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Olivar

On-line version ISSN 1852-4478

Olivar vol.8 no.10 La Plata July/Dec. 2007

 

INCIPIT: DEL TEXTO A LA PEFORMANCE

Gestualidad en el Cantar de Mio Cid: gestos públicos y modestias1

Santiago Disalvo

Universidad Nacional de La Plata - SECRIT (CONICET)

Resumen
El presente trabajo se abocará al problema de la gestualidad en el CMC desde dos perspectivas complementarias: la característica fundamental de mesura que la crítica cidiana ha visto siempre en el héroe, y la descripción del uso de ciertos objetos e indumentaria. La cuestión de la gestualidad en la cultura medieval cuenta ya con largos años de investigación literaria e histórica. La combinación de indumentaria y gestualidad en el CMC está en función de la "espectacularidad", de forma tal que provoca, a través de un cierto "signo" corporal, la actitud de admiración. Por otro lado, se pueden establecer ciertos paralelismos con las prescripciones monásticas acerca del comportamiento gestual, las cuales son, según Schmitt, índice de la mentalidad de toda la sociedad a partir del siglo XII. La oposición modestia / gesticulatio, identificable en el CMC, puede ser asimilada en gran medida a la de mesura/ desmesura, con respecto a la cual se ordenan los personajes positivos y negativos en la obra.

Palabras clave: gestualidad; mesura; indumentaria; espectacularidad; "modestia/gesticulatio".

Abstract
This article examines the problem of gesture in CMC in two complementary perspectives: the fundamental character of mesura (moderation) that the Cidian critique has always perceived in this hero, and the description of the use of certain objects and clothing. The question of gesture in medieval culture has already gone through a long lifetime of historical and literary research. The purpose of this combination of clothing and gesture in CMC, is the spectacular display in order to provoke, through certain bodily "signals", an attitude of admiration. On the other hand, some resemblance may be established between mesura and monastic prescriptions on gestical behaviour, which indicate, according to Schmitt, the mentality of the whole twelfth-century society. The modestia/ gesticulatio opposition, which can be identified in CMC, may be equaled to mesura/ desmesura, the axis according to which are arranged the positive and negative characters in the poem.

Keywords: gestures; "mesura"; clothing; spectacular display ; "modestia/gesticulatio".

1. Los estudios sobre gestualidad medieval y el Cantar de Mio Cid

   La historia del texto del Cantar de Mio Cid (CMC) ha querido dejárnoslo con un incipit claramente gestual: "De los sos ojos tan fuertemientre llorando/ tornava la cabeça e estávalos catando" (vv. 1-2). Este inicio nos muestra al héroe en un momento significativo de su trayectoria, con un particular comportamiento gestual que se repetirá a lo largo de la obra: "Sospiró mio Cid, ca mucho avié grandes cuidados, | fabló mio Cid bien e tan mesurado" (vv. 6-7). El presente trabajo se abocará al problema de la gestualidad en el CMC desde dos perspectivas complementarias: la característica fundamental de mesura que la crítica cidiana ha visto siempre en el héroe2, y la descripción del uso de ciertos objetos e indumentaria.
   La cuestión de la gestualidad en la cultura medieval cuenta ya con largos años de investigación en los estudios de medievalistas como Paul Zumthor, Jacques Le Goff, Jean-Claude Schmitt o François Garnier. Po-demos resumir la importancia de este tema con las palabras de Violeta Díaz-Corralejo:

   Para ningún medievalista será un descubrimiento el hecho de que a la medieval se le haya llamado «la civilización de los gestos», ni la multitud de escritos que intentan regular y dar normas para ajustar los gestos al estado social de cada uno y, muy especialmente, al de los religiosos (Díaz-Corralejo, 2000: 651)

   "Los gestos son signos, es decir, símbolos en el sentido agustiniano de signum", afirma Le Goff (1994: 60), concentrándose en los gestos medievales de devoción pública, especialmente en los de San Luis de Francia, ya que "ponen de relieve ciertos aspectos de los comportamientos gestuales: la jerarquía en relación con la situación en el espacio, la observación admirativa, la imitación" (Le Goff, 1994: 61; cap. V "Los gestos de San Luis").
   Paul Zumthor ha señalado la centralidad de la cuestión del gestus en la literatura medieval, como objeto de reflexión y como dimensión educable en lo moral:

   En el transcurso del siglo XII, más tarde del XIII, el cuerpo como tal se convierte en objeto de reflexión por parte de los doctos. [.] Por eso el análisis filosófico y moral se percibe en su más consistente unidad dinámica: el gesto. Así, Hugo de San Víctor, en su tratado sobre la formación de los novicios: «un gesto es al mismo tiempo movimiento y figuración de la totalidad del cuerpo» ( gestus est motus et figuratio membrorum corporis ad omnem agendi et habendi modum ), implica mesura y modalidad. (Zumthor, 1989: 295)3

   También Jean-Claude Schmitt -autor de La raison des gestes dans l'Occident médiéval (1990) y Le corps des images. Essais sur la culture visuelle au Moyen Age, (2002)- para quien "Si hay una historia de larga duración ésta es la de los gestos" (Schmitt, 1990: 129), explica en "La moralidad de los gestos" (1990), la conceptualización madurada durante la Edad Media del término modestia, es decir, la moderación en los gestos, lo opuesto a la gesticulatio.
   En torno al texto del CMC se han publicado varios estudios sobre su factor gestual, entre los cuales hay que contar los de Chatham (1979) y West-Burdette (1987). Chatham (1979: 471) ofrece un catálogo de los gestos presentes en el Cantar y señala la importancia de los detalles visuales del lenguaje corporal del héroe, puesto que muestran su carácter idealizado de humildad y dureza, de lealtad, generosidad y devoción. West-Burdette ha dedicado un artículo al problema de la gestualidad en el CMC, en el que retoma el estudio de Colin Smith y John Morris (1967) sobre las "frases físicas" (indicativas de postura y gesto, probablemente actualizadas en la performance mediante la mímica): "it is a multitude of carefully manipulated images flowing through the poetic language of the CMC " (West-Burdette, 1987: 64). El poeta emplea "referentes sustantivos concretos", objetos familiares con una gran carga simbólica para la sensibilidad de su audiencia, así como "referentes verbales", cuya acción se presta a la mímica, incluyendo frases físicas formulares para reforzar la dramatización (West-Burdette, 1987: 59).
   Tal como lo ha indagado John K. Walsh al hablar de gestural script, los gestos descritos en el CMC pueden ser el correlato textual de una performance -definida como "the cardinal format for Franco-Castilian epic" (Walsh, 1990: 5)-, una ejecución gestual del cantar por parte del juglar. Walsh sostiene que, aunque podemos considerar el texto del poema como una obra acabada, que no requeriría necesariamente ser completada por una ejecución con canto o mímica para su adecuada recepción, encontraremos en él, de todas formas, lo que se ha dado en llamar "escritura gestual", es decir, innumerables referencias físicas que invitan al juglar a una performance (Walsh, 1990: 3): "an actor's cue for posing and projecting -looking upward, changing stance, looking downward, and so forth" (Walsh, 1990: 11).4
   El análisis del incipit del CMC ha merecido ciertos estudios, como el de Gloria Chicote (1999), que enfocan también la cuestión de la performance gestual, en tanto actualización del discurso épico, la cual per-mite tener en cuenta una significación más completa de ciertos versos;5 o el de Pascual (1984), referido a las lágrimas del héroe en el v. 3, que explica el significado del sintagma "llorar de los ojos", forma espontánea opuesta al planctus: "si se expresa por medio de llorar de los oyos es porque llorar a secas implicaba muchas cosas más que 'verter lágrimas': conllevaba todos esos síntomas de dolor que son el llanto o las quejas" (Pascual, 1984: 800). En este sentido, cabe relacionar esta actitud sosegada del Cid, "dolorido sentir que cuaja en lágrimas serenamente calladas" (F. Rico, "Estudio preliminar", en Montaner, 1993: xiv), con el concepto de modestia que se tratará en el tercer punto de este estudio.
   No nos detendremos aquí en una catalogación minuciosa de los diferentes tipos de gestos presentes en el CMC, tarea realizada ya, como se ha indicado, en diversos estudios críticos, sino que intentaremos indagar algunos aspectos funcionales de la gestualidad: la "espectacularidad ejemplar" y su relación solidaria con la indumentaria y los objetos, y la exaltación de la modestia en el comportamiento gestual.

2. Gestos públicos e indumentaria

   Tal como ya ha sido destacado por la crítica, una parte importante de la gestualidad en el CMC corresponde al ritualismo de las relaciones vasalláticas: los gestos de estrechar y besar las manos, las genuflexiones, las prosternaciones. Se consignan así acumulaciones de gestos rituales con un evidente carácter público u "ostentatorio", como la ceremonia ritual de infeudación señalada por Alberto Montaner en el Cantar Segundo: "la síntesis de Michael es correcta: el Cid se prosterna y arranca la hierba con los dientes, uniéndose el simbolismo de ambos gestos en un acto de profunda reverencia, concorde con lo preceptuado por las Partidas, III, xxiv, 3 y la iconografía medieval de los gestos de humildad y sumisión" (Montaner, 1993: 581, n. compl. a los vv. 2021-22). Esta ceremonia, que tiene lugar frente a la mirada de otros en el contexto de la corte, consiste en una serie gestos que conforman una "espectacularidad ejemplar":

      Que los gestos se hagan para que sean vistos parece ser algo obvio. Sin embargo, en el texto del CMC se pone énfasis justamente en esta dimensión pública, ya que los gestos de ciertos personajes existen para ser vistos, admirados y celebrados por otros. Así, por ejemplo, del Cid se dice que "no·s' fartan de catarle cuantos ha en la cort" (v. 3495). El juego de miradas en la corte revela que el Cid, como sucederá más adelante con sus espadas ("Saca las espadas e relumbra toda la cort,/ las maçanas e los arriazes todos d'oro son, | maravíllanse d'ellas todos los omnes buenos de la cort", vv. 3177-79), esplende por su apariencia, y atrae las miradas de complacencia de unos, al tiempo que otros no pueden contemplarlo por el sentimiento de vergüenza que suscita en ellos:

6

   Los gestos del Cid, en tanto acciones contempladas por los demás, adquieren un valor paradigmático y, sobre todo, suscitan una actitud admirativa en el rey y su corte, indicada por el uso frecuente del verbo "maravillarse" (vv. 1590, 2060, 3178, etc.) o de expresiones como "no cansarse de mirar" (vv. 2058, 3495, 3501) en la descripción del narrador. Todo esto no hace más que subrayar el matiz de espectacularidad a la cual el narrador también invita a participar, por momentos, al receptor mediante exclamaciones. Tales descripciones suelen incluir la mención de la barba del héroe, signo público de su honra:

  

   Es interesante notar cómo el gesto es reforzado con la mención de objetos para indicar el carácter de los personajes. La combinación de indumentaria y gestualidad en el CMC está en función de la "espectacularidad", de forma tal que provoca, a través de un cierto "signo" corporal, la actitud de admiración. Así pues, la vestimenta se vuelve equivalente al gesto, ya que permite caracterizar indirectamente al héroe, y se yergue en signo decodificable en sentido tanto negativo como positivo, como lo predica Jacques Le Goff de las obras medievales en "Algunas observaciones sobre los códigos de la vestimenta y las comidas en el Erec et Enide ":

En la sociedad feudal estos códigos fueron particularmente eficaces y ocupaban un lugar esencial en la determinación de la posición social y el sistema de valores. Lo que una persona era se expresaba verdaderamente con fuerza a través de esos códigos. En las obras literarias, el vestido y el alimento indicaban la condición social de los personajes, simbolizaban las situaciones de la trama y subrayaban los momentos significativos del relato. (Le Goff, 1994: 65)

   Así, por ejemplo, el capillo y la cofia (capucha que separa la cota de malla de la cabeza del guerrero), asociados a la ostentación de la barba del Cid, se vuelven signos de virilidad, y el acto de quitárselos "es el mismo gesto de victoria que había repetido al final de las batallas, al quitarse el yelmo y el almófar" (Montaner, 1993: 304; n. al v. 3494):

   Montaner explica que el hecho de que el héroe exponga la cofia, que estaba cubierta por una parte del almófar, es un signo de triunfo y fortaleza, ya que la prenda ahora está ajada y arrugada por el gran esfuerzo de la batalla (Montaner, 1993: 148; n. al v. 789). Se trata no sólo de uno de los "momentos significativos del relato", sino de un gesto decodificable simbólicamente, con el valor "espectacular" que hemos visto en otros casos.
   Por lo tanto, puede afirmarse que la descripción de la indumentaria es utilizada de forma solidaria con el factor gestual, para indicar ya la valentía, ya la cobardía de los personajes. En el episodio del león al inicio del Cantar Tercero, por ejemplo, un mismo objeto de indumentaria (el manto) sirve para situar a los infantes y al Cid en extremos de virtud opuestos:

   Un mismo objeto sirve para caracterizaciones divergentes. Los guerreros del Cid usan sus mantos para defenderlo: "enbraçan los mantos los del Campeador" (v. 2284). Y mientras que sus enemigos se entregan a la desesperación, y uno de ellos queda manchado por haberse escondido tras el lagar, el Cid no pierde su decoro en el vestido, aun ante el peligro. Es más, ni siquiera se cubre con el manto para protegerse: "el manto trae al cuello e adeliñó pora'l león" (v. 2297). El modo de usar el manto funciona aquí como una traducción "sin palabras" de la actitud de cada personaje. El manto y el brial también aparecen más tarde en el CMC para caracterizar en tono ridículo al hermano de los infantes de Carrión:

   Al respecto, aclara Montaner que "su desidia con la ropa se relaciona con la que había tenido su hermano Diego en el lagar, recordada poco antes por Martín Antolínez (vv. 3365-3366). Según los códigos iconográficos medievales, la falta de decoro en el vestido es una señal negativa, correlato de un comportamiento desordenado" (Montaner, 1993: 663, n. compl. al v. 3375). Todo lo cual contrasta abiertamente con el porte majestuoso del Cid al llegar a las cortes. La minuciosidad de la descripción subraya la atención con que es percibida su venida. Nuevamente aparece la mención a la barba y a las miradas de la corte que se posan en él:

   

   La gestualidad está asociada no sólo a la indumentaria y a la barba, sino también a las espadas, como en el citado caso de la devolución de Colada y Tizón en las cortes, o bien en las batallas, como en el siguiente ejemplo del enfrentamiento entre el Cid y Bucar:

   En este último caso, gesto y objeto son elocuentes: establecen un código que está en "contradicción" con el de las palabras del Cid, con la finalidad de producir un juego irónico.7

3. La mesura y los gestos desmesurados

   Tal como hemos mencionado, la gestualidad en el CMC puede ser entendida como un elemento dramático en función de una eventual performance. Pero sobre todo es necesario considerar la intencionalidad de la gran cantidad de gestos descritos en el texto, más allá de su posible actualización extratextual. Por un lado, los gestos a lo largo de la obra pueden ordenarse de acuerdo con su mayor o menor grado de ritualismo o espontaneidad. Por otro, existe un eje conceptual que recorre la obra y que ordena a los personajes de forma contrastiva, la mesura,8 y que hace su aparición desde el inicio (conservado) de la obra: "fabló mio Cid bien e tan mesurado" (v. 7).9 Afirma Montaner en su comentario a este verso: "En esta cualidad se resumen las cuatro virtudes cardinales que la teología cristiana heredó de la moral estoica, prudentia, iustitia, fortitudo, temperantia, pero se basa especialmente en la primera" (Montaner, 1993: 388, n. compl. al v. 7). La mesura aparece en el CMC aplicada a otros personajes, con el matiz de sensatez: "Los de Sant Estevan siempre mesurados son" (v. 2820), se dice de quienes ayudan a las hijas del Cid después de la afrenta de Corpes. El campo semántico de "mesura" es equivalente, como lo ha explicado Jorge Ferro (2004)10, al de "cordura", también empleado en el CMC al Cid y sus hombres:

   Todos los gestos públicos del Cid parecen estar imbuidos de esta mesura-cordura como, por ejemplo, su reacción al enterarse del ultraje sufrido por sus hijas:

   Es posible establecer un paralelismo entre la mesura del CMC y el concepto medieval de modestia, que hace referencia a una moderación en los movimientos corporales, es decir, la virtud por la cual se ordena el comportamiento gestual. Jean-Claude Schmitt nos recuerda que "en la literatura moral, modestia, el ideal de la moderación y del justo medio, se llega a imponer como la virtud específica del gesto: es extraño que esta palabra no aparezca en los textos al mismo tiempo que el término gestus " (Schmitt, 1990: 136). Modestia, pues, o "moderación en los gestos", parece ser lo que caracteriza al Cid precisamente en los momentos en que se esperaría -con justicia- un acceso de cólera vindicativa.
   Si bien nos encontramos en un contexto social laico y guerrero, po-demos establecer aquí ciertos paralelismos con las prescripciones monásticas acerca del comportamiento gestual, las cuales son, según Schmitt, índice de la mentalidad de toda la sociedad a partir del siglo XII. El texto más representativo es el tratado de Hugo de San Víctor, De institutione novitiorum, que destaca en el capítulo XVII (Quomodo loquendum sit) la importancia de la modestia en los gestos de quien toma la palabra, de forma tal de ser escuchado con complacencia por el interlocutor:

Disciplina jubet ut loquentis sit gestus modestus et humilis, sonus de-missus et suavis, significatio verax et dulcis. Modestiam debet habere gestus loquentis, ut nec inordinate, nec impudice, nec turbulenter inter loquendum membra moveat, neque oculorum nutibus, aut indecenti conformatione sive transmutatione vultus, placorem sui sermonis imminuat. Humilis debet esse gestus loquentis, ut apud auditores gratiam sermo ejus inveniat. (Migne, vol. 176, col. 948A-B)

   Podemos reconocer aquí el comportamiento del Cid, el fablar mesurado, especialmente en las cortes, al dirigirse a su señor, el rey Alfonso. Este comportamiento público, como hemos visto, tiene una función ejemplar que es aprobada por el resto, y contrasta abiertamente con los modales del conde García Ordóñez y de los infantes:

   Aunque por momentos sosegado y en apariencia discreto, el hablar de los infantes no es evidentemente un gesto mesurado o modestus, sino más bien una connivencia interesada y maliciosa que tiene lugar en lo secreto, en la poridad, y de la cual toma distancia el narrador mismo, señalando así que se trata de una acción que está en las antípodas de la mesura o modestia, pública y ejemplar, del Cid:

    Schmitt explica que lo opuesto a la virtud de la modestia es la gesticulatio, que es concebida como un uso exagerado y desmedido del gesto, así como la carcajada lo es de la risa normal: "Cachinnatio es a risus lo que gesticulatio es a gestus: son siempre los polos negativos de nociones y comportamientos que pueden, con ciertas condiciones, tomar un valor positivo" (Schmitt, 1990: 138). La oposición modestia / gesticula-tio, identificable en el CMC, puede ser asimilada en gran medida a la de mesura/desmesura, con respecto a la cual se ordenan los personajes positivos y negativos en la obra. Los enemigos están frecuentemente ligados a rasgos cómicos y esto gracias a los gestos desmesurados con que se los presenta.
   La gesticulatio parece estar siempre del lado de los enemigos del Cid y su presencia puede apreciarse claramente al inicio del Cantar Tercero, episodio rico en gestualidad, donde no sólo la humillación de los infantes, sino también la del león, se expresa mediante gestos de inferioridad física, en contraste con el gesto sosegado del Cid:

 

   La gravedad y el aplomo del Cid, motivo de maravilla para sus hombres ("A maravilla lo han cuantos que ý son", v. 2302), se pone de relieve ante el desmesurado temor de los infantes, que los obliga a esconderse vergonzosamente. La humillación y la vergüenza se manifiestan también en otras señales físicas, frente a la mofa de los guerreros del Cid: "Cuando los fallaron, ellos vinieron assí sin color" (v. 2306). Se hace evidente que el miedo excesivo, el que pone en entredicho la hombría, se da sólo en los infantes, que "gesticulan" desmesuradamente, con una exclamación desesperada y un gesto pueril de huida:

   El comportamiento gestual desmesurado de los enemigos del Cid está también en relación con la palabrería vana, no respaldada con los hechos, "palabras sin acción", tal como analiza María Cristina Gates (1994)11. Un ejemplo claro es el de Asur González: "E va ý Asur Gonçález, que era bullidor,/ que es largo de lengua, mas en lo ál non es tan pro" (vv. 2172-2173), equiparable con la vana verbosidad del Conde Remont: "el conde es muy follón e dixo una vanidad" (v. 960).
   Finalmente, dentro del orden de la gesticulatio, podemos mencionar también la desmesura en el porte y el alimento. De nuevo, podemos citar aquí a Hugo de San Víctor, quien en el capítulo XVIII ( De disciplina in mensa servanda, et primo in habitu et gesta ), con la intención de instruir a los monjes, introduce la modestia también en los modales de la mesa:

Nihil cum strepitu aut tumultu fiat, sed omnia membra cum modestia, et tranquillitate in disciplina contineantur. (vol. 176, col. 949C) His igitur tribus modis debet quisque inter epulas conservare disciplinam in semetipso, videlicet ut et linguam suam a loquacitate restringat, et oculos suos a circumspectione cohibeat, et ut caetera membra omnia cum modestia et quiete contineat. (vol. 176, col. 949D)

   Como ya hemos advertido, no sería lícito asimilar la estricta disciplina del monasterio en cuanto a las comidas, con las costumbres de los guerreros. Ahora bien, en el CMC se hace referencia a los "buenos modales de la mesa", que podrían contrastarse con el mencionado desarreglo que comporta la glotonería. Pero la demasiada afectación puede volverse en el mismo vicio por el otro extremo. Así, pues, el Conde de Barcelona, si bien posee unos modos que son agradables de ver (en los que, según se nos dice, el Cid mismo se complace, vv. 1058 9), es presentado como un melindroso personaje, pasible de las burlas de los guerreros:

   No se puede dejar de tomar nota de los elementos irónicos en esta escena. La pretensión de lavarse las manos cuando está desfalleciendo de hambre, es un exceso que hace del conde un personaje ridículo, delicado en extremo. De igual manera, en relación con la indumentaria, él y sus hombres habían sido descritos con elegante calzado (en contraposición con las bastas huesas del Cid y los suyos).
   El texto no escatima detalles en presentar a los enemigos del Cid con un aspecto reprobable y desagradable. Así, por ejemplo, la gesticulatio de Asur González, de rasgos altamente negativos, es descrita como una "caracterización bufonesca del personaje" (Montaner, 1993: 663, n. compl. al v. 3375), tanto en el discurso del narrador como en el de Muño Gustioz:

   Continúa Montaner: "De este modo, la figura chocarrera de Asur González se integra dentro de la corriente, típicamente medieval, de la degradación por los excesos físicos y la desmesura" (Montaner, 1993: 663, n. compl. al v. 3375). La gesticulatio de Asur González abarca, pues, los varios aspectos que se han tratado: la falta de modestia en la palabra, la vestimenta, el aspecto físico, la comida.
   Para una indagación más profunda de la presencia de los gestos en el CMC quedarían muchos pasajes y personajes aún por analizar: los gestos "privados" del Cid y doña Ximena en el entorno familiar, los gestos ridiculizados de Raquel y Vidas, el valor de los signos visuales y objetos simbólicos en el episodio de la afrenta de Corpes, etc. En el presente trabajo he querido detenerme sólo en uno de los posibles criterios para abordar el estudio de la gestualidad en el CMC, el de la mesura- modes-tia /desmesura- gesticulatio, con el análisis auxiliar de la indumentaria. Se puede concluir, por lo tanto, que en el orden moral (y de los móviles de los personajes), el eje fundamental es el concepto de mesura, que se corresponde en el orden físico (y de la caracterización de personajes), con el concepto medieval (monástico) de modestia.

Notas

1. Agradezco inmensamente al Dr. Alberto Montaner y a la Dra. Gloria Chicote, por sus preciosas indicaciones y correcciones para la confección de este trabajo.

2. Dice al respecto Alberto Montaner: "A partir de este verso [v. 7], la mayoría de la crítica ha coincidido en señalar que la mesura es la característica fundamental con que el poema presenta a su héroe" (Montaner, 1993: 388, n. compl. al v. 7).

3. Zumthor (1994: 224) incluyó el estudio de la gestualidad en su indagación sobre la performance de los la poesía oral: "The voice is functionally linked to gesture. Like the voice, gesture projects the body into the space of performance, attempts to conquer this and to saturate it with its movement".

4. A este respecto arguye Montaner que: "Es difícil ver cómo algunos de los casos aducidos por Walsh podrían haber recibido tal tratamiento, pero, al margen de cuestiones de detalle, surge una objeción más amplia contra la concepción cuasi teatral del Cantar: lo que se sabe de la ejecución épica tradicional en otras culturas es que en ella predomina el solemne hieratismo del cantor. Esto, junto al empleo de ambas manos para tañer el instrumento musical con que se acompaña, impiden casi todos los supuestos complementos gestuales por parte del juglar (Rossell, en prensa a y c ). Con esto no se pretende negar que el intérprete pudiera ayudar con algo de mímica ocasional (compárese Zumthor, 1987: 296-302), pero sí limitar esas posibilidades a lo que realmente hubiera sido capaz de hacer un juglar en circunstancias descritas" (Montaner, 1993: 28).

5. Chicote analiza el caso del v. 14 del CMC: "En este sentido, adquiere capital importancia el poder de actualización del discurso épico, que permite desarrollar conjuntamente los niveles de la gestualidad y de la verbalización. La capacidad actualizadora que la narración épica posee a través de la vocalización, determina que no nos llame la atención la posibilidad de que el verso 13 diga con gestos lo que el verso 14 dice con palabras. Ambos responden a un mismo propósito, ya que acciones y palabras se conjugan para modificar la suerte.
"Esta interpretación nos permite conferirle al verso 14, '¡Albricia, Albar Fáñez, ca echados somos de tierra!', un significado lexicalizado que puede incluir o no una connotación irónica, pero que de todos modos está diciendo más que el conjunto de palabras que conforman el verso" (Chicote, 1999: 112).

6. Aquí y en adelante, cursivas mías.

7. La indumentaria y el ajuar femenino (y su simbolismo) merecerían un estudio aparte, que no es posible desarrollar en el presente trabajo. Baste recordar la múltiples ocasiones en que se introducen en el texto descripciones o alusiones a los vestidos de las mujeres o a las variedades de telas: el reencuentro del Cid con Ximena y sus hijas, el boato palaciego en las bodas, o bien el episodio de la afrenta en el robledo de Corpes. Para el primer caso, cf. s alinas, P edro, 1947. "La vuelta al esposo: Ensayo sobre estructura y sensibilidad en el Cantar de Mio Cid ", BHS, XXIV, 79-88.

8. Afirma al respecto Jorge Ferro que: "Con el concepto de mesura tropezaremos inevitablemente en cualquier texto medieval, y ocupando un lugar preferencial. Así, por ejemplo, lo ha señalado en una frase feliz Jacques Joset cuando califica al concepto de 'mesura' como 'verdadero eje de la ética medieval'." (Ferro, 1996: 124).

9. También cabe considerar la mesura desde el primer verso del manuscrito: "De los sos ojos tan fuertemientre llorando". Como ya hemos señalado, según Pascual (1984: 800), este llanto silencioso ("verter lágrimas"), es "mesurado", y contrasta con la exagerada expresividad del planctus, que conllevaba quejas y múltiples gestos de dolor (asimilables, pues, a la gesticulatio ).

10. "«Cordura» con sus derivados («cuerdo», etc.) será otra de las presencias constantes en los textos medievales para manifestar juicios en el marco de esta ética realista e intelectualista, así como sus opuestos «locura», «loco». Por lo general, estos pares de opuestos no se emplean en el sentido más bien actual de salud-enfermedad como algo sobreviniente por razones orgánicas o estrictamente psicológicas, sino que tienen una fuerte carga moral. El no ajustarse culpablemente a lo real, el no acatar el orden, el salir de la mesura, eso es lo propio del 'loco', así como lo contrario caracterizará al 'cuerdo'. [.] Obsérvese la relación con «mesurado». Es que «mesura» y «cordura» apuntan a lo mismo" (Ferro, 2004: 59-60).

11. Explica la autora que "entre los argumentos de la acusación de 'menos valer', además de las formas judiciales pertinentes, hay un énfasis en la vanidad de las palabras de los acusados. El más claro es Pedro Bermúdez que alude a que los dichos de Fernando no están refrendados por los hechos: 'Lengua sin manos, ¿cuémo osas fablar?'" (Gates, 1994: 24)

Bibliografía

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