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SaberEs

Print version ISSN 1852-4418On-line version ISSN 1852-4222

SaberEs vol.9 no.2 Rosario Dec. 2017

 

ARTÍCULOS

Unidades agropecuarias familiares y reproducción social en la "zona núcleo" pampeana (Departamento Constitución, Santa Fe, Argentina)1

 

Family farms and social reproduction in the pampas "core zone" (Department of Constitución, Santa Fe, Argentina)

 

Estefanía Huter*
Natalia López Castro**

* Centro de Investigaciones sobre Economía y Sociedad en la Argentina Contemporánea (IESAC), Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), Argentina; Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Argentina.
Contacto: estefaniahuter@gmail.com
** Centro de Investigaciones sobre Economía y Sociedad en la Argentina Contemporánea (IESAC), Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), Argentina; Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Argentina.
Contacto: nlopez@unq.edu.ar

 


Resumen. En el marco del actual modelo de producción agropecuaria dominante en la región pampeana se ha reavivado la discusión sobre la persistencia de formas alternativas de organizar la actividad, como la agricultura familiar. En esta línea, el presente trabajo se propone reflexionar sobre la posición de la agricultura familiar en la actualidad, indagando particularmente en los modos en que estos sujetos logran su reproducción social y los aspectos estructurales y socioculturales que los condicionan. Para ello se realiza un análisis sobre la producción familiar diversificada en el Departamento de Constitución, en el sur santafecino, zona de fuerte especialización agrícola, perteneciente a la llamada "zona núcleo" de la región pampeana. Se seleccionaron una serie de casos para analizar pormenorizadamente y reconstruir sus esquemas productivos, y los elementos estructurales y subjetivos, identitarios, que entran en juego en la configuración de las opciones que les han permitido sostener su actividad en un contexto de crecientes condicionamientos. Se consideran asimismo, las principales articulaciones económicas de las explotaciones a los espacios circundantes. El trabajo formula, a modo de comentarios finales, algunas reflexiones sobre la compleja posición (y situación) de la agricultura familiar en la actualidad.

Palabras clave: Diversificación productiva; Modelo agrario dominante; Producción familiar.

Abstract. The currently dominant agrarian model in the Pampas region has revived the discussion on the persistence of alternative ways of organizing production such as family farming. This paper aims to reflect on the position of family farming today, investigating in particular the ways in which these subjects achieve their social reproduction and the structural and socio-cultural aspects that condition them. For this, is made an analysis of the diversified family production in the department of Constitución, in the south of Santa Fe, an area of strong agricultural specialization, belonging to the so-called "core zone" of the Pampas region. A series of cases were selected to analyze in detail and reconstruct their productive schemes, and the structural and subjective, identity elements that come into play in the configuration of the options that have allowed them to sustain their activity in a context of growing conditioning. Also considered are the main economic linkages of the farms to the surrounding areas. The paper formulates, as final comments, some reflections on the complex position (and situation) of family agriculture today.

Keywords: Productive Diversification; Dominant Agrarian Model; Family Farming.

Original recibido el 28/08/2017
Aceptado para su publicación el 02/11/2017


 

1. Introducción

El agro pampeano argentino ha atravesado, en las últimas décadas, una serie de transformaciones tecnológicas y productivas de gran relevancia, en consonancia con cambios estructurales que se registraron a nivel nacional y mundial. Se desarrollaron nuevas formas de producción, más capital intensivas y crecientemente dependientes de recursos financieros, por la mayor necesidad de adquirir insumos externos a la explotación que permitan garantizar las tareas productivas siguiendo los nuevos parámetros tecnológicos. Junto a estos cambios se produjo una reorientación del perfil productivo de la mano de la agriculturización, y, en particular, de la especialización en un cultivo de fuerte demanda internacional como la soja (Bisang, Anllo y Campi, 2008; Teubal y Rodriguez, 2002). Todo ello impactó sobre la estructura social agraria, con una profundización de la tendencia hacia la concentración, que se hizo evidente en la región pampeana por la disminución de la cantidad de explotaciones y el incremento del tamaño medio de las existentes2 .

En este contexto de profundización de la lógica capitalista en el agro pampeano, recobra importancia el estudio de la persistencia de la agricultura familiar, incluyendo la capitalizada, que, desde fines del siglo XIX y durante buena parte del siglo XX, había tenido una marcada incidencia en la estructura social agraria pampeana. Así, el presente trabajo propone reflexionar sobre la posición de la agricultura familiar en la actualidad, indagando particularmente en los modos en que estos sujetos logran su reproducción social y los aspectos estructurales y socioculturales que los condicionan, lo que supondrá hacer referencia a las explicaciones sobre su persistencia.

Para ello, se presentan los avances de un estudio exploratorio sobre la producción familiar diversificada en el Departamento de Constitución, en el sur santafecino, zona de fuerte especialización productiva (agrícola, particularmente sojera) perteneciente a la llamada "zona núcleo" de la región pampeana. Tomando como referencia empírica los casos de tres explotaciones, se indaga en sus esquemas productivos y las lógicas que animaron la configuración de los mismos, con el objetivo de profundizar analíticamente en el fenómeno de la reproducción social de la agricultura familiar pampeana.

En función estos objetivos, en primer término, se presentan algunas discusiones conceptuales en torno a la agricultura familiar en la región pampeana. Luego se describe brevemente el enfoque metodológico utilizado y se realiza una caracterización general de la zona bajo estudio. A continuación, se analizan los casos en relación a sus prácticas de reproducción social. Por último, se presentan algunos comentarios finales a modo de reflexión general sobre la compleja posición (y situación) de la agricultura familiar.

2. La producción familiar en la región pampeana

La agricultura familiar, históricamente, ha hecho referencia a un fenómeno complejo que incluye a una amplia y variada gama de explotaciones. Sin embargo, buena parte de los autores que han realizado esfuerzos por caracterizarla, coinciden en señalar su particular organización del trabajo como rasgo definitorio central, ya que las unidades familiares se centran en el trabajo directo (manual e intelectual) del propio productor/a y su familia. Algunas definiciones aceptan que puede darse, además, la contratación de trabajadores asalariados (permanentes o transitorios), pero se tiende a considerar que las unidades familiares son aquellas en que el trabajo familiar prevalece. Esta centralidad de la mano de obra familiar se expresa materialmente en la yuxtaposición de la unidad doméstica y la unidad económica-productiva (Cloquell, 2005; Craviotti, 2000; Moyano Estrada, 2014). En base a estos rasgos es posible diferenciar la agricultura familiar de la empresarial; pero además, a partir de la posesión de cierto capital propio y de la posibilidad de acumulación que ello implica, es posible distinguirla de otros agentes sociales agrarios, como proletarios y campesinos (Archetti y Stölen, 1974; Balsa y López Castro, 2011). Asimismo, y más allá de las heterogeneidades que puedan existir en esta categoría  social, se ha sostenido que aquellos rasgos característicos se conjugan con una racionalidad peculiar, que implica que sus estrategias se definan con criterios no solo de racionalidad económica, sino también de "racionalidad social" (Moyano Estrada, 2014), asociada a la posibilidad de sacrificar (al menos relativamente) algunos retornos económicos. En ese mismo sentido, la explotación es percibida como un patrimonio de la familia que permite reproducir cierta posición en el espacio social (Craviotti, 2000; Gras, 2009). Esta serie de características singulares explican que, en general, la agricultura familiar sea identificada, explícitamente o no, como una forma de producción "no estrictamente capitalista". Sin embargo, estos rasgos no suponen que se trate de un fenómeno "no capitalista", sino más bien, al menos en buena parte de la región pampeana, de sujetos muy adaptados a la lógica capitalista pero que conservan ciertos rasgos que matizan su racionalidad económica formal (Weber, 1984).

Los rasgos de la agricultura familiar enunciados hasta aquí, históricamente, le han otorgado ciertas "flexibilidades" para generar estrategias adaptativas frente a los condicionantes externos. El actual contexto de fuerte intensificación productiva vía capital y aumento de escala, ha reavivado la discusión sobre hasta qué punto pueden conjugarse formas de organizar la actividad que permitan a estos actores sostener su posición social de agricultores familiares.

Diversos autores han señalado que los cambios tecnológicos, productivos y económicos ocurridos en el agro durante las últimas décadas fueron acentuando la heterogeneidad interna de los agricultores familiares (por escala y formas de organización), y se habría generado un quiebre, un desdibujamiento de los rasgos más característicos y de las prácticas más tradicionales a las que habían recurrido para permanecer en su posición social. Se ha llegado a afirmar que, en la mayoría de los casos, esto habría generado un desplazamiento hacia otros perfiles sociales (con rasgos de "empresarios medios", rentistas o contratistas, agricultores familiares de subsistencia -marginales-) (Gras, 2009). Por su parte, quienes han persistido con rasgos familiares habrían adquirido peculiaridades que pondrían en tensión su caracterización histórica. Entre esos elementos novedosos, los autores han señalado la disminución del compromiso de la familia en  el trabajo manual directo, su concentración en tareas de gestión y administración y la creciente asalarización de la mano de obra familiar (Moreno, 2014; Neiman, 2011), la pluriactividad, una mayor externalización de tareas (Balsa, 2006; Gras, 2004; 2009) y, para la zona que se considera en este trabajo, una fuerte tendencia a la especialización productiva (Cloquell, 2005; Craviotti, 2000).

En las actuales condiciones del agro pampeano se han configurado entonces una serie de tendencias dominantes que ponen cada vez más en cuestión la posición de las unidades familiares, pese a lo cual algunas de ellas persisten (Cloquell, 2013). Algunas líneas de investigación plantean que ha sido justamente el carácter familiar y la flexibilidad que esto supone en términos de manejo de la fuerza de trabajo al interior de la unidad productiva y de las decisiones en torno a consumo-inversión (por la combinación entre unidad doméstica y productiva), las claves que han permitido explicar la permanencia de este tipo de explotaciones y su adaptación ante los cambios en el contexto socio- económico (Gonzalez Maraschio, 2011 y Preda, 2006; por ejemplo).

Además, se ha señalado el importante rol del sostenimiento o profundización de la diversificación, tanto productiva como de las fuentes de ingresos de las familias (entre otros Idelangelo, Main y Prividera, 2011; López-Castro, 2012; López-Castro, 2013) y la puesta en práctica de actividades intensivas como el tambo, la cría de cerdos y la avicultura (García Presas, 2014; Guerra y Grosso, 2014; Vertiz, 2014). Esto, en ocasiones, se articuló también a la utilización de productos o subproductos de algunas actividades como insumos para otras (por ejemplo, uso de forrajeras o cereales cultivados en las explotaciones para alimentar animales propios). Estas cuestiones, diversificación productiva y de ingresos y circulación interna de insumos, se ha afirmado que ayudarían a fortalecer la autonomía operativa de las unidades productivas o, al menos a disminuir, en términos relativos, su vulnerabilidad frente al contexto económico en que se insertan.

Esta opción por esquemas económico-productivos diversificados se ha encontrado, de todos modos, principalmente fuera de la zona "núcleo" de la región pampeana. Por ello, resulta de particular interés iniciar una indagación sobre las prácticas socio-productivas que llevan adelante los productores familiares seleccionados para este estudio en el sur de Santa Fe, escenario paradigmático del nuevo modelo de negocios y de la especialización productiva (agrícola).

3. Perspectiva de abordaje y metodología

3.1. Algunas precisiones conceptuales

El presente trabajo centra su mirada en los sujetos sociales, abordando el análisis de la agricultura familiar del sur de la provincia de Santa Fe a partir de la reconstrucción de sus prácticas (materializadas en esquemas productivos) y los elementos estructurales y subjetivos que entran en juego en la configuración de las estrategias que les han permitido sostener su actividad en un contexto de crecientes condicionamientos. Se consideran asimismo, las principales articulaciones económicas de las explotaciones a los espacios circundantes.

Recurrir a los conceptos de prácticas y estrategias implica evitar los abordajes deterministas (tanto estructuralistas como subjetivistas) y buscar espacios de análisis en donde tanto los condicionamientos estructurales como las disposiciones subjetivas explican la construcción de las prácticas articuladas en el mediano y largo plazo. Las opciones económicas de estas familias se consideran, entonces, como parte de un sistema histórica y socialmente definido, y guiadas por "sentidos prácticos" (no necesariamente racionales en términos de costo-beneficio sino en otros planos), que son identificadas como posibles y deseables en base a disposiciones cristalizadas, a las limitaciones y posibilidades con que se encuentran los actores sociales en sus prácticas (Bourdieu, 1996). Por ello, para poder comprenderlas, se consideran los puntos de vista de los productores, el modo en que ellos mismos explican sus acciones y definen la situación en que se encuentran.

Considerando el objetivo que guía este trabajo, resulta de particular interés incorporar el concepto de "estilos de agricultura" que, desde la perspectiva de Van Der Ploeg3 , se refiere a las distintas lógicas productivas que guían el funcionamiento de los establecimientos rurales. Estos "estilos" son los modos específicos de estructuración de las relaciones sociales de producción en que las prácticas se asocian a un repertorio de valores culturales que, a su vez, son constantemente reafirmados y/o desafiados por esas prácticas. Los estilos productivos involucran, así, tres dimensiones fundamentales: nociones, valores y percepciones que guían a los agricultores para organizar las unidades de producción; una estructuración específica de la práctica agrícola; y también, un conjunto determinado de interrelaciones entre las unidades de producción y los mercados (Niederle et al., 2014; Van Der Ploeg, 2000).

Los modos en que se articulan las prácticas socioproductivas pueden ser analizados también desde el punto de vista de la resistencia que pueden oponer (de manera abierta o solapada) a las configuraciones sociotécnicas dominantes (Van Der Ploeg, 2007). En ese marco, Craviotti (2012a, 2014) ha llamado la atención sobre el hecho de que frente a las condiciones que impone el modelo de orientación "productivista" actualmente predominante en la región pampeana (adverso en buena medida a las formas de producción familiar), es posible pensar que las prácticas desplegadas por ese tipo de productores para lograr su reproducción social adquieren el matiz diferencial de la resistencia. Las formas en que se proyecta y se organiza la producción pueden expresar, según estas perspectivas, modos de resistencia práctica, más o menos racionalizadas, orientadas tanto a mantener cierta forma de producir como a reivindicar ciertos recursos simbólicos asociados al patrimonio inmaterial de las áreas rurales.

3.2. Metodología y breve caracterización de la zona bajo estudio

El enfoque metodológico que orienta este trabajo es esencialmente cualitativo, guiado por una lógica de investigación flexible. Se concentra en analizar un número acotado de casos, con la intención de ganar en profundidad analítica, sin pretender realizar generalizaciones estadísticas (Yin, 1984).

Se trata de un trabajo exploratorio, por lo que después de una primera indagación de la zona bajo estudio, se decidió realizar una indagación en profundidad sobre un número acotado de casos. Para ello se seleccionaron los casos de tres productores familiares diversificados4 , con quienes se logró construir una serie de datos pormenorizados que permitieron describir sus esquemas socioproductivos y aportar elementos analíticos para abordar la problemática de su reproducción social. Como herramientas de relevamiento se recurrió a la aplicación de una encuesta y a la realización de entrevistas, en reiteradas visitas a las explotaciones de los tres productores, ubicadas en las cercanías de la localidad Máximo Paz del Departamento Constitución, al sudeste de la provincia de Santa Fe.

A través de la aplicación de la encuesta fue posible reconstruir las actividades productivas (para el año agrícola 2014-2015) y las formas de organización del trabajo, los sitios de compra de insumos y servicios y los destinos de venta de la producción. Indagar en estos aspectos requirió el relevamiento de datos económicos sensibles, lo cual supuso una dificultad extra para la investigación. No obstante, se lograron registros consistentes y bastante completos de las operaciones realizadas por los productores en el período analizado. En las entrevistas y las observaciones, por su parte, se buscó profundizar en estos y otros aspectos que enriquecen la descripción de las unidades familiares y sus opciones económico-productivas, relevando dimensiones de orden simbólico que otorgaron indicios para identificar la lógica por detrás de esas opciones.

La zona donde se ubican las explotaciones de los productores entrevistados se encuentra, como se señalara anteriormente, al sudeste de la provincia de Santa Fe. Los suelos son allí, en general, de muy buena aptitud agrícola (Instituto Nacional de Tecnología Agropuecaria [INTA], 2011). En el mapa a continuación se señala la aptitud de los suelos del departamento y se identifican las localidades que lo componen.

Mapa 1. Capacidad productiva de las tierras para uso agrícola. Departamento Constitución (Santa Fe, Argentina)
Fuente: INTA EEA Rafaela.

El mapa permite visualizar la gran cercanía entre los centros poblados, producto del proceso de colonización de la zona, que resultó en un importante entramado de asentamientos y contribuyó a configurar los rasgos históricos de la estructura agraria del sur santafecino, caracterizada por la relevancia de las unidades familiares (Cloquell, 2005). Sin embargo, en la actualidad, esa organización social del espacio con gran interconexión y diversidad productiva ha trastocado en un paisaje con predominio de los campos cultivados con soja y otros cereales u oleaginosas, un tapiz verde sin alambrados. Este registro visual ayuda a verificar que, a pesar de su extensa y nutrida "historia chacarera" (entre otras cosas, fue escenario del Grito de Alcorta), la región no ha estado exenta del proceso de agriculturización y de concentración productiva que se profundizó a partir de los '80, continuando (por diversas razones) hasta la actualidad5 .

En el marco de los cambios ocurridos en la zona en los últimos años, se han desarrollado una serie de estudios sobre las transformaciones en la estructura agraria, en las prácticas productivas y los efectos de estos procesos en los centros urbanos locales (Arrillaga y Delfino, 2009; Bidaseca y Gras, 2009; Cloquell, 2014; Manildo, 2012). Por ejemplo, en Cloquell (2007) hay un estudio centrado en la producción familiar del sur de Santa Fe en la década del 2000 que da cuenta de las condiciones cambiantes tanto de la actividad agraria como del perfil de tales actores, señalando que la tendencia hacia la concentración de la tierra y del capital tuvo por resultado el desplazamiento de un número importante de pequeños productores familiares, firmas comerciales, cooperativas y fuentes de financiación. Para las autoras de ese artículo, en 2007, las familias producían bajo condiciones muy diferentes a aquellas en las que lo habían hecho sus padres, encontrando los cambios más notorios en las características del entramado productivo, el creciente dominio del capital sobre el territorio santafesino y la sustitución de actividades diversificadas por la expansión sojera. En una línea similar, trabajos como los de Gras (2009) y Craviotti (2000) destacan que, en el nuevo contexto, los productores familiares vieron reducidas sus oportunidades de reproducción social y sufrieron un quiebre en sus estrategias socioproductivas. Así, se ha señalado que los productores del sur de Santa Fe se han vuelto "sojeros", denominación que resulta de una fuerte tendencia a la especialización productiva pero también de una redefinición en términos identitarios, que supone el dejar de ser "chacareros", el desplazamiento de la agricultura familiar (Gras, 2009; Gras y Bidaseca, 2009). En general, los estudios mencionados han planteado que frente a la fuerte presión de condicionantes externos, los productores familiares del sur de Santa Fe que lograron sostenerse en la actividad han tendido, en su gran mayoría, a desarrollar estrategias adaptativas dirigidas a la adopción de esquemas especializados productivamente (con gran predominancia de la soja) y a la adopción de esquemas o rasgos más empresariales.

De cualquier forma, esos mismos trabajos reconocen y resaltan que la agricultura familiar puede tener, aún en estos contextos, una considerable versatilidad y heterogeneidad que sugiere, en consonancia con lo señalado por Craviotti (2012b), la necesidad de analizar las configuraciones que ha ido adoptando. Es en relación a ello que resulta relevante una primera aproximación empírica a los casos de productores con estrategias productivas que relativizan las tendencias reseñadas. En ese sentido, se analizarán los rasgos que presentan sus esquemas productivos, las posibilidades de reproducción social que pueden asociarse a los mismos, y las percepciones de los propios actores sobre su posición social. Se presentan a continuación, entonces, casos cuya trayectoria no responde exactamente a las tendencias generales mencionadas para esta área de la "zona núcleo": productores familiares diversificados con una lógica socio-productiva relativamente alternativa a las tendencias dominantes.

4. Aproximación a la producción familiar diversificada del sur de Santa Fe

4.1. El carácter familiar de las unidades diversificadas analizadas

En este apartado se presentan las principales características de las tres unidades productivas analizadas, haciendo especial énfasis en el modo en que organizan sus esquemas productivos y de ingresos y, secundariamente, los vínculos económico- productivos que sostienen.

En la Tabla 1 se presentan algunos de los rasgos de las familias productoras que componen los casos bajo estudio.

Tabla 1: Características de las familias entrevistadas y sus explotaciones.

Nota: (1) Sin discriminar si tienen o no vinculación con la explotación.
Fuente: Elaboración propia en base a datos relevados durante encuestas y entrevistas.

Como puede observarse, todos los productores entrevistados y sus familias residen en Máximo Paz y se trasladan diariamente a sus campos, ubicados a una distancia de entre 10 y 15 km de aquella localidad. Los grupos familiares de estos productores están compuestos por la familia nuclear y poseen, relativamente, pocos miembros. El caso 3, por su parte, presenta la particularidad de que existen dos hogares diferentes (que poseen relaciones de consanguinidad) vinculados a la misma explotación.

En ninguno de los tres casos la superficie total operada supera las 150 ha, por lo que se trata de explotaciones relativamente pequeñas, e incluso el caso 2 opera una superficie que apenas supera las 50 ha. Estas familias sostienen su actividad en unidades cuyas superficies han sido señaladas como insuficientes para permitir la persistencia. Cloquell (2005) al estudiar la misma zona, divide a las explotaciones familiares en dos categorías: por encima y por debajo de las 200 ha, afirmando que estas últimas -en el marco del modelo de producción predominante en la región- poseen dificultades para expandirse y serias limitaciones para encontrar estrategias de reproducción social. Es decir, desde esta óptica y en razón de la superficie operada, estos casos serían los más vulnerables y, más aún si se considera que las explotaciones que trabajan las familias entrevistadas poseen un régimen de tenencia mixto. Para los productores 1 y 3, la superficie bajo arrendamiento es proporcionalmente muy importante, llegando incluso a superar las hectáreas que poseen en propiedad. De cualquier forma, para los tres casos una parte importante de esa superficie es arrendada a familiares, lo cual se traduce, en estas experiencias, en la existencia de diversos acuerdos monetarios.

En lo que refiere a la tierra, también es necesario resaltar que estos productores sostienen con ella un vínculo en tanto patrimonio familiar. Si bien en estos casos los mecanismos de transmisión de la herencia no lograron garantizar la conservación de explotaciones en propiedad con un tamaño adecuado para la manutención de un grupo familiar, la existencia de acuerdos monetarios entre familiares para formalizar arrendamientos ha permitido que estas familias logren acceder a la tierra. Para dar continuidad a las explotaciones se realizaron, entonces, acuerdos económicos relativamente formales, que resultaron en esquemas societarios entre familiares (entre padres e hijos o entre hermanos).

Ese tipo de acuerdos, que suponen la complejización del trabajo de gestión y una mayor mercantilización de los vínculos (Craviotti, 2000), resultan en línea con los procesos de progresiva separación entre los aspectos  domésticos y productivos  en las explotaciones familiares que señalan diversos estudios. Sin embargo, por otro lado, no implican la adopción lineal de una racionalidad puramente mercantil sino que persisten en ellos otras lógicas que conviven con el cálculo de los costos de oportunidad de la tierra en tanto factor productivo. Tal como los propios entrevistados sostienen, los acuerdos de arrendamiento entre familiares (aun cuando se establezcan con mayor formalidad) presentan "ventajas" vinculadas a la flexibilidad en el monto de los alquileres y en la regularidad de los pagos, además de una mayor estabilidad provista por la existencia de un vínculo de parentesco. Estas prácticas podrían ser consideradas como una evidencia de que persiste entre estas familias una concepción que asocia la tierra a un "patrimonio familiar".

Resulta fundamental considerar, por otro lado, cómo se ubican las unidades analizadas respecto al otro rasgo que caracteriza a la agricultura familiar, el aporte de fuerza de trabajo. En estas unidades productivas el principal aporte de mano de obra lo realizan uno o más miembros de las familias, y solo en uno de los casos se registró la incorporación de un trabajador asalariado permanente (contratación de trabajo directa), acompañado por el aporte cotidiano de fuerza de trabajo de dos miembros de la familia. Además, en todas las explotaciones se contratan servicios de terceros para una o dos labores, es decir, trabajo asalariado indirecto. Esta decisión en general se toma por no contar con maquinaria adecuada y/o con fuerza de trabajo suficiente para realizar tareas puntuales: se contratan las labores de fumigación y cosecha y ocasionalmente el servicio de corte de pasturas y confección de rollos. Asimismo, contratan asesoramiento de veterinarios, agrónomos, y de comercializadores de insumos (de suplementos animales, por ejemplo).

Las prácticas de estos productores en relación a la contratación de servicios coinciden con lo planteado ya por otros autores (Cloquell, 2007; Lopez Castro, 2013), quienes sostienen que en las explotaciones pequeñas se tiende a resolver las tareas productivas en base al manejo de recursos propios (materiales y simbólicos), a la utilización de las maquinarias existentes en su dotación y contratando servicios sólo para algunas labores puntuales. En los casos analizados, si bien se recurre a la contratación de tareas para resolver etapas productivas críticas (como la cosecha), en términos de tiempo de trabajo sigue predominando fuertemente el trabajo directo aportado por los propios productores cotidianamente.

Los rasgos mencionados hasta aquí permiten afirmar que estos productores se reproducen socialmente como familiares, a pesar de ver condicionadas sus posibilidades.

4.2. Esquemas productivos y persistencia de la agricultura familiar

Para continuar analizando otros elementos que se ponen en juego en el proceso  de reproducción social de estos productores agropecuarios del sur santafesino es necesario resaltar que la diferenciación social y la configuración de las distancias y posiciones sociales no ocurren de modo idéntico en el tiempo (ni en el espacio), sino que están relacionadas con los diversos escenarios socio-económicos (Gras, 2009). Y, es en esos diferentes contextos que resulta necesario visualizar la capacidad de agencia de los actores, considerando las posibilidades de adaptación/resistencia a tales contextos. En particular, las alternativas frente a las configuraciones predominantes pueden expresarse en el terreno de las formas de producción (Craviotti, 2012a). En ese sentido, se considera relevante retomar la noción de estilos de producción, que, como se mencionó antes, requiere tener en cuenta, por un lado, las prácticas agrícolas que configuran los esquemas productivos; por otro lado, las nociones, valores y percepciones que guían la organización de las unidades productivas; y, por último, las relaciones con los mercados.

Para analizar las prácticas de estos productores, además de los rasgos familiares ya descriptos, se analizan los esquemas productivos de sus explotaciones, considerando para ello los aspectos que Van Der Ploeg (2000) relaciona a la idea de estilos de agricultura.

Tal como es posible apreciar en la Tabla 2, las unidades productivas analizadas recurrieron a esquemas mixtos, con un peso importante de las producciones agrícolas y ganaderas (vacuna), con diverso grado de diversificación de las actividades (por cultivos, tipo de actividad ganadera -cría/engorde-, tipo de ganado, realización de otras actividades agrarias complementarias como avicultura, cría de lanares, etc.). Asimismo, en dos de los casos se identificaron aportes de ingresos a los hogares, provenientes de actividades extraprediales no agropecuarias. En ambas familias pluriinsertas6 , son las mujeres quienes poseen trabajos fuera de la explotación, hecho que podría asociarse a que se encuentran menos vinculadas al trabajo cotidiano en la explotación. En cambio, no se identificaron actividades no agropecuarias realizadas en el mismo predio, ni tampoco agropecuarias extraprediales.

Tabla 2. Actividades desarrolladas por las familias entrevistadas (prediales y extraprediales). Campaña 2014-2015.

Fuente: elaboración propia en base a encuestas y entrevistas con familias productoras.

En lo que respecta al peso relativo de los ingresos prediales y extraprediales, en tres de los cuatro hogares incluidos en la investigación, el dinero proveniente de la actividad agropecuaria constituye el principal sustento de la familia. En el restante, el trabajo asalariado de la mujer representa el ingreso principal, mientras que la actividad agropecuaria resulta complementaria (aporta un 30% menos ingresos que el trabajo en relación de dependencia en el pueblo). Es decir que, a diferencia de lo que han mostrado otros estudios en relación a los productores de pequeña escala (Craviotti, 2000; Gras, 2009; Niederle et al., 2014; Van Der Ploeg, 2000), estos casos no han recurrido a la pluriactividad como estrategia para la persistencia de las explotaciones, y centran su sustento diario y el sostenimiento de los procesos productivos en los beneficios de las actividades que desarrollan dentro de los predios.

El sostenimiento de esquemas diversificados conlleva el incremento de la carga de trabajo, que como se indicó con anterioridad, recae sobre los/las trabajadores/as familiares. Las tareas son resueltas, en la medida de lo posible, con maquinarias propias y recurriendo a la contratación de servicios solo para labores puntuales. Esta opción les ha facilitado resolver tramos críticos de la producción sin incurrir en grandes inversiones de capital fijo. Al adoptar innovaciones tecnológicas, de procesos y de insumos, lo han hecho adaptándolas a sus propias capacidades económicas y saberes: contratan asesoramiento de veterinarios, agrónomos y de comercializadores de insumos para planificar y organizar las actividades; incorporan mayor cantidad de insumos externos; y han adaptado maquinaria con la que ya contaban (modificaron sembradoras convencionales para "hacerlas de directa" y convirtieron carros en "tolvas", por ejemplo).

Estas prácticas, junto con la ya mencionada contratación de labores, han permitido a estos productores introducir cambios en la forma de hacer agricultura, a través  de la siembra directa (y las aplicaciones de agroquímicos asociadas a ese sistema de labranza) e innovaciones en la producción de forrajes. En la actividad ganadera, por su parte, han incorporado alternativas de mayor intensificación, tanto en la producción vacuna como porcina, entre ellas la "terminación a corral", la combinación de suplementación dietaria y engorde a campo, la sincronización de pariciones y el destete precoz.

Estas opciones productivas y de manejo se han combinado con rasgos que permiten señalar que, para estos casos, el proceso de modernización ha supuesto algunas de las características que se ha mencionado que marca la bibliografía relacionada a las transformaciones de la agricultura familiar, como lo es el mayor peso que ha ido cobrando la incorporación de saberes expertos, la dedicación de la familia a tareas de gestión y administración y también un manejo de las decisiones, en el que toma cada vez más importancia el "hacer los números"7 . Para ilustrar este punto resulta pertinente la siguiente nota de campo realizada en una de las visitas a la explotación del caso 1 (Octubre 2015): [el titular de la explotación] cuenta que mantiene cajas separadas con las diferentes actividades. Lleva el registro de entradas y salidas -de productividad- "por actividad y no por lote", a partir de las recomendaciones que   le hiciera un profesional en un curso que realizó hace algunos años. Esa forma de registro y control le resultó mucho más adecuada para la gestión de recursos y el control de la producción (Nota de Campo [NdeC], caso 1).

Sin embargo, existen otros aspectos en que estos casos se alejan de las tendencias señaladas por la bibliografía y que resultan relevantes para dar cuenta de la específica forma en que estructuran su práctica agropecuaria. Por ejemplo, frente al avance de la externalización creciente de tareas como método paradigmático para "subirse a la ola" modernizadora, el trabajo físico de los propios productores (además del de gestión) sigue siendo el eje sobre el que se estructura la producción. Es evidente que el proceso de trabajo se ha complejizado, pero al mismo tiempo sigue internalizado en gran medida. Es decir, estos casos asumen rasgos que Gras (2009) definiría como más cercanos a los de "empresarios familiares" en relación a la incorporación de tecnología y a la importancia de criterios financieros y técnicos en la toma de decisiones, pero siguen siendo agricultores familiares no sólo en relación al aporte de mano de obra sino también porque, como se desarrollará a continuación, aquellos rasgos conviven (en una tensión que logran ir resolviendo) con la puesta en marcha de una lógica no puramente mercantilizada y con la movilización de los saberes heredados en las decisiones productivas.

Para profundizar en este aspecto es pertinente hacer referencia a otro de los elementos que Van Der Ploeg (2000) señala como definitorio de los estilos de producción: los valores o "tradiciones" en que se sustentan las prácticas agrícolas. Las características de los esquemas productivos de las explotaciones estudiadas están en gran medida vinculadas a la tradición chacarera de los productores a cargo y la diversificación puede ser interpretada, entonces, en ese sentido: cobra legitimidad no sólo por ser conveniente económicamente sino también porque les permite una reafirmación identitaria, al estar asociada a su tradición chacarera (a "laburar el campo").

Esa disposición a sostener un ser y un saber hacer heredado se evidencia en los testimonios de los entrevistados y muestra la búsqueda de alternativas que permitieran sostener (de manera económicamente rentable) esquemas mixtos en un contexto de especialización agrícola muy fuerte. Uno de los entrevistados marcaba la combinación del carácter heredado y la necesidad de adaptación al contexto en la configuración de sus opciones productivas, ya que el trabajo en la explotación se organizó siempre sobre la "alternativa de "poner los huevos en varias canastas", como decía mi abuelo […] ahí uno empieza a mamar la cosa, a saber cómo es la chacra mixta [...] así que por empezar, fue una cosa de tradición. Después [según el contexto] se fue acompañando por la cultura del suelo […] acomodarlo, reacomodarlo, una cosa u otra" (Entrevista, caso 1).

En esa misma línea, la reivindicación de la actividad ganadera se constituyó en una especie de práctica resistente (más o menos racionalizada como tal), que además permitió continuar produciendo sin incrementar los costos de manera drástica y disminuyendo, relativamente, los riesgos de la actividad económica. Como afirmaba uno de los productores entrevistados "Era muy difícil en esos años [desde finales de los '80] llegar a empatar la soja, la consigna nuestra siempre fue no superarla, pero sí empatarla, sí empatarla, sí empatarla. Empecinados porque no queríamos vender las vacas, no queríamos […] Uno ya nació y se acostumbró a todo esto" (Entrevista, caso 1). El productor a cargo de la explotación 2, por su parte, señalaba al respecto: "la agricultura tiene costos más altos y siempre me gustó más la hacienda, trabajar en la hacienda más que en la agricultura. A mi viejo le gustó y yo seguí el camino de él" (Entrevista, caso 2). Por último, en el caso 3 también pudo percibirse esta preferencia, como un rasgo de continuidad con la historia familiar. Al respecto, como se apuntaba en una nota de campo (registrada en octubre de 2015) "[el productor] (hablando de su propia historia) afirma que hacer ganadería siempre implicó "laburar el campo", mientras que la actividad agrícola para él no es "laburar el campo verdaderamente", sino "sólo" sembrar y cosechar" (NdeC, caso 3).

Si bien para varios/as autores/as las estrategias que habían resultado eficientes en el pasado no permitirían ya reproducir la posición social de agricultura familiar en  el nuevo contexto, también se ha señalado que, en algunos casos, las estrategias, saberes y competencias 'tradicionales' de los agricultores familiares son puestas a jugar en el nuevo contexto, adquiriendo nuevos rasgos (Craviotti, 2000; López Castro, 2012; Van Der Ploeg, 2000). Esto permite comprender la situación de los productores considerados aquí, para quienes la diversificación, una estrategia "tradicional" de la agricultura familiar, sigue siendo exitosa ya que les permite continuar generando recursos suficientes para su reproducción social. Como se indicara con anterioridad, "lo heredado", los saberes y formas de hacer aprendidos en su mundo chacarero parecen gravitar significativamente entre los motivos que han animado sus decisiones productivas.

Pero, al mismo tiempo, parece haber en los mismos actores una percepción muy fuerte respecto a que, como afirma Balsa (2006), ese mundo en gran parte se habría desvanecido. Por ello la estrategia de la diversificación productiva, para resolver con éxito su reproducción social debe ser aggiornada, lo que en estos casos supone adoptar esquemas productivos más mercantilizados, incorporar innovaciones tecnológicas que implican mayor utilización de insumos externos y que, por estas características, requieren "hacer números" constantemente8 .

Además, y en consonancia con lo señalado para unidades familiares persistentes en otras zonas de la región pampeana, la profundización de la diversificación de las explotaciones (partiendo de esquemas tradicionales mixtos) se vio incentivada también por la posibilidad de incluir a las nuevas generaciones en el proyecto económico familiar. Esto resulta muy claro en el caso 3, en que, para propiciar la integración de la hija del productor y su familia y generar ingresos que aportaran al mantenimiento de otro hogar, se incorporaron nuevas actividades (cría y engorde de lechones y producción de huevos). Es decir, se optó por la diversificación en vez de la intensificación y/o expansión de algunas de las actividades que se realizaban con anterioridad en el campo (agricultura y ganadería de ciclo completo). Los motivos que guiaron la opción por esta alternativa fueron diversos, según lo planteado por los propios productores: desde el menor capital inicial que requerían esas actividades y la posibilidad de incorporarlas "de a poco", la oportunidad de establecer un arreglo económico "más claro" entre los dos hogares, hasta el propio gusto y conocimiento/experiencia de los familiares que se incorporaban en esas actividades, porque ellas supondrían, en sus propias palabras, "estar en el campo". Puede señalarse, entonces, que en este caso la diversificación permitió conjugar, sobre una misma unidad productiva, actividades bajo la responsabilidad de diferentes miembros de la familia e ingresos y dedicación de tiempos de trabajo relativamente autónomos, sin ir en detrimento de la colaboración y el trabajo conjunto para algunas tareas o en momentos puntuales. Considerando todos los elementos señalados hasta aquí, cabe agregar que estos productores se perciben a sí mismos como "resistentes" frente a las tendencias dominantes y resaltan además la flexibilidad que otorga la diversificación de actividades, al compensar riesgos de mercado y climáticos. Por ejemplo, uno de los entrevistados afirmaba que por la forma de organizar la producción y la insistencia en continuar trabajando diariamente en la explotación se sentía el "único loco" que además de conservar un rodeo de animales invierte en infraestructura, considerando que en los alrededores hay "solo taperas" y campos con agricultura (caso 2). En un sentido similar, otro de los productores describía el efecto de despoblamiento de los territorios que produjo el avance de la agricultura y el lugar en que han quedado las unidades organizadas en base a esquemas diversificados: "hay que decirlo, el boom de la soja barrió con todo. Y quedamos como una isla, las chacras mixtas quedamos como una isla, la soledad, se despobló, se fueron todos. […] Faltan alambrados, faltan aguadas, faltan molinos, falta el productor que vaya al campo" (Entrevista, caso 1).

Un último punto a señalar respecto del modo particular en que funcionan estas explotaciones es el referido a los vínculos socioeconómicos que sostienen con otros actores (Tabla 3). De acuerdo a lo relevado en la encuesta fue posible advertir que los intercambios se concentran fundamentalmente en el espacio local o cercano y mediados por relaciones personales, sin que ello implique ausencia de cálculo económico, análisis de costos y búsqueda de las mejores opciones de precio.

Tabla 3. Vínculos de intercambio asociados a los esquemas productivos diversificados.


Fuente: elaboración propia en base a entrevistas y encuestas.

Según se desprende de la Tabla 3, tanto para emprender alguna actividad como para el sostenimiento cotidiano de las tareas (contratación de servicios, compra de insumos, y venta de la producción), tienden a tener una fuerte inserción en el espacio local, pero éste no se limita sólo a la localidad más cercana y en la que habitan, sino que se extiende a una serie de localidades vecinas con las que también poseen lazos. Pero, cuando las condiciones de mercado y la confianza en esos canales de comercialización lo habilitan, los intercambios pueden volverse  más impersonales y no directamente vinculados al espacio local. Por ejemplo, en dos de los casos se vende periódicamente ganado vacuno a frigoríficos de Rosario, pero esta transacción se realiza mediante intermediarios locales, por lo que supone algún vínculo personal con actores asentados en el espacio local inmediato.

Estos productores plantean una valoración positiva de la proximidad de los espacios de intercambio y provisión pero también señalan la necesidad de que éstos sean flexibles ante el surgimiento de nuevos requerimientos de la actividad, tanto en los productos que ofrecen como en el financiamiento, y puedan resolver demandas concretas de los productores más que delimitar y condicionar la oferta disponible.

Esas articulaciones, en las que suele jugar un rol destacado la confianza y el conocimiento mutuo, señalan la circulación por los territorios de proximidad tanto de dinero, insumos y productos como de conocimientos expertos y prácticos que sostienen la posibilidad de una vida económica activa y con rasgos locales propios.

A partir de lo desarrollado hasta aquí resulta evidente que las prácticas y racionalidades de los actores analizados presentan rasgos que se apartan de las tendencias socio-productivas dominantes en el agro de la región. Estos productores familiares logran reproducirse socialmente como tales, adoptando algunos elementos de aquel modelo como la mayor incidencia de insumos externos, el peso del conocimiento experto y la tercerización de labores, entre otros, pero afirmados en una lógica aso- ciada a elementos identitarios de su tradición chacarera.

5. Comentarios finales

El presente trabajo se propuso reflexionar sobre la posición de la agricultura familiar en el marco de las transformaciones del agro pampeano actual, indagando particularmente en los modos en que aquellos sujetos logran su reproducción social, en el marco de fuertes tendencias a la concentración y especialización productivas.

Con este fin se consideró pertinente, por un lado, retomar el concepto de estrategias, para explicar la construcción de prácticas sostenidas y articuladas por los productores familiares tanto en relación a condicionamientos estructurales como a disposiciones subjetivas; y, por otro lado, se incorporó el concepto de "estilos de agricultura", formulado por Van Der Ploeg, para analizar las prácticas socioproductivas que movilizan los productores familiares estudiados.

Es posible advertir que los productores que se analizaron presentan rasgos que permiten seguir considerándolos como familiares, con una lógica que se aparta parcialmente de las tendencias generales del agro de la región y también de algunas de las estrategias adaptativas que, según estudios anteriores sobre el sur santafecino, serían las que suelen poner en marcha los productores con trayectorias familiares para sostenerse en la actividad en esta zona (la especialización productiva y la adopción de rasgos más empresariales). Los casos estudiados, por su parte, sostuvieron y/o profundizaron esquemas productivos diversificados (por lo menos mixtos, combinando el cultivo de cereales y la producción ganadera), característicos del tradicional funcionamiento de las chacras pampeanas, y movilizaron para ello recursos materiales y simbólicos asociados a su identidad chacarera. Pero en los esquemas socio-productivos que construyen los casos analizados también se ponen a jugar algunos rasgos asociados al nuevo modelo, lo que se vincula a que las posiciones sociales no se reproducen de modo idéntico en el tiempo (y el espacio) sino que están en relación con los diversos escenarios socio-económicos. Asimismo, se ha constatado que para estos casos existe además una particular lógica de uso y ocupación del espacio, que supone "laburar el campo", y donde estas unidades diversificadas familiares resuelven buena parte de su funcionamiento y realización de ganancia en los territorios locales, lo cual permite inferir su potencial aporte a la dinámica de sus economías.

Este estudio ha buscado cierta profundidad analítica, de ahí el acotado número de casos que se han tomado, y no ha pretendido entonces refutar otras investigaciones sino más bien aportar a una reflexión sobre los márgenes de acción y las posibilidades de construir prácticas alternativas frente a las tendencias dominantes. Estos productores se pueden entender entonces no sólo como la persistencia de una lógica vinculada a otro modelo agrario sino también como una forma de resistencia práctica de la agricultura familiar en el contexto del capitalismo agrario pampeano actual, que ha intensificado los procesos de concentración y de homogeneización de los esquemas socio-productivos. Y se considera relevante resaltar esa coexistencia, en tensión más o menos evidente, y disputando de alguna forma espacios geográficos. Se trata, como se dijo, de una "resistencia práctica" por parte de estos actores frente a las lógicas que resultan dominantes en el agro pampeano debido a que ella opera en el plano de los estilos de producción; aunque estos productores se perciben a sí mismos como resistentes, lo que los llevaría a reafirmar sus opciones productivas.

Aun en medio de un proceso que no parece favorecerla, no puede negarse que la producción diversificada y con anclaje local existe. Y si bien no es posible aún cuantificar su peso, ello no impide reconocer el papel fundamental que podrían tener este tipo de unidades en la configuración de una matriz socio productiva más diversa y menos concentrada que la que propone (e impone) el modelo concentrador.

Para terminar, puede plantearse que cobran interés dos interrogantes fuertemente interconectados para ser puestos en discusión: por un lado, si estas estrategias relativamente alternativas al modelo hegemónico pueden replicarse y, por otro lado, qué condiciones deberían darse para que esta "disputa práctica" sobre el modelo de agro se vuelva una disputa más explícita, es decir acompañada por discursos que articulen esta capacidad crítica y propositiva que siguen teniendo algunos esquemas familiares de producción en el agro.

Notas

1. Este estudio se enmarca en una experiencia de trabajo conjunto entre investigadoras/es de la Universidad Nacional de Quilmes y del Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar (IPAF) Región Pampeana del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria). La investigación se realizó como parte del Proyecto "Modelos de desarrollo agrario en tensión: historia presente y perspectivas en la cuestión agraria en la región pampeana y el espacio pampeano (2011-2015)", dirigido por el Dr. Javier Balsa, que contó con financiamiento de la Secretaría de Investigaciones de la Universidad Nacional de Quilmes.

2. El análisis comparativo entre los Censos Nacionales Agropecuarios (CNA) de los años 1988 y 2002, muestra esta tendencia, que resulta una profundización del proceso que se evidenciaba ya  al comparar los CNA 1969 y 1988. En la actualidad, la falta de datos estadísticos actualizados y confiables impide realizar afirmaciones respecto al modo en que ha evolucionado este fenómeno. Sin embargo, estimaciones parciales y análisis de tipo cualitativo permiten deducir que el proceso de concentración ha continuado avanzando.

3. Según Niederle, Fabiano y Conterato (2014) esta noción fue originalmente desarrollada por Hofstee, y retomada en los '90 por Van Der Ploeg para fundamentar un modelo de análisis de los factores de la diversidad de la agricultura europea.

4. Las explotaciones fueron seleccionadas a partir criterios teóricos: rasgos que permitieran describirlas como "unidades familiares" y que presentaran esquemas productivos, al menos, mixtos.

5. Si se analizan los datos de los CNA 1969, 1988 y 2002 para el Departamento Constitución, resulta evidente el proceso de disminución constante de la cantidad de unidades productivas y el incremento de la superficie media de las mismas. El número total de explotaciones agropecuarias (EAPs) pasó de 3.413 (1969), a 2.167 (1988) y 1.641 en el último registro confiable (2002), mientras que la superficie media pasó de 89 ha (1969) a 130 ha (1988) y 164 ha (2002). Esto implica que, para 2002 solo quedaban alrededor del 50% de las explotaciones existentes en 1969 y la superficie promedio había aumentado más del 90%. Si bien no existen estimaciones estadísticas más recientes, la continuidad de la tendencia es apreciable a partir de gran cantidad de estudios cualitativos.

6. Según lo plantean Cucullu y Murmis (2003), el término pluriinserción cubre tanto los casos en que el titular de la explotación tiene personalmente otras fuentes de ingreso y el hogar recibe además aporte de miembros que trabajan independientemente de la explotación, como los casos en que hay aportes a la explotación por parte de familiares sin que el titular se dedique a otra actividad fuera del predio.

7. Como por ejemplo señalan Gras, 2009 y Craviotti, 2000.

8. Todos contratan asesoramiento de agrónomos, veterinarios y contadores; cuyas opiniones técnicas y financieras son importantes para tomar decisiones productivas (y económicas) en la explotación.

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