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SaberEs

versión impresa ISSN 1852-4418versión On-line ISSN 1852-4222

SaberEs vol.12 no.2 Rosario dic. 2020

 

ARTÍCULOS

Mujeres mayores en la ciudad de Temuco, Chile. Biografías desechadas en una experiencia de aprendizaje y servicio

Elderly women in the city of Temuco, Chile. Discarled biographies in a learning and service experience

Dasten Julián* 

Fredy Oyarzo** 

David Quinán*** 

* Universidad Católica de Temuco, Chile.

** Profesional de la Universidad Católica de Temuco, Chile.

*** Estudiante de la Carrera de Sociología. Universidad Católica de Temuco, Chile.

Resumen.

En este artículo presentamos los resultados de una experiencia de aprendizaje orientada a promover un beneficio a la comunidad. Esta experiencia fue realizada por un curso de la carrera de sociología de la Universidad Católica de Temuco (Chile) en el primer semestre del año 2017. El proceso consistió en la generación de vínculos entre organizaciones de la sociedad civil en base a un proyecto financiado por el Ministerio del Medio Ambiente y ejecutado por la Red de Acción por los Derechos Ambientales (RADA), para la promoción y generación de prácticas de reciclaje y gestión de residuos sólidos en un barrio de la ciudad de Temuco. Sin embargo, durante este proceso nos constituimos en un grupo de investigación que, en su acceso al campo, se fue encontrando con realidades complejas y marcadas por la realidad y precariedades del envejecimiento en las mujeres mayores en el marco del ejercicio de políticas neoliberales para la protección y previsión social. Aquí exponemos algunas de las experiencias, reflexiones y aprendizajes obtenidos por el curso, en miras a generar un proceso de debate sobre las posibilidades del aprendizaje centrado en ejercicios prácticos de orientación pública y crítica.

Palabras Clave: Aprendizaje; Vejez; Mujeres

Abstract.

In this paper we present the results of a learning experience aimed at promoting a benefit for the community. This experience was carried out by a sociology course at the Catholic University of Temuco (Chile) in the first semester of 2017. The process consisted in generating links between civil society organizations from a project financed by the Ministry of the Environment and executed by the Action Network for Environmental Rights (RADA), for the promotion and generation of recycling practices and solid waste management in a neighborhood of the city of Temuco. However, during this process we became a research group that, in its access to the field, was faced with complex realities and marked by the reality and precariousness of aging in older women in the framework of the exercise of neoliberal policies for the protection and social security. Here we present some of the experiences, reflections and lessons learned by the course, in order to generate a process of debate about the possibilities of learning centered on practical exercises of public and critical orientation.

Keywords: Learning; Old age; Women

1. Introducción

Durante el primer semestre del año académico 2017, el curso de Sociología del Desarrollo de la carrera de Sociología de la Universidad Católica de Temuco, realizó un trabajo de caracterización socioeconómica de hogares, en el sector Campos Deportivos de la ciudad de Temuco, Chile. Este trabajo fue parte de la ejecución de un proyecto financiado por el Fondo de Protección Ambiental (FPA), gestionado e implementado por la Red de Acción por los Derechos Ambientales (RADA), que buscaba generar un plan de manejo de residuos sólidos domiciliarios.

El papel del curso se generó en la articulación entre la carrera de Sociología y de Ingeniería Ambiental de la Universidad Católica de Temuco, la Red de Acción por los Derechos Ambientales y la Junta de Vecinos del Sector, emprendiendo un convenio de cooperación y de prácticas profesionales. Esta actividad de cooperación consideró, en particular, la necesidad de implementar la Norma Chilena de Manejo de Residuos Sólidos a través de una correlación entre estratos socioeconómicos, hogares y tipo/cantidad de residuos producidos.

El curso estaba compuesto por cinco estudiantes y el trabajo pedagógico se orientaba a un enfoque crítico y reflexivo, acompañado de experiencias prácticas de vinculación sociocomunitaria. El proyecto permitió la generación de conocimiento enfocado en las necesidades de intervención social y de una estrategia de mayor rango, combinando transdisciplinariamente los conocimientos de la ingeniería ambiental, la sociología y la intervención comunitaria.

Las tareas principales consistieron en acompañar las actividades de lanzamiento del proyecto, potenciar la difusión del proyecto en la comunidad, aplicación de una encuesta y sistematización en un informe de los resultados obtenidos. En términos prácticos, realizamos un muestreo aleatorio en el sector de Campos Deportivos, seleccionando 60 casos para la aplicación de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica (CASEN) instrumento oficial del Ministerio de Desarrollo Social para la medición de los indicadores sociales en Chile. De estos 60 hogares, trabajamos con la experiencia de 25 mujeres mayores de 65 años de edad.

Esta experiencia de participación en el proyecto, involucró una orientación pedagógica guiada al conocimiento empírico de las realidades del desarrollo en materia de gestión e intervención de proyectos sociales. Con esa orientación hacia el sentido práctico, se propuso la intencionalidad de un aprendizaje guiado a servicios a la comunidad, con un enfoque comunitario de la gestión de proyectos y de investigación-acción orientada a la reflexividad crítica de la realidad social.

El objetivo de esta acción fue relevar información importante sobre la población a trabajar en el proyecto. Por ello, nuestras preguntas de investigación estaban fundadas sobre una caracterización de condiciones de vida, edades, realidades socioeconómicas, etc., de Campos Deportivos. Sin embargo, nos concentramos en este artículo en exponer los elementos cualitativos de la población mujeres mayores de Campos Deportivos, ya que exhiben la existencia y expansión de una problemática social en el Chile contemporáneo: la feminización de la vejez y la precariedad de la vida (Julián, 2014; Ganga, Piñones, González y Ribagliata, 2016).

A continuación, presentamos algunas de las principales experiencias cualitativas del trabajo de campo, las cuales se desprendieron de la aplicación de encuestas. Entendimos las encuestas como un espacio de referencia y mediación con la realidad social, considerando el contexto sociopolítico donde se instaló el trabajo de recolección de información. Explicitamos algunos de los resultados de mayor significación a los cuales tuvo acceso el estudiantado en su participación en el proyecto. Finalmente, presentamos una síntesis de los hallazgos principales y algunas reflexiones finales sobre la precariedad de la vejez en Chile.

2. Aplicando encuestas: experiencia y sorpresas

En el trabajo del proyecto FPA, realizamos un proceso de aplicación de encuestas en el sector Campos Deportivos de la ciudad de Temuco. Este sector fue construido a mediados de la década de los años sesenta, como parte de una política de vivienda que apostaba a asegurar ciertas garantías sociales de protección a una clase trabajadora emergente (funcionaria y obrera clásica), principalmente del sector estatal de la economía.

La encuesta estaba orientada a poner en relación las dimensiones socioeconómicas con la composición de los hogares. Por ello se optó por aplicar la encuesta CASEN 2015, la cual tiene una duración de aplicación de una hora, lo cual dificultaría la tasa de respuesta, pero que también ofrecería, por medio de la interacción entre encuestador/a-encuestado/a, la posibilidad de generar más información cualitativa respecto a la vida en los hogares. Esta información resultaba beneficiosa para entender una correlación entre los hogares, sus características y los tipos de desechos generados en cada vivienda, pensando en un plan de gestión de residuos a nivel del sector.

Para la selección de la muestra se realizó un muestreo aleatorio simple, el cual fue realizado considerando la distribución espacial del sector (Mapa 1) y la pertinencia de hacer participar en el estudio al mayor número de personas. Así es como la encuesta integró entre sus objetivos la estrategia de difusión del proyecto, por medio de la acción de presentar a la comunidad la iniciativa tratando de captar su interés y potencial involucramiento.

Mapa 1 Mapeo del sector Campos Deportivos, Temuco. 

El proceso de aplicación de encuesta fue una experiencia de conocimiento para los y las estudiantes de una compleja articulación de realidades de la construcción socio- territorial de las precariedades sociales. La definición del proceso de encuesta había sido orientada a obtener resultados estandarizados que tuvieran como objetivo responder a los tiempos de la planificación del proyecto. Este hecho implicaba una reducción de la carga de contenidos estandarizados en aula, para su contraste con la dinámica real de aplicación de paradigmas de la sociología del desarrollo.

La tensión de las denominaciones conceptuales del desarrollo se encontró con biografías concretas de personas con agencia y estructuración de prácticas delimitadas por el poder político en su configuración simbólica de la realidad. Esta experiencia materializó las incapacidades explicativas y narrativas de los paradigmas del desarrollo al enfrentarse a situaciones concretas donde el modelo de desarrollo y su orientación neoliberal exhiben la indefensión y la precariedad de la vida como ejercicio de habituación a la realidad (Castel, 2013).

Mapa Nº2. Visualización de la ubicación de Campos Deportivos, Temuco. 

Como señalan Elias y Scotson en su estudio sobre la “aldea” de Winston Parva en el norte de Inglaterra en la década de los sesenta:

el uso de una pequeña unidad social como el núcleo de una investigación sobre problemas que pueden encontrarse en una gran variedad de unidades sociales más grandes y diferenciadas posibilita la exploración de estos problemas con gran detalle, como en un microscopio (…) Es posible construir un modelo a pequeña escala de la configuración que uno considera universal (2016, pág. 29).

Los principales resultados de cuantificación de la realidad de los hogares, exhibió una profunda marca etaria caracterizada por la alta presencia de “jefes/as de hogar” entre 60 y 70 años (90% de los casos), de las cuales la mayoría son mujeres y que se encuentran con ingresos cercanos a los 200 mil pesos chilenos (USD 250). Dichos resultados creemos constituyen parte de los resultados de una estrategia de conservación de la propiedad (y de cierta seguridad) de quienes fueron los fundadores de la población en la década de los años setenta, sumado a un empobrecimiento de las personas a partir del sistema de pensiones imperante en Chile.

Por su parte, el neoliberalismo (Harvey, 2007) se encarga de desmontar instrumentos de aseguramiento social, transfiriendo al área de “los seguros privados” (de vida, de enfermedad, de incendio, etc.) el rol de la protección y seguridad social, los cuales son conducidos a la esfera privada e individual en desmedro de prácticas asociativas, colectivas y solidarias (Moulián, 2001). De esta manera se promueve un comportamiento individual, centrado en la competencia y la gestión-de-uno-mismo, donde la precariedad de la vida se ve reforzada por la promoción de un estado permanente de inseguridad e incertidumbre en gran parte de la población (Lorey, 2015).

En Chile, el segmento mayor de los 60 años (en el caso de las mujeres) y 65 años (en el caso de varones) se encuentra expuesto a bajas jubilaciones.

Para los cerca de 355 mil pensionados por retiro programado el promedio de sus pensiones es de 119.490 pesos chilenos, mientras que para los 167 mil pensionados por rentas vitalicias la pensión promedio es de 298.331 pesos chilenos (Comisión Asesora Presidencial sobre el sistema de pensiones, 2015). El sistema de previsión chileno, fue fundado en 1981 con la formación de la Administradoras de Fondos de Pensión (AFP), los cuales consistían en un fondo de ahorro individual (del trabajador/a) que era gestionado para su capitalización para la generación de utilidades y el incremento del tamaño de las pensiones.

Así es como Lara y Silva, señalan que

la característica fundamental de este nuevo sistema es que la cotización queda solo a cargo del trabajador, liberando con ello cualquier contribución de la empresa privada. Al momento del retiro de la actividad laboral (65 años para los hombres y 60 años para las mujeres) los trabajadores reciben una renta, calculada en función del monto de capital acumulado y de su esperanza de vida (2014, pág. 115).

Desde una óptica objetiva, el sistema de fondos de pensiones en Chile

presenta características ajenas y contrarias a un sistema de seguridad social, y de efectos muy nocivos para la debida y digna protección de la población (…) nada de solidario, ni idóneo para una sociedad con una de las mayores inequidades del planeta en la distribución del ingreso (…) el sistema de AFP es una fábrica de pobreza” (Rivadeneira Martínez, 2017, pág. 16).

Lo que ha sucedido términos prácticos desde la entrada en ejercicio de las AFP´s, es que estas generaron una forma de envejecer en Chile que ha sido marcada por la vulnerabilidad, la soledad y la insuficiencia económica de la población de la “tercera edad” (Ociel Moya, 2013; Gajardo, 2015; Rivadeneira Martínez, 2017). Estos factores se combinan como productos de economías de valoración simbólica y material de la vejez, en tanto inducen la constitución de sujetos no-funcionales a los intereses de la producción de valor y generación de ingresos, y como sujetos desechados por la estructura productiva y social.

Para la inauguración del proyecto se nos invitó como curso de Sociología del Desarrollo a participar y conocer el proyecto FPA, así como algunas de las personas del sector que participarían en el mismo. Participamos todo el curso, con sus cinco integrantes y fue que en este contexto que afloraron, entre los y las estudiantes, algunas de las percepciones sociales dominantes con respecto a la vejez en Chile:

una de las primeras cosas que me llamó la atención fue que la mayoría de los y las presentes eran personas de edad, esto inmediatamente generó en mí una idea negativa, ya que me dio la idea de que el trabajo resultaría un tanto monótono, por considerar a personas de esta edad pasivas a la hora de realizar este tipo de proyectos (…) el prejuicio era de que estas personas no tendrían la disposición o las ganas de participar por la mirada tradicionalista que los representa (Estudiante 1).

En este contexto, “el sujeto encuestador” es relacionando con una otredad, alguien “no conocido”, propio de las lógicas de vigilancia líquida (Bauman y Lyon, 2007) en tanto se le atribuye una actividad de intromisión a un mundo social territorial definido socialmente por el barrio y normativamente por el proyecto. En muchos de los casos, los y las estudiantes señalan haber sido estigmatizados por la población debido al rol a desempeñar en la recolección de información.

Esta estigmatización proviene de una aversión a proporcionar información, la cual se debe a situaciones experimentadas con anterioridad por los/as encuestados/ as. Éstos/as hacen mención especial al caso de agentes de las políticas de estado (municipalidades y servicios) que realizan visitas al sector y que podrían haber condicionado su acceso a beneficios sociales. Este mecanismo “de control a lo que se dice” pasa a configurar la subjetividad hacia los aplicadores de encuestas y activar diversos dispositivos de hostilidad ante tales actores.

Sin embargo, también hay cabida a la receptividad y la disposición a participar del proceso de encuesta, lo cual abre las puertas de diversos actores a contar su realidad y vivencia, lo cual no estaba considerado en los objetivos iniciales de quienes formularon el proyecto. La experiencia de entrar a la casa de los/as encuestados/ as, involucró la introducción a un mundo privado individualizado y fragmentado que no había sido dimensionado por la intervención social propuesta por el equipo de RADA.

Con esta apertura al mundo de sentidos que constituye el hogar, se generó un encuentro con los padecimientos, problemas y dolores de un conjunto de personas que se reconocían a sí mismas como abandonadas y olvidadas, lo cual creemos también era parte de un agenciamiento de los actores que no podían permitirse generar dispositivos de hostilidad demasiado sólidos; “una simple encuesta resultó ser una entrada a un universo, cada casa fue un mundo cargado de simbolismo” (Estudiante 3).

Muchas de las encuestas se convirtieron en espacios de “catarsis”. Definimos las catarsis como encuentros sociales con las narrativas subterráneas y reprimidas de habitar socialmente el mundo. Las catarsis son flujos de verbalización de reflexiones individuales realizadas por los sujetos sobre las relaciones (de frustración, malestar, desesperanza, etc.) frente al ejercicio del poder, las fronteras, experiencias y cercamientos en tanto imposibilidades y negaciones del bienestar colectivo, familiar y/o personal.

Como lo constatan distintas experiencias en la aplicación de encuestas, la encuesta se transforma en una puerta de acceso a los espacios de intimidad, lo privado, a la biografía y las narrativas de los/as encuestados/as. En nuestro caso, fueron apareciendo los rasgos de ciertas relaciones asociadas al género y la vejez que no habíamos dimensionado en un origen del trabajo de investigación.

ella me comentaba que le gustaría salir, hacer cosas, trabajar, pero no puede porque su tiempo se lo dedica a su familia y esa es la realidad que le tocó. Y si ella no ayuda a su hijo y madre nadie lo hará por ella (Estudiante 3).

Si bien, esto puede ser entendido como “un error metodológico” o técnico en la aplicación de las encuestas (no ceñirse a la pauta, no delimitar los tiempos de respuesta, conducir la encuesta, etc.), los espacios de la ética-política y el inconsciente colectivo alojado en la cultura, introducen una problematización constante a el/la encuestador/a respecto a su ubicación entre la escucha, lo escuchado, y lo que debiera escucharse.

Las experiencias de encuestas desbordaron los objetivos trazados por la experiencia de campo. Ello involucró que los y las estudiantes comprendieran, en un primer momento, lo que significa “disciplinar la escucha, al retenerla elemento a elemento con propósito de captar significaciones” (Canales, 2013, pág. 178). En este escucha fuimos encontrando en los hogares y en los sujetos que los componían, serían largas experiencias y trayectorias de trabajo/vida, que culminaron en situaciones presentes de desecho y de "residualidad".

La residualidad de la vida la entendíamos significada por la relación capital-trabajo en el plano de una “vida no-productiva”, en tanto definición de disposiciones corporales, psíquicas, cognitivas y emocionales de funcionalidad con las necesidades del trabajo asalariado. La residualidad coloca a las personas en situaciones de indefensión frente a una red de protección y seguridad social insuficiente y altamente mercantilizada.

La coerción de estas precariedades introduce a los sujetos a relaciones de trabajo autónomas (independientes), donde las y los ancianos/as deben activarse a generar recursos económicos propios, de manera de solventar su propia reproducción como las de sus hogares. El "sentirse" no-desechados, ni tampoco desechables, supone un comando de acción para la significación de sí mismos/as y de los/as demás.

Cabe describir “la residualidad del mundo de la vida” la cual estaría siendo una de las múltiples realidades características de sociedades altamente diferenciadas, globales e individualizadas (Beck, 1998; Bauman, 2007). En esta residualidad las categorías de “biografía reflexiva y electiva” se fundamentan en decisiones altamente precarizadas y agenciadas desde la (des)protección social. Se configura un “individualismo institucionalizado”, parte de la lógica de “hágalo usted mismo” (Boltanski y Chiapello, 2002), lo cual se materializa con el desequilibrio actual donde los sujetos se sienten cada vez más des-incrustados de la sociedad y en donde se les instituye como “viejos”.

Este sentido de sí mismos, o forma de auto-observarse e identificarse como “viejos”, pasa por la comprensión de una sociedad que los empuja hacia situaciones de carencia y soledad, donde la vejez involucra una construcción biopolítica y técnico- científica (Iacub, 2002; Ociel Moya, 2013). Esta situación y relación de poder fue transmitida a los y las estudiantes, y no sólo de manera testimonial sino con la interpelación a generar cambios políticos y sociales a esta situación de indefensión.

Es que la situación de indefensión presiona generalmente a los sujetos a desarrollar estrategias de individuación más que a la promoción de lógicas solidarias, lo cual está relacionado a los procesos históricos de violencia estructural en el neoliberalismo. Por ejemplo, encontramos el fenómeno del “trabajo anciano”, que responde a biografías donde simbólicamente las formas de reconocimiento han estado centradas en el rol del trabajo como instituyente de una posición social de “respeto”, estatus y reconocimiento social (Sir, 2017), por lo cual el esfuerzo es garantía de validación ante la inutilidad de “lo viejo”.

En estos espacios afloran algunas solidaridades que desafían los marcos instituidos de desolación, y proyectan formas de encuentro y sociabilidad entre mujeres mayores.

[Ella] asistía a un grupo de ancianos (…) les hacían terapia a los enfermos (…) compartían actividades y convivencias. Señalaba que eso igual le ayudaba a recrearse y hacer más cosas, porque decía que "cuando se es vieja, la familia se olvida de uno, los hijos, los nietos nadie me viene a ver" (Estudiante 3). Ella encabezaba una organización pequeña de su manzana, se llamaba “Las Bandurrias”. Era una agrupación solidaria, compuesta por mujeres. Su fin es la recreación y la mutua protección (Estudiante 1).

Se debe señalar que, si bien en este camino del envejecimiento encontramos una tendencia hacia la soledad y la precariedad en la vida, también aparecieron casos que despejaron muchos de los prejuicios de los y las estudiantes en su ingreso al campo de estudio respecto a “la vejez”, instalando la idea de personas activas, dispuestas al cambio y abiertas a nuevas experiencias de encuentro colectivo:

Existían personas que se sentían muy interesadas en aportar, personas que de manera autónoma ya estaban generando reciclaje, y que les enseñaban a sus nietos a hacerlo a través de juguetes con tapas de bebidas, chapitas, etc. (Estudiante 1). Una mujer que requiere encontrar un espacio compartido, generando vínculos y relaciones fuertes con otras mujeres, entendiendo la realidad de cada una de ellas y empatizando (…). Generando acciones en común que le permitirían seguir siendo parte de un proceso social y no desintegrándose socialmente por culpa de la vejez (Estudiante 1).

Estas redes de reconocimiento son prácticas que demuestran que la individuación no penetra completamente en la forma de vivir la vejez (del presente), pese a la formación de estereotipos respecto a “la vejez” (Freixas, 1997). Parece que su asociatividad no fuese colapsada por las lógicas de residualidad, sino que se subvierten en la búsqueda de comunidad y de redes de apoyo entre mujeres (Pérez, Rábago de Ávila, Guzmán y Zamora, 2018). En esa búsqueda se interceptan sensibilidades y necesidades forjando nuevos lazos de comunicación y acción, donde el género se cruza con el tiempo y la vida.

3. Metodología: biografías desechadas.

A nivel mundial es reconocido que, ante el ejercicio de las políticas neoliberales, el objetivo de la protección social es:

contraponerse a las vicisitudes del sistema de mercado, aliviando estas fuerzas con medidas para disipar el riesgo y compartir recompensas (…) La protección social ofrece la esperanza de descansar del trabajo y la inseguridad de la dependencia salarial, limitando en cierta medida la precariedad de los ingresos y el consumo en las economías de mercado (Brooks, 2002, pág. 8).

La jubilación supone

una solución a una de las manifestaciones más trágicas de la inseguridad social, la situación del viejo trabajador que ya no podía trabajar y al que amenazaba la decadencia total y la necesidad de recurrir obligatoriamente a formas infamantes de asistencia como el hospicio (Castel, 2004, pág. 43).

Esta protección es un derecho construido a través del trabajo asalariado, y en un sistema de capitalización individual como el chileno, la segmentación y la desigualdad de las protecciones está en correspondencia con las diferencias ocupacionales y la estructura social de clases.

En este mismo contexto, la vejez no es homogénea en términos de género. Hemos considerado en los relatos la posición de género (Federici, 2013), ya que son los roles de género, así como las relaciones de poder que les dan forma, y sus representaciones simbólicas en el medio sociocultural las que ahondan y profundizan las prácticas de dependencia, degradación y subordinación en el envejecimiento (Aguirre Cuns y Scavino Solari, 2016; Ramos, 2016).

Por lo general, son las mujeres las que al momento de jubilarse se encuentran mayormente expuestas a la indefensión y la precariedad por la inexistencia de cotizaciones previsionales (Gómez-Rubio et al. 2016) y por bajas cualificaciones (Osorio, 2009). Esta situación está fundada en una división sexual del trabajo, una economía capitalista que exacerba el rol del trabajo asalariado y desprecia el trabajo reproductivo y de cuidado (Federici, 2013), mientras induce en las mujeres la realización de tareas domésticas y de reproducción (Carrasco, 2017).

Esta diferencia en que emerge “lo femenino”, es una diferencia que “al constituirse en desigualdad provoca la marginación, la exclusión y, al mismo tiempo, porta la invisibilidad de los mecanismos que llevan a su acantonamiento en lo precario y lo devaluado” (Montecinos, 2014, pág. 246). En el caso de la vejez, vemos que esta diferencia se expresa en la marca precaria de las vidas (Butler, 2004) y en la forma de entenderles como desechables por la sociedad.

Para nuestra investigación, nos basamos en un enfoque cualitativo, el cual posee una concepción holista, concentrándose en la “unicidad” y “singularidad” de sus observaciones, y evitando caer en generalizaciones que excedan las características del campo específico de investigación (Valles, 1999; Scribano, 2008). Reconociendo nuestras primeras experiencias en el campo, identificamos que nuestro trabajo estaría orientado hacia la comprensión de las historias de vida de las mujeres mayores de 65 años (Pereira de Quiroz, 1991, pág. 6).

La población total encuestada (60 hogares) comprendía personas de diversos rangos etarios, por lo cual nos concentramos en los 25 casos de mujeres mayores de 65 años, ya que ellas se encontraban en situaciones de envejecimiento y vejez donde se visibilizan una serie de violencias y precariedades por su condición de mujeres. Como veremos, en este trabajo expondremos cuatro casos que ejemplifican la heterogeneidad de narrativas que encontramos en nuestra experiencia de investigación: 1) impotencia y suicidio; 2) soledad y religión; 3) trabajo y cuidado de otros/as; y 4) persistencia y emprendimiento.

Nos concentramos entonces en dar cuenta de estas realidades considerando, las especificidades de las mujeres mayores que habitan en el sector de Campos Deportivos, atendiendo a las construcciones de género que son elaboradas y emergen en sus propios relatos. Vale recalcar, que esta propuesta no pretende una generalización de sus resultados, sino más bien visibilizar la situación de mujeres mayores.

3.1. “Me intenté suicidar la semana pasada”

La primera de las encuestas fue a una mujer de 67 años, a quien llamaremos Marisol. Madre de una hija de 24 años que se desempeñaba de manera inestable como trabajadora part-time (promotora de eventos) y "por trato" en una agencia de modelos. Su hija, que aún vivía con ella, se identificaba como lesbiana y no había dejado nunca su hogar, manteniéndose durante toda la encuesta en la cocina, sin intervenir en la entrevista más que para señalar su opción sexual.

Marisol se encontraba en una situación límite. Se había casado hace unos diez años atrás con una persona mayor que ella (75 años). Esta unión había significado la oposición de la familia de su esposo, ya que suponían un interés instrumental en la unión, en medio de una lógica de lucha por la herencia. El esposo vivía del arriendo de propiedades inmobiliarias, lo cual suponía efectivamente la presencia de altas sumas de dinero. Sin embargo, Marisol había sido una persona que había trabajado desde los 17 años, pasando por diversas ocupaciones entre las que contaba el servicio público, la administración y las actividades comerciales, siendo siempre “la autosuficiencia” y el esfuerzo una de las normas éticas de su comportamiento (Sir, 2017). En esta trayectoria laboral, logró asegurar una pensión de 220 mil pesos chilenos, la cual se encuentra recibiendo en la actualidad.

En este contexto, el esposo de Marisol sufrió un cuadro de demencia senil en 2015, en el que los hijos tomaron control físico de él, enviándolo a un hogar de ancianos, sin darle posibilidad a Marisol de acceso y comunicación con su esposo. Esto significó un cuadro depresivo y de angustia en la vida de Marisol, ya que no tenía los elementos legales y los recursos necesarios para emprender una acción legal contra los hijos con el objetivo de volver a ver a su esposo.

Esta situación de desesperanza y violencia la llevó a intentar suicidarse dos veces. La última vez había sido la semana anterior a la realización de la encuesta. Esta situación era explicada como parte de una pérdida de sentido con la vida, con las ganas de vivir, y ante la imposibilidad de vivir-ser con la persona amada. La injusticia era un lugar recurrente en su relato, lo cual desbordó la encuesta y nos hizo buscar potenciales soluciones en asesoramiento legal dentro de la Universidad Católica de Temuco.

3.2. “Estoy esperando la muerte”

En el siguiente caso visitamos a Carla (74 años). Carla es una mujer que vive regularmente sola, ya que tan solo en ocasiones excepcionales permite que su hermano, quien tiene problemas de alcoholismo, duerma en su hogar. También es de considerar que Carla es dueña de su casa y arrienda una propiedad interior a una familia de clase trabajadora compuesta por una pareja y su hijo de 3 años. Este hecho muchas veces le significa bastantes problemas de convivencia, pero señala es la única forma de mantenerse económicamente.

Carla había pasado un largo camino antes de afianzarse en esta residencia. De hecho, la había comprado hace cerca de 5 años, lo cual la volvía una de las propietarias más recientes en el barrio de las cuales tuvimos acceso. Para realizar la compra había pasado por un periodo de agitado uso del dinero. Si bien Carla contaba con los ingresos del arriendo, sumado a una pensión de viudez de su marido, hace 7 años recibió una herencia de cerca de 100 millones de pesos chilenos, parte de una división de la venta de una tierra asociada a su familia paterna.

Cuando recibió este dinero, Carla “se transformó”. Comenzó a asistir al Casino que queda a algunas cuadras de su casa, y dice que llegó a perder más de 50 millones de pesos chilenos. Su actividad se volvió compulsiva, señalando que se encontraba acogida en ese lugar, que era “parte de algo” y que además se divertía. Carla se volvió una ludópata. Para salir del habitus del juego, señala haber encontrado en la Biblia y Dios “la salvación”. Allí conoció la iglesia evangélica, la cual le permitió conocer nuevas personas que, si bien no visita regularmente, le ofrecieron la posibilidad de salir de la circularidad de las relaciones de pérdida de su dinero y de pérdida de sentido. En el presente, la religión parecía llenar un espacio importante de significados en su vida, lo cual podría ser reconocido como “el telón de fondo” del intento de intertextualidad generado por Carla.

Carla es una persona solitaria que no sale mucho de su hogar y se enorgullece de ello. En el recuentro con su fe, Carla se entendía a sí misma como una persona que se encontraba esperando la muerte. Le parece que es innecesario salir a la calle, que Dios ya le ha asignado ciertas pruebas y que una de ellas es la soledad y una suerte de claustro ascético. Su sentido de dependencia se traduce en “gratitud” hacia la lógica clientelar de “los bonos” de transferencia condicionada del gobierno (especialmente el bono invierno), lo cual convierte a Michelle Bachelet, en su complemento de referencia política simbólica frente a la religiosidad: “gracias a Dios y a Bachelet estoy bien”.

Sin embargo, suele involucrarse en pleitos por el uso de la acera y la calle, especialmente con el tema de la basura, ya que va contra “la decencia” del barrio y el estatus de las personas que allí viven. Este tema nos lleva a presentarle el proyecto al final de la encuesta, lo cual volvió la conversación atractiva para Carla quien se mostraba disponible a innovar inmediatamente en su comportamiento con miras a utilizar composteras y/o sistemas de reciclaje de sus residuos.

3.3. “Quería aprender a pintar”

En otra encuesta nos encontramos a Andrea (74 años), quien vive con su madre (95 años), la cual cuida desde hace ya 8 años, por una situación de incapacidad física, Alzhéimer, demencia senil y los efectos psicomotrices derivados de la situación de la edad. En estas tareas es ayudada parcial y ocasionalmente por su esposo (76 años), trabajador independiente de la administración y gestión de terminales de buses rurales en Temuco, y por sus hijas (45 y 42 años), quienes no viven con ella hace ya más de 15 años. También se encuentra en esta red de cuidados la presencia de una hermana (71 años), la cual se lleva a su madre un fin de semana al mes a pasar unos días con ella, lo cual a los ojos de Andrea parece ser insuficiente para sus necesidades de esparcimiento.

Andrea fue funcionaria en la administración pública como secretaria y contadora. Se desempeñó durante más de 30 años trabajando en el sector público, transitando en varios servicios, contando con una formación técnico profesional y con la estabilidad que ofrecían los empleos previos a la reorganización neoliberal de la administración del estado. De esta relación de dependencia Andrea obtuvo una pensión que se desvalorizó por el cambio al sistema de fondos de pensiones en el año 1981. Esta es una de las decisiones que más lamenta y en las cuales concentra gran parte del desarrollo de la encuesta.

Esta situación la ha puesto en una relación de sobre-dependencia respecto a la generación de ingresos extras, lo cual realizan con su marido quien señala no tener otra alternativa que seguir trabajando para costear los gastos de reproducción vital y los de cuidado incurridos en la madre. Ninguno de los dos se ha podido jubilar efectivamente, como un encuentro con el tiempo para el descanso, el entretenimiento y/o el esparcimiento, lo cual marca el relato de Andrea ajustado a la dependencia y la relación de cuidado impuesta forzosamente en el tiempo.

Adentrándonos en sus dependencias y sentidos, le preguntamos por sus espacios de recreación. Andrea confiesa que uno de sus objetivos al jubilarse era aprender a pintar a nivel artístico, y que lo ha conservado como un sueño imaginario persistente como interés de formación y motivación de vida (Lucero y Yarce, 2018). Sin embargo, cree que las relaciones de cuidado y la exigencia de tiempo no le permiten participar de actividades de este tipo, ya que había analizado la oferta de distintos cursos e instituciones que finalmente terminaban no siendo compatibles con sus horarios de cuidado que eran casi de "24x7" (24 horas al día, los 7 días de la semana).

Finalmente, nos señala que uno de los espacios de encuentro resulta ser de convivencia religiosa, la “comunidad Schönstatt”. Esta secta tiene alta influencia en el sur de Chile, especialmente en la región de la Araucanía y en ciertos sectores de la “clase servicios”. Así es como Andrea tuvo acceso a ella a partir del trabajo. Se supone un círculo que combina actividades caritativas con la práctica religiosa católica, sumado a encuentros recreativos de “la comunidad” lo cual concentra el núcleo de “actividades sociales” de la familia de Andrea.

Esta relación muestra una gran influencia en su distribución del tiempo en detrimento de las juntas de vecinos/as u otras organizaciones y, además, la participación es presentada como una estrategia de protección frente a la indefensión de la enfermedad y la educación. En estas situaciones la secta parece apoyar colectivamente a la familia. El proyecto de reciclaje aparece como una posibilidad de conectar la veta comunitaria con el sentido de barrio que persiste por estrategias municipales en “redes de seguridad” y de “vigilancia vecinal”.

El reciclaje aparece como una actividad de torsión de los tiempos individuales frente a los colectivos, ya que Andrea se abre a la idea de generar prácticas de reciclaje de sus desechos, pero advierte sobre las dificultades de compromisos más sólidos y constantes de trabajo colectivo “fuera de su hogar”.

3.4. “No me queda otra”

Por último, encuestamos a Maribel (66 años) quien es la jefa de hogar de una familia que reúne a cuatro generaciones. Maribel es costurera, tiene su taller dentro de la casa, donde cuida a su padre (85 años), quien sufre una incapacidad laboral desde que ella tenía 15 años. Su padre sufrió un accidente cuando trabajaba en ferrocarriles (una empresa del estado), lo que trajo aparejado una crisis del núcleo familiar, con una depresión y muerte de la madre. Esta situación significó para Maribel hacerse cargo de su hermana (dos años mayor) y su padre, configurando una vida alrededor del cuidado de otros/as.

En la casa, como señalábamos, viven cuatro generaciones. El padre de Maribel, quien identifica a su hija como jefa de hogar; la hija de Maribel (32 años) quien trabaja durante el día en el sector del comercio como vendedora en una tienda del retail, mientras que en las noches estudia trabajo social en una universidad privada; y su nieta (12 años) que asiste a la educación municipal en el establecimiento de Campos Deportivos.

La solvencia económica del hogar pasa por la diversificación de ingresos. Por una parte está la pensión de invalidez del padre, la cual pese a provenir de una empresa estatal con cierto estatus de protección de sus trabajadores, no se encuentra en el salario mínimo actual. Luego, se encuentra el ingreso de la hija que, se distribuye principalmente en el pago de sus estudios. Por último, encontramos el ingreso de Mabel, quien realiza trabajos de costura para instituciones (principalmente colegios) y algunos particulares que visitan irregularmente el taller. Trabaja de manera asociativa con una amiga, con la cual compran materiales y amplían su red de clientes.

Mabel es una mujer abocada a otros (Ramos, 2016). Esta situación la visualiza como algo fatal, determinante y constrictivo, ya que no cree que exista otra opción y alternativa a esta realidad. Su justificación y motor de acción está centrado en el núcleo familiar, en los estudios universitarios de su hija y la educación de su nieta. Por estos motivos es capaz de generarse extensas de trabajo, así como sobrecargas de clientes en ocasiones específicas (febrero-marzo-abril), ya que sabe que su trabajo está sujeto a la incertidumbre de la solicitud de sus clientes/as, así como a escenarios y situaciones que ella sabe no puede manejar.

4. Conclusión

A partir de nuestra experiencia, pareciese que la vejez es un andamiaje biopolítico orientado a la producción de una negación del sujeto como sujeto de derechos en materia de protección y solidaridad (Iacub, 2002), y de una forma específica cuando “se es mujer” (Freixas, 1997).

La vejez, como sinónimo de residualidad, supone un sentimiento de “rencor social” de parte de los sujetos desechados. Este sentimiento se agrava en la desconfianza y supone cierta dependencia clientelar que es canalizada por organismos no-estatales, tales como iglesias y sectas religiosas. Es lo que en otros contactos se ha llamado estrategias de afrontamiento de la soledad y del abandono (Rodríguez Martín, 2009), donde la fe y el apoyo religioso constituyen sólidas redes de acompañamiento de ancianos/as, a partir de la debilidad de los lazos de seguridad y protección entregadas por otros actores.

Este discurso de la residualidad supone estrategias de las personas por la búsqueda de reconocimiento y participación, que sería atravesado por el “sentimiento de utilidad” (en la racionalidad productiva) y de autosuficiencia que muchas veces los empuja a situaciones de riesgo, esfuerzo y sacrificio. Detrás de estos sentidos se manifiesta la potencia significante del neoliberalismo en los procesos de subjetivación, y también las acciones que acompañan su reproducción en la subjetividad, especialmente cuando “las mujeres mayores son invisibles para la política de género y de vejez en Chile” (Osorio, 2009, pág. 618).

Creemos que los principales hallazgos de este trabajo son tres:

  1. 1) las situaciones en que se encuentra gran parte de la población adulta mayor no sólo puede ser identificada a través de métodos de estandarización cuantitativos ya que involucran un componente cualitativo denso y heterogéneo que requiere ser visibilizado desde el punto de vista de la institucionalidad y la política pública. Este hecho debe ser reconocido por las organizaciones que pretenden desarrollar acciones e intervenciones comunitarias, especialmente considerando a la población femenina que es parte considerable de la población adulto mayor;

  2. 2) la situación de residualidad en que se encuentran gran parte de las mujeres mayores entrevistadas, problematizan los modelos de recreación y asistencia social promovidos actualmente por la institucionalidad estatal chilena. La seguridad social emerge como un foco problemático en medio de relaciones de dependencia, soledad y abandono, especialmente considerando las deficiencias en términos de cuidado, protección, seguridad y suficiencia económica que enfrenta esta población, como parte de cadenas de procesos de sanción social; y

  3. 3) las mujeres en su vejez enfrentan presiones, tensiones y precariedades que se exacerban considerando las trayectorias de vida y las diversas marcas que han debido padecer y asumir, considerando roles de género construidos y asignados socialmente. Este hecho invita a pensar en futuras investigaciones desde un enfoque que problematice estas vivencias y promueva aperturas a la asociatividad.

Estos tres hallazgos se expresan en los relatos y las experiencias de las personas entrevistadas y reconectan un reposicionamiento de un tema no planteado desde la comprensión de la geografía y la sociología urbana: la articulación entre la segregación espacial, el ejercicio social del androcentrismo y la precarización de la vida de mujeres en la vejez. Esta realidad del Chile neoliberal introduce a pensar: ¿cuáles son las consecuencias de la reproducción de este fenómeno en el marco del envejecimiento de la población? y ante la continuidad de las carencias y precariedades inducidas por el sistema de pensiones en Chile ¿cuál será el futuro de las mujeres?, ¿cuáles serán las formas en que enfrentarán esta realidad?

A la vez, la política de segmentación y de doble violencia que se instala en las mujeres empobrecidas en la vejez es un foco de acción y reivindicación de los debates y movimientos feministas (Freixas, 2004; Twigg, 2004). La gerontología feminista invita a pensar estos resultados de investigación al “revisar el proceso femenino de madurescencia teniendo en cuenta el contexto histórico, social y cultural de cada mujer”, lo cual creemos “ayudará a entender mejor las particularidades de envejecer, quedando lejos de las generalidades cuantitativas que pocos aportes hacen a una vida más equitativa y justa entre las mujeres mayores” (Fatou y García, 2013, pág. 107).

Finalmente, cabe mencionar que la violencia estructural e institucional que ha padecido la sociedad chilena por medio de las políticas neoliberales, ha encontrado en los últimos meses una de las formas de respuesta a través de la protesta, la organización y la movilización social. Esta respuesta guía también las preguntas que han quedado planteadas con esta investigación, ya que si el sistema de pensiones sigue siendo avalado y legitimado en nuevas iniciativas de ley por el sistema político-institucional, es altamente probable que sean múltiples y diversos sectores de la sociedad chilena los que continúen luchando y movilizándose para alcanzar el bienestar y un buen vivir.

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1 Este artículo ha sido posible gracias al Financiamiento de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado de la Universidad Católica de Temuco, Proyecto VIPUCT Nº 2018EM-BP-01, dirigido por Blaise Pantel.

2El caso de Chile, presenta algunas semejanzas al contexto Colombiano y el Sisbén (Sistema de Identificación de Potenciales Beneficiarios de Programas Sociales). La pobreza se utiliza como un instrumento de gobierno, este proceso orienta la distribución de políticas sociales, desde una mirada subsidiaria que construye identidades precarizadas en el Chile contemporáneo. Véase el trabajo de Hernández Luque (2018).

3Según el Centro de Microdatos de la Universidad de Chile, la encuesta CASEN, cumple el objetivo de “conocer periódicamente la situación socioeconómica de los hogares y de la población que reside en viviendas particulares, en aspectos tan diferentes como la composición familiar, la educación, la salud, la vivienda, el trabajo, y los ingresos”.(2015, pág. 6).

4No es casualidad que el estudio de Ganga et al. termine señalando en sus conclusiones que un importante desafío que tiene que enfrentar el estado en Chile [quote]tiene que ver con la falta de eficiencia que ha mostrado el sistema previsional de capitalización individual, el cual no ha sido capaz de responder eficazmente a las necesidades de calidad de vida de las personas luego de su jubilación, haciendo que adultos mayores terminen en condiciones de vida no adecuadas (2016, pág. 192).[/quote]

5Como señala la página del Ministerio de Desarrollo Social El bono invierno es un beneficio no postulable de 59.188 pesos chilenos que se entregó por una sola vez junto a la pensión de mayo de 2017 a quienes cumplían los requisitos. Disponible en: https://www.chileatiende.gob.cl/fichas/ ver/39484.

6Presidenta de Chile durante dos períodos (2006-2010 y 2014-2018).

Recibido: 01 de Agosto de 2018; Aprobado: 01 de Septiembre de 2019

Contacto: djulian@uct.cl

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