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Olivar

versión On-line ISSN 1852-4478

Olivar vol.14 no.20 La Plata dic. 2013

 

ENTREVISTAS

"Historias olvidadas en las cunetas".
Entrevista con Adriana Fernández, integrante de la Plataforma Argentina de Apoyo a la Querella contra los Crímenes del Franquismo1

 

Mariela Sánchez

Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales
(UNLP-CONICET)
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Universidad Nacional de La Plata

1 Este trabajo se inscribe en el marco de los siguientes proyectos: PICT Bicentenario- 2010-2504, "Letras sin libro. Literatura española en soporte prensa: mestizaje, intermedialidad, canon, legitimación. Proyecciones del articulismo en la novela del siglo XXI", AGENCIA-FONCyT y "Diálogos transatlánticos. Estudio de las relaciones en el campo de la cultura y las letras entre Argentina y España" (H665, Programa de Incentivos a la Investigación, CETyCL-IdIHCS/UNLP), ambos dirigidos por Raquel Macciuci, y en el proyecto "Memorias en segundo grado: Posmemoria de la guerra civil y el franquismo en la España del siglo XXI" (2013LINE-01, Bco. Santander y Universitat Rovira i Virgili, dirigido por Laia Quílez).


Resumen

El proceso de exhumación de los restos de Antonio Fernández, joven asesinado en 1936 en España, es el tema de Las cunetas, de Bodo Marks y Shelina Islam. Una experiencia de presentación y proyección de este documental motivó una entrevista con Adriana Fernández, nieta de Antonio e integrante de la Plataforma Argentina de Apoyo a la Querella contra los Crímenes del Franquismo. Sus respuestas, en diálogo con el material mencionado, constituyen un relato que convoca lo verbal y lo visual de una experiencia de búsqueda transatlántica de verdad y justicia.

Palabras clave: Crímenes de Estado; Querella; Argentina; España; Exhumaciones.

Abstract

The exhumation process of the remains of Antonio Fernández, a young man killed in 1936 in Spain, is the theme in Las cunetas, by Bodo Marks and Shelina Islam. A presentation and screening experience of the documentary has led to an interview with Adriana Fernández, Antonio’s granddaughter and a member of the Argentine Support Complaint Platform against Crimes of Francoism. Her responses, in dialogue with the material above mentioned, constitute a story that combines the verbal and the visual experience of a transatlantic quest for truth and justice.

Keywords: State crimes; Complaint; Argentina; Spain; Exhumations.


 

En el número 8 de Olivar, aquel que en 2006 coincidió con el septuagésimo aniversario de la Guerra Civil española, un hallazgo de cuerpos motivaba un artículo de Francisco Caudet, "Las abarcas de Fontanosas, o cuando la memoria/escritura es la memoria/escritura de uno mismo...". En dicho artículo se reflexionaba sobre las posibilidades de narrar el pasado de la España franquista a partir de un relato de confesión anónima que permitió, después de medio siglo, encontrar y exhumar los cuerpos de un grupo de fusilados. Las abarcas de uno de los fusilados, un calzado rural fabricado a base de trozos de neumático, como supervivencia material y seña de identidad, daban título y funcionaban como sinécdoque de una historia trunca. Finalizamos este número con otra voz que nos remite a un anclaje generacional tratado por diferentes autores en el presente monográfico y echando mano, a su vez, de una historia familiar que en muchos puntos se toca con aquel otro hallazgo que, como tantas historias que quedaron sin descubrir y sin contar, emergen ocasionalmente gracias a una convergencia de factores de búsqueda y de voluntades. La impulsora de una de esas búsquedas se llama Adriana Fernández. Integra la Plataforma Argentina de Apoyo a la Querella contra los Crímenes del Franquismo y es representante en Argentina de la ARMH (Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica), asociación española creada en el 2000 cuyo objetivo más señalado es la localización de víctimas de la represión llevada a cabo tras la sublevación contra la II República.
Desde el primer momento de la propuesta para formar parte de este número, la entrevistada aceptó con una cálida y a la vez seriamente comprometida disposición. Su experiencia constituye una forma de concreción de inquietudes y persecución de respuestas que atraviesan los más diversos trabajos centrados en la memoria como una matriz para pensar el pasado y el presente. En un marco que poco tiene que ver con las condiciones más auspiciosas de los tiempos que siguieron a la llamada Ley de Memoria Histórica, en el tratamiento del pasado traumático español y desde un encuadre actual, prevalecen las limitaciones de lo ocurrido con el juez Baltasar Garzón y su exclusión de los trabajos en torno a la investigación de los crímenes del franquismo. La acusación acerca de irregularidades de procedimiento, tanto para los entendidos como para los legos, estuvo enrarecida desde el primer momento por una evidente voluntad de que la investigación no siguiera su curso, y esto trajo consecuencias determinantes para la carrera del juez, pero también y fundamentalmente para todos los que albergaban la esperanza de un logro de justicia en España en relación con este tema. El primer acercamiento presencial con la entrevistada surgió de una invitación que me hizo Silvina Di Caudo, fotógrafa habitualmente vinculada a actividades del ámbito político y cultural gallego, para presentar el documental Las cunetas (España/Alemania, 2012), de Bodo Marks y Shelina Islam. El documental, que al día de hoy puede verse en línea en http://youtu.be/nDd3sCJI27g, nos introduce en la historia de la localización y exhumación de los restos mortales de Antonio Fernández, alias "El Cesterín", abuelo de Adriana, nuestra entrevistada. Antonio Fernández fue asesinado el 9 de octubre de 1936, cuando tenía 24 años. Durante más de siete décadas pervivió y por momentos se instaló la versión de una muerte violenta en el marco de una presunta reyerta de vecinos. El trabajo de memoria y de generación de las condiciones apropiadas para que se procurase otro tipo de respuesta que satisficiera las dudas e incongruencias que se le despertaron a la nieta de aquel joven reactivó una verdad acallada.
Podría parecer en principio contradictorio que este número especial de Olivar, luego de haberse forjado sobre la base de hipótesis y avances de investigaciones de impronta académica, en derredor de materiales diversos, pero con un rol importante para la ficción, se cierre con un género que en gran parte difiere de los artículos que lo preceden. Pero la entrevista entra en relación con la suma de propuestas de lectura de los jóvenes investigadores convocados para este número, algunos de los cuales se detienen en matices diversos de cuestiones generacionales y capas varias de mediación y de transmisión. La voz de una descendiente que protagonizó una pesquisa transatlántica, que logró que su padre -emigrado en Argentina muy joven- encontrara a su propio padre, una víctima de la violencia del Estado español, y conociera una verdad que se le había escabullido toda la vida, la voz de una impulsora de la querella argentina por las causas de los crímenes franquistas, una lucha actual que atañe tanto a las reparaciones simbólicas como a las materiales, a una y otra orilla, sin duda guarda estrecha vinculación tanto con inquietudes y disparadores de los investigadores que colaboraron en este número de Olivar como, en varios casos, con sus objetos de estudio. Esta entrevista nos permite una vez más advertir que la memoria no es una excusa, una moda temática o algo semejante a esa letanía que insiste en que ralentiza el presente e impide un supuesto avance rectilíneo a las sociedades. El trabajo de memoria de Adriana Fernández, de los realizadores del documental que constituye el núcleo de la entrevista y la tarea de la ARMH y de los organismos argentinos que se involucran con el pasado traumático español interpela e interroga diferentes tiempos y diferentes latitudes.
La transmisión oral tradicional, la que supone un pasaje de historias administradas por los mayores para que los hijos y nietos sean depositarios de una verdad revelada, un cuento o un silencio, se invierte. En el enclave histórico en el que las generaciones más distantes del pasado traumático buscan herramientas narrativas, científicas, cartográficas, institucionales, para cuestionar una transmisión dudosa, se invierte la carga generacional en el camino de hacer viable a un otro, mayor y cronológicamente más cercano a los hechos -pero también emocionalmente más embebido en consecuencias traumáticas directas- un conocimiento nuevo.
Quizá como dato anecdótico pero simbólicamente entrañable para la gestación de este número de Olivar, las condiciones geográficas de la realización de la entrevista también replican los puentes atlánticos que se tienden sobre el tema pues, gracias a la tecnología y a causa de obligaciones académicas, la entrevistada respondió por escrito desde Buenos Aires a las preguntas que le formulé desde Madrid. A su vez, fueron de gran ayuda las observaciones que desde Bolonia aportó José Martínez Rubio, el otro investigador responsable de la coordinación del presente número. Por otra parte, ambos editores habíamos compartido algunas semanas antes en Buenos Aires diferentes experiencias vinculadas a temas de memoria. Este dato, que en principio parece relevante sólo para los entrevistadores en cuanto a itinerarios e intereses comunes, resulta ilustrativo de las redes existentes y a la vez de la pervivencia y el carácter transversal de inquietudes que no se agotan ni en el tratamiento in situ ni en la absoluta toma de distancia. Finalmente, la mejor demostración de esta ubicuidad de preocupaciones y políticas de memoria es visible, en todo caso, en un vaivén de puntos de vista con los que, en una retroalimentación constante, argentinos y españoles, ahora desde el terreno jurídico, además de los otros lenguajes artísticos e históricos que durante décadas procuraron una narración del conflicto, continúan un diálogo accidentado, difícil, pero que se renueva desde necesidades e impulsos antes insospechados2.

Entrevistadora: -Aunque aludís a las cuestiones que actuaron como disparador, ¿recordás en qué momento y bajo qué circunstancias comenzás a preguntarte por las condiciones de la muerte de tu abuelo?

Adriana Fernández: -Fue un proceso largo que a la vez se desencadenó muy rápido. Yo me crié en un hogar muy conservador y tradicionalista, con ideas muy distintas a las mías, y no encontré en el ámbito de mi familia materna alguien con quien compartir mis inquietudes. Si bien no tengo parientes ni conocidos que hayan sufrido la dictadura argentina, siempre me involucré en el tema. Al estudiar en colegios católicos, me recibí de profesora de catequesis; pero la praxis me llevó a trabajar en los barrios más humildes y fue allí donde comencé a tomar conciencia de lo que había hecho la dictadura cívico militar en el país. Por mi formación comencé a investigar los asesinatos de religiosos y religiosas argentinos y latinoamericanos. Con el tiempo comencé a militar en un colectivo de Teología de la liberación en La Plata y me anoté en un curso sobre terrorismo de estado en el IEM (Instituto Espacios para la Memoria). Allí escuché por primera vez hablar del franquismo y relacioné fechas y hechos con sucesos que contaba mi papá sobre la muerte de mi abuelo. Sentí como una intuición... ¿Y si mi abuelo había sido un represaliado del franquismo? Mi padre lo negaba porque en verdad no lo sabía, pero yo sentía que era una gran probabilidad. Es más, creo que subjetivamente me sentía totalmente identificada como nieta de un republicano...

E.: -¿Qué aspectos de la historia argentina reciente, a la que te referís en el documental, te llevaron a cuestionar la versión de una muerte durante una reyerta de vecinos? ¿Qué elementos te llevan a trasladar la memoria de un pasado traumático a otro?

A.F.: -Además de la fecha de la muerte de mi abuelo (9 de octubre de 1936), me llamaba la atención que estuviera enterrado en un paraje de la montaña llamado "La Cortea" cuando mi abuela lo estaba en el Cementerio del pueblo. Ante esta duda, mi padre me contestó con toda naturalidad que cuando los jornaleros y los labradores morían trabajando, los enterraban en el campo y que una vez un campesino labrando la tierra había encontrado cuerpos. Ese relato me dio la seguridad de que en el lugar habría fosas comunes y que esos "cuerpos" serían personas asesinadas. Creo que la versión de la "reyerta entre vecinos" habrá surgido de la familia como forma de protección hacia los más pequeños por el terror que se estaba viviendo, porque además de la muerte había que convivir con el estigma de ser "hijo de rojo". Como yo no había leído nada sobre franquismo hasta ese momento, me ayudó haber escuchado testimonios en las audiencias por los juicios de lesa humanidad (Etchecolatz, Von Wernich) y podía hacer un paralelo que me llevó a lo que luego fue una certeza. Mi abuelo fue sacado de su domicilio, paseado, torturado, asesinado y enterrado en una fosa.

E.: -¿Cómo observás el proceso de recuperación de la memoria en Argentina, en qué medida está planteando la formalización de una serie de protocolos a seguir por el Estado?

A.F.: -Creo que el proceso de recuperación de la Memoria en Argentina se debe en gran parte a que la sociedad misma ha generado los espacios suficientes para que ello ocurra. Comenzando con Madres, Abuelas, HIJOS y todos los organismos de DD.HH., como así también los movimientos sociales, políticos y culturales que, no sólo no bajaron los brazos, sino que siguieron exigiendo Memoria, verdad y justicia en una etapa de retroceso enorme en materia jurídica, primero con las leyes de obediencia debida y punto final, y luego con los indultos. Al declararse la inconstitucionalidad de esas leyes y habilitar la posibilidad de que puedan llevarse a cabo los juicios, vamos avanzando en el descubrimiento de la verdad. Se hace justicia porque vemos a los represores condenados en cárceles comunes y podemos construir una memoria colectiva que se va transmitiendo, pero lo que es fundamental es el trabajo del Estado porque tiene el poder y los recursos necesarios para que en todos los ámbitos resulte imposible la formación de profesionales que avalen la tortura, el secuestro y la muerte. Es deber del estado formar sentimientos contrarios para que no puedan existir espacios que vuelvan a dar lugar a este tipo de delitos.

E.: -¿Cómo es el proceso que va, en tu caso, desde una pregunta formulada en el ámbito familiar al primer acercamiento a nivel institucional para tu intento de reconstruir la historia?

A.F.: -En diciembre del 2009 hablé con Arturo Blatezky, pastor protestante coordinador del MEDH (Movimiento Ecuménico de Derechos Humanos), quien me escuchó y me dio el apoyo del organismo para que siguiera investigando. Fue él también quien me avisó que se presentaría una querella contra los crímenes del franquismo. Ese mismo mes coincidí en un foro por la niñez en la UNLP con el Dr. Carlos Rozanski, a quien le pedí una entrevista. Recuerdo que una de las frases que me dijo fue que, llegado el momento, no sólo hay que quedarse con el cuerpo, sino que hay que buscar justicia, porque "la verdad es estática y la justicia es dinámica". Esas palabras fueron las que no me hicieron dudar para sumarme luego a la querella. Por último comencé a buscar por internet alguna información y encuentro a la ARMH (Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica), cuyo laboratorio funcionaba en Ponferrada, la tierra de mi padre y de mi abuelo. Les escribí contándoles mis dudas y al mes recibo la respuesta con una copia del acta de defunción en la que constaba que mi abuelo había sido muerto "en la lucha contra el marxismo" Ya no quedaban dudas. A mi abuelo lo había asesinado el régimen franquista.

E.: -¿Creés que efectivamente se produjo lo que dice Marco González, de la ARMH, al comienzo del documental, que "con este movimiento se está consiguiendo que la memoria sea colectiva, o sea, que todos esos testimonios y esa memoria que era de ámbito privado y exclusivamente de la comida o el salón de casa (...) sea colectiva"?

A.F.: -Totalmente. La ARMH surgió a raíz de la exhumación en el año 2000 de la fosa en la que se encontraban los hoy conocidos como "los trece de Priaranza". Entre ellos estaba el abuelo de Emilio Silva, presidente de la Asociación. Es terrible la ausencia total del Estado español para con sus muertos. Son historias olvidadas en las cunetas y que por años y años han permanecido en silencio porque quizás ni sus propias familias sabían cómo y dónde buscarlos. Con las exhumaciones comienza una etapa de esperanza. De a poco el silencio se quiebra y aparece la necesidad de encontrar a los desaparecidos y la memoria individual, encerrada en el hogar y hasta callada por miedo, surge en cada fosa que se abre y devuelve los restos del ser querido y se vuelve colectiva porque las personas mayores comienzan a recordar, hacen catarsis y reviven los hechos ocurridos cuando eran niños pero que los marcaron tanto que los relatan como si los estuvieran volviendo a ver... y cada vez son más los que se atreven a aportar algún dato y así se va avanzando...

E: -¿Cómo definirías la "PAQ" (Plataforma Argentina de Apoyo a la Querella contra los Crímenes del Pranquismo)?

A.F.: -La Plataforma se lanzó el 3 de septiembre de 2013. Está conformada por representantes de organismos de DD.HH., organizaciones políticas, estudiantiles, gremiales, culturales, profesionales y ciudadanos en general. Surgió ante la necesidad de contar con una red de apoyo como las que se fueron formando en distintas regiones del estado español (Galicia, Andalucía, Madrid, Cataluña, País Vasco, Asturias, etc.). Todas pertenecientes a CeAqua -Coordinadora estatal de Apoyo a la querella argentina contra los crímenes del franquismo- para difundir la existencia de este juicio, los diferentes testimonios que se van sumando a la querella (robo de bebés, trabajo esclavo, torturas, preventorios, etc.) y dar a conocer el genocidio que se cometió y que se ha tratado de tapar por más de 70 años.

E.: -¿Desde tu punto de vista, cuál ha sido el papel de las asociaciones de la memoria en Argentina, y cuál ha sido en España? ¿A qué problemas se han enfrentado con los sucesivos cambios de gobierno?

A.F.: -Como dije antes, en Argentina se generaron los espacios necesarios para que Memoria, Verdad y Justicia sean pilares de nuestra democracia y a mi entender, ejemplo para América latina y para el mundo. Lamentablemente esto no pasa en el Estado español, cuya sociedad está a años luz de visualizar el genocidio que vivieron. Ningún gobierno en España se ha dedicado verdaderamente a investigar los crímenes del franquismo. En mayor o en menor medida las causas se han archivado y, luego de la destitución de Garzón, no queda mucho por esperar. La querella que se ha abierto en Argentina a través del principio de justicia universal es la única esperanza que tienen las víctimas para obtener una justicia que les es negada desde hace tantos años. Los abogados Ana Messuti, Carlos Slepoy y Máximo Castex trabajan muchísimo para que la causa avance. Servini3 ha dictado órdenes de detención para dos torturadores, Jesús Muñecas y "Billy el Niño", y el próximo 10 de abril será estudiada en la Audiencia Nacional la extradición de este último. El fiscal encargado del caso, Pedro Martínez Torrijo, se opone a la extradición porque entiende que los hechos ya habrían prescripto y que, en todo caso, serían los tribunales españoles competentes para investigar y enjuiciar. Obviamente, un absurdo.

E.: -Entre las diferentes formas de narrar el asesinato del Cesterín, ¿cómo llega la posibilidad de un texto fílmico documental y que creés que aportó esa nueva materialidad para contar la historia?

A.F.: -Primeramente el documental ha servido para difundir la realidad de las fosas en el estado español. "Las Cunetas" se ha proyectado en Buenos Aires en la Facultad de Derecho, en la Facultad de Filosofía y Letras (Universidad de Buenos Aires), y en la Federación de Asociaciones Gallegas de la República Argentina. En Alemania, en la Universidad de Hamburgo en un ciclo sobre Memoria Histórica y en la Universidad de Ponferrada, en España. Bodo Marks y Shelina Islam, sus realizadores alemanes, se pusieron en contacto conmigo un mes antes del viaje y así pudieron focalizar el contexto en el que se realizaría la exhumación. Ellos vivieron todo el proceso de búsqueda, ya que éste comenzó un par de días antes de nuestra llegada. Cuando arribamos a "La Cortea", mi papá les señaló el posible lugar de la fosa. Él, de pequeño, araba esas tierras y recordaba el sitio exacto que los vecinos le señalaban: "allí donde el pasto crece más verde y más alto, allí está enterrado tu padre...".

E.: -A pesar de evitar, con buen criterio, la caída en un discurso sentimental, existen en el documental algunos momentos emocionalmente fuertes, acompañados incluso con música de Lluis Llach (L’estaca), entre otros. Estas canciones forman parte de la memoria española, pero ¿en qué medida forman parte de la memoria argentina, y de tu memoria familiar particular?

A.F.: -Particularmente comenzaron a formar parte de mí cuando encuentro a mi abuelo. Yo nunca había escuchado música que tuviera que ver con la memoria española y cuando Shelina me hizo escuchar el tema L’estaca me emocionó muchísimo. Hoy escucho todas las canciones que tienen que ver con La República y es como si las conociera de toda la vida. Tengo que reconocer que una diferencia muy notoria con mi familia era el tipo de música que escuchaba. Cantantes como Piero, León Gieco, Mercedes Sosa o Víctor Heredia me trasmitían en sus letras el valor de la libertad, de la democracia, de la vida. Sólo los temas de Serrat y el flamenco puedo identificar como puentes que me llevaban a la tierra de mi papá pero de una manera muy subjetiva.

E.: -A diferencia de otros documentales que retoman un hecho ya sucedido, el seguimiento de los desenterramientos de las fosas comunes y las cunetas del franquismo supone un trabajo que se devela en avance simultáneo con la filmación, ¿qué diferentes momentos clave notaste en ese proceso?

A.F.: -La exhumación de un familiar es un proceso que no se puede explicar con palabras. No son sólo huesos, está la propia historia y la propia identidad enterrada en la cuneta. Sólo contás con el equipo de la ARMH, los documentalistas y algunos periodistas. No hay psicólogos ni jueces ni fiscales, ni siquiera algún religioso. Yo tenía que reconstruir una historia de la cual no sabía absolutamente nada. Con Shelina y Bodo pasamos tres días. Pregunté a todos y todas los que venían a mirar si sabían algo, algún dato que me dé algo de claridad. Parecía que no era de UGT4 ni de la Casa del Pueblo, pero de pronto aparece María, una señora de bastón de unos 85 años y me dice que ella había visto todo y me cuenta que era chiquita y vio que venía el "camión de la muerte", que mi abuelo estaba cenando y los falangistas lo hicieron bajar, que lo pincharon con "pinchos grandes", lo subieron y se lo llevaron, quedando mi abuela con su madre y los dos bebés en la casa. "Fue por avisarle a Nicasio Astorgano", me dijo, "lo mataron por eso". Mientras en el documental se lo ve a mi papá hablando con Jonah Rubin, yo estaba armando con Marco González la trama del asesinato de mi abuelo. Nicasio Astorgano era el alcalde republicano de San Esteban de Valdueza, pueblo natal del Cesterín. Los falangistas le dicen que lo vaya a buscar para tenderle una trampa y matarlo pero mi abuelo le avisa del engaño y se escapa. Al otro día vienen y lo matan a él en una actitud aleccionadora para el pueblo. Cuando llegamos a esta conclusión, en ese mismo instante, sentimos un grito que me pareció eterno: ¡¡¡¡¡Apareció!!!!! 9 de octubre de 2011, a exactamente 75 años de su muerte...

E.: -Tenés un rol muy particular en el corto, diríamos que protagónico; pero a la vez está muy presente la generación intermedia, la de tu padre y tu tío. ¿Cómo fue en el caso de ellos el acercamiento a la historia por medio de lo que refleja el rodaje?

A.F.: -Mi papá no tenía idea de lo que iba a vivir. Él estaba feliz de que yo viaje a conocer su tierra. Yo tenía la convicción y la certeza de encontrar a mi abuelo y mi tío iba a ver qué pasaba. El franquismo dejó también esa consecuencia. Al morir mi abuela muy joven, mi papá queda con sus abuelos maternos y mi tío con los paternos en pueblos diferentes. El vínculo de hermanos no fue muy profundo. Encontrar al padre fue para mi tío la posibilidad de darle una sepultura digna en la tumba familiar, para mi papá fue eso y algo más profundo. Vivió 75 años pensando que su padre había sido un cobarde que se había dejado matar. Ahora tenía frente sí a un héroe. Salieron a la luz las dos cosas a la vez, los huesos y la verdadera historia. Fue muy fuerte procesar todo junto, tanto que un cáncer repentino lo consumió en pocos meses. Hoy hace un año que falleció.

E.: -La intervención del equipo de filmación y la progresión del trabajo forense suponen la coexistencia de distintas técnicas y modalidades de trabajo, ¿cómo percibiste esa convivencia y cómo considerás que impactó en el producto final?

A.F.: -Yo no tengo más que palabras de agradecimiento. Actualmente represento a la ARMH en Argentina y es para mí un gran honor. Creo que el producto final lo demuestra. Yo viví esos días como en familia. El respeto, la contención, el cariño fueron primordiales. Hay profesionales como antropólogos y forenses y muchos voluntarios que entregan solidariamente su tiempo en pos de Memoria, verdad y justicia. El gobierno les quitó los subsidios a la Asociación y no pueden seguir haciendo exhumaciones porque no solamente basta con la voluntad de hacerlas, hay gastos que cubrir y se hace difícil. Ojalá en algún momento esto se revierta porque el estado no se hace cargo de sus muertos y no dejan a sus familiares la posibilidad de poder hacerlo tampoco. Creo que yo llegué en el momento justo porque con el PP en el poder todo comenzó a complicarse y el tiempo avanza indefectiblemente y los familiares van muriendo sin recuperar a sus seres queridos.

E.: -El documental se cierra con una verdad reconstruida y un cuerpo encontrado, pero no con un juicio. De hecho, se alude en el documental al sobreseimiento de la totalidad de los casos en España. ¿Cómo observás este silencio institucional?

A.F.: -Como una de las injusticias más violentas. La impunidad es el principal factor de reproducción de más impunidad y en los diferentes testimonios que presentan los querellantes queda bien claro que no hay voluntad de investigar absolutamente nada. Todo se archiva. En el caso de mi abuelo se presenta la denuncia correspondiente (tenía heridas de arma blanca y dos proyectiles de bala) y a las 48 hs. es archivada porque los hechos no constituían delito. En estos días también nos enteramos de la reforma que pretende cerrar las puertas a los juzgamientos de delitos de lesa humanidad ya que supone una grave limitación de la justicia universal y violaría tratados internacionales fundamentales

E.: -En uno de los momentos culminantes decís, al agradecerle al equipo de la ARMH, que no sólo encontraste a tu abuelo, sino que también te encontraste a vos. ¿Qué reveló el proceso de esta "forma otra" de narrar más allá de los indicios y sospechas previas, que eran de por sí bastante firmes, al menos por tu parte?

A.F.: -Cuando llevábamos los restos de mi abuelo al Cementerio de San Esteban de Valdueza me decían que ya estaba, que había cumplido... Yo sentía que todo acababa de comenzar. Ahí recordé las palabras "la verdad es estática, como una foto...", yo no me conformaba con esa foto, yo quería justicia por mi abuelo y por todas y todos los que pagaron con su vida en España, Argentina o en cualquier parte del mundo por el sólo hecho de tener ideales contrarios a los establecidos por los poderes de turno. Yo me reconocí en esos restos como la nieta del Cesterín, la que heredó sus convicciones, y me sumo a la querella argentina contra los crímenes del franquismo con la más absoluta seguridad de que, tarde o temprano, la justicia va a llegar, porque Franco no venció, acá estamos los nietos y nietas para demostrarlo. La lucha continúa...


Toma satelital de la ubicación de la fosa.


El forense José Pietro arma un laboratorio en la montaña mediante el que analiza los restos y explica a simple vista las causas de la muerte de Antonio Fernández, El Cesterín.


Adriana Fernández con René Paheco (antropólogo de la ARMH), Antonio y Constantino Fernández, respectivamente el tío y el padre de la entrevistada.


La entrevistada junto a la fosa vacía.

Notas

2 Cabe aclarar que en el texto de la entrevista se optó por respetar la puntuación y las convergencias verbales de pasado y presente originales del texto de la entrevistada, elementos que enriquecen las respuestas mediante una notoria dimensión de oralidad y de cercanía. Asimismo, se conservó en la edición el uso de minúscula inicial para algún caso en que la norma gramatical indica mayúscula, dado el evidentemente posicionamiento valorativo que conlleva esa decisión.

3 En referencia a la jueza argentina María Romilda Servini de Cubría.

4 Unión General de Trabajadores.

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