brozek destacaba, luego del primer curso (Brozek, 1969) y sobre todo durante el segundo, la necesidad del abordaje historiográfico multifásico (dinámico y plural) de la historia de la ciencia (Brozek, & Schneider, 1973). En esta línea, Brozek condensaría hacia 1980 una década de trabajos, investigaciones e indagaciones internacionales sobre la historiografía de la psicología con su volumen Historiography of Modern Psychology (Brozek, & Pongratz, 1980). El carácter programático y preponderantemente metodológico-técnico de esta obra, destacado por el propio autor (Brozek, 1990), respondía a la necesidad de continuar refinando la formación de los historiadores. De aquí que el libro, además de fundamentar el estudio de la historia de la psicología y de exponer las diversas perspectivas en los estudios históricos de la ciencia, enfatizaba la calidad y modalidad de producción historiográfica en varios países del mundo, informaba acerca de la disponibilidad de índices bibliográficos y archivos, y detallaba brevemente cuestiones técnicas del oficio del historiador. Las aproximaciones historiográficas descritas en el libro reflejaban, a su vez, la pluralidad y el contenido de los cursos de verano sobre historia de la psicología: dado que la historiografía era esencialmente una empresa pluralista, requería tanto de enfoques biográficos como descriptivos-analíticos, cuantitativos, sociales y socio-psicológicos.
Acerca de la pluralidad historiográfica, es especialmente relevante el capítulo de William Woodward (1980) en dicho volumen, acerca de la historiografía crítica de la psicología. En él, Woodward -quien había asistido al primer curso de verano, se había doctorado luego en el programa de New Hampshire y había reemplazado allí a Watson en 1975- sistematizaba de forma coherente y comprehensiva varios puntos centrales que habían sido nucleares tanto al curso de 1968 como a la historiografía de la psicología durante la década de 1970. Además de su faz metodológica, técnica y narrativa, Woodward remarcaba la faz procesual, conceptual y cognitiva de la historiografía. En este sentido, destacaba la naturaleza dialógico-crítica de la historia, la importancia del trabajo de archivo, la utilidad de la enseñanza de la historia y los sesgos más comunes del historiador. Contrastando con la crítica ya referida de Young, Woodward repasaba los adelantos institucionales y profesionales más importantes de la última década en el campo de la historiografía (en términos de revistas, libros y disertaciones) para concluir acerca de los beneficios de una aproximación crítica a la historia de la psicología: aproximación que se lograría a través del establecimiento de metas acordes a la literatura disponible, a través de concientizarse respecto de las fuentes de sesgos en historia de la ciencia y a través de cierta sensibilidad respecto de las funciones sociales del campo disciplinar de la historia de la psicología.
Woodward ejemplificaba claramente hacia el final de su artículo el espíritu y los objetivos del primer curso de verano -en tanto orientado fundamentalmente a la docencia y a la investigación en historia-, al sostener que la historiografía crítica ampliaba los horizontes metodológicos y teóricos del docente, expandía su sentido de pertenencia profesional y le permitía una lectura crítica de su propia formación y de su propia tarea. Específicamente para el estudiante, Woodward argumenta que la historiografía crítica habilita conciencia y superación de potenciales sesgos interpretativos, fomenta el diálogo al interior y al exterior de la disciplina además otorga una base sólida para la independencia intelectual y la autodeterminación conductual. Estas argumentaciones condensaban los argumentos blandidos por Watson (1960; 1966), por Brozek (1966) y por otros docentes que se habían involucrado en el curso de verano (Helson, 1972; Henle, 1976; Jaynes, 1973), quienes no concebían una historiografía profesional que no redundase en beneficios específicos para la formación de psicólogos.
La identificación de la historia crítica con una historia no celebratoria, presentista o whiggista, tal como la habían concebido los integrantes del curso de verano era, hacia la década de 1980, una realidad verificable en múltiples trabajos en historia de la psicología (Buss, 1976; Danziger, 1979; 1984; Harris, 1979; 1980; Samelson, 1980a; 1980b; Wertheimer, 1984; Woodward, 1980). En cierta medida, la multiplicación de investigaciones de calidad en historia de la psicología, que incorporaban preocupaciones propias de la historia de la ciencia y la epistemología, se debían también al paulatino mejoramiento de las instancias de formación de los historiadores. Hacia mediados de la década de 1970 se llevaba a cabo la renovación del personal del programa de doctorado de New Hampshire. Como aludimos arriba, el propio Watson era reemplazado en dicho programa por William Woodward en 1975, y en 1976 el co-director del programa, Rand Evans -quien había ingresado en New Hampshire en 1972- dejaba su cargo a David Leary. Evans ponderaba positivamente este recambio generacional:
Bob [Watson] y yo siempre nos consideramos como amateurs fervorosos, dado que ninguno de nosotros había tenido entrenamiento formal en la historia de la ciencia. Esta falta era algo que yo ciertamente sentía y, creo, Bob también. El nuevo orden fue seleccionado teniendo en mente la formación profesional en historia a la vez que el trasfondo de psicología (Evans, 1982, p. 321).
En el año en que Watson se jubilaba y se retiraba tanto de New Hampshire como de la edición de la JHBS (cargo en el que era reemplazado por Barbara Ross, una de las primeras graduadas de New Hampshire), evaluaba en retrospectiva que la historia de la psicología como disciplina registraba ahora ciertos rasgos propios de las comunidades especializadas:
Hay autoidentificación con el campo; existe continuidad de publicaciones por parte de las personas trabajando en historia, existe reconocimiento del rol de especialista por parte de los propios colegas; hay programas de formación para graduados con alumnos que realizan contribuciones significativas; hay oportunidades de empleo para los historiadores de la psicología; hay un Journal especializado; existen asociaciones profesionales identificadas con el campo; existe cierto apoyo gubernamental, por poco que sea; hay una saludable y viable relación con colegas de otras ciencias comportamentales. (Watson, 1975, p. 14).

Watson reconocía que el camino hacia la formación profesional de los historiadores recién se había abierto y que debía ser recorrido. En este sentido y respecto a la historia crítica arriba aludida, los cursos de verano y el programa de formación constituyeron antecedentes y factores impulsores que de ninguna forma constituyeron los únicos sucesos explicativos de su auge posterior. Al respecto, Capshew (2014) nota cómo hacia comienzos de 1970 era todavía común la infiltración en la historia de la psicología de gestos positivistas, de problemas de demarcación y de referencias a la obra de Boring. Aunque los cursos de verano no fueron el antídoto a los grandes problemas de la historiografía de la psicología, sí constituyeron un impulso formativo vital para los primeros docentes e investigadores de historia con intención de profundizar la calidad de sus propias indagaciones y de sus propias instancias de enseñanza, especialmente a la luz del éxito que representó el primer doctorado establecido en New Hampshire.

7.2. La paulatina incorporación de la Filosofía y la Historia de la Ciencia

Los planteos iniciales -predominantemente informales en el primer curso de verano- sobre la filosofía de la ciencia y la pluralidad de enfoques en historia de la ciencia tomaron cuerpo y espacio propios en el segundo curso de verano. Barbara Ross, secretaria del primer curso, expuso en dicho curso las relaciones directas entre la historia como disciplina, la historia de la ciencia y la historia de la psicología (Brozek, & Schneider, 1973, p. 97), siguiendo la tendencia iniciada por Agassi y por Krantz. De especial relevancia para las interpretaciones sociológicas de la ciencia fueron los paneles formales para la discusión de la obra de Kuhn (1962/1970) del segundo curso de verano. Allí se debatió acerca de la noción de paradigma y acerca de enfoques alternativos en historia de la ciencia, clásicamente concebida esta como el registro naturalista del crecimiento progresivo del conocimiento a través de cambios puramente metodológicos. En estas discusiones también tuvieron representación las perspectivas externalistas y sociológicas, al considerarse "el impacto de las influencias extracientíficas en el desarrollo de las ’crisis’ en ciencia" (Brozek, & Schneider, 1973, p. 99).
Las posiciones adoptadas en el segundo curso acerca de la historia de la ciencia en vínculo con la historia de la psicología son, a la vez que innovadoras, prefiguraciones de las posturas que caracterizaron a la ’nueva historia’ de la psicología constructivista e historicista (Furumoto, 1989; Stam, 2004). Las prospecciones del segundo curso afirmaban que, lejos de ser un anticuario interesado por el pasado, el historiador de la ciencia se interesa en "la comprensión del complejo de factores involucrados en el desarrollo de la ciencia" (Brozek, & Schneider, 1973, p. 99). En este sentido, se argumentaba que la historia de la ciencia permitía ubicar en perspectiva los problemas contemporáneos de la psicología –ciencia cuyo campo en 1971, y a partir de su cada vez mayor especialización, enfrentaba riesgos de fragmentación e incomunicación-. Y esta historia de la ciencia brotaba, necesariamente, de filosofías y sociologías de la ciencia ’externalistas’. En este sentido, se sostenía que:
[Ante] el peligro de una división fatal entre las ’dos culturas’ de las ciencias y las humanidades, los historiadores de la ciencia tienen la oportunidad de señalar las múltiples y vitales interacciones entre las investigaciones empíricas y el marco filosófico y sociocultural más amplio en el que los científicos operan. Ante la presencia de un imparable proceso de creciente especialización, la historia de la ciencia puede sacar a relucir la existencia y la importancia de los vínculos entre una ciencia dada y sus disciplinas vecinas (Brozek, & Schneider, 1973, p. 99).

Aunque estas líneas de trabajo explícitamente propuestas para un tercer curso de verano nunca se llevaron a cabo dado que los cursos de verano financiados por el National Science Foundation fueron suspendidos por orden de Richard Nixon (Brozek, 1999), si constituyeron puntos de inflexión respecto a la producción histórica previa, dando paso a consideraciones y estudios científicos y críticos que se consolidaron en décadas posteriores (Capshew, 2014).

7.3. El desarrollo de la Historia Social de la Psicología y la Sociología del Conocimiento Psicológico

La necesidad de realizar análisis históricos sociológicos y contextuales para explicar el surgimiento de la psicología científica -planteada originalmente en el primer curso de verano- fue una preocupación constante de historiadores y teóricos de la psicología. El segundo curso de verano, como hemos mencionado, se ocupó de este punto en particular. Varias exposiciones que en él tuvieron lugar destacaron la raigambre social de los conocimientos psicológicos, como la de Joravsky, quien "rastreó el desarrollo de las relaciones entre la psicología fisiológica rusa, el Weltanschauung, y el ambiente socio-político en los siglos diecinueve y veinte" (Brozek, & Schneider, 1973, p. 94), y como la de Henle, quien situó la emergencia de la psicología de la Gestalt en el ambiente teórico y cultural más amplio de la crisis de los fundamentos positivistas de la ciencia decimonónica (Brozek, & Schneider, 1973). La contextualización social de la psicología y el recurso a explicaciones políticas y económicas acerca de la misma constituyó el fundamento de los planteos de la posterior sociología del conocimiento psicológico (Buss, 1979b).
En línea con los planteos generales del curso, con los planteos de la "ciencia de la ciencia" impulsados por la historiografía multifásica de Brozek (1969) y especialmente con los estudios sociológicos de Krantz y Agassi, Buss destacaba en el libro que editaba hacia el centenario de Wundt (Buss, 1979a) la necesidad de estudiar el pasado y el presente de la ciencia psicológica desde una perspectiva sociológica crítica. Según Buss, una vía fértil para este tipo de estudios y perspectivas era el conjunto de análisis que, bajo el nombre de ’sociología del conocimiento psicológico’ indagara las relaciones entre la psicología y el ambiente más amplio, en términos de ideologías grupales, políticas económicas, instituciones, intereses, cultura y presupuestos filosóficos amplios. Como remarca Louw (2004), el libro Psychology in Social Context de Buss fue, además de una obra pionera, una fértil plataforma para variados análisis históricos en clave social o sociológica. Por considerar sólo tres ejemplos, se publicaba en dicho libro el clásico capítulo de Danziger sobre los orígenes sociales de la psicología moderna, que se fundamentaba claramente en el marco clásico de la sociología del conocimiento mannheimiana y que era en sí misma una investigación sobre la historia social de la psicología como ciencia y como profesión (Danziger, 1979).
A su vez, en el mismo volumen, el psicólogo e historiador Franz Samelson, reconocido por su crítica a los mitos de origen en la historia clásica de la psicología (Samelson, 1974), publicaba un largo y extensamente documentado capítulo sobre el contexto político y económico del movimiento de los tests mentales durante la primera guerra mundial (Samelson, 1979). Cabe destacar que Samelson fue uno de los primeros en destacar que la figura de Kuhn debía ser evaluada en profundidad con respecto a su aplicabilidad en la historiografía de la psicología. En su artículo sobre los mitos de origen, se refería a la superficialidad de los textos históricos contemporáneos a él diciendo que "sus bibliografías no muestran conciencia del campo de la historia de la ciencia, excepto por unas pocas referencias a trabajos obsoletos, con alguna referencia ocasional y pasajera a las revoluciones y paradigmas de Kuhn para estar al día" (Samelson, 1974, p. 223). Particularmente, la apropiación superficial de Kuhn por los psicólogos ha sido corroborada por algunos relevamientos empíricos (Coleman, & Salamon, 1988), por lo que recientemente se ha propuesto, entre otras cosas, su reemplazo por modelos historiográficos sociológicos alternativos (Gallegos, 2014a). Finalmente, regresando al volumen de Buss y en línea con lo referido en el apartado anterior sobre el contexto social del surgimiento de la Gestalt propuesto por Henle en el segundo curso de verano, Martin Leichtman ofrecía allí una explicación cultural y social de la emergencia y consolidación de las propuestas teóricas de los académicos alemanes que impulsaron aquella psicología (Leichtman, 1979).
En línea con la sociología de la psicología, se introducían hacia los años posteriores a los cursos de verano los primeros planteos en torno a una historia social de la psicología en el contexto de una historia social de las ciencias sociales y del comportamiento (Kuklick, 1983). A partir de la convergencia al interior del campo de trabajos de investigadores e historiadores externos a la psicología pero interesados en temáticas históricas vinculadas con ella, comenzaron a proliferar hacia 1970 y 1980 estudios acerca de la emergencia de las ciencias sociales y sus consiguientes procesos de profesionalización; procesos que, insignes de la historia social, implicaban a la psicología desde perspectivas diacrónicas. Ejemplar de esto fue, por ejemplo, el breve análisis crítico de la emergencia de la psicología realizado por Ross (1967), que fue complementado años después por un análisis social e institucional de la emergencia del conjunto de las ciencias sociales en Estados Unidos (Ross, 1979/1993).
En la misma línea de una historia socio-profesional se ubica el trabajo pionero de Camfield (1973) acerca de la profesionalización de la psicología norteamericana a comienzos de siglo XX. Allí, el autor identifica el avance y consolidación de la Psicología como ciencia y profesión en Estados Unidos principalmente con la proliferación de laboratorios psicológicos, de cátedras y cursos en instituciones universitarias, de graduados con nivel doctoral y de organismos de difusión científica y, especialmente, con la fundación y consolidación de la American Psychological Association. Esta última habría permitido a la psicología una mayor distintividad respecto de otras ciencias y profesiones, un peso y una estructura corporativa-colectiva que facilitó la persecución de fines comunes y una mayor promoción de metas científicas y sociales, lo cual ha sido corroborado por investigaciones independientes (Sokal, 1992). Según Camfield, tales avances constituyeron los medios de consolidación disciplinar de la psicología, posibilitando su inserción académica y su legitimación y definición social y aplicada, lo cual realimentó la institucionalización y estimuló el sentido de pertenencia, el compromiso y la dedicación profesional de los psicólogos. Para Camfield, un momento de legitimación social y académica para el establecimiento de la disciplina fue seguido por un momento donde, ya establecidos, los psicólogos pugnaron por mejorar la calidad e importancia de la psicología, especialmente al interior de los colleges y en torno a cuestiones tales como "la perjudicial subordinación a otros departamentos, las instalaciones de laboratorio inadecuadas, los bajos salarios, los ascensos demorados, las recompensas inadecuadas por investigar, la insuficiencia de cantidad de nuevos puestos, la falta de control sobre cursos introductorios, administradores poco comprensivos" (Camfield, 1973, p. 72), entre otros.
En el ámbito de la historia social de la psicología debe destacarse la obra de Michael Sokal, quien fuera asistente graduado en el primer curso de verano, expositor en el segundo y doctorado en historia de la ciencia y la tecnología hacia 1972. Las indagaciones de Sokal en torno a la historia de la psicología pueden ser claramente diferenciadas tanto de la denominada ’historia contextual’ de la psicología como de la sociología del conocimiento o de la ciencia psicológica, dado su enfoque integralista no dicotómico (ni externalista, ni internalista) y su perspectiva específicamente diacrónica, respectivamente. Involucrado activamente en la investigación de la historia de la psicología, Sokal ha sido uno de los autores anglosajones que ha definido explícitamente la historia social de la disciplina como el estudio del grupo profesional que encarna la aplicación praxiológica del conocimiento psicológico, requiriendo así su indagación específica complementando historias intelectuales-conceptuales (Sokal, 1984a; 1992; 2006).
Aunque externo al campo -dado que no tuvo formación en Psicología-, Sokal es un claro ejemplar del enriquecimiento profesional de la historia de dicha ciencia. El autor defendió el acercamiento y la profundización de las relaciones interdisciplinares entre la historia de la ciencia y la historia de las ciencias humanas y del comportamiento (Sokal, 1983; 1984b). Secretario ejecutivo de la History of Science Society desde 1988 a 1992 (Capshew, 2014) y presidente de la misma desde 2004 a 2005, Sokal remarcó tanto la necesidad de incorporar perspectivas históricas a los estudios sociológicos del conocimiento y de la ciencia, como la utilidad intrínseca de contextualizar los estudios históricos de la psicología en las teorías y metodologías de la historia y la sociología de la ciencia. Haciéndose eco de preocupaciones pedagógicas y curriculares en torno a la enseñanza de la historia de la psicología, instó la incorporación de la producción científica contemporánea en historia de la psicología a los cursos, asignaturas y manuales universitarios (Sokal, 1998). Sokal materializó estas ideas a través de la orientación que dio a History of Psychology, la revista oficial de la División 26 de la APA, que editó desde su creación en 1997 hasta el año 2005. En el primer editorial de la nueva revista explicitaba el interés por promover una historia de la psicología vinculada con otros campos disciplinares a la vez que reconocía la deuda de sus coetáneos con la generación de historiadores que les había antecedido –aquella generación a la que pertenecían los organizadores de los cursos de verano-.
Además de Sokal, otros alumnos de los cursos de verano continuaron avanzando en el desarrollo de plataformas y espacios de publicación y difusión de producción histórica. No puede soslayarse aquí el lugar que tuvo el ya citado William Woodward, quien junto con el historiador Mitchell Ash estableció los Cambridge Studies in the History of Psychology. La importancia del trasfondo profesional de ambos autores para tal empresa editorial es adecuadamente resaltada por Capshew (2014), quien remarca que "su lugar como parte de la generación naciente en la especialidad, junto con la impronta del venerable editor, hizo posible su pedido asertivo de manuscritos sofisticados" (p. 168). Dicha plataforma editorial reforzó la difusión y la demanda de producción historiográfica de elevada calidad. Es interesante notar que ambos autores citados detentaban, al momento de lanzar los Cambridge Studies, perspectivas pertenecientes (o por lo menos solidarias) a la historia social y a la historiografía sociológica de la psicología.
El trabajo presentado por Ash ante la doceava reunión anual de Cheiron probablemente sea el primer análisis temático y sistemático acerca de la historia social de la psicología (Ash, 1980), seguido en este respecto por Sokal (1984a) y por Kuklick (1983), esta última quien caracterizaba la historia social como aquella historia predominantemente contextualista que recurría a interpretaciones sociológicas para explicar fenómenos intelectuales. Un primer libro editado por Woodward y Ash (1982) reunió un conjunto de análisis históricos que recurrían, todos ellos, a la contextualización social, cultural y profesional para explicar la emergencia de la psicología científica en el siglo XIX. El volumen, según el historiador Roger Smith (1984), se alejaba de la clásica historia de la psicología y cuestionaba la historiográfía positivista de Boring, asumiendo el carácter problemático del surgimiento de la psicología. En este sentido, el historicismo de la obra fue facilitado por la heterogeneidad de los autores, que incluía a historiadores de la ciencia, historiadores, psicólogos y filósofos (Lindenfeld, 1983); heterogeneidad que, a la vez que muestra el grado de profesionalización de la historia de la psicología hacia finales de los ’80, corrobora la hipótesis del progresivo acercamiento entre dichos campos investigativos.
Un segundo volumen colectivo editado por ambos, Psychology in Twentieth Century Thought and Society (Ash & Woodward, 1987) profundizaba las líneas del trabajo anterior. Criticando los textos estándar de la historia de la psicología que "han tratado el desarrollo de la psicología en mayor medida como una historia de las ideas, aislada de los contextos sociales y culturales de la disciplina" (Ash, 1987, p. 3), el trabajo reunía análisis históricos que recurrían a explicaciones culturales, sociales, económicas o institucionales en las reconstrucciones históricas sobre teorías, sistemas o autores psicológicos. En la introducción citada, Ash reconocía la deuda de los autores (y, a nivel más general, la deuda de la nueva historiografía de la psicología) con múltiples tendencias intelectuales surgidas en décadas pasadas: con el giro pragmático de la filosofía de la ciencia, con el giro social en la historia de las ideas -que dio origen a la historia social de la ciencia y a la historia de las profesiones- y con el propio desarrollo intrínseco de la historiografía de la psicología en tanto área claramente delimitada al interior de la historia de la psicología.

Un análisis de la influencia de estas tendencias excede este trabajo; destacamos, por su significado apoteótico respecto del análisis precedente, la importancia otorgada por Ash al "giro social" de la historia de la ciencia respecto de su influencia y determinación en la nueva historia de la psicología. A partir de incorporar elementos de este ’giro social’, la historia de la psicología (como disciplina) se abría al estudio de unidades de análisis que, además de considerar instituciones científicas individuales, también comprendían análisis diacrónicos y sociológicos de disciplinas y comunidades científicas enteras enraizadas en intereses intelectuales. Esta historiografía se centraba en los vínculos entre las instituciones y comunidades psicológicas y la cultura, la política y la sociedad. Hacia fines de la década de 1980, tal investigación se nucleaba en torno a "la institucionalización de la ciencia bajo distintas condiciones sociales y políticas y en la comprensión de que la historia de las disciplinas es una forma productiva de someter a análisis empíricos a tal cuestión y a la infame temática del rol de factores ’internos’ y ’externos’ en ciencia" (Ash, 1987, p. 1). La obra referida portaba explícitamente el espíritu del grueso de la producción histórica en psicología alrededor de esta época: una producción que se movía "hacia una reflexión más profunda e históricamente informada sobre el pensamiento y práctica psicológicos en sus relaciones con la política y la sociedad" (Ash, 1987, p. 10), al punto de revisar ciertas dicotomías clásicas, como la del ’internalismo-externalismo’ (Danziger, 1984). En dicho espíritu, como otros autores han remarcado (Capshew, 2014; Sokal, 1984b; Woodward, 1987) y como se ha analizado aquí, hallaban realización algunas de las ideas que habían impulsado la superación de décadas de amateurismo o pasatiempo historiográfico para tender hacia la profesionalización e institucionalización disciplinar del campo. Tales ideas proyectaban, como objetivo, el ejercicio profesional y de calidad de análisis históricos sobre psicología, y como medio, la incorporación de elementos y marcos operativos provenientes de disciplinas ya establecidas –pero efervescentes- hacia 1970, como la historia, la filosofía y la sociología de la ciencia. En la vehiculización, desarrollo y concreción de estas ideas, los autores referidos, protagonistas de los cursos de verano, constituyeron agentes esenciales (Brozek, 1999).

8. Conclusión

Ha pretendido ilustrarse, a partir de un caso específico, el alcance de una tendencia asumida por la mayoría de la historia de la psicología anglosajona posterior a 1970. La tendencia a que se alude ha sido la complejización de la investigación y producción histórica a partir de la incorporación de influencias extradisciplinares desde la filosofía, la historia y la sociología de la ciencia; campos estos que, hacia 1970, se hallaban ellos mismos sacudidos por importantes cambios y debates en su interior. El caso particular indagado para ilustrar esta tendencia ha sido el primer curso de verano sobre historia de la psicología realizado en 1968 en New Hampshire y en menor medida, el segundo curso de verano, que dio continuidad a las líneas de trabajo establecidas en aquel. El caso se ha contextualizado en la proliferación de otras instancias académicas y profesionales tales como journals, asociaciones e instituciones específicas sobre historia de la psicología y de las ciencias del comportamiento.
A partir de la caracterización de ciertas obras, autores y líneas de trabajo teóricas y empíricas (muchas de las cuales tuvieron expresión clara y articulada por primera vez en los cursos de verano), se concluye que aquellas influencias extradisciplinares tuvieron una repercusión evidente en la forma en que los historiadores de la psicología –al inicio predominantemente amateurs, según sus propias evaluaciones- conceptualizaban y realizaban su práctica. Esta influencia, difusa hacia la década de 1960, se decantó y condensó durante las dos décadas siguientes, a medida que la historia de la psicología tomaba forma y espacio propios como área de especialización en psicología. De esta forma, el proceso de profesionalización e institucionalización de la historia de la psicología en Estados Unidos se desarrolló simultáneamente a la renovación de campos teóricos, académicos y profesionales lindantes, especialmente el de la historia, la sociología y la filosofía de la ciencia.
Aunque esta renovación implicó transformaciones que superan las referidas en este trabajo, por su impacto (retrospectivamente evaluado) en la historiografía de la psicología hemos enfatizado lo que de estos campos fue recepcionado de forma visible y evidente en la historia e historiografía de la psicología durante su profesionalización: especialmente, las novedades que para los psicólogos formados bajo la égida de Boring implicaron, por un lado, las críticas historicistas al presentismo y al justificacionismo (críticas estas promovidas en menor medida por Robert Watson y, en mayor medida, por Robert Young) y, por otro lado, las reconstrucciones sociales o sociológicas de la historia de la ciencia. En este sentido, un punto central de esta renovación fue la incorporación del "giro social" de la historia y la filosofía de la ciencia -deudor este, a su vez, de la sociología del conocimiento y de la ciencia-. Fue insigne de los trabajos de estos campos el énfasis por la contextualización social de la ciencia, la redefinición de esta como institución o cuerpo social y el recurso a interpretaciones externalistas variadas (culturales, políticas, sociales, económicas, ideológicas) para explicar su origen, dinámica y contenido. Este énfasis fue recepcionado y elaborado paulatinamente por los propios historiadores de la psicología. Es comprensible entonces que al recurrir a estos campos durante los primeros intentos de establecer a la historia de la psicología como disciplina y como especialidad, los historiadores de la psicología –los informales, pero especialmente los primeros historiadores profesionales- incorporaran, aunque de forma particular en cada caso, temáticas, y perspectivas propias de los campos en debate, especialmente la historia social y la sociología de la ciencia.
Como todo proceso que involucra campos científicos tan variados y complejos, la incorporación de hecho de estas cuestiones fue progresiva: la consolidación y proliferación de publicaciones, modelos de análisis e, inclusive, plataformas de difusión científica que consideraran de forma sistemática los aportes de la filosofía, la historia y la sociología de la ciencia decantaron años después de los cursos de verano. Es comprensible entonces que la eclosión de estudios críticos, reflexivos y de índole sociológica se sistematizara recién hacia finales de la década de 1970. Por otro lado, la referida sistematización permite comprender el énfasis –compartido por la gran mayoría de los autores en línea con la ’nueva historia de la psicología’- tanto en la contingencia de la historia de la ciencia, como en la necesidad de concebir dicha historia, su escritura y su metodología a partir de nociones, conceptos y técnicas provenientes de los análisis externalistas de la actividad científica. Esto se debe, en cierta medida, a que los nuevos historiadores se formaron bajo la égida –como hemos descrito, en constante cambio y progresivo refinamiento- del ambiente intelectual propiciado por los primeros psicólogos-historiadores.
Por lo anterior, los puntos descritos en el trabajo marcan, en perspectiva diacrónica, un cierto sentido de progreso al interior de la Historia de la Psicología: desde área descuidada a área       organizada, donde la organización y el desarrollo del campo requirió embates críticos -como el de Robert Young- e iniciativa por parte de psicólogos como Robert Watson y Josef Brozek -respaldada por el colectivo de psicólogos interesados por la historia y facilitada por organizaciones como la National Science Foundation-. Tal iniciativa impulsó, en lo que respecta al presente trabajo, una formación sistemática (profesional) y un refinamiento teórico y metodológico en cuestiones históricas que provino, específicamente, de la nueva historiografía y filosofía de la ciencia y de los planteos sociológicos acerca de la empresa científica. El análisis realizado permite concluir que los cursos de verano sobre historia de la psicología, en tanto instancias ejemplares y específicas de formación y profesionalización, y en conjunto con los otros avances científicos en el área, permitieron avanzar en la definición, delimitación y complejización del campo disciplinar de la historia de la psicología, en el marco de otros avances institucionales en Historia de la Psicología y en paralelo a la inserción de dicha Historia en la enseñanza universitaria. Los cursos de verano no pueden apreciarse adecuadamente por fuera del proceso de profesionalización e institucionalización de la Historia de la Psicología; pero, a la inversa, la profesionalización del campo debe mucho a estas instancias formativas. Esto, especialmente, por la miríada de influencias extra-disciplinares que tales cursos sintetizaron. Estas permitieron en los años subsiguientes sentar líneas de trabajo que caracterizaron e impulsaron en gran medida el crecimiento y complejización del campo de la historia de la psicología a partir de 1970. En el marco de este crecimiento y complejización, los ámbitos de la historia social y la sociología de la psicología son ejemplares, en tanto productos de la apropiación y elaboración activa, por parte de los psicólogos-historiadores, de las heterogéneas influencias recepcionadas desde la nueva historia, filosofía y sociología de la ciencia.

Agradecimientos

El autor agradece la importante colaboración brindada por Mitchell Ash, Joseph Agassi, David Krantz, Michael Sokal y William Woodward en la facilitación de información testimonial y de bibliografía propia acerca de las temáticas del presente trabajo. Adicionalmente, el autor desea dedicar humildemente el presente trabajo a la memoria de Franz Samelson (1923-2015) y de Elizabeth Scarborough (1935-2015). Destacado psicólogo social el primero y notable experimentalista la segunda, ambos fueron actores de algunos de los procesos expuestos en el escrito y representantes cabales de la tradición crítica de la historia de la psicología que dichos procesos cimentaron.

Referencias

Agassi, J. (1963/2008). Science and its history. A reassesment of the historiography of science. Nueva York: Springer.         [ Links ]
Araujo, Saulo Freitas. (2016). Toward a philosophical history of psychology: An alternative path for the future. Theory & Psychology, 25(3), 1-21. doi: 10.1177/0959354316656062.         [ Links ]
Ash, M. (Junio, 1980). Toward a social history of psychology: A long essay review. Trabajo presentado en el Annual Meeting de la Cheiron Society, Brunswick, Estados Unidos.         [ Links ]
Ash, M. (1983). The self-presentation of a discipline: History of psychology in the United States between pedagogy and scholarship. En L. Graham, W. Lepenies, & P. Weingart (Eds.), Functions and uses of disciplinary histories (pp. 143-189). Dordretch: Springer.         [ Links ]
Ash, M. (1987). Introduction. In M. Ash, & W. Woodward (Eds.), Psychology in twentieth-century thought and society (pp. 1-12). Nueva York: Cambridge University Press.         [ Links ]
Ash, M., & Woodward, W. (Eds.). (1987). Psychology in twentieth-century thought and society. Cambridge: Cambridge University Press.         [ Links ]

Baker, D., & Benjamin, L. (2000). The affirmation of the scientist-practitioner: A look back at Boulder. American Psychologist, 55(2), 241-247. doi: 10.1037/0003-066X.55.2.241
Links ] Helvetica, sans-serif">Boring, E. (1950/1978). Historia de la psicología experimental. México D.F.: Trillas.         [ Links ]
Brett, G. S. (1921/1963). Historia de la psicología. Buenos Aires: Paidós.         [ Links ]
Brock, A. (2014). Psychology in the modern sense. Theory & Psychology, 24(5), 717-722. doi: 10.1177/0959354314535513
Links ] Helvetica, sans-serif">Brozek, J. (1966). Breadth and depth in teaching history. American Psychologist, 21(11), 1075-1076. doi: 10.1037/h0021057
Links ] Helvetica, sans-serif">Brozek, J. (1969). History of Psychology: Diversity of approaches and uses. Transactions of the New York Academy of Sciences, 31(2), 115-127. doi: 10.1111/j.2164-0947.1969.tb02895.x
Links ] Helvetica, sans-serif">Brozek, J. (1982). Contributions of Robert I. Watson (1909-1980) to the literature on the History of Psychology. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 18(4), 326-331. doi: 10.1002/1520-6696(198210)18:4<326::AID-JHBS2300180408>3.0.CO;2-N
Links ] Helvetica, sans-serif">Brozek, J. (1990). Historiography of Psychology: A brief look into the past. Psychologie und Geschichte, 2(2), 96-101.         [ Links ]
Brozek, J. (1999). History of a historian of psychology in the United States. History of Psychology, 2(2), 83-101. doi: 10.1037/1093-4510.2.2.83
Links ] Helvetica, sans-serif">Brozek, J., & Pongratz, L. (Eds). (1980). Historiography of modern psychology. Toronto: Hogrefe.         [ Links ]
Brozek, J., & Schneider, L. (1973). Second summer institute on the History of Psychology. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 9(2), 91-101.         [ Links ]
Brozek, J., Watson, R., & Ross, B. (1969). A summer institute on the History of Psychology: Part I. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 5(4), 307-319. doi: 10.1002/1520-6696(196910)5:4<307::AID-JHBS2300050402>3.0.CO;2-R
Brozek, J., Watson, R., & Ross, B. (1970). A summer institute on the History of Psychology: Part II. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 6(1), 25-35. doi: 10.1002/1520-6696(197001)6:1<25::AID-JHBS2300060104>3.0.CO;2-U
Links ] Helvetica, sans-serif">Buchdahl, G. (1965). A revolution in historiography of science. History of Science, 4, 55-69. doi: 10.1177/007327536500400103
Buss,         [ Links ] A. (1976). Galton and the birth of differential psychology and eugenics: social, political, and economic forces. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 12(1), 47-58.         [ Links ]

Buss, A. (Ed.). (1979a). Psychology in social context. Nueva York: Irvington.         [ Links ]
Buss, A. (1979b). The emerging field of the sociology of psychological knowledge. En A. Buss (Ed.), Psychology in social context (pp.1-24). Nueva York: Irvington.         [ Links ]
Camfield, T. (1973). The professionalization of american psychology, 1870-1917. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 9(1), 66-75.         [ Links ]
Campbell, D. (1979/1988). A tribal model of the social system vehicle carrying scientific knowledge. En D. Campbell (Ed.), Methodology and Epistemology for Social Sciences: Selected Papers (pp. 489-503). Chicago: Chicago University Press.         [ Links ]
Capshew, J. (2014). History of Psychology since 1945. A north american review. En R. Backhouse, & P. Fontaine (Eds). A Historiography of the Modern Social Sciences. 144-182. Nueva York: Cambridge University Press.
Coleman, S. R., & Salamon, R. (1988). Kuhn's structure of scientific revolutions in the psychological journal literature, 1969-1983: A descriptive Study. The Journal of Mind and Behaviour, 9(4), 415-446.
Cravens, H. (1990). Journal of the history of the behavioral sciences by Barbara Ross: History of the human sciences by Arthur Still; Irving Velody. Isis, 81(2), 306-308.         [ Links ]
Dale, N. (1962). Current practices in teaching history of psychology. American Psychologist, 17(5), 250-252. doi: 10.1037/h0049006
Links ] Helvetica, sans-serif">Danziger, K. (1979). The social origins of modern psychology. En A. Buss (Ed.), Psychology in social context (pp. 27-45). Nueva York: Irvington.         [ Links ]
Danziger, K. (1984). Towards a conceptual framework for a critical history of psychology. Revista de Historia de la Psicología, 5(1), 99-107.         [ Links ]
Danziger, K. (1990). The social context of research practice and the History of Psychology. In W. Baker, R. Van Hezewijk, M. E. Hyland, & S. Terwee (Eds.), Recent Trends in Theoretical Psychology (pp. 297-303). Nueva York: Springer-Verlag.         [ Links ]
Evans, R. (1982). Robert I. Watson and the History of Psychology program at the University of New Hampshire. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 18(3), 320-321.         [ Links ]
Friedman, R. (1967). Edwin G. Boring's "mature" view of the science of science in relation to a deterministic personal and intellectual motif. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 3(1), 17-26.         [ Links ]
Furumoto, L. (1989). The new history of psychology. En I. Cohen (Ed.), The G. Stanley Hall Lecture Series (Vol. 9) (pp. 5-34). Washington, D.C: APA.         [ Links ]
Gallegos, M. (2014a). Thomas Kuhn y su vinculación con la psicología: Un homenaje de despedida. Revista de Historia de la Psicología, 35(2), 65-92.         [ Links ]
Gallegos, M. (2014b). La génesis de la profesión psicológica. Eureka, 11(1), 134-148.         [ Links ]
Goodman, E. (1982). Robert I. Watson and the Cheiron Society. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 18(3), 322-325.         [ Links ]
Gruba-McCallister, F. (1978). Efficient causality in Boring's work and thought: A case of one-sided determinism. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 14(3), 207-212.         [ Links ]
Harris, B. (1979). Whatever happened to little Albert? American Psychologist, 34(2), 151-160. doi: 10.1037/0003-066X.34.2.151
Links ] Helvetica, sans-serif">Harris, B. (1980). Ceremonial vs. critical history of psychology. American Psychologist, 35(2), 218-219. doi: 10.1037/0003-066X.35.2.218
Links ] Helvetica, sans-serif">Heidbreder, E. (1933/1960). Psicologías del Siglo XX. Buenos Aires: Paidós.         [ Links ]
Helson, H. (1972). What can we learn from the the history of psychology? Journal of the History of the Behavioral Sciences, 8(2), 115-119.         [ Links ]
Henle, M. (1976). Why study the history of psychology? Annals of the New York Academy of Sciences, 270, 14-20. doi: 10.1111/j.1749-6632.1976.tb34212.x
Links ] Helvetica, sans-serif">Henle, M., Jaynes, J., & Sullivan, J. (Eds.). (1973). Historical Conceptions of Psychology. Nueva York: Springer.         [ Links ]
Hilgard, E. (1982). Robert I. Watson and the founding of Division 26 of the American Psychological Association. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 18(3), 308-311.         [ Links ]
Hilgard, E., Leary, D., & McGuire, G. (1991). The History of Psychology: A survey and critical assessment. Annual Review of Psychology, 42, 79-107. doi: 10.1146/annurev.ps.42.020191.000455
Links ] Helvetica, sans-serif">Jarausch, K. (1985). The crisis of german professions, 1918-1933. Journal of Contemporary History, 20(3), 379-398. doi: 10.1177/002200948502000302
Links ] Helvetica, sans-serif">Jaynes, J. (1969). Edwin Garrigues Boring: 1886–1968. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 5(2), 99-112. doi: 10.1002/1520-6696(196904)5:2<99::AID-JHBS2300050202>3.0.CO;2-8
Jaynes, J. (1973). The study of the history of psychology. In M. Henle, J. Jaynes, & J. Sullivan (Eds.), Historical conceptions of Psychology (pp. ix-xii). Nueva York, Estados Unidos: Springer.         [ Links ]
Kelly, B. (1981). Inventing psychology's past: E. G. Boring's historiography in relation to the psychology of his time. Journal of Mind and Behavior, 2(3), 229-241.         [ Links ]
Klappenbach, H. (2000). Historia de la historiografía de la psicología. En J. C. Ríos, R. Ruiz, J. C. Stagnaro, & P. Weissman (Eds.), Psiquiatría, Psicología y Psicoanálisis: Historia y Memoria (pp. 238-268). Buenos Aires: Polemos.         [ Links ]
Klappenbach, H. (2006). Construcción de tradiciones historiográficas en psicología y psicoanálisis. Psicologia em Estudo, 11, 3-17.         [ Links ]
Klappenbach, H. (2014). Acerca de la metodología de investigación en la historia de la Psicología. Psykhe, 23, 1-12.         [ Links ]
Krantz, D. (1969). The Baldwin-Titchener controversy. In D. Krantz (Ed.), Schools of Psychology (pp. 1-19). Nueva York: Appleton Century Croft.         [ Links ]
Krantz, D. (1971). The separate worlds of operant and non-pperant Psychology. Journal of Applied Behavior Analysis, 4, 61-70. doi: 10.1901/jaba.1971.4-61
Kuhn, T. (1962/1970). The structure of scientific revolutions. Chicago: The University of Chicago Press.         [ Links ]

Kuklick, H. (1980). Boundary maintenance in american sociology: Limitations to academic "professionalization". Journal of the History of the Behavioral Sciences, 16(3), 201-219. doi: 10.1002/1520-6696(198007)16:3<201::AID-JHBS2300160302>3.0.CO;2-3
Links ] Helvetica, sans-serif">Kuklick, H. (1983). Toward a social history of social thought - An essay review. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 19(3), 234-239. doi: 10.1002/1520-6696(198307)19:33.0.CO;2-1
Links ] Helvetica, sans-serif">Lafuente, E. (2011). De anomalía biográfica a modelo historiográfico: la Historia de la Psicología Experimental de E. G. Boring, una cuestión disputada. Revista de Historia de la Psicología, 32(1), 55-72.         [ Links ]
Leichtman, M. (1979). Gestalt psychology and the revolt against positivism. En A. Buss (Ed.), Psychology in Social Context (pp. 47-75). Nueva York: Irvington.         [ Links ]
Lindenfeld, D. (1983). Review of psychology in twentieth-century thought and society. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 19(3), 280-283.         [ Links ]
Louw, J. (2004). In search of method. En A. C. Brock, J. Louw, & W. Van Hoorn (Eds.), Rediscovering the history of psychology: Essays inspired by the work of Kurt Danziger (pp. 33-52). Nueva York: Springer.         [ Links ]
Lovett, B. (2006). The new history of Psychology: A review and critique. History of Psychology, 9(1), 17-37. doi: 10.1037/1093-4510.9.1.17
Links ] Helvetica, sans-serif">Madden, E. (1965). E. G. Boring's philosophy of science. Philosophy of Science, 32(2), 194-201. doi: 10.2307/186415
Links ] Helvetica, sans-serif">Morawski, J. (1992). There is more to our history of giving. The place of introductory textbooks in American Psychology. American Psychologist, 47(2), 161-169. http://dx.doi.org/10.1037/0003-066X.47.2.161
Links ] Helvetica, sans-serif">Murphy, G. (1929/1964). Introducción Histórica a la Psicología Moderna. Buenos Aires: Paidós.         [ Links ]
O'Donnell, J. (1979). The crisis of experimentalism in the 1920s: E. G. Boring and his uses of history. American Psychologist, 34(4), 289-295. doi: 10.1037/0003-066X.34.4.289
Links ] Helvetica, sans-serif">Polanyi, M. (1957). Scientific outlook: Its sickness and cure. Science, 125(3246), 480-484. doi: 10.1126/science.125.3246.480
Links ] Helvetica, sans-serif">Polanyi, M. (1958/1962). Personal knowledge. Towards a post-critical philosophy. Londres: Routledge & Kegan Paul.         [ Links ]
Polanyi, M. (1958/1966). El estudio del hombre. Buenos Aires: Paidós.
Rancurello, A. (1968). A study of Franz Brentano. Nueva York: Academic Press.         [ Links ]
Riedel, R. (1974). The current status of the history and systems of psychology courses in american colleges and universities. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 10(4), 410-412.         [ Links ]
Ringer, F. (1990). The decline of the german mandarins: The german academic community, 1890-1933. Hanover, New Hampshire: Wesleyan University Press.         [ Links ]

Ross, B. (1982). Robert I. Watson and the founding of the Journal of the History of the Behavioral Sciences. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 18(3), 312-316. doi: 10.1002/1520-6696(198210)18:4<312::AID-JHBS2300180404>3.0.CO;2-B
Links ] Helvetica, sans-serif">Ross, D. (1967). On the origins of Psychology. American Sociological Review, 32(3), 466-469. doi: 10.2307/233709
Links ] Helvetica, sans-serif">Ross, D. (1969). The "Zeitgeist" and american Psychology. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 5(3), 256-262. doi: 10.1002/1520-6696
Links ] Helvetica, sans-serif">Ross, D. (1979/1993). The development of the social sciences. In J. Farr, & R. Siedelman (Eds.), Discipline and History: Political Science in the United States (pp. 81-104). Michigan: The University of Michigan Press.         [ Links ]
Sáiz, M., & Sáiz, D. (2001). Cuarenta años después del trabajo de Robert I. Watson. ¿Es ahora la historia de la psicología un área olvidada? Revista de Historia de la Psicología, 22(3-4), 517-524.         [ Links ]
Samelson, F. (1974). History, origin myth and ideology: Comte's discovery of social psychology. Journal for the Theory of Social Behavior, 4(2), 217-232. doi: 10.1111/j.1468-5914.1974.tb00338.x
Links ] Helvetica, sans-serif">Samelson, F. (1979). Putting Psychology on the map: Ideology and intelligence testing. In A. Buss (Ed.), Psychology in social context (pp. 103-168). Nueva York: Irvington.         [ Links ]
Samelson, F. (1980a). E.G. Boring and his history of experimental psychology. American Psychologist, 35(5), 467-470. doi: 10.1037/0003-066X.35.5.467.b
Samelson, F. (1980b). J. B. Watson's little Albert, Cyril Burt's twins, and the need for a critical science. American Psychologist, 35(7), 619-625. doi: 10.1037/0003-066X.35.7.61
Links ] Helvetica, sans-serif">Scarborough, E. (2004). Cheiron's origins: Personal recollections and a photograph. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 40(2), 207-211. doi: 10.1002/jhbs.20018
Links ] Helvetica, sans-serif">Smith, R. (1984). The problematic science: psychology in nineteenth-century thought. Medical History, 28(2), 222-223. doi: 10.1017/S0025727300035869
Links ] Helvetica, sans-serif">Sokal, M. (1978). History of the social and behavioral sciences at Edinburgh: Notes on the Fifteenth International Congress of the History of Science, 10-19 August 1977. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 14(4), 387-390.         [ Links ]
Sokal, M. (1983). Recent reference books in the history of science: An essay review. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 19(3), 245-249.         [ Links ]
Sokal, M. (1984a). James McKeen Cattell and american psychology in the 1920s. En J. Brozek (Ed.), Explorations in the history of psychology in the United States (pp. 273-323). Lewisburg: Bucknell University Press.         [ Links ]

Sokal, M. (1984b). History of Psychology and History of Science: Reflections on two subdisciplines, their relationship and their convergence. Revista de Historia de la Psicología, 5(1-2), 337-347.
Sokal, M. (1992). Origins and early years of the American Psychological Association. American Psychologist 47(2), 111-122. doi: 10.1037/0003-066X.47.2.111
Links ] Helvetica, sans-serif">Sokal, M. (1998). On history of psychology's lauch. History of Psychology, 1(1), 3-7.         [ Links ]
Sokal, M. (2006). The origins of the new psychology in the United States. Physis, 43, 273-300.         [ Links ]
Stam, H. (2004). Reconstructing the subject. Kurt Danziger and the revisionist project in historiographies of psychology. En A. Brock, J. Louw, & W. van Hoorn, (Ed.) Rediscovering the History of Psychology: Essays inspired by the work of Kurt Danziger (pp. 19-32). Nueva York: Springer.         [ Links ]
Tortosa, F., Mayor, L., & Carpintero, H. (1990). La historiografía de la psicología: Orientaciones y problemas. En F. Tortosa, L. Mayor, & H. Carpintero (Eds.), La Psicología Contemporánea desde la Historiografía (pp. 25-48). Barcelona: PPU.         [ Links ]
Tur, A. M., Samper, P., Mestre, M. V., & Pérez Delgado, E. (1997). Jalones históricos de la implantación y consolidación de la disciplina 'Historia de la Psicología' en USA. Revista de Historia de la Psicología, 18(3/4), 525-537.         [ Links ]
Vaughn-Blount, K., Rutherford, A., Baker, D., & Johnson, D. (2009). History's mysteries demystified: Becoming a psychologist-historian. American Journal of Psychology, 122(1), 117-129.         [ Links ]
Watson, R. (1960). The history of psychology: A neglected area. American Psychologist, 15(4), 251-255. doi: 10.1037/h0044284
Links ] Helvetica, sans-serif">Watson, R. (1963). The great psychologists: from Aristotle to Freud. Philadelphia: Lippincott.         [ Links ]
Watson, R. (1966). The role and use of history in the psychology curriculum. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 2(1), 64-69.         [ Links ]
Watson, R. (1967). A note on the history of psychology as a specialization. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 3(2), 192-193. doi: 10.1002/1520-6696(196704)3:2<192::AID-JHBS2300030207>3.0.CO;2-6
Links ] Helvetica, sans-serif">Watson, R. (1968). Recent developments in the historiography of american psychology. Isis, 59(2), 199-205. doi: 10.1086/350367
Links ] Helvetica, sans-serif">Watson, R. (1975). The history of psychology as a speciality: A personal view of its first 15 years. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 11(1), 5-14.         [ Links ]
Watson, R. (1978). The history of psychology and the behavioral sciences. A bibliographic guide. Nueva York: Springer.         [ Links ]
Watson, R. (1979). The history of psychology conceived as social psychology of the past. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 15(2), 103-114.         [ Links ]
Watson, R. (1980). Socio-psychological approach: The study of personality. En J. Brozek, & L. Pongratz (Eds.), Historiography of modern psychology. 315-324. Toronto: Hogrefe.
Watson, R., & Carlson, E. (1965). The birth of a journal. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 1(1), 3-4.         [ Links ]
Wertheimer, M. (1984). History of psychology: What's new about what's old? En A. Rogers, & J. Scheirer (Eds.), The G. Stanley Hall lecture series, Vol. 4. 159-188. Washington, DC: American Psychological Association.
Wettersten, J. (1975). The historiography of scientific psychology: A critical study. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 11(2), 157-171. http://dx.doi.org/10.1002/15206696(197504)11:2<157::AID-JHBS2300110207>3.0.CO;2-5
Weyant, R. (1968). Some reflections on the NSF summer institute in the history of psychology. The canadian psychologist, 9(4), 505-510. doi: 10.1037/h0082678
Links ] Helvetica, sans-serif">Woodward, W. (1980). Toward a critical historiography of psychology. En J. Brozek, & L. Pongratz (Eds.), Historiography of modern psychology. 29-70. Toronto: Hogrefe.
Woodward, W. (1982). A commentary on the symposium: The use of history in the social sciences curriculum. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 18(3), 286-289.         [ Links ]
Woodward, W. (1987). Professionalization, rationality and political linkages in twentieth-century psychology. In M. Ash, & W. Woodward (Eds.), Psychology in twentieth-century thought and society (pp. 295-309). Nueva York: Cambridge University Press.         [ Links ]
Woodward, W., & Ash, M. (Eds.). (1982). The problematic science: Psychology in nineteenth-century thought. Nueva York: Praeger.         [ Links ]
Woodworth, R. (1938/1961). Contemporary schools of psychology. Calcuta: Asia Pub. House.         [ Links ]

Young, R. (1966). Scholarship and the history of the behavioural sciences. History of Science, 5, 1-51. doi: 10.1177/007327536600500101         [ Links ]

Citar este artículo como: Fierro, C. (2016). Institucionalización y profesionalización de la Historia de la Psicología como especialidad en Estados Unidos: influencias de la Historia, la Sociología y la Filosofía de la Ciencia. Revista Argentina de Ciencias del Comportamiento, 8(2), 67-92

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons