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Olivar

On-line version ISSN 1852-4478

Olivar vol.2 no.2 La Plata Dec. 2001

 

Facundo Tomás. Las culturas periféricas y el síndrome del 98, Barcelona: Anthropos, 2000; 213 pp.

 

Juan Antonio Ennis

Universidad Nacional de La Plata

 

El libro de Facundo Tomás Las culturas periféricas y el síndrome del 98 constituye una reivindicación de la cultura valenciana en la figura de sus dos representantes de mayor importancia hacia fines del siglo XIX y principios del XX: Joaquín Sorolla y Vicente Blasco Ibáñez.
La estructura del libro está conformada por una introducción y un epílogo en los que el autor expone los basamentos teóricos de su estudio y el punto de partida para un análisis que abarca los cinco capítulos que componen su cuerpo central. A lo largo de ellos se dedica a trazar un juego de contra­posiciones entre Sorolla y Blasco Ibáñez y (exceptuando el capítulo 1) las principales figuras de lo que se ha dado en llamar "generación del 98" (denominación que el autor utiliza a lo largo del texto, aunque no deja de señalarla como "ambigua e históricamente improcedente" (p. 20)).
Walter Benjamin afirmaba, en su tesis XIV de filosofía de la historia, que "la historia es objeto de una construcción cuyo lugar no es el tiempo homogéneo y vacío, sino el tiempo actual (Jetztzeit), que es lleno" ("Tesis de filosofía de la historia", en: Ensayos escogidos, México: Coyoacán, 1999: 49.). Similar es la afirmación que inaugura el libro de Facundo Tomás y actúa como premisa básica de todo el estudio en él comprendido. Afirma así el carácter ideológico de la historia, puesto que "el pasado es una construcción del hoy y la mirada sobre el pasado se constituye en sustancia de la propia ideología del presente" (p. 11). A continuación ejemplifica esto mismo con los casos de la fortuna de Velázquez y El Greco en cuanto a su recepción y el lugar cambiante que les tocara ocupar en la historia del arte en distintos momentos. Seguidamente declara su pretensión de "establecer una genealogía estética", estudiando la cultura valenciana como ejemplo de las "actitudes periféricas", y así -desde el punto de vista que le ofrece el presente- estudiar en el pasado entresiglos las raíces de los temas que presenta el actual.
El fenómeno de la "sociedad de masa", opuesto y desplazando a "la metafísica burguesa del individuo", es el punto de partida desde el que se organizará el juego de oposiciones que recorre el libro. De ese modo, con el ánimo polémico que caracteriza a este mismo, señalara al Otro de su reivindicación como la "vanguardia" (englobando aquí al 98 como una vanguardia "a medio camino").
El capítulo I ("Una mujer desnuda para Mariano Renovales") comprende un análisis de La maja desnuda (1906) de Blasco Ibáñez entre los ejes de dos tradiciones literarias: la de la novela de artista y la de la novela realista. La comparación con otras dos novelas de artista -en las que, al igual que en La maja desnuda, el protagonista es un pintor y la problemática gira en torno a un desnudo- de Balzac (Le Chef­ d'Oeuvre lnconnu) y Zola (L'Oeuvre) sirve a Facundo Tomás para asignarle a Blasco una posición opuesta a lo que él llama "el punto de vista de la vanguardia", caracterizado aquí por la supeditación de la vida al arte, por la imagen del artista "genio" o "fracasado" diferenciado del resto de la sociedad -en el margen inferior o superior de la misma, pero siempre en el margen-, y por la relación entre el arte, la angustia, la locura y la muerte. El autor observa en la novela de Blasco, en primer lugar, una imagen opuesta del artista que lo acerca más al profesional no marginado de la sociedad moderna (p.28), el cual no vive exclusivamente en función de su arte sino que desarrolla su arte en función de su vida. En segundo lugar, es el goce del presente y la ubicación en un contexto más vital, menos racional, lo que sirve de impulso o motivación para el arte en el caso del personaje de La maja desnuda. Por el contrario, "la muerte como correlato de la vanguardia, precisamente la conciencia de la muerte, informa la angustia del creador tal como se presenta en las dos novelas francesas" (p. 65).
Es, entonces, una nueva variación de la problemática de la relación arte-vida la que recorre el primer capítulo de Las culturas periféricas y el síndrome del 98, problemática que ya había sido tratada por el autor -precisamente con respecto a la pintura- en su libro Escrito, pintado (dialéctica entre escritura e imágenes en la conformación del pensamiento europeo) (Madrid, Visor, 1998).
El capitulo II, "El verano en la Malvarrosa", presenta brevemente al otro exponente de esa periférica cultura valenciana, Joaquín Sorolla, en quien encuentra el mismo "contexto vital y goce del presente de Blasco Ibáñez" (p. 73), al mismo tiempo que hace notar la magnitud de su éxito y fama en los albores del siglo XX, superior en ese momento a la de pintores de "la vanguardia" como Dalí, Miró o Picasso. Las pinturas de Sorolla observadas por Facundo Tomás en este capítulo son Verano y Después del baño (La bata rosa). Son las críticas a este pintor por parte de Ramiro de Maeztu y Juan de la Encina las que en este caso representan el punto de vista de la vanguardia. Tales críticas habrían buscado en Sorolla la "veracidad retiniana" y el "análisis cromático de la realidad " propio del Impresionismo, cuando el pintor valenciano no era precisamente un miembro de dicho movimiento , del que se limitaba a tomar recursos plásticos que pudieran resultar productivos para su propia creación. Tampoco habría pretendido llevar a cabo ese análisis de la realidad, sino que "comprendió como nadie la sustancial función decorativa, la dimensión eminentemente superficial, erótica, gozosa de un cuadro" (p. 81).
El capítulo Ill, "Geografía estética de España", se centra en un debate que enfrenta a Sorolla y Blasco Ibáñez con dos de las figuras más prominentes del 98: Valle-Inclán y Unamuno. Estos dos autores, disímiles en tantos aspectos, coinciden bajo la óptica de Tomás en lo que respecta a su visión escindida y regionalista de España, en su rechazo de la cultura valenciana y en la conciencia de la muerte como eje de su pensamiento. A esto opone nuevamente el vitalismo y la sensorialidad de los dos valencianos, así como su visión integracionista y federalista de España.
Los diversos modos de ficcionalizar la filosofía schopenhaueriana en La voluntad de vivir de Blasco y La voluntad de José Martínez Ruiz dan forma a una soterrada polémica entre ambos autores, de la cual se ocupa el capítulo IV ("Una polémica entre Blasco y Azorín"). El objetivo fanático de un significado imposible y el goce vital de la superficie significante, las visiones de la España negra y la España blanca, vuelven a manifestarse como los términos fundamentales del enfrentamiento estético e ideológico entre los noventayochistas y Blasco Ibáñez.
Finalmente, la relación entre el "intelectual" y el público de masas es el eje que articula el quinto y último capítulo. La concepción mesiánica y elitista del primero visible en autores como Unamuno, Azorín, Maeztu y Valle-Inclán -entre otros-, así como el rechazo del gran público que ésta implica, se presenta a los ojos de Facundo Tomás como la contracara de una figura de escritor como la de Blasco Ibáñez, quien siempre habría escrito pensando en la accesibilidad de su producción a un público masivo que en algún modo regularía su estética.
"A modo de imprescindible epílogo" se titulan las páginas que cierran el libro, las cuales retoman lo enunciado en la introducción y concluyen con la celebración de la caída de las "vanguardias" y la metafísica burguesa del individuo a manos de la sociedad de masas y el arte que le es propio. La obra de Vicente Blasco Ibáñez y Joaquín Sorolla aparece aquí como la huella, el "monumento" que, luego de haber sido silenciado por la "vanguardia" dominante en el siglo XX, cobra una nueva significación, es redimensionado desde el momento en que "es el gusto popular", "cordial", "ingenuo", declaradamente vitalista, el único que puede informar hoy -en los comienzos del tercer milenio- toda estética, todo pensamiento con posibilidades de firmeza y expansión renovada" (p. 213).
La óptica adoptada sobre la posmoderna cultura de masas -patrón de esta construcción histórica reivindicatoria de la cultura valenciana de entresiglos- se conjuga, como en anteriores obras del autor, con una concepción celebratoria, refractaria a detenerse en los aspectos más críticos y conflictivos de los nuevos modos de existencia. Esta concepción ha retomado lo ya establecido en su libro Escrito, pintado (Dialéctica entre escritura e imágenes en la conformación del pensamiento Europeo), donde también se refería a las bondades de los medios de masas, asignándoles el mérito de haber "estetizado la vida cotidiana, recuperando la continuidad del mundo y el arte" (p. 234). Con independencia do los distintos puntos de vista en torno a este punto, que tienen otros vastos espacios para el debate, el libro de Facundo Tomás presenta datos y observaciones muy provechosos e innovadores para el estudioso de la "geografía estética" de ese tiempo. Debe señalarse que el gesto a todas luces polémico que recorre el texto le añade su valiosa mirada a la obra de Sorolla y Blasco Ibáñez, una inestimable contribución a las diversas "querellas" del presente. Es preciso no obstante mencionar dos observaciones: en primer lugar, las discrepancias que sin duda ha de suscitar su tajante oposición entre "vanguardia" y arte de masas; en segundo lugar, la dificultad para que su defensa de las periferias, representadas en este caso por el campo simbólico de lo valenciano, sea cabalmente comprendida en el contexto cultural de otras periferias.
Finalmente, Las culturas periféricas y el síndrome del 98 se inscribe en un movimiento de recuperación y relectura de la obra de Blasco Ibáñez que viene desarrollándose en los últimos años, tendiente a dar una nueva dimensión al escritor valenciano dentro del canon de la literatura española. Por lo demás, cabe señalar que un panorama bastante amplio de los puntos en discusión con respecto a este tema puede encontrarse en los dos gruesos volúmenes, de reciente aparición, de las actas del Congreso Internacional Blasco Ibáñez (Oleza, Joan y Lluch, Javier, eds. Vicente Blasco Ibáñez: 1898-1998. La vuelta al siglo de un novelista. Actas del Congreso Internacional celebrado en Valencia del 23 al 27 de noviembre de 1998, Valencia, Biblioteca Valenciana, 2000).
En suma, este libro es un aporte importante a la discusión acerca de la relación, tanto en lo estético como en lo ideológico, del autor de La barraca con los noventayochistas, discusión que se ha extendido durante el siglo XX desde las opiniones de los propios autores pertenecientes a dicha generación a las diversas lecturas de la crítica a lo largo de las últimas décadas. Demuestra una vez más que, sin lugar a dudas, la discusión sigue dando frutos.

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