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SaberEs

versión impresa ISSN 1852-4418versión On-line ISSN 1852-4222

SaberEs vol.10 no.1 Rosario jul. 2018

 

ARTÍCULOS

Concentración económica en cadenas agroindustriales de Misiones, Argentina: yerba mate, te y mandioca1

 

Economic concentration of agroindustrial chains in Misiones, Argentina: yerba mate, tea and mandioca

Carla Traglia*
Matías Vidal**
Javier Gortari***
Víctor Rosenfeld****
Alejandro Oviedo*****

 

* Universidad Nacional de Misiones (UNaM), Argentina; Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Argentina.
Contacto: carlatraglia@gmail.com
** Universidad Nacional de Misiones (UNaM), Argentina. Ministerio de Agroindustria de la Nación, Argentina.
Contacto: matiasvidal.mail@gmail.com
*** Universidad Nacional de Misiones (UNaM) Argentina.
Contacto: javier_gortari@hotmail.com
**** Universidad Nacional de Misiones (UNaM), Argentina.
Contacto: vicrosen@yahoo.com.ar
***** Universidad Nacional de Misiones (UNaM), Argentina.
Contacto: oviedoalejandrodaniel@yahoo.com.ar

 


Resumen. El perfil de las inversiones efectuadas en la región en los últimos 40 años contribuyó a profundizar el proceso de concentración de los recursos económicos, tanto en el agro como en la foresto-industria. Las políticas económicas neoliberales agudizaron estas tendencias, posibilitando una acelerada concentración de los canales de comercialización, que produjeron una abrupta caída de los precios de los productos agropecuarios, la precarización de las condiciones de trabajo agrario, el aumento de la desocupación y la expulsión de numerosos productores de sus tierras. En este artículo describimos y analizamos tres de los principales encadenamientos agroindustriales desplegados en el territorio de Misiones -yerba mate, té y mandioca- advirtiendo su importancia en la economía agraria contemporánea, así como la agudización de las desigualdades entre trabajadores agrarios, productores agropecuarios y las empresas involucradas en los procesos de elaboración y comercialización. En este sentido, sumado a las transformaciones en la organización de las actividades y las relaciones laborales, este trabajo indaga en las tendencias hacia la concentración económica en dichas actividades.

Palabras Clave: Encadenamientos agroindustriales; Trabajo agrario; Economías regionales.

Abstract. The profile of the investments made in the region in the last 40 years, contributed to deepen the process of concentration of economic resources, both in agriculture and in forestry industry. The neoliberal economic policies stressed these tendencies, allowing an accelerated concentration of marketing channels, which produced a sharp drop in the prices of agricultural products, producing the consequence of precariousness of agrarian labor conditions, the increase in unemployment and the expulsion of many producers of their lands. In this article we describe and analyze three of the main agro industrial linkages deployed in the Misiones territory –mate, tea and cassava- noticing its importance in the contemporary agrarian economy, as well as the worsening of inequalities between agrarian workers, agricultural producers and companies involved in the production and marketing processes. In addition, besides the transformations in the organization of agricultural activities and in labor relations, this work inquiries into trends towards the economic concentration of agricultural activities addressed.

Keywords: Agroindustrial linkages; Agrarian Work; Regional economies

Original recibido el 04/08/2017
Aceptado para su publicación el 10/10/2017


 

1. Transformaciones productivas en las cadenas agroindustriales

En Misiones, Argentina, la producción de yerba mate, te y mandioca han sido consideradas históricamente como productos de las economías regionales, cultivados mayoritariamente por agricultores familiares diferenciándose de otras producciones agropecuarias con una acelerada concentración en grandes explotaciones, como el arroz y la soja2 . Centramos el análisis en estos tres encadenamientos agroindustriales con base en el territorio de Misiones, contrastando su importancia en la economía agraria contemporánea en un contexto caracterizado por la agudización de las desigualdades entre trabajadores agrarios, productores agropecuarios y empresas involucradas en los circuitos de elaboración y comercialización, resultado de los procesos de concentración y extranjerización de la economía en general (Rofman y García, 2014).

Las características agronómicas y las dificultades para mecanizar la cosecha de acuerdo a la tecnología disponible, demoraron el avance de grandes capitales sobre la etapa primaria, explicando en parte la continuidad hasta nuestros días de decenas de miles de agricultores familiares. Sin embargo, esta característica también debe ser analizada en relación a la implementación de políticas públicas desde principios del siglo XX, como la intervención activa de organismos reguladores tales como la Comisión Reguladora de la Yerba  Mate (CRYM) y el Mercado Consignatario3 ,  los cuales  buscaron morigerar  el impacto  de la concentración en los eslabones  de industrialización y comercialización sobre los productores primarios. En 1974, nuevamente se intentó regular la economía agropecuaria con la creación del Instituto de Producción y Comercialización Agropecuaria y Forestal (IPICA), que en su directorio contaba con representantes de organizaciones de agricultores y de trabajadores rurales. Su función era regular y controlar producciones, fijar precios de productos, canalizar recursos para inversiones en la industrialización, entre otras acciones4 .

El objetivo de este artículo es mostrar formas de contratación y organización de la producción en los eslabonamientos agroindustriales, en el marco de la aceleración de los procesos de concentración económica en las cadenas productivas. La desigualdad de ingresos entre los distintos sujetos económicos nos lleva a analizar la transferencia de excedentes desde miles de productores primarios y trabajadores agrarios hacia unas pocas empresas industriales y comerciales ubicadas fuera de la región.

A escala territorial, desde el enfoque de economías regionales, se pone en debate la noción misma de desarrollo y los modelos de acumulación, en un contexto global que dificulta la implementación de políticas económicas nacionales a favor de los agricultores y trabajadores de la región, poniendo de relieve la importancia de analizar la implementación de políticas específicas de regulación de los mercados, la promoción y el cumplimiento de los derechos laborales.

Aunque este artículo no busca realizar un análisis comparativo, la presentación de los tres encadenamientos agroindustriales se basa en metodologías comunes desarrolladas por los distintos integrantes del equipo de investigación5 que incorporan tanto el análisis cualitativo (entrevistas no estructuradas, observación- participante en reuniones con cooperativas, productores y trabajadores rurales) como la recuperación de datos secundarios de distintas fuentes6 . Se apunta a identificar la variedad de sujetos económicos que participan en cada eslabón productivo, las relaciones laborales y de contratación entre los mismos y la organización de los procesos productivos. Considerando las estrategias de los protagonistas desde una perspectiva metodológica cualitativa, identificamos diferentes formas de contratación entre empresas, intermediarios, agricultores y trabajadores. En el caso de la yerba mate, incluimos datos cuantitativos sobre ingresos (salarios, precios de materias primas, precio de productos elaborados) para dar cuenta de la concentración de la cadena productiva.

2. Concentración en la cadena yerbatera y políticas regulatorias

Asociada al frente de expansión agrícola y al poblamiento del territorio misionero, la producción de yerba mate fue durante el siglo XX una de las actividades económicas más dinámicas. Como menciona Gortari "de las 700 mil hectáreas cultivadas en la provincia, cerca de 200 mil están plantadas con Yerba Mate. Y la producción industrial yerbatera es la tercera en importancia económica después de la construcción y la foresto industria" (Gortari, 2016b,p.77). De las 28.000 explotaciones agropecuarias registradas por el CNA del 2002, el 60% producían yerba mate, y de éstas, más del 80% tenían yerbales de 10 hectáreas o menos, con una importante población de agricultores familiares, a los que se suman miles de trabajadores que se movilizan para la cosecha de yerba cada año. Sin embargo, la actividad yerbatera atravesó sucesivas crisis durante el siglo XX, que fueron generando tensiones entre el eslabón primario y las empresas de industrialización, expresadas fundamentalmente en la disputa por el precio de la hoja verde.

La producción argentina de materia prima está localizada en las provincias de Misiones (90%) y Corrientes (10%), a cargo de algo más de 17.000 productores registrados en el INYM, otros tantos tareferos7 (70% no registrados) y unos 500 contratistas (la mayoría también sin registrar). El primer proceso industrial de secanza y estacionamiento se realiza en unos 200 establecimientos secaderos distribuidos en todo el territorio de la zona productora. Las industrias molineras encargadas de la elaboración final y el empaque, también se asientan en su mayoría en la región, aunque funcionan algunas en Entre Ríos, Santa Fe, Buenos Aires y Córdoba. La etapa industrial y sus actividades conexas generan alrededor de 5.000 empleos (Gortari, 2016a, p. 67).

Fue a partir de los años noventa, en el contexto de las políticas de desregulación que disolvieron la CRYM, que se dejó al "libre mercado" la determinación de los precios, agudizando abruptamente los procesos de concentración económica, fundamentalmente en los eslabones de la industrialización y la comercialización   de yerba mate envasada. En la transferencia de valor entre distintos eslabones de la cadena de la yerba mate puede visualizarse la desigualdad de poder para la fijación de los precios de la materia prima vendida por los productores yerbateros (que en muchos casos no permite cubrir los costos de producción, amortizaciones  y reproducción de las condiciones de productividad del yerbal por largos periodos). La disolución en la década de 1990 de los entes reguladores derivó en una fuerte caída del precio de la materia prima y de los salarios de los tareferos, que desembocó en fuertes conflictos y movilizaciones a partir de 1998. Luego de la crisis política y económica de fines del 2001, en un nuevo contexto político y económico, se creó por Ley el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM), con el que comienza una nueva etapa en la puja distributiva de este encadenamiento económico. El INYM  se convirtió en el espacio público de disputa entre productores, cooperativas, industriales, trabajadores y los representantes del gobierno nacional y de los gobiernos provinciales (Misiones y Corrientes).

Considerando al INYM como el campo político institucional donde el Estado y actores sociales con intereses en pugna articulan y disputan la toma de decisiones que reglamentan la actividad y que tienen un impacto directo sobre el campo económico estructurado alrededor del mercado de la materia prima, la distribución del ingreso que ese mercado determina tiene impacto en las condiciones de vida de miles de productores y obreros rurales (Gortari, 2016b, p. 2).

La puesta en marcha del INYM y su presencia política institucional desmontó la falacia hasta el momento esgrimida por la molinería sobre la existencia de sobreproducción o stocks almacenados. De inmediato se produjeron incrementos importantes en    el precio de la materia prima. Más allá de los logros alcanzados, los productores primarios continúan con  el  reclamo  de  implementar  un  mercado  consignatario a efectos de garantizar un precio de referencia y evitar las maniobras del sector industrial que paga menos de lo establecido por el INYM y en largos plazos. Después de algo más de 5 años de funcionamiento, la propia naturaleza del INYM en términos de representación política y gremial, mostró sus límites en cuanto a las  posibilidades  de  intervención  pública  exitosa  sin  profundizar  el  esquema regulatorio (Gortari, 2008). La concentración persiste y se agudiza en la actualidad: "la comercialización final está concentrada en 4 industrias molineras que controlan el 50% del mercado; los 5 molinos que siguen en importancia comercial manejan otro 25%. Otras 87 industrias se reparten el cuarto restante" (Gortari, 2015, p.10).

Cuadro 1. Participación de cada eslabón en la cadena de valor de la Yerba Mate e índice de concentración. Argentina. 2011

Fuente: Elaboración propia en base a Gortari, 2016a, 77-798 .

En el Cuadro 1 se puede observar que el índice de concentración de la cadena yerbatera es de 14 veces para el sector primario, y "se agudiza a medida que avanzamos en los diferentes procesos de elaboración" (Gortari, 2016a, 78-79), dado que sólo 4 molinos que concentran la mitad de las ventas y tienen ingresos promedios 23 veces superiores a los 92 molinos restantes en el sector industrial.

Ante la falta de unanimidad exigida por Ley al INYM, en los últimos años la función de fijación de precios quedó en manos del Estado Nacional a través de la Secretaría de Agricultura y Pesca (SAGyP). Al no haber acuerdo entre los representantes de la industria y de la producción primaria, el precio se fijaba invariablemente por debajo de los costos de producción calculados por el INYM. Motivo por el cual, además, resulta de vital importancia poseer datos fehacientes de la cantidad de productores y de los volúmenes de producción, así como de las nuevas plantaciones. El rol del INYM se limita entonces a velar por el cumplimiento de los precios fijados, para lo cual adolece de una decisión política y de una estructura acorde. Con lo que la necesidad de discusión y puesta en práctica de medidas destinadas a regular y promover la producción se actualizan.

2.1. Intermediación laboral en la cosecha yerbatera

En el proceso de concentración, los mecanismos de extracción de plusvalía pueden advertirse en la explotación del trabajo rural familiar y en la sobreexplotación de   los trabajadores asalariados (en condiciones de precarización laboral, contratación informal, trabajo infantil, incumplimiento de la normativa previsional, falta de cobertura médica o de seguridad e higiene en el trabajo). Cada año se cosechan más de 700.000 toneladas de hoja verde de yerba mate, lo que demandaría la contratación de alrededor de 15.000 tareferos. Debido al carácter estacional de la producción y a relaciones laborales con un elevado índice de informalidad, no es posible dar cuenta con precisión del número de tareferos empleados en la actualidad, así como tampoco de la cantidad de contratistas que operan en la intermediación laboral. En algunas explotaciones agrícolas persiste además la modalidad de cosecha "con ayuda del grupo familiar", agudizando aún más las dificultades de registro de los trabajadores.

Como resultado de la fuerte concentración económica en el acopio y en la industrialización, y en un contexto de flexibilización laboral, desregulación económica, e integración vertical de la producción, se expandió rápidamente la intermediación en la contratación y la figura de los contratistas9 .En la producción yerbatera, no  son los grandes secaderos o agroindustrias los que contratan en forma directa las cuadrillas de cosecheros, sino que tercerizan esta actividad a través de empresas con escaso capital, formadas inicialmente por transportistas o ex-capataces, para transferir costos y reducir riesgos en la contratación de fuerza de trabajo. A diferencia de otras producciones agropecuarias y dadas las características agronómicas de la planta, hay dificultades para el avance de la mecanización: los cambios se han dado fundamentalmente en la tercerización del reclutamiento de mano de obra asalariada para la cosecha.

La expansión y consolidación en el territorio yerbatero del sistema de contratación a través de intermediarios locales10 (individuos que en su mayoría no llegan a constituirse en empresas de reclutamiento de mano de obra), ha sido una de las principales vías de agudización de la vulnerabilidad laboral. Sánchez Saldaña (2012) reflexiona sobre la intermediación laboral en el medio agrícola señalando la función económica y social de estos actores, no sólo para el disciplinamiento de la mano de obra y de sus posibilidades de negociación, sino también en su tarea de viabilizar nuevos mecanismos de acumulación del capital. Funciones económicas que son reforzadas a partir de su inserción social: el conocimiento directo de los trabajadores para su reclutamiento (vecinazgo, parentesco, clientelismo), los contratos basados en acuerdos verbales y de confianza mutua, el adelantamiento del pago (generalmente en mercadería o vales) y del traslado (que son ofrecidos como favores personales). Todos estos mecanismos refuerzan la dependencia, la precarización y la vulnerabilidad en la relación salarial.

En este sentido, los intermediarios pueden operar bajo lógicas de contratación que sólo son aceptadas en el contexto del que emergen, pues ni a las empresas, ni a las agencias del Estado, se les permite operar con tal nivel de explotación.

Los intermediarios laborales no sólo facilitan la imposición de regímenes informales e intensivos de explotación, sino también la reducción de la fuerza de trabajo para el empleador, toda vez que asumen o delegan a los propios jornaleros parte de sus costos de reproducción (Sánchez Saldaña 2012, p. 76).

Frente a la persistencia de mecanismos de contratación irregulares y fuertemente asimétricos se erige la lucha de diversas organizaciones de trabajadores que, aunque fragmentadas y dispersas, avanzan con sus reivindicaciones laborales11 frente a las empresas, los contratistas y con demandas de garantizar derechos hacia el Estado.

No obstante ello, los datos cualitativos construidos ponen en evidencia la persistencia de salarios que en promedio se encuentran muy por debajo de los de otros trabajadores, y aún menores al Salario Mínimo Vital y Móvil. Así, para el año 2016 los trabajadores que comparativamente se encontraban en mejores condiciones   de regularidad laboral, percibían salarios de entre $6.000 y $8.000 mensuales, por jornadas que se pueden extender desde las 6:00 hasta las 18:00.

La estacionalidad del cultivo y la baja densidad de la mayoría de los yerbales de la provincia son esgrimidos por los empresarios como justificación del extendido sistema de contratación informal, que redunda en penosas condiciones laborales y de vida de los trabajadores y trabajadoras de la yerba mate. Sin embargo, la degradación de los yerbales es resultado en gran medida de falta de manejo y de asistencia técnica para su correcta conservación.

En el mismo sentido, algunos funcionarios del Estado alegan que la dispersión territorial del cultivo en miles de explotaciones agropecuarias, complica un control exhaustivo del cumplimiento de la legislación vigente. Inclusive, aluden como limitación para avanzar en la registración a la indecisión de los propios trabajadores por mantener una dependencia con la asistencia pública12 .

Ante la negativa de los trabajadores a "conchabarse" por salarios míseros, el discurso patronal argumenta que las políticas sociales han reducido la disponibilidad de trabajadores rurales y algunos llegan a acusar a los gobiernos de fomentar la "vagancia" y arremeter contra la "cultura del trabajo"13 . La "falta de peones" que reclaman los empresarios es atribuida al "desapego por el trabajo" o a los "planes y subsidios del Estado", sin mencionar los bajos salarios que ofrecen, las inhumanas condiciones de trabajo, la discontinuidad en la relación laboral, o la desprotección legal a que los someten. "Ejemplo de esto es la relación causal que establecen los agentes vinculados a la producción entre la distribución de planes de asistencia social y la falta de mano de obra estacional" (Berger y Mingo, 2011, p.122), imaginario que tras una descalificación moral, oculta las condiciones materiales y sociales de explotación en las relaciones salariales que se establecen en esos mercados.

La falta de otras opciones laborales en la zona dificulta aún más encontrar soluciones en el corto plazo a los problemas de informalidad laboral y exclusión social de los cosecheros de yerba mate. La implementación de la Asignación Universal por Hijo (AUH) a partir de 2009 y de la moratoria previsional (entre otras políticas públicas para la protección social) al garantizar un ingreso para afrontar necesidades básicas familiares tuvo un impacto inmediato en la reducción de la presencia de niños y  sus madres en la cosecha yerbatera. En este sentido, las políticas sociales también generan impactos económicos en los mercados de trabajo: entre los trabajadores más precarizados, puede afirmarse que la AUH ha mejorado el piso de negociación salarial para un sector que evidencia niveles de informalidad laboral próximos al 70% (Traglia, 2014).

En 2015 se avanzó con la reducción de las incompatibilidades para el cobro del "subsidio interzafra" y de la Asignación Familiar, y se aceleraron los tiempos de ingreso y egreso al sistema de los trabajadores estacionales formalizados. Ello ha facilitado el cumplimiento de las condiciones de la "corresponsabilidad gremial"14 .

Dentro de este complejo y diverso colectivo, es posible afirmar que por la AUH y otras políticas sociales locales, provinciales y/o nacionales, en los últimos años los trabajadores subieron un escalón hacia un piso de seguridad social. Sin embargo, los trabajadores agrarios "no registrados" lejos están de alcanzar los derechos de otros trabajadores argentinos registrados (pagos por días de inclemencias climáticas, feriados, vacaciones, situaciones de enfermedad o accidentes de trabajo, jubilación, posibilidad de organización sindical, traslado y alojamiento laboral en condiciones dignas). Las relaciones laborales y las condiciones de trabajo aún distan mucho de lo dispuesto por el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), del Régimen de Asignaciones Familiares, del Sistema Nacional del Seguro de Salud, del pago de la obra social de la actividad (OSPRERA), de la prestación por desempleo, del Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados, de la Ley de Riesgos del Trabajo y del seguro de sepelio, entre otros derechos.

3. Concentración y contratismo de maquinaria para la cosecha de té

La producción de té fue desde mediados del siglo XX una de las actividades agropecuarias más importantes en Misiones, que llegó a involucrar alrededor de 10.000 productores entre los años 1970 y 1980 (Consejo Federal de Inversiones, 1973). Inicialmente la organización de la plantación y de la cosecha de Té se caracterizó por el trabajo directo de productores familiares. Algunos entregaban la cosecha a acopiadores y a la industria, pero muchos lograron organizarse en cooperativas.

La abrupta disminución de la cantidad de productores primarios al finalizar el siglo XX (de casi 10.000 Establecimientos Agropecuarios (EAP) con té en 1969, a 6.108 registradas en 2002 según el CNA, 2002) es resultado de la concentración en la organización de los procesos de producción y comercialización. La cosecha se ha mecanizado significativamente en los últimos años, dando lugar al avance de la integración vertical y a la aparición de contratistas que con sus maquinarias prestan el servicio de cosecha (reduciendo la mano de obra necesaria).

A diferencia de la yerba mate, cuyo mercado mayoritario es el de consumo interno, el té se exporta en un 95% de su producción. Es importante destacar que este producto ocupa el segundo lugar en las exportaciones de Misiones, con ventas por alrededor de US$110 millones anuales, concentradas en un mercado de té de inferior calidad, como es el de Estados Unidos. Este perfil de inserción no sólo determina los precios, sino también la escala necesaria para abastecer dichos mercados y condiciona los cambios tecnológicos y la organización de la producción requeridos. Es así que se pasó de 7 u 8 cosechas más cuidadosas antes de los años 80, a cosechar sólo 3 o 4 veces en el período estival con mayor mecanización.

La incorporación de cambios tecnológicos a la cosecha dio lugar al surgimiento de "contratistas de maquinarias" que comenzaron a intermediar decisivamente en la organización de la producción y entrega del té. Grandes empresas y algunos productores más capitalizados incorporaron la utilización de fertilizantes, la plantación de té clonal, y sucesivos cambios en la tecnología de cosecha y traslado, que en 20 años pasó de la cosecha con máquinas de tiro manual, a la cosecha automotriz  con traslado en "raídos", y actualmente a la cosecha automotriz y traslado a granel en camiones jaulas con sistemas de carga y descarga hidráulicos. Paralelamente se reorganizaron  los sistemas de acopio, pasando  de la venta directa por parte  del productor a modalidades de manejo y comercialización intermediadas por contratistas de servicios.

El acelerado aumento de la escala de las grandes empresas integradas, intentó acompañar los cambios en el mercado internacional, en particular las exigencias para exportar a EE.UU (principal destino de las exportaciones de Misiones) que orientó la exportación de materia prima de baja calidad destinada a la elaboración de té frío (ice tea). Para abaratar los costos por hectárea, las empresas hicieron grandes inversiones en equipamiento, mecanización y reducción de la mano de obra necesaria. El aumento en la escala de inversión de capital, lejos del alcance de los productores primarios, determinó el surgimiento y consolidación del sistema de contratistas, intermediando entre los productores y los secaderos, obligando inclusive a algunos productores a alquilar o vender sus tesales a los propios contratistas o a las grandes industrias exportadoras. Esto se reflejó en una abrupta disminución (alrededor del 40%) de la cantidad de productores primarios (que en su mayoría no superaban las 10 hectáreas con té), resultado de la concentración en la organización de los procesos de producción y comercialización. No sólo han desaparecido miles de productores de té, sino también muchas de sus cooperativas que habían tenido gran relevancia y alcanzaron a abastecer el 30% del mercado exterior (Rosenfeld, Alvez y Diblasi, 2016).

La secanza del té también se concentró y hoy quedan un tercio de los secaderos de hace 20 años: 59 secaderos de los cuales la mitad solo produce "té en rama", sin tipificar. Proveen a las industrias exportadoras principales, de las cuales 4 reportan aproximadamente el 60% del volumen exportado (Casa Fuentes, Urrutia, El Vasco y Don Basilio). Los destinos de exportación también se han concentrado, pasando a predominar la venta a granel en primer lugar a EE.UU (entre el 60 y 70%) (Parra, 2012).

Una información periodística reciente, da cuenta que Casa Fuentes SA15 , la mayor empresa productora de té de Argentina, fue adquirida por el grupo de origen británico Finlays (con plantaciones de té y otros productos en varios países del mundo), que desde el año 2000 forma parte del Swire Group (conglomerado que entre otras actividades participa de la industria alimentaria y de bebidas, naviera e inmobiliaria a nivel mundial). Este hecho no sólo confirma la magnitud del proceso de concentración de capitales a escala global, sino que constituye un indicador del proceso de extranjerización de procesos productivos que estaban en manos de empresarios argentinos, cuyas consecuencias pueden agudizar las desigualdades existentes.
En los últimos años, los malos precios pagados por el té obligaron a que muchos productores chicos, ahogados financieramente, vendieran sus chacras, generando cierta concentración -no cuantificada- en favor de los grandes jugadores. Si Finlays decidiera salir a comprar tierras no habría forma de contener semejante avance (si las autoridades no toman cartas en el asunto). Su capacidad financiera no tiene ningún correlato en el mercado local (Misiones Online, 21/01/2016).

Al mismo tiempo esta situación pone de relieve la dificultad por parte del Estado de regular ese tipo de transacciones, ya que la venta que incluye miles de hectáreas  al conglomerado transnacional de origen inglés, se hizo a pesar de la vigencia del Régimen de protección al dominio nacional sobre la propiedad, poseción o tenencia de las tierras rurales (Ley 26737), que con cerca del 14% de la superficie, coloca a la provincia de Misiones como la de mayor porcentaje de concentración de hectáreas en manos extranjeras, al límite de lo que permite dicha ley.

Un estudio reciente sobre el Conglomerado Productivo Tealero (Ministerio de Economía y Finanzas Públicas de la Nación, 2013) plantea la necesidad de políticas más activas frente a la concentración en la producción de Té y a la desaparición  de pequeños productores. Propone fortalecer las cooperativas tealeras, con apoyos externos por parte del Estado para garantizar precios apropiados y financiar el acopio. También refiere al asociativismo para bajar los costos de cosecha, fletes, elaboración, certificación de calidad para chacras y la industria, y para la capacitación en el sector productivo primario y manufacturero (Rosenfeld, Alvez, Diblasi, 2016 p.120).

La Comisión Provincial del Té (CoProTé) con integración de productores, representantes de la industria, de organismos técnicos (INTA) y del Gobierno Provincial, tiene facultades de determinación de variables de calidad, períodos de cosecha y un denominado "precio de referencia" (el cual no reviste el carácter de obligatorio). Pero si bien la CoProTé permite la discusión entre los distintos actores y los expone de algún modo a la consideración pública todos los años, obligando a estudios de costos, mercados, entre otros, no ha podido ser efectiva en la fijación de precios equitativos para los productores, salvo en algunos períodos de mayor demanda externa.

Como afirman Rosenfeld, Alvez y Diblasi, aunque en la última década prácticamente se han duplicado los rendimientos por hectárea y la producción, no se pueden asegurar los ingresos que garanticen a los productores primarios su permanencia en la actividad productiva y el campo. Por este motivo, se encuentra en el centro del debate la propuesta de crear un Instituto Nacional del Té (homólogo al Instituto Nacional de la Yerba Mate, INYM) como mecanismo de concertación y de regulación, con facultades para fijar y controlar precios entre los distintos eslabones de la cadena productiva (Rosenfeld, Alvez y Diblasi, 2016).

El aumento de escala y la incorporación de maquinaria especializada de cosecha y transporte requieren un capital que está fuera del alcance de los pequeños productores (el 90% tiene menos de 15 hectáreas). Esto explica cómo se introdujo rápidamente el contratismo en la cosecha, y en algunos casos el arrendamiento o la venta de las plantaciones, acentuando los procesos de concentración.

4. "Arreglos" en la plantación y cosecha de mandioca

Además de los cultivos agroindustriales analizados, existe en Misiones una gran diversidad de producciones agrícolas entre las que se destaca la mandioca por    su rápida expansión en los últimos años. Misiones registra una superficie de aproximadamente de 30.000 hectáreas destinadas a este cultivo, con una producción total de alrededor de 260.000 toneladas anuales. Este cultivo, junto con el maíz, está muy difundido como producción para autoconsumo y consumo animal entre los agricultores familiares y trabajadores rurales de toda la provincia. Sin embargo, en la zona oeste de la provincia las plantaciones tienen mayor escala y una marcada orientación comercial. Involucra en Misiones a aproximadamente 800 trabajadores directos y a más de 1.000 pequeños productores (Morandi y Pirker, 2012). En esta zona se concentran las industrias de elaboración de fécula, cuyo principal destino es la industria alimenticia (principalmente en la fabricación de embutidos y chacinados), además de otras ramas industriales. Aunque tuvo una significativa expansión en  los últimos años y varias acciones estatales apuntaron a consolidar esta cadena agroindustrial16 , los cambios en las administración del comercio exterior de los últimosaños han mostrado la vulnerabilidad a la competencia de otras féculas (por ejemplo de maíz) y de féculas de mandioca importada (de Paraguay, Tailandia, Vietnam y Brasil). Es así que hoy una parte de estas industrias están inactivas.

Asimismo, además de la producción de fécula, una parte significativa de esta producción se destina a la venta como hortaliza fresca en los mercados local, provincial y nacional. De hecho, la mandioca es la única hortaliza fresca producida en Misiones que se comercializa de manera regular fuera de la provincia y a su vez, es la única provincia con esta escala de producción en el país (Vidal, 2016).

El proceso técnico de producción de mandioca en Misiones17 es principalmente manual, únicamente está mecanizada la preparación del suelo antes de la plantación. Una parte importante del volumen de trabajo de plantación y desmalezado de mandioca se lleva a cabo bajo mecanismos no salariales de movilización de trabajo ajeno.

El abordaje  etnográfico  de  estas  relaciones  entre  tierra,  trabajo  y  capital  en  la producción de mandioca con destino comercial en Misiones evidenció la vulnerabilidad laboral de los plantadores de mandioca (Vidal, 2016).

Por un lado, existe una práctica arraigada de plantaciones en tierra "prestada". Mediante contratos informales, plantadores de mandioca que no tienen tierra propia, a cambio de realizar labores de desmalezado de plantaciones forestales y yerbateras, utilizan el suelo fértil entre los líneos de las plantaciones perennes.

Bajo esta forma singular de renta, el trabajo de desmalezado de las plantaciones forestales y yerbateras es asumido por los plantadores de mandioca quienes deben incrementar su auto explotación para cubrir el pago de esta "renta".

Por otra parte, los intermediarios comerciales mayoristas que controlan el negocio en el mercado nacional realizan producción por cuenta de terceros. Así, los actores capitalizados en esta cadena hortícola financian insumos, mano de obra y servicios de labranza a pequeños productores y trabajadores rurales, asegurándose el abastecimiento de esta hortaliza y deslindándose de la gestión de la fuerza de trabajo,   repartiendo los riesgos de la producción. Estos contratos, a la vez que le permiten a los plantadores realizar el proceso productivo y les brindan ciertas garantías sobre la comercialización, termina constriñéndolos en la negociación del precio, debido a las deudas asumidas.

La tarea de cosecha de mandioca es la única que es controlada directamente por los intermediarios comerciales, quienes organizan cuadrillas compuestas por entre 15 y 20 varones jóvenes denominados localmente arrancadores o bolseros. Además del deterioro corporal que genera la labor de arrancar raíces y embolsarlas, estas relaciones salariales se dan generalmente en un marco de informalidad, constituyendo un segmento de asalariados rurales con un importante grado de vulnerabilidad laboral.

En síntesis, esta cadena hortícola que abastece de mandioca fresca el mercado  del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) es, por un lado subsidiaria de la actividad forestal y yerbatera en las explotaciones de mayor escala de la zona oeste de Misiones cuyos propietarios captan trabajo ajeno de desmalezado mediante el "préstamo" a los plantadores de mandioca y, por otro lado un negocio controlado por una decena de intermediarios comerciales mayoristas que organizan el trabajo agrario bajo formas salariales y no salariales. La asimetrías en la que se dan estos "arreglos" de producción por cuenta de terceros se refleja en la inequitativa distribución de los riesgos y beneficios.

5. Reflexiones finales

La concentración económica de las cadenas agroindustriales es devastadora para las economías regionales, agudizando los procesos de diferenciación y provocando la desaparición de numerosas empresas locales y cooperativas, con el consiguiente aumento del desempleo y la exclusión social. Resultado de un doble proceso, la transferencia de excedentes desde miles de productores primarios y trabajadores agrarios hacia empresas industriales y comerciales ubicadas fuera de la región o en el extranjero y la diferenciación al interior de cada uno de los eslabones productivos.

Ante estos procesos estructurales incorporamos en nuestra investigación el  estudio de la vinculación entre trabajo, tierra y capital en actividades agropecuarias desplegadas en el territorio de la provincia de Misiones, atendiendo aquellas más conocidas como el té y la yerba mate, e incorporando la producción de mandioca en fresco, alimento hortícola con diferentes estrategias de contratación, producción y comercialización.

Grandes empresas agroindustriales logran, a través de "contratos" muy asimétricos con los agricultores, la provisión de insumos y el acopio del producto, controlar el proceso productivo y apropiarse de una parte sustancial y creciente del valor generado por el trabajo de los agricultores. Aún quienes permanecen en sus chacras y viven del trabajo familiar, se ven presionados a aceptar exigencias de los mercados, modificar sus prácticas productivas e implementar paquetes tecnológicos, aunque no estén bajo una típica relación salarial. En estos casos, la expoliación se encubre como dependencia del productor respecto de insumos y tecnologías (agroquímicos, combustibles, semillas híbridas, etc.).

Las políticas regulatorias (INYM, CoProTé) permitieron cierta ralentización de los efectos de la concentración. Aunque dieron respuestas coyunturales favorables a distintos actores, en el largo plazo no llegaron a transformar la cuestión estructural de fondo: la caída de los precios relativos de los productos primarios y de los salarios en el agro.

Mientras se daba un crecimiento económico sostenido en el sector agroindustrial, reflejado en el aumento de la producción y de la productividad, se justificaba el pago de menores precios de hoja verde (yerba mate) y los bajos salarios aduciendo situaciones de crisis permanentes. Y es que la maximización de las ganancias por parte de las empresas industriales y comerciales más concentradas, se logra en estos casos reduciendo los costos laborales y bajando el precio que pagan por las materias primas agropecuarias. Efectivamente, los costos de producción se han ido reduciendo en los dos cultivos perennes analizados, pero con mayor rapidez en el caso del té.

Así, mayores ganancias para las cadenas agroindustriales no han significado mejoras en los ingresos de los productores primarios de menor superficie ni en los salarios de los trabajadores responsables directos de la cosecha. La concentración de las ganancias y de la renta agraria trajo como consecuencia del aumento en la desocupación estacional, deterioro de las condiciones de contratación de trabajo    y en la calidad de vida en el ámbito rural y en los casos más extremos un proceso creciente de éxodo rural, principalmente de la población más joven.

Frente a estos mecanismos de transferencia y apropiación diferencial de excedentes emergen luchas y estrategias desde las organizaciones agrarias que demandan políticas públicas de regulación de las relaciones económicas. Además, reclaman y proponen discutir políticas diferenciales que contrarresten las desigualdades de la estructura de la producción agroindustrial, beneficiando fundamentalmente el primer eslabón de las cadenas: la producción primaria y el trabajo de cosecha, teniendo en cuenta su impacto económico y social sobre la producción, la distribución del ingreso y el desarrollo en los territorios agrarios. Se conjugan aquí no sólo categorías laborales sino modos en que los actores sociales son definidos en relación a los derechos que les son reconocidos. En este sentido, la ambigüedad de las categorías ocupacionales en una actividad con una estacionalidad tan marcada como el trabajo agrario y las dificultades burocráticas para compatibilizar exigencias de cumplimiento de los derechos laborales y de las asignaciones familiares, exigen una profundización de la implementación de políticas sociales en Misiones que garanticen efectivamente la inclusión y la seguridad social en este particular contexto agrario.

Notas

1. Una versión preliminar de este artículo fue presentada en las X Jornadas de Investigadores en Economías Regionales, Rosario, Argetina, 2016. La investigación se enmarca en el Proyecto de investigación Estrategias asociativas, políticas públicas y desarrollo rural en Misiones (16H447) de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Misiones, Argentina.

2. Refiriéndose a los cultivos transgénicos, y a la soja en especial, Manzanal (2012) advierte que su expansión en territorios extra-pampeanos promueve la deforestación, afecta la diversidad biológica, pero sobre todo desaloja a campesinos y poblaciones originarias de su hábitat y de sus tierras.

3. Precisando,

entre 1936 y 1991 funcionó la Comisión Reguladora de la Yerba Mate (CRYM) y el Mercado Consignatario: ambos organismos públicos nacionales encargados, el primero de controlar la producción en base a cupos de cosecha y prohibición de nuevos cultivos, y el segundo asegurando la compra de la producción primaria a precios fijados por la Comisión (Slutzky, 2014,p. 392- 393).

4. El IPICA llegó contar con tres plantas elaboradoras de té, centros de acopio, comercialización directa a la exportación y tenía a su cargo la intervención en la regulación de la producción, inspección de secaderos, registro de producción, etc. […] Además el Instituto incursionó en la industria frigorífica y en el apoyo a la creación de cooperativas de comercialización de productos de consumo en zonas rurales. Estos antecedentes explican la rapidez con la que fue intervenido el IPICA por la Dictadura de 1976 y luego disuelto totalmente, desmantelando en etapas toda su estructura (Rosenfeld, Alvez, Diblasi, 2016, p. 105-106).

5. En trabajos anteriores hemos hecho caracterizaciones de diferentes cadenas agroindustriales en Misiones, poniendo de relieve el proceso de concentración económica entre distintos eslabones     y al interior de los mismos. Ver Gortari, Oviedo y Rosenfeld, 2016; Garrido, Oviedo y Sena, 2014; Rosenfeld, Alvez y Diblasi, 2016; Gortari, 2013, 2016a; Sena, 2014.

6. Base de datos del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) del 2011 y 2013, la Comisión Nacional de Trabajo Agrario (CNTA) del 2013, Censo Nacional Agropecuario (CNA) del 2002, de Ministerio de Economía y Finanzas (MEyF) del 2012, 2013 y el Plan Estratégico de la Yerba Mate 2013.

7. Nombre con el que localmente se conoce a los trabajadores del sector.

8. Según Gortari 2016a, el nivel de concentración se puede dimensionar relacionando los ingresos promedios por ventas de los actores más concentrados respecto a los ingresos que recibe el   resto de los actores en cada etapa de la cadena de valor. Construye el índice de concentración "ingreso unitario promedio de los agentes más concentrados a los que corresponde el 50% de los ingresos por ventas, dividido el ingreso unitario promedio del resto" a partir de datos de Producción y Comercialización del INYM (2011), Resoluciones de precios para la materia prima (INYM 2013), para las tareas de cosecha datos de la Comisión Nacional de Trabajo Agrario (2013), precio promedio de góndola a $30 y otros valores estimados en base a informantes clave del sector.

9. Numerosos trabajos en Argentina han abordado la cuestión de la intermediación laboral en distintos enclaves productivos del país. Por ejemplo los trabajos de Neiman y Quaranta (2013); Benencia y Quaranta (2006); Berger y Mingo (2011); Quaranta y Fabio (2011), entre otros.

10. Ver Ibarguren, 2016.

11. Durante la última década evidenciamos un avance en el debate y lucha por la vigencia de normativas específicas para los trabajadores agrarios: 1) modificación del Régimen de Trabajo Agrario -Ley 26.727 y Decreto Reglamentario 301 de 2013-; 2) Resolución 11 de 2011 de la Comisión Nacional de Trabajo Agrario sobre Condiciones de Trabajo para Trabajadores Temporarios; 3) Convenio de Corresponsabilidad Gremial para el Sector Yerbatero  en 2015;  4) implementación   de organismos de fiscalización y control para una mayor formalización de las relaciones laborales.

12. Sobre las relaciones entre políticas sociales y políticas laborales respecto al trabajo en la cosecha de yerba en Misiones, las recientes transformaciones en la regulación de los mercados de trabajo rurales (Nueva Ley de Trabajo Agrario) y el proceso de incorporación/exclusión de un colectivo de trabajadores tareferos (cosecheros de Yerba Mate) al sistema de registración formal, ver Traglia, 2014.

13. Este discurso emerge con fuerza durante los últimos años, frente al avance del reconocimiento y garantía de numerosos derechos sociales en toda Latinoamérica, como la universalización del  acceso a los controles médicos y a la educación pública en su nivel primario y secundario.

14. El Convenio de Corresponsabilidad Gremial desde 2015 exige que los aportes y contribuciones de los trabajadores de la cosecha se paguen a través de una tarifa sustitutiva expresada en un monto fijo por kilo de yerba canchada que entra en los molinos, acordada por convenio y fiscalizada por el INYM y la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP).

15. Casa Fuentes SA, fundada en 1936, tenía en Misiones cuatro plantas procesadora de té y una de yerba mate, más de 2.000 hectáreas de tierras propias, además de adquirir hoja de té y yerba de miles de productores misioneros (Diario Misiones Online, 21/01/2016).

16. Se destaca la conformación del Clúster de la Mandioca a partir de 2013, donde los industriales de la fécula de Misiones junto a diversas instituciones públicas de nivel provincial (Ministerio del Agro y la Producción de la Provincia de Misiones - MAyP) y nacional (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria [INTA], Ministerio de Agricultura Ganadería y Pesca de la Nación [MAGyP], Insituto Nacional de Tecnología Industrial [INTI], UNaM, Facultad de Agronomia de la Universidad de Buenos Aires [FAUBA]) concertaron propuestas y gestiones de promoción del sector con objetivo de mejorar la competitividad y la calidad de la producción de mandioca y de sus derivados. Así se organizó la implementación de proyectos trasversales a la cadena financiados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) (Buenas practicas de manufactura en industria feculeras, mecanización de cosecha, mejoras en manejo de variedades y prácticas agrícolas, Investigación + Desarrollo + Innovación   en industrialización de la mandioca; fortalecimiento institucional del clúster tendiente a constituir la Cámara de la Mandioca Misionera).

Por primera vez el Estado provincial puso en agenda de las políticas públicas a la producción de mandioca a través de dos programas fundamentales 1) el PRO ALIMENTOS: Programa dependiente del Ministerio del Agro y la Producción de la Provincia, cuyo objetivo central es la reactivación de la producción de alimentos en el territorio provincial brindando créditos blandos; y 2) el programa PROVA ALIMENTOS que se centra en la agregación de valor en la cadena productiva, destacándose la conformación del Cluster Misionero de la Mandioca (Prendoné, 2017, p. 6).

17. En los principales países productores de mandioca todo el proceso de producción está mecanizado y se produce en grandes extensiones.

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