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Olivar

versión On-line ISSN 1852-4478

Olivar vol.14 no.19 La Plata jun. 2013

 

ARTÍCULOS

Lecturas hispánicas desde el Río de la Plata: la revista Filología (1949-1973)

Marisa E. Elizalde
Instituto de análisis Semiótico del Discurso - Facultad de Ciencias Humanas
Universidad Nacional de La Pampa


Resumen

Las lecturas críticas sobre literatura española constituyen un núcleo significativo entre las colaboraciones de la revista Filología, publicada por el Instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires. En ese marco, en el periodo abarcado desde 1950 hasta comienzos de los años'70 se manifiesta una creciente participación de colaboradores locales en la consolidación de los estudios hispánicos, a la vez que la revista se perfila como un espacio de difusión legitimado en el concierto del hispanismo. El corpus de textos y autores españoles abordados a lo largo de los números da cuenta del proceso de selección y omisión puesto en juego para configurar un canon de literatura hispánica, que permiten indagar en las relaciones entre las apropiaciones críticas de dicho canon, y a la vez examinar sus modos de circulación y difusión en el ámbito académico argentino
Palabras clave: Hispanismo; Literatura española; Instituto de Filología; Revista Filología
.

Abstract
The most significant collaborations in the journal Filología (published by the Instituto de Filología, Universidad de Buenos Aires) are the critical readings on Spanish literature. In this period, from 1950 to the early '70s, there is an increasing participation of Argentine collaborators, and the journal becomes a legitimized space for dissemination of Hispanic studies. The corpus of texts and Spanish authors studied throughout the issues of the journal gives an account of selection and omission processes involved in the shaping of a Hispanic literary canon, which allow to examine its connections and ways of circulation in the Argentine academic scope.
Keywords: Hispanic studies; Spanish literature; Instituto de Filología; Filología journal.


En la Argentina, a partir del siglo XX, el hispanismo -entendido como conjunto de intelectuales y producciones vinculados con los estudios de la lengua y la cultura españolas- constituye un ámbito de producción e investigación fuertemente ligado a la vida académica, cuyos principales aportes se visibilizaron en publicaciones universitarias, revistas literarias y culturales, ediciones críticas de obras, recensiones y reseñas, entre otros discursos. Un núcleo importante de este corpus lo constituyen las revistas académicas publicadas por los institutos y centros de investigación vinculados con las universidades, ya que por su carácter periódico, permiten la difusión y actualización de los avances en los estudios hispánicos situados en el ámbito académico argentino. De allí que una lectura circunscripta a los temas, autores y textos hispánicos presentes en las publicaciones periódicas académicas proporcione elementos para reconstruir las trayectorias del hispanismo en nuestro país y, al mismo tiempo, revisar su relación con el canon hispánico, ya que la delimitación de un corpus es un proceso atravesado por debates ideológicos que en el plano simbólico expresan otros debates más amplios en el campo de la cultura1.
Para este primer acercamiento se ha seleccionado la revista Filología, publicación del Instituto de Filología Hispánica de la Universidad de Buenos Aires, pionero en los esfuerzos por consolidar en nuestro país un hispanismo de corte científico. Creado en 1923 a instancias del entonces decano de la Facultad de Filosofía y Letras Ricardo Rojas, durante la dirección de Amado Alonso (desde 1927 hasta 1946), se erigió como uno de los centros de estudios hispánicos más importantes del continente2. Su relevancia en el mapa del hispanismo no sólo argentino sino internacional fue tempranamente reconocida, contribuyendo a conformar lo que Emilia de Zuleta llama un "hispanismo hispanoamericano", definido a partir de las complejas relaciones del continente con la metrópoli (1992). Desde su aparición en 1949, bajo la dirección de Alonso Zamora Vicente, la revista Filología se constituyó en un espacio de difusión legitimado de lecturas críticas de textos y autores españoles3. El relevamiento de los trabajos publicados en la revista referidos a la literatura española permitirá analizar el lugar que ocupa esta literatura en el ámbito de la revista, así como reconstruir el perfil de los colaboradores y la consolidación de lazos intra e interinstitucionales y, al mismo tiempo, indagar en las relaciones entre el corpus abordado en los artículos y los procesos de configuración del canon hispánico. En nuestro caso, el recorte para este trabajo toma como límite temporal la aparición del último número de la revista antes de la intervención del Instituto- y la consecuente suspensión de la publicación poco tiempo después-, lo que permite conformar un corpus significativo para dar cuenta de la producción intelectual del Instituto durante poco más de dos décadas vinculada con el afianzamiento del hispanismo en nuestro país.

Filología(s)

Tempranamente, el Instituto de Filología exhibió un fuerte interés por la investigación, que se plasmó en las publicaciones que llevó adelante, así como en los trabajos del grupo de intelectuales nucleados en él4. Los sucesivos directores con que contó el Instituto fueron delineando una política editorial que adquiriría su madurez con la aparición de la Revista de Filología Hispánica, en 1939, gestada por Amado Alonso y que formaba parte de un proyecto editorial ya iniciado por Alonso desde su asunción al frente del Instituto5. Desde el primer número, la revista se presenta como un órgano de difusión de los estudios hispánicos con vistas a ocupar un lugar relevante entre las publicaciones similares de la época. Es coeditada con la Revista Hispánica Moderna del Instituto de las Españas y el Department of Hispanic Languages de la Universidad de Columbia, en Nueva York, ambas bajo la dirección de Amado Alonso y, según las palabras de su director "complementarias en su objeto común de estudiar y difundir la cultura hispánica" (RFH Año 1 Nº 1 1939). De este modo, la revista constituirá un espacio para la difusión de los trabajos de los investigadores del propio Instituto y también de colaboradores de otros países. Con la publicación de la RFH, el centro de estudios argentino busca un posicionamiento activo en el escenario del hispanismo internacional.
Con el alejamiento definitivo de Amado Alonso en 19466 y la posterior dispersión del grupo de investigadores, la publicación cesa en el ámbito argentino7. Sin embargo, la vocación por divulgar desde el Instituto los aportes a los estudios hispánicos se retoma en 1949 cuando, ya bajo la dirección del filólogo español Alonso Zamora Vicente, aparece el primer número de la revista Filología, cuya existencia -con excepción de ciertos periodos- continúa hasta nuestros días8.
La adscripción de la revista a los modelos que ofrecían las publicaciones especializadas en temas de filología o estudios literarios hispánicos resulta evidente tanto desde lo formal (tamaño, diseño, diagramación externa e interna), como por las secciones en que organiza sus contribuciones (artículos, notas y reseñas son los géneros más recurrentes). Si bien excede los límites de este trabajo, un análisis de las semejanzas formales de Filología con las publicaciones científicas de mayor circulación permitiría reconocer una estrategia para homologar la publicación argentina con aquellas que ya detentaban una larga tradición en el ámbito del hispanismo internacional9.
Este afán por establecer lazos con publicaciones de similar tenor se evidencia en la reproducción de algunos rasgos configurativos propios, en particular en el aparato paratextual que, de alguna manera, funcionan como marcas identificadoras del género: la pertenencia institucional, el nombre del director, una breve caracterización de la revista y sus objetivos, la mención de otras publicaciones institucionales o el adelanto de próximas colaboraciones son elementos que, con escasas variantes, aparecen en las publicaciones académicas circulantes en la época y están presentes desde el primer número de Filología10.
Sin embargo, aún en la filiación con un modelo vigente, hay lugar para la diferenciación y la búsqueda de identidad propia: en este primer número aparece una presentación de la revista, a cargo de su director Alonso Zamora Vicente, en la que se expresan los propósitos de los responsables de la publicación y los temas que se abordarán11. Allí declara:

"Filología, digámoslo de una vez, no pretende continuar revista alguna anterior, ni, muchísimo menos, suplantarla. No. Su afán es la comunidad del esfuerzo generoso por un laborar común, en este caso el idioma, y la carga, la maravillosa carga espiritual de la que es portador" (Año 1 Nº 1 mayo-agosto 1949:1).

La velada mención a la Revista de Filología Hispánica - interrumpida en 1946 -es clave para interpretar los modos en que una nueva publicación busca legitimar su espacio en el contexto institucional, a la vez que expresa la tensión entre continuidad y ruptura entre ambas publicaciones. Al mismo tiempo, Filología se reconoce parte de una comunidad que la incluye; una muestra de estas formas de filiación es, en el cierre de la presentación, la referencia a la figura de Menéndez Pidal:
"Por último, queremos dejar aquí manifiesto un recuerdo de lealtad inalienable. En este año de 1949, en que Filología se asoma a la vida del trabajo, cumple sus ochenta años Ramón Menéndez Pidal, el maestro reconocido y admirado, bajo cuyos auspicios nació este Instituto en 1923". (2,3).
En ambos párrafos se cifra este doble gesto de diferenciación y a la vez, de asimilación a una herencia compartida. De este modo, el Instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires reafirma, a través de su revista, su lugar en el escenario del hispanismo.
Si bien -como se ha explicitado- la revista no se plantea como la continuación de la publicación anterior, los lazos formales y estilísticos son evidentes, y se enmarcan en un afán homologador de la publicación con otras circulantes en el ámbito académico nacional e internacional. Así, como ya fuera señalado, su organización interna presenta las secciones reconocidas como propias de este tipo de publicaciones: Artículos, Notas y Reseñas, tal como es posible observar en revistas de similar
tenor, aunque a lo largo de los números esta división no siempre se mantiene y a la vez se muestran variaciones en la cantidad y proporción entre las colaboraciones12. Asimismo, estos vaivenes en la organización interna se trasladan a la periodicidad: del carácter cuatrimestral inicial, se pasa a la anualidad definitiva en 1960, con altibajos intermedios, lo que permite presuponer que estos cambios se relacionan con las transformaciones intrínsecas del Instituto13. Paralelamente a estas variaciones, se manifiestan otras en el contenido de la revista, vinculadas con el aumento de la presencia de artículos y notas referidos a temas y autores literarios, frente al claro predominio de los trabajos del área de lingüística y filología de los primeros tiempos. Al mismo tiempo, también se observan oscilaciones en la cantidad y el tipo de colaboraciones incluidas en los números, que en ocasiones están compuestos sólo por una exigua cantidad de artículos, sin notas o reseñas que los acompañen14.

La literatura española en Filología

Un recorrido por los índices de la revista proporciona un primer itinerario para reconstruir la cartografía inicial del lugar que fueron ocupando los estudios sobre literatura española, a fin de indagar en las lecturas que se concretaron a partir de las operaciones críticas y su relación con los procesos de canonización de la literatura española en el ámbito argentino. Al mismo tiempo, la reconstrucción de esas lecturas permite reconocer la formación de una tradición crítica ya consolidada en nuestro país que fue definiendo los perfiles de un hispanismo nacional. La posibilidad de inscribir la producción intelectual vinculada a la literatura española en el marco de una tradición de estudios de corte "científico", como postulaba la escuela de Menéndez Pidal, habilita a los colaboradores de la revista a participar en la construcción de nuevas tradiciones críticas, que, a pesar de su situación periférica en el mapa del hispanismo, bregan por ocupar un lugar relevante y por intervenir en la (re) definición del canon literario hispánico. Es por eso que resulta significativo indagar en las presencias -y las ausencias- que reflejan los trabajos publicados en la revista, en especial por su relevancia en el campo académico argentino de la época.
Como se ha señalado, las principales contribuciones de la revista las constituyen los artículos y, en menor medida, las notas, ya que, por sus rasgos genéricos, estos textos concentran los aportes críticos y metodológicos a los temas abordados. De allí que para este trabajo se recorte el análisis sólo a estos textos, dejando de lado las reseñas que, aunque significativas en cantidad, ofrecen otra arista del trabajo intelectual de los miembros del Instituto15.
El recorrido propuesto permite algunas constataciones iniciales: los trabajos sobre literatura española están presentes en todos los números, a excepción de los del primer año (1-2-3 1949), y del nº 3 de 1959. Puede
resultar un dato interesante analizar la cantidad de trabajos referidos a la literatura española en el conjunto de los publicados en la revista a lo largo de los años comprendidos entre 1949 y 1973: sobre un total de 192 trabajos (entre artículos y notas), 85 corresponden a temas y autores españoles, es decir, el 45% de las colaboraciones. En un análisis hacia el interior de ese corpus, (y siguiendo la tradicional división cronológica de los estudios literarios en "Medieval", "Siglo de Oro" y "Moderna y contemporánea"), se percibe la preeminencia de los escritos referidos a la literatura áurea (40 textos), seguidos por los que abordan la literatura del Medioevo español (27 textos) y en último término los dedicados a expresiones literarias del siglo XVIII en adelante (18 textos)16. A pesar de las diferencias cuantitativas, la presencia constante de temas de literatura española pone de manifiesto la fuerte impronta de los estudios literarios hispánicos y su afianzamiento frente a las contribuciones más estrictamente lingüísticas o gramaticales de los inicios, derivados de la impronta filológica de Alonso17.
En una lectura diacrónica de los índices, contratapas y portadas de la revista en el periodo analizado, es posible recuperar algunos elementos que resultan significativos para el abordaje propuesto. En primer lugar, esta recorrida da cuenta de los vaivenes ya mencionados en cuanto a la frecuencia y a la composición de los volúmenes, así como de los nombres que recibió el Instituto18 y de la referencia a otras publicaciones emprendidas por éste.
La primera década de Filología (1949-1959) estuvo signada por las variaciones en la frecuencia de publicación. Como se ha señalado, la revista surgió como publicación cuatrimestral, régimen que mantuvo sólo en los dos primeros años, ya que en 1951 aparece semestralmente, los números correspondientes a los años 1952 y 1953 se editan en conjunto en un único volumen, y luego la revista cesa hasta su reaparición en 1959 con dos volúmenes semestrales. En tanto, las tapas de la revista registran también los cambios de nombre del Instituto de Filología, que en 1950 agrega el adjetivo "Románica" y en el volumen doble de 1952-53 lo reemplaza por"Hispánica". Junto con estas modificaciones de índole formal, se producen también cambios en la dirección del Instituto19. En este primer periodo se advierte que las contribuciones referidas a la literatura - y a la española en particular- aparecen más en la sección Notas que en la sección Artículos, más particularmente dedicados a temas lingüísticos o filológicos. Sin embargo, a partir de la reaparición de la revista en 1959, la presencia de trabajos sobre literatura española se acentúa: en el volumen doble que incluye los números 1 y 2 de ese año, de los ocho artículos que lo componen, cinco corresponden a temas de literatura española.
Esta tendencia se intensifica a partir de la década de 196020, año en que la revista se vuelve de frecuencia anual, y si bien la mayoría de los números mantiene la organización interna en las secciones mencionadas, la cantidad de trabajos es desigual. Dos ejemplares se destacan en esta década: los números correspondientes a 1962, dos volúmenes dedicados a la memoria de María Rosa Lida de Malkiel, renombrada investigadora
del Instituto fallecida tempranamente, y el de 1968-196921, número homenaje a Ramón Menéndez Pidal, indiscutida figura del hispanismo que trascendió la península y cuya influencia en el ámbito hispánico marcará los estudios durante gran parte de la segunda mitad del siglo XX22. El primero, compuesto sólo por artículos, incluye seis (la mitad del total) destinados a literatura española mientras que en el segundo, de estructura análoga, dieciséis de los veinticinco que lo componen están dedicados a temas o autores españoles.
Un dato adicional nos ofrecen las contratapas de Filología de esta época: a partir de 1963 aparece un apartado destinado a informar sobre las publicaciones no periódicas del Instituto, bajo el título "Últimas publicaciones del Instituto". Allí se consignan otros trabajos y estudios de investigadores vinculados con temas literarios y lingüísticos, lo cual pone de manifiesto que las producciones intelectuales de ese centro se diversifican y amplían a la vez que consolidan algunas líneas de investigación. De la lectura de esos listados de obras se desprende el lugar que ocupa ya en ese momento la literatura española y en particular, algunos de esos títulos, que se transformarán en textos de referencia ineludible en el ámbito de los estudios hispánicos no solo de nuestro país, sino del continente23. Esta consolidación del Instituto como referente del hispanismo a nivel mundial se manifiesta en el hecho de que investigadores que habían continuado su vida académica fuera del país (como la mencionada Ma. Rosa Lida de Malkiel) publican sus trabajos con el sello del Instituto. Así se va configurando una red de vínculos y filiaciones entre figuras y centros académicos que exceden la localización geográfica a la vez que refuerzan los lazos de pertenencia institucional y le otorgan al Instituto un rol clave en la formación de hispanistas de primer nivel.
Otras renovaciones ocurridas en ese periodo dejan sus huellas en el perfil de la revista: a comienzos de la década de 1960 asume como directora Ana María Barrenechea, quien se hará cargo también de la dirección de Filología a partir de 1961. Su ubicación al frente del Instituto y de la revista sugiere también una nueva perspectiva, ya que por primera vez una mujer accede a dichos cargos y, a la vez, coincide con una mayor presencia de autoras en la publicación periódica. Asimismo, en 1962 el Instituto cambia nuevamente de denominación y pasa a llamarse "Instituto de Filología y Literaturas Hispánicas", con lo cual la relevancia de esta disciplina en el marco de la institución queda ya definitivamente consolidada.
Finalmente, los tres volúmenes que cierran este recorrido, correspondientes a los años 1970 (XIV), 1971 (XV) y 1972 (XVI)24, dan cuenta de la persistencia y de la preeminencia de los trabajos sobre literatura española: en los tres es notoria la supremacía de estos temas frente a otros, tanto literarios como de otras disciplinas.

Los trabajos y los nombres: los colaboradores de Filología

Además de los temas abordados y de los textos publicados, otro aspecto significativo para analizar es el perfil de los colaboradores de la revista en estos años; entre sus nombres hay alternancia entre los argentinos -fundamentalmente pertenecientes al Instituto o a la Facultad de Filosofía y Letras- y los extranjeros, entre los que se destacan las colaboraciones de hispanistas del ámbito anglosajón, en especial de universidades norteamericanas e inglesas, y de la Península. Aquí también cabe detenerse en los nombres que recorren los índices; junto con los miembros del Instituto se encuentran los de investigadores de renombre en el ámbito del hispanismo. Desde la presencia emblemática de María Goyri de Menéndez Pidal, esposa y compañera de trabajo inseparable del filólogo español, medievalistas como Edmund de Chasca o Alan Deyermond, por citar algunos, publicaron trabajos en la revista en estas décadas, lo que permite considerarla como un espacio legítimo para alcanzar visibilidad en el mundo académico de la época. Asimismo, si bien el número de colaboradores locales es inferior al de los extranjeros, la cantidad de trabajos de aquellos es mayor, ya que algunos publican a lo largo de varios números, mientras que los extranjeros sólo publican una vez, con algunas excepciones en las que han editado dos trabajos en la revista25. Esto expresa, por un lado, la vocación de los investigadores argentinos por divulgar sus trabajos en el ámbito académico a través de una revista que ya exhibía un nivel reconocido en los estudios de la lengua y la cultura españolas, y por otro, la plataforma que ésta ofrecía para los estudiosos extranjeros, así como a argentinos que habían migrado a otros países26.
Junto con la consolidación de las colaboraciones de investigadores locales en la revista, se destaca otro rasgo: la significativa presencia de mujeres entre ellos. De los veintisiete nombres correspondientes a autores argentinos, quince corresponden a mujeres, quienes además, en la mayoría de los casos, son autoras de dos o más trabajos. Además de las figuras de María Rosa Lida o de Ana María Barrenechea, aparecen otras de docentes e investigadoras que ocuparían lugares relevantes en las aulas universitarias y en el Instituto: Frida Weber de Kurlat y Celina Sabor de Cortazar, por nombrar las más destacadas, quienes además participarán en tareas de gestión: Weber de Kurlat dirigirá el Instituto desde mediados de la década del sesenta y Sabor de Cortazar será secretaria de la revista hasta el año 1973, momento del cese de la publicación27. Tal supremacía puede leerse al menos en dos sentidos; por un lado, el papel de la universidad en la formación de docentes, actividad en la cual la mujer ocupará un lugar preponderante desde finales del siglo XIX en Argentina y que continúa afianzándose durante estas décadas, y por otro, la retroalimentación institucional que posibilitaba que, además de insertarse activamente en el ámbito académico, las integrantes del Instituto tuvieran presencia en el mundo editorial28.
A partir de 1950, el mercado editorial argentino experimenta un crecimiento sostenido, a lo que se suma la creación de editoriales destinadas a ocupar un lugar central en la difusión de los estudios vinculados con el hispanismo: EUDEBA en 1958, el Centro Editor de América Latina en 1966, así como la colección Grandes Obras de la Literatura Universal (GOLU) de la editorial Kapelusz en 1953, serán señeras debido a su vasta producción bibliográfica y su apertura a un público más amplio, basada fundamentalmente en el sistema de distribución (de Diego et al 2006). Así, tanto obras españolas como trabajos de investigación vinculados con ellas tuvieron un espacio significativo en las ofertas editoriales de estas empresas, lo que refleja las conexiones entre ámbito académico, enseñanza y mercado editorial en el proceso de conformación del canon hispánico. En ese marco, se destaca la presencia de investigadoras que, a la vez que publican artículos en revistas académicas, se desempeñan como prologuistas, editoras o comentaristas de textos destinados a la difusión de autores y textos españoles, en especial del Siglo de Oro29 publicados en editoriales de gran alcance en la época.

La revisión de los nombres y filiaciones académicas de los colaboradores de Filología en estas décadas analizadas habilita también a pensar en las redes intelectuales que se conformaron a partir de las vinculaciones entre centros académicos situados en Hispanoamérica, Estados Unidos y Europa, en las interrelaciones que se construyeron, en las irradiaciones establecidas a partir del fuerte perfil de algunas figuras individuales, lo cual permite delinear un "mapa" del hispanismo en ese periodo y examinar el papel que las publicaciones académicas ocuparon en él. A la vez que órganos de difusión de análisis e investigaciones, las revistas constituían una faz inseparable de la vida de los centros académicos, que se organizaban en torno a la publicación que aglutinaba a sus integrantes y establecían conexiones con otros investigadores e instituciones a nivel mundial. Desde esta perspectiva, la revista Filología se reconoce en ese territorio como un espacio de difusión relevante, que se fue consolidando desde sus inicios hasta su afianzamiento en el campo de las publicaciones académicas no sólo argentinas sino mundiales, en correlato con el lugar que ocupó -y ocupa hoy en día- el Instituto de Filología y sus integrantes en el ámbito de los estudios hispánicos30.

(Re)visiones del canon hispánico

Para cerrar el recorrido propuesto, proponemos una tercera dimensión de análisis: las relaciones entre el corpus de autores y obras literarias abordados en los artículos y las notas y el proceso de (re) configuración del canon hispánico que proponen las lecturas académicas de los investigadores argentinos desde el ámbito de la revista Filología.
Ya se ha señalado la estrecha relación entre canon y enseñanza y canon e instituciones (Bourdieu 1992; Pozuelo Yvancos 1996, 2000), y, de manera análoga, la relación entre canon y corpus -entendido como el conjunto de textos fijados y definidos a partir de ciertas operaciones-. Esto implica que una lectura sobre el corpus delimitado en los abordajes críticos de los artículos y notas de la revista debería necesariamente detenerse en los procesos de construcción, articulación y reproducción de dicho corpus por parte de los académicos que publicaron en sus páginas, de manera de poder establecer filiaciones, recurrencias y selecciones en relación con la conformación de un canon hispánico a partir de su ubicación en el campo de la docencia y la investigación universitarias.
Los aportes críticos realizados por los colaboradores de la revista no se inscriben en el vacío: los precede una extensa y compleja serie de operaciones de conceptualización sobre la "literatura española" y sus vínculos con una "cultura española"31 (Zuleta 1992,1996; Romanos 2004, 2006). Así, en la contraportada de todos los números de Filología del periodo analizado aparece una declaración que de algún modo cifra la inserción de la revista en el marco de los estudios hispánicos, formulados desde el campo académico argentino de mitad del siglo veinte: "Las páginas de Filología darán cabida a todo lo que pueda suponer una aportación al mejor conocimiento de la lengua y la cultura hispánica, tanto en su aspecto peninsular como - y especialmente- americano". El énfasis en la distinción entre ambas regiones sitúa esas aportaciones y permite a la vez su inclusión en el campo más vasto del hispanismo.
Desde esta perspectiva, el conjunto de textos y autores españoles analizados a lo largo de los volúmenes de la revista da cuenta de los modos y criterios de apropiación subyacentes, así como pone de manifiesto las tensiones intrínsecas a la noción de canon, concepto que si bien suele asociarse a ciertas formas de inmutabilidad y permanencia, está atravesado por variaciones y ajustes, tal como lo demuestran las revisiones o menos periódicas que se formulan -explícita o implícitamente- desde el ámbito académico y también desde el mercado editorial.
Tal como hemos indicado, de los ochenta trabajos referidos a la literatura española en el periodo comprendido entre 1949 y 1973, casi la mitad abordan temas de la literatura del Siglo de Oro. Esta preeminencia parece replicar la que esta época tiene en el concierto de estudios hispánicos desde finales del siglo XIX y que se mantiene vigente durante el periodo analizado. Cervantes, Lope de Vega y Quevedo son los autores más estudiados: sobre cada uno de ellos hay seis contribuciones, lo que constituye la mitad de los trabajos sobre el Siglo de Oro. Les siguen en orden de presencia autores dramáticos como Tirso de Molina y Calderón de la Barca, y en menor medida, textos sobre la novela picaresca. En este repertorio, resulta significativa la inclusión de algunos autores menos visibles del canon, como Diego Sánchez de Badajoz o Gil Vicente; sin embargo, su inserción puede leerse desde la preeminencia de trabajos sobre el teatro español, género que ocupa una parte importante de las colaboraciones del periodo, frente a una presencia menor de la narrativa y de la poesía
La literatura medieval, segunda en orden de presencia entre los trabajos publicados, exhibe una mayor variedad de temas y textos. El repertorio abordado incluye el género dramático, las crónicas, la épica (encabezada por el Cantar del Mio Cid) y la lírica popular. Si bien la literatura de este periodo ocupa un espacio significativo, no se evidencia la preeminencia de algún tema o texto en particular - a excepción del Cantar del Mio Cid, abordado en tres trabajos- sino más bien estudios sobre un género determinado u obras puntuales, algunas de las cuales como el Libro del caballero Zifar o el Libro de Apolonio conforman, al igual que el Mio Cid, piezas clave del canon medieval español ya consolidado.
Los siglos XVIII y XIX apenas aparecen representados en la revista: dos trabajos sobre Ramón de la Cruz y uno sobre Benito Jerónimo de Feijoó, además de un estudio sobre preceptiva poética constituyen el corpus del siglo XVIII, mientras que del siglo XIX sólo se destaca la figura de Bécquer, con dos contribuciones sobre su obra.
Ramón del Valle-Inclán y su teatro ocupan, con cuatro artículos, el primer lugar en la lista de autores correspondientes al siglo XX; lo siguen Federico García Lorca, abordado en dos estudios y luego aparecen los poetas Antonio Machado y Pedro Salinas y los novelistas Gabriel Miró y Ricardo Sánchez Ferlosio, con un artículo dedicado a cada uno de ellos.
El final del recorrido por los autores y textos examinados a la luz de los trabajos publicados en Filología permite algunas consideraciones: por un lado, en ellas se deja entrever el funcionamiento de una noción de canon, más o menos explícita, puesta en evidencia en la selección de los textos y autores abordados. Con alguna excepción, el corpus analizado se recorta sobre un canon consolidado y, desde el campo académico argentino de mediados del siglo veinte, interpela las apropiaciones de ese canon realizadas en otros ámbitos, como por ejemplo el editorial, el de divulgación o el de la enseñanza escolar. Al mismo tiempo, las lecturas de ese corpus muestran algunas aperturas a textos y autores menos visibilizados del canon tradicional y la incorporación de aportes críticos y metodológicos provenientes de otras latitudes, promoviendo de este modo el inicio de ciertas tradiciones críticas en el ámbito argentino que marcarán líneas de trabajo y fortalecerán grupos de investigación32. Por otro lado, el perfil y las relaciones inter e intrainstitucionales establecidas entre quienes colaboraron en la revista a lo largo de las dos décadas examinadas evidencian que la publicación permitía posicionar a los investigadores argentinos en el escenario de los estudios hispánicos y a la vez ofrecía un medio de difusión legitimado en el conjunto de publicaciones similares para académicos de otros países que dejaron sus huellas en las páginas de la revista. De este modo, desde el ámbito de la publicación se irá afianzando la construcción de un hispanismo argentino cuya trayectoria continúa hasta la actualidad.
En definitiva, se trata de la posibilidad de "leer" la literatura española en Argentina, a partir de una lectura situada en el ámbito académico universitario y de las relaciones que desde allí se establecen. La trayectoria analizada de la revista Filología en la década del cincuenta hasta inicios del los años setenta del siglo pasado demuestra así la fuerte tradición en estudios hispánicos que se enraíza con el campo académico e intelectual de nuestro país. Al mismo tiempo, sus intelectuales participan activamente en la forja de un hispanismo integrador cuya relevancia queda manifiesta en la perdurabilidad hasta nuestros días de sus nombres y de sus obras, signos renovados de una producción crítica inserta en el proceso dinámico de fijación y ampliación del canon hispánico que reedita las tensiones entre continuidades y rupturas, entre permanencia y actualización, intrínsecas de ese proceso cultural.

Notas

1 Este trabajo se enmarca en un proyecto de tesis doctoral presentado en la UNLP denominado: "Avatares del hispanismo: canon y estudios literarios en Argentina (1949- 1973)", dirigido por la Dra. Melchora Romanos y co-dirigido por la Dra. Ma. Mercedes Rodríguez Temperley, en el que se propone abordar la construcción del hispanismo en Argentina a partir del análisis de publicaciones académicas, catálogos editoriales y libros de texto destinados a la enseñanza de la literatura española a fin de reconstruir los itinerarios del canon hispánico y sus procesos de apropiación y resignificación por parte de núcleos intelectuales argentinos en las décadas de 1940 y 1960.

2 El proyecto inicial de Rojas era introducir el estudio de la Filología como disciplina en nuestro país; de allí su empeño en convocar, a través de un contacto con Ramón Menéndez Pidal, a un especialista español para que estuviera al frente del recién creado centro y a la vez, ocupara la cátedra de Filología Románica de la Facultad. De este modo llegó a la Argentina para hacerse cargo de la dirección del Instituto Américo Castro, quien estuvo en esa función unos meses. Lo sucedieron en la dirección los catedráticos españoles Agustín Millares Carlo (1924) y Manuel de Montoliu (1925) y luego, ante el regreso de éste a España, ocupará temporalmente la dirección Roberto Lehman-Nitsche (1926). Con excepción de la designación de este último, las elecciones de los directores estuvieron a cargo de Menéndez Pidal, al igual que la propuesta de Amado Alonso, quien llegará al país para asumir la dirección en 1927 (Weber de Kurlat 1975, Toscano y García 2009).

3 La aparición del primer número de Filología en 1949 mereció un comentario en el Bulletin Hispanique, prestigiosa publicación del ámbito de la filología hispánica, en su sección "Revue des revues" del mismo año. Allí se señala: "He aquí una nueva revista. Ella testimonia el creciente interés, a pesar de las numerosas dificultades, que muestra el mundo intelectual argentino por su lengua y su cultura. [...] Deseamos larga vida a esta publicación: ella participa del esfuerzo común de las revistas hispánicas en nombre de una Argentina cada vez más consciente de sus riquezas espirituales" (CVA). (BH, Vol. LI, nº 3:347, la traducción es nuestra). El reconocimiento que esta referencia implica expresa la relevancia que rápidamente adquiere la revista en el conjunto de las publicaciones especializadas de la época.

4 Un año después de su creación, el Instituto publica el Cuaderno 1, el primero de una serie de siete números que aparecerán hasta 1926. Ese año se edita el primer número del Boletín del Instituto de Filología, que tendrá un segundo número en 1927, y además se publican trabajos de los investigadores, en especial sobre aspectos lingüísticos y filológicos, acorde con el espíritu original del Instituto y el sesgo otorgado por sus primeros directores. Entre los colaboradores de las publicaciones se encuentran Ángel Battistessa, Renata Donghi de Halperín, Gregorio Halperín y Pedro Henríquez Ureña quienes abordan temas vinculados con las variaciones del español, en consonancia con los debates sobre la "lengua nacional" que atravesaron ese periodo (Toscano y García, 122-129).

5 El primer proyecto de envergadura encarado por Alonso como director del centro fue la creación de la Biblioteca de Dialectología Hispánica, de la que se editarían siete tomos entre 1929 y 1949, que reunió los principales aportes de los investigadores del Instituto y que fue una obra señera para el estudio del español en América (Weber de Kurlat 1973).

6 El alejamiento de Amado Alonso de la dirección del Instituto de Filología en 1947 coincide con su ida del país a Estados Unidos, invitado por la Universidad de Harvard como Visiting Lecturer. Mucho se ha especulado sobre las razones del apartamiento del filólogo de su cargo, pero la mayoría de los trabajos al respecto coincide en atribuirle un carácter político por su oposición al gobierno peronista (Buchbinder 1997:162-163). En tal sentido, también se expresa la necrológica sobre Alonso publicada en el Bulletin Hispanique en el año de su muerte, en la que se afirma que el alejamiento del filólogo se debió "a l' avènement d'un nouveau régime auquel les savants de l' Institut refusèrent de jurer fidélité" (Vol LVI, 1952:450-452). La cita reafirma la idea que circuló en diferentesámbitos respecto del cariz político del alejamiento.

7 Si bien la RFH deja de publicarse en Argentina, debido a las razones mencionadas, Alonso retoma desde el extranjero la iniciativa de publicar una revista de características similares, para lo cual se contacta con El Colegio de México -donde estaba Alfonso Reyes- e inicia en 1947 la publicación de la Nueva Revista de Filología Hispánica, y que contó desde 1949 con la colaboración de la Universidad de Harvard, donde se desempeñaba Alonso. El secretario de dicha revista fue Raimundo Lida, uno de los hispanistas que emigraron en esos años del país. Al igual que Filología, la NRFH fue consolidando su trayectoria en el marco de las publicaciones internacionales y continúa apareciendo hasta nuestros días.

8 Filología apareció trimestralmente, con altibajos, hasta 1953. Después de un silencio de seis años, la revista reaparece en 1959 retomando el número de año que había quedado en suspenso. A partir de esta fecha, sufre ciertos cambios en su periodicidad: en 1960 se torna anual hasta 1972, año en que su publicación se ve suspendida por la intervención al Instituto de Filología. Tiene una aparición fugaz entre los años 1976 y 1977 y luego retoma su publicación en el año 1982 de forma ininterrumpida hasta la actualidad. Estas intermitencias y paréntesis pueden leerse en correlato con las fluctuaciones de la vida política argentina, que repercutían en la vida académica.

9 Es posible reconocer en el panorama de publicaciones internacionales de ese momento algunas que sin duda resultaron referentes insoslayables para el ámbito de los estudios literarios y filológicos. Romania, consagrada a los estudios de las lenguas y literaturas romances, publicada en Francia desde 1872; Bulletin Hispanique, publicación de la Faculté des Lettres de Bordeaux, de carácter trimestral, iniciada en 1898-99; la Revista de Filología Española, editada en Madrid por el Centro de Estudios Históricos desde 1914 (interrumpida durante la Guerra Civil), bajo la figura señera de Ramón Menéndez Pidal y la Nueva Revista de Filología Hispánica, creada por Amado Alonso en 1947 (Cf. nota 5). Esta somera enumeración da cuenta de la extensa tradición de publicaciones vinculadas con el hispanismo desde finales del siglo XIX y que continuaron más allá de los vaivenes históricos.

10 Un examen de los aspectos paratextuales de las revistas mencionadas dan cuenta del afán por reproducir los rasgos formales y de diseño, lo que produciría una suerte de "estilo" propio del género. Al respecto, en el texto que aparece en la parte interior de las tapas de la revista a lo largo de los años analizados, se expresa: "Las colaboraciones se agruparán en las secciones acostumbradas de artículos, notas y reseñas" (la cursiva es nuestra). La elección del adjetivo indica un reconocimiento de ciertos géneros como característicos de este tipo de publicaciones académicas.

11 De la revisión de los números de la revista del periodo señalado surge que este tipo de textos iniciales sólo aparecen en el Nº 1 (1949) y en el volumen especial de 1952-53. En el resto, cada número se abre directamente con el primer artículo, lo cual parece ser un rasgo propio de esta clase de publicaciones académicas. (Cf. Romania, Bulletin Hispanique, NRFH, etc.)

12 Por ejemplo, la sección Notas aparece en los siete primeros números (1949-1951), y luego en forma irregular en los números siguientes. Algo similar ocurre con la sección Reseñas, e incluso hay números conformados sólo por artículos.

13 Una revisión de las sucesivas nomenclaturas que recibe el Instituto permiten dar cuenta de estas transformaciones. En los números de 1949, aparece en la tapa la mención de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y a continuación "Instituto de Filología - Sección Románica". En los números del año siguiente se agrega, antes de la mención a la Facultad, "Ministerio de Educación" y ya el Instituto tiene el nombre de "Instituto de Filología Románica", denominación que se mantiene hasta 1952, en que se presenta como "Instituto de Filología Hispánica" y que seguirá así -excepto por el agregado del nombre de Amado Alonso en homenaje a su figura- hasta 1962, cuando se incorpora la referencia a la literatura y pasa a llamarse "Instituto de Filología y Literaturas Hispánicas Dr. Amado Alonso", nombre que mantiene hasta nuestros días.

14 Al respecto, confrontar el volumen del Año VI Nº 3, de septiembre-diciembre de 1959, compuesto por sólo cuatro artículos. Si bien no es la estructura habitual de la revista, resulta un dato llamativo.

15 No deja de llamar la atención la importante cifra de reseñas que componen los números de la revista. Es probable que sea un rasgo propio de las revistas similares publicadas en el ámbito hispano; de todos modos, la profusión de libros reseñados habla de una lectura crítica situada y difusora de los principales textos puestos en circulación en la época sobre temas vinculados con las líneas de investigación del Instituto. Un dato adicional lo constituye la revisión de los nombres de quienes firman estos textos; puede observarse, por un lado, la preeminencia de mujeres, que se acentúa a partir de los números publicados en la década de 1960, y por otro, el ejercicio de esta práctica discursiva, que en ocasiones se alterna con la escritura de notas o artículos (por ejemplo, es el caso de Ángela Dellepiane, Beatriz Entenza de Solare o Celina Sabor de Cortazar), frente a autores que sólo publicaron reseñas en la revista (es el caso de Ma. Victoria Prati de Fernández y de Orestes Frattoni). Esto puede verse también como un aspecto de la formación crítica de los miembros del Instituto. Asimismo, es habitual que los sucesivos directores de la publicación participaran como reseñadores (es el caso de Alonso Zamora Vicente, en los primeros números, Ana María Barrenechea o Frida Weber de Kurlat en los años siguientes). Son menos habituales las reseñas firmadas por colaboradores extranjeros.

16 Las cantidades consignadas no tienen pretensión de exhaustividad, dado que, en muchos casos, la inclusión dentro de una literatura en particular depende del criterio de clasificación. En nuestro caso, las cifras relevadas de los índices de las revistas tienen como objeto señalar la fuerte presencia de temas de literatura española en el ámbito de la publicación.

17 También es necesario mencionar que durante este periodo los institutos de investigación creados en el ámbito de la Facultad de Filosofía y Letras sufrieron cambios importantes y reestructuraciones derivadas de los cambios en la gestión. La intervención de 1946 reorganizó el plantel de los institutos, y su estructura interna. Así, el Instituto de Literatura fue organizado en Secciones: Literatura Argentina, Literatura Americana, Literatura Española, Literatura Francesa e italiana y Literatura de Europa Septentrional (Buchbinder 175). Sucesivas reorganizaciones posibilitaron la creación del Instituto de Literatura Anglogermánica, el Instituto de Literatura Castellana, el Instituto de Literaturas Neolatinas. Esta diversificación y especialización no parece haber impactado en las producciones del Instituto de Filología concernientes a los estudios hispánicos, ya que la cantidad de colaboraciones se mantuvo y se consolidó a lo largo de los números.

18 Cf. nota n° 13.

19 Luego del alejamiento en 1951 de Zamora Vicente, quien había iniciado la publicación de Filología, lo sucedieron en la conducción de Instituto Arturo Berenguer Carisomo y Marcos Morínigo, primeros representantes de la generación de investigadores argentinos en el Instituto.

20 Si bien no se vincula directamente con la revista, es preciso mencionar que en el año 1962 se funda en Oxford la Asociación Internacional de Hispanistas, cuyo primer presidente fue Ramón Menéndez Pidal, lo que manifiesta la consolidación del hispanismo a nivel mundial. Un dato relevante es el hecho de que Ángel Rosenblat, investigador del Instituto, presidió la Asociación entre 1968 y 1971, y también lo hicieron las hispanistas argentinas Ana María Barrenechea (1977-1980) y Lía Schwartz (1998-2001). Además ha habido académicos argentinos en las Juntas Directivas de la institución.

21 Cabe señalar que a partir de 1960, año en que la revista se torna de frecuencia anual, desaparece la indicación de "número" en cada ejemplar. A excepción de los dos volúmenes de homenaje a Ma. Rosa Lida, que incluyen tal referencia, en los demás volúmenes publicados sólo se indica el año correspondiente a la revista y el año de publicación.

22 Excede sin dudas los límites de este trabajo, pero un rastreo por las bibliografías de textos, programas de estudio y publicaciones vinculadas con la literatura española en el ámbito de nuestro país a partir de mitad del siglo XX daría cuenta cabal de la impronta de Menéndez Pidal en la configuración del hispanismo argentino.

23 A modo de ejemplo de los títulos publicados en esta década por el Instituto pueden citarse las ya clásicas obras de Ma. Rosa Lida Ensayos de literatura española y comparada (1966), reeditada más adelante por Losada, y Jerusalén: el tema de su cerco y destrucción por los romanos (1972), ambos publicados póstumamente, o los Estudios sobre versificación española de Pedro Henríquez Ureña (1961).

24 El volumen XVII debía parecer en el año 1973, siguiendo la periodicidad establecida para la revista, pero la intervención al Instituto canceló su publicación. De allí que el volumen dedicado a homenajear los cincuenta años de la fundación del Instituto se editó en forma privada en 1975 (Weber de Kurlat: 10). Tal como se señaló, el siguiente volumen de Filología corresponde a los años 1976-1977 y luego cesa su aparición hasta 1982 (Cf. nota nº 8).

25 Los nombres que se reiteran son los de los mencionados de Chasca y Deyermond, quienes publicaron en 1966-67 y 1972 y en 1964 y 1968-69 respectivamente. El español Antonio Rodríguez Moñino publicó artículos en 1962 y 1968-69.

26 Entre los colaboradores argentinos que se radicaron en otros países podemos citar a Juan Bautista Avalle Arce, quien emigró a EE.UU. con Amado Alonso, o Ángela Dellepiane de Martino, también radicada en el país del norte. En sentido inverso, hay colaboradores que provenían de otros países de habla hispana, como el paraguayo Marcos Morínigo y la española Luisa López Grigera, y que se establecieron un tiempo en nuestro país. También en este grupo puede incluirse a Demetrio Gazdaru, de origen rumano, quien se establece en nuestro país y se constituirá en una figura relevante del hispanismo, en particular de los estudios lingüísticos en el ámbito universitario, tal como se plasmaría en la fundación de la revista Románica, de la UNLP (1968).

27 En el caso de Celina Sabor de Cortazar, es autora de cinco trabajos; Frida Weber de Kurlat, Raquel Minian de Alfie, Beatriz Entenza de Solari y Lilia Ferrario de Orduna colaboraron con cuatro trabajos cada una sobre literatura española a lo largo de estos años de la revista.

28 Este aspecto podría brindarnos elementos para pensar en las relaciones entre inclusión activa de las mujeres en la docencia y su lugar en la investigación en el ámbito universitario de la época, ya que la carrera de Letras formaba fundamentalmente profesores y entre los colaboradores se encuentran egresados que alternaban su trabajo de investigación con el ejercicio de la docencia en distintos niveles.

29 Entre las colaboradoras de Filología que tuvieron presencia en el ámbito editorial pueden mencionarse a Raquel Minian de Alfie, especialista en Lope de Vega y responsable de la edición de obras del dramaturgo para la colección GOLU, o Beatriz Entenza de Solare, quien tuvo a su cargo el texto sobre Fray Luis de León para la Enciclopedia Literaria del CEAL, además de otras ediciones destinadas a la divulgación o a la enseñanza. Tampoco puede dejar de mencionarse la edición crítica de El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha preparada por Celina Sabor de Cortazar e Isaías Lerner, publicada en EUDEBA en 1969.

30 Un aspecto relevante vinculado con la centralidad del Instituto y sus publicaciones en el campo académico argentino es la proyección de este modo de divulgación hacia instituciones del interior del país, en particular en los centros de investigación creados en las universidades, a partir de mediados de siglo. Un análisis de las revistas y publicaciones de similares características permite dar cuenta de estas relaciones. Ejemplos de esta diseminación son la Revista de Literaturas Modernas, de la Facultad de Filosofía y Letras UNCuyo (1956), Cuadernos de Sur, del Instituto de Humanidades UNS (1958), la Revista Humanitas, de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán (1958).

31 No es posible soslayar la relevancia para la conformación y consolidación de una literatura española de dos figuras clave del pensamiento español, cuya omnipresencia es aún hoy visible en los estudios hispánicos: Marcelino Menéndez y Pelayo (1856-1912) y Ramón Menéndez Pidal (1869-1968). Este último, en particular, tuvo una estrecha relación con la creación y la trayectoria del Instituto de Filología en sus primeros tiempos (Cf. Nota nº 2).

32 Los trabajos de Frida Weber de Kurlat sobre el teatro áureo constituyen uno de los aportes más relevantes al estudio de este género producidos durante las décadas de 1950 y 1960 en el seno del Instituto y muchas de esas contribuciones quedaron plasmadas en artículos y publicaciones. Al respecto, resulta oportuno recordar que en 1968 Weber de Kurlat publica la edición de la Recopilación en metro (Sevilla 1554), producto del trabajo de seminario con un grupo de alumnos y graduados de la Facultad de Filosofía y Letras y del Instituto de Filología. Los aportes de la investigadora al estudio del teatro del Siglo de Oro alcanzaron reconocimiento a ambos lados del Atlántico áureo y se convirtieron en hitos insoslayables sobre este tema (Romanos 2009).

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