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SaberEs

Print version ISSN 1852-4418On-line version ISSN 1852-4222

SaberEs vol.8 no.1 Rosario June 2016

 

ARTÍCULOS

La cuestión espacial en la economía social y solidaria: una lectura de procesos cooperativos a partir de estudios geográficos

The spatial question in social and solidarity economy: a reading of cooperative processes from geographical studies.

 

Emanuel Jurado
Lucas Cardozo**

* Docente-Investigador del Instituto de Geografía de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) y CONICET, Argentina.
Contacto: emanueljurado@hotmail.com

** Docente-Investigador de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS), Argentina.
Contacto: cardozo.lucas@gmail.com

 


Resumen: El crecimiento del número de experiencias económicas alternativas al capital desde fines de la década de 1990 en Argentina, ha tenido su correspondencia en una amplia producción bibliográfica que describe y busca explicar este proceso, a la vez que reflexionan sobre el diseño de proyectos políticos y económicos autónomos. Sin embargo, estos escritos muestran una limitada referencia a la dimensión espacial en tanto aspecto central para el surgimiento de estas prácticas y objeto de afectación para un mejor desarrollo de las mismas en el futuro. Por esto, en el presente trabajo nos proponemos recuperar diversas miradas que ponen en contacto la Economía Social y Solidaria, y la Geografía, con el fin de otorgar mayor relevancia a este diálogo a la hora de imaginar una organización social que apunte a la reproducción ampliada de la vida. Para ello, previamente abordaremos de manera breve la relación entre este enfoque económico basado en el asociativismo y el cooperativismo, y la economía tradicional.

Palabras clave: Cooperativas; Espacio geográfico; Autonomía.

Abstract: The growth of the number of economic alternative experiences to the capital from the last years of the decade of 1990 in Argentina, has had his correspondence in a wide bibliographical production that describes and seeks to explain this process, simultaneously that think about the design of political and economic autonomous projects. Nevertheless, these writings show a limited reference to the spatial dimension which is a central aspect for the emergence of these practices and object of affectation for a better development of the same ones in the future. Because of that, in this work we propose to recover diverse looks that contact the Social and Solidarity Economy, and the Geography, in order to grant major relevancy to this dialog at the moment of imagining a social organization that points at the extended reproduction of the life. For it, before we will approach in a brief way the relation between this economic view based on the asociativismo and the cooperativism, and the traditional economy.

Key words: Cooperatives; Geographical space; Autonomy.

Original recibido el  02-06-2016.
Aceptado para su publicación el  26-07-2016. 


 

1. Introducción

En las últimas décadas, han surgido variadas experiencias económicas que anteponen la lógica de la reproducción ampliada de la vida a la reproducción ampliada del capital. Tanto en Latinoamérica como en otras partes del mundo, este amplio campo económico ha encontrado un paraguas conceptual diverso, plural y, por eso mismo, un tanto difuso. En el caso de Argentina, gran parte de estas prácticas nacieron durante los años previos y posteriores al estallido social de 2001, y diversas han sido las denominaciones empleadas para referirse a ellas y su enfoque de la economía: economía social, economía del trabajo, economía popular, economía solidaria, son algunos de los términos que nutren diferentes trabajos académicos, políticas públicas y espacios de articulación política.

Esta otra economía, como se la conoce también en diferentes ámbitos, se ha preocupado en términos generales, de las prácticas concretas, del sujeto que las lleva a cabo, de las políticas públicas dedicadas a este sector, de las dificultades a superar y de los desafíos para su sostenimiento en el tiempo. En este camino, el enfoque económico que aquí llamaremos Economía Social y Solidaria (ESS) ha entablado fructíferos diálogos con disciplinas tales como la antropología, historia, sociología y obviamente la economía política, entre otras. Sin embargo, pareciera haber escasa referencia explícita a cuestiones geográficas. En otras palabras, detectamos una débil o solapada recurrencia al espacio en tanto producto y productor (Lefebvre, 2013) de estas experiencias económicas. Por eso, nuestro propósito general para este trabajo consistirá en la identificación de categorías de análisis y otros aportes que, desde la geografía, se agreguen a la caja de herramientas conceptuales de la ESS, con el fin contribuir al fortalecimiento de este campo empírico y teórico, posibilitando futuras discusiones tanto desde reflexiones conceptuales como por medio de la indagación en casos concretos. De esta manera, el artículo que presentamos no es una instancia finalizada sino el comienzo y la apertura de un nuevo canal de diálogo entre ambas disciplinas que intenta reconocer la importancia de procesos económicos alternativos al capital en los diferentes territorios.

El camino que tomaremos para alcanzar el objetivo consistirá en una revisión del acervo bibliográfico que vincule ESS con categorías espaciales y viceversa, para identificar algunos de los debates desarrollados hasta el momento. Reiteramos que el presente trabajo es una oportunidad para abrir nuevos canales de encuentro entre las dos disciplinas, sin la pretensión de agotar las instancias de diálogos posibles, más aún cuando nuestro recorrido por los trabajos contemporáneos se centrará principalmente en el ámbito iberoamericano, a sabiendas que dejamos de lado otras aproximaciones como las anglosajonas, entre otras. Antes de adentrarnos en la discusión que mencionamos, consideramos importante destacar al menos brevemente, las condiciones para el surgimiento de los diversos procesos en ESS, sus bases teóricas y el diálogo tanto con la economía del mainstream como con la crítica de la economía política. Creemos indispensable esta labor previa, para ubicar a la ESS en tanto enfoque dentro del campo de las ciencias económicas en general.

2. El resurgimiento de procesos económicos cooperativos como interpelación a la economía tradicional

Como afirmamos algunos párrafos atrás, fue principalmente luego del estallido social de 2001 en Argentina cuando se crearon y recrearon diversas y numerosas experiencias enmarcadas en el amplio campo de la ESS. Si bien una gran parte de ellas discurrieron por canales externos a las estructuras legales vigentes, resulta evidente la importancia y el valor tanto subjetivo como material que han tenido y conservan hasta nuestros días para una porción importante de la población.

De manera aproximada, en tanto trabajadores de la ESS, se estima que el sector involucra hasta 1.500.000 de trabajadores (Isaía y Aruguete, 2016), representando su producción de bienes y servicios el 10% del Producto Bruto Interno (PBI) (Varela y Vila, 2016)1. Asimismo, un impulso importante a este proceso fue dado por el mismo Estado a través del microcrédito para organizaciones de base comunitaria y productiva. Tal es así que alrededor de 1.800 organizaciones sociales (que incluyen a casi 5.000 técnicos), han aplicado localmente en forma directa la metodología de microcrédito. Antes de la creación de la Comisión Nacional de Microcrédito (CONAMI), en Argentina nunca se habían excedido los 6.000 créditos frente a los más de 330.000 que hasta 2014 ha otorgado este organismo (Rofman, 2014). Según Cardozo (2015), luego de una reformulación desde el punto de vista conceptual y organizacional, las políticas públicas y, en particular las sociales, tomaron una impronta vinculada a la cuestión socio-productiva en diferentes ministerios, con lógicas de la ESS. Asimismo, la magnitud de este fenómeno ha posibilitado el surgimiento de algunas organizaciones de la ESS tales como gremios, federaciones y confederaciones según el rubro de actividad o el tipo de organización (por ejemplo, la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular -CTEP-).

El nuevo cooperativismo también ha sido fundamental en el crecimiento de la ESS en Argentina. Como muestra de ello, en 2014 de las 28.853 entidades registradas en el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES), 22.516 eran cooperativas de trabajo (en 2001, eran sólo 6.686) demostrando su relevancia y dinamismo, mientras que los formatos tradicionales como las cooperativas agropecuarias, de seguros y vivienda, crédito y provisión, fueron los sectores más afectados por la reducción de entidades activas y sus respectivas redes operativas (Vuotto, 2014).

Por último, luego de años de desarrollar su actividad sin el reconocimiento institucional y legal, varias de estas experiencias encararon el proceso para su formalización. Uno de los caminos tomados en algunas provincias, fue la institucionalización del sector de la ESS a través de largos procesos que consistieron en reuniones, foros, talleres y otros espacios de reconocimiento mutuo y articulación, y que desembocaron en la sanción de leyes específicas en la temática. Tales fueron los casos de las provincias de Río Negro (Ley N° 10.151) y Mendoza (Ley N° 8.435), donde las organizaciones sociales fueron quienes motivaron principalmente la redacción de leyes que reconocieran y promocionaran la ESS, ambos en 2012 (Gallo y Jurado, 2015).

Si bien esta diversidad de experiencias y procesos socio-económicos emergen luego de la crisis neoliberal de la década de 1990, puede afirmarse que recuperan parte del legado del antiguo movimiento cooperativista, mutualista y asociativista de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, principalmente en Europa. Lo que encierran estos procesos, desde el punto de vista conceptual, es una profunda crítica a la economía del capital y su lógica de reproducción. Por ello, puede decirse que la ESS es heredera de la crítica de la economía política, tanto en términos ideológicos como metodológicos, basada en el conflicto entre clases sociales según el lugar que ocupan en el proceso productivo (Marx, 1989).

Por otro lado, la ESS retoma las críticas de una parte de la antropología económica, en particular delos planteos de Karl Polanyi, al afirmar que el sistema capitalista en sus diversas formas, se basa en una visión formalista de la economía, ya que sostiene que lo económico es "todo comportamiento que apunte a economizar recursos escasos procediendo sistemáticamente a un cálculo de los costos y de las ventajas de la acción o de la elección consideradas" (Caillé, 2003, p.21). A nuestro entender, el mayor problema de esta racionalidad medio-fin está en que, "aunque necesaria y útil en contextos parciales y acotados, resulta ser una acción que tiene un núcleo irracional, por lo que es necesario trascenderla, superarla (aunque no abolirla)" (Hinkelammert y Mora, 2005, p.36). Es irracional en cuanto se desentiende de los efectos globales de sus acciones. Asimismo, la visión formalista de la economía tiene otro rasgo importante que la podría distinguir de un planteo económico alternativo: la pura subjetividad del deseo infinito. Es decir, la economía se transforma en una máquina generadora de necesidades infinitas, siendo el deseo, la fuente de tal ilimitación. Y el mercado se transforma en el lugar donde lo "ilimitado" desarrolla esa expansión (Caillé, 2003). La economía neoclásica desplaza la cuestión de la reproducción de la vida, al sustituir las necesidades por simples "preferencias" del consumidor sin tener en cuenta que para poder ser agradable, la vida "antes tiene que ser posible" (Hinkelammert y Mora, 2005, p.35). Por último, otra de las críticas hacia la economía neoclásica apunta, según el mismo Polanyi, a la autonomización de la esfera económica asimilada al mercado, es decir, el desprendimiento de la economía de todo proceso social y político (Caillé, 2003).

Precisamente sobre la base de este último aspecto, muchos académicos y militantes sociales caracterizan a estos procesos económicos emergentes, con el rótulo de social (Economía Social). Aunque parezca redundante, para estos sujetos es necesario referirse a la economía como social, ya que los defensores de la economía del mainstream, ya sea en el plano educativo, de gestión como de divulgación, suelen ensayar una escisión entre los mecanismos y procesos económicos, y la sociedad en la que se insertan. Por el contrario, la ESS afirma la pluralidad de la economía, reconociendo tanto la diversidad de formas organizativas como de principios económicos que coexisten en toda sociedad, distanciándose de aquellas miradas que proponen únicamente a la empresa y al mercado capitalista como los únicos dispositivos de producción y de intercambio eficientes.

Sin embargo, resulta indudable la amplitud existente entre esta crítica y el proyecto político anhelado de otra economía. Por ello, como afirman Hinkelammert y Mora (2005), es imprescindible desarrollar mediaciones entre las luchas cotidianas y esa utopía necesaria que permite imaginar un mundo mejor. En este sentido, consideramos que la profundización del análisis desde la dimensión espacial (geográfica) puede resultar esencial para orientar las prácticas concretas, tales como, por ejemplo, el diseño de redes locales de colaboración solidaria en momentos de crisis socio-económicas o la diagramación de circuitos de proximidad en torno al abastecimiento de alimentos en el marco de las relaciones campo-ciudad. Asimismo, el enfoque espacial puede nutrir también el corpus teórico de ambas disciplinas al momento de reflexionar sobre los lugares de surgimiento de estas experiencias, los conflictos territoriales, los sujetos e instituciones que intervienen y el desarrollo socio-espacial en general.

Por ello, a continuación indagaremos en los vínculos entre la dimensión espacial y las propuestas de ESS, en un primer momento a partir de los aportes históricos de las experiencias cooperativistas y asociativas consideradas precursoras de este campo de estudio. Luego, en un segundo momento presentaremos algunas experiencias actuales, tanto desde un punto de vista teórico como de la praxis concreta.

3. Esbozos geográficos en la Economía Social histórica

Al llevar a cabo un estudio sobre ESS, necesariamente deberemos tener en cuenta la pluralidad de enfoques, proyectos políticos y prácticas concretas que este campo contiene. Un posible camino a tomar, puede partir de una división de los enfoques de ESS según la geografía y el tiempo de su nacimiento y desarrollo. Desde el punto de vista histórico, la denominada Economía Social histórica o tradicional hace referencia a aquellas respuestas colectivas a los efectos sociales de la Revolución Industrial en pleno SXIX en Europa. En esta línea podemos destacar los aportes de dos autores cuyas obras fueron conocidas en Inglaterra y en Francia; el primero de ellos es Robert Owen (1771-1858), y el segundo Charles Fourier (1772-1837). Las experiencias ideadas por estos dos activistas e intelectuales son las primeras manifestaciones asociativas de esta Economía Social fundante, y como lo expresa Vuotto (2009, p. 104), son las inspiradores del "sindicalismo, las cooperativas y las mutualidades, y más ampliamente de la Economía Social". Ante las desigualdades sociales de aquellos tiempos, las luchas por alcanzar mejoras en las condiciones de trabajo y de vida en general, se erigen como las principales razones para el nacimiento de estas asociaciones.

Si bien los proyectos generales de Owen y Fourier pueden concebirse como utópicos para la época, la construcción de espacios alternativos al sistema capitalista se llevaba a cabo a partir de la puesta en marcha de determinadas estructuras concretas, las cuales suelen recuperarse hoy para pensar las iniciativas asociativas actuales y la continua búsqueda de una sociedad más justa. Más allá de las críticas hacia estas obras (Sierra Álvarez, 2009), vale la pena rescatar su carácter innovador para la época de su desarrollo y su valor como difusoras de experiencias alternativas al capitalismo que, con el pasar de los años, fueron replicadas en otras latitudes.

Ahora bien, como primera aproximación al enfoque geográfico, estas experiencias fundantes ejercieron una fuerte incidencia sobre el espacio; se buscaba construir una determinada espacialidad con el fin de alcanzar aquellas utopías. Ejemplos de aquello fueron el desarrollo de un establecimiento fabril en el pueblo de New Lanark en Escocia y la granja agrícola de New Harmony en EE.UU. La primera fue una fábrica de algodón, ubicada a orillas del río Clyde, que poseía las hilaturas más grandes de Escocia y de la cual Robert Owen se hizo cargo en 1799. El empresario dedicó los doce primeros años en New Lanark a remodelar la fábrica e intentar mejorar la calidad de vida de los aldeanos. Particularmente interesado por la educación de los niños, Owen dedicó un espacio del predio a un campo de juegos y construyó una escuela de dos plantas, utilizada durante el día por los infantes y en la noche por los adultos (Gordon, 1993). Por su parte, New Harmony fue una granja agrícola basada en principios comunitarios llevada a cabo en EE.UU. en 1825, de la cual Owen también sería el director, lo que demostraba su compromiso para llevar adelante sus ideas. New Harmony junto a New Lanark fueron los experimentos de las aldeas owenianas que más tarde, se conocieron y se replicaron por diversas partes del mundo. El cambio de una sociedad industrial por una sociedad basada en una cultura bucólica opuesta al sistema capitalista, era el fundamento de aquellas comunidades. La construcción de otro tipo de espacio no sólo consistía en nuevas estructuras arquitectónicas sino que la dimensión espacial era un elemento clave para ordenar a toda la comunidad, a partir del cumplimiento de reglas o normativas, las cuales debían ser aceptadas para poder pertenecer a los territorios owenianos. Así, Owen presentó su proyecto, lo llevó adelante y luego sus seguidores, con el objetivo de compartir sus vidas junto a otras personas lo cual, sin dudas, era llamativo para aquel entonces. New Harmony fue uno de los primeros pasos para que puedan asentarse las bases de otras 10 comunidades, aunque finalmente decayeron (Kumar, 1992).

Por su parte, Charles Fourier (1772-1837) es conocido por el Falansterio. Según Vuotto (2009, p. 105), Fourier "planteó que la economía política debía estudiar cómo transformar a los asalariados en propietarios cointeresados por ser esta la única manera de hacer el trabajo atractivo y productivo a la vez, en virtud de que el espíritu de propiedad, según el autor, es la palanca más fuerte que se conoce". En estas breves palabras, puede reconocerse a grandes rasgos, las bases de su pensamiento y acción para la construcción de una nueva sociedad. El Falansterio se erige como modelo de organización societaria basada principalmente en el trabajo, a través de la gestión de la mano de obra, el capital y la inteligencia. Se trata de una obra arquitectónica para organizar la sociedad con valores asociados a la vida en comunidad. De acuerdo con Vuotto (2009), quien analiza los aportes de Fourier en tanto uno de los personajes más relevantes por sus contribuciones al trabajo asociativo a lo largo de la historia, el Falansterio no sólo busca recrear otra atmósfera de trabajo sino también de placer. El placer era visto como una condición indispensable para la vida en comunidad. En su obra, Fourier (1949), en particular en el capítulo dedicado al Falansterio, manifiesta la composición y arquitectura de la falange. Incluso describe el paisaje donde se localiza esta estructura y su relación con las condiciones ambientales, es decir una especie de relación idílica entre el falansterio y la naturaleza. En este sentido se establece un acercamiento a la postura de Owen, ya que ambos necesitaban dotar al espacio de un ambiente de armonía en contraposición al desorden que se vivía en el mundo fabril de la época.

Por su parte, Sierra Álvarez (2009, p. 37) precisa la condición espacial en los proyectos que describimos. Según sus palabras, "las propuestas utopísticas son espaciales y sociales en el tiempo". Es decir, no existe la posibilidad de pensar un proyecto político sin tener en cuenta el espacio para poder plasmarlo allí. A su vez la búsqueda se dirige también a que estas aldeas puedan perdurar en el tiempo, y que en ese tiempo encuentren la forma de replicarse en otros espacios. Precisamente, la obra de Fourier ha recorrido otras geografías y se ha materializado por el accionar de sus seguidores. Sus discípulos desarrollaron experiencias en Francia (en dos períodos; el primero de 1823-1833 y el segundo de 1837-1847); en Brasil, Argelia y en EE.UU.

Tal ha sido la difusión de esta obra, que llegó inclusive a Argentina (Guionet, 2007, en Vuotto, 2009, p. 108):

En 1857, bajo la inspiración de Fourier, el suizo Jean François Durando creó en San José, Provincia de Entre Ríos, Argentina, la colonia Hugues. La comunidad agrícola-industrial abarcaba cerca de doscientas hectáreas donde se producía prácticamente todo lo que se consumía y en ella funcionaba una escuela de primeras letras, artes y oficios, considerada modelo. No existía moneda ya que todos trabajaban para la comunidad y tampoco se permitían discriminaciones religiosas ni por nivel social. Las normas establecidas por Durando, que debían observarse estrictamente, permitieron la consolidación de una estructura y organización vertical que se diferenciaba de la experiencia societaria del modelo falansteriano de Fourier.

Vale la pena destacar que las obras de Owen y Fourier son consideradas como las primeras vinculadas a la Economía Social. Ambos autores idearon una crítica a la economía capitalista y llevaron adelante sus propuestas. En este sentido, consideramos valiosa la atención prestada a cuestiones de la vida cotidiana, reflejada en la administración del tiempo diario consagrado a actividades recreativas y laborales, sin olvidar las educativas. Dichas consideraciones poseían un alto contenido político, dado el rol predominante que tenía el tiempo dedicado al trabajo, principalmente durante el auge industrial de aquella época. Sus discípulos continuaron con aquellas obras; en el caso de Owen, fue su hijo como lo menciona Gordon (1993), mientras que en el caso de Fourier, fueron sus discípulos aunque con diferencias y rivalidades entre ellos (Vuotto, 2009).

Más allá de las notables contribuciones de estos autores, es preciso reconocer, como nos propone Sierra Álvarez (2009), que estas obras estaban impregnadas de excesivo control social y paternalismo, por medio de dispositivos disciplinarios propios de la época. Seguramente esta sea una de las principales diferencias respecto de las propuestas actuales en torno a otra economía.

4. La Economía Social y Solidaria contemporánea: enfoque(s) y espacialidad(es)

En la actualidad, puede decirse que los procesos económicos asociativos adoptan, por un lado, el rótulo de Economía Social (ES) asumiendo un enfoque jurídico-institucional. Se trata de una mirada predominante en Europa y muy cercana a las propuestas del conocido Tercer Sector. Defourny y Develtere (1999) se refieren a la ES centrando su análisis en cooperativas, mutuales y asociaciones legalmente constituidas, formas organizativas nacidas al calor de aquellas problemáticas sociales del sXIX mencionadas párrafos atrás. Por su parte, Rafael Chaves (2000) continúa en esta línea institucionalista, aunque realiza importantes aportes desde lo metodológico, ya que considera que cualquier experiencia económica en este sentido se halla inserta en una realidad concreta predominantemente capitalista, para lo cual deberían evitarse los estudios aislados y centrados una determinada organización tal como sucede con el enfoque del tercer sector. Por el contrario, sugiere tomar una perspectiva holística del fenómeno.

Si bien este enfoque perdura aún hoy no sólo en Europa sino también en el amplio movimiento cooperativista y mutualista latinoamericano, se ha producido la renovación de estas miradas buscando sumar las nuevas experiencias concretas que se han desarrollado en los últimos cuarenta años, muchas de ellas como respuestas al neoliberalismo. Por ello, los enfoques contemporáneos han adoptado otros rótulos tales como Nueva Economía Social o Economía Solidaria, entre otros. Estas miradas están representadas, por ejemplo, a través de la renovación francesa de la mano de J. L. Laville (2009), mientras que en el Sur (Sudamérica) por la Economía Popular y Solidaria en Ecuador (Coraggio, 2012), Economía Social en Venezuela (Hintze, 2010; Bastidas-Delgado y Richer, 2001), Economía del Trabajo en Argentina (Coraggio, 2011), Economía Solidaria en Brasil (Singer, 2003) y Economía de Solidaridad en Chile (Razetto, 1993), sólo por nombrar las principales corrientes en este sentido.

Sin desconocer que cada uno de estos términos en su particularidad posee una riqueza que amerita un desarrollo mayor, a los fines de este trabajo hemos adoptado la denominación amplia de Economía Social y Solidaria porque resume a grandes rasgos aquellas experiencias propias de la ES histórica y los nuevos procesos de fines de siglo XX, incluyendo la diversidad y pluralidad que caracteriza este fenómeno socio-económico, particularmente en Argentina. Como afirma Pastore (2010, p. 48),

Dicho conjunto abarca una diversidad de experiencias, organizaciones y emprendimientos que tienen características distintivas entre sí, pero (…) poseen una matriz identitaria de atributos compartidos, entre los que se destaca el desarrollar actividades económicas con una definida finalidad social (…) a la vez que implican elementos de carácter asociativo y gestión democrática en un contexto de autonomía tanto del sector privado lucrativo como del Estado.

En lo concreto, esta denominación se refiere a trayectorias socio-económicas tales como las mencionadas al comienzo de este trabajo, es decir emprendimientos asociativos generados o apoyados por el financiamiento de programas de microcrédito, experiencias productivas impulsadas por organizaciones sociales, empresas recuperadas, nuevo cooperativismo de trabajo, diversas formas de intercambio equitativo, finanzas solidarias, empresas sociales para la inserción laboral de personas con discapacidad, entre otras.

Por su parte, la producción bibliográfica en torno a experiencias alternativas2 ha sido diversa y abundante, particularmente en las últimas décadas, tanto en los formatos más tradicionales tales como manuales y trabajos académicos, como en cartillas de formación y sitios web que difunden el trabajo de organizaciones dedicadas a la temática, tanto en Latinoamérica como en el resto del mundo. Como dijimos anteriormente, desde el punto de vista teórico se ha incursionado en diálogos con diversas disciplinas aunque hemos notado escasa producción directamente vinculada a la cuestión espacial. Sin embargo, no se trata de una ausencia total; existen algunos escritos que con mayor o menor profundidad, posan su mirada en este vínculo económico-espacial.

En este sentido, hemos clasificado a este tipo de literatura en dos grandes grupos: en el primero se hace referencia al contexto geográfico de surgimiento de las experiencias en ESS; y en el segundo se describen aspectos espaciales de estas organizaciones, algunos de manera superficial y otros que expresamente buscan un debate entre espacio y ESS. Vale aclarar que dentro de estos escritos, incluimos trabajos teóricos y empíricos.

4.1. El espacio como contexto del surgimiento de la ESS

En el primer grupo, es decir aquellos trabajos que indagan en las causas que han propiciado la emergencia de estas trayectorias económicas en determinados lugares, Chaves (2000) sostiene que la economía política de la Economía Social debe develar la funcionalidad de este sector institucional en el conjunto del sistema económico, explicando los motivos de la presencia de la misma en determinados ámbitos, regiones y países. En Latinoamérica, la respuesta a esa pregunta va asociada a las condiciones socio-económicas de las últimas décadas y al rol del Estado frente a las mismas. Susana Hintze (2010, pp.15-16) destaca la relevancia de América Latina en términos de sus respuestas al neoliberalismo; en particular, dirige su estudio a las organizaciones socioeconómicas basadas en el trabajo asociativo autogestionado y la propiedad colectiva en Venezuela y Brasil, así como la influencia que han tenido en estos procesos, las características de la conformación estatal en esos países. En este mismo sentido, Coraggio (2009) rescata el resurgimiento con "rebeldía y fuerza extraordinaria" de los pueblos originarios y sus cosmovisiones, asumidas como propias por diversas organizaciones políticas y movimientos sociales en varios países de Latinoamérica. Por ejemplo, el autor realiza un análisis de la situación en Ecuador, cuya nueva constitución en su artículo 283 afirma el carácter "social y solidario" proyectado del sistema económico en ese país, tomando el Sumak Kawsay como la forma que asume la reproducción ampliada de la vida, pero a la vez explicitando los desafíos a la hora de llevar a cabo esas propuestas (Coraggio, 2012).

Como hemos podido ver hasta aquí, la dimensión espacial ha sido empleada como herramienta para comprender el contexto para surgimiento de estas experiencias, en particular a nivel estatal. Justamente si hablamos de niveles de análisis, Coraggio (2013, p.123) apunta a tres niveles para la acción en el contexto de proyectos de economía social: el micro-socioeconómico, es decir, el de cada una de las prácticas que impulsan formas económicas internamente solidarias; "el meso-socioeconómico, que promueve la formación de redes y asociaciones que expanden la solidaridad articulándose territorial y horizontalmente más allá de cada unidad económica"; y el sistémico (es decir, el mencionado en el párrafo anterior), que a través de la transformación de macroestructuras, apunta a sentar las bases para otro sistema económico. Ejemplos de esto último son aquellas legislaciones que tienen en cuenta otros modos de propiedad de la tierra distintos del privado (tanto urbana como rural), la nacionalización de empresas claves en la economía de un determinado país, el reconocimiento de los territorios indígenas, entre otros. Sin embargo, la manera de concebir las escalas de acción en la ESS es distinta a la comprensión que se establece desde la geografía. En este sentido, no se ha encontrado aún desde la ESS un diálogo fluido con el desarrollo teórico del concepto de escalas geográficas o políticas de escalas, que ayudarían a profundizar ambas concepciones y enriquecerían el análisis de la ESS.

4.2. Un debate intenso entre espacio y ESS: diálogos desde la teoría y las experiencias

Como hemos afirmado, el diálogo entre estos dos campos de estudio se ha dado mayoritariamente de manera implícita, lo cual, muchas veces, dificulta la puesta en valor de categorías espaciales para la ESS. Sin embargo, identificamos algunos de trabajos y menciones ya sea desde la misma ESS como de la geografía, que contribuyen al análisis espacial de procesos cooperativos. En cuanto a los trabajos que vinculan estas dos temáticas, desde un punto de vista decididamente teórico, nos encontramos con el trabajo de Ruth Muñoz (2013), denominado "Economía urbana y economía social. Un reconocimiento pendiente", donde se ensaya una articulación entre la ESS y la teoría de los dos circuitos de la economía urbana de Milton Santos en los países Latinoamericanos. Cabe destacar que el encuentro que plantea la autora, en términos de la teoría de Santos, es a partir de la articulación del análisis del circuito inferior que se encuentra supeditado al circuito superior de la economía urbana, donde tienen un rol fundamental la división territorial del trabajo y el papel de las finanzas y de la técnica en el proceso de globalización. Muñoz (2013) se posiciona desde la ESS a partir de la propuesta teórica de Coraggio y de la relación de los subsistemas, haciendo hincapié especialmente en la producción de la ciudad:

Ambas teorías plantean las complejas relaciones entre los circuitos (según la categoría de la T2C [teoría de los dos circuitos]) o subsistemas (ES), las asimetrías de poder que tienen el CI (circuito inferior) y el CMS (circuito marginal superior) o la economía popular con respecto a las empresas capitalistas y al Estado. Sin embargo, analizando algunos de los últimos trabajos empíricos llevados adelante por ambos, se observa que la ES pone mayor acento en la economía popular o en las experiencias de ESS que en el trabajo asalariado o el papel de las corporaciones globales. Por su parte, la T2C realiza trabajos empíricos de mayor alcance, que logran cubrir varias ramas sectoriales y varias metrópolis brasileñas, teniendo en cuenta desde el fenómeno de las moto-taxis hasta la topología de las corporaciones globales. (p. 117-118)

Otro de los trabajos que a nuestro parecer mejor ensaya posibles vínculos entre categorías espaciales y procesos económicos alternativos al capital es el denominado "Territorios y sujetos de la economía social y solidaria" de Rincón Gamba (2012). Al igual que el anterior, también desde un punto de vista teórico, en él se asume la necesidad de conocer los lugares donde se desarrollan experiencias empíricas en ESS, con el objeto de indagar las condiciones tanto de surgimiento como de arraigo de este sector, es decir, en clave de la sustentabilidad de estas experiencias. Además, pone en evidencia los posibles conflictos territoriales, ya que supone la existencia de una economía mixta, representada por el capital, el Estado y el sector popular, cada uno de ellos con racionalidades distintas, según la concepción de Coraggio. Dependiendo del desarrollo de esos conflictos, donde los actores no sólo actúan según su propia racionalidad, sino también condicionados por las otras lógicas (y en el caso de una economía mixta, bajo el poder que ejerce el capital como sector predominante), será el tipo de territorio que se irá delineando. Vale aclarar que dentro de cada sector, también existen diferencias lo que torna la producción del espacio aún más compleja. En definitiva, luego de todas estas mediaciones, Rincón Gamba (2012, p.26) afirma que el proceso de territorialización de la ESS en espacios geográficos específicos va construyendo unos referentes territoriales diferentes a los que construye el capital.

Un artículo reciente de Ricardo Méndez (2015), uno de los referentes iberoamericanos en geografía económica, es otro de los trabajos orientadores a la hora de ensamblar la dimensión espacial con procesos económicos solidarios. En este escrito, el autor afirma que los estudios vinculados a alternativas económicas suelen centrar su atención en aspectos tales como las características y principios en los que basan su acción, los diversos tipos de actores que intervienen, la estructura y el funcionamiento interno de las organizaciones, y otras cuestiones económicas y sociales de estas experiencias. Y agrega que la dimensión espacial es obviada o, en todo caso, restringida a un análisis de la ubicación de estas iniciativas (Méndez, 2005, p. 10). Partiendo desde esa inquietud, Méndez explicita algunos criterios a través de los cuales selecciona esas prácticas socio-económicas. Además de tener en cuenta que las mismas suponen la construcción de redes de colaboración como forma de organización, sus integrantes defienden un principio ético de solidaridad (Méndez, 2005, p. 5) y aportan, sobre todo, innovaciones sociales en cuanto acciones colectivas que conllevan cierto grado de imaginación y creatividad para impulsar el cambio social (Méndez, 2005, p. 6). Asimismo, agrega un último aspecto, el de proximidad espacial entre los actores con el objeto de contribuir "a (re)construir un lugar concreto como espacio compartido por una colectividad que lo reconoce como propio y propicio para la convivencia, densificando su tejido socioeconómico" (Méndez, 2005, p. 7).

Si bien el autor reconoce las teorías de la ESS, se centra en analizar la cuestión de la conformación de los espacios alternativos desde un concepto clave en la geografía, el lugar, a partir del contexto de crisis económica en España. Aquí se nota la especificidad del contexto geográfico, cuestión relacionada con los aportes de Rincón Gamba (2012) en torno a las características que adquieren los procesos de ESS según las espacialidades que le dan forma y sobre las que deben accionar.

En cuanto a la literatura que combina consideraciones teóricas y estudios de caso, Pastore y Altschuler (2015) plantean de manera evidente su interés por vincular ESS con aspectos espaciales, en particular en relación a lo que denominan desarrollo socio-territorial. Además de incursionar en los enfoques y prácticas de la ESS, profundizan, desde una mirada crítica, en las nociones de desarrollo y territorio. Precisamente desde el punto de vista territorial, el artículo parte de la premisa que los fenómenos económicos y sociales se insertan en entramados materiales y simbólicos, determinados y atravesados por procesos socio-históricos y espaciales, tanto por el modo en que emergen y se desarrollan como por los objetivos y colectivos a que se orientan o que los impulsan. Para constatar esto, recurren a la experiencia llevada a cabo por la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), por medio del proyecto denominado Construyendo Redes Emprendedoras en Economía Social (CREES). Se trata de una iniciativa integral de formación, investigación, desarrollo y extensión universitaria en ESS que pretende visibilizar y potenciar el desarrollo territorial de las experiencias de la ESS en el área geográfica de referencia de la universidad (sur del Gran Buenos Aires).

Destacamos también los aportes de Peter North (2005) en torno a la construcción de escalas de trabajo por parte de estas prácticas económicas no-capitalistas, entendiéndolas como un resultado espacial del accionar político de los sujetos de la ESS. Partiendo de la hipótesis que los actores de estas prácticas económicas valoran determinadas escalas de acción ya sea por razones políticas, morales o éticas, el autor plantea los desafíos que estas experiencias deben enfrentar a la hora de contribuir el espacio más adecuado para la producción de valor económico. Por medio de dos casos de estudios, los Esquemas de Intercambios Comerciales Locales (LETS) en Manchester y el fenómeno del trueque en Argentina, el trabajo señala el dilema existente entre la acción a escala local y un crecimiento que trascienda esa escala y se proyecte regional o nacionalmente. Los riesgos, dificultades y limitaciones de cada escala de trabajo son cuestiones que deben ser resueltas por estas trayectorias empíricas.

En tanto experiencias concretas, en los estudios generales sobre ESS ha primado el análisis de espacios urbanos, quizás porque sea este un ámbito donde se han condensado de manera más evidente los diferentes conflictos sociales. Ejemplo de ello, lo constituye el trabajo de Rosana Zanca (2007), quien indaga en la influencia de la economía solidaria sobre la "ordenación alternativa del territorio" a partir de un estudio de caso. Por ello, estudia los efectos territoriales de la creación de la asociación mutual El Colmenar dedicada al transporte público en Moreno, Buenos Aires, como respuesta de los mismos vecinos ante la negativa de la empresa privada de transporte La Perlita S.A. para ofrecer ese servicio en la zona, por razones de escasa rentabilidad. La autora rescata esta experiencia por su finalidad social y principalmente por los efectos espaciales que generó, ya que gracias al servicio ofrecido por la mutual, mejoró la conectividad de áreas que anteriormente carecían de un buen servicio de transporte, además de abaratar los costos de los pasajes para los usuarios.

Sin embargo, hemos identificado también algunos trabajos que reflexionan, de manera general, sobre la relación campo-ciudad, y específicamente sobre problemáticas de los territorios rurales. Retomando el análisis teórico, el trabajo de Azevedo da Silva (2009) dirige su interés a los circuitos espaciales en la distribución de alimentos, con especial énfasis en aquéllos configurados a cortas distancias, es decir circuitos de proximidad. Desde una mirada de la gestión económica, plantea la relevancia de una solidaridad organizacional en círculos de cooperación espacial local, con el objeto de dificultar o restringir las transferencias de valores hacia otros territorios. Esto se lograría, según el autor, por medio de la producción de estrategias territoriales de apropiación de la renta generada a lo largo de la cadena productiva "hacia dentro", es decir, hacia un espacio limitado a lo local. Este trabajo presenta similitudes con los planteos de Méndez antes mencionados.

En cambio, desde el estudio de experiencias concretas, el trabajo de Cuatrín Sperati y Cardozo (2015) plantea, a partir del caso de la Feria Campesina Desvío a la Raíz (Desvío Arijón, provincia de Santa Fe), algunas transformaciones englobadas bajo el concepto de nueva ruralidad y su vinculación con la ESS, sumado al análisis de algunas tendencias históricas en el movimiento del Comercio Justo, ambas cuestiones en clave de desarrollo local y relaciones campo-ciudad. Los autores contextualizan a la nueva ruralidad, a partir de los aportes de Kay (2008), la cual es interpretada bajo una variedad de caminos entre los que se destacan tres; el primero, se encuentra vinculado a los procesos neoliberales que transformaron al campo y a sus campesinos, es decir al modo de producción y a las consecuencias de los cambios incorporados en el mercado del agro. En este sentido, cobra visibilidad la cuestión de la pluriactividad y la incorporación de actividades no agropecuarias de los integrantes de los sujetos rurales. En el segundo, la nueva ruralidad es interpretada bajo las políticas del desarrollo rural las cuales se dirigen a resolver variadas problemáticas tales como la reducción de la pobreza, sustentabilidad ambiental, la igualdad de género, la revalorización del campo y la cultura de la gente, entre otras. Estas políticas tienden a ejecutar diferentes proyectos e intervenciones sin alterar la estructura existente en términos políticos, económicos y sociales. Por último, en tercer lugar se enuncia la visión de la comunitarización, es decir la idea de una sociedad rural postcapitalista en sus relaciones, como superación del actual paradigma capitalista. En este último aspecto, pero en relación a los demás, se presenta las nuevas formas del agro solidario a partir de las resistencias al modelo del agronegocio y en pos de un nuevo modelo productivo agroecológico, que encuentra sus formas constitutivas en la ESS como una estrategia de resistencias del campesinado.

Finalmente, Jurado (2015) toma la experiencia denominada "Bolsones de verduras campesinas", llevada a cabo por la Unión de Trabajadores Sin Tierra de Mendoza que, junto a otro actor del sector de la ESS, El Almacén Andante, buscan acercar productos de origen campesino a la Ciudad de Mendoza. El análisis de esta experiencia se lleva a cabo desde una perspectiva teórica que articula algunas conceptualizaciones propias del campo de la ESS, con otras provenientes del campo de la Geografía, poniendo énfasis en las prácticas socio-espaciales (Souza, 2013) que estas experiencias construyen buscando transformar políticamente su realidad, desde condiciones predominantes heterónomas hacia otras con mayor grado de autonomía.

5. Consideraciones parciales

El camino recorrido por este trabajo es apenas el inicio de un debate que seguramente se enriquecerá aún más en el futuro. La búsqueda de alternativas económicas por una parte importante de la población mundial que históricamente ha quedado relegada en el goce de la riqueza por ella misma producida, seguirá siendo un motor que permita reinventar propuestas colectivas permanentemente. En ese andar, estos proyectos indefectiblemente intentarán transformar el espacio en el que se sitúan, a la vez que ese espacio condicionará sus acciones.

Las experiencias históricas de la ESS han sido la antesala para pensar y difundir el pensamiento contemporáneo que se ha materializa en el espacio. Se trata de una búsqueda por generar espacios económicos bajo otras lógicas de reproducción distintas a las del capital, es decir como afirman Hinkelarmert y Mora (2005), lógicas en pos de reproducción de la vida, opuestas a la lógica individualista instrumental.

En términos concretos, aquí hemos descrito variadas respuestas que colocan su interés mayoritariamente en la producción de alimentos a nivel local, con el objetivo primero de asegurar la alimentación de las comunidades que allí residen. Por ello, hemos mencionado los circuitos de proximidad basados en redes de colaboración solidarias, desafío importante para numerosas organizaciones de la ESS, como paso esencial, por ejemplo, para alcanzar a largo plazo la denominada soberanía alimentaria.

Por su parte, la discusión en torno a lo local también tiene uno de sus fundamentos en la necesidad de ciertas comunidades de encarar procesos de desconexión a nivel nacional o regional, de algunos de los preceptos de la misma modernidad encarnados por la globalización capitalista, para luego reconectarse pero bajo otros principios (Dierckxsens, 2008). Sin esta desconexión parcial de los pueblos, no sería posible recuperar la soberanía económica, social, política, cultural.

Asimismo, la reconexión planteada puede sostenerse en la conformación de redes a un nivel meso, donde se trascienda el individualismo metodológico de cada organización para generar así articulaciones mayores. Justamente uno de los objetivos a alcanzar por estas vinculaciones consiste en afectar espacios mayores. En este sentido, para gran parte de estas asociaciones, el debate político actual transcurre entre el emprededurismo individual y la fuerza del trabajo colectivo.

Notas

1. Creemos importante aclarar la relatividad de estos datos, ya que se trata, en muchos casos, de emprendimientos de hecho, que no suelen estar registrados en ningún organismo estatal. Por el contrario, en los registros estatales, pueden aparecer entidades que al momento de la consulta, no existen más o han mutado su figura jurídica. Esta flexibilidad es una de las características de la ESS, particularmente en Latinoamérica, a diferencia de la Economía Social de carácter jurídico-institucional, común en varios países europeos. Este último enfoque ofrece datos más precisos sobre magnitudes y otras características del sector. 

2. Existe un uso excesivo y poco preciso del término alternativo, lo que lo convierte en un concepto borroso, que puesto de moda puede confundir más de lo que revela. Por ello, recurrimos a  Etxezarreta (2014, p.11), quien afirma que este término puede  transmitir la idea de una manera diferente de hacer las cosas -consumo alternativo, banca alternativa, fiscalidad alternativa; o también puede designar algo totalmente diferente de lo que ya existía. En nuestro caso, lo utilizamos para experiencias que conscientemente recorren el camino transicional hacia otra organización económica, aunque actualmente se hallen distantes de lograrlo.

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