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Olivar

versión On-line ISSN 1852-4478

Olivar vol.13 no.17 La Plata jun. 2012

 

RESEÑAS

García Montero, Luis. Cincuentena; con prólogo de Laura Scarano y epílogo de Joaquín Sabina, Madrid: Tusquets, 2005, 142 pp.

María Clara Lucifora

Universidad Nacional de Mar del Plata

Luis García Montero (Granada, 1958) es uno de los poetas más importantes dentro del panorama de la poesía española contemporánea. Fundador de la llamada "poesía de la experiencia", su obra no se adscribe únicamente a esta línea sino que indaga, con diferentes tonos, las potencialidades expresivas de lo que él mismo llamó "la otra sentimentalidad", el compromiso ético de la poesía y las múltiples y complejas relaciones entre el discurso poético y la realidad. Uno de sus últimos libros es esta antología titulada Cincuentena, publicada en el año 2010.

Si bien la crítica afirma que la obra de un poeta no debe explicarse a partir de su biografía, a veces y por diversos motivos, vida y poesía coinciden. Éste es el caso del libro que nos ocupa, pues su título aúna dos significados: uno biográfico, conjunto de 50 años; y otro estructural, conjunto de 50 poemas. El primero responde al hecho de que esta antología se edita dos años después del cumpleaños número 50 del poeta granadino y esta motivación biográfica genera el segundo significado: la selección de 50 poemas de entre su obra poética.

En función de estos objetivos mencionados, la antología se organiza en tres partes o núcleos temáticos: I. Palabra; II. Edad; III. Amor; los cuales están secundados por tres paratextos: un Prólogo de Laura Scarano, una Nota del autor y un Epílogo de Joaquín Sabina.

En el prólogo, titulado "Una historia de todos en primera persona", Laura Scarano, una de las primeras y más importantes críticas de la obra de García Montero, hace un recorrido por la poética monteriana, presentando de modo claro y ameno, los fundamentos que la sostienen, ilustrados por citas de los poemas que componen la antología. Además, con un tono muy peculiar, va entrelazando sus observaciones con su experiencia lectora, acompañando a los lectores "desprevenidos" (como ella los llama) hasta el umbral de esta antología, no sólo para invitarlos a entrar e identificarse con el sujeto poético que allí los recibe, sino también para darle al lector algunas herramientas útiles en el recorrido que está por iniciar. Scarano cierra su intervención con un agradecimiento al poeta por ser parte de esta antología y por poder encontrarse en esos versos.

El segundo paratexto es una "Nota del autor", subtitulada "Explico algunas cosas". García Montero retoma el tono familiar y ameno del prólogo para encarar al lector que está a punto de ingresar en esta cincuentena. ¿Qué es lo que este poeta consagrado de cincuenta años y con una fructífera y consolidada trayectoria poética quiere decirle al lector especialmente, en esta nota? Seguramente, hablar con claridad y exponer con precisión la base no negociable de su poética: la conciencia crítica frente a la propia obra, la complicidad con el lector, el sentido ético de la poesía como "ejercicio noble en tiempos de barbarie" y la unión entre vida y poesía de modo peculiar (algo que ya veíamos en el juego con la palabra "cincuentena"). El cierre de esta nota tendrá reminiscencias del tono nostálgico que caracteriza al poemario que antecede esta antología, Vista cansada: "Celebro estar vivo, pero no me siento orgulloso de mis años" (22).

El Epílogo, tercer paratexto, fue escrito por el cantautor, poeta y amigo de García Montero, Joaquín Sabina. Este texto se desarrolla casi como una reflexión que entrevera tanto figuras poéticas como fuertes marcas de oralidad. Además, el registro coloquial funciona como una invitación a acercarnos al poeta-hombre que acabamos de "escuchar" con una mirada nueva, que ingresa en la intimidad del hombre poeta. Para ello, con palabras de admiración y afecto, Sabina equipara a García Montero con poetas hispánicos consagrados a lo largo de la historia como Garcilaso, Bécquer, Machado, entre otros. Y al igual que el prólogo de Scarano, este epílogo rescata la relación peculiar entre cuento y canto que ostenta esta poesía, herencia machadiana, así como la fuerte y buscada identificación entre la experiencia hecha verso y las vivencias de los lectores; para ello, hace suyos los versos de García Montero y los entrelaza con sus propias palabras, evitando las comillas: "Bendito sea porque si, como él dice, los años hablan mucho y mienten más que hablan y si [...] los que han amado mucho no desmienten su amor con una mala boda, es urgente volver a pasear por nuestra infancia a través de su infancia..." (mi resaltado para indicar los versos de García Montero).

El Epílogo termina con una valoración altamente positiva del lugar de maestro y "referente poético y generacional" (139), que García Montero posee en la línea de la nueva sentimentalidad o poesía de la experiencia, como fue llamada por la crítica. Y un deseo final para el lector y para él mismo: llegar a ver todo lo que la pluma del poeta granadino tiene aún por decirnos. El enclítico es fundamental para lograr esa complicidad con el lector que el mismo García Montero ha procurado en su obra y ha manifestado en su poética.

Como dijimos anteriormente, este conjunto de 50 poemas se encuentra dividido en tres núcleos temáticos, que resultan ser tres de los pilares más fuertes en la poética de García Montero: las palabras, el amor y la edad (o el paso del tiempo, podríamos decir).

El primer apartado: "Palabra" es el más breve. Lo componen sólo ocho poemas, que repasan los puntos fundamentales de una poética que se entiende a sí misma como capaz de bucear en la realidad y hacerse cargo de ella en el poema, no al modo referencial, sino desde la experiencia compartida. Este recorrido se detiene en una primera estación: la del lector invocado por el propio sujeto poético a través de preguntas que esperan su respuesta ("Preguntas a un lector futuro"). Esta misma figura será convocada nuevamente en el anteúltimo poema, cuando el propio sujeto poético tome su lugar ("El lector"). La fuerte presencia de la instancia lectora, así como el tono y las estrategias de los paratextos dan cuenta de la gran importancia que el lector comporta en la obra de García Montero, pues es un engranaje fundamental en el funcionamiento de una conciencia crítica que da cuenta de lo real, a través de la ficción poética.

Por otro lado, también la poesía ("La poesía" y "Poética"), el lenguaje español ("Un idioma"), los clásicos ("Garcilaso 1991") y el estatuto del propio sujeto-poeta ("Primeros versos" y "Figura sin paisaje") son parte de este apartado cuyo título "Palabra" incluye todo el universo de la escritura poética. El último poema: "Figuras sin paisaje" constituye, además, una especie de adscripción a una línea poética que se sabe figurativa, realista, pero de un modo nuevo y alejado totalmente del realismo decimonónico: "Un realista que vive en el mundo de los sueños/ un soñador que quiere vivir la realidad" (37).

El segundo apartado, "Edad", se encuentra signado por el paso del tiempo. El primer poema seleccionado, "Los automóviles", menciona el año de nacimiento del mismo García Montero, por lo que tal, como sucede en Vista cansada, esta sección puede considerarse la recreación del trayecto vital de un sujeto que comparte sus datos biográficos con el García Montero real, pero que sin embargo, como sabemos, es un personaje poético de índole ficcional.

Así los tema tratados serán aquellos que conforman la historia de una vida: la madre, la infancia, la ciudad natal, los recuerdos, la historia, la ideología política, los hijos, y también los referentes poéticos: Lorca, Alberti, Machado... Y por sobre cada uno de estos poemas, al modo de una neblina que todo lo cubre, permanece la conciencia del paso del tiempo inexorable, que une años distantes ("Noche vieja (19401970-2000)"), personas distantes ("El insomnio de Jovellanos"), lugares distantes.

Para cerrar el apartado, dos poemas serán claves en este recorrido vital; uno de ellos, "Vista cansada", es aquel que cierra el poemario anterior y que otorga a la vida el sentido de un aprendizaje, que es el del sujeto poético, pero también el de todos los hombres: "Ahora aprendo a vivir con la vista cansada". El otro poema, "Oración", deconstruye la forma religiosa, pues transforma a Dios en una palabra escrita y pone como destinatarios de la oración a un "vosotros" que puede resignificarse en cada momento de la historia. La súplica queda resonando y el sujeto se vuelve portavoz de la humanidad toda, atravesando tiempos y espacios.

Finalmente, el último apartado, "Amor", retoma un tópico muy visitado por el poeta granadino: el sentimiento amoroso. Los poemas de esta sección establecen una relación de identificación entre el yo y el tú que logra borrar los límites de los cuerpos. Cada uno se define en función del otro y sus existencias se encuentran signadas por este sentimiento que a veces es felicidad y sensación de estar completo y a veces es tristeza y percepción de algo que siempre en falta. Los vaivenes del amor que abordan lugares, momentos, personas distintas, presentan, sin embargo, la universalidad de un sentimiento compartido por todos. Así, la complicidad con el lector continúa hasta la última página.

Si el poemario anterior, también vinculado al cumpleaños 50 del poeta, podía considerarse una trayectoria vital atravesada por la poesía, esta antología, vinculada al mismo hito biográfico, puede verse como el repaso de una trayectoria poética atravesada por la vida. García Montero elige los poemas que lo dejan "más tranquilo" (como explica en la "Nota del autor") y en esa selección, pone de manifiesto con maestría los puntos principales de su poética.

Esta antología logra dar cuenta de la obra de un poeta que no conoce la torre de marfil, pues ha dedicado su vida y su obra a cantarle al hombre en sentido histórico, a animarlo a tomar la vida por las astas y a dar batalla a la realidad agazapada detrás de los nombres, de las estructuras y de los discursos grandilocuentes.

Como hombres del tercer milenio, la poesía de García Montero nos ofrece no sólo un antídoto contra todo aquello que intenta volvernos "menos hombres", sino también un modo eficaz de comprometernos éticamente, con nuestros nombres, cuerpos, historias y experiencias, a través de la escritura.

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